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Tutor:
Managua, Nicaragua.
01 de noviembre de 2019
CARTA DE APROBACIÓN DEL TUTOR
DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN O MONOGRAFÍA
El suscrito Prof. Dr. Reynaldo Balladares Saballos, Tutor del estudiante Br. Ronald Abdael
Lacayo Moreno, carné 000010532, hace constar que la investigación titulada
“Mecanismos de protección de la posesión en el Derecho Sustantivo y Procesal
nicaragüense vigente” realizada en el segundo semestre del año 2019, tiene la aptitud,
pertinencia y calidad científica requerida como forma de culminación de estudios.
En la ciudad de Managua, a los 28 días de mes de Octubre del año dos mil diecinueve.
ellos, cada mañana, cada tarde, cada hora y cada día de mi vida.
A mis tías y demás familiares, así como a mis mejores amigos, por
cada consejo, cada regaño, cada muestra de su amor, por cada aliento
que me brindan día a día, pero sobre todo por su apoyo incondicional,
y fortaleza concedida para poder realizar este sueño que tanto añoré
en mi infancia.
A mis padres por el apoyo que me han brindado para cumplir uno de
A cada uno de mis profesores, gracias por su tiempo, por su apoyo, así
profesional.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Art: Artículo
CC: Código Civil de España
C: Código Civil de Nicaragua
CPCN: Código Procesal Civil Nicaragüense
INTRODUCCIÓN
Esta Investigación tiene como fin principal, realizar un análisis jurídico-crítico de las
pretensiones posesorias, su historia, definición, naturaleza jurídica y el régimen
procedimental judicial en las que se envuelven. Las pretensiones posesorias se
justifican en el principio fundamental y mundial “nadie puede hacer justicia con sus
propias manos”.
1. Capítulo I: La Posesión
La posesión al compás del tiempo ha sido el objeto del derramamiento de tinta por
parte de los grandes pensadores, doctrinarios y juristas del Derecho, por la dificultad
de determinar su origen, etimología, evolución, concepción y su trascendencia
jurídica. Este tópico, se ha convertido en un enigma en la cual no hay institución
jurídica de jurisconsultos que no haya tratado de penetrar su génesis, carácter y
fundamento de su amparo legal. A como lo expresa Rommel Barillas Salablanca
(2013), citando a Pothíer (1985) y a Ruggiero (1994):
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estratos históricos o capas geológicas de origen muy heterogéneo. (p. 613).
Cortés Téllez (2007), nos señala que la significación vulgar de la palabra posesión
está muy vinculada con su etimología la cual, denota la ocupación de una cosa, el
tenerla bajo nuestro poder, sin que importe mayormente la existencia de un título o
derecho para ello. El Diccionario Panhispánico del español jurídico del 2001, tomo
II citado por Juan Orrego, expresa “El sentido natural y obvio de la posesión denota
el Acto de poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para
otros”.
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propietario, como en otro caso mucho más importante en cuanto surte efectos
independientes de la propiedad, en que el poseedor no sea el propietario
[sic]. (p.4)
Es por ello que, debemos admitir que el común denominador de las dificultades
conceptuales sobre el tema en desarrollo es la existencia de distintas concepciones
teóricas y positivas, así como, de la evolución de la cultura y del pensamiento
jurídico sobre la posesión en general.
Díez- Picazo (1995) describe una segunda causa de las dificultades que el tema de
la posesión conlleva, señalando al respecto:
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tratan de proteger situaciones jurídicas de muy diverso cariz, carentes por
ello de la necesaria homogeneidad y muy difícil de reducir en consecuencia
a un esquema unitario. (p. 536).
Por lo tanto, resultaría ineficaz indagar un punto de partida común a las acepciones
antes mencionadas, puesto que cada una tiene su punto disímil en su configuración
jurídica, donde han intervenido influencias de distintas reglas, unas de origen
romano, de raíz germánica, otras derivadas del derecho canónico y del derecho
común, pues ciertamente, la posesión se constituye como un rompecabezas teórico.
Es así, que es de notaria importancia mencionar lo que Vega Gómez (2006), apunta
sobre la etimología de la posesión, lo cual menciona:
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su origen de diferentes modos: La han buscado unos descomponiendo la
palabra en “positio-pedium” insistencia, o dando a “po” el carácter de un
prefijo que vigoriza la palabra posterior “sedere”, comunicándole un carácter
de realización o permanencia, (sedium positio); pero significando siempre
una relación de tacto material. (p.1)
Posesión y poseer revelan la idea del poder o facultad de acceso a una cosa,
como dueño o como señor de ella. Tal es el sentido etimológico de esas dos
expresiones que, según el gran romanista contemporáneo, Vincenzo
Arangio-Ruiz, “Se derivan del verbo sedere y del Sufijo O-PO (t) se, que viene
de pot-estasy de pat-er”. Cucq, a su vez explica “que, en su primitiva
acepción, la palabra posesión se aplicaba únicamente a los fundos y
especialmente, a las tierras del Ager-Públicus, ocupadas por los particulares
con la obligación de cultivarlas y de pagar una renta al tesoro.
Es así, que el término Possidere para los romanos significa, ostentar una cosa bajo
el propio poder, es decir, tener una potestad de hecho sobre la cosa que permita
disponer de ella la totalidad de sus relaciones y derechos, obteniendo un derecho
de exclusión de terceros, al igual que da ha lugar a la intención de mantenerse en
relación inmediata e independiente con la cosa. (Barillas Salablanca, 2013 citando
a Pothíer 1875).
Es pues la posesión (possesio) un señorío o poderío que se ostenta sobre las cosas,
se visualiza como un hecho independientemente del Derecho, y que trae aparejado
consecuencias jurídicas, dicho de otra forma, es un poder que el sujeto ejecuta
sobre la cosa, y en virtud de ese poder, mantiene una relación de pertenencia. Es
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la expresión del normal y verdadero contenido de la propiedad y revela la acción de
hecho del dominio.
Ante ello, con fundamento a las ideas expresadas anteriormente, podemos afirmar
que la posesión presupone en sentido estricto y de fondo, una relación de hecho del
hombre sobre una cosa determinada en cualquier tiempo y espacio, que expresa la
adherencia física de la cosa con la persona, entendiéndose como una relación de
poderío, señorío o de dominación.
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existió antes del derecho, incluso esta se convirtió de la actividad más importante
humana a el más importante derecho dentro del conglobado de los derechos reales.
(Rodríguez Batista, 2006).
Es ante ello donde radica la importancia de estudiarla, pues hombres de todos los
tiempos y clases sociales la han utilizado para su subsistencia y es necesario
clarificar los medios que se posee para protegerla ante abusos y perturbaciones,
pues el hombre puede vivir sin propiedad, pero no puede coexistir sin poseer. En
palabras de Primo Persegani (sf):
El fenómeno posesorio está ante los ojos de todo observador; sea hombre
de ley, de estudio, de comercio o de la calle, y de todo ser humano que viva
en sociedad. Y de él se vale inevitablemente para subsistir. Lo que revela
que la posesión, llena perfectamente su objetivo en la vida de relación;
surgiendo los inconvenientes en los casos de abuso y violación al derecho y
a la justicia. (p. 7)
Por todo lo referido anteriormente parece que el estudio de la posesión, más allá de
consideraciones conceptuales o abstractas, es de iniciarse de una perspectiva
histórica, por lo que se trata de examinar las distintas instituciones jurídicas
históricas, que regulaban a la posesión y concretamente: El Derecho Romano, El
Derecho Germánico y el Derecho Canónico (Diez-Picazo, 2008).
Entonces, por los motivos expresados en las líneas anteriores, y por la situación
cambiante de la acepción sobre la posesión, procedo a desarrollar como fue
regulada y establecida en el Derecho Romano, Derecho Germánico, y Derecho
Canónico.
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Una de las tesis suscitadas en el derecho romano, y sostenida por NIEHBUR y por
SAVIGNY, afirmaban que la posesión surgió rigurosamente ligada al ager publicus
como forma de enunciar el poder atribuido a los concesionarios de esas tierras
(Diez-Picazo, 2008).
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que no lo poseéis ni con violencia ni en precario ni clandestinamente el uno
respecto al otro»).
Sin embargo, la idea de la posesión no era unívoca, se distinguían entre ella tres
clases de situaciones: 1. La simple tenencia o detentación de la cosa sin protección
jurídica; 2. Situación de poder sobre la cosa protegida jurídicamente por los
interdictos posesorios; y 3. Situación de Señorío de hecho sobre la cosa protegida
por los interdictos posesorios, y que, además tenía la posibilidad de convertirse en
propiedad a través de la usucapión. (Diez-Picazo, 1995).
Villarán Duani, (sf), señala que “Los Romanos distinguían dos clases principales de
posesión: La Posesión natural que consistía en la simple tenencia material de la
cosa; y, la posesión jurídica que hacía nacer importantes efectos legales”. (p. 334).
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dueño, conocida por los romanos como animus domini. Esta clase de posesión
estaba tan enraizada en el derecho romano que daba lugar a una acción especial
llamada interdicto y en algunos casos mediante la acción pauliana, para su defensa,
y a una acción de gran beneficio para sus intereses, que era la usucapión,
consistente en una posesión continua de prescripción adquisitiva. (Villarán Duani,
sf).
Vega Gómez (2006), nos señala que la posesión era considerada en los romanos a
como lo establece: “Bruji: “Posesión es el hecho de tener poder sobre una cosa
corporal como si fuere de uno y con esa intención”. También, según Eugene Petit,
(1999), “la posesión tal como la entendían los romanos, puede ser definida como el
hecho de tener en su poder una cosa corporal, reteniéndola materialmente, con la
voluntad de poseerla y disponer de ella como lo haría un propietario”. (p. 161). Así
pues, con fundamento en los lineamientos anteriores expreso el siguiente concepto:
La posesión es una relación de hecho existente entre la persona y la cosa, y que
ante ello ejerce actos como si fuera el dueño y con el ánimo o intención de serlo.
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affectio tenendi. Por eso, un loco o in pupilo infans puede retener una cosa,
aunque esté bajo su mano, lo mismo que una persona que esté durmiendo,
por que no tendrían conciencia de este estado de hecho. Pero no hay que
confundir el ánimus o affectio tenendis con el animus domini. (citado por
Argüello Lorio, Avilés Ulloa & Balladares Salgado, 2006).
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el verbo latino vestire, investire) y corresponde a nuestro sustantivo investidura, al
francés saisine y al inglés seizura”. (p. 617).
La Gewere se funda en una relación sobre las cosas, a veces ideal o mediata, que
se corresponde con el contenido de un derecho real. A como pensó Planitz, no todo
dominio efectivo de una cosa es Gewere, sino solo aquél que parece expresión de
un derecho real. En definitiva, la Gewere, se consolida como la exteriorización de
un señorío sobre una cosa, es decir, manifestación expresa de un derecho real
(Diez-Picazo, 2008; Argüello Lorio, et al 2006).
Así mismo, existe la Gewere corporal siendo la más antigua, donde puede suponer
una relación con la cosa, pero sin quedar reducida a la mera detentación, por lo que
consiste en una relación efectiva de un hecho, carente de un título jurídico. (Argüello
Lorio, et al 2006).
Otra categoría la constituye la Gewere ideal, que representa una forma sumamente
espiritualizada que se da con independencia de la Aprehensión material. (Argüello
Lorio, et al 2006). Diez- Picazo (1995), al respecto señala:
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la existencia de Gewere mientras ésta se hace efectiva sobre el fundo. (p.
540).
Argüello Lorio, et al, (2006), alude que en “materia inmobiliaria el goce podía ser
inmediato (la percepción de los frutos naturales) o mediato (la percepción de
pensiones, servicios profesionales o diezmos en razón del fundo)” (pp. 11-12).
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por la no existencia de esta eficacia en la transmisión de los derechos reales,
la gewere carecía de validez. Así mismo, una vez transmitida la Gewere, a
pesar de que el enajenante no fuera propietario, el adquirente quedaba
protegido, si llegaba adquirir la gewere jurídica.
El resurgimiento de los estudios del derecho romano por parte de los glosadores
coincidió con la necesidad de aplicar este derecho a realidades distintas sociales.
La doctrina canónica de la posesión, en vías de ampliar el ámbito de la posesión en
la edad Media y por la insuficiencia de los criterios romanos ante las nuevas
realidades, se caracteriza por tener una tendencia marcadamente extensiva. (Diez-
Picazo, 1995).
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eje del mantenimiento del status de hecho continuado y la prevención de la
violación. (Diez-Picazo, 2008).
La ventaja del remedio exceptio spolii, radica en su ampliación, puesto que no podía
constituir una defensa eficaz del despojado, mientras tanto no se produjera el
despojo material y no se esgrimiese una acción procesal contra el mismo, en caso
contrario, donde hay cabida de los dos requisitos mencionados, se da ocasión de
formular la excepción. (Diez-Picazo, 2008; Argüello Lorio, et al 2006).
Por otro lado, la actio spolii, solidifica la defensa posesoria canónica, la cual,
mediante ésta, toma forma definitiva y pasa a tener mayor eficacia. A través de este
remedio, se dota al despojado de un verdadero medio ofensivo, de modo que,
cuando exista un proceso judicial sobre el bien objeto del despojo, instante para
oponer la excepción, puede por su propia iniciativa y acción plantearlo sobre la
titularidad de los bienes, con el requisito igual que fuera previa la restitución. Dicho
de otra forma, el litigio es promovido por el despojado, y el efecto es el mismo que
la exceptio, anticipar la restitución sin esperar a resolver sobre el fondo del litigio.
(Diez-Picazo, 2008; Argüello Lorio, et al 2006,).
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Finalmente, el término de la posesión en el Derecho Canónico es más amplio que
el que se establece en el derecho romano, por lo que fomenta la extensión de la
posesión a bienes incorporales y no solo los corporales a como estaba estipulado
en Roma, y al igual, establece la tutela posesoria como una de las fórmulas
necesarias para recuperar la posesión. (Jarillo Gómez, 2008).
El primer grupo está compuesto por las Legislaciones Latinas, que en principio están
informadas por la tradicional doctrina romanista de la posesión, no obstante,
aceptan muchos matices procedentes de origen canónico y germánico, y
consecuentemente realiza una modificación profunda, provocando una serie de
normas no siempre armónicas y claras.
Por otro lado, el Derecho Italiano, en su código civil determina a la posesión como
el poder sobre la cosa que se manifiesta en una actividad correspondiente al
ejercicio de la propiedad o de algún otro derecho. Dicho precepto normativo,
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evidencia el elemento de la intención del ejercicio del derecho sobre la cosa. (Diez-
Picazo, 2008).
Diez-Picazo (1995), alude que en, “El código alemán y el suizo, construyen la
posesión eliminando de su concepción más general el requisito de la voluntad (Art.
854 del Código Alemán y art. 919 del Código Suizo), sin distinción alguna entre
posesión y detentación” (1995, p. 543). Sin embargo, Castán Tobeña, 1978
menciona que en el artículo 855 del código alemán se establece que: “No es
poseedor el llamado servidor de la posesión (Besitzdiener) quien ejerce por otro el
poder efectivo sobre una cosa, habiendo de seguir sus indicaciones referentes a
estas”. (citado por Barillas Salablanca, 2013).
Para Marcel Planiol y Georges Ripert (1977), la Posesión “es un estado de Hecho.
Consiste en detentar una cosa de manera exclusiva y en efectuar sobre ella los
mismos actos materiales de uso y goce como si uno fuera su propietario”. (p. 386).
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intencional o animus (intención) “la creencia y el propósito de tener la cosa como si
fuera propietario” y un elemento físico o corpus (cuerpo) “la tenencia o disposición
sobre una cosa”. (Citado por Bucardo Matute & Altamirano Pereira, 2006).
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derivando de esa acción consecuencias jurídicas que se incardinan a proteger en
mayor o menor medida esa situación de hecho. Así bien lo definía Savigny, al
expresar que no solo era un simple hecho, sino que por sus efectos jurídicos es un
derecho.
La Escuela Clásica sostiene que son dos los elementos que constituyen la sustancia
del fenómeno posesorio: el interno y el externo, mejor conocidos como Animus y
Corpus. Ambos elementos nacen simultáneamente, y es necesaria la concurrencia
o el concurso de los dos, por lo que no cabe sostener que uno vitoree con el otro, y
a la inversa.
a) El Corpus: Es un poder físico o una potestad de hecho que se ejerce sobre una
cosa. Consiste en un poder de dominación en el cual se materialice la posibilidad
de disponer físicamente de la cosa, directa o indirectamente, con exclusión de
tercero.
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conducirse respecto de la cosa como lo haría el propietario. (Hidalgo Muñoz,
2014)
b) El Animus: Según Savigny citado por Hidalgo Muñoz (2014), este elemento
consiste en la intención de ejercer el derecho de propiedad, es decir que el
poseedor se caracteriza por una voluntad especial, distinta de la corriente, que
es conocida con el nombre de Animus Domini.
Para Finalizar, cabe señalar que, de acuerdo a Carpio Arévalo, (2008) “el animus
se acredita valiéndose del corpus”.
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de los Jurisconsultos sobre si la posesión es un Hecho o un Derecho, o de ambas
clases.
Al respecto, señalo las tres teorías que abarca la Naturaleza Jurídica de la Posesión:
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De acuerdo con la legislación civil nicaragüense y las jurisprudencias, podemos
afirmar que la posesión es un estado de hecho, el cual, se encuentra protegida por
el Derecho. Esta protección radica en contra de quien quiere perturbar o despojar
el hecho posesorio, a través de los llamados interdictos posesorios o acciones
posesorias. Así pues, quedan asimilados los dos conceptos como hecho y como
derecho.
En la sentencia del 28 de Julio de 1975 de las 11:40 am, ubicada en los boletines
judiciales 197/1975 citada por Alejandro Montiel, 1995, establece: En los interdictos
se discute la posesión como hecho y por lo tanto son impertinentes las disposiciones
legales referentes a la posesión como derecho.
Para dar inicio a este apartado, se debe dejar claro que el Código Civil Nicaragüense
vigente de 1904 adopta en materia de Posesión un variopinto de regulaciones y
disposiciones contradictorias entre sí.
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En Nicaragua, el tratamiento del fenómeno de la Posesión se encuentra regulada
en el libro segundo, Título XXXIV del Código Civil, el cual denota las siguientes
disposiciones:
Siendo así, para sustentar lo antes dicho, el Código Civil de Nicaragua, en el art.
1715 establece “Llámese Posesión la retención o disfrute de cualquier cosa o
derecho. Los actos potestativos o mera tolerancia, no constituyen posesión”, y en el
art. 1716 “Conservase la posesión mientras dura la retención o disfrute de la cosa
o derecho, o la posibilidad de continuar en ellos”. Ambos preceptos normativos
revelan que la posesión es un estado de retención o disfrute de cosas o de derechos
que se prolongan en todo el tiempo en que dura la retención, y, por ende, es figura
aplicable para los bienes inmuebles como los muebles. (Guzmán García, 2009, p.
90).
Así, el artículo 1729 del Código Civil detalla “La Posesión de los Bienes Inmuebles,
se adquiere por la inscripción del título, con tal que haya durado un año tanto la
inscripción como la tenencia de la cosa”. No obstante, en la Normativa Inmobiliario-
registral, la posesión no encuentra cabida, debido que el art. 3941 del mismo cuerpo
jurídico señala que solo pueden inscribirse los títulos que consten de Escritura
Pública, de Ejecutoría, o de otro documento auténtico expresamente autorizado por
la ley para ese efecto.
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Así mismo, el art. 3951 del ordenamiento en mención, establece los actos
inscribibles en el Registro Público de la Propiedad, el cual, excluye y no contempla
como acto inscribible a la posesión. En consecuencia, en palabras de Guzmán
García, (2009) “la posesión no es materia de inscripción, ni tan siquiera adquiera
virtualidad dentro del registro, a través de la mal usada figura del “Título Supletorio”,
que en principio podría aparentar ser una forma de entrada de la posesión al
registro”. (p. 90).
El artículo 1735 del Código Civil de Nicaragua, dispone “si la posesión fuere de
menos de un año, nadie podrá ser mantenido en ella o restituido judicialmente, sino
contra aquellos cuya posesión no sea mejor”; y el artículo 1736 estipula “Se entiende
por mejor, la posesión abonada por título legítimo; a falta de éste, o en presencia de
títulos iguales tiene preferencia la posesión más antigua; si las posesiones fueren
iguales, debe preferirse la actual; si ambas fueren dudosas, se depositará lo que
sea su objeto, mientras no se decida a quien pertenece”. Esta última, deja en
evidencia la existencia de un título.
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Nicaragua ha adoptado a la posesión en su legislación como una apariencia de
dominio, tal precepto lo establece el artículo 1719 del Código Civil: La posesión
produce a favor del poseedor la presunción de propiedad que las circunstancias
podrán hacer más o menos atendibles”. (Guzmán García, 2009, p. 91). Asimismo,
el artículo 1773 del mismo cuerpo normativo, señala que el hecho de la posesión
hace presumir el derecho de poseer, mientras otro no pruebe corresponderle ese
derecho.
Ante ello, en concordancia con las normas mencionadas, el sujeto que tiene la
posesión de un bien, sea por la razón que lo tenga, se le otorga la facultad de acudir
a los Tribunales Judiciales a solicitar el amparo de dicho estado posesorio, al igual,
el que es objeto de perturbación, amenaza, y afectación sobre su posesión, tiene
derecho de incoar un proceso judicial para alcanzar la tutela jurídica, que impida la
materialización de tales eventos. (Guzmán García, 2009).
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De acuerdo con Brutau, (1978), a parte de la protección posesoria, se produce a
favor del poseedor, el primordial efecto de estar protegido jurídicamente, con
independencia de que exista el derecho cuya apariencia corresponda a dicho estado
posesorio. (Citado por Barillas Salablanca, 2013).
Así pues, como el eje central de este escrito es la Tutela o Protección Jurídica de la
posesión, procedo a desarrollar en el siguiente apartado lo relativo a las acciones
posesorias a la que ya se ha hecho una mínima referencia.
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Al llegar a este acápite, es necesario considerarlo como uno de los más importantes
y de especial relevancia dentro del campo del derecho de la posesión. En efecto, la
posesión es un hecho, en el que se derivan consecuencias jurídicas, como la
presunción del derecho de dominio o por la tutela de las transgresiones,
perturbaciones y amenazas suscitadas en contra de ese hecho. De ahí, los
Ordenamientos Jurídicos amparan al hecho de la posesión mediante las acciones
posesorias o llamada tradicionalmente como interdictos posesorios.
Ante ello, se debe expresar que no existe un acuerdo unánime por parte de la
doctrina en cuanto a los fundamentos, y por ello nos encontramos con diversas
teorías que buscan darles solución a las incógnitas planteadas siendo las
principales la de Savigny y la de Ihering, quienes estudiaron a fondo este asunto.
(Hidalgo Muñoz, 2014, p. 13).
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La protección Posesoria Según Savigny:
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posesoria debe buscarse en la posesión misma y no en el carácter ilícito o
delictual de la turbación posesoria, que puede ser causada por actos que no
revisten tal entidad. En efecto, de acuerdo a esta última teoría, el poseedor
es protegido, no porque sea una persona y porque toda persona deba ser
protegida contra los actos ilícitos o delictuales, sino porque es poseedor y,
como tal, tiene más derecho que el que no posee; constituyendo así las
acciones posesorias los medios defensivos de la propiedad, la que dejaría de
existir, si el propietario, para protegerse en el goce de su derecho, debe cada
vez probar su dominio. Para que la protección de la propiedad quede
completamente asegurada, es necesario que su sola exterioridad, es decir,
la posesión, esté respetada y protegida. (p. 20).
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cosa, debe de ser entendida como un derecho y, por lo tanto, se debe de tratar
como tal. (Hidalgo Muñoz, 2014).
Así mismo dentro de esta teoría se señala que, tener la cosa por efecto de la
voluntad particular y de la voluntad universal (ley) constituye propiedad, por el
contrario, el tenerla tan solo por la voluntad particular es la posesión. (Barillas
Salablanca, 2013).
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Dentro de esta, Savigny consideraba a los interdictos posesorios, como acciones
nacidas del delito o perturbación cometida en contra del poseedor, o como
medidas de policías encaminadas a mantener el orden público (Ihering). Ambas
situaciones conllevan a un impedimento de hacer justicia por sus propias manos.
Teoría del gran principio del Derecho: Su esencia se incardina a señalar “Nadie
puede vencer jurídicamente a otro, sino tiene motivos preponderantes en qué
fundar su prerrogativa”. (Thibaut citado por Von Ihering, 2000).
Los civilistas modernos sin preocuparse por encajar sus opiniones con las teorías
clásicas, emiten variadas combinaciones de argumentos para justificar la protección
de la posesión.
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Para Carboni citado por Ruggiero, (1994) y este a su vez citado por Barillas
Salablanca, (2013), lo posesión en su sentido genérico (detentación) se funda en la
necesidad de asegurar la paz, la seguridad y la tranquilidad pública, prohibiendo en
los medios jurídicos hacerse justicia por sí mismos. La posesión en su sentido
específico (posesión legítima) tiene en sí la propia razón de ser, existe y es
protegida en cuanto es apariencia de un poder de Señorío.
A Juicio de Messineo citado por Castán Tobeñas, (1978), y este por Barillas
Salablanca, (2013), la protección que se le confiere a la posesión tiene un doble
sentido o fundamento práctico:
Así pues, como síntesis de las páginas anteriores, sobre el por qué la posesión goza
de protección jurídica, aun siendo solo un simple hecho, anotamos las siguientes
características de la razón de su protección:
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protegida como una exteriorización de la propiedad, exonerándole de
demostrar el título por el mero hecho de ser poseedor.
III. La defensa de la Paz Jurídica y el Mantenimiento provisional del Statu
Quo, puesto que la posesión sirve para la satisfacción de las necesidades
humanas, el cual no se trata de garantizar la cosa en sí misma, sino un
estado de hecho. En la posesión existe un reglamento provisional, pero
que interesa económicamente custodiar. En la idea de la paz jurídica, se
realiza en virtud de impedir violencia y el ejercicio arbitrario de los
derechos.
IV. Por la Función Social de la posesión. Para Hernández Gil, “la posesión es
una exigencia de la necesidad y la libertad, el cual representa un freno
frente a la libertad monopolista de la propiedad”.
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posesión se trata de un estado de hecho del que derivan consecuencias jurídicas,
dejando claro que es una tutela Provisional. A como bien lo mencionó Arce y
Cervantes, (1994) “El individuo que usa del derecho está en posesión de este
derecho. La posesión no es, entonces, sino un puro hecho”. Así pues, esto es el ius
possessionis: el derecho de posesión, que prevalece, de momento, en los juicios
posesorios (sumarios), pues se basa en la condición de poseedor, siendo un
derecho débil y claudicante, que cederá siempre ante el ius possidendi (De Castro
Vitores, 2009).
Al referirnos a este tema, es volver a retomar los elementos que edifican la posesión.
Hemos dejado claro que este tópico ha sido merecedor de diversas doctrinas que
tratan de explicarlos para lograr obtener la tutela jurídica. Tales doctrinas han girado
al entorno del Derecho Romano, y se ha encarnado en dos principales teorías: La
subjetiva o de la voluntad siendo su gran expositor Savigny, y La objetiva u
moderna, desarrollada por el doctrinario Ihering.
Cabe señalar que, SAVIGNY e IHERING, trataban de averiguar la razón por la que
la Posesión gozaba de protección en Roma.
Esta teoría fue desarrollada por Savigny, quién explica que la posesión resulta de
la concurrencia de dos elementos: el corpus y el animus. El corpus no solo consiste
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en la detentación material de la cosa, sino la posibilidad de ejercer influencia
inmediata sobre ella, y excluir influencia extra a ella. En cambio, el segundo
elemento, la intención de tener la cosa para sí o de obrar como propietario, es el
elemento condicionante de la posesión, el cual, transforma la detentación en
posesión. (Bucardo Matute & Altamirano Pereira, 2016).
Los meros detentadores al no tener o poder tener la intención de tratar las cosas
como propias, no gozaban la protección posesoria en el Derecho romano, puesto
que, en principio, ellos poseían a nombre de otra persona. Dentro de la primicia
anterior, se exceptúa al precarista, ya que se concibe que posee en su propio
nombre.
Por otra parte, en esta teoría, Ihering ataca rigurosamente la tesis subjetiva
desarrollada por Savigny. El animus para Ihering, carece de valor para distinguir la
posesión de la detentación, puesto que ambos están motivados por la misma
intención “tener y conservar la cosa” (animus tenendi), así que niega que haga falta
un particular animus y mucho menos un animus domini para constituir la posesión.
(Bucardo Matute & Altamirano Pereira, 2016).
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Es entonces el animus, la intención de servirse de la cosa, para satisfacer sus
necesidades humanas, y el corpus, la exteriorización de esa intención.
Para finalizar, Ruggiero, (1994) citado por Barillas Salablanca, (2013), expresa que
de esta teoría se deducen las siguientes consecuencias:
A. Puesto que el corpus lleva implícito el animus, toda detentación, aunque sea
por otro comprende ambos elementos, o lo que es igual toda detentación es
posesión.
B. Solamente por excepción, es decir cuando la Ley lo determine, se puede
privar al detentador de la protección posesoria.
C. Al demandante en materia posesoria, le basta probar el corpus, y a su
contradictor le corresponde probar en su caso que aquella detentación ha
sido privada por Ley de la protección de los interdictos.
Visto lo anterior, y asentada las razones Jurídicas del por qué la posesión goza de
protección del Derecho, procedemos a interrogarnos ¿A través de qué medio
Jurídicos el derecho concede la tutela al mero hecho de la posesión?, ante ello,
debemos de hacer referencia a la historia, en el cual se constata un medio jurídico
específico, rápido y ágil, para este tópico. Por lo que damos inicio al tema de los
Interdictos Posesorios, hoy en día conocidos como acciones posesorias.
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Cabe señalar, modernamente los Interdictos posesorios son conocidos también
como acciones posesorias. La finalidad arraigada en este tipo de tutela jurídica, es
proteger la posesión de la persona que venga detentando materialmente la cosa,
de manera pacífica y continua, contra todo acto de despojo o simple perturbación,
permitiéndole conservar o recuperar materialmente el bien.
Así mismo, Albaladejo, citado por Hidalgo Muñoz (2014), sostiene que:
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que tenía un carácter netamente administrativo o de policía, y en virtud del
cual el magistrado se limitaba a decretar que hiciera o que no se hiciera
alguna cosa. (p. 643).
Hasta nuestros días, en la historia no se conoce una fecha exacta del nacimiento
de los interdictos posesorios, ni las razones o necesidades que dieron camino a su
surgimiento, sin embargo, sus primeras apariciones se establecen con la figura del
pretor.
En Roma existió lo que se llamaba “ager publicus”, término utilizado para referirse
para al suelo y terrenos de uso público. El suelo, en Roma, era parte de la propiedad
de cada ciudadano, y en parte de dominio público, pudiendo cada ciudadano no
solo aprovecharlos y cultivarlos, sino guardarse los frutos, lo cual era solo la
exteriorización de la ocupación, que no gozaba de protección alguna ni medios de
defensa contra los actos perturbatorios de terceros, deficiencia salvada con la
introducción de los interdictos posesorios. (Hidalgo Muñoz, 2014).
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los interdictos, en que la prueba quedaba limitada al hecho de la posesión,
turbada o perdida injustamente, sin que la decisión prejuzgara sobre el
derecho de dominio. (p. 28).
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4. Concedía Interdicto si se estimaba que se reunían las condiciones exigidas,
debiendo en ese caso conformarse el demandado.
5. El demandante debía probar que la posesión fuese justa o injusta, y acreditar
que el demandado había efectuado actos de perturbación en el ejercicio de
la misma.
6. La acción debía intentarse en contra de la persona que ejecuta la
perturbación.
7. Había que probarse la posesión.
8. Se ordenaba cesar la perturbación y dar la correspondiente indemnización
de daños y perjuicios.
9. Finalmente, el magistrado podía imponer al vencido una caución a favor de
su contraparte, a fin de dejar cubierto a ésta de molestias posteriores.
Cabe insinuar, si las partes cumplían con la orden dictada por el magistrado, el caso
quedaba concluido, no obstante, en caso contrario, si no se cumplía con dicha
orden, el pretor enviaba a las partes ante un Juez para que el conflicto se resolviere.
A tales efectos, el pretor le entregaba un formulario en el que explicaba
someramente el asunto en que debía fallar. (Hidalgo Muñoz, 2014; Bucardo Matute
& Altamirano Pereira, 2016)
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Argüello Lorio et al (2006), hace referencia que los interdictos en el derecho romano
se caracterizaban por:
a) Interdictos prohibitorios: Son por los cuales el pretor prohíbe hacer algo, por
ejemplo, usar las vías de hecho contra el poseedor de buena fe, contra quien
entierra un muerto en un lugar donde no tenía derecho de hacerlo.
b) Interdictos restitutorios: Son aquellos por los cuales el pretor ordena restituir
algo, por ejemplo, integrar en su posesión al que ha sido turbado por medio
de violencia.
c) Interdictos exhibitorios: Son aquellos por los cuales el pretor ordena que una
cosa sea exhibida cuando está en litigio o un libertus (hombre libre) a quien
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el patrón quiere imponer un servicio o a un hijo de la familia que el padre
quiera reivindicar bajo su poder. (Pallares citado por Bucardo & Altamirano,
2016).
Los interdictos posesorios en sentido estricto eran de dos clases: Los recuperandae
possessionis y los retinendae possessionis. Unos se caracterizaban por impedir que
alguien estorbase el libre uso que a todos les correspondía de las cosas comunes,
o bien, proteger ciertos derechos particulares que carecían de una acción, y otros,
para asegurar la posesión. En tal sentido haremos una breve referencia a ellos.
Mediante este interdicto, el poseedor puede recuperar la posesión, del cual ha sido
despojado. Se concedía para aquellos casos en el que el poseedor trataba
recuperar la posesión perdida, ya sea porque había sido objeto de fuerza o
violencia, o bien, porque no se le restituía la posesión de una cosa por quien la tiene
a título precario, y le privaba maliciosamente de su posesión. (Hidalgo Muñoz,
2014).
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intentar contra el autor directo, incluso contra quien lo ordenó y la llevó a cabo
valiéndose de un tercero. (Hidalgo Muñoz, 2014).
Este interdicto puede intentarse por el poseedor cedente o sus herederos contra
el tenedor precario y sus herederos, debiendo estos restituir la cosa y reparar el
daño causado por la retención indebida, en caso de imposibilidad de devolver la
cosa, el precarista estaba obligado a responder por el valor de la misma al tiempo
de interponer el interdicto. Se ha sostenido que no había plazo alguno como
requisito para iniciar este proceso, estando en su contra la prescripción temporal
de 30 años. (Hidalgo Muñoz, 2014).
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Este interdicto se dividía en dos, uno para las cosas muebles, y otro para los
inmuebles:
2.4.2 Definición
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y por la limitación del debate exclusivamente a la posesión, sin interferir un examen
prolijo de titularidad.
Rojina Villegas (1994), señala a tales efectos, que “los interdictos son acciones
posesorias provisionales que tienen la finalidad de proteger la posesión interina
(originaria o derivada), de los bienes inmuebles o de los derechos reales
constituidos sobre los mismos” (p. 256).
Manresa y Navarro, citado por Ortiz Urbina (2004), definen a los interdictos de la
siguiente manera:
Hidalgo Muñoz (2014), expresa: “Las acciones posesorias son remedios o defensas
concedidas al poseedor, tendientes a proteger la posesión, ya sea ante actos de
verdadero desapoderamiento o de mera turbación de aquella”. (pág. 10).
Según Castán, citado por Hidalgo Muñoz (2014), “las acciones posesorias protegen
el simple hecho de la posesión, amparando al poseedor contra cualquier
perturbador, pero sin recabar una declaración acerca del derecho a la posesión”.
(pág. 10)
De acuerdo con Hidalgo Muñoz (2014), el Código Civil chileno, en el artículo 916,
da una definición funcional, señalando que “tienen por objeto conservar o recuperar
la posesión de bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos”. Dicho
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precepto lo sigue la legislación nicaragüense, pues, se establece en el art. 1796 que
las acciones posesorias solamente pueden corresponder a los poseedores de
inmuebles, y tienen el único objeto de obtener la restitución de la posesión, o bien
la mantención de la posesión en su plenitud y libertad.
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En Nicaragua, a través del Boletín Judicial número 4853 (sentencia de las 10:30 am
del 20 de marzo de 1925) y del Boletín Judicial número 7076 (sentencia de las 11:30
am del 22 de Julio de 1928), se enuncia lo siguiente:
Tórres Peralta (2015), detalla que los procesos posesorios son aquellos procesos
dirigidos a obtener del órgano jurisdiccional una sentencia que otorgue, proteja o
declare la posesión sobre un derecho determinado. A través de los mismo, se hace
valer las acciones posesorias adscritas por el Código Civil.
2.4.3 Naturaleza
A como bien hemos venido señalando, las acciones posesorias protegen al simple
hecho de la posesión de un bien inmueble, sin que se realice un examen de
titularidad, incluso de la existencia del derecho real mismo.
Así mismo, Rojina Villegas (1994) menciona que, los interdictos no tratan de juzgar
sobre la posesión definitiva, ni tampoco de resolver sobre la calidad de la posesión
para decir quien tiene mejor derecho a poseer, sino que busca proteger
provisionalmente la posesión de los bienes inmuebles.
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En virtud de lo anterior, entonces, se puede afirmar que se trata de una acción real,
esto, porque en cuanto a su esencia se incardina a proteger la relación material con
los bienes inmuebles contra actos que la perturben o amenacen, y en virtud de ello,
mantener al poseedor en el goce y disfrute de los mismos.
Recordemos lo que expresaba Rojina Villegas (1994), los interdictos solo se ocupan
de la posesión interina de los bienes inmuebles, y no discuten sobre el mejor
derecho para proteger, sino que simplemente se toma en cuenta el hecho de la
posesión. De esta manera, finalmente reafirmamos que los interdictos se tratan de
acciones reales.
En término generales, todas las acciones posesorias tienen por objeto proteger a la
posesión, contra un ataque consumado en el despojo, o que pretende consumarse
con la perturbación, daño o amenaza que de forma lícita o ilícita pueda perjudicar la
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ejecución de actos materiales sobre un bien inmueble, tales circunstancias
suponiendo el dominio del mismo.
Por consiguiente, Rojina Villegas (1994), expresa que, “la protección de la posesión
trata de impedir el ataque, provenga de quién provenga, o el daño que con la
ejecución de las obras pueda causarse” (p. 259). En tal sentido, no se prejuzga
sobre la calidad de la posesión, sino que lo único que interesa es proteger al hecho
de la posesión y evitar el daño sobre la misma ya sea lícito o ilícito, inclusive cuando
el autor de los actos sea el propietario de la cosa, quién pretende despojar o
perturbar al poseedor.
“El objeto del interdicto es, simplemente, proteger la posesión provisional, interina
de un bien inmueble, y por esto se da tanto al poseedor originario como el derivado”.
(Rojina Villegas, 1994, p. 256 y 257). La gran finalidad de los interdictos, en otras
palabras, es mantener un momento determinado de posesión, contra el sujeto que
la perturbe, despoje o amenace en dañarla.
En Nicaragua, de acuerdo con los artículos 1796 y 1813 del código civil, las acciones
posesorias solo tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes
inmuebles o derechos reales constituidos en ellos; o bien ejercer otros derechos
especiales (querellas especiales) sobre esta misma clase de bienes. (Tórres
Peralta, 2015, p. 654).
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El objeto de los interdictos posesorios, en cualquiera de sus clases regulado por la
legislación nicaragüense, especialmente, en el de amparo, restitución y
restablecimiento, tienen la finalidad de defender el hecho de la posesión, en contra
de agresiones, perturbaciones, despojos y amenazas que afecten a la misma, que
impidan el buen ejercicio y disfrute de los poseedores sobre los bienes inmuebles,
y que, en consecuencia, condenarían al demandado el cese de esas acciones.
Así mismo, se debe recordar, que el principal y primordial efecto de estas vías
legales, es impedir a toda costa que se haga justicia por nuestras propias manos,
cumpliendo, entonces, con la seguridad jurídica y el mantenimiento de la paz, que
nuestra Carta Magna impone.
Para finalizar, se debe señalar que estas vías no deben confundirse, con las que
protegen a la posesión de manera definitiva, ya que, los interdictos se caracterizan
por otorgar protecciones provisionales, mientras no se demuestre quien es el
verdadero titular del derecho. A tales efectos, Rojina Villegas (1994) alude:
Todas las acciones posesorias tienen por objeto proteger la posesión, pero
la manera de lograrlo y la causa contra la cual se protege es muy distinta en
la acción plenaria que en los interdictos. La acción plenaria protege a la
posesión definitiva no contra un ataque o un daño que se pretendan causar
o se hayan causado, sino que la defiende en cuanto se confirma al poseedor,
después de haber investigado quién tiene mejor derecho a poseer. (p. 258).
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derecho a poseer. La Corte Suprema de Justicia bien ya lo ha expresado, “En los
interdictos se discute la posesión como hecho y por lo tanto son impertinentes las
disposiciones legales referentes a la posesión como derecho”.
Así mismo, Ortiz Urbina (2004) alude que la Corte Suprema de Justicia de
Nicaragua en reiteradas jurisprudencias ha expresado “son juicios sumarios
instituidos por la ley para defender la posesión como simple estado de hecho, sin
que quepa investigar si a esta corresponde o no, una situación de derecho”.
“Los interdictos son juicios sumarios que tienen por objeto decidir
interinamente sobre la posesión actual o momentánea, o sea sobre el hecho
de poseer sin perjuicio del derecho de los interesados. Las medidas
precautorias de ordenar se abstengan introducirse dentro de los linderos de
la propiedad; ni ejecutar ningún acto perturbatorio dentro de dicho predio,
todo hasta tanto se resuelva el presente juicio”.
Para finalizar, se debe de entender que, al referirnos a los interdictos como juicios
sumarios, es hacer alusión de que los interdictos son aquellos procedimientos cuya
sentencia no produce la totalidad de los efectos materiales de la cosa juzgada,
puesto que no impide al verdadero titular del bien inmueble a recuperar su posesión
mediante las vías correspondientes en el proceso ordinario. Los interdictos tienen
alcances provisionales por proteger a la presunción del dominio, hasta que se
demuestre lo contrario y quién tiene mejor derecho para poseer.
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En virtud de lo anterior, anotamos las siguientes características en los juicios
sumarios:
Hay limitación en los medios de ataques y defensa de las partes, así como
de determinados medios de pruebas.
Restricción del conocimiento del juez protegiendo al hecho de la posesión,
sin realizar un debate de quién es el verdadero titular.
La brevedad como consecuencia de la sumariedad.
Las sentencias no producen todos los efectos de cosa juzgada. El verdadero
titular puede acudir a la vía ordinaria a reivindicar su posesión.
- Legitimación Activa:
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o amenaza en la ejecución de actos materiales sobre su posesión, los cuales el
código civil de Nicaragua, los enumera de la siguiente manera:
- Legitimación Pasiva
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circunstancias, conjuntamente puede interponerse contra el sujeto que emitió dicha
orden, conocido como autor intelectual o moral.
Gimeno Sendra (2014), señala que por autor hay que entender el causante jurídico
o impulsivo, de modo que tal sujeto posee el conocimiento de que el acto que
comete es una consecuencia de un obrar arbitrario contra el derecho del poseedor
y el hecho de la posesión.
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3.3 COMPETENCIA DE LOS INTERDICTOS POSESORIOS
En relación a la competencia territorial, como regla general deberían primar que los
interdictos posesorios sean tramitados por el juez competente del lugar en donde
se encuentre el inmueble en litigio, en razón de que la esencia del interdicto está
canalizada al amparo de un derecho de naturaleza real, pues a como se dejó
asentado anteriormente la posesión es integrante del gremio de los derechos reales.
Así mismo, por la rapidez que caracteriza a los interdictos posesorios, la legislación
de Nicaragua, le ha dado un tratamiento sencillo, ubicándolo dentro de los procesos
sumarios especiales, en virtud de los artículos 509 y 513 del CPCN, y ante ello, la
competencia objetiva se le confiere a los Jueces locales así dispuesto en el artículo
392 y 29 del código procesal civil nicaragüense, en el que se denota las siguientes
líneas jurídicas: Corresponde los Juzgados Locales Civiles el conocimiento en
primer instancia de las materias señaladas para el ámbito del proceso sumario que
dispone este código cualquiera que sea su cuantía, y consecuentemente, se
conocerán y decidirán por los trámites del proceso sumario cualquiera que sea su
cuantía, las demandas referidas a las siguientes materias, pretensiones posesorias,
entre otras.
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3.4 PRESUPUESTOS GENERALES DE LOS INTERDICTOS POSESORIOS
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Ortiz Urbina (2004) nos desarrolla a priori en que consiste los interdictos
establecidos en la legislación nicaragüenses, que a tales efectos se debe conocer
que son 7, indicando lo siguiente de cada uno de ellos:
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restablecimiento al estado de hecho que existía, sea posesorio o de mera
tenencia, al momento en que se produjo el despojo violento sobre bienes
inmuebles o derechos reales sobre ellos.
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Así mismo, en la ley adjetiva nicaragüense, establece a estos efectos, los tipos de
interdictos o pretensiones posesorias que pueden entablarse en los juicios
sumarios, detallando al respecto lo siguiente:
Sin embargo, por la especialidad del tópico incurso en el presente trabajo, solo
abordaremos a profundidad los interdictos que protegen a la posesión, y los que no
tenga relación con lo antes señalado, se hará un tratamiento superficial, criterio
asentado en párrafos anteriores. En virtud de lo esbozado, se procederá a
desarrollar los interdictos que protegen a la posesión particularmente, y así obtener
una mayor claridad de cuál es el objeto que ellos regulan.
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de una cosa mueble o inmueble, reclama el amparo judicial frente a actos que
implican una perturbación potencial o efectiva de aquellas situaciones. (p. 23).
Por su parte, Flores (1993), afirma que, “el objeto del interdicto es retener o
conservar la posesión en que ya se está, pero que otro pretende conquistarnos por
medios violentos o legales”.
Rojina Villegas (1994) al respecto menciona, que “el objeto de esta acción es poner
término a la perturbación, indemnizar al poseedor y que el demandado afiance no
volver a perturbar y sea conminado con multa o arresto por incidencia”. (p. 266)
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Siguiendo la misma línea, el código civil de Nicaragua, nos indica como precepto
general, antes mencionado, que el poseedor tiene derecho a ser amparado contra
cualquier perturbación, no obstante, admite otro acto objeto de conservación, la cual
sus líneas jurídicas detallan “el fundador que tema fundadamente, ser perturbado o
despojado por otro, puede pedir la intervención de la justicia, a fin de que se intime
al que le amenaza para que se abstenga de hacerle agravio” (art. 1733).
Dicho de otra forma, la legislación citada, admite que esta acción Interdictal no solo
proceda contra actos perturbatorios, sino, también contra la existencia de una
simple amenaza o temor fundado de que se materialicen dichos actos. A tales
efectos, señalamos que este proceso es útil y razonable cuando la condición del
hecho posesorio no se ha perdido, es decir, que la procedencia del interdicto de
retener se halla supeditado a la circunstancia de que los actos perturbatorios no
tengan como resultado final la exclusión absoluta del poseedor o tenedor de los
bienes inmuebles.
Ortiz Urbina, (2004) enumera una serie de requisitos para que la querella de amparo
sea atendible, siendo los siguientes:
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Que el demandado o el querellado sea el perturbador, el que pretende
sustituir la posesión del actor o querellante.
Además, el código civil de Nicaragua, en el art. 1729, alude que, para ser mantenido
en la posesión e incluso restituido en la misma, el poseedor debe de haber estado
en posesión de las cosas inmuebles o derechos reales como mínimo un año de
forma tranquila e ininterrumpida, no obstante, dicho precepto es vulnerado por el
art. 1735 del mismo cuerpo normativo, al establecer que si la posesión fuere de
menos de un año, nadie podrá ser mantenido en ella o restituido judicialmente, sino
contra aquellos cuya posesión no sea mejor, y a la luz del art. 1736, se debe de
entender por mejor, la posesión abonada por título legítimo; a falta de este o en
presencia de títulos iguales, tiene preferencia la posesión más antigua; si las
posesiones fueren iguales, debe preferirse a la actual.
Por otro lado, Ortiz Urbina (2004) menciona que la querella de amparo no debe ser
dirigida contra actos de autoridad realizado por la administración pública, tal hecho,
se afirma en la sentencia emitida por la Corte de Apelación de Masaya, de las 11
con 10 minutos de la mañana del 03 de noviembre del año 1974, indicando:
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el mismo actor: “Cabe en nuestro sistema de Derecho que un acto de desposesión
realizado a virtud de un proveído judicial pueda ser reputado perturbación y
privación posesoria susceptibles de ser repelida por vía Interdictal, la contestación
negativa y sin distinciones de ninguna clase sea cual sea el caso particular que se
plantee, se impone a tenor de los más elementales principios de nuestro derecho
positivo. En efecto, sino es admisible el interdicto posesorio contra una desposesión
realizada por providencia administrativa, es indudable que más aún será el remedio
procesal contra una actuación judicial, siempre dotada de mayor vigor y consistencia
y en todo caso susceptible de recursos dentro del mismo proceso y aún afuera de
él si la resolución base de la privación posesoria hubiese sido dictada en juicio de
desahucio”, ahora bien, el inciso 2o del art. 827 Pr… faculta al juez para que en
cualquier tiempo resuelva sobre su propia competencia y como en el caso sublite
litigan un particular contra una entidad de derecho público, es obvio que la autoridad
civil carece de competencias por razón de la materia para resolver la cuestión
planteada.
o El poseedor debe de indicar que ha poseído el bien raíz o los derechos reales
por más de un año, de forma pacífica e ininterrumpida.
o Que se le ha tratado de perturbar o molestar su posesión, impidiendo el
efectivo goce y disfrute de sus derechos reales.
o La pretensión de que se intime al autor de los actos perturbatorios a fin de
que cese el ejercicio de dichos agravios, bajo una multa de cien a mil pesos,
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sin perjuicio de minusvalorar la petición de los daños y perjuicios
correspondientes.
Palacios (2003) hace referencia que, para que medie turbación en sentido estricto
se requiere, igualmente que quien realiza el acto tenga la intención de tomar la
posesión o la tenencia del bien.
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con tal percepción, deben de ser ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, o
extranjeros mayores de 16 años, tomando en cuenta su capacidad, probidad y
condición. (Arts. 290 y 291 CPCN).
De acuerdo con la sentencia de las 11am del 29 de agosto de 1980 Boletín Judicial
218/ 1980 citada por Montiel Argüello (1995): “La afirmación de conocer un hecho
de manera personal es suficiente para que el testigo dé razón de su dicho”. Además,
en 1978 V. Testigo No. 172 citado por Montiel Argüello (1995), los testigos no
necesitan decir que una posesión es tranquila y no interrumpida.
Rojina Villegas (1994), señala que el Juez no puede recibir pruebas relacionadas
con la propiedad, porque el objeto en el interdicto no es proteger la posesión en
atención al dominio o al justo título.
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3.5.2 Querella de Restitución
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indemnizarlo, obtener del demandado que afiance su abstención y a la vez
conminarlo para el caso de reincidencia.
Casarino Viterbo (1997), por su parte indica que, el objeto de este interdicto, es
determinado y especifico, en cuanto se ejecuta en recuperar la posesión de los
bienes raíces y de los derechos reales constituidos en ellos.
Al igual que la querella de amparo, este interdicto posesorio tiene por objeto
defender la posesión. En esta instancia los actos de perturbación han llegado
a traducirse en un efectivo despojo de la posesión. Es decir, en ellos, la
posesión es tutelada de un modo directo, por cuanto tienden al
restablecimiento de la situación de hecho inmediatamente anterior al acto de
perturbación. (p. 132)
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posesión, y naturalmente el derecho a ser protegido en el estado posesorio.
(pp. 229 y 230).
Este tipo de interdicto requiere como condición esencial, que se haya perpetrado un
desapoderamiento efectivo, total o parcial, de los bienes raíces, no mediando bajo
ninguna circunstancia conductas de violencia. Este interdicto no tiene cabida solo
con la simple molestia o perturbación, pues en tales supuestos sería inadmisible
este interdicto, y entraría en vigor el de conservación. La querella de restitución,
requiere entonces, actos de despojos consumados.
Ortiz Urbina (2004) establece que este interdicto requiere de una serie de
presupuestos que deben manifestarse para procederse con el mismo, siendo los
siguientes:
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Finalmente, en lo que respecta a los actos de autoridad, este procedimiento es
inaplicable, debido al que supuesto despojo, a priori, debió realizarse bajo una orden
judicial o estatal, y en fiel cumplimiento de sus funciones, en caso contrario, de no
cumplir las órdenes, podría ser enjuiciado por desacato de una orden judicial, si
fuere el caso.
Como punto de partida, para incoar un proceso judicial, se debe presentar ante la
autoridad judicial competente un escrito de demanda, el cual debe de cumplir con
los requisitos que establecen los artículos 420 y 421 del código procesal civil
nicaragüense, además de las siguientes menciones especiales:
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Ortiz Urbina (2004) señala que, en lo tocante con la desposesión o pérdida del
estado posesorio, se debe plantear con claridad y precisión los hechos constructivos
que dieron lugar a la privación de la posesión para el actor, así como, de cuáles
fueron las obras ejecutadas que culminaron en la desposesión.
Por otra parte, en cuanto a la prueba pericial, debemos añadir lo que el Boletín
Judicial número 267/1975 de la Sentencia de las 9am del 8 de octubre de 1975,
establece: “La prueba pericial puede comprobar los actos perturbatorios de la
posesión”.
Ortiz Urbina, (2004) detalla que “la prueba documental sólo sirve para colorear la
posesión y su despojo, más no dirime. Es decir, puede robustecer los otros medios,
pero en sí misma no decide”. (p. 231). Y en virtud de ello, añadimos lo que alrededor
de este escrito se ha venido aludiendo, en los interdictos solo tienen como eje
principal proteger al hecho posesorio, sin realizar un examen cauteloso del título de
dominio, puesto que basta proteger al poseedor teniendo en este la presunción del
dominio.
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tanto, permite acudir a la vía ordinaria a interponer las acciones reales que les
corresponden a las partes conforme a derecho.
Por el contrario, la querella de restitución, es una acción a favor del poseedor, que
versa en contra de todo acto de despojo sobre su disposición material del bien
inmueble, incoándolo contra todo acto de desapoderamiento no violento
consumado, y solicitando a tales efectos la restitución del bien y de los derechos
reales constituido en ellos.
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El Juzgado de instancia señaló en su fallo que los interdictos de amparo y
de restitución tienen por objeto tutelar la posesión y aun la mera tenencia
sobre bienes inmuebles y derechos reales inmobiliarios, el primero cuando
aquella ha sido perturbada y amenazada de perturbación, con o sin violencia;
y el segundo cuando la misma ha sido arrebatada sin violencia, al igual, se
aludió, que estos interdictos, requieren como condición previa, para su
procedencia, una prueba de posesión o de tenencia anual, ininterrumpida y
tranquila, o sea no violenta.
Es una acción que tiene cabida en los procesos sumarios, que versa en contra de
los actos de desapoderamientos violentos en contra del poseedor de un bien raíz,
o derechos reales constituidos en los mismos, con la finalidad del restablecimiento
de la mera tenencia.
El objeto de esta acción, está sumamente relacionado con garantizar la paz jurídica
y, en consecuencia, reafirmar la seguridad jurídica, puesto que está incardinada a
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evitar que los particulares hagan justicia por sus propias manos por el despojo
violento sufrido, sino que ordenar el reintegro inmediato del estado posesorio.
Cabe señalar, que debido a la violencia con que se despojan las cosas, rompiendo
la paz social, se otorga está acción como mecanismos de defensa de la posesión a
los meros detentadores que puedan sufrir estos actos, a efectos de solicitar al juez
el reintegro de los bienes raíces, y la seguridad jurídica de sus cosas y derecho.
Esta acción tiene por objeto evitar que los particulares hagan justicia por sus
propias manos, y en consecuencia, cualquier persona que sea despojado
violentamente, sea reintegrado inmediatamente por intermedio de la
administración de justicia, al estado anterior al despojo, evitando con ello
hacerse justicia por sí mismo. Este interdicto sirve de sanción a los
perturbadores provocantes de actos de violencia que suponen un ataque
directo a la posesión y producen la desposesión del poseedor. Se trata de
actos de gravedad particular, por lo que resulta razonable que esta acción
sea concedida con más amplitud [sic]. (pp. 147 y 148)
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De acuerdo con el Boletín Judicial número 17062 de la sentencia de las 10:30am
del 29 de julio de 1954:
El código civil de Nicaragua, adhiere en las líneas jurídicas del artículo 1812 lo
siguiente: “Todo el que violentamente ha sido despojado, sea de la posesión, sea
de la mera tenencia, y que, por poseer a nombre de otro, o por no haber poseído
bastante tiempo, o por otra causa cualquiera, no pudiere entablar acción posesoria,
tendrá sin embargo el derecho para que se restablezcan las cosas al estado en que
antes se hallaban, sin que para esto necesite probar más que el despojo violento,
ni se le pueda objetar su clandestinidad o despojo anterior”.
Así pues, dicha acción por lo preceptos normativos que la envuelven, ha tenido una
discusión doctrinal, en la cual se hace referencia de que no es una acción posesoria
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por lo detallado en el párrafo anterior, sin embargo, se ha establecido que tiene
naturaleza jurídica de acción posesoria, debido a que esta querella no protege
contra cualquier violencia, sino la que tuvo como resultado un despojo parcial o total.
Ortiz Urbina (2004), establece que los presupuestos que se deben cumplir para su
procedencia son:
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La invocación y posterior acreditamiento de un estado posesorio o de una
mera tenencia.
Que el estado posesorio o mera tenencia se ha perdido con violencia.
Que la demanda se interponga dentro del plazo de 6 meses contados desde
la efectiva pérdida del estado posesorio o de la mera tenencia.
Que el querellante o actor sea el despojado, ya sea este poseedor o mero
detentador, o que no haya poseído por bastante tiempo o no pudiere entablar
la acción posesoria.
Que el demandado o querellado sea el despojante.
Así mismo, el código civil de Nicaragua, agrega que una vez se restablezcan las
cosas y asegurado el resarcimiento de daños, las partes, a las que le correspondan,
pueden intentar las acciones posesorias. Así mismo, que para que el despojante
pueda ser escuchado en el juicio, debe realizar la restitución del bien que despojó
con violencia.
Por otra parte, este interdicto no puede intentarse contra el verdadero dueño
conforme al artículo 1784, el cual, señala lo siguiente: “Si alguien pretendiéndose
dueño se apodera violenta o clandestinamente de un inmueble, cuyo poseedor no
tenía título inscrito, el que tenía la posesión la pierde”.
Siguiendo la misma línea, el Boletín Judicial de 1948 citado por Barillas Salablanca,
(2013) indica que:
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Este tribunal ha declarado en sentencias anteriores, que para que exista lo
que la Ley requiere en estos casos, no basta con que se haya ejercido fuerza
en las cosas, sino que la violencia debe actuar sobre las personas,
entendiéndose en el sentido de fuerza “fuerza que se usa contra algo para
obligar a hacer lo que no quiere por medios que no puede resistir”; y que no
es preciso que la fuerza sea material, pues basta que se emplee la
intimidación suficiente con el fin de realizar el acto perturbatorio o despojo.
En general, el escrito de la demanda debe cumplir con los requisitos que el código
procesal civil vigente señala en sus arts. 420 y 421, además expresando lo
siguiente:
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“Lo que es menester probar para ser restituido judicialmente, es la violencia
e intimidación en las personas, usadas por el despojante al recuperar la cosa
que juzga suya, y no la posesión que es un hecho extraño y completamente
secundario en esta clase de interdicto, primero, porque lo que se trata de
restablecer es el orden, castigando al violento que, aún con derecho, no debió
hacerse justicia por sí mismo y segundo porque la posesión, o mejor dicho
las acciones que de la posesión derivan, pueden intentarse por quien
corresponda, una vez hecha la restitución contra el despojante.”
Como este interdicto tiene por finalidad específica restituir las cosas al estado
que existía al momento de la violencia, sin entrar a juzgar ni la posesión ni el
dominio, la sentencia que se dicta no cierra las puertas a la demanda sumaria
interdictal de amparo o restitución, según convenga. Naturalmente, como
todo interdicto, no elimina la vía ordinaria para dirimir el dominio sobre el bien
litigado. En esto afirman nuestros estudiosos del foro estriba la calidad de
accesorio de este interdicto. (p. 233)
Dicho de otra manera, esta querella deja a salvo una doble reserva de Derechos:
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Para iniciar este tratado, debemos afirmar que, como precepto general, los hechos
que perturban la posesión de los bienes raíces o de los derechos reales constituidos
en ellos, en ocasiones, obstaculizan dicha posesión, en cuanto al goce y disfrute de
los mismos de forma pacífica e ininterrumpida, empero, en otras circunstancias o
planos jurídicos, dicha posesión puede ser objeto de pérdida o despojo, ya sea con
o sin violencia, y la materialización de tales actos, causan daños y perjuicios al
poseedor, o al mero tenedor mismo.
Santos (1993), nos hace referencia que para que los daños y perjuicios sean
indemnizables requieren una infracción de la norma jurídica, debido a que el daño
que la norma pretende reparar o evitar, es el daño que frustra la expectativa de
protección brindada por el ordenamiento jurídico.
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Así pues, el derecho del poseedor a exigir el entero pago de la indemnización por
los daños y perjuicios se encuentra consagrada en la legislación civil de Nicaragua.
El precepto general lo establece el párrafo segundo del artículo 1732 C, “El
perturbador o despojante será condenado, si sucumbe, en daños y perjuicios”. Cabe
señalar, que los daños y perjuicios, en sentido estricto comprenden al daño
emergente y al lucro cesante.
De manera más específica, la ley detalla los interdictos en los cuales se puede
solicitar la indemnización de los daños y perjuicios, estableciendo en cada uno, los
siguientes preceptos:
i. Art. 1740 C “Al amparado o restituido deberán indemnizarle los perjuicios que
le hubiere causado la perturbación o el despojo.
ii. Art. 1733 C “El fundador que tema fundadamente, ser perturbado o
despojado por otro, puede pedir la intervención de la justicia, a fin de que se
intime al que le amenaza para que se abstenga de hacerle agravio, bajo una
multa de cien mil pesos, además de los daños y perjuicios”.
iii. Art. 1812 segundo párrafo C “Restablecidas las cosas y asegurado el
resarcimiento de daños, podrán intentarse por una u otra parte las acciones
posesorias o las otras que correspondan.
Esta pretensión será conocida y resuelta por el Juez que se encuentra resolviendo
las acciones posesorias incoadas en el proceso sumario. Dicho criterio lo reafirmo
al citar el artículo 515 del Código Procesal Civil de Nicaragua, estableciendo “Se
pueden acumular a las pretensiones posesorias, las que pretendan el pago de frutos
y la indemnización por daños y perjuicios.
Así mismo, por ser una pretensión acumulada, dará lugar que todas ellas se ventilen
en único procedimiento y se decidan en una sola sentencia, la que contendrá los
correspondientes pronunciamientos separadamente. Dicho de otra forma, en las
querellas posesorias, se admite la acumulación de pretensiones cuando se trate de
daños y perjuicios y el pago del fruto, el cual el juez que esté conociendo la causa,
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tendrá que pronunciarse sobre ellas en la misma sentencia que finalice el interdicto
incoado.
El proceso sumario, es conocido como proceso de conocimiento, por medio del cual
las querellas anteriormente desarrolladas se evacuan, obteniéndose, en
consecuencia, una sentencia que reconoce una situación, y protege interina y
provisionalmente ese reconocimiento, es decir, la posesión.
Entonces, ante ello, afirmamos que las sentencias que resuelven los interdictos
posesorios en el juicio sumario, no tienen todas las facultades de cosa juzgada,
pues se deja la facultad al vencido, de poder incoar procesos en la vía ordinaria, o
bien interponer una acción plenaria. Es decir, no constituyen todos los efectos de la
cosa juzgada material, pues solo resuelven las acciones perturbartorias o de
despojos, en cuanto, no es admisible ninguna otra demanda que tienda a enervar
lo resuelto ya en el interdicto.
A tales efectos, debemos definir cosa juzgada, y al respecto citamos lo que Palacio
(1993), menciona:
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trata en rigor, de una cualidad que la ley agrega a aquélla a fin de acrecentar
su estabilidad, y que tiene la misma validez con respecto a todos los efectos
que puede producir. (p. 198 y 199).
En relación a ello, podemos afirmar que las sentencias que dictan los jueces para
finalizar un proceso de su conocimiento, a priori tienen la cualidad de ser
consideradas cosas juzgada, dicho criterio se reafirma una vez que termine el plazo
dispuesto en la ley para interponer recurso contra la misma, convirtiéndose, a tales
efectos en una cosa juzgada material irrevocable.
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La cosa juzgada formal se convierte en cosa juzgada material, cuando no se ha
promovido ningún proceso de revisión de la sentencia dictada, y, en consecuencia,
se convierte en inatacable.
Asentado lo anterior, afirmamos que las partes pueden acudir a la vía ordinaria para
que se debata sobre el dominio o el mejor derecho a poseer, incluso, solicitar que
sea indemnizado por el pago de las costas y la indemnización de daños y perjuicios
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que tuvo que liquidar en las querellas. Empero, el artículo 1808 del código civil de
Nicaragua promulga que no podrá iniciarse un juicio petitorio, sino después de haber
satisfecho plenamente las condenaciones pronunciadas contra él, dicho criterio
opera como requisito sine qua non para la procedencia en la vía ordinaria.
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CONCLUSIONES
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actos de violencia. En Nicaragua, la posesión es protegida, además de las
necesidades de subsistencia de la población, por el hecho de que nadie puede ser
violentamente despojado o amenazado del goce y disfrute de sus derechos,
asentando con ello la seguridad jurídica de sus habitantes, sobre todo dirigido a
obtener y materializar la paz.
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10. Los interdictos no deben de confundirse con las acciones plenarias, o bien la
reivindicatorias, pues estos únicamente otorgan una protección provisional en
cuanto al hecho o estado posesorio, por las amenazas, perturbaciones o despojos,
evitando la violencia entre las dos partes, tal criterio como función social.
15. Finalmente, debemos aludir que las acciones posesorias permiten exigir la
indemnización de los daños y perjuicios, los cuales, pueden ser acumulados dentro
del proceso de la querella iniciada, y resueltos en la misma sentencia, en
pronunciamientos distintos y específicos. Asimismo, en la vía ordinaria se puede
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solicitar que le sean devueltos la indemnización de los daños y perjuicios más las
costas que tuvieron que liquidar en el proceso de la pretensión posesoria.
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RECOMENDACIONES
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