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En Perú, el Club Progresista, fundado en 1850 fue uno de los primeros en lanzar la candidatura de

un civil a la presidencia, en la persona de Domingo Elías.

La Bruja y Ave Nocturna en el Plata (1831)

En tiempos del gobierno de Rosas, los exiliados de Buenos Aires utilizaron medios
montevideanos para descargar sus mordaces críticas contra el Restaurador,
principalmente en dos periódicos –El Grito Argentino (1839) y Muera Rosas (1841) si bien
sus dibujos no pueden considerarse tiras en el sentido actual, los bloques de ilustraciones
presentaban cierta idea secuencial y los personajes hablaban con largos parlamentos
cuyas líneas de texto salían de sus bocas, otros en cambio mencionan una litografía de
1838 del español Juan Manuel Besmes e Irigoyen: El General Rivera en Campaña, como
primer antecedente de la historieta Uruguaya, en ella el general dialoga brevemente con
un paisano. (Ostuni, 2008)1

. (Osaba, 2013, pág. 19)

estos periódicos y sus caricaturas forman parte de una cultura visual que es
transversalizada por una cultura de la risa y lo cómico, que a la vez están inmersas en un
sistema cultural propio de una sociedad situada históricamente. (Osaba, 2013, pág. 21)

1
Hernán Ostuni. “La historieta uruguaya” p. 68
Lo que liga a este conjunto de piezas dispersas, en cambio, es su intención pragmática:
en
un momento en que la prensa periódica es instrumento y motor de la lucha política y
centro de configuración de la opinión pública, dibujar caricaturas es ubicarse en un
espacio de lucha. Las caricaturas son "armas" que dibujantes, impresores, periodistas y
todo el conjunto de los enunciadores del periódico comparten con los lectores, en su
búsqueda, de defender valores modernos: libertad, justicia, progreso. (Roman)

Ese orden desordenado de toma y daca litográfica era el correlato de la sangre


institucionalizada en la guerra continua que nos caminó el primer siglo, su prolongación
instrumental: acá no hay profesionalismo del humor sino militancia, camiseta puesta,
uniforme de combate… (Sasturain, 1995)2

Entre los pioneros en el uso de ilustraciones en la prensa argentina, destacaron los


periódicos contrarios a la dictadura de Rosas: el Grito Arjentino y Muera Rosas. El primero
fue publicado en Montevideo, entre el 24 de febrero y el 30 de junio de 1839, por
opositores exiliados por Rosas en la capital uruguaya, siendo introducido de forma
clandestina en Buenos Aires mediante una red secreta de conspiradores (Ruíz, 2014)3. Lo
que distingue a este periódico es la inclusión de ilustraciones de gran tamaño que ocupan
todo la superficie de las páginas, representando hechos significativos del gobierno con
imaginativas escenas del Restaurador de las Leyes y autoridades de su gobierno, a
quienes ridiculizaban en forma constante. (Sobrero de Vallejo, 2006)4 Esta modalidad fue
anunciada previamente señalando que todos los números contarían con una lámina o
cuadro "ya del género serio o del ridículo que represente alguno de los hechos del tirano"
(El Grito Arjentino, 1839)5.

La caricatura política muchas veces generaba consecuencias más efectivas que los
análisis serios. Se convirtió en algo más que en un juego de formas y colores: se
transformó en radiografía psicológica y social que dejaba traslucir los intereses existentes
más allá de los ritos públicos del poder y de los discursos formales, y contribuía a la
formación de la opinión pública, pues fungía de lente de aumento que permitía reconocer
los verdaderos contornos y sustancias de los acontecimientos políticos. (Gonzales
Alvarado, 2015, pág. 240)

El humor político para ejercer un efecto cómico no puede ser oficialista, siempre trata de
ser crítico, en algunos casos claramente opositor, inconformista con la situación a la que
se enfrenta, delineando en sus textos o caricaturas a su oponente. (Matallana, 1999, pág.
25)

2
Juan Sasturain, El domicilio de la aventura… op. Cit. p.16
3
Fernando Ruiz, Guerras mediáticas… Op. Cit.
4
Nanzi Sobrero de Vallejo. “El Grito Argentino y el valor de la imagen” en El Litorial, Santa Fe, 8 de julio de
2006
5
El Grito Arjentino, 1, Montevideo, 24 de febrero de 1839.
En 1838 los exiliados argentinos fundan en Montevideo el periódico El Nacional, cuyos primeros
redactores eran el uruguayo Andrés Lamas y el argentino Miguel Cané. Fue el primer periódico
desde el que estos comenzaron a criticar duramente al régimen rosista.

Por su parte el semanario Muera Rosas! apareció en Montevideo el 23 de diciembre de 1841 y


publicó 13 números hasta el 9 de abril de 1842. Su aparición es apenas posterior a la crisis que
sufre el régimen rosista entre 1838 y 1841 de la que podría considerarse fortalecido. Recordemos
que había sido bloqueado entre 1838 y 1840 el puerto de Buenos Aires por los franceses, que
Lavalle se alió con ellos e invadió desde el norte la provincia de Buenos Aires. Mientras tanto, en la
campaña se produjo la sublevación de los hacendados conocidos como “Libres del Sur”, en la
ciudad fue descubierta una conspiración liderada por Ramón Maza, y además se había formado
una coalición de provincias del norte contra el régimen rosista. Todos estos intentos fueron
derrotados - excepto el bloqueo francés, resuelto diplomáticamente -, y en Buenos Aires se
registró el “terror” perpetrado por La Mazorca en octubre de 1840 y abril de 1842. El triunfo del
unitario José María Paz en la batalla de Caaguazú, en 28 de noviembre de 1841, fue considerado
por muchos emigrados en Uruguay como un signo de la inminente derrota de Rosas, y así lo
expresaron en MR desde sus primeros números. Sin embargo, correspondencia privada de un
emigrado, poco antes de la primera edición de MR, permite comprobar que la esperanza en la
pronta caída de Rosas era, probablemente, más un recurso proselitista que una realidad
considerada posible por los redactores del periódico. (Oneto, 2012)

Las láminas eran dibujadas en Buenos Aires por el coronel Antonio Somellera, quien las remitía a
Montevideo. Posteriormente, éste y Félix Tiola recibían el periódico y los distribuían a los amigos,
y de noche lo arrojaban a los zaguanes de las casas. Hasta que se enteró la policía, Tiola fue
apresado y fusilado, mientras que Somellera logró huir a Montevideo. (Zinny, 1883, pág. 172)

Hasta 1839, la prensa de los emigrados impugna al gobierno de Buenos Aires mientras discurre
sobre cuestiones filosóficas y literarias. Entonces, una serie de sucesos contra Rosas endurece su
gobierno y destraba el terrorismo de Estado. La crítica de los proscriptos en la Banda Oriental se
transforma en ataque concreto y surge una prensa de combate que renuncia al autor individual
para reunir la fuerza de un anónimo colectivo radical. (Ferro, 2004)

lo sobrenatural reapareció en clave terrorífica en los primeros periódicos ilustrados rioplatenses,


El Grito Argentino (1839) y Muera Rosas! (1842), que cultivaron de manera sistemática la vertiente
gótica del romanticismo y la tradición plástica que unía al fisiognomista Johann Lavater con Goya
para representar la maldad encarnada en el sistema federal del llamado Restaurador de las Leyes.
Pero mientras en estos últimos lo grotesco se cruzaba con lo terrorífico en una combinación que
perseguía deslegitimar al adversario mostrando sus aberraciones, en La Bruja, eran los agentes del
poder los que construían lo que llamamos ficciones de vigilancia, a través de las cuales se
articulaba una imagen del terror de los otros. (Romano, 2018)
Las acciones militares de los opositores a Rosas – unitarios y federales no rosistas – se verían de
este modo respaldadas por la circulación de los periódicos como un modo de apoyo logístico a las
acciones emprendidas. (Fükelman, 2006)

Más allá de la particularidad formal de la filacteria, su función no se encuentra alterada. Es así que
texto e imagen conforman un todo significante y es el de anclar el sentido del mensaje de la
imagen. (Fükelman, 2006)

Para Fükelman las imágenes aparecidas en El Grito Arjentino corresponden a construcciones


colectivas, más que a un autor en particular; y esta idea se sostiene en las solicitudes realizadas
por los redactores del periódico y dirigidas a los lectores, con el propósito de que enviasen
imágenes, descripciones de hechos, datos y otros materiales para realizar las ilustraciones. En el
Muera Rosas!, en cambio, estas solicitudes no están presentes y las ilustraciones parecen
corresponder a determinados autores formados plásticamente, entre ellos Somellera, siendo
evidente una mayor factura técnica en la elaboración de estas.

Para la propaganda rosista, el “salvaje unitario” era portador de, a lo menos, tres rasgos
definitorios: en primer lugar, se subrayó su carácter elitista en el seno de una sociedad plebeya,
otorgándoles un carácter aristocratizante y antipopular que los hacía enemigos del orden vigente,
y cuyo cosmopolitismo los hacía susceptibles de pactar una alianza traicionera con alguna potencia
extranjera. En segundo lugar, la prensa rosista le atribuía al unitario una propensión innata a la
rebelión, debido a su carácter ambicioso, envidioso, arrogante y su desdén por lo establecido. El
tercer atributo fue el de alienados radicales, eran vistos como dementes, diabólicos e irracionales,
perversos y herejes. (Myers, 2002)

Estas formas de graficar y representar tanto la figura de Rosas como sus acciones intimas, tiene su
correlato con una visión de su persona – por parte de los autores del EGA y MR! – donde se
exhiben aspectos privados que intentan romper con el modelo de adhesión propuesto por el
régimen oficial. Por lo tanto se puede concluir que el tipo iconográfico creado por la prensa
antirrosista y las descripciones realizadas por la literatura de la llamada generación del 37 – que
indudablemente compartía autores e intenciones – se basa en diferentes destacar ciertos rasgos,
aunque todos tienden a un mismo efecto: desnaturalizar la figura de Rosas como gobernante,
marcar criterios de oposición entre lo civilizado y lo bárbaro, probar como lo privado se infiltra en
lo público y genera actos que pueden ser acotados a través de las denuncia de las pasiones y los
vicios. (Fükelman, 2006)

El Uruguay, a consecuencia de la presencia de las tropas de Juan Manuel de Rosas ante los muros
de Montevideo desde el 16 de febrero de 1843, había quedado dividido, territorial y
políticamente, en dos zonas geográficas antagónicas: la ciudad y puerto de Montevideo, donde
funciona un gobierno colorado cuya autoridad no es reconocida por el resto del país, y que se
conecta por vía marítima con el exterior; frente a él, sitiando el enclave portuario, un gobierno
blanco con asiento en la "Villa de la Restauración", cuya autoridad se extiende al resto del
territorio nacional.

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