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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS

Mecanismos de protección de la posesión en el Derecho


Sustantivo y Procesal nicaragüense vigente

Presentado por:

Br. RONALD ABDAEL LACAYO MORENO

Tutor:

Prof. Dr. Reynaldo Balladares Saballos

Managua, Nicaragua.
01 de noviembre de 2019
CARTA DE APROBACIÓN DEL TUTOR
DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN O MONOGRAFÍA

El suscrito Prof. Dr. Reynaldo Balladares Saballos, Tutor del estudiante Br. Ronald Abdael
Lacayo Moreno, carné 000010532, hace constar que la investigación titulada
“Mecanismos de protección de la posesión en el Derecho Sustantivo y Procesal
nicaragüense vigente” realizada en el segundo semestre del año 2019, tiene la aptitud,
pertinencia y calidad científica requerida como forma de culminación de estudios.

Por lo anterior y de conformidad con la Normativa Sobre las Formas de Culminación de


Estudios de la Licenciatura en Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas, autorizo a que
la referida investigación sea defendida ante un tribunal evaluador.

En la ciudad de Managua, a los 28 días de mes de Octubre del año dos mil diecinueve.

Prof. Dr. Reynaldo Balladares Saballos


Catedrático de Derecho Financiero y
Tributario Universidad Centroamericana -
UCA
DEDICATORIA

Con toda la humildad que puede emanar de mi corazón,

primeramente, se lo dedico a Dios, por haberme concedido la vida, y

permitirme concluir esta hermosa etapa universitaria, quien me ha

dado la fortaleza para seguir con mis sueños y no claudicar, por la

sabiduría y salud que me ha regalado para luchar por cada uno de

ellos, cada mañana, cada tarde, cada hora y cada día de mi vida.

De igual forma, dedico este trabajo monográfico a mis padres, Claudia

Moreno y Eradio Lacayo, quienes han sido mis pilares emocionales,

físicos y espirituales, motivándome todos los días de mi vida, y

llenándome de todo su amor, sobre todo por cultivar en mí el don de

la responsabilidad para lograr finalizar mi carrera profesional.

A mis 4 hermanos, Silvio, Eradio, Elizabeth y Claudia, por apoyarme

en cada momento, y en cada uno de mis pasos, quienes, sin sus

motivaciones, no podría haber llegado hasta aquí.

A mis tías y demás familiares, así como a mis mejores amigos, por

cada consejo, cada regaño, cada muestra de su amor, por cada aliento

que me brindan día a día, pero sobre todo por su apoyo incondicional,

y por estar siempre disponibles para mí.

A mi grupo de amigos universitarios, quienes hicieron de este camino,

algo maravilloso e inolvidable.


AGRADECIMIENTOS

Agradezco a Dios por todo lo que me ha permitido vivir y gozar, por

acompañarme todos los días de mi vida, por la salud que me regala

para seguir disfrutando de la vida y de mis anhelos, y por la sabiduría

y fortaleza concedida para poder realizar este sueño que tanto añoré

en mi infancia.

A mis padres por el apoyo que me han brindado para cumplir uno de

mis más grandes sueños, por el esfuerzo que materializan para

sacarnos a mí y a mis hermanos adelante, y, sobre todo, por

convertirme en una persona de bien que desea conquistar sus sueños

de la mano de ellos y de Dios.

A mis hermanos, tías y primos por su apoyo incondicional, y por

demostrarme la gran fe que tienen en mí.

A cada uno de mis profesores, gracias por su tiempo, por su apoyo, así

como la sabiduría que me transmitieron en el desarrollo de formación

profesional.

Y gracias a todos los que me brindaron su apoyo para ver

materializado este trabajo monográfico.


ÍNDICE
Introducción
1. Capítulo I: La Posesión pág. 1
1.1 Generalidades de la Posesión, Etimología y Definiciones pág. 1
1.1.1 Etimología de la Posesión pág. 4
1.2 Evolución y Origen de la Posesión pág. 6
1.2.1 Derecho Romano pág. 7
1.2.2 Derecho Germánico pág. 11
1.2.3 Derecho Canónico pág. 14
1.3 La Codificación Moderna pág. 16
1.4 Definiciones de la Posesión pág. 17
1.4.1 Elementos de la Posesión pág. 19
1.5 Naturaleza Jurídica de la Posesión pág. 20
1.6 La Posesión en el Código Civil Nicaragüense pág. 22
2. Capítulo II: Generalidades de los Interdictos Posesorios pág. 27
2.1 Fundamentos de la protección posesoria pág. 27
2.2 Teorías sobre la posesión pág. 29
2.2.1 Teorías Absolutas pág. 29
2.2.2 Teorías Relativas pág. 30
2.2.3 Teorías Mixtas pág. 31
2.3 Condiciones de la Protección Posesoria pág. 34
2.4 Los Interdictos Posesorios pág. 36
2.4.1 Origen y Evolución de los Interdictos Posesorios pág. 37
2.4.1.1 Antecedentes Históricos pág. 37
2.4.1.2 Origen de los Interdictos pág. 37
2.4.1.3 Institutas de Justiniano pág. 40
2.4.1.4 Clasificación de los Interdictos según Justiniano pág. 41
en las Institutas
2.4.1.5 Clasificación de los Interdictos Posesorios en Roma pág. 41
2.4.2 Definición pág. 44
2.4.3 Naturaleza pág. 47
2.4.4 Objeto de los Interdictos Posesorios pág. 48
3. Capítulo III: Análisis de las Acciones Posesorias: Interdictos pág. 51
Posesorios
3.1 Interdictos Posesorios en los Juicios Sumarios pág. 51
3.2 Legitimación en los Interdictos Posesorios pág. 53
3.3 Competencia de los Interdictos Posesorios pág. 55
3.4 Presupuestos Generales de los Interdictos Posesorios pág. 56
3.5 Clasificación de los Interdictos Posesorios pág. 57
3.5.1 Querella de Amparo o de conservación pág. 60
3.5.1.1 Presupuestos para la Querella de Amparo pág. 62
3.5.1.2 Requisitos de la Demanda de la Querella de Amparo pág. 64
3.5.1.3 Medios de Prueba pág. 65
3.5.2 Querella de Restitución pág. 66
3.5.2.1 Presupuestos para la Querella de Restitución pág. 68
3.5.2.2 Requisitos de Demanda de la Querella de pág. 69
Restablecimiento
3.5.2.3 Medios de Prueba pág. 70
3.5.3 Criterios entre la Querella de Amparo con la Querella de pág. 71
Restitución
3.5.4 Querella de Restablecimiento pág. 72
3.5.4.1 Presupuestos para la Querella de pág. 76
Restablecimiento
3.5.4.2 Requisitos de Demanda de la Querella de pág. 77
Restablecimiento
3.6 Plazo para Interponer los Interdictos Posesorio pág. 79
3.7 Daños y Perjuicios en los Interdictos Posesorios pág. 79
3.8 La cosa Juzgada en los Interdictos Posesorios pág. 81
Conclusiones pág. 85
Recomendaciones pág. 89
Referencias Bibliográficas pág. 90
OBJETIVO GENERAL:

Realizar un análisis crítico-jurídico sobre los mecanismos de protección de la


posesión adscritos en el Código Civil y Código Procesal Civil Nicaragüense.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

a) Identificar el umbral de la Posesión y de los Interdictos Posesorios en aras de


percibir su trascendencia jurídica.

b) Definir los fundamentos de la protección de la Posesión en la doctrina y el


Derecho Nicaragüense, con la finalidad de conocer su funcionalidad en la realidad
jurídica.

c) Analizar la función jurídica propia de cada uno de los mecanismos de protección


de la posesión en Nicaragua para detallar las particularidades de su proceso.
Abreviaturas:

Art: Artículo
CC: Código Civil de España
C: Código Civil de Nicaragua
CPCN: Código Procesal Civil Nicaragüense
INTRODUCCIÓN

Esta Investigación tiene como fin principal, realizar un análisis jurídico-crítico de las
pretensiones posesorias, su historia, definición, naturaleza jurídica y el régimen
procedimental judicial en las que se envuelven. Las pretensiones posesorias se
justifican en el principio fundamental y mundial “nadie puede hacer justicia con sus
propias manos”.

Es por ello que me enfoqué en realizar, en principio, un recorrido histórico sobre la


posesión e interdictos posesorios, los cuales cimientan las bases de regulación
jurídica en el Derecho nicaragüense, en la que posteriormente, adentraremos en las
parcelas sustantivas y procesales sobre estos temas, con un toque de criterio
personal relativo a los fenómenos jurídicos encontrados en sus líneas jurídicas.

El tema monográfico en desarrollo, está dividido en tres capítulos, el primero


abordando el tópico de la posesión, indicando en ella, el enigma y problema que
este tema conlleva por la mezcla de instituciones jurídicas que no siguen un mismo
criterio, estableciendo a tales efectos, distintas doctrinas que tratan de explicarlas,
su desarrollo histórico, su génesis en los distintos sistemas legislativos, etimología,
naturaleza jurídica, definición para en posterior, desarrollarle en ocasión al derecho
sustantivo nicaragüense, el cual, como primicia debemos asentar, que su regulación
jurídica no se escapa de los problemas de la posesión, sino, más bien complejiza
su tratamiento y entendimiento por adoptar un variopinto de legislaciones.

Fundamentalmente, el código civil nicaragüense establece que la posesión para ser


perfecta debe constar con el animus domini y el corpus, empero, dicho cuerpo
normativo concede tutela a la posesión, incluso por la mera tenencia del bien
inmueble a través de los Interdictos Posesorios, minusvalorando al titular del
Derecho. Dicho de otra forma, protege a la posesión sin necesidad de tener el título
del bien inmueble.
Esencialmente, la posesión en la legislación nicaragüense, y en la doctrina, se
caracteriza por ser un estado de Hecho posesorio, en el cual se derivan
consecuencias jurídicas en cuanto a su protección.

Entonces, si la posesión fundamentalmente se visualiza en un mero hecho, y


supone el ejercicio de un derecho, ¿A través de qué medios Jurídicos radica su
protección? ¿Por qué el ordenamiento jurídico concede protección al estado de
hecho (posesión), sin tomar en cuenta la titularidad del derecho, y aunque esta no
le corresponda a quién ejercita la acción?, tal problemática fue desarrollada
mediante el segundo capítulo, pues asentamos la razón jurídica del por qué la
posesión debe de gozar de protección en el Derecho, en el que dispusimos una
serie de razones, las cuales, en principio Nicaragua adopta, siendo una de las
principales, la función social que materializa, pues a como se ha sabido, el ser
humano por sus necesidades básicas para su subsistencia, requiere poseer, y, en
consecuencia, las legislaciones deben otorgarles protección jurídica a sus derechos
humanitarios en contra de las violencias que puedan ser suscitadas. Por otra parte,
también se abordó el origen de los interdictos en la historia, definición, naturaleza y
el objeto destinado a proteger.

Y para concluir la investigación, en el tercer capítulo se abordarán los interdictos


posesorios, quienes a través de sus querellas radica los medios de protección de la
posesión, con énfasis en la querella de amparo, de restitución y restablecimiento
esencialmente desarrollados con base al derecho sustantivo y adjetivo civil de
Nicaragua, en conjunto con doctrina y jurisprudencia, la cual, como característica
general debemos mencionar que, son evacuados a través de un proceso sumario,
los cuales, se describirán las particularidades que conlleva el proceso, los requisitos
para entablarlo, daños y perjuicios a solicitar, y los efectos que las sentencias en
esta materia poseen.

Para finalizar, asentamos que la esencia de la protección posesoria descansa en la


aspiración de no permitir amenazas, perturbaciones o despojos de una situación de
hecho calmo, y pacifico en la sociedad, evitando a toda costa violencia frente a
violencia.
Asimismo, se ha intentado realizar un trabajo práctico, disponiendo las críticas
jurídicas del código civil nicaragüense al detectar contradicciones en sus líneas
jurídicas, tratando a tales efectos, dar una vía lógica de interpretación de las
mismas, con justificaciones doctrinales y jurisprudenciales.

Finalmente, se debe advertir que esta investigación no tiene como objetivo


desarrollar las querellas de obra nueva, obra ruinosa y las querellas especiales
establecidas en el código civil, por no ser parte de la línea de investigación realizada
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1. Capítulo I: La Posesión

1.1 GENERALIDADES DE LA POSESIÓN, ETIMOLOGÍA Y DEFINICIONES

La posesión al compás del tiempo ha sido el objeto del derramamiento de tinta por
parte de los grandes pensadores, doctrinarios y juristas del Derecho, por la dificultad
de determinar su origen, etimología, evolución, concepción y su trascendencia
jurídica. Este tópico, se ha convertido en un enigma en la cual no hay institución
jurídica de jurisconsultos que no haya tratado de penetrar su génesis, carácter y
fundamento de su amparo legal. A como lo expresa Rommel Barillas Salablanca
(2013), citando a Pothíer (1985) y a Ruggiero (1994):

El concepto de la Posesión es de aquellos en torno a los cuales han trabajado


los juristas de todos los tiempos; no hay materia que se halle más llena de
dificultades que ésta, a lo que se refiere a su origen histórico, al fundamento
racional de su protección, a su terminología, a su estructuración teórica, a los
elementos que la integran, a su objeto, a sus efectos, a los modos de
adquirirla y perderla. (p.3).

Siguiendo la misma línea, Diez-Picazo (2008) alude que:

La teoría jurídica de la posesión lleva, probablemente con razón, fama de ser


un insoluble enigma, un ünlosbares rätsel como decía MEISCHEDER. Las
causas de la gran dificultad que entraña comprender y enderezar la teoría de
la posesión, son de signo muy diverso. Ante todo, hay que señalar que se
trata de una institución o de una figura jurídica formada en la actualidad por

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estratos históricos o capas geológicas de origen muy heterogéneo. (p. 613).

El ordenamiento jurídico de Nicaragua, en cuanto a las inquietudes y dificultades


para explicar la posesión no se escapa, más bien, complejiza su situación por las
inconsistencias presentadas en sus cuerpos normativos.

Cortés Téllez (2007), nos señala que la significación vulgar de la palabra posesión
está muy vinculada con su etimología la cual, denota la ocupación de una cosa, el
tenerla bajo nuestro poder, sin que importe mayormente la existencia de un título o
derecho para ello. El Diccionario Panhispánico del español jurídico del 2001, tomo
II citado por Juan Orrego, expresa “El sentido natural y obvio de la posesión denota
el Acto de poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para
otros”.

Es de suma importancia apuntar que el sentido técnico de la Posesión varía de


acuerdo a la adopción de distintos conceptos por parte de los diferentes
ordenamientos jurídicos. La legislación suiza y la alemana conciben la misma
acepción vulgar antes referida en sus cuerpos normativos, pues visualizan a la
posesión como denominación o hecho sobre la cosa, a diferencia de otras
legislaciones, en las cuales se necesita de otros elementos, como el conocimiento
jurídico (Cortés Téllez, 2007).

A lo largo de la historia de la posesión, se derivan distintas definiciones que han


evolucionado, es así que es importante anotar lo que Carpio Arévalo (2008) expresa
sobre la posesión:

Para los profanos, posesión es, generalmente, sinónimo de propiedad; para


los Juristas indica en su sentido más amplio, un estado de hecho y más
especialmente un estado de hecho y de disfrute merecedor de tutela
provisional que en determinadas condiciones puede acabar en estado de
derecho. El interés que mueve ya, esa tutela, no es individual sino social. La
Posesión es una relación jurídica como cualquier otra, y se nos ofrece como
parte integrante del sistema de Derecho, tanto si el poseedor es el mismo

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propietario, como en otro caso mucho más importante en cuanto surte efectos
independientes de la propiedad, en que el poseedor no sea el propietario
[sic]. (p.4)

Así mismo, Juan Jarillo (2008) hace referencia que:

Con carácter general la posesión va a ser la relación de hecho de una


persona con una cosa. Históricamente se consideró a la posesión como el
estado de Hecho por el cual una persona tiene una cosa en su poder.
Actualmente autores como Peña señalan que la posesión es un derecho que
consiste en una potestad inmediata, tenencia o goce conferida por el derecho
con carácter provisionalmente prevalerte con independencia de que exista o
no un derecho firme que justifique la atribución definitiva de esa potestad [sic]
(p.1).

Es por ello que, debemos admitir que el común denominador de las dificultades
conceptuales sobre el tema en desarrollo es la existencia de distintas concepciones
teóricas y positivas, así como, de la evolución de la cultura y del pensamiento
jurídico sobre la posesión en general.

Barillas Salablanca (2013), citando a Topasio Ferreite (1978) enuncian que:

La causa de tan ásperas dificultades reside en lo extremadamente delicado


del concepto mismo que, abrazando un conjunto más o menos amplio de
posiciones de hecho, protegidas o consideradas diversamente por el derecho
objetivo se resiente, en la formulación teórica hecha por los juristas y en la
positiva dada por los derechos antiguos y actuales, de oscilaciones
conceptuales. (p.3).

Díez- Picazo (1995) describe una segunda causa de las dificultades que el tema de
la posesión conlleva, señalando al respecto:

La segunda causa de la dificultad estriba en que con el nombre <<posesión>>


conocemos hoy una serie compleja de normas, de principios y de reglas, que

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tratan de proteger situaciones jurídicas de muy diverso cariz, carentes por
ello de la necesaria homogeneidad y muy difícil de reducir en consecuencia
a un esquema unitario. (p. 536).

Por lo tanto, resultaría ineficaz indagar un punto de partida común a las acepciones
antes mencionadas, puesto que cada una tiene su punto disímil en su configuración
jurídica, donde han intervenido influencias de distintas reglas, unas de origen
romano, de raíz germánica, otras derivadas del derecho canónico y del derecho
común, pues ciertamente, la posesión se constituye como un rompecabezas teórico.

Carpio Arévalo (2008) apunta: “El mayor o el menor reconocimiento que ha


merecido la posesión como relación jurídica, ha dado motivo a la diversidad de
formas con que se concibe y se protege la posesión en los diversos derechos
antiguos y modernos” (p.3).

Concluyendo, la poca claridad de la posesión en el derecho civil se debe a la


incorporación de elementos de distintas procedencias, el cual, como consecuencia
propicia la aparición de diversas construcciones doctrinales.

1.1.1 Etimología de la Posesión

Existen diversas opiniones sobre la etimología de la palabra posesión, sin embargo,


la que ha tenido mayor adopción y la opinión más sólida por parte de la cuna de los
filósofos es la que se incardina a plantear que las palabras possidere y possessio
se derivan del latín sedere que significa sentarse o estar sentado y del prefijo pos
que lo refuerza, y esta a su vez es establecerse o estar establecido, y en sí, conlleva
una relación de poder y permanencia, es decir un tacto con la cosa. Lo anterior
escrito, ostenta armonía con la significación jurídica del término “Posesión”.

Es así, que es de notaria importancia mencionar lo que Vega Gómez (2006), apunta
sobre la etimología de la posesión, lo cual menciona:

De etimología muy discutida y oscura es la palabra latina posesión,


(Possessio, poseidere, possideo, possesum). Se ha tratado de desentrañar

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su origen de diferentes modos: La han buscado unos descomponiendo la
palabra en “positio-pedium” insistencia, o dando a “po” el carácter de un
prefijo que vigoriza la palabra posterior “sedere”, comunicándole un carácter
de realización o permanencia, (sedium positio); pero significando siempre
una relación de tacto material. (p.1)

Siguiendo la misma línea, Carpio Arévalo (2008), manifiesta:

Posesión y poseer revelan la idea del poder o facultad de acceso a una cosa,
como dueño o como señor de ella. Tal es el sentido etimológico de esas dos
expresiones que, según el gran romanista contemporáneo, Vincenzo
Arangio-Ruiz, “Se derivan del verbo sedere y del Sufijo O-PO (t) se, que viene
de pot-estasy de pat-er”. Cucq, a su vez explica “que, en su primitiva
acepción, la palabra posesión se aplicaba únicamente a los fundos y
especialmente, a las tierras del Ager-Públicus, ocupadas por los particulares
con la obligación de cultivarlas y de pagar una renta al tesoro.

Es así, que el término Possidere para los romanos significa, ostentar una cosa bajo
el propio poder, es decir, tener una potestad de hecho sobre la cosa que permita
disponer de ella la totalidad de sus relaciones y derechos, obteniendo un derecho
de exclusión de terceros, al igual que da ha lugar a la intención de mantenerse en
relación inmediata e independiente con la cosa. (Barillas Salablanca, 2013 citando
a Pothíer 1875).

Así mismo, en las lenguas germánicas la etimología es equivalente, pues la palabra


besitzen (poseer) y bezits (posesión) se derivan del sitzen, que significa sentarse o
estar sentado, y del prefijo be, que refuerza el sentido. (Barillas Salablanca, 2013
citando a Ruggiero 1944).

Es pues la posesión (possesio) un señorío o poderío que se ostenta sobre las cosas,
se visualiza como un hecho independientemente del Derecho, y que trae aparejado
consecuencias jurídicas, dicho de otra forma, es un poder que el sujeto ejecuta
sobre la cosa, y en virtud de ese poder, mantiene una relación de pertenencia. Es

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la expresión del normal y verdadero contenido de la propiedad y revela la acción de
hecho del dominio.

En la formación de la posesión acaecen dos elementos: uno puramente material o


físico, consistente en el poder que se ejerce sobre la cosa que se ostenta, tal que
dicha relación puede ser ejercida por el poseedor o por otro en nombre de él; y el
otro, psíquico o intelectual, que consiste en la voluntad de disfrutar y poseer la cosa
en la propia disposición libremente, y se ejerce frente a terceros erga omnes, de
manera de que los terceros reconozcan la sujeción de la cosa, sin causarle
perturbación a la misma. (Barillas Salabanca 2013, citando a Pothíer 1875;
Rodríguez Batista, 2006, p. 47)

Ante ello, con fundamento a las ideas expresadas anteriormente, podemos afirmar
que la posesión presupone en sentido estricto y de fondo, una relación de hecho del
hombre sobre una cosa determinada en cualquier tiempo y espacio, que expresa la
adherencia física de la cosa con la persona, entendiéndose como una relación de
poderío, señorío o de dominación.

Contrariamente a su etimología, actualmente poseer, en sentido lexicográfico,


significa tener, ocupar, detentar, disfrutar una cosa, importando poco el título por el
cual se verifica este disfrute, ni si el que lo lleve a cabo derecho para ello. (Bucardo
Matute, & Altamirano Pereira, 2016).

La posesión es finalmente una relación de hecho de poder o de dominio que un


sujeto práctica sobre las cosas, sin prejuzgar la cuestión de si lleva consigo la
titularidad de dominio.

1.2 EVOLUCIÓN Y ORIGEN DE LA POSESIÓN

La Posesión nació con el hombre, por la necesidad de poseer para alimentarse,


cubrirse, recrearse, la posesión al igual que toda vida social, económica, religiosa

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existió antes del derecho, incluso esta se convirtió de la actividad más importante
humana a el más importante derecho dentro del conglobado de los derechos reales.
(Rodríguez Batista, 2006).

Es ante ello donde radica la importancia de estudiarla, pues hombres de todos los
tiempos y clases sociales la han utilizado para su subsistencia y es necesario
clarificar los medios que se posee para protegerla ante abusos y perturbaciones,
pues el hombre puede vivir sin propiedad, pero no puede coexistir sin poseer. En
palabras de Primo Persegani (sf):

El fenómeno posesorio está ante los ojos de todo observador; sea hombre
de ley, de estudio, de comercio o de la calle, y de todo ser humano que viva
en sociedad. Y de él se vale inevitablemente para subsistir. Lo que revela
que la posesión, llena perfectamente su objetivo en la vida de relación;
surgiendo los inconvenientes en los casos de abuso y violación al derecho y
a la justicia. (p. 7)

Por todo lo referido anteriormente parece que el estudio de la posesión, más allá de
consideraciones conceptuales o abstractas, es de iniciarse de una perspectiva
histórica, por lo que se trata de examinar las distintas instituciones jurídicas
históricas, que regulaban a la posesión y concretamente: El Derecho Romano, El
Derecho Germánico y el Derecho Canónico (Diez-Picazo, 2008).

Entonces, por los motivos expresados en las líneas anteriores, y por la situación
cambiante de la acepción sobre la posesión, procedo a desarrollar como fue
regulada y establecida en el Derecho Romano, Derecho Germánico, y Derecho
Canónico.

1.2.1 Derecho Romano

La posesión en el Derecho Romano no ocupó de un concepto consensuado en


todas sus épocas, incluso ni concordancia de sus orígenes, pues todos los
doctrinarios discrepaban, y, por lo tanto, las tesis realizadas al respecto son
diversas.

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Una de las tesis suscitadas en el derecho romano, y sostenida por NIEHBUR y por
SAVIGNY, afirmaban que la posesión surgió rigurosamente ligada al ager publicus
como forma de enunciar el poder atribuido a los concesionarios de esas tierras
(Diez-Picazo, 2008).

Así mismo, la Teoría de la Posesión se desarrolló lentamente en el Derecho


Romano sobre una necesidad práctica que de una teoría preconcebida y es por esta
razón que existió una gran confusión, de aquí la oscuridad que predominó sobre
este elemento, hasta el fin de la Republica, conllevando al entorpecimiento de
explicar ciertas soluciones que no concuerdan entre ellas, por haber sido admitidas
según las necesidades del momento sin ser deducidas de principios fundamentales,
es decir, se solucionaban casos similares de manera contradictoria. (Eugéne Petit,
1999; Vega Gómez, 2006).

Es de suma importancia señalar que la uniformidad y generalidad en materia de


posesión en el Derecho Romano se logró en épocas avanzadas, tomando como
base sólida a los interdictos posesorios.

Á Latorre (2019), alude que la posesión en el derecho romano pretendió:

En principio, asentamiento (verbo sedeo y el sufijo pot, que forma parte de la


raíz po(t)-se, de potestas, de pater): estar sobre una cosa como señor de
hecho de la misma. Esto quiere decir que la posesión se refiere, en principio,
únicamente a bienes inmuebles y más concretamente a las parcelas de suelo
público (ager publicus), cuyo dueño no puede ser un ciudadano privado, ya
que pertenecen al pueblo romano. Estos terrenos se solían conceder a los
particulares por un largo periodo de tiempo, durante el cual eran defendidos
por el magistrado mediante los interdictos posesorios, con el fin de impedir
perturbaciones en su posesión. El asentamiento de un particular era
protegido en un principio por el interdicto uti possidetis (cuyo texto decía: Uti
eum fundum quo de agitur nec vi nec clam nec precario alter ab altero
possidetis, ut minus ita possdatis, vim fieri veto, lo que significa: «me opongo
a la violencia que impide que poseáis aquel fundo del que se trata, puesto

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que no lo poseéis ni con violencia ni en precario ni clandestinamente el uno
respecto al otro»).

Sin embargo, la idea de la posesión no era unívoca, se distinguían entre ella tres
clases de situaciones: 1. La simple tenencia o detentación de la cosa sin protección
jurídica; 2. Situación de poder sobre la cosa protegida jurídicamente por los
interdictos posesorios; y 3. Situación de Señorío de hecho sobre la cosa protegida
por los interdictos posesorios, y que, además tenía la posibilidad de convertirse en
propiedad a través de la usucapión. (Diez-Picazo, 1995).

Diez-Picazo (1995), señala que:

En el derecho romano se calificaban como poseedores que tenían protección


interdictal: 1.o Los propietarios mientras tienen la cosa en su poder; 2.o Los
que tienen la cosa creyendo que es suya; 3.o Los que la tienen ilícitamente a
sabiendas, como el ladrón; 4. o El Acreedor Pignoraticio; 5.o El Precarista; 6.o
El Secuestrario; 7.o El Superficiario. Carecen, por el contrario, de protección
Interdictal: el arrendatario, el depositario, el comodatario, el usufructuario y
aquel a quien el pretor le ha entregado la cosa ex primo decreto. (p. 539)

El concepto romanista sobre la posesión está relacionado con la acepción de


dominio, que generalmente no venía a ser sino una manifestación de aquel. Sin
embargo, era considerada como un hecho, pero como un hecho capaz de
determinar en un momento dado un derecho. En términos muy generales, la
posesión es definida entre los romanos como el hecho de detentar una cosa material
con ánimo de ser su dueño. (Villarán Duani, sf; Vega Gómez, 2006).

Villarán Duani, (sf), señala que “Los Romanos distinguían dos clases principales de
posesión: La Posesión natural que consistía en la simple tenencia material de la
cosa; y, la posesión jurídica que hacía nacer importantes efectos legales”. (p. 334).

No obstante, el poseedor civil, no era el que tenía la simple posesión natural de la


cosa, sino el que tenía el hecho material de la detención, unida a una relación
perfectamente definida entre él y la cosa, que era la voluntad de poseerla como

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dueño, conocida por los romanos como animus domini. Esta clase de posesión
estaba tan enraizada en el derecho romano que daba lugar a una acción especial
llamada interdicto y en algunos casos mediante la acción pauliana, para su defensa,
y a una acción de gran beneficio para sus intereses, que era la usucapión,
consistente en una posesión continua de prescripción adquisitiva. (Villarán Duani,
sf).

Vega Gómez (2006), nos señala que la posesión era considerada en los romanos a
como lo establece: “Bruji: “Posesión es el hecho de tener poder sobre una cosa
corporal como si fuere de uno y con esa intención”. También, según Eugene Petit,
(1999), “la posesión tal como la entendían los romanos, puede ser definida como el
hecho de tener en su poder una cosa corporal, reteniéndola materialmente, con la
voluntad de poseerla y disponer de ella como lo haría un propietario”. (p. 161). Así
pues, con fundamento en los lineamientos anteriores expreso el siguiente concepto:
La posesión es una relación de hecho existente entre la persona y la cosa, y que
ante ello ejerce actos como si fuera el dueño y con el ánimo o intención de serlo.

Desmembrado lo anterior mencionado y de acuerdo con la jurisprudencia clásica, la


posesión está conformada por dos elementos esenciales: uno material llamado
corpus y otro intencional o espiritual llamado animus domini. El Corpus (cuerpo)
debe entenderse como el conjunto de hechos que constituyen la posesión, es el
tener la cosa físicamente bajo su poder, son actos materiales de detentación de uso,
de goce sobre la cosa; y con respecto al animus (intención), se establece que
consistía en la intención jurídicamente manifestada de conducirse como verdadero
propietario y pretender visiblemente la propiedad, son actos ejecutados como amos
y que ante ello presumen su propiedad, es lo que se conoce como animus domini
(intención de dominio).

La diferencia entre el poseedor y el detentador radicaba en que la detentación no


es solamente en un hecho. Eugene Petit, al respecto menciona:

No va sin cierto animus, que es para el detentador la conciencia de tener la


cosa material en su poder, la voluntad de retenerla, que llaman los textos

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affectio tenendi. Por eso, un loco o in pupilo infans puede retener una cosa,
aunque esté bajo su mano, lo mismo que una persona que esté durmiendo,
por que no tendrían conciencia de este estado de hecho. Pero no hay que
confundir el ánimus o affectio tenendis con el animus domini. (citado por
Argüello Lorio, Avilés Ulloa & Balladares Salgado, 2006).

Así pues, en el derecho romano el poseedor no sólo aparecía como agente de


hecho, sino que a este hecho unía la firme voluntad de serlo; y el detentador era el
que no pretendía el goce personal y para siempre de la cosa como el colono.
(Villarán Duany, sf).

Cabe destacar que la diferencia entre los detentadores y los poseedores no se


encuentra determinado, por la razón de que los textos romanos no señalan en que
consiste el animus como tal, y en virtud de ello, ha dado lugar al surgimiento de
teorías contradictorias sobre la misma, sostenidas por los doctrinarios Savigny e
Ihering.

Para finalizar, debemos señalar que la posesión en el Derecho Romano evoluciona


progresivamente para iniciar en el concepto del corpus, y llegar hasta el elemento
intencional o espiritual el animus, es decir, se trata de ostentar la cosa bajo una
situación de hecho como sinónimo de poder, y disponer de ella libremente para la
satisfacción de los fines de la persona.

1.2.2 Derecho Germánico

El Derecho germánico produjo una ampliación de la doctrina romana de la posesión,


a través de una institución genuinamente germánica “la Gewere”, la cual representa
la institución correspondiente a la possesio del Derecho Romano, aunque susciten
pequeñas diferencias.

Etimológicamente, la palabra Gewere es de origen gótico, procede de la raíz were


y esta a su vez tiene su origen en la expresión Vasjan (vestir), simboliza tanto como
vestidura o investidura. La palabra Gewere menciona Jerónimo González citado por
Diez-Picazo (2008), “deriva de la raíz were (gótico vasjan, que puede traducirse por

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el verbo latino vestire, investire) y corresponde a nuestro sustantivo investidura, al
francés saisine y al inglés seizura”. (p. 617).

La Gewere se funda en una relación sobre las cosas, a veces ideal o mediata, que
se corresponde con el contenido de un derecho real. A como pensó Planitz, no todo
dominio efectivo de una cosa es Gewere, sino solo aquél que parece expresión de
un derecho real. En definitiva, la Gewere, se consolida como la exteriorización de
un señorío sobre una cosa, es decir, manifestación expresa de un derecho real
(Diez-Picazo, 2008; Argüello Lorio, et al 2006).

La Gewere es susceptible de graduación o distribución. En primer lugar, se


encuentra la existencia de la Gewere Jurídica o rechte wegere que predomina en
todo caso sobre las demás, y es aquella apoyada de un título, que, aun careciendo
de validez, producía una apariencia, sin necesidad de promulgar como prueba la
exhibición del título. Esta se adquiere de acuerdo con Diez Picazo, por la
subsistencia de gewere simple, durante un año y un día, sin impugnación judicial.
(Diez-Picazo, 1995; Argüello Lorio, et al 2006).

Así mismo, existe la Gewere corporal siendo la más antigua, donde puede suponer
una relación con la cosa, pero sin quedar reducida a la mera detentación, por lo que
consiste en una relación efectiva de un hecho, carente de un título jurídico. (Argüello
Lorio, et al 2006).

Otra categoría la constituye la Gewere ideal, que representa una forma sumamente
espiritualizada que se da con independencia de la Aprehensión material. (Argüello
Lorio, et al 2006). Diez- Picazo (1995), al respecto señala:

La gewere ideal es la que existe, con independencia de la relación efectiva


con la cosa, especialmente en tres casos: en el reconocimiento de la Gewere
al heredero, desde el momento de la muerte de su causante, cuando aún no
ha recibido los bienes de la herencia; en el caso del despojado, que sigue
manteniendo idealmente su Gewere; y cuando una decisión judicial reconoce

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la existencia de Gewere mientras ésta se hace efectiva sobre el fundo. (p.
540).

La Gewere comprendía la relación entre la persona y la cosa, objeto o no de una


protección jurídica (procesos interdictales), en ella no se encuentra determinada
diferencia sobre los poseedores y detentadores, puesto que se aplica tanto a las
cosas como los derechos en general. No obstante, aun cuando en principio la
gewere constituye una manifiesta expresión de un señorío sobre las cosas, los
elementos del señorío pueden variar según los casos, por ejemplo: el que tiene la
posesión de las cosas muebles, es el que las detenta; de los fundos quién las goza,
y de los derechos, quién los ejerce. (Argüello Lorio, et al, 2006).

Argüello Lorio, et al, (2006), alude que en “materia inmobiliaria el goce podía ser
inmediato (la percepción de los frutos naturales) o mediato (la percepción de
pensiones, servicios profesionales o diezmos en razón del fundo)” (pp. 11-12).

La Gewere se encontraba focalizada en el principio de proteger al que posee una


cosa como si fuera el titular por la presunción del derecho real en ella exteriorizado,
y en virtud de ello, despliega su eficacia en varios sentidos: (Diez-Picazo 1995, p.
541) alude:

 Despliega una eficacia defensiva, la que constituye el otorgamiento de una


determinada posesión procesal, la de demandado, y de un derecho de
autodefensa, incluso la fuerza. Este incumbía una presunción de la existencia
de un derecho, por lo que obligaba a la parte contraria a la prueba de que tal
derecho no existía ni posee cabida.

 Despliega una eficacia ofensiva, la cual faculta el ejercicio de acciones


dirigidas a obtener el estado de hecho que la Gewere implique según su
clase.

 Despliega una eficacia traslativa, esta se deriva de su vinculación al derecho,


y consiste en ser el medio de transmisión del derecho real. En caso contrario,

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por la no existencia de esta eficacia en la transmisión de los derechos reales,
la gewere carecía de validez. Así mismo, una vez transmitida la Gewere, a
pesar de que el enajenante no fuera propietario, el adquirente quedaba
protegido, si llegaba adquirir la gewere jurídica.

Para finalizar, Argüello Lorio, et al, (2006), expresan que:

El Código alemán siguiendo el moderno progreso de las ideas jurídicas hace


de ese concepto la base fundamental de su teoría sobre la posesión y
prescinde del elemento del animus domini, exigido por la doctrina tradicional.
Si bien ese ánimo es necesario para adquirir el dominio por prescripción, para
lo que concierne a la posesión en sí misma y a la protección especial que las
leyes deben concederle contra las violencias materiales o medidas de hecho,
aquel elemento no es indispensable. (p. 13).

1.2.3 Derecho Canónico

El resurgimiento de los estudios del derecho romano por parte de los glosadores
coincidió con la necesidad de aplicar este derecho a realidades distintas sociales.
La doctrina canónica de la posesión, en vías de ampliar el ámbito de la posesión en
la edad Media y por la insuficiencia de los criterios romanos ante las nuevas
realidades, se caracteriza por tener una tendencia marcadamente extensiva. (Diez-
Picazo, 1995).

Esa tendencia extensiva que particulariza al Derecho Canónico, se produce en una


doble dirección, en primer lugar, en cuanto a los objetos susceptibles de posesión,
ampliando la concepción romana, agregando la admisión de la posesión de los
bienes incorporales; y, en segundo término, en cuanto a la protección, donde da
lugar a la extensión de protección a cualquier detentador, sin tomar importancia
sobre la existencia de título o de animus. (Diez-Picazo, 2008).

Los ordenamientos jurídicos canónicos están visualizados al mantenimiento de la


paz social, y es ante ello, donde la protección posesoria debía servir como principal

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eje del mantenimiento del status de hecho continuado y la prevención de la
violación. (Diez-Picazo, 2008).

Es decir, el derecho canónico extiende la posesión a todos los derechos, y no solo


a los patrimoniales, y en definitiva al simple statu quo, por lo tanto, todas las
situaciones de tenencia que traten de ser removidas con violencia son protegidas
jurídicamente. (Argüello Lorio, et al, 2006).

Tal ampliación expresada se produjo a través de dos medios, la más antigua en el


tiempo la llamada exceptio spolii, y la llamada actio spolli. La primera consiste en
que en cualquier proceso en que sea demandado el despojado, puede oponer una
excepción para iniciar una cuestión prejudicial, por la cual, antes de considerarse el
fondo del litigio, debe de ser restituido el despojado, es como una especie de
inmunidad que goza el despojado que enerva todo proceso judicial de reclamación
incoado por el autor del despojo mientras tanto no se realice la restitución. (Diez-
Picazo, 1995 y 2008).

La ventaja del remedio exceptio spolii, radica en su ampliación, puesto que no podía
constituir una defensa eficaz del despojado, mientras tanto no se produjera el
despojo material y no se esgrimiese una acción procesal contra el mismo, en caso
contrario, donde hay cabida de los dos requisitos mencionados, se da ocasión de
formular la excepción. (Diez-Picazo, 2008; Argüello Lorio, et al 2006).

Por otro lado, la actio spolii, solidifica la defensa posesoria canónica, la cual,
mediante ésta, toma forma definitiva y pasa a tener mayor eficacia. A través de este
remedio, se dota al despojado de un verdadero medio ofensivo, de modo que,
cuando exista un proceso judicial sobre el bien objeto del despojo, instante para
oponer la excepción, puede por su propia iniciativa y acción plantearlo sobre la
titularidad de los bienes, con el requisito igual que fuera previa la restitución. Dicho
de otra forma, el litigio es promovido por el despojado, y el efecto es el mismo que
la exceptio, anticipar la restitución sin esperar a resolver sobre el fondo del litigio.
(Diez-Picazo, 2008; Argüello Lorio, et al 2006,).

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Finalmente, el término de la posesión en el Derecho Canónico es más amplio que
el que se establece en el derecho romano, por lo que fomenta la extensión de la
posesión a bienes incorporales y no solo los corporales a como estaba estipulado
en Roma, y al igual, establece la tutela posesoria como una de las fórmulas
necesarias para recuperar la posesión. (Jarillo Gómez, 2008).

1.3 LA CODIFICACIÓN MODERNA

Las regulaciones de la Posesión en los Códigos Civiles Modernos, se incardinan al


resultado de las combinaciones de los principios, en materia posesoria, que
inspiraban los sistemas jurídicos Romanos, Germánicos y canónicos. A pesar de
que las regulaciones de los códigos civiles sean muy diversas, se pueden reducir a
dos los tipos de posesión contenidos en ellos, diferenciados sobre todo por la mayor
o menor acogida que tienen en ellos el concepto romano de la posesión con el
elemento de voluntad del mismo. (Diez-Picazo, 2008).

El primer grupo está compuesto por las Legislaciones Latinas, que en principio están
informadas por la tradicional doctrina romanista de la posesión, no obstante,
aceptan muchos matices procedentes de origen canónico y germánico, y
consecuentemente realiza una modificación profunda, provocando una serie de
normas no siempre armónicas y claras.

El Código Civil Francés, señala Diez-Picazo (2008), “se ocupa de la posesión


incidentalmente, y la define como la detentación o disfrute de una cosa o derecho
que tenemos o ejercitamos por nosotros mismos o por medio de otro que la tiene o
que la ejerce en nuestro nombre”. (p. 621).

Por otro lado, el Derecho Italiano, en su código civil determina a la posesión como
el poder sobre la cosa que se manifiesta en una actividad correspondiente al
ejercicio de la propiedad o de algún otro derecho. Dicho precepto normativo,

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evidencia el elemento de la intención del ejercicio del derecho sobre la cosa. (Diez-
Picazo, 2008).

El segundo grupo lo edifican las legislaciones germánicas (códigos suizo y alemán),


en primicia recogen los principios germánicos sobre la posesión, empero, también
acopian inspiraciones del sistema jurídico Romano. (Diez-Picazo, 1995 y 2008).

Diez-Picazo (1995), alude que en, “El código alemán y el suizo, construyen la
posesión eliminando de su concepción más general el requisito de la voluntad (Art.
854 del Código Alemán y art. 919 del Código Suizo), sin distinción alguna entre
posesión y detentación” (1995, p. 543). Sin embargo, Castán Tobeña, 1978
menciona que en el artículo 855 del código alemán se establece que: “No es
poseedor el llamado servidor de la posesión (Besitzdiener) quien ejerce por otro el
poder efectivo sobre una cosa, habiendo de seguir sus indicaciones referentes a
estas”. (citado por Barillas Salablanca, 2013).

Es de suma importancia señalar que, en materia de tutela jurídica del fenómeno


posesorio llamada “defensa Interdictal”, la corriente Romana fue la de mayor
influencia sobre él en el derecho moderno.

Finalmente, la médula espinal de la posesión en el derecho moderno se inclina a


las regulaciones jurídicas del Derecho Romano, con combinaciones de matices
propios de las codificaciones foráneas.

1.4 DEFINICIONES DE LA POSESIÓN

Para Marcel Planiol y Georges Ripert (1977), la Posesión “es un estado de Hecho.
Consiste en detentar una cosa de manera exclusiva y en efectuar sobre ella los
mismos actos materiales de uso y goce como si uno fuera su propietario”. (p. 386).

De acuerdo con Guillermo Cabanellas (p. 32), la posesión en sentido estricto, es el


poder de hecho y de derecho sobre una cosa material, constituido por un elemento

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intencional o animus (intención) “la creencia y el propósito de tener la cosa como si
fuera propietario” y un elemento físico o corpus (cuerpo) “la tenencia o disposición
sobre una cosa”. (Citado por Bucardo Matute & Altamirano Pereira, 2006).

Topasio Ferreite, (1978), alega que la idea más general de la posesión es la de un


estado de hecho por el cual alguien tiene una cosa en su poder, sea en propia
custodia o en propio uso, haya o no en él la intención de tenerla como propia.

García Valdecasas señala que el estado de hecho (posesión) puede corresponder


o no a un derecho de la persona que ejecuta el poder sobre la cosa, pero tal estado
es tomado en consideración por sí y en determinadas ocasiones es protegido por el
ordenamiento jurídico y produce efectos varios hasta venir transformada en un
estado de Derecho. (Citado por Barillas Salablanca, 2013).

Peña establece la siguiente definición:

“Es un derecho real que consiste en la potestad de inmediata tenencia o goce


que el Derecho confiere, con carácter provisionalmente prevalente, a quien
tiene la cosa sujeta a la acción de su voluntad y con independencia de que
exista o no derecho real firme que justifique la atribución definitiva de esa
potestad”. (Citado por De Castro Vítores. 2009).

Díez-Picazo y Gullón señalaban que “la posesión es la tenencia de una cosa


determinada con ánimo de dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la
cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en lugar y a nombre de él. (Citado
por Tórres Peralta, 2015, p. 654).

Rojina Villegas (1994), señala que la posesión es un estado de hecho, y en virtud


de ese estado, una persona retiene en su poder exclusivamente una cosa, en el
cual, como manifestación del poder el sujeto práctica actos materiales sobre la cosa
tales como su aprovechamiento.

Para finalizar, esencialmente la Posesión se define como un estado de hecho,


mediante la cual, el sujeto de Derecho ostenta una cosa y la conserva bajo su poder,

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derivando de esa acción consecuencias jurídicas que se incardinan a proteger en
mayor o menor medida esa situación de hecho. Así bien lo definía Savigny, al
expresar que no solo era un simple hecho, sino que por sus efectos jurídicos es un
derecho.

Dicho de otra forma, la posesión es una situación de hecho, que permite la


exclusividad para el disfrute y goce de la cosa, y en virtud de sus efectos jurídicos,
puede conllevar el ejercicio de un derecho como tal. La posesión se manifiesta a
través del corpus, por medio del conjunto de actos materiales que demuestran la
existencia de un poder físico sobre la cosa. El código civil de Nicaragua, prescribe
al respecto que subsiste el hecho de la posesión mientras dure la tenencia de la
cosa o goce del derecho o la posibilidad de continuar uno u otro.

1.4.1 Elementos de la Posesión

La Escuela Clásica sostiene que son dos los elementos que constituyen la sustancia
del fenómeno posesorio: el interno y el externo, mejor conocidos como Animus y
Corpus. Ambos elementos nacen simultáneamente, y es necesaria la concurrencia
o el concurso de los dos, por lo que no cabe sostener que uno vitoree con el otro, y
a la inversa.

Y por la importancia de conocer sobre ellos, procedo a definir brevemente a lo que


cada término se incardina a construir de la posesión perfecta, que a lo largo del
tiempo ha sido puesta a discusión:

a) El Corpus: Es un poder físico o una potestad de hecho que se ejerce sobre una
cosa. Consiste en un poder de dominación en el cual se materialice la posibilidad
de disponer físicamente de la cosa, directa o indirectamente, con exclusión de
tercero.

Savigny afirma que el corpus no supone necesariamente el contacto inmediato


del individuo con el bien poseído. No obstante, por el contrario, Ihering sostiene
que el corpus es la exteriorización del derecho de propiedad, el hecho de

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conducirse respecto de la cosa como lo haría el propietario. (Hidalgo Muñoz,
2014)

De acuerdo con Planiol y Ripert, (1997), el corpus es el conjunto de hechos que


constituyen la posesión. Son actos materiales de detentación, de uso, de goce,
y de transformación ejecutados sobre la cosa.

b) El Animus: Según Savigny citado por Hidalgo Muñoz (2014), este elemento
consiste en la intención de ejercer el derecho de propiedad, es decir que el
poseedor se caracteriza por una voluntad especial, distinta de la corriente, que
es conocida con el nombre de Animus Domini.

El animus es el elemento intelectual de la posesión, que consiste en la intención


de comportarse como señor de la cosa. El ánimo de dueño es el eje alrededor
del cual gira la institución de la posesión en nuestro Derecho Civil. Es decir, es
la voluntad de tenerla para sí, de modo libre e independiente de otra voluntad y,
en fin, del Derecho correspondiente, sea que este exista o no en el poseedor.

Planiol y Ripert, (1997), expresan que, según la opinión francesa, el animus es


la intención del que posee de obrar por su propia cuenta. El Animus se presume,
cuando una persona detenta materialmente una cosa, no tiene que probar que
actúa por su propia cuenta y que realmente es poseedora.

Para Finalizar, cabe señalar que, de acuerdo a Carpio Arévalo, (2008) “el animus
se acredita valiéndose del corpus”.

1.5 NATURALEZA JURÍDICA

Al hablar de la Naturaleza Jurídica de la posesión es referirnos a un sinnúmero de


polémicas sobresalientes en la historia jurídica universal, pues esta dio nacimiento
a una serie de criterios independientes, contradictorios y divididos dentro del gremio

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de los Jurisconsultos sobre si la posesión es un Hecho o un Derecho, o de ambas
clases.

Para iniciar este apartado se debe mencionar que la discusión de la Naturaleza


Jurídica es antigua, observándose desde el Derecho Romano. Veamos dos criterios
de dos grandes exponentes de esa época: Savigny originalmente alude que la
posesión es un hecho porque se funda en una circunstancia material y una de ellas
es el corpus y se convierte en Derecho por las consecuencias reales que de ellas
se derivan. Por el contrario, Ihering señalaba que la posesión es un Derecho a todas
voces.

Al respecto, señalo las tres teorías que abarca la Naturaleza Jurídica de la Posesión:

i. La Posesión como Poder de Hecho: La posesión consiste en un poder o


señorío de hecho sobre una cosa. Su esencia está dirigida al hecho mismo
de ese poder con independencia de que si quien lo ejerce ostenta o no ese
derecho a él. En virtud de ello, ostenta la posesión de una cosa, quién tiene
la dominación sobre él. Este primer punto es defendido por los Romanistas,
y se basa exclusivamente en circunstancias materiales, el cual, se protegerá
simplemente el hecho de la posesión por la existencia de una apariencia. En
síntesis, la posesión es un simple hecho, y el que tenga efectos jurídicos no
hace de ella un derecho, sino un hecho jurídico.
ii. La Posesión como Poder Jurídico: La posesión es un poder Jurídico de
Derecho, el cual la ley otorga un poder o señorío que no se apoya de una
denominación efectiva, pues es una situación donde el ordenamiento
Jurídico otorga protección sin que exista una posesión de hecho. Tal Teoría
es defendida a como se mencionó al inicio de este apartado por Ihering. El
común denominador es que entiende a la posesión como un interés Jurídico
Protegido.
iii. La Posesión como Poder de Hecho y de Derecho: En este se determina
que la posesión es mero Hecho como tal, pero que, al producir efectos
jurídicos, estará protegida por el Derecho. Dicha teoría ecléctica es defendida
por Savigny.

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De acuerdo con la legislación civil nicaragüense y las jurisprudencias, podemos
afirmar que la posesión es un estado de hecho, el cual, se encuentra protegida por
el Derecho. Esta protección radica en contra de quien quiere perturbar o despojar
el hecho posesorio, a través de los llamados interdictos posesorios o acciones
posesorias. Así pues, quedan asimilados los dos conceptos como hecho y como
derecho.

En la sentencia del 28 de Julio de 1975 de las 11:40 am, ubicada en los boletines
judiciales 197/1975 citada por Alejandro Montiel, 1995, establece: En los interdictos
se discute la posesión como hecho y por lo tanto son impertinentes las disposiciones
legales referentes a la posesión como derecho.

1.6 LA POSESIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL NICARAGÜENSE

Para dar inicio a este apartado, se debe dejar claro que el Código Civil Nicaragüense
vigente de 1904 adopta en materia de Posesión un variopinto de regulaciones y
disposiciones contradictorias entre sí.

Guzmán García (2009) menciona que:

En el tema de la Posesión, nuestro legislador ha adoptado un sistema poco


depurado, en el cual, mezcla artículos tomados de modelos cuyos sistemas
son distintos, así, por ejemplo, utiliza la legislación portuguesa, en la cual, lo
fundamental para entender la posesión es la inscripción del título, y a partir
de la fecha de tal inscripción se cuenta el año necesario para que exista
protección legal de la dicha posesión. Toma además, artículos del código
Chileno, del Argentino, del Italiano, del Costarricense, que hacen aparecer el
tratamiento del tema, como algo poco claro y complejo a la vez. (p. 89).

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En Nicaragua, el tratamiento del fenómeno de la Posesión se encuentra regulada
en el libro segundo, Título XXXIV del Código Civil, el cual denota las siguientes
disposiciones:

i. Tiene su base en el Derecho Romano, pues se determina que se trata de una


situación de hecho que deriva de un derecho acogido en un título, no entendido
como documento, sino como derecho para tener la cosa. Dicha determinación
elimina el principio germánico de tenedor o poseedor.

Siendo así, para sustentar lo antes dicho, el Código Civil de Nicaragua, en el art.
1715 establece “Llámese Posesión la retención o disfrute de cualquier cosa o
derecho. Los actos potestativos o mera tolerancia, no constituyen posesión”, y en el
art. 1716 “Conservase la posesión mientras dura la retención o disfrute de la cosa
o derecho, o la posibilidad de continuar en ellos”. Ambos preceptos normativos
revelan que la posesión es un estado de retención o disfrute de cosas o de derechos
que se prolongan en todo el tiempo en que dura la retención, y, por ende, es figura
aplicable para los bienes inmuebles como los muebles. (Guzmán García, 2009, p.
90).

Sin embargo, en materia de bienes inmuebles se remite a la inscripción del título en


el Registro Público de la Propiedad, dándole el grado de requisito sine qua non para
adquirir la posesión. Tal señalamiento jurídico es erróneo, puesto que la posesión
no es un derecho, por lo tanto, no posee la aptitud para ser registrada.

Así, el artículo 1729 del Código Civil detalla “La Posesión de los Bienes Inmuebles,
se adquiere por la inscripción del título, con tal que haya durado un año tanto la
inscripción como la tenencia de la cosa”. No obstante, en la Normativa Inmobiliario-
registral, la posesión no encuentra cabida, debido que el art. 3941 del mismo cuerpo
jurídico señala que solo pueden inscribirse los títulos que consten de Escritura
Pública, de Ejecutoría, o de otro documento auténtico expresamente autorizado por
la ley para ese efecto.

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Así mismo, el art. 3951 del ordenamiento en mención, establece los actos
inscribibles en el Registro Público de la Propiedad, el cual, excluye y no contempla
como acto inscribible a la posesión. En consecuencia, en palabras de Guzmán
García, (2009) “la posesión no es materia de inscripción, ni tan siquiera adquiera
virtualidad dentro del registro, a través de la mal usada figura del “Título Supletorio”,
que en principio podría aparentar ser una forma de entrada de la posesión al
registro”. (p. 90).

De igual manera, el Ordenamiento Jurídico Nicaragüense, asienta la definición de


mera tenencia, a efectos de no dar lugar confusión con la posesión a como sucedía
en los orígenes de este tema, sobre todo en sistema jurídico germánico. Art. 1800
C: “Se llama mera tenencia la que se ejerce sobre una cosa, no como dueño, sino
en lugar o a nombre del dueño”.

ii. La protección Jurídica del poseedor en la legislación Civil Nicaragüense se prevé


en los artículos 1732, 1733, 1734 1812. Los preceptos normativos tienen su
común denominador en la protección Interdictal a favor del poseedor,
estableciendo el interdicto de Amparo, el de restitución y el de Restablecimiento
en contra perturbaciones y despojos, o bien amenazas de perturbación o
despojo. Cabe señalar que, cuando se trata de bienes inmuebles, para acceder
a la protección de la posesión, se debe de cumplir los requisitos señalados en
los artículos 1735 y 1736.

El artículo 1735 del Código Civil de Nicaragua, dispone “si la posesión fuere de
menos de un año, nadie podrá ser mantenido en ella o restituido judicialmente, sino
contra aquellos cuya posesión no sea mejor”; y el artículo 1736 estipula “Se entiende
por mejor, la posesión abonada por título legítimo; a falta de éste, o en presencia de
títulos iguales tiene preferencia la posesión más antigua; si las posesiones fueren
iguales, debe preferirse la actual; si ambas fueren dudosas, se depositará lo que
sea su objeto, mientras no se decida a quien pertenece”. Esta última, deja en
evidencia la existencia de un título.

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Nicaragua ha adoptado a la posesión en su legislación como una apariencia de
dominio, tal precepto lo establece el artículo 1719 del Código Civil: La posesión
produce a favor del poseedor la presunción de propiedad que las circunstancias
podrán hacer más o menos atendibles”. (Guzmán García, 2009, p. 91). Asimismo,
el artículo 1773 del mismo cuerpo normativo, señala que el hecho de la posesión
hace presumir el derecho de poseer, mientras otro no pruebe corresponderle ese
derecho.

Cabe destacar que, lo mencionado en este apartado son rasgos característicos de


las regulaciones de la Posesión en la Ley Civil Nicaragüense, donde se ha dejado
en evidencia las contradicciones que dicho cuerpo normativo presenta las cuales
son una clara manifestación del erróneo procedimiento de adopción de distintas
legislaciones.

A pesar de las contradicciones en el sistema normativo de Nicaragua, el


Ordenamiento Jurídico presenta en ocasión a la posesión, una trascendencia a los
efectos de su protección, dispensada tanto en la norma sustantiva como en la
adjetiva. (Guzmán García, 2009).

En la Parte Sustantiva, se establece la médula espinal de los interdictos posesorios,


o las llamadas acciones posesorias estableciéndose en los artículos 1732, 1733 y
1812 del código civil, siendo retomados en el nuevo código procesal civil,
específicamente en los artículos que van del 513 al 525, previéndose entre otras
funciones, a través de un juicio ágil, la restitución de cosas poseídas y despojadas
con o sin violencia. Por tales vías procesales se otorga la protección a la posesión
en cualquiera de sus expresiones. (Guzmán García, 2009).

Ante ello, en concordancia con las normas mencionadas, el sujeto que tiene la
posesión de un bien, sea por la razón que lo tenga, se le otorga la facultad de acudir
a los Tribunales Judiciales a solicitar el amparo de dicho estado posesorio, al igual,
el que es objeto de perturbación, amenaza, y afectación sobre su posesión, tiene
derecho de incoar un proceso judicial para alcanzar la tutela jurídica, que impida la
materialización de tales eventos. (Guzmán García, 2009).

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De acuerdo con Brutau, (1978), a parte de la protección posesoria, se produce a
favor del poseedor, el primordial efecto de estar protegido jurídicamente, con
independencia de que exista el derecho cuya apariencia corresponda a dicho estado
posesorio. (Citado por Barillas Salablanca, 2013).

Cabe destacar que uno de los principales efectos de la posesión es la posibilidad


de su conversión en dominio o en el Derecho Real, de que es manifestación exterior
mediante la usucapión. (Diez-Picazo, 2001 citado por Barillas Salablanca, 2013).

En la legislación nicaragüense, la posesión puede convertirse en dominio a través


de la prescripción ordinaria transcurrido el lapso de 10 años estipulado en el artículo
897 parte in fine del Código Civil, y que consecuentemente viene a desarrollarlo la
Ley número 698, Ley General de Registros Públicos en los artículos que van del 30
al 43. Del mismo modo, se puede adquirir el dominio a través de la prescripción
extraordinaria, transcurrido el tiempo de 30 años, así señalado en el segundo
párrafo del art. 897 del Código Civil.

Así pues, como el eje central de este escrito es la Tutela o Protección Jurídica de la
posesión, procedo a desarrollar en el siguiente apartado lo relativo a las acciones
posesorias a la que ya se ha hecho una mínima referencia.

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2. Capítulo II: Generalidades de los Interdictos Posesorios

2.1 FUNDAMENTOS DE LA PROTECCIÓN POSESORIA

Al llegar a este acápite, es necesario considerarlo como uno de los más importantes
y de especial relevancia dentro del campo del derecho de la posesión. En efecto, la
posesión es un hecho, en el que se derivan consecuencias jurídicas, como la
presunción del derecho de dominio o por la tutela de las transgresiones,
perturbaciones y amenazas suscitadas en contra de ese hecho. De ahí, los
Ordenamientos Jurídicos amparan al hecho de la posesión mediante las acciones
posesorias o llamada tradicionalmente como interdictos posesorios.

En palabras de, Diez-Picazo y Gullón (2001) la tutela de la posesión se confía en


medios judiciales porque el ordenamiento jurídico repudia la violencia, tanto para
mantener el estado posesorio actual como para el restablecimiento del mismo,
siendo tal el eje jurídico de la razón para proteger de la posesión.

Entonces, ¿cómo se explica que, a la simple posesión de un bien, como estado de


hecho que carece de justificación jurídica, se le confiera una defensa eficaz como
la que atribuyen todos los sistemas Jurídicos? ¿Por qué el Ordenamiento Jurídico
concede protección al estado de hecho (posesión), sin tomar en cuenta la titularidad
del derecho, y aunque esta no le corresponda a quién ejercita tal acción?

Ante ello, se debe expresar que no existe un acuerdo unánime por parte de la
doctrina en cuanto a los fundamentos, y por ello nos encontramos con diversas
teorías que buscan darles solución a las incógnitas planteadas siendo las
principales la de Savigny y la de Ihering, quienes estudiaron a fondo este asunto.
(Hidalgo Muñoz, 2014, p. 13).

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 La protección Posesoria Según Savigny:

A como lo hemos mencionado a lo largo de esta investigación, Savigny mencionaba


que la posesión era un simple hecho acompañado de consecuencias jurídicas, el
cual, en síntesis, determinaba que era un hecho y un derecho, por cuanto, siendo
un hecho, produce efectos legales. Savigny, agregaba que la adquisición y pérdida
de la posesión pueden derivar de actos de violencia y perturbaciones, aunque esta
no constituía un acto Jurídico.

El fundamento de la protección posesoria para este doctrinario radica en la


prohibición de la violencia contra la personalidad del poseedor. Explica que este
fundamento consiste en la unión del estado puramente de hecho con la persona
que posee y cuya inviolabilidad sirve al mismo tiempo para protegerla contra toda
especie de violaciones que podrían también dirigirse contra la persona misma. La
persona debe estar siempre al abrigo de toda violencia, y si esta se comete, siempre
es una injusticia cuyas consecuencias pueden ser diversas. (Hidalgo Muñoz, 2014).

 La Protección Posesoria según Ihering:

Para este jurista, la protección de la posesión viene dado por la Ley, y no en


consideración de ella misma, sino porque la posesión es la exteriorización de la
propiedad. Se dispone que se entiende que la persona que posee una cosa es su
propietario o se encuentra autorizado por él.

Ihering, establece que, para repeler inmediatamente la agresión, no necesitará


esgrimir sus títulos de propiedad, le bastará con invocar su posesión. De este modo
obtienen una fácil y rápida protección, aunque a costa de que, en algún caso, el
sistema propicie que quien resulte protegido (provisionalmente) sea un usurpador.
(De Castro Vitores, 2009).

Al igual, Hidalgo Muñoz, (2014) expresa que:

Al contrario de la teoría de Savigny, para Ihering, la posesión no es protegida


porque la violencia es prohibida, sino que la razón de ser de la protección

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posesoria debe buscarse en la posesión misma y no en el carácter ilícito o
delictual de la turbación posesoria, que puede ser causada por actos que no
revisten tal entidad. En efecto, de acuerdo a esta última teoría, el poseedor
es protegido, no porque sea una persona y porque toda persona deba ser
protegida contra los actos ilícitos o delictuales, sino porque es poseedor y,
como tal, tiene más derecho que el que no posee; constituyendo así las
acciones posesorias los medios defensivos de la propiedad, la que dejaría de
existir, si el propietario, para protegerse en el goce de su derecho, debe cada
vez probar su dominio. Para que la protección de la propiedad quede
completamente asegurada, es necesario que su sola exterioridad, es decir,
la posesión, esté respetada y protegida. (p. 20).

2.2 TEORÍAS SOBRE LA POSESIÓN

2.2.1 Teorías Absolutas

Conciben a la posesión considerándola en sí misma y por ella misma. Es decir, la


posesión no debe su importancia a circunstancias extrañas, sino que por sí misma
es lo que pretende ser reconocida Jurídicamente. (Hidalgo Muñoz, 2014).

Dentro de esta teoría se dividían las siguientes:

a. Teoría de la Voluntad: Se formula dentro de ella la inviolabilidad de la


voluntad, la cual fue formulada por Gans, quien consideraba la tenencia como
un acto de voluntad del sujeto. Según esta teoría se protege a la posesión
por ser ésta encarnación de la voluntad de quien posee. (Hidalgo Muñoz,
2014).

Simultáneamente, si la voluntad es reconocida y protegida, es porque constituye


un elemento sustancial que demanda la posesión y es merecedora de defensa.
Finalmente, Gans señala que la voluntad particular de las personas sobre la

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cosa, debe de ser entendida como un derecho y, por lo tanto, se debe de tratar
como tal. (Hidalgo Muñoz, 2014).

Así mismo dentro de esta teoría se señala que, tener la cosa por efecto de la
voluntad particular y de la voluntad universal (ley) constituye propiedad, por el
contrario, el tenerla tan solo por la voluntad particular es la posesión. (Barillas
Salablanca, 2013).

En síntesis, la posesión es protegida contra la violencia, solo porque es la


manifestación positiva de la voluntad, debido a que la voluntad es la encarnación
real de la posesión.

b. Teoría de STAHL: La esencia del fundamento de la protección posesoria


radica en el aspecto económico que presenta para el comercio aun la simple
detentación. La posesión conlleva en sí misma su importancia jurídica, pues,
porque esta sirve para satisfacer las necesidades humanas, destino universal
que se le hace al patrimonio. Su fin principal es preservar el estado de hecho
de las cosas (Hidalgo Muñoz, 2014; Von Ihering, 2000).

2.2.2 Teorías Relativas

En ellas se detalla que el fundamento de protección de la posesión proviene de un


elemento extraño, dentro de ellos instituciones, consideraciones y preceptos
jurídicos, el cual no es protegida sino para dar a otros la plenitud de su derecho.

Dentro de esta clasificación encontramos diversidad de teorías, pero entre ellas, se


destacan las siguientes:

 Teoría sobre la Interdicción de la Violencia: Para Savigny y posteriormente para


Ihering, la importancia de la protección posesoria se incardina a evitar cualquier
manifestación de violencia, para conservar la paz y el orden jurídico constituido.
(Hidalgo Muñoz, 2014)

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Dentro de esta, Savigny consideraba a los interdictos posesorios, como acciones
nacidas del delito o perturbación cometida en contra del poseedor, o como
medidas de policías encaminadas a mantener el orden público (Ihering). Ambas
situaciones conllevan a un impedimento de hacer justicia por sus propias manos.

 Teoría del gran principio del Derecho: Su esencia se incardina a señalar “Nadie
puede vencer jurídicamente a otro, sino tiene motivos preponderantes en qué
fundar su prerrogativa”. (Thibaut citado por Von Ihering, 2000).

 Teoría de la Prerrogativa de Probidad: En virtud de la cual se debe suponer que


el poseedor es propietario o titular de derecho, en cuestión de la probidad de las
personas, pues todas las personas deben de ser consideradas probo, mientras
no se demuestre lo contrario.

 Teoría de Exteriorización o visibilidad de la Propiedad: Fue propuesta por


Ihering, y la protección se materializa por ser complemento necesario de la
propiedad.

Hidalgo Muñoz, 2014, sostiene que Ihering señalaba que la posesión es un


derecho, un interés jurídicamente protegido; y la protección que la ley concede
a la posesión es para completar y hacer efectiva la plena protección de la
propiedad, ya que generalmente el poseedor es el propietario.

La tutela de la posesión, en principio es un complemento necesario de la tutela


de la propiedad, que instituye una facilidad de pruebas ideadas para el
propietario.

2.2.3 Teorías Mixtas

Los civilistas modernos sin preocuparse por encajar sus opiniones con las teorías
clásicas, emiten variadas combinaciones de argumentos para justificar la protección
de la posesión.

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Para Carboni citado por Ruggiero, (1994) y este a su vez citado por Barillas
Salablanca, (2013), lo posesión en su sentido genérico (detentación) se funda en la
necesidad de asegurar la paz, la seguridad y la tranquilidad pública, prohibiendo en
los medios jurídicos hacerse justicia por sí mismos. La posesión en su sentido
específico (posesión legítima) tiene en sí la propia razón de ser, existe y es
protegida en cuanto es apariencia de un poder de Señorío.

A Juicio de Messineo citado por Castán Tobeñas, (1978), y este por Barillas
Salablanca, (2013), la protección que se le confiere a la posesión tiene un doble
sentido o fundamento práctico:

a) Es manifestación de aquel principio de voluntad del cual se respeta la


apariencia del derecho, o lo que es igual, se presume por el hecho del
ejercicio de un derecho, la cualidad del titular en quien ejercita el Derecho
mismo;
b) Está ligada al principio del respeto al orden constituido, según el cual, para
que no quede turbada la paz social, no se puede modificar una situación
Jurídica o de hecho sin intervención judicial.

Finalmente, en la doctrina moderna la protección de la posesión constituida a través


las acciones posesorias, en su máxima expresión se refiere a la protección de la
Seguridad Jurídica de las soberanías.

Así pues, como síntesis de las páginas anteriores, sobre el por qué la posesión goza
de protección jurídica, aun siendo solo un simple hecho, anotamos las siguientes
características de la razón de su protección:

I. Se protege la posesión como protección de la personalidad, en virtud de


que la posesión es una manifestación de voluntad, y la voluntad particular,
cuando se aplica a las cosas, es un derecho y debe ser tratada como tal.
La posesión es un derecho de la personalidad.
II. Se protege la posesión como protección de la apariencia Jurídica, pues
en opinión de Ihering (asentada en páginas anteriores) la posesión es

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protegida como una exteriorización de la propiedad, exonerándole de
demostrar el título por el mero hecho de ser poseedor.
III. La defensa de la Paz Jurídica y el Mantenimiento provisional del Statu
Quo, puesto que la posesión sirve para la satisfacción de las necesidades
humanas, el cual no se trata de garantizar la cosa en sí misma, sino un
estado de hecho. En la posesión existe un reglamento provisional, pero
que interesa económicamente custodiar. En la idea de la paz jurídica, se
realiza en virtud de impedir violencia y el ejercicio arbitrario de los
derechos.
IV. Por la Función Social de la posesión. Para Hernández Gil, “la posesión es
una exigencia de la necesidad y la libertad, el cual representa un freno
frente a la libertad monopolista de la propiedad”.

Nicaragua, sigue las razones referidas anteriormente, otorgando en base a ellas,


una especial protección a la posesión a través de los interdictos posesorios,
contenidos esencialmente en el derecho sustantivo, es decir, en el Código Civil.

La posesión en Nicaragua se ha visto protegida por el hecho de que nadie puede


ser violentamente despojado o amenazado del goce y disfrute de sus derechos,
asentando con ello la seguridad jurídica de sus habitantes, sobre todo incardinado
a obtener la paz. Por su parte el francés Troplong detalla que “la ley protege al
poseedor porque ve en el a un germen de propiedad. Si la posesión coincide con el
dominio, con la protección de la Ley es más fácil eliminar la situación de violencia
invocando la posesión”. (citado por Ortiz Urbina, 2004, p. 221).

En Nicaragua, debemos afirmar que, su legislación ciertamente establece que la


posesión hace presumir el dominio (art. 1719 y art. 1768 C), y ante esa presunción,
se debe de proteger mientras no se demuestre lo contrario (1773 C).

Para concluir este acápite, debemos mencionar que la posesión no es un derecho.


No debemos de confundir la posesión con el derecho de poseer (ius possidendi),
que en principio le corresponde al propietario y protegiéndose a través de la acción
de reivindicación, cuando el propietario hubiere perdido la posesión de su bien. La

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posesión se trata de un estado de hecho del que derivan consecuencias jurídicas,
dejando claro que es una tutela Provisional. A como bien lo mencionó Arce y
Cervantes, (1994) “El individuo que usa del derecho está en posesión de este
derecho. La posesión no es, entonces, sino un puro hecho”. Así pues, esto es el ius
possessionis: el derecho de posesión, que prevalece, de momento, en los juicios
posesorios (sumarios), pues se basa en la condición de poseedor, siendo un
derecho débil y claudicante, que cederá siempre ante el ius possidendi (De Castro
Vitores, 2009).

La finalidad de la protección posesoria según nos indica Alberto Trabucchi, (sf), es


“devolver la cosa al estado en que se encontraba antes de modificación del orden
existente, hasta que el interesado pueda demostrar su derecho”. (p. 46). Además,
de atenderlos como urgente, para evitar que las partes hagan justicia por sí mismos.
(Flores, 1993).

2.3 CONDICIONES DE LA PROTECCIÓN POSESORIA

Al referirnos a este tema, es volver a retomar los elementos que edifican la posesión.
Hemos dejado claro que este tópico ha sido merecedor de diversas doctrinas que
tratan de explicarlos para lograr obtener la tutela jurídica. Tales doctrinas han girado
al entorno del Derecho Romano, y se ha encarnado en dos principales teorías: La
subjetiva o de la voluntad siendo su gran expositor Savigny, y La objetiva u
moderna, desarrollada por el doctrinario Ihering.

Cabe señalar que, SAVIGNY e IHERING, trataban de averiguar la razón por la que
la Posesión gozaba de protección en Roma.

 La teoría Subjetiva o de la Voluntad:

Esta teoría fue desarrollada por Savigny, quién explica que la posesión resulta de
la concurrencia de dos elementos: el corpus y el animus. El corpus no solo consiste

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en la detentación material de la cosa, sino la posibilidad de ejercer influencia
inmediata sobre ella, y excluir influencia extra a ella. En cambio, el segundo
elemento, la intención de tener la cosa para sí o de obrar como propietario, es el
elemento condicionante de la posesión, el cual, transforma la detentación en
posesión. (Bucardo Matute & Altamirano Pereira, 2016).

Los meros detentadores al no tener o poder tener la intención de tratar las cosas
como propias, no gozaban la protección posesoria en el Derecho romano, puesto
que, en principio, ellos poseían a nombre de otra persona. Dentro de la primicia
anterior, se exceptúa al precarista, ya que se concibe que posee en su propio
nombre.

Finalmente, el elemento intencional implica la voluntariedad y el desconocimiento


por parte del poseedor, de un derecho superior (el propietario).

 La teoría Objetiva o Moderna:

Por otra parte, en esta teoría, Ihering ataca rigurosamente la tesis subjetiva
desarrollada por Savigny. El animus para Ihering, carece de valor para distinguir la
posesión de la detentación, puesto que ambos están motivados por la misma
intención “tener y conservar la cosa” (animus tenendi), así que niega que haga falta
un particular animus y mucho menos un animus domini para constituir la posesión.
(Bucardo Matute & Altamirano Pereira, 2016).

Ihering mencionaba que no se puede poseer sin querer poseer: la voluntad de


poseer solo sirve para distinguir entre el que está en contacto con la cosa, pero sin
querer poseerla. (Argüello Lorio, et al, 2006).

La posesión requiere del elemento de la intención, el cual, no es un elemento


particular del mismo, ya que la mera detentación supone voluntad, sin la cual
existiría mera yuxtaposición local (el cual por falta de voluntad jurídica no existe el
corpus, a pesar de haber tenido contacto con la cosa).

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Es entonces el animus, la intención de servirse de la cosa, para satisfacer sus
necesidades humanas, y el corpus, la exteriorización de esa intención.

Para finalizar, Ruggiero, (1994) citado por Barillas Salablanca, (2013), expresa que
de esta teoría se deducen las siguientes consecuencias:

A. Puesto que el corpus lleva implícito el animus, toda detentación, aunque sea
por otro comprende ambos elementos, o lo que es igual toda detentación es
posesión.
B. Solamente por excepción, es decir cuando la Ley lo determine, se puede
privar al detentador de la protección posesoria.
C. Al demandante en materia posesoria, le basta probar el corpus, y a su
contradictor le corresponde probar en su caso que aquella detentación ha
sido privada por Ley de la protección de los interdictos.

Visto lo anterior, y asentada las razones Jurídicas del por qué la posesión goza de
protección del Derecho, procedemos a interrogarnos ¿A través de qué medio
Jurídicos el derecho concede la tutela al mero hecho de la posesión?, ante ello,
debemos de hacer referencia a la historia, en el cual se constata un medio jurídico
específico, rápido y ágil, para este tópico. Por lo que damos inicio al tema de los
Interdictos Posesorios, hoy en día conocidos como acciones posesorias.

2.4 LOS INTERDICTOS POSESORIOS

A manera de Introducción, la posesión goza de una especial protección que el


Ordenamiento Jurídico le concede, la cual, se dispensa a tanto quien se ve, sin su
voluntad, privado de ella, como el que resulta inquietado o perturbado en el disfrute
de la misma. Diez-Picazo (2008), indica que la protección posesoria se encauza
mediante el ejercicio de un especifico procedimiento, que en nuestro Derecho se
conoce como Interdicto o Juicio Interdictal.

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Cabe señalar, modernamente los Interdictos posesorios son conocidos también
como acciones posesorias. La finalidad arraigada en este tipo de tutela jurídica, es
proteger la posesión de la persona que venga detentando materialmente la cosa,
de manera pacífica y continua, contra todo acto de despojo o simple perturbación,
permitiéndole conservar o recuperar materialmente el bien.

Así mismo, Albaladejo, citado por Hidalgo Muñoz (2014), sostiene que:

La protección de la posesión se apoya en que la ley no debe permitir que una


situación existente, aunque sea de hecho como la posesoria, sea atacada ni
siquiera por el hecho que persigue un fin justo en sí y menos por quien
pretende despojar injustamente al poseedor. (p. 24).

En materia de Juicios sumarios sobre los Interdictos Posesorios, no cabe la


discusión del dominio sobre el bien ni siquiera un prolijo examen de titularidad,
debido a que son Juicios ágiles, y solo basta la demostración de quién ostenta la
posesión, y de los actos de perturbación y amenaza contra el ejercicio pacífico de
la misma.

2.4.1 Origen y Evolución de los Interdictos Posesorios

2.4.1.1 Antecedentes Históricos

El origen de los interdictos posesorios se asienta en el antiguo derecho romano,


substancialmente por obra del pretor, quién dictó normas con la finalidad de tutelar
a la posesión, concediéndole al poseedor acciones de naturaleza especial
denominada interdictos posesorios. En esencia, los interdictos posesorios fueron
unos peculiares medios de protección jurídica, que inflexiblemente hay que
llamarles extrajudiciales. (Diez-Picazo, 2008; Hidalgo Muñoz, 2014).

Diez-Picazo (1995), nos indica que:

En virtud de ellos, un particular lograba la tutela de una situación de hecho,


consiguiendo que un magistrado emitiera una orden, intimación, un mandato,

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que tenía un carácter netamente administrativo o de policía, y en virtud del
cual el magistrado se limitaba a decretar que hiciera o que no se hiciera
alguna cosa. (p. 643).

2.4.1.2 Origen de los Interdictos Posesorios

Hasta nuestros días, en la historia no se conoce una fecha exacta del nacimiento
de los interdictos posesorios, ni las razones o necesidades que dieron camino a su
surgimiento, sin embargo, sus primeras apariciones se establecen con la figura del
pretor.

En Roma existió lo que se llamaba “ager publicus”, término utilizado para referirse
para al suelo y terrenos de uso público. El suelo, en Roma, era parte de la propiedad
de cada ciudadano, y en parte de dominio público, pudiendo cada ciudadano no
solo aprovecharlos y cultivarlos, sino guardarse los frutos, lo cual era solo la
exteriorización de la ocupación, que no gozaba de protección alguna ni medios de
defensa contra los actos perturbatorios de terceros, deficiencia salvada con la
introducción de los interdictos posesorios. (Hidalgo Muñoz, 2014).

Los interdictos posesorios en la historia, se presentaban como medidas policiales


emanadas del pretor o del presidente de una provincia con la finalidad de detener
ciertas disputas, tales medidas destinadas a mantener el orden.

Al respecto, Hidalgo, Muñoz (2014) expresa:

Se ha dicho también que “el origen o, al menos, el desarrollo de los interdictos


protectores de los bienes raíces se relaciona con dos circunstancias: primero,
la dificultad que hubo para probar el dominio de los inmuebles después que,
con las guerras púnicas, Roma adquirió desarrollo, lo que hacía peligroso o
aleatorio valerse de la acción reivindicatoria; y segundo, el ataque que
sufrieron los bienes durante las guerras civiles de los dos últimos siglos de
República (fines del siglo II y mediados del I antes de J.C), agitados periodos
en los que los propietario eran expulsados de sus dominios, instalándose en
sus casas y fundos los usurpadores. La urgencia de las soluciones impuso

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los interdictos, en que la prueba quedaba limitada al hecho de la posesión,
turbada o perdida injustamente, sin que la decisión prejuzgara sobre el
derecho de dominio. (p. 28).

Por otro lado, se ha sostenido que el origen de los interdictos responde a la


necesidad de proteger la integridad e inviolabilidad de las cosas divinas, pero
posteriormente debió hacerse necesaria su aplicación para la protección de ciertos
derechos desamparados por el derecho civil que requería atención o intervención
del magistrado en ciertos casos, como sería la protección contra todo ataque o
usurpación de cosas públicas o sagradas o la protección de los derechos del
patrono sobre sus libertos. (Hidalgo Muñoz, 2014; Argüello Lorio, et al, 2006).

En resumen, los interdictos surgieron de la necesidad de dar una protección eficaz


al hecho de la posesión en contra de todas las violaciones o ataques a la misma, ya
que, por no reunir el carácter de derecho, los poseedores no podían ostentar una
acción como tal.

El origen procedimental de los interdictos, fue en sus albores puramente


administrativo, luego bajo el régimen de formulario, pasó a ser un procedimiento
jurisdiccional, el cual este último consistía en que las partes comparecía libremente
al tribunal, y exponen al magistrado sus pretensiones, el cual, después de
escucharlos, elabora un escrito muy breve sobre la cuestión objeto del proceso, y la
envía ante Juez para que falle el caso. (Hidalgo Muñoz, 2014).

Según Hidalgo Muñoz (2014), el procedimiento al que nos hemos referido, se


particulariza por los datos siguientes:

1. El procedimiento se lleva a cabo ante el Magistrado, en presencia del cual,


el demandante solicitaba concesión del interdicto.
2. Se realizaba un examen sumario sobre el asunto incoado.
3. Se denegaba el interdicto, si se encontraba inadmisible la pretensión del
demandante.

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4. Concedía Interdicto si se estimaba que se reunían las condiciones exigidas,
debiendo en ese caso conformarse el demandado.
5. El demandante debía probar que la posesión fuese justa o injusta, y acreditar
que el demandado había efectuado actos de perturbación en el ejercicio de
la misma.
6. La acción debía intentarse en contra de la persona que ejecuta la
perturbación.
7. Había que probarse la posesión.
8. Se ordenaba cesar la perturbación y dar la correspondiente indemnización
de daños y perjuicios.
9. Finalmente, el magistrado podía imponer al vencido una caución a favor de
su contraparte, a fin de dejar cubierto a ésta de molestias posteriores.

Cabe insinuar, si las partes cumplían con la orden dictada por el magistrado, el caso
quedaba concluido, no obstante, en caso contrario, si no se cumplía con dicha
orden, el pretor enviaba a las partes ante un Juez para que el conflicto se resolviere.
A tales efectos, el pretor le entregaba un formulario en el que explicaba
someramente el asunto en que debía fallar. (Hidalgo Muñoz, 2014; Bucardo Matute
& Altamirano Pereira, 2016)

En conclusión, la desobediencia de la orden dictada por el pretor, entablaba una


nueva instancia procesal de carácter ordinario, conocida como procedimiento
Interdicto, apartándose del administrativo, para ser un proceso jurisdiccional.
(Hidalgo Muñoz, 2014).

2.4.1.3 Institutas de Justiniano

Pallares (pp. 7 y 8) citado por Bucardo Matute y Altamirano Pereira (2016),


menciona que “en las institutas de Justiniano se establece que los interdictos eran
formulas o juicios provisionales, en los cuales el pretor ordenaba o prohibía hacer
algo, lo que tenía lugar sobre todo en las controversias sobre la posesión o cuasi-
posesión”. Así mismo, en las institutas la palabra interdicto significaba prohibir.

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Argüello Lorio et al (2006), hace referencia que los interdictos en el derecho romano
se caracterizaban por:

a. El pretor resolvía las causas inmediatamente, sin enviárselas al Juez como


lo hacía en otros casos.
b. La sentencia que pronunciaba el pretor no era declarativa sino imperativa ya
que prohibía hacer alguna cosa o que obligara a la exhibición o a la
restitución del inmueble o mueble en litigio. Debía ser inmediatamente
obedecida.
c. La demanda del Interdicto no se fundaba en un derecho reconocido
previamente por ley o por un acto equivalente a la ley, sino en la posesión o
en una situación de hecho.
d. El origen de los Interdictos hay que buscarlos en la necesidad de proteger el
goce y disfrute de los bienes de uso común.
e. El pretor no ejercía su jurisdicción al pronunciar el interdicto sino su imperio.
f. Los interdictos considerados en su naturaleza intrínseca eran en su origen
medidas de policía para proteger, por ejemplo: el uso de la vía pública, el
aprovechamiento de los ríos, el respeto y la seguridad de los sepulcros.

2.4.1.4 Clasificación de los Interdictos Según Justiniano en las


Institutas

De acuerdo con Bucardo Matute y Altamirano Pereira (2016), en la época de


Justiniano, los interdictos se clasificaban en:

a) Interdictos prohibitorios: Son por los cuales el pretor prohíbe hacer algo, por
ejemplo, usar las vías de hecho contra el poseedor de buena fe, contra quien
entierra un muerto en un lugar donde no tenía derecho de hacerlo.
b) Interdictos restitutorios: Son aquellos por los cuales el pretor ordena restituir
algo, por ejemplo, integrar en su posesión al que ha sido turbado por medio
de violencia.
c) Interdictos exhibitorios: Son aquellos por los cuales el pretor ordena que una
cosa sea exhibida cuando está en litigio o un libertus (hombre libre) a quien

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el patrón quiere imponer un servicio o a un hijo de la familia que el padre
quiera reivindicar bajo su poder. (Pallares citado por Bucardo & Altamirano,
2016).

2.4.1.5 Clasificación de los Interdictos Posesorios en Roma

Los interdictos posesorios en sentido estricto eran de dos clases: Los recuperandae
possessionis y los retinendae possessionis. Unos se caracterizaban por impedir que
alguien estorbase el libre uso que a todos les correspondía de las cosas comunes,
o bien, proteger ciertos derechos particulares que carecían de una acción, y otros,
para asegurar la posesión. En tal sentido haremos una breve referencia a ellos.

1. Los Interdictos recuperandae possessionis:

Mediante este interdicto, el poseedor puede recuperar la posesión, del cual ha sido
despojado. Se concedía para aquellos casos en el que el poseedor trataba
recuperar la posesión perdida, ya sea porque había sido objeto de fuerza o
violencia, o bien, porque no se le restituía la posesión de una cosa por quien la tiene
a título precario, y le privaba maliciosamente de su posesión. (Hidalgo Muñoz,
2014).

En este tipo de interdicto se distinguían tres categorías:

a. El Unde vi: Era concedido al poseedor violentamente expulsado de la


posesión de un bien inmueble, o impedido ingresar a él, con la finalidad de
que se ordene al ocupante restituir el predio y a reparar los daños cometidos.
Se aplica solo a los bienes inmuebles y el afectado dispone de un año
contado desde la expulsión para impulsar este interdicto.

El presupuesto legal que se debe reunir para incoar este interdicto, es la


existencia de una posesión pacífica, el cual, el poseedor debía sufrir una
violencia física o moral efectiva, no siendo suficiente abandonar el inmueble ante
el temor de ser desposeído por terceros armados. Dicho proceso se puede

42
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intentar contra el autor directo, incluso contra quien lo ordenó y la llevó a cabo
valiéndose de un tercero. (Hidalgo Muñoz, 2014).

b. El de precario: Su objeto está encaminado a obtener la restitución de la cosa


dada a título de precario. Los romanos daban el nombre de precario a la
concesión de uso de una cosa o de un derecho que el poseedor hacía
gratuitamente y en favor de otra persona. Su objeto principal radicaba en
lograr la restitución del bien inmueble al cedente, el cual, tal cesión no era
fundada en una relación contractual entre el cedente y el precarista.

Este interdicto puede intentarse por el poseedor cedente o sus herederos contra
el tenedor precario y sus herederos, debiendo estos restituir la cosa y reparar el
daño causado por la retención indebida, en caso de imposibilidad de devolver la
cosa, el precarista estaba obligado a responder por el valor de la misma al tiempo
de interponer el interdicto. Se ha sostenido que no había plazo alguno como
requisito para iniciar este proceso, estando en su contra la prescripción temporal
de 30 años. (Hidalgo Muñoz, 2014).

c. El de clandestina possessione: Es otorgado a favor de la persona que perdió


su posesión, porque otro se lo quitó clandestinamente, es decir, es el caso
de una persona que es privada, oculta y maliciosamente de la posesión que
ostentaba sobre un bien inmueble. Finalmente, este interdicto perdió valor, y
fue declarado en desuso, al establecerse el principio de que la posesión de
un bien inmueble no se pierde sin conocimiento del poseedor. (Hidalgo
Muñoz, 2014)

2. Los Interdictos Retinendae Possessionis:

La finalidad de este interdicto estaba incardinada a conservar y asegurar la posesión


en manos del poseedor que tenía la cosa bajo condiciones determinadas,
impidiendo y evitando cualquier acto de violencia en contra del mismo por parte del
antagonista.

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Este interdicto se dividía en dos, uno para las cosas muebles, y otro para los
inmuebles:

a) Interdictum uti possidentis: Favorecía al poseedor de cosas inmuebles


frente a las perturbaciones de hecho ocasionados por una tercera
persona sobre su posesión, bajo la condición que dicha posesión no sea
viciosa, violenta, clandestina, ni concedida a título de precario. Se
caracterizaba por ser un interdicto anual, debiendo presentarse dentro del
año que han ocurrido los actos de perturbación sobre la posesión.
(Hidalgo Muñoz, 2014).
b) Interdictum utrubi: Amparaba la posesión que una persona tenía sobre las
cosas muebles. Se protegía al poseedor del bien inmueble que lo hubiera
poseído por más tiempo dentro del último año, contado hacia atrás desde
la emisión del Interdicto, siempre que la posesión no fuere viciosa
enfrente del contrario. En síntesis, se amparaba el mayor tiempo de
posesión y no él sólo hecho de poseer en la actualidad, debido a lo
sencillo que resultaba traspasar las cosas muebles de una mano a otra.
(Hidalgo Muñoz, 2014, pp. 36 y 37).

Recapitulando, los interdictos posesorios tuvieron auge en el Derecho romano, los


cuales fueron implantados para proteger a cada ciudadano de actos perturbatorios
de terceros, el cual se concentraba en un solo procedimiento de policía o
administrativo, resuelto por una persona, el llamado Pretor. Los interdictos se
caracterizaban por ser ágiles y de solución rápida, sin embargo, en caso de no ser
atendida la resolución de los mismos, se trasladaba su procedimiento a un Juez
mediante formulario, este último era el encargado de darle una solución al asunto.

2.4.2 Definición

En la actualidad, los interdictos posesorios gozaron de un gran avance histórico,


siendo la finalidad de su proceso de transición dejar de ser simples medidas
policiales o administrativas, para ser auténticos procedimientos judiciales. Como
procedimiento Judicial se especializa por su sumariedad, tramitación rápida y breve,

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y por la limitación del debate exclusivamente a la posesión, sin interferir un examen
prolijo de titularidad.

Rojina Villegas (1994), señala a tales efectos, que “los interdictos son acciones
posesorias provisionales que tienen la finalidad de proteger la posesión interina
(originaria o derivada), de los bienes inmuebles o de los derechos reales
constituidos sobre los mismos” (p. 256).

Manresa y Navarro, citado por Ortiz Urbina (2004), definen a los interdictos de la
siguiente manera:

“Son aquellos juicios sumarísimos en los que se decide interinamente sobre


la actual y momentánea Posesión, o sea sobre el hecho de la posesión, sin
perjuicio del Derecho de Propiedad, o para que suspenda o se evite un hecho
que puede ocasionar perjuicio”. (p. 434)

Hidalgo Muñoz (2014), expresa: “Las acciones posesorias son remedios o defensas
concedidas al poseedor, tendientes a proteger la posesión, ya sea ante actos de
verdadero desapoderamiento o de mera turbación de aquella”. (pág. 10).

Para Cabanellas de la Torre, el interdicto:

Es una prohibición, un mandato de no hacer y no decir. El Interdicto en el


Derecho Procesal es un Juicio Posesorio de índole sumario de trámite
sencillo y breve que no cierra la discusión del asunto en otro juicio más amplio
de fondo definitivo. (citado por Ortiz Urbina, 2004, p. 535).

Según Castán, citado por Hidalgo Muñoz (2014), “las acciones posesorias protegen
el simple hecho de la posesión, amparando al poseedor contra cualquier
perturbador, pero sin recabar una declaración acerca del derecho a la posesión”.
(pág. 10)

De acuerdo con Hidalgo Muñoz (2014), el Código Civil chileno, en el artículo 916,
da una definición funcional, señalando que “tienen por objeto conservar o recuperar
la posesión de bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos”. Dicho

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precepto lo sigue la legislación nicaragüense, pues, se establece en el art. 1796 que
las acciones posesorias solamente pueden corresponder a los poseedores de
inmuebles, y tienen el único objeto de obtener la restitución de la posesión, o bien
la mantención de la posesión en su plenitud y libertad.

En virtud de los preceptos jurídicos anteriormente mencionados, podemos señalar


que las acciones posesorias llamados también interdictos son inherentes a la figura
del poseedor del bien inmueble, en las que son típicos procesos en que la disputa
versa sobre la posesión de derechos reales.

En Nicaragua, los interdictos posesorios, de manera sustancial se encuentran


esbozados en el derecho sustantivo, en los cuales, el legislador nicaragüense le
brinda un tratamiento irregular y poco claro, por adoptar doctrinas de sistemas
diferentes que no siguen el mismo objetivo, pese a ello, de alguna u otra manera se
otorga protección a cualquiera de sus manifestaciones.

La mezcla de los sistemas jurídicos, se evidencia al expresar que el código civil


nicaragüense establece que la Posesión para ser perfecta debe constar con el
animus domini y el corpus, empero, dicho cuerpo normativo concede y admite la
tutela a la posesión hasta por la mera tenencia del bien inmueble, a través de los
Interdictos Posesorios.

El Código Civil Español, en su artículo 446, establece el primordial precepto que da


paso al interdicto posesorio, al expresar “todo poseedor tiene derecho a ser
respetado en su posesión; y fuere inquietado en ella, deberá ser amparado o
restituido en dicha posesión por los medios que las leyes de procedimiento
establecen”.

La misma línea jurídica sigue el cuerpo normativo de Nicaragua, aludiendo que el


principio general de los interdictos posesorios se encuentra consagrado en el
artículo 1732 del Código Civil, al establecer “El poseedor tiene derecho a ser
amparado o restituido a su posesión, contra cualquier perturbación o despojo”.

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En Nicaragua, a través del Boletín Judicial número 4853 (sentencia de las 10:30 am
del 20 de marzo de 1925) y del Boletín Judicial número 7076 (sentencia de las 11:30
am del 22 de Julio de 1928), se enuncia lo siguiente:

“Los interdictos son medios protectores del hecho de la posesión, que se


ventilan en juicios civiles que reclaman con urgencia una medida que los
termine, por interesarse inmediatamente el orden público; la seguridad
amenazada de las personas o de las cosas u otros derechos derivados que
a no ser atendidos sin dilación pueden perderse, y en los cuales juicios se
decide sobre la actual y momentánea posesión, o sea, sobre el hecho de la
posesión, sin perjuicio del derecho de los interesados”.

Tórres Peralta (2015), detalla que los procesos posesorios son aquellos procesos
dirigidos a obtener del órgano jurisdiccional una sentencia que otorgue, proteja o
declare la posesión sobre un derecho determinado. A través de los mismo, se hace
valer las acciones posesorias adscritas por el Código Civil.

Finalmente, en concordancia con Hidalgo Muñoz (2014), “Los interdictos posesorios


son acciones especiales, establecidas en resguardo exclusivo de la posesión y que
en su tramitación se someten a un procedimiento rápido y sumario, necesario para
la finalidad que persigue”. (pág. 51).

2.4.3 Naturaleza

A como bien hemos venido señalando, las acciones posesorias protegen al simple
hecho de la posesión de un bien inmueble, sin que se realice un examen de
titularidad, incluso de la existencia del derecho real mismo.

Así mismo, Rojina Villegas (1994) menciona que, los interdictos no tratan de juzgar
sobre la posesión definitiva, ni tampoco de resolver sobre la calidad de la posesión
para decir quien tiene mejor derecho a poseer, sino que busca proteger
provisionalmente la posesión de los bienes inmuebles.

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En virtud de lo anterior, entonces, se puede afirmar que se trata de una acción real,
esto, porque en cuanto a su esencia se incardina a proteger la relación material con
los bienes inmuebles contra actos que la perturben o amenacen, y en virtud de ello,
mantener al poseedor en el goce y disfrute de los mismos.

Hidalgo Muñoz (2014), al respecto menciona que “tienen el carácter de acciones


reales, por cuanto protegen una relación directa sobre la cosa y se pueden hacer
valer contra cualquier persona que perturbe o viole la situación existente”. (p. 50).

Según Lafalle, las acciones posesorias no se ajustan rigurosamente a ninguna de


las dos categorías clásicas, real o personal, y deberán ceñirse a la naturaleza del
derecho que amparan. (citado por Hidalgo Muñoz, 2014).

En síntesis, los interdictos al estar encaminados a proteger la posesión material


sobre los bienes inmuebles, se trata de la exteriorización de las acciones reales,
debido a que están sumamente relacionado a reestablecer la posesión al término
anterior de la que fue amenazada y perturbada.

Recordemos lo que expresaba Rojina Villegas (1994), los interdictos solo se ocupan
de la posesión interina de los bienes inmuebles, y no discuten sobre el mejor
derecho para proteger, sino que simplemente se toma en cuenta el hecho de la
posesión. De esta manera, finalmente reafirmamos que los interdictos se tratan de
acciones reales.

2.4.4 Objeto de los Interdictos Posesorios

A como bien se ha mencionado, en los interdictos se busca proteger la posesión


interina de los bienes inmuebles, los cuales no someten en proceso un examen
sobre la titularidad, sino que se encargan del hecho de la posesión misma, y de la
permanencia del poseedor sobre ella.

En término generales, todas las acciones posesorias tienen por objeto proteger a la
posesión, contra un ataque consumado en el despojo, o que pretende consumarse
con la perturbación, daño o amenaza que de forma lícita o ilícita pueda perjudicar la

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ejecución de actos materiales sobre un bien inmueble, tales circunstancias
suponiendo el dominio del mismo.

Por consiguiente, Rojina Villegas (1994), expresa que, “la protección de la posesión
trata de impedir el ataque, provenga de quién provenga, o el daño que con la
ejecución de las obras pueda causarse” (p. 259). En tal sentido, no se prejuzga
sobre la calidad de la posesión, sino que lo único que interesa es proteger al hecho
de la posesión y evitar el daño sobre la misma ya sea lícito o ilícito, inclusive cuando
el autor de los actos sea el propietario de la cosa, quién pretende despojar o
perturbar al poseedor.

“El objeto del interdicto es, simplemente, proteger la posesión provisional, interina
de un bien inmueble, y por esto se da tanto al poseedor originario como el derivado”.
(Rojina Villegas, 1994, p. 256 y 257). La gran finalidad de los interdictos, en otras
palabras, es mantener un momento determinado de posesión, contra el sujeto que
la perturbe, despoje o amenace en dañarla.

Rojina Villegas (1994), menciona que:

Los interdictos pueden tener diversas finalidades para proteger la posesión;


es decir, existen diferentes maneras de protegerla, según se trate de una
perturbación de la misma, en cuyo caso se llama interdicto de mantener la
posesión; de un despojo, llamándose entonces interdicto de recuperar la
posesión; de daños causados por una obra nueva, recibiendo en nombre de
interdicto de obra nueva; o bien, de daños causados por una obra peligrosa
que amenace ruina, por la caída de un árbol u otro objeto, y entonces se
llama interdicto de obra peligrosa. (p. 257).

En Nicaragua, de acuerdo con los artículos 1796 y 1813 del código civil, las acciones
posesorias solo tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes
inmuebles o derechos reales constituidos en ellos; o bien ejercer otros derechos
especiales (querellas especiales) sobre esta misma clase de bienes. (Tórres
Peralta, 2015, p. 654).

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El objeto de los interdictos posesorios, en cualquiera de sus clases regulado por la
legislación nicaragüense, especialmente, en el de amparo, restitución y
restablecimiento, tienen la finalidad de defender el hecho de la posesión, en contra
de agresiones, perturbaciones, despojos y amenazas que afecten a la misma, que
impidan el buen ejercicio y disfrute de los poseedores sobre los bienes inmuebles,
y que, en consecuencia, condenarían al demandado el cese de esas acciones.

Así mismo, se debe recordar, que el principal y primordial efecto de estas vías
legales, es impedir a toda costa que se haga justicia por nuestras propias manos,
cumpliendo, entonces, con la seguridad jurídica y el mantenimiento de la paz, que
nuestra Carta Magna impone.

Para finalizar, se debe señalar que estas vías no deben confundirse, con las que
protegen a la posesión de manera definitiva, ya que, los interdictos se caracterizan
por otorgar protecciones provisionales, mientras no se demuestre quien es el
verdadero titular del derecho. A tales efectos, Rojina Villegas (1994) alude:

Todas las acciones posesorias tienen por objeto proteger la posesión, pero
la manera de lograrlo y la causa contra la cual se protege es muy distinta en
la acción plenaria que en los interdictos. La acción plenaria protege a la
posesión definitiva no contra un ataque o un daño que se pretendan causar
o se hayan causado, sino que la defiende en cuanto se confirma al poseedor,
después de haber investigado quién tiene mejor derecho a poseer. (p. 258).

Así pues, una vez claro lo anterior, se procederá a desarrollar el tratamiento


procesal de los interdictos posesorios, tratando las particularidades de cada uno en
los que se divide.

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3. Capítulo III: Análisis de las Acciones Posesorias: Interdictos Posesorios

3.1 INTERDICTOS POSESORIOS EN LOS JUICIOS SUMARIOS

Los interdictos posesorios son acciones especiales, establecidas con el objetivo de


resguardar exclusivamente el hecho de la posesión, teniendo como tal, un
procedimiento rápido, eficaz y sumario, por la finalidad que se busca. En virtud de
ese procedimiento, se otorga una tutela provisional. (Hidalgo Muñoz, 2014)

Los procesos interdictales, se particularizan por ser rápidos, debido a que no


someten en ellos un examen prolijo de la titularidad, sino que se encauza a proteger
la posesión perturbada, dañada o amenazada. En palabras de Casarino Viterbo
(1997), los interdictos son “procesos sumarios, breves y concentrados, porque su
tramitación se reduce a la presentación de la querella, a la celebración de un
comparendo de contestación y de prueba y al pronunciamiento de la sentencia”.

Manresa y Navarro, al respecto mencionan lo siguiente sobre los interdictos:

Son aquellos juicios sumarísimos en los que se decide interinamente sobre


la actual y momentánea posesión, ó sea sobre el hecho de la posesión, sin
perjuicio del derecho de propiedad, o para que se suspenda o se evite un
hecho que pueda ocasionar perjuicios. (citado por Ortiz Urbina, 2004, pp. 221
y 222).

En la misma línea, en Nicaragua, en el derecho sustantivo, artículo 1779 C, señala


que la protección de la autoridad al poseedor que se viere inquietado o molestado
en su posesión, no afecta en nada las cuestiones sobre propiedad o sobre mejor

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derecho a poseer. La Corte Suprema de Justicia bien ya lo ha expresado, “En los
interdictos se discute la posesión como hecho y por lo tanto son impertinentes las
disposiciones legales referentes a la posesión como derecho”.

Así mismo, Ortiz Urbina (2004) alude que la Corte Suprema de Justicia de
Nicaragua en reiteradas jurisprudencias ha expresado “son juicios sumarios
instituidos por la ley para defender la posesión como simple estado de hecho, sin
que quepa investigar si a esta corresponde o no, una situación de derecho”.

En la sentencia de las 10 am del 07 de enero de 1948 ubicada en el boletín Judicial


14130, el Poder Judicial a través de sus órganos jurisdiccionales, asienta:

“Los interdictos son juicios sumarios que tienen por objeto decidir
interinamente sobre la posesión actual o momentánea, o sea sobre el hecho
de poseer sin perjuicio del derecho de los interesados. Las medidas
precautorias de ordenar se abstengan introducirse dentro de los linderos de
la propiedad; ni ejecutar ningún acto perturbatorio dentro de dicho predio,
todo hasta tanto se resuelva el presente juicio”.

Para finalizar, se debe de entender que, al referirnos a los interdictos como juicios
sumarios, es hacer alusión de que los interdictos son aquellos procedimientos cuya
sentencia no produce la totalidad de los efectos materiales de la cosa juzgada,
puesto que no impide al verdadero titular del bien inmueble a recuperar su posesión
mediante las vías correspondientes en el proceso ordinario. Los interdictos tienen
alcances provisionales por proteger a la presunción del dominio, hasta que se
demuestre lo contrario y quién tiene mejor derecho para poseer.

El Código Civil Nicaragüense en su artículo 1778, al respecto establece que “para


obtener la protección de la autoridad basta probar el hecho de ser poseedor, salvo
que el reclamo sea contra el que inmediata y anteriormente poseyó como dueño; en
este caso, debe quien solicite la protección, probar también, o que por más de un
año ha poseído pública y pacíficamente como dueño, o que tiene cualquiera otro
legítimo título para poseer”.

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En virtud de lo anterior, anotamos las siguientes características en los juicios
sumarios:

 Hay limitación en los medios de ataques y defensa de las partes, así como
de determinados medios de pruebas.
 Restricción del conocimiento del juez protegiendo al hecho de la posesión,
sin realizar un debate de quién es el verdadero titular.
 La brevedad como consecuencia de la sumariedad.
 Las sentencias no producen todos los efectos de cosa juzgada. El verdadero
titular puede acudir a la vía ordinaria a reivindicar su posesión.

El código procesal civil nicaragüenses en su art. 509, establece el tipo de proceso


que tendrán los interdictos posesorios, señalando al respecto “Toda demanda en la
que se interponga alguna o algunas de las pretensiones reguladas en los siguientes
capítulos de este Título, se tramitarán conforme el proceso sumario, con las
especiales que para cada una de ellas se establezcan”. Al respecto cabe señalar
que uno de los capítulos subsiguientes es el que regula el proceso interdictal.

3.2 LEGITIMACIÓN EN LOS INTERDICTOS POSESORIOS

Los interdictos son procesos judiciales amparados en el derecho nicaragüense, que


reúnen el principio de contradicción, al ser practicado por dos partes contrarias,
cada una defendiendo su derecho o teoría, y en virtud de ello, se desarrollará de
manera breve quiénes pueden ser partes procesales, ya sea como activos o
pasivos, en este procedimiento.

- Legitimación Activa:

Esta legitimación le corresponde a quien se halle en la posesión mediata o


inmediata de la cosa o derecho por cualquier título, que ha sufrido el daño, despojo

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o amenaza en la ejecución de actos materiales sobre su posesión, los cuales el
código civil de Nicaragua, los enumera de la siguiente manera:

 Las acciones posesorias solamente pueden corresponder a los poseedores


de inmuebles. (art. 1796).
 El poseedor de cualquier clase que sea, puede defender su posesión
repeliendo la fuerza con la fuerza, o recurriendo a la autoridad competente.
(art. 1776)
 El copropietario puede ejercer las acciones posesorias sin necesidad del
concurso de los copropietarios, incluso, puede ejercerlas contra estos
últimos.
 La acción de conservación y restitución en la posesión pueden intentarse por
el perturbado o despojado, o por sus herederos y representantes (art. 1806)
 El secuestre de inmuebles, el arrendatario de terrenos nacionales, ejidales o
de comunidad, el usufructuario, el usuario y el que tiene derecho a habitación
y el acreedor anticresista, son hábiles para ejercer por sí las acciones y
excepciones posesorias, dirigidas a conservar o recuperar el goce de sus
respectivos derechos. En este caso, el propietario está obligado a auxiliarlos
contra todo turbador o usurpador extraño.
 El poseedor que tema que una obra nueva que se trata de construir en un
terreno propio o ajeno, cause perjuicio a un inmueble o a un derecho real del
mismo.
 El poseedor que tema que un edificio cualquiera, un árbol u otro objeto
amenace peligro grave a un predio o un objeto del poseedor.

- Legitimación Pasiva

Para desarrollar este acápite, se debe de formular la siguiente incógnita ¿Contra


quién han de ejercitarse las acciones posesorias?, en general, los interdictos
posesorios se deben incoar en contra del autor material o efectivo del despojo o
perturbación, incluso, por el tercero ejecutor de una orden dada, y por tales

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circunstancias, conjuntamente puede interponerse contra el sujeto que emitió dicha
orden, conocido como autor intelectual o moral.

Gimeno Sendra (2014), señala que por autor hay que entender el causante jurídico
o impulsivo, de modo que tal sujeto posee el conocimiento de que el acto que
comete es una consecuencia de un obrar arbitrario contra el derecho del poseedor
y el hecho de la posesión.

Hidalgo Muñoz (2014), afirma:

La defensa o recuperación de la posesión de la cosa, se puede intentar


incluso contra el actuar ilícito del dueño que intenta recuperar la posesión de
forma impropia, razón por la cual, en la discusión posesoria, no se puede
tomar en cuenta el dominio que por una u otra parte se alegue. (p. 106).

El código civil nicaragüense, al respecto enuncia quiénes podrán ser legitimados


pasivos en estos procedimientos (arts. 1806, 1811, 1813 y 1816):

 La acción de conservación y de restitución en la posesión pueden intentarse


no solo en contra del despojante, sino también en contra de sus herederos y
representantes, o contra tercero a quien se hubiera transferido la cosa.
 Los poseedores en nombre del propietario, pueden ejercer tal acción en
contra del propietario mismo.
 La acción para la restitución puede dirigirse no sólo contra el usurpador, sino
contra toda persona, cuya posesión se derive de la del usurpador por
cualquier título.
 En contra del dueño de las obras que causen perjuicio o amenaza a los
bienes inmuebles del poseedor.
 cuando el perjudicado de un acto perturbatorio es una comunidad,
independientemente que sólo uno de los comuneros haya participado en el
hecho, todos los indivisarios están legitimados pasivamente respecto del
querellante

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3.3 COMPETENCIA DE LOS INTERDICTOS POSESORIOS

En relación a la competencia territorial, como regla general deberían primar que los
interdictos posesorios sean tramitados por el juez competente del lugar en donde
se encuentre el inmueble en litigio, en razón de que la esencia del interdicto está
canalizada al amparo de un derecho de naturaleza real, pues a como se dejó
asentado anteriormente la posesión es integrante del gremio de los derechos reales.

Sin embargo, en la legislación adjetiva nicaragüense no se establece


primordialmente el precepto anterior, debido que, para garantizar la celeridad en los
procesos, propone que las demandas con pretensiones reales sean interpuestas en
el domicilio del demandado, y a falta de este, el del lugar donde se encontrare la
cosa reclamada (Fuero para las pretensiones reales o mixtas Art. 37 CPCN). Cabe
aludir que el código de procedimiento civil derogado, establecía que el juez
competente sería el lugar donde estuviera ubicado el bien en Litis (art. 256).

Así mismo, por la rapidez que caracteriza a los interdictos posesorios, la legislación
de Nicaragua, le ha dado un tratamiento sencillo, ubicándolo dentro de los procesos
sumarios especiales, en virtud de los artículos 509 y 513 del CPCN, y ante ello, la
competencia objetiva se le confiere a los Jueces locales así dispuesto en el artículo
392 y 29 del código procesal civil nicaragüense, en el que se denota las siguientes
líneas jurídicas: Corresponde los Juzgados Locales Civiles el conocimiento en
primer instancia de las materias señaladas para el ámbito del proceso sumario que
dispone este código cualquiera que sea su cuantía, y consecuentemente, se
conocerán y decidirán por los trámites del proceso sumario cualquiera que sea su
cuantía, las demandas referidas a las siguientes materias, pretensiones posesorias,
entre otras.

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3.4 PRESUPUESTOS GENERALES DE LOS INTERDICTOS POSESORIOS

De acuerdo al Código Civil Nicaragüense, apuntamos las siguientes reglas


generales:

i. Si la posesión hubiere durado más de un año, será el poseedor


sumariamente mantenido o restituido, mientras no sea vencido en la cuestión
de propiedad. (art. 1737). Tal año debe de ser consumado de manera
pacífica e ininterrumpida.
ii. Podrá agregarse a la posesión propia la de una serie no interrumpida de
antecesores. Es decir, la sucesión no interrumpe ningún plazo.
iii. Para obtener la protección de la posesión por la autoridad judicial, basta
probar el hecho de ser poseedor, salvo que el reclamo sea contra el que
inmediata y anteriormente poseyó como dueño.
iv. Que la posesión haya sido objeto de perturbación, despojo o daño en el goce
de la misma.
v. La acción de conservación prescribe al año contado desde el hecho que la
dio origen y la restitución en el mismo tiempo, contado desde que el hecho
del despojo o desde que de él tuvo noticias el interesado, en caso de haberse
practicado clandestinamente.
vi. Se ampara al poseedor de bienes raíces o derechos reales constituidos en
ellos, incluyendo las cosas accesorias a los mismos (art. 1764); pero por
excepción, también protegen al mero tenedor.
vii. En ellas no se tomará en cuenta quién tiene mejor derecho, ni se realizará
un examen meticuloso de la titularidad.
viii. El ejercicio de los mismos, dejan a salvo el derecho de discutir
posteriormente en la vía ordinaria correspondiente el dominio entre las
partes, con la condición de que primero se restablezca la posesión a su
estado de origen.
ix. El que recupere legalmente la posesión perdida, se entenderá haberla tenido
durante todo el tiempo intermedio.

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3.5 CLASIFICACIÓN DE LOS INTERDICTOS POSESORIOS

De acuerdo con Ortiz Urbina (2004), la doctrina ha clasificado a los interdictos en 3


categorías:

a) Principales: Son aquellos que de manera directa e inmediata brindan la


protección posesoria. En nuestro sistema, son catalogados como principales
los interdictos de Amparo y Restitución.
b) Accesorios: Son aquellos que protegen a la posesión no de manera directa o
inmediata. En nuestro sistema posee esta condición los interdictos de
Amojamiento, restablecimiento, obra ruinosa y los llamados especiales, es
decir, el de las aguas y de las distancias.
c) Híbridos: En ellos se afirma que participan de la naturaleza de los principales y
accesorios. En nuestro foro se califica como tal al interdicto de obra nueva.

Ortiz Urbina (2004) nos desarrolla a priori en que consiste los interdictos
establecidos en la legislación nicaragüenses, que a tales efectos se debe conocer
que son 7, indicando lo siguiente de cada uno de ellos:

i. El de Amparo: La querella de Amparo o de conservación tienen la finalidad de


conservar la posesión constituida sobre bienes inmuebles o derecho reales,
en ocasión al sufrimiento de acechanzas o perturbaciones, es decir, tienen el
propósito concreto de evitar el despojo o pérdida del hecho posesorio,
conservando la posesión, pero militando el peligro de perderla.

ii. El de Restitución: conocido técnicamente como ad recuperandum


possesionen o querella de restitución o despojo. Su finalidad determinada es
recuperar la posesión perdida sin violación, de manera oculta o clandestina.

iii. El de Restablecimiento: conocido también como querella restablecimiento, de


despojo violento y clásicamente como UNDE VI. Su objeto es el

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restablecimiento al estado de hecho que existía, sea posesorio o de mera
tenencia, al momento en que se produjo el despojo violento sobre bienes
inmuebles o derechos reales sobre ellos.

iv. El de obra nueva: también conocido como Querella de obra nueva,


clásicamente llamado Demoliturum. Su finalidad es impedir que se construya
una obra nueva que pueda lesionar la posesión o el dominio del actor. En el
Boletín Judicial número 9395, la Corte Suprema de Justicia aconseja
acumularlo al interdicto de amparo en la posesión.

v. El de obra ruinosa: clásicamente designado Danna Infesto o Peligroso.


Consiste en impedir que una obra ruinosa o árboles mal arraigados puedan
producir daños a la posesión o a los transeúntes y sus bienes.

vi. El de Amojamiento: llamado también Querella de Amojamiento. Su intención


es que se pongan en su lugar los mojones que han sido removidos o variados
de lugar, con el consecuente atentado posesorio, o cuando los mismos
mojones se han destruidos.

vii. Los llamados Especiales o Querellas Especiales: estos se dividen en dos


grupos, siendo los siguientes:

 el de las Distancias: que tienen como propósito evitar la siembra o


plantación de árboles o arbustos a menor distancia de las que señalan
las Leyes; y

 el de las Aguas: cuya finalidad se adiestra a la efectividad de los


derechos de los propietarios ribereños para remover las estacadas,
paredes, o cualquier labor que desvíe o tuerza la dirección de las
aguas.

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Así mismo, en la ley adjetiva nicaragüense, establece a estos efectos, los tipos de
interdictos o pretensiones posesorias que pueden entablarse en los juicios
sumarios, detallando al respecto lo siguiente:

- Las que pretendan el amparo, restitución y restablecimiento de la posesión


de una cosa o derecho, por quién haya sido despojado de ellas o perturbados
en su disfrute. (Querellas de Amparo, Restitución y Restablecimiento).

- Las que pretendan la suspensión de una obra nueva (Querella de obra


nueva).

- Las que pretendan la demolición o derribo de una obra, edificio, árbol,


columna o cualquier otro objeto análogo en estado de ruina, y que amenace
causar daños a quien demande. (Querella de Obra Ruinosa).

- Las demás pretensiones establecida en el código civil, es decir las llamadas


especiales. (Querellas de Aguas y de las distancias).

Sin embargo, por la especialidad del tópico incurso en el presente trabajo, solo
abordaremos a profundidad los interdictos que protegen a la posesión, y los que no
tenga relación con lo antes señalado, se hará un tratamiento superficial, criterio
asentado en párrafos anteriores. En virtud de lo esbozado, se procederá a
desarrollar los interdictos que protegen a la posesión particularmente, y así obtener
una mayor claridad de cuál es el objeto que ellos regulan.

3.5.1 Querella de Amparo o de Conservación

Es una acción que se le concede al poseedor perturbado o amenazado por un


tercero, para hacer cesar esa acción de inmediato. Palacios (2003), al respecto
señala:

En el seno de la doctrina científica este procedimiento es conocido como un


“interdicto de retención”, mediante la cual quién ejerce la posesión o tenencia

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Ronald Lacayo
de una cosa mueble o inmueble, reclama el amparo judicial frente a actos que
implican una perturbación potencial o efectiva de aquellas situaciones. (p. 23).

En la legislación nicaragüense, no se establece un concepto de lo que se debe de


entender por Querella de amparo, por lo que se tiene que acudir con lo que la
doctrina indica, y el objeto de este proceso establecido en el código civil.

Así pues, este interdicto posesorio se visualiza en disponer al poseedor, una


protección al estado de hecho de la posesión, o sea, al hecho puro, en conjunto con
el cuerpo y ánimo que la edifiquen. (Ortiz Urbina, 2004, p. 225).

La piedra filosofal de esta vía es sencilla y concreta: solicitar ante el Juez


correspondiente la preservación de la posesión pacifica e ininterrumpida de los
bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos, así como la intimación
del autor de los actos perturbatorios y amenazantes, para el cese de los mismos y
la abstención de realizar otros que conllevan el mismo objetivo.

Por su parte, Flores (1993), afirma que, “el objeto del interdicto es retener o
conservar la posesión en que ya se está, pero que otro pretende conquistarnos por
medios violentos o legales”.

Rojina Villegas (1994) al respecto menciona, que “el objeto de esta acción es poner
término a la perturbación, indemnizar al poseedor y que el demandado afiance no
volver a perturbar y sea conminado con multa o arresto por incidencia”. (p. 266)

Resumiendo, citamos lo que Diez-Picazo (1995), indica:

En virtud de esta acción o interdicto, un poseedor que conserva la posesión,


pero que sido perturbado en ella por actos que manifiestan la intención de
inquietarle o de despojarle o que tiene fundados motivos para creer que lo
será, se dirige al juez con el fin de que éste le mantenga en su posesión y
requiera al perturbador para que en lo sucesivo se abstenga de realizar tales
actos u otros que manifiesten el mismo propósito. (pp. 651 y 652).

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Ronald Lacayo
Siguiendo la misma línea, el código civil de Nicaragua, nos indica como precepto
general, antes mencionado, que el poseedor tiene derecho a ser amparado contra
cualquier perturbación, no obstante, admite otro acto objeto de conservación, la cual
sus líneas jurídicas detallan “el fundador que tema fundadamente, ser perturbado o
despojado por otro, puede pedir la intervención de la justicia, a fin de que se intime
al que le amenaza para que se abstenga de hacerle agravio” (art. 1733).

Dicho de otra forma, la legislación citada, admite que esta acción Interdictal no solo
proceda contra actos perturbatorios, sino, también contra la existencia de una
simple amenaza o temor fundado de que se materialicen dichos actos. A tales
efectos, señalamos que este proceso es útil y razonable cuando la condición del
hecho posesorio no se ha perdido, es decir, que la procedencia del interdicto de
retener se halla supeditado a la circunstancia de que los actos perturbatorios no
tengan como resultado final la exclusión absoluta del poseedor o tenedor de los
bienes inmuebles.

3.5.1.1 Presupuestos para la Querella de Amparo

Ortiz Urbina, (2004) enumera una serie de requisitos para que la querella de amparo
sea atendible, siendo los siguientes:

 La existencia de un estado posesorio. Esto se refiere a que se tiene un


mínimo de un año de posesión pacifica, quieta, continua, e ininterrumpida del
bien o derecho cuya protección se solicita
 Que ese estado posesorio ha sido perturbado, acechado, inquietado. Esto
incluye los actos que entrañan una tentativa de despojo, y el temor fundado
del poseedor sobre la producción de la perturbación.
 Que la demanda se interpone dentro del año de haberse iniciado esos
hechos o actos interruptivos de posesión, esto es, las perturbaciones,
molestias o acechanzas.
 Que el demandante sea el poseedor o mero tenedor que estuviere siendo
perturbado.

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Ronald Lacayo
 Que el demandado o el querellado sea el perturbador, el que pretende
sustituir la posesión del actor o querellante.

Además, el código civil de Nicaragua, en el art. 1729, alude que, para ser mantenido
en la posesión e incluso restituido en la misma, el poseedor debe de haber estado
en posesión de las cosas inmuebles o derechos reales como mínimo un año de
forma tranquila e ininterrumpida, no obstante, dicho precepto es vulnerado por el
art. 1735 del mismo cuerpo normativo, al establecer que si la posesión fuere de
menos de un año, nadie podrá ser mantenido en ella o restituido judicialmente, sino
contra aquellos cuya posesión no sea mejor, y a la luz del art. 1736, se debe de
entender por mejor, la posesión abonada por título legítimo; a falta de este o en
presencia de títulos iguales, tiene preferencia la posesión más antigua; si las
posesiones fueren iguales, debe preferirse a la actual.

Tomando como base los preceptos normativos contradictorios asentados,


afirmamos que las acciones posesorias se pueden ejercitar antes del año cuando
se trate contra aquellos cuya posesión no sea mejor, incluso sin título legítimo para
impulsarla.

Por otro lado, Ortiz Urbina (2004) menciona que la querella de amparo no debe ser
dirigida contra actos de autoridad realizado por la administración pública, tal hecho,
se afirma en la sentencia emitida por la Corte de Apelación de Masaya, de las 11
con 10 minutos de la mañana del 03 de noviembre del año 1974, indicando:

La doctrina y Jurisprudencia extranjera han hecho severos pronunciamientos sobre


la cuestión de que aquí se trata; así el profesor Carmelo D. Lora, dice al respecto:
“Es reiterada la jurisprudencia acerca de la improcedencia de los interdictos frente
a la administración pública. Ahora bien, dicha jurisprudencia ha establecido siempre
una condición a aquella prohibición, que la administración haya actuado en esfera
de competencia… “El profesor F. Cerrillo Quilez en su obra manual de interdictos
se expresa también conforme a la tesis anterior en los siguientes términos: “Solo
procederá el interdicto cuando el despojo haya tenido lugar en virtud de una
actuación probada, no a virtud de un mandato judicial o administrativo”. Y continua

63
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Ronald Lacayo
el mismo actor: “Cabe en nuestro sistema de Derecho que un acto de desposesión
realizado a virtud de un proveído judicial pueda ser reputado perturbación y
privación posesoria susceptibles de ser repelida por vía Interdictal, la contestación
negativa y sin distinciones de ninguna clase sea cual sea el caso particular que se
plantee, se impone a tenor de los más elementales principios de nuestro derecho
positivo. En efecto, sino es admisible el interdicto posesorio contra una desposesión
realizada por providencia administrativa, es indudable que más aún será el remedio
procesal contra una actuación judicial, siempre dotada de mayor vigor y consistencia
y en todo caso susceptible de recursos dentro del mismo proceso y aún afuera de
él si la resolución base de la privación posesoria hubiese sido dictada en juicio de
desahucio”, ahora bien, el inciso 2o del art. 827 Pr… faculta al juez para que en
cualquier tiempo resuelva sobre su propia competencia y como en el caso sublite
litigan un particular contra una entidad de derecho público, es obvio que la autoridad
civil carece de competencias por razón de la materia para resolver la cuestión
planteada.

Finalmente, como uno de los presupuestos más importante para la tramitación de


este interdicto, es que los actos perturbatorios deben haberse llevado a cabo en
contra de la voluntad del poseedor, de modo que la querella en mención no procede
si se ha entregado la posesión voluntariamente al demandado

3.5.1.2 Requisitos de la demanda de la querella de Amparo

Como regla general, el demandante deberá elaborar un escrito petitorio cumpliendo


con los requisitos que señalan los artículos 420 y 421 del Código Procesal Civil de
Nicaragua, sin menoscabo de hacer alusión a lo siguiente:

o El poseedor debe de indicar que ha poseído el bien raíz o los derechos reales
por más de un año, de forma pacífica e ininterrumpida.
o Que se le ha tratado de perturbar o molestar su posesión, impidiendo el
efectivo goce y disfrute de sus derechos reales.
o La pretensión de que se intime al autor de los actos perturbatorios a fin de
que cese el ejercicio de dichos agravios, bajo una multa de cien a mil pesos,

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Ronald Lacayo
sin perjuicio de minusvalorar la petición de los daños y perjuicios
correspondientes.

Ortiz Urbina (2004) ha señalado que, si en el libelo de la demanda no se afirma el


estado posesorio, se puede rechazar de plano la misma. En caso contrario, de no
ser rechazado de plano por el judicial, el demandado puede solicitar la ineptitud de
la demanda, pues no tendría cabida un proceso de protección posesoria, donde el
demandante no indique que ostenta el hecho posesorio.

En cuanto los hechos perturbatorios, en el escrito de la demanda se deben señalar


los actos que fueron ejecutados en su contra, los cuales han interrumpido el goce y
disfrute de sus derechos. Cabe señalar que los actos perturbatorios objeto a
descripción, deben de ser tendientes al despojo, es decir, a actos que amenacen la
posesión, que preparen de forma directa la usurpación violenta o impedir el ejercicio
de un derecho. (Rojina Villegas, 1994).

Palacios (2003) hace referencia que, para que medie turbación en sentido estricto
se requiere, igualmente que quien realiza el acto tenga la intención de tomar la
posesión o la tenencia del bien.

Ante ello, en la jurisprudencia de Nicaragua, de acuerdo con la sentencia de las


11am del 29 de agosto de 1980 Boletín Judicial 218/ 1980 citada por Montiel
Argüello (1995): “En el interdicto de amparo deben detallarse y demostrarse los
hechos perturbatorios”.

3.5.1.3 Medios de Prueba

En principio, el procedimiento de la querella de amparo solo requiere que sea


probado que el actor se encontrare efectivamente en la posesión, y que el
demandado lo ha turbado mediante la realización de actos materiales.

Entonces, la prueba idónea por excelencia en la materia Interdictal afirma Ortiz


(2004), es la Testifical, en los cuales se admiten hasta tres testigos por cada hecho
que deba justificarse, tales testigos deben de considerarse idóneos, y para cumplir

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con tal percepción, deben de ser ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, o
extranjeros mayores de 16 años, tomando en cuenta su capacidad, probidad y
condición. (Arts. 290 y 291 CPCN).

Según Ortiz Urbina (2004), a veces la inspección ocular puede coadyuvar, no es


regla su aplicación y la documental no dirime el problema, pero sirve para colorear
la posesión. (Boletín Judicial15.780, 159 de 1966). Sin embargo, en este proceso
no puede conocerse el título de dominio (como prueba documental), debido a que
ellos protegen al hecho de la posesión, no sometiéndose averiguar quién tiene mejor
derecho a poseer. Al respecto, el Boletín Judicial No. 1914, citado por Barillas
Salablanca (2013) señala:

“Por regla general no puede conocerse de los títulos de dominio de la cosa


poseída, sino el hecho mismo de la posesión y del acto o actos
perturbatorios”

De acuerdo con la sentencia de las 11am del 29 de agosto de 1980 Boletín Judicial
218/ 1980 citada por Montiel Argüello (1995): “La afirmación de conocer un hecho
de manera personal es suficiente para que el testigo dé razón de su dicho”. Además,
en 1978 V. Testigo No. 172 citado por Montiel Argüello (1995), los testigos no
necesitan decir que una posesión es tranquila y no interrumpida.

Rojina Villegas (1994), señala que el Juez no puede recibir pruebas relacionadas
con la propiedad, porque el objeto en el interdicto no es proteger la posesión en
atención al dominio o al justo título.

Finalmente, en la sentencia el juez puede desestimar el interdicto, limitándose a


declarar la no concurrencia de los presupuestos que condicionan su procedencia,
o, por el contrario, de admitirlo, debe intimar al autor de los actos perturbatorios, a
fin de que cese los mismos, y no vulnere al derecho que ostenta el poseedor o el
tenedor.

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Ronald Lacayo
3.5.2 Querella de Restitución

Es el interdicto o juicio posesorio sumario que se intenta para recuperar la posesión


de bienes raíces o derechos reales constituidos sobre ellos, cuando ha sido
injustamente privado el poseedor. Esta acción presupone que el poseedor ha sido
despojado de su posesión, de manera subrepticia, sin violencia o clandestina.

Ortiz Urbina (2004), afirma:

En esta categoría la posesión se ha perdido en el hecho, sin que haya


asumido aún el perturbador un Estado Posesorio, pues éste solo se adquiere
con un año de posesión, con los atributos necesarios para la prescripción de
la acción posesoria. (p. 223).

Para Hidalgo Muñoz (2014) “El despojo se materializa cuando el poseedor es


privado total o parcialmente de la posesión, privándole del corpus, es decir de la
posibilidad de establecer una relación material con el objeto desposeído”. (p. 141)

Diez-Picazo (1995), entiende, “Si el poseedor es privado contra su voluntad de la


posesión, debe ser repuesto en ella, sin perjuicio de que, con mayor amplitud, pueda
después debatirse y dilucidarse en otro juicio el mejor derecho de los
contendientes”. (p. 651).

En virtud de ello, radica la nota diferenciadora de este interdicto con el interdicto de


amparo, puesto que en este último se solicita mantener su posesión, presuponiendo
la materialización de un despojo, sin embargo, el interdicto de restitución versa en
un despojo ya consumado.

El objeto de este interdicto, está orientado en recuperar la posesión sobre un bien


raíz perdido por actos de despojo, solicitando además que se le ordene al autor de
dichos actos la abstención de su consecutiva ejecución. En concordancia a ello
Rojina Villegas (1994), determina que este interdicto tiene por objeto que se le
restituya el bien inmueble y los derechos reales constituidos en ellos al poseedor,

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Ronald Lacayo
indemnizarlo, obtener del demandado que afiance su abstención y a la vez
conminarlo para el caso de reincidencia.

Casarino Viterbo (1997), por su parte indica que, el objeto de este interdicto, es
determinado y especifico, en cuanto se ejecuta en recuperar la posesión de los
bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos.

De acuerdo a lo anterior, Hidalgo Muñoz (2014), detalla:

Al igual que la querella de amparo, este interdicto posesorio tiene por objeto
defender la posesión. En esta instancia los actos de perturbación han llegado
a traducirse en un efectivo despojo de la posesión. Es decir, en ellos, la
posesión es tutelada de un modo directo, por cuanto tienden al
restablecimiento de la situación de hecho inmediatamente anterior al acto de
perturbación. (p. 132)

Así mismo, este interdicto a como el de conservación sufre el déficit de definición


por parte de la Ley Adjetiva Nicaragüense, por lo que se entenderá como tal, lo que
el código civil establece al respecto: “El poseedor tiene derecho a ser restituido
contra cualquier despojo, asimismo, ante ese despojo, podrá restituirse por su
propia fuerza y autoridad, siempre que su acto sea consecutivo al de la agresión, o
acudir ante los tribunales para que estos lo hagan restituir” (art. 1732 y 1734).

Finalmente, en ocasión a mi criterio, debo afirmar que, al referirnos sobre el despojo,


se realiza sobre la mera detentación del inmueble con sus accesorios, pues desde
el punto de vista jurídico, si se pierde la condición posesoria, este interdicto no
tendría razón de ser, ni validez jurídica, al no haber facultad para incoarlo.

Ortiz Urbina, (2004) concluye:

La Querella de restitución tiene como fin obtener la restitución (devolución)


de la posesión que momentáneamente se ha perdido. Es decir, que no ha
transcurrido el año posesorio para poder perder el hecho puro y simple de la

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posesión, y naturalmente el derecho a ser protegido en el estado posesorio.
(pp. 229 y 230).

3.5.2.1 Presupuestos para la Querella de Restitución

Este tipo de interdicto requiere como condición esencial, que se haya perpetrado un
desapoderamiento efectivo, total o parcial, de los bienes raíces, no mediando bajo
ninguna circunstancia conductas de violencia. Este interdicto no tiene cabida solo
con la simple molestia o perturbación, pues en tales supuestos sería inadmisible
este interdicto, y entraría en vigor el de conservación. La querella de restitución,
requiere entonces, actos de despojos consumados.

Ortiz Urbina (2004) establece que este interdicto requiere de una serie de
presupuestos que deben manifestarse para procederse con el mismo, siendo los
siguientes:

 Debe de invocarse por el actor, la existencia del estado posesorio, señalando


en el libelo creador que tiene una posesión pacífica, continua e ininterrumpida
sobre el inmueble o derechos reales constituido en ellos.
 Que el estado posesorio se ha perdido sin violencia, esto es de manera
clandestina, oculta o por ignorancia.
 Que la demanda se interponga dentro del año de haber ocurrido la pérdida
del estado posesorio.
 Que el demandante sea el sujeto despojado.
 Que el demandado sea el despojante.

Así mismo, la legislación civil prescribe otras generalidades importantes a conocer:

o La restitución se realizará a costa del despojante en el mismo lugar del


despojo.
o Las acciones muebles no pueden ser objeto de la acción de despojo, sino
cuando el poseedor fuere despojado de ella junto con el inmueble.

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Universidad Centroamericana
Ronald Lacayo
Finalmente, en lo que respecta a los actos de autoridad, este procedimiento es
inaplicable, debido al que supuesto despojo, a priori, debió realizarse bajo una orden
judicial o estatal, y en fiel cumplimiento de sus funciones, en caso contrario, de no
cumplir las órdenes, podría ser enjuiciado por desacato de una orden judicial, si
fuere el caso.

3.5.2.2 Requisitos de demanda para la Querella de Restitución

Como punto de partida, para incoar un proceso judicial, se debe presentar ante la
autoridad judicial competente un escrito de demanda, el cual debe de cumplir con
los requisitos que establecen los artículos 420 y 421 del código procesal civil
nicaragüense, además de las siguientes menciones especiales:

o El poseedor debe señalar que estuvo en posesión de los bienes raíces y


derechos reales constituidos en ellos, de forma pacífica e ininterrumpida por
más de un año.
o Describir los hechos que dieron lugar al despojo, o el despojo de la mera
tenencia del bien inmueble que posee. Tales actos no debieron realizarse de
forma violenta.
o La pretensión de requerir la condena al demandado para la restitución de la
mera tenencia sobre el bien inmueble y sus cosas accesorias.

De acuerdo a Ortiz Urbina (2004), el poseedor en el libelo de la demanda debe de


dar certeza que su posesión se concretó de manera pacífica y continúa por más de
un año, hasta que se concretaron los actos de despojo en su contra, si dicha primicia
no es señalada, es causa de inadmisión de la demanda.

Así mismo, en concordancia con los Boletines Judiciales números 20/1975 de la


sentencia de las 12:30pm del 13 de febrero de 1975 y 198/1986 de la sentencia de
las 11 am del 18 de agosto de 1986, ambos citado por Montiel Argüello (1995), el
Poder Judicial afirma que: “Ha lugar el interdicto si el acto probó su posesión por
más de un año, en caso contrario, No procede el interdicto de restitución si la pérdida
de la posesión data más de un año”.

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Universidad Centroamericana
Ronald Lacayo
Ortiz Urbina (2004) señala que, en lo tocante con la desposesión o pérdida del
estado posesorio, se debe plantear con claridad y precisión los hechos constructivos
que dieron lugar a la privación de la posesión para el actor, así como, de cuáles
fueron las obras ejecutadas que culminaron en la desposesión.

3.5.2.3 Medios de Pruebas

Son pruebas idóneas para justificar la posesión y el despojo, necesarios para la


procedencia de este interdicto en la vía judicial, la testifical, la inspección ocular y la
prueba de peritos. Respecto a la testifical, las personas deben reunir los requisitos
establecidos en código procesal civil nicaragüense mencionados en el anterior
interdicto (arts. 290 y 291), así mismo, de acuerdo con nuestra jurisprudencia, los
testigos no necesitan mencionar que la posesión del bien inmueble en Litis ha sido
pacifica e ininterrumpida. (Ortiz Urbina, 2004).

Por otra parte, en cuanto a la prueba pericial, debemos añadir lo que el Boletín
Judicial número 267/1975 de la Sentencia de las 9am del 8 de octubre de 1975,
establece: “La prueba pericial puede comprobar los actos perturbatorios de la
posesión”.

Ortiz Urbina, (2004) detalla que “la prueba documental sólo sirve para colorear la
posesión y su despojo, más no dirime. Es decir, puede robustecer los otros medios,
pero en sí misma no decide”. (p. 231). Y en virtud de ello, añadimos lo que alrededor
de este escrito se ha venido aludiendo, en los interdictos solo tienen como eje
principal proteger al hecho posesorio, sin realizar un examen cauteloso del título de
dominio, puesto que basta proteger al poseedor teniendo en este la presunción del
dominio.

Por último, el juez puede desestimar este interdicto posesorio, o condenar al


despojante la restitución del bien inmueble despojado al poseedor, así como la
advertencia de ser arrestado en caso de reincidencia. Cabe mencionar que dicha
sentencia tiene efectos de cosa juzgada en cuanto a la existencia o inexistencia del
desapoderamiento ilegitimo más no de quién tiene mejor derecho poseer, por lo

71
Universidad Centroamericana
Ronald Lacayo
tanto, permite acudir a la vía ordinaria a interponer las acciones reales que les
corresponden a las partes conforme a derecho.

3.5.3 Criterios entre la Querella de Amparo con la Querella de


Restitución

Estas dos acciones se encuentran asimiladas en sus características, las cuales en


la práctica se tienden a confundir, sin embargo, poseen una nota diferenciadora
radicadas en el objeto y la finalidad en que se encauza su protección.

Al respecto, la querella de amparo protege a la posesión, concediéndole al poseedor


acciones correspondientes a la conservación de su posesión, interponiéndolas en
contra de actos perturbatorios a la misma, incluso, por la amenaza o el temor
fundado que se ejecuten actos gravosos a su normal goce de sus derechos,
obteniendo a tales efectos una sentencia donde se le ordene al demandado a
abstenerse de la materialización de dichos actos.

Por el contrario, la querella de restitución, es una acción a favor del poseedor, que
versa en contra de todo acto de despojo sobre su disposición material del bien
inmueble, incoándolo contra todo acto de desapoderamiento no violento
consumado, y solicitando a tales efectos la restitución del bien y de los derechos
reales constituido en ellos.

Cabe señalar que es imposible que la querella de restitución se puede acumular al


proceso de la querella de amparo, por la finalidad que se busca, sin embargo, la
querella de amparo si puede acumularse al de la querella de restitución en cuanto
se puede solicitar que una vez se restituya el bien inmueble, el demandado deje de
realizar actos que vayan en contra del goce y disfrute del estado posesorio.

En ocasión al tratamiento de estos dos interdictos, se debe citar lo que el Boletín


Judicial número 17062 de la sentencia de las 10:30am del 29 de julio de 1954,
expresó:

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Universidad Centroamericana
Ronald Lacayo
El Juzgado de instancia señaló en su fallo que los interdictos de amparo y
de restitución tienen por objeto tutelar la posesión y aun la mera tenencia
sobre bienes inmuebles y derechos reales inmobiliarios, el primero cuando
aquella ha sido perturbada y amenazada de perturbación, con o sin violencia;
y el segundo cuando la misma ha sido arrebatada sin violencia, al igual, se
aludió, que estos interdictos, requieren como condición previa, para su
procedencia, una prueba de posesión o de tenencia anual, ininterrumpida y
tranquila, o sea no violenta.

3.5.4 Querella de Restablecimiento

Es una acción que tiene cabida en los procesos sumarios, que versa en contra de
los actos de desapoderamientos violentos en contra del poseedor de un bien raíz,
o derechos reales constituidos en los mismos, con la finalidad del restablecimiento
de la mera tenencia.

En este interdicto se presupone que el despojo es generalmente un acto en que dé


propia autoridad, un tercero se apodera violentamente de la cosa.

Casarino Viterbo (1997) lo entiende de la siguiente manera:

La querella de restablecimiento es el interdicto o juicio posesorio sumario que


se intenta para obtener el restablecimiento en la posesión o en la mera
tenencia de los bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, cuando
dicha posesión o mera tenencia hayan sido violentamente arrebatadas. (p.
29).

Por su parte, Hidalgo Muñoz (2014) define a la querella de restablecimiento, como


“la acción por medio de la cual, el poseedor o mero tenedor que ha sido
violentamente despojado de su posesión o mera tenencia, persigue ser restituido al
estado existente antes de la violencia”. (p. 146)

El objeto de esta acción, está sumamente relacionado con garantizar la paz jurídica
y, en consecuencia, reafirmar la seguridad jurídica, puesto que está incardinada a

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Universidad Centroamericana
Ronald Lacayo
evitar que los particulares hagan justicia por sus propias manos por el despojo
violento sufrido, sino que ordenar el reintegro inmediato del estado posesorio.

Ortiz Urbina (2004), menciona que:

En esta categoría de interdictos la finalidad es obtener la restitución


(restablecimiento), volver las cosas al estado que se tenían antes del acto del
despojo, para proteger el estado posesorio o la mera tenencia de bienes
inmuebles o derechos reales constituidos sobre ellos, cuando ellos se han
perdido con despojo violento. Es decir, se ha usado la fuerza en las cosas o
la intimidación en las personas. (p. 232).

Cabe señalar, que debido a la violencia con que se despojan las cosas, rompiendo
la paz social, se otorga está acción como mecanismos de defensa de la posesión a
los meros detentadores que puedan sufrir estos actos, a efectos de solicitar al juez
el reintegro de los bienes raíces, y la seguridad jurídica de sus cosas y derecho.

Hidalgo Muñoz (2014) señala al respecto:

Esta acción tiene por objeto evitar que los particulares hagan justicia por sus
propias manos, y en consecuencia, cualquier persona que sea despojado
violentamente, sea reintegrado inmediatamente por intermedio de la
administración de justicia, al estado anterior al despojo, evitando con ello
hacerse justicia por sí mismo. Este interdicto sirve de sanción a los
perturbadores provocantes de actos de violencia que suponen un ataque
directo a la posesión y producen la desposesión del poseedor. Se trata de
actos de gravedad particular, por lo que resulta razonable que esta acción
sea concedida con más amplitud [sic]. (pp. 147 y 148)

En consecuencia, esta querella protege tanto a la posesión como la mera tenencia,


cuando ellas han sido violentamente arrebatadas, ya sea de los bienes inmuebles
o de los derechos reales constituidos en ellos.

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Universidad Centroamericana
Ronald Lacayo
De acuerdo con el Boletín Judicial número 17062 de la sentencia de las 10:30am
del 29 de julio de 1954:

La querella de restablecimiento tiene por fin recobrar la posesión y aún la


mera tenencia, de días y aún de horas, sobre inmuebles o derechos reales
inmobiliarios, arrebatada con violencia según los Artículos 1650 Pr, y 1812 C,
el cual, en este último artículo se revela al despojado la necesidad de
acreditar posesión o tenencia sin que tampoco pueda objetársele posesión o
tenencia clandestina, o despojo violento que anteriormente hubiera
perpetrado, salvo contra el verdadero dueño y que probado el despojo
violento queda probado de plano e ipso facto la posesión o mera tenencia.

El código civil de Nicaragua, adhiere en las líneas jurídicas del artículo 1812 lo
siguiente: “Todo el que violentamente ha sido despojado, sea de la posesión, sea
de la mera tenencia, y que, por poseer a nombre de otro, o por no haber poseído
bastante tiempo, o por otra causa cualquiera, no pudiere entablar acción posesoria,
tendrá sin embargo el derecho para que se restablezcan las cosas al estado en que
antes se hallaban, sin que para esto necesite probar más que el despojo violento,
ni se le pueda objetar su clandestinidad o despojo anterior”.

En virtud de lo anterior, podemos hacer notar las siguientes particularidades: 1) El


que ha sido despojado violentamente sea el poseedor o el mero tenedor, puede
incoar este proceso; 2) el que no ha poseído suficiente tiempo, entiéndase inferior
a un año, puede interponer dicho proceso; 3) se entiende que no es una acción
posesoria sino una simple acción personal para garantizar la paz social, tal
deducción se realiza al leerse las siguientes frases jurídicas del artículo citado, en
su parte infine “no pudiere entablar una acción posesoria” y en el párrafo segundo
a establecer “restablecidas las cosas y asegurado el resarcimiento de daños, podrán
intentarse por una u otra parte las acciones posesorias o las otras que
correspondan”.

Así pues, dicha acción por lo preceptos normativos que la envuelven, ha tenido una
discusión doctrinal, en la cual se hace referencia de que no es una acción posesoria

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por lo detallado en el párrafo anterior, sin embargo, se ha establecido que tiene
naturaleza jurídica de acción posesoria, debido a que esta querella no protege
contra cualquier violencia, sino la que tuvo como resultado un despojo parcial o total.

A mi criterio, y en ocasión al artículo 1812 C, esta querella no tiene naturaleza de


acción posesoria, debido a que su finalidad está incardinada a destruir los efectos
del despojo violento, y no a otorgar protección a la posesión, restituyendo las cosas
al estado en que se encontraban en el momento en que se usó la violencia, para
que aquellos a quienes correspondan puedan impetrar una acción posesoria,
entendiéndose como tal, una vía en aras de ostentar la facultad de entablar una
acción posesoria, y por esto, sin duda, el artículo citado dispone que lo que se tiene
que probar por parte del agraviado es el despojo violento de la posesión, y contra
su persona.

Finalmente, la Corte Suprema a través de la jurisprudencia se ha pronunciado sobre


dichos criterios, y al respecto, ha establecido mediante estos boletines: Boletín
Judicial número 8932, de la Sentencia de las 11:30 am del 12 de marzo de 1935;
Boletín Judicial número 14129, de la Sentencia de las 10 am del 7 de Enero de 1948
y Boletín Judicial número 14058, de la Sentencia de las 10:30 am del 6 de Octubre
de 1947, el siguiente criterio jurídico:

Que el actor de la querella de restablecimiento, por el hecho de no ser ésta


una verdadera acción posesoria (B.J. 10368), debe demostrar la violencia de
parte del querellado, siendo necesario que esa “violencia se efectúe sobre
las personas, pues no basta que se ejecute sobre las cosas inmuebles y no
es necesario que sea material, basta que se emplee fuerza o intimidación
suficiente sobre las personas; a objeto de conseguir la consumación del acto
perturbatorio o despojo.

3.5.4.1 Presupuestos de la Querella de Restablecimiento

Ortiz Urbina (2004), establece que los presupuestos que se deben cumplir para su
procedencia son:

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 La invocación y posterior acreditamiento de un estado posesorio o de una
mera tenencia.
 Que el estado posesorio o mera tenencia se ha perdido con violencia.
 Que la demanda se interponga dentro del plazo de 6 meses contados desde
la efectiva pérdida del estado posesorio o de la mera tenencia.
 Que el querellante o actor sea el despojado, ya sea este poseedor o mero
detentador, o que no haya poseído por bastante tiempo o no pudiere entablar
la acción posesoria.
 Que el demandado o querellado sea el despojante.

Así mismo, el código civil de Nicaragua, agrega que una vez se restablezcan las
cosas y asegurado el resarcimiento de daños, las partes, a las que le correspondan,
pueden intentar las acciones posesorias. Así mismo, que para que el despojante
pueda ser escuchado en el juicio, debe realizar la restitución del bien que despojó
con violencia.

Por otra parte, este interdicto no puede intentarse contra el verdadero dueño
conforme al artículo 1784, el cual, señala lo siguiente: “Si alguien pretendiéndose
dueño se apodera violenta o clandestinamente de un inmueble, cuyo poseedor no
tenía título inscrito, el que tenía la posesión la pierde”.

Un presupuesto importante a mencionar, es que, en este tipo de querella, lo que se


requiere para que prospere es la fuerza la cual recae sobre las cosas y sobre todo
la violencia que recae sobre las personas, dejando a la posesión como un hecho
secundario, tal criterio nos lo reafirma el Boletín Judicial número 39/1976 de la
Sentencia de las 8:30am del 1 de Marzo de 1976, el que establece que el interdicto
de restablecimiento requiere que haya habido despojo con violencia en la persona
o al menos intimidación.

Siguiendo la misma línea, el Boletín Judicial de 1948 citado por Barillas Salablanca,
(2013) indica que:

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Este tribunal ha declarado en sentencias anteriores, que para que exista lo
que la Ley requiere en estos casos, no basta con que se haya ejercido fuerza
en las cosas, sino que la violencia debe actuar sobre las personas,
entendiéndose en el sentido de fuerza “fuerza que se usa contra algo para
obligar a hacer lo que no quiere por medios que no puede resistir”; y que no
es preciso que la fuerza sea material, pues basta que se emplee la
intimidación suficiente con el fin de realizar el acto perturbatorio o despojo.

3.5.4.2 Requisitos de Demanda de la Querella de


Restablecimiento

En general, el escrito de la demanda debe cumplir con los requisitos que el código
procesal civil vigente señala en sus arts. 420 y 421, además expresando lo
siguiente:

 Se debe de acreditar la calidad en el que comparece indicando a tales efectos


si es poseedor o mero detentador del bien inmueble despojado
violentamente. Así mismo, expresar el tiempo en que lleva teniendo
materialmente la cosa, pudiendo interponer tal acción aun sin tener el año
mínimo
 Exposición clara y determinada de los actos de violencia o fuerza que le
dieron existencia al despojo del bien raíz o derechos reales constituidos en
ellos y comprobarlos en su oportunidad.
 Las pruebas de las cuales pretende valerse para comprobar la acción
violenta sufrida
 La pretensión de requerir la condena al demandado para el restablecimiento
de la tenencia sobre el bien raíz o derechos reales constituidos en ellos,
despojados, y de la indemnización de los daños y perjuicios.

El Boletín Judicial número 13200 de la Sentencia de las 9 am del 22 de diciembre


de 1945, dispone:

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“Lo que es menester probar para ser restituido judicialmente, es la violencia
e intimidación en las personas, usadas por el despojante al recuperar la cosa
que juzga suya, y no la posesión que es un hecho extraño y completamente
secundario en esta clase de interdicto, primero, porque lo que se trata de
restablecer es el orden, castigando al violento que, aún con derecho, no debió
hacerse justicia por sí mismo y segundo porque la posesión, o mejor dicho
las acciones que de la posesión derivan, pueden intentarse por quien
corresponda, una vez hecha la restitución contra el despojante.”

Concluyendo, Ortiz Urbina (2004), esboza:

Como este interdicto tiene por finalidad específica restituir las cosas al estado
que existía al momento de la violencia, sin entrar a juzgar ni la posesión ni el
dominio, la sentencia que se dicta no cierra las puertas a la demanda sumaria
interdictal de amparo o restitución, según convenga. Naturalmente, como
todo interdicto, no elimina la vía ordinaria para dirimir el dominio sobre el bien
litigado. En esto afirman nuestros estudiosos del foro estriba la calidad de
accesorio de este interdicto. (p. 233)

Dicho de otra manera, esta querella deja a salvo una doble reserva de Derechos:

a) Poder ejercitar la acción posesoria, a quién le corresponda, es decir,


ya sea la querella de amparo o de restitución.
b) Poder ejercitar las acciones en la vía ordinaria, que, conforme a
Derecho, pudiere corresponderle, como es el caso de la reivindicación.

3.6 PLAZO PARA INTERPONER LOS INTERDICTOS POSESORIOS

De conformidad con la norma sustantiva, y adjetiva nicaragüense, los interdictos


anteriormente desarrollados deben interponerse dentro de los plazos específicos
que las leyes promulgan al respecto, para efectos de validez y vigencia de las
acciones a interponer. La ley nicaragüense, detalla:

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i. El plazo para interponer las querellas de amparo y restitución de la posesión


de los bienes raíces y los derechos reales constituidos en ellos, es de un
año contados desde el acto de la perturbación, amenaza o despojo.
ii. El plazo para interponer la querella de restablecimiento es de 6 meses
contados a partir del despojo violento.

3.7 DAÑOS Y PERJUICIOS EN LOS INTERDICTOS POSESORIOS

Para iniciar este tratado, debemos afirmar que, como precepto general, los hechos
que perturban la posesión de los bienes raíces o de los derechos reales constituidos
en ellos, en ocasiones, obstaculizan dicha posesión, en cuanto al goce y disfrute de
los mismos de forma pacífica e ininterrumpida, empero, en otras circunstancias o
planos jurídicos, dicha posesión puede ser objeto de pérdida o despojo, ya sea con
o sin violencia, y la materialización de tales actos, causan daños y perjuicios al
poseedor, o al mero tenedor mismo.

Santos (1993), nos hace referencia que para que los daños y perjuicios sean
indemnizables requieren una infracción de la norma jurídica, debido a que el daño
que la norma pretende reparar o evitar, es el daño que frustra la expectativa de
protección brindada por el ordenamiento jurídico.

En virtud de lo anterior, se requiere entonces, un daño antijurídico que causa


agravios a la persona, ya que, en el supuesto de no serlo, no se obliga a resarcirlos,
por estar en relación a la norma jurídica.

Albaladejo (1982) menciona:

En el Derecho Civil tradicional proveniente de la codificación, no basta con


causar un daño para que exista la responsabilidad de indemnizar a la víctima,
es necesario que el autor del daño haya obrado con culpa o negligencia, se
trata de establecer un nexo que enlaza el hecho con la personalidad del autor.

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Así pues, el derecho del poseedor a exigir el entero pago de la indemnización por
los daños y perjuicios se encuentra consagrada en la legislación civil de Nicaragua.
El precepto general lo establece el párrafo segundo del artículo 1732 C, “El
perturbador o despojante será condenado, si sucumbe, en daños y perjuicios”. Cabe
señalar, que los daños y perjuicios, en sentido estricto comprenden al daño
emergente y al lucro cesante.

De manera más específica, la ley detalla los interdictos en los cuales se puede
solicitar la indemnización de los daños y perjuicios, estableciendo en cada uno, los
siguientes preceptos:

i. Art. 1740 C “Al amparado o restituido deberán indemnizarle los perjuicios que
le hubiere causado la perturbación o el despojo.
ii. Art. 1733 C “El fundador que tema fundadamente, ser perturbado o
despojado por otro, puede pedir la intervención de la justicia, a fin de que se
intime al que le amenaza para que se abstenga de hacerle agravio, bajo una
multa de cien mil pesos, además de los daños y perjuicios”.
iii. Art. 1812 segundo párrafo C “Restablecidas las cosas y asegurado el
resarcimiento de daños, podrán intentarse por una u otra parte las acciones
posesorias o las otras que correspondan.

Esta pretensión será conocida y resuelta por el Juez que se encuentra resolviendo
las acciones posesorias incoadas en el proceso sumario. Dicho criterio lo reafirmo
al citar el artículo 515 del Código Procesal Civil de Nicaragua, estableciendo “Se
pueden acumular a las pretensiones posesorias, las que pretendan el pago de frutos
y la indemnización por daños y perjuicios.

Así mismo, por ser una pretensión acumulada, dará lugar que todas ellas se ventilen
en único procedimiento y se decidan en una sola sentencia, la que contendrá los
correspondientes pronunciamientos separadamente. Dicho de otra forma, en las
querellas posesorias, se admite la acumulación de pretensiones cuando se trate de
daños y perjuicios y el pago del fruto, el cual el juez que esté conociendo la causa,

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tendrá que pronunciarse sobre ellas en la misma sentencia que finalice el interdicto
incoado.

3.8 LA COSA JUZGADA EN LAS ACCIONES POSESORIAS

El proceso sumario, es conocido como proceso de conocimiento, por medio del cual
las querellas anteriormente desarrolladas se evacuan, obteniéndose, en
consecuencia, una sentencia que reconoce una situación, y protege interina y
provisionalmente ese reconocimiento, es decir, la posesión.

Entonces, ante ello, afirmamos que las sentencias que resuelven los interdictos
posesorios en el juicio sumario, no tienen todas las facultades de cosa juzgada,
pues se deja la facultad al vencido, de poder incoar procesos en la vía ordinaria, o
bien interponer una acción plenaria. Es decir, no constituyen todos los efectos de la
cosa juzgada material, pues solo resuelven las acciones perturbartorias o de
despojos, en cuanto, no es admisible ninguna otra demanda que tienda a enervar
lo resuelto ya en el interdicto.

Así pues, cualquier pronunciamiento elaborado en la sentencia de la acción


posesoria, deja abierta la instancia para acudir a la vía ordinaria a fin de entablar la
acción que estime conveniente, aun cuando la sentencia llegue a contradecir lo
resuelto en la sentencia primitiva

A tales efectos, debemos definir cosa juzgada, y al respecto citamos lo que Palacio
(1993), menciona:

La cosa juzgada, puede definirse, en general, como la inmutabilidad o


irrevocabilidad que adquieren los efectos de la sentencia definitiva cuando
contra ella no procede ningún recurso (ordinario o extraordinario) susceptible
de modificarla, o ha sido consentida por las partes. No es por lo tanto un
efecto de la sentencia, según lo considera la mayor parte de la doctrina. Se

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trata en rigor, de una cualidad que la ley agrega a aquélla a fin de acrecentar
su estabilidad, y que tiene la misma validez con respecto a todos los efectos
que puede producir. (p. 198 y 199).

En relación a ello, podemos afirmar que las sentencias que dictan los jueces para
finalizar un proceso de su conocimiento, a priori tienen la cualidad de ser
consideradas cosas juzgada, dicho criterio se reafirma una vez que termine el plazo
dispuesto en la ley para interponer recurso contra la misma, convirtiéndose, a tales
efectos en una cosa juzgada material irrevocable.

En virtud de lo anterior, fundamentalmente, de la cosa juzgada se han conocido dos


efectos, las llamadas cosa juzgada formal, y la cosa juzgada material, cada una con
sus particularidades.

La cosa juzgada formal, es pues, el carácter firme e irrevocable de la sentencia


dentro del proceso en la cual se dictó, pues carece de atributos de la indiscutibilidad
en un proceso ulterior, es decir, no admite una revisión llana en otro proceso.
Palacio (1993) menciona al respecto “La sentencia a dictar en juicio nuevo, solo
puede recaer sobre pretensiones o defensas legalmente excluidas del proceso
anterior, o acerca de las cuestiones cuya alegación y prueba se halla sujeta a
restricciones en este último”. (p. 503). Sin embargo, cuando la ley lo permite, puede
ser objeto de revisión en un juicio posterior distinto, como es el caso de los
interdictos posesorios o los juicios ejecutivos.

En cambio, existe cosa juzgada material, cuando a la firmeza e irrevocabilidad, se


le agrega la imposibilidad de poder instar en otro proceso, que se juzgare de modo
contrario u opuesto lo que aquélla decidió.

Es dable destacar que, la cosa juzgada en sentido material presupone la existencia


de la cosa juzgada en sentido formal, sin embargo, esta última, puede existir con
independencia de la primera. Asimismo, no existe cosa juzgada formal, sino material
cuando la ley no establece la posibilidad de discusión mediante juicio distinto.

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La cosa juzgada formal se convierte en cosa juzgada material, cuando no se ha
promovido ningún proceso de revisión de la sentencia dictada, y, en consecuencia,
se convierte en inatacable.

Los interdictos inmersos en los procesos sumarios, tienen la particularidad que a


pesar de dictarse sentencia y la misma, deje de ser impugnable, ya sea porque se
agotaron los recursos contra los mismos, deja abierta la vía ordinaria para su
discusión. Sin embargo, se ha afirmado que las sentencias que se dictan en los
juicios posesorios constituyen cosa juzgada material, pues en el caso de la querella
de amparo o restitución, se concede la protección en virtud de evitar perturbaciones
y amenazas, y restituir cuando el inmueble ha sido despojado, no siendo el mismo
objeto en la vía ordinaria, ya que en esta última se debate sobre el dominio y el
mejor derecho a poseer.

Es decir, la cosa juzgada que producen las sentencias de las querellas, no


imposibilitan que estas pueden ser cambiadas o alteradas por las sentencias de un
juicio ordinario, de tal criterio, acaece el pensamiento de la protección provisional e
interina que otorgan los juicios posesorios.

De acuerdo con la legislación adjetiva de Nicaragua, se establece que las


sentencias que se dicten en virtud de pretensiones posesorias, no causarán efectos
de cosa juzgada. Dicho precepto normativo lo afirma la legislación sustantiva civil,
imponiendo que se deja abierta la vía ordinaria a las partes.

Finalmente, debemos aludir lo que Palacio (1993) menciona:

Las sentencias de los interdictos, solo adquieren autoridad de cosa juzgada


en lo que atañe a la legitimidad o ilegitimidad del desapoderamiento, pero no
respecto de los eventuales derechos posesorios de las partes, ya que estos
deben ser objeto de una ulterior pretensión real. (p. 50).

Asentado lo anterior, afirmamos que las partes pueden acudir a la vía ordinaria para
que se debata sobre el dominio o el mejor derecho a poseer, incluso, solicitar que
sea indemnizado por el pago de las costas y la indemnización de daños y perjuicios

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que tuvo que liquidar en las querellas. Empero, el artículo 1808 del código civil de
Nicaragua promulga que no podrá iniciarse un juicio petitorio, sino después de haber
satisfecho plenamente las condenaciones pronunciadas contra él, dicho criterio
opera como requisito sine qua non para la procedencia en la vía ordinaria.

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CONCLUSIONES

1. Se ha identificado que el origen de la posesión se encuentra en los sistemas


Romanos, Germánicos y Canónicos, pues, son el reflejo de la actual codificación,
en virtud de que ellos, fueron la influencia de la codificación napoleónica, y en
consecuencia los sistemas legislativos, incluyendo al de Nicaragua, son herencia
de aquellas.

2. En los distintos sistemas legislativos de la historia de la posesión, se ha tratado


de explicar si la posesión es un hecho o un Derecho, concluyéndose que es un
hecho, concretado por la tenencia material de la cosa, sin embargo, en el, acaecen
consecuencias jurídicas, en virtud de que se protege a la misma contra amenazas,
perturbaciones y despojos.

3. Del análisis jurídico crítico efectuado durante el desarrollo de este tema


monográfico, se concluye que la legislación de Nicaragua, adolece de
imperfecciones en muchos preceptos, debido a que fueron tomados de distintas
legislaciones jurídicas que no seguían un mismo camino, los cuales, no se tuvo el
cuidado de depurar aquellos que se contradecían, y en consecuencia, hacen más
gravosa la sagrada misión de impartir justicia, ya que los ordenamientos aplicables
para justificar el proceso, son pocos claros, no obstante, la jurisprudencia ha
coadyuvado a aliviar y esclarecer las imperfecciones contenidas.

4. En Nicaragua, en sus preceptos normativos se dispone que la posesión para ser


protegida, requiere de la inscripción de un título, y de esa fecha, debe contarse el
año. Empero, la posesión no es un Derecho, y por lo tanto es erróneo hablar de
inscripción de un título, tal situación la aseveramos de acuerdo a la ley registral y el
código civil, en los cuales, la posesión, no es objeto de inscripción.

5. Asimismo, como conclusión, se debe determinar que los tratamientos de la


posesión han evolucionado, creándose sistemas tutelares de la misma, con el fin
principal de asegurar la paz jurídica y el orden público derivado del principio de
seguridad jurídica, evitando que se haga justicia por sí mismos, es decir soslayando

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actos de violencia. En Nicaragua, la posesión es protegida, además de las
necesidades de subsistencia de la población, por el hecho de que nadie puede ser
violentamente despojado o amenazado del goce y disfrute de sus derechos,
asentando con ello la seguridad jurídica de sus habitantes, sobre todo dirigido a
obtener y materializar la paz.

6. Se ha concluido que los primeros cimientos sobre los interdictos posesorios, se


obtuvieron del Derecho romano, esencialmente en la época de Justiniano, siendo
un proceso administrativo o medidas de policías, los cuales eran evacuados y
resueltos por el magistrado. No obstante, en caso de incumplimiento por parte del
vencido, se trasladaba tal proceso a un juez mediante formulario realizado por el
magistrado.

7. En el derecho clásico, la finalidad primordial de los interdictos era proteger el ager


publicus, siendo la base de la protección jurídica práctica actual, pues tiene la
finalidad de proteger al orden público, derivado del propósito del legislador de
mantener la ultranza de la paz jurídica. Es por ello, que los interdictos versan en
contra de perturbaciones, amenazas o despojos de bienes raíces, o de los derechos
reales constituidos en ellos, intimando al autor de dichos actos al cese de los
mismos, en razón, de que el poseedor siga en el disfrute de sus derechos como
tales.

8. De acuerdo con el análisis jurídico de las acciones posesorias, se ha concluido


que las pretensiones posesorias en Nicaragua, no ostentan una definición expresa
jurídicamente, sino tacita de las alusiones que realiza el código civil.

9. Asimismo, en cuanto a la función que ejercen las acciones posesorias, se


concluye que brindan una protección interina sobre la posesión, pues lo que
prevalece en ella es el estado posesorio, no quien tiene mejor derecho a poseer, ni
la titularidad del bien inmueble, y en virtud de ello, dejan abierta la posibilidad de
poder acudir la vía ordinaria para debatir a quién le corresponde el verdadero
derecho de poseer.

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10. Los interdictos no deben de confundirse con las acciones plenarias, o bien la
reivindicatorias, pues estos únicamente otorgan una protección provisional en
cuanto al hecho o estado posesorio, por las amenazas, perturbaciones o despojos,
evitando la violencia entre las dos partes, tal criterio como función social.

11. Los procesos posesorios, tienen como competencia territorial, en principio, el


lugar donde habita el demandado, y como segundo lugar, en caso de no poderse
instar en aquel, será el del lugar donde está ubicado el bien inmueble en litigio.

12. La querella de restitución, en la esfera jurídica nicaragüense, está encaminada


a proteger al poseedor o mero tenedor de un bien inmueble o derechos reales
constituidos en ellos, en contra de un despojo sin violencia, ya sea por un acto de
clandestinidad, sin necesidad que el poseedor presencie tales hechos.

13. En cuanto a los preceptos normativos de la querella de amparo, se concluye


que está encauzada en proteger al poseedor, incluso al mero tenedor de amenazas
o perturbaciones, con la garantía que se intime al autor de los actos del cese de los
mismo, además, dentro de sus líneas jurídicas existe una contradicción, pues solo
admite su interposición, cuando se estuvo en posesión tranquila y pacifica durante
un año completo, sin embargo, el art. 1735 C, deja la vía abierta al denunciante de
incoarlo sin necesidad de tener el año requerido.

14. Igualmente, se considera que la querella de restablecimiento no tiene naturaleza


de acción posesoria, pues su principal finalidad no es proteger la posesión en contra
de perturbaciones o despojos, sino que está incardinada a destruir los efectos de
un despojo violento, restituyendo la cosa al estado en que se encontraban en el
momento que se usó la violencia, brindando la oportunidad de impetrar una acción
posesoria a quien le corresponda.

15. Finalmente, debemos aludir que las acciones posesorias permiten exigir la
indemnización de los daños y perjuicios, los cuales, pueden ser acumulados dentro
del proceso de la querella iniciada, y resueltos en la misma sentencia, en
pronunciamientos distintos y específicos. Asimismo, en la vía ordinaria se puede

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solicitar que le sean devueltos la indemnización de los daños y perjuicios más las
costas que tuvieron que liquidar en el proceso de la pretensión posesoria.

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RECOMENDACIONES

1. Mediante un proyecto de reforma del código civil de Nicaragua, se recomienda


subsanar los errores en que se ve inmerso dicho precepto normativo, en la cual
se tome como referencia a cuerpos legislativos internacionales que tengan en
común la misma teoría jurídica.
2. Asimismo, se recomienda establecer en el código civil que, las pretensiones
posesorias estén dirigidas a proteger el hecho o estado posesorio, sin necesidad
de tener una posesión perfecta, en cuanto no se ostente el corpus y el animus,
es decir, que el poseedor, incluso el mero tenedor de un bien inmueble pueda
solicitar su protección cuando sufra perturbaciones o despojos, tomando en
cuenta las reiteradas jurisprudencias que la Corte Suprema de Justicia ha
perpetrado durante casi un siglo.
3. Además, determinar que la posesión para ser protegida judicialmente, a través
de las pretensiones posesorias, no se necesita de un título, sino con el simple
hecho del estado posesorio o de la tenencia sobre la cosa. Es decir, el señorío
o poderío sobre el bien inmueble.
4. Al igual, aclarar y determinar que la posesión no es objeto de inscripción, en
caso contrario, determinarlo en la legislación pertinente como acto inscribible en
el registro público.
5. Por otra parte, que la legislación nicaragüense, al establecer en un proceso
sumario especial a las acciones posesorias, disponer claramente los medios de
pruebas en los que deban valerse los demandantes para fundar la demanda
posesoria interpuesta a como lo establecía el código de procedimiento civil
derogado.
6. Finalmente, para las actuales generaciones, incluso las futuras, se recomienda
que, para desarrollar este tema, siempre se tome en cuenta la doctrina y la
jurisprudencia de Nicaragua, puesto que estas últimas brindan un mejor
entendimiento de las líneas jurídicas poco claras del código civil. Asimismo,
vislumbrar de ellos, definiciones sobre las acciones posesorias, ya que las
legislaciones pertinentes no lo establecen expresamente.

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