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Segundo Ensayo de Historia Argentina I-Franco Brusatti Cortina

A partir de 1837, un grupo de jóvenes letrados se presentaban como la alternativa a la


dicotomía existente entre unitarios y federales en el Río de la Plata en aras del progreso de
la ‘‘Nación’’, a este grupo se lo denominó como la ‘‘Generación del 37’’. La Generación
del 37 fue un movimiento político-cultural ‘‘argentino’’ de corte intelectual que repercutió
en las décadas de 1830 y 1840. Fueron miembros letrados de la sociedad, que en su
mayoría pasaron por la Universidad de Buenos Aires, instituida en las ‘‘Reformas
Rivadavianas’’. Presentaban rasgos romanticistas y liberales. Entre sus miembros más
destacados se encontraron Juan B. Alberdi, Esteban Echeverría, Félix Frías, Vicente F.
López, Juan M. Gutiérrez, José Mármol, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Juan o
Enrique Lafuente entre otros.

Pese a no ser de carácter homogéneo, y presentar proyectos políticos relativamente


diferentes, compartieron varios rasgos identitarios propios. En este grupo de intelectuales,
así como en sus escritos y acciones aparecía una problemática común que era la de la
Nación y su identidad, cuestión común de los romanticismos de la época y que en el caso
del Río de la Plata estuvo potenciado por la indefinición en la formación de un sistema
político y, por consiguiente, de un Estado formal. El activismo intelectual primero y
político después los llevó a enfrentarse al gobernador de Buenos Aires (1829-1832 y 1835-
1852), Juan Manuel de Rosas. Sus levantamientos contra el ‘‘Rosismo’’ fracasaron, y su
oposición al régimen los condujo al exilio a otros lugares fuera de la Confederación.

Fabio Wasserman (1997) analizó las identidades políticas existentes en el Río de la Plata en
ese contexto, y la profundización de la identidad ‘‘argentina’’ que realizó la Generación del
37. Wasserman dice que al momento de los acontecimientos posteriores a la emancipación
hay tres grandes identidades. La primera sería la ‘‘americana’’, que cobró solidez después
de 1810 y durante los procesos de emancipación. La misma empezó a adquirir fuerza como
una forma de rechazo hacia lo peninsular. Esta naciente identidad colectiva se erigió como
el primer signo de identidad construida como una respuesta de identidad propia y autónoma
tras la ruptura del vínculo colonial. La segunda fueron las identidades ‘‘locales’’. Estas
identidades se fortalecieron en el caso del Río de la Plata tras el fracaso del proyecto
unitario que como mayor consecuencia tuvo la disolución del Directorio tras la batalla de

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Cepeda en 1820. Estos localismos circularon en un camino de retroalimentación por parte
del poder incipiente de las elites locales.

La tercera identidad fue la ‘‘argentina’’. La misma fue durante mucho tiempo la más débil
de las tres. Esto puesto que perdía en un nivel macro con la americana y en un nivel micro
con las locales. Además, que hacía alusión como gentilicio de una entidad inexistente,
puesto que no existía en aquel entonces un Estado-Nación. De forma que ‘‘durante las
décadas de 1820 y 1830, la identidad rioplatense o argentina sólo se encontraba difundida
en algunos sectores letrados y/o políticos, sin poder trascender los mismos’’ (Wasserman,
1997, p.10).

Fue durante el exilio que sufrieron en la época ‘‘Rosista’’ donde se les reveló la
importancia y potencial de la identidad ‘‘argentina’’. Esto fue producto de la
marginalización que sufrieron en el exterior de modo que los llevó a la profundización de
esa identidad en la búsqueda de construir un Estado-Nación moderno. Como sostiene
Wasserman (1997) ‘‘los vocablos Argentina y argentino/a/s aparecen en los escritos más
tempranos de los miembros de la Joven Generación dando nombre a un proyecto político
que remitía al futuro…’’ (p.24). En este sentido se consideraban ‘‘Hijos’’ de la Revolución
de Mayo, ya que pensaban que había que volver al supuesto existente programa nacional
que de ella derivó, y que acabó disuelto producto de las guerras civiles generadas en las
discrepancias de la organización nacional.

Es precisamente este aspecto el que los llevó a chocar con Rosas y su régimen.
Consideraban a Rosas un obstáculo por varios motivos. El principal era que Rosas postergó
la creación de una constitución puesto la situación hegemónica que ocupaba dentro de la
Confederación. Dentro de la misma, gobernaba la provincia más fuerte, donde, además, se
le delegaba dos funciones elementales: la comandancia de los ejércitos y las relaciones
exteriores. Por ende, lo único que unía al ‘‘país’’ en aquel entonces era el pacto federal de
1831. En ese aspecto, para la generación, Rosas fue el responsable de que la confederación
sea ‘‘una reunión de pueblos en torno a intereses y necesidades comunes más que por un
pueblo-nación’’ (Wasserman, 1997, p.26).

A partir del contexto ya expuesto me parece pertinente traer a análisis el escrito o corpus de
un miembro de la generación y opositor político del régimen rosista. Ya que permite

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obtener una perspectiva crítica y brindar un panorama más completo de la realidad política
y social de ese contexto específico desde el punto de vista de un opositor. El corpus a
analizar es ‘‘El Matadero’’ de Estaban Echeverría.

Esteban Echeverría fue un poeta y escritor ‘‘porteño’’ que perteneció a la generación del
37. El perteneció a la minoría letrada y utilizó su relación de la palabra escrita como fuente
de poder político. Eso se materializó en los diferentes corpus que realizó. En el caso a
analizar, una obra literaria celebre de él mismo, ‘‘El Matadero’’. Dicha obra fue realizada
durante su exilio en 1841. El fallecería en 1851, y su obra recién publicada en 1871 (20
años después). Su obra es una clara crítica al régimen rosista, y corresponde a este ideal de
progreso romanticista y liberal superadora de la generación. En su obra, Echeverría retrata,
a su ver, la forma de gobernar de Rosas.

El objetivo principal del autor es plasmar la esencia del gobierno rosista, representando a
los federales de manera negativa al compararlos con un matadero. En esta metáfora, se
muestra cómo el pueblo lucha entre sí por las sobras dejadas por los federales. Además, se
establece una analogía entre el lugar donde se encuentra el matadero y la periferia pobre de
Buenos Aires, donde reside una multitud violenta que apoya a Rosas y disfruta de los actos
de barbarie contra los unitarios. De forma que en la obra se puede conceptualizar al
‘‘Rosismo’’ como la máxima expresión de la barbarie federal, donde la población vive
aterrorizada por el caos y violencia establecida por los partidarios federales rosistas.

En conclusión, se puede observar que la obra ‘‘El Matadero’’ es la cristalización en forma


de obra literaria de un proyecto político identitario construido por la generación del 37, con
la idea de superar la dicotomía existente entre unitarios y federales, para la conformación
de un Estado-Nación. Podemos apreciar que "El Matadero" es una obra literaria que refleja
y encarna un proyecto político identitario desarrollado por la Generación del 37. Este
proyecto tiene como objetivo superar la dicotomía existente entre unitarios y federales, en
aras de construir un Estado-Nación unificado. La obra busca mostrar las consecuencias
negativas de esta dicotomía en la sociedad, representando a los federales de manera
negativa a través del simbolismo del matadero. A través de esta representación, se intenta
crear conciencia sobre la necesidad de superar las divisiones y trabajar hacia una unidad
nacional, profundizando de esta manera la identidad argentina. Entonces "El Matadero" se

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convierte en una expresión artística y literaria que pretende ser parte de un proceso de
construcción y organización de un Estado-Nación.

Bibliografía

-Wasserman, Fabio (1997). “La generación del 37 y el proceso de construcción de la


identidad nacional argentina”. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr
Emilio Ravignani, n° 15, Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 7-34.

-El matadero (Esteban Echeverría)

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