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El niño muerto sobre la acera

de Guy Foissy

Traducción de Roberto Otero Romillo


Actores:

• NOELIA SERRANO

• GABRIEL FUENTES
(Decorado: Un jardín público. Un banco...)

Mujer 1: Mire, hay un niño muerto sobre la acera...


Mujer 2: ¿Cómo?
Mujer 1: Le decía que hay un niño muerto sobre la acera...
Mujer 2: Qué indecencia... (una pausa) ¿Pero está totalmente segura que
está muerto de verdad?
Mujer 1: Oh...créame. Hay una especie de inmobilidad que no engaña.
Exactamente como mi marido, como los otros.
Mujer 2: De los jóvenes no te puedes fiar. Son capaces de cualquier cosa
para hacerse los interesantes. Por ejemplo: hacerse el muerto en la acera
con tal de incomodar a dos damas honorables que se dejan acariciar por el
solecito de otoño...
Mujer 1: Le aseguro que está bien muerto.
Mujer 2: ¿Cómo puede estar tan segura? Los jóvenes de hoy en día las
hacen bien gordas. Antes, no se hacía este tipo de bromas.
Mujer 1: Observadora, hace falta ser observadora. Yo siempre he sido
observadora...
Mujer 2: ¿Y?
Mujer 1: Y, querida, yo observo que tiene los ojos bien abiertos.
Mujer 2: Eso no es una prueba. Las personas vivas también tienes los ojos
abiertos y nadie dice que están muertas por eso.
Mujer 1: Puede ser. Pero fíjese en los de este niño: no parpadean.
Mujer 2: Un enfermo. Un anormal. Te los encuentras a montones. Cerca de
mi casa hay una niña que sólo tiene un brazo. ¡Un brazo! No puede ni saltar
a la cuerda solita. Tal como lo está oyendo...Y si se puede nacer sin un
brazo, también se puede nacer sin párpados. O bien que se los arranquen
jugando.Tienen unos juegos tan bestias hoy en día.
Mujer 1: ¿Y las moscas?
Mujer 2: ¿Qué moscas?
Mujer 1: ¿Entonces, me puede explicar la presencia de moscas sobre sus
ojos sin que haga ni un solo gesto, ni un movimiento? No, no, está bien
muerto.
Mujer 2: Moscas, ¿ de verdad?
Mujer 1: ¿No las ve?
Mujer 2: Ah...sí, sí. Ohh, ohh, las veo...
Mujer 1: Según cómo, la vista falla, con el tiempo...
Mujer 2: Con las gafas, mis ojos son como cuándo tenía 20 años...y sí que
es verdad...Y no una mosca, no, muchas moscas. Moscas enormes. Quizás
no es bien bien una prueba. Digamos que es una “presunción”. Puede ser
que esté haciendo comedia. La juventud le pone mucha voluntad en hacer
el mal. ¿Quiere un pastelito?
Mujer 1: Gracias. Una presunción, si usted lo dice, pero una presunción
fuerte. Y la prueba, ahí la tiene...
Mujer 2: Usted es de una indulgencia...
Mujer 1: ¿Qué quiere decir de una idulgencia?
Mujer 2: Que busca por todos los medios excusarlo.
Mujer 1: (Indignada)¿¡Yo!?
Mujer 2: ¡Por supuesto! He aquí un niño que se hace el muerto sobre la
acera, que no parpadea para asustarnos, que va hasta los límites del vício,
soportando moscas negras sobre sus ojos verdes...(parpadeando ella misma
para ver mejor) ...o al revés, no veo demasiado bien con esta puesta de
sol...¡y usted lo encuentra normal! Usted no es una indulgente, usted es de
una mansedumbre...
Mujer 1: Deje que le diga, con todo mi aprecio, querida mía, que sospecho
un poquito de mala fe...
Mujer 2: Ni una pizca. Realista. Yo soy realista. Ya lo verá...cuando Ud. se
haya enternecido lo suficiente, lo verá salir corriendo y riéndose de usted.
Se lo ve venir.
Mujer 1: Sus pastelitos son excelentes.
Mujer 2: Están rellenos de avellana.
Mujer 1: No he dicho que me parezca normal, sino escandaloso. Y dígame,
¿usted ve normal ese coágulo de sangre enorme que hay en su oreja
izquierda? Enorme y asqueroso.
Mujer 2: Me intriga. Vamos a verlo.
Mujer 1: Y esto, ¿No es una prueba?
Mujer 2: Usted acabará por convencerme. Pero espere, ahora saldremos de
dudas. Le tiraré unas piedritas...
Mujer 1: No moverá ni un pelo.
Mujer 2: Piedritas, más y más grandecitas, hasta tirarle un buen “piedrote”.
Tendrá que reaccionar.
Mujer 1: Salvo que esté muerto.
Mujer 2: En ese caso le daré la razón. (Tira piedritas) Toc...toc...son
demasiado pequeñas...Aquella...(coje un piedrote)
Mujer 1: ¿Tiene usted suficiente fuerza para tirarla?
Mujer 2: Ya lo creo. (la tira) Ahí va...
Mujer 1: Ha espantado a las moscas y le ha dado en el ojo...!
Mujer 2: (Orgullosa) Lo he conseguido.
Mujer 1: ¿Está segura? Los ojos, las moscas, el coágulo, las piedras...está
bien muerto.
Mujer 2: Está bien muerto, pero no es excusa.
Mujer 1: No he dicho nunca que fuese una excusa. Y lo que me parece
escandaloso, mire lo que le digo, es que le dejen arrastrarse por aquí.
Verdaderamente, en qué mundo vivímos.
Mujer 2: A mí me va a contar... Quieres pasear una tarde, caminar, pensar,
admirar la belleza de la naturaleza, su poesía, el cielo azul, las flores
amarillas, el sol rojizo, la hierba verde ...y ¿qué te plantan? Un niño
muerto sobre la acera. No me diga que el mundo no está patas arriba.
Siempre nos tiene que soltar su violencia. Y Dios es testigo que he visto de
todo. Todos estos años de dramas, de tragedias, pero ésto, ésta es la gota
que colma el vaso. ¡¿Se puede saber qué hacen los barrenderos?!
Mujer 1: ¡Huelga! ¡Seguro que están de huelga! ¿Hacían antes huelga los
barrenderos? No. Las calles estaban limpias.
Mujer 2: Es que son capaces de dejarlo así días y días... Pudrirse...
Mujer 1: Pero ¿a quién le importa nuestra opinión, lo que decimos
nosotros, los viejos...?
Mujer 2: (desengañada) Uff..
Mujer 1: A los ancianos...No nos escucha nadie. Es como si ahora mismo
los oyese decir: “Que sí señora, que hay un niño muerto sobre la acera, y
¿qué? No haga un drama...” ¿¡Un drama!? ¡Insolente! Cuando les hablas te
giran la cara. Y además, dígame, ¿por qué tienen que hablar a toda hora de
la muerte? Ya no les da miedo. Es por eso que el mundo está como está,
porque ya no tienen miedo a la muerte. Ya se lo encontrarán ya..no tendrán
ni ganas de hablar de ello...ya verán...
Mujer 2: ¡Juventud indecente! Hacer eso sobre la acera, qué poca
vergüenza...
Mujer 1: Ya se lo encontrarán...antes no hablábamos tanto de la muerte y
bien que íbamos.
Mujer 2: En cualquier sitio. Ahora se mueren en cualquier sitio. Estoy por
creer que están orgullosos. A mi esto me parece francamente... ¡innoble!
Mujer 1: Asqueroso y repugnante. Y mantengo lo que digo.
Mujer 2: Debería estar prohibido.
Mujer 1:¡Sí, hay cosas que deberían estar prohibidas!
Mujer 2: Antes. Antes te escondías. No te morías en cualquier sitio, delante
de todo el mundo. Te encerrabas, buscabas un huequito y allí, sin molestar
a nadie y sin testigos, sin caer en exhibicionismos, ofrecías tu alma a
Dios...Pfff...era, era una cuestíón personal. Ah...tenemos tanto que aprender
de los animales. Mucho mejor las bestias que los hombres, dónde va a parar
y cuántos hombres merecen el nombre de bestias.
Mujer 1: ¡Sobre la acera!
Mujer 2: ¡En la calle!
Mujer 1: Y por qué no en la Puerta del Sol o en la Castellana...
Mujer 2: Seguro que también debe haber alguno...pero nos los esconden...
Mujer 1: Hasta en el metro...
Mujer 2: ¡Ahora la gente se muere hasta en la tele!
Mujer 1: Pues es verdad. Allí, en la pantalla. Delante de millones de
personas como usted y como yo...ñec
Mujer 2: Y piensan que nos interesa.
Mujer 1: Mire en Irak. Centenares en la pantalla. Afganos,
Iraquíes...negros, amarillos...niños con la barriga hinchada. Pero ¿es de
verdad todo esto?...no me diga...
Mujer 2: Exponer así la propia miseria...esos pueblos no tienen pudor, no
conocen las buenas costumbres . Cuando estás en la miseria...¡te escondes!
Mujer 1: Y no dejas que los otros se aprovechen.
Mujer 2: Y después dicen que los viejos no les comprendemos, que
estamos caducados. Pero si estás allí en la mesa, después de haberte
preparado una sopita de cocido a fuego lento de los que ya no se hacen...
Mujer 1: Hoy en día todo artificial, conservas, vitaminas y demás
historias...
Mujer 2: Y patam! En plena cara. Cadáveres o vivos tan escuálidos que ya
no sabes qué. ¿Eso son cosas para enseñar a la hora de comer? No van a
tener más porque perdamos el apetito.
Mujer 1: ¡Y antes de dormir vuelven! ¿Cómo quieren que no tengamos
pesadillas, que durmamos tranquilas?
Mujer 2: Y ahora mire, sobre la acera. Es que ya no saben qué hacer para
pasar el rato. Para empezar, en nuestra época, no nos moríamos jóvenes.
Eran los viejos los que se morían y ya iba bien así. Nadie se quejaba.
Ahora, todo el mundo se muere en cualquier momento. No...perdone, tengo
que darme vuelta. Este niño es insoportable.
Mujer 1: (Triunfante) ¡Eh! Hace un rato no quería creerme.
Mujer 2: (Agresiva) ¿Cómo dice?
Mujer 1: Que usted no me creía que estuviese muerto.
Mujer 2: Con la edad te haces prudente.
Mujer 1: Y ganas conocimientos. Hay señales que no engañan.
Mujer 2: Yo quería asegurarme que no era una estrategia.
Mujer 1: Yo lo supe a la primera.
Mujer 2: Naturalmente...porque usted está sentada, así, de esta forma.
Usted estaba bien encarada. Yo lo tenía de espaldas, es normal que lo haya
visto luego.
Mujer 1: Usted se ha girado...
Mujer 2: Cuando te giras no ves tan bien. También sea dicho que no ha
hecho nada para llamar la atención.
Mujer 1: (Sarcástica) En su estado...
Mujer 2: Fíjese...por una vez que encuentras a uno tranquilo...en el fondo,
no tenemos mucho de qué compadecernos..
Mujer 1: No hay mal que por bien no venga. Si él no hubiese tenido este.....
accidente, Ud. habría visto una farsa.
Mujer 2: Ruido. Confunden vida y ruido. Escándalo. ¡Alboroto!
Mujer 1: Cuando no hacen más ruido es que están muertos.
Mujer 2: Como éste, pero podía haberse escondido. No es un motivo para
hacer ruido. Imponer este espectáculo, esta visión...
Mujer 1: Gritan, chillan. Ya no saben jugar. Antes teníamos unos
juegos...juegos infantiles. Quiere que le diga: Los niños ya no tienes juegos
para niños. Ésta es la crisis de nuestra civilización.
Mujer 2: Cuando voy a casa de mis hijos y veo a sus hijos, mis
nietos...ay...la última sobretodo, Bibi, una entrañable mujercita....aún no
tiene ni 5 añitos y ya usa bikini!
Mujer 1: (Severa y cortante) En nuestra época, con 5 años, no llevábamos
ni sujetador, ni presumíamos . Hoy en día, son las madres las que van
desnudas.
Mujer 2: Cuando corre...cuando corre con sus braguitas...corre...
Mujer 1: Haciendo ruido. ¡Ruido! Y cuándo se lo digo a mis hijos ¿Sabe lo
que me contestan?
Mujer 2: Ella corre y corre....da saltitos
Mujer 1: ¡Es necesario que se cansen! ¡Fíjese! Fíjese cómo criamos a unos
gamberros y revolucionarios, dejándolos hacer lo que quieran, y ya vemos
dónde nos lleva todo ésto...
Mujer 2: Si fuesen un poco más tranquilos, es cierto...
Mujer 1: ¡Y además el argumento! Su argumento: no tienen sitio dónde
jugar. Entonces: invaden las aceras, las calles, las avenidas, los jardines,
los aparcamientos, los cafés, los cabarets! ¡Lo invaden todo! Y yo digo que
cuando no hay sitio donde jugar, no se juega.
Mujer 2: No se hablaba tanto de los niños en nuestros tiempos. Y los niños
no eran menos felices por eso.
Mujer 1: Hablábamos de menos cosas en nuestros tiempos, el mundo iba
más recto.
Mujer 2: Hoy en día hablamos de todo y lo enseñamos todo.
Mujer 1: Ya no estamos tranquilas en ningún sitio. Tienen que venir
delante de nuestros ojos. A tirarse al suelo. A escupir su juventud en
nuestra cara.
Mujer 2: ¡Como si la juevntud durase toda la vida!
Mujer 1: Escupiéndonos su alegría, insaciable. Tienen el futuro que
piensan.
Mujer 2: Bailan, cantan ¡se manifiestan!
Mujer 1: El futuro, el futuro... y ¡zas! Cómo un cochino indecente deja su
cuerpo sobre la acera.
Mujer 2: Sin vida.
Mujer 1: Bien merecido. Siempre quieren empujar a los viejos al hoyo.
Fallan su golpe y ¡son ellos los que caen dentro!
Mujer 2: No ha debido de creérselo cuando le ha llegado el momento.
Mujer 1: No se lo creerá. No nos lo creemos nunca. Al menos hay justícia.
¡Dios existe!
Mujer 2: Cómo mínimo que se esconda. ¿De qué sirve enseñarse?
Mujer 1: Dígame una cosa, querida. Si fuésemos nosotras las que
estuviésemos ahí, sobre la acera...
Mujer 2: ¡Qué horror!
Mujer 1: Una suposición, una simple suposición...
Mujer 2: Nunca. Nunca haría una cosa parecida.
Mujer 1: Pues bien, si fuese usted o yo misma las que estuviésemos
ahí...escuche sus risas, escuche sus burlas! “¡Una vieja más en el hoyo!”
¿No lo cree? ¿Lo duda?
Mujer 2: Tiene razón. Ellos reirían.
Mujer 1: Sí, reirían. Risas que nos helarían los huesos.
Mujer 2: Ellos reirían...
Mujer 1: Pues bien, nosotras ¡también reiremos! ¡Riámonos!
Mujer 2: Sí ¡Riamos! ¡Nosotras también nos reímos! ¡No hay motivos para
no reir!
Mujer 1: La muerte les divierte. Y nosotros nos reímos. Tú, tienes una pinta
tan graciosa con las moscas chupándote los ojos.
Mujer 2: Ahh! Ahh! ¡Qué pinta tan graciosa!
Mujer 1: ¡Ridículo y obsceno! Eso es lo que eres, nada más. Ríe más fuerte,
querida amiga, ríe!
Mujer 2: Ya me río, me río, ¡me “parto” de risa!
Mujer 1: ¡Más fuerte, más fuerte!
Mujer 2: No puedo ... me ahogo ....
Mujer 1: ¡Más fuerte! ¡Qué escuchen nuestras risas ahí arriba!
Mujer 2: Les debe hacer mal.
Mujer 1: Pues bien, deberíamos bailar. El corro. Un vals. Bailar alrededor
de él. ¡Vamos! Vamos a bailar!
(Baila sola queriendo arrastrar a la otra)
(Canta)

“El pequeño niño muerto


que muestra su cuerpo
que está sobre la acera
y nos reimos a carcajadas,
sí, a carcajadas!

Vamos, venga, bailemos...

Mujer 2: Oh, no, no...


Mujer 1: ¿Y por qué no? ¿Quiere decir que no lo merece? ¿Qué no será una
buena lección?
Mujer 2: Pero si nos vieran...
Mujer 1: ¿Y? A su alrededor, si está helado hasta los huesos...
Mujer 2: No...le aseguro. No me ha gustado nunca ser el centro de
atención. Dar el espectáculo. y ¿si alguien nos reconociese?
Mujer 1: Ud. es aburrida, querida mía, es triste...
Mujer 2: Pero...daremos una impresión...no sé...de preocuparnos demasiado
por él.
Mujer 1: ¿Cómo es eso?
Mujer 2: El desprecio es mucho más fuerte. Cuando era joven, me acuerdo,
una vez, no lo he olvidado nunca...
Mujer 1: El desprecio...¡pero claro!...Tiene razón...más que el desprecio..la
indiferencia. Gracias al desprecio aún existimos. Podemos responder al
desprecio igual que a la indiferencia... Silencio. Frío. Nada. Nada más que
hacer. Nada más que decir. La mirada pasa más allá de su frente, se pierde.
Es sorprendente. ¡Gracias! Gracias, no lo había pensado.
Mujer 2: No lo vemos...
Mujer 1: Sí, eso es, continúe...no lo vemos..
Mujer 2: Y aunque lo veamos...no es nada...una piedra en el jardín...
Mujer 1: No existe. ¿Escuchas pequeño idiota? ¡No existes! Escuche...si
alguien viniera, nos diría: “¿Han visto? Hay un niño muerto sobre la acera”
y responderíamos...
Mujer 2: No lo vemos.
Mujer 1: No...diríamos: “¿Ah, sí? ¡Es verdad! Pues bien, éste no será quién
nos impedirá disfrutar de la dulzura de vivir. ¿Qué le parece el sol, este
viento tan suave?...” Es ésto lo que responderíamos.
Mujer 2: No lo habíamos visto...
Mujer 1: Si tuviéramos que preocuparnos por todos los niños encontrados
muertos sobre el largo camino de la vida, cómo podríamos vivir la nuestra.
Pueden llevárselo o dejarlo, no nos molesta en absoluto.
Mujer 2: Eso es, ya está.
Mujer 1: (orgullosa) ¡Ja!
Mujer 2: Nosotras sólo miramos las cosas bonitas de la existencia.
Mujer 1: Y por tanto, se puede decir que ha hecho todo lo posible para
hacerse notar...morir sobre la acera...
Mujer 2: Pero hemos visto tantas cosas, tantas..
Mujer 1: ¡Has fallado! Bien hecho. Nosotras vivimos.
Mujer 2: Y vivimos bien.
Mujer 1: Y esto no nos hará cambiar de idea. ¡Qué venganza! Espere... (Se
inclina sobre el cuerpo) Te miro a los ojos, pequeño monstruo. Tus ojos
vacíos, sucios. No nos das miedo. Ni siquiera nos sorprendes. A los jóvenes
os gusta sorprender.. Eres un fracaso. Pero, ¿por qué gira la cabeza?
Mujer 2: No, no puedo mirarlo, me...me..
Mujer 1: (Burlona) ¿Le da asco?
Mujer 2: Me remueve. Confiese que aunque no queramos verlo, está aquí.
Aquí mismo. Como un reproche.
Mujer 1: ¿Un reproche? ¿Qué reproche?
Mujer 2: No lo sé...es una presencia. (Al cuerpo) Vete! Venga, vete ya! (Un
tiempo) No debería mirarlo. Ganará él. Le aseguro que ganará.
Mujer 1: Debería controlar sus nervios.
Mujer 2: No debemos mirarlo. Ni hablar con él. Siempre hablamos
demasiado sobre cosas, sobre gente, sobre problemas. Si no hablásemos de
los problemas, no habría problemas. Si no hablásemos de desgracias, no
habría más desgracias, más miserias. Todo eso existe porque hablamos
sobre ello. Son las cosas buenas las que tenemos que mirar y no las feas.
Mujer 1: Entonces, ¿por qué su mirada se vuelve hacia allí? (Señala al
niño)
Mujer 2: Déjeme su “chal”...sí, déjemelo, se lo devuelvo cuando nos
vayamos.
Mujer 1: Pero tendré frío.
Mujer 2: Nos acurrucaremos juntas. Déjemelo.
Mujer 1: Tenga. Pero no lo ensucie.
La mujer 2 tapa el cuerpo con el “chal”
Mujer 2: Ya está.
Mujer 1: Lo ha tapado.
Mujer 2: ¡Ahora ya no existe! Mire, ¿qué ve?
Mujer 1: Un chal. Mi chal.
Mujer 2: Y nada más. Su chal: es todo. No ha habido nada. Nada ha
pasado. Podemos continuar hablando de unas cosas o de otras. Aquí está la
solución, extender un velo. La solución: nunca debe hablarse de lo que no
va bien.
Mujer 1: No es fácil.
Mujer 2: Es usted quién ha hablado por primera vez. Es usted quién ha
insistido en mirarlo.
Mujer 1: Estaba ahí.
Mujer 2: Ya no está...Si en vez de interesarse por él, hubiese puesto
enseguida su chal sobre su cuerpo, no nos hubiese estropeado nuestro día
de esta manera.
Mujer 1: Poner un chal, un velo...
Mujer 2: Si, es la única solución.
Mujer 1: A mi me gusta mirar, y reir, reir de indiferencia...
Mujer 2: No. Es una indiferencia obligada. Aquí ya no hay nada. Oh, no
sabe hasta que punto estoy tranquila, ¡relajada!
Mujer 1: ¿Y Ud. lo hace todo asi?
Mujer 2: Si, me gustaría. Es así como debe hacerse siempre. ¡Siempre
queréis enseñarnos el espectáculo de vuestros horrores! ¡No veo nada! ¡No
veo nada! ¡Hay tantas cosas que merecen ser vistas en este bajo mundo!
Mire a esos niños grotescos, con sus vientres llenos de hambre, sus caras,
sus terribles miradas....¡no los veo! ¡No los veo! ¿Me comprende?
Mujer 1: ¡Cálmese!
Mujer 2: ¡Yo no veo nada¡ ¡Le digo que no veo nada!
Mujer 1: No grite tan fuerte, hará que le suba la tensión.
Mujer 2: ¿Por que?! Pero ¿por qué no nos enseñan la imagen de Bibi y no
la de esos niños monstruosos? Bibi, cuando corre, da saltitos ...eso al
menos es bonito, fresco, reconfortante, una pequeña mujercita....tiene la
sonrisa en los labios, el corazón ligero. Dígame, ¿por qué no nos enseñan a
las personas felices, felices de vivir? ¿De gente cantando? Tenemos tanta
necesidad de felicidad. ¡Para olvidar!...la vida ya es lo bastante dura y
encima tenemos que aguantar la miseria de los demás...
Mujer 1: Mire allí...
Mujer 2: ¿Qué?
Mujer 1: Allí? ¿Qué ve?
Mujer 2: Un chal, es todo. Su chal.
Mujer 1: No es de eso de lo que le estoy hablando.
Mujer 2: No veo. Quiero decir que no lo veo. Sólo un chal. Pero, ¿a qué
está jugando usted?!
Mujer 1: Al lado del chal, aquella rosa. ¿Usted no la ve? Es magnífica, sin
embargo .....
Mujer 2: Oooh sí, es verdad...no la había visto...
Mujer 1: Es bonita, ¿verdad?
Mujer 2: Sí, enorme. Una rosa amarilla, enorme. Se tendría que coger con
las dos manos para olerla.
Mujer 1: Qué gusto...
Mujer 2: Tapa a otra, más pequeña...una rosa pequeña escondida detrás de
la grande. La madre y la hija...
Mujer 1: Usted se ha puesto un poco poética...
Mujer 2: Evidentemente, todo es poesía para quien sabe ver. Una flor, un
árbol, un pájaro que canta, un gato que pasa y se frota dulcemente en la
reja...eso es la vida, un conjunto de pequeñas cosas...
Mujer 1: Se tiene que saber mirar, apreciar...
Mujer 2: Eso es la felicidad, ¿verdad que sí?
Mujer 1: La felicidad...
Mujer 2: La felicidad es saber mirar las cosas bonitas que la vida nos
ofrece, entender las cosas pequeñas...los pequeños momentos...si todo el
mundo hiciese lo mismo...
Mujer 1: Y cuándo se nos enseña a los niños de las panzas grandes...
Mujer 2: Le damos al mando...
Mujer 1: “Cambiamos de canal”. ¡Desaparecidos! ¡No existen!
Mujer 2: Mirarlos no sirve de nada. Conclusión: ¡No sirve de nada! Eso no
cambia nada. Si no los miramos, ¿no cree que el mundo iría mejor?
Mujer 1: Un niño muerto sobre la acera: lo cubrimos con un chal...
Mujer 2: No podemos hacer nada.
Mujer 1: El tiempo se agota. Las nubes...
Mujer 2: Empieza a refrescar. Usted aún no se ha abrigado.
Mujer 1: Quedémonos un rato más para disfrutar de este final de día. Le
invito a un bombón a cambio del delicioso pastelito que me dió antes. Era
excelente.
Mujer 2: Lo compro en la panadería, la de allí. Tiene reputación. Gracias.
Mujer 1: Se está bien. Todo está en calma. Tranquilo. Me gusta mucho este
sitio. Parece que estuviese fuera de la ciudad. A lo lejos, se escucha el ruido
de los coches, pero una se acostumbra, no les presta atención.
Mujer 2: Se está bien...tengo ganas de estirar las piernas, de caminar.
Ganas, ganas de hablar, ...de decir palabras, pequeñas frases que todas
vengan a decir: se está bien...
Mujer 1: No pensemos en nada...
Mujer 2: Permitámonos vivir...
Mujer 1: Quedarnos dos horas inmóbiles...
Mujer 2: A pesar de todo...tenemos que volver.
Mujer 1: Es verdad.
Mujer 2: Volvamos a casa. A esperar. A esperar el día siguiente.
Mujer 1: Esperar...
Mujer 2: ¿Se viene?
Mujer 1: Sí, tiene razón, no es necesario abusar de las cosas buenas.
Mañana, el sol volverá a salir. Y nosotras con él. Vamos.
Mujer 2: ¿No coge su chal?
Mujer 1: Va...era viejo. Le confieso que estaba un poco harta de él. Ya
tenía suficiente..
Mujer 2: Sobretodo si se lo pone a menudo...
Mujer 1: Un trasto viejo, sin importancia...

FIN

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