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En Sala Político-Administrativa

Accidental
 
CONJUEZ PONENTE: MARÍA LUISA ACUÑA LÓPEZ
Exp. Nº 1994-10701
 
En fecha 27 de abril de 1994, la ciudadana María Cristina Sánchez de Castillo, portadora de la
cédula de identidad N° 3.650.628, actuando en nombre propio y asistida por la abogada Zimaray
Meléndez de Gotera, inscrita en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el Nº 21.333,
interpuso recurso contencioso administrativo de anulación conjuntamente con acción de amparo
constitucional, con fundamento en los artículos 122 y 113 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia (hoy Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela)
y del artículo 5 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, contra la
decisión dictada por el extinto Consejo de la Judicatura en fecha 22 de septiembre de 1.993, publicada
en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 4.652 Extraordinario del 13 de diciembre de
1993, mediante la cual la mencionada ciudadana fue destituida del cargo que ejercía como Juez
Provisorio del Juzgado Tercero de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia.
 
En fecha 28 de abril de 1994, se dio cuenta en Sala, y por auto de esa misma fecha se designó
ponente al Magistrado Humberto J. La Roche, a los fines de decidir la acción de amparo propuesta; la
cual, fue declarada improcedente mediante sentencia publicada el 15 de junio de 1994, ordenándose,
asimismo, la remisión del expediente al Juzgado de Sustanciación, a objeto del pronunciamiento sobre
la admisibilidad de la solicitud de nulidad.
En fecha 29 de septiembre de 1994, el Juzgado de Sustanciación de esta Sala Político-
Administrativa, declaró inadmisible por extemporánea la solicitud de nulidad; siendo apelada dicha
decisión por los apoderados de la ciudadana María Cristina Sánchez de Castillo, el 6 de octubre de
1994.
Vista la apelación planteada, en fecha 19 de octubre de 1994, se pasó el expediente a la Sala,
ésta dio cuenta del mismo el día 26 de ese mes y designó la ponencia al magistrado Humberto J. La
Roche.
El 10 de noviembre de 1994, los apoderados de la accionante, consignaron escrito de
fundamentación de la referida apelación; asimismo, el Consejo de la Judicatura mediante oficio N° TD-
2384 de esa misma fecha, remitió los antecedentes administrativos relacionados con el presente juicio,
el cual fue agregado a los autos el 17 de enero de 1995.
En fecha 14 de junio de 1995 se reasignó la ponencia a la magistrada Hildegard Rondón de
Sansó y posteriormente, el 6 de febrero de 1996, a la Magistrada Cecilia Sosa Gómez.
Por escrito presentado el 27 de julio de 1999, la ciudadana María Cristina Sánchez de Castillo,
asistida de abogado, consignó sentencia dictada por el Tribunal Superior de Salvaguarda del Patrimonio
Público en fecha 28 de junio de 1999, mediante la cual se confirmó decisión absolutoria a favor de la
mencionada ciudadana.
El 30 de septiembre de 1999, la Sala Político-Administrativa se reorganizó y designó la
ponencia de esta causa, a la Magistrada Belén Ramírez Landaeta, quien en esa misma fecha, declaró con
lugar la apelación interpuesta, y en consecuencia, revocó el auto dictado por el Juzgado de
Sustanciación de fecha 29 de septiembre de 1994, ordenándole, una vez devuelto el expediente, se
pronunciara sobre las causales de inadmisibilidad, exceptuando la revisada en le referido fallo.
En fecha 26 de noviembre de 1999, el Juzgado de Sustanciación admitió el recurso interpuesto;
acordó notificar a los ciudadanos Fiscal General de la República y Procurador General de la República,
así como oficiar al Presidente del extinto Consejo de la Judicatura, y posteriormente librar el cartel al
cual alude el artículo 125 de la extinta Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia (hoy artículo 21 de
la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela); el
referido cartel, fue retirado, publicado y finalmente consignado en autos el 22 de marzo de 2000.
La ciudadana María Cristina Sánchez de Castillo, solicitó la apertura del lapso probatorio y
consignó pruebas el 12 de abril de 2000; asimismo, el Juzgado de Sustanciación, dictó auto el día 25 de
abril de 2000, ordenando abrir el lapso para promover pruebas en la presente causa.
En fecha 2 de mayo de 2000, la mencionada ciudadana, ratificó las pruebas consignadas y
promovió documentales, las cuales, una vez reservadas por el Juzgado de Sustanciación, se agregaron a
los autos el 4 de mayo de 2000; y en esta misma fecha la representante de la Comisión de
Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, presentó escrito de promoción de pruebas,
siendo admitidas por el Juzgado de Sustanciación, mediante auto del 17 de mayo de ese año, así como
las pruebas promovidas por la parte accionante, ordenándose en esa misma fecha, el pase a Sala del
expediente, a los fines de la decisión correspondiente.
En fecha 24 de mayo de 2000, se dio cuenta en Sala y se designó la ponencia al Magistrado
Carlos Escarrá Malavé, y mediante auto de fecha 6 de junio de 2000, se fijó la oportunidad para que
tuviera lugar el acto de Informes.
La accionante María Cristina Sánchez de Castillo, actuando en nombre propio, y los abogados
Deyanira Montero Z. y José Manuel Muñoz Rodríguez, actuando como sustitutos del ciudadano
Procurador General de la República, comparecieron en fechas 20 y 21 de junio de 2000,
respectivamente, oportunidad fijada para la realización del acto de informes, y consignaron sus
respectivos escritos.
El 9 de agosto de 2000, terminó la relación y se dijo Vistos.
En virtud de la designación de los Magistrados Hadel Mostafá Paolini y Yolanda Jaimes
Guerrero, y la ratificación del Magistrado Levis Ignacio Zerpa, por la Asamblea Nacional, se
reconstituyó la Sala Político Administrativa el 27 de diciembre de dicho año y se ordenó la
continuación de la causa en el estado en que se encontraba. En fecha 6 de febrero de 2001, se reasignó
la ponencia a la Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero, quien por diligencia de fecha 14 de febrero de
2001, se inhibió de conocer el presente juicio, de conformidad con lo previsto en el ordinal 4 del
artículo 82 del Código de Procedimiento Civil y en artículo 84 eiusdem.

Vista la inhibición planteada se convocó al Primer Suplente, Dr. Humberto Briceño León, quien
se excusó mediante comunicación recibida en esta Sala el 4 de mayo de 2001.

Por oficio N° 0606 de fecha 10 de mayo de 2001, el Presidente de la Sala Político-


Administrativa, acordó convocar al Primer Conjuez de dicha Sala, Dr. Alfredo Enrique Morles
Hernández, quien manifestó por comunicación del 18 de mayo de 2001, su aceptación para conocer de
esta causa.

Mediante diligencia consignada el 6 de junio de 2001, la parte actora solicitó se dictara sentencia
en el presente caso; y, en fecha 12 de junio de 2001, se constituyó la Sala Político-Administrativa
Accidental, la cual quedó integrada así: Presidente : Magistrado Levis Ignacio Zerpa, Vicepresidente:
Magistrado Hadel Mostafá Paolini y Magistrado Conjuez: Dr. Alfredo Enrique Morles Hernández, a
quien se designó ponente.

Por escrito de fecha 26 de julio de 2001, la parte accionante, actuando en nombre propio, hizo
consideraciones y consignó documentos; igualmente, mediante diligencias presentadas en fechas 2 de
julio de 2002 y 20 de febrero de 2003, solicitó se dictara sentencia y se nombrara nuevo ponente,
respectivamente, en virtud de la renuncia a su cargo por parte del Dr. Alfredo Enrique Morles
Hernández.

En fecha 12 de marzo de 2003, por oficio N° 429, el ciudadano Presidente de la Sala Político-
Administrativa, convocó al Segundo Suplente Dr. Ricardo Henríquez La Roche, para que éste, vista la
inhibición de la Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero y la renuncia del Primer Suplente, siguiera
conociendo del recurso de nulidad planteado.

La Sala Político-Administrativa, en fecha 8 de abril de 2003, dio cuenta de la comunicación


firmada el 31 de marzo de 2003 por el Dr. Ricardo Henríquez La Roche, mediante la cual se excusó; en
consecuencia, el ciudadano Presidente de la Sala Político-Administrativa, convocó, el 14 de mayo del
2003, por oficio N° 0800, al Segundo Conjuez, Dr. Alejandro Cáribas, quien se excusó mediante
comunicación de fecha 11 de junio de 2003.

Vista la excusa presentada por el Segundo Conjuez, Dr. Alejandro Cáribas, el Presidente de esta
Sala acordó convocar por oficio N° 1202, de fecha 20 de junio de 2003, a la Dra. Lourdes Wills,
Tercera Suplente.

En virtud de haber transcurrido el lapso establecido para que la Dra. Lourdes Wills Rivera,
Tercera Suplente, diese contestación a la convocatoria, el Presidente de esta Sala, acordó en fecha 5 de
noviembre de 2003, por oficio N° 3504, convocar a la Dra. María Luisa Acuña López, Tercera
Conjueza, quien mediante comunicación de fecha 10 de noviembre de 2003, manifestó su aceptación
para conocer esta causa.

Finalmente, por acta del 18 de noviembre de 2003, se constituyó la Sala Político-Administrativa


Accidental como sigue: Presidente: Magistrado Levis Ignacio Zerpa; Vicepresidente: Magistrado Hadel
Mostafá Paolini; y Magistrada Conjueza: María Luisa Acuña López; quién fue designada ponente y con
tal carácter suscribe el presente fallo:

ANTECEDENTES DEL CASO

El presente caso se inició en fecha 25 de junio de 1992, a propósito de la inspección especial


ordenada por la Magistrada Sustanciador del Tribunal Disciplinario del extinto Consejo de la
Judicatura, Dra. Sofía Cardot de Briceño, en el Juzgado Tercero de Menores de la Circunscripción
Judicial del Estado Zulia, en virtud de una conversación telefónica sostenida con la Juez Provisoria del
mencionado Juzgado Dra. María Cristina Castillo, y del acta levantada por la Juez Temporal Dra.
Beatriz Bastidas de Paredes, en fecha 24 de junio de 1992, en la cual dejó constancia de las
irregularidades detectadas en relación con un faltante de Bs. 750.000,00, que debió depositarse en la
cuenta bancaria del referido Tribunal.

La denuncia presentada ante la Sala Disciplinaria del extinto Consejo de la Judicatura por la
ciudadana Beatriz Bastidas de Paredes, contenida en el acta antes aludida, fundamentalmente se
concretó a señalar los siguientes aspectos:

En primer lugar, indicó que el día 18 de mayo de 1992, se recibieron en el Juzgado Tercero de
Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, dos cheques signados con los Nros. 70970446
y 64970448, por un monto de Bs. 750.000,00 cada uno, enviados por el Juzgado Primero de Menores de
esa misma Circunscripción Judicial, a fin de que una vez depositados en la cuenta corriente de aquel
Tribunal, se emitieran dos cheques a la orden del Juzgado Primero de Menores, a favor de los menores
Johnny Gerardo Navea Suárez y Eliever Junior del Mar Suárez, “por intermedio del ciudadano NERIO
FLORES, Contabilista II de este Juzgado”.

Asimismo, mencionó que en fecha 9 de junio de 1992, se ordenó emitir los referidos cheques y
fueron librados bajo los Nros. 85673099 y 85673098, por los respectivos montos; y, que
posteriormente, el día 19 de ese mismo mes, la Juez Primero de Menores le informó al Juzgado Tercero
de Menores “que uno de los cheques remitidos por este Juzgado, había resultado con falta de provisión
de fondos, es decir, que había girado sobre estos cheques y había resultado sin fondos...”.

En virtud de lo anterior, agrega la Juez denunciante, se realizaron varias diligencias e


investigaciones, y se pudo comprobar que el depósito correspondiente al cheque N° 64970448, por un
monto de Bs. 750.000,00, no se efectuó, por ello, verificadas tales irregularidades, cometidas por el
ciudadano Nerio Flores, en su condición Contabilista II del Departamento de Contraloría del
mencionado Juzgado Tercero de Menores, acordó:“1.- Informar de estas graves irregularidades a todos
los Magistrados del Consejo de la Judicatura y solicitar con la urgencia del caso una Auditoria
Contable detallada (...); 2.- De conformidad con el artículo 93 ordinal 2° del Código de Enjuiciamiento
Criminal, se acuerda denunciar este hecho a cualquier Juez Penal y de Salvaguarda del Patrimonio
Público...”

Las actuaciones descritas y el informe de fecha 20 de julio de 1992, presentado por la


Inspectoría General de Tribunales, contentivo de la inspección especial realizada ante el Juzgado
Tercero de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, motivaron al Tribunal Disciplinario
del extinto Consejo de la Judicatura, en fecha 12 de noviembre de 1992, a ordenar la apertura del
procedimiento administrativo sancionatorio, de conformidad con la entonces vigente Ley Orgánica del
Consejo de la Judicatura, el cual concluyó con la destitución de la Juez María Cristina Sánchez de
Castillo, al haber sido encontrada responsable de incurrir en las faltas disciplinarias previstas en el
artículo 44, numerales 2 y 12 de la Ley de Carrera Judicial, vigente para el momento en el cual
ocurrieron los hechos.

II

FUNDAMENTOS DE LA SOLICITUD DE NULIDAD

 
La accionante, ciudadana María Cristina Sánchez de Castillo, señala:

Como primer motivo de nulidad del acto impugnado, emanado del extinto Consejo de la
Judicatura en fecha 22 de septiembre de 1993, la infracción del artículo 6 del Código de Enjuiciamiento
Criminal, por cuanto –según alega– el referido Organismo decidió en sede administrativa existiendo
una cuestión prejudicial, esto es, estaba pendiente el pronunciamiento respecto de la “causa penal
sobre los mismos hechos constitutivos del procedimiento disciplinario”, seguida en su contra ante el
Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal y de Salvaguarda del Patrimonio Público de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia; y, que por el contrario, la norma citada, vigente para la
época, establece que “Pendiente la acción penal no se decidirá la civil que se haya intentado
separadamente, mientras aquélla no hubiere sido resuelta por sentencia firme, esto es, sentencia contra
la cual estén agotados o no sean procedentes los recursos ordinarios o extraordinarios concedidos por
la leyes”

También arguyó, que el acto impugnado adolece del vicio de silencio de prueba, con lo cual,
expone, se contraviene el artículo 74 de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura y el artículo 509
del Código de Procedimiento Civil, por cuanto, el Consejo de la Judicatura declaró su responsabilidad
administrativa, sin examinar exhaustivamente las pruebas testimoniales y la inspección judicial
practicada en el Juzgado Tercero de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia. En razón
de los argumentos planteados, requiere la declaratoria con lugar del recurso contencioso-administrativo
interpuesto, a fin de que se ordene su restitución al cargo que venía desempeñando como Juez
Provisorio del mencionado Tribunal. De igual modo, solicita que se ordene el pago de los sueldos y
demás remuneraciones dejados de percibir desde el mes de noviembre de 1992, fecha en la cual fue
suspendida del cargo, hasta el momento que se haga efectiva su reincorporación.

III

ARGUMENTOS DE LA PROCURADURÍA GENERAL

DE LA REPÚBLICA

Los abogados Deyanira Montero Zambrano y José Manuel Muñoz Rodríguez, inscritos en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los números 65.758 y 58.073, respectivamente, actuando
con el carácter de sustitutos del Procurador General de República, en la oportunidad fijada para la
presentación de los informes a que se refiere el artículo 94 de la entonces vigente Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia, consignaron el escrito respectivo argumentando lo siguiente:

1.- Como punto previo, dejaron claro que el Tribunal Disciplinario del extinto Consejo de la
Judicatura, estaba facultado para iniciar, sustanciar y decidir procedimientos disciplinarios a los jueces,
de conformidad con la derogada Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura y, concretamente en el caso
de autos, el referido Tribunal actuó dentro de sus atribuciones constitucionales y legales, pues, sólo se
limitó a determinar si a la conducta de la Juez María Cristina Sánchez de Castillo, le era aplicable los
supuestos previstos en la entonces vigente Ley de Carrera Judicial, instruyendo en forma debida un
procedimiento disciplinario.

2.- Sostiene en relación con el argumento de la accionante por el cual afirma la violación del
artículo 6 del Código de Enjuiciamiento Criminal, en virtud de que el Tribunal disciplinario del extinto
Consejo de la Judicatura, en acatamiento a esa norma, debió suspender el procedimiento disciplinario
hasta tanto el Tribunal Penal se pronunciara sobre los mismos hechos investigados, consideran los
representantes de la Procuraduría General de la República que, haciendo uso de su potestad
disciplinaria, otorgada por la Ley, el Consejo de la Judicatura sancionó con destitución del cargo a la
ciudadana María Cristina Sánchez de Castillo, y tal facultad, es independiente de la responsabilidad
penal que por los mismos hechos pudiera atribuírsele a la mencionada ciudadana, fundando su
argumento en la sentencia dictada por la Sala Político Administrativa en fecha 11 de agosto de 1999, en
la que ratificó el criterio “conforme al cual se ha sostenido que el ejercicio de la potestad disciplinaria
es totalmente independiente del poder punitivo general con que cuenta el Estado...”

3.- Respecto del vicio del silencio de pruebas, del cual –a decir de la accionante–, adolece el
acto impugnado al infringir el artículo 74 de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura y el 509 del
Código de Procedimiento Civil, al no examinar en forma detallada las deposiciones de los diferentes
testigos, ni los particulares indispensables acerca de la inspección judicial practicada a fin de dilucidar
los hechos imputados, esgrimieron los mencionados abogados, que del contenido del acto impugnado se
desprende que las pruebas promovidas por la recurrente, incluyendo todas las testimoniales y la
inspección judicial a las cuales hace referencia, fueron sintetizadas y les fue otorgado su
correspondiente valor probatorio, por ello, tales alegatos son improcedentes. Por tales razones, los
representantes de la Procuraduría General de la República, solicitaron a la Sala la declaratoria sin lugar
del recurso contencioso-administrativo interpuesto.

IV

PUNTO PREVIO

Antes de cualquier otra consideración, es menester indicar que de conformidad con lo


establecido en los artículos 21 y 27 del Decreto emanado de la Asamblea Nacional Constituyente,
mediante el cual se dicta el Régimen de Transición del Poder Público, publicado en Gaceta Oficial Nro.
36.859 de fecha 29 de diciembre de 1999, todas las competencias atribuidas al extinto Consejo de la
Judicatura y a la Comisión de Emergencia Judicial, fueron asumidas por la Comisión de
Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, organismo creado con carácter provisional
hasta tanto se organizara la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, la cual de conformidad con lo
dispuesto en la Normativa sobre la Dirección, Gobierno y Administración del Poder Judicial, publicada
en Gaceta Oficial Nro. 37.014 del 15 de agosto de 2000, dio inicio a su funcionamiento el primero de
septiembre de ese mismo año, asumiendo las funciones administrativas del extinto Consejo de la
Judicatura, quedando a cargo de la vigente Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema
Judicial únicamente las funciones de orden disciplinario.

Ahora bien, dado que el presente caso fue sustanciado y decidido bajo la vigencia de la Ley
Orgánica del Consejo de la Judicatura de 1.988, y en virtud del principio de irretroactividad de la ley,
corresponde a esta Sala resolver de conformidad con las normas vigentes para el momento en que se
dictó el acto administrativo aquí discutido. Así se establece preliminarmente.
 

MOTIVACIONES PARA DECIDIR

Hechas las anteriores consideraciones, debe esta Sala decidir el recurso contencioso-
administrativo de anulación ejercido, con fundamento en los alegatos expuestos, así como en el
expediente administrativo correspondiente. Y, al efecto, observa que la accionante fundamentó su
solicitud en:

1.- Que el acto administrativo impugnado se dictó violando el contenido del artículo 6 del Código
de Enjuiciamiento Criminal, por cuanto la cuestión prejudicial referida al juicio penal abierto por las
mismas causas que el administrativo disciplinario, impedía que este último se resolviese en forma
definitiva.

2.- Que el acto impugnado adolecía del vicio de silencio de prueba, al dictarse sin examinar en
detalle las pruebas testimoniales e inspección judicial practicadas, con lo cual se violentó el contenido
de los artículos 74 de la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura y 509 del Código de Procedimiento
Civil.

Al respecto, la Sala observa que:


 

Primero: En cuanto al vicio denunciado en el primer alegato, referido a la cuestión prejudicial,


estima esta Sala que, el aspecto central del mismo, se circunscribe a establecer si ha debido el Consejo
de la Judicatura, antes de dictar decisión definitiva en el procedimiento disciplinario abierto a la Juez
María Cristina Sánchez, esperar la decisión del Juzgado Accidental Primero del Juzgado Cuarto de
Primera Instancia en lo Penal y Salvaguarda del Patrimonio Público de la Circunscripción Judicial del
Estado Zulia; o podía pronunciarse independientemente de la decisión que emanaría de la jurisdicción
penal.

En este sentido, adujo la accionante, que el Consejo de la Judicatura, en acatamiento a lo


establecido en el artículo 6 del Código de Enjuiciamiento Criminal, debió antes de dictar la decisión en
el procedimiento disciplinario, esperar a que se decidiera el procedimiento penal, pues, a su entender,
resultaba evidente la influencia de éste en aquél, ya que los fundamentos fácticos sobre los cuales versó
el procedimiento disciplinario –y naturalmente la decisión impugnada- fueron consecuencia directa de
los actos investigados en la causa penal.

Ahora bien, el juicio penal al cual se refiere la accionante, que finalmente fue decidido
definitivamente por sentencia de fecha 28 de junio de 1999, dictada por el Tribunal Superior de
Salvaguarda del Patrimonio Público, en el cual se tramitó todo lo relacionado con la comisión o
presunta comisión del delito de peculado doloso propio. En esta causa, quedó absuelta la accionante y
como consecuencia de ello, la acción civil intentada en su contra se declaró sin lugar.

De lo anterior queda establecido, conforme lo señala el texto de la sentencia penal dictada, que la
accionante María Cristina Sánchez quedó exonerada tanto de la responsabilidad penal como de la civil
por los hechos que dieron origen a la investigación disciplinaria.

En este sentido, debe precisar entonces esta Sala si –tal como fue alegado– la responsabilidad
disciplinaria se encuentra vinculada a la penal, de tal forma que no pueda ser declarada sin antes
conocerse el destino dado a la penal.

Al respecto, la jurisprudencia de esta Sala, ha establecido que:


“...[E]ste máximo Tribunal a reconocido que la administración cuenta con potestades o
poderes propios que le permiten mantener el orden interno y la disciplina dentro de su
organización interna. Así, cuando un funcionario efectúe actos que puedan poner en
peligro la buena marcha de las labores para las cuales la administración es competente
esta podrá sancionarlo independientemente de que esos mismos hechos originen para el
funcionario determinadas responsabilidades de tipo penal o, incluso administrativa
...omissis...

[E]l ejercicio de la potestad disciplinaria es totalmente independiente del poder punitivo


en general con que cuenta el Estado, el cual adicionalmente, no deriva de este poder
estatal, sino que por el contrario, tiene su origen y régimen jurídico propios...”.
(Sentencia del 11.8.99).
 
Mas recientemente, en sentencia publicada el 19.5.04, esta Sala Político-Administrativa determinó
que:

“...[L]os funcionarios al servicio del estado están sujetos a responsabilidad civil, penal,
administrativa y disciplinaria, siendo independientes estos diversos tipos de
responsabilidades.
Así en el presente caso, el proceso penal estaba destinado a determinar la posible
realización por parte de la recurrente de uno de los delitos previstos en la Ley Orgánica
de Salvaguarda del Patrimonio Público, que dada la naturaleza de los hechos
denunciados por la Juez Octavo Agrario de la Circunscripción Judicial del estado Zulia,
según se evidencia a los folios 148 al 151 del expediente judicial, SE HABLA del delito
contemplado en el artículo 74 de la mencionada Ley
...omissis

Mientras que el procedimiento disciplinario seguido en contra de la recurrente, estaba


destinado a determinar si la misma había incurrido en la falta que se prevé en el “literal
del D” del artículo 43 del Estatuto del personal judicial
...omissis...
[S]egún se evidencia de las transcripciones anteriores, las normas citadas así como las
averiguaciones penal y disciplinaria que se siguieron contra la funcionaria, estaban
dirigidas a la verificación de conductas diferentes, por lo que el hecho de que no se haya
considerado comprobado el ilícito de salvaguarda que se investigaba en relación con los
reposos presentados por Alida Magalis Sánchez, no significa que ésta no haya incurrido
en la causal con base en la cual se dictó su destitución”
 

De otra parte, dispone el artículo 40 de la Ley de Carrera Judicial (normativa aplicada en el caso
de autos):

“[S]in perjuicio de las responsabilidades penal y civil a que hubiere lugar, los jueces
serán destituidos de sus cargos, previo el debido proceso, por las causas siguientes:..”
 
De todo lo expuesto, se colige que:

1) 1)                       La responsabilidad disciplinaria es autónoma, esto es, independientes de la


penal, civil y administrativa;

2) 2)                       Que cada una de estas responsabilidades atienden a la revisión de conductas


diferentes.

3) 3)                       Que, por lo tanto, el esquema normativo que se ha diseñado para regularlas,
también es distinto.

De allí, que el establecimiento de la responsabilidad sancionatoria, aunque para ello se


examinen los mismos hechos, no se encuentra en el hecho en sí mismo, sino en el impacto que
éstos han podido tener en la evaluación que cada órgano competente hace de éstas
responsabilidades. Con ello, se pretende proteger bienes jurídicos distintos. Cabe aquí la cita
que, a su vez hace Alejandro Nieto, de Sebastián Martín Retortillo al expresar: “En los casos que
ahora consideramos confluyen, pueden confluir, medidas sancionadoras administrativas y penales
en relación con unos mismos hechos; ahora bien, tales medidas operan desde diferentes perspectivas.
Ambas reacciones represivas derivan de planos distintos, y distinto es además su fundamento. No
hay coincidencia entre el tipo definido por la ley como infracción administrativa y el tipo penal
(T.R.Fernández)”. (NIETO, Alejandro. “Derecho Administrativo Sancionatorio”, 3ra. Edición
Ampliada, año 1993, pág.436.)

Cónsono con lo expuesto, no queda agotado entonces el examen de la conducta de un Juez, si éste
es relevado de la responsabilidad penal o civil, o incluso administrativa, pues las pautas de su actuación
en el ámbito disciplinario son otras.

Por ello, las causales para proceder a su destitución que se encuentran taxativamente previstas en
el citado artículo, no siempre están vinculadas con el aspecto penal surgido con motivo de los mismos
hechos, antes bien, si la norma en comento prescribe claramente que la responsabilidad disciplinaria
debe establecerse “sin perjuicio de la responsabilidad penal y civil” es porque el Legislador ha
pretendido deslindar de plano el marco disciplinario al cual se circunscribe la conducta del juez en el
ejercicio de sus funciones, del ámbito penal y civil al cual también se encuentra sometido como
ciudadano.

  Ello sin embargo, admite excepciones que el ordenamiento legal ha dispuesto, y estas son las
referidas a las sanciones disciplinarias que se producen precisamente por la ocurrencia de una
declaratoria de responsabilidad penal. En efecto, en el repertorio de las sanciones disciplinarias se
encuentran aquellas que sólo se activan si media una sentencia penal firme en contra del funcionario en
cuestión, con lo cual resulta impretermitible aquel pronunciamiento por cuanto es la esencia de la
sanción.

Constituye pues, la excepción de la regla que postula la pertinencia de la determinación de la


responsabilidad disciplinaria sin que se le condicione al dictamen producido o por producirse en la
jurisdicción penal. Así se declara.

En el caso que nos ocupa, ha señalado la accionante que la decisión de destitución en su contra se
encontraba viciada de ilegalidad por violación del artículo 6 del Código de Enjuiciamiento Criminal, el
cual se refiere a la prejudicialidad de la acción penal frente a la civil. Ahora bien, no obstante que la
accionante se ha referido a la responsabilidad civil, confundiéndola con la responsabilidad disciplinaria
que fuera objeto del procedimiento que arribó con la decisión cuestionada, entiende esta Sala, que su
pretensión esta relacionada con la responsabilidad disciplinaria y en esos términos lo ha decidido.

Por ello, lo alegado ha quedado desvirtuado por los razonamientos expuestos, en virtud de la
declaratoria que se ha hecho respecto del carácter autónomo que generalmente tiene la responsabilidad
disciplinaria; con fundamento en ello, esta Sala, considera que el Tribunal Disciplinario del Consejo de
la Judicatura al pronunciarse acerca de la responsabilidad disciplinaria de María Cristina Sánchez no
violentó el artículo 6 del Código de Enjuiciamiento Criminal, pues lo hizo conforme a lo dispuesto en el
artículo 40 de la Ley de Carrera Judicial. Así se declara.

Segundo: En cuanto a la solicitud de nulidad del acto de destitución acusándolo del vicio de
silencio de prueba, alegó la accionante que el fallo cuestionado se encuentra viciado al no cumplir con
la obligación establecida en el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil, pues no se examinó
exhaustivamente las testimoniales producidas así como la inspección judicial.

El texto de la decisión impugnada, mediante la cual el Tribunal Disciplinario del Consejo de la


Judicatura destituyó a la Juez Provisoria María Cristina Sánchez, del cargo de Juez Provisorio del
Juzgado Tercero de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, expresa lo siguiente:

“Ahora bien, este Juzgado observa, que de acuerdo con las probanzas que obran en
autos, ha quedado determinado que en fecha 24 de junio de 1992, la Juez Temporal
Beatriz Bastidas de Paredes, levantó Acta relacionada con los hechos, decidiendo
proponer la denuncia ante los Tribunales penales, como lo hiciera y es el 25 de junio de
1992, cuando la Juez Provisorio María Cristina Sánchez de Castillo sostiene
conversación telefónica con la Magistrado Sofía Cardot de Briceño, no existiendo en el
expediente denuncia alguna de la Juez Provisorio, sometida a procedimiento
disciplinario en contra de la Juez Temporal Beatriz Bastidas de Paredes, por lo que se
desecha el argumento esgrimido por la apoderada de la Juez acusada, aún cuando a
criterio de quien aquí juzga, resulte irrelevante que el procedimiento se hubiere iniciado
de oficio, por denuncia de la Juez, investigada o de la Juez encargada del tribunal en su
carácter de Temporal, ante el cúmulo de irregularidades detectadas a lo largo del
proceso.
Igualmente se desecha lo alegado por la Abogado Zimaray Meléndez de Gotera, al
actuar como apoderada especial de la Juez encausada, en el sentido de que sólo la
desconfianza de su representada, quien mantenía una actitud vigilante ante el trabajo
realizado por el ciudadano NERIO FLORES en la Contraloría del Tribunal,
permitieron la averiguación de la verdad en el presente caso con base en el aforismo
jurídico: “A confesión de parte, relevo de pruebas” toda vez que, tal como se dejara
asentado supra, la Juez encausada manifestó ante la Inspectora de Tribunales, como
consta en el Informe presentado al efecto, que su confianza hacia Nerio Flores era
plena, al punto de dejarle la chequera firmada en blanco; que el mismo le guardó las
prendas de su madre y de sus hijas en la caja fuerte de su padre, así como que firmó
triplicado en blanco para que le gestionara el traspaso de su vehículo.
Por otra parte, si bien es cierto que la sustracción del objeto cambiario, al que venimos
haciendo referencia, ocurrió durante la actuación de la Juez Temporal Beatriz Bastidas
de Paredes, de autos no se desprende elemento alguno que pueda hacer presumir, ni
mucho menos probar alguna implicación de su persona en los hechos; por el contrario,
al actuar como lo hizo, denunciado ante las autoridades competentes, pudo
comprobarse la comisión de irregularidades, que en forma continuada venían
cometiéndose en el Tribunal investigado, determinándose la sustracción de más de
treinta millones de bolívares, que se encontraban bajo custodia en el Tribunal Tercero
de Menores...
Los planteamientos esgrimidos, son apreciados de conformidad con lo establecido en el
Artículo 429, del Código de Procedimiento Civil, por fomar parte integrante del Informe
levantado por la Inspectora de Tribunales Elina Marcano de Zabala, en ocasión de la
práctica de Inspección Especial en el Tribunal Investigado, considerado como
instrumento público y hacen prueba de las manipulaciones que se pretendían efectuar
para tergiversar los hechos, encubriendo el esclarecimiento de la verdad, que de
acuerdo a lo dispuesto en el Artículo 12, ejusdem, debe ser el fin perseguido por los
Jueces lo cual atenta contra la responsabilidad del Poder Judicial y constituye causal
de destitución, de acuerdo con lo pautado en el Artículo 44, numeral 2, de la Ley de
Carrera Judicial...
Ahora bien, de autos se desprenden numerosas irregularidades, que analizaremos de
seguidas, así como de hechos que podrían constituir delitos, cuyo conocimiento y demás
acciones corresponderá conocer tanto a al Fiscalía General de la República, como a los
Tribunales competentes...
Tales hechos se encuentran comprobados y en el Anexo “2” observamos:
Al folio 34 de la copia certificada del Expediente N° 16213, del Tribunal Tercero de
Menores, de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, Oficio N° 3330, de fecha 6 de
septiembre de 1990, dirigido al ciudadano Gerente del Banco Occidental de Descuento
(Maracaibo), suscrito por la Juez Temporal del mencionado reza al texto: “Participo a
Usted que este Tribunal por resolución de esta misma fecha, ordenó oficiarles a objeto
de solicitarles un DEPOSITO de QUINIENTOS MIL BOLIVARES (Bs. 500.000,oo) en
un PLAZO FIJO de noventa (90) días. De la misma manera se les solicita Apertura de
una Cuenta de Ahorros para depositar los intereses que devengue el certificado de
Plazo Fijo, a nombre del menor FEDERICO J. BOCCHECIAMPE PEREZ. En
consecuencia se le agradece impartir instrucciones para el cabal cumplimiento de la
presente resolución...”
Y al folio 37, dela misma copia certificada del Expediente N° 16213, contenido en el
Anexo “2” del expediente disciplinario, aparece Oficio N° 4102, fechado en Maracaibo
13 de agosto de 1991, suscrito por la Dra. MARIA CRISTINA SÁNCHEZ DE
CASTILLO y dirigido al ciudadano Gerente de la Entidad Bancaria antes señalada, con
el siguiente tenor: “Participo a Ud., que este Tribunal por resolución de esta misma
fecha ordenó oficiarle a objeto de que se sirvan ACTUALIZAR y CANCELAR, las
cuentas de ahorros 1101-1004-4/ 1101-10532-2/ 1101-09782-6/ 1101-10307-9/ 1101-
10261-7/ aperturadas erróneamente por este Tribunal a nombre de los menores:
Boccheciampe, Serrano, Borjas, Bracho, Azócar y Córdova respectivamente, siendo
reales beneficiarios los menores Barrios y en virtud de que los mismos han alcanzado su
mayoría de edad es por lo que Ud., debe proceder a elaborar DOS CHEQUES DE
GERENCIA, uno a nombre del ciudadano ORLANDO BARRIOS y el otro a nombre de
la ciudadana ELSIDA MARIA BARRIOS, dichos cheques deberán ser por montos
iguales y llevar la leyenda “NO ENDOSABLES”.
Una vez realizada la antes referida operación sirvan enviar a este despacho constancia
de haber efectuado la misma. En consecuencia se le agradece impartir las instrucciones
conducentes para el cabal cumplimiento de la presente resolución. DIOS y
FEDERACIÓN. DRA. MARIA CRISTINA SÁNCHEZ DE CASTILLO JUEZ TERCERO
DE MENORES (PROVISORIO) FDO. ILEGIBLE Y Sello del Tribunal...”
Y al folio 38, aparece respuesta del Banco, relacionando lo pedido por la Juez y
verificando la operación ordenada.
Los elementos señalados, son apreciados por el Juzgador, de conformidad con lo
establecido en el Artículo 429, del Código de Procedimiento Civil, por estar contenidos
en instrumentos públicos y hacen prueba de las manipulaciones efectuadas en las
cuentas bancarias en perjuicio de los menores beneficiarios; lo cual, a criterio de este
Juzgador, constituye grave falta disciplinaria, como lo es el abuso de autoridad, toda
vez que ha quedado plenamente comprobado, que la Juez sometida a procedimiento
disciplinario se atribuyó funciones que la Ley no le confiere.
La misión de un Juez de Menores, es velar por la seguridad y el bienestar del
menor, tutelar sus intereses, tal como lo establece el Artículo 1° de la Ley Tutelar de
Menores, por lo que, con su actuación, la Juez acusada, no sólo incurrió en la falta
disciplinaria descrita, contemplada en el numeral 12, del Artículo 44 de la Ley de
Carrera Judicial, sino que violó flagrantemente las normas legales de protección al
menor, futuro de nuestro país, esperanza de nuestros pueblos.
No cabe aceptar como una eximente de responsabilidad, la falta de
conocimientos contables aducida por la apoderada de la Juez encausada, como
tampoco la excepción opuesta en el sentido de que las cuentas eran llevadas por un
contador y revisadas por un auditor que le decía que “todo estaba bien”, toda vez que
ha quedado plenamente comprobado en los autos que las órdenes para efectuar las
transacciones bancarias emanaban de la misma Juez.
b) Por otra parte, también se encuentra comprobado en los autos, que a través
de las investigaciones practicadas pudo localizarse en la caja fuerte, varios cheques que
perdieron su vigencia por no haber sido depositados en su oportunidad en las cuentas
de los beneficiarios; la existencia de libretas de ahorro “forjadas”, lo que hace
presumir la posible participación de empleados de entidades bancarias, por lo que se
hace necesaria la intervención de la Fiscalía General de la República, a los fines del
esclarecimiento de los hechos; así como la falta de soportes en la realización de las
transacciones realizadas con los diferentes expedientes, cursantes por ante el Juzgado
Tercero de Menores del Estado Zulia, al punto para realizar Auditoría Contable en el
mismo, se hizo necesario informar a través de los medios de comunicación social, al
público usuario, para que efectuaran las denuncias pertinentes, lográndose determinar
un faltante que supera los TREINTA MILLONES DE BOLIVARES (Bs. 30.000.000,oo),
tal como se desprende del Informe relacionado con la Auditoría Contable practicada,
contenida en la pieza N° 3 del Expediente y apreciada de conformidad con lo
establecido en el Artículo 429 del Código de Procedimiento Civil y hace prueba de las
irregularidades detectadas, entre las cuales podemos señalar:
- -                    Depósitos no procesados ante las oficinas bancarias.
- -                    Cuentas de Ahorros abiertas en bloque, su cancelación y apertura de
otras cuentas con los mismos fondos y a nombre de otros beneficiarios.
- -                    Rotación entre diversos bancos, de bienes y valores consignados, sin
dejar constancia en los expedientes respectivos.
- -                    Planillas de Depósitos a los que se le agregaba a la convalidación
bancaria, montos que no corresponderían a los depósitos efectuados.
- -                    Libretas forjadas, con consignaciones no registradas en expedientes.
- -                    Existencia de una cuenta corriente en el Banco Latino para debitar
cheque devueltos al Tribunal.
- -                    Cancelación a solicitud del beneficiario del monto de la consignación
efectuada en el Expediente N° 16976, cuyos intereses fueron cancelados con cargo a
una cuenta particular del Banco Progreso.
Ahora bien, del estudio minucioso de los autos pudo comprobarse la realización de
transacciones bancarias, en detrimento de los haberes de los menores beneficiarios. Así
se observa, que se aperturaban cuentas particulares; luego, las mismas eran
canceladas, abriéndose cuentas globales, todo lo cual constituye a juicio de este
Tribunal el “modus operandi” utilizado para la sustracción de las cantidades líquidas y
exigibles colocadas en el Tribunal para su custodia, lo cual atenta contra la
respetabilidad del Poder Judicial y es causal Destitución, de acuerdo a lo pautado en el
Artículo 44, numeral 2, de la Ley de Carrera Judicial. Hechos que no sólo constituyen
faltas disciplinarias, sino que están tipificados como delitos, cuya competencia para
decidir es de orden Jurisdiccional y corresponde a los Tribunales competentes de la
República y no a este Consejo de la Judicatura, como órgano administrativo.
En este sentido, cabe señalar que resulta de imperativo cumplimiento para los Jueces, el
acatar las normas acerca de las consignaciones y administración de los bienes
colocados en custodia en los diferentes Tribunales de la República. No existe norma
alguna que les permita ejecutar negociaciones que puedan ocasionar un perjuicio a los
particulares, lo contrario pone en tela de juicio al Poder Judicial y hace perder la
confiabilidad en las Instituciones del Estado, de allí que actos como los analizados
deben ser erradicados, en aras de una mejor administración de justicia que tienda a la
paz y seguridad social...
 
Este Juzgador observa, de conformidad con lo establecido en el artículo 508 del Código
de Procedimiento Civil, que toda la autonomía que pretende darse al Departamento de
Contraloría Interna del Tribunal, resulta inaceptable con una eximente de
responsabilidad para la juez investigada. Aún cuando en dicho Departamento se
manejara lo relacionado con los ingresos y egresos de cantidades de dinero, el Juez
está dotado de autoridad suficiente para aceptar o rechazar las transacciones que
considere, no se ajustan a las normas legalmente establecidas.
La parte contable de los Tribunales, está íntimamente ligada a cada juicio, al punto que
en múltiples casos, su inexistencia implica la inexistencia del expediente mismo, del
juicio mismo.
El Juez, como director del Tribunal, debe velar por el fiel cumplimiento de las leyes, en
todos sus aspectos. Las máximas de experiencia nos enseñan acerca de la
administración de nuestros haberes.
La rectitud en el desempeño de un cargo como el de Juez de Menores, quien debe
tutelar los intereses de los menores de edad puestas bajo su custodia, resulta argumento
suficiente para actuar manteniendo en alto el nombre del Poder Judicial y en el
presente caso, está probada la violencia de normas, con actos positivos y voluntarios,
de allí que se deseche la velada eximente de responsabilidad. Y así se declara...
Y existiendo en los autos, plurales, fundadas y concordantes pruebas de las faltas
disciplinarias cometidas por la Dra. María Cristina Sánchez de Castillo, las cuales
encuadran dentro de las previsiones contenidas en los numerales 2 y 12 del artículo 44,
de la Ley de Carrera Judicial, se hace procedente y ajustado a derecho aplicar sanción
de DESTITUCIÓN...”.
 
Al analizar el alegato de silencio de pruebas, observa esta Sala Accidental, que la denunciante
destacó que el Tribunal disciplinario del Consejo de la Judicatura violentó el artículo 74 de la Ley
Orgánica del Consejo de la Judicatura así como el 509 del Código de Procedimiento Civil, al incurrir en
silencio de pruebas relativo, el cual se produce cuando “el juzgador si bien menciona la prueba, o hace
que la valora, no la examina adecuadamente”.

Agregó que el acto administrativo impugnado no examinó exhaustivamente las testimoniales de


los ciudadanos Marina Delgado Carruyo, Margelis Guevara, Aurora Coronado, Claritza Planchard de
Carruyo y Alba Chacín.

Y que lo propio hizo respecto de la inspección judicial practicada en el tribunal a su cargo, por el
Juzgado Primero de Distrito del Municipio Maracaibo del Estado Zulia.

Específicamente, expresó que en cuanto a las testimoniales referidas, si bien es cierto que el
órgano administrativo “mencionó estas declaraciones, e incluso hizo referencia marginal a algunos
particulares, no examinó la mayoría de las deposiciones hechas por los testigos, lo que produce un
análisis incompleto de tan importantes pruebas, afectando gravemente las razones o motivos de hecho
que sirvieron de base al acto impugnado”

Al respecto estima esta Sala, por un lado, que no se desprende de la argumentación de la


accionante, elemento alguno que permita establecer con precisión en qué forma el Consejo de la
Judicatura violentó la normativa citada.

Igualmente, por lo que a la inspección judicial se refiere expone la solicitante que en el acto
impugnado se hizo un “examen marginal” de esta prueba “dejando de examinar particulares
indispensables para un mejor esclarecimiento de los hechos imputados”.

A pesar de esta aseveración, considera la Sala que la accionante en este aspecto tampoco señaló a
qué particulares se refería al acusar al acto de destitución de silencio de pruebas, con lo cual se limita la
labor de esta Sala para comprobar el vicio denunciado.
Como se ha expuesto, la accionante alegó viciado el acto transcrito por violación del artículo 509
del Código de Enjuiciamiento Criminal, por ello es pertinente pasar a revisar entorno al contenido de
dicha norma, cuyo texto indica:

"Artículo 509.- Los Jueces deben analizar y juzgar todas cuantas pruebas se hayan
producido, aun aquellas que a su juicio no fueren idóneas para ofrecer algún elemento
de convicción, expresándose siempre cuál sea el criterio del Juez respecto de ellas".
 
En cuanto al alcance de esta disposición la Sala ha expuesto que:
 
“Con la referida disposición legal lo que se persigue es reprimir el denominado vicio de
silencio de prueba, el cual se configura no sólo cuando el juzgador omite la
consideración de la prueba, al extremo de no mencionarla en la narrativa del fallo, sino
también cuando mencionándola, se abstiene de apreciarla y de asignarle el mérito que
le corresponde a su juicio, pues es inadmisible que el juez la silencie y deje a la parte
promovente en la incertidumbre acerca del resultado del medio probatorio empleado en
el proceso.” (sentencia N° 0195, del 23.03.04)
 
En este sentido ha sostenido también que:

“En efecto, la obligación del Juez de analizar todos los elementos probatorios cursantes
en autos, de conformidad con lo establecido en el artículo 509 del Código de
Procedimiento Civil, en ningún momento puede interpretarse como una obligación de
apreciación en uno u otro sentido; es decir, el hecho de que el Juez le de un sentido
determinado a los medios probatorios para llegar a una conclusión tendente a la
resolución final del asunto debatido, no puede ser considerado como un silencio de
prueba, en la medida en que ese sentido resultado del análisis jurídico del Juez se
aparte de la posición de alguna de las partes; muy por el contrario, sólo podrá hablarse
de silencio de pruebas, cuando el Juez en su decisión, ignore por completo, sin atribuir
sentido o peso específico de ningún tipo, algún medio de prueba cursante en los autos y
que quede demostrado que dicho medio probatorio podría afectar el resultado del
juicio.(Sentencia N° 01623 del 22.10.03)
 
Por otra parte, se evidencia de los párrafos que se transcribieron anteriormente del texto del acto
impugnado, que el examen del órgano administrativo disciplinario fue prolijo en los detalles aportados
para la conclusión a la cual arribó. Distinto a lo expuesto por la accionante, el texto de la decisión
impugnada revela una elaboración analítica y profusa de los hechos que según su apreciación fueron
sometidos al examen y conforme al procedimiento previsto, en esa sede administrativa.
Precisado entonces que, el Consejo de la Judicatura realizó un examen exhaustivo de los hechos y
pruebas que le permitieron establecer la responsabilidad disciplinaria de la accionante, otorgándole
valor a todas las pruebas recogidas con motivo del caso, lo que arrojó un resultado producto de la
apreciación que de ellos hizo, resulta evidente que se ajustó al contenido de la norma citada. Por ello,
esta Sala estima infundado el argumento de silencio de pruebas alegado. Así se declara.

3.- Ha dejado claramente establecido esta Sala que el acto cuya nulidad se ha solicitado no
incurrió en ninguno de los defectos alegados por la accionante, a saber el vicio de prejudicialidad y
silencio de pruebas, lo cual por sí solo bastaría para considerar que el acto destitutorio se dictó
conforme a derecho; sin embargo, se observa que la denunciante ha sostenido que el silencio de pruebas
en que dice incurrió el acto impugnado ha afectado “gravemente las razones o motivos de hecho que
sirvieron de base al acto impugnado”, de lo cual se infiere que la acusación estaba dirigida también a
cuestionar los fundamentos fácticos del mismo, y que, por tanto, pretende se considere inmotivado, en
virtud de lo cual, pasa a realizar las siguientes precisiones;

Observa la Sala que en el acto recurrido el órgano administrativo al examinar los hechos recurre a
señalamientos que tales como:

“...La Juez Provisoria María C. Sánchez de Castillo, manifestó ante la Inspectoría de


Tribunales actuante, entre otras cosas: “...quiero dejar constancia que mi confianza
hacia él, refiere la Juez a NERIO FLORES, era plena al punto de que cuando me fui a
operar en fecha reciente le dejé mi chequera personal firmada en blanco subrayado
nuestro (sic), para que una vez recibido mi sueldo en el Tribunal depositara el dinero en
mi cuenta y me efectuara mis pagos mensuales, aún más en la caja fuerte de su padre
(según él me dijo), reposan las prendas de mi madre y de mis hijas dado que él se
ofreció a guardármelas cuando me mudé y trataron de robar en mi casa. Así mismo
quiero dejar expresa constancia de que en una oportunidad le firmé por triplicado en
blanco, subrayado nuestro (sic), para que me gestionara el traspaso de mi carro con el
fín de tramitar las placas oficiales ante el Consejo...” (Folios 188 y 189, pieza N° 5 del
exp. advo.)
 
“...Igualmente se desecha lo alegado por la abogado Zimaray Meléndez de Gotera, al
actuar como apoderada especial de la Juez encausada, en el sentido de que sólo la
desconfianza de su representada, quien mantenía una actitud vigilante ante el trabajo
realizado por el ciudadano NERIO FLORES en la Contraloría del Tribunal, permitieron
la averiguación de la verdad en el presente caso, con base en el aforismo jurídico: A
confesión de parte, relevo de pruebas” toda vez que, tal como se dejara asentado supra,
la Juez encausada manifestó ante la Inspectoría de Tribunales, como consta en el
Informe presentado al efecto, que su confianza hacia Nerio Flores era plena, al punto de
dejarle la chequera firmada en blanco; que el mismo le guardó las prendas de su madre
y de sus hijas en la caja fuerte de su padre, así como que firmó triplicado en blanco
para que le gestionara el traspaso de su vehículo...” (Folios 190 y 191,
pieza N° 5 del exp. advo.)
 
“...Los planteamientos esgrimidos, son apreciados de conformidad con lo establecido
en el artículo 429, del Código de Procedimiento Civil, por formar parte integrante del
informe levantado por la Inspectora de Tribunales Elina Marcano de Zabala, en ocasión
de la práctica de Inspección Especial en el Tribunal Investigado, considerado como
instrumento público y hacen prueba de las manipulaciones que se pretendían efectuar
para tergiversar los hechos, encubriendo el esclarecimiento de la verdad que de
acuerdo con lo dispuesto en el Artículo 12, ejusdem, debe ser el fín perseguido por los
Jueces, lo cual atenta contra la respetabilidad del Poder Judicial y constituye causal de
destitución, de acuerdo con lo pautado en el Artículo 44, numeral 2, de la Ley de
Carrera Judicial” (Folio 193, pieza N° 5 del exp. advo.)

En este sentido se observa que para los registros, control y administración de los
haberes puestos en custodia en los diferentes Tribunales de la República, este
Organismo, a través de la Contraloría Interna, dota de instructivos a los Jueces, para el
registro y control de las consignaciones.
Por otra parte, el Artículo 540 del Código de Procedimiento Civil, al hablar acerca del
depósito de bienes embargados, que podría aplicarse por analogía según lo establecido
en nuestro Código Civil, Señala:
“Salvo lo que dispongan en contrario la Ley de Depósitos Judiciales u otras leyes
especiales, las cantidades de dinero embargadas y las que produzcan los bienes sobre
los cuales se lleve a cabo la ejecución se depositarán siempre en una cuenta que al
efecto mantendrá el Tribunal en un Banco de la localidad. A tal efecto requerirán dichas
cantidades de quien las perciba. La cuenta del Tribunal se abrirá bajo la forma de una
cuenta corriente, pero si se tratare de cantidades mayores de cinco mil bolívares la
cuenta se abrirá bajo la forma de una cuenta de ahorros a nombre del ejecutante;
pero dicha cuenta no podrá ser movilizada sin la firma conjunta del Juez y el Secretario
del Tribunal. Los intereses que puedan producir las cantidades de dinero depositadas
pertenecerán a la parte que en derecho le corresponda. En caso de muerte del titular de
la cuenta del Banco depositario de ella hará entrega al Tribunal de la cantidad
depositada con sus intereses. La cuenta corriente del Tribunal se movilizará con la
firma conjunta del Juez y el Secretario Titular del Tribunal. El Tribunal llevará al día
un libro que demuestre claramente el estado de los depósitos con especificación del
juicio que los ha causado, con el nombre de las partes y el número del
expediente”(Subrayado del Tribunal Disciplinario). (Folios 194 y 195, pieza N° 5 del
exp. advo.)

“...Y al folio 37, de la misma copia certificada del Expediente N° 16213, contenido en el
Anexo “2” del expediente disciplinario, aparece Oficio N° 4102, fechado en Maracaibo
13 de agosto de 1991, suscrito por la Dra. MARIA CRISTINA SÁNCHEZ DE
CASTILLO y dirigido al ciudadano Gerente de la Entidad Bancaria antes señalada,
con el siguiente tenor: “Participo a Ud., que este Tribunal por resolución de esta
misma fecha ordenó oficiarle a objeto de que se sirvan ACTUALIZAR y CANCELAR,
las cuentas de ahorros 1101-10044-4/ 1101-10466/ 1101-10532-2/ 1101-09782-6/
1101-10307-9/ 1101-10261-7/ aperturadas erróneamente por este Tribunal a nombre
de los menores: Boccheciampe, Serrano, Borjas, Bracho, Azócar y Córdova
respectivamente, siendo reales beneficiarios los menores Barrios y en virtud de que los
mismos han alcanzado su mayoría de edad es por lo que Ud., debe proceder a elaborar
DOS CHEQUES DE GERENCIA, uno a nombre del ciudadano ORLANDO
BARRIOS y el otro a nombre de la ciudadana ELSIDA MARIA BARRIOS, dichos
cheques deberán ser por montos iguales y llevar la leyenda “NO ENDOSABLES”.
Una vez realizada la antes referida operación sirva enviar a este despacho constancia
de haber efectuado la misma. En consecuencia se le agradece impartir las
instrucciones conducentes para el cabal cumplimiento de la presente resolución.
DIOS Y FEDERACION. DRA. MARIA CRISTINA SÁNCHEZ DE CASTILLO
JUEZ TERCERO DE MENORES (PROVOSIRIO) FDO. ILEGIBLE Y Sello del
Tribunal...”
Y al folio 38, aparece respuesta del Banco, relacionando lo pedido por la Juez y
verificando la operación ordenada.
Los elementos señalados, son apreciados por el Juzgador, de conformidad con lo
establecido en el Artículo 429, del Código de Procedimiento Civil, por estar contenidos
en instrumentos públicos y hacen prueba de las manipulaciones efectuadas en las
cuentas bancarias en prejuicio de los menores beneficiarios; lo cual, a criterio de este
Juzgador, constituye grave falta disciplinaria, como lo es el abuso de autoridad, toda
vez que ha quedado plenamente comprobado, que la Juez sometida a procedimiento
disciplinario se atribuyó funciones que la ley no le confiere...” (Folios 197 y 198 pieza
N° 5 del exp. advo.)

“...b) Por otra parte, también se encuentra comprobado en los autos, que a través de
las investigaciones practicadas pudo localizarse en la caja fuerte, varios cheques que
perdieron su vigencia por no haber sido depositados en su oportunidad en las cuentas
de los beneficiarios; la existencia de libretas de ahorro “forjadas”, lo que hace
presumir la posible participación de empleados de entidades bancarias, por lo que se
hace necesaria la intervención de la Fiscalía General de la República, a los fines del
esclarecimiento de los hechos; así como la falta de soportes en la realización de las
transacciones relacionadas con los diferentes expedientes, cursantes por ante el
Juzgado Tercero de Menores del Estado Zulia, al punto que para realizar Auditoria
Contable en el mismo, se hizo necesario informar a través de los medios de
comunicación social, al público usuario, para que efectuaran las denuncias pertinentes,
lográndose determinar un faltante que supera a los TREINTA MILLONES DE
BOLIVARES (Bs. 30.000.000,oo), tal como se desprende del Informe relacionado con la
Auditoria Contable practicada, contenida en la Pieza N° 3 del Expediente y que se hace
parte integrante de este fallo, la cual es apreciada de conformidad establecido en el
Artículo 429 del Código de Procedimiento Civil y hace prueba de las irregularidades
detectadas, entre las cuales podemos señalar:
-Depósitos no procesados entre las oficinas bancarias.
-Cuentas de ahorros abiertas en bloque, su cancelación y apertura de tras
cuentas con los mismos fondos y a nombre de otros beneficiarios.
-Rotación entre diversos bancos, de bienes y valores consignados, sin dejar
constancia en los expedientes respectivos.
-Planillas de Depósitos a los que se le agregaba a la convalidación bancaria,
montos que no correspondían a los depósitos efectuados.
-Libretas forjadas, con consignaciones no registradas en expedientes.
-Existencia de una cuenta corriente en el Banco Latino para debitar cheques
devueltos al Tribunal.
-Cancelación a solicitud del beneficiario del monto de la consignación efectuada
en el Expediente N° 16976, cuyos intereses fueron cancelados con cargo a una cuenta
particular del Banco Progreso.
Ahora bien, del estudio minucioso de los autos pudo comprobarse la realización de
transacciones bancarias, en detrimento de los haberes de los menores beneficiarios. Así
se observa, que se aperturaban cuentas particulares; luego, las mismas eran
canceladas, abriéndose cuentas globales, todo lo cual constituye a juicio de este
Tribunal el “modus operandi” utilizado para la sustracción de las cantidades líquidas y
exigibles colocadas en el Tribunal para su custodia, lo cual atenta contra la
respetabilidad del Poder Judicial y es causal de Destitución, de acuerdo con lo pautado
en el Artículo 44, numeral 2, de la Ley de Carrera Judicial. Hechos que no sólo
constituyen faltas disciplinarias, sino que están tipificados como delitos, cuya
competencia para decidir es de orden jurisdiccional y corresponde a los Tribunales
competentes de la República y no a este Consejo de la Judicatura, como órgano
administrativo.
En este sentido, cabe señalar que resulta de imperativo cumplimiento para los Jueces, el
acatar las normas acerca de las consignaciones y administración de los bienes clocados
en custodia en os diferentes Tribunales de la República. No existe norma alguna que les
permita efectuar negociaciones que puedan ocasionar un perjuicio a los particulares, lo
contrario pone en tela de juicio al Poder Judicial y hace perder la confiabilidad en las
Instituciones del Estado, de allí que actos como los analizados deben ser erradicados,
en aras de una mejor administración de justicia que tienda a la paz y seguridad
social...”
(Folios 199 al 201, pieza N° 5 del exp. advo.)

“...En el mismo sentido, se observa, que del Informe levantado en ocasión de la


práctica de la Auditoría Contable en el Tribunal a cargo de la Juez María Cristina
Sánchez de Castillo, valorado de conformidad con lo pautado en el Artículo 429 del
Código de Procedimiento Civil, se desprende un cúmulo de irregularidades
debidamente comprobadas...
...las observaciones de la mencionada Juez, tales como: la falta de registro de las
operaciones efectuadas en los diferentes expedientes, en Libros que se ordena llevar en
los Tribunales; la falta de comprobantes en los expedientes y el faltante de alrededor de
CINCUENTA MILLONES DE BOLIVARES (Bs. 50.000.000,oo) que denuncian los
representantes de los afectados, unidos en el “Comité de Madres Estafadas del Tribunal
III de Menores”, quienes exigen indemnización, tal como se desprende del escrito
contenido a los folios 167 y 168, de la Pieza N° 5, relacionado en la Parte Narrativa de
este fallo...”
...omissis...
...Este elemento probatorio, que fuera relacionado en la Parte Narrativa de este fallo y
en el que se asienta como Conclusiones Finales: “...La conducta asumida por la Dra.
MARIA CRISTINA SÁNCHEZ DE CASTILLO, Juez Provisorio del Juzgado Tercero de
Menores, de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, queda encuadrado dentro de
las causales previstas en el artículo 124, ordinal 16, de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, en concordancia con el Artículo 44, ordinal 2° de la Ley de Carrera Judicial,
ya que de lo antes expuesto se desprende que dicha Juez faltó a los deberes inherentes al
cargo del cual se encuentra investida, atentando de esta forma contra la respetabilidad
del Poder Judicial...” (Folios 205 y 206 pieza N° 5 del exp. advo.)
 

Tales referencias indiscutiblemente relacionan aspectos de la conducta de la juez destituida, que la


relacionan con actuaciones que, a posteriori, fue determinado por la jurisdicción penal que ninguna
vinculación tenían con la Juez María Cristina Sánchez de Castillo, y es precisamente por ello por lo que
no se estableció su responsabilidad penal en los hechos calificados como delito.

No obstante ello, en otras consideraciones hechas en la referida decisión, por el contrario se


observa, que se encuentran exclusivamente relacionadas con el aspecto estrictamente funcionarial o
disciplinario debatido, los cuales se expresan por sí solos.

De lo expuesto en el acto de destitución de la juez María Cristina Sánchez de Castillo, se observa:


1) que consta en acta de fecha 30 de junio de 1992 (folios 25 al 28, pieza N° 1 del exp. advo)
declaración firmada por ella, la aceptación por su parte de que el buen funcionamiento del juzgado a su
cargo fue puesto en grave riesgo al proceder como lo hizo, con lo cual queda evidenciado que se
violentaron los deberes que le impone su alta investidura.

2) Que del resultado de la inspección judicial realizada en el Juzgado Tercero de Primera


Instancia de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, al arrojar las irregularidades
señaladas: permiten considerar a esta Sala que la idoneidad de la juez accionante para ejercer el cargo
de Juez Provisorio del Juzgado Tercero de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia,
efectivamente se vio seriamente cuestionada, y que devino en la sanción destitutoria que le fue impuesta
mediante el acto aquí impugnado, lo cual, debe insistir la Sala, no compromete de ningún modo otra
responsabilidad que no sea la disciplinaria, pues el cuestionamiento efectuado queda circunscrito
exclusivamente al ejercicio de sus funciones como juez, y así se declara.
De tal manera que los fundamentos fácticos en los cuales sustentó el Consejo de la Judicatura la
decisión de destitución se ajustan a los hechos que, en algunos casos, han sido reconocidos por la
accionante. Hechos que no constituyeron, tal como lo indica, faltas sancionadas penalmente, antes bien,
la juez María Cristina Sánchez, como en tantas oportunidades ha reiterado esta Sala Accidental, no se le
encontró responsable de los delitos cometidos. Sin embargo, debe esta Sala Accidental determinar que
en la decisión recurrida fundamentalmente se valoraron hechos que tienen una naturaleza disciplinaria,
y por tanto, al comprobarse que le son imputables, se produjo la sanción de destitución, así se decide.

Es por lo antes expuesto que esta Sala Accidental considera que la decisión de destitución
adoptada por el Tribunal Disciplinario del Consejo de la Judicatura, contra la Juez María Cristina
Sánchez de Castillo se encuentra ajustada a derecho al carecer de los vicios imputados en la solicitud de
nulidad. Así se decide.

DECISIÓN

En virtud de los razonamientos precedentemente expuestos, esta Sala Político-Administrativa


Accidental del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley, DECLARA:

1.- SIN LUGAR el recurso contencioso-administrativo de nulidad ejercido por la abogada


MARÍA CRISTINA SÁNCHEZ DE CASTILLO, contra el acto administrativo S/N de fecha 22 de
septiembre de 1993, emanado del extinto CONSEJO de la JUDICATURA. .

En consecuencia, se ordena anexar copia certificada de la presente decisión al expediente


administrativo de la recurrente, que reposa en la Dirección Ejecutiva de la Magistratura.

Publíquese, regístrese y comuníquese. Archívese el expediente judicial y remítase el


administrativo a la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial.

Dada, firmada y sellada, en el Salón de Despacho de la Sala Político-Administrativa Accidental


del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los once (11) días del mes de agosto de dos mil cuatro.
Años 194º de la Independencia y 145º de la Federación.
El Presidente,
LEVIS IGNACIO ZERPA
El Vicepresidente,
HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
La Conjuez ponente,
MARÍA LUISA ACUÑA LÓPEZ
La Secretaria,
ANAÍS MEJÍA CALZADILLA
Exp. N° 10701
En once (11) de agosto del año dos mil cuatro, se publicó y registró la anterior sentencia bajo el Nº
01040.
La Secretaria,
ANAIS MEJÍA CALZADILLA

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