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El Dios vivo y verdadero.

El misterio de la Trinidad – Luis Ladaria


Cuestiones preliminares
1. Introducción al tratado
Dios que se revela como objeto primario de la Teología
La necesidad o conveniencia de la revelación se funda únicamente en el fin al que Dios
destina al hombre, pero no se trata de que se adquiera un nuevo conocimiento por
curiosidad, sino que es un conocimiento que tiene por objeto al mismo Dios (DV 6) y su
salvación. Esta necesidad de su conocimiento, que se funda en la revelación, se basa en
que Dios es el único fin del hombre, al que tiende, aún sin conocerlo.
En su venida al mundo, Jesús nos revela a Dios, a quién ninguno de nosotros no ha
podido ver, que habita en una luz inaccesible a todo ser humano, esto sin dejar de
reconocer la gloria que le corresponde por ser Hijo único del Padre. La revelación de
Dios en Cristo no es una simple comunicación de verdades, sino que comporta una
donación de su vida misma. Es una autocomunicación y necesita fundamentalmente una
actitud de fe para acceder a ella. En Jesús no solo vemos al Padre, sino que tenemos el
único camino para acceder a él.
Todo conocimiento que el hombre puede tener de Dios se basa realmente en el hecho de
que él mismo se da a conocer. Toda búsqueda de Dios por parte del hombre, tiene su
iniciativa en Dios1.
Ha ido ascendiendo en su revelación, primero en la creación, después a los primeros
padres y al pueblo de Israel. Dios fue preparando el camino del Evangelio, porque en
Jesucristo, la revelación llega a su plenitud, Dios mismo viene a iluminar la vida del
hombre.
La revelación de Dios como Padre de Jesús, que comporta la de Jesús como Hijo de
Dios y Dios también como el Padre, y la del Espíritu Santo, don del Padre y de Jesús
que introduce en la intimidad de su vida, es la revelación del Dios uno y trino. La
doctrina de la unidad divina en la Trinidad y la Trinidad en la unidad que la Iglesia ha
desarrollado es la consecuencia directa del Dios que Jesús nos ha dado a conocer.
Este es el núcleo central de la Teología, porque nos enfrentamos con el misterio de Dios
que se da a conocer como el único fin al que el hombre tiende y en el que puede
alcanzar su plenitud.
La originalidad de la noción cristiana de Dios
La confesión del Dios uno y trino es el punto focal del cristianismo. El mismo se coloca
al lado de las grandes religiones monoteístas como el islam y el judaísmo. Pero ese
punto focal a su vez la diferencia enormemente, porque para el cristiano la unidad
última de Dios, la más grande que podamos pensar, es en sí misma plural.
Creer en esto requiere de la razón y del acto de fe. Puede llegarse al Dios único por
conocimiento racional sin la revelación definitiva en Cristo, pero necesitamos

1
Cf. Agustín
profundizar con la fe la mirada, el conocimiento, porque el Dios que se da a conocer en
Él es el uno y trino. La unidad de Dios, que se revela, es trinitaria.
No se manifiesta que no se pueda conocer nada de Dios, por esa razón el AT forma
parte esencial del mensaje cristiano, pero solo a la luz de Jesús adquiere su sentido
definitivo. Se puede llegar a la certeza de la existencia de Dios, con la razón, por su
manifestación en la creación, pero la profundidad de su misterio solo se conoce por la
revelación cristiana.
Aun así, sigue siendo un misterio inabarcable. Cuanto más grande es la revelación de
Dios, más grande se hace su misterio. Cristo no nos resuelve la cuestión de Dios, sino
que nos confronta con su misterio. En el misterio de Cristo que nos revela al Padre nos
encontramos con la expresión del misterio insondable de Dios que, paradójicamente, se
nos pude dar a conocer en la cercanía de su Hijo hecho hombre, se puede hacer más
próximos a nosotros cuanto más grande es su trascendencia.
El misterio del amor de Dios es el contenido fundamental de la revelación divina, ese
Dios que no podemos alcanzar, se vuelve a nosotros. La revelación del misterio es la
revelación de nuestra salvación, que no es más que Dios mismo.
Esto es precisamente lo que aparece en Jesús: el amor de Dios, más grande de lo que
podemos pensar, manifestado a los hombres. Es la cercanía que responde a lo más
profundo del corazón humano.
El carácter central de la fe en el Dios uno y trino
Si la fe nos dice que Dios es el único fin del hombre y nos señala además que la
originalidad del concepto cristiano sobre él estriba en su característica ultima del ser el
Dios de amor, o el Dios uno y trino, nada tiene de extraño que esta confesión sea el
centro de la fe cristiana.
La profesión de fe trinitaria aparece transversal y explícitamente en toda la vida del
cristiano, y en hechos concretos de la vida comunitaria: en el bautismo, en nombre de la
Trinidad se entra en la comunidad de los creyentes; en diversos símbolos y profesiones
de fe vemos la estructura trinitaria, por ejemplo, la profesión apostólica y la niceno
constantinopolitana; forma parte central de la liturgia cristiana (plegaria eucarística se
dirige al Padre y termina con una doxología trinitaria).
Lo que sin duda está al centro de la fe cristiana y de la vida de la Iglesia, debería
también estarlo en la conciencia cristiana. Solo con el trasfondo de la doctrina trinitaria
podemos entender la salvación de Cristo, porque sin ella, sería mera funcionalidad.
El olvido de la Trinidad
La doctrina cristiana siempre estará en la búsqueda de un equilibrio entre la unidad y la
trinidad divinas, se reflejen verdaderamente la revelación del NT. Muchas veces
incluso, el misterio trinitario a sido relegado como lo incomprensible, lo inabarcable,
más que como el fundamento y el principio de nuestra salvación. Una vez que se plantea
que Dios es uno y trino, en algunas épocas se la ha aislado a esta doctrina, o al menos
no tiene mucha repercusión.
Factor que ha contribuido a ello es el iluminismo, buscando la razón universal,
criticando a la religión, sobre todo el cristianismo. Las mayores ideas de Dios nos
vienen de la razón, no de la religión. Kant: “…solo la fe religiosa pura, fundada en la
razón, puede ser reconocida como verdadera”.
La razón práctica es lo que prevalece, incluso en los textos bíblicos, si son contrarios a
ella, han de ser utilizados y resignificados en beneficio de dicha razón. En este caso la
doctrina de la Trinidad, que no puede sacarse nada de ella para la vida práctica.
Otra razón de este olvido radican en raíces intrateológicas mas antiguas. La Teología
prenicena fue enormemente trinitaria en sus formulaciones, pero no fue siempre del
todo clara, sobre todo en lo que respecta a la igual dignidad de las personas (cierta
“subordinación” al Padre de las otras dos, aunque sostenida su divinidad. La crisis
arriana obliga a un replanteamiento de la cuestión).
Sobre la estructura del tratado
Durante muchos años, tomado de Santo Tomas, se encontraba en cualquier tratado la
división en lo que respecta a Dios y su esencia (De Deo uno), el en sí de Dios y muy
poca conexión con el misterio salvífico y luego la distinción de las personas (De Deo
trino).
 El punto de partida sistemático será la revelación de Dios en Cristo (en la vida
de Jesús, se abre el misterio de la Trinidad.
 Luego en la primera comunidad cristiana
 La evolución de las doctrinas trinitarias hasta el segundo concilio de
Constantinopla. Luego los concilios medievales.
 En la reflexión sistemática estarán Agustín y los grandes teólogos medievales
 Nociones clásicas
 Propiedades personales de las tres personas
 Brevemente la esencia divina, propiedades de Dios, etc.

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