Está en la página 1de 28

INTRODUCCIÓN

De acuerdo a la OMS la salud mental es un ámbito de interés prioritario en materia


de desarrollo y derechos humanos en el contexto del desarrollo del niño en la primera
infancia, la adolescencia y los objetivos de desarrollo sostenible.

A lo largo de nuestra vida, es necesario que el ser humano goce de un entorno que le
favorezca en su salud mental y bienestar en general. En este sentido, todos somos
potenciales usuarios de utilizar estos servicios de salud mental. Muchas personas
experimentan episodios esporádicos o de dificultad breve por lo cual necesitan de cierto
apoyo adicional, por otro lado otras personas presentan dificultades más severas como
discapacidad cognitiva, intelectual, psicosocial o padecen autismo, por consiguiente están
muy expuestas a sufrir violaciones de sus derechos humanos en los centros de salud mental.
Otra tensión dentro de la variable es que muchos de ellos presentan un diagnóstico dentro
del ámbito de la salud mental, sin embargo muchos otros no encuentran esta ayuda básica y
solo son como ellos mismos se denominan “supervivientes”.

Por esto es necesario entender que no puede haber salud sin salud mental, siendo
esta última discriminada tanto a nivel político, económico y social. Esto podemos verlo
reflejado en la desigualdad que existe en todo el mundo en comparación con la salud física
tanto en niveles políticos y presupuestos nacionales, ni en educación y prácticas médicas.
Se estima que a nivel mundial se destina menos del 7% de los presupuestos de salud a la
salud mental, siendo esto extremadamente preocupante, esto reflejado en el cálculo de que
se emplea menos de 2 dólares anuales por persona en salud mental.

A efecto de abordar la temática de manera profunda, el presente trabajo de análisis


teórico se divide en dos capítulos cuya presentación de contenido es la siguiente:

El primer capítulo tiene como objetivo dar a conocer conceptualizaciones básicas en


relación a la salud mental, como lo es su definición, el derecho al acceso de servicios de
salud mental, las características de una persona con salud mental sana, los componentes,
factores de riesgo y repercusión de la salud mental en el contexto COVID-19.

El segundo capítulo tiene como objetivo principal el análisis crítico y profundo de la


salud mental en el Perú, desde su evolución histórica, en el contexto del covid 19, también
identificar las diferentes áreas de salud mental que existen en el país, la identificación y
explicación de los trastornos mentales más comunes, los servicios actuales que brinda la
atención de salud mental y finalmente analizar la percepción de los peruanos respecto a la
importancia de la salud mental.
SALUD MENTAL EN EL PERÚ

1.  Salud Mental

1.1. Definiciones

El término de salud mental es un concepto que ha ido modificándose a lo largo de la


historia, esto en parte debido a los avances en el estudio, conocimiento y entendimiento del
ser humano; como así también por los diversos acontecimientos socioculturales que la
sociedad ha enfrentado a lo largo de su historia. Por tal motivo en este primer apartado
analizaremos las definiciones de salud mental de diversos autores y de diferentes enfoques
como la psiquiatría, psicología, ámbito clínico, etc. Con la finalidad de proponer una
conceptualización propia, a raíz del análisis de todos los conceptos revisados.

La salud mental, según Blanchet, se define como el estado de equilibrio psíquico de


la persona en un momento dado de la vida, y en el que confluyen el nivel de bienestar
subjetivo, el ejercicio de las capacidades mentales y la calidad de las relaciones con el
medio ambiente.

En su Constitución, la OMS (Levav, 1992, citado por Ticona, 2014), define la salud
mental como un estado de completo bienestar físico, mental y social. En el área de
psiquiatría todavía están los que afirman que la salud mental es la ausencia de
enfermedades, aquellos que se atienden a los criterios tradicionales de la medicina en
cuanto a salud y enfermedad y protegen la salud mental diagnosticando y tratando las
enfermedades mentales. Consideran que la prevención y el tratamiento de los trastornos
mentales son problemas estrictamente médicos.

Según (Neumann y Voss, 1989, citado por Perales, 1989) la salud mental debe
entenderse, en términos muy generales, como la resultante del equilibrio adaptativo logrado
entre el hombre y su ambiente en sentido amplio, teniendo en cuenta dimensiones como la
mental, psicológica y social. Caracterizado por ser un campo de carácter multiprofesional.

En el ámbito clínico, por mucho tiempo se ha homologado el concepto de salud


mental con el concepto de enfermedad mental, así cuando se piensa y planifica en salud
mental, las propuestas y proyecciones empiezan y terminan en enfermedad mental; también
se han utilizado los criterios de la medicina tradicional para referirse a la salud mental
(Dávila, 1994, como se citó en Carrazana, 2002).

Por otro lado en la psiquiatría se considera que la salud mental “es el estado de
equilibrio y adaptación activa y suficiente que permite al individuo interactuar con su
medio, de manera creativa, propiciando su crecimiento y bienestar individual, y el de su
ambiente social cercano y lejano, buscando mejorar las condiciones de la vida de la
población conforme a sus particularidades” (Vidal, y Alarcón, 1986, como se citó en
Carrazana, 2002).

En psicología cuando se habla de salud mental se la entiende como un “estado


relativamente perdurable en el cual la persona se encuentra bien adaptada, siente gusto por
la vida y está logrando su autorrealización. Es un estado positivo y no la mera ausencia de
trastornos mentales”. También se considera un estado normal del individuo (Davini, Gellon
De Salluzi, Rossi, 1968).

Por lo cual entendemos, podemos concluir que la salud mental como globalidad
sería, por tanto, un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de alguna enfermedad o patología. Influyen factores tanto individuales como
ambientales los cuales influyen directamente en el estado mental de las personas.

1.2. Derecho a la salud mental

En la Asamblea Mundial de la Salud de 2012 se adoptó una resolución sobre salud


mental en la cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó su preocupación ya
que en 2004 los trastornos mentales representaban el 13% de la carga de morbilidad
mundial, en forma de muertes prematuras y también porque, cuando solo se tomaba en
cuenta el componente de discapacidad al calcular la carga de morbilidad, los trastornos
mentales representaban el 25.3% y el 33.5% de los años perdidos por discapacidad en los
países de ingresos bajos y de ingresos medios, respectivamente.

1.2.1. Punto de vista jurídico

En nuestro país según la ley N° 30947 en el marco de lo establecido por el artículo 7


de la constitución política del Perú, “toda persona, sin discriminación alguna, tiene derecho
a gozar del más alto nivel posible de salud mental. El Estado “garantiza” la disponibilidad
de programas y servicios para la atención de la salud mental en número suficiente, en todo
el territorio nacional; así como el acceso a prestaciones de salud mental adecuadas y de
calidad, incluyendo intervenciones de promoción, prevención, recuperación y
rehabilitación”.

1.2.2. Punto de vista humano

Según estudios de (Carrazana, 2002) y (Holguín, 2007) En nuestra condición de


seres humanos, nuestra salud y la de nuestros seres queridos es un asunto de preocupación
cotidiana. Cualesquiera que sean nuestra edad, género o antecedentes étnicos y
socioeconómicos, consideramos que la salud es nuestro bien más básico y fundamental.

1.3. Características de la salud mental


De acuerdo a (Holguin, 2007) A nivel individual la salud mental implica, entre otros
aspectos: 
 La asunción de un proyecto de vida personal, a partir del reconocimiento de las
propias agencias y limitaciones
 La capacidad de autocuidado, empatía, tolerancia y confianza en la relación con las
demás personas.
 La facultad de postergar impulsos, deseos, gratificaciones inmediatas al mediar un
pensamiento guiado por los valores y principios familiares, sociales y culturales
interiorizados 
 El reconocimiento de la diferencia y límites entre el mundo subjetivo y la
percepción consensuada de la realidad.
 La capacidad de disfrute y de buscar sentido a la vida.
A nivel social, la salud mental implica, entre otros aspectos:
 Un tejido de relaciones sociales que vincule, organice e integre una variedad de
actores sociales, posibilitando alternativas y oportunidades para canalizar el
potencial transformador de individuos, familias, grupos y comunidades.
 Un estado garante de principios democráticos y de los derechos humanos, reconozca
y facilite los espacios y procesos de participación ciudadana.

1.4. Componentes de la Salud Mental


De acuerdo a (Johnson, citado por Pacheco, 2003) dice que la salud mental supone
un dominio de las áreas de la vida relacionadas con el amor, el trabajo, el juego e incluso
con la felicidad. Entre los componentes de la salud mental se encuentran los siguientes:
 Autodominio: La persona demuestra autonomía, sensación de separación,
independencia y una tendencia a creer en los valores y reglas de conducta por lo
cuales se rige su vida. La persona actúa de forma independiente, dependiente o
interdependiente, según considere necesario, sin perder de forma permanente su
independencia.
 Orientación del crecimiento: La persona quiere salir de su “status quo” para
progresar hacia su autorrealización y maximizar sus capacidades.
 Tolerancia de la incertidumbre: La persona se enfrenta a la incertidumbre de la
vida y a la certeza de la muerte con fe y esperanza.
 Autoestima: La autoestima de la persona se construye sobre el autoconocimiento y
la conciencia de sus talentos, capacidades y limitaciones.
 Dominio del entorno: La persona es eficaz, capaz, competente y creativa a la hora
de enfrentarse con el entorno y de influir en él.
 Orientación a la realidad: La persona distingue entre hechos y fantasías, entre el
mundo real y el mundo de los sueños y actúa de acuerdo con ello.
 Tratamiento individualizado del estrés: La persona experimenta las depresiones,
ansiedad, etc., de la vida diaria y es capaz de tolerar altos niveles de estrés, sabiendo
que esa sensación no va a durar siempre. La persona es flexible y puede
experimentar el fracaso sin auto castigarse. Habitualmente, la persona afronta crisis
sin necesidad de ayuda más allá del apoyo de la familia y amigos.

2. Salud Mental en el Perú

2.1. Evolución histórica de la salud mental en el Perú


De acuerdo a investigaciones recientes de (Kendall et al., 2013) y (Ticona, 2014)
Las secuelas de la violencia política son parte del pasado histórico de la población peruana
y latinoamericana. Sin embargo, múltiples factores hacen que este pasado persista de una
manera patologizante en la memoria de los pueblos que la padecieron; como una secuela
social e individual, la desconfianza persiste en el interior de las comunidades, la
inseguridad de ser protegidos por el Estado y la desconfianza entre vecinos son nocivas
para su bienestar y el desarrollo de su capital social.

2.1.1. Antecedentes históricos del trato hacia personas con discapacidad mental o trastornos
mentales en el Perú

En la historia del Perú pueden distinguirse tres etapas: Antiguo Perú, la colonia y la
república, en las cuales el trato hacia las personas con discapacidad mental o trastornos
mentales se diferencia sobre todo a partir de la concepción que se tenía de la salud y de la
enfermedad. Siendo ello así, a continuación procederemos a desarrollar brevemente dichas
etapas a fin de dar conocer cuál era el trato que se dispensaba a aquellas personas:

 Antiguo Perú:

Javier Mariátegui señala que en el Perú antiguo la salud era vista como algo bueno
como resultado de la armonía entre el individuo y la naturaleza y entre aquélla y lo divino.
Mientras que la enfermedad es vista como una desviación de la norma moral o una
violación de la relación del hombre con Dios, en este sentido era vista como castigo o
pecado.

Bajo esta concepción de la enfermedad, los antiguos peruanos distinguieron entre


alteraciones psíquicas congénitas (designadas con el vocablo quechua Upa y sus derivados,
que expresan inferioridad mental) y alteraciones psíquicas adquiridas o secundarias
(designadas con el vocablo quechua Utik, que expresa la alienación mental de un estado
anterior de salud psíquica). Encontrándose entre las patologías prevalentes del Antiguo
Perú: los trastornos depresivos, la intoxicación y el delirio alcohólico, así como el
alcoholismo crónico (consecuencia del consumo excesivo de la chicha) cuyos estragos eran
análogos a los que provoca en la actualidad, tal como lo sostiene Hermilio Valdizán.

Según Francisco Guerra, ante la presencia de tales patologías y debido a la creencia


que se tenía del origen sobrenatural de la enfermedad, las prácticas curativas en el Antiguo
Perú eran de orientación religiosa y en ellas el curandero representaba “el vector de los
dioses de los males de un ser que confiaba en su integridad y en su poder mágico”.  Son
precisamente los llamados curanderos quienes en su labor de asistencia administraban
recursos medicinales a base de plantas con acciones farmacológicas, ofreciendo así una
psicofarmacoterapia poderosa denominada “protopsicofarmacoterapia” por Javier
Mariátegui. (Kendall et al., 2013) y (Ticona, 2014)

 La colonia:

Durante esta etapa Caravedo Prado (citado por Ticona, 2014) afirma que prevaleció
la creencia de los migrantes españoles, la cual se caracterizaba por el pensamiento de que la
alineación mental era la manifestación de un ser espiritual, divino o demoníaco, que
habitaba el cuerpo de la persona o lo influenciaba desde afuera, siendo el alienado
ensalzado o perseguido según el espíritu que se supone lo habitaba.

Las investigaciones de (Kendall et al., 2013) y (Ticona, 2014) destacaron los casos
de: histéricos, maníacos, de aquellas personas con trastornos depresivos, epilépticos,
oligofrénicos, intoxicados, esquizofrénicos y aquellos con personalidad psicopática.

La forma de asistencia y trato que recibían aquellas personas dependía de su estado


psíquico y de su condición social. Así, a las alienadas “furiosas” y blancas se las aislaba en
los conventos, mientras que a las indias y negras se las recluía en las cárceles donde
recibían igual trato que los hombres “furiosos”. Por lo que se podía notar claramente la
desigualdad y discriminación que existía en esos tiempos respecto al acceso y correcta
atención del servicio de salud mental.

Asimismo, es importante señalar que en la colonia la Iglesia Católica a través del


Tribunal de la Inquisición, concibió la alienación mental como algo sobrenatural y a los
alienados mentales como “endemoniados”. Un ejemplo de la pésima situación en que se
encontraban los alienados en los nosocomios de la colonia es el del Hospital de la Caridad,
del cual se sostiene que “hacía estremecer de horror, pues no era sino un pequeño patio, de
ocho varas por cuatro, con cuartos para veintinueve amentes”. (Ticona, 2014)

 República:

De acuerdo a (Ticona, 2014) luego de que fuera proclamada la independencia del


Perú en el año 1821, la asistencia a las personas con trastornos mentales fue cada día más
deficiente y el mal estado de los hospitales donde se encontraban internadas llegó a tal
punto que incluso la Beneficencia Pública encargada de su administración los llamó
“verdaderas pocilgas”.

Según la literatura de (Ticona, 2014) y (Valdizán, 1915) concuerdan en que en esta


época uno de los puntos más resaltantes son las malas instalaciones y el mal estado de los
hospitales psiquiátricos que atendían a la personas con enfermedades mentales, por tal
motivo se generó la necesidad de la construcción de nuevos hospitales más aptos y dignos
para estos pacientes. En 1859 se inauguró el “Hospital Civil de la Misericordia”, el cual
contaba con una capacidad de 153 pacientes permanentes.

Pese a esta nueva instalación en 1884 la sobrepoblación de pacientes permanentes


superó la capacidad permitida, incluso llegando a albergar el doble. Por tal motivo se
presentaba una nueva deficiencia para una atención correcta de los pacientes, limitando la
adecuada implementación de las medidas terapéuticas. 

Posteriormente en años posteriores se construyó un nuevo nosocomio “Asilo


Colonia de Magdalena”, que posteriormente se pasó a llamar “Asilo Colonia Víctor Larco
Herrera” en honor al gran filántropo don Victor Larco Herrera.

Pese a este nuevo nosocomio a partir de 1924 las condiciones de asistencia a los
pacientes con enfermedades mentales comenzaron a disminuir. Esto se produjo
principalmente debido a que el hospital era por aquel entonces la única institución
psiquiátrica en todo el país, lo que generó: la centralización de la atención en Lima y el
aumento de la demanda en forma inversamente proporcional al aumento de los recursos
necesarios para una adecuada asistencia

2.2. Salud mental en el contexto del Covid-19

2.2.1. Comparación de la salud mental antes y después del Covid-19

Los problemas psicosociales y los trastornos mentales y del comportamiento,


constituyen los 2 campos de actuación del cuidado integral de la salud mental. Antes de la
pandemia por COVID-19, se estimaba que en el Perú existían 295 mil personas con
limitaciones permanentes para relacionarse con los demás por dificultades en sus
pensamientos, sentimientos, emociones o conductas. De estas, 67,8% (200 mil personas)
presentan discapacidad moderada y severa (Ministerio de Salud, 2017).

Según el Instituto Nacional de Salud Mental, el 20% de la población adulta y adulta


mayor padece de un trastorno mental, especialmente depresión, trastornos de ansiedad,
consumo perjudicial, abuso y dependencia del alcohol; y, el 20% de niños y niñas padecen
trastornos de conducta y de las emociones; además, en la población mayor de 12 años, los
trastornos más frecuentes son los episodios depresivos, con una prevalencia anual que varía
del 4% en Lima rural; y, se estima un promedio nacional de 7,6%.

Según el INEI (2018), el 65,9 % de las mujeres de 15 a 49 años de edad alguna vez
sufre de algún tipo de violencia; el 80% de niños, niñas y adolescentes han sido alguna vez
víctimas de violencia física y/o psicológica en sus hogares y/o escuelas; y, más del 45% de
adolescentes experimentaron, alguna vez, una o más formas de violencia sexual (Instituto
Nacional de Estadística e Informática, 2015).

Desde la existencia del virus conocido como “coronavirus” en China, actualmente


se sabe que el COVID-19, es una enfermedad que causa infecciones más que nada
respiratorias con síntomas que puede darse desde un resfriado común hasta enfermedades
respiratorias graves que ha generado un brote de contagio a nivel mundial, algo que
verdaderamente ha causado alarma en la población, ya que las cifras tanto de infectados
como de personas fallecidas aumentaba sin ningún control, más aún sin la presencia de un
tratamiento eficaz, debido a que, en ese entonces, la vacuna para dicha enfermedad estaba
muy lejos de estar a la disposición de todas las personas.

En nuestro país, Perú, se presenta el primer caso detectado en la ciudad de Lima, un


6 de Marzo del 2020 y seguidamente varios contagios, a lo cual el gobierno como medida
de protección decreta un estado de emergencia sanitaria junto a un estado de cuarentena y
aislamiento social para todos los habitantes a nivel nacional, que primeramente tendría una
duración de 15 días, sin embargo, debido al aumento de casos dicho periodo se iba
prolongando cada vez más, todo ello pensado en salvaguardar la salud física de la
población, pero dejando de lado el bienestar de su salud mental.

Basado en ello, se generan varias investigaciones para dar respuesta a múltiples


interrogantes sobre cómo el aislamiento social obligatorio ha repercutido en la salud mental
de las personas, de diferentes edades y condiciones. Si bien es cierto, la infección por
COVID-19 ocasiona en algunas personas síntomas y signos físicos graves que pueden
llegar a ser fatales, pero no podemos dejar de hablar del impacto psicológico que esta
pandemia ha dejado en la población; las consecuentes medidas de aislamiento pueden
agravar los problemas de salud mental de las personas que ya los padecían previamente, y
generar nuevos afectados, debido al miedo de contagio de uno mismo o el de familiares y
conocidos, el riesgo de muerte, la limitación en las actividades sociales, la acentuación de
las carencias materiales y económicas, y la reducción en el acceso a la atención médica y
psicológica, a todo lo cual se suma la incesante propagación de noticias alarmistas por parte
de algunos medios de prensa. (World Health Organization, 2020)

Al respecto, varias investigaciones en otros países, tanto en el personal de la salud


como en la población en general, revelan el impacto de la pandemia en la salud mental, así
como la necesidad de instalar medidas. Los trabajadores de la salud sufren una gran
presión, generada por el alto riesgo de infección, una inadecuada protección contra la
contaminación, un trabajo abrumador, el aislamiento y la discriminación, además de la
frustración ante la muerte de los pacientes y compañeros. Todo ello les genera reacciones
de estrés, ansiedad, depresión, insomnio, negación, ira y miedo, lo que no sólo perjudica la
labor con los pacientes, sino que puede tener un efecto a largo plazo en la salud mental. De
allí la necesidad de la intervención psicosocial y de asistencia psicológica directa.
(Ministerio de Salud, 2020)

La cuarentena ha resultado una experiencia bastante desagradable para todos porque


un aislamiento social implica cambiar hábitos diarios, rutinas ya creadas y nos lleva de
cierta forma a crear nuevas costumbres, un nuevo estilo de vida enfocado a este evento, el
cual al ser inesperado puede traer consigo consecuencias tanto psicológicas como sociales,
es decir, estamos hablando de un impacto a nivel psicológico de la sociedad en general.

El confinamiento nos ha traído cambios en diferentes ámbitos de nuestra vida, no


solo por perder nuestra libertad, sino que va más allá de eso como el cambio obligado de
los hábitos, la forma de comunicación, las relaciones interpersonales, el trabajo, la
educación, entre otros; y hemos necesitado adaptarnos a esta nueva forma de vivir
generando un estado de angustia, estrés e incertidumbre. Para Piaget (1981), el aprendizaje
torna sentido ante situaciones de cambio que generan la adaptación, definida como una
dinámica formada por dos procesos, asimilación, que consiste en la percepción de un nuevo
concepto o acontecimiento, pero a la luz de un esquema mental preestablecido, y la
acomodación, que consiste en la reestructuración de esos esquemas gracias a los nuevos
conceptos o experiencias, logrando así nuevas formas de pensar y actuar.

Frente a todas las medidas tomadas para tener un mejor control de la enfermedad y
evitar así que esta siga propagándose, aminorando la tasa de contagios y muertes, “las
familias deben hacer esfuerzos para adaptarse a la nueva situación, siendo esta una
imposición, y generar hábitos para sobrellevarla” (Brooks, y otros, 2020) pues como seres
humanos estos últimos años hemos estado enfrentando situaciones inesperadas y
novedosas, a las cuales hemos aprendido a adaptarnos poco a poco, asimilando el contexto
actual y continuando con nuestras vidas.
Sin embargo, existe un antes y un después de esta emergencia sanitaria, quizá los
primeros días de confinamiento eran soportables y llevaderos, pero al pasar el tiempo este
cambio afectó la vida psicológica de las personas porque creó un desequilibrio en ellas,
específicamente en su forma de vida, muchas quizá perdieron su trabajo, por lo tanto, sus
ingresos económicos también disminuían, el hecho de aprender a convivir las 24 horas con
la pareja, los hijos u otros familiares consanguíneos, asumir además la educación de los
hijos desde el hogar,  ha sido sin duda todo un reto, ya que al no encontrar soluciones para
que esta pandemia termine (cura de la enfermedad) pues se han presentado síntomas de
ansiedad, depresión, falta de control de impulsos, apatía o desesperación.

Según el MINSA (2020), en el Perú, los hallazgos preliminares de la encuesta


poblacional sobre salud mental durante la pandemia por COVID-19 y toque de queda,
donde participaron 58,349 personas, se encontró que el 28.5% de todos los encuestados
refirieron presentar sintomatología depresiva. De este grupo, el 41% de los encuestados
presentaron sintomatología asociada a depresión moderada a severa y el 12.8% refirió
ideación suicida. Las mujeres reportaron sintomatología depresiva en el 30.8% y en los
hombres el 23.4%, siendo el grupo etario con mayor afectación depresiva fue el de 18 -24
años.

Debemos tener en cuenta, que la sobreinformación acerca de los contagios a nivel


mundial como nacional ha traído también consecuencias negativas tanto en nuestra salud
física como también emocional, llegando a generar cierta hipocondría, conceptualizada
como “preocupación por el miedo a tener o la creencia de que se tiene, una enfermedad
física grave basándose en la interpretación errónea de síntomas corporales” (Brítez,
Torales, Valenzuela, & Chávez, 2012), en este caso el contagio por COVID-19. Y no
podemos dejar de lado, lo cambios emocionales, pues debemos tener en cuenta que el ser
humano es un ente biopsicosocial, ya que es un ser vivo que pertenece a la naturaleza,
consciente de su existencia y que recibe influencias tanto favorables como desfavorables
gracias al contacto que tiene con los demás, formando a la persona como un ser único e
irrepetible, entonces el compartir con su entorno resulta enriquecedor para la persona y
pues, este aislamiento ha alejado a muchas familias y seres queridos, y la falta de libertad
ha impedido que se los pueda ver o tener un acercamiento físico por el cuidado también de
su salud física, generando también sentimientos de angustia y tristeza.

Por todo lo expuesto, el Ministerio de Salud ha implementado diversos instrumentos


para el afrontamiento de la pandemia, entre ellas el apoyo psicosocial a través de la línea
telefónica 113 opción 5, que ha recibido durante el periodo del 8 de Abril al 14 de Mayo
del 2020, 24 802 llamadas, con un promedio de 657 llamadas diarias; siendo el 53% de
mujeres y el 47% de hombres. Con respecto a los motivos de las llamadas, el 82.35%
correspondió a orientación por estrés, el 12.68% por síntomas ansiosos y depresivos, el
2.10% por síntomas y/o diagnóstico psiquiátrico, el 1.52% por conflictos, y el 1.30% por
otros motivos (sólo el 0.1% hizo uso de la línea para denunciar por violencia contra las
mujeres, probablemente porque existen líneas específicas dedicadas a atender a dichas
usuarias). En relación al estrés, las principales preocupaciones como motivo de consulta
fueron: El temor al contagio propio y de la familia, el duelo por los familiares perdidos, la
inseguridad laboral y económica y los procedimientos para acceder al tratamiento
especializado y pruebas de descarte, refiriendo que esto les genera mucha ansiedad.
(Ministerio de Salud, 2020)

Según un estudio realizado sobre comportamientos desajustados, como indicadores


de salud mental de la población peruana, en el contexto de la presencia del COVID-19,
donde se utilizó el inventario de comportamiento psicosocial desajustado ante el COVID-
19 (INCOPSD), el cual evalúa 8 indicadores de comportamiento psicosocial como:
ansiedad, depresión, somatización, agresividad, desesperanza, intolerancia, desajuste
familiar y temores, teniendo una muestra de 883 participantes, arrojó que la mayoría de
encuestados fueron de sexo femenino, relativamente jóvenes de entre 17 y 40 años,
profesionales y estudiantes, mayormente de Lima, presentando altos niveles en los
indicadores de desesperanza (23.8%), somatización (23.2%) y la ansiedad (21.2%).

Podemos decir que los estudiantes por su condición de constante crecimiento y


sobre todo estar en una etapa de formación profesional han de haber sentido de forma
particular el impacto de esta pandemia, ya que al dirigirse hacia una etapa de adultez y de
pronta responsabilidad familiar no esperan que su educación sea de una manera virtual,
también se debe tener en cuenta que hay personas o jóvenes que viven del día a día, muchos
pagan sus estudios y salir de esa rutina entre su trabajo y educación, es algo que puede
causar un gran impacto psicológico, ya que muchos de ellos pueden haber perdido su
trabajo por la pésima situación económica que se empezó a presentar en todo el país.

Hay otros estudios por ejemplo dirigidos solo hacia estudiantes universitarios donde
se puede observar también que existen indicadores de ansiedad y depresión se encuentran
en porcentajes altos, sobre todo en estudiantes de Humanidades, Ingeniería y Ciencias
Empresariales; a diferencia de estudiantes de Ciencias de la Salud, algo que puede
sustentarse por la simple razón de que poseen mayores recursos de afrontamiento a la
cuarentena, por lo que se menciona como estrategias de solución que en las universidades
se debería incorporar competencias o asignaturas, las cuales brinden mejores recursos
psicológicos para poder superar situaciones como la actual u otra que se perciba como
peligrosa.

Esta línea de ayuda no fue la única estrategia utilizada por el MINSA, sino que
también se creó un Plan de Salud Mental enfocado a apoyar a la ciudadanía a enfrentar en
forma adecuada las consecuencias de la pandemia originada por el COVID-19, teniendo
como propósito promover el bienestar de la población mediante la promoción del
autocuidado y cuidado mutuo para la mitigación del impacto de la pandemia y la atención
en salud mental a la población afectada.

La OMS informa sobre la importancia de centrarse en la salud mental durante estos


tiempos inciertos, citando que las personas con condiciones como el consumo de alcohol y
drogas pueden experimentar una mayor recaída cuando están restringidas. En personas sin
problemas psiquiátricos previos, los episodios depresivos son causados por el aislamiento y
la falta de conexión social, la ansiedad por no saber el futuro, el miedo al contagio y la
muerte propia o de un familiar. (OMS, 2020)
Por ende, el Plan de Salud Mental del Ministerio de Salud está centrado tanto en la
promoción y prevención de la salud mental en el nivel personal, familiar y comunitario,
desde la perspectiva de la salud mental positiva que empodere a las personas, las familias y
comunidades, ayudando a reparar el bienestar y mejorando la calidad de vida de las
personas a través del fortalecimiento de sus capacidades frente a las exigencias del contexto
COVID-19.

Sin embargo, es importante también el fortalecimiento, expansión y articulación de


los servicios de salud mental comunitaria que incluye prioritariamente los centros de salud
mental comunitaria; unidades de hospitalización de salud mental y adicciones y diversos
servicios de salud mental, ya que como se sabe, la oferta de servicios de salud es
insuficiente para toda la población, muchas no tienen poco o ningún acceso a un cuidado
especializado, debido a que hablamos de poblaciones en zonas rurales, alejadas de ciudad o
departamentos con gran población, por lo tanto, es indispensable fortalecer la organización
y aumentar la disponibilidad de centros y servicios de salud mental del primer nivel de
atención y en los hospitales generales, articulando un sistema de múltiples niveles de
apoyos complementarios que satisfagan las necesidades de los diferentes grupos
vulnerables.

2.3. Áreas de la salud mental

2.3.1. Salud Mental Comunitaria

La salud mental comunitaria consiste en el mejoramiento paulatino de las


condiciones de vida comunal y de la salud mental de la comunidad, mediante actividades
integradas y planificadas de protección y promoción de la salud mental, de prevención de
malestares y problemas psicosociales y de recuperación de los vínculos personales,
familiares y comunales dañados y quebrados por la pobreza, las relaciones de los inequidad
y dominación y el proceso vivido durante el conflicto armado interno. Todo esto con la
comprensión, el acuerdo y la participación activa de la comunidad. (Martín & Pastor, 1991)

La salud mental comunitaria aborda los problemas de salud mental de una manera
integral, colocando en el centro de su atención las condiciones emocionales y sociales en
las que se encuentran las personas, familias y comunidades.  Desde allí, se plantean
propuestas de intervención que se orientan a la recuperación y fortalecimiento de las
relaciones sociales que se identifican como fragmentadas.

Por otro lado, busca y trabaja por el empoderamiento de las sociedades, vale decir,
no solo porque los derechos ciudadanos y el de la salud sean parte de la realidad, sino
también busca generar condiciones para que los ciudadanos, de manera organizada sean
protagonistas de acciones políticas y sociales que contribuyan a mejorar sus condiciones de
vida.

Para ello, se basa en la identificación y fortalecimiento de los recursos que la


comunidad posee. En ese sentido, contribuye al afianzamiento del sentido de comunidad,
así como la posibilidad de crear su propia historia produciendo nuevas formas de generar
cambios dentro de sí misma y fuera de su entorno.
         Las intervenciones de salud mental en las comunidades, ven a ésta como sujeto de
intervención y no como objeto de la misma, por lo que, buscan promover cambios en ella
en diferentes niveles como: condiciones sociales, vínculos y relaciones, autoestima, tanto
de la comunidad como de los que facilitan dichos procesos. Por lo que, se necesita la
participación activa de los diferentes grupos existentes con un enfoque que incluya la libre
expresión, propiciando así que todos tengan voz y voto al generar cambios dentro de la
comunidad.

         Es decir, se necesita que se formen relaciones entre los miembros para que sea más
factible el alcance de objetivos, estableciendo mecanismos para tomar decisiones de manera
colectiva sobre los planes a realizarse, velando por el bienestar general de toda su
comunidad y de cada uno de sus habitantes.

Al hablar de salud mental comunitaria, también se incluyen variables referidas a


aspectos de patología, que exceden variables individuales y que tienen que ver con una
problemática de salud pública y de orden político social. Por esta razón, la intervención
exige nuevas miradas que incorporen variables sociales, políticas, culturales, de género, de
etnicidad, etc.

Es fundamental que para realizar un trabajo comunitario se tenga conocimiento del


contexto, como también representaciones sociales, procesos de salud, prácticas comunes de
mantener la salud, el reconocimiento del valor de la población, la necesidad y la demanda
de las personas y comunidades.

Perú es un país que lleva pocos años involucrándose de manera activa ante el
contexto del cuidado de la salud mental, debido quizá a la presencia de un Estado que
cumple sus funciones de manera deficiente y sobre todo ausente en muchas regiones del
interior del país, brindando un sistema de salud precario, dejando en un último lugar a la
salud mental, sin embargo, debido a la pandemia por la COVID-19, se le ha dado la
verdadera importancia a o cual nuestro país no ha sido ajeno, involucrándose en la creación
alrededor de 155 centros comunitarios alrededor del país que brinde servicio y atención
especial al cuidado de la salud de la población.

Las afecciones de la salud mental, resultado de la pandemia han sido preocupante,


por lo tanto, ha sido una oportunidad de promover el desarrollo de plan estratégicos para el
cuidado de la salud y la mejora de condiciones de la población, en especial, la población
más vulnerable; quienes presentan un estado de sufrimiento emocional que puede volverlas
propensas a desencadenar un trastorno psicológico o peor aún agravar uno ya existente.

2.3.2. Salud Mental Educativa

Con la implementación del estado de emergencia nacional y la cuarentena se


produjo el cierre de colegios, universidades, espacios de encuentro social masivos,
ocasionando falta de estímulos, aislamiento, privación sensorial, pérdida repentina de lazos
emocionales directos con familiares, amistades, compañeros de estudios, y la interrupción
de apoyos psicosociales y de salud, afectando en mayor grado a las poblaciones
vulnerables.
En muchas investigaciones se ha evidenciado que adolescentes y estudiantes
universitarios, son quienes están más propensos de padecer un trastorno depresivo o
ansioso, y pues resulta importante que todo ellos puedan tener acceso a un servicio de salud
mental pero no solo en centros de salud o centros comunitarios, sino en un lugar que se
encuentre más cercano a ellos y pueda ayudarlos, que se dé cuenta de sus necesidades y
brinde apoyo para el fortalecimiento y cuidado de su salud mental.

Tanto el estado de emergencia y la pandemia experimentada por el COVID-19 ha


repercutido mucho en los estudiantes, el paso de un sistema educativo presencial a uno
virtual de manera inesperada ha repercutido negativamente en ellos, además que sus
dinámicas sociales cambian para darse mediante una pantalla, muchos dejaron sus lados y
otros dejaron de postular a universidades, pues como se sabe la economía de todos los
peruanos se vio altamente afectado, muchos perdiendo trabajos y no pudiendo sostener su
hogar o las necesidades de sus menores hijos.

También se ha encontrado que muchos de los estudiantes han presentado fenómenos


asociados al estrés académico, por lo que muchas de las instituciones han podido tomar
acciones como implementar estrategias para fortalecer la promoción y prevención de la
salud mental, ayudando a que el estudiante mantenga la motivación por el estudio y una
favorable percepción ante las demandas académicas que supone estar en un centro de
formación.

“Tanto la Unesco como Unicef coinciden en que los gobiernos latinoamericanos


deben dimensionar el impacto que la enseñanza en línea ha tenido en el aprendizaje y en la
salud emocional de los estudiantes para desplegar políticas públicas para ayudarlos”
(Gestión, 2021). El Ministerio de Educación menciona que las universidades deben
desarrollar una mirada de su comunidad, enfocada tanto en los estudiantes como los
diferentes miembros de su universidad, para que se sientan apoyados y no solos durante el
proceso de la pandemia, por lo que refieren que es importante fomentar la confianza,
solidaridad, ayuda mutua y redes de apoyo, lo cual ayudará a tener un bienestar y
formación integral en beneficio de toda su comunidad.

Si bien es cierto, la educación de niños también se ha visto afectada, presentando


muchas dificultades en su aprendizaje, debido a que debían adaptarse a una nueva
modalidad de estudios, donde prácticamente el padre o madre de familia cumplía el rol de
maestro, por lo que las recomendaciones eran dirigidas hacia ellos, en incentivar la
recreación, la actividad física y la crianza asertiva, sin embargo, aun así, esta realidad ha
generado verdaderas necesidades y estresores en la vida de los menores, aprendiendo a usar
herramientas tecnológicas, asumiendo retos completamente distintos a los habituales.

Según el Ministerio de Salud (2021) ha referido que 3 de cada 10 niños, niñas y


adolescentes ha presentado algún riesgo de problemas de salud mental. La escuela, además
de ser el lugar de la enseñanza formal, es también uno de los más importantes espacios de
socialización y juego para niñas, niños y adolescentes entre los 3 - 17 años de edad, lo que
hace pensar que el nuevo contexto y el confinamiento en casa supone un estresor en la vida
del infante o adolescente, lo que claramente causa repercusiones en el ámbito académico y
la disciplina que los padres le inculquen.
2.3.3. Salud Mental en el contexto político-económico

Las últimas décadas, a nivel mundial se observa un aumento de los problemas de


salud mental, y el Perú no está al margen de esta situación. Ello se explica por múltiples
factores demográficos y sociales. Además, con el aumento de la esperanza de vida, son
cada vez más las personas que viven hasta edades en las que hay mayor riesgo de que se
produzcan ciertos trastornos psíquicos, especialmente la demencia.

Por otro lado, el desarrollo económico, el mercado y la globalización han generado


diferentes cambios sociales que tienen repercusiones en las relaciones humanas y en las
subjetividades. Galende (1998) propone que “el profesional de la salud mental de hoy está
obligado a pensar conjuntamente los problemas del sufrimiento mental del individuo y las
dinámicas de integración-exclusión social”; es decir, los cambios sociales han redefinido
las subjetividades y el lugar en el que se mueven dentro de los grupos.

En nuestro país, la pobreza, la desigualdad, la exclusión y la discriminación, como


ejes que atraviesan nuestra historia y que se han acentuado durante las últimas décadas,
están en la base del aumento de los problemas de salud mental y, a su vez, dan cuenta de las
características que los definen.

Además, Castellón y Lapante (2005) señalan que “el contexto sociopolítico y


económico que enfrenta el Perú desde hace unas décadas ha generado un ambiente
propicio para que sus pobladores desarrollen e incrementen sus problemas de salud
mental”. No sólo se trata de una condición de pobreza, exclusión, violencia o
discriminación, factores que generan un aumento en los problemas de salud mental, sino
que son condiciones que, en sí mismas, constituyen problemas de salud mental. Ello se
explica porque estas condiciones restan posibilidades de acción, decisión y despliegue de
capacidades tanto al sujeto como a la comunidad. Además, los colocan en un estado de
desconocimiento frente a su entorno, expresado en la falta de control sobre las
circunstancias externas. Por otro lado, estas circunstancias dejan a los grupos poblacionales
fuera del reconocimiento estatal, con lo cual se merma su salud mental.

Se proponen que no basta conocer nuestros derechos, sino que es central desarrollar
la capacidad de ejercerlos. En nuestro país se observan razones sociales, económicas y
culturales por las cuales las personas no ejercen su derecho a la salud mental. Estas
barreras, sin embargo, no agotan el debate; creemos que existen otras líneas que cruzan el
análisis, tales como el escaso reconocimiento y valoración del derecho a la salud mental
como un derecho fundamental y como un elemento básico del desarrollo personal y social
en el país.

El confinamiento decretado por el gobierno ante la crisis mundial por COVID-19,


ha afectado diversos aspectos en la calidad de vida de las personas, indistintamente del
grupo etario y del contexto sociodemográfico-cultural. De esta manera, la actividad física
en niños y adolescentes en espacios abiertos, es insuficiente y limitada, lo que se refleja en
sedentarismo y con posible consecuencia a largo plazo de mayores tasas de obesidad
infantil. Estos patrones en muchos países del mundo están aumentando rápidamente, sin
embargo, una de las razones actuales podría ser los avances en la tecnología moderna,
donde niños y adolescentes invierten más tiempo en el uso de las tecnologías.

En el ámbito económico también ha sido afectado por la cuarentena, debido a


despidos laborales, ya que dejaron a muchas personas sin poder llevar dinero para el
sustento familiar, y también está afectando el normal desenvolvimiento de las actividades
productivas del país.

La calidad de vida en personas con COVID-19 está mayormente afectada en


comparación a personas sanas, debido al aislamiento, a las preocupaciones por el estado de
la propia salud y del impacto económico para la familia.

La incertidumbre, el miedo y restricciones relacionadas con la pandemia causada


por el SARS-CoV-2 han representado desafíos particulares, especialmente en personas
diagnosticadas con COVID-19, debido a las medidas de emergencia sanitaria, como la
cuarentena, el confinamiento y el distanciamiento social, dichas personas se han visto
mucho más afectadas, incrementando su nivel de preocupación, ansiedad y frustración,
debido al temor de perder la vida, o incluso poder afectar la economía de su hogar al quedar
desempleados.

2.3.4. Salud Mental en el contexto Laboral


Como hemos visto el cuidado de la salud mental está presente en diferentes
contextos y el laboral no es una excepción. Según Cobo & López (2011), cuando se habla
de salud laboral o bienestar laboral podemos inferir que hace referencia a la situación de
seguridad física, mental y social en la que se encuentran los colaboradores de una
organización, esto con la finalidad de prever medidas de control dirigidas a fomentar el
bienestar y reducir o  eliminar  los  riesgos  de  enfermedades  o  accidentes. Tomando  en 
cuenta  que  la  salud física y mental es una de las dimensiones que contribuyen a que los
seres humanos tengan una calidad de vida, y más aún en el ámbito laboral, un buen estado
de salud permite el adecuado desarrollo de la actividad laboral y constituye la base para
conseguir y mantener un adecuado bienestar en el trabajo.De esta manera,en el caso que
exista un riesgo psicosocial que puede afectar de alguna forma a los colaboradores de una
organización, se ve reflejado no solo en la calidad de vida sino también que produce un
impacto negativo en las condiciones productivas de la organización,  es  decir,  para  lograr
productividad,  sostenibilidad,  competitividad  y  un correcto  desarrollo  de  las  labores 
organizacionales  es  de  vital  importancia  que  sus empleados o colaboradores gocen de
buena salud física y mental, lo que se logra a través de un bienestar laboral.
En el contexto organizacional se crea un ambiente que enmarca el clima y la cultura
de una organización los cuales son de vital trascendencia el uno para el otro, ya que el
clima es fuente importante para que se dé en la cultura organizacional aspectos como
creencias, comportamientos y valores compartidos por los miembros de la comunidad
laboral.
El clima en las organizaciones tiene varios componentes que van desde la estructura
de la organización y todo su espacio físico, hasta el ambiente social que se vive, como el
tipo de relación que llevan los empleados, su comunicación y los resultados que se dan
dentro de la organización. 
Los factores y estructuras del sistema organizacional producen un clima
determinado en dependencia  de  la  percepción  de  estos  por  parte  de  sus  miembros. 
El  clima  resultante induce  a  los  individuos  a  tomar  determinados  comportamientos. 
Estos  inciden  en  la actividad de la organización y, por tanto, en su sentido de pertenencia,
la calidad de los servicios que prestan, así como en su efectividad, eficiencia, eficacia,
impacto social y en el  desempeño  general  de  la  organización.(Salazar et al., 2009).
Para  los  autores  Margarita  Chaing  Vega  y  Sonnia  Alexandra  Heredia,  el 
concepto  de clima  organizacional  y  salud  psicológica  no  pueden  ni  deben 
relacionarse  de  manera aislada,  pues  estos  contienen  entre  sí una  relación 
bidireccional,  si  bien  el  clima organizacional se relaciona más directamente con las bases
estructurales de la empresa y con  la  concepción  que  tiene  ésta  del  empleado  (bien  sea 
que  este  represente  para la empresa un sujeto pasivo, activo o dinámico) se relacionará
con el rol que el trabajador desempeña  en  la  organización. El  término  de  salud 
psicológica  tiene  que  ver  con  el individuo por fuera de la organización y cómo este se
representa a sí mismo dentro de esa organización estructurada. Por tanto, al hablar de Clima
Organizacional, necesariamente deberemos hablar de Salud Psicológica de los empleados.

2.3.4.1. Características

Los factores y estructuras del sistema organizacional que producen un clima


determinado:
 Ambiente físico: comprende el espacio físico, las instalaciones, los equipos
instalados, el color de las paredes, la temperatura, el nivel de contaminación, entre
otros.
 Características estructurales: como el tamaño de la organización, su estructura
formal, el estilo de dirección, etcétera.
 Ambiente social: que abarca aspectos como el compañerismo, los conflictos entre
personas o entre departamentos, la comunicación y otros.
 Características personales: como las aptitudes y las actitudes, las motivaciones, las
expectativas, etcétera.
 Comportamiento organizacional:compuesto por aspectos como la productividad, el
ausentismo, la rotación, la satisfacción laboral, el nivel de tensión, entre otros.
Factores de riesgo que atentan contra el clima laboral y provocan la presencia de
problemas psicológicos:
 Cargas de trabajo excesivas.
 Exigencias contradictorias y falta de claridad de las funciones que se deben
desempeñar en un puesto o cargo determinado.
 Falta de participación en la toma de decisiones que afectan al trabajador y en la
forma en que se lleva a cabo el trabajo.
 Inseguridad o incertidumbre sobre el futuro laboral.
 Comunicación ineficaz, poco asertiva y falta de apoyo por parte de directivos o los
compañeros, lo cual genera conflictos que no se resuelven de manera satisfactoria.
 Acoso psicológico y sexual.
 Exposición a otras violencias como intimidación y críticas que pueden generar
frustración y sentimientos de temor, rabia y minusvalía.
 Condiciones laborales inadecuadas, tales como oficinas con espacio físico reducido
y ambiente congestionado, escasez de luz natural y mala ventilación contribuyen en
la aparición de estrés y tensión.
 Los trabajos repetitivos o rutinarios y la falta de oportunidades para utilizar los
propios conocimientos, habilidades y destrezas del trabajador generan frustración y
desmotivación y afectan la autoestima (Ministerio de Salud, 2017).
Lógicamente la pandemia que atravesamos exigió mucho de las organizaciones y de
los colaboradores, pasando de la convencional ejecución de labores al teletrabajo o el
trabajo remoto. Esto supuso la exposición a factores estresantes ante los nuevos retos que el
teletrabajo conlleva.

2.4. Trastornos mentales más comunes en el Perú 


Como hemos visto la llegada del covid-19 causó alarma y estrés en la población por
el creciente número de pacientes, esta reacción no hizo más que empeorar por otro tipo de
pandemia, la “desinformación” circulaba a través de las redes sociales e inclusive la
exageración de ciertos medios televisivos. Por otro lado, una de las medidas impuestas por
el gobierno con el fin de disminuir la propagación de contagios fue el aislamiento social y
posteriormente el distanciamiento que permanece en la actualidad. Esta situación generó
más que nada un aumento en las emociones negativas como el nerviosismo, ansiedad, el
estrés, indignación, incertidumbre y una disminución de sensaciones positivas como
bienestar, seguridad, estabilidad, esto por supuesto significó un caldo de cultivo para la
generación de nuevos males como las patologías mentales. Tampoco debemos olvidar los 
efectos  en  la  salud mental de las personas infectadas que experimentaron situaciones de
rechazo. A continuación se expondrán los problemas a nivel psicológico más comunes en el
Perú, se tomarán los datos epidemiológicos hasta antes de la llegada del covid-19 al Perú y
se contratarán con cifras actuales de casos registrados.
El Ministerio de Salud ha implementado diversos instrumentos para el
afrontamiento de la pandemia, la implementación de líneas telefónicas de apoyo fue una de
las primeras estrategias desarrolladas en coordinación con la Dirección de INFOSALUD.
Comprendió el apoyo psicosocial para ayudar a la población a gestionar sus emociones
frente a los retos emergentes. Se realizó a través de la línea telefónica 113 durante el
periodo de abril a julio del 2020. La opción 3 sub opción 1 fue destinado al soporte
emocional del personal de salud y la opción 5 para la población en general. La opción 5
recibió durante el periodo del 8 abril al 14 de mayo del año 2020, 24 802 llamadas, con un
promedio de 657 llamadas diarias; siendo el 53% de mujeres y el 47% de hombres. Con
respecto a los motivos de las llamadas, el 82.35% correspondió a orientación por estrés, el
12.68% por síntomas ansiosos y depresivos, el 2.10% por síntomas y/o diagnóstico
psiquiátrico, el 1.52% por conflictos, y el 1.30% por otros motivos (sólo el 0.1% hizo uso
de la línea para denunciar por violencia contra las mujeres, probablemente porque existen
líneas específicas dedicadas a atender a dichas usuarias). En relación al estrés, las
principales preocupaciones como motivo de consulta fueron: El temor al contagio propio y
de la familia, el duelo por los familiares perdidos, la inseguridad laboral y económica y los
procedimientos para acceder al tratamiento especializado y pruebas de descarte, refiriendo
que esto les genera mucha ansiedad.
El director de Salud Mental del Minsa, Yuri Cutipé, precisó que en el 2021 se
atendieron más de 1 300 000 casos de problemas vinculados a la salud mental. “La mayor
parte de estos casos son de personas, de todas las edades, con desórdenes depresivos o
trastornos de ansiedad, pero también con trastornos mentales severos; como trastornos por
consumo de sustancias y otras drogas, psicosis, bipolaridad o problemas del desarrollo,
entre otros”.
Antes de la pandemia por COVID-19, el 20% de la población adulta y adulta mayor
padecía de un trastorno mental, especialmente depresión, trastornos de ansiedad, consumo
perjudicial, abuso y dependencia del alcohol; y, el 20% de niños y niñas padecían trastornos
de conducta y de las emociones (INSM, Estudios Epidemiológicos de Salud Mental).  

2.4.1. Estrés
Las reacciones de estrés son definidas como el conjunto de situaciones difíciles de
controlar y que provocan emociones, especialmente negativas, en los humanos y sus
relaciones cotidianas (Sierra, 2003, p. 36-37).
El estrés por el aislamiento social no es adquirido por todas las personas de una
manera homogénea, debido a que existe una variación de vulnerabilidad con respecto a la
edad, género o actividad. Relacionado con ello, Huarcaya-Victoria (2020) menciona que las
reacciones de estrés por el aislamiento social se han evidenciado en un nivel más alto en
mujeres, jóvenes (18-30 años) y adultos mayores (60 años a más). Asimismo, la psicóloga
Alonso (2020) indica que la crianza de niños pequeños se vuelve más compleja para los
padres en un aislamiento social. Además, los niños y adolescentes también se ven afectados
por el aislamiento social al haber una variación en su rutina habitual, que les genera una
situación de estrés (MINSA, 2020). Es importante resaltar que el estrés puede desencadenar
en un trastorno de estrés postraumático, el cual es más complejo y grave. Este trastorno es
percibido en personas que experimentan reiteradas veces un trauma o una evitación de
actividades (MINSA, 2020).

2.4.2. Prevalencia de trastornos mentales en población peruana con COVID-19


El Estudio de Prevalencia de trastornos mentales en población peruana con
COVID-19 atendida en el programa “Te Cuido Perú” se propuso determinar la prevalencia
de trastornos mentales en población peruana atendida vía llamadas telefónica en el
programa “Te cuido Perú” en el contexto de la pandemia por COVID-19. Estudio fue
descriptivo y transversal, participó una muestra constituida por 2,375 personas (60%
mujeres y 40% hombres) provenientes de Lima Metropolitana y la provincia del Callao, así
como de ciudades como Arequipa, Huancayo, Amazonas, San Martín, Tacna, Ucayali,
entre otras con diagnóstico de COVID-19 atendidas entre los meses de abril y octubre del
2020 vía llamada telefónica en dicho programa.  Se establecieron los siguientes criterios de
selección: hombres y mujeres con diagnóstico previo de COVID-19 mediante pruebas
serológica, rápidas (IgG) y/o moleculares (IgM), con edades iguales o superiores a 20 años,
que hayan recibido atención psicológica vía online a nivel nacional en el programa “Te
cuido Perú”. Se excluyó del estudio a población inmigrante (N=69) que fueron
diagnosticados con COVID-19. 
Para la recolección de la información se utilizó el protocolo de intervención
elaborado por el programa “Te Cuido Perú”, los ítems de MINI entrevista neuropsiquiátrica
internacional y el examen mental. El protocolo de intervención recabó información sobre
datos de afiliación, condiciones de salud preexistentes de salud física y mental, condición
en la que se encuentra en momento actual y requerimientos en salud (atención médica a
domicilio, traslado a un centro de salud, medicamentos, alimentos a su domicilio, Soporte
emocional vía telefónica, entre otros). La MINI es una entrevista diagnóstica estructurada
de breve duración que explora los principales trastornos psiquiátricos del Eje I del DSM-IV
(Diagnostic Manual of Mental Disorders IV) y la Clasificación de los Trastornos Mentales
y del Comportamiento (CIE-10). Se han realizado estudios de validez y de confiabilidad
comparando la MINI con el SCID-P (Structured Clinical Interview for the DSM-IV Axis I
Disorders) para el DSM-III-R y el CIDI (una entrevista estructurada desarrollada por la
Organización Mundial de la Salud para entrevistadores no clínicos para la CIE-10), puede
ser utilizada por clínicos tras una breve sesión de entrenamiento. Por su parte, el examen
mental brinda información de las funciones psíquicas superiores del examinado
analizándose los signos y síntomas psíquicos patológicos, cuya agrupación constituye un
síndrome para analizarlos de manera sistemática y ordenada siendo flexible, de diferentes
áreas. El orden de registro de las áreas objeto de la exploración depende de cada evaluador.
La exploración del estado mental por áreas podría ser el siguiente: (1) aspecto, actitud y
conducta (2) conciencia (3) orientación (4) memoria atención (5) psicomotricidad, 6)
lenguaje (7) humor y afectividad (8) pensamiento (9) sensopercepción (10) voluntad (11)
inteligencia (12) hábitos fisiológicos, como sueño, alimentación o conducta sexual (13)
juicio e introspección.
Los resultados obtenidos arrojaron que el 82% de la población de personas infectada
con COVID-19 presentaron algún trastorno. Los trastornos más prevalentes fueron en
primer lugar, ansiedad (34.15%), seguido de depresión (25.22%), estrés agudo (13.81%) y
trastorno de pánico (3.24%). De acuerdo con el sexo, las mujeres presentan una mayor
prevalencia de trastornos como ansiedad (34,16%), depresión (25,25%), trastornos de
pánico (3,25%) y trastorno de adaptación (2,48%), mientras que los hombres presentan un
mayor estrés agudo (13,84%), trastornos alimenticios (1,66%), trastorno obsesivo
compulsivo (0,83%) y otros trastornos mentales (0,83%).

2.4.3. Otras Problemáticas de Importancia Social en tiempos de pandemia

2.4.3.1. La Violencia 

El tema de la violencia es extenso por los distintos ámbitos en los que puede
presentarse, pero a manera general y para tener un punto de referencia explicaremos cómo
era la violencia de género hasta antes del inicio de la pandemia y cómo cambió ya durante
la pandemia. Antes que nada, este tipo de violencia genera consecuencias inmediatas y
agudas, así como de larga duración y crónicas. Entre las consecuencias más comunes de la
violencia física en agravio de las mujeres se encuentran la depresión, tendencia a intentos
de suicidio, trastornos de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, trastornos de sueño,
trastornos alimentarios y trastornos psicosomáticos. La violencia de género tiene un
importante impacto en la mortalidad.
Se estima que del total de homicidios ocurridos en Lima entre 2000-2008, el 12,0%
fue resultado de violencia de pareja. Del total de mujeres fallecidas por homicidios en ese
periodo, el 40,0% fueron asesinadas por su pareja.
A nivel nacional, el 4,7% de personas de 15 y más años de edad, fue víctima de
violencia física de pareja en el año 2020. El porcentaje fue mayor en mujeres (5,2%) que en
hombres (4,2%). En el grupo de 20 a 29 años el 5,9% fue víctima de violencia física de
pareja. En el grupo de 30 a 39 años de edad fue 4,9%.En el área urbana fue 4,9%.
En el área rural fue 4,0%. Entre las regiones naturales la de mayor porcentaje en la
declaración sobre violencia física de pareja, en el año 2020, fue la Costa (4,8%) y la de
menor porcentaje la Selva (4,5%). 
Los indicadores de etnicidad, dan cuenta que las personas que fueron víctimas de
violencia física de pareja, fue mayor en aquellas que se autoidentificaron con el grupo de
origen mestizo (4,6%), seguido de las que se consideraron parte del grupo nativo (4,5%).
Según la lengua materna, no hay diferencias relevantes entre las personas que fueron
víctimas de violencia física de pareja en dicho año. 
Ahora expondremos cómo es la situación en tiempos de pandemia en donde muchas
parejas han convivido durante la cuarentena. La situación se ha exacerbado a tal punto que
durante la cuarentena, se han cometido 21 feminicidios y 14 tentativas de feminicidio, se 
han  recibido  39,226  llamadas  a  la  Línea  100  por  violencia  familiar,  de  las  cuales 
el  77%   eran llamadas de una mujer, el 63% de una persona adulta mayor y el 20% era un
niño, niña o adolescente. Adicionalmente,  la  Defensoría  del  Pueblo  hizo público  que, 
del  16  de  marzo  al  31  de  mayo  del  2020, fueron 202 casos de mujeres adultas y 355
de  menores  de  edad  reportadas  como  desaparecidas.  Es  decir,  durante  ese corto
periodo de tiempo,  557  mujeres  fueron  reportadas  como  víctimas  de  esta  forma  de 
violencia.  Preocupa  saber  que,  sobre  ellas,  no  se  tiene  información  sistematizada que
permita identificar si se las encontró o no, o cuál fue finalmente su paradero. 

2.4.3.2. Consumo de alcohol

En el Perú, una gran proporción de personas inicia tempranamente el consumo de


bebidas alcohólicas. En escolares de secundaria, la edad promedio del primer consumo de
bebidas alcohólicas es de 13 años de edad. Resulta importante determinar el momento de
inicio de patrones de ingesta, de no solo un sorbo sino de una mayor cantidad de alcohol,
como un vaso o copa.
A nivel nacional, la población de 15 y más años de edad, inició el consumo de
alguna bebida alcohólica a los 18,8 años, en el 2020. La edad de inicio en mujeres (19,8
años)fue mayor que en hombres (17,8 años).La población de 60 y más años de edad, inició
el consumo de alguna bebida alcohólica a los 21,4 años. El grupo de 50 a 59 años inició a
los 20,1 años.
En el área urbana fue 18,6 años. En el área rural 19,7 años. Según región natural, la
menor edad promedio de inicio del consumo de alguna bebida alcohólica, se observa en la
Costa (18,5 años). En el polo opuesto, en la Sierra (19,9 años). La edad de inicio de
consumo de alguna bebida alcohólica tiende a ser más tardía entre las personas ubicadas en
el quintil inferior de bienestar (19,8 años). 
Los indicadores de etnicidad, dan cuenta que la edad de inicio de consumo de
alguna bebida alcohólica, fue mayor en aquellas personas que se autoidentificaron con el
grupo de origen nativo (19,7 años), seguido de las que se consideran parte del grupo blanco
(18,7 años).
Según lengua materna, la edad de inicio de consumo de alguna bebida alcohólica,
fue mayor en aquellas personas que aprendieron alguna lengua nativa en su niñez (20,5
años). Según el departamento, la edad promedio de inicio de consumo de alguna bebida
alcohólica fue más tardía en Puno (21,5 años), Huancavelica (20,9 años), Cusco (20,3
años), Ayacucho (19,9 años) y Pasco (19,8 años). En contraste, el inicio temprano de
consumo ocurre alrededor de los 18 años de edad en Ucayali, Moquegua y Lima
Metropolitana.
Los trastornos mentales y del comportamiento debido al consumo de alcohol son un
conjunto de eventos psicopatológicos iniciados con la intoxicación aguda y sus diferentes
manifestaciones. El alcohol que a dosis bajas parece tener efectos estimulantes del
comportamiento, produce agitación y agresividad al aumentar la dosis, y a niveles muy
elevados da lugar a una clara sedación.
A nivel nacional, el 3,7% de personas de 15 y más años de edad sufrió trastornos
por consumo de alcohol en el año 2020. El porcentaje en hombres fue 6,5% mientras que en
mujeres fue de 1,3%. El 6,8% de personas de 20 a 29 años de edad, sufrió trastornos por
consumo de alcohol en dicho año. En el grupo de 30 a 39 años fue 4,6%.
En el área urbana fue el 4,2%. En el área rural 1,6%. A nivel de región natural, el
mayor porcentaje de personas con trastornos por consumo de alcohol fue en la Costa
(4,2%), le siguen la Selva (2,8%) y la Sierra (2,7%).

2.4.4. Variables de la salud Mental


La Organización Mundial de la salud (2020) menciona que la salud mental está
comprendida por diversos factores como los factores sociales, psicológicos y biológicos,
dentro de estos factores se puede identificar variables que influyen en la salud mental de las
personas como la socioeconomía, las condiciones de trabajo, el género, salud física.. a
comparación con a  Helsinki citado por Fernández et, al 2012 además de los factores
socioeconómicos, las condiciones de trabajo, género agrega a la lista de factores que
influyen a la salud mental de la persona, los valores, el tiempo de ocio y la relación social, a
lo cual Fernandez et al 2012 considera que factores como familiar, cultural, entorno rural o
urbano, desastres sociales , la edad y las enfermedades físicas graves también son variables
que influyen en la salud mental de uno. Aunque según Boggiano (2017) hace mención a
que en el informe de salud mental en el mundo vinculan a la salud mental el bienestar
económico y político a su vez se dice que al haber deficiencias en la economía, y trabajo se
desencadena la pobreza, el estancamiento económico, el desempleo, siendo estos variables
que produzcan una salud mental deficiente,  De todas estas variables que mencionan
diferentes autores y la organización mundial de la salud sólo consideraron las variables de
pobreza, educación, ocupación, empleo, género y etnicidad para el análisis de situación de
salud del Perú 2019.
Según el modelo de lalonde (1974) la salud en general en las comunidades van a ser
influenciadas por cinco niveles primero están los determinantes biológicos, físicos y
psíquicos, el segundo nivel se comprende por los estilos de vida, el tercer nivel se
determina por las variables ambientales como la familia, escuela, vecindario, empleo,
instituciones locales, el cuarto nivel está comprendido por el ambiente físico, climático y la
contaminación ambiental y por último el quinto nivel está constituido por la macrosocial,
política y percepciones poblacionales, se puede relacionar estas variables que nos propone
lalonde con la salud mental ya que hay distintos autores que mencionan estas variables
como influenciadores de la salud mental.
Entonces se puede llegar a la conclusión que la salud mental va a estar influenciada
por diversas variables que pueden hacer que la salud mental de una persona sea óptima o
deficiente, se puede rescatar que dentro de todos estas variables las más importantes serían
las variables de familia, educación, políticas, culturales, de género, edad, pobreza,
ocupación y empleo. A su vez es evidente que la salud mental es de carácter
multidisciplinario al abarcar diferentes temas relacionados a disciplinas como la
antropológica, sociología, psicología, economía, etc. Y variados sectores como el de salud,
educación, trabajo, económico y demás. (Pedales, 1993)
Para la OMS (2020) la deficiencia en la salud mental se ve asociado a los cambio
sociales rapidos, las condicions de trabajo estresantes, la discriminación, los mandatos de
genero, explusion social, los modos de vida poco saludables, riesgos de violencia, mala
salud fisica y a la violaciones de los derechos humanos. Se puede evidenciar que estos
factores están relacionados a las variables que se han mencionado con anterioridad,
entonces cuando alguna de estas variables son deficientes serán perjudiciales para la salud
mental de la persona y puede desembocar en alguna enfermedad mental, el instituto de
salud mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi” 2010 mencionaba que de acuerdo a las
estadísticas 1 de cada 3 peruanos en algún momento de su vida ha experimentado algún
problema mental, en el 2019 realizó un compendio sobre los nuevos casos recibidos de de
problemas mentales, en lo cual se registró que hubo 5341 nuevos casos de pacientes a
comparación del 2018 habiendo una disminución del 8.87% de nuevos casos, cabe recalcar
que estos datos se presentan antes de la pandemia y confinamiento por covid 19 en el 2020,
lo cual en ese año la encuesta del instituto de estudios peruanos (IEP) citado por Pajuelo,
2020, indica que en el año 2020 7 de cada 10 peruanos a experimentado angustia y malestar
adaptativo sobre todo para las personas que eran más vulnerables física, psicológica y
económicamente como por ejemplo las personas con trabajo independiente y de bajos
recursos, la encuestadora IPSOS en abril de dicho año el 52% de la población manifestó
padecer crisis psicológica aunque esta cifra se elevó a un 71% en septiembre. Actualmente
aún no hay datos específicos en el año 2022 sobre las personas que están padeciendo alguna
enfermedad mental, pero siguiendo los datos relacionados a las variables que determinan la
salud mental en las personas, es probable que los índices sean más altos debido a los
últimos acontecimientos sobre todo económicos y políticos, ya que actualmente en el Perú.

Según el análisis de situación de salud del Perú 2019 menciona que la población
peruana entre el 2006 y 2016 vivía por debajo del umbral internacional de la pobreza y
hubo una reducción de 13.5% a 3.5%, ubicándose el Perú por debajo del promedio de
latinoamérica y el caribe aunque por encima de otros países del mundo, esta reducción se
puede ver en la encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) donde menciona que la población
con pobreza monetario se vio reducida entre el 2004 y 2017, disminuyendo de un 58.7% a
21,7% a nivel nacional, sobre todo en el área urbano, en cambio se establece con similares
valores en la selva que en la sierra y costa, como por ejemplo en los departamentos de
Tumbes y Madre de Dios se puede evidenciar una disminución de 3% en el periodo de
2004 a 2017, el resultado de la encuesta nacional de hogares (ENAHO) del año 2019 se
nota una disminución pequeña entre los años 2018 y 2019 ya que menciona que la pobreza
monetaria afecto en esos años a un 20,2% de la población del país. En cambio a partir del
2020 se puede ver un aumento de más de 10%, siendo esto en total 30,1%. Entonces se
podría decir que la crisis desarrollada por la pandemia del covid-19 ha provocado que las
personas se vuelvan más pobres, esto pueda deberse al cierre de puestos de trabajo,
reducción de personal en empresas, la falta de productos básicos, cierre de fronteras, en
general a paralización de la mayoría de actividades económicas,

Para Pedales, 1993 considera que hay dos tipos de pobres en la población peruana,
el primer pobre es el que logra superar sus adversidades, como muchas personas que
pueden no haber recibido ni la educación primaria, o tenga escasos recursos económicos
pero trata de resolver su problema como por ejemplo el conseguir una vivienda a través de
la invasión, adaptándose a cualquier situación por ejemplo al inicio de la invasión no se
tiene ningún servicio sanitario básico pero se irán implementando a través de los años. En
cambio el segundo pobre es el que tiene una actitud de frente a la vida perdedora a pesar de
que puede tener mayores beneficios que el primer pobre. Sin deseos de querer superarse o
tener esperanzas de que su futuro pueda mejorar. 

Según Saraceno citado por Quitian et al 2015, la pobreza fomenta el deterioro de la


salud mental por el aumento del estrés que se genera por la exclusión social, el escaso
acceso a servicios de salud, la disminución del capital social y el incremento de la
violencia, para la persona pobre el presentar una enfermedad mental puede ser muy
perjudicial ya que esto genera un mayor gasto en su salud, tendrá una baja productividad y
es probable que pueda perder su empleo.  

Para Castillo (2015) Director general del instituto nacional de salud mental
“Honorio Delgado - Hideyo Noguchi” del Perú  hace alusión a que las zonas más pobres de
las ciudades del Perú están en un mayor riesgo a sufrir estrés ya que las condiciones de vida
de estas personas se encuentran viviendo situaciones donde hay niveles altos de
desigualdad, inseguridad, violencia y con falta de protección social, al estar estresados,
estos ciudadanos pueden tener conductas desfavorables o alteradas en contra de su familia,
creando una situación de crisis para sus hijos y puede que ellos posteriormente repita su
comportamiento, a lo cual seria un circulo vicioso de la pobreza.

Entonces se puede entender que el no tener la calidad de vida necesaria va a generar


que la persona este en un constante estrés, y al no tener los recursos y tiempos necesarios
no pediría ayuda, esto provocaría que la persona sea cada vez menos productiva y es
probable que el estrés que puede sentir si es constante se transforme en depresion y en
casos mas graves lo lleve al suicidio.

Las instituciones educativas deben de proveer un ambiente que sea seguro, confiable
donde se pueda desarrollar las habilidades cognitivas, emocionales y sociales lo cual es la base
de la salud mental, la relación de la salud mental con la educación se ve envuelta en los
problemas psicosociales y comportamentales que pueden afectar el aprendizaje, la convivencia
y el rendimiento escolar (sarmiento, 2019)

Entonces se puede entender que la etapa escolar brinda la capacidad para que el menor
pueda desarrollar su capacidad social, adquirir un sentido de identidad, autoestima, seguridad,
pertenencia, dominio, apoyo y participación social, cuando el niño u adolescente presenta
problemas emocionales, y a la vez de aprendizaje suelen tener un menor rendimiento
académico que puede desembocar en fracaso o la deserción escolar, esto afecta su salud mental.

Un estudio realizado a los estudiantes universitarios de Lima en el 2017, realizado


por Chau y Vilela,  se encontró que los alumnos que tenían menos dificultades académicas
obtuvieron mayor puntajes en las dimensiones de salud mental, también se evidencia que
existe una alta correlación entre el estrés y las dimensiones de salud física y mental. Los
estudiantes que habían reprobado dos o tres cursos presentaba niveles menores de salud
mental ya que presentaban problemas al adaptarse a la vida universitaria lo cual ese es el
segundo predilecto más importante de la salud mental en los estudiantes universitarios.

 Según (Mejia, 2022) un estudio realizado por la Asociacion Americana de Psicologia


rebelo que algunos problemas vinculados a la salud mental en los estudiantes, se relacionan
tambien con las enfermedades depresivas, también con los trastornos de ansiedad, con los
comportamientos de riesgo frente al alcohol, drogas y el sexo, la autopercepción que puede
conllevar a presentar trastornos alimenticios, y con las autolesiones que se ven mas frecuents en
alumnos de secundaria y los primeros ciclos de la universidad.

Después de todos los acontecimientos que trajo la pandemia se a determinado que el


33% de niños y adolescentes tienen problemas de salud mental después de haber vivido todos
los estragos de la pandemia y esto ha desembocado a que en el caso de los niños y adolescentes
entre 6 a 17 años el (25,2%) presenten dificultades de atención, al igual que al haber surgido
una nueva modalidad de estudio cuatro de cada 10 menores no se logró adaptar con facilidad a
la modalidad virtual, se concluye que es más riesgoso de desarrollar problemas de salud mental
cuando el menor presenta dificultad academia y poca facilidad de adaptarse a la modalidad
virtual (Caballero, citado por chaves 2021). Como se sabe este año se a incorporado una nueva
modalidad que es la modalidad híbrida en donde los estudiantes van algunos días al colegio y
otros no, aún no hay evidencia si esta modalidad este causando estragos otra vez en los
estudiantes ya que después de haber permanecido 2 años de manera virtual debe de ser para
algunos complicados regresar a la modalidad presencial.
Actualmente existe más de 80 mil en todo el perú de los cuales el 80% son públicos,
Según la Ley 30797, debería existir cuando menos 1 psicólogo en cada colegio, sin embargo,
solo el 3% de los colegios tiene al menos un psicólogo de los cuales la mayoría se encuentran
en colegios privados, en Tacna solo el 5% de los colegios cuentan con un psicólogo en el año
2021. (Ccoillo, 2021) Si bien hay una ley que implica que debe de haber un psicólogo por
colegio no existe un presupuesto específico para la contratación de psicólogos en los
establecimientos educativos. De esta manera se puede evidenciar cuánto le falta al sistema
educativo, el implementar una estrategia efectiva para la mejora de la educación de los alumnos
y las repercusiones positivas que tendría en el aprendizaje de los alumnos una mejora en la
salud mental. 

Si hablamos de la variable política vemos que A partir del 2004 es que se empieza a
notar que existe una intención y decisión política sobre el tema de salud mental ya que se
encontraba dentro de la agenda interna de salud ese año, luego se crea el plan general 2005-
2010 que buscaba desestigmatizar la percepción de los trastornos mental, difundir la
importancia de la salud mental y dar una respuesta a la demanda de atención en salud
mental. Dentro de sus objetivos se puede destacar que consideran que la salud mental es un
derecho humano y u componente indispensable para el desarroll nacional sostenible,
también se integra el modelo de atención integral en salud mental y psiquiatria, también
consideraron desarrollar un programa de reparaciones en salud, esto debido a que se sabe
que en años anteriores la salud mental de todos los peruanos se vio afectado por los
diversos acontecimientos politicos como el terrorismo por lo que en la población peruana
genero sentimientos de desconfianza, temor y desesperanza hacia el estado u el gobierno, es
una secuela social, individual que persiste hasta el dia de hoy no solo por el acontecimiento
de terrorismo, sino también por los encandalos de los mandatarios, existe una inseguridad
de ser protegido por el estado. Escándalos que implican corrupción y el mal manejo de los
fondos y recursos peruanos,

Por ejemplo en el año 2019, se destinó 21 mil millones de soles para el sector de
salud pero para la atención de salud mental sólo destinaron 318 millones que equivale al
1,5% del presupuesto. En el 2021 el presupuesto dado para la salud mental en el Perú fue
de 300 millones de soles en general para todas las regiones del país. 18 millones menos que
hace dos años, Dentro de la política ha habido varios escándalos relacionados a la
corrupción, lo que hace dudar a los peruanos si realmente el dinero destinado a ciertas
necesidades como la salud mental realmente son utilizadas con eficacia. 

La corrupción genera una desconfianza generalizada donde siempre se está atento


ante un posible engaño, eso se refleja sobre todo cuando se ve a las figuras de autoridad,
esta desconfianza ante la autoridad se debe también a los diversos eventos mediáticos que
ha habido a lo largo de la política peruana, con los escándalos de diversos presidentes y
congresistas y demás a afectado al peruano negativamente a nivel personal, familiar, social.
En la variable familiar se puede resaltar que El amor de padres a hijos constituye
una variable sumamente importante en la dinámica familiar y en la salud mental del menor,
en un estudio realizado a estudiantes de lima se identificó que los estudiantes que vivían
solos presentaron un menor puntaje en la dimensión de salud a comparación de los que
vivían acompañados de sus familiares o amigos, estos alumnos mencionaron sentirse más
sanos, a esto Pekmezovic et al. (2011) realizó un estudios a jóvenes donde se determinó que
los estudiantes que vivían solos presentaban mayores riesgos a padecer depresión que
quienes vivían con sus padres, es por eso que es importante el soporte social para la salud
mental y física, se puede hacer una comparación con estudiantes chilenos según el estudio
de Schnettler et al. (2013) donde los estudiantes que indican vivir con los padres tienen
mejores hábitos alimenticios, mayor salud emocional, menor posibilidad de presentar
sobrepeso y tienen una mayor satisfacción con la vida. 

2.5. Trastornos mentales en otros países


En la investigación titulada “Prevalencia    de    los    principales    trastornos   
mentales durante la pandemia por COVID-19” se propuso determinar  la  prevalencia  de 
los  principales  trastornos  mentales  en  los  trabajadores  de  la  salud  y  población
general de distintos países, en el contexto de la pandemia por coronavirus 19 (COVID-19).
Se realizó una   síntesis   narrativa   formal   de   los  datos  recopilados.  La  síntesis  se 
centró  en  el  análisis  cualitativo  y  datos  encontrados  referentes  a los trastornos
mentales en el personal de salud y población  en  general  de  cada  uno  de  los  países  de 
los estudios publicados. 
Los   artículos  provienen   de   China   (2/14),   Irán  (3/14),  Arabia  Saudita 
(1/14),  Omán  (2/13),  Francia (1/14), Turquía (1/13), Italia (1/14), Nigeria (1/14), UK
(1/14), Alemania (1/14). Fueron 24 593 pacientes  con  COVID-19  que  participaron  en 
las  encuestas en línea y la mayoría de los participantes fueron mujeres. 
La revisión de los estudios realizados reflejó que la enfermedad ocasionada por la
COVID-19, debido a su rápida transmisión, aumentó niveles de diversos problemas  que 
afectaron  la  salud  mental  en  todo  el  mundo,  provocando  la  aparición  de    trastornos 
mentales  en  las  personas.  La  evidencia  sugiere  que  los  individuos  pueden 
experimentar  ansiedad,   depresión,   estrés,   ataques   de   pánico   y   estrés  
postraumático en la población así como el  personal de  salud.  Además,  al  ser  una 
enfermedad  relativamente nueva y de gran impacto mundial, se vienen  desarrollando 
diversos  estudios,  tanto  en  el    personal sanitario como en la población general. 
Se   ha   demostrado   que   las   mujeres son más susceptibles a la depresión, estrés
y al TEPT que los hombres.  Según estudios recientes, durante  la  pandemia  de  la 
COVID-19,  existió  una  asociación  de  los  niveles  de  educación  y  ansiedad  con la
depresión. Además, los niveles de ansiedad y estrés, son significativamente altos en
personas que tienen al menos un familiar y pariente infectado por la COVID-19. 
Esta revisión evidenció que la ansiedad tuvo una prevalencia  mayor  tanto  en 
estudios  occidentales  como  los  realizados  en  China,  en  contraste  con  la 
investigación  de  Danet,  donde  la  ansiedad    era  mayor en los países europeos quienes
tuvieron entre el  23  y  el  44%  de  la  población  con  este  trastorno. 
La depresión es considerada un desorden mental habitual,  con  una  prevalencia 
entre  el  14,6%  y  el  11,1%  en  la  población  general.    En  esta  revisión  se  observó 
que  en  mayoría  son  los  países  europeos los que tienen una prevalencia mucho más baja
(15,1%) que los países orientales como el caso de  China  (53,8%). En  cuanto  a  los 
factores  sociodemográficos asociados  a  la  depresión,  se  encontró  que  el  sexo 
femenino fue el más prevalente, personas jóvenes y aquellos que tuvieron familiares con
comorbilidades o  que  se  contagiaron  de  COVID-19.  Situación  similar   a   la   de  
Vindegaard   y   Benros,   quienes   reportaron resultados muy cercanos en cuanto a sexo y
personas con familiares que tenían comorbilidad o que padecían de COVID-19 pero en
cuestión de la edad no se encontró diferencia significativa.
Con respecto al estrés ha sido otra de las afecciones mentales con mayor
prevalencia en países asiáticos (69,8%)  en  contraste  a  países  europeos,  en  donde  la  
depresión   y/o   ansiedad   tuvieron   porcentajes   mayores.  Tolsa  y  Malas, 
determinaron  en  su  revisión  una prevalencia de hasta 79% para estrés. 
El  TEPT  obtuvo  una  prevalencia  entre  4,4%  al  19,10%,  resultado  un   
promedio  similar  al  de  esta  revisión, que encontró una prevalencia del 12% en la
población general. 
Como parte de la población general, el personal de  salud  y,  en  especial  los  de 
primera  línea  se  han  visto  afectados  por  la  pandemia  de  la  COVID-19,  generándose
incertidumbre por un posible contagio, preocupación  por  sus  familiares  y  la  escasez  de 
recursos sanitarios durante el colapso de los centros hospitalarios.    El  estrés  y  la 
ansiedad  fueron  los  trastornos   más   prevalentes   encontrados   en   esta   revisión con
un 43% y 37% respectivamente. García-Iglesias et al.,  encontraron  una amplia
variabilidad de  resultados,  observándose  niveles  medio-altos  de  ansiedad  (26,5%- 
44,6%)  y,  paradójicamente,  niveles de estrés por debajo de lo esperado (3,8%-68,3%)
(35).Las  mayores  prevalencias  están  asociadas  con  situaciones  de  mayor  riesgo 
(primeras  fases  de  la  pandemia,  primera  línea,  escasez  de  recursos  de  protección 
personal  y  falta  de  apoyo  social)  y  con  la  pertenencia  a  grupos  poblacionales  más 
susceptibles (mujeres, personal sanitario de apoyo, con  poca  formación  sobre  la 
COVID-19,  de  nivel  socioeconómico bajo entre otros).

2.6. Percepción de la Importancia de la salud mental para los peruanos 

En nuestro país se han emitido sucesivos Decretos Supremos que han ido ampliando
la cuarentena inicial dispuesta en el Decreto Supremo Nº 044-2020- PCM, a la vez que han
ido adoptando otras medidas.
En ese contexto y conociendo que la pandemia por COVID-19 está teniendo un
profundo efecto en todos los aspectos de la sociedad, incluida la salud mental, es que
resulta inevitable considerar sus dimensiones en esta grave problemática de manera
específica, por constituir un pilar con gran impacto en la conducta de las personas, familias
y comunidad.
En ese sentido, el artículo 13 del Decreto Supremo Nº 094-2020-PCM establece que
el Ministerio de Salud debe aprobar un Plan de Salud Mental “con la finalidad de contar
con un instrumento que permita a la ciudadanía enfrentar en forma adecuada el curso y las
consecuencias de la pandemia originada por el COVID-19”
Con la aplicación del “Plan de Salud Mental Perú 2020-2021” busca reducir el
impacto de la pandemia del COVID-19 en la salud mental de la población fortaleciendo sus
recursos individuales y comunitarios de afrontamiento y atendiendo a las personas con
problemas mentales en el contexto de la crisis económica  social derivada de ella.
Este instrumento  desarrolla dos componentes centrales: Primero, la promoción y
prevención en salud mental en el nivel personal, familiar y comunitario, desde la
perspectiva de la salud mental positiva que empodere a las personas, las familias y
comunidades, repare el bienestar y mejore la calidad de vida de las personas a través del
fortalecimiento de sus capacidades frente a las exigencias del contexto COVID-19. Este
afronte implica desarrollar actividades operativas como el fomento del apoyo mutuo,
solidaridad y cohesión comunitaria; el fomento de la resiliencia individual; el
entretenimiento saludable y seguro; la parentalidad positiva; el fortalecimiento del manejo
del estrés y afrontamiento positivo; y, el fomento de la actividad física. La promoción de la
salud mental es esencial para el cuidado de la salud integral y es efectiva en la medida que
permite fortalecer las habilidades y capacidades de las personas en un contexto de crisis
humanitaria para emprender una acción e impulsar la capacidad de los grupos o las
comunidades para actuar colectivamente con el fin de ejercer control sobre los
determinantes de la salud. Además, implica la articulación intergubernamental e
intersectorial para promover la salud mental, así como el desarrollo de estrategias de
comunicación social y en medios masivos que impulsen cambios en los modos de vivir y
relacionarse de las personas y comunidades. 
En segundo lugar, el plan considera el fortalecimiento, expansión y articulación de
los servicios de salud mental comunitaria que incluye prioritariamente los centros de salud
mental comunitaria; unidades de hospitalización de salud mental y adicciones y unidades
funcionales de acompañamiento psicosocial en los hospitales generales; y, los diversos
servicios de salud mental, en el marco del modelo de atención comunitaria. La afectación
por la pandemia al personal de la salud, así como la aparición de nuevos problemas de
salud mental que se añaden a los preexistentes, hacen indispensable fortalecer la
organización y aumentar la disponibilidad de centros de salud mental comunitaria y de
servicios de salud mental en las IPRESS del primer nivel de atención y en los hospitales
generales, articulando un sistema de múltiples niveles de apoyos complementarios que
satisfagan las necesidades de los diferentes grupos vulnerables
En síntesis este plan de acción surge frente a la gran necesidad por parte de la
población de tener un apoyo a nivel de salud mental que le proveyese de estrategias de
afrontamiento ante el impacto de las repercusiones del covid-19, observando que el
individuo conforma la sociedad, se busca generar una red de apoyo y fortalecimiento a la
comunidad peruana. Si bien no se ha logrado encontrar investigaciones sobre la percepción
del peruano ante la salud mental en tiempos de covid, es notable la necesidad, el interés y la
toma de conciencia que se ha generado debido a la exigente y delicada coyuntura, tanto en
personas que han contraído la enfermedad, como familiares, como personal sanitario,
personas que se encontraban en grupo de riesgo o simplemente la población en general que
estaba al pendiente de los avances de la enfermedad. Esto podemos notarlo en las
estadísticas epidemiológicas que se mostraron con anterioridad.

También podría gustarte