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A lo largo de nuestra vida, es necesario que el ser humano goce de un entorno que le
favorezca en su salud mental y bienestar en general. En este sentido, todos somos
potenciales usuarios de utilizar estos servicios de salud mental. Muchas personas
experimentan episodios esporádicos o de dificultad breve por lo cual necesitan de cierto
apoyo adicional, por otro lado otras personas presentan dificultades más severas como
discapacidad cognitiva, intelectual, psicosocial o padecen autismo, por consiguiente están
muy expuestas a sufrir violaciones de sus derechos humanos en los centros de salud mental.
Otra tensión dentro de la variable es que muchos de ellos presentan un diagnóstico dentro
del ámbito de la salud mental, sin embargo muchos otros no encuentran esta ayuda básica y
solo son como ellos mismos se denominan “supervivientes”.
Por esto es necesario entender que no puede haber salud sin salud mental, siendo
esta última discriminada tanto a nivel político, económico y social. Esto podemos verlo
reflejado en la desigualdad que existe en todo el mundo en comparación con la salud física
tanto en niveles políticos y presupuestos nacionales, ni en educación y prácticas médicas.
Se estima que a nivel mundial se destina menos del 7% de los presupuestos de salud a la
salud mental, siendo esto extremadamente preocupante, esto reflejado en el cálculo de que
se emplea menos de 2 dólares anuales por persona en salud mental.
1.1. Definiciones
En su Constitución, la OMS (Levav, 1992, citado por Ticona, 2014), define la salud
mental como un estado de completo bienestar físico, mental y social. En el área de
psiquiatría todavía están los que afirman que la salud mental es la ausencia de
enfermedades, aquellos que se atienden a los criterios tradicionales de la medicina en
cuanto a salud y enfermedad y protegen la salud mental diagnosticando y tratando las
enfermedades mentales. Consideran que la prevención y el tratamiento de los trastornos
mentales son problemas estrictamente médicos.
Según (Neumann y Voss, 1989, citado por Perales, 1989) la salud mental debe
entenderse, en términos muy generales, como la resultante del equilibrio adaptativo logrado
entre el hombre y su ambiente en sentido amplio, teniendo en cuenta dimensiones como la
mental, psicológica y social. Caracterizado por ser un campo de carácter multiprofesional.
Por otro lado en la psiquiatría se considera que la salud mental “es el estado de
equilibrio y adaptación activa y suficiente que permite al individuo interactuar con su
medio, de manera creativa, propiciando su crecimiento y bienestar individual, y el de su
ambiente social cercano y lejano, buscando mejorar las condiciones de la vida de la
población conforme a sus particularidades” (Vidal, y Alarcón, 1986, como se citó en
Carrazana, 2002).
Por lo cual entendemos, podemos concluir que la salud mental como globalidad
sería, por tanto, un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de alguna enfermedad o patología. Influyen factores tanto individuales como
ambientales los cuales influyen directamente en el estado mental de las personas.
2.1.1. Antecedentes históricos del trato hacia personas con discapacidad mental o trastornos
mentales en el Perú
En la historia del Perú pueden distinguirse tres etapas: Antiguo Perú, la colonia y la
república, en las cuales el trato hacia las personas con discapacidad mental o trastornos
mentales se diferencia sobre todo a partir de la concepción que se tenía de la salud y de la
enfermedad. Siendo ello así, a continuación procederemos a desarrollar brevemente dichas
etapas a fin de dar conocer cuál era el trato que se dispensaba a aquellas personas:
Antiguo Perú:
Javier Mariátegui señala que en el Perú antiguo la salud era vista como algo bueno
como resultado de la armonía entre el individuo y la naturaleza y entre aquélla y lo divino.
Mientras que la enfermedad es vista como una desviación de la norma moral o una
violación de la relación del hombre con Dios, en este sentido era vista como castigo o
pecado.
La colonia:
Durante esta etapa Caravedo Prado (citado por Ticona, 2014) afirma que prevaleció
la creencia de los migrantes españoles, la cual se caracterizaba por el pensamiento de que la
alineación mental era la manifestación de un ser espiritual, divino o demoníaco, que
habitaba el cuerpo de la persona o lo influenciaba desde afuera, siendo el alienado
ensalzado o perseguido según el espíritu que se supone lo habitaba.
Las investigaciones de (Kendall et al., 2013) y (Ticona, 2014) destacaron los casos
de: histéricos, maníacos, de aquellas personas con trastornos depresivos, epilépticos,
oligofrénicos, intoxicados, esquizofrénicos y aquellos con personalidad psicopática.
República:
Pese a este nuevo nosocomio a partir de 1924 las condiciones de asistencia a los
pacientes con enfermedades mentales comenzaron a disminuir. Esto se produjo
principalmente debido a que el hospital era por aquel entonces la única institución
psiquiátrica en todo el país, lo que generó: la centralización de la atención en Lima y el
aumento de la demanda en forma inversamente proporcional al aumento de los recursos
necesarios para una adecuada asistencia
Según el INEI (2018), el 65,9 % de las mujeres de 15 a 49 años de edad alguna vez
sufre de algún tipo de violencia; el 80% de niños, niñas y adolescentes han sido alguna vez
víctimas de violencia física y/o psicológica en sus hogares y/o escuelas; y, más del 45% de
adolescentes experimentaron, alguna vez, una o más formas de violencia sexual (Instituto
Nacional de Estadística e Informática, 2015).
Frente a todas las medidas tomadas para tener un mejor control de la enfermedad y
evitar así que esta siga propagándose, aminorando la tasa de contagios y muertes, “las
familias deben hacer esfuerzos para adaptarse a la nueva situación, siendo esta una
imposición, y generar hábitos para sobrellevarla” (Brooks, y otros, 2020) pues como seres
humanos estos últimos años hemos estado enfrentando situaciones inesperadas y
novedosas, a las cuales hemos aprendido a adaptarnos poco a poco, asimilando el contexto
actual y continuando con nuestras vidas.
Sin embargo, existe un antes y un después de esta emergencia sanitaria, quizá los
primeros días de confinamiento eran soportables y llevaderos, pero al pasar el tiempo este
cambio afectó la vida psicológica de las personas porque creó un desequilibrio en ellas,
específicamente en su forma de vida, muchas quizá perdieron su trabajo, por lo tanto, sus
ingresos económicos también disminuían, el hecho de aprender a convivir las 24 horas con
la pareja, los hijos u otros familiares consanguíneos, asumir además la educación de los
hijos desde el hogar, ha sido sin duda todo un reto, ya que al no encontrar soluciones para
que esta pandemia termine (cura de la enfermedad) pues se han presentado síntomas de
ansiedad, depresión, falta de control de impulsos, apatía o desesperación.
Hay otros estudios por ejemplo dirigidos solo hacia estudiantes universitarios donde
se puede observar también que existen indicadores de ansiedad y depresión se encuentran
en porcentajes altos, sobre todo en estudiantes de Humanidades, Ingeniería y Ciencias
Empresariales; a diferencia de estudiantes de Ciencias de la Salud, algo que puede
sustentarse por la simple razón de que poseen mayores recursos de afrontamiento a la
cuarentena, por lo que se menciona como estrategias de solución que en las universidades
se debería incorporar competencias o asignaturas, las cuales brinden mejores recursos
psicológicos para poder superar situaciones como la actual u otra que se perciba como
peligrosa.
Esta línea de ayuda no fue la única estrategia utilizada por el MINSA, sino que
también se creó un Plan de Salud Mental enfocado a apoyar a la ciudadanía a enfrentar en
forma adecuada las consecuencias de la pandemia originada por el COVID-19, teniendo
como propósito promover el bienestar de la población mediante la promoción del
autocuidado y cuidado mutuo para la mitigación del impacto de la pandemia y la atención
en salud mental a la población afectada.
La salud mental comunitaria aborda los problemas de salud mental de una manera
integral, colocando en el centro de su atención las condiciones emocionales y sociales en
las que se encuentran las personas, familias y comunidades. Desde allí, se plantean
propuestas de intervención que se orientan a la recuperación y fortalecimiento de las
relaciones sociales que se identifican como fragmentadas.
Por otro lado, busca y trabaja por el empoderamiento de las sociedades, vale decir,
no solo porque los derechos ciudadanos y el de la salud sean parte de la realidad, sino
también busca generar condiciones para que los ciudadanos, de manera organizada sean
protagonistas de acciones políticas y sociales que contribuyan a mejorar sus condiciones de
vida.
Es decir, se necesita que se formen relaciones entre los miembros para que sea más
factible el alcance de objetivos, estableciendo mecanismos para tomar decisiones de manera
colectiva sobre los planes a realizarse, velando por el bienestar general de toda su
comunidad y de cada uno de sus habitantes.
Perú es un país que lleva pocos años involucrándose de manera activa ante el
contexto del cuidado de la salud mental, debido quizá a la presencia de un Estado que
cumple sus funciones de manera deficiente y sobre todo ausente en muchas regiones del
interior del país, brindando un sistema de salud precario, dejando en un último lugar a la
salud mental, sin embargo, debido a la pandemia por la COVID-19, se le ha dado la
verdadera importancia a o cual nuestro país no ha sido ajeno, involucrándose en la creación
alrededor de 155 centros comunitarios alrededor del país que brinde servicio y atención
especial al cuidado de la salud de la población.
Se proponen que no basta conocer nuestros derechos, sino que es central desarrollar
la capacidad de ejercerlos. En nuestro país se observan razones sociales, económicas y
culturales por las cuales las personas no ejercen su derecho a la salud mental. Estas
barreras, sin embargo, no agotan el debate; creemos que existen otras líneas que cruzan el
análisis, tales como el escaso reconocimiento y valoración del derecho a la salud mental
como un derecho fundamental y como un elemento básico del desarrollo personal y social
en el país.
2.3.4.1. Características
2.4.1. Estrés
Las reacciones de estrés son definidas como el conjunto de situaciones difíciles de
controlar y que provocan emociones, especialmente negativas, en los humanos y sus
relaciones cotidianas (Sierra, 2003, p. 36-37).
El estrés por el aislamiento social no es adquirido por todas las personas de una
manera homogénea, debido a que existe una variación de vulnerabilidad con respecto a la
edad, género o actividad. Relacionado con ello, Huarcaya-Victoria (2020) menciona que las
reacciones de estrés por el aislamiento social se han evidenciado en un nivel más alto en
mujeres, jóvenes (18-30 años) y adultos mayores (60 años a más). Asimismo, la psicóloga
Alonso (2020) indica que la crianza de niños pequeños se vuelve más compleja para los
padres en un aislamiento social. Además, los niños y adolescentes también se ven afectados
por el aislamiento social al haber una variación en su rutina habitual, que les genera una
situación de estrés (MINSA, 2020). Es importante resaltar que el estrés puede desencadenar
en un trastorno de estrés postraumático, el cual es más complejo y grave. Este trastorno es
percibido en personas que experimentan reiteradas veces un trauma o una evitación de
actividades (MINSA, 2020).
2.4.3.1. La Violencia
El tema de la violencia es extenso por los distintos ámbitos en los que puede
presentarse, pero a manera general y para tener un punto de referencia explicaremos cómo
era la violencia de género hasta antes del inicio de la pandemia y cómo cambió ya durante
la pandemia. Antes que nada, este tipo de violencia genera consecuencias inmediatas y
agudas, así como de larga duración y crónicas. Entre las consecuencias más comunes de la
violencia física en agravio de las mujeres se encuentran la depresión, tendencia a intentos
de suicidio, trastornos de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, trastornos de sueño,
trastornos alimentarios y trastornos psicosomáticos. La violencia de género tiene un
importante impacto en la mortalidad.
Se estima que del total de homicidios ocurridos en Lima entre 2000-2008, el 12,0%
fue resultado de violencia de pareja. Del total de mujeres fallecidas por homicidios en ese
periodo, el 40,0% fueron asesinadas por su pareja.
A nivel nacional, el 4,7% de personas de 15 y más años de edad, fue víctima de
violencia física de pareja en el año 2020. El porcentaje fue mayor en mujeres (5,2%) que en
hombres (4,2%). En el grupo de 20 a 29 años el 5,9% fue víctima de violencia física de
pareja. En el grupo de 30 a 39 años de edad fue 4,9%.En el área urbana fue 4,9%.
En el área rural fue 4,0%. Entre las regiones naturales la de mayor porcentaje en la
declaración sobre violencia física de pareja, en el año 2020, fue la Costa (4,8%) y la de
menor porcentaje la Selva (4,5%).
Los indicadores de etnicidad, dan cuenta que las personas que fueron víctimas de
violencia física de pareja, fue mayor en aquellas que se autoidentificaron con el grupo de
origen mestizo (4,6%), seguido de las que se consideraron parte del grupo nativo (4,5%).
Según la lengua materna, no hay diferencias relevantes entre las personas que fueron
víctimas de violencia física de pareja en dicho año.
Ahora expondremos cómo es la situación en tiempos de pandemia en donde muchas
parejas han convivido durante la cuarentena. La situación se ha exacerbado a tal punto que
durante la cuarentena, se han cometido 21 feminicidios y 14 tentativas de feminicidio, se
han recibido 39,226 llamadas a la Línea 100 por violencia familiar, de las cuales
el 77% eran llamadas de una mujer, el 63% de una persona adulta mayor y el 20% era un
niño, niña o adolescente. Adicionalmente, la Defensoría del Pueblo hizo público que,
del 16 de marzo al 31 de mayo del 2020, fueron 202 casos de mujeres adultas y 355
de menores de edad reportadas como desaparecidas. Es decir, durante ese corto
periodo de tiempo, 557 mujeres fueron reportadas como víctimas de esta forma de
violencia. Preocupa saber que, sobre ellas, no se tiene información sistematizada que
permita identificar si se las encontró o no, o cuál fue finalmente su paradero.
Según el análisis de situación de salud del Perú 2019 menciona que la población
peruana entre el 2006 y 2016 vivía por debajo del umbral internacional de la pobreza y
hubo una reducción de 13.5% a 3.5%, ubicándose el Perú por debajo del promedio de
latinoamérica y el caribe aunque por encima de otros países del mundo, esta reducción se
puede ver en la encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) donde menciona que la población
con pobreza monetario se vio reducida entre el 2004 y 2017, disminuyendo de un 58.7% a
21,7% a nivel nacional, sobre todo en el área urbano, en cambio se establece con similares
valores en la selva que en la sierra y costa, como por ejemplo en los departamentos de
Tumbes y Madre de Dios se puede evidenciar una disminución de 3% en el periodo de
2004 a 2017, el resultado de la encuesta nacional de hogares (ENAHO) del año 2019 se
nota una disminución pequeña entre los años 2018 y 2019 ya que menciona que la pobreza
monetaria afecto en esos años a un 20,2% de la población del país. En cambio a partir del
2020 se puede ver un aumento de más de 10%, siendo esto en total 30,1%. Entonces se
podría decir que la crisis desarrollada por la pandemia del covid-19 ha provocado que las
personas se vuelvan más pobres, esto pueda deberse al cierre de puestos de trabajo,
reducción de personal en empresas, la falta de productos básicos, cierre de fronteras, en
general a paralización de la mayoría de actividades económicas,
Para Pedales, 1993 considera que hay dos tipos de pobres en la población peruana,
el primer pobre es el que logra superar sus adversidades, como muchas personas que
pueden no haber recibido ni la educación primaria, o tenga escasos recursos económicos
pero trata de resolver su problema como por ejemplo el conseguir una vivienda a través de
la invasión, adaptándose a cualquier situación por ejemplo al inicio de la invasión no se
tiene ningún servicio sanitario básico pero se irán implementando a través de los años. En
cambio el segundo pobre es el que tiene una actitud de frente a la vida perdedora a pesar de
que puede tener mayores beneficios que el primer pobre. Sin deseos de querer superarse o
tener esperanzas de que su futuro pueda mejorar.
Para Castillo (2015) Director general del instituto nacional de salud mental
“Honorio Delgado - Hideyo Noguchi” del Perú hace alusión a que las zonas más pobres de
las ciudades del Perú están en un mayor riesgo a sufrir estrés ya que las condiciones de vida
de estas personas se encuentran viviendo situaciones donde hay niveles altos de
desigualdad, inseguridad, violencia y con falta de protección social, al estar estresados,
estos ciudadanos pueden tener conductas desfavorables o alteradas en contra de su familia,
creando una situación de crisis para sus hijos y puede que ellos posteriormente repita su
comportamiento, a lo cual seria un circulo vicioso de la pobreza.
Las instituciones educativas deben de proveer un ambiente que sea seguro, confiable
donde se pueda desarrollar las habilidades cognitivas, emocionales y sociales lo cual es la base
de la salud mental, la relación de la salud mental con la educación se ve envuelta en los
problemas psicosociales y comportamentales que pueden afectar el aprendizaje, la convivencia
y el rendimiento escolar (sarmiento, 2019)
Entonces se puede entender que la etapa escolar brinda la capacidad para que el menor
pueda desarrollar su capacidad social, adquirir un sentido de identidad, autoestima, seguridad,
pertenencia, dominio, apoyo y participación social, cuando el niño u adolescente presenta
problemas emocionales, y a la vez de aprendizaje suelen tener un menor rendimiento
académico que puede desembocar en fracaso o la deserción escolar, esto afecta su salud mental.
Si hablamos de la variable política vemos que A partir del 2004 es que se empieza a
notar que existe una intención y decisión política sobre el tema de salud mental ya que se
encontraba dentro de la agenda interna de salud ese año, luego se crea el plan general 2005-
2010 que buscaba desestigmatizar la percepción de los trastornos mental, difundir la
importancia de la salud mental y dar una respuesta a la demanda de atención en salud
mental. Dentro de sus objetivos se puede destacar que consideran que la salud mental es un
derecho humano y u componente indispensable para el desarroll nacional sostenible,
también se integra el modelo de atención integral en salud mental y psiquiatria, también
consideraron desarrollar un programa de reparaciones en salud, esto debido a que se sabe
que en años anteriores la salud mental de todos los peruanos se vio afectado por los
diversos acontecimientos politicos como el terrorismo por lo que en la población peruana
genero sentimientos de desconfianza, temor y desesperanza hacia el estado u el gobierno, es
una secuela social, individual que persiste hasta el dia de hoy no solo por el acontecimiento
de terrorismo, sino también por los encandalos de los mandatarios, existe una inseguridad
de ser protegido por el estado. Escándalos que implican corrupción y el mal manejo de los
fondos y recursos peruanos,
Por ejemplo en el año 2019, se destinó 21 mil millones de soles para el sector de
salud pero para la atención de salud mental sólo destinaron 318 millones que equivale al
1,5% del presupuesto. En el 2021 el presupuesto dado para la salud mental en el Perú fue
de 300 millones de soles en general para todas las regiones del país. 18 millones menos que
hace dos años, Dentro de la política ha habido varios escándalos relacionados a la
corrupción, lo que hace dudar a los peruanos si realmente el dinero destinado a ciertas
necesidades como la salud mental realmente son utilizadas con eficacia.
En nuestro país se han emitido sucesivos Decretos Supremos que han ido ampliando
la cuarentena inicial dispuesta en el Decreto Supremo Nº 044-2020- PCM, a la vez que han
ido adoptando otras medidas.
En ese contexto y conociendo que la pandemia por COVID-19 está teniendo un
profundo efecto en todos los aspectos de la sociedad, incluida la salud mental, es que
resulta inevitable considerar sus dimensiones en esta grave problemática de manera
específica, por constituir un pilar con gran impacto en la conducta de las personas, familias
y comunidad.
En ese sentido, el artículo 13 del Decreto Supremo Nº 094-2020-PCM establece que
el Ministerio de Salud debe aprobar un Plan de Salud Mental “con la finalidad de contar
con un instrumento que permita a la ciudadanía enfrentar en forma adecuada el curso y las
consecuencias de la pandemia originada por el COVID-19”
Con la aplicación del “Plan de Salud Mental Perú 2020-2021” busca reducir el
impacto de la pandemia del COVID-19 en la salud mental de la población fortaleciendo sus
recursos individuales y comunitarios de afrontamiento y atendiendo a las personas con
problemas mentales en el contexto de la crisis económica social derivada de ella.
Este instrumento desarrolla dos componentes centrales: Primero, la promoción y
prevención en salud mental en el nivel personal, familiar y comunitario, desde la
perspectiva de la salud mental positiva que empodere a las personas, las familias y
comunidades, repare el bienestar y mejore la calidad de vida de las personas a través del
fortalecimiento de sus capacidades frente a las exigencias del contexto COVID-19. Este
afronte implica desarrollar actividades operativas como el fomento del apoyo mutuo,
solidaridad y cohesión comunitaria; el fomento de la resiliencia individual; el
entretenimiento saludable y seguro; la parentalidad positiva; el fortalecimiento del manejo
del estrés y afrontamiento positivo; y, el fomento de la actividad física. La promoción de la
salud mental es esencial para el cuidado de la salud integral y es efectiva en la medida que
permite fortalecer las habilidades y capacidades de las personas en un contexto de crisis
humanitaria para emprender una acción e impulsar la capacidad de los grupos o las
comunidades para actuar colectivamente con el fin de ejercer control sobre los
determinantes de la salud. Además, implica la articulación intergubernamental e
intersectorial para promover la salud mental, así como el desarrollo de estrategias de
comunicación social y en medios masivos que impulsen cambios en los modos de vivir y
relacionarse de las personas y comunidades.
En segundo lugar, el plan considera el fortalecimiento, expansión y articulación de
los servicios de salud mental comunitaria que incluye prioritariamente los centros de salud
mental comunitaria; unidades de hospitalización de salud mental y adicciones y unidades
funcionales de acompañamiento psicosocial en los hospitales generales; y, los diversos
servicios de salud mental, en el marco del modelo de atención comunitaria. La afectación
por la pandemia al personal de la salud, así como la aparición de nuevos problemas de
salud mental que se añaden a los preexistentes, hacen indispensable fortalecer la
organización y aumentar la disponibilidad de centros de salud mental comunitaria y de
servicios de salud mental en las IPRESS del primer nivel de atención y en los hospitales
generales, articulando un sistema de múltiples niveles de apoyos complementarios que
satisfagan las necesidades de los diferentes grupos vulnerables
En síntesis este plan de acción surge frente a la gran necesidad por parte de la
población de tener un apoyo a nivel de salud mental que le proveyese de estrategias de
afrontamiento ante el impacto de las repercusiones del covid-19, observando que el
individuo conforma la sociedad, se busca generar una red de apoyo y fortalecimiento a la
comunidad peruana. Si bien no se ha logrado encontrar investigaciones sobre la percepción
del peruano ante la salud mental en tiempos de covid, es notable la necesidad, el interés y la
toma de conciencia que se ha generado debido a la exigente y delicada coyuntura, tanto en
personas que han contraído la enfermedad, como familiares, como personal sanitario,
personas que se encontraban en grupo de riesgo o simplemente la población en general que
estaba al pendiente de los avances de la enfermedad. Esto podemos notarlo en las
estadísticas epidemiológicas que se mostraron con anterioridad.