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COMO PREPARAR EL DISCURSO

En la oratoria no hay reglas infalibles ni recetas mágicas que sean válidas para
todos los casos. Enseguida algunas reflexiones que pueden resultar útiles para la
preparación de un discurso.

 Ha de ser breve y directo;


 Sin rodeos;
 Al término del discurso no debe quedar sin decirse algo de lo que iba a
abordarse.
"Si breve y bueno, dos veces bueno". Recordemos que esta enorme lección la
dictó, dentro de una sorprendente brevedad, Baltasar Gracián. El discurso ha de ir
al grano.

1. Introducción. esta debe ser corta e interesante.


2. El Desarrollo. tiene que ser claro y preciso.
3. La comprobación y refutación. Son el momento de los argumentos, de
las convicciones y de las verdades hechas palabra. puede haber
exposiciones donde no haya necesidad de probar o refutar algo, en caso
con mayor razón, que el discurso este construido con frases breves y
contundentes.
4. La Conclusión. Es cuando el orador persuade a su auditorio para que se
decida a decir, hacer o no hacer algo.

La inspiración del momento es un uno de los ingredientes más de la oratoria, pero


no puede ser lo único, los discursos deben tener un destino; y si no fijamos un
itinerario previamente, navegaremos a la deriva.

Los elementos esenciales del discurso son:

El fondo-las ideas, el mensaje y la forma —la actitud de orador, el estilo de la


expresión, el orden lógico de la exposición. En la mente del orador ha de haber
siempre tres objetivos indisociables: agradar, convencer y conmover.

En la preparación del discurso pueden señalarse dos puntos básicos:

La preparación remota. Consiste en observar la naturaleza, escuchar buena


música, desarrollar la expresión escrita -poemas, ensayos, acudir con espíritu
analítico a conferencias, asambleas y mítines, aficionarse a leer periódicos, a
escuchar, a oír y leer a los mejores oradores. Todo esto queda en el orador.

Es indispensable prepararse en torno a los problemas y necesidades del público,


en lo que quiere la gente que se le hable. Los discursos que sólo alimentan el ego
del orador no impactan a la gente.

La preparación inmediata. Consiste en reunir todas las ideas que se hayan


recogido en la labor de consulta realizada; se analizan esos pensamientos; se
toman dos o cuando más tres ideas; se afinan y se integran en una unidad. Lo que
resulte será lo que ofrezcamos al auditorio.

Hemos de obtener información sobre el público y Asimismo, es importante conocer


las características del lugar donde hablaremos, Conocer el calendario de la
población…

Hay una técnica elemental y efectiva de la pedagogía en los quehaceres de la


oratoria: primero, anunciar al público lo que se le va a decir; segundo, decírselo;
tercero, reiterarle que se le ha dicho. Insistir en una idea con lenguaje fresco y
renovado, jamás será ausencia de creatividad sino muestra de perseverancia. En
una conferencia, si el orador no reitera sus ideas, nos quedamos sin puntos de
referencia en nuestras reflexiones.

Si el público es generoso y destina parte de su tiempo a escuchar un discurso, el


orador ha de poner su mejor empeño. Nunca está demás introducir una anécdota,
compartir una experiencia propia que concrete la idea expuesta.

El discurso ha de tener sello propio, Puede ser un excelente discurso el de una


persona con conocimientos modestos pero con entusiasmo al hablar.

ELEMENTOS INDISPENSABLES PARA HABLAR CON ÉXITO

Antes de pronunciar un discurso es necesario tener equilibrio físico; aquí se


requiere haber dormido lo suficiente, no comer ni beber en demasía. Y Para el
equilibrio espiritual es necesario relajar la mente, disipar tensiones y
preocupaciones.

Si se lleva el discurso escrito, es necesario prepararse para hablar al auditorio, no


a las hojas del escrito. Si es preciso leer el discurso, ha de tenerse bien entendido
el tema y ensayada la entonación y las pausas. El orador depende de la energía
de su palabra y de la templanza de su carácter.

Hablar al público a partir de sus intereses, con un lenguaje medio, entre lo culto y
lo común. Debe crearse un circuito en el que el público escuche lo que quiere
saber, y el orador colme sus propósitos y diga su verdad. Para esto será útil la
información que tengamos sobre el auditorio.

Hay que convencer al público de la validez y de la viabilidad de nuestras


propuestas, para lo cual es preciso tocar las fibras más sensibles, accionar los
resortes que hacen actuar al ser humano.

Hay cuatro elementos que el orador debe perfeccionar: el ademán, el gesto, el


porte y la voz.

Si la oratoria busca sacudir conciencias y encauzarlas a la acción, hay que sumar


a la palabra el coraje y el entusiasmo contagioso de la expresión corporal
decorador.

El ademán. Es el movimiento que el orador hace con las manos. Sirve para
subrayar la expresión oral (Lo que ha de evitarse en todo caso son las
exageraciones que conducen al ridículo).

El gesto. La expresión del rostro, debe coincidir con las palabras, de lo contrario
la cara del orador se convertirá en una máscara, que oculta al público su
verdadero rostro.

El porte. Es un elemento que ayuda a despertar la simpatía y a cautivar la


atención del público. Aquí la nota relevante es la sencillez del orador en su
vestido. Pero sobre todo en su actitud.
La voz. Ha de tener ritmo. Es necesario utilizar el tono de una conversación
ordinaria, pero con un volumen tal que nos escuche todo el público. Evitar el tono
engolado o demasiado solemne, los sonsonetes y el uso de estribillos, como:
“este...", "¿cómo se llama?", "{me entienden?" "¿no?"

Sobre todo cuando se emplea micrófono, cuidar que esté bien colocado hacia la
boca. Es conveniente revisar anticipadamente el equipo de sonido para
cerciorarnos de que funcione bien. Cuidarse con el empleo de chistes y de
expresiones humorísticas o jocosas, ya que lo que resulta gracioso en boca de
uno, puede carecer de ingenio en la boca de otros.

COMO INICIAR Y COMO TERMINAR EL DISCURSO

Vale la pena tener en consideración puntos tan importantes como los siguientes:

 Expresar con nuestra actitud la felicidad que sentimos de estar ante nuestro
auditorio.
 Jamás comenzar diciendo que no tenemos la preparación suficiente para
decir nuestra conferencia
Nuestro discurso.
 Improvisar en voz alta todas las mañanas, por lo menos dos minutos, sobre
un tema cualquiera.
El principio y el final del discurso son los momentos más importantes, Con
frecuencia las diez primeras palabras y las diez últimas valen por todo el discurso.
El comienzo es determinante para captar la atención del auditorio, el final de la
pieza oratoria es el tiempo de las realizaciones, de sumar voluntades y avanzar
juntos-orador y auditorio- en busca de horizontes comunes.

Tengamos siempre presentes las siguientes ideas expuestas en este capítulo:

La introducción, también denominada exordio, ha de ser lo más breve posible,


directa y de relación inmediata con el tema. Utilicemos un lenguaje sencillo.
Iniciemos el discurso con algo que atraiga la atención, que despierte el interés del
público. Por ejemplo: un comentario aparentemente casual, una narración, un
caso concreto, una frase contundente y clara, la cita certera de algún personaje
famoso, etc. Cuidar que haya vinculación del comienzo con el tema. No es
conveniente iniciar el discurso con disculpas o con chistes.

La conclusión, también llamada epilogo o peroración, es la corona del discurso. Es


necesario estudiar y aprender de memoria las palabras finales. Las últimas
palabras son las que mayor tiempo duran en la mente del auditorio. Se fracasará
en toda la línea, si se pretende improvisar la terminación del discurso en el acto
mismo en que se dice. Es conveniente preparar más de una terminación para
decidir por la que resulte más adecuada a las circunstancias del momento. Con la
reiteración podremos afinar hasta que estemos satisfechos.

Jamás terminemos diciendo palabras inútiles como “es todo lo que tengo que
decir”, "creo que ya terminé", "nada más por hoy", "he dicho".

Cuando concluyamos hagámoslo sin anunciarlo, simplemente podemos terminar


diciendo "muchas gracias". Dejemos en el auditorio sentimientos de entusiasmo y
optimismo. Procuremos finalizar en el punto culminante de una frase, dejando al
auditorio interesado en lo que estamos diciendo, con voluntad de seguir
escuchándonos y no con el deseo de que ya nos callemos.

sugerencias para terminar: resumir brevemente los puntos principales que hemos
tratado; exhortar a la acción; brindar una galantería sincera al auditorio; citar un
trozo poético apropiado; producir la exaltación del ánimo; concluir suavemente;
decir un sencillo y sentido "muchas gracias".

COMO DESPERTAR LA ATENCION DEL AUDITORIO.

Para tenerlo presente:


 Debo vivir, decía un joven a Voltaire. No veo la necesidad, le respondió el
filósofo.
 Lo que despierta el interés de las personas es ellas mismas.
 Escuchemos atentamente a quien nos habla; entonces nos tendrán por
personas de conversación agradable, aunque hayamos hablado poco o
nada.
El orador tiene un doble objetivo al estar frente al público: ganarse la atención
inicial y retener ese interés durante el discurso. Ha de utilizar toda su creatividad
para conseguir que se le escuche no sólo por cortesía, sino con agrado.

Evitemos las palabras técnicas cuando nos dirigimos a un auditorio no


especializado en el tema que se desarrolla.

Tampoco utilicemos palabras de difícil pronunciación ni de significado equívoco,


porque en vez de causar admiración provocaremos desconcierto. Desechar
expresiones que restan vitalidad al discurso, como "yo digo que...", "es mi
personal punto de vista", "es mi modesto parecer". En el auditorio no faltará quien
diga: hay!, es tu parecer. Por tanto Asegurémonos siempre de que el tema que
vamos a tratar esté en nuestra mente Bien claro, y que esa claridad se haga
patente en la exposición. Prever todas las posibles, objeciones e impugnaciones
que pudieran hacerse a nuestras afirmaciones y propuestas, para anticipar la
respuesta.

Desde un punto de vista didáctico, conviene señalar posibles dudas o inquietudes


del público y desvanecerlas con argumentos contundentes.

La repetición de las ideas centrales es un elemento insustituible de los buenos


discursos; elocuencia es reiteración. Ya que Para convencer hay que estar
convencido.

CONTENIDO DEL DISCUROS

La buena preparación del discurso diluye los temores, pues el discurso será
expresión de las reflexiones, los deseos y las experiencias del orador.

Muchas veces al terminar un mitin, una conferencia o una entrevista, se pregunta


desconcertado el auditorio: y finalmente ¿qué se dijo?, ¿cuál fue el mensaje del
orador? Nada entregó el orador; nada recibió el auditorio. Nada es el resultado.
Si el público se congrega en torno de un orador es con la finalidad de escuchar un
mensaje. Quien suba a la tribuna, que no descienda sin haber sembrado, al
menos, una idea en la mente del auditorio.

De nada sirve que el orador sea una autoridad en el tema, si no se ocupa de lo


que el auditorio quiere saber. El pueblo espera que se hable de sus problemas, de
sus carencias, de sus sueños; que se denuncien las injusticias que padece, que se
propongan soluciones. A estos reclamos debe orientarse el discurso.

El valor de un discurso se mide por el impacto que causa, jamás por su duración.

Desde el comienzo de intervención, hagamos de cuenta que el público nos


interroga con agudeza y de manera imperativa: ¿por consiguiente?, en
conclusión?, en síntesis qué? Este es el espacio de las ideas básicas.

Un discurso, una conferencia, una clase, valen por las ideas que contengan;
impactan por el entusiasmo con que se digan.

Pocas ideas bien expuestas se comprenden bien; un discurso atiborrado de ideas


es semejante al aguacero que no humedece, no penetra en la tierra.

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