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OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

Magistrado ponente

SL4783-2021
Radicación n.º 76173
Acta 038

Bogotá, D. C., diecinueve (19) de octubre de dos mil


veintiuno (2021).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


JADUER OLAYA CORTÉS, ÉDGAR OTERO CHARRIA,
JOSÉ OMAR GÓMEZ NÚÑEZ y JUAN FERNANDO VÉLEZ
CAICEDO contra la sentencia proferida el 5 de abril de
2016 por la Sala de Decisión Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cali, en el proceso que, junto con
MIGUEL MORENO CORTÉS y DANIEL CALDERÓN LENIS,
le instauraron a SERVICIO INTEGRAL DE
MANTENIMIENTO OUTSOURCING SA (SIMOUT SA) y a
CABLES DE ENERGÍA Y DE TELECOMUNICACIONES SA
(CENTELSA).

I. ANTECEDENTES

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Radicación n.° 76173

Jaduer Olaya Cortés, Édgar Otero Charria, José Omar


Gómez Núñez, Juan Fernando Vélez Caicedo, Miguel
Moreno Cortés y Daniel Calderón Lenis demandaron a
Simout SA y a Centelsa con el fin de que se declarara que
cada uno de ellos tuvo un nexo laboral con las
demandadas, que por ello gozaban de fuero circunstancial
y, por lo tanto, que fueron despedidos sin justa causa; en
consecuencia, pidieron que se ordenara su reintegro a los
mismos cargos que desempeñaban al momento de la
terminación de sus relaciones laborales, junto con el pago
de los salarios, las prestaciones sociales y los aportes a la
seguridad social que no percibieron.

Fundamentaron sus peticiones, básicamente, en que


prestaron sus servicios a favor de las demandadas como
operadores de montacargas y expresaron que sus relaciones
laborales terminaron sin justa causa en las siguientes
fechas del año 2012: Daniel Calderón Lenis, el 17 de
febrero; Jaduer Olaya Cortés, el 29 de febrero; José Omar
Gómez Núñez, el 29 de abril; Juan Fernando Vélez Caicedo,
el 2 de mayo; Edgar Otero Charria, el 13 de mayo; y Miguel
Moreno Cortes, el 2 de junio.

Aseguraron que «en el seno de la entidad demandada»


(sic) se constituyó el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Industria Metalmecánica, Metálica, Metalúrgica,
Siderúrgica, Electrónica, Ferroviaria, Comercializadoras,
Transportadoras, Afines y Similares del Sector (Sintraime),
con personería jurídica 1239 del 26 de julio de 1967,
agremiación de la que ellos hacían parte, pues fueron

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aceptados y pagaron cumplidamente las cuotas ordinarias y


extraordinarias que exigía esa organización.

Manifestaron que el día 6 de diciembre de 2011, en la


seccional Yumbo, la asociación de trabajadores presentó a
la Asamblea General de afiliados un pliego de peticiones,
que esta ratificó y aprobó en debida forma; al día siguiente,
tal decisión les fue informada a los presidentes de cada una
de las demandadas, y se solicitó dar paso a la negociación
colectiva correspondiente, la que ambas empresas se
negaron a desarrollar; recordaron que con la presentación
de sus pedimentos todos los afiliados del sindicato
quedaban arropados por el fuero circunstancial.

Contaron que el Ministerio del Trabajo, a través de la


Resolución 583 del 19 de abril de 2012, sancionó a las
entidades por no negociar el pliego de peticiones dentro de
los cinco días hábiles siguientes a su presentación,
conforme el artículo 433 del CST, subrogado por el 27 del
Decreto Ley 2351 de 1965; por último, aseguraron que a la
fecha de radicación de la demanda aún no se había resuelto
el conflicto colectivo.

Al dar respuesta al memorial demandatorio, Centelsa


se opuso a las pretensiones. En cuanto a los hechos,
manifestó que los demandantes no fueron trabajadores
suyos, sino de la contratista Simout SA, aclarando que la
vinculación fue mediante contratos a término fijo; en ese
orden adujo que la terminación no violentó el fuero

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circunstancial, porque se dio por el cumplimiento del plazo


acordado.

Aceptó que los demandantes hacían parte del sindicato


Sintraime, con el que, para la época de la presentación del
pliego de peticiones, estaba vigente una convención
colectiva de trabajo, luego, «mal podía pretender la misma
organización SINTRAIME modificar la convención colectiva
vigente a través de la presentación de un pliego de peticiones
de una empresa totalmente diferente que simplemente tenía
calidad de contratista independiente».

Puso de presente que en el proceso administrativo


adelantado por el sindicato ante el Ministerio del Trabajo,
que buscaba la sanción por no discutir los reclamos del
sindicato, esa cartera resolvió que «si los trabajadores del
contratista son de dicha empresa, exclusivamente a ella le
puedan presentar un pliego de peticiones»; sin embargo, a la
radicación de este, la empresa se negó a negociar, porque
no eran trabajadores suyos, negativa frente a la que el
«sindicato presentó una queja ante la Coordinadora de grupo
de resolución de conflictos-conciliación de la dirección
territorial del Valle del Cauca, que fue resuelta mediante la
resolución CGR-C No. 008583 del 19 de abril de 2012», la
que apoyó los argumentos esbozados por la empresa y evitó
proferir un pronunciamiento en su contra.

Por último, dijo que, al no existir la obligación de


negociar, no se consolidó el fuero circunstancial alegado por

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los demandantes, quienes, recalcó, no eran trabajadores


suyos.

En su defensa propuso las excepciones de inexistencia


de la obligación, del contrato de trabajo y del fuero
circunstancial; prescripción; justa causa de terminación de
los contratos de trabajo; y buena fe.

Por su parte, Simout SA se opuso a la prosperidad de


las pretensiones y, frente a los hechos, dijo que suscribió
sendos contratos de trabajo a término fijo inferior a un año
con los actores, los cuales terminaron al cumplirse el plazo
pactado; afirmó que no había sindicato de trabajadores
constituido en ella y que el «denominado SINTRAIME,
debidamente registrado ante el Ministerio de Trabajo [fue]
creado y existe para trabajadores DIRECTOS de CENTELSA»,
empresa con la cual la agremiación sindical tenía pactada
una convención colectiva de trabajo vigente, la que se
pretendía modificar a través de un pliego de peticiones.

Recordó que con la Resolución 583 de 2012 le fue


impuesta una sanción por no negociar el pliego que le
presentaron, conforme al Decreto Ley 2351 de 1965;
recurrió en reposición y en apelación, de manera que la
segunda instancia emitió la Resolución 000002 de 2013,
que levantó la punición gubernativa en comento, porque el
primer acto administrativo no tuvo en cuenta, primero, que
«se constituyó una Asamblea General de 4 personas» y, por
otro lado, que fueron trabajadores de Centelsa los que
aprobaron y presentaron un pliego ante Simout. Según lo

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anterior, niega que haya existido un conflicto colectivo con


los accionantes.

En su defensa presentó las excepciones de justa


terminación de los contratos de trabajo de los demandantes
y buena fe.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Once Laboral del Circuito de Oralidad de


Cali, mediante fallo del 13 de noviembre de 2015, absolvió a
las demandadas de todas las pretensiones incoadas en su
contra.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala de Decisión Laboral del Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Cali, al resolver el recurso de apelación
propuesto por la parte activa de la litis, mediante fallo del 5
de abril de 2016, confirmó la sentencia dictada por la juez
de primer grado.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal delimitó los siguientes problemas jurídicos:

[…] establecer si en virtud de la solidaridad pregonada en el


artículo 34 del Código Sustantivo de Trabajo, el pliego de
peticiones presentado por los demandantes le es oponible a
Centelsa SA; por otra parte, se deberá determinar si la garantía
de estabilidad laboral que se le brinda al trabajador con fuero
circunstancial puede extenderse más allá del vencimiento del
plazo fijo pactado.

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Para desatar esos puntos de debate, el juez plural


desplegó las siguientes exposiciones:

El apoderado de la parte recurrente considera que, en


aplicación del artículo 34 del Código Sustantivo del Trabajo, le
es aplicable la prohibición de despedir a los trabajadores que
gozan de fuero circunstancial a Centelsa SA. Tal argumento no
tiene vocación de prosperidad, en atención a que el artículo 25
del Decreto 2351 del 65 establece que la prohibición de
despedir a los trabajadores que hubieren presentado un pliego
de peticiones solo se predica al empleador de estos; por lo tanto,
de conformidad con los contratos de trabajo militantes a folios
33 a 81 del expediente, la prohibición de despedir, en caso de
probarse que los demandantes gozaban de la especial
protección del fuero circunstancial, radica en cabeza de Simout
SA y no de Centelsa SA, quien aunque es beneficiaria de los
servicios prestados por los trabajadores de la primera empresa,
no es empleador de estos, razón suficiente para desestimar el
argumento esbozado por el recurrente. En consecuencia, se
confirma la sentencia en tal sentido.

Ahora bien, respecto a la terminación del vínculo contractual,


teniendo en cuenta que cuando se termina un contrato a
término fijo no se trata de un despido, sino de la terminación de
un contrato por el cumplimiento del plazo pactado, no requiere
entonces autorización judicial para levantar el fuero; al
respecto, ha señalado la Sala Laboral de la Corte Suprema, en
sentencia con radicado 34142 del 25 de marzo de 2009, que en
lo que respecta a los contratos a término fijo la garantía de
estabilidad laboral que se le brinda al trabajador con fuero
sindical no puede extenderse más allá del vencimiento del plazo
fijo pactado, porque lo que prohíbe el artículo 25 del Decreto
2351 del 65, es el despido, supuesto fáctico que no se da
cuando la terminación del contrato se produce por uno de los
modos de terminación establecido legalmente, como lo es el
fenecimiento de la relación laboral por cumplimiento del plazo
que, por consenso, acordaron las partes.

En igual sentido se ha pronunciado la Corte Constitucional en


sentencia T116-2009 y la T592 del mismo año, entre otras, en
las que manifestó que el empleador no está obligado a renovar
el contrato de trabajo con plazo determinado, respecto a los
trabajadores aforados, siempre y cuando cumplan con todas las
exigencias y condiciones que establece la ley para su
terminación; en consecuencia, ante el advenimiento del término
de duración del contrato de trabajo pactado entre Simout SA y
los demandantes, la protección foral pregonada no tiene
vocación de prosperidad, razón necesaria y suficiente para
confirmar la decisión de primera instancia.

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La Sala considera que no es necesario adentrarse en el estudio


de los demás problemas planteados, ya que de haberse
demostrado que Simout SA no transgredió la prohibición
establecida en el artículo 25 del Decreto 2359 del 65, la razón
de ser de las peticiones de la demanda carece de sentido, pues
no se puede obviar que lo que se pretende es el reintegro de los
trabajadores, por considerar erróneamente haber sido
despedidos cuando gozaban de fuero circunstancial, hecho que,
como ya se advirtió con suficiencia, en el presente asunto no
acaeció.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por Jaduer Olaya Cortés, Édgar Otero


Charria, José Omar Gómez Núñez y Juan Fernando Vélez
Caicedo, concedido por el Tribunal y admitido por la Corte,
se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretenden los recurrentes que la Corte case la


sentencia acusada, para que, en sede de instancia, revoque
la dictada por el juez de primer grado y, en su reemplazo,
acceda a las pretensiones del libelo genitor.

Con tal propósito formulan dos cargos, por la causal


primera de casación, no replicados, y que se resolverán en
conjunto, dado que comparten la mayor parte del elenco
normativo que estiman violado, se apoyan en argumentos
similares y persiguen idéntico fin.

VI. CARGO PRIMERO

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Acusan la sentencia por la vía indirecta, en la


modalidad de aplicación indebida de los artículos:

34 y 35 del C.S.T., en relación con los artículos 25 del Decreto


2351 de 1965, 10 del decreto 1373 de 1966, 43, 46, 57, 59
(numeral 4), 61,64, 353, 354, 356, 358 a 378, 400, 405, 425,
433, 461, 467 a 471, 478, 479, 481 y 485 del C.S.T., 2, 71 y 77
de la ley 50 de 1990, 38, 39, 48 y 53 de la Constitución Política,
164, 165, 167 y 176 del CGP, 60, 61 y 145 del CPL y SS.

Como errores de hecho que habría cometido el fallador


de segundo grado, enuncian:

1. Dar por demostrado, sin ser ello cierto, que no puede


predicarse la existencia de solidaridad entre las empresas
SIMOUT S.A. y CENTELSA S.A. respecto a la prohibición de
despedir a los trabajadores que gozan de fuero circunstancial.

2. No dar por demostrado, siendo ello evidente, que CENTELSA


S.A. (SIC) ostenta la calidad de empleadora de los señores
JADUER OLAYA CORTÉS, EDGAR OTERO CHARRIA, JOSÉ
OMAR GÓMEZ NUÑEZ, y JUAN FERNANDO VELEZ (SIC)
CAICEDO, siendo SIMOUT S.A. una empresa que actúa como
simple intermediaria.

3. No dar por demostrado, siendo ello tan palmario, que al


haberse presentado el pliego de peticiones dentro del término
legal y con las formalidades requeridas para ello, mis
poderdantes gozan de fuero circunstancial y en consecuencia
no podían ser despedidos mientras durara el conflicto colectivo.

Aducen que esos dislates sucedieron porque fueron


incorrectamente apreciados los contratos de trabajo visibles
en folios 33 a 35, 42 a 43, 68 y 69, 78 y 79; además,
especifican los siguientes, en la condición de documentos
no valorados:

1. Certificado de existencia y representación de SIMOUT S.A.


(Fl. 26 a 28)

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2. Certificado de existencia y representación de CENTELSA S.A.


(Fl. 29 a 32)

3. Certificaciones expedidas por SINTRAIME que constatan que


los demandantes se encuentran a paz y salvo con el sindicato.
(Fl. 37 Jaduer Olaya, 45 Edgar Otero, 72 José Omar Gómez, 81
Juan Fernando Vélez)

4. Afiliaciones al Sindicato y actas mediante las cuales se


aprueban a los demandantes como socio activos. (Fl. 38 a 41
Jaduer Olaya, 46 a 50 Édgar Otero-, 73 José Omar Gómez, 82
Juan Fernando Vélez. (sic)

5. Comunicación dirigida el 25 de abril de 2012 al Gerente


General de SIMOUT S.A. por el Vicepresidente de SINTRAIME.
(Fl. 91 ibídem (sic))

6. Pliego de peticiones que presenta SINTRAIME a la empresa


CENTELSA y a la intermediadora SIMOUT S.A. (Fl. 92 a 126
ibídem (sic))

7. Comunicación del 7 de diciembre de 2011 mediante la cual el


Vicepresidente de SINTRAIME presenta el pliego de peticiones
ante la demandada CENTELSA S.A. (Fl. 87 y 88 ibídem (sic))

8. Comunicación del 7 de diciembre de 2011 mediante la cual el


Vicepresidente de SINTRAIME presenta el pliego de peticiones
ante la demandada SIMOUT S.A. (Fl. 89 y 90 ibídem (sic))

9. Comunicación del 7 de diciembre de 2011 mediante la cual el


Vicepresidente de SINTRAIME presenta el pliego de peticiones
ante la Directora Regional del Trabajo del Valle del Cauca.

8. (sic) Respuesta de SIMOUT S.A. a SINTRAIME sobre la


presentación del pliego de peticiones. (Fl. 191y 192 ibídem (sic))

9. (sic) Convención Colectiva de Trabajo CENTELSA S.A. (Fl.


204 a 251 ibídem (sic))

10. (sic) Estatutos de SINTRAIME. (Librillo Fl. 466)

En la demostración del cargo, aseguran que no se


debate que ellos «suscribieron sendos contratos de trabajo a
término fijo con […] SIMOUT S.A. para desempeñarse como
OPERADORES DE MONTACARGA en CENTELSA S.A.».

La censura se orienta a que debió predicarse la

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solidaridad porque, con base en la prueba indicada, queda


establecido que Centelsa, contrario a lo que entendió el juez
de la alzada, fue la «empleadora» de ellos, siendo Simout SA
una «simple intermediaria»; lo anterior, teniendo en cuenta
que los contratos laborales no son óbice para determinar
esa realidad, aunado a que, una correcta revisión de los
objetos sociales de ambas empresas, arroja que estos
guardan relación entre sí, al igual que las funciones que
desempeñaban los trabajadores.

Agregan a lo anterior que, si se dijera que las labores


ejecutadas son distintas de las actividades normales de
Centelsa, no se explica que, en la fecha de terminación de
los contratos de trabajo de cada uno, se superaba «con
creces el término de 6 meses o en su defecto de 1 año si se
prorroga, señalado en el artículo 77 de la ley 50 de 1990»,
tiempo máximo permitido para las empresas usuarias para
contratar a otras como Simout SA para ejecutar ciertas
funciones, de modo que queda demostrada la simple
intermediación, con apoyo en la providencia CSJ SL, 6 jul.
2011, rad. 32410.

Por lo tanto, consideran que la prohibición de despedir


a quien hubiere presentado pliego de peticiones no era solo
para Simout SA, sino también para la que consideran como
su verdadera empleadora, según el artículo 25 del Decreto
2351 de 1965 que determina que cuando el usuario sea
ficticio, necesariamente debe tenerse como el verdadero
empleador.

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Por otra parte, señalan que con los formularios de


afiliación y con las actas del sindicato en las que se dio
aprobación a esos actos se acreditó que fueron aceptados
como integrantes de esa agremiación, invocando el derecho
fundamental de asociación sindical, además, porque
presentaron solicitudes escritas y autorizaciones de
descuentos de las cuotas sindicales ordinarias de ley.

Sostienen que debía tenerse en cuenta el pliego de


peticiones presentado a las demandadas —fuente del fuero
circunstancial— que consagró como petición principal:

La empresa “CABLES DE ENERGÍA Y DE


TELECOMUNICACIONES S.A. CENTELSA, como empleadora
directa a partir de la presentación del presente Pliego de
Peticiones se obliga a aplicar en su totalidad la Convención
Colectiva de Trabajo que tiene Vigente con sus trabajadores a
Término Indefinido a los trabajadores que le prestan sus
servicios a través de la intermediaria Servicio Integral de
Mantenimiento Outsourcing SIMOUT S.A.»

Con ello se estableció, según afirman, que para los


efectos de «la negociación, la intermediaria SIMOUT S.A. y la
sociedad empleadora la empresa CENTELSA, […]
responderán solidariamente por el presente pliego, y para
todo efecto legal se denominará LA EMPRESA», porque
aquella nunca suplió actividades ajenas a las de Centelsa,
en la medida en que la operación de montacargas era una
tarea «directamente vinculada con la ordinaria explotación de
su objeto económico, contribuyendo al desarrollo de su
actividad principal relacionada con la industria eléctrica».

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A más de lo anterior, estiman que el Tribunal, al no


haber tenido como empleadora a Centelsa, sino solo a
Simout SA, consideró innecesario analizar la garantía de
estabilidad derivada del fuero circunstancial, cuando, en
realidad, la primera fue la empleadora, respecto de la cual
existía la imposibilidad de despedirlos en el transcurso de
un conflicto colectivo, pues la validez de la presentación del
pliego de peticiones no fue controvertida por las
demandadas.

Por último, solicitan que, en el caso de que con el


material probatorio aportado no se logre demostrar el
derecho de sindicalización, se les aplique la extensión de los
beneficios convencionales del artículo 471 del CST.

VII. CARGO SEGUNDO

Acusan a la sentencia de segundo grado de ser


violatoria, por la vía directa, en la modalidad de aplicación
indebida, del mismo cuerpo normativo del primer cargo,
pero agregan que esos quebrantamientos condujeron a la
infracción directa de los artículos 35 del CST, 6.º del
Decreto 4369 de 2006 y 53 de la Constitución Nacional.

Inician el desarrollo del cargo estableciendo que no es


objeto de discusión que los actores suscribieron diversos
contratos a término fijo con Simout SA, para desempañarse
como operadores de montacargas en Centelsa; enseguida
plantean el debate en estos términos: «lo que no se acepta y
la razón por la cual se le endilga ilegalidad a la sentencia

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recurrida, estriba en que el Tribunal afanadamente haya


considerado que en el asunto bajo estudio no puede
predicarse la existencia de una solidaridad»; lo anterior
porque, aunque concluyó que Centelsa «es beneficiario (sic)
de los servicios prestados por los trabajadores de SIMOUT
S.A.», concluyó, con error, que no era la empleadora de
ellos.

En ese sentido, no están de acuerdo con los


argumentos que usó el Tribunal para no decretar la
existencia de la responsabilidad solidaridad frente a
Centelsa, cuando debía tenerse en cuenta el principio de la
realidad sobre las formas, siendo que se demostró que
aquella ostentaba la calidad de empleadora directa y
Simout SA, la de simple intermediaria, según el artículo 35
del CST, pues contrató los servicios de los laborantes «en
beneficio y por cuenta exclusiva de Centelsa S.A., más aun,
cuando la ejecución del cargo de OPERADOR DE
MONTACARGAS era para beneficio de ésta», por tratarse de
una actividad ordinaria, inherente o conexa a dicha
entidad. A ello adicionan este razonamiento:

Así las cosas, yerra el Ad Quem (sic) al no aplicar correctamente


la solidaridad normada en el artículo 34 del C.S.T., cuando lo
cierto es que es CENTELSA S.A. en calidad de empleadora
directa la que debe asumir la responsabilidad que le asiste
frente a las acreencias y demás derecho laborales de sus
empleados en solidaridad con SIMOUT S.A. al haber actuado
ésta como simple intermediaria.

Según lo anterior, de aplicar el principio de primacía


de la realidad, el juzgador habría llegado a las inferencias
que manifiestan en el embate, las que obtienen con apoyo

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en la sentencia CC C665-1998 sobre el contenido del


artículo 53 Superior. Además, alegan que la providencia
CSJ SL, 6 jul. 2011, rad. 32410 refuerza ese desenlace, al
establecer que el artículo 77 de la Ley 50 de 1990 define un
límite temporal para las actividades que ejercen empresas
como Simout SA, y, como quedó «plenamente evidenciado»
que los contratos de trabajo en debate superaron ese tope,
se incurrió en una tercerización en la que «mal podría
hablarse que (sic) SIMOUT S.A. actuara como contratista
independiente».

Para recapitular, advierten que el Tribunal cayó en «la


indebida aplicación del artículo 34 del CST, al desconocer la
existencia (sic) una responsabilidad solidaria, cuando lo
cierto es que de haber aplicado los artículos 35 del CST, 77
de la ley 50 de 1990 y 53 de la Constitución Política»,
hubiese concluido que Centelsa fue la empleadora y Simout
SA, la simple intermediaria, de manera que habría aplicado
automáticamente el artículo 25 del Decreto 2351 de 1965,
en cuanto a la prohibición de despedir a los trabajadores
que hubieren presentado un pliego de peticiones.

VIII. CONSIDERACIONES

Recuerda la Sala que la demanda de casación no le


otorga competencia para juzgar la controversia planteada
en el proceso, pues no es de su resorte resolver a cuál de
los litigantes le asiste la razón, habida cuenta de que su
labor, siempre que el recurrente plantee bien la acusación,
se limita a enjuiciar la sentencia censurada para establecer

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si el Tribunal atendió las normas jurídicas que estaba


obligado a aplicar para solucionar correctamente la
controversia sometida a su consideración y a mantener el
imperio de la ley. En ese sentido, la Sala reiteró este criterio
a través de la providencia CSJ SL4412-2021, en estos
términos:

Por lo anterior, se ha dicho que en el recurso de casación se


enfrentan la ley y la sentencia, no quienes actuaron como
partes en las instancias.

Así mismo, para la consecución del objeto de la casación, la


demanda debe reunir las exigencias formales previstas en el
artículo 90 del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad
Social, y la acusación debe ser lógica, ajustada a los requisitos
mínimos de orden técnico, clara en su planteamiento, completa
en su desarrollo y eficaz en el objetivo perseguido (CSJ SL5268-
2017).

Precisado lo anterior, encuentra la Sala que la sustentación del


recurso parece más un alegato de instancia que una demanda
de este tipo. En este punto, es necesario recordar que al juez de
la casación le compete ejercer un control de legalidad sobre la
decisión de segunda instancia, siempre que el escrito con el que
se sustenta el recurso extraordinario satisfaga las exigencias
previstas en el artículo 90 del Código Procesal del Trabajo y de
la Seguridad Social.

Así, en esta sede se enfrenta la sentencia gravada y la ley, de


cara a los errores jurídicos o fácticos que se le imputan a la
decisión bajo análisis, dado el conocido carácter rogado y
dispositivo de este especial medio de impugnación.

Dicha acusación a la sentencia de segunda instancia debe ser


clara, racional y lógica, y además debe existir una demostración
efectiva y real de la transgresión de la ley sustancial de alcance
nacional, porque el fin de la casación, no reside en desplegar
meras interpretaciones discordantes u opuestas de las del
Tribunal sino en acreditar sus yerros de la manera antedicha.

Para la Corte, cuando una acusación se endereza por la vía


indirecta, le corresponde al recurrente cumplir con los
siguientes requisitos elementales: precisar los errores fácticos,
que deben ser evidentes; mencionar cuáles elementos de
convicción no fueron apreciados por el juzgador y en cuáles se
cometió errónea estimación, demostrando en qué consistió ésta
última; explicar cómo la falta o la defectuosa valoración

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probatoria, lo condujo a los desatinos que tienen esa calidad de


determinar en forma clara lo que la prueba en verdad acredita.

Dicho en otras palabras, cuando de error de hecho se trata, es


deber del impugnante en primer lugar precisar o determinar los
errores y posteriormente demostrar la ostensible contradicción
entre el defecto valorativo de la prueba y la realidad procesal,
sirviéndose para ello de las pruebas que considere dejadas de
valorar o erróneamente apreciadas, más allá de solo
enunciarlas (CSJ SL, 3 marzo 2001, radicación 15148).

Así las cosas, aunque el cargo segundo se presenta a


través de la vía del puro derecho, acude a razonamientos
muy similares a los del primero, e incluso, invita a efectuar
verificaciones sobre lo que quedó probado o no en el
expediente, específicamente en cuanto a quién debía
tenerse como empleador de los recurrentes, con lo cual
queda claro que ellos olvidan que en el recurso
extraordinario de casación la vía directa supone plena
conformidad con las inferencias y conclusiones probatorias
del ad quem, razón por la cual solo admite discusiones
netamente jurídicas (CSJ SL3876-2021). La combinación de
razones de ambos tipos no es válida en la casación del
trabajo, por lo que la Sala tendrá en cuenta el cargo
primero, de corte netamente fáctico, y que presenta una
configuración técnica mínimamente adecuada para
desarrollar su estudio. Las razones contenidas en el
segundo ataque, en tanto sean coherentes con esa senda,
serán consideradas en el análisis subsiguiente.

El Tribunal dedujo que, conforme al artículo 34 del


CST y a los contratos de trabajo a término fijo que analizó,
la empleadora fue Simout SA; en cambio, advirtió que
Centelsa no tenía esa condición, sino la de beneficiaria de

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los servicios prestados por ellos, de modo que solo la


primera estaba obligada a respetar el fuero circunstancial, a
la luz del artículo 25 del Decreto 2351 de 1965.

En seguida expuso que, según la jurisprudencia de


esta corporación y la de la Corte Constitucional, como los
contratos finalizaron por vencimiento del plazo pactado, no
se materializaron unos despidos injustificados, de modo que
no era posible cubrir a los actores con el fuero
circunstancial.

Los recurrentes consideran que el ad quem erró al no


dar por demostrada la solidaridad entre las demandadas,
respecto de la prohibición de despido de los trabajadores
arropados con el fuero circunstancial; también estiman que
ese juzgador dejó de ver que Centelsa era su empleadora, en
tanto que opinan que Simout SA era una simple
intermediaria y que, como el pliego de peticiones presentado
a esas empresas fue oportuno, estaban amparados por el
fuero, de modo que no podían ser despedidos durante el
tiempo en el que se ventilase el conflicto colectivo.

Establecidas las posiciones del Tribunal y de los


impugnantes, los problemas jurídicos que debe abordar la
Sala consisten en determinar si la colegiatura de instancia
incurrió en los errores que se le enrostran, al definir i) que
Centelsa no obró como empleador; ii) que la prohibición de
despido, originada en el fuero circunstancial de los
accionantes, solo pesaba sobre Simout SA; y iii) que dejó de

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aplicar el mandato de solidaridad que obligaría a ambas


demandadas a responder por las condenas deprecadas.

En cuanto a la determinación de quién fue el dador de


laborío de los impugnantes, sea lo primero señalar que el
juez colegiado acertó al concluir que, a la luz de los
contratos de trabajo escritos, a término fijo inferior a un
año, que encontró entre folios 33 y 85, solo Simout SA tuvo
la condición de directa empleadora. Ello es así, porque el
texto de esos convenios abiertamente indica esa realidad, y
en ninguno se hace referencia a cuál iba a ser la empresa
que se beneficiaría del trabajo de los operarios de
montacargas vinculados a través de sus cláusulas, pues en
su cuerpo rezan: «Lugar donde desempeñará las labores:
Donde se le asigne».

Entonces, a partir de los formatos contractuales


signados por los ahora recurrentes y por Simout SA, no
cabe duda de que esta era su empleadora, en la medida en
que no permiten entender nada distinto en cuanto a tal
vinculación; con esos documentos no se prueba que la
contratación se haya pactado con Centelsa, ni un aparente
ocultamiento de esa circunstancia, porque esta última
nunca aparece mencionada en sus textos, ya que la
empleadora podría haber destinado a sus operarios a
cualquier otra empresa a la que le vendiera similares
servicios de administración, mantenimiento y operación de
equipos de montacargas.

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En ese orden, si se quería justificar que aquella


definición de quién fungía como contratante fue errada, los
textos contractuales no permiten arribar a otro desenlace,
es más, por la claridad de su contenido, se comparte la
decisión de establecer que Simout SA era la que ejercía la
subordinación sobre los censores, hecho que incluso, se
afirma como cierto en su contestación de la demanda.

Por contera, las pruebas que se indican como no


valoradas por el sentenciador de segundo grado tampoco
son idóneas para cambiar esa conclusión, en primer lugar,
porque la eventual coincidencia o afinidad en algunos
aspectos de los objetos sociales de las compañías que
integran la parte pasiva, según sus respectivos certificados
de existencia y representación, no tiene el alcance de
convertirlas a ambas en empleadoras; tampoco cumplen ese
cometido los documentos de afiliación sindical y las
certificaciones en las que consta que los laborantes eran
miembros de Sintraime, dado que no evocan una situación
diferente; en contraste, de tales documentos surge que los
formatos de afiliación al sindicato señalan que ellos
trabajaban para Simout SA, información que suministraron
quienes deseaban pertenecer a aquella agremiación.

Por otra parte, el pliego de peticiones de diciembre de


2011 denuncia una situación de intermediación laboral
entre las empresas, pero esta manifestación corresponde a
un anhelo de la organización sindical, lo que, de paso,
significa que se trata de un documento proveniente de un
tercero, que no es prueba hábil en casación (CSJ SL1050-

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2021), sin embargo, aun si pudiera considerarse para su


estudio, lo cierto es que no podría dársele el valor que
pretenden los recurrentes, pues su texto no sirve para la
verificación de esa realidad, que no puede ser convalidada
por el solo querer de la asamblea de socios del sindicato.

Es preciso aclarar que, si se formuló ese requerimiento


ante las empresas, era para buscar que estas, en la etapa
de concertación, reconocieran una posible intermediación
laboral o el ser ambas consideradas como empleadoras de
esos trabajadores, como genéricamente se afirmó en el
memorial inaugural, pero no por ello se puede dar por
establecida esa situación con ese pliego petitorio.

A más de lo expuesto, en la apelación se alegó que se


debía dar cumplimiento al artículo 34 del CST, porque los
mismos recurrentes reconocen que Simout SA era su
empleadora y contratista independiente de Centelsa, en
tanto que esta era beneficiaria de las labores desplegadas
por ellos, luego, no es errado concluir que la destinataria de
la prohibición de despido injusto era Simout SA, se insiste,
por ser la empleadora. Pero ello también significa que, si
esta sociedad hubiese incurrido en la expulsión
injustificada de sus laborantes, las consecuencias que se
derivan de esa acción pueden ser trasladadas, por vía de la
solidaridad contemplada en el artículo 34 del CST, a la
beneficiaria de las labores, es decir, a Centelsa, en tanto
que ese artículo no prohíbe esa forma de responder por las
obligaciones del empleador en los casos de fuero
circunstancial, de manera que se puede hacer extensiva la

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Radicación n.° 76173

eventual carga en cuanto a «los salarios y […] las


prestaciones e indemnizaciones a que tengan derecho los
trabajadores», sin perjuicio de que esta empresa pueda
repetir en contra de la empleadora, que, en todo caso, está
obligada a cumplir con el reintegro a sus laborantes.

Surge de lo dicho que, si algún error cometió el


Tribunal, consistió en no dar por establecida la solidaridad
de ambas accionadas en cuanto al pago de los salarios,
prestaciones e indemnizaciones derivadas de un despido
injusto, con la aclaración de que esa condición solidaria
surge conforme a los roles de contratista independiente y
beneficiaria que asumieron las demandadas (artículo 34 del
CST), pero no porque se hubiera demostrado que Simout SA
estaba actuando como intermediaria no declarada, según el
artículo 35 ibidem —del que, a propósito, no puede
establecerse su indebida aplicación, porque no hizo parte de
la argumentación vertida en el fallo confutado—; tampoco
puede darse por probado que la correlación entre ambas
empresas estaba mediada por el artículo 77 de la Ley 50 de
1990, pues la figura de la empresa de servicios temporales
no fue la que fundó los argumentos del libelo inicial, ni los
del recurso de alzada, con lo cual esa hipótesis quedó por
fuera de la competencia que debía asumir el fallador de
segundo grado, y de ello surge que no podía ser utilizada
como base del recurso extraordinario de casación, porque,
se itera, no hizo parte de los motivos de la apelación, así
como tampoco se planteó desde la demanda inicial. La
aparición en esta sede de tópicos indiscutidos en las
instancias se conoce como hecho o medio nuevo y le impide

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a la Corte adentrarse en su estudio; al respecto, esta Sala


recordó, en la providencia CSJ SL4035-2021:

Sobre el medio nuevo en casación laboral, cabe rememorar lo


dicho por esta Sala en sentencia CSJ SL, 16 mar. 2010, rad.
36922, reiterada en la CSJ SL5179-2019, en la que sobre este
particular se dijo:

De suerte que, como lo asentó el Tribunal, lo cierto es que la


parte planteo en el recurso de apelación y lo hace ahora en el
extraordinario, un hecho nuevo, que no fue debatido en las
instancias […]

[…]

Al respecto, conviene recordar lo sostenido por esta Sala de la


Corte, en la sentencia de 10 de marzo de 1998, radicación
10439, oportunidad en la que expresó lo que a continuación se
transcribe:

“El derecho de defensa y el debido proceso exigen que la


relación jurídica procesal quede delimitada al inicio en el juicio.
Es por eso que el demandante al elaborar su demanda laboral
debe ser cuidadoso no sólo al formular las pretensiones, sino de
manera muy especial al presentar los hechos que constituyen la
causa petendi. Si bien las falencias en cuanto a las primeras
pueden ser reparadas en los juicios del trabajo por el juzgador
de primer grado, en desarrollo de la facultad extrapetita, a
condición de que los hechos que le sirven de apoyo hayan sido
planteados y discutidos en juicio, no puede ese mismo
funcionario, ni ningún otro, corregir el rumbo del proceso
trazado por el accionante, alterando la causa petendi en que
éste fincó su acción.”

En similar sentido, se ha pronunciado esta Corporación en las


sentencias CSJ SL653-2018, en donde se reiteró la CSJ
SL9584-2017, y la CSJ SL8546-2017.

En cuanto a otras pruebas no valoradas, los


certificados de existencia y representación de Simout SA y
de Centelsa dan cuenta de objetos sociales que pueden ser
considerados afines, por tratarse de empresas cuyos
negocios giran dentro de un campo de acción similar, al
punto de que es claro que la primera puede cumplir tareas

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que, si bien no son del meollo de la labor industrial y


comercial de la segunda, son afines y necesarias para
cumplir ese objeto, como es el caso del transporte en
montacargas de materiales y elementos de fabricación, sin
embargo, esos parecidos en los objetos sociales de las
encartadas no dan lugar a concluir que la beneficiaria de
las tareas de los actores hubiera sido su empleadora
directa; si acaso, permiten deducir una posible solidaridad
entre ambas, siempre que se defina que hay obligaciones
pendientes a favor de los laborantes.

Ahora, las vinculaciones sindicales, los paz y salvos


por cuotas ordinarias y extraordinarias, y los estatutos de
la organización sindical, así como las comunicaciones que
el sindicato le cursó a las empresas accionadas, fuera de
que no fueron debidamente argumentados en cuanto a lo
que implican en el estudio del caso, no demuestran
ninguno de los supuestos errores del Tribunal, simplemente
establecen el ejercicio del derecho fundamental de
sindicación que ejercieron los demandantes y, en particular,
que hicieron unas solicitudes que dieron inicio a un
conflicto colectivo, en los términos del artículo 25 del
Decreto 2351 de 1965, sin embargo, su contenido no queda
probado por lo que ellos expresan en su texto, que, en el
caso del pliego y de los memoriales que lo presentan a la
empleadora directa y a la empresa contratante de esta, no
pasa de ser una declaración de voluntad unilateral de la
agremiación de trabajadores, sin fuerza vinculante, hasta
tanto se eleve a la condición de convención colectiva de
trabajo, previo consenso entre los negociadores y con el

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cumplimiento de las etapas procesales debidas. De ese


modo, puede afirmarse que los dos primeros errores fácticos
son infundados, pues no se demostró que los impugnantes
tuvieran a ambas empresas como empleadoras, menos que
lo fuera Centelsa, y tampoco que, a pesar de existir
solidaridad, la acabada de nombrar quedara convertida en
responsable de todas las obligaciones a cargo de Simout SA,
porque, como se verá ahora, dicha solidaridad no puede
aplicarse al caso concreto.

Para descartar el tercer error fáctico, es necesario


dejar claro que el juez de apelaciones reconoció, desde el
principio de sus considerandos, la existencia del pliego de
peticiones y nunca negó que la presentación de este a las
empresas demandadas era idónea para activar la garantía
del fuero circunstancial. En realidad, debía partir de ese
postulado fáctico si se quería definir a cuál de las llamadas
a juicio le correspondía acatar la prohibición de despido
injusto, conforme al artículo 25 del Decreto 2351 de 1965.
Según lo observado, el Tribunal nunca negó que los
trabajadores de Simout SA, debidamente afiliados a
Sintraime, pudieran formular tal reclamación, de manera
que estaban a resguardo de los efectos del despido
injustificado, mientras estuviera vigente el conflicto
colectivo económico.

En suma, el tercero de los errores fácticos no se


cometió, porque desde la delimitación del tema propuesto
en el recurso de alzada, el ad quem hizo referencia a la
petición colectiva de mejores condiciones laborales, de

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manera que no pudo dejar de valorarla, al punto que la tuvo


en cuenta, aunque no para negar su capacidad de dar pie al
fuero circunstancial, sino para determinar quién debía
responder por las consecuencias derivadas del eventual
desahucio.

En adición a lo desarrollado, y para demostrar que


resulta inane la conclusión de que las empresas debían
responder solidariamente frente a los trabajadores de la
contratista independiente, conforme al artículo 34 del CST,
la Sala no puede pasar por alto que el Tribunal concluyó
que los contratos de trabajo a término fijo de los
recurrentes terminaron por vencimiento del plazo pactado y
no por despido injusto. Esa determinación no fue objeto de
refutación, pues el centro de los ataques es la solidaridad
entre las demandadas, pero lo que se resalta ahora es que
los efectos derivados de esta no se materializan, en tanto
que no se estableció que el nexo contractual hubiera
terminado unilateralmente y sin justa causa. Con ello, los
cargos devienen incompletos y quedan en el nivel de meros
alegatos de instancia, porque no desmienten una
conclusión definitiva de la sentencia impugnada, y es que
los trabajadores no fueron injustamente despedidos, lo que
significa que, al terminar sus contratos de trabajo, no se
activó el resguardo que brinda el artículo 25 del Decreto
2351 de 1965, pues este solo prevé el evento del despido no
justificado para hacer efectiva su protección, conforme a su
texto:

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ARTICULO 25. PROTECCIÓN EN CONFLICTOS COLECTIVOS.


Los trabajadores que hubieren presentado al patrón un pliego
de peticiones no podrán ser despedidos sin justa causa
comprobada, desde la fecha de la presentación del pliego y
durante los términos legales de las etapas establecidas para el
arreglo del conflicto. [Resalta la Sala]

Según lo visto, los cargos resultan insuficientes y por


ello no pueden generar la anulación del proveído enjuiciado,
porque a la censura le corresponde demoler todos los
basamentos que lo edifican, jurídicos y fácticos, si quiere
obtener su infirmación. En este caso, por el contrario, como
los ataques son parciales, la decisión del Tribunal queda
cobijada por la presunción de legalidad y acierto que la
caracteriza. Así lo ha sostenido esta corporación, entre
otras, en la providencia CSJ SL16919-2017, que reiteró los
argumentos de la CSJ SL12298-2017, en cuanto enseña:

Debe recordarse que las acusaciones exiguas o parciales son


insuficientes para quebrar una sentencia en el ámbito de la
casación del trabajo y de la seguridad social, por cuanto dejan
subsistiendo sus fundamentos sustanciales y, por tanto, nada
consigue el censor si se ocupa de combatir razones distintas a
las aducidas por el juzgador o cuando no ataca todos los
pilares, porque, en tal caso, así tenga razón en la crítica que
formula, la decisión sigue soportada en las inferencias que dejó
libres de ataque. Lo anterior conlleva a que con independencia
del acierto del recurrente y de que la Sala comparta o no sus
deducciones, se mantenga la decisión de segundo grado.

En concreto, los impugnantes dejaron libre de ataque


la conclusión fáctica del Tribunal respecto de la modalidad
de terminación de sus contratos de trabajo; ante esa
omisión, no puede abrirse paso la garantía de reinstalación
del fuero circunstancial, porque, para el ad quem, la
empleadora acudió a la forma de terminación de los nexos
laborales contenida en el literal c) del artículo 61 del CST —

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que dista del supuesto planteado en el artículo 25 del


Decreto 2351 de 1965— de manera que no dedujo que esa
decisión fuera unilateral e injustificada. Por su parte, los
interesados no se preocuparon por derrotar ese corolario, ya
que les bastó anunciar que en su caso operaron unos
despidos injustos, pero sin contrastar los fundamentos de
ese criterio con los que desplegó el juez de la alzada.

Aunque el embate resulta infructuoso, no se


impondrán costas en esta sede, por cuanto la parte que
resultaría favorecida con ellas no hizo intervención alguna
en su trámite.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el cinco (5) de abril de dos mil
dieciséis (2016) por la Sala de Decisión Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cali, dentro del proceso
ordinario laboral seguido por JADUER OLAYA CORTÉS,
EDGAR OTERO CHARRIA, JOSÉ OMAR GÓMEZ NÚÑEZ,
JUAN FERNANDO VÉLEZ CAICEDO, MIGUEL MORENO
CORTES y DANIEL CALDERÓN LENIS en contra de
SERVICIO INTEGRAL DE MANTENIMIENTO
OUTSOURCING SA (SIMOUT SA) y CABLES DE ENERGÍA
Y DE TELECOMUNICACIONES SA (CENTELSA).

Sin costas en el recurso extraordinario.

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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

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