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Tribunal Constitucional Plurinacional

de Bolivia
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0676/2017-S1

Sucre, 19 de julio de 2017

SALA PRIMERA ESPECIALIZADA

Magistrado Relator:     Dr. Macario Lahor Cortez Chavez

Acción de libertad

Expediente:                  17598-2016-35-AL

Departamento:            La Paz

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El accionante a través de su representante sin mandato alega que dentro del


proceso penal seguido en su contra por la presunta comisión del delito de
estupro, el 2 de diciembre de 2016, encontrándose privado de su libertad en el
Centro Penitenciario de Patacamaya, solicitó cesación a la detención
preventiva, ante el Juzgado de Instrucción Anticorrupción y Contra la Violencia
Hacia la Mujer Primero del departamento de La Paz; informándosele el 5 del
señalado mes y año, que el expediente seria remitido a su similar Segundo,
mismo que se encontraba de turno por la vacación judicial; sin embargo, hasta
la interposición de la presente acción tutelar, no se señaló audiencia y existe
incertidumbre respecto             al juzgado donde se encontraría el proceso
penal; hecho que lesiona sus derechos al debido proceso, a la libertad, “a la
celeridad y a la legalidad”.

Corresponde analizar en revisión si los argumentos vertidos son evidentes, con


la finalidad de conceder o denegar la tutela solicitada.

III.1.  Sobre los principios ético morales de la sociedad plural y los valores
que sustenta el Estado boliviano

En primer lugar cabe mencionar que la Constitución Política del Estado


promulgada el 7 de febrero de 2009, señala el horizonte en el que habrá de
erigirse el nuevo Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario,
fundado en la pluralidad y pluralismo político, económico, jurídico, cultural y
lingüístico, dentro del proceso integrador del país. En ese contexto esta dicho
que la nueva institucionalidad del Estado Plurinacional debe superar con creces
la estructura colonial y debe, sobre la base del esfuerzo individual y colectivo,
en cada estructura organizacional y en todos los órganos e instituciones del
poder público, concretar un Estado como el proclamado, principalmente en el
Órgano Judicial que a través de sus jurisdicciones y en la función judicial
ejercida por sus autoridades en las naciones y pueblos indígena originario
campesinos (NIPOC), en la que los valores que sustenta el Estado como
unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad,
respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de
oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común,
responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y
bienes sociales, para vivir bien, que señala el art. 8.II de la CPE.

Resulta necesario señalar que la Constitución Política del Estado, por otra
parte, refiriéndose a la nueva institucionalidad del Estado Plurinacional, augura
superar con creces la estructura colonial estableciendo que, de acuerdo con lo
previsto en el art. 8.I de la CPE, los principios ético morales de la sociedad
plural que el Estado asume y promueve son: suma qamaña (vivir bien),
ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y
qhapaj ñan (camino o vida noble), así como ama qhilla, ama llulla, ama suwa
(no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), estos últimos, mandatos de
restricción que pudiendo ser de orden imperativo para cada individuo, en cada
hogar de las bolivianas y bolivianos, es también esencia de un pensamiento
colectivo enraizado en las NPIOC que; sin embargo, de manera permanente se
confronta con ciertos males como la corrupción que lastiman nuestras
instituciones y sociedad, razón por la que el Estado encuentra como un
elemento transformador de la sociedad la lucha contra la corrupción. Una
inequívoca señal de esta voluntad está en la previsión del art. 123 de la CPE,
que establece e instituye el principio de irretroactividad de la ley excepto en
materia de corrupción, para investigar, procesar y sancionar los delitos
cometidos por servidores públicos contra los intereses del Estado; y en el resto
de los casos señalados por la Norma Suprema.

Se ha dicho y reiterado en la jurisprudencia constitucional, que conforme al


mandato de los arts. 178 y 179 de la CPE, la justicia es única en tanto que la
potestad de impartir la misma emana del pueblo boliviano y se sustenta en los
principios de independencia, imparcialidad, seguridad jurídica, pluralismo
jurídico, interculturalidad, equidad, servicio a la sociedad, participación
ciudadana, armonía social y respeto a los derechos, entre otros. En ese mismo
orden, respecto a los principios procesales que rige la justicia ordinaria están,
también entre otros, la verdad material y el debido proceso.

En torno a la administración de justicia, o dicho desde una perspectiva actual e


inclusiva, respecto a impartir justicia no puede soslayarse el hecho de que
sustentar las decisiones en el análisis e interpretación, no solo se limita a la
aplicación de formas y ritualismos establecidos en la norma; sino también debe
hacerse prevalecer principios y valores que permitan alcanzar una justicia
cierta, accesible, que este al lado del Estado y la población, con miras al vivir
bien que permita rebatir los males que afectan a la sociedad.
III.2.  Naturaleza jurídica de la acción de libertad 

El art. 125 de la CPE, dispone que: “Toda persona que considere que su vida
está en peligro, que es ilegalmente perseguida, o que es indebidamente
procesada o privada de libertad personal, podrá interponer Acción de
Libertad y acudir, de manera oral o escrita, por sí o por cualquiera a su nombre
y sin ninguna formalidad procesal, ante cualquier juez o tribunal competente en
materia penal, y solicitará que se guarde tutela a su vida, cese la persecución
indebida, se restablezcan las formalidades legales o se restituya su derecho a
la libertad” (las negrillas son agregadas).

En ese contexto normativo, la SCP 1352/2014 de 7 de julio, estableció que: “La


acción de libertad, es un mecanismo de defensa constitucional
extraordinario de carácter preventivo, correctivo y reparador, instituido
para la protección inmediata y efectiva de los derechos fundamentales a la
libertad física como de locomoción en casos de detenciones, persecuciones,
apresamientos o procesamientos ilegales o indebidos por parte de servidores
públicos o de personas particulares; así como a la vida, cuando ésta se
encuentra afectada o amenazada por la restricción o supresión de la libertad.

(…)

Norma constitucional concordante con el art. 46 del Código Procesal


Constitucional (CPCo), el cual establece que el objeto de esta acción
extraordinaria es la garantía, protección o tutela de los derechos a la vida,
a la libertad física y a la locomoción, para el restablecimiento inmediato y
efectivo de estos derechos, en los casos en que sean restringidos,
suprimidos o amenazados de restricción o supresión” (las negrillas nos
corresponde).

Por cuanto la acción de libertad se configura en el medio de defensa


extraordinario, preventivo, correctivo y reparador; instituido para la protección
inmediata y efectiva de los derechos fundamentales a                         la libertad
física, locomoción y el derecho a la vida, en busca del restablecimiento de la
afectación, cuando estos se encuentren en peligro, exista persecución o
procesamiento ilegal o indebido.

III.3.  Legitimación pasiva en la acción de libertad

Al respecto, la SCP 0952/2016-S1 de 19 de octubre, aludiendo a la


SCP 0617/2016-S3 de 1 de junio, que cita a la SC 0192/2010-R de 24 de
mayo, concluyó que: “‘Para la procedencia del recurso de hábeas corpus,
actualmente acción de libertad, se debe observar la legitimación; es decir, que
la acción sea dirigida contra la autoridad, funcionario o persona que
cometió el acto ilegal u omisión indebida que atenta contra el derecho a
la libertad, o a la vida, ya sea a través de una persecución, procesamiento o
detención ilegales o indebidas; vale decir, que se deberá demandar a quien
impartió la orden que dio lugar a la persecución, aprehensión, detención,
procesamiento o apresamiento indebidos o ilegales, o en su caso, a la que
directamente incurrió en los actos u omisiones que derivaron en que la
aprehensión o detención sea ilegal o indebida, como por ejemplo pueden darse
casos de la ejecución de una orden pero con notoria arbitrariedad al margen de
lo encomendado. De lo contrario la acción carecería de falta de
legitimación pasiva; es decir, en la no coincidencia o correspondencia
entre la persona, autoridad o funcionario contra quien se interpuso la
acción de defensa de derechos fundamentales, con quien efectivamente
causó la supuesta lesión a derechos que se denuncia y que motiva la
interposición de la misma.

Situación que neutraliza este mecanismo de defensa de rango constitucional e


imposibilita ingresar al análisis de fondo de la problemática planteada, puesto
que si bien la acción de libertad está exenta de formalismos en su
presentación; sin embargo, ello no libera al accionante de la
responsabilidad de señalar o identificar a quién se demanda, que en el
caso de funcionarios o autoridades públicas, no siempre es exigible el nombre,
pues bastaría la indicación del cargo, lo cual se corrobora con la narración de
los hechos que motivan la petición de tutela y la prueba aparejada, como
también ante situaciones de notoria arbitrariedad; empero, en los casos en
que la acción de libertad es emergente de un proceso judicial ordinario,
como sucede en este caso, la exigencia de la legitimación psivas debe
ser necesariamente cumplida por el accionante’ (entendimiento reiterado en
las SSCC 0253/2010-R de 31 de mayo y 0392/2010-R de 22 de junio, entre
otras)” (las negrillas son añadidas).

III.4.  Legitimación pasiva de servidores públicos subalternos del Órgano


Judicial

La reiterada jurisprudencia constitucional, desarrollada en la


SCP 1090/2016-S1 de 7 de noviembre, citando a las SSCC 1093/2010-R de 27
de agosto y 0332/2010-R de 17 de junio, señaló que: “‘«Con relación a la
responsabilidad del personal subalterno de los Juzgados y Salas de las Cortes
Superiores de Distrito y Corte Suprema de Justicia, la jurisprudencia
constitucional estableció ‘que la administración de justicia está encomendada a
los órganos jurisdiccionales del Estado, de acuerdo con el art. 116.I, IV CPE y
art. 3 de la Ley de Organización Judicial (LOJ); en consecuencia son los jueces
los funcionarios que ejercen esa jurisdicción, entre tanto que los secretarios,
actuarios y oficiales de diligencias, no tienen facultades jurisdiccionales
sino que están obligados a cumplir las órdenes o instrucciones del Juez,
emergentes de sus decisiones, por lo que no tienen legitimación pasiva
para ser demandados por cuanto no son los que asumen
determinaciones de orden jurisdiccional dentro de los procesos, salvo que
incurrieran en excesos contrariando o alterando esas determinaciones de la
autoridad judicial’ (SC 1572/2003-R de 4 de noviembre)»’” (las negrillas son
nuestras).

III.5.  Análisis del caso concreto


El accionante a través de su representante sin mandato alega la vulneración de
sus derechos al debido proceso, a la libertad, “a la celeridad y a la legalidad”;
toda vez que, en el proceso penal seguido en su contra, por la presunta
comisión del delito de estupro, se halla detenido en el Centro Penitenciario de
Patacamaya; por lo que, el 2 de diciembre de 2016, solicitó cesación a la
detención preventiva, ante la autoridad judicial demandada, a cargo del
Juzgado de Instrucción Anticorrupción y Contra la Violencia Hacia la Mujer
Primero del departamento de La Paz, informándosele el 5 del señalado mes y
año, que su causa sería remitida en conocimiento del juzgado de turno por
vacación judicial; sin embargo, hasta el momento de interposición de la acción
de libertad, no se señaló audiencia y menos se tiene certeza respecto al
juzgado donde se encontraría el proceso penal.

De lo expresado en la demanda de acción de libertad, la documentación


remitida ante este Tribunal y lo expuesto por las partes en la audiencia de
consideración de la presente acción tutelar, se tiene que dentro el proceso
penal seguido contra el accionante, por la presunta comisión del delito de
estupro, el 19 de noviembre de 2016, se llevó a cabo su audiencia cautelar
ante el Juzgado de Instrucción Penal Noveno del departamento de La Paz
(juzgado de turno), disponiendo su detención preventiva en               el Centro
Penitenciario de Patacamaya; remitiéndose actuados ante el Juzgado de
Instrucción Anticorrupción y Contra la Violencia Hacia la Mujer Primera del
mismo departamento, presentando el accionante memorial el 2 de diciembre de
2016, solicitando la cesación de su detención preventiva; fecha en la cual la
autoridad ahora demandada, emitió Resolución 748/2016 de 2 de diciembre
(Conclusión II.1) declarándose incompetente para conocer y tramitar el proceso
penal seguido en contra de Jorge Pablo Ramallo Rubin de Celis, bajo el
fundamento de que el delito de estupro no está considerado dentro del ámbito
de aplicación de la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de
Violencia, declinando competencia en razón de materia ante el juzgado en
materia penal que corresponda, habiéndose interpuesto la demanda de acción
de libertad posteriormente el 8 del citado mes y año.

En ese contexto, se tiene que, si bien, la acción de libertad, por su naturaleza,


carece de formalismos y constituye un mecanismo de defensa constitucional
extraordinario de carácter preventivo, correctivo y reparador inmediato, ante la
existencia de lesión del derecho a la libertad o a la vida en los casos
establecidos, conforme se tiene del Fundamento Jurídico III.2 del presente
fallo; sin embargo, es deber del hoy accionante, determinar con claridad, la
autoridad, funcionario o persona que cometió el acto ilegal u omisión indebida
que atenta contra el derecho a la libertad o la vida, a través de una
persecución, procesamiento o detención ilegal o indebida; y, la autoridad que
podría reparar la lesión que se reclama; entendiéndose la ineludible obligación
que tiene la persona agraviada de establecer la legitimación pasiva, según lo
desarrollado en el Fundamento Jurídico III.3 de la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional, lo contrario imposibilitaría a este Tribunal ingresar
a conocer el fondo de la causa.

En el caso de autos, se tiene que el representante sin mandato, por el


accionante, identificó a Cynthia Blanca Delgadillo Aramayo, Jueza de
Instrucción Anticorrupción y Contra la Violencia Hacia la Mujer Primera  del
departamento de La Paz, como la autoridad que hubiera lesionado sus
derechos; empero, no toma en cuenta, que la Jueza demandada contra la que
interpone la presente acción de libertad, pronunció con anterioridad Auto
Interlocutorio de 748/2016, por el que se declara incompetente en razón de
materia para conocer y tramitar el aludido proceso penal (Conclusión II.1.).

Consiguientemente, la autoridad demandada carecía de legitimación pasiva a


momento de plantear la acción de libertad por el accionante, al haber declinado
competencia con anterioridad a tal formulación, habiendo dejado la referida
autoridad jurisdiccional de conocer el caso; por lo que, no corresponde a este
Tribunal, pronunciarse ante la falta de legitimación pasiva de la misma,
correspondiendo al respecto denegar la tutela.

Ahora bien, respecto a la responsabilidad del Secretario del Juzgado de


Instrucción Anticorrupción y Contra la Violencia Hacia la Mujer Primero  del
departamento de La Paz, quien no hubiera procedido a la remisión           del
expediente ante su similar Segundo; se tiene, conforme a la jurisprudencia
constitucional, descrita en el Fundamento Jurídico III.4 del presente fallo, que el
servidor público codemandado, no tiene facultades jurisdiccionales; por lo que,
carece de legitimación pasiva para ser demandado, correspondiendo en tal
caso, denegar la tutela solicitada.

En consecuencia, el Juez de garantías al haber concedido en parte la tutela


que brinda la acción de libertad, no efectuó una adecuada compulsa de los
antecedentes procesales ni de la jurisprudencia aplicable al caso de autos.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Primera Especializada, en


virtud de la autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional; en revisión resuelve: REVOCAR la Resolución 12/2016 de 9 de
diciembre, cursante de fs. 21 a 22, pronunciada por el Juez de Ejecución Penal
Segundo del departamento de La Paz; y, en consecuencia DENEGAR la tutela
solicitada, aclarando que no se ingresó al fondo de la causa.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

No interviene el Magistrado Tata Efren Choque Capuma, por ser de voto


disidente.

CORRESPONDE A LA SCP 0676/2017-S1 (viene de la pág. 9)

Fdo. Dr. Juan Oswaldo Valencia Alvarado

PRESIDENTE
Fdo. Dr. Macario Lahor Cortez Chavez

MAGISTRADO

Tribunal Constitucional Plurinacional


de Bolivia
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0049/2018-S2

Sucre, 15 de marzo de 2018

SALA SEGUNDA

Magistrado Relator:    MSc. Carlos Alberto Calderón Medrano

Acción de libertad

Expediente:                  21605-2017-44-AL

Departamento:            La Paz

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El accionante a través de su abogado, alega la vulneración de sus derechos a


la libertad de locomoción y al debido proceso, manifestando que los
funcionarios policiales –hoy demandados–, vulneraron el art. 23.I de la CPE y
la “ordenanza municipal” de la ciudad de El Alto, procediendo a trasladarlo
hasta la Oficina de Celdas Policiales de la Dirección de Tránsito, Transporte y
Seguridad Vial de El Alto y que de forma abusiva e ilegal lo arrestaron, en lugar
de emitirle la boleta correspondiente, tal como lo determinaría la referida norma
municipal, toda vez que, el accionante habría cometido una infracción vehicular
al estar circulando en su vehículo en una zona restringida. 

En revisión, corresponde analizar si se debe conceder o denegar la tutela


solicitada.

III.1.  Función preponderante de la Policía Boliviana y delimitación entre


delito y contravención

Respecto a la delimitación entre el delito y la contravención, la SCP 0045/2014


de 3 de enero, señaló que: “La Constitución, establece y reconoce el derecho a
la libertad junto al derecho a la dignidad como esenciales para la sana
convivencia de los pueblos, derechos de los cuales se desprenden en su
ejercicio aquellas otras libertades consagradas por el legislador.

En este contexto, el art. 23.I de la CPE, establece que: `Toda persona tiene
derecho a la libertad y seguridad personal. La libertad personal sólo podrá ser
restringida en los límites señalados por la ley, para asegurar el descubrimiento
de la verdad histórica en la actuación de las instancias jurisdiccionales´,
contenido axiológico que es resaltado en el parágrafo III del mismo artículo,
que sostiene: `Nadie podrá ser detenido aprehendido o privado de su libertad,
salvo en los casos y según las formas establecidas por la ley. La ejecución del
mandamiento requerirá que este emane de autoridad competente y que sea
emitido por escrito´; postulados constitucionales que emergen a partir de la
propia obligación del Estado de establecer una política criminal y en su efecto
determinar qué bienes jurídicos deben ser protegidos mediante sanciones
punitivas aplicables a quienes incurran en conductas prohibidas, debiendo en
consecuencia, determinarse los procedimientos específicos a seguir y de los
que derive la responsabilidad de los infractores de la ley, siempre respetando
el debido proceso y el derecho a la defensa.

Es innegable que la actividad del Estado ligada a la preservación y el


establecimiento del orden público, esto es, al mantenimiento de condiciones
mínimas de tranquilidad, seguridad, salubridad y moralidad públicas que hagan
posible la convivencia pacífica y el normal desarrollo de las actividades
sociales, precisa de agentes que coadyuven con esa labor; por eso, el
legislador ha otorgado a la Policía Boliviana, la calidad de fuerza pública,
confiriéndole la misión específica de la defensa de la sociedad y conservación
del orden público; así como velar por el cumplimiento de las leyes en todo el
territorio boliviano (art. 251 CPE); de donde se infiere que la función primordial
de la policía es de carácter eminentemente preventivo.

Enmarcado en la norma constitucional precitada, el art. 6 de la Ley Orgánica


de la Policía Nacional (LOPN), determina que esta entidad tiene por misión
fundamental conservar el orden público, la defensa de la sociedad y la garantía
del cumplimiento de las leyes con la finalidad de hacer posible que los
habitantes y la sociedad se desarrollen a plenitud, en un clima de paz y
tranquilidad; texto que se complementa con el art. 7 de la misma Ley, que al
señalar sus atribuciones, puntualiza: `c) Prevenir los delitos, faltas,
contravenciones y otras manifestaciones antisociales; d) Cumplir y hacer
cumplir las leyes, reglamentos y demás disposiciones relacionadas con sus
funciones (…); y, v) Tomar las precauciones y medidas necesarias para la
eficiente labor policial, cumpliendo otras funciones que no estuviesen previstas
en las precedentes…´.

Entonces, a partir del texto constitucional y de los preceptos en él contenidos,


si bien la fuerza pública se halla obligada a preservar el orden social y
garantizar el respeto de las leyes, tomando las medidas necesarias para el
cumplimiento de su deber, no menos evidente es que, dicha función encuentra
su límite en el resguardo, conservación y respeto de los derechos y garantías
constitucionales; por lo que, su accionar no solamente se halla sujeto a los
normas especiales, sino y sobre todo sometido a la Constitución Política del
Estado; máxime cuando ésta lo ha definido como un ente encargado de la
defensa de la sociedad, calidad que le impide taxativamente incurrir en actos
que pongan en peligro o restrinjan libertades constitucionales.

Ahora bien, bajo el paraguas normativo descrito con anterioridad, es preciso


efectuar una delimitación entre delito y contravención a efectos de establecer
con claridad qué conductas pueden ser directamente intervenidas y
sancionadas por el ente policial.

A este efecto, conviene aclarar que es únicamente el legislador el que


puede tipificar determinadas conductas como delitos de acuerdo a la
política criminal adoptada por cada Estado, tomando en cuenta aquellos
elementos que afecten de menor o mayor manera a los bienes jurídicos
de mayor importancia o cuando las conductas reprochables importan un
mayor grado de lesividad para los bienes protegidos.

Al contrario, se consideran contravenciones a los hechos que pueden


ocasionar lesión a derechos de menor relevancia o a los hechos que
revisten menor gravedad.

Ahora bien, la decisión por una u otra categorización, respecto a las conductas
sancionables, que como dijimos corresponde al legislador, permite, a partir de
la consideración de los hechos sociales, establecer procedimientos
sancionatorios distintos y proporcionales al bien jurídico tutelado, pues se
reitera, siendo que es al legislador a quien le compete la creación o
identificación de nuevos hechos punibles, esa labor se cumple asimilando la
intensidad con que la Constitución protege a los bienes jurídicos, de ese modo
aquellos protegidos con mayor vigor, como son la vida, la salud, la educación,
la democracia, la propiedad, merecen proporcional calificación como delitos;
mientras que otros a los que el sistema constitucional o legal identifica
como menos gravosos a los derechos de las personas, son calificados
como infracciones, así las infracciones de tránsito, riñas y peleas
callejeras, incumplimientos tributarios menores, etc.; son conductas
reprochadas administrativamente y por tal motivo merecen una sanción
de tal tipo, administrativa. En síntesis, si bien el legislador tiene atribuida la
función de categorizar las conductas antijurídicas como delitos o infracciones,
ello viene predeterminado por la gravedad social que esos hechos implican,
desde la perspectiva de la constitución.

Entonces, tratándose de contravenciones, se entiende que los efectos


sancionatorios no pueden contener en su esencia el mismo grado de
punibilidad que un delito, por lo tanto, su carácter es eminentemente
correctivo y disciplinario, lo cual implica necesariamente que, como se
sostuvo párrafos antes, la sanción debe ser menor en respeto al principio
de proporcionalidad, ergo, no puede ni debe afectar el derecho a la
libertad prescindiendo de la garantía judicial y el debido proceso“ (las
negrillas nos corresponden).

III.2.  Delineamiento de los límites a las sanciones por infracciones de


tránsito

La misma SCP 0045/2014, estableció los límites a las sanciones por


infracciones de tránsito, en ese sentido señala que: “Para una debida
comprensión de la libertad desde la perspectiva de la Constitución Política del
Estado de 2009, es necesario exponer su alcance; así, las normas previstas
por el art. 8.II de la citada Norma Suprema, dispone que el Estado se sustenta
en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad,
reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio,
igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación,
bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución
de los productos y bienes sociales. De este modo es que la libertad en todas
sus expresiones y vertientes, entre ellas la libertad física de sus habitantes es
uno de los sustentos del Estado Plurinacional de Bolivia, y por ello no sólo
asciende a la categoría de valor y con ello sustento axiológico de la existencia
del Estado, sino que por ese hecho refuerza su carácter de inviolabilidad
injustificada por parte del Estado, sus personeros y autoridades, ya que su
naturaleza axiológica lo consagra con las características propias de los valores.

Ahora bien, una de las características de los valores, es que pueden ser
cumplidos y acatados en mayor y menor medida, ello implica que su
cumplimiento es algo que se puede medir; aplicada a la obligación estatal de
respetar los valores, como obliga el art. 8.II de la CPE, el valor libertad
exterioriza un parámetro de la calidad del sistema estatal boliviano, puesto que
a mayor respeto de los valores, más constitucional es el Estado, mientras que
la disminución de la vigencia de los mismos, reduce el respeto por las normas
constitucionales. Por ello, el Estado, sus normas y sus autoridades, deben
proyectar el máximo respeto a la libertad del ser humano en todas sus
expresiones, incluyendo la libertad física y personal, pues ello redunda en un
mayor cumplimiento de la Constitución Política del Estado, supremo objetivo de
este Tribunal Constitucional Plurinacional.

De otro lado, las normas del art. 23.I de la CPE, disponen que toda
persona tiene derecho a la libertad y seguridad personal, previsión que
asume y proclama a la libertad personal como un derecho, por ello con
las características propias de éstos de inviolabilidad, universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad, conforme a las normas
del art. 13 de la citada Norma Suprema.

El derecho a la libertad personal o libertad física de las personas,


encuentra refuerzo constitucional en la expresa delimitación de los
requisitos para su restricción por parte del propio texto constitucional,
puesto que el mismo art. 23 de la CPE, determina las formalidades
imprescindibles para su limitación” (las negrillas son nuestras).

III.3.  Análisis del caso concreto

El accionante a través de su representante, argumenta que sus derechos a la


libertad de locomoción y al debido proceso fueron vulnerados por los
funcionarios policiales Benedicto Cuaquira y Edwin Silva Garcia, quienes de
forma arbitraria y abusiva lo habrían privado de su libertad; al respecto el último
funcionario policial nombrado indicó que este habría incurrido en las
contravenciones siguientes: conducción de su vehículo en una zona restringida,
negarse a exhibir su licencia de conducir y faltar el respeto a la autoridad
policial previstos en los arts. 91 y 145 del Código Nacional de Tránsito (CNT).
Del análisis de las piezas procesales, relación nominal de personas arrestadas
y/o aprehendidas en celdas policiales (Conclusión II.1.); el informe de acción de
directa librado por el funcionario policial Benedicto Cuaquira (Conclusión II.2.);
y, la grabación contenida en el disco compacto,  que conforme lo señala el acta
(Conclusión II.3), en audiencia de acción de libertad fue puesta en
consideración por el Tribunal de garantías; instrumentos de probanza mediante
los cuales es posible determinar de forma positiva lo demandado por el
accionante, toda vez que, los funcionarios policiales en lugar de emitir la
correspondiente boleta de infracción por la contravención realizada por el
peticionante de tutela (conducir su vehículo motorizado en una zona
restringida), conforme lo establece “la ley municipal”, se extralimitaron en la
sanción aplicada, vulnerando el precepto constitucional establecido en el art.
23.I de la CPE.

Al respecto cabe señalar que si bien la Norma Suprema en su art. 251, faculta
a la Policía Boliviana para la defensa de la sociedad, la conservación el orden
público y el cumplimento de las leyes, y particularmente en relación al último
mandato, la institución del orden tiene la obligación de conducir su proceder
conforme a lo establecido en la Ley Fundamental, esto no supone que deba
proceder a la aprehensión indiscriminada de cualquier persona, porque tiene
por límite el resguardo, conservación y respeto de los derechos y garantías
constitucionales; así sus actos no pueden poner en peligro ni restringir
libertades constitucionales; por lo que los derechos de primera línea contenidos
en el art. 23 de la CPE, entre ellos la libertad personal; deben ser de particular
observancia por la referida entidad y sus funcionarios.

De forma bastante clara y didáctica la SCP 0045/2014 (desarrollada en el


Fundamento jurídico III.1), en su ratio decidendi establece los parámetros
dentro de los cuales debe operar la entidad policial, de manera tal que
preponderantemente y antes que la ley especial (Código Nacional de Tránsito y
su Reglamento), la entidad del orden debe necesariamente observar y aplicar
la Norma Suprema, lo que implica defender a la sociedad y a su vez significa la
protección de los derechos, y en el caso de autos, el derecho a la libertad
personal. 

En consecuencia el Tribunal de garantías al conceder la acción tutelar,


interpuesta por la parte demandante, evaluó correctamente los alcances de la
presente acción de libertad.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Segunda; en virtud de la


autoridad que le confieren la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la
Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional; en revisión, resuelve:
CONFIRMAR la Resolución 14/ 2017 de 27 de octubre, cursante de fs. 30 vta.
a 32 vta., pronunciada por el Tribunal de Sentencia Penal Tercero de la Capital
del departamento de La Paz y en consecuencia, CONCEDER la tutela
impetrada, con el mismo alcance dispuesto por el Tribunal de garantías.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional
Plurinacional.

Fdo. MSc. Carlos Alberto Calderón Medrano

MAGISTRADO

Fdo. MSc. Julia Elizabeth Cornejo Gallardo

MAGISTRADA

Sobre la acción de libertad innovativa


SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0810/2021-S1 │ Sucre, 16 de
diciembre de 2021

La acción de libertad en su modalidad innovativa, emergió del razonamiento desplegado


en la SC 0327/2004-R de 10 de marzo, que en la solución sobre un caso del otrora
hábeas corpus, en su labor hermenéutica efectuó una interpretación desde la voluntad
del legislador acudiendo para ello a los archivos de los debates parlamentarios, en la
cual refirió que: “Del análisis de los debates parlamentarios desarrollados en el proceso
de sanción de la ley aludida, se extrae que la ratio legis del precepto aludido está en la
necesidad de que el instituto jurídico en examen brinde protección en aquellos supuestos
en los que ‘…una autoridad legal arbitrariamente detiene a una persona sin que haya
existido causa que lo justifique y tenemos centenares de casos, finalmente la ponen en
libertad se acabó el tema, no hay protección, no hay tutela de los derechos humanos, les
digo verdaderamente, no avanzar en el texto en la forma como está propuesta supone
volver al viejo judicialismo para eso no cambiamos nada […] yo puedo demandar a una
autoridad que me ha detenido ocho días y después me ha puesto en libertad […] ya
estoy en libertad y quiero plantear el recurso de hábeas corpus para que la autoridad que
ha cometido semejante abuso, que me ha privado de derechos de alimentar a mi familia,
de ver a mis hijos, de cumplir con mi trabajo de manera arbitraria, ilegal e
inconstitucional debe ser sancionada y el recurso de hábeas corpus declarado procedente
[…]’” (Cfr. Redactor, Tomo IV, noviembre de 1997, H. Cámara de Diputados).

Seguidamente, la referida jurisprudencia refirió que: “Del contenido de los preceptos


aludidos y los debates parlamentarios glosados, se extrae de manera clara y precisa
que la voluntad del legislador es que las lesiones al derecho a la libertad
encuentren protección dentro del ámbito del hábeas corpus, declarando su
procedencia en los casos en que se constate la existencia de una ilegal privación de
libertad, no obstante haber cesado la detención antes de la interposición del
recurso; en consecuencia, es preciso cambiar el entendimiento jurisprudencial sentado
en la SC 1489/2003-R y confirmado por las SSCC 1589/2003-R, 1728/2003-R,
1757/2003-R y 1928/2003-R” (las negrillas y el subrayado nos pertenecen).

No obstante lo referido por la citada jurisprudencia, como emergencia del carácter


dinámico de la hermenéutica constitucional dicho razonamiento, fue sufriendo
mutaciones hasta consagrarse dentro la doctrina del estándar más alto en vigencia; en
ese sentido, la SCP 0141/2018-S2 de 30 de abril, en una labor sistematizadora describió
el desarrollo jurisprudencial de la acción de libertad innovativa, en los siguientes
términos:

“… la línea jurisprudencial sobre la posibilidad de presentar la acción de libertad, aun


hubiere cesado la restricción del derecho a la libertad física, conocida en la doctrina
como recurso de hábeas corpus innovativo, tiene el siguiente desarrollo
jurisprudencial.
El Tribunal Constitucional, en la SC 92/02-R de 24 de enero de 200218 sostuvo
que era posible el planteamiento del hábeas corpus -ahora acción de libertadcuando el
accionante ya había sido liberado, pues dicha liberación ‘…no desvirtúa la ilegalidad
del acto ni libera de responsabilidad a los recurridos…’, de forma que en tales casos,
se evitaba la reiteración de la conducta; es decir, que el interés en la resolución de la
temática, trascendía del caso particular para convertirse en uno de interés general.
Posteriormente, sin modificarse oficialmente aquella línea, la SC 1489/2003-R de 20 de
octubre19 estableció que promovido el recurso de habeas corpus – ahora acción de
libertad-, no procedía cuando el hecho conculcador ya había cesado, puesto que dicho
acto adquiría características que lo hacían punible en la instancia ordinaria penal; por
lo que, se debería acudir a esa jurisdicción para conseguir la respectiva sanción.
A través de la SC 0327/2004-R de 10 de marzo 20 , se cambió dicho entendimiento
jurisprudencial, sosteniendo que las lesiones del derecho a la libertad, encuentran
protección dentro del ámbito del hábeas corpus, en los casos en los que se constate la
existencia de una ilegal privación de libertad, a pesar de haber cesado la detención
antes de la interposición del recurso; supuesto en el cual, la concesión de la tutela debe
establecer la responsabilidad de los servidores públicos que efectuaron la indebida
privación de libertad; razonamiento que fue adoptado como línea jurisprudencial hasta
la gestión 2010.
Con la SC 0451/2010-R de 28 de junio 21 , se recondujo el entendimiento
jurisprudencial al anterior contenido en la SC 1489/2003-R, estableciendo que cuando
se alega o denuncia una privación de libertad personal ilegal o indebida, debe
interponerse la acción de libertad mientras persista la lesión, no cuando hubiere
cesado; lo cual fue confirmado por el Tribunal Constitucional Plurinacional a través
de la SCP 0201/2012 de 24 de mayo, entre otras. La SC 0895/2010-R de 10 de agosto
22, complementó el entendimiento previamente asumido y señaló que cuando sea
imposible plantear la acción de libertad por situaciones debidamente justificadas
durante la privación de libertad, es posible su interposición inmediatamente después de
haber cesado la misma.
La jurisprudencia glosada fue reconducida a través de la SCP 2491/2012 de 3 de
diciembre; en la que, sobre la base de la SC 0327/2004-R, dispone que procede la
acción de libertad -bajo la modalidad de innovativa-, aun hubiere cesado el acto ilegal
en cualquiera de las modalidades protectivas de la acción de libertad; es decir, la
amenaza al derecho a la vida, la privación de libertad, la persecución indebida, o en su
caso, el indebido procesamiento vinculado con el derecho a la libertad física o
personal.
En efecto, la SCP 2491/2012 consagra la acción de libertad denominada innovativa;
entendimiento que fue seguido de manera uniforme por este Órgano encargado del
control de constitucionalidad, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales 0640/2013 de 28 de mayo y 2075/2013 de 18 de noviembre, entre
otras.
En ese marco, corresponde la aplicación de la SCP 2491/2012, en cuyo Fundamento
Jurídico III.1, establece: “…de acuerdo a la nueva coyuntura constitucional imperante
desde febrero de 2009, nuestro país atraviesa un proceso de constitucionalización en
sus instituciones jurídicas y políticas. No se encuentra al margen la justicia
constitucional, que acoge parámetros  interpretativos y de amparo más garantistas y
favorables a la protección de los derechos y de los derechos humanos.

Sin embargo, a efectos de otorgar mayor claridad al análisis precedente, debemos


remitirnos a la SCP 0243/2019-S3 de 5 de julio que reconduce y reasume el
entendimiento desarrollado en la SCP 2491/2012 de 3 de diciembre, en el sentido que
procederá la acción de libertad aún hayan cesado las causas que originaron la misma,
como establece el art. 46.9 del Código Procesal Constitucional (CPCo) y por ende
supera el precedente desarrollado por la SCP 0744/2015-S3 de 29 de junio en torno a la
sustracción de materia o pérdida del objeto procesal, por no corresponder su aplicación
en la acción de libertad.

Al respecto, es necesario precisar, que el Tribunal Constitucional Plurinacional, a través


de su amplia jurisprudencia, desarrolló por un lado la doctrina de la acción de libertad
innovativa, y por otro la referida a la sustracción de materia o pérdida del objeto
procesal como causal de improcedencia de acciones de defensa; dejando absolutamente
claro que ambos supuestos procesales son contrarios entre sí, y que respecto a la acción
de libertad innovativa, la misma procede así hayan cesado los actos vulneratorios que
dieron origen a su planteamiento (art. 49.6 del CPCo), a diferencia de lo que sucede en
la acción de amparo constitucional que será improcedente cuando hayan cesado los
efectos del acto reclamado, tal cual establece el art. 53.2 del citado Código.

Consecuentemente, el máximo contralor de las garantías constitucionales y celador de la


supremacía constitucional, en su labor hermenéutica respecto del art. 125 de la CPE,
debe versar en un carácter amplio, favorable y garantista orientado a los supuestos en
los cuales se interpone la demanda tutelar aun cuando haya cesado la vulneración a los
derechos protegidos en la acción de libertad, criterio que cobra fuerza con la narrativa
constitucional del art. 256.I de la LeyFundamental que introduce en el ordenamiento
constitucional el principio de favorabilidad en la interpretación bajo los siguientes
términos: “Los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos
que hayan sido firmados, ratificados o a los que se hubiera adherido el Estado, que
declaren derechos más favorables a los contenidos en la Constitución, se aplicaran de
manera preferente sobre ésta”; siguiendo dicha ruta, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) ha acogido el principio pro homine o principio pro persona,
el cual está previsto en el art. 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
(CADH) o “Pacto de San José de Costa Rica” que bajo el epígrafe NORMAS DE
INTERPRETACIÓN dispone:

“Ninguna disposición de la presente convención puede ser interpretada en el sentido


de: a) Permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona, suprimir el goce y
ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención o limitarlos en
mayor medida que la prevista en ella; b) Limitar el goce y ejercicio de cualquier
derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera
de los Estados Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos
Estados; c) Excluir otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano o que
se deriven de la forma democrática representativa de gobierno; y d) Excluir o limitar el
efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre y otros actos internacionales de la misma naturaleza”
Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) en su art. 5
refiere que:

“1. Ninguna disposición del presente Pacto podrá ser interpretada en el sentido de
conceder derecho alguno a un Estado, grupo o individuo para emprender actividades o
realizar actos encaminados a la destrucción de cualquiera de los derechos y libertades
reconocidos en el Pacto o a su limitación en mayor medida que la prevista en él. 2. No
podrá admitirse restricción o menoscabo de ninguno de los derechos humanos
fundamentales reconocidos o vigentes en un Estado parte en virtud de leyes,
convenciones, reglamentos o costumbre, so pretexto de que el presente Pacto no los
reconoce o los reconoce en menor grado”.

Bajo esa tesitura, la interpretación más favorable de los derechos humanos se encuentra
plasmado en nuestro ordenamiento jurídico, conforme lo previsto en el citado art. 256
de la CPE, concordante con los arts. 13.IV y 410.II de la misma Ley Fundamental.

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