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La Neurociencia y la educación

Por lo que concierne a la neurociencia en la educación, hoy día hay diversas pruebas de
cómo un ambiente de aprendizaje equilibrado y motivador requiere a los niños de un
mejor aprendizaje. Es por ello que los niños aprenden “socialmente”, construyendo
activamente la comprensión y los significados a través de la interacción activa y
dinámica con el entorno físico, social y emocional con los cuales entran en contacto.
La neuroeducación recomienda que durante los primeros años de vida los niños estén en
contacto con la naturaleza y no se les fuerce a permanecer sentados y quietos mucho
tiempo, pues a esas edades es cuando se construyen las formas, los colores, el
movimiento, la profundidad… con los que luego se tejerán los conceptos. Para poder
madurar, es decir, crear nuevas redes de neuronas, el cerebro necesita experiencias
nuevas. De los 10 a los 12 años, en cambio, el cerebro está específicamente receptivo a
aprender aptitudes, por lo que es el momento de potenciar la comprensión de un texto y
de que aprendan a razonar de forma matemática. Y, en la adolescencia, el cerebro es
plenamente emocional y choca con el actual modelo educativo que en esta etapa les
obliga a aprender biología, física, química… materias totalmente racionales. Por poner
un ejemplo, muchas personas han olvidado el nombre de los Reyes Godos o la fórmula
para calcular la velocidad de caída de un cuerpo pero, en cambio, recuerdan lo
divertidas que eran las clases de ese profesor en especial (puede que de mates, lengua,
historia… cada uno tendrá el suyo) que despertaba su interés con ejercicios prácticos e
historias sobre cada tema. Fue él quien consiguió despertar tu atención e interés, y por el
que decidiste estudiar lo que después estudiaste… La emoción es fundamental en
el aprendizaje, para quien enseña y para quien aprende. Ese profesor hizo que la
información en clase la captásemos por medio de nuestros sentidos y para que después
pasara por el sistema límbico o cerebro emocional antes de ser enviada a la corteza
cerebral, encargada de los procesos cognitivos. Dentro del sistema límbico, la amígdala
tiene una función esencial: es una de las partes más primitivas del cerebro y se activa
ante eventos que considera importantes para la supervivencia, lo que consolida un
recuerdo de manera más eficiente. Otro factor a tener en cuenta es la sorpresa, puesto
que activa la amígdala. El cerebro es un órgano al que le gusta procesar patrones
(entender cosas que se repiten siempre de la misma forma); es la manera como se
enfrenta al mundo que lo rodea. Ahora bien, todo aquello que no forma parte de esos
patrones se guarda de manera más profunda en el cerebro. De ahí que usar en la clase
elementos que rompan con la monotonía benefician su aprendizaje. Por último,
la empatía (el acercamiento emocional) es la puerta que abre el conocimiento y con él la
construcción del ser humano. Además se ha descubierto que, al contrario de lo que se
creyó durante mucho tiempo, el cerebro no es estático, sino que existen periodos críticos
en los que un aprendizaje se ve más favorecido que otro. Por ejemplo para aprender a
hablar el cerebro está más receptivo desde que uno nace hasta los siete años. Pero esto
no quiere decir que después no pueda adquirir el lenguaje: la plasticidad del cerebro
permitirá hacerlo aunque cueste más. Este descubrimiento de la existencia de periodos
de aprendizaje abre nuevos debates sobre el sistema educativo y la necesidad de
replantearse un nuevo modelo acorde con esta predisposición cerebral a adquirir nuevos
contenidos concretos por etapas. La cantidad de jóvenes desmotivados que no quieren
continuar sus estudios o creen que lo que están aprendiendo no sirve para nada es
alarmante. Y la única forma de combatirla es a través de maestros que enseñen a los
niños a afrontar nuevos retos, que transformen el cerebro de sus alumnos aprovechando
todas las herramientas que ofrece la neuroeducación para enseñar mejor. Algunos
expertos afirman que si las clases fueran más vivenciales podrían impartirse más
conocimiento en menos tiempo. Los docentes deberían aprovechar lo que se conoce del
funcionamiento del cerebro para enseñar mejor. Los niños deben entusiasmarse por lo
que están aprendiendo. Con este objetivo ISEP presentó en 2015 el programa
de Neuroeducación, un máster que proporciona conocimientos neuropsicológicos sobre
cómo aprovechar mejor el desarrollo neurobiológico para adquirir aprendizajes y los
diferentes trastornos o alteraciones neurológicas que afectan a la cognición y emociones
en los niños y adolescentes, aportando herramientas para aprovechar el máximo sus
posibilidades. Al mismo tiempo, y en función de la propia maduración del SNC,
también se pretende desarrollar las habilidades que este posea. Se sabe que los seres
humanos solo aprovechamos de media un 10% de nuestro potencial intelectual. ISEP
ofrece la posibilidad de especializarse en el área de la Neurociencia aplicada al ámbito
educativo y del desarrollo infantil analizando las relaciones entre el cerebro y el
aprendizaje desde una perspectiva evolutiva. Encontrar la mejor forma de adquirir
conocimientos supone acabar con muchos problemas de aprendizaje catalogados como
tal, pero que puede que solo sean una forma errónea de aprender. La neuroeducación
permite encontrar la forma más adecuada para personalizar el proceso de aprendizaje y
sacar el máximo partido de cada uno.

La neurociencia es una de las disciplinas que más desarrollo ha tenido en las últimas décadas.
Constituye un campo multidisciplinario que cultiva el conocimiento e investigación en áreas
tan diversas como la biología celular y molecular, fisiología, biología del desarrollo, ciencias
cognitivas, neurología, psicología, psiquiatría, física, matemáticas, y la educación entre otras.
Uno de los principales desafíos de la neurociencia es entender a través de las diversas
disciplinas de qué manera se estructura y funciona nuestro sistema nervioso, generando nuevo
conocimiento que permita comprender cómo se organizan finalmente las conductas y los
procesos cognitivos más complejos. El entender estos procesos básicos de funcionamiento de
nuestro sistema nervioso nos ha permitido desarrollar nuevas herramientas de intervención en
la búsqueda de soluciones a patologías, pero al mismo tiempo el desarrollo de la neurociencia
ha impactado en el avance de otras áreas del conocimiento como la educación, las
telecomunicaciones y la economía, impactando a distintos niveles de la sociedad. Este curso
tiene como propósito entregar al estudiante las herramientas de lenguaje, conceptos, y
conocimientos básicos que le permitirán entender de mejor manera los distintos fenómenos
neurobiológicos asociados a procesos cognitivos complejos, tales como: el aprendizaje y la
memoria, entre otros. El entender cómo funciona nuestro cerebro nos permitirá discutir el
desarrollo de estrategias relevantes en el contexto de la educación. Este curso pretende cubrir
los temas básicos de la Neurociencia discutiendo en detalle los tópicos más relevantes. Las
clases serán dictadas por científicos, profesionales clínicos y del área de la educación expertos,
que permitan guiar y discutir la aplicación de conceptos y técnicas generales.
¿Qué aporta la neurociencia a la educación?
Se hace necesario que en educación se reflejen los avances que nos aporta la ciencia, y
actualmente son muchas las teorías y voces que nos hablan de la necesidad de poner juntas
neurociencia y educación, no solo para poder a ayudar a mejorar el estudio sino además, para
que nuestros métodos de enseñanza se adapten a las etapas del desarrollo evolutivo y a las
diferencias individuales, partiendo de que para comprender el aprendizaje hemos de entender
cómo funciona el cerebro, puesto que todo proceso mental tiene lugar en un sustrato biológico.

De ahí se deriva la necesidad de un acercamiento a las neurociencias desde la realidad


del aula, y eso solo puede hacerse a través de la experiencia del profesorado, porque no todo
el conocimiento que nos aporta esa ciencia tiene interés educativo.

3. Fundamentación y marco teórico en el que se sustenta la propuesta.

En los últimos 20 años la investigación acerca del cerebro ha avanzado de forma


extraordinaria. En este período se han obtenido más hallazgos que en los siglos anteriores,
conceptos como el de la neuroplasticidad, el desarrollo cerebral del niño y el adolescente, la
neurogénesis durante toda la vida, la importancia del sueño para la memoria, etc. han supuesto
un tremendo avance en el conocimiento. Sin embargo, respecto a la aplicación de las
neurociencias en la educación, estamos en pañales y tratando de ponernos al día respecto a
países más avanzados en este ámbito. (OCDE, 2002).

Parte del problema radica en que en la actualidad los resultados de las investigaciones
científicas relacionadas con el estudio del cerebro rara vez tienen una consecuencia directa en
el aula. La pedagogía y las políticas educativas se encuentran ajenas a los progresos de la
ciencia, sin embargo, deberíamos incorporar el conocimiento que nos aporta la ciencia sobre el
cerebro a una pedagogía y didáctica que nos permita aprender con todo nuestro potencial a lo
largo de las diferentes etapas del desarrollo.

A pesar de eso, por muy increíble que parezca, no se incluye en nuestra formación el estudio
de la herramienta que usamos al aprender, el cerebro; de esa forma, difícilmente cualquier
propuesta de innovación educativa tendrá éxito si no se tiene en cuenta la forma en que
aprenden los estudiantes y por supuesto, al docente el propio docente.

En esta línea son numerosas las voces que hablan de la necesidad de la mayor formación del
profesorado en el conocimiento del cerebro como uno de los pilares fundamentales de la
educación, señalando las ventajas de que el docente entienda las particularidades del sistema
nervioso y del cerebro para adaptar sus métodos de enseñanza a las necesidades específicas
de cada persona, sus estilos de aprendizaje, su actitud, el ambiente del aula, entre otros
factores.

Según Gamo (2012) combinar las ciencias cognitivas y las neurociencias con la educación,
conlleva métodos educativos más eficaces, pero lo más relevante desde el punto de vista de la
neuropsicología es la oportunidad que este conocimiento nos aporta sobre lo que debemos
aprender y cómo aprenderlo, teniendo en cuenta la neuropsicología del cerebro en desarrollo.
Por lo tanto, concluye que los objetivos pedagógicos y las didácticas deben modificarse y tener
más en cuenta la activación de las diferentes funciones mentales para que realicen
operaciones de más o menos complejidad.

Según Martín (2003) para comprender el aprendizaje hemos de entender en primer lugar las
bases neuropsicológicas que lo sustentan, partiendo de que todo proceso mental tiene una
base orgánica en el cerebro. El cerebro actúa como un gran receptor que permite que la
información externa captada a través de los sentidos sea transmitida a las diferentes áreas
cerebrales, donde es procesada e integrada de forma compleja; por lo tanto sugiere que
nuestra forma de enseñar debería partir del conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro.

Campos (2010) hace referencia a la necesidad de conocer “las bases del aprendizaje, la
memoria, las emociones, los sistemas sensoriales y motores, sistemas atencionales,
motivación, ritmo sueño/vigilia, por mencionar algunas de ellas” como base para mejorar las
practicas docentes en el aula. Igualmente señala que no se trata de que esta nueva
ciencia aporte todo su conocimiento al docente, más bien se trata de que el docente use
aquellos conocimientos que les resulten útiles

En 2011 se publica uno de los libros más interesantes en este campo: Investigación
neuroeducativa: neurociencia, educación y cerebro: de los contextos a la práctica.
Que defiende con rigurosidad científica un nuevo campo de investigación: la Investigación
Neuroeducativa.

En 2014 se publica: Neurociencia Educativa: Mente, cerebro y educación, se trata de una


compilación de distintas perspectivas sobre cuestiones fundamentales de la neurociencia
aplicadas a la enseñanza, escrita por autores americanos y prologado por José Antonio Marina.

En lo que están todos de acuerdo es en que para poder unir neurociencia y educación se
requiere una alfabetización neurocientífica del profesorado, sin embargo, no se trata de
transformarnos en pseudocientíficos sino de proporcionarnos, de manera clara y efectiva, los
fundamentos del funcionamiento cerebral y conocer cómo este se relaciona con el aprendizaje
desde la perspectiva de su aplicación real en el aula,

Tal como opina Marina (2011) en su artículo La educación del cerebro, combinar la pedagogía
y las neurociencias con la educación, conlleva métodos educativos más eficaces, porque ahora
sabemos que es muy importante tener en cuenta el papel trascendental del cerebro en los
procesos de aprendizaje. Además en total acuerdo con sus palabras, el acercamiento entre
ambos campos debe basarse en la práctica real en el aula, porque desde los conocimientos
teóricos hasta su aplicación real hay mucha distancia.

4. Aportaciones de la neurociencia
Analicemos a muy grandes rasgos algunas de las aportaciones de la neuropsicología
usamos en nuestra labor como docentes:
1. En primer lugar puede ayudarnos a comprender el marco general en que se da la
educación, partiendo de que la plasticidad del cerebro humano es mayor de lo que creíamos y
que como docentes podemos potenciarla si tenemos en cuenta el papel del cerebro en el
aprendizaje. Para ello, hemos de entender en primer lugar las bases neuropsicológicas que lo
sustentan, partiendo de que todo proceso mental tiene una base orgánica en el cerebro.

El cerebro actúa como un gran receptor que permite que la información externa captada a
través de los sentidos sea transmitida a las diferentes áreas cerebrales, donde es procesada e
integrada de forma compleja; Para entender qué significa aprender hemos de partir de que todo
aprendizaje implica un cambio en el cerebro y que los procesos mentales de raciocinio,
planificación, comprensión, emociones, voluntad, imaginación,…y también la memoria se
asientan en un sustrato físico: el cerebro.

La relación entre mente y cerebro, por lo tanto, es evidente. Por ejemplo, el que la memoria, se
“aloje” en el cerebro implica que la fijación de los recuerdos tiene un sustrato biológico y más
exactamente químico y eléctrico.

Por lo tanto, nuestra forma de enseñar debería partir del conocimiento sobre el funcionamiento
del cerebro. Y aunque como profesores no necesitamos un conocimiento profundo de su
estructura y funcionamiento sí debemos conocer al menos los aspectos básicos y su relación
con el aprendizaje.

2. En segundo lugar no podemos olvidar que cada cerebro tiene su propio ritmo de
maduración, genéticamente determinado, pero en algunos casos la educación puede
adelantarla o retrasarla. Por ejemplo, es bien sabido que la maduración de los lóbulos frontales
es muy tardía, lo que suele usarse para justificar las conductas irresponsables de los
adolescentes. Pero también puede ocurrir que una educación que mantiene a los adolescentes
en un estado de irresponsabilidad, como es la nuestra, retrase la maduración de los lóbulos
frontales.

3. En educación, como en otros campos todos los factores interactúan y no pueden ser
aislados. En el aprendizaje no podemos aislar la influencia de cada variable, ya que es la
interacción conjunta de todas ellas lo que condiciona el resultado. Para enseñar y por supuesto
para aprender, por lo tanto, debemos partir de las diferencias individuales, y tener en cuenta
desde una perspectiva global e integradora todas las variables que intervienen, contemplando
tanto los aspectos cognitivos, afectivo-motivacionales, sociales, físicos, como las estrategias
autorreguladoras del proceso de aprendizaje (lugar, tiempo, planificación…). Teniendo en
cuenta, además, que para aprender se han de dar una serie de condiciones mínimas que
favorezcan el aprendizaje partiendo de que todos somos diferentes y eso influye en la forma en
que aprendemos.

4. Según las aportaciones del conductismo, los seres humanos aprendemos de tres formas
básicas, aprendemos dependiendo de las consecuencias que tengan nuestras conductas,
aprendemos siguiendo instrucciones y por último lo hacemos imitando lo que hacen
otros. Muchos de nuestros alumnos han aprendido a actuar de manera inconsciente con
reacciones de miedo o rechazo ante las demandas escolares, por ello debemos crear un
contexto en el que las emociones y experiencias positivas se asocien con el aprendizaje,
cuidando tanto los refuerzos que usemos asociados a esas conductas como los modelos de
aprendizaje que ofrezcamos.
5. Las teorías del aprendizaje desde una perspectiva neurocientífica, constituyen un nuevo
paradigma en el ámbito educativo que permite reflexionar, analizar y explicar el
comportamiento del cerebro humano como un órgano que aprende.

Todas estas teorías, están de acuerdo en que a pesar de que el cerebro está compuesto por
hemisferios, áreas o cuadrantes, es decir, por componentes que cumplen funciones
específicas, todas las partes interactúan de forma conjunta y que el hombre necesita de todo el
cerebro para aprender de manera óptima y oportuna. Para integrar el desarrollo de todas las
partes del cerebro debemos proporcionar actividades que desarrollen la lógica, la creatividad…
y que proporcionen momentos específicos para cada aspecto.

6. El papel de la atención en el aprendizaje es fundamental. Atender es esencial para codificar


y procesar información y, por lo tanto sin atención no hay aprendizaje.

En el sistema actual se prioriza la consecución de objetivos desentendiendo el procesamiento


emocional y eso conduce a ansiedad y estrés, no solo en nuestros alumnos, sino también en
nosotros mismos. Por ello en cada momento el objetivo debe ser maximizar la atención de
nuestros alumnos optimizando sus recursos, potenciando la sensación de bienestar y
seguridad en el aula a través de la empatía; no cabe duda de que el aprendizaje será más
efectivo si encuentran sentido a lo que están aprendiendo, para ello, el explicar no solo el
contenido de nuestras materias sino los motivos por los que lo hacemos de una forma o de otra
es una forma de dar sentido al aprendizaje.

La dispersión en la atención realizando varias tareas de forma simultánea, lo que conoce como
"multitarea", lleva a un procesamiento de peor calidad.

Por el contrario, la atención plena nos enseña a ser más reflexivos, es decir a usar de manera
consciente la metacogncición como fuente de conocimiento sobre uno mismo y el entorno. La
función reflexiva ( mindfulness) incluye el autoconocimiento y la empatía en el programa
educativo.

7. Aprendizaje y memoria son dos procesos íntimamente relacionados a través de los cuales
los organismos interpretan la información proporcionada por los sentidos, la manejan y la
elaboran y la recuperan; puede decirse, por lo tanto, que aprendizaje y memoria son
fenómenos interdependientes porque aprender implica siempre alguna forma de adquisición
información que provoca una modificación del estado de la memoria del sujeto.

8. La inteligencia

Gardner, hace un nuevo planteamiento de la inteligencia que va más allá de lo cognitivo. Él


plantea la inteligencia como la "capacidad de resolver problemas o de crear productos que
sean valiosos en uno o más ambientes culturales”. Sin embargo lo más significativo de su
teoría consiste en distinguir ocho inteligencias diferentes e independientes, que pueden
interactuar y potenciarse entre ellas.

Al definir la inteligencia como una capacidad, Gardner la convierte en una destreza que se
puede desarrollar. No niega el componente genético. Todos nacemos con unas potencialidades
marcadas por la genética y todos tenemos las ocho inteligencias en mayor o menor medida.
Pero esas potencialidades se van a desarrollar de una manera o de otra dependiendo del
medio ambiente, nuestras experiencias, la educación recibida, etc. Y ese es precisamente su
valor en el ámbito escolar, como docentes tenemos una herramienta muy efectiva que nos
permite tratar a cada alumno desde una perspectiva individual y desarrollar en el aula ese tipo
de inteligencia tan útil no solo en el aula sino en todos los aspectos de nuestra vida: la
inteligencia intrapersonal e interpersonal según Gardner o inteligencia emocional según
Goleman.
9. El poder del lenguaje.

La PNL (Programación Neurolingüística) plantea un modelo de cómo funciona la mente y la


percepción humana.

La PNL plantea el estudio de lo que percibimos a través de nuestros sentidos (vista, oído,
olfato, gusto y tacto) y de cómo organizamos el mundo tal como lo percibimos a través de la
filtración que hacen nuestros sentidos. Además, la PNL investiga los procesos mentales que
hacen que transmitamos nuestra representación del mundo a través del uso que hacemos del
lenguaje.

Por tanto, la PNL nos ofrece a los profesores herramientas para entender las distintas formas
de aprender en el aula, también nos ayuda a entender nuestro propio proceso mental y, por
último, a comunicarnos mejor de nuestros alumnos.

Pensamiento, comportamiento y lenguaje son las tres grandes áreas de trabajo de la PNL

10. Las NEES

Los profesores, necesitamos unos conocimientos mínimos sobre las necesidades especiales
de mayor prevalencia en el aula, sin la pretensión de sustituir al especialista, pero con la
intención de ser más eficaces en nuestra labor.

La ley en España propone la inclusión de los alumnos con necesidades educativas especiales
en el aula normalizada y aunque ello aporta en términos generales muchas más ventajas que
inconvenientes, no podemos negar que aún nos queda mucho mejorar en esta campo.

La inclusión de este tipo de alumnos en el aula ordinaria, tiene como objetivo que desarrollen
mejor sus capacidades físicas, intelectuales así como sus habilidades, sociales partiendo de la
interacción con personas diferentes, favoreciendo la integración social, la igualdad de
oportunidades y una mayor aceptación de este colectivo por parte de la sociedad.

Todo ello, que en general supone un gran avance en educación, ha tenido una tremenda
repercusión en nuestra labor docente, puesto que ahora debemos atender en nuestras aulas a
alumnos de diferentes nacionalidades y tener en cuenta su cultura, costumbres e ideas,
también debemos enseñar a alumnos con alguna discapacidad, con autismo o Asperger y por
supuesto a alumnos hiperactivos, de altas capacidades, con problemas de comportamiento y
un largo etc. Y todo ello debemos hacerlo en una mima aula, prestando atención a la vez a los
estilos de aprendizaje, partiendo de que no todos aprendemos igual y del desarrollo físico, ya
que la maduración física y neurológica está en el base del aprendizaje y se espera de nosotros
que estemos preparados para detectar, actuar y conseguir los resultados óptimos de nuestra
docencia.

Partiendo de que esa es la realidad de nuestras aulas, y de que la mayor parte del tiempo es
el profesor ordinario el que atiende a este tipo de alumnos en el mismo espacio físico y
temporal, son numerosos autores los que se plantean la necesidad de proporcionar a los
profesores una formación específica que les permita atender a los alumnos con alguna
discapacidad, o necesidad especial de forma más operativa y no meramente asistencial
(Esteve, 2003).

11. La creatividad.

No podemos olvidar el papel de la creatividad porque tal como dice Robinson, uno de los
grandes defensores del papel de la creatividad en la sociedad actual opina, de forma
constructiva, que en la escuela actual no se le da la importancia que se debería a la creatividad
y probablemente sea así, y es que todo el sistema está basado en las habilidades académicas.

Para terminar reproducimos las palabras de José Antonio Marina en su artículo La Educación
del Cerebro, que recogen el sentido global de nuestra propuesta:
Tengo la convicción de que la colaboración entre neurociencia y pedagogía va a mejorar
extraordinariamente nuestros sistemas educativos, dándoles mayor eficiencia y profundidad. …
…una teoría de la inteligencia que comience en la neurología y termine en la ética, y la
educación es el banco de pruebas ideal para ella.

Aportes de las neurociencias a


la educación
Publicado: 9 octubre, 2016 por El Bamba en la edición 685, Interés General Sin comentarios

«El cerebro es una entidad muy diferente de las


del resto del universo. Es una forma diferente de expresar todo. La actividad cerebral es una metáfora
para todo lo demás. Somos básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo
real», Rodolfo Llinas.
¿Cómo funciona el cerebro? A partir de esta pregunta se ha comenzado a reflexionar si se está
teniendo en cuenta la estructura del cerebro para empezar a actualizar, personalizar e
implementar nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje. La discusión, en diferentes idiomas
y sociedades, parte de la misma premisa: ¿se están considerando las características específicas
del cerebro de cada persona para señalar cuál es la mejor estrategia educativa? Esto significaría,
además, aceptar que el desarrollo del cerebro impone, definitivamente, nuevos modos, porque
cada uno sigue un desarrollo que no es siempre el mismo para todos, ni al mismo tiempo.
Es por ello que se ha comenzado a observar el aporte de las neurociencias dentro de la
educación, ya que nos permite entender y conocer de qué manera el aprendizaje se hace más
efectivo.

Sabemos que el aprender es un proceso innato del ser humano, siempre estamos en constante
aprendizaje. Este proceso adquiere mayor relevancia cuando se traduce en el plano educativo,
en la escuela. Muchos hemos transitado diversidad de experiencias en nuestra etapa escolar; ya
sea por los malos profesores, por las clases aburridas o por las interminables horas sentados
frente al pizarrón, cubierto por infinitos números y palabras que más parecían jeroglíficos. Sin
embargo, entre los grandes avances de la neurociencia, han consentido develar los mecanismos
cerebrales que hacen posible el aprender, el recordar y el grabar la información de manera
permanente en el cerebro.
Por lo tanto, entre los aportes significativos desde la neurociencia a la educación, encontramos:

 El cerebro tiene sistemas naturales de aprendizaje, entre los cuales se prioriza el aspecto emocional,
ya que mientras más positiva la emoción, se aprende mejor.
 Conocer la importancia de las funciones superiores, y la relación directa y estrecha con el aprendizaje.
El aprendizaje es la adquisición de nueva información, que será retenida en la memoria. Por eso se
dice que sin memoria no hay aprendizaje, y viceversa.
 Existen muchas formas de aprender, el cerebro puede aprender por observación, de forma no
consciente, utilizando diferentes vías, por la novedad y el desafío; de esta manera ampliando las
diferentes posibilidades de la educación.
 Otro aporte importante es que el cerebro sigue etapas fundamentales para aprender, por lo tanto nos
permite considerar que para ello, la motivación será el gancho para que el aprendizaje sea
significativo.
 Conocer los factores que ejercen influencia en el proceso de aprendizaje del cerebro es otro de los
aportes importantes y fundamentales, ya que nos permitirá hacer un estudio y valorar aspectos que
influirán en el aprendizaje de un individuo. Por lo tanto, factores como la nutrición, genética,
socioeconómicos, culturales, saberes previos, entre otros, son variables que inciden en la consolidación
del aprendizaje.
 El cerebro nunca pierde del todo su plasticidad, y por tanto, la capacidad para aprender y modificar
conductas en un adulto debe ser tomada en cuenta a la hora de contemplar el proceso de enseñanza-
aprendizaje universitario.
Finalmente, resaltar que la neuroeducación busca contribuir para que la enseñanza y, por ende
el aprendizaje, sea efectivos, divertidos, dinámicos, promoviendo en la educación ambientes
emocionalmente favorables, usando la motivación y el buen humor, haciendo uso adecuado de
sus funciones superiores, y de esta manera lograr una mejor educación.

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