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CAPITULO 5
MORAL Y DERECHO
Las relaciones entre la Moral y el Derecho constituyen una de las cuestiones más importantes y
complejas de la Filosofía del Derecho, sobre todo si se tiene en cuenta que afectan al concepto del
Derecho, a su aplicación, a las relaciones entre legalidad y justicia o al espinoso tema de la
obediencia al Derecho. La Moral y el Derecho hacen referencia a una parte importante del
comportamiento humano y se expresan, en gran medida, con los mismos términos (deber,
obligación, culpa, responsabilidad). Se puede decir que el contenido del Derecho tiene una clara
dependencia de la moral social vigente, de la misma forma que toda moral social pretende contar
con el refuerzo coactivo del Derecho para así lograr eficacia social.
Las teorías en relación con la Moral y el Derecho se pueden sintetizar de la siguiente manera:
• Confusión entre ambos conceptos.
• Separación tajante, y
• Consideración de ambos conceptos como distintos, sin perjuicio de las conexiones entre ambos.
Compartimos la tesis que establece la necesaria distinción entre la Moral y el Derecho, acompañada
de una serie de conexiones muy relevantes. En tal sentido, se ha podido decir que «la distinción
entre Derecho y Moral no debe dificultar el esfuerzo por constatar las conexiones entre ambas
normatividades en la cultura moderna, ni la lucha por la incorporación de criterios razonables de
moralidad en el Derecho, ni tampoco la crítica desde criterios de moralidad al Derecho válido» 2.
Veamos a continuación los aspectos fundamentales de las diferentes teorías.
• Tesis de la subordinación del Derecho a la Moral.
Este modelo subordina totalmente el Derecho a la Moral e inspira los ordenamientos jurídicos de
base autocrática, totalitaria o dictatorial.
• Tesis de la separación absoluta.
Esta teoría sostiene que los criterios de moralidad e inmoralidad de una conducta son totalmente
independientes de los criterios de legalidad e ilegalidad de la misma. Su mejor expresión se
encuentra en el positivismo jurídico más radical, que considera relativos todos los valores morales y
de justicia, siendo objeto de crítica en cuanto que el ordenamiento jurídico siempre traduce valores
y concepciones morales vigentes o aceptados socialmente con carácter predominante.
• Tesis que establece distinciones y conexiones.
Esta tesis sostiene que hay un campo común a la Moral y al Derecho y es el que tiene que ver con
las exigencias necesarias para una convivencia social estable y suficientemente justa. En
consecuencia, un Derecho que se pretenda correcto ha de incluir en grado aceptable unos mínimos
éticos. Pero no se confunden: hay un campo de la Moral que no tiene como objetivo transformarse
en normas jurídicas y un ámbito dentro del Derecho que puede ser indiferente desde el punto de
vista moral.
El Derecho y la Moral se encuentran íntimamente relacionados, pero son órdenes normativos
distintos no equiparables y, por ello, es necesario precisar estas diferencias y relaciones.
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A lo largo de la historia del pensamiento se han propuesto sobre todo cuatro criterios básicos de
distinción entre el Derecho y la Moral, que en realidad responden a un mismo hilo conductor.
1. En primer lugar, Thomasius –filósofo del Derecho del siglo XVll, perteneciente a la escuela del
iusnaturalismo racionalista– observó que la Moral se ocupa de los actos humanos internos y el
Derecho de los actos externos. Esta tesis debe ser matizada. En realidad, no existen actos
puramente externos, pues todos los actos humanos tienen también un componente interno, en la
medida en que emanan de la inteligencia y de la voluntad del hombre; sí existen, en cambio, actos
humanos puramente internos, que permanecen en el interior del hombre sin manifestarse
externamente. Por lo tanto, se puede afirmar –reformulando la tesis de Thomasius– que la Moral se
ocupa de todos los comportamientos humanos –puesto que todos presentan una dimensión interior–
, mientras que el Derecho se ocupa tan sólo de los comportamientos humanos que se manifiestan
al exterior. En consecuencia, para el Derecho no son relevantes los actos puramente internos, de
acuerdo con lo definido, es decir, aquellos que no tienen ningún tipo de manifestación externa, y si
el Derecho quisiese ordenar la esfera de los actos puramente internos se estaría excediendo de sus
límites. Aquí encontramos ya una primera distinción entre el Derecho y la Moral: una distinción de
objeto, en virtud de la cual el objeto del Derecho es más reducido que el de la Moral. Pero más allá
de esta diferencia de objeto, poco significativa –sólo nos dice que determinados comportamientos
humanos, los puramente internos, no están sujetos a la regulación jurídica– lo que interesa sobre
todo subrayar es que el Derecho enfoca los actos humanos precisamente desde la óptica externa.
El punto de partida de la regulación jurídica es la dimensión externa de la conducta, mientras que,
por el contrario, el punto de partida de la regulación moral es su dimensión interna.
Una consecuencia de esta diferencia de perspectivas entre el Derecho y la Moral es la que subraya
Kant: mientras que el Derecho exige tan sólo la obediencia material o externa, esto es, la realización
del acto mandado o la omisión del acto prohibido, sin importarle el motivo de dicha obediencia, la
Moral exige en cambio la obediencia formal o interna: exige una adhesión interna a la norma, que no
es relevante en cambio para el Derecho.
2. Precisamente, porque al Derecho sólo le interesa el cumplimiento externo de las normas, puede
recurrir a la coacción para obtener ese cumplimiento, lo que en cambio no tiene sentido en el ámbito
Moral, en el que lo relevante es el cumplimiento de los preceptos éticos por una adhesión interior.
Éste es otro rasgo diferencial entre el Derecho y la Moral, la coercibilidad, que consiste en que el
Derecho puede recurrir a la coacción para garantizar el cumplimiento de sus preceptos.
3. Existe un tercer rasgo del Derecho, que de alguna manera es la razón que subyace a las dos
diferencias anteriores: mientras que la Moral contempla a la persona humana como tal, y la
contempla en su totalidad, el objeto de la consideración jurídica es tan sólo el conjunto de las
posiciones o funciones típicas que la persona despeña en el ámbito del Derecho –comprador,
vendedor, acusado, demandante, etc.–, lo que equivale a decir las posiciones o funciones típicas
que esta desempeña en relación con los demás, puesto que es esa relación el objeto propio de la
regulación jurídica, que no se ocupa de las conductas humanas que permanecen estrictamente
confinadas a la esfera individual.
4. Precisamente, porque el centro de atención del Derecho es, como hemos señalado, la conducta
humana relacional, una última diferencia con respecto a la Moral radica en la estructura de las
normas; concretamente, las normas jurídicas tienen una estructura imperativo-atributiva, es decir,
están presididas por la reciprocidad entre derechos y deberes, de tal suerte que, en el ámbito jurídico,
siempre hay frente a mi derecho un deber de otro y frente a mi deber un derecho de otro; reciprocidad
que está ausente en las normas morales, que tienen una estructura puramente imperativa. Las
obligaciones son comunes a la Moral y el Derecho. Por el contrario, los derechos son características
específicas del Derecho.
Desde Kant se suelen establecer una serie de criterios sistematizados que se estudian a
continuación:
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consecución de los fines existenciales del hombre, el Derecho regula los comportamientos humanos
tan sólo desde el punto de vista de su repercusión social, de su relación con los demás.
Naturalmente, que el Derecho y la Moral sean diferentes no significa que entre ambos órdenes exista
una separación absoluta, como pretenden algunas concepciones positivistas: por el contrario, el
Derecho y la Moral están íntimamente conectados, y la pista para esa conexión nos la da
precisamente algo que hemos dicho antes: la Moral es el orden de la persona, y el Derecho el orden
de la sociedad. Que la Moral sea el orden de la persona y el Derecho el orden de la sociedad nos
muestra que la Moral y el Derecho son distintos, pero a la vez nos muestra que están íntimamente
relacionados, pues la dimensión social es precisamente una dimensión esencial de la persona
humana, y la armonía social es uno de los fines existenciales del hombre en función de los que
valorar la corrección moral de nuestros comportamientos.
Coercibilidad e Incoercibilidad
La incoercibilidad de la moral suele oponerse la coercibilidad del derecho, ya que los deberes
morales es una cuestión personal de cumplirlos o no, porque puede ocurrir que alguien realice, sin
su voluntad ciertos actos ordenados o prohibidos por una norma y en esta hipótesis, lo que haga
carecerá de significación ética. Si el acto es obligatorio, el derecho puede prescribir el uso de la
fuerza, como medio para conseguir la observancia de sus preceptos y en lo que respecta a las
obligaciones morales no hay posibilidad semejante.
Entonces por coercibilidad podemos entender la posibilidad de que una norma sea cumplida en una
forma no espontanea como las morales e incluso en contra de la voluntad del obligado, a diferencia
de la moral que es en base al libre albedrío.
Frente al jurídicamente obligado encontramos siempre a otra persona, facultada para reclamarle la
observancia de lo prescrito.
De hecho, es posible conseguir, en contra de la voluntad de un individuo, la
ejecución de un acto conforme o contrario a una norma ética. Pero nunca existe el derecho de
reclamar el cumplimiento de una obligación moral. El pordiosero puede pedirnos una limosna,
implorarla "por el amor de Dios", mas no exigírnosla. La máxima que ordena socorrer al menesteroso
no da a éste derechos contra nadie.
A diferencia de las obligaciones éticas, las de índole jurídica no son únicamente,
como dice Radbruch, deberes, sino deudas. Y tienen tal carácter porque su
observancia puede ser exigida, en ejercicio de un derecho, por un sujeto distinto
del obligado.
Por su carácter bilateral, la regulación jurídica establece en todo caso relaciones
entre diversas personas. Al obligado suele llamársele sujeto pasivo de la relación; a la persona
autorizada para exigir de aquél la observancia
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segundo atiende esencialmente a los actos externos y después a los de carácter íntimo, pero
únicamente en cuanto poseen trascendencia para la colectividad. El derecho refiérase a la
realización de valores colectivos, mientras la moral persigue la de valores personales.
estar buscando -en la soledad- su superación, ya sea en el ámbito físico, mental, espiritual; o el de
sus congéneres, luego estas disciplinas le contribuirán a ese loable propósito.
En la exterioridad del derecho y la interioridad moral de una señora, -por ejemplo- en cuanto a la
aprobación del aborto, digamos; si la mujer presenta hasta 12 semanas de gestación se le pueda
practicar el legrado, sin castigo alguno y con la ayuda de la autoridad, pues después de este tiempo,
entonces sí será delito ¿basados en qué parámetro? Porque pareciera a simple capricho del humor
legislativo esta observancia. Me imagino es por el peligro de la madre a someterse a la extirpación
de su hijo ya crecido. Se antoja fácil; luego, sigue la eutanasia ¿pretextos? ¡Sobran!: para que no
sufran, ¡qué lata con el enfermo!, los gastos hechos tirados a la basura; -la exterioridad del fuerte
sobre la interioridad del débil-, y viceversa; posteriormente, en algunas ocasiones el débil se hace
fuerte, continuando sin fin la cadena alimenticia ¡Ouch! quiero decir, la lastimosa lucha doméstica de
predominio. ¿Humanos? en la jungla asfáltica e ideológica, armados unos hasta los dientes, con la
legalidad.
En la cultura de la muerte -en boga- donde están autorizados igualmente matrimonios homosexuales,
los hermanos consanguíneos presionan porque de la misma manera se les reconozca oficialmente
sus uniones, bajo la nueva ley de convivencia, pregunto si el robo, el contrabando, la drogadicción,
el narcotráfico, la violación están en trámite, o si estoy atrasada de noticias y tampoco sean ya
delitos.
Me viene a la memoria, tras las reflexiones anteriores, una película de ciencia ficción intitulada “Los
Niños del Hombre”, cuya trama trata sobre el futuro, en donde solo hay en existencia adultos, y
comenta un espectador lo contradictorio del guion, pues al estar en guerra constante, y no teniendo
relevos (niños), destruyen también la posibilidad de sobrevivir como raza. He aquí sus sabias
palabras: <sin niños y mátense y mátense>. Pero creo que, aunque no hubiera conflictos bélicos, al
envejecer la población sin tener sustitutos ¿Cuál sería su porvenir? Francia, verbigracia, -país de
viejos-, ocupa mundialmente el primer lugar como consumidor de antidepresivos y medicamentos, y
la salud mental mediante consultas psiquiátricas, es estudiado en su parlamento para considerarlo
prioridad
1
Este tema fue tomado de: GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; pp.78 a 96.
A los creados por órganos especiales a través de un proceso regulado
formalmente, se les da el nombre de “leyes o normas de derecho escrito”. En
cambio, a los que provienen de la costumbre se le llama “derecho consuetudinario
o no escrito” y a los que provienen de actividad de determinados tribunales, se les
llama, por último, “de derecho jurisprudencial”.
• Desde el punto de vista de su ámbito espacial de validez.
Los ámbitos de validez de la norma (Kelsen) son 4: el espacial, el temporal, el
material y el personal. El primero de estos es:
2
“(1) la porción del espacio en que un precepto es aplicable”
3
“(1) el lapso durante el cual conserva su vigencia; (1)”
4
“(1) la materia que regula, (1)”
2
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; p. 80.
3
Ídem.
Desde este punto de vista, las normas jurídicas se clasifican en:
*Normas de derecho público. Se encuentran dentro de este tipo: las normas
constitucionales, administrativas, penales, procesales e internacionales. (Dentro
de estas normas se han insertado las normas laborales y agrarias)
*Normas de derecho privado. Dentro de ellas están las normas civiles y
mercantiles.
• Desde el punto de vista de su ámbito personal de validez.
Está conformado por:
5
“(1) los sujetos a quienes obliga.”
6
Que se atribuye a N. Korkounov.
*Normas taxativas. Son aquellas que obligan en todo caso a los particulares,
independientemente de su voluntad.
*Normas dispositivas. Son las que pueden dejar de aplicarse, por voluntad
expresa de las partes, a una situación jurídica concreta.
7
PENICHE BOLIO, Francisco J.; ob. cit.; p. 32.
La posibilidad de que exista un derecho dotado de vigencia, pero desprovisto de
eficacia, sólo es admisible en los casos a que acabamos de aludir, o sea, cuando
se trata de preceptos jurídicos aislados. Sin dificultad puede aceptarse que una
norma elaborada de acuerdo con todos los requisitos que estructuran el proceso
legislativo, carezca por completo de positividad.
La terminología “derecho vigente” y “derecho positivo” son utilizados por algunos
juristas como sinónimos. Esta práctica no es correcta, ya que no todo derecho
vigente es positivo, como tampoco, todo derecho positivo es vigente. La vigencia
es un atributo puramente formal, el sello que el Estado imprime a las reglas
jurídicas consuetudinarias, jurisprudenciales o legislativas sancionadas por aquél.
La positividad es un hecho que estriba en la observancia de cualquier precepto,
vigente o no vigente. La costumbre no aceptada por la autoridad política es
derecho positivo, pero carece de validez formal. Y a la inversa, las disposiciones
que el legislador crea tienen vigencia en todo caso, mas no siempre son acatadas.
La circunstancia de que la ley no sea obedecida, no quita a ésta su vigencia.
Desde el punto de vista formal, el precepto que no se cumple sigue en vigor
mientras otra ley no lo derogue. Tal principio ha sido consagrado por la ley
mexicana, lo que viene a confirmar la conveniencia de distinguir con pulcritud los
dos términos.
El derecho vigente es el políticamente reconocido, es decir, el que el Estado crea
o aplica por medio de sus órganos. No es posible admitir el divorcio entre
positividad y validez formal. La vigencia de cada ordenamiento tiene una serie de
supuestos sociológicos. El primero y fundamental es la existencia del Estado.
“(1) un orden intrínsecamente justo, que existe al lado o por encima del positivo.
8
(1)”
8
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; p. 40.
De acuerdo con los defensores del positivismo jurídico, sólo existe el derecho que
efectivamente se cumple en una determinada sociedad y una cierta época. Los
partidarios de otra doctrina aceptan la existencia de dos sistemas normativos
diversos, que, por su misma diversidad, pueden entrar en conflicto.
La diferencia se hace consistir en el distinto fundamento de la validez, puesto que
el natural vale por sí mismo, ya que es intrínsecamente justo; el positivo es
caracterizado atendiendo a su valor formal, sin tomar en consideración la justicia o
injusticia de su contenido.
La validez del segundo está condicionada por la concurrencia de ciertos requisitos
determinantes de su vigencia. Todo precepto vigente es formalmente válido. Las
expresiones vigencia y validez formal poseen en nuestra terminología igual
significado.
Estos atributos pueden aplicarse, tanto a las disposiciones establecidas
legislativamente como a las reglas nacidas de la costumbre. Frente a tales
preceptos, los del Derecho Natural son normas cuyo valor no depende de
elementos extrínsecos, por ello se dice que el natural es el único auténtico, y que
el vigente sólo podrá justificarse en la medida en que realice los dictados de aquel.
El Derecho Adjetivo es el Derecho de forma, el derecho instrumental, dicho de otra
manera, constituye el conjunto de normas y principios que tienden especialmente
a regular las relaciones jurídicas, poniendo en ejercicio la actividad judicial,
comprendiendo las leyes procedimentales y de enjuiciamiento.
En cambio, el Derecho Sustantivo es el Derecho de fondo, que consiste en el
conjunto de normas jurídicas de diverso linaje o materia, que establecen los
derechos y obligaciones de las personas, esto es, la relación jurídica derivada del
supuesto normativo. El ejercicio de este tipo de derechos se hace a través del
derecho adjetivo, cuando existe de por medio alguna controversia derivada de una
falta de acuerdo entre sujeto activo y pasivo de la relación jurídica.
9
“Arte de interpretar y especialmente el de interpretar textos sagrados.”
9
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA; ob. cit.
10
TAMAYO Y SALMORAN, Rolando; Elementos para una Teoría General del Derecho. Introducción al
Estudio de la Ciencia Jurídica; Themis; México; 1992; p. 351
Esther Romero Ayala. 1º de abril de 1993. Unanimidad de votos. Ponente: Rubén
11
Pedrero Rodríguez. Secretario: Carlos Ortiz García.”
11
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN; IUS 2002; Octava Época. Instancia. Tribunales
Colegiados de Circuito; Fuente. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XII. Octubre de 1993. Núm. de
Registro. 214,711. p. 446.
12
Suprema Corte de Justicia de la Nación. IUS 2002. Novena Época. Instancia. Tribunales Colegiados de
Circuito. Fuente. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XIII. Mayo de 2001. Tesis. VII. 1º C. 72. C.
Núm. de Registro. 189,629; p. 1200.
13
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA; ob. cit.;
Interpretar es una tarea complejísima y envuelve los problemas más delicados,
porque las dificultades provienen, sobre todo, del frecuente choque entre la ley –
norma abstracta- y la justicia concreta del caso sometido a decisión judicial; entre
la norma jurídica positiva que da soluciones generales y uniformes, y la vida del
derecho, que tiene una multiplicidad infinita.14
14
Este tema fue sacado de: GARCÍA BARRERA, Myrna Elia; La jurisprudencia y la interpretación de la
teoría jurídica contemporánea y posmoderna; Letras jurídicas; [en línea]; Disponible en la World Wide Web
en:
http://letrasjuridicas.cuci.udg.mx/numeros/articulos4/art.%205%20la%20Jursiprudencia%20y%20la%20inter
petacion..pdf Fecha de la consulta: 29 de febrero de 2009.
4. FUENTES DEL DERECHO.
4.1. Fuentes reales.
Antes de empezar a desarrollar cada uno de los puntos temáticos de esta unidad
es conveniente brindar una noción de las fuentes del derecho el general,
entendiéndose por tales, los lugares de donde proviene y emerge el derecho.
Dicho de otra manera:
“El vocablo fuentes ha sido utilizado en materia jurídica para tratar de determinar el
origen de las normas y resulta un término multívoco, pues a veces se confunde con
las fuentes del conocimiento jurídico, otra, con las fuentes de la ley y algunas con
1
las del Derecho Positivo.”
Otra noción de fuente del derecho, es la que dice, que es la razón primitiva de
cualquier idea o causa generadora o productora de un derecho. Por otra parte,
se entiende por fuente real del derecho a todos los factores, circunstancias y
elementos que provocan la creación de un producto legislativo, sin que se
encuentre dentro de estos acontecimientos, los propios y exclusivos que
conforman el proceso legislativo.
Así por ejemplo, la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, tuvo
como fuentes reales, el movimiento revolucionario de esa época, así como
algunos acontecimientos: la no reelección; la deficiente distribución de la tierra; el
abuso del poder por parte de los gobernantes; la diferencia abismal entre las
clases sociales; los huelgas de Rio Blanco, etcétera.
1
ACOSTA ROMERO, Miguel; Derecho Administrativo; Porrúa; 17° edición; México; 2004; p. 73
Cuando se hace referencia a los Diez mandamientos, a la Ley de las Siete
Partidas, al Derecho Romano, al Código de Hammurabi y que las Leyes de la
Indias son Derechos, se está haciendo alusión a documentos históricos que
produjeron las sociedades del pasado y que son antecedentes jurídicos de gran
valor para el derecho contemporáneo.
Las fuentes históricas son los viejos documentos, los antiguos papiros, las
vetustas reliquias históricas que en su momento estuvieron vigentes y que tenían
como contenido elementos normativos de naturaleza jurídica.
Estas fuentes del derecho son de gran importancia para el estudioso del Derecho,
ya que a partir de ellos, se puede conocer la evolución de las instituciones
jurídicas, así como su particularidades y peculiaridades, tanto en su aplicación
como observancia por parte de los destinatarios de esa norma jurídica.
Las fuentes históricas del Derecho, son algo así como el árbol genealógico del
derecho moderno. A través de esas fuentes se llega a captar la evolución y el
proceso de desarrollo y los cambios, progresos y retrocesos que ha sufrido con el
transcurso del tiempo el derecho.
En resumen, dentro las fuentes históricas del derecho quedan comprendidas las
legislaciones antiguas que nos muestran la forma en que los pueblos y
civilizaciones anteriores se rigieron y cómo es que dentro de la evolución del
derecho se fueron creando las distintas figuras y diversas instituciones jurídicas,
muchas de las cuales son recogidas por nuestras legislaciones actuales. Ejemplos
de estas fuentes se pueden considerar: el Digesto, los Instituta, las Novelas, el
Código Napoleónico, Código de Hammurabi, la Ley de las Doce Tablas, entre
otras tantas.
Las fuentes formales, que son aquellas normas que revisten una forma única y
determinada mediante la que el Estado establece su aplicación. Por ejemplo: la
ley, la costumbre y la jurisprudencia.
Dentro de las fuentes formales se ubican:2
a) La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
b) Las leyes Federales.
c) Tratados y convenios internacionales.
c) Leyes locales.
d) Reglamentos.
e) Planes y programas.
f) Normas oficiales.
g) Circulares.
h) Acuerdos.
i) Decretos.
j) Convenios.
4.3.1. Ley.
2
MARTÍNEZ MORALES, Rafael I.; Derecho Administrativo 1° y 2° curso; México; 2000; pp. 15, 16. El
autor de referencia a algunas ideas de Francois Geny sobre las fuentes del derecho privado. Las clasifica en
fuentes formales del derecho, aquellas que tienen una naturaleza imperativa, de autoridades externas al
intérprete con virtualidad bastante para regir su juicio, cuando tiene por objeto inmediato la revelación de una
regla, destinada a imprimir una dirección a la vida jurídica
Las que presentaren los diputados o los senadores, se sujetarán a los trámites
que designe el Reglamento de Debates.3
Todo proyecto de ley o decreto cuya resolución no sea exclusiva de alguna de las
Cámaras, se discutirá sucesivamente en ambas, observándose el Reglamento de
Debates sobre la forma, intervalos y modo de proceder en las discusiones y
votaciones.
A. Aprobado un proyecto en la Cámara de su origen, pasará para su discusión a la
otra. Si ésta lo aprobare, se remitirá al Ejecutivo, quien, si no tuviere
observaciones que hacer, lo publicará inmediatamente.
B. Se reputará aprobado por el Poder Ejecutivo, todo proyecto no devuelto con
observaciones a la Cámara de su origen, dentro de diez días útiles; a no ser que,
corriendo este término hubiere el Congreso cerrado o suspendido sus sesiones,
en cuyo caso la devolución deberá hacerse el primer día útil en que
el Congreso esté reunido.
C. El proyecto de ley o decreto desechado en todo o en parte por el Ejecutivo,
será devuelto, con sus observaciones, a la Cámara de su origen. Deberá ser
discutido de nuevo por ésta, (, sic DOF 05-02- 1917) y si fuese confirmado por las
dos terceras partes del número total de votos, pasará otra vez a la Cámara
revisora. Si por esta fuese sancionado por la misma mayoría, el proyecto será ley
o decreto y volverá al Ejecutivo para su promulgación.
Las votaciones de ley o decreto, serán nominales.
D. Si algún proyecto de ley o decreto, fuese desechado en su totalidad por la
Cámara de revisión, volverá a la de su origen con las observaciones que aquella le
hubiese hecho. Si examinado de nuevo fuese aprobado por la mayoría absoluta
de los miembros presentes, volverá a la Cámara que lo desechó, la cual lo tomará
otra vez en consideración, y si lo aprobare por la misma mayoría, pasará al
Ejecutivo para los efectos de la fracción A; pero si lo reprobase, no podrá volver a
presentarse en el mismo período de sesiones.
3
CAMARA DE DIPUTADOS. CONGRESO DE LA UNIÓN; Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; Artículo 71; [en línea]; Disponible en la World Wide Web en:
http://www.cddhcu.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf Fecha de la consulta: 29 de febrero de 2009.
E. Si un proyecto de ley o decreto fuese desechado en parte, o modificado, o
adicionado por la Cámara revisora, la nueva discusión de la Cámara de su origen
versará únicamente sobre lo desechado o sobre las reformas o adiciones, sin
poder alterarse en manera alguna los artículos aprobados. Si las
adiciones o reformas hechas por la Cámara revisora fuesen aprobadas por la
mayoría absoluta de los votos presentes en la Cámara de su origen, se pasará
todo el proyecto al Ejecutivo, para los efectos de la fracción A. Si las adiciones o
reformas hechas por la Cámara revisora fueren reprobadas por la mayoría de
votos en la Cámara de su origen, volverán a aquella para que tome en
consideración las razones de ésta, y si por mayoría absoluta de votos presentes
se desecharen en esta segunda revisión dichas adiciones o reformas, el proyecto,
en lo que haya sido aprobado por ambas Cámaras, se pasará al Ejecutivo para los
efectos de la fracción A. Si la Cámara revisora insistiere, por la mayoría absoluta
de votos presentes, en dichas adiciones o reformas, todo el proyecto no volverá a
presentarse sino hasta el siguiente período de sesiones, a no ser que ambas
Cámaras acuerden, por la mayoría absoluta de sus miembros presentes, que se
expida la ley o decreto sólo con los artículos aprobados, y que se reserven los
adicionados o reformados para su examen y votación en las sesiones siguientes.
F. En la interpretación, reforma o derogación de las leyes o decretos, se
observarán los mismos trámites establecidos para su formación.
G. Todo proyecto de ley o decreto que fuere desechado en la Cámara de su
origen, no podrá volver a presentarse en las sesiones del año.
H. La formación de las leyes o decretos puede comenzar indistintamente en
cualquiera de las dos Cámaras, con excepción de los proyectos que versaren
sobre empréstitos, contribuciones o impuestos, o sobre reclutamiento de tropas,
todos los cuales deberán discutirse primero en la Cámara de Diputados.
I. Las iniciativas de leyes o decretos se discutirán preferentemente en la Cámara
en que se presenten, a menos que transcurra un mes desde que se pasen a la
Comisión dictaminadora sin que ésta rinda dictamen, pues en tal caso el mismo
proyecto de ley o decreto puede presentarse y discutirse en la otra Cámara.
I (J, sic DOF 24-11-1923). El Ejecutivo de la Unión no puede hacer observaciones
a las resoluciones del Congreso o de alguna de las Cámaras, cuando ejerzan
funciones de cuerpo electoral o de jurado, lo mismo que cuando la Cámara de
Diputados declare que debe acusarse a uno de los altos funcionarios de la
Federación por delitos oficiales.
Tampoco podrá hacerlas al Decreto de convocatoria a sesiones extraordinarias
que expida la Comisión Permanente.4
4.3.2. Costumbre.
La costumbre desde el punto de vista doctrinal, puede ser vista también desde las
siguientes visiones:
A) Amplio: Cualquier uso o hábito social.
B) Estricto: Usos sociales que son fuente de normas jurídicas.
Dos posturas:
• Norma jurídica creada e impuesta por el uso social.
• Norma jurídica creada e impuesta por el uso y la voluntad social.
La costumbre es una fuente del derecho que ha tenido dos papeles fundamentales
en los dos sistemas jurídicos occidentales:
4
Ibídem; artículo 72.
5
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; p. 61.
a) En el romano germánico, ha sido una fuente secundaria que está
supeditada en su jerarquía al reconocimiento que de ella realicen los
productos legislativos creados a través del proceso legislativo formal.
b) En el sistema jurídico anglosajón, la costumbre ha sido la fuente directa de
la creación del derecho, que en esta variante es conocido con el nombre de
“Derecho Consuetudinario”.
En el plano teórico existen varias explicaciones teóricas respecto del llamado
Derecho consuetudinario, entre ellas las siguientes:
1. Teoría tradicional romano-canónica.
Vista la costumbre desde esta perspectiva teórica, se conformará de dos
elementos:
• Objetivo u externo: Consistente en repetición de actos uniformes por la
generalidad de los interesados y duraderamente.
• Subjetivo: Idea o convicción del carácter obligatorio de la regla.
2. Teoría de la escuela histórica alemana.
La costumbre no es un producto artificial de la voluntad humana, sino un producto
espontáneo de la vida social. Sólo la conciencia del pueblo es fuente auténtica y
genuina del Derecho.
3. Teorías que mantienen la línea tradicional.
Los dos elementos, el subjetivo y el objetivo tienen el mismo papel y
trascendencia.
4. Teoría histórico-comparativa.
Dos tipos sucesivos de regímenes consuetudinarios:
• La costumbre en su pureza.
• La costumbre artificiosa y más reciente, influida por la compilación de
relaciones jurídicas y reveladas por jurisconsultos y los tribunales.
5. Concepción extensiva de la costumbre.
Es derecho consuetudinario toda convicción jurídica de la comunidad social que,
por práctica jurídica, doctrina de derecho o fallo judicial, se ejerce y se aprueba.
En cuanto a los elementos de la costumbre, hay que señalar los siguientes:
I. Elemento material.
1. Uniforme. Identidad esencial de los actos.
2. General. Practicados por la mayoría del grupo social.
3. Duradero.
4. Constante. Actos de continua y previsible continuación.
II. Elemento espiritual de la costumbre. opinio iuris. Critica:
a. Subjetivismo jurídico.
b. Lo que atribuye en definitiva valor jurídico a las normas consuetudinarias es
el hecho de ser respetadas por los órganos del Estado y ser aplicadas por los
tribunales.
4.3.3. Jurisprudencia.
6
CAMARA DE DIPUTADOS. CONGRESO DE LA UNIÓN; Ley de Amparo; Artículo 192; [en línea];
Disponible en la World Wide Web en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/20.pdf Fecha de la
consulta: 29 de febrero de 2009.
7
Ibídem; artículo 193.
8
Ibídem; artículo 194.
los Tribunales Colegiados de Circuito, que no hubiesen intervenido en su
integración; y
IV. Conservar un archivo, para consulta pública, que contenga todas las tesis
jurisprudenciales integradas por cada uno de los citados órganos jurisdiccionales y
las que hubiesen recibido de los demás.
El Semanario Judicial de la Federación deberá publicar mensualmente, en una
gaceta especial, las tesis jurisprudenciales que reciba del Pleno y Salas de la
Suprema Corte de Justicia y de los Tribunales Colegiados de Circuito, publicación
que será editada y distribuida en forma eficiente para facilitar el conocimiento de
su contenido.
Las publicaciones a que este artículo se refiere, se harán sin perjuicio de que se
realicen las publicaciones mencionadas en el artículo 197-B de la Ley de amparo.9
Cuando las partes invoquen en el juicio de amparo la jurisprudencia del Pleno o de
las Salas de la Suprema Corte o de los Tribunales Colegiados de Circuito, lo harán
por escrito, expresando el número y órgano jurisdiccional que la integró, y el rubro
y tesis de aquélla.
Si cualquiera de las partes invoca ante un Tribunal Colegiado de Circuito la
jurisprudencia establecida por otro, el tribunal del conocimiento deberá:
I. Verificar la existencia de la tesis jurisprudencial invocada;
II. Cerciorarse de la aplicabilidad de la tesis jurisprudencial invocada, al caso
concreto en estudio; y
III. Adoptar dicha tesis jurisprudencial en su resolución, o resolver expresando las
razones por las cuales considera que no debe confirmarse el criterio sostenido en
la referida tesis jurisprudencial.
En la última hipótesis de la fracción III del presente artículo, el tribunal de
conocimiento remitirá los autos a la Suprema Corte de Justicia para que resuelva
sobre la contradicción.10
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia sustenten tesis contradictorias
en los juicios de amparo de su competencia, cualquiera de dichas Salas o los
ministros que las integren, el Procurador General de la República o las partes que
9
Ibídem; artículo 195.
10
Ibídem; artículo 196.
intervinieron en los juicios en que tales tesis hubieran sido sustentadas, podrán
denunciar la contradicción ante la misma Suprema Corte de Justicia, la que
decidirá funcionando en Pleno cuál es la tesis que debe observarse. El Procurador
General de la República, por sí o por conducto del agente que al efecto designe,
podrá, si lo estima pertinente, exponer su parecer dentro del plazo de treinta días.
La resolución que se dicte no afectará las situaciones jurídicas concretas
derivadas de los juicios en los cuales se hubiesen dictado las sentencias que
sustentaron las tesis contradictorias.
El Pleno de la Suprema Corte deberá dictar la resolución correspondiente dentro
del término de tres meses, y deberá ordenar su publicación y remisión en los
términos previstos por el artículo 195 de la Ley de amparo.
Las Salas de la Suprema Corte de Justicia y los ministros que las integren y los
Tribunales Colegiados de Circuito y los magistrados que los integren, con motivo
de un caso concreto podrán pedir al Pleno de la Suprema Corte o a la sala
correspondiente que modifique la jurisprudencia que tuviesen establecida,
expresando las razones que justifiquen la modificación; el Procurador General de
la República, por sí o por conducto del agente que al efecto designe, podrá, si lo
estima pertinente, exponer su parecer dentro del plazo de treinta días. El Pleno o
la Sala correspondiente resolverán si modifican la jurisprudencia, sin que su
resolución afecte las situaciones jurídicas concretas derivadas de los juicios en las
cuales se hubiesen dictado las sentencias que integraron la tesis jurisprudencial
modificada. Esta resolución deberá ordenar su publicación y remisión en los
términos previstos por el artículo 195 de la Ley de amparo.11
11
Ibídem; artículo 197.