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Muchas de las ideas de la adaptación fueron tomadas de los ensayos y los aportes de los actores y la directora artística.
Está.: ¡Callate! Viejo vos… ¡y de mierda! ¿Qué te hice? ¿Por qué me echás?
Euc.: Estáfila… ¿a vos te gusta que te peguen? Porque me estás haciendo calentar. ¡¿Qué te tengo que explicar?! A ver… movete, correte de la
puerta… (hace gestos de movimiento con la mano) ¡Más rápido, hija! Que agarro el rebenque y te re sobo el lomo. ¡Ju na gran pu…!
Está.: (se aleja de Euclión a paso lento) Antes muerta que hacerte caso, lo que una tiene que aguantar de este viejo decrélpito (habla medio
corrido, quiere hablar de forma educada pero mezcla las palabras)
Euc.: (sigue con la mirada el andar de la mujer. Puede hacer gestos con la mano y/o el bastón/látigo ) Va refunfuñando sola, la maldita. Te voy
a sacar los ojos harpía, para que no chusmees todo. ¡Correte más! A ver… No, más para allá. Date vuelta. No mirés hasta que no te diga, eh
(con tono muy imperativo). ¡Para ahí! Vos…mudita, quietita. ¡Sí! ¡Así! ¡Te movés y te surto, eh!. Esta es más peligrosa que Yiya Murano. Si me
descuido y llega a oler el oro, estoy muerto. Ojos hasta en el culo tiene, o tan grandes como su culo. Ahora me voy a revisar mis petates a ver
si están en orden, en el mismo lugar. Que nervioso me tiene esto. ¡Estoy tan nerviohooooo! (Entra en su casa)
Está.: (sola en la calle) ¡Por Dios! ¡Qué locura! ¿Qué le pasa a este viejo amarrete? Si no me echa de casa, me amenaza; está días sin dormir,
anda nerviosho. ¿Le habrán hecho un gualicho? Porque anda como loco sin manija. Yo ya no sé cómo hacer para escuender el crío de su hija.
Por poco lo saluda el nene y él ni cuenta de que está embalsamada. Me parece que lo mejor es ponerme una soguita al cuello y quedar
colgando durita (puede extender la ‘i’ y hacer el gesto de ahorque con las manos).
Escena tercera: Euclión – Estáfila
Euc: (mientras sale de la casa) Bueno, está todo bien. No pasó nada. ¡Qué alivio! (A Estáfila. Le grita) A ver, ¡mové el culo!. Siempre
estorbando, éh. ¡Correte y vigilá ahí.
Está.: ¿Qué tengo que vingilar? ¿Esto?¿Me estás jodiendo? ¿Qué van a robar acá? Si la casa lo único que tiene son arañas. Pánfilo ladrón tenés
que ser para entrar acá (riéndosele en la cara)
Euc.: Admirable es que los dioses no me hayan convertido en Leo Fariña o en Berlusconi por aguantarte, ¡venenosa! Me quedo con mis arañas,
porque soy pobre y soy feliz así. ¡Me la banco! Entrá y cerrá la puerta bien cerradita, que ya vuelvo. Mucho cuidado con dejar entrar a alguien.
Por las dudas, apagá el fuego, no sea cosa que vean humo y te vengan a pedir una brasita. Y si te vienen a pedir algo, como agua, cuchillo,
hacha, una tacita de café, un terrón de azúcar, un mortero, una OLLA, o cualquier cacharro de esos que manguean siempre los pedigüeños,
vos les decís que nos afanaron todo. En fin, mientras no esté acá, no entra nadie, ¿capisce? Ni siquiera la buena suerte. ¡Nada!.
Está.: ¿La buena suerte? Quedate tranquilo que ni pisa esta casa, sabe cuidarse solita ella. Siempre anda alrendedor nomás.
Euc.: Callate y entrate a la casa, por favor, querés.
Está.: Seeee, me vua callar yo. Entro solita y me callo porque yo quiero, no porque usté me lo diga (mientras va metiéndose despacio a la casa.
Usa dedo acusador)
Euc.: ¡Cerrá con doble traba! ¡Poné la alarma también!. Ya vuelvo. ¡Qué angustia! Juro que me voy, pero volveré… volveré y seré millones.
Pero yo sé que si no voy a buscar la asignación van a sospechar que tengo la ollita. Ningún pobre se niega a recibir ayuda, sea lo que sea. Si es
por mí, yo ya tengo mi platita y es bastante. Para qué quiero más. No quiero sacarle a otro su posibilidad. Pero si no, van a sospechar. Encima,
cuanto menos quiero hablar para no meter la pata, más me saludan, me preguntan, me persiguen, me llaman... Así que voy a lo que voy y me
vuelvo.
ACTO II
Escena primera: Eunomia, Megadoro
(Salen de la casa de Megadoro o vienen del centro con unas bolsas de compras)
Eu.: Hermanito de mi corazón, yo quiero que sepas que si te digo lo que te voy a decir cuando te diga lo que te quiero decir, es porque te
quiero, pero te quiero en serio, no es de mentirita. Sé que dicen que las mujeres somos cotorras, hablamos de gusto, nos metemos en lo que
no nos incumbe… y es verdad, pero esta vez, tengo razón. Vos pensá, nadie te va a querer como yo a vos, ni vos a mí. (Cantando) Porque “te
quiero yo y tú a mí, somos una familia feliz”. Por lo que es natural que nos aconsejemos y nos cuidemos. Hay algo, que ya te dije que te quería
decir antes, ahora te lo voy a decir, y es algo de tu interés, por tu bien y tiene que ver con la familia.
Meg.: Hermanita, sos lo más. Choque la 5.
Eu.: ¿Soy lo más? ¡Pará! ¿alguna mujer es “lo más”? Dejate de pavadas.
Meg.: Sí, vos
Eu.: ¿Yo? ¿Vos estás bien?
Meg.: Si es así, pues no.
Eu.: Pensá bien Megadoro, no seas boludo. Todas las mujeres son cualquiera. Una peor que la otra. Y me incluyo.
Meg.: Cuando tenés razón, tenés razón.
Eu.: Escuchame bien.
Meg.: No ves que sos mujer. Si te escucho, te escucho. Pero, como dije antes, si tenés razón, tenés razón.
Eu.: Como te dije, es algo que te quiero decir que es para decirte algo bueno para tu futuro.
Meg.: No cambiás más.
Eu.: Me alegro.
Meg.: Bueno, vamos redondeando, ¿qué pasa?
Eu.: Se trata de una “cosa” que te trae felicidad (hace una pausa) e hijos…
Meg.: (dudando) Mmmm… ¡No! ¡Por Dios! ¿Dijiste hijos?
Eu.: Te tenés que casar.
Mag.: Ni en pedo, antes muerto que casado. La boca se te haga a un lado.
Eu.: Paraaa, calmate.
Meg.: Me quemaste la cabeza en dos segundos. ¿Estás loca? ¿Yo casado?
Eu.: A ver, ¿qué parte no entendés?. Si te digo que te casás, te casás. ¿O querés seguir viviendo de joda?
Meg.: No voy a hacer algo que no quiera.
Eu.: Es por tu bien, bobo.
Meg.: Ya te dije, antes muerto que casado… pero, si me das una mujer que entre en casa mañana y pasado ya no esté, me caso tranquilo. Si
aceptás eso, metele que son pasteles.
Eu.: Yo ya te tengo una candidata, tiene plata, es un poquito mayor, está para vestir santos, pero te conviene. Si querés, la pido para vos, te la
encargo hoy nomás.
Meg.: (hace gestos con las manos) ¡Pará, pará, pará! Una preguntita primero. Si yo ya estoy un poco grande y ella está para vestir santos,
suponete que le quede algún ovulito vivo y quede embarazada, ¿qué le ponemos de nombre al nene? ¿Póstumo? ¿ Y si me muero? Yo te
ahorro todo este trabajo hermana. Al fin y al cabo, tenemos de todo. Tener una mujer es estar atado a ser su sirviente, cocinarle, comprarle
ropa… ¿vos querés después pagar la tarjeta?
Eu.: Bueno, elegí una que te guste y listo. Pero te tenés que casar.
Meg.: Bueno, a ver, la nena del viejo Euclión está bastante linda. (Haciendo gestos con las manos) Ahora está medio gordita pero sigue
estando potable. ¿Te acordás de él? ¿El viejo de al lado?
Eu.: Sí, es bueno pobre.
Meg.: La hija, como te dije, está solterita. Es pobre. (Se ataja) No mirés así, ya te veo la cara y sé que se viene el batacazo. Pero si querés que
me case, esta es pobre y me gusta. Ella o nadie.
Eu.: Ok, si es así, pues sí.
Meg: OK, genial. ¿Algo más hermanita?
Eu.: No, no. Que sigas bien (entra en la casa de Megadoro)
Meg.: (solo en escena) Bueno, ahora a convencer al viejo. Estará en la casa. A ver, me voy hasta allá. ¡Oh, ahí viene!
Escena segunda: Euclión - Megadoro
Euc.: (habla para sí, no se da cuenta de la presencia de Megadoro) Yo sabía, sabía, que era al pedo, que no tenía que salir de casa. Otra vez
cambiaron la fecha de cobro de la asignación y no avisaron. ¡¿Cómo pude dejar mi ollita?! Yo estoy conmigo, pero también con ella, la olla.
¡Bah! Mi pensamiento. Me voy, me voy rápido por mi olla.
Meg.: (altisonante) ¡Buenos días señor, estimadísimo, adoradísimo vecino Euclión!
Euc.: (como queriendo esquivarlo y seguir su camino) ¿Que hacés Megadoro?
Meg.: (se le acerca y le toca el hombro) ¿Cómo le va? ¿Contento? ¿Bien de salud?
Euc.: (aparte) ¿Qué le pasa que está tan simpático este? A mí no me caga, este descubrió mi tesoro. Si un concheto está muy simpático con un
muerto de hambre como yo, quiere algo. Algo se trae entre manos.
Meg.: Decime vecinito, ¿te sentís bien?
Euc.: Sentirme bien, lo que se dice bien, ponele… Pero con respecto a la plata, para atrás, como siempre. ¡Estoy crocante de seco!
Meg.: Bueno, tampoco exageres. Con lo que tenés podrías vivir cómodo.
Euc.: (aparte) La vieja culona esta me descubrió el oro. ¡Seguro, seguro! Encima, como siempre, lengua larga, la yegua le contó a todo el
mundo. Cuando vuelva la voy a ahorcar con la lengua. ¡Ya va a ver! ¡Ju na gran puuuu! (hace gesto de golpe con el bastón o el látigo)
Meg.: Dejá de hablar sólo que parecés loco. ¿Qué te pasa? ¿En serio estás bien?
Euc.: (se exaspera un poco) Es que, ¿cómo querés que no esté refunfuñando? Soy pobre, tengo una hija soltera ya en edad de merecer y no se
le acerca nadie. ¿Cómo me la voy a sacar de encima? Ni una mini dote tengo para ofrecer.
Meg.: Bueno, cualquier cosita que ella necesite, me avisás. Si el problema es una dote, pedí nomás, se consigue. Todo es negociable, y cuando
digo todo, es todo.
Euc.: (aparte) Algo oculta este viejo querendón. No al pedo está tan simpático conmigo. Este está más cargoso que mosca en verano. Algo me
está por pedir, me muestra el pan en una mano y me tiene reservada una tosquita en la otra. Los ricos no son así con los pobres, son como
pulpos, si te agarran con el tentáculo no te sueltan más.
Meg.: (arranca tímidamente) Che Euclión… tengo una propuestita para hacerte. Nos interesa a los dos. Es rentable.
Euc.: (aparte) ¿Vieron? Este quería mi platita, me voy a pispear que la siga teniendo, no sea cosa que me hayan afanado.
Meg.: (gritando) ¡Pero pará! ¿A dónde vas? Me dejás hablando solo. (Para sí mismo) ¡Viejo loco!
Euc.: (dándole la espalda mientras se dirige a su casa) Sí, sí, sí, ya vengo. Veo una cosita y vengo.
Meg.: (solo) Este está tan perseguido con que es pobre que se va a creer que me le estoy cagando de risa. ( Haciéndose el lindo) Es medio
ridículo, de todos modos, que yo, Megadoro, prentenda a su hija. Y más si tenemos en cuenta que es pobre y pretencioso el viejo y, encima,
se hace el interesante.
Euc.: (aparte, saliendo de la casa) Bueno, ¡La casa está en orden! (uniendo las manos como Alfonsín) Gracias a Dios mi ollita está impoluta.
¡Me agarró un cagazo! Dije, esté me afanó mi tesorito, y de pensarlo casi me hago encima. Pero no, ya era desperdiciar mucho. Ahora sí
Megadoro, acá me tenés. Decime…
Meg.: (seriamente) Me.
Euc.: (se enoja) Dale Megadoro, no seas salame.
Meg.: Ah, cierto. Te quería hacer una pregunta, pero me la tenés que contestar en serio.
Euc.: Mientras que tenga ganas de contestar…
Meg.: (sacando pecho) Bueno, ¿qué te parece mi linaje?
Euc.: Bueno
Meg.: ¿Bueno qué?
Euc.: (se enoja) Tu linaje, papanatas
Meg.: (sacando pecho) ¿Te parezco honorable?
Euc.: (dudando) Mmm, ponele.
Meg.: (sacando pecho) ¿Y mi conducta?
Euc.: ¿Qué pasa con tu conducta?
Meg.: ¿Qué te parece?
Euc.: (indiferente) Mala no es…
Meg.: ¿Sabés cuantos años tengo?
Euc.: Y… si es por tus arrugas que parecen un sobaco de tortuga, te doy varios años…. Pero, así tendrás también platita vos.
Meg.: (casi a modo de reproche) Bueno, yo pienso que vos sos un ciudadano ejemplar Euclión
Euc.: (aparte): Este me olfateó el oro. (a Megadoro) ¿Qué querés de mí? ¡¿Qué pretende usted de mi?! (Aludiendo a Coca Sarli. Puede
cambiar el tono de voz)
Meg.: (seriamente) Chupe, chupe que es trabajo… Noo, chiste Euclión. (Agrandado) Vos me conocés a mí, yo a vos, ¡no da!... Noo, chiste de
nuevo. En fin, sabemos bien los dos de qué calaña es el otro… bueno ( lo dice rápido para no dejarlo pensar) quiero que me des a tu hija por
esposa. ¡Ya está!. Eso quería decir. ¡Prometémelo!
Euc.: (enojado) ¿Vos me estás jodiendo? ¿Qué te creés? ¿Sos tarado?
Meg.: (calmándolo) ¡Pero no! ¿Qué decís? ¡Te lo perjuro por la virginidad de tu hija!
Euc.: ¿Cómo se te ocurre entonces? Sigo creyendo que sos un tarado.
Meg.: Es un negocio, Euclión. Vos ganás y yo gano.
Euc.: (exaltado) ¡¿Qué voy a ganar?! ¡Si vos sos rico y yo pobre! No te voy a poder seguir el tranco. Voy a quedar como un pelotudo queriendo
cagar más alto de lo que me da el culo. Encima,seguro, después me vas a sacar el cuero, vos, tu familia, ¡el pueblo! ( Se va enojando solo)¡Son
todos una manga ratas, buchones, amigos de la yuta, gorras!
Meg.: (calmado) Yo no lo vería así, dime con quién andas y te diré quién eres… Dale, no seas mal arreado. Dejá que me case con tu hija.
Euc.: Pero yo no tengo dote para mi hija
Meg.: No se la des, si ya está bien dotadita… (hace gestos referentes al cuerpo) Quiero decir, de buenas costumbres. ¡Eso es suficiente!
Euc.: El que avisa no traiciona. Además te lo digo para que no creas que tengo en la cocina un tesoro enterrado con mucha plata. ¡Eso jamás!
Ni se te tiene que ocurrir, ¿escuchaste?!
Meg.: ¡Lo sé! No necesito que me digas que estás más seco que talón de croto. No hay que ser muy vivo para darse cuenta. Acepto los riesgos.
¿Me la das?
Euc.: Bueno (se oyen ruidos de pico en la cocina) ¡¡¡No!!! ¡La que la parió! ¿Qué son esos ruidos?
Meg.: (sorprendido) ¿Qué te pasa? ¡Vos no estás bien!
Euc.: (sobresaltado) ¿No escuchás los ruidos? ¿No sentís nada raro? ¡Pará! Voy a ver qué pasa (entra corriendo)
Meg.: (Le habla gritando mientras Euclión va entrando) ¡¿Pero no ves que es en mi casa?! ¡Mandé a poner un palo borracho en el jardín!
¡Loco! (ya solo) Este se fue de nuevo, me deja hablando solo ¡y no me da una respuesta! Me boludea porque soy rico. Si es así, se va a hacer el
banana al principio y después, cuando ya pase la oportunidad, no va a saber cómo arreglar el moco. No le voy a dar ni cinco de bolilla y la hija
gorda que tiene se va a morir virgen.
Euc.: (sale de su casa hablándole a Estáfila) ¡Vieja de mierda! Te juro que te voy a arrancar los ojos, la lengua, la nariz, los oídos, te voy a dejar
peladita la cabeza! (hace gestos con las manos) ¡Bruja! Y si no lo hago, ¡que me capen! ¡Que me saquen el poquitito, cortito, pedacito de
virilidad que tengo!
Meg.: (ofendido) Euclión, ¿me estás tomando el pelo? Soy viejo pero no boludo. Tres veces me dejaste hablando solo, ¿qué tengo, monos en
la cara?
Euc.: (casi indiferente) ¡No! Para nada, Megadoro. No sos el ombligo del mundo.
Meg.: (impaciente) ¿Entonces? ¿Me entregás la nena?
Euc.: Con una condición: sin dote. Pero no creas por eso que es infradotada, eh (enojado)
Meg.: Bueno, ¿me la das?
Euc.: Sí. Es tuya Juan, reclamala Juan, es tuya.
Meg.: (exaltado de alegría. Extiende los brazos al cielo) ¡Los dioses me son propicios! ¡Trato hecho nunca deshecho!
Euc.: (con dedo acusador) ¡Mirá que no voy a poner un sope!
Meg.: Ok, te juro que me quedó claro.
Euc.: Más vale que después no me reclames nada, eh.
Meg.: ¡Te lo juro! Bueno, entonces, ¿me puedo casar hoy mismo?
Euc.: Faaa que estás apurado. Yo no tengo drama.
Meg.: Bueno, entonces me voy a preparar la festichola. ¿Necesitás algo?
Euc.: (indiferente) No, nada. Que tengas suerte.
Meg.: (llama a un esclavo) ¡Pitódico! ¡Vamos! ¡Tenemos que ir a hacer las compras para la partuza! ( se pregunta a sí mismo) ¿Me harán
despedida de soltero?
Euc.: (solo) Este se quiere casar con la Fedria por la plata, la olfateó, pero me tengo que hacer el dolobu, porque si no va a sospechar más. Yo
no le entrego ni un peso. Si es rico, que se la banque.
Escena tercera: Estáfila – Euclión
Euc.: (gritá enojado hacia la puerta de su casa) ¡Che vieja! ¿Dónde estás? ¡Salí rápido, cotorra! ¡Ya sé lo que hiciste! ¡¿Anduviste divulgando
por ahí que tengo una dote enterrada en la cocina para mi hija?! ¡Vieja mentirosa, te estoy llamando! (Sale Estáfila de la casa) Ponete a lavar
los 4 cacharros mugrientos que tenemos en la casa que le prometí al viejo de al lado la mano de Fedria. ¡Ah! Se casa hoy.
Está.: (asustada) ¡No!¡¿Por qué tan rápido?!
Euc.: (la amenaza con el bastón) Andá, apurate, que no tenemos tiempo para tus quejas. Ocupate de que todo esté listo para cuando vuelva
del centro. ¡Cerrá bien la puerta! (Se va)
Está.: (sola) ¡Me cago en la puta vieja celestina! ¡Estamos condenadas la criadas por su herencia! Siempre nuestro papel es el mismo! Nunca
una fácil, ¡todas atorrantas! ¡Entregan la casita enseguida! ¡¿Qué hacemos ahora?! Está a punto de parir y la quieren casar. ¡Me va a cagar a
palos el viejo cuando se entere! ¡Pobre Fedria! ¡Pobre yo! Cuando se entere nos mata. (Entra a la casa de Euclión)
Escena cuarta: Estróbilo, Ántrax, Congrión, Frigia y Eulosia
Pit.: El amo me dijo que compre la comida, contrate el catering y a las flautistas. Me dijo que después de hacer eso, parta todo a la mitad.
Ánt.: Mmm… a mí no me partís, pillo. Ahora, si me querés enterito, voy a donde quieras.
Con.: (con picardía) Ahh pero no solo sos amaneradito y buenito, también sos putito. Porque fíjate que de última, si alguien te lo pide, estás
dispuesto.
Pit.: Ántrax, no aprovechés la volteada. No lo dije en el sentido que te interesa. Lo que pasa es que el amo por fin se casa hoy.
Ánt.: (sorprendido) ¿Quién es la novia? ¿Y el padre?
Pit.: Euclión, el viejo de al lado. Por eso me dijo que compre todo y lo divida a la mitad. Parece que el vecino no pone un peso.
Ánt.: (señalando cada una de las casas) ¿Decís que es entonces mitad para acá y mitad para allá?
Pit: Claro
Ánt.: ¿Me vas a decir que no podía comprar unos churrascos aunque sea?
(Pitódico y Congrión se ríen exageradamente)
Ánt.: (sin entender) Pero, ¡pará! ¿Cómo?
Pit.: ¿Cómo qué?, si ese viejo es más seco que piedra pómex
Ánt.: Jodeme
Con.: ¿En serio?
Pit.: Pero sí, igual para mi es de amarrete porque fíjate que dice que está re seco, al horno con papas y hasta le pide ayuda a los dioses y al
Estado en cuanto se le escapa un poco de humo de la casa. Es más, cuando se va a dormir, se pone un saco de cuero atado a la boca para no
usar más aire del necesario.
Ánt.: (burlándose) Sí, sí, claro. ¿También se tapa el ‘aujero’ del culo ahora? ¡Dejate de joder!
Pit.: Pero es posta, si te lo digo es por algo. Si vos me lo contaras, yo te creería.
Ánt.: Sí, bueno, ponele.
Pit.: Por ejemplo, cuando se baña, llora porque se gasta el agua.
Ánt.: (ingenuamente) ¿Vos decís que se copa y nos regala por su talento benigno nuestra libertad?
(Pitódico y Congrión se ríen otra vez exageradamente)
Pit.: Vos tratá pero si le pedís prestado el hambre para darle de comer, no te lo da. Es más, hace poco el barbero le cortó las uñas y se las llevó
el muy mugriento.
Ánt.: (se ríe y luego habla) Este sí que es un roñoso.
Pit.: Mirá, el otro día un milano le robo la carne para milanesas y el muy turro se fue hasta lo del pretor y le exigía llorando que le empiece un
juicio al tipito. Así que, obvio que es roñoso y que vive como un miserable. Así como esta, miles de historias te puedo contar. Pero bueno,
¿quién de ustedes dos es más rápido?
Ánt.: Yo, y también soy de mayor categoría.
Pit.: Pero estoy preguntando por un cocinero, no por un ladrón.
Ánt.: (ofendido) Si yo hablo de cocinero, ¿qué decís tarado?
Pit.: (a Congrión) Y vos, ¿qué decís?
Con.: Yo… soy
Ánt.: Si este es un cocinero pedorro, no trabaja más que una vez por semana.
Con.: (enojado y elevando la voz) ¡Pero cállate, bobo, cara de caca! Sos de cuarta y te haces el de primera.
Ánt.: (enojado y elevando la voz) Má que bobo y ladrón, ¡esta ladrón! (señalándose el miembro)
(Congrión y Ántrax comienzan a golpearse)
Pit.: (separando a los dos cocineros, colocándose entre ambos) Bueno, hay que resolver esto…. No quiero que se caguen a piñas después en
medio del casorio. Así que vos quédate ahí quietito (frenando con una mano a Ántrax) y vos (a Congrión) quédate de este lado. Nada de pasar
piñitas por atrás. ¡No sean pelotudos!
Se me ocurre lo siguiente: si los dos dicen ser tan copados, a ver cómo resuelven un mini campeonato gourmet… hagamos de cuenta que
Congrión es Arguiñano y Ántrax, Maru Botana.
Con.: (elevando la voz) ¡Má que Maru Botana! Este parece Zulma Lobato.
Ánt.: (ofendido) Callate, porque esto está rozando la discriminación. (Gritando) Te voy a denunciar, ¡no te lo voy a permitir! (agarra del brazo
a Congrión y lo sacude)
Pit.: (separando a los dos cocineros y ubicándose entre ambos) Bueno, bueno, ¡basta! Primera pregunta. ¿Cómo se hacen las papas noisette?
(Hablan ambos cocineros a la par hasta que Pitódico le da la palabra a Ántrax)
Ánt.: Vas al mercado, comprás las papitas enanas, las hervís, las dejás enfriar, les sacás la cascarita con mucho amor y después, las metés en
aceite re caliente. (Disfrutando) Mmmm, se me hace agua la papa, digo la boca.
Con.: (elevando la voz) ¡No ves que sos pelotudo! ¡Es más simple! Comprás papas, las hervís, hacés puré y después hacés bolitas que metés en
aceite. ¡Pueden estar rellenas y todo!
Ánt.: (fanfarroneando) Es que yo soy exclusivo.
Pit.: Bueno, ¡es clarísimo! Primer punto para Congrión. (Quejas de Ántrax). Segunda pregunta: ¿cómo se hace el pato a la naranja?
Con.: Agarramos un pato una semana antes, reemplazamos el agua de su alimentación por exprimido de naranjas y una vez culminado el
tiempo de preparación, le retorcés el cogote, lo pelas y lo mandás al horno.
Ánt.: (con tono de provocación) ¡Después me decís pelotudo a mí! Obvio que lo agarrás del cogote, pero con amor. (imita los gestos) El bicho si
no queda muy tensionado. Tenés que dejar que se muera de a poco, así queda bien, ¡bien flojito! Y es mentira lo del jugo de naranja,
¡ignorante! Le das agua. La naranja es para acompañar. Además economizás, estúpido. Después lo metés al horno y le hacés un menjunje con
naranjas y otras pavadas.
Pit.: ¡Muy bueno! ¡Punto para Ántrax!. (Los dos cocineros se pelean y Pitódico los separa) Última pregunta: ¿cómo se hace un buen asado
criollo?
Con.: Agarrás el trozo de carne, lo ponés al fuego y esperás comiendo unos zochori y tomando unos vinos.
Ánt.: Lo más importante de un buen asado es la calidad del pedazo de carne. ¡Siempre lo mismo Congrión! ¡A lo bruto vos! Hay que ser
paciente y delicado así el pedazo es más tiernito con uno después.
Pit.: ¡Leeeestoooooo! ¡Es más que obvio quién es el ganador! Ántrax, venís conmigo y llevás el cordero más gordo.
Ánt.: ¡Wiiiiiiiiii! (Hace el gesto con la mano en la pera acercándose a Congrión) ¡Chiva, chiva, chiva! Buenísimo, pásame el cordero.
Pit.: Vos Congrión, tomá el otro cordero y llevalo a lo de Euclión ( señala la casa de Euclión e indica a algunos que vayan con Ántrax y a otros
sirvientes que vayan con Congrión. También los acompañan Frigia y Eulosia) Ustedes síganlo a él, que no va a defraudarlos. Los demás…
vengan conmigo.
Con.: (enojado) Así cualquiera, se llevan el cordero más gordo. ¡Amarretes!
Pit.: No te quejés, fuimos generosos con el kilaje de la flautista que te tocó. Llevate a la gorda Frigia. Vos Eulosia, vení con los muchachos, que
te vas a divertir.
Con.: (sigue enojado) ¡Sos traicionero Pitódico! Me mandás a lo del viejo amarrete este. Ya veo que si necesito algo me quedo afónico de
pedirlo, el viejo se va a hacer el boludo y no me va a dar nada. ¡Esto es acomodo! ¡Sepanlón!
Pit.: A ver, si necesitás algo, traetelo de casa si ya sabés que el viejo es así. ¡Hacete hombre! Después decís que sos buen cocinero. Además te
liberás de que te acusen de chorro. Cada vez que vas a cocinar a algún lado falta algo… ¿ahí qué te va a faltar? ( señalando la casa de Euclión).
Acá (casa de Megadoro) vas a estar tentado, chiquitín. Mucha plata, mucha gente, mucho movimiento, te vas a tentar y después nos rompen
el culo siempre a los cocineros.
Ánt.: (Aparte) Mmm, me parece que me estoy arrepintiendo…
Con.: Bueno, dale. Me voy para allá.
(Salen de escena Ántrax y Eulosia)
Escena quinta: Pitódico – Estáfila – Congrión - Frigia
Pit.: (gritando) ¡Eh Estáfila! ¡Abrinos!
Está.: (cantando como ‘Pimpinella’) ¿Quién le é?
Pit. y Con.: (también cantando) ¡Soy yo!
Está.: ¿Qué le viene a buscar?
Pit. y Con.: ¡A ti!
Está.: ¡Ya es tarde!
Pit. y Con.: ¿Por qué?
Está.: Porque mi amo Euclión ya no quiere a nadie aquí.
Pit.: (gritando) ¡Abrí la puerta, pelotuda! Dejá de hacerte la artista.
Está.: Bueno, está bien. ¿Qué le quieren?
Pit.: Que te hagas cargo de todo esto, son las cosas del casorio (le tiran en los pies unas bolsas y cajas, y le ponen al lado a Frigia). Te traje
también al cocinero y a la flautista.
Está.: Todo muy lindo, todo muy lindo (revolviendo entre las cosas que traen) pero, ¿el vino dónde está?
Pit.: El vino lo trae después el amito.
Está.: Che, acá no hay leña para el cordero… ¿lo van a cocinar telepálticamente? Como esa publicidad de huevos Roberto, huevo. ¿No te
acordás?
Con.: (señalando hacia arriba en dirección a la puerta de la casa) Eso ahí del techo, ¿no son vigas de madera?
Está.: Sí
Con.: (exaltado) ¡Entones no mientás! ¡Ahí hay leña! ¿Para qué vamos a salir a buscarla afuera?
Está.: (enojada) ¡¿Vo me queré quemar la casa, vo?! ¡Te vua arrancar los pocos pelos que te quedan!
Pit.: (calmándola) No, Estáfila, déjate de joder. No le hagas caso. Vamos, entremos.
Está.: (se corre para que pasen) Bueno, pero con cuidadito eh. Pasen, pasen (hace gestos con las manos)
Escena sexta: Pitódico
Pit.: (a los esclavos que entran en la casa de Euclión) Bueno, me voy a fijar qué están haciendo los muchachos allá. Más vale que trabajen y
cumplan con lo que tienen que hacer. ¡Qué fastidio! Estos son más rápidos que la Chicholina. Voy a tener que vigilarlos bien para que no se
afanen nada. Son capaces de irse comiendo lo que van cocinando.
Escena séptima: Euclión - Congrión
Euc.: (lleva en la mano una corona de tulipanes) Yo quiero disfrutar un poco de la ocasión pero, ¿cómo hago con la inflación? ¡Está todo caro,
muy caro! El pescado, las papas, el tomate está como 44 el kilo, ya parezco Lita de Lázzari caminando en los mercaditos. ¡¿Cómo mierda!? Yo
pensé que con 6 pesos per cápita quedaba listo, ¡pero no me alcanza! Yo había guardado unos patacones hace unos años por si la Fedria se
casaba pero los escondí y no me acuerdo dónde los dejé. ¡Má sí!, que pague todo Megadoro, al fin y al cabo no quiero malgastar lo poco que
tengo en la fiesta, a ver si se acostumbra. ¡Que la ponga él a la tarasca! Lo único que llevo es incienso y coronas de flores para la diosa esa de
la cocina, la Lara, para que ayude a mi hija con el viejo decrépito este. Pero, ¡qué veo! (desesperado) ¡La puerta de mi casa abierta! ¡Hay ruido
por todos lados! ¡Esta vieja nunca entiende nada! ¿Me estarán robando? ¡Mi ollita! ¡Diosito, manteneme intacta la ollita!
Con.: (desde el interior de la casa a Estáfila) ¡Andá vieja a pedir una olla más grande a la casa de Megadoro! La que tienen acá es re pedorra
Euc.: (desesperado) ¡¡¡No!!! ¡Están hablando de la olla! ¡Mi olla! ¡Me están robando! Quieren una olla más grande, ¡viciosos! ¡¡¡Devuelvanme
mi tesoro!!! ¡Chorros! ¡Insurrectos! (entra corriendo)
Escena octava: Ántrax
Ánt.: (sale de la casa de Megadoro y les habla a los esclavos que están adentro) ¡Dromón, sacale las escamas al pescado!; ¡vos, Maquerión,
sacale el espinazo a la anguila y despellejala bien! Yo voy a la casa de al lado a pedirle al tarado de Congrión que me dé el molde de pan para
hacer flautas. ¡Desplúmenme el gallo, que quede bien, bien depiladito, peladito, lisito como la cabeza de Menghini! ( Se escuchan gritos de la
casa de Euclión) Uhhh, mirá los gritos que vienen de allá. Yo por las dudas me hago el dolobu y voy más tarde. A ver si la ligo también yo.
ACTO III
Escena primera: Congrión
Con.: (mientras sale de la casa de Euclión corriendo, escapándose con un cuchillo en la mano) ¡Abran paso! ¡Correte emo, wachiturro! ¡Salí de
ahí gato, wachipato! Rajemo que este viejo loco nos va a seguir cagando a palo. ¡Me duele todo! Mirá que se iba a poner así. ¡Vengan!
¡Vamos! ¡Sígamne los buenos! Nunca me habían agarrado a bastonazos como este viejo decrépito. ( Mira hacia la puerta de Euclión) ¡No! ¡Ahí
viene de nuevo! ¡No de nuevo no! ¡No de nuevo decía! (como la publicidad de Sprayette)
(Sale Euclión con el bastón o látigo persiguiéndolo)
Escena segunda: Euclión y Congrión.
Euc.: (a Congrión que huye. Exaltado) ¡Vení para acá papanatas! ¡Ladrón! ¡Que alguien lo ataje! ¡Policía! ¡Prefectura! ¡Guardia urbana!
Con.: (enojado) ¡Pero qué gritás, viejo loco!
Euc.: (gritando) ¡Te voy a denunciar, ladrón de cuarta! ¡Porquería! ¡Te voy a hacer meter preso! ¡Chorro!
Con.: Pero, ¿por qué? ¿Qué te hice?
Euc.: Primero, tenés un cuchillo en la mano… ¡no es de buen augurio! Para mí me querés afanar o matar. Segundo, esto es propiedad privada…
¡Respete larva! Tercero, andabas en busca de olla… ¡Eso también es mal augurio!
Con.: ¡Ah bueno! Si es así es delito para el golfista tener un palo de golf, para el futbolista una pelota y para mí, que soy cocinero, tener un
cuchillo. No es joda, en serio estás loco vos.
Euc.: (enojado) No te hagás el dolobu, ¡sinvergüenza! Tenías postura de clavármelo (imita la postura) ¡Me amenazaste!
Con.: (hace gesto de puñalada) Te lo tendría que haber clavado viejo, así te relajás un poco. ¡Yo no soy Giordano para que me pegues! Soy el
cocinero de la boda de tu hija.
Euc.: (amenaza con el bastón) Me dan ganas de volverte a cagar a palos, cien veces más, porque encima hablás pavadas.
Con.: No, si se te nota, estás siempre listo con el garrote como boy scout. A fuerza de palos me dejaste blandito y machucado como puré de
manzana. Ahora, decime una cosita, ¿qué necesidad de pegarme así?
Euc.: Y dale María con la canasta. Seguí preguntando lo mismo. (Vuelve a hacer gesto de golpe con el bastón) Me parece que vos sos como
Estáfila, te gusta que te peguen.
Con.: Si me tocás de nuevo, asegúrate dejarme sequito en el instante porque si te agarro te dejo listo para entrar en lo de Bonacorsi.
Euc.: Sí, sí, seguro, seguro. Pero ¿vos que hacías en mi casa? ¿Cómo hiciste para entrar?
Con.: ¡Pero encima sordo! Te dije que estoy cocinando para la festichola de Fedria.
Euc.: ¿Y quién te dijo a mí que me gusta que me cocinen las cosas? Capaz que me gustan crudas.
Con.: Yo solamente cumplo las órdenes de mi amo. ¿Me vas a dejar cocinar?
Euc.: ¿Vos no me vas a robar?
Con.: ¿Qué querés que te robe? Lo único que me importa es que al menos me dejes sacar mis cosas de tu cocina.
Euc.: Bueno, sí, igual soy re pobre, no vas a encontrar nada de valor. ¡Nada de nada! No tengo ni un tesoro enterrado en medio de la cocina, ni
mucho menos en una olla. Soy el más pobre del vecindario. ¡Má que del vecindario! ¡Del país! ¡Del continente!
Con.: ¿Y entonces? ¿Quién te entiende? ¿Qué motivo tenés para no dejarme cocinar?
Euc.: Ya sabés por qué. ¡Estabas chusmeando todos los rincones de mi rancho! Si hubieses estado quietito en la cocina no te pasaba lo que te
pasó. Y que te quede claro, si vas para mi casa o hacés algo sin que yo te lo ordene, te rajo la cabeza a palos (entra en la casa)
Con.: (a Euclión) ¡Pero para! ¡No me dejés acá! ¡Déjame terminar mi trabajo! Encima me va a salir más caro el médico de lo que cobro por
cocinarle a este mugriento. Si no me dejás entrar, ¡se va a armar un quilombo! ¡Un quilombo! ¡Un qui – lom- bo! (con el gesto de Guido Süller)
Escena tercera: Euclión y Congrión
Euc.: (vuelve a salir, guarda la olla bajo la capa. Para sí ) Esto que guardo acá abajito, va conmigo a donde vaya (A la olla) Hijita querida, yo te
amo, te cuido, te protejo, te escondo, te vuelvo a cuidar. Nadie nunca te va a gastar. Acá vas a estar intacta cual la virginidad de mi hija Fedria.
(a Congrión) Ahora sí, si querés entrar, entrá. Querés meterte con tu séquito de corruptos, metete. Yo me voy a dar una vuelta así no te mato
cada vez que te veo.
Con.: (enojado) Lo tuyo es abrir, abrirme la cabeza a garrotazos, abrirme la puerta… pero siempre cuando se te canta el culo.
Euc.: Dale dale, ¡dejate de quejar! ¡Entren, vagos de mierda, que se les paga para trabajar, no para quejarse!
Con.: (enojado) ¡Viejo loco! ¿Vos pagás? A mí me pagaron para que cocine, no para que te aguante.
Euc.: ¡Ma sí, decime loco lo que quieras, pero dejá de romper! Entrá y cociná o andate y disfruta de la cárcel.
Con.: Sí, que se te cumpla tres veces lo que me deseás, ¡forro! (entra en la casa de Euclión)