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ESCUELA LIBRE DE CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

CAPITULO 5
MORAL Y DERECHO

Las relaciones entre la Moral y el Derecho constituyen una de las cuestiones más importantes y
complejas de la Filosofía del Derecho, sobre todo si se tiene en cuenta que afectan al concepto del
Derecho, a su aplicación, a las relaciones entre legalidad y justicia o al espinoso tema de la
obediencia al Derecho. La Moral y el Derecho hacen referencia a una parte importante del
comportamiento humano y se expresan, en gran medida, con los mismos términos (deber,
obligación, culpa, responsabilidad). Se puede decir que el contenido del Derecho tiene una clara
dependencia de la moral social vigente, de la misma forma que toda moral social pretende contar
con el refuerzo coactivo del Derecho para así lograr eficacia social.
Las teorías en relación con la Moral y el Derecho se pueden sintetizar de la siguiente manera:
• Confusión entre ambos conceptos.
• Separación tajante, y
• Consideración de ambos conceptos como distintos, sin perjuicio de las conexiones entre ambos.
Compartimos la tesis que establece la necesaria distinción entre la Moral y el Derecho, acompañada
de una serie de conexiones muy relevantes. En tal sentido, se ha podido decir que «la distinción
entre Derecho y Moral no debe dificultar el esfuerzo por constatar las conexiones entre ambas
normatividades en la cultura moderna, ni la lucha por la incorporación de criterios razonables de
moralidad en el Derecho, ni tampoco la crítica desde criterios de moralidad al Derecho válido» 2.
Veamos a continuación los aspectos fundamentales de las diferentes teorías.
• Tesis de la subordinación del Derecho a la Moral.
Este modelo subordina totalmente el Derecho a la Moral e inspira los ordenamientos jurídicos de
base autocrática, totalitaria o dictatorial.
• Tesis de la separación absoluta.
Esta teoría sostiene que los criterios de moralidad e inmoralidad de una conducta son totalmente
independientes de los criterios de legalidad e ilegalidad de la misma. Su mejor expresión se
encuentra en el positivismo jurídico más radical, que considera relativos todos los valores morales y
de justicia, siendo objeto de crítica en cuanto que el ordenamiento jurídico siempre traduce valores
y concepciones morales vigentes o aceptados socialmente con carácter predominante.
• Tesis que establece distinciones y conexiones.
Esta tesis sostiene que hay un campo común a la Moral y al Derecho y es el que tiene que ver con
las exigencias necesarias para una convivencia social estable y suficientemente justa. En
consecuencia, un Derecho que se pretenda correcto ha de incluir en grado aceptable unos mínimos
éticos. Pero no se confunden: hay un campo de la Moral que no tiene como objetivo transformarse
en normas jurídicas y un ámbito dentro del Derecho que puede ser indiferente desde el punto de
vista moral.
El Derecho y la Moral se encuentran íntimamente relacionados, pero son órdenes normativos
distintos no equiparables y, por ello, es necesario precisar estas diferencias y relaciones.
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A lo largo de la historia del pensamiento se han propuesto sobre todo cuatro criterios básicos de
distinción entre el Derecho y la Moral, que en realidad responden a un mismo hilo conductor.
1. En primer lugar, Thomasius –filósofo del Derecho del siglo XVll, perteneciente a la escuela del
iusnaturalismo racionalista– observó que la Moral se ocupa de los actos humanos internos y el
Derecho de los actos externos. Esta tesis debe ser matizada. En realidad, no existen actos
puramente externos, pues todos los actos humanos tienen también un componente interno, en la
medida en que emanan de la inteligencia y de la voluntad del hombre; sí existen, en cambio, actos
humanos puramente internos, que permanecen en el interior del hombre sin manifestarse
externamente. Por lo tanto, se puede afirmar –reformulando la tesis de Thomasius– que la Moral se
ocupa de todos los comportamientos humanos –puesto que todos presentan una dimensión interior–
, mientras que el Derecho se ocupa tan sólo de los comportamientos humanos que se manifiestan
al exterior. En consecuencia, para el Derecho no son relevantes los actos puramente internos, de
acuerdo con lo definido, es decir, aquellos que no tienen ningún tipo de manifestación externa, y si
el Derecho quisiese ordenar la esfera de los actos puramente internos se estaría excediendo de sus
límites. Aquí encontramos ya una primera distinción entre el Derecho y la Moral: una distinción de
objeto, en virtud de la cual el objeto del Derecho es más reducido que el de la Moral. Pero más allá
de esta diferencia de objeto, poco significativa –sólo nos dice que determinados comportamientos
humanos, los puramente internos, no están sujetos a la regulación jurídica– lo que interesa sobre
todo subrayar es que el Derecho enfoca los actos humanos precisamente desde la óptica externa.
El punto de partida de la regulación jurídica es la dimensión externa de la conducta, mientras que,
por el contrario, el punto de partida de la regulación moral es su dimensión interna.
Una consecuencia de esta diferencia de perspectivas entre el Derecho y la Moral es la que subraya
Kant: mientras que el Derecho exige tan sólo la obediencia material o externa, esto es, la realización
del acto mandado o la omisión del acto prohibido, sin importarle el motivo de dicha obediencia, la
Moral exige en cambio la obediencia formal o interna: exige una adhesión interna a la norma, que no
es relevante en cambio para el Derecho.
2. Precisamente, porque al Derecho sólo le interesa el cumplimiento externo de las normas, puede
recurrir a la coacción para obtener ese cumplimiento, lo que en cambio no tiene sentido en el ámbito
Moral, en el que lo relevante es el cumplimiento de los preceptos éticos por una adhesión interior.
Éste es otro rasgo diferencial entre el Derecho y la Moral, la coercibilidad, que consiste en que el
Derecho puede recurrir a la coacción para garantizar el cumplimiento de sus preceptos.
3. Existe un tercer rasgo del Derecho, que de alguna manera es la razón que subyace a las dos
diferencias anteriores: mientras que la Moral contempla a la persona humana como tal, y la
contempla en su totalidad, el objeto de la consideración jurídica es tan sólo el conjunto de las
posiciones o funciones típicas que la persona despeña en el ámbito del Derecho –comprador,
vendedor, acusado, demandante, etc.–, lo que equivale a decir las posiciones o funciones típicas
que esta desempeña en relación con los demás, puesto que es esa relación el objeto propio de la
regulación jurídica, que no se ocupa de las conductas humanas que permanecen estrictamente
confinadas a la esfera individual.
4. Precisamente, porque el centro de atención del Derecho es, como hemos señalado, la conducta
humana relacional, una última diferencia con respecto a la Moral radica en la estructura de las
normas; concretamente, las normas jurídicas tienen una estructura imperativo-atributiva, es decir,
están presididas por la reciprocidad entre derechos y deberes, de tal suerte que, en el ámbito jurídico,
siempre hay frente a mi derecho un deber de otro y frente a mi deber un derecho de otro; reciprocidad
que está ausente en las normas morales, que tienen una estructura puramente imperativa. Las
obligaciones son comunes a la Moral y el Derecho. Por el contrario, los derechos son características
específicas del Derecho.
Desde Kant se suelen establecer una serie de criterios sistematizados que se estudian a
continuación:
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• Autonomía ética frente a heteronomía jurídica.


En efecto, a partir de Kant, la moral se presenta como autónoma en cuanto que su origen y
fundamento radica en el imperativo categórico de la conciencia, y el Derecho como heterónomo, en
cuanto que procede de una decisión de la autoridad investida de un poder coactivo. No obstante, se
señala cómo la autonomía de la voluntad expresada en el imperativo categórico implica el necesario
respeto al principio de universalidad y, por otra parte, exige la consideración del ser humano como
ser de fines, es decir, la dignidad de la persona humana como marco en el que se ejerce la autonomía
de la voluntad.
• Libertad negativa frente a libertad positiva.
Este epígrafe plantea la cuestión de si existe un espacio típico, específico para la ética y otro para el
Derecho. Sobre este particular suele distinguirse entre los regímenes totalitarios, que invaden
prácticamente todos los espacios de la vida, intentando, incluso, penetrar en los ámbitos de la
libertad protegidos por la intimidad de las conciencias y de los pensamientos, y los regímenes de
inspiración liberal y democrática que, aun con las dificultades correspondientes, delimitan con mayor
claridad uno y otro espacio.
Se ha de observar, sin embargo, que con frecuencia los principales contenidos del Derecho son
explícitamente los mismos de las normas éticas y que, a veces, se considera que no basta con la
garantía y seguridad que ofrece el deber ético (el ejemplo clásico es el de no matar, al que el
ordenamiento jurídico añade después una sanción). Ocurre, con frecuencia, que el Derecho
interviene para evitar las posibles insuficiencias de las normas éticas en el orden de la coacción o
sanción, sin que ello impida que haya zonas de la ética en las que el Derecho no debe entrar. En
definitiva, se entiende que es necesaria la no interferencia (libertad negativa) pero también que es
legítima y necesaria la no abstención, es decir, la intervención por parte del Estado, a través del
ordenamiento jurídico (libertad positiva).
• El deber ético frente a la obligación jurídica.
Se entiende que en el primer caso se obra por imperativo de la conciencia o por estímulo del deber,
mientras que en el segundo porque una ley así lo ordena o establece. En la ética hay, pues, una
obligación interna hacia la norma. En cambio, el Derecho queda realizado con la obediencia externa,
aunque se disienta interiormente. Debe dejarse constancia que, tratándose de los sistemas político-
jurídicos democráticos, puede entenderse que hay razones éticas a favor de la obediencia al
Derecho, debido a los procedimientos y valores que caracterizan a los mencionados sistemas (todo
ello sin perjuicio de la necesidad imprescindible de la crítica bajo sus diferentes formas y del
reconocimiento de la objeción de conciencia).
• Felicidad frente a justicia y seguridad.
Este epígrafe plantea el problema de los fines: el para qué de la ética y el para qué del Derecho.
Desde este punto de vista, la dignidad y felicidad serían fines y valores, priorizados, respectivamente,
por las filosofías deontológicas y teleológicas, que tendrían que ver con la ética. En cambio, el fin del
Derecho sería dotar a una colectividad de la suficiente garantía de la libertad y de una cierta
seguridad, en primer lugar. Pero no, desde luego, cualquier seguridad o cualquier orden u
organización, sino una seguridad que se entienda justa, con protección de los derechos
fundamentales y las libertades públicas. Los fines del Derecho, por tanto, tendrían carácter temporal,
frente a los fines últimos y radicales de perfección que corresponden a la ética. A pesar de todo, se
constata las inevitables conexiones: con un Derecho injusto es más difícil establecer la dignidad
ética, y una ética construida desde la libertad y la dignidad desemboca inevitablemente en la justicia.
• Podemos decir que la Moral es el orden de la persona, mientras que el Derecho es el orden de la
sociedad. Más concretamente, esta diferencia de ópticas o puntos de vista significa que, mientras
que la bondad moral de los comportamientos humanos se deriva de su idoneidad para la
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consecución de los fines existenciales del hombre, el Derecho regula los comportamientos humanos
tan sólo desde el punto de vista de su repercusión social, de su relación con los demás.
Naturalmente, que el Derecho y la Moral sean diferentes no significa que entre ambos órdenes exista
una separación absoluta, como pretenden algunas concepciones positivistas: por el contrario, el
Derecho y la Moral están íntimamente conectados, y la pista para esa conexión nos la da
precisamente algo que hemos dicho antes: la Moral es el orden de la persona, y el Derecho el orden
de la sociedad. Que la Moral sea el orden de la persona y el Derecho el orden de la sociedad nos
muestra que la Moral y el Derecho son distintos, pero a la vez nos muestra que están íntimamente
relacionados, pues la dimensión social es precisamente una dimensión esencial de la persona
humana, y la armonía social es uno de los fines existenciales del hombre en función de los que
valorar la corrección moral de nuestros comportamientos.

Coercibilidad e Incoercibilidad
La incoercibilidad de la moral suele oponerse la coercibilidad del derecho, ya que los deberes
morales es una cuestión personal de cumplirlos o no, porque puede ocurrir que alguien realice, sin
su voluntad ciertos actos ordenados o prohibidos por una norma y en esta hipótesis, lo que haga
carecerá de significación ética. Si el acto es obligatorio, el derecho puede prescribir el uso de la
fuerza, como medio para conseguir la observancia de sus preceptos y en lo que respecta a las
obligaciones morales no hay posibilidad semejante.
Entonces por coercibilidad podemos entender la posibilidad de que una norma sea cumplida en una
forma no espontanea como las morales e incluso en contra de la voluntad del obligado, a diferencia
de la moral que es en base al libre albedrío.

UNILATERAL DE LA MORAL Y BILATERAL DEL DERECHO


La diferencia esencial entre normas morales y preceptos jurídicos estriba en que
las primeras son unilaterales y los segundos bilaterales.
La unilateralidad de las reglas éticas se hace consistir en que frente al sujeto a
quien obligan. No hay otra persona autorizada para exigirle el cumplimiento de sus deberes. Las
normas jurídicas son bilaterales porque imponen deberes
correlativos de facultades o conceden derechos correlativos de obligaciones.

Frente al jurídicamente obligado encontramos siempre a otra persona, facultada para reclamarle la
observancia de lo prescrito.
De hecho, es posible conseguir, en contra de la voluntad de un individuo, la
ejecución de un acto conforme o contrario a una norma ética. Pero nunca existe el derecho de
reclamar el cumplimiento de una obligación moral. El pordiosero puede pedirnos una limosna,
implorarla "por el amor de Dios", mas no exigírnosla. La máxima que ordena socorrer al menesteroso
no da a éste derechos contra nadie.
A diferencia de las obligaciones éticas, las de índole jurídica no son únicamente,
como dice Radbruch, deberes, sino deudas. Y tienen tal carácter porque su
observancia puede ser exigida, en ejercicio de un derecho, por un sujeto distinto
del obligado.
Por su carácter bilateral, la regulación jurídica establece en todo caso relaciones
entre diversas personas. Al obligado suele llamársele sujeto pasivo de la relación; a la persona
autorizada para exigir de aquél la observancia
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de la norma denomínasele sujeto activo, facultado, derecho habiente o pretensor.


La obligación del sujeto pasivo es una deuda, en cuanto el pretensor tiene el
derecho de reclamar el cumplimiento de la misma.
León Petrasizky ha acuñado una fórmula que resume admirablemente la distinción que acabamos
de esbozar. Los preceptos del derecho -escribe- son normas imperativo-atributivas; las de la moral
son puramente imperativas.
Las primeras imponen deberes y, correlativamente, conceden facultades; las segundas imponen
deberes, mas no conceden derechos. Pongamos un ejemplo: Una persona presta a otra cien pesos,
comprometiéndose el deudor a pagarlos en un plazo de dos meses, Al vencerse el término
estipulado, el mutuante puede, fundándose en una norma, exigir del mutuatario la devolución del
dinero, La obligación del segundo no es, en este caso, un deber para consigo mismo, sino una deuda
frente al otro sujeto, El deber jurídico de aquél no podría ser considerado como deuda, si
correlativamente no existiese un derecho de otra persona.

INTERIORIDAD DE LA MORAL Y EXTERIORIDAD DEL DERECHO.


Hay autores que pretenden distinguir moral y derecho oponiendo a la interioridad de la primera la
exterioridad del segundo, como el autor Kant que dice: El cumplimiento de las normas ideales de
moralidad es independiente de toda organización exterior. La persona que quiere vivir moralmente
solo tiene que escuchar la voz de su conciencia. Lo social es para el moralista una circunstancia con
la que debe contar, a fin de valorar éticamente la conducta del sujeto en la vida común. Mas la
sociedad no es nunca, para la consideración moral, un fin en sí, sino un simple medio. A la moral
pragmática, que mide el mérito de la conducta en función de los resultados que produce, opone Kant
la ética de las intenciones, refiere Max Scheler “Sólo la bondad de los propósitos permite distinguir
los fines de Dios de las miras del diablo”, para la cual el elemento decisivo es la pureza de la voluntad.
La correspondencia exterior de un proceder con la regla no determina, por sí misma, la moralidad de
aquél. Es simple legalidad, corteza que oculta o disfraza determinadas intenciones. La imagen
evangélica de los “sepulcros blanqueados” alude a una distinción parecida.
El anterior criterio no es absoluto, pues la moral no solo se preocupa por el fuero interno del sujeto,
ni el derecho considera únicamente la exterioridad de las actitudes. Aquélla demanda asimismo que
obremos con rectitud y hagamos cristalizar en actos nuestros propósitos; y éste no busca de manera
exclusiva la mera adecuación exterior, la simple legalidad, sino que atiende también a los resortes
de la conducta. En su Filosofía del Derecho Giorgio Del Vecchio manifiesta “Si bien el derecho
observa una cierta laxitud en cuanto a las motivaciones, esto no significa que deje de considerar en
absoluto el elemento psíquico. No sería posible una valoración jurídica de acto alguno sin
desembocar en cierto modo en los motivos.
Una moral que solamente mandase pensar bien resultaría estéril. Por ello exige que las buenas
intenciones trasciendan a la práctica. De lo contrario, únicamente servirían “para empedrar el camino
del infierno.
El derecho tampoco se conforma con la pura legalidad. A menudo penetra en el recinto de la
conciencia y analiza los móviles de la conducta, atribuyéndoles consecuencias jurídicas de mayor o
menor monta. Piénsese, por ejemplo, en el papel que desempeña la intencionalidad en el derecho
penal, o en el que juega, en materia civil, la buena fe.
Los intereses de la moral y el derecho siguen direcciones diversas, como lo expresa muy bien
Gustavo Radbruch “No hay ningún dominio de acciones externas o internas que no pueda someterse
a valoración tanto jurídica como moral”. La primera preocupase por la vida interior de las personas,
y por sus actos exteriores solo en tanto que descubren la bondad o maldad de un proceder. El
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segundo atiende esencialmente a los actos externos y después a los de carácter íntimo, pero
únicamente en cuanto poseen trascendencia para la colectividad. El derecho refiérase a la
realización de valores colectivos, mientras la moral persigue la de valores personales.

b) Interioridad y exterioridad de la Moral y del Derecho.


Se separa nuevamente para estudio y clasificación éstos dos planos en la composición del hombre,
como si se tratara de algo tan diferente, como si no pudiera haber relación alguna entre el interior y
el exterior de algo; nada menos, ni nada más que el culmen de la Creación: ¡el ser humano!
Las conclusiones sacadas de la manga: que si ya interesa a la colectividad, que si ya al plano
individual, que es cuestión interna o externa, superior e inferior, izquierda o derecha, abstracto o
concreto, salvaje o civilizado, alegre o triste, luz y sombra, frío y caliente, duro y blando, dulce y
salado, paz y guerra, amor u odio… elucubraciones, conjeturas, -en lo particular- imprácticas,
creadoras eso si de espectaculares migrañas.
Todo lo somos: un universo, formado por millones de universos, en contacto con otros tantos
universos, en un universo infinito. Ese es el destino del ser humano: ser libre de actuar, moverse
donde le plazca dentro de ese hábitat. ¿Por qué siempre tenderemos a dividir entonces? Y encontrar,
o más bien inventar explicaciones a las cosas que nunca llegaremos a abarcar con el simple
intelecto. A mí me gusta cuando puedo comprobar los hechos, como por ejemplo con las ciencias
exactas, allí nada de discursos mareadores; una y otra vez se repite el fenómeno en estudio, se
comprueba el milagro; es, o no es. Luego, sí me admira la simplicidad aparente de determinar cómo
estarlo viendo, con ese desparpajo: es interno y externo. Es cuadrado y ya (¿Compruébalo?).
No; sobre todo en cuestiones tan abstractas, tan íntimas, tan personales, tan trascendentales. No es
así de fácil, o de complicado. Cavilando sobre los inicios de nuestra existencia, o de cualquiera otra
persona, cómo es que desde pequeñito se aprende a respetar, a servir, a amar; en una palabra
formarse como una criatura racional, social y civilizada sino es con el trato con los demás y con el
medio ambiente; cumpliendo con las normas (naturales, sociales, religiosas y del derecho),
ignorando incluso se requiera de su observancia por ser un requerimiento explícito de las autoridades
en los códigos establecidos por ellas mismas, evitándose así incluso sanciones por parte de ésta.
En cambio, otros doctos en cuanto a los temas de las leyes del derecho, en vez de que por ello
fueran el ejemplo de los demás por su celo en venerarlas, ¡no paran de violarlas! Pareciera como si
usaran esos conocimientos más bien para sacar ventaja propia (por no tener moral). Es indicativo
observar a la mayoría de los políticos y gente en el poder, con la profesión de licenciados en Derecho
o abogados.
Así pues, la base de todas las leyes (incluyendo las del derecho) es la moral, la cual es el cimiento,
la roca de edificación de un destino brillante, libre; por cierto, no siempre como nos lo pintan los
creadores de imagen, o los jurisconsultos, o los legisladores, o los publiadministracionistas, entre
muchos otros personajes. En pocas palabras, las leyes del derecho no nos aleccionan, no nos
preparan, no nos sirven de herramienta para la vida real, concreta (podemos desconocerlas y aun
así respetarlas, o, saberlas perfectamente, pero pasarlas por alto); la moral en cambio, no solo es la
brújula segura para transitar por cualquier inhóspito derrotero, es el instrumento imprescindible
también para abrirnos el paso. Es una espada filosa, contrario a la idea de economistas, empresarios,
etc., de considerarla un obstáculo.
El individuo solitario, a saber, según estos puntos de vista (moral interna- derecho externo); no
necesitaría ni del derecho, ni de la moral, pues no hay una sociedad para manifestar allí su moral, ni
alguien con quien pudiera entablar una cuestión de derecho. No obstante, pienso que esa persona
necesita, igualmente; tanto del derecho, como de la moral, al él mismo estar en posibilidad de auto
dañarse, o bien, a la comunidad: pongamos por ejemplo al pirómano, peligroso por su afición al fuego
y que tantas veces, estos sujetos, han provocado grandes incendios. Por otro lado, alguien puede
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estar buscando -en la soledad- su superación, ya sea en el ámbito físico, mental, espiritual; o el de
sus congéneres, luego estas disciplinas le contribuirán a ese loable propósito.
En la exterioridad del derecho y la interioridad moral de una señora, -por ejemplo- en cuanto a la
aprobación del aborto, digamos; si la mujer presenta hasta 12 semanas de gestación se le pueda
practicar el legrado, sin castigo alguno y con la ayuda de la autoridad, pues después de este tiempo,
entonces sí será delito ¿basados en qué parámetro? Porque pareciera a simple capricho del humor
legislativo esta observancia. Me imagino es por el peligro de la madre a someterse a la extirpación
de su hijo ya crecido. Se antoja fácil; luego, sigue la eutanasia ¿pretextos? ¡Sobran!: para que no
sufran, ¡qué lata con el enfermo!, los gastos hechos tirados a la basura; -la exterioridad del fuerte
sobre la interioridad del débil-, y viceversa; posteriormente, en algunas ocasiones el débil se hace
fuerte, continuando sin fin la cadena alimenticia ¡Ouch! quiero decir, la lastimosa lucha doméstica de
predominio. ¿Humanos? en la jungla asfáltica e ideológica, armados unos hasta los dientes, con la
legalidad.
En la cultura de la muerte -en boga- donde están autorizados igualmente matrimonios homosexuales,
los hermanos consanguíneos presionan porque de la misma manera se les reconozca oficialmente
sus uniones, bajo la nueva ley de convivencia, pregunto si el robo, el contrabando, la drogadicción,
el narcotráfico, la violación están en trámite, o si estoy atrasada de noticias y tampoco sean ya
delitos.
Me viene a la memoria, tras las reflexiones anteriores, una película de ciencia ficción intitulada “Los
Niños del Hombre”, cuya trama trata sobre el futuro, en donde solo hay en existencia adultos, y
comenta un espectador lo contradictorio del guion, pues al estar en guerra constante, y no teniendo
relevos (niños), destruyen también la posibilidad de sobrevivir como raza. He aquí sus sabias
palabras: <sin niños y mátense y mátense>. Pero creo que, aunque no hubiera conflictos bélicos, al
envejecer la población sin tener sustitutos ¿Cuál sería su porvenir? Francia, verbigracia, -país de
viejos-, ocupa mundialmente el primer lugar como consumidor de antidepresivos y medicamentos, y
la salud mental mediante consultas psiquiátricas, es estudiado en su parlamento para considerarlo
prioridad

AUTONOMÍA MORAL Y HETERONOMÍA JURÍDICA.


Para que un determinado deber moral (realizar un acto caritativo) gravite como tal, concreta y
singularmente, sobre "un" individuo, es preciso que éste se halle persuadido de su obligatoriedad. El
sujeto obligado por la norma moral debe reconocer en el fondo insobornable de su conciencia el
valor inherente a la conducta prescrita. Sin esta convicción profunda y sin mácula, no existe deber
moral concreta para el hombre. A dicha peculiaridad del mandato moral en cuanto a su admisión
incondicionada y espontánea, en el fuero interno del mismo sujeto que debe cumplirlo, se llama
autonomía, que expresa la autosuficiencia de uno para darse o aceptar por sí, para sí y ante sí su
propia regla de conducta, su gobierno propio. Ilustramos con un ejemplo la adhesión
conciencialmente entrañable a la norma moral: un sociólogo católico conoce muy bien las normas
de la moral mahometana sobre la poligamia, más todavía las explica por las especiales coyunturas
históricas y las condiciones sociales y económicas del pueblo que las profesa, pero, no por
comprenderlas intelectualmente se sentirá obligado a acatarlas y a ponerlas por obra en contra de
su propio credo ético, que es el único que lo obliga verdaderamente.
La obligación jurídica es establecida por el derecho de una manera externa, desde fuera, con
independencia de lo que piensa el sujeto. El individuo está obligado a la conducta que le señala el
derecho, sea cual fuera la opinión que la misma la merezca en su intimidad; aún más, todos los
hombres, incluso los que ignoran sus conminaciones, están reatados a su observancia. Por eso se
dice que las normas jurídicas son heterónomas (se llama así a toda entidad que recibe de otra la
regla a la que se somete).
3. DERECHO.
3.1. Concepto y tipos de norma.

A lo comentado en el tema primero de la unidad anterior, hay que adicionar que la


palabra norma es posible utilizarla en dos sentidos: uno amplio y otro estricto:
Lato sensu el vocablo norma aplícase a toda regla de comportamiento, obligatoria
o no.
Stricto sensu, el referido vocablo corresponde a la que impone deberes o confiere
derechos.
Las reglas prácticas cuyo cumplimiento es potestativo se llaman reglas técnicas.
A las que tienen carácter obligatorio o son atributivas de facultades se les da el
nombre de normas. Estas imponen deberes o conceden derechos, mientras los
juicios enunciativos se refieren siempre, como su denominación lo indica, a lo que
es.
Las normas de Derecho se clasifican en1:
• Desde el punto de vista del sistema a que pertenecen.
Todo precepto de derecho pertenece a un sistema normativo, tal pertenencia
depende de la posibilidad de referir directa o indirectamente la norma en cuestión
a otra u otras de superior jerarquía y, en última instancia, a una norma suprema
llamada constitución o norma fundamental.
Desde este punto de vista, hay normas nacionales e internacionales. Pero puede
ocurrir que dos o más Estados adopten ciertas normas comunes, destinadas a la
regulación de determinadas situaciones jurídicas, a esas normas se les
denominará Derecho Uniforme.
• Desde el punto de vista de la fuente.
Los preceptos de derecho pueden ser formulados por órganos especiales (poder
legislativo); provenir de la repetición más o menos reiterada de ciertas maneras de
obrar, cuando a éstas se halla vinculado el convencimiento de que son
jurídicamente obligatorias, o derivadas de la actividad de ciertos tribunales.

1
Este tema fue tomado de: GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; pp.78 a 96.
A los creados por órganos especiales a través de un proceso regulado
formalmente, se les da el nombre de “leyes o normas de derecho escrito”. En
cambio, a los que provienen de la costumbre se le llama “derecho consuetudinario
o no escrito” y a los que provienen de actividad de determinados tribunales, se les
llama, por último, “de derecho jurisprudencial”.
• Desde el punto de vista de su ámbito espacial de validez.
Los ámbitos de validez de la norma (Kelsen) son 4: el espacial, el temporal, el
material y el personal. El primero de estos es:

2
“(1) la porción del espacio en que un precepto es aplicable”

De conformidad con este criterio, las normas jurídicas son:


*Generales o Locales. Las primeras tienen vigencia dentro de todo el territorio del
Estado, por ejemplo: las normas jurídicas federales. Las segundas, son las que
tienen vigencia en sólo una parte de ese territorio, por ejemplo: las normas
jurídicas de cada entidad federativa o de los municipios.
• Desde el punto de vista de su ámbito temporal de validez.
Se entiende por tal:

3
“(1) el lapso durante el cual conserva su vigencia; (1)”

De conformidad con este criterio las normas pueden ser:


*De vigencia determinada. Son aquellas cuyo ámbito temporal de validez formal se
encuentra establecido de antemano
*De vigencia indeterminada. Son aquellas cuyo lapso de vigencia no se ha fijado
desde el principio o momento de su creación.
• Desde el punto de vista de su ámbito material de validez.
Está constituido por:

4
“(1) la materia que regula, (1)”

2
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; p. 80.
3
Ídem.
Desde este punto de vista, las normas jurídicas se clasifican en:
*Normas de derecho público. Se encuentran dentro de este tipo: las normas
constitucionales, administrativas, penales, procesales e internacionales. (Dentro
de estas normas se han insertado las normas laborales y agrarias)
*Normas de derecho privado. Dentro de ellas están las normas civiles y
mercantiles.
• Desde el punto de vista de su ámbito personal de validez.
Está conformado por:

5
“(1) los sujetos a quienes obliga.”

De conformidad con este criterio de clasificación, las normas van a ser:


Genéricas e individualizadas. Las primeras, son las que obligan o facultan a todos
los comprendidos dentro de la clase designada por el concepto – sujeto de la
disposición normativa. Las segundas, son las que obligan o facultan a uno o varios
miembros de la misma clase, individualmente determinados.
• Desde el punto de vista de su jerarquía.
Las normas jurídicas que pertenecen a un mismo sistema jurídico guardan entre
ellos diferencia de rango, en cuanto que no ocupan todas un igual lugar de
jerarquía. Así, las normas se clasifican en:
a) Normas de coordinación.
b) Normas de supra o subordinación.
El orden jerárquico normativo de cada sistema de derecho se compone de varios
grados:
*Normas constitucionales.
*Normas ordinarias (orgánicas, de comportamiento, mixtas).
*Normas reglamentarias.
*Normas individualizadas (sentencias).
• Desde el punto de vista de sus sanciones.
4
Ídem.
5
Ídem.
Las normas jurídicas de acuerdo a este criterio6 se clasifican en:
*Leges perfectae. Son las normas que su sanción consiste en la inexistencia o
nulidad de los actos que las vulneran.
*Leges plus quam perfectae. Son las normas jurídicas sancionadoras que imponen
al infractor un castigo y exige una reparación pecuniaria.
*Leges minus quam perfectae. Son las normas jurídicas cuya violación no impide
que el acto violatorio produzca efectos jurídicos, pero hace al sujeto acreedor a un
castigo.
*Leges imperfectae. Son las normas jurídicas que no están provistas de una
sanción.
• Desde el punto de vista de su cualidad.
Desde esta perspectiva, las normas jurídicas se clasifican en:
*Normas jurídicas positivas. Las que permiten cierta conducta, ya sea una acción
o una omisión (permisivas).
*Normas jurídicas negativas. Son las que prohíben determinado comportamiento,
ya una acción o una omisión (prohibitivas).
• Desde el punto de vista de sus relaciones de complementación.
Las normas jurídicas desde este punto de vista, se clasifican en:
*Primarias. Son las normas jurídicas que son complementadas con otras normas.
*Secundarias. Son aquellas normas jurídicas que complementan a otras normas.
Este tipo de normas se subclasifica en:
*Normas de iniciación, duración y extinción de la vigencia.
*Las normas declarativas o explicativas.
*Las normas permisivas.
*Las normas interpretativas.
* Las normas sancionadoras.
• Desde el punto de vista de sus relaciones con la voluntad de los
particulares.
Las normas jurídicas se clasifican desde este particular punto de vista en:

6
Que se atribuye a N. Korkounov.
*Normas taxativas. Son aquellas que obligan en todo caso a los particulares,
independientemente de su voluntad.
*Normas dispositivas. Son las que pueden dejar de aplicarse, por voluntad
expresa de las partes, a una situación jurídica concreta.

3.2. Derecho objetivo y subjetivo.

El derecho puede ser visto en un sentido objetivo, como un conjunto de normas.


Trátese de preceptos imperativo – atributivos, o lo que es lo mismo, de reglas que
imponen deberes y también conceden facultades. Frente al obligado por una
norma jurídica hay siempre a otra persona facultada para exigirle el cumplimiento
de lo prescrito. Tal sería por ejemplo: Pedro es estudiante de derecho; el derecho
romano es formalista; las ramas del derecho público.
La autorización otorgada al pretensor por el precepto, es el derecho en sentido
subjetivo. El vocablo se usa en ésta última acepción, cuando por ejemplo: todo
propietario tiene el derecho de deslindar su propiedad y hacer o exigir que se haga
el amojonamiento de la misma.
La palabra derecho puede usarse tanto para designar un precepto aislado, como
un conjunto de normas, o incluso todo un sistema jurídico, por ejemplo: derecho
sucesorio, derecho de familia, etcétera.
Entre las dos acepciones fundamentales (derecho objetivo y derecho subjetivo) del
sustantivo derecho hay una relación perfecta. El derecho subjetivo es una función
del objetivo. Éste último es la norma que permite o prohíbe; el subjetivo, el
permiso derivado de la norma. El derecho subjetivo no se concibe fuera del
objetivo, pues siendo la posibilidad de hacer (o de omitir) lícitamente algo, supone
lógicamente la existencia de la norma que imprime a la conducta facultada el sello
positivo de la licitud.
Para concluir:
“(1) El derecho objetivo es pues, la norma que da la facultad y el subjetivo es la
7
facultad concedida por la norma”

3.3. Derecho vigente y positivo.

El orden jurídico vigente es el conjunto de normas imperativo – atributivas que en


una cierta época y un país determinado, la autoridad política declara obligatorias.
El derecho vigente está integrado tanto por las reglas de origen consuetudinario
que el poder público reconoce, como por los preceptos que formula. La vigencia
deriva siempre de una serie de supuestos, lo que son diferentes en las distintas
legislaciones.
En lo que respecta al derecho legislado, su vigencia está condicionada por la
reunión de ciertos requisitos que la ley enumera. En el sistema jurídico mexicano
una norma es jurídica y obligatoria, cuando ha sido aprobada por ambas Cámaras,
sancionadas por el titular del Poder Ejecutivo y publicadas en el Diario Oficial de la
Federación.
En cuanto al Derecho Consuetudinario se refiere, la costumbre requiere que
emerja de la práctica social más o menos constante, y que esté unida a la
convicción de que dicha práctica es obligatoria (inveterata consuetudo et opinio
juris seu necessitatis).
Pero esto no implica lógicamente el reconocimiento del derecho consuetudinario
por la autoridad política. La inveterata consuetudo puede darse en una práctica
colectiva, enlazada a la opinio necessitatis, sin que el hábito en cuestión sea
sancionado por la autoridad como fuente de las obligaciones y facultades.
Por ello la costumbre sólo se convierte en derecho vigente cuando es reconocida
por el Estado, la aceptación puede ser expresa o tácita. En el primer caso, la
aceptación aparece en el texto legal; la segunda variante se da cuando los
tribunales aplican la regla consuetudinaria a la solución de las controversias de
que conocer.

7
PENICHE BOLIO, Francisco J.; ob. cit.; p. 32.
La posibilidad de que exista un derecho dotado de vigencia, pero desprovisto de
eficacia, sólo es admisible en los casos a que acabamos de aludir, o sea, cuando
se trata de preceptos jurídicos aislados. Sin dificultad puede aceptarse que una
norma elaborada de acuerdo con todos los requisitos que estructuran el proceso
legislativo, carezca por completo de positividad.
La terminología “derecho vigente” y “derecho positivo” son utilizados por algunos
juristas como sinónimos. Esta práctica no es correcta, ya que no todo derecho
vigente es positivo, como tampoco, todo derecho positivo es vigente. La vigencia
es un atributo puramente formal, el sello que el Estado imprime a las reglas
jurídicas consuetudinarias, jurisprudenciales o legislativas sancionadas por aquél.
La positividad es un hecho que estriba en la observancia de cualquier precepto,
vigente o no vigente. La costumbre no aceptada por la autoridad política es
derecho positivo, pero carece de validez formal. Y a la inversa, las disposiciones
que el legislador crea tienen vigencia en todo caso, mas no siempre son acatadas.
La circunstancia de que la ley no sea obedecida, no quita a ésta su vigencia.
Desde el punto de vista formal, el precepto que no se cumple sigue en vigor
mientras otra ley no lo derogue. Tal principio ha sido consagrado por la ley
mexicana, lo que viene a confirmar la conveniencia de distinguir con pulcritud los
dos términos.
El derecho vigente es el políticamente reconocido, es decir, el que el Estado crea
o aplica por medio de sus órganos. No es posible admitir el divorcio entre
positividad y validez formal. La vigencia de cada ordenamiento tiene una serie de
supuestos sociológicos. El primero y fundamental es la existencia del Estado.

3.4. Derecho natural, sustantivo y adjetivo.

Se entiende por Derecho Natural a

“(1) un orden intrínsecamente justo, que existe al lado o por encima del positivo.
8
(1)”

8
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; p. 40.
De acuerdo con los defensores del positivismo jurídico, sólo existe el derecho que
efectivamente se cumple en una determinada sociedad y una cierta época. Los
partidarios de otra doctrina aceptan la existencia de dos sistemas normativos
diversos, que, por su misma diversidad, pueden entrar en conflicto.
La diferencia se hace consistir en el distinto fundamento de la validez, puesto que
el natural vale por sí mismo, ya que es intrínsecamente justo; el positivo es
caracterizado atendiendo a su valor formal, sin tomar en consideración la justicia o
injusticia de su contenido.
La validez del segundo está condicionada por la concurrencia de ciertos requisitos
determinantes de su vigencia. Todo precepto vigente es formalmente válido. Las
expresiones vigencia y validez formal poseen en nuestra terminología igual
significado.
Estos atributos pueden aplicarse, tanto a las disposiciones establecidas
legislativamente como a las reglas nacidas de la costumbre. Frente a tales
preceptos, los del Derecho Natural son normas cuyo valor no depende de
elementos extrínsecos, por ello se dice que el natural es el único auténtico, y que
el vigente sólo podrá justificarse en la medida en que realice los dictados de aquel.
El Derecho Adjetivo es el Derecho de forma, el derecho instrumental, dicho de otra
manera, constituye el conjunto de normas y principios que tienden especialmente
a regular las relaciones jurídicas, poniendo en ejercicio la actividad judicial,
comprendiendo las leyes procedimentales y de enjuiciamiento.
En cambio, el Derecho Sustantivo es el Derecho de fondo, que consiste en el
conjunto de normas jurídicas de diverso linaje o materia, que establecen los
derechos y obligaciones de las personas, esto es, la relación jurídica derivada del
supuesto normativo. El ejercicio de este tipo de derechos se hace a través del
derecho adjetivo, cuando existe de por medio alguna controversia derivada de una
falta de acuerdo entre sujeto activo y pasivo de la relación jurídica.

3.5. Noción de interpretación jurídica cohermenéutica.


Interpretación y hermenéutica son términos relacionados, incluso equivalentes, ya
que interpretatio proviene de la traducción latina del griego hermenéia, la
etimología de hermenéia, sugiere la idea de develación, revelación de lo oculto o
de lo arcano. Desde la antigüedad el vocablo “hermenéutica” hace referencia a la
búsqueda o reconstrucción de un significado transmitido para la posteridad.
Por lo general, la palabra hermenéutica se utiliza para designar la interpretación
de textos religiosos. El Diccionario de la Real Academia Española dice que es:

9
“Arte de interpretar y especialmente el de interpretar textos sagrados.”

Al decir de Rolando Tamayo Salmorán:

“Una interpretación hermenéutica busca reconstruir y actualizar el significado de


los materiales jurídicos dados (costumbres, sentencias, leyes). La búsqueda del
significado jurídico transmitido surge por la presencia de una controversia jurídica.
El significado jurídico coherente (con su tradición jurídica), actualizado en una
10
decisión, supera y clausura la controversia.”

Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, usa indistintamente los


vocablos hermenéutica e interpretación, lo que se demuestra con la siguiente tesis
jurisprudencial:

“LEYES, INTERPRETACIÓN DE LAS. Conforme a los principios lógicos que rigen


en materia de hermenéutica o interpretación de las leyes y de sus normas en
general, unas y otras han de ser ponderadas conjunta y no parcialmente, armónica
y no aisladamente, para desentrañar la intención del legislador, resolver la cuestión
efectivamente planteada y evitar la incongruencia o contradicción, que repugna a la
razón y a la correctas administración de justicia. SEGUNDO TRIBUNAL
COLEGIADO DEL DÉCIMO TERCER CIRCUITO. Amparo en revisión 79/93.

9
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA; ob. cit.
10
TAMAYO Y SALMORAN, Rolando; Elementos para una Teoría General del Derecho. Introducción al
Estudio de la Ciencia Jurídica; Themis; México; 1992; p. 351
Esther Romero Ayala. 1º de abril de 1993. Unanimidad de votos. Ponente: Rubén
11
Pedrero Rodríguez. Secretario: Carlos Ortiz García.”

“PRESCRIPCIÓN. LA PRESENTACIÓN DE LA DEMANDA LA INTERRUMPE,


AUN CUANDO NO SE HAYA RESULTO EL FONDO DEL ASUNTO POR NO
INTERNARSE LA RELACIÓN JURÍDICA (LGISLACIÓN DEL ESTADO DE
VERACRUZ). La Interpretación armónica y hermenéutica de los artículos 211,
fracción I, del Código de Procedimientos Civiles y 1201, fracción II, párrafo inicial,
del Código Civil, ambos del Estado de Veracruz, conlleva a concluir que aun
cuando no se integre la relación jurídica procesal, basta la presentación de la
demanda, ante la autoridad competente.....PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN
MATERIA CIVIL DEL SÉPTIMO CIRTUITO. Amparo directo 23/2001. Maricela
Sánchez Oliveros. 14 de febrero de 2001. Unanimidad de votos. Ponente: Armando
12
Guerrero Alvarado. Secretario: José Ángel Ramos Bonifaz.”

Ahora bien, respecto al término de interpretación, el Diccionario de la Lengua


Española de la Real Academia, establece que el significado de la palabra
interpretación es el siguiente:

“Del lat. interpretatio, -onis. 1. f. Acción y efecto de interpretar.


Interpretación Auténtica: La que de una ley hace el mismo legislador.
Interpretación de lenguas: Secretaría en que se traducen al español o a otras
lenguas documentos y papeles legales.
Interpretación Doctrinal: La que se funda en las opiniones de los jurisconsultos.
13
Interpretación Usual: La autorizada por la jurisprudencia de los tribunales.”

Por último, se considera que la finalidad de la interpretación es la indagación de la


voluntad histórica–psicológica del legislador o el sentido normativo de la ley;
entonces, interpretar la ley es establecer su recto sentido, en relación a un caso
dado. Como señala Tamayo y Salmorán: el cómo pensar y actuar en derecho.

11
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN; IUS 2002; Octava Época. Instancia. Tribunales
Colegiados de Circuito; Fuente. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XII. Octubre de 1993. Núm. de
Registro. 214,711. p. 446.
12
Suprema Corte de Justicia de la Nación. IUS 2002. Novena Época. Instancia. Tribunales Colegiados de
Circuito. Fuente. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XIII. Mayo de 2001. Tesis. VII. 1º C. 72. C.
Núm. de Registro. 189,629; p. 1200.
13
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA; ob. cit.;
Interpretar es una tarea complejísima y envuelve los problemas más delicados,
porque las dificultades provienen, sobre todo, del frecuente choque entre la ley –
norma abstracta- y la justicia concreta del caso sometido a decisión judicial; entre
la norma jurídica positiva que da soluciones generales y uniformes, y la vida del
derecho, que tiene una multiplicidad infinita.14

14
Este tema fue sacado de: GARCÍA BARRERA, Myrna Elia; La jurisprudencia y la interpretación de la
teoría jurídica contemporánea y posmoderna; Letras jurídicas; [en línea]; Disponible en la World Wide Web
en:
http://letrasjuridicas.cuci.udg.mx/numeros/articulos4/art.%205%20la%20Jursiprudencia%20y%20la%20inter
petacion..pdf Fecha de la consulta: 29 de febrero de 2009.
4. FUENTES DEL DERECHO.
4.1. Fuentes reales.

Antes de empezar a desarrollar cada uno de los puntos temáticos de esta unidad
es conveniente brindar una noción de las fuentes del derecho el general,
entendiéndose por tales, los lugares de donde proviene y emerge el derecho.
Dicho de otra manera:

“El vocablo fuentes ha sido utilizado en materia jurídica para tratar de determinar el
origen de las normas y resulta un término multívoco, pues a veces se confunde con
las fuentes del conocimiento jurídico, otra, con las fuentes de la ley y algunas con
1
las del Derecho Positivo.”

Otra noción de fuente del derecho, es la que dice, que es la razón primitiva de
cualquier idea o causa generadora o productora de un derecho. Por otra parte,
se entiende por fuente real del derecho a todos los factores, circunstancias y
elementos que provocan la creación de un producto legislativo, sin que se
encuentre dentro de estos acontecimientos, los propios y exclusivos que
conforman el proceso legislativo.
Así por ejemplo, la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, tuvo
como fuentes reales, el movimiento revolucionario de esa época, así como
algunos acontecimientos: la no reelección; la deficiente distribución de la tierra; el
abuso del poder por parte de los gobernantes; la diferencia abismal entre las
clases sociales; los huelgas de Rio Blanco, etcétera.

4.2. Fuentes históricas.

1
ACOSTA ROMERO, Miguel; Derecho Administrativo; Porrúa; 17° edición; México; 2004; p. 73
Cuando se hace referencia a los Diez mandamientos, a la Ley de las Siete
Partidas, al Derecho Romano, al Código de Hammurabi y que las Leyes de la
Indias son Derechos, se está haciendo alusión a documentos históricos que
produjeron las sociedades del pasado y que son antecedentes jurídicos de gran
valor para el derecho contemporáneo.
Las fuentes históricas son los viejos documentos, los antiguos papiros, las
vetustas reliquias históricas que en su momento estuvieron vigentes y que tenían
como contenido elementos normativos de naturaleza jurídica.
Estas fuentes del derecho son de gran importancia para el estudioso del Derecho,
ya que a partir de ellos, se puede conocer la evolución de las instituciones
jurídicas, así como su particularidades y peculiaridades, tanto en su aplicación
como observancia por parte de los destinatarios de esa norma jurídica.
Las fuentes históricas del Derecho, son algo así como el árbol genealógico del
derecho moderno. A través de esas fuentes se llega a captar la evolución y el
proceso de desarrollo y los cambios, progresos y retrocesos que ha sufrido con el
transcurso del tiempo el derecho.
En resumen, dentro las fuentes históricas del derecho quedan comprendidas las
legislaciones antiguas que nos muestran la forma en que los pueblos y
civilizaciones anteriores se rigieron y cómo es que dentro de la evolución del
derecho se fueron creando las distintas figuras y diversas instituciones jurídicas,
muchas de las cuales son recogidas por nuestras legislaciones actuales. Ejemplos
de estas fuentes se pueden considerar: el Digesto, los Instituta, las Novelas, el
Código Napoleónico, Código de Hammurabi, la Ley de las Doce Tablas, entre
otras tantas.

4.3. Fuentes formales.

Las fuentes formales, que son aquellas normas que revisten una forma única y
determinada mediante la que el Estado establece su aplicación. Por ejemplo: la
ley, la costumbre y la jurisprudencia.
Dentro de las fuentes formales se ubican:2
a) La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
b) Las leyes Federales.
c) Tratados y convenios internacionales.
c) Leyes locales.
d) Reglamentos.
e) Planes y programas.
f) Normas oficiales.
g) Circulares.
h) Acuerdos.
i) Decretos.
j) Convenios.

4.3.1. Ley.

Es la actividad del Estado, tendiente a la creación, promulgación y sanción de las


normas del Derecho, aún sin el consentimiento directo de los individuos, teniendo
como finalidad el encauzamiento de la actividad social hacia el bien común.
Es la fuente formal legislativa, que consiste en el proceso por el cual uno o varios
órganos del Estado formulan y promulgan determinadas reglas jurídicas de
observancia general a las que se les da el nombre de leyes.
La facultad de iniciar leyes o decretos compete:
I. Al Presidente de la República;
II. A los Diputados y Senadores al Congreso de la Unión; y
III. A las Legislaturas de los Estados.
Las iniciativas presentadas por el Presidente (Presidente, sic DOF 05-02-1917)
de la República, por las Legislaturas de los Estados o por las Diputaciones de los
mismos, pasarán desde luego a comisión.

2
MARTÍNEZ MORALES, Rafael I.; Derecho Administrativo 1° y 2° curso; México; 2000; pp. 15, 16. El
autor de referencia a algunas ideas de Francois Geny sobre las fuentes del derecho privado. Las clasifica en
fuentes formales del derecho, aquellas que tienen una naturaleza imperativa, de autoridades externas al
intérprete con virtualidad bastante para regir su juicio, cuando tiene por objeto inmediato la revelación de una
regla, destinada a imprimir una dirección a la vida jurídica
Las que presentaren los diputados o los senadores, se sujetarán a los trámites
que designe el Reglamento de Debates.3
Todo proyecto de ley o decreto cuya resolución no sea exclusiva de alguna de las
Cámaras, se discutirá sucesivamente en ambas, observándose el Reglamento de
Debates sobre la forma, intervalos y modo de proceder en las discusiones y
votaciones.
A. Aprobado un proyecto en la Cámara de su origen, pasará para su discusión a la
otra. Si ésta lo aprobare, se remitirá al Ejecutivo, quien, si no tuviere
observaciones que hacer, lo publicará inmediatamente.
B. Se reputará aprobado por el Poder Ejecutivo, todo proyecto no devuelto con
observaciones a la Cámara de su origen, dentro de diez días útiles; a no ser que,
corriendo este término hubiere el Congreso cerrado o suspendido sus sesiones,
en cuyo caso la devolución deberá hacerse el primer día útil en que
el Congreso esté reunido.
C. El proyecto de ley o decreto desechado en todo o en parte por el Ejecutivo,
será devuelto, con sus observaciones, a la Cámara de su origen. Deberá ser
discutido de nuevo por ésta, (, sic DOF 05-02- 1917) y si fuese confirmado por las
dos terceras partes del número total de votos, pasará otra vez a la Cámara
revisora. Si por esta fuese sancionado por la misma mayoría, el proyecto será ley
o decreto y volverá al Ejecutivo para su promulgación.
Las votaciones de ley o decreto, serán nominales.
D. Si algún proyecto de ley o decreto, fuese desechado en su totalidad por la
Cámara de revisión, volverá a la de su origen con las observaciones que aquella le
hubiese hecho. Si examinado de nuevo fuese aprobado por la mayoría absoluta
de los miembros presentes, volverá a la Cámara que lo desechó, la cual lo tomará
otra vez en consideración, y si lo aprobare por la misma mayoría, pasará al
Ejecutivo para los efectos de la fracción A; pero si lo reprobase, no podrá volver a
presentarse en el mismo período de sesiones.

3
CAMARA DE DIPUTADOS. CONGRESO DE LA UNIÓN; Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; Artículo 71; [en línea]; Disponible en la World Wide Web en:
http://www.cddhcu.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf Fecha de la consulta: 29 de febrero de 2009.
E. Si un proyecto de ley o decreto fuese desechado en parte, o modificado, o
adicionado por la Cámara revisora, la nueva discusión de la Cámara de su origen
versará únicamente sobre lo desechado o sobre las reformas o adiciones, sin
poder alterarse en manera alguna los artículos aprobados. Si las
adiciones o reformas hechas por la Cámara revisora fuesen aprobadas por la
mayoría absoluta de los votos presentes en la Cámara de su origen, se pasará
todo el proyecto al Ejecutivo, para los efectos de la fracción A. Si las adiciones o
reformas hechas por la Cámara revisora fueren reprobadas por la mayoría de
votos en la Cámara de su origen, volverán a aquella para que tome en
consideración las razones de ésta, y si por mayoría absoluta de votos presentes
se desecharen en esta segunda revisión dichas adiciones o reformas, el proyecto,
en lo que haya sido aprobado por ambas Cámaras, se pasará al Ejecutivo para los
efectos de la fracción A. Si la Cámara revisora insistiere, por la mayoría absoluta
de votos presentes, en dichas adiciones o reformas, todo el proyecto no volverá a
presentarse sino hasta el siguiente período de sesiones, a no ser que ambas
Cámaras acuerden, por la mayoría absoluta de sus miembros presentes, que se
expida la ley o decreto sólo con los artículos aprobados, y que se reserven los
adicionados o reformados para su examen y votación en las sesiones siguientes.
F. En la interpretación, reforma o derogación de las leyes o decretos, se
observarán los mismos trámites establecidos para su formación.
G. Todo proyecto de ley o decreto que fuere desechado en la Cámara de su
origen, no podrá volver a presentarse en las sesiones del año.
H. La formación de las leyes o decretos puede comenzar indistintamente en
cualquiera de las dos Cámaras, con excepción de los proyectos que versaren
sobre empréstitos, contribuciones o impuestos, o sobre reclutamiento de tropas,
todos los cuales deberán discutirse primero en la Cámara de Diputados.
I. Las iniciativas de leyes o decretos se discutirán preferentemente en la Cámara
en que se presenten, a menos que transcurra un mes desde que se pasen a la
Comisión dictaminadora sin que ésta rinda dictamen, pues en tal caso el mismo
proyecto de ley o decreto puede presentarse y discutirse en la otra Cámara.
I (J, sic DOF 24-11-1923). El Ejecutivo de la Unión no puede hacer observaciones
a las resoluciones del Congreso o de alguna de las Cámaras, cuando ejerzan
funciones de cuerpo electoral o de jurado, lo mismo que cuando la Cámara de
Diputados declare que debe acusarse a uno de los altos funcionarios de la
Federación por delitos oficiales.
Tampoco podrá hacerlas al Decreto de convocatoria a sesiones extraordinarias
que expida la Comisión Permanente.4

4.3.2. Costumbre.

Una aproximación a una noción de la costumbre, es aquella que dice así: es un


uso implantado en una colectividad y considerado por ésta como jurídicamente
obligatorio. Es el derecho nacido consuetudinariamente.
Otra noción es la siguiente:

“(?) es un uso implantado en una colectividad y considerado por ésta como


jurídicamente obligatorio; es el derecho nacido consuetudinariamente, el jus
5
moribus constitutum.”

La costumbre desde el punto de vista doctrinal, puede ser vista también desde las
siguientes visiones:
A) Amplio: Cualquier uso o hábito social.
B) Estricto: Usos sociales que son fuente de normas jurídicas.
Dos posturas:
• Norma jurídica creada e impuesta por el uso social.
• Norma jurídica creada e impuesta por el uso y la voluntad social.
La costumbre es una fuente del derecho que ha tenido dos papeles fundamentales
en los dos sistemas jurídicos occidentales:

4
Ibídem; artículo 72.
5
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo; ob. cit.; p. 61.
a) En el romano germánico, ha sido una fuente secundaria que está
supeditada en su jerarquía al reconocimiento que de ella realicen los
productos legislativos creados a través del proceso legislativo formal.
b) En el sistema jurídico anglosajón, la costumbre ha sido la fuente directa de
la creación del derecho, que en esta variante es conocido con el nombre de
“Derecho Consuetudinario”.
En el plano teórico existen varias explicaciones teóricas respecto del llamado
Derecho consuetudinario, entre ellas las siguientes:
1. Teoría tradicional romano-canónica.
Vista la costumbre desde esta perspectiva teórica, se conformará de dos
elementos:
• Objetivo u externo: Consistente en repetición de actos uniformes por la
generalidad de los interesados y duraderamente.
• Subjetivo: Idea o convicción del carácter obligatorio de la regla.
2. Teoría de la escuela histórica alemana.
La costumbre no es un producto artificial de la voluntad humana, sino un producto
espontáneo de la vida social. Sólo la conciencia del pueblo es fuente auténtica y
genuina del Derecho.
3. Teorías que mantienen la línea tradicional.
Los dos elementos, el subjetivo y el objetivo tienen el mismo papel y
trascendencia.
4. Teoría histórico-comparativa.
Dos tipos sucesivos de regímenes consuetudinarios:
• La costumbre en su pureza.
• La costumbre artificiosa y más reciente, influida por la compilación de
relaciones jurídicas y reveladas por jurisconsultos y los tribunales.
5. Concepción extensiva de la costumbre.
Es derecho consuetudinario toda convicción jurídica de la comunidad social que,
por práctica jurídica, doctrina de derecho o fallo judicial, se ejerce y se aprueba.
En cuanto a los elementos de la costumbre, hay que señalar los siguientes:
I. Elemento material.
1. Uniforme. Identidad esencial de los actos.
2. General. Practicados por la mayoría del grupo social.
3. Duradero.
4. Constante. Actos de continua y previsible continuación.
II. Elemento espiritual de la costumbre. opinio iuris. Critica:
a. Subjetivismo jurídico.
b. Lo que atribuye en definitiva valor jurídico a las normas consuetudinarias es
el hecho de ser respetadas por los órganos del Estado y ser aplicadas por los
tribunales.

4.3.3. Jurisprudencia.

Es el conjunto de principios y doctrinas contenidas en las decisiones de los


Tribunales, como órganos cuya función es la interpretación de la Ley. La norma
jurisprudencial no es obligatoria, sino en el caso de que se aplique la misma
interpretación en cinco casos concretos y no interrumpidos por otra en contrario.
En nuestro país la jurisprudencia encuentra su regulación en varios preceptos de
la Ley de Amparo, que es reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así por ejemplo:
I. La jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando en
Pleno o en Salas, es obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete el
Pleno, y además para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los
juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del orden común de los
Estados y del Distrito Federal, y tribunales administrativos y del trabajo, locales o
federales.
Las resoluciones constituirán jurisprudencia, siempre que lo resuelto en ellas se
sustenten en cinco sentencias ejecutorias ininterrumpidas por otra en contrario,
que hayan sido aprobadas por lo menos por ocho ministros si se tratara de
jurisprudencia del pleno, o por cuatro ministros, en los casos de jurisprudencia de
las salas.
También constituyen jurisprudencia las resoluciones que diluciden las
contradicciones de tesis de Salas y de Tribunales Colegiados.6
La jurisprudencia que establezca cada uno de los Tribunales Colegiados de
Circuito es obligatoria para los tribunales unitarios, los juzgados de Distrito, los
tribunales militares y judiciales del fuero común de los Estados y del Distrito
Federal, y los tribunales administrativos y del trabajo, locales o federales.
Las resoluciones de los Tribunales Colegiados de Circuito constituyen
jurisprudencia siempre que lo resuelto en ellas se sustente en cinco sentencias no
interrumpidas por otra en contrario, y que hayan sido aprobadas por unanimidad
de votos de los magistrados que integran cada tribunal colegiado.7
La jurisprudencia se interrumpe dejando de tener carácter obligatorio, siempre que
se pronuncie ejecutoria en contrario por ocho ministros, si se trata de la
sustentada por el pleno; por cuatro, si es de una sala, y por unanimidad de votos
tratándose de la de un Tribunal Colegiado de Circuito.
En todo caso, en la ejecutoria respectiva deberán expresarse las razones en que
se apoye la interrupción, las cuales se referirán a las que se tuvieron en
consideración para establecer la jurisprudencia relativa.
Para la modificación de la jurisprudencia se observarán las mismas reglas
establecidas por esta ley, para su formación.8
En los casos previstos por los artículos 192 y 193, el Pleno, la Sala o el Tribunal
Colegiado respectivo deberán:
I. Aprobar el texto y rubro de la tesis jurisprudencial y numerarla de manera
progresiva, por cada uno de los citados órganos jurisdiccionales;
II. Remitir la tesis jurisprudencial, dentro del término de quince días hábiles
siguientes a la fecha de su integración, al Semanario Judicial de la Federación,
para su publicación inmediata;
III. Remitir la tesis jurisprudencial, dentro del mismo término a que se refiere la
fracción inmediata anterior, al Pleno y Salas de la Suprema Corte de Justicia y a

6
CAMARA DE DIPUTADOS. CONGRESO DE LA UNIÓN; Ley de Amparo; Artículo 192; [en línea];
Disponible en la World Wide Web en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/20.pdf Fecha de la
consulta: 29 de febrero de 2009.
7
Ibídem; artículo 193.
8
Ibídem; artículo 194.
los Tribunales Colegiados de Circuito, que no hubiesen intervenido en su
integración; y
IV. Conservar un archivo, para consulta pública, que contenga todas las tesis
jurisprudenciales integradas por cada uno de los citados órganos jurisdiccionales y
las que hubiesen recibido de los demás.
El Semanario Judicial de la Federación deberá publicar mensualmente, en una
gaceta especial, las tesis jurisprudenciales que reciba del Pleno y Salas de la
Suprema Corte de Justicia y de los Tribunales Colegiados de Circuito, publicación
que será editada y distribuida en forma eficiente para facilitar el conocimiento de
su contenido.
Las publicaciones a que este artículo se refiere, se harán sin perjuicio de que se
realicen las publicaciones mencionadas en el artículo 197-B de la Ley de amparo.9
Cuando las partes invoquen en el juicio de amparo la jurisprudencia del Pleno o de
las Salas de la Suprema Corte o de los Tribunales Colegiados de Circuito, lo harán
por escrito, expresando el número y órgano jurisdiccional que la integró, y el rubro
y tesis de aquélla.
Si cualquiera de las partes invoca ante un Tribunal Colegiado de Circuito la
jurisprudencia establecida por otro, el tribunal del conocimiento deberá:
I. Verificar la existencia de la tesis jurisprudencial invocada;
II. Cerciorarse de la aplicabilidad de la tesis jurisprudencial invocada, al caso
concreto en estudio; y
III. Adoptar dicha tesis jurisprudencial en su resolución, o resolver expresando las
razones por las cuales considera que no debe confirmarse el criterio sostenido en
la referida tesis jurisprudencial.
En la última hipótesis de la fracción III del presente artículo, el tribunal de
conocimiento remitirá los autos a la Suprema Corte de Justicia para que resuelva
sobre la contradicción.10
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia sustenten tesis contradictorias
en los juicios de amparo de su competencia, cualquiera de dichas Salas o los
ministros que las integren, el Procurador General de la República o las partes que
9
Ibídem; artículo 195.
10
Ibídem; artículo 196.
intervinieron en los juicios en que tales tesis hubieran sido sustentadas, podrán
denunciar la contradicción ante la misma Suprema Corte de Justicia, la que
decidirá funcionando en Pleno cuál es la tesis que debe observarse. El Procurador
General de la República, por sí o por conducto del agente que al efecto designe,
podrá, si lo estima pertinente, exponer su parecer dentro del plazo de treinta días.
La resolución que se dicte no afectará las situaciones jurídicas concretas
derivadas de los juicios en los cuales se hubiesen dictado las sentencias que
sustentaron las tesis contradictorias.
El Pleno de la Suprema Corte deberá dictar la resolución correspondiente dentro
del término de tres meses, y deberá ordenar su publicación y remisión en los
términos previstos por el artículo 195 de la Ley de amparo.
Las Salas de la Suprema Corte de Justicia y los ministros que las integren y los
Tribunales Colegiados de Circuito y los magistrados que los integren, con motivo
de un caso concreto podrán pedir al Pleno de la Suprema Corte o a la sala
correspondiente que modifique la jurisprudencia que tuviesen establecida,
expresando las razones que justifiquen la modificación; el Procurador General de
la República, por sí o por conducto del agente que al efecto designe, podrá, si lo
estima pertinente, exponer su parecer dentro del plazo de treinta días. El Pleno o
la Sala correspondiente resolverán si modifican la jurisprudencia, sin que su
resolución afecte las situaciones jurídicas concretas derivadas de los juicios en las
cuales se hubiesen dictado las sentencias que integraron la tesis jurisprudencial
modificada. Esta resolución deberá ordenar su publicación y remisión en los
términos previstos por el artículo 195 de la Ley de amparo.11

11
Ibídem; artículo 197.

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