Está en la página 1de 28

INSTITUTO DE CAPACITACION Y ESPECIALIZACION PADRE HURTADO

NOMBRE DEL POSTÍTULO: ​POSTÍTULO EN SALUD MENTAL Y ATENCIÓN


INFANTO ADOLESCENTE Y DE ADULTOS, MENCIÓN INTERVENCIÓN
SISTÉMICA Y PSICOTERAPIA INDIVIDUAL, FAMILIAR Y DE PAREJA.

NÚMERO DEL MÓDULO: 1

NOMBRE DEL MÓDULO: ​SALUD MENTAL, ATENCIÓN PRIMARIA Y SU


ABORDAJE PSICOSOCIAL Y COMUNITARIO

NOMBRE DEL ALUMNO: ​CARLOS GERARDO HORMAZÁBAL SÁEZ


TAREA I: CUESTIONARIO

1. ¿Qué es la salud mental?

Se han intentado muchas definiciones de la salud mental, y su evolución


también tiene mucho que ver con la misma definición de la salud y su
comprensión en el ser humano más allá de la dimensión visible de la
enfermedad.
De esta manera, una primera aproximación a esta definición es la capacidad
del individuo para establecer relaciones con los demás, participar de manera
constructiva en las modificaciones del entorno, resolver de manera adecuada
los potenciales conflictos y desarrollar la posibilidad integrando sus pulsiones
dentro de las normas sociales.
Así, la definición ya busca integrar la multidimensionalidad del funcionamiento
humano a nivel intrapsíquico y la interrelación que permanentemente se
establece con el medio ambiente que envuelve y condiciona este
funcionamiento.
Por esto, es que esta primera definición se centra en la función adaptativa a los
diferentes entornos. Se asume que una persona que logra establecer un
repertorio conductual acorde al actuar social de su comunidad de origen, lo que
determina su funcionalidad en la medida en que se genera un estado de
bienestar para la misma persona como para quienes conforman sus círculos de
participación social.
Considerando lo anterior, al momento de tomar en cuenta las características de
cada persona y de cada entorno, considerando que esta persona debe
alcanzar con un funcionamiento óptimo, la noción de salud mental abarca
además los conceptos de desarrollo evolutivo como indicador de este proceso
de interacción social satisfactorio.
Es así como, para la Organización Mundial de la Salud, en el Plan de Acción
sobre Salud Mental 2013 - 2020 se define, también desde un enfoque
integrativo, la salud mental como el estado de bienestar personal, físico,
mental y social en el que la persona realiza sus capacidades, supera el estrés
normal de la vida, trabaja de manera productiva y fructífera y aporta algo a su
comunidad.

2. ​¿Por qué decimos que la salud mental es más que ausencia de


enfermedad mental?
Lo primero que debe considerarse en esta reflexión es que la definición y la
comprensión de la salud mental sigue la misma construcción que ha vivido a lo
largo de los años la comprensión de la salud. En las primeras construcciones
que busquen definirla aparece una mirada centrada en la polarización entre el
vivir en un estado de “normalidad” y la emergencia de situaciones que se
desvían de este estado y se constituyen a partir de signos visibles al que se le
llamaría “enfermedad”.
Sin embargo, una comprensión actual del ser humano, una comprensión
holística si es posible verlo de cierta manera, implica aceptar que la vivencia
desde la cual cada persona construye su noción de bienestar está
condicionada y mediatizada por factores socioeconómicos que deben ser
considerados a la hora de planificar las acciones de intervención sobre la salud.
De esta manera, la noción de bienestar en la comprensión de la salud mental,
implica reconocer si bien pueden existir elementos asociados a la presencia de
enfermedad también es posible que coexistan con la valoración del estado
actual de vida, que se ejemplifica claramente en la calidad de vida de personas
con enfermedades crónicas.
En el plano específico de la salud mental, implica reconocer que no existe un
continuo que vaya desde la enfermedad a la salud mental. Por lo que no es
sólo el hecho de que se estaría más sano mentalmente en la medida en que se
esté menos enfermo mentalmente, sino que la salud mental, al estar asociado
a los procesos de bienestar subjetiva y al logro del funcionamiento social
condicionado por los determinantes de la salud, implica integrar la concepción
de la salud en la multidimensionalidad del ser humano, en la construcción de
equilibrios satisfactorios a partir de las vivencias que van más allá de la
sintomatología específica que define la eventual presencia de una enfermedad
de salud mental.

3. ​¿Por qué decimos que la salud mental depende de factores biológicos,


sociales, culturales y políticos?
Desde la construcción positiva de la salud mental es necesario entender la
interdependencia de los diferentes sistemas a los que cada persona se vincula
y que al mismo tiempo condicionan su desarrollo. En el plano biológico, se ha
documentado la relación que existe entre enfermedades o diagnósticos de
trastornos de salud mental y diagnósticos de enfermedades físicas, por ejemplo
el riesgo de sufrir depresión luego de recibir un diagnóstico de diabetes o de
alguna otra enfermedad crónica o degenerativa. Se debe reconocer en ese
sentido el efecto desestabilizante, en términos del bienestar subjetivo, de tener
que reconceptualizar la propia identidad para integrar la nueva condición de
salud y sus repercusiones en el diseño del día a día. Por otro lado, es
innegable que el consumo de sustancias repercute a nivel neurológico,
generando condiciones desfavorables para la salud mental y que devienen en
diferentes diagnósticos de enfermedades.
En el plano de lo social también se reconoce la relación que existe entre la
promoción de una adecuada salud mental o en la aparición de trastornos de la
misma, de acuerdo a las condiciones y estresores sociales que le
correspondan vivir a cada persona. La calidad de vida familiar, la protección
entregada en el colegio, la estabilidad y proyecciones laborales, el nivel
socioeconómico o la capacidad de solvencia que deviene de las condiciones
contractuales son gatillantes de cuadros clínicos de estrés, depresión o
angustia.
A nivel de la influencia que la cultura se debe considerar todas las
condicionantes que surgen a partir de los estereotipos sociales y los niveles de
aceptación y tolerancia que los sistemas sociales se permiten respecto de
quienes tienen comportamientos o actitudes que se alejan de la tendencia
social imperante, y que, por lo tanto, son calificadas como desviadas. En esta
lógica, por ejemplo, se pueden mencionar los efectos adolescentes del bullying,
el trato dado a inmigrantes o las discriminaciones realizadas hacia las personas
en situaciones de discapacidad.
Por último, en el plano de lo político, es necesario destacar las brechas que se
producen en la calidad de la atención otorgada y en las decisiones que se
toman para organizar los servicios y dispositivos a disposición de las personas
que requieren de atención, así como el avanzar en la priorización de la
atención a nivel comunitario o intrahospitalario. Otro ámbito en el que se puede
observar la influencia de los factores políticos en la salud mental es en la lenta
incorporación de las enfermedades de salud mental a las garantías del AUGE,
lo anterior a pesar de la fundamentación epidemiológica de los costos sociales
de sufrir alguna de ellas.

4. ​Refiérase al vínculo entre salud física y salud mental


La calidad de vida y el cuidado de la salud, así como los problemas de salud y
la muerte misma acontecen en el entramado social y ecológico en el que
transcurre la historia personal. La construcción de la integralidad personal
requiere de esta vinculación permanente entre la connotación física del ser
humano y su componente mental o intrapsíquico. De acuerdo a Milton Terris, la
salud y la enfermedad coexisten en una gradualidad que determina dos
aspectos complementarios, un aspecto objetivo constituido por los signos
observables a partir de la capacidad de funcionar de manera adaptativa o
desviada y un aspecto subjetivo constituido por la sintomatología que
determina la sensación de bienestar o de malestar.
Estas reflexiones devienen en la construcción de las definiciones de salud,
especialmente en la medida en que todas integran el bienestar desde la
complementariedad del bienestar físico y el mental (además de otros como los
sociales, los que no abordaremos en esta respuesta). Al mismo tiempo, esta
complementariedad requiere integrar la idea del equilibrio entre ambas
nociones de salud, un equilibrio dinámico de mutua influencia. Incluso es
posible señalar que esta relación es directamente proporcional, puesto que en
la medida en que mejora o empeora una, la otra tiende a evolucionar en el
mismo sentido.
Ejemplos de esta mutua influencia aparecen en la incidencia de diagnósticos
depresivos en cuadros crónicos como la diabetes, el estrés con la
sintomatología de los problemas digestivos, o el deterioro de la vivencia de
bienestar en la medida en que se complejiza un cuadro degenerativo. La
expectativa de vida disminuye en la medida en que exista un cuadro de
enfermedad mental.
Un punto de convergencia de esta mutua influencia se encuentra en la calidad
y en los hábitos de vida de una persona. Más allá de la obviedad de “mente
sana en cuerpo sano”, la integración en la construcción del autoconcepto, de la
autoimagen y la toma de conciencia respecto del funcionamiento del propio
cuerpo requiere de su contraparte en la estructuración y dinamismo de la
fluidez intrapsíquica. La necesidad de compensar a expensas de una las
falencias de la otra determina estilos conductuales más o menos sanos, por
ejemplo en la relación entre diabetes y depresión a la cual ya hemos hecho
alusión, es posible intentar identificar las conductas alimenticias como
compensatorias de determinados estados de salud mental, con lo que se
generan condiciones para un desorden metabólico, pero al mismo tiempo
impactan en la estabilidad emocional al no ser una solución efectiva,
perpetuando la noción de ser una pseudo micro solución que garantiza no solo
la continuidad del estado de salud mental sino que además agrava la salud
física.

5. ​Relate brevemente la historia de la psiquiatría


La historia de la psiquiatría se puede dividir en varios momentos, pero siempre
teniendo en cuenta que la preocupación de la atención a los otros ha sido un
tema antiguo en las relaciones humanas. Aunque la noción de que se debe
prestar una ayuda que le permita superar estados actuales para lograr un mejor
funcionamiento es algo nuevo, puesto que las primeras acciones estaban más
bien destinadas al control y a la segregación, más que necesariamente al
mejoramiento.
Es así, que es posible entender una primera etapa, previo al siglo XVI donde lo
que primaba era la visión teológica para explicar las enfermedades que se
traducen en repertorios conductuales desviados. Las explicaciones sobre
posesiones eran de origen sobrenatural y sin ninguna base científica puesto
que se desconocía el funcionamiento del cerebro, y puesto que era un deber
moral establecer una lucha contra el demonio opresor los tratamientos estaban
basados en acciones que rayaban en la tortura. Ejemplo de lo anterior eran las
prácticas de trepanación para dar aire al cerebro.
También es esa época surge el concepto de “Lunáticos”, en la medida en que
se creía que si no era la posesión demoníaca, las conductas desviadas eran
causadas por influencia de la luna.
En el siglo XVI se que los fluidos corporales eran los causantes de estas
enfermedades, por lo que se procedía a realizar tratamientos basados en
sangrías para eliminar la presión y movilizar estos fluidos. En esta época se
instalan los primeros recintos destinados a la contención de los enfermos, con
una alta significancia en la tortura como parte del tratamiento y especialmente
la confinación de los pacientes.
En el siglo XVII se crean los primeros manicomios, con la noción de ser asilos para
enfermos incurables, pero sin ningún mecanismo interno de control ni respeto a
la dignidad de los internos.
En el siglo XVIII se avanza en la instalación de procesos por fomentar el
respeto y buen trato a los pacientes, por lo que los hospitales adquieren la
intención de ser centros de recuperación.
Si bien en el siglo XIX se abandona la idea del manicomio, pero aún los
pacientes tenían baja posibilidad de recuperabilidad por desconocimiento aún
de la neurociencia aunque ya se comenzaban a elaborar las primeras hipótesis
de los efectos biológicos en la causalidad de las enfermedades. Con los
aportes de Mesmer y especialmente de Freud se comienzan a desarrollar las
explicaciones psicógenas, a explorar el inconsciente y a elaborar los primeros
procedimientos de entrevista y terapia. Aunque es necesario reconocer que se
establecieron procedimientos diferenciados según el nivel socioeconómico de
los pacientes. Aunque la tendencia era la de generar cambios a través de la
conmoción más que por una intervención clara sobre la enfermedad o sus
causas.
Por último, en el siglo XX se caracteriza por un lado por la aparición y evolución
de la psicofarmacología, la que fue paulatinamente evolucionando desde
intentos basados en el ensayo y error de medicamentos creados inicialmente
para otros fines hasta llegar a la generación actual de medicamentos de mayor
efectividad y menores efectos secundarios. Aunque en la primera mitad de este
siglo se generó una interacción con tratamientos basados en intervenciones
físicas tales como electroshoques, lobotomía frontal y lobotomía transorbital.
Así, desde las explicaciones sobrenaturales, el control y la agresión directa con
intencionalidad sanadora, se ha avanzado a través de los siglos hasta llegar en
la época actual a concepciones más humanas en la atención de la salud mental
de las personas, búsqueda de su bienestar a partir de tratamientos menos
agresivos y más efectivos a través de medicamentos adecuados y de
calificaciones diagnósticas más eficientes.

6. ​Refiérase a la importancia de la epidemiología en la investigación de


trastornos mentales.
Son varios los aportes de la epidemiología a la comprensión de los trastornos
mentales y al diseño de procesos de intervención. En primer lugar, y como
respuesta más amplia, porque determina la prevalencia e incidencia de las
enfermedades mentales, con lo que se permite caracterizar la influencia y
participación de los determinantes de la salud en la aparición y mantención de
las enfermedades.
De esta manera se pueden generar análisis develando una relación de
causalidad entre los trastornos mentales y factores tales como género, rango
etáreo y ciclo vital, aspectos geográficos, nivel socioeconómico, sexo, nivel
educacional, estado civil, historia familiar, entre otras. Así, es posible generar
una base científica y cuantificable para fundamentar decisiones políticas,
determinar procesos de inversión en estrategias de intervención efectivas,
evaluando la oferta institucional y el efecto de los tipos de tratamiento.
Al mismo tiempo, y desde otra perspectiva, la epidemiología entrega valiosa
información respecto de la vinculación de las enfermedades mentales con los
factores de riesgo que aumentan la probabilidad de aparición o bien con la
profundización de los estilos de vida que promueven factores protectores. Por
ello, la elaboración de hipótesis sobre las enfermedades mentales se logra
desde la construcción de complejidad de elementos contextualizantes de los
trastornos mentales.
Una perspectiva más actual de la epidemiología implica profundizar el análisis
no sólo de elementos fácilmente objetivables, para avanzar en el análisis del
malestar psíquico, discriminando entre el bien y el mal vivir, expresados en
aspectos tales como la calidad de vida, el grado de autonomía y la existencia
de necesidades subjetivas, todo ello en escenarios vitales tales como la familia,
la escuela y el trabajo.
7. ​Refiérase a la siguiente idea: “En todo el mundo, muchas personas con
trastornos mentales son víctimas de discriminación por el simple motivo
de padecer esos trastornos”.
Es necesario comenzar señalando que, efectivamente, desarrollar
comportamientos desviados de lo estandarizado para el común de la población,
o de la comunidad de origen es determinante ante la reacción social de este
entorno hacia la persona. Lo anterior se vuelve más complejo en la medida en
que, por economía cognitiva, tenemos como seres humanos la necesidad de
encasillar las experiencias, y dentro de eso las experiencias sociales con otras
personas, en etiquetas explicativas que nos ayuden a organizar nuestras
vivencias y prepararnos para desplegar un determinado repertorio conductual
ante la repetición de experiencias ya etiquetadas previamente.
De esta manera, la reacción social ante lo desconocido y ante lo “desviado de
la norma”, va a tender a ser de protección de lo propio rechazando o
discriminando lo que no se acomoda a lo estandarizado.
Así, las personas que presentan conductas sintomatológicas propias de algún
trastorno mental, y más aún cuando son portadoras de un diagnóstico, que en
sí mismo ya genera una reacción socio - emocional, van a generar una
reacción también socio - emocional en su entorno (sistémicamente entendido)
que no siempre será empático hacia ellos.
En todas aquellas situaciones en que la reacción de este entorno afecte el ser
de las personas con sintomatología de algún trastorno mental, estará operando
un estigma social con negativas implicancias sobre todas las dimensiones de
calidad de sus vidas. Y decir que es sobre todas las dimensiones, obedece
igualmente a una comprensión sistémica del tejido social que involucra la
rutina, cotidianeidad y proyecciones de cada persona.
Este impacto en la calidad de vida se traducirá en acciones negativas del
entorno hacia el bienestar emocional de la persona, o hacia sus relaciones
interpersonales, su bienestar material o físico, su desarrollo personal, su
inclusión social (y laboral o educacional) e incluso en la defensa y protección
de sus derechos. La condición social es rebajada ya que la persona, pierde
parte de su humanización para ser comprendida, atendida y tratada por el
entorno desde los atributos de la etiqueta diagnóstica utilizada para definirles.
Otro dominio de la vida humana que se afecta tiene que ver con la relación de
la persona enferma consigo misma. En la medida en que nuestra propia
autodefinición depende de lo que el entorno que nos rodea nos transmite, para
las personas con trastornos mentales corren un alto riesgo de asumir como
ciertos los prejuicios en su contra, y con ello perder confianza en su propia
recuperación e incluso podrían perder confianza en sus capacidades para
llevar una vida normal, trabajar e insertarse socialmente de manera autónoma
al grado en que lo era hasta antes de sufrir los trastornos mentales actuales.
Como un circuito interaccional vicioso, estas reacciones en las personas,
reforzarán a nivel social los comportamientos discriminadores de quienes les
atienden y rodean. Primero a través de la negación de sus derechos, en la
medida en que se asume que ellos mismos no pueden o no son capaces de
tomar decisiones respecto de su propio bienestar o respecto de su vivencia. El
resto de la familia puede reaccionar coartándoles movilidad social por el temor
al rechazo del entorno, por sus propias culpabilidades o simplemente por
sobreprotección.
En los entornos inmediatos (escuela o trabajo según el rango etáreo de las
personas que sufran de trastornos mentales), pueden haber conductas
discriminatorias basadas en el desconocimiento real de la complejidad del
trastorno, temor, o incluso discriminaciones “bien intencionadas” a partir de
querer sobrepotegerle. Las características del entorno laboral, por ejemplo,
pueden ser minimizadas y con eso reforzar la sensación de incompetencia, la
cual ya no sería producto directo de la enfermedad sino de esta reacción social.
Es por ello que no se puede obviar la diversidad de personas con trastornos
mentales, reconociendo que hay muchas que pueden llevar una vida normal,
desarrollando actividades y participando a nivel social con eficacia.

8. ​Mencione y explique los principales procedimientos de abordaje de la


Psiquiatría en APS​.
El conjunto de acciones diseñadas en la atención primaria de salud mental
buscan aumentar y mantener la capacidad resolutiva del nivel primario y evitar
la sobrecarga del nivel secundario. Para ello se requiere que los especialistas
asesoren de manera continua a los equipos del nivel primario de atención. De
esta forma, los equipos de salud general reciben información clínica necesaria
y adquieren habilidades para realizar en forma efectiva, acciones para la
promoción, prevención, detección, tratamiento, rehabilitación y derivación. Esto
se logra principalmente a través de la prestación de la ​Consultoría de salud
mental​, que consiste en una actividad conjunta e interactiva entre el equipo de
salud mental y el de psiquiatría ambulatoria y el equipo de salud del nivel
primario. Se desarrolla en forma de reuniones clínico técnicas y atención
conjunta de pacientes. La periodicidad de esta actividad es al menos de una
vez al mes por equipo de salud mental o consultorio.
Complementario a la consultoría de salud mental existen las prestaciones de
salud mental de urgencia. Lo anterior ocurre por ejemplo en los intentos de
suicidios, episodios de sintomatología psicótica aguda, crisis depresivas y
ansiosas, intoxicación por alcohol o drogas, lesiones debidas a violencia,
especialmente intrafamiliar y situaciones de abuso sexual. En estos casos, el
equipo que otorga la atención habitual de urgencia debe contar con el apoyo y
asesoría de especialistas para realizar acciones de detección, intervención en
crisis y derivación de estos pacientes.
Para ello, los servicios de urgencia de los hospitales tipo 1 deben contar con
horas de psiquiatría, ya sea en turnos de 24 horas o al menos con 8 horas
durante el día. El resto de los servicios de urgencia deben contemplar
actividades regulares con el equipo de salud mental y psiquiatría ambulatoria.
Las prestaciones se traducen, en concreto, a través de consultoría de salud
mental, similar a la anteriormente descrita, pero donde participan además los
equipos de urgencia. Al mismo tiempo se desarrollan acciones de ​consulta
psiquiátrica​, en las cuales el profesional atiende directamente al paciente y su
familia, quienes son referidos por el equipo de urgencia debido a su
complejidad.
La atención especializada en Salud Mental y Psiquiatría es otorgada por los
Equipos de Salud Mental y Psiquiatría Ambulatoria en Centros Comunitarios de
Salud Mental Familiar (COSAM), Consultorios de Especialidades, Centros de
Diagnóstico y Tratamiento (CDT), Centros de Referencia en Salud (CRS) y,
fuera de las estructuras sanitarias, en centros o espacios de cuidado de
personas con enfermedades mentales y por equipos profesionales y técnicos
de Servicios de Psiquiatría de Hospitales o Clínicas.
De esta manera, la articulación con el nivel primario permite a los equipos de
atención especializada reservar sus recursos para la atención de las personas
que, por la gravedad de su enfermedad y condición, necesariamente lo
requieren, accediendo a este tipo de atención en la forma más oportuna y
rápida posible. Una prioridad en este acceso son, por ejemplo, los
adolescentes con intento de suicidio o con primer brote esquizofrénico. Para
ello, el Equipo de Salud Mental y Psiquiatría Ambulatoria debe apoyar al equipo
de salud general para que adquiera y mantenga su capacidad para realizar las
actividades de promoción, prevención, detección, tratamiento, rehabilitación y
derivación, y apoyar también al equipo profesional de los Servicios de
Urgencia.

9. ​Describa los pasos a seguir en la entrevista de salud mental en APS​.


En términos generales los pasos a seguir son cinco:
1. Apoyo al paciente que permita tranquilizarlo, darle garantías y formar
alianzas.
2. Evaluar la severidad de la crisis y el estado del paciente, determinando
la situación mental psiquiátrica y la naturaleza del problema.
3. Garantizar la seguridad del paciente y de las demás personas.
4. Desarrollar un plan de acción con participación activa del paciente, de
manera tal de reducir la angustia y generar un compromiso con el
mismo.
5. Garantizar el seguimiento con el paciente y otros significativos para él o
ella, de manera que se pueda evaluar el progreso y proporcionar
asistencia adicional y apoyo.
Para dar una mayor profundidad a estos procedimientos, se debe señalar que
en un primer momento los esfuerzos técnicos estarán destinados a tranquilizar
al paciente, ofreciendo incluso los recursos médicos para ayudarle, generando
la confianza, credibilidad y vínculos necesarios. Se requiere de una actitud de
neutralidad y de habilidades comunicacionales empáticas de escucha activa
por parte del profesional para clarificar y apoyar pero sin imponer visiones ni
descalificar la descripción de la vivencia del paciente.
En la medida en que se establece una relación clínica de confianza y se
escucha al paciente, se debe evaluar la gravedad de la crisis y el estado mental
del paciente. Este análisis debe centrarse en determinar los factores asociados
a la génesis de la crisis así como los factores de riesgo para el funcionamiento
del paciente. En la profundización de los factores asociados, se debe tener
siempre en cuenta el punto de vista del consultante, la interpretación que haga
su grupo cercano, los recursos de apoyo y lo que se espera del dispositivo de
salud. Entre los factores de riesgo se deben considerar otros diagnósticos, así
como elementos de funcionamiento deducibles a partir del examen mental del
paciente.
Como tercer paso hay que garantizar la seguridad del paciente y de su entorno,
por lo que se debe evaluar la posibilidad de recurrir a la hospitalización. Si esto
ocurriese, el alta sólo puede ser dada en compañía de un familiar o amigo
cercano. Este procedimiento es aplicable en crisis suicidas, historial de
violencia, pobre respuesta al tratamiento ambulatorio o pobre redes de soporte
familiar o social. La existencia de redes de soporte son vitales para la
posibilidad de no tener que recurrir a la hospitalización, en la medida en que se
pueda realizar educación y orientación a los familiares y amigos. Pero de ser
necesaria la hospitalización, los establecimientos deben establecer políticas y
procedimientos de manejo y de formación al personal ante casos de
descompensación por agitación o violencia.
El cuarto momento, centrado en la estrategia de los primeros auxilios
psicológicos, está centrada en el manejo que el paciente puede llegar a hacer
de la crisis vivida. Además de ayudar a disminuir la descompensación inicial, tal
como se ha descrito anteriormente, así como la posibilidad de recurrir a terapia
farmacológica de corto plazo o intermitente para síntomas específicos, se debe
ayudar al paciente a buscar opciones para hacer frente a la crisis, identificando
soluciones posibles y analizando facilitadores y factores de riesgo que permitan
establecer una prioridad de alternativas. Esta priorización deriva en el
establecimiento de pasos concretos, presentados como tareas específicas que
demandarán un rol más o menos activo del paciente dependiendo de su
capacidad para tomar decisiones. Junto con pedirle al mismo paciente que
resuma y se comprometa con el plan, es necesario realizar una asesoría sobre
las eventuales estrategias de afrontamiento negativo en las que podría caer.
Por último, y una vez establecido el plan de acción, se debe determinar el
seguimiento por parte del personal de salud, el cual estará condicionado por la
gravedad del problema, así como la confianza inspirada por el paciente en el
personal médico. Durante este seguimiento se deberá evaluar el progreso del
plan de acción reforzando los avances terapéuticos, especialmente los
pequeños avances. El objetivo de esta etapa de refuerzo es incrementar la
capacidad recuperativa del paciente ante futuras situaciones de crisis, para
potenciar eventuales manejos exitosos futuros.

10​. ¿Qué es la psiquiatría de enlace?.


Es posible encontrar otras dos acepciones a la psiquiatría de enlace, al ser
denominada igualmente “interconsulta psiquiátrica” y “psiquiatría de enlace de
consulta”. Actualmente incluso es considerada una subespecialidad. Se trata
del dispositivo de comunicación entre sistemas de especialidades médicas, de
un hospital o consultorio con servicios de psiquiatría. Estos equipos de enlace
debieran estar conformados por profesionales que abarquen todo el espectro
del modelo psicosocial tales como psiquiatra, enfermeras psiquiátricas,
psicólogos clínicos y trabajadores sociales.
De esta manera, el equipo de psiquiatría desempeña un trabajo de enlace, de
ahí su nombre, entre el equipo médico primario y el paciente. Los primeros
realizan “consultas” cuando tienen inquietudes sobre los pacientes, su
diagnóstico, cuidados o tratamientos, conflictos con el equipo de tratamiento, o
interrogantes respecto de la vinculación entre la sintomatología de salud mental
y otras áreas de salud.
Ante estas consultas, el especialista psiquiatra ratifica o realiza el proceso
diagnóstico y recomienda tratamiento. El equipo de enlace deben ser un aporte
coordinado para la evaluación y plan de manejo de cada paciente,
incorporando nuevas estrategias de intervención e incluso aportando a la
investigación de la psiquiatría de enlace.
Los modelos de enlace son dos, aunque no sean excluyentes entre ambos: en
el primero, modelo clásico de interconsulta, el médico solicita a un psiquiatra
aportes técnicos sobre diagnósticos y/o tratamiento de un paciente. En el
segundo modelo el psiquiatra tiene un mayor contacto con otros médicos e
incluso con las familias de los pacientes.
El equipo psiquiátrico puede incluso supervisar el quehacer de personal no
médico pero que cumple labores de apoyo o intervenciones determinadas por
el psiquiatra, tales como enfermeros, psicólogos o terapeutas.
Otras de las funciones de la psiquiatría de enlace tiene relación con el cuidado
de enfermos con conductas suicidas u otras formas de daño auto infligido,
estados psicóticos, delirantes o accesos agudos confusionales.
Este sistema de enlace se puede instalar en hospitales generales como
también en sistema de atención ambulatoria, e incluso en procesos de atención
médica cuando el motivo principal de consulta es otra causal médica crónica o
degenerativa.

11. ​¿Qué son los determinantes de la salud?​.


Por determinantes de la salud se entienden a aquellas condiciones sociales
que impactan en la salud de las personas y que se generan en los contextos
donde éstas viven y se desarrollan. De esta manera, estos determinantes
incluyen elementos del contexto social como del proceso por el cual este
contexto deviene en consecuencias para la salud.
La importancia de hacer distinciones políticas respecto de estos determinantes
es poder tipificar intervenciones específicas a través de las cuales poder
modificarlas. Por ello es que considerar los determinantes de la salud como un
enfoque de intervención permite ampliar el espectro de esfuerzos de salud más
allá de las personas e incluso de sus propias comunidades para analizar las
causas sociales más estructurales. Por ello es posible afirmar incluso que la
consideración en los factores sociales que influyen en la salud, es un análisis
más importante incluso que el de los servicios ofrecidos.
Para poder conceptualizar y organizar los determinantes de la salud, de
manera que se potencien las estrategias que se potencie la equidad en salud,
ha llevado a la construcción de modelos. De esta manera se busca integrar los
estilos de vida, el ambiente, la biología y los servicios de salud. Un modelo
elaborado en base a capas de influencia fue citado por Achenson en base al
desarrollo de Dahlgren y Whitehead.
En este modelo, los niveles de influenciabilidad disminuyen desde el centro a la
periferia, comenzando desde los individuos y los factores constitucionales
inmodificables, para avanzar hacia los estilos personales de vida, ya
modificables y a la vez influenciables por la siguiente capa conformada por las
redes sociales y comunitarias quienes condicionan la posibilidad de que las
personas adopten determinados estilos de vida.
En un nivel aún más amplio, y por lo tanto con mayor influencia aparecen las
condiciones de vida y de trabajo, e incluye el ambiente laboral, las condiciones
de desempleo, educación, vivienda, alimentación, atención en salud. Los que a
su vez se enmarcan dentro de las condiciones socioeconómicas, culturales y
medioambientales. El modelo intenta explicar incluso las interacciones entre
estos factores.
Otro modelo está centrado en la conexión entre lo social y lo biológico,
realzando interacciones socio-psico-biológicas, para reflejar las inequidades en
salud como producto de vulnerabilidades diferenciales, en las condiciones de
vida y trabajo, lo que devienen de posiciones socioeconómicas desiguales,
estratificadas, entre otros factores por ingreso, educación, género, ocupación.
La influencia de la posición socioeconómica no es directa sobre el individuo
sino que producto de factores intermediarios tales como las condiciones
materiales y las circunstancias psicosociales. Por ello es que la posibilidad de
superar adecuadamente las enfermedades está directamente relacionada a la
presencia de los otros determinantes y que tienen relación con la calidad social
de vida.

12. ​Explique el modelo de salud familiar​.


El objetivo principal del modelo de Salud Familiar es proporcionar a las
personas y a sus familias y comunidades, el cuidado de la salud pero desde un
enfoque integral, oportuno y eficaz, accesible y de calidad,a través de
dispositivos que, con un enfoque familiar, cuenten con equipos capacitados
para ejecutar las actividades del programa de intervención.
El enfoque familiar es uno de los aspectos relevantes de la implementación del
modelo de atención integral de salud. Así, la familia es entendida como el
contexto social primario para realizar la promoción de salud y tratar las
enfermedades, por eso vital comprender y potenciar en las familias la adopción
de estilos de vida más saludables. Se asume que en la medida en que las
familias cumplen con sus funciones de protección y cuidado, sus miembros
aumentan sus propias competencias individuales para prevenir o enfrentar las
problemáticas de salud.
El modelo de salud familiar se basa en la posibilidad de que el equipo de salud,
manteniendo un contacto cercano y permanente con las familias que les
corresponden, intervengan siguiendo las crisis normativas y no normativas que
puedan aparecer a lo largo del ciclo vital, familiar e individual, y en todos los
niveles de intervención en la red articulada de servicios.
Las acciones contenidas en el plan de salud familiar se organizan de acuerdo
al ciclo vital en términos de Salud de la Infancia, Salud del Adolescente, Salud
de la Mujer, Salud del Adulto, Salud del Adulto Mayor y al mismo tiempo se
desarrollan actividades asociadas a todo el ciclo vital, donde se organizan
actividades en términos de Salud Oral, Actividades generales y Actividades con
garantías explícitas en salud.
Dentro de las técnicas que se validan para la comprensión del sistema familiar
se sugieren el uso de genograma, línea de vida familiar, APGAR familiar,
círculo familiar, Mapa ecológico o ecomapa, organización sistémica de la
información de las familias a través de los instrumentos PRACTICE y FIRO.
El equipo de cabecera se organiza en cinco niveles de atención partiendo
desde el nivel 1 centrado en historia clínica orientada a problemas, destinado a
todas las personas, en consultas de morbilidad de alto rendimiento y/o SAPU;
un nivel 2 de manejo del ciclo vital familiar, consejería y entrevista motivacional,
destinada a todas las familias en control periódico y consultas de rendimiento
habitual. El nivel 3 centrado en la intervención en crisis y en la posibilidad de
reconocer y responder a las necesidades emocionales de las familias,
destinado sólo a algunas familias según la cobertura definida, a través de
control periódico y consultas en crisis normativas y no normativas. Por su parte
el nivel 4, ejecutado ya por profesionales capacitados, se desarrolla a través de
entrevistas familiares, formulación de hipótesis sistémicas, intervención por
equipo transdisciplinario destinado igualmente a familias según la cobertura
definida y en controles periódicos normativos y no normativos que lo requieran
según el riesgo de daño a la familia. Por último, el nivel 5, ejecutado por
profesionales del nivel secundario, consiste en terapia familiar, sólo a algunas
familias, a través de derivación de familias desde otros niveles de atención.
Al ser considerado un énfasis importante en la promoción y prevención de
salud, el modelo de atención familiar reconoce que la intervención es directa,
pero también se interviene de manera indirectamente desde el individuo o
desde la misma comunidad. La intervención directa hacia las familias se
considera necesario cuando aumenta el riesgo de daño biopsicosocial y se
requiere una intervención más compleja como en la terapia familiar. Por eso el
equipo de APS debe tener un conocimiento básico de todas las familias de su
población a cargo, para poder discriminar aquellas que requieren esta mayor
profundidad de la intervención.
Complementario a lo anterior, el equipo de salud familiar, debe adaptar las
estrategia para optimizar la intervención a la realidad local donde se desarrolla
la intervención, de manera tal de promover el empoderamiento por parte de la
población a su cargo en los cuidados de la salud. Por ello, el trabajo con la
comunidad tiene un fuerte componente de trabajo intersectorial, con una clara
intencionalidad colaborativa con las otras instituciones que, en el mismo
territorio, tienen como cobertura a los mismos grupos familiares.
13. ​Explique que es la intersectorialidad y cuales son áreas de acción en
salud mental​.
Por intersectorialidad se entiende el conjunto de acciones específicas que se
buscan realizar entre diferentes sectores del gobierno y de la sociedad civil
para abordar las diferencias psicosociales producto de las inequidades y,
especialmente en el contexto de lo analizado en estos momentos, en los
efectos en la salud mental de las personas.
Los fundamentos de esta intencionalidad están en el reconocimiento de que el
bienestar biopsicosocial, no depende solo de las condiciones de salud
específicas de cada persona o de las condiciones o capacidad de atención del
sistema de salud del estado específico, sino además del nivel de desarrollo
económico, político - social y de administración de la salud alcanzado por el
país, los cuales se determinan por sus propios niveles de ingreso. A nivel de
efecto social, las brechas de acceso devienen en desempleo, bajas
remuneraciones, deterioro de las redes familiares, riesgo social en el
vecindario, lábil participación social o retraso escolar, entre otras. Lo que
implica una carga social para las personas, que determina el nivel de bienestar
biopsicosocial percibido.
De esta manera, la posibilidad de establecer una intervención intersectorial
responde a la necesidad de construir un proceso social que fomente la
solidaridad, la valoración de las diferencias y las garantías, respeto y protección
de los derechos de las personas. Esto debiera traducirse en políticas de estado
que se orienten a superar los efectos psicosociales de las desigualdades y
brechas tanto de oportunidades como de recursos.
Se ha reconocido en el ámbito de la salud mental como un aporte al esfuerzo
por elevar el nivel de bienestar psicosocial tanto de las personas como de las
familias y sus comunidades, al Plan Nacional de Salud Mental, el cual busca
aportar a una Política y Plan Intersectorial de Salud Mental para Chile. La idea
principal es que se realice la ejecución de las acciones por un organismo del
estado con funciones de coordinación entre los ministerios involucrados y la
sociedad civil.
Las acciones a implementar a través de una estrategia intersectorial abarcan
desde la promoción hasta la reinserción social de personas con enfermedades
mentales, incluyendo las acciones de prevención, detección temprana,
tratamiento y rehabilitación.
Las áreas de acción intersectorial para las acciones de salud mental se
presentan en la siguiente tabla resumen:
Área de Característica u Actores Componentes de salud
Intersector objetivo

Educación Entregar a los Organismos Derechos humanos y


niños/as institucionales solidaridad.
condiciones y de Participación ciudadana y
ambientales, participación autodeterminación.
afectivas y ciudadana y Autoestima y expresión de
sociales juvenil de emociones y afectos.
suficientes para educación Habilidades sociales para la
que desarrollen Ministerio de comunicación y resolución
sus Salud y sus de conflictos.
potencialidades dispositivos. Habilidades para lograr
y alcancen Instancias estilos de vida saludables y
condiciones de municipales autocuidado.
bienestar ONGs de Abuso de alcohol y drogas,
psicosocial salud y conducta violenta y
educación conducta sexual de riesgo.
Iglesias Problemas de aprendizajes,
SENAME; emocionales, conductuales.
SERNAM, Derivación para la atención.
SENDA

Trabajo Permitir que los Ministerio del Protección de la salud


trabajadores Trabajo y mental de los trabajadores
logren un P.S.; INP, en la legislación
mayor grado de SOFOFA, Adaptabilidad de las
control sobre su AFP, Mutuales condiciones de trabajo a las
salud y de Seguridad, características físicas y
bienestar, así Soc. Nac. de psicológicas de los
como Agricultura y trabajadores
promocionar y su par de Cargas laborales excesivas.
procurar Minería, Abuso de alcohol y drogas
condiciones Organizacione Manejo del estrés
laborales s sindicales. Detección y acceso a
saludables y Ministerio de tratamiento oportuno.
facilitadoras del Salud y sus Pensión de invalidez para
desarrollo del dispositivos. personas con discapacidad.
potencial FONADIS, Reinserción laboral de
humano FOSIS, personas con enfermedades
SENDA mentales.

Barrios, Mejorar las Municipios y Agenda política del


Poblacione condiciones de sus distintas municipio, con enfoque
sy los espacios oficinas de integral de promoción,
Comunas públicos de DIDECO prevención, tratamiento,
forma de Organizacione rehabilitación y reinserción
favorecer la s vecinales a social.
participación de distintos Coordinación y articulación
las personas en rangos de las acciones de salud
actividades etáreos y mental
sociales, áreas Plan Comunal de Salud,
lúdicas y sociales. Participación y organización
culturales Ministerio de social
Salud y sus Grupos de autoayuda en
dispositivos salud mental
ONGs Dispositivos comunitarios
relacionadas que favorezcan la
al trabajo reinserción social
comunitario Centros Comunitarios de
Iglesias Salud Mental (COSAM)
Carabineros y
PDI
Otros
ministerios
vinculados al
bienestar
social de las
personas y
comunidades

Personas Promover Ministerio de Peritajes psiquiátricos.


en conflicto posibilidades Justicia, Sistema Nacional de
con la de SENAME, Psiquiatría Forense,
justicia rehabilitación y CAJ Unidades de Alta y Mediana
reinserción Ministerio de Complejidad
social, mejor Salud y sus Programas de tratamiento
calidad de vida, dispositivos ambulatorio en los
y respeto a sus Universidades Establecimientos de
derechos Congreso Gendarmería.
humanos, y que Nacional Sistemas de atención y
el resto de la ONGs y rehabilitación en salud
sociedad tenga organizacione mental y psiquiatría para los
un menor s comunitarias menores en protección y
riesgo de sufrir que trabajen conflicto con la justicia.
delitos en con personas
contra de ellos en conflicto
y sus con la justicia
propiedades.

Pueblos Implementar CONADI, Experiencias pilotos de


Originarios estrategias ONGs que programas de salud mental
específicas trabajen con con población indígena que
para apoyar el pueblos aborden los determinantes
desarrollo de originarios étnicos, sociopolíticos e
las Ministerio de históricos de la
comunidades Salud y sus discriminación.
indígenas dispositivos Incorporación de la
existentes, Universidades cosmovisión del pueblo
reforzando su FOSIS, originario en las
identidad SENDA intervenciones en salud.
cultural, Respeto a las prácticas de
aumentando su salud tradicional.
grado de Formación en carreras de
cohesión social salud mental a personas de
interna y con el pueblos originarios.
resto de la Investigaciones sobre la
comunidad salud mental de pueblos
nacional, y originarios que profundicen
potenciando la el conocimiento sobre
sabiduría magnitud de los problemas,
ancestral de su la concepción tradicional de
forma de vida y salud y enfermedad mental,
medicina y las respuestas familiares y
tradicional comunitarias.

Medios de Promover la Ministerio Campañas de comunicación


comunicaci aceptación de General de social para incorporación de
ón social la diversidad Gobierno temas de salud mental.
Promover el Medios de Conseguir que líderes de
conocimiento y Comunicación opinión se comprometan a
respeto de los Social, apoyar temas de salud
derechos y Ministerio de mental.
utilización de Salud y sus
los dispositivos dispositivos
institucionales Ministerios de,
Promover la Educación,
desestigmatiza Trabajo,
ción de la SERNAM,
enfermedad INJUV,
mental y SENAME,
potenciar la FONADIS
reinserción
Social
14. ​¿Qué es la psiquiatría comunitaria? ¿cuáles son sus desarrollos y
perspectivas?​.

La psiquiatría comunitaria, surge luego de una serie de cambios en las


circunstancias políticas y de la manera de concebir la enfermedad y la salud
mental. En términos de generar una definición, la psiquiatría comunitaria es una
forma de proporcionar cuidados especializados a la población en el ámbito de
las enfermedades psiquiátricas, que incluye programas enfocados en la
promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales y
la incorporación de los pacientes a la comunidad.
El enfoque comunitario que caracteriza a este modelo implica reconocer que la
vida en comunidad es un elemento indispensable en el proceso de
recuperación de una persona. Lo anterior se fundamenta en que la persona
enferma tiene más probabilidad de alcanzar un estado normal de vida si su
rutina cotidiana y de tratamiento transcurren en un ambiente lo más parecido
posible a su hogar.
A nivel nacional, la implementación del Plan Nacional de Salud Mental y
Psiquiatría y la incorporación de las 4 patologías de salud mental al GES, han
permitido que los recursos asignados hayan sido focalizados en dispositivos
ambulatorios, descentralizados y más cercanos al hogar de los usuarios, en
centros de atención primaria y equipos especializados comunitarios.
Si bien es posible reconocer elementos históricos desde los cuales se refieren
los modelos de salud mental que se han ido instalando en el país, desde el
modelo asilo - hospital psiquiátrico, pasando por la integración de servicios
ambulatorios y hospitalización diurna, para llegar a 1973 donde se genera una
red de servicios comunitarios; se debe establecer que integración de los
servicios de psiquiatría a la comunidad se enmarca dentro de lo que a nivel
internacional se ha denominado Reforma Psiquiátrica.
En Chile se describen tres etapas históricas:
1. De 1942 a 1967, la que es denominada “​secuencia de eventos
creativos​”. Etapa con predominio de investigación básica, clínica y
epidemiológica (ejemplo de los cuales son la “Investigación básica,
apetencia de alcohol en ratas”, “Primera investigación de prevalencia de
bebedores en población general”), con muy escasos recursos, con
énfasis en el tema alcoholismo (otras iniciativas son el “Programa
Nacional de Salud Mental Hospital General”, “Primer Servicio de
Psiquiatría en Hospital General”). Dentro de estos procesos destaca la
creación del Servicio Nacional de Salud entre 1952 y 1957, año en el
cual comienza a funcionar.
2. De 1968 a 1989, denominada “​secuencia de eventos creativo
regresivos​”. Etapa en la cual aparecen los programas adaptados a la
realidad latinoamericana, los cuales son interrumpidos durante la
dictadura militar, lo que implica una regresión a nivel nacional de las
actividades de salud mental. Los programas son liderados en esa época
por la Universidad de Chile, liderados por Juan Marconi y después del
golpe militar, período en que por enfoque político se restringieron los
esfuerzos de organización comunitaria, los únicos programas que se
desarrollan son el Servicio de agudos y rehabilitación masiva de
crónicos y el Programa Intercomunitario de psicosis en consulta externa
del Hospital Barros Luco.
3. De 1990 a 2000, denominada “​restauración de crecimiento institucional​”.
Etapa caracterizada por nuevas investigaciones epidemiológicas,
desarrollo de red de servicios, y reforzamiento de la unidad de salud
mental. En esta etapa se define el inicio de funcionamiento de CONACE,
quien establece con fondos propios proyectos de acción comunitarios.
Además por la Unidad de Salud Mental del Ministerio de Salud, que ve
fortalecido su calidad y capacidad técnica, que se traduce en la
formulación de normas, planes y políticas, impulsando el desarrollo de la
Reforma Psiquiátrica a nivel del país. Además por el rol que comienza a
desempeñar la Universidad de Concepción, liderada por el Dr. Benjamín
Vicente, actualizando metodologías de investigación en epidemiología
psiquiátrica y eventos de divulgación científica.
En este contexto evolutivo de la implementación de la reforma psiquiátrica,
presenta actualmente desafíos que se alinean con las necesidades de
promoción en salud:
1. Implementar políticas públicas integrales en promoción
2. Incorporar los conceptos de los determinantes sociales
3. Lograr adecuadas acciones intersectoriales e interdisciplinarias
4. Desarrollar estrategias comunitarias
5. Desarrollar adecuados procesos de formación de profesionales
6. Desarrollar adecuados procesos de evaluación de impacto
7. Fortalecer el componente preventivo - promocional
TAREA II: ENSAYO ARGUMENTATIVO: ​ “​ La falacia de la Psiquiatría El
Marketing de la Locura” (opinión a favor o en contra)

El video “La Falacia de la Psiquiatría: El Marketing de la Locura” (2010) abre un


interesante debate respecto del rol que la empresa farmacéutica ha jugado en
los últimos períodos del desarrollo de la psiquiatría impulsando la evolución de
los procesos diagnósticos y, por defecto, de la especificidad en la clasificación
de los trastornos mentales develando el interés comercial de estas empresas
detrás de todo este esfuerzo. Y es que es necesario reconocer, que la industria
farmacéutica ha evolucionado desde una labor centrada en la investigación
aplicada a la producción y el marketing (Mata Ruiz & Ortiz Lobo), lo que ha
repercutido no sólo en los modelos de salud mental, sino significativamente en
el desempeño de los psiquiatras y en el discurso social que se construye sobre
la enfermedad mental.
Es así como se constata que en la última edición del DSM, los umbrales son
menos exigentes para delimitar varias condiciones diagnósticas, lo que se
convierte en la base para un aumento, generalizado e indiscriminado
(Echeburúa, Salaberría, & Cruz-Sáez, 2014) de la prescripción de
medicamentos, especialmente en la salud mental infantil.
Además sorprenden las prácticas de suprimir la investigaciones no favorables,
la falta de contundencia en el fundamento de uso de determinados fármacos, el
proceso de construcción de los manuales diagnósticos y la práctica de
reclutamiento de líderes de opinión por parte de las empresas farmacéuticas
(Escobar, 2009), como elementos ejemplificadores de un escenario donde la
salud mental de las personas y la necesidad de asegurar el bienestar psíquico
e integral se ha vuelto un bien de consumo y una lucrativa oportunidad de
emprendimiento.
Por todo ello, es que el presente ensayo busca validar los argumentos
centrales de dicho video y, finalmente de la hipótesis que se desprende del
título, que la propuesta de recuperar la salud mental a través de una
intervención que se desprenda de un diagnóstico psiquiátrico se ha vuelto una
falacia, un discurso argumentativo que se instala en la construcción social de la
salud con una falta de verdad en la medida en que se develan los verdaderos
intereses de las empresas farmacéuticas. Y, especialmente, lo complejo que es
para las personas que viven situaciones marcadas por sintomatología
clasificable psiquiátricamente, y por lo tanto, con el riesgo de que se encasille
su vivencia dentro de una etiqueta diagnóstica validada sólo por consenso de
una determinada comunidad profesional y puesta a merced de procesos de
intervención basados, de manera central, en la prescripción de medicamentos.
Para iniciar el proceso de deconstrucción de estos postulados, es vital hacer
valer una necesidad humana: la de integrar y organizar la experiencia en
constructos y explicaciones lingüísticas que hagan generalizable y afrontable
las diferentes vivencias. Ello aplica no sólo a lo cotidiano, sino además a la
necesidad de ponerle nombre a las situaciones donde aparezcan, en uno
mismo o en otras personas, conductas desviadas de la convención cultural de
normalidad.
En el campo de las patologías físicas, éstas se detectan a partir de signos
objetivos y marcadores biológicos investigables con procedimientos científicos,
mientras que los trastornos mentales sólo pueden construirse a partir del relato
del mismo paciente o de sus cercanos (Villen, 2016). Por lo que los trastornos
mentales se constituyen en patrones de comportamiento asociados a un
malestar emocional, al deterioro en el funcionamiento cotidiano o a la
emergencia de conductas destructivas o autodestructivas (Echeburúa,
Salaberría, & Cruz-Sáez, 2014), pero cuya significación clínica, finalmente
estará referida a categorías diagnósticas que sólo son objetivas en la medida
en que llegan ser una realidad consensuada, supeditada a la evolución
temporal de ideologías socio políticas (Pol Yanguas, 2015), las que finalmente
obedecen a intencionalidades alejadas de la persona necesitada como
fundamento último, sino al lucro de las empresas farmacológicas.
La irrupción de la industrialización farmacológica en la salud mental ha
implicado un modelo de salud, principalmente biomédico (Mata Ruiz & Ortiz
Lobo), donde tanto la descripción nosológica como la prescripción de
tratamientos son explicados en términos biológicos o bioquímicos. Lo anterior
implica que naturalizar la relación causal entre la existencia de una situación
clasificable como trastorno mental y la disposición de medicamentos definidos
como significativamente útiles para tratar esas alteraciones de salud, ha
permitido intervenir tanto en la comprensión médica de las enfermedades como
en la validación social del uso de medicamentos.
Bajo las leyes básicas de regulación entre la oferta y la demanda, las empresas
farmacológicas han logrado instalar en la construcción del discurso social la
validación, e incluso la justificación, de la necesidad de utilizar medicamentos
para tratar las diferentes reacciones a la pérdida del bienestar psicológico. Así,
rápidamente, durante la segunda mitad del Siglo XX, se pasó de una situación
en que los tratamientos farmacológicos dejaron de ser herramientas médicas
complementarias para llegar a constituirse en la parte central del tratamiento en
salud mental (Mata Ruiz & Ortiz Lobo). La industria farmacológica logró jugar a
su favor las expectativas respecto de disminuir la sintomatología de los
pacientes, de controlar conductas graves, de disminuir la necesidad de
intervenciones más agresivas como los electrochoques o la lobotomía e incluso
de potenciar los procesos de desinstitucionalización en la medida en que,
regulando el consumo cotidiano de los medicamentos prescritos, cada persona
o cada entorno significativo sería capaz de obtener un control sobre dichas
conductas.
Sin embargo, la falacia de esta construcción social, intencionada desde el
interés de rentabilizar el mercado del consumo de medicamentos, se revela al
reconocerse lo poco adecuados de los fundamentos de las prescripciones
farmacológicas (Pol Yanguas, 2015). Desde que se propuso la idea del
desequilibrio químico como base explicativa de los trastornos mentales, se ha
aceptado este fundamento en base a la respuesta de las personas a los
medicamentos más que a la evidencia científica que diferencie
bioquímicamente a las personas sanas de las enfermas (Mediavilla, 2016).
Además cabe mencionar que, para bien o para mal, desde que apareció la
clorpromacina, la investigación y difusión de los fármacos activos ha sido una
labor de los científicos asociados a las industrias farmacéuticas, más que de
los académicos o médicos de hospital. (Mata Ruiz & Ortiz Lobo).
Es decir, al piedra fundamental de la fundamentación farmacológica: este
eventual desequilibrio químico, ha sido fundamentado a partir de la respuesta
conductual y sintomatológica de los pacientes al consumo de los
medicamentos, pero no se ha demostrado la existencia de los marcadores
biológicos que demuestran empíricamente el funcionamiento bioquímicamente
desequilibrado de las personas que son portadoras de un diagnóstico
psiquiátrico.
Sin embargo, y considerando que las farmacéuticas además se posicionan a
nivel global ante la falta de inversión pública en investigación de salud pública
(Mata Ruiz & Ortiz Lobo), se crea un efecto al que se le podría llamar de doble
entrada, puesto que no sólo condicionan la formulación de la oferta,
fundamentando la necesidad del consumo de medicamentos para lograr
recuperar en parte el bienestar psicológico, sino que además condicionan la
demanda al promover la creación de más etiquetas diagnósticas para describir
comportamientos específicos (Echeburúa, Salaberría, & Cruz-Sáez, 2014).
Algunos ejemplos de esto se encuentran por ejemplo en el ocultamiento de la
dependencia que ocasiona la fluoxetina en el tratamiento de la depresión, por
lo que la aparición del síndrome de abstinencia tiende a ser diagnóstico como
un rebrote del cuadro depresivo por lo que se vuelve a recetar el medicamento,
lo que se fundamenta en la disminución sintomatológica al reiniciar el
tratamiento (Gotzche). Además nada justifica la decisión de la cantidad de
síntomas definidos ni del plazo especificado en el DSM-V para diagnosticar la
existencia de un cuadro depresivo (Villen, 2016).
Específicamente en el diagnóstico de la depresión, la urgencia por apurar la
incorporación de medicamentos para aliviar la tristeza esperable ante dicha
crisis no normativa, se evidencia en que en el diagnóstico del duelo en el
DSM-II no se sugería medicación antes de los dos años, en el DSM-IV se
recomendaba a los 9 meses, en el DSM-V a las dos semanas de mantenerse la
sintomatología de tristeza (Gotzche), por lo que se instala el discurso público, la
necesidad de medicamentar lo más pronto posible un proceso de contención,
regulación y ajuste emocional de debe transcurrir de manera normativa.
Otra situación de similares características se encuentra en la resistencia de
parte de los niños a tomar el medicamento requerido para el tratamiento del
TDAH lo que deriva en una comorbilidad con nuevos diagnósticos como el de
“trastorno de negativismo desafiante”(El agresivo marketing de la industria
farmacéutica para diagnosticar TDAH, 2017), lo que implica principalmente un
cambio en la estructura de medicación entregada y no una profundización de la
vivencia del niño o niña, respecto de su propia identidad y búsqueda de
estrategias de autoregulación.
Desde otra perspectiva es lo que ocurre con los fármacos antipsicóticos
recetados para el tratamiento de la esquizofrenia, pues si bien pueden aliviar
los síntomas a corto y mediano plazo, a largo plazo pueden no ser beneficiosos
e incluso contraproducentes (Pol Yanguas, 2015).
Por último, y para ejemplificar cómo las circunstancias históricas y los
estereotipos culturales han ido dando forma a las diferentes ediciones del DSM
(Villen, 2016) se encuentra en la evolución que ha tenido desde el DSM-I al
DSM-V el tratamiento clínico de la homosexualidad lo que demuestra que en
este caso específico la determinación de una condición de trastorno de la salud
mental no se determina por el presunto desequilibrio bioquímico sino por una
interpretación sociocultural de determina condición.
Si es posible realizar una lectura retrospectiva de todo lo señalado en esta
presentación, es necesario reconocer que en la medida en que se instala a
nivel global las políticas neoliberales, al mercado se le concedió un poder
regulador incluso de las relaciones sociales (Mata Ruiz & Ortiz Lobo), y en el
campo de la salud mental la búsqueda de la sensación de bienestar, cruzado
por la inmediatez con que se intenta solucionar todo actualmente y por la
instalación condicionada de que los medicamentos ayudarán en un alivio a
corto plazo de las sensaciones, pensamientos y conductas no deseadas, ha
permitido que las empresas sean las que condicionen el discurso del
tratamiento y abordaje de los trastornos en la salud mental de las personas.
De esta manera, la falacia de la psiquiatría no está en la efectividad o eficiencia
del ejercicio clínico de esta especialidad, sino en la instalación de prácticas
lógicamente concatenadas que se despliegan en términos de circuitos
autoreferenciales y que obedecen al interés del lucro de las empresas, más
que a la búsqueda de alternativas de atención a la salud de las personas:
creación de bases nosológicas e instrumentales para lograr diagnósticos
específicos en salud mental al que se asocia la oferta de medicamentos
relativamente validados de forma empírica, que se amplían hacia la posibilidad
de tratamiento de diferentes condiciones de salud mental las cuales se
fundamentan a partir de la construcción de nuevas descripciones diagnósticas
si es que el circuito anterior no queda adecuadamente asegurado con los
criterios diagnósticos existentes previamente.
Y dado que este proceso se instala finalmente en la consulta individual de cada
psiquiatra en específico, el “marketing de la locura” debe también instalarse a
este nivel, influyendo y moldeando a través de prácticas de seducción
comercial la opinión del profesional al momento de atender a sus pacientes.
Las nuevas prácticas en psiquiatría comunitaria, la instalación progresiva del
modelo biopsicocial de la comprensión de la salud mental y la práctica de la
intervención desde la vereda no médica de la psicología clínica, son vías
alternativas a este paradigma para centrar los procesos de sanación,
regulación o rehabilitación desde una intencionalidad claramente centrados en
la persona y no en la industria.

Bibliografía
Echeburúa, E., Salaberría, K., & Cruz-Sáez, M. (2014). Aportaciones y
limitaciones del DSM-5 desde la psicología clínica. ​Terapia psicológica,
32​(1), 65-74.

El agresivo marketing de la industria farmacéutica para diagnosticar TDAH.​ (6


de junio de 2017). Recuperado el 25 de junio de 2019, de Nueva
Tribuna:
https://www.nuevatribuna.es/asticulo/salud/imparable-expansion-tdah/20
170606085317140562.html

Escobar, J. (2009). Los psiquiatras y la industria farmacéutica: un tema de


actualidad en los Estados Unidos. ​Revista de psiquiatría y salud mental,
2​(4), 147-198.

Gotzche, P. (s.f.). ​Psicofármacos: conociendo sus temibles efectos secudarios.


Recuperado el 25 de junio de 2019, de Cuerpomente:
https://www.cuerpomente.com/salud-mental/psicofarmacos-conociendo-
sus-temibles-efectos-secundarios_920

Mata Ruiz, I., & Ortiz Lobo, A. (s.f.). Industria farmacéutica y psiquiatría.
DEBATES,​ 49-71.
Mediavilla, D. (25 de septiembre de 2016). ​Los fármacos psiquiátricos nos
hacen más daño que bien. Recuperado el 25 de junio de 2019, de El
País:
https://elpais.com/elpais/2016/09/20/ciencia/1474391855_558264.html

Pol Yanguas, E. (2015). Antipsicóticos para la esquizofrenia: paradigma de los


medicamentos psiquiátricos. ​Salud Colectiva, 11​(1), 115-128.

Villen, J. (13 de enero de 2016). ​Última revisión del DSM de la Asociación


Americana de Psiquiatría. Recuperado el 25 de junio de 2019, de
Elsevier:
https://www.elsevier.com/es-es/connect/actualidad-sanitaria/Ultima-revis
ion-del-dsm-de-la-asociacio-americana-de-psiquiatria
TAREA III: MAPA CONCEPTUAL
Realice un mapa conceptual que abarque los principales conceptos del
modelo biopsicosocial.

También podría gustarte