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EVALUACIÓN SOSTENIBLE Y RETROALIMENTACIÓN

Introducción
El aprendizaje sostenible es un proceso que se sitúa en un contexto cambiante, requiriendo constantes ajustes
para responder a las necesidades y capacidades de los estudiantes, los docentes y la comunidad educativa. El
uso de diferentes estrategias y su aplicación es requerido para promover el aprendizaje permanente a partir de
las oportunidades de aprendizaje que se suscitan dentro y fuera del aula (Boud, 200). La evaluación sostenible
y la retroalimentación se presentan como herramientas fundamentales para apoyar estos ajustes, ya que se
enfocan en dos fenómenos interrelacionados pero diferentes: el aprendizaje de los estudiantes y la enseñanza
que imparte el docente.

La evaluación sostenible es definida como una evaluación que satisface las necesidades del presente y
prepara a los estudiantes para satisfacer sus propias necesidades de aprendizaje en el futuro (Boud, 2000
p.2).

Para que los estudiantes se conviertan en aprendices efectivos para el futuro, deben estar preparados para
evaluar las situaciones y tareas que enfrentarán a lo largo de sus vidas. Identificar si se ha cumplido con los
objetivos propuestos, conocer el proceso vivido para lograrlo, reconocer sus fortalezas y debilidades, así como
aprender a buscar formas de retroalimentación en su entorno (de fuentes escritas, compañeros, otros
profesionales o docentes) les permitirá un aprendizaje posterior sólido y sostenible. Desde esta perspectiva,
deben considerarse con especial atención las habilidades, los conocimientos y los intereses de los estudiantes
y los docentes, con el propósito de apoyar aprendizajes perdurables.

Evaluación y retroalimentación en el aprendizaje

En este mundo cambiante de desafíos constantes, y para hacer frente a las exigencias del siglo
XXI, los procesos de evaluación y retroalimentación deben ser aplicados de forma eficaz en una variedad de
circunstancias.
El aprendizaje autorregulado, indispensable en la vida actual, implica la capacidad de evaluar las propias
necesidades de aprendizaje, identificar las estrategias pertinentes para desarrollar las capacidades y/o
conocimientos requeridos y retroalimentar el propio proceso de aprendizaje para alcanzar la meta
propuesta de forma efectiva.
Por ello, es necesario enfocar la atención de los docentes y estudiantes en estos procesos para dominarlos y
aplicarlos en las experiencias de aprendizaje, promoviendo la capacidad de aprendizaje autónomo. La
evaluación y la retroalimentación no dependen exclusivamente de los profesores u otras fuentes formales de
asesoramiento, sino que se hacen visibles en el trabajo con otros desplegándose en las experiencias disponibles
de forma recíproca.

Ser capaz de evaluar efectivamente el propio proceso de aprendizaje no es una capacidad estática o que
se domine en un momento particular, sino que requiere estar en continuo desarrollo, cuando se
presentan nuevos y anticipados desafíos. De esta manera, profesores y estudiantes podrán contribuir a
su propio aprendizaje y al de los demás, como parte de un aprendizaje permanente.

Graham et al., (2015) reconocen tres ideas principales como sustento para la planificación, desarrollo y
aplicación de la evaluación y retroalimentación en los ambientes de aprendizaje:
1. El aprendizaje sostenible y las prácticas de enseñanza efectiva deben apoyarse en el uso de la evaluación
cómo una práctica cotidiana, clara y fluida que delinee el quehacer docente; y en la participación del estudiante
en las oportunidades de aprendizaje propuestas.
2. El proceso de evaluación debe considerar información holística y ecológica relevante. Debe estar disponible
para todos los miembros de la comunidad, incluidas las familias, en forma de retroalimentación constante que
fortalezca la autorregulación del aprendizaje.

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3. Tanto la evaluación como la retroalimentación son procesos presentes durante el ciclo del profesor
responsivo, es decir transversalizan el Marco de Enseñanza Responsiva (MER).

En el contexto del aprendizaje sostenible, la evaluación busca apoyar el proceso de aprendizaje desde la
comprensión del desarrollo individual de cada aprendiz, reconociendo los procesos cognitivos, sociales
y emocionales que lo subyacen.
Se toman en consideración los factores holísticos y ecológicos para identificar las capacidades y las
necesidades de aprendizaje actuales de los estudiantes, que permitirán tomar decisiones basadas en evidencia
para proponer oportunidades de aprendizaje efectivas a todos los estudiantes. La evaluación sostenible
considera también el monitoreo progresivo de las estrategias implementadas, para constatar su incidencia en el
progreso del aprendizaje y realizar los ajustes necesarios para fortalecer el aprendizaje de todos los estudiantes.

De esta manera, se afirma que todas las decisiones que se tomen para apoyar la enseñanza y el
aprendizaje en el aula deben estar respaldadas en la evaluación del aprendizaje, evaluación para el
aprendizaje y evaluación como aprendizaje (DEECD, 2014; citado en Graham, et al., 2015)

La evaluación del aprendizaje, conocida como evaluación sumativa o evaluación de resultados, es la que
permite al estudiante demostrar lo que sabe y al profesor determinar el nivel de logro. Se efectúa contrastando
los resultados entregados por el estudiante con los criterios esperados, por ejemplo, en una prueba de selección
múltiple cuyas respuestas son buenas o malas. También puede efectuarse contrastando los resultados de un
estudiante en relación a otros, por ejemplo, al hacer una prueba de velocidad a un grupo de estudiantes, en
donde el primero en llegar es el que gana. La premisa que subyace el uso de este tipo de evaluaciones es que
la medición de aprendizajes o logros pasados permite predecir el aprendizaje futuro, es decir, que las buenas
calificaciones de un estudiante en determinada asignatura indican que este será más capaz de aprender nuevos
contenidos en esa misma área. Esta evaluación es muy utilizada y es informativa; sin embargo, no permite
predecir qué elementos deben enseñarse a continuación ni cómo hacerlo.

La evaluación para el aprendizaje, más conocida como evaluación formativa o evaluación del proceso, es la
que permite al docente identificar las estrategias efectivas de enseñanza con un estudiante o grupo de ellos. Por
medio del análisis del proceso de aprendizaje, explicita la forma en que se puede apoyar el aprendizaje futuro,
siendo requisito fundamental la implementación de dicho proceso (Graham, et al. 2015). Al respecto cabe
señalar que por “proceso para apoyar el aprendizaje” se entiende a aquellos factores que están bajo el control
del profesor y que potencian o dificultan el aprendizaje de los estudiantes.
Según las autoras, es inefectivo destacar los elementos externos que impactan en el aprendizaje, tales
como el nivel sociocultural del estudiante, su origen étnico o la falta de recursos financieros, no porque
ellos no sean relevantes, sino porque las herramientas que el profesor tiene no van a modificarlos. El
profesor responsivo debe utilizar la evaluación para decidir cuáles de las herramientas y habilidades que
están a su alcance son las más apropiadas para enseñar en cada caso.
Esta toma de decisiones está basada no solamente en la evidencia de las necesidades de los estudiantes, sino
también en los factores de la enseñanza que contribuyen al aprendizaje. Un ejemplo de la evaluación para el
aprendizaje son los foros de discusión o los círculos de conversación, que permiten que el profesor observe los
procesos de razonamiento, análisis y toma de decisiones de los estudiantes, para entregar herramientas
específicas a cada uno según su necesidad e interés, mejorando la trayectoria de aprendizaje.

La evaluación como aprendizaje es la que motiva a los estudiantes a monitorear su propio proceso de
aprendizaje, forjando las bases para el aprendizaje autónomo. Puede ser tanto una evaluación formativa - de
proceso - o sumativa - de resultados, y puede tomar la forma de una autoevaluación, permitiendo que el
estudiante conozca y reflexione sobre su propio proceso de aprendizaje, desarrollando habilidades
metacognitivas.

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Estas son un elemento clave en el logro del aprendizaje auto-regulado para alcanzar el aprendizaje perdurable,
convirtiéndose en aprendices independientes en consonancia con los requerimientos del siglo XXI (Graham, et
al., 2015). Las actividades de autoevaluación constituyen una herramienta que informa tanto al profesor como al
estudiante, permitiendo que ambos conozcan las expectativas y aprendizajes que han tenido y encaminar las
siguientes actividades hacia el logro de los objetivos dispuestos para el curso.

Pertinencia de la evaluación

El docente responsivo debe planificar espacios de evaluación “del” aprendizaje, “para” el aprendizaje y
“como” aprendizaje que sean relevantes y significativos tanto para sí mismo, como para los estudiantes,
sus familias, los colegas docentes y otros miembros de la comunidad educativa.
Al respecto, aunque algunos docentes pueden esperar un patrón a seguir o una fórmula para realizar la
evaluación sostenible, desde el aprendizaje sostenible se invita a los docentes responsivos a generar sus
propias propuestas enfocados en las necesidades de aprendizaje y en las capacidades que son evidenciadas en
su aula, sea esta de trabajo presencial o en modalidad en línea, después de una minuciosa investigación de
todos los factores relacionados. Nadie más que el profesor de aula para establecer las estrategias de evaluación
que le permitan visualizar el cumplimiento de los objetivos trazados para su práctica pedagógica y que le
informen sobre los pasos siguientes para fortalecer el aprendizaje.

La figura 1 muestra los tres elementos que el profesor responsivo debe tener en cuenta al diseñar e implementar
una estrategia de evaluación: ¿por qué quiero evaluar?, ¿qué quiero evaluar?, ¿cómo voy a evaluar?

Figura 1: Un marco para la evaluación en el aula

¿Qué?
Contenido de la evaluación

¿Por qué? • ¿Qué será abordado?


Propósitos de la evaluación • ¿Cuál es la referencia para el
contenido? (plan de estudios,
• ¿Cuál es el propósito de la desarrollo, investigación cognitiva)
evaluación?
• ¿Cuál es la información a ser
usada?
• ¿Quién necesita la información
de esta evaluación?
¿Cómo?
Enfoque de la evaluación

• ¿Cuál es la mejor manera para


evaluar el contenido y proveer la
información para este propósito?
•¿El enfoque de la evaluación
incluye algún otro contenido?

Fuente: Berman (2001). Traducido de Graham et al. (2015), con su autorización.

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Los profesores responsivos tienen el compromiso de cuestionar toda la información obtenida durante el proceso
de evaluación, con el propósito de preguntarse constantemente: ¿cómo esta información me ayuda a entender
mejor a mis estudiantes? Los diferentes tipos de información deben ser usados para la construcción de un marco
de evaluación significativo que permita visualizar con claridad las necesidades de aprendizaje y los progresos de
los estudiantes, así como los ajustes requeridos en la enseñanza.

Con el propósito de tomar decisiones respecto a las estrategias más efectivas para el trabajo en el aula, los
docentes responsivos frecuentemente consultan, reúnen y analizan información de diferentes fuentes no sólo
sobre los estudiantes, sino también sobre las aulas como contextos ecológicos en los que las conductas de
aprendizaje y las decisiones de enseñanza se afectan entre sí. En consecuencia, deben evaluarse todos los
factores que afectan la efectividad de la enseñanza en relación con el aprendizaje de los estudiantes.

El docente debe recoger información relevante de cuatro fuentes de información: tiene cuatro fuentes de
información: la investigación, la experiencia profesional del docente, la información proveniente de la familia y el
estudiante y la información que el profesor va obteniendo al trabajar de forma responsiva con los estudiantes.
Estas evidencias recogidas deben triangularla, es decir, combinar la información que cada una entrega para ver
sus convergencias y sus diferencias para tomar la decisión que mejor promueva el aprendizaje sostenible y la
inclusión educativa (Seale, 2010).
Berman y Graham (2018), muestra cómo estas diversas fuentes convergen para que el docente tome
una decisión respecto a la estrategia de enseñanza a implementar.

Figura 2: Triangulación de la información para decidir la estrategia de enseñanza

Evidencia
de la
Evidencia experiencia
de la profesional Evidencia del
investigación del profesor estudiante y
su familia

Evidencia del
proceso de
trabajo
responsivo

Información para decidir la


estrategia de enseñanza

Fuente: Traducido y adaptado de Berman et al. (2018), con su autorización

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No existe jerarquía entre las cuatro fuentes de evidencia; estas se complementan. El docente responsivo
se esfuerza por conseguir información relevante de cada fuente para obtener una panorámica más
completa que le permita orientar, con más elementos, las estrategias pedagógicas a implementar en su
salón, sea este en modalidad presencial o en línea.

Retroalimentación del aprendizaje

Hattie y Timperley (2007) definen la retroalimentación como la información que ayuda a entender el desempeño
del estudiante desde las fortalezas, debilidades, aciertos y desaciertos. Puede ser entregada por un docente,
familiar, compañero o tomada de un libro o de la misma experiencia. El objetivo de la retroalimentación es
favorecer el entendimiento del desempeño actual para replantear metas, estrategias y/o enfoques, procurando
alcanzar los objetivos de aprendizaje propuestos. Hattie (2008) afirma que la retroalimentación es el factor que
más impacto tiene en el aprendizaje de los estudiantes. Por ello, es fundamental que el profesor tome conciencia
del rol vital que esta tiene en el proceso de aprendizaje.

La retroalimentación es un proceso centrado en el estudiante que promueve el despliegue de sus


capacidades en pro del logro de los objetivos de aprendizaje.
Existen estilos de retroalimentación más efectivos que otros para facilitar el aprendizaje de los estudiantes.
Dentro de los tipos de retroalimentación menos efectivos se encuentra el premio, que, si bien permite la
construcción de un vínculo afectivo con el estudiante, no orienta el proceso de aprendizaje. El castigo ha
demostrado tener efectos negativos en el aprendizaje y la información entregada por medio de símbolos, como
una calificación numérica o una cara sonriente, es efectiva para el profesor como herramienta de evaluación,
pero no actúa como retroalimentación efectiva, orientadora, para el estudiante.

Dentro de los tipos efectivos de retroalimentación están los que se expresan de forma específica, sugiriendo
estrategias para lograr el objetivo propuesto, que se entrega de forma oportuna y que promueve que el
estudiante incorpore en su interior los elementos que le permitirán hacer su propia retroalimentación efectiva
para promover el aprendizaje auto-dirigido. La retroalimentación debe comunicarse de forma explícita, como
afirmación o como pregunta. La evidencia muestra que es tan provechoso retroalimentar lo correcto como lo
incorrecto, utilizando una mezcla de aseveraciones y preguntas (Hattie, et al., 2007).

Según Sutton et al., (2011), para que la retroalimentación sea efectiva, el docente responsivo debe considerar:
• Enfocar la retroalimentación en la tarea, no en el estudiante.
• Brindar retroalimentación elaborada, es decir pensada con anterioridad (con propósito).
• Presentar la retroalimentación en cantidades de información manejables, no tanta que genere confusión, no
poca que no permita comprensión.
• Ser específico y claro con los mensajes usados para retroalimentar.
• Mantener la retroalimentación tan sencilla como sea posible, pero no simple.
• Dar retroalimentación lo más objetiva posible, por escrito o por computadora.
• Promover una orientación de objetivos de aprendizaje a través de comentarios.
• Proporcionar retroalimentación después de que los estudiantes hayan intentado una solución.

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Figura 4: Modelo de retroalimentación para mejorar el aprendizaje.

Propósito:
Para reducir la distancia entre los entendimientos
actuales o el rendimiento y el objetivo propuesto.

Reducción de la distancia:
Estudiantes: Incrementar el esfuerzo, emplear estrategias
alternativas que mejoren la efectividad en la tarea.

Profesor:
Brindar retos o desafíos apropiados para los estudiantes.
Planificar metas específicas.

Acompañar a los estudiantes para que alcancen estrategias de


aprendizaje efectivo y retroalimentación.

Tres preguntas y tres respuestas efectivas de


retroalimentación en relación a las metas propuestas:

¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo vamos a ¿Qué sigue?


(Clarificar la meta) alcanzarlo? (Modificar la enseñanza,
(Responder al trabajo ajustar metas)
del estudiante)

Cada pregunta de retroalimentación funciona en tres niveles

Nivel de tarea Nivel de proceso Nivel de autorregulación


¿Qué tan bien las tareas El principal proceso que se Auto monitoreo
son entendidas o requiere para que la tarea Direccionamiento
desarrolladas? sea entendida o ejecutada. Regulación de acciones
Autoevaluación

Fuente: Traducido de Hattie et al. (2007).

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REFERENCIAS

Berman, J. & Graham, L. (2018). Learning intervention: Educational casework and responsive Teaching for
sustainable learning in inclusive schools. Routledge.
Boud, D. (2000). Sustainable assessment: rethinking assessment for the learning society. Studies in continuing
education, 22(2), 151-167.
Graham, L., Berman, J., & Bellert, A. (2015). Sustainable learning: Inclusive practices for 21st century
classrooms. Cambridge University Press.
Hattie, J., & Timperley, H. (2007). The Power of Feedback. Review of Educational Research. 77(1), 81-112.
Hattie, J. (2008). Visible learning: A synthesis of over 800 meta-analyses relating to achievement. Routledge.
Seale, C. (2010). Quality issues in qualitative inquiry. En P. Atkinson & S. Delamont (Eds.), SAGE qualitative
research methods (pp. 98-109). Thousand Oaks, CA: SAGE Publications Ltd.
Sutton, Hornsey, & Douglas (2011), Feedback: The communication of praise, criti- cism, and advice.

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