Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En la oratoria no hay reglas infalibles ni recetas mágicas que sean válidas para
todos los casos. Enseguida algunas reflexiones que pueden resultar útiles para la
preparación de un discurso.
Hablar al público a partir de sus intereses, con un lenguaje medio, entre lo culto y
lo común. Debe crearse un circuito en el que el público escuche lo que quiere
saber, y el orador colme sus propósitos y diga su verdad. Para esto será útil la
información que tengamos sobre el auditorio.
El ademán. Es el movimiento que el orador hace con las manos. Sirve para
subrayar la expresión oral (Lo que ha de evitarse en todo caso son las
exageraciones que conducen al ridículo).
El gesto. La expresión del rostro, debe coincidir con las palabras, de lo contrario
la cara del orador se convertirá en una máscara, que oculta al público su
verdadero rostro.
Sobre todo cuando se emplea micrófono, cuidar que esté bien colocado hacia la
boca. Es conveniente revisar anticipadamente el equipo de sonido para
cerciorarnos de que funcione bien. Cuidarse con el empleo de chistes y de
expresiones humorísticas o jocosas, ya que lo que resulta gracioso en boca de
uno, puede carecer de ingenio en la boca de otros.
Vale la pena tener en consideración puntos tan importantes como los siguientes:
Expresar con nuestra actitud la felicidad que sentimos de estar ante nuestro
auditorio.
Jamás comenzar diciendo que no tenemos la preparación suficiente para
decir nuestra conferencia
Nuestro discurso.
Improvisar en voz alta todas las mañanas, por lo menos dos minutos, sobre
un tema cualquiera.
El principio y el final del discurso son los momentos más importantes, Con
frecuencia las diez primeras palabras y las diez últimas valen por todo el discurso.
El comienzo es determinante para captar la atención del auditorio, el final de la
pieza oratoria es el tiempo de las realizaciones, de sumar voluntades y avanzar
juntos-orador y auditorio- en busca de horizontes comunes.
Jamás terminemos diciendo palabras inútiles como “es todo lo que tengo que
decir”, "creo que ya terminé", "nada más por hoy", "he dicho".
sugerencias para terminar: resumir brevemente los puntos principales que hemos
tratado; exhortar a la acción; brindar una galantería sincera al auditorio; citar un
trozo poético apropiado; producir la exaltación del ánimo; concluir suavemente;
decir un sencillo y sentido "muchas gracias".
La buena preparación del discurso diluye los temores, pues el discurso será
expresión de las reflexiones, los deseos y las experiencias del orador.
El valor de un discurso se mide por el impacto que causa, jamás por su duración.
Un discurso, una conferencia, una clase, valen por las ideas que contengan;
impactan por el entusiasmo con que se digan.