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Asociación Española de Psicología Sanitaria AEPSIS

1. Introducción

Tristeza o Depresión

Al hablar de Depresión te pueden venir a la mente muchas cosas. Seguramente


pensarás en lágrimas, decaimiento, ganas de no hacer nada. Vas bien encaminado.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre sentirse triste y sufrir Depresión? La tristeza forma
parte de la Depresión, ¿pero en qué se diferencian ambos sentimientos?

El término depresión se usa mucho en la calle, no sólo para hablar de trastornos


psicológicos, sino también para hablar de que una persona se encuentra baja de
estado de ánimo. Como bien sabes, no es raro escuchar a una persona decir que lleva
unos días en los que se siente “muy deprimida”, o que no tiene ganas de nada. Estas
expresiones son muy comunes pero en la mayoría de casos no estamos hablando de
un trastorno depresivo que cumpla con los criterios establecidos para ser reconocido
como tal.

Tú, yo, y todas las personas, y todos los días, sufrimos desengaños, decepciones o
malas noticias que hacen que nuestro estado de ánimo se vea afectado. Podemos
poner el ejemplo de una persona que ha suspendido una oposición, y es la segunda vez
que se presenta. Es muy normal que esta persona se ponga triste ante su fracaso, pero
lo más probable es que siga comiendo y durmiendo bien, o que su capacidad de
concentración no se vea afectada. También es normal que este estado de tristeza dure
durante un tiempo determinado (unos días, o unas semanas, pero que no se extienda
más en el tiempo). Cuando pasa algo negativo es normal que estemos tristes pero eso
no quiere decir que estemos deprimidos. Podríamos caer en depresión dependiendo
de cómo interpretáramos la situación, o como reaccionáramos ante ella. Si la persona
cae en depresión, sí que dejará de comer, no podrá concentrarse, y todo esto en un
período de tiempo muy largo, de muchas semanas y meses, incluso años. Además, en
el caso del ejemplo de suspender la oposición, empezará a pensar que es un fracaso
como estudiante por haber suspendido la oposición, y perderá totalmente las ganas de
seguir intentándolo. Probablemente, esta forma de pensar y esta forma de sentir, que
ha acabado por ser grave, le estará afectando claramente en todos los aspectos de su

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vida; habrá dejado de salir con los amigos y de hacer cosas que antes sí que hacía. Ahí
sí que podemos hablar de una depresión, cuando la vida entera está afectada y
durante mucho tiempo a causa de un acontecimiento concreto. Si la tristeza no
provoca todo esto, no podemos decir que hay una depresión.

¿Qué entendemos por Depresión Mayor?

La Depresión Mayor es un Trastorno del Estado de Ánimo, un trastorno de carácter


emocional, caracterizado por un bajo estado de ánimo y por fuertes cambios en
nuestra forma de sentir, de pensar y, en definitiva, de ver el mundo que nos rodea.
Cuando nos deprimimos, muchas cosas cambian en nosotros, en nuestros pacientes.
La tristeza y la desesperanza les consumen, suelen reducir considerablemente sus
actividades (tanto lúdicas como laborales), no tienen ganas de nada y pueden pasarse
horas y días enteros metidos en la cama llorando, o durmiendo. Se pueden sentir más
ansiosos o irritables que antes, y sólo ven el lado negativo de las cosas. Empiezan a
pensar que nunca podrán volver a ser las personas que eran antes, que no sirven para
nada, con lo que su autoestima se reduce a su mínima expresión. Las personas con
Depresión Mayor suelen comentar que se sienten como en un agujero negro sin salida,
sin esperanza de poder salir de ahí. Empiezan a pensar que la gente de su alrededor ya
no les aprecia, que molestan, que cualquier cosa que puedan decir va a ser
interpretada como una tontería. Suelen sentir mucho cansancio, apenas comen o
comen mucho más que antes, pueden tener problemas de sueño, dolores de
estómago o en el pecho provocados por la ansiedad, el deseo sexual se reduce
muchísimo y las relaciones personales se deterioran.

Según los estudios, sabemos que un 10% de la población general sufre de Depresión
Mayor, o la sufrirá en algún momento de su vida. Es un trastorno psicológico
frecuente, el más frecuente de todos, y predomina en las mujeres. Normalmente, la
depresión aparece entre los 35 y los 45 años, y a partir de los 60, aunque esto no
quiere decir que no pueda aparecer en otros momentos de la vida de una persona.

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Si nos dirigimos al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales


(DSMV) nos encontramos con los siguientes criterios para considerar que estamos ante
un Episodio de Depresión Mayor.

A. Cinco (o más) de los síntomas siguientes han estado presentes durante el


mismo período de dos semanas y representan un cambio del funcionamiento
previo; al menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo deprimido o (2)
pérdida de interés o de placer.

Nota: No incluir síntomas que se pueden atribuir claramente a otra afección


médica.

1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, según se
desprende de la información subjetiva (por ejemplo, se siente triste, vacío, sin
esperanza) o de la observación por parte de otras personas (por ejemplo, se le
ve lloroso). Nota: En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser
irritable.
2. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las
actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la
información subjetiva o de la observación).
3. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (por ejemplo,
modificación de más del 5% del peso corporal en un mes) o disminución o
aumento del apetito casi todos los días. Nota: en los niños, considerar el
fracaso para el aumento de peso esperado.
4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días.
5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observable por parte de
otros; no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o de
enlentecimiento).
6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
7. Sentimientos de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada (que puede ser
delirante) casi todos los días (no simplemente el autorreproche o culpa por
estar enfermo).

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8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar


decisiones, casi todos los días (a partir de la información subjetiva o de la
observación por parte de otras personas).
9. Pensamientos de muerte recurrentes (no sólo miedo a morir), ideas suicidas
recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico
para llevarlo a cabo.

B: Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,


laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

C: El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra


afección médica.

Nota: Los criterios A-C constituyen un episodio de depresión mayor.

Nota: Las respuestas a una pérdida significativa (p. ej., duelo, ruina económica,
pérdidas debidas a una catástrofe natural, una enfermedad o discapacidad grave)
pueden incluir el sentimiento de tristeza intensa, rumiación acerca de la pérdida,
insomnio, pérdida del apetito y pérdida de peso que figuran en el Criterio A, y pueden
simular un episodio depresivo. Aunque estos síntomas pueden ser comprensibles o
considerarse apropiados a la pérdida, también se debería pensar atentamente en la
presencia de un episodio de depresión mayor además de la respuesta normal a una
pérdida significativa. Esta decisión requiere inevitablemente el criterio clínico basado
en la historia del individuo y en las normas culturales para la expresión del malestar en
el contexto de la pérdida.

D. El episodio de depresión mayor no se explica mejor por un trastorno


esquizoafectivo, esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, trastorno delirante, u
otro trastorno especificado o no especificado del espectro de la esquizofrenia y otros
trastornos psicóticos.

E. Nunca ha habido un episodio maníaco o hipomaníaco.

Nota: Esta exclusión no se aplica si todos los episodios de tipo maníaco o hipomaníaco
son inducidos por sustancias o se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de otra
afección médica.
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¿Por qué nos deprimimos?

Hay una serie de teorías que intentan explicar el porqué de llegar a una Depresión
Mayor. Una de ellas, es la teoría biológica. En los años 80 se produjo una gran cantidad
de investigaciones sobre la biología de la Depresión. La teoría básica es que la
disminución de la cantidad de neurotransmisores era el factor principal que provocaba
la depresión aunque es una teoría que no se ha sostenido en el tiempo, ya que la
deficiencia de un neurotransmisor no podía provocar tantos síntomas. De ahí se pasó a
pensar que hay miles de interacciones entre muchos tipos de neurotransmisores, con
lo que apareció la teoría de que era necesario un equilibrio entre ellos para sentirse
bien y para que no hubiera Depresión, es decir, apareció el modelo del equilibrio. Estas
teorías biológicas han sido descartadas, a pesar de que aún hay profesionales que
creen firmemente en ellas.

Hoy en día tenemos pruebas empíricas suficientes como para afirmar que para que se
produzca una Depresión tiene que haberse dado en la vida de la persona un cambio
desagradable importante, o sea, una pérdida de reforzadores. Cuando hablamos de
una pérdida, nos referimos a muchas cosas. Puede ser la pérdida de un ser querido,
sufrir una enfermedad (pérdida de la salud), pérdida de una filosofía de vida o de una
forma de pensar (decepciones, frustraciones), pérdida de un trabajo, de una parte del
cuerpo, de una mascota, de una casa, de una rutina, perder la salud mental a causa de
otro problema psicológico que lleve también a la depresión, entre otras muchas cosas.
Como te decía anteriormente, todo aquel que sufra una pérdida de este tipo se va a
sentir mal, va a sentir mucha tristeza. El hecho de que esa tristeza se convierta
finalmente en Depresión dependerá de la forma que tenga la persona de afrontar la
situación, de cómo la interprete, del apoyo social que tenga, y en definitiva, de los
recursos personales y sociales que posea. Si estos recursos no existen o no se utilizan
correctamente, la persona comenzará a sentir esos cambios cognitivos, físicos y
emocionales de los que estamos hablando. Todos estos fuertes cambios a nivel físico y
mental pueden crear, realmente, una disminución de Neurotransmisores,
fortaleciendo entonces la Depresión. Este es el cambio que se produce en el Sistema
Nervioso Central. Digamos que la situación acaecida y la interpretación de la misma es

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la que provoca la disminución de neurotransmisores. La cantidad de


neurotransmisores afecta a la Depresión pero no es la causa, solo forma parte del
proceso.

Ciertos cambios en nuestras vidas y la forma en que los interpretamos, y la pérdida de


rutinas establecidas, que en Psicología denominamos cadenas conductuales, son lo
que provocan una Depresión. Si no somos capaces de afrontar correctamente esos
cambios en la vida, comenzaremos a hundirnos y a desarrollar un trastorno del estado
de ánimo de esta índole.

Caso 1

Depresión Mayor

Ana es una mujer de 40 años de edad, ama de casa. Acude a la consulta aquejada de
tristeza, soledad e irritabilidad. Se siente fracasada como persona, como ser humano.
Además, se siente muy desanimada y cansada, no tiene ganas de vivir. Se siente así
desde hace 4 meses, cuando su marido la abandonó a ella y a su hijo de 7 años. Dice
que la relación ya llevaba meses siendo un poco extraña, ya que discutían más de lo
normal por “tonterías”. Notaba que su marido y ella estaban bastante distanciados
pero no se esperaba que su marido le pidiera el divorcio y se fuera de casa. Según él,
ya no sentía lo mismo por ella, lo sentía mucho pero no podía mantener una situación
así. A ella le vino por sorpresa, pero reaccionó ante él de forma madura. Su
matrimonio duró 13 años. Se siente muy triste y con ganas de llorar la gran parte del
día; no le apetece salir de casa ni hacer nada. Realiza las tareas de casa y se ocupa de
su hijo lo justo y necesario. Ha dejado de disfrutar de las cosas que le gustaban antes y
ha dejado de frecuentar su grupo de amigas. Nos cuenta que desde que su marido la
dejó, ha dejado de hacer muchas cosas que hacía cuando estaban los 3 juntos en casa,
como por ejemplo ir a comer los domingos a casa de sus suegros, llevar al niño al
parque, ir los jueves al cine dejando a Álex (su hijo) con una niñera, o ir a cenar con
los amigos de Juan (su marido) los sábados por la noche. Todas esas actividades las
hacía junto con su marido, con lo cual se han producido muchas pérdidas; no sólo la de
su marido en sí, sino también la de muchas cadenas conductuales y hábitos que ya
estaban instaurados en la vida de María. Además de dejar de hacer las cosas que hacía
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con su marido, también ha dejado a un lado actividades personales e individuales que


ella solía hacer, como ir al gimnasio, leer, tomar café con amigas, etc. Dice que no lo
hace porque se encuentra demasiado triste como para salir de casa. Si se levanta de la
cama por las mañanas es porque tiene que llevar a Álex al colegio, sino se quedaría en
ella la gran parte del día. María dice que la culpa de todo ha sido suya, que no le ha
podido dar a su marido lo que él necesitaba, con lo cual su autoestima está bastante
afectada. Le cuesta dormirse por la noche porque empieza a darle vueltas al tema,
pensando en qué es lo que ha fallado para que su marido la haya dejado de querer.

En el siguiente documento te voy a explicar, paso a paso, cómo puede ser desarrollado
el tratamiento de la Depresión Mayor. Voy a describir, sesión por sesión, las técnicas
que puedes utilizar tú, como terapeuta, para ayudar a una persona deprimida. Me voy
a centrar en la terapia cognitivo-comportamental ya que ha sido comprobado
científicamente que es la que mejores resultados presenta a lo largo del tratamiento.
Esto puede variar en cada uno de los pacientes, por supuesto, pero en general está
más que probado que esta terapia provoca cambios importantes y positivos en los
pacientes, cosa que otras terapias no consiguen o lo consiguen en menor medida.

Cada uno de los pasos que te voy a presentar aquí no tienen por qué ser presentados
siempre del mismo orden. Dependiendo del problema predominante en el paciente las
puedes cambiar de posición. Por ejemplo, si te encuentras con un paciente deprimido
que, a pesar de su depresión, continúa llevando a cabo sus tareas diarias y algunos de
sus hobbies, sería más apropiado comenzar aplicándole la terapia cognitiva que la
terapia comportamental y de actividades agradables. Todo esto lo irás viendo a lo
largo de las siguientes páginas.

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Caso 2

Depresión Mayor

José Antonio es un hombre casado, de 43 años. Su matrimonio siempre ha sido muy


feliz y él y su mujer tienen 2 hijos de 12 y 9 años. José Antonio trabaja en una empresa
importante y, además, le acaban a ascender a Gerente de Ventas. Su puesto de trabajo
requiere mucha responsabilidad, pero no es muy estresante y además el sueldo ha
mejorado sobremanera. El problema es que él y su familia han tenido que mudarse a
otra ciudad, más grande y desconocida para él. Han elegido una casa preciosa en un
buen barrio, y los niños van al mejor colegio que hay por los alrededores. A pesar de
todas estas mejoras, José Antonio se encuentra muy desanimado, con ganas de llorar,
y sin ganas de hacer nada. Han cambiado muchas cosas en su vida, ya no tiene las
mismas rutinas, está lejos del resto de su familia y amigos. Ahora todo tiene que volver
a empezar y parece que le está costando bastante. José Antonio pide ayuda porque,
después de 4 meses en la nueva ciudad, no ha levantado cabeza.

Ejercicio número 1

Explica con tus palabras cuál es la diferencia entre sentirse triste y desarrollar una Depresión
Mayor.

¿Cuál es el principal factor que hace que se desarrolle una Depresión Mayor?

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