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FACULTAD DE TEOLOGÍA
DISERTACIÓN
PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIATURA EN
TEOLOGÍA DOGMÁTICA
PRESENTADA POR:
1
A. ROYO MARÍN, El Gran desconocido, BAC, Madrid 1998, 11.
Padre con el Hijo por la fuerza del Espíritu Santo, nunca fuera de esta Unidad
trinitaria.
2
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1991, 17.
INTRODUCCIÓN 8
de violencia irresistible unas veces, derriba las casas, los cedros, los navíos de alta
mar (Ez 13, 13; 27, 26); otras veces se insinuará en un murmullo (1 Re 19,12); a
veces seca con su viento tórrido la tierra estéril (Ez 14, 21; cfr. Is 30, 27-33) y otras
veces derrama sobre ella el agua fecunda que hace germinar la vida (1 Re 18,45)5.
Por otra parte, es importante señalar que en el contexto del AT, no se distingue
la Trinidad, no hay una definición dogmática aún se concibe al Espíritu como
una fuerza divina, o Espíritu de Dios, que transforma realidades humanas para
hacerlos capaces de gestos excepcionales. Y en el acto de la creación se
menciona el Espíritu de Dios diciendo: un viento7 de Dios aleteaba por
encima de las aguas (Gen 1, 2).
a) En el Génesis
6
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 30.
7
La Biblia de Jerusalén pone la siguiente nota exegética: «esta expresión podría traducirse
como un huracán o tromba, como la que se pensó que había arrebatado al profeta Elías,
dejándolo en un monte o valle. La exégesis patrística ha deducido de este relato, que habla
de Dios y del Espíritu (o viento) divino y que implica a su palabra (dijo Dios), un anticipo
del dogma de la Trinidad. Sin embargo, esta idea de la función creadora del Espíritu de
Dios apenas aparece en el AT». BIBLIA DE JERUSALÉN, Descleè de Brouwer, Bilbao 2009,
13.
INTRODUCCIÓN 10
Hemos visto que el Espíritu de Dios es el dador de vida. Ahora, veamos a este
mismo Espíritu (soplo) de Yahvé como carisma. En la noción
veterotestamentaria, se encuentra la acción del soplo de Dios como el que da
la sabiduría o carisma, suscitada en personas concretas para salvar a su pueblo.
«En este caso el Espíritu “se apodera” de una persona, para que sea su
mediador en la obra de castigo o corrección. O bien de guía y liberación de su
pueblo. Si bien hay aquí y allá varios líderes carismáticos de Israel, de modo
especial este fenómeno despunta en el libro de los jueces»11.
8
C. I. GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, CELAM, México 1998, 24
9
Idem.
10
Otoniel: El Espíritu (el soplo) de Yahvé vino sobre él (Jue 3, 10). Gedeón: El Espíritu
(soplo) de Yahvé revistió a Gedeón (6, 34). Sansón: El Espíritu (soplo) de Yahvé comenzó
a excitarlo (13, 25); El Espíritu de Yahvé lo invadió, y sin tener nada en la mano,
despedazó el león como se despedaza un cabrito (14, 6); entonces el Espíritu de Yahvé lo
invadió; y bajó a Ascalón mató a treinta de sus habitante (14, 19).
11
C. I. GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, 25.
INTRODUCCIÓN 11
Los jueces de Israel son suscitados por el Espíritu de Dios. Sin esperarlo y sin que
nada los predisponga a ello, sin poder oponer resistencia, sencillos hijos de aldeanos,
Sansón, Gedeón, Saúl son cambiados brusca y totalmente, no sólo son hechos
capaces de gestos excepcionales de audacia o de fuerza, sino que son dotados de una
nueva personalidad capaces de representar un papel y de realizar una misión, la de
liberar a su pueblo. Por sus manos y por su espíritu, el Espíritu de Dios prolonga la
epopeya del Éxodo y del desierto, garantiza la unidad y la salvación de Israel y da así
origen al pueblo santo. Su acción es ya interior, aunque todavía es designada con
imágenes que subrayan el influjo repentino y extraño: el Espíritu fue sobre Otoniel o
Jefté (Jue 6, 34)12.
c) En el Profetismo
(Cfr. 2 Re 4, 9-7; 5, 8-20) o centinelas de Dios (Cfr. Hab 2,1; Jr 6, 17; Ez 33,
2-7)13. Entonces, el profetismo la experiencia de Dios que inspira (spirare in),
que significa literalmente «soplar sobre», reconociendo que se trata del soplo
de Yahvé. Por ejemplo, en el libro del Génesis, José ante el Faraón, que
habiéndole interpretado sus sueños y al anunciarle los acontecimientos por
venir, lo elije su ministro: Y dijo el Faraón a sus servidores: ¿acaso se
encontrará otro como éste, que tenga el Espíritu de Dios? Y el Faraón dijo a
José: después de haberte dado a conocer Dios esto, no hay entendido ni sabio
como tú (Gen 41,38)14. Por lo tanto, quien lleva al profeta a hablar, anunciar y
denunciar, es la fuerza del Espíritu de Yahvé.
Al menos desde el símbolo bautismal de san Cirilo de Jerusalén (hacia el 348), pero
ya anteriormente en Justino e Irineo, nuestras confesiones de fe presentan al Espíritu
Santo como «el que habló por los profetas». Contra la gnosis de Marción, se afirmaba
que el Espíritu que hizo concebir a Jesús y el que anima al evangelio es el mismo que
actuaba en la misma economía. Nos interesan de manera especial tres autores: Isaías,
Ezequiel y Joel. El libro de Isaías emplea unas cincuenta veces la palabra rúah y
Ezequiel cuarenta y seis veces15.
13
Cfr. T. PARRA, Diccionario de cultura bíblica, San Pablo, México 2012, 330.
14
Cfr. C. I. GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, 30.
15
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 34.
INTRODUCCIÓN 13
Además, los profetas no tienen una visión sólo local, inmediata, a corto plazo,
sino que también anuncian el futuro. La garantía y la fuerza de su predicación
es el cumplimiento de las promesas de Yahvé. Por eso el profetismo tiene su
plenitud en la llegada del Mesías libertador del pueblo de Israel. Ante el
agobio por las crisis sociales, como lo fue el exilio, Isaías anuncia la llegada
del Mesías consolador, el que tendrá la plenitud del Espíritu de Yahvé: Saldrá
un renuevo del tronco de Jesé, un tallo de sus raíces brotará. Reposará sobre
él el espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahvé (Is 11, 1ss).
El Mesías como poseedor de los dones del Espíritu, será el que guiará a la
plenitud al pueblo de Dios. Se advierte cómo el Espíritu de Yahvé es quien
mueve a sus siervos los profetas y, al mismo tiempo, es el que da plenitud a
las promesas, revelando así la llegada del Mesías en quien está presente el
Espíritu en plenitud.
16
Idem.
INTRODUCCIÓN 14
del Nuevo Testamento; desde luego, no más allá del fin que persigue esta
investigación.
a) En la Encarnación
17
El misterio de la Encarnación «lo realizó aquel Espíritu que consustancial al Padre y al
Hijo es en el misterio absoluto de Dios uno y trino, la Persona-amor, el don increado,
fuente eterna de toda dádiva que proviene de Dios en el orden de la creación, el principio
directo, y en cierto modo el sujeto de autocomunicación de Dios en el orden de la Gracia.
El misterio de la Encarnación de Dios constituye el culmen de esta dádiva y de esta
autocomunicación divina». C. D. PEREIRA, «El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento»
http://biblia.verboencarnado.net/2016/05/15/espiritu-santo-nuevo-testamento.
(28 de noviembre 2016).
18
Cfr. Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 42.
INTRODUCCIÓN 15
b) En el Bautismo
Es cierto que Jesús era Hijo de Dios y estaba habitado por el Espíritu desde el seno
de María […] pero, los evangelistas operan con la pneumatología heredada del
Antiguo Testamento y del judaísmo. Se tiene al Espíritu por un acto de Dios que
expresa su amor y engendra un amor correspondiente con él. En el acontecimiento del
bautismo se lleva acabo una nueva misión o comunicación. En este acontecimiento se
constituye a Jesús, y en todo caso, lo declara como mesías, como aquel sobre quien
reposa el Espíritu, aquel que obrará por el Espíritu, aquel que, glorificado y
constituido Señor, dará el Espíritu19.
19
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 42-43.
INTRODUCCIÓN 16
Siguiendo con nuestro análisis sobre la pneumatología en los textos del NT,
vamos a introducirnos a la teología paulina, donde se desarrolla más el tema
sobre la teología del Espíritu Santo. «Pablo emplea la palabra pneuma 146
veces, de las cuales 117 en las grandes cartas» 21. En el contenido de sus
Cartas, San Pablo permite descubrir una muy clara intensión de hablar del
Espíritu Santo como Alguien y no sólo como algo22. Dice Congar:
San Pablo anuncia del evangelio de Dios que, objeto de promesa en la antigua
disposición, se ha convertido en realidad y concierne a su Hijo nacido del linaje de
David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu
santificador, a partir de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro
(Cfr. Rom 1, 3-4 y 8, 11) 23.
20
Cfr. Ibid, 46.
21
Y. CONGAR, El Espíritu Santo 56.
22
El padre Carrillo Alday, en su estudio sobre la pnuematología paulina, a partir de 2 Cor
13,13, La gracia de nuestro Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu
Santo, con todos vosotros. «Con esta solemne bendición, tal vez escrita con su propia
mano, cierra el Apóstol Pablo su segunda Epístola a los Corintios. En ella el Apóstol
sintetiza tres de sus grandes y profundas experiencias: El ha sentido la «gracia» de la
salvación que le vino de Cristo Jesús el Señor. Ha conocido el «amor» que el Padre-Dios
derramó en su corazón de Hijo. Y ha experimentado la «comunión» con Dios y con los
demás hermanos cristianos que sólo ha podido realizar en él el Espíritu Santo».
S. CARRILLO ALDAY, Teología bíblica del Espíritu Santo II, Dabar, México 1992, 22.
23
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 56.
INTRODUCCIÓN 17
actividad del Espíritu en la vida de los fieles incorporados a la Iglesia, que está
siempre a favor de ésta. Así pues, los carismas, dados por el Espíritu Santo
son en la Iglesia dones para el servicio de la comunidad24.
a) En relación a la alianza
b) En la evangelización
24
Cfr. C. I. GONZÁLEZ, El espíritu del Señor que da la vida, 43.
25
C. I. GONZÁLEZ, El espíritu del Señor que da la vida, 45.
26
Idem.
INTRODUCCIÓN 18
Santo (Cfr. 1 Tes 1,5). El contenido y la fuerza con que se predica el evangelio
es del Espíritu Santo, por eso dice, que el evangelio no llegó sólo en palabras
humanas, sino también en poder y en el Espíritu Santo (Cfr. 1 Tes 1, 2-6).
espejo reflejamos la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma
imagen cada vez más gloriosa: así es como actúa el Señor, que es Espíritu (2
Cor 3, 18).
c) En la eclesiología
Bien sabe Pablo por la luz de su fe hebrea que Yahvé no sacó de Egipto a un grupo de
individuos para liberarlos, y ni siquiera para hacer con cada uno de ellos un pacto;
sino para un objetivo comunitario: serán para mi un reino de sacerdotes y una nación
santa (Ex 19, 6), a fin de establecer su alianza con todos ellos, unidos como un pueblo
[…] Una vez levantada la Iglesia, dentro de ella el Espíritu introduce, anima y orienta
a cada uno de los cristianos: lo hace hijo de Dios y ya no esclavo (Gal 4, 6-7), libre y
ya no siervo de las obras de la carne (Gal 5, 1.16-21), le da filiación adoptiva
haciéndolo hijo del Padre por Cristo (Rom 8,15; Gal 4, 6), lo transforma en una nueva
29
Cfr. Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 59.
INTRODUCCIÓN 20
creatura y le infunde el dinamismo en y por el Espíritu (Rom 7,6; 8,2; Gal 6, 15; 2
Cor 5, 17), lo guía para que actué de un modo nuevo «caminando según el Espíritu»
(Gal 5, 25), lo lleva a adorar a Dios y darle culto en el Espíritu (Fil 3,3), lo conduce
hacia la salvación (2 Tes 2, 13; 1 Tes 4, 7-8; 5, 23) y, finalmente, su fruto definitivo
es el que hará al cristiano un día resucitar en su propia carne con Cristo (Rom 8,
11.23; 2 Cor 5,5; Ef 1, 13-14): es el principio escatológico, fuente de vida nueva y de
salvación definitiva30.
d) Jesús y el Pneuma
Se trata de creer, después de confesar, con la boca y con la vida, que Jesús es el Señor
(Cfr Rom 10,9). Es lo que el Espíritu nos empuja a realizar: Nadie que habla en
Espíritu de Dios, dice: ¡Maldito sea Jesús!; y nadie puede decir: Jesús es el Señor!
Sino en el Espíritu Santo (1 Cor 12,3). […] El Espíritu hace conocer, reconocer y
vivir a Cristo. No se trata únicamente de una proposición doctrinal; es algo
existencial que viene de un don y que compromete toda la vida. No hay un cuerpo del
Espíritu Santo, sino un cuerpo de Cristo. ¿Acaso el Espíritu no es el Espíritu de
Cristo (Cfr. Rom 8, 9; Flp 1,19), del Señor,(2 Cor 3, 17). Espíritu de su Hijo (Gal
4,6)?31.
30
C. I. GONZÁLEZ, El espíritu del Señor que da la vida, 50.
31
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 66.
INTRODUCCIÓN 21
Con estas similitudes de la operación del Hijo y del Espíritu, visualizamos que
la misión de ambos se realiza en conjunto para la misma salvación y redención
del hombre y el mundo. El Espíritu es término y contenido de la promesa, don
escatológico, que constituye a Cristo-Jesús en su condición humana
crucificada, en condición de Hijo de Dios con poder, en plena condición de
Señor. Por eso, los frutos y operaciones de la vida cristiana, son obra del
Espíritu y de Cristo32. Por lo tanto, para Pablo, el Espíritu no es una simple
fuerza; es Dios mismo en cuanto derramado, presente y activo en nosotros por
este mismo y único Espíritu (Cfr. Rom 5,5).
Juan presenta a Jesús como el que ha venido del Padre, y ha venido para que
lo hombres tengan vida y la tengan en abundancia (Cfr. 10,10; 3, 16). En los
textos de san Juan, como en el Antiguo Testamento, el don de la vida aparece
ligado al Espíritu. Por ello, la vida tiene ya otra comprensión, no se trata sólo
de la vida física, sino de la vida de fe, la vida de la nueva Creación, propia de
los tiempos escatológicos. Por lo tanto, esta nueva Creación es obra del
Espíritu y de la Palabra36.
Cuando Nicodemo va de noche a ver a Jesús, éste le muestra que la nueva vida
tiene ya un origen sobrenatural, hay que nacer del agua y del Espíritu (Jn
3,5). Lo lanza a la experiencia de la vida de la fe, que se inaugura por el
33
En el evangelio de Juan, el Espíritu Santo se denomina como el Espíritu de la verdad.
«Cristo, como nuevo Moisés, el profeta por excelencia, va a dejar este mundo para retornar
al Padre. Pero los discípulos se beneficiaran entonces de la venida del Espíritu de la verdad,
del Paráclito, que continuará entre ellos la obra de Cristo. Al igual que Cristo, él procede
del Padre (15,26; ver 8, 42; 16, 27-30; 17, 8). Como él será enviado a ellos (14, 16; 15, 26),
y permanecerá con ellos para siempre (14, 16-17). Su misión será la de enseñarles todo lo
que Cristo no haya podido decirles, y, del mismo modo que Cristo no hablará por su cuenta,
sino lo que haya oído junto al Padre». BIBLIA DE JERUSALÉN, 1539.
34
Cfr. C. I. GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, 72.
35
Cfr. Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 75.
36
Cfr. L. BUCH, «La Revelación según el Espíritu Santo en los escritos de San Juan», en:
Annales theologici, 27 (2013) 54.
INTRODUCCIÓN 23
Bautismo y por el don del Espíritu 37. De esto da testimonio Juan el Bautista
cuando dice: he visto al Espíritu que baja como una paloma del cielo y se
quedaba sobre él. Y yo no lo conocía pero el que me envió a bautizar con
agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre
él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo (Jn 1, 32-33). Y en este
testimonio se discierne el sentido del nuevo bautismo:
Según el testimonio de Juan el Bautista, Jesús es «el que bautizará con Espíritu
Santo» (v. 33); algunos manuscritos añaden «con fuego», quizá bajo la influencia de
Hch 2,3-4. Como se dijo a propósito de 1, 12-13, el Espíritu Santo es el principio de
nuestra nueva vida como hijos de Dios. El bautismo de Jesús no es de limpieza o
purificación externa, como sucedía con el bautismo de Juan. Éste no duda en
reconocer la superioridad del ministerio de Jesús respecto al suyo propio (cf. 3,22-
30)38.
37
Idem.
38
T. OKURE, «Juan», en William R. FARMER, et al., Comentario Bíblico Internacional,
Verbo Divino, Navarra 2005, 1331.
39
Cfr. L. BUCH, «La Revelación según el Espíritu Santo en los escritos de San Juan», 54-55
INTRODUCCIÓN 24
Verdadero pan del cielo (Cfr. 6, 32), porque viene de Dios, por Él conocemos
al Padre. Esto también es obra del Espíritu.
40
Cfr. C. I. GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, 74.
41
El sentido que se da a la expresión sello, es la garantía y pertenencia. El sentido que
adquiere en Cristo marcado por el sello de Dios, su Padre, no es sencillamente el poder que
le da de realizar su obra (Cf. Jn 5, 32.36), sino también la consagración que le hace, Hijo de
Dios (Jn 10,36) por la obra del Espíritu Santo, también dado al cristiano (2 Cor 1, 22; Ef
1,13ss). Cfr. Marc-François LACAN, «Sello», en: X. LEON-DUFOUR, Vocabulario de la
teología bíblica, 841-842.
42
Cfr. Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 77.
43
Cfr. Ibid, 76.
INTRODUCCIÓN 25
Juan pone de manifiesto de distintos modos que, en esta misión que Jesús lleva a cabo
a favor de los hombres, el Espíritu juega un papel central, inseparable del de Cristo:
Jesús es la Vida, y el Espíritu «es el que da la vida» (Jn 6, 63). Por una parte, el
carácter definitivo de la revelación de Jesucristo y el don de la vida tiene que ver
tanto con sus palabras, como con el hecho de que Él es quien da el Espíritu (Jn 3, 34-
36); por otra parte, si sus palabras son el agua viva, que hay que beber para tener vida
eterna y que se convierte en el alma en fuente de esta misma vida, eso es posible por
el don del Espíritu (Cfr. Jn 4, 14; 7, 37-39)44.
El Espíritu dado por Jesús, es el Paráclito46 prometido por Jesús, aquel que
quedará junto a la comunidad de discípulos; será el consolador y la fuerza para
dar testimonio a favor de Jesús. Además, el Paráclito permite comprender
claramente las palabras que Jesús a oído a su Padre y que Él comunicó en
parábolas, de las que los discípulos no podían soportar 47: Mucho tengo que
deciros pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad completa (Jn 16, 12-13).
44
L. BUCH, «La Revelación según el Espíritu Santo en los escritos de San Juan», 80.
45
Y. CONGAR, El Espíritu Santo, 79.
46
Sólo el evangelio de Juan habla del Paráclito (abogado o defensor) el que Cristo enviará
a los creyentes para que éstos den testimonio creíble de él en el mundo (Cfr. Jn 14, 15-17.
26; 15, 26; 16,7; 1 Jn 2, 1). Cfr. T. PARRA, Diccionario de cultura bíblica, 313.
47
Cfr. L. BUCH, «La Revelación según el Espíritu Santo en los escritos de San Juan», 81.
INTRODUCCIÓN 26
48
Idem.
49
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», en Angelo DI BERARDINO, Diccionario patrístico y
de la antigüedad cristiana I, Sígueme, Salamanca 1998, 765.
50
Cfr. C. I. GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, 87.
INTRODUCCIÓN 27
1.2.1 La Didaché
Así pues, «la transmisión, aunque sea simplemente como fórmula que
contenía una referencia al Espíritu Santo, constituyó la base de toda
especulación trinitaria posterior hasta el Concilio I de Constantinopla en el
51
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», 766.
52
PSEUDO BERNABÉ, Didaché, Doctrina de la Apóstoles, (ed). Juan José Ayán Calvo,
Ciudad Nueva, Madrid 1992, 95-97.
INTRODUCCIÓN 28
Y Atenágoras para explicar el sentido del texto de Gen 1, 1ss, parte de la idea
platónica, (Timeo56). Y haciendo la comparación de los textos, el Génesis,
señala que el Dios estaba desde el principio, su Espíritu aleteaba sobre las
aguas y su Palabra comenzó a crear y ordenar las cosas. Entonces, analogando
la idea plátonica, la noción trinitaria será la siguiente: el Padre (Dios
primero), el Logos-Hijo (Dios segundo) y el Espíritu profético (Dios tercero
en el orden)57. Y de esta formulación antigua partirán otras difiniciones:
Taciano lo llama el servidor (διάκονος) del Dios que sufrió (Orat. 13, 3); Atenágoras
lo define efluvio (ἀπόρροια) del Padre (Legat. 10, 3-4; 24 1-2) poniéndolo como
medio entre el Padre y el Hijo; Teofilo de Antioquía (Ad Autol. II, 15) lo concidera
como tercer ser divino y lo identifica con la Sabiduría de Dios y aliento de su boca
(según Sal 32,6) y su poder total; Ireneo (Demonstr. 5) lo identifica también con la
Sabiduría, mano de Dios en la creación, destinado a llevar a las creaturas a la
perfección58.
Con sus medios y sus alcances, los Padres de los primeros siglos intentaron
explicar la naturaleza trinitaria. Aunque con sus limitaciones lograron un
primer acercamiento en la explicación del misterio de Dios, con la finalidad de
defender la fe y dar identidad a la doctrina cristiana.
56
«Antes del cuerpo del mundo Dios había formado ya el alma del mismo, esta alma
racional de que ya se ha hablado; porque ella es primera por su nacimiento, así como por su
virtud. De la esencia indivisible y de la esencia divisible mezcladas, formó una tercera
esencia intermedia; después mezcló esta esencia intermedia con las otras dos, con lo mismo
y con lo otro; después dividió esta esencia en partes, compuestas todas de lo mismo y de lo
otro y de la esencia intermedia; después combinó estas partes en proporciones numéricas;
después cortó la mezcla definitiva en dos bandas, cruzó estas dos bandas, dobló sus
extremidades en círculos, imprimió al círculo exterior el movimiento de la naturaleza de lo
mismo, y al círculo interior el movimiento de la naturaleza de lo otro, y dio la supremacía
al primero de estos movimientos». PLATON ́ , Timeo, Obras completas, Patricio de Azcárate
(ed.) VI, Madrid 1872, 5.
57
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», 767.
58
Ibid, 767.
INTRODUCCIÓN 31
59
El planteamiento de la doctrina del siglo III intentaba explicar las dos realidades de la
Trinidad: La Santísima Trinidad en sí, en su ser eterno, independientemente del mundo
(Trinidad inmanente) y la Santísima Trinidad respecto al mundo (Trinidad económica).
Cfr. S. BULGÁKOV, El Paráclito, Sígueme, Salamanca 2014, 41.
60
S. BULGÁKOV, El Paráclito, 35.
61
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», 768.
INTRODUCCIÓN 32
entre el sol, el rayo y la punta de éste que toca las cosas (Cfr. Adv. Prax. 8, 7)
62
. Dice Bulgákov:
Es verdad que, desde la mitad del siglo III, hasta los primeros decenios del IV
y más tarde todavía, la posición del Espíritu Santo aparece a menudo poco
clara y sobre todo muy escasamente definida. La definición que se dio con la
fórmula Nicena del Credo del Padre-Hijo (325) con la condenación de Arrio 65
y del arrianismo, dice:
Creemos en un solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las
visibles y de las invisibles; y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido
unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por
quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra,
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se hizo
hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, y ha de venir a juzgar a
los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo (DZ 54).
Constituye la base con vista al estatuto teológico del Espíritu Santo, aun
cuando la fórmula de Nicea sobre este último se limitaba a proclamar: y
creemos en el Espíritu Santo, καí εἰς τó ἅγιον πνεῦμα = et in Spiritum
Sanctum66. Por lo tanto, la teología del Espíritu Santo aún no se había definido
como tal. Esta controversia netamente pneumatológica, que resulta ser una de
64
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», 768
65
En el periodo del siglo IV, «siglo de oro de los Padres», un presbítero de Alejandría
llamado Arrio divulgó la más grave herejía trinitaria de todos los siglos. Para defender lo
que llamaba la absoluta monarquía (único principio) de Dios, enseñó que el Hijo (o Verbo)
de Dios era una creatura excelente, la única que había creado desde antes del mundo, para
hacer por medio de él todas las cosas. El Hijo sería la creatura única de Dios y la más
elevada de todas; y como Dios preveía que le sería completamente fiel y obediente, lo elevó
a la categoría de Hijo suyo. Desde entonces Dios también comenzó a ser Padre. C. I.
GONZÁLEZ, El Espíritu del Señor que da la vida, 114-115.
66
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo»,769
INTRODUCCIÓN 34
Digamos, pues, sobre el Espíritu Santo sólo lo que está escrito. Si algo no está escrito,
no nos ocuparemos de ello. Él mismo dictó la Escrituras y Él dijo lo mismo que
podíamos comprender. Digamos, pues, lo que Él dijo; porque lo que no dijo, no nos
atrevemos a decirlo (Cateq. XVI, 2).
Sólo hay un único Espíritu Santo Paráclito. Y así como hay un solo Dios, el Padre, y
no hay un segundo Padre; y como no hay un segundo Hijo Unigénito y Verbo de
Dios, y no tiene un hermano, del mismo modo hay un único Espíritu Santo y no
existe un segundo Espíritu con el mismo honor que Él. El Espíritu Santo es, pues,
poder soberano, algo divino e irrastreable. En efecto vive y es racional, santificador
de todas las cosas creadas por Dios por medio de Cristo. Él ilumina las almas de los
justos; Él en los Profetas y en los Apóstoles en el Nuevo Testamento (Cateq. XVI, 3).
Aunque las explicaciones sobre el Espíritu Santo van separadas, sin embargo, Él es
indivisible, pues es uno el mismo. Y así como en los discursos acerca del Padre, uno
fue sobre su Monarquía, otro de cómo es llamado Padre, u Omnipotente; otro de
cómo es creador de todas las cosas, y la separación de catequesis no era poner
división en la fe […] así, aunque las catequesis sobre el Espíritu Santo están
separadas, predicamos que la fe en Él es indivisible. Porque uno y el mismo es el
70
CIRILO DE JERUSALÉN, El Espíritu Santo, ed. Carmelo Granado, Ciudad Nueva, Madrid
1998, 29-30. En adelante se citará Cateq.
INTRODUCCIÓN 36
Espíritu que repartiendo sus carismas particularmente, a cada uno como Él quiere,
permanece sin embargo indivisible (Cateq. XVII, 2).
Por lo tanto, en estas Catequesis, san Cirilo alcanza una notable precisión
teológica. Define de algún modo que el Espíritu es poder soberano, divino,
inenarrable, viviente, subsistente, personal, que habla y actúa, santificador y
divinizador de todos los seres racionales, ángeles y hombres creados por Dios
por medio de Cristo. Y así, al proponer esta recopilación de términos
descriptivos que definen aproximadamente la naturaleza del Espíritu se
advierte un notable esfuerzo teológico-especulativo, puesto que se mezclan
elementos económicos-salvíficos y elementos de orden ontológico71.
71
Cfr. Nota introductoria de Carmelo Granado a las Catequesis, en CIRILO DE JERUSALÉN,
El Espíritu Santo, 23.
72
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», 770.
73
Cfr. M. BRUGAROLAS, El Espíritu Santo: De la divinidad a la procesión. El desarrollo
pneumatológico en los escritos dogmáticos de los tres grandes capadocios, Eunsa,
Pamplona 2012, 50-51
INTRODUCCIÓN 37
12-14): Espíritu de Dios, Espíritu de la Verdad que procede del Padre, Espíritu
recto, y Espíritu rector. Ser incorpóreo, puramente inmaterial y no compuesto
o de una naturaleza delimitada o sujeta a cambios y variaciones (Cfr. El Esp.
Sto. IX, 22)74. Y es Santo porque coincide con lo que es el Padre y el Hijo:
«¿Quién, pues, oyendo los nombres del Espíritu, no es levantado en su alma y
no lleva su pensamiento hacia la naturaleza más alta?» ( El Esp. Sto. IX, 22).
Y sustentándose en la Sagrada Escritura, que no dice que fue santificado, sino
que Él santifica, porque Él eleva a las creaturas a participar de la divinidad y a
lograr su fin último, «ganando en el pensamiento lo que hay de más alto,
estamos obligados a concebir un substancia dotada de inteligencia, de un
poder infinito, de una grandeza que no conoce límites, que no se mide ni en
tiempos ni en siglos, prodigo de sus propios bienes» ( El Esp. Sto. IX, 22).
También aclara que la obra del Hijo (el Mesías) es inseparable del Espíritu
Santo, dice:
Él estuvo presente ante todo en la carne de Jesús, como el óleo inseparable de que lo
ungió; y permaneciendo con él lo acompañó en sus tentaciones, obras y milagros, por
que él es el que da la vida. Así mismo, a él atribuyó el Señor, una vez resucitado, el
perdón de los pecados. El Espíritu dio origen a la Iglesia y la acompaña, no sólo a ella
como comunidad, sino también a cada uno de los justos hasta la resurrección eterna;
ya que será él quien, como resucitó a Cristo, también dará vida a nuestros cuerpos
mortales. Concluye esta reflexión sobre la operación del Espíritu a favor nuestro, con
una obra que apunta a la Economía, pero que al mismo tiempo revela su naturaleza
divina: si el Espíritu puede revelarnos lo que Dios es, se debe a que sólo él escudriña
la intimidad de Dios; así como sólo el espíritu del ser humano que está en él, puede
conocer la vida íntima (1 Cor 2, 11)75.
74
BASILIO DE CESAREA, El Espíritu Santo, ed. Argimiro Velazco Delgado et. al., Ciudad
Nueva, Madrid 2015, 141. Se citará en adelante Esp. Sto.
75
Este resumen sintetiza la acción del Espíritu Santo en toda la obra de Jesús: Encarnación,
Ministerio, Resurrección y su obra en la Iglesia y en la vida del creyente. C. I. GONZÁLEZ,
El Espíritu del Señor que da la vida, 127.
INTRODUCCIÓN 38
Por Él (el Espíritu Santo), el Padre es conocido y el Hijo es glorificado (Cfr. Jon 16,
14), y sólo por ellos es conocido; ellos forman un solo orden, un solo culto,
INTRODUCCIÓN 39
adoración, poder, perfección, santificación. ¿Hace falta decir más? Todo cuanto es el
Padre es el Hijo, salvo el no ser engendrado. Estas cosas no dividen la sustancia
según me parece, sino que se distinguen alrededor de la sustancia (Or. 41, 9).
76
Cfr. F. BOLGIANI, «Espíritu Santo»,770.
77
F. BOLGIANI, «Espíritu Santo», 770
INTRODUCCIÓN 40
Con esta segunda parte del primer capítulo de nuestro trabajo, hemos dado un
brevísimo recorrido por las fuentes del desarrollo de la teología
pneumatológica patrística, aunque hay mucho por analizar en el vasto
pensamiento patrístico de los primeros siglos de la Iglesia. La intensión ha
sido distinguir el origen y el fundamento de la definición dogmática de la
divinidad del Espíritu Santo en unidad plena y eterna con el Padre y el Hijo.
78
Idem.
CAPÍTULO II
79
«El Concilio Vaticano II ha sido uno de los más grandes concilios de la historia. Su fruto
nos lo ofrece en los 16 Documentos promulgados: 4 Constituciones, 9 Decretos y 3
Declaraciones […] el Papa San Juan XXIII tuvo una intuición profética al anunciar en un
mensaje radiofónico el 11 de septiembre de 1962, lo que llegaría a ser la estructura
fundamental del Concilio Vaticano II: el misterio de la Iglesia de Cristo, luz de las
naciones. En efecto, el tema central del Vaticano II se encuentra señalado en este discurso
de una manera decisiva: La Iglesia luz de Cristo, luz de las naciones, Ecclesia Christi,
Lumen Gentium». R. GARCÍA REYNOSO, «La Lumen Gentium un nuevo llamado a la
theosis», en: Efemérides mexicana 33 n. 98 (2015) 163.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 42
El comienzo del Concilio será como una nueva mañana de Pascua, iluminda por el
rostro santo y por las palabras dulcísimas del Resucitado: Paz a vosotros. Será como
un nuevo Pentecostés, de donde tomarán nuevo vigor las energías apostólicas y
misioneras de la Iglesia en toda la extensión de su mandato y de su extensión
juvenil82.
80
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constituciones, Decretos y Declaraciones,
BAC, Madrid 2002, 11.
81
Cfr. Ibid, 16.
82
J. M. VIDAL, et. al., Un Concilio entre primaveras. De Juan XXIII a Francisco, Herder,
Madrid 2013, 85.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 43
83
Es decir, el periodo cifral de cincuenta días entre la Pascua y Pentecostés. Una
celebración llena de simbolismo para el pueblo judío, que era la fiesta de la ciega o cosecha
(Cfr. Ex 23,14), también se había convertido en la fiesta de la renovación de la Alianza. El
viento impetuoso, hace relación al Espíritu, la misma palabra significa espíritu y soplo. Cfr.
BIBLIA DE JERUSALÉN, 1591.
84
JUAN XXIII, Discurso en la solemne apertura del Concilio Vaticano II, Jueves 11 de
octubre de 1962, en: https://w2.vatican.va/...xxiii/.../hf_j-xxiii_spe_19621011_opening-
counc (7 de febrero 2017).
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 44
Queda claro que las dimensiones y pretensiones del Concilio rebasan las
fronteras de la visión de la Iglesia institución-jerarquía. Se trata entonces de
retornar al verdadero sentido eclesial. No pretende discutir sino dialogar; no
someter sino pastorear; más que fomentar niveles piramidales, quiere buscar y
rescatar la naturaleza de la Iglesia-pueblo de Dios y sacramento para la
salvación del mundo.
El estilo pastoral del Juan XXIII perfuma e impregna sus escritos pastorales, sus
admirables gestos de pastor cercano a las personas y, sobre todo, la orientación del
Concilio Vaticano II, que expresó con claridad al convocarlo y al encausar sus
primeros pasos. La mayor novedad del proyecto de Juan XXIII fue convocar un
85
J. M. VIDAL, et. al., Un Concilio entre primaveras, 86-87.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 45
2.2.1 Antecedentes
86
J. M.VIDAL, et. al., Un Concilio entre primaveras, 43-44.
87
Este sustantivo, señala originariamente la medida exacta, la relación justa, lo adecuado, lo
oportuno, lo decisivo. Además en su sentido semántico preciso y temporal, puede también
tener sentido local y así su significado dice del sitio oportuno, el lugar apropiado. Cfr. H.
Chr. HAHN, «Tiempo (καιρός )», en: Lethar COENEN, et. al., Diccionario Teológico del
Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca 2004, 711.
88
Algunos teólogos orientales acusaron a los latinos de defender un cierto cristomonismo,
es decir, que Cristo se había convertido para ellos en el único principio estructurador de la
Iglesia, olvidando al Espíritu. J. BURGGRAF, «La pneumatología contemporánea: desarrollo
y dimensiones», en: José ALVIAR, El tiempo del Espíritu: Hacia una teología
pneumatológica, Eunsa, Pamplona 2006, 24.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 46
El Redentor mismo no cesa de invitar con suma dulzura a todos los hombres de toda
nación y lengua para que vengan al seno de su Iglesia: Venid a mí todos; Yo soy la
vida; Yo soy el buen pastor. Más, según sus altísimos decretos, no quiso El completar
por sí sólo incesantemente en la tierra dicha misión, sino que, como El mismo la
había recibido del Padre, así la entregó al Espíritu Santo para que la llevara a perfecto
término. Place, en efecto, recordar las consoladoras frases que Cristo, poco antes de
abandonar el mundo, pronunció ante los apóstoles: Os conviene que yo me vaya,
porque si no me voy, no vendrá vuestro abogado; en cambio, si me voy, os lo enviaré
(Jn 16, 7) ( DIM 1) 89.
Un Don del Padre recibido por el Hijo. Lo podemos ver como la inhabitación
del Espíritu Santo en la Iglesia que guía, enseña, conduce a la verdad y la
santifica. El Espíritu Santo como Espíritu de verdad que procede del Padre,
Verdad eterna y del Hijo, Verdad sustancial, que al recibirla tanto de uno
como del otro, la comunica a su Iglesia, asistiéndola para que no yerre; y
confiándole la revelación, alimenta y acrecienta su vida y virtud para que
comprendiéndola la comunique para la salvación de los pueblos. Yo rogaré al
Padre y El os mandará el Espíritu de verdad, que se quedará siempre con
vosotros (Jn 14, 16.17) (Cfr. DIM 7).
En la vida de los fieles, el Espíritu Santo los colma de sus dones y carismas,
corona magnífica del Espíritu Santo, por eso, así como Cristo es la cabeza de
la Iglesia, el Espíritu es su alma (Cfr. DIM 8). El mismo Espíritu que en el
pasado estaba en la vida de los hombres y mujeres que servían a Dios,
continúa presente en nuestra historia:
89
LEON XIII, Divino illud munus, (Sobre la presenciay virtud admirable del Espíritu santo)
9 de mayo del año 1897, en:
w2.vatican.va/content/leo-xiii/.../hf_l-xiii_enc_09051897_divinum-illud-munus.html. (9 de
febrero 2017). (A partir de aquí DIM).
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 47
Cierto es que aun en los mismos justos del Antiguo Testamento ya inhabitó el
Espíritu Santo, según lo sabemos de los profetas, de Zacarías, del Bautista, de Simeón
y de Ana; pues no fue en Pentecostés cuando el Espíritu Santo comenzó a inhabitar
en los Santos por vez primera: en aquel día aumentó sus dones, mostrándose más rico
y más abundante en su largueza (DIM 9).
El Papa Pío XII, en el año 1943, publicó la encíclica Divino afflante Spiritu,
convirtiéndose como en el motor de la renovación bíblica, pues se trata de una
exhortación a renovar su interpretación y estudio de acuerdo a los nuevos
paradigmas de nuestro tiempo, dice:
Por lo que hace a los tiempos modernos, cuando de un modo especial corrían peligro
las divinas Letras en cuanto a su origen y su recta exposición, la Iglesia tomó a su
cuenta defenderlas y protegerlas todavía con mayor diligencia y empeño. De ahí que
ya el sacrosanto Sínodo Tridentino pronunció con decreto solemne que deben ser
tenidos por sagrados y canónicos los libros enteros con todas sus partes, tal como se
han solido leer en la Iglesia católica y se hallan en la antigua edición Vulgata latina
(DAS 1) 91.
90
BENEDICTO XV, Spiritus Paraclitus (Sobre la interpretación de la Sagrada Escritura) 5
de septiembre de 1920, en:
w2.vatican.va/content/benedict.../hf_ben-xv_enc_15091920_spiritus-paraclitus.html ( 10 de
febrero 2017). (A partir de aquí SP).
91
PIO XII, Divino afflante Spiritu (sobre los estudios bíblicos) 30 de septiembre de 1943,
en: https://w2.vatican.va/content/.../hf_p-xii_enc_30091943_divino-afflante-spiritu.htm
(11 de Febrero 2017). (A partir de aquí DAS).
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 48
94
J. BURGGRAF, «La pneumatología contemporánea: desarrollo y dimensiones», 26.
95
J. ALVIAR, El tiempo del Espíritu: Hacia una teología Pneumatológica, 17.
96
Esta expresión la tomamos de U. Balthasar en su obra, el Espíritu Creador.
U. BALTHASAR, Spiritu Creator, (Ensayos teológicos III), Ediciones Cristiandad, Madrid
1967, 206.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 50
Con justa razón decimos que la Iglesia es un Misterio. Que no se reduce a una
simple estructura temporal o sólo humana. La Iglesia vive por el vínculo santo
de la Trinidad, unido por el Amor. Es así como se comprende, desde la
Eclesiología del Concilio, la presencia pneumática del Espíritu en las
97
Cfr. J. BURGGRAF, «La pneumatología contemporánea: desarrollo y dimensiones», 27.
98
«Alla Cristologia e specialmente alla Ecclesiologia del Concilio deve succedere uno
studio nuovo ed un culto nuovo sullo Spirito Santo, proprio come complemento
immancabile all’insegnamento conciliare». PAOLO VI, Audienza Generale, Mercoledì 6
giugno 1973, en:
w2.vatican.va/content/paul-vi/it/audiences/1973/documents/hf_pvi_aud_19730606.html.
(12 de febrero 2017). (La traducción es nuestra).
99
Y. CONGAR, Espíritu Santo, 196.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 51
El Espíritu Santo habita en los creyentes, y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza
esa admirable comunión de los fieles y une a todos en Cristo tan íntimamente que es
el principio de la unidad de la Iglesia. Él es el que obra la distribución de gracias y
servicios, enriqueciendo a la Iglesia de Jesucristo con diferentes dones […] Este
misterio sagrado de la unidad de la Iglesia, en Cristo y por Cristo, obrando el Espíritu
Santo la variedad de funciones. El modelo y principio supremo de este misterio es la
unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de Personas
(UR 2).
Por lo tanto, hay que afirmar que la Iglesia no puede subsistir si no es bajo la
asistencia del Espíritu Santo, quien la une, sostiene y conduce a la unidad
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 52
100
Cfr. J. BURGGRAF, «La pneumatología contemporánea: desarrollo y dimensiones», 26.
101
Y. CONGAR, Espíritu Santo, 199.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 53
Palabra de Dios (Cfr. DV 8;23); suscita las iniciativas de vida religiosa y las
vocaciones (Cfr. LG 44 y 45); «en materia de iniciativas apostólicas o
misioneras no pocas veces la acción del Espíritu se anticipa a la acción de
quienes gobiernan la vida de la Iglesia» (AG 29,3).
«El Espíritu Santo, ante todo, es enviado; de ahí que todas sus funciones haya
que entenderlas como una misión que recibe del Padre y el Hijo» 102. Haciendo
eco de la Sagrada Escritura como fuente principal, dice: Yo rogaré al Padre y
os enviará otro paráclito, que permanecerá con vosotros para siempre (Jn
14,16); más aún, El Espíritu Santo Paráclito que el Padre enviará en mi
nombre; él os enseñará todo y os interpretará todo lo que yos os dijere (Jn
102
J. M. ALONSO, «Ecclesia de Trinitate», en: Casimiro MORCILLO GONZÁLEZ et. al.,
Concilio Vaticano II. Comentarios a la Constitución Lumen Gentium, sobre la Iglesia,
BAC, Madrid 2012, 148.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 54
No podía explicarse mejor el sentido de la misión del Espíritu Santo: es enviado tanto
por el Padre como por el Hijo, aunque se dice expresamente que procede
originariamente del Padre. La teoría griega converge aquí con la latina: no se trata de
una procesión ab utroque, en la que el Padre y el Hijo produzcan al Espíritu Santo
como dos puntos paralelos que luego converjan hacia el punto en que convienen; se
trata más bien y siempre de un solo punto, el Padre, que comunica todo lo que tiene al
Hijo, para terminar en el Espíritu Santo. Por eso el Hijo no puede ser excluido de la
procesión del Espíritu Santo, aunque tampoco puede ser puesto en relación paralela
con el Padre, ya que este no puede perder su razón de principio103.
La convicción de que poseemos al Espíritu Santo por voluntad del Padre y del
Hijo, como lo leímos en San Agustín, nos abre hacia una visión
pneumatológica profunda en la experiencia como hijos e hijas de Dios,
destinatarios de todos sus bienes. San Pablo a los Gálatas dice: Dios envió a
nuestros corazones el Espíritu Santo de su Hijo (Gal 4, 6). Este texto paulino
puede sintetizar la dimensión personal del Espíritu en nuestras vidas y mostrar
cómo toda la vida cristiana es una vida y una experiencia en el Espíritu105.
Esto supone además con toda claridad que Dios nos da este Espíritu 106, y que
lo hemos recibido. Él es quien por este envío nos comunica la vida divina y
derrama el amor de Dios en nuestros corazones (Cfr. Rm 5, 5).
105
Cfr. V. CODINA, No extingáis el Espíritu, Sal Terrae, Santander 2008, 63.
106
Este mismo Espíritu, (como ya lo hemos estudiado en el primer capítulo de esta
investigación), actuaba en Israel, acompañaba al pueblo durante su larga travesía histórica,
lo guiaba a través de Moisés, Jueces, Profetas, Reyes y Sacerdotes (Is 63, 7-19). Pero todo
ello era preparación y preludio del don del Espíritu que acontecería en los tiempos
mesiánicos, después de la resurrección de Jesús (Jon 7,39), en Pentecostés (Hch 2, 16 s).
Así se realizaba la promesa del Padre (Hch 2,28-31), lo prometido a Abrahán (Ga, 3,14-27),
y que ahora en los tiempos de la Iglesia, ella misma toma conciencia de su presencia viva
en nuestro tiempo, puesto que Dios no se retracta de sus promesas, el enviaría al paráclito,
el Espíritu de la verdad. Cfr. V. CODINA, No extingáis el Espíritu, 63.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 56
2.3.2 Santifica
Ahora bien, hemos visto que el Espíritu Santo ha sido enviado a su Iglesia y al
mundo. Vamos a estudiar entonces estas operaciones que ya hemos
mencionado en las páginas anteriores, del Espíritu Santo en la Iglesia, según la
Constitución LG 4. La primera de ellas la santificación. «Fue enviado el
Espíritu Santo el día de Pentecostés para que santificara continuamente a la
Iglesia y de esta manera los creyentes pudieran ir al Padre a través de Cristo
en el mismo Espíritu (Cfr. Ef 2,18)» (LG 4). Esta santificación permite
comprender una de las notas principales de la Iglesia que se confiesa como
Santa. Y esta santificación tiene una dimensión comunitaria y no individual 109.
San Pablo dice de ella: Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para
santificarla, lavándola por la aspersión del agua y por la palabra de vida
para presentarla ante sí como una Iglesia gloriosa, sin mancha ni defecto ni
nada parecido, sino para ser santa e inmaculada (Ef 7, 25-27).
Santo es Dios, y santo es todo en la medida en que tiene relación con Dios […] es
Dios mismo quien da el contenido, los límites y la medida de la santidad. Por esta
razón llamamos Santo al Espíritu, pero, sobre todo, porque su acción propia es
impregnar de esta santidad el mundo, y que esa santidad de Dios alcance al ser
humano. De modo que lo profano ya no es el ámbito de lo que no es santo. Solo hay
algo que se opone a la santidad, algo que niega a Dios y su proyecto en el mundo: el
pecado. De ahí que el Espíritu Santo realice su función santificadora terminando con
el pecado112.
Cada don del que Dios provee a su Iglesia, apunta a este fin; a que seamos
santos como Él es Santo, como la ley de santidad y como fin último del
hombre creado a su imagen y semejanza. Pero también, la fe nos lleva creer
«que desde que el pecado fue vencido en la cruz de Cristo, nunca el pecado
triunfará en la Iglesia, pues la gracia del Espíritu de Jesús siempre
sobreabunda por encima de la maldad humana, de modo que la Iglesia será
siempre y definitivamente la santa Iglesia»114.
111
Idem.
112
N. MARTÍNEZ GAYOL, «Creo en el Espíritu Santo en la Iglesia» en: G. Uríbarri et. al., El
corazón de la fe. Breve explicación de la fe, Sal Terrae, Santander 2013, 108.
113
V. CODINA, No extingáis el Espíritu, 84.
114
Ibid, 85.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 59
2.3.3 Vivifica
vivificación por el hecho de que Dios vivifica por medio del Espíritu»
(Espíritu Santo II, 31). Entonces, la vivificación de la creación unida a la del
hombre, tiene una dimensión trinitaria, Dios vivifica con su Espíritu:
¿Pero quién puede dudar que el Espíritu Santo vivifique todas las cosas, siendo así
que también él, como el Padre y el Hijo, es creador de todas las cosas y hay que
comprender que Dios Padre omnipotente no ha realizado ninguna cosa, sino con el
Espíritu Santo, ya que también en el comienzo de la creación el Espíritu se movía por
encima del agua? […] Cuando el Espíritu se movía, la creación no tenía gracia
alguna. Pero después que también la creación de este mundo recibió la actividad del
Espíritu, mereció toda esta belleza de gracia, con la que el mundo resplandeció. Y que
sin el Espíritu Santo no puede permanecer la gracia del universo, lo declara el profeta
diciendo: les quitas su Espíritu y expiran y se convierten en polvo que eran. Envías tu
Espíritu y serán creados y se renovará la faz de la tierra (Espíritu Santo II, 32-33).
Estando, pues, escrito de este modo, es claro que el Espíritu no es una creatura, sino
que está entre los que crean. El Padre lo crea todo por medio del Verbo en el Espíritu,
puesto que donde está el Verbo, allí también está el Espíritu. Y lo creado por medio
del Verbo tiene el poder existir del Espíritu que viene del Verbo. Así está escrito en el
Salmo ciento treinta y dos: Con el verbo del Señor fueron consolidados los cielos y
con el Espíritu de su boca toda su potencia (Epíst. ad Serap. III, 5. 1).
Por lo tanto, el Espíritu Santo vivifica todas las cosas, «las cosas existen
solamente porque el Aliento de Dios mora en todas las cosas y las mantiene en
existencia. Además el Espíritu de Dios mora en ellas porque Dios las ama» 118.
Con mucha razón la fe de la Iglesia en nuestro tiempo recupera, medita y
contempla al «Señor y dador de vida», en el que los fieles, las estructuras, los
117
ATANASIO, Epístolas a Serapión sobre el Espíritu Santo, (ed.) Carmelo Granado, Ciudad
Nueva, Madrid 2007.
118
D. EDWARDS, El Aliento de vida (Una teología del Espíritu Creador), Verbo Divino,
Navarra 2008, 71.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 61
Las obras del Espíritu son vida. El acto de la Resurrección es el signo del
poder de Dios que da la vida, en ella se ha revelado este poder del Espíritu que
resucitó a Jesús. Y por Él resucitaremos a la vida nueva y eterna.
Por la resurrección de Cristo, el Espíritu Santo Paráclito se reveló sobre todo como el
que da la vida: Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros. En nombre de la
resurrección de Cristo la Iglesia anuncia la vida, que se ha manifestado más allá del
límite de la muerte. Al mismo tiempo, anuncia al que da la vida: al Espíritu
vivificante; lo anuncia y coopera con él en dar la vida (DetV 58).
119
JUAN PABLO II, Donum et vivificatem (El Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y del
mundo), San Pablo, México 2010. En el segundo numero dice: Esta encíclica arranca de la
herencia profunda del Concilio. (A partir de aquí DetV).
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 62
Por eso santificar es lo mismo que vivificar, es la misma acción del Espíritu
Santo, «desde antiguo se llama al Espíritu de Dios no sólo Espíritu Santo, sino
también Espíritu de la vida, porque él no sólo santifica, sino que vivifica con
las fuerzas divinas»120
2.3.4 Inhabita
Y Juan Pablo II, en su lo llama huésped del alma: «fuente íntima de la vida
nueva con la que Cristo vivifica a los que creen en él: una vida según la ley
del Espíritu que, en virtud de la Redención, prevalece sobre el poder del
pecado y de la muerte, que actúa en el hombre después de la caída original» 122.
120
J. MOLTMANN, El Espíritu Santo y la Teología de la vida, Sigueme, Salamanca 2000,
71.
121
La inhabitación o habitación del Espíritu Santo (Dios) es el resultado del envío de dicho
Espíritu divino o de la venida de las Personas divinas al hombre. El lenguaje del NT
distingue esta presencia de Dios en el hombre justificado de la presencia general divina en
todas las cosas creadas (Cfr. 1 Cor 3, 16: el hombre como templo vivo del Espíritu). El
concepto de inhabitación está explícitamente referido al Espíritu Santo, en Rm 8,11 y en 1
Tim 1,14. Según Jn 14,16, se da una estancia y permanencia del Espíritu; según 14,23 el
Padre y el Hijo hacen morada en el hombre. El Espíritu aparece como don, ayuda y
asistencia. También la habitación del Espíritu Santo como vinculación con Dios en el
contexto de la gracia santificante. Cfr. K. H. NEUFELD, «Habitación del Espíritu Santo», en
W. BEINERT, Diccionario de Teología Dogmática, Barcelona 1990, 361.
122
«Ospite dell’anima, lo Spirito Santo è la fonte intima della nuova vita partecipata da
Cristo ai credenti in Lui: una vita secondo la “legge dello Spirito” che, in forza della
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 63
Redenzione, prevale ormai sulla potenza del peccato e della morte, operante nell’uomo
dopo la caduta originale». GIOVANNI PAOLO II, Udienza generale, Mercoledì, 3 aprile
1991, en: https://w2.vatican.va/content/john ( La traducción es nuestra).
123
Cfr. S. BULGÁKOV, El Paráclito, 333.
124
Ibid, 143.
125
N. M. GAYOL, «Creo en el Espíritu Santo en la Iglesia», 106.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 64
El descenso del Espíritu Santo al mundo, para permanecer con nosotros, es definitivo;
no conoce ni el retorno de una ascensión al cielo, ni interrupciones. Al mismo tiempo,
evidentemente, tampoco constituye un abandono de las entrañas de la Santísima
Trinidad, en las que el Espíritu Santo permanece sobreeternamente, uniendo al Padre
y al Hijo y reposando sobre el Hijo126.
2.3.5 Asiste
Sería tarea de la misma gracia de Jesucristo concederme a mí hablar sin faltar en nada
y vosotros escuchar con atención. En Efecto, no sólo los que hablan necesitan de
inteligencia, sino también los que escuchan, para que no oigan una cosa y entiendan
otra (Cat. XVI, 2)129.
Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios (1 Co 2, 11). Pues bien, su
Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no
se revela a sí mismo. El que habló por los profetas (Símbolo Niceno-
Constantinopolitano: DS 150) nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le
oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos
dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos desvela a Cristo no
habla de sí mismo (Jn 16, 13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino,
explica por qué el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce, mientras
que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos (Jn 14, 17). (CatIg
687).
Por tanto, queda claro que la Iglesia no subsiste por sí misma. Por razón de la
fe creemos que es el Espíritu Santo quien la asiste y la conduce en la verdad
completa. El Espíritu fue dado por Jesús a la comunidad apostólica y a sus
sucesores, no para enseñar una nueva doctrina, sino para permanecer en la
verdad, para anunciar con fidelidad lo que habían visto y oído. La asistencia
del Espíritu implica entusiasmo renovado, que permite permanecer en la
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 66
2.3.6 Unifica
131
Cfr. B. KLOPPENBURG, «Assistência do Espírito Santo no Concílio Vaticano II», en:
http://www.apologistascatolicos.com.br/index.php/concilio-vaticano-ii/valor-magisterial/
901-a-assistencia-do-espirito-santo-no-concilio-vaticano-ii, (el 20 de febrero 2017). (La
traducción es nuestra).
132
El concepto de unidad es aceptado y utilizado en la teología de múltiples formas.
Significa el modo de conexión de lo distintito y lo múltiple y sus diferentes formas. La
estructura de lo uno y de lo otro, de lo uno y de lo múltiple que encontramos en el mundo.
Cfr. H. FRIES, «Unidad», en: Heinrich Fries, Id., Conceptos fundamentales de la teología
(vol. IV), Cristianda, Madrid 1966, 428.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 67
apóstoles, pero con miras al nuevo pueblo del que ellos eran primicia» 133.
Entonces, la unidad es un don del Espíritu, pero al mismo tiempo, una
conquista, puesto que la condición frágil del hombre le ha llevado a corromper
el don que ha recibido. Existe una batalla constante entre el egoísmo y el
amor, entre la unidad y la división, por eso Jesús ora ante su Padre diciendo:
guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como
nosotros (Jn 17,11). El deseo ferviente de Jesús es que sus discípulos y los que
crean por ellos sean uno. Ahora bien, Vaticano II manifiesta y ratifica esta
unidad134 como la Iglesia lo ha confesado por los siglos: «La Iglesia es en
Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios
y de la unidad de todo género humano» (LG 1). Y todo este misterio eclesial
se realiza en el único Espíritu.
Porque si se recibe el Espíritu cuando se está juntos, no es que haya un solo Espíritu
porque hay un solo cuerpo, sino que hay un solo cuerpo porque hay un solo Espíritu
de Cristo. Hay un solo cuerpo que es el cuerpo de Cristo. El Espíritu actúa para hacer
entrar en el cuerpo, pero es dado al cuerpo y en éste se recibe el don. Todos fuimos
bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo (1 Cor 12, 13; Ef 4,4). El
Espíritu ha sido dado a la comunidad en la que es recibido el individuo por el
bautismo135.
133
Y. CONGAR, Espíritu Santo, 218.
134
Las notas de la Iglesia declaradas en el segundo Concilio Ecuménico, Constantinopla I:
En Una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica, Símbolo Niceno=Constantinopolitano
381.
135
Y. CONGAR, Espíritu Santo, 219.
136
Promover la reconstrucción de la unidad entre todos los cristianos es uno de los
propósitos principales del sagrado Sínodo Ecuménico Vaticano II […] Con la ayuda de la
gracia del Espíritu Santo, para restaurar la unidad de todos los cristianos (UR I).
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 68
uno […] para que el mundo crea (Jn 17, 21)137. Buscar la unidad no significa
llegar a la uniformidad, porque el Espíritu reparte sus dones y carismas
diferentes, pero todos formamos un mismo y único cuerpo (Cfr. 1 Cor 12), en
el que nos sentimos incluidos y responsables del todo orgánico 138. Así mismo,
el Espíritu hace una a la Iglesia, desde Abel hasta el último justo, une a Israel
con la Iglesia que nace de Pentecostés, a la Iglesia de la tierra con la celestial
(Cfr. LG 7). Esta unidad se da en la historia y, al mismo tiempo, apunta a la
escatología, como meta final.
2.3.7 Dona
comunidad creyente; por tanto designan muy particularmente los dones140 del
Espíritu Santo141. ¿Con qué fin el Espíritu ofrece sus carismas? Los carismas
son dones o talentos, de naturaleza o de gracia, los cuales, impelidos o
suscitados por el Espíritu Santo disponen para el servicio en la construcción
del Cuerpo de Cristo, ordenándose así al cumplimiento de la salvación 142. El
Espíritu, como Don recibido y donante al mismo tiempo, no está circunscrito
ni encerrado en los márgenes de una sola institución o comunidad; el mismo
Concilio acepta y enseña:
Esto vale no sólo para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena
voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y
la salvación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En
consecuencia debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de
que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual (GS 22).
Y como ya vimos, el Espíritu derrama sus dones y carismas en sus fieles. Por
lo tanto, el Espíritu de Dios es pensado como el que ofrece la gracia salvífica a
todos y esta gracia se entiende como la participación en la muerte y
resurrección de Cristo. La salvación entonces tiene una dimensión universal
por la autoentrega de Dios en el Espíritu Santo 143. Y en este sentido, es
imprescindible decir que el autodonación de Dios (como gracia) a cada ser
140
Cuando hablamos de los siete dones en la práctica catequética nos referimos al: don de
inteligencia (penetración interior de la trascendencia de Dios), donde nace la perfecta virtud
de la fe, eleva a la bienaventuranza de los puros de corazón; de ciencia o la capacidad de
discernimiento, que causa conversión y fidelidad; de temor (sumisión a Dios), la esperanza
de los pobres de Espíritu; de sabiduría (recto juicio), la caridad de los artífices de la paz; de
consejo, la prudencia de los misericordiosos; de piedad (atención respetuosa al Padre), la
justicia de los mansos; de fortaleza, la fortaleza de los sedientos de justicia. Cfr. L. E. DOS
SANTOS NOGUEIRA, El Espíritu y el verbo las dos manos de Dios, Dabar, DF 1998, 146.
141
Cfr. K. H. NEUFELD, «Carisma», en W. BEINETT, Diccionario de teología Dogmática,
Herder, Barcelona 1990, 100.
142
Cfr. L. E. DOS SANTOS NOGUEIRA, El Espíritu y el verbo las dos manos de Dios, 147.
143
Cfr. D. EDWARDS, El Aliento de vida, 101.
CAP. II: EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA… 70
Entonces, el don del único Espíritu dado por Jesucristo, suscita en la Iglesia y
en el mundo este dinamismo permanente ¿En que lo notamos? En los
movimientos laicales145, la renovación e iniciativa de apertura en la Iglesia, la
preocupación e iniciativa por recuperar la creación en su más amplio sentido,
es decir, el cuidado del medio ambiente puesto a nuestro servicio y
responsabilidad, el cuidado de la vida humana desde su gestación hasta su
muerte.
Así pues, los dones y carismas denotan y dejan ver y sentir al Donante, y que
Él mismo espera los frutos de todos sus dones: El fruto de Espíritu Santo es la
caridad, alegría, paz, paciencia, comprensión de los demás, bondad y
fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo (Gal 5, 22).
El Papa Benedicto XVI señala que el mundo en que vivimos es obra del
Espíritu Creador. En Pentecostés, no sólo se celebra la efusión del Espíritu a la
comunidad apostólica, sino que de un modo especial también es la fiesta de la
creación, puesto que el mundo no existe por sí mismo; proviene del Espíritu
Creador, de la Palabra Creadora de Dios151. La creación entera, desde el
150
Respecto a la ecoteología como lugar teológico se puede decir lo siguiente: «Cada época
posee sus propios problemas y es a partir de ellos como el creyente interpela la Revelación,
como horizonte general de significado, con el objetivo de construir respuestas eficaces que
puedan integrarse en un proyecto de vida coherente con su propia fe. Los grandes
problemas que identifican las distintas épocas de la aventura humana se tornan así lugares
teológicos, situaciones en las que el cristiano está llamado a reflexionar y a madurar su
propia fe en una clara confrontación con la Revelación y con los signos de los tiempos».
Giacomo PANTEGHINI, El gemido de la Creación. Ecología y fe cristiana, San Pablo,
Pavoda 1997, 11.
151
Cfr. BENEDICTO XVI, «La creación es un don para que el jardín de Dios se convierta en
el jardín del hombre» en: M. MILVIA (ed.), Para una ecología del hombre. (Selección de
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 76
155
Cfr. J. NAVARRETE, «La eco-teología de la creación de Leonardo Boff», en Palabra y
Razon, 1 (2012) 109.
156
Cfr. L. BOFF, «La tierra como Gaia: un desafío ético y espiritual» en Concilium, 331
(2009) 363.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 78
La conciencia colectiva incorpora cada vez más la idea de que el planeta Tierra es una
Casa Común, la única que tenemos para vivir. Por eso es importante cuidarla, hacerla
habitable para todos, conservarla en su generosidad y preservarla en su totalidad y
esplendor. De ahí un ethos mundial compartido por todos, capaz de unir a los seres
humanos más allá de sus diferencias culturales, sintiéndose de hecho como hijos e
hijas de la Tierra que aman y respetan como a su propia Madre158.
El tema de la ecoteología en sí, posee razones para ser ubicada como un lugar
teológico, por lo que la teología puede y debe prestar un servicio. Por tanto,
160
J. M. CASTELLÓN, «Ecoteología: De cómo la ecología llega a ser también una cuestión
teológica», 70.
161
Ibid, 67.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 80
Podemos hablar también que «el Espíritu al ser derramado en la Iglesia el día
de Pentecostés, opera como el Transcreador de todas las cosas» 163. Porque el
Espíritu del Señor llena la tierra, lo contiene todo (Sab 1,7). Desde este
presupuesto, el Espíritu Santo es la potencia inmanente de autorrealización en
la creación, capacitándola para que emerja de ella toda clase de vida y
movimiento164. El concepto bíblico de Espíritu lo refiere como aliento de vida:
Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la faz de la tierra (Sal 104, 30).
Entonces, el Aliento de vida juega un papel fundamental para que las cosas
existan y vivan, sin quitar el papel de Creador al Padre y de Recreador al Hijo.
San Atanasio afirma que las cosas son vivificadas por el Espíritu: «El que no
es partícipe de la vida, sino que Él es participado y vivifica las creaturas ¿qué
parentesco tiene con las creaturas? ¿O cómo podría estar entre las criaturas,
162
D. EDWARDS, El Aliento de vida, 191.
163
P. L. ROSATO, Introducción a la Teología de los sacramentos, Verbo Divino, Navarra
1994, 14. Desde la teología sacramentaria en clave escatológica, usa el esquema: Espíritu-
Hijo-Padre. Aparece entonces el Espíritu-Transcreador, porque conduce la historia hacia la
segunda venida del Hijo-Recreador, y hacia el honor y la gloria del Padre-Creador.
164
Cfr. D. EDWARDS, El Aliento de vida, 192.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 81
Debido a su presencia, las creaturas del universo están en relación mutua y existen en
intercomunión. Y a las entidades individuales les da el don de su propia integridad,
puesto que el Espíritu es a la vez fuente de individuación y comunidad, de autonomía
y relación […] Es el oculto dinamismo que lleva el universo entero a la vida,
mantiene su existencia de forma continuada y lo capacita para evolucionar hacia un
futuro abierto168.
165
Cfr. ATANASIO, Epístolas a Serapión sobre el Espíritu Santo, 105.
166
CIRILO DE JERUSALÉN, El Espíritu Santo, 33. De manera que, Cirilo y Atanasio siguen
la misma idea de que el Espíritu vive y es santificador de todas las cosas creadas por Dios
por medio de Cristo.
167
D. EDWARDS, El Aliento de vida, 193-194.
168
D. EDWARDS, El Aliento de vida, 193-194. También el teólogo G. Müller, de acuerdo al
tema, en su análisis de Gen 1 dice: «Todo lo que llega a ser en la esfera de la influencia del
rûah comparte su vida sin ser el rûah, procede de él y, sin embargo, es distinto de él. Es
potencialidad y energía en busca de forma y configuración. Entonces, da por sentado que
todas las clases de vida que acceden a la existencia son receptivas, aptas y fértiles, cada
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 82
cuando el Espíritu se movía, la creación no tenía gracia alguna. Pero, después que
también la creación de este mundo recibió la actividad del Espíritu, mereció toda esta
belleza de gracia, con la que el mundo resplandeció. Y que sin el Espíritu Santo no
puede permanecer la gracia del universo, lo declara el profeta diciendo: Les quitas su
Espíritu y expiran y se convierten en polvo que eran. Envías tu Espíritu y serán
creados y renovarás la faz de la tierra, Sal 103, 29-30170.
una según su especie. La hierba, la vegetación tienen semillas; los árboles rodean sus
semillas con frutos; a las formas de vida que moran en los mares y el aire se les ordena que
sean fecundas y se multipliquen». CGeiko MÜLLER, El Espíritu de Dios. Transformar el
mundo en Crisis, Sal Terrae, Santander, 1993, 41.
169
Cfr. L. BOFF, El Espíritu Santo. Fuego interior, dador de vida y padre de los pobres,
Dabar, México 2014, 210-211.
170
AMBROSIO DE MILÁN, El Espíritu Santo,. Carmelo Granado (ed.), Ciudad Nueva,
Madrid 1998, 126. (En adelante Esp. Sto).
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 83
Así se nos indica que el mundo procedió de una decisión, no del caos o la casualidad,
lo cual lo enaltece todavía más. Hay una opción libre expresada en la palabra
creadora. El universo no surgió como resultado de una omnipotencia arbitraria, de
una demostración de fuerza o de un deseo de una autoafirmación. La creación es el
orden del amor. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo creado (LS 77).
ser obra y diseño en el amor. Más aún, porque «todo ha sido creado a imagen
y semejanza de Dios-Trinidad-relación-comunión»171.
171
L. BOFF, El Espíritu Santo. Fuego interior, dador de vida y padre de los pobres, 210. Y
junto a esta idea podemos agregar esta otra puntualización: Al implorar, «ven, Espíritu
Santo», intentamos restablecer la conexión y la salvación. Esta plegaria afirma
implícitamente nuestra convicción de que en el mundo no actúa ningún demiurgo o espíritu
extraño. El maternal rûah sustenta todo lo creado con su amorosa energía y, de este modo,
unifica el trabajo de la redención. CG. MÜLLER, El Espíritu de Dios, 52.
172
L. BOFF, El Espíritu Santo. Fuego interior, dador de vida y padre de los pobres, 204.
173
D. EDWARDS, El Aliento de vida, 270-271.
174
En este versículo se advierte la omnipresencia de Dios, al ejercicio de su Espíritu que se
le atribuye una actividad vivificante universal. También designa el poder eficaz de un Dios
trascendente y omnisciente. Cfr. BIBLIA DE JERUSALÉN, 969.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 85
Por lo tanto, el cosmos emerge por la generosidad del Padre creador, Hijo
recreador y el Espíritu transcreador, es decir, del Dios uno y trino. La
cosmogénesis no sucede por sí misma, tampoco se queda en el ámbito
evolucionista, sino que en el fondo obedece a un propósito definido, que es la
perfección y la gratuidad. Dicho así, porque hay una causa sumamente
trascendente, como ya se dijo antes, un acto libre y generoso del Amor. Por
eso san Pablo nos enseña: Así porque estimo que los sufrimientos del tiempo
presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en
nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación
de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no
espontáneamente, sino por voluntad de aquel que la sometió; pero latía en
ella la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para
participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la
creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto (Rm 8, 18-
175
Cfr. G. MÜLLER, El Espíritu de Dios, 52.
176
D. EDWARDS, El Aliento de vida. Una teología del Espíritu Creador, 271.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 86
21) 177. Ya no es sólo el hombre, sino que la creación entera participa también
de esta expectante espera. Y en la doctrina del Vaticano II dice:
La Iglesia a la que todos hemos sido llamados en Cristo Jesús y en el cual, por la
gracia de Dios, conseguimos santidad, no será llevada a su perfección, sino cuando
llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas (Hch 3, 21) y cuando, con el
género humano, también el universo entero, que está íntimamente unido con el
hombre y por él alcanza su fin, será perfectamente renovado (Cfr. Ef 1, 10; Col 1, 20;
2 Pe 3, 10-13) (LG 48).
182
BENEDICTO XVI, «El ártico: espejo de la vida», en: M. MILVIA, Para una ecología del
hombre, 68.
183
Veni, Sancte Spiritus, Este himno propio de la secuencia de la misa de Pentecostés, se
atribuye al arzobispo de Canterbury, Stephen Langton (+ 1228). Cfr. L. BOFF, El Espíritu
Santo. Fuego interior, dador de vida y padre de los pobres, 278.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 89
doblega lo que está rígido. Busquemos entonces, una vida según el Espíritu
(Gal 5, 16. 25), como opción fundamental, ante el clamor de nuestra Tierra.
vamos hacer? ¿cuál será el camino? ¿a qué nos llama el Espíritu del Señor
ante el caos «artificial»184 del hombre? Entonces, con la fuerza del Espíritu que
estaba antes de todo, hemos de propiciar el redescubrimiento de la creación.
Con el Espíritu por el que hablaron los profetas, por el que la Virgen concibió
en su seno al Hijo de Dios, el Espíritu que condujo la obra de la instauración
del reino de Dios con Jesucristo. El Espíritu prometido y derramado en
Pentecostés a la Iglesia. El Espíritu que sostuvo a los mártires. El Espíritu que
ha dado la solidez a la Iglesia a través de su historia. El Espíritu que ha
movido a hombres y a mujeres de todas las razas y pueblos de la tierra a
promover la paz, la concordia, la ciencia y la unidad. El Espíritu que nos habla
en su creación e irrumpe en nuestras conciencias para dejar de ser
espectadores pasivos y disimulados, convirtiéndonos en actores incansables,
respondiendo con la misma generosidad que la creación sale a nuestro
encuentro.
Como aquel renovado interés espiritual de nuestra época que brota de profundas
exigencias de autenticidad, de dimensión religiosa, de interioridad y libertad, que no
satisface la sociedad consumista. […] Resurge la pregunta por el Absoluto. En los
siglos pasados se pudo entender la vida cristiana perfecta como fuga del mundo para
darse a la contemplación divina, en la actualidad la evolución estructural de la
espiritualidad cristiana consiste ante todo en la negativa a identificar la vida espiritual
con la religiosa. El problema de la vinculación entre culto de Dios y compromiso con
el mundo (T. Chardin)185.
184
Término que utiliza L. Boff en el que designa las consecuencias desastrosas de las
acciones de descuido y manipulación del ambiente por parte del hombre.
185
S. DE FIORES, «Espiritualidad contemporánea» en ID. et al. Nuevo diccionario de
Espiritualidad, San Pablo, Madrid, 1991, 618 y 633. Y L. Boff añade que, «la
Espiritualidad, no es monopolio de las religiones, sino una dimensión de lo humano. La
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 92
motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado
del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con
doctrinas sin una mística que nos anime, sin unos móviles interiores que impulsan,
motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria. Tenemos que
reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas
que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio
cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con
ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea (LS 216).
Vivir según el Espíritu significa luchar por los medios de vida, por la salud, por la
tierra para la producción, por la vivienda, por la sanidad básica, por la seguridad, por
la educación mínima. No se puede tener verdadero amor por la vida ni ser fiel a las
inspiraciones del Espíritu sin defender esta causa y saber sufrir por ella, en el espíritu
de las bienaventuranzas. Esta urgencia no puede ser simplemente relegada al Estado y
a sus políticas sociales. Es un reto para todos los seres humanos y mucho más para
los creen en el Espíritu de vida186.
a) Ethos
186
L. BOFF, El Espíritu Santo. Fuego interior, dador de vida y padre de los pobres 250.
187
Del griego, ἦθος = êthos, costumbre, carácter: Conjunto de rasgos y modos de
comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad.
DRL, en: dle.rae.es/?id=H3xAc5s (15 de marzo 2017).
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 94
188
Cfr. L. BOFF, Proteger la tierra, cuidar la vida, cómo evitar el fin del mundo, Dabar, DF
2014, 143.
189
Idem.
190
Cfr. J. M. CASTELLÓN, «Ecoteología: De cómo la ecología llega a ser también una
cuestión teológica», 94.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 95
Esta ética solidaria debe responder al asunto de la justicia con la generación actual y
de la solidaridad con las generaciones futuras, que tienen derecho a vivir en el mundo
ecológicamente habitable. Todo comportamiento humano debe regirse por criterios
de solidaridad sincrónica y diacrónica. La ética ecológica debe ser una ética sensible
de lo bueno y lo bello, que toma conciencia de la casa común (oikos), patria del
hombre, desencantada, pero sacramentada. Ética que responde a la pregunta divina
por el hermano (Gen 4, 9) y se esfuerza por formar una fraternidad universal191.
Así pues, una ética sin Dios queda, a fin de cuentas, sin fundamento y sin
universalidad192. Como podemos ver, el ethos, como uno de los principios
donde se expresa la bondad, se convierte en un ámbito sugerente para
191
Idem.
192
J. M. CASTELLÓN, «Ecoteología: De cómo la ecología llega a ser también una cuestión
teológica», 94. Respecto a la ética como principio universal ya ha habido propuestas
concretas, por ejemplo hace más de 30 año la propuesta de H. Küng, teólogo suizo-alemán,
nacido en 1928, partiendo de la realidad crítica catastrófica planetaria, advierte: «Parece
patente que los catastróficos procesos económicos, sociales, políticos y ecológicos de la
primera y segunda mitad del siglo hacen necesario al menos un talante ético global para la
supervivencia de la humanidad sobre la tierra. Los diagnósticos de la catástrofe no han
solucionado gran cosa. Tampoco va a ser suficiente una tecnología social pragmática, de
orientación occidental u oriental, sin base en valores bien fundados. Necesitamos una
reflexión sobre el talante ético, sobre el comportamiento moral del hombre; necesitamos la
ética, la doctrina filosófica o teológica sobre los valores y las normas que han de regir
nuestros proyectos y acciones. La crisis debe ser una oportunidad, y el reto puede dar paso
a la respuesta». Hans KÜNG, Proyecto de una ética mundial, Trotta, Madrid 2006, 43.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 96
b) Cordialidad194
además de víscera interior del ser humano y signo que remite a su conciencia,
identidad, secreto e interioridad ( 1Sam 16,7; Prov 16, 9; 30, 18-19; 1 Pe 3, 4), el
corazón es sede de las emociones y sentimientos (Mt 5, 28; Lc 24, 32; Jn 14, 1; 16,
6.22; Rm 1, 24; 9, 2; 2Cor 2, 4; Flp 1, 7), y también la sede del pensamiento,
reflexión, decisión, voluntad, memoria y el juicio humano (Dt 29, 3; Is 6, 10; Sal 21,
2; 22, 15; 25, 17). En otro sentido, es el motor de las actividades humanas de la
respuesta a Dios a través de ellas (Ex 4, 21; 9, 7; Is 29, 13; Jer 31, 33; Ez 11, 19; Lc
24, 45; Flp 4, 7; 1Jn 3, 19-21) y objetivo de la conversión ( Ez 36, 26; Mt 11, 29; Lc
16, 15; 24, 32; Rm 5, 5; 1 Cor 1, 22)195.
193
J. M. CASTELLÓN, «Ecoteología: De cómo la ecología llega a ser también una cuestión
teológica», 95.
194
Para Boff, la recuperación de la cordialidad, es tener presente que en el corazón está
nuestro centro, nuestra capacidad de sentir profundamente; en él se encuentra también la
sed de amor y el nicho de los valores. Cfr. L. BOFF, Los derechos del corazón. El rescate de
la inteligencia cordial, Dabar, DF 2015, 16.
195
T. PARRA, Diccionario de cultura bíblica, 93.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 97
El corazón puede ver más allá de los hechos, ve su encadenamiento con la totalidad,
discierne significados y descubre valores. La cordialidad supone la capacidad de
sentir el corazón del otro y el corazón secreto de todas las cosas. La persona cordial
ausculta, pega el oído a la realidad, presta atención, pone cuidado en todo, y trata
humanamente a sus semejantes, con respeto, acogida y benevolencia198.
Por lo tanto, la cordialidad reclama los derechos del corazón, que consisten en
los sentimientos, sensibilidad, jovialidad, ternura, es decir, todo aquello que se
opone a la mente egoísta y calculadora y demasiado lógica, la cordialidad dice
equilibrio. Boff, haciendo alusión al Amor franciscano, comenta:
c) Conversión
199
L. BOFF, Proteger la tierra, cuidar la vida, cómo evitar el fin del mundo, 88-89.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 99
a cambiar de dirección. Una de las imágenes que más revelan también este
retorno o ejercicio de conversión es la parábola del hijo pródigo utilizada por
Jesús (Lc 15, 11-32). Estrictamente, se utiliza la expresión metanoia, que
designa el cambio del corazón. Y es el reconocimiento del pecado ya
individual, ya social. Además, lleva al hombre a desprenderse de los falsos
valores y despierta su conciencia200.
Sin renacimiento espiritual nos espera otra perspectiva: Un ser humano ajeno a sus
prójimos, a la sociedad, a la naturaleza, concentrado exclusivamente en sí mismo, en
los valores materiales, en la satisfacción de sus necesidades ilimitadas y siempre
crecientes. Un hombre que adora la fuerza, el éxito, indiferente para con los demás e
inmisericorde con los débiles. Toda su actividad está en plano horizontal. Se jacta de
ser libre, de lo trascendente; éste no es el hombre nuevo, sino el mismo viejo Adán,
que en las condiciones irresistibles del proceso científico-tecnológico ha perdido la
capacidad de discernir los fines de los medios, el sentido de su propia vida202.
200
Cfr. Kyrill DE SMOLENSK, «La ecología del Espíritu. Ética y supervivencia», en: Vida
Religiosa Vol. 66/5 (1989) 348.
201
K. DE SMOLENSK, «La ecología del Espíritu. Ética y supervivencia», 348.
202
Idem.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 100
La conversión regenera, provee de vida, promete vida nueva, pero no una vida
desarticulada, sino en comunión con las cosas y con los demás. Por lo tanto,
ha de ser siempre uno de los componentes de nuestro ser cotidiano. No como
opción, sino como lo más apetecible a nuestro ser. El pecado ha creado,
estructuras de pecado (Cfr. SRS 37)203, sus consecuencias están siendo
desastrosas, catastróficas, aniquiladoras, causantes de muerte por doquier.
Porque el hombre se ha cerrado en sí mismo, ha triunfado el egoísmo, por
encima del bien común,
El Espíritu está pronto (Cfr. Mt 26, 41) sin duda, pero entonces, «este cambio
de paradigma, fundacional, no es posible mediante cambios tecnológicos, ni
mediante cambios políticos o económicos, si antes las personas no hacen una
modificación profunda en su manera de ver y vivir la vida»205.
d) Reconciliación
203
JOANNES PAULUS II, Epístola apostólica Sollicitudo rei sociales, 30 dic. 1987.
204
DE TU ESPÍRITU, SEÑOR, ESTÁ LLENA LA TIERRA, Comité central del Gran Jubileo del
año 2000, CELAM, México 1997, 41.
205
L. SCOZZINA, «Hacia una un cambio de corazón: ambiente y espiritualidad», en P.
CANZIANI, et al. Cambio global. La humanidad ante la creación, LUMEN, Buenos Aires
2013, 256.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 101
Hablar de pecado social quiere decir, ante todo, reconocer que, en virtud de una
solidaridad humana tan misteriosa e imperceptible como real y concreta, el pecado de
cada uno repercute en cierta manera en los demás. Es ésta la otra cara de aquella
solidaridad que, a nivel religioso, se desarrolla en el misterio profundo y magnífico
de la comunión de los santos, merced a la cual se ha podido decir que, «toda alma que
se eleva, eleva al mundo». A esta ley de la elevación corresponde, por desgracia, la
ley del descenso, de suerte que se puede hablar de una comunión del pecado, por el
que un alma que se abaja por el pecado abaja consigo a la Iglesia y, en cierto modo, al
mundo entero […] Todo pecado repercute, con mayor o menor intensidad, con mayor
o menor daño en todo el conjunto eclesial y en toda la familia humana. Según esta
primera acepción, se puede atribuir indiscutiblemente a cada pecado el carácter de
pecado social (RetP 16) 207.
206
Se trata de una palabra que deriva del latín reconciliatio, que puede traducirse como la acción y
el efecto de volver a unirse y que se encuentra formada por las siguientes partes: El prefijo re, que
se utiliza para indicar, hacia atrás. El sustantivo concilium, que es sinónimo de asamblea. Recuperar
la comunión con la asamblea. Cfr. Julián PÉREZ et. al, «Reconciliación» Publicado: 2014.
Actualizado: 2016, en:
http://definicion.de/reconciliacion/ (el 18 de marzo 2017).
207
JOANES PAULUS II, Exhortación Postsinodal, Reconciliatio et paenitentia, 2 dic. 1984.
No.16.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 102
El Papa Francisco dice: «el pecado más grande de hoy es que los hombres han
perdido el sentido del pecado»208. Por lo tanto, la reconciliación ha de ser un
estilo de vida, porque nunca dejamos de ser pecadores, porque fácilmente
caemos en el aislamiento, la apatía y la autoreferencialidad como también lo
señala el Papa argentino:
El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del
peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto;
nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad
del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo209.
208
FRANCISCO, Homilía en Santa Marta, 31 de enero de 2014. En:
caminocatolico.org/.../papa-francisco/11333-papa-francisco-en-homilia-en-santa-mart... (el
19 de marzo 2017).
209
FRANCISCO, Homilía, de la Solemnidad de Pentecostés, 19 de mayo 2013. En:
https://w2.vatican.va/.../es/.../2013/.../papa-francesco_20130519_omelia-pentecoste.ht..
(17 marzo 2017).
210
En la Plegaria eucarística II sobre la Reconciliación, unidos a la Iglesia Universal
hacemos esta petición al Padre: «Y ahora mientras ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia
y reconciliación, lo alientas en Cristo para que vuelva a ti, obedeciendo más plenamente al
Espíritu Santo, y se entregue al servicio de todos los hombres».
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 103
e) Convivialidad
La convivialidad es la virtud que nos hacia falta, como lo dice Boff. Es decir,
la capacidad de empezar a mirar las cosas, las personas, en sus grados de
dignidad, no olvidando su propósito y origen, pues la convivialidad implica:
f) Cuidado214
213
Cfr. J. M. BERGOGLIO, La Patria es un don, la Nación una tarea, Editorial Claretiana,
Buenos Aires 2014, 39.
214
El término cuidado, tiene su raíz etimológica en la palabra latina cogitatus que significa
reflexión, pensamiento, interés reflexivo que uno pone en algo, en: etimologías.dechile.net
(el 15 de marzo 2017).
215
L. BOFF, Cuidar la Tierra. Hacia una ética universal, Dabar, DF 2001, 31.
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 105
El cuidado entonces, nos anticipa, nos previene, nos advierte. De manera que
«cuidar más que un acto, es una actitud. Incluye más que un momento de
atención, de celo y desvelo. Representa una actitud de ocupación, de
preocupación, de responsabilidad y de compromiso con el otro»216.
Existencialmente, el cuidado es parte estructurante de la vida del ser humano.
Por ejemplo, el nacer implica cuidado, vivir implica cuidado, el descuido trae
consecuencias negativas y desastrosas. Por eso, el cuidado es parte de nuestro
lenguaje, expresamos a través de él la preocupación de su bienestar y
seguridad. Así por ejemplo, en lo cotidiano, cuidamos la casa, la mascota, al
enfermo, al niño, al anciano, porque el cuidado es tener conciencia de lo
importante. ¿Por qué es importante rescatar y fomentar la cultura del cuidado?
Primero, porque es un modo de ser del hombre. Segundo, porque al no tener
conciencia del cuidado, rompemos con la armonía y la estructura de las cosas
y de las personas, comenzando por nosotros mismos. Dios mismo manifiesta
su cuidado cuando dice: ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin
compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar,
yo no te olvido (Is 49, 15; Cfr. Sal 121, 3;147, 9; 23, 1). Entonces, el cuidado
surge cuando algo tiene importancia para mí o es bueno para todos. El riesgo
de nuestra época como ya lo hemos estado señalando, es que el mundo está
distraído a todos los niveles. De lo micro y de lo macro. Nos ha acaparado la
pantalla del celular, de la TV, el Internet. Interesados por lo irreal de la
cibernética y desatentos por lo que está ahí, al lado, o enfrente, no se diga de
lo trascendente, Dios. Asevera Boff:
sujetos, como valores, como símbolos que remiten a una realidad fontal. La
naturaleza no es muda. Habla y evoca. Emite mensajes de grandeza, belleza,
perplejidad y fuerza. El ser humano puede escuchar e interpretar esos signos. Se sitúa
al pie de las cosas, junto a ellas y se siente unido a ellas. No existe, co-existe con
todos los demás. La relación no es de dominio sobre, sino de con-vivencia. No es
pura intervención, sino inter-acción y comunión217.
g) Respeto
Otro de los valores urgentes en la vida del hombre es el respeto, que permite
ver los derechos de los demás, considerando los límites y la atención de
nuestras acciones. Etimológicamente viene del latín respectus218, que significa
acción de mirar atrás, consideración, atención; sugiere entonces una mirada
atenta, tomar algo en consideración. Se ha dicho y hemos dicho que el respeto
es la paz, armonía, convivencia y reverencia. De modo que, sin respeto llega
el desorden, la destrucción. El respeto es una actitud performativa, que busca
la reconstrucción de nuestras relaciones sanas y profundas. Es por tal razón
que lo proponemos como uno de los valores necesarios y fundamentales en
nuestra comunidad y ambiente, como signo de nuestra profunda espiritualidad
integral. El respeto se convierte en salvaguarda como lo dice el Papa
Benedicto XVI:
217
L. BOFF, Cuidar la Tierra. Hacia una ética universal, 97.
218
Cfr. J. PIMENTEL, Diccionario latín-español. Español-latín, Porrúa, México 2014, 677
CAP. III: REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE… 107
correcta relación con el ambiente. Se está desarrollando una nueva sensibilidad por
estos temas, que suscitan la justa preocupación de las autoridades y de la opinión
pública, expresada en la multiplicación de encuentros también a nivel internacional219.
El respeto, por tanto, debe ser uno de los principios necesarios en la opción
fundamental en nuestra espiritualidad, respecto a la recuperación de la
creación como nuestra casa común.
Es así como cerramos esta tercera parte de nuestra investigación. Con estos
siete valores o principios pretendemos continuar lo que ya muchos hombres y
mujeres de toda la faz de la tierra han cultivado, y que con su patrimonio
espiritual y humano nos han permitido llegar hasta aquí.
219
BENEDICTO XVI, «Audiencia general, Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, 26 de
agosto 2009», 155.
220
J. MOLTMANN, El Espíritu Santo y la teología de la vida, 31.
CONCLUSIÓN
Con esta misma intención hoy hemos querido encontrarnos con Él, ya sea con
la insuficiencia de nuestras palabras pero con la certeza de su asistencia. Nos
queda claro que hablar de Dios no sólo es la tematización de Él, sino la
experiencia profunda que vamos construyendo en nuestra vida día tras día.
Queda claro también que el Espíritu de Dios siempre nos antecede, llega antes
que cualquier razonamiento o pensamiento de sobre Él. El discurso
pneumatológico no inventa al Espíritu, más bien es el recurso humano por el
que podemos repensarlo para luego hablar de Él.
Fuentes
Obras consultadas
Diccionarios y comentarios
MILVIA, María (ed.), Para una ecología del hombre. (Selección de textos del
Papa Benedicto XVI), Buena Prensa, DF 2012.
ORBE, Antonio, Estudios sobre la Teología cristiana primitiva, Ciudad Nueva,
Madrid-Roma 1994
PARRA Tomás, Diccionario de cultura bíblica, San Pablo, México 2012.
VIDAL José M., et. al., Un Concilio entre primaveras. De Juan XXIII a
Francisco, Herder, Madrid 2013.
Artículos de revistas
Paginas de internet
http://biblia.verboencarnado.net/2016/05/15/espiritu-santo-nuevo-testamento.
https://w2.vatican.va/...xxiii/.../hf_j-xxiii_spe_19621011_opening-counc
http://www.apologistascatolicos.com.br/index.php/concilio-vaticano-ii/valor-
magisterial/901-a-assistencia-do-espirito-santo-no-concilio-vaticano-ii
http://www.radioevangelizacion.org/noticia/biografia-san-francisco-asis-
patrono-ecologia
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 5
CAPÍTULO I
FUNDAMENTOS PARA HABLAR DE «EL SEÑOR Y DADOR DE VIDA» 8
1.1.1 El Espíritu de Dios y el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento 9
a) En el Génesis 10
b) En los héroes y jueces 11
c) En el Profetismo 12
1.1.2 El Nuevo Testamento 14
1.1.2.1 Los Sinópticos 14
a) En la Encarnación 15
b) En el Bautismo 15
c) En la vida pública de Jesús 16
1.1.2.2 En la tradición paulina 17
a) En relación a la alianza 18
b) En la evangelización 18
c) En la eclesiología 20
d) Jesús y el Pneuma 21
1.1.2.3 En la tradición joánea 22
1.2. La Pneumatología en la época patrística 26
1.2.1 La Didaché 27
1.2.2. Primeras líneas de la pneumatología: confrontación entre la ortodoxia y
la herejía 28
1.2.3 Desarrollo de la teología del Espíritu Santo: siglos III y IV 31
1.2.4. Definición dogmática: Concilio de Nicea a Constantinopla I 33
CAPÍTULO II
EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA, PNEUMATOLOGÍA DEL
CONCILIO VATICANO II 42
2.1. El Concilio Vaticano II 42
2.2. Desarrollo de la pneumatología en el magisterio del Concilio Vaticano II 46
2.2.1 Antecedentes 46
2.2.2. El Espíritu Santo en los tiempos de la Iglesia, «un nuevo Pentecostés» 49
2.2.3. Eclesiología pneumatológica 51
2.3. La acción del Espíritu Santo en la Iglesia 54
2.3.1 El Espíritu es «enviado» 55
2.3.2 Santifica 58
2.3.3 Vivifica 60
2.3.4 Inhabita 64
2.3.5 Asiste 66
2.3.6 Unifica 68
2.3.7 Dona 70
2.3.8 Sostiene y consuma 72
CAPÍTULO III
REFLEXIÓN ECOTEOLÓGICA EN CLAVE DE LA PNEUMATOLOGÍA 76
3.1. La ecoteología como locus theologicus 77
3.2. Un papel distintivo y propio del Espíritu en la creación 82
3.2.1 El universo: templo y campo de acción del Espíritu 84
3.2.2 El Espíritu y la cosmogénesis 86
3.2.3 El cosmos como Mysterium 88
3.3. Hacia una espiritualidad como reacción-acción pneumática ante el problema
ecológico 92
a) Ethos 96
b) Cordialidad 99
c) Conversión 101
d) Reconciliación 103
e) Convivialidad 105
f) Cuidado 107
g) Respeto 109
CONCLUSIÓN 111
BIBLIOGRAFÍA 115