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La revolución burguesa española. De la burguesía sin revolución a la rev... https://www.jstor.org/stable/40340439?read-now=1&seq=1#page_scan_...

A LA REVOLUCIÓN SIN BURGUESÍA*

José A. Piqueras Arenas

1. Los TÉRMINOS DE LA CUESTIÓ

" B uRGUESIA sin revolución" y "revolución sin burguesía., resumen dos momentos de las
últimas cuatro décadas de la historiografía espaiiola interesada por la formación de la so-
ciedad contemporánea. Entre uno y otro se inserta el controvertido, fulgurante y equívoco
reconocimiento de Ja revolución burguesa española.
Nos referimos a una problemática propia de aquellos historiadores para quienes la
configuración de la sociedad se entiende como una totalidad de elementos interrelaciona-
dos; quienes se interrogan por el modo en que se ha operado la transición de una sociedad
feudal a una sociedad capitalista, por el papel, características y resultados de la revolución
social y política como instrumento de cambio histórico; quienes señalan Ja existencia de
clases sociales - y su dctcnninación- como aspecto esencial de la estructura de la sociedad,
indagan en el conflicto de clases y en Ja afinidad o antagonismo de intereses como origen
de la transformación., examinan la mayor o menor repercusión de los objetivos de clase en
las actitudes ideológicas y políticas ... Un enfoque totalizador de la sociedad a contraco-
rriente de la historia fragmentaria y vivencial, tan al uso en nuestro final de siglo, e incó-
modo para algunos si obliga a caracterizar una sociedad dada con categorías llenas de sig-
nificado -feudal, capitaJista, burguesa- que como recordara E. P. Thompson remiten al
conflicto o a la tensión en el proceso social.

• La primera versión del presente texto fue presentada en el curso de la UIMP "Historia social biS10ria de
clases, historia de pueblos", celebrado en Valencia en septiembre de 1993. El articulo que ahora se publica

~
forma parte de un análisis més extenso y detallado sobre el tema en vías de elaboración. Deseo agradecer a
Javier Paniagua la lectura crítica del texto, así como sus sugerencias, que en modo alguno le hacen responsable
de las opiniones en él expresadas.

Hisroria Social, n.• 24, 1996, pp. 95- 132. 1

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Delimitado el terreno en el que situamos la cuestión de la "revolución burguesa",


veamos los problemas y las alternativas.
En la primera etapa de la evolución historiográfica, desde 1950 hasta 1970 aproxima-
damente, los estudios concedieron mayor peso a los problemas relacionados con el creci-
miento económico -para ser más exactos, con la ausencia del mismo- sin que se advirtic·
ran cambios sociales profundos en el siglo Xtx. La continuidad predominaba sobre las
transformaciones. La causa habria que buscarla en la presunta debilidad de la burguesía o en
la incapacidad de ésta para impulsar los cambios recabando el respaldo de las clases popula-
res, como supuestamente habla sucedido en Francia. Esa debilidad, o esa incapacidad gene-
rada por el temor al pueblo, habóa llevado a la burguesía a ceder el protagonismo a los gru·
pos procedentes del Antiguo R~en y a adoptar una posición subordinada en el ejercicio
del poder, en el acceso a la fortuna y en la proyección de ideas y valores al conjunto de la so-
ciedad. El rtSUltado seria la prolongación de la España secular. apenas remozada por una
burguesía que se integraba en c:l sistema y se supeditaba a la aristocracia terrateniente. 1
En los últimos años, coincidiendo con las nuevas orientaciones de la disciplina, la
pérdida de influencia polftica e intelectual del marxismo y el auge de las revisiones hisióri-
cas, parece estar bien visto lanzar alguna que ot1ll andanada a la inttrpretación de la revo-
lución burguesa desde bajeles que abandonan sus aguas en buS<:a de mares más acordes al
nuevo establishment y creen ganar credibilidad descargando sus battrias contra una visión
que han dejado de compartir. A ello se une los alardes de francotiradores que hacen su tra-
bajo como el OS<:olar que desea agradar CS<:ogiendo una materia de critica que sabe denos-
tada por su profesor, sin importarle demasiado la originalidad de los argumentos emplea·
dos ni la distorsión de las interpretaciones que pretende rebatir.
Desde la segunda mitad de la década de 1980 la atención de los estudios sobre la re·
volución tiende a desplazarse a la esfera de la política para reducir o negar motivaciones
-o consecuencias- de clase en los procesos de lucha por el poder: a) bien porque se cues·
tiona que las luchas pollticas puedan ser consideradas revoluciones sociales; b) bien por-
que: no se advierte intereses contrapuestos entre nobleza y burguesía; o, e) porque se consi·
dera improcedente hablar de una clase burguesa en la España del siglo xtx. Para unos la
revolución no cabe adjetivarla de burguesa sino sólo de liberal, mientras para otros no re-
sulta admisible atribuir a la burgucsia la dirección o la autoria de la revolución.
A la vez que prosperaban deS<:alificacioncs y revisiones. no han dejado de producirse
nuevas y diversificadas investigaciones sobre la revolución española dentro de la línea
abierta hace cinco lustros, en patente diS<:usión con esa rampante "revolución sin burgue-
sía" de aspiraciones hegemónicas que: con frecuencia opta por ignorar las tendencias que
no comparte -o mitiga las discrepancias que no le interesa destacar- para presentar su
evolución como un nuevo consenso historiográfico, un nuevo "paradigma" -en sentido
kuhneano- siempre artificial en historia. Los balances historiográ.ficos se ofrecen como
terreno propicio para practicar tales ejeR:icias, por lo demás, poeo liberales pese al tema
del que dan cuenta. 2

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"Burguesía sin revolución" y «revolución sin burguesía" vienen a compendiar dos
versiones en la historia social interesada en el proceso de fonnación de la sociedad con-
temporánea en dos extremos temporales. Pero además de informar de la evolución en las
preocupaciones hegemónicas, el binomio que da título al presente texto manifiesta formas
similares de enfrentar el cambio histórico. Ambas presentan una conclusión que en reaH-
dad más parece una premisa, pues comparten la visión de una España en la que habría pre-
dominado la continuidad sobre la ruptura en los procesos sociales de largo alcance. Habría
también una segunda analogía metodológica desde el momento en que una y otra adoptan
una perspectiva evolutiva ~por efecto o por defecto- según la cual los cambios estructura-
les deben entenderse como cambios lentos, graduales y acumulativos -al modo que los en-
tendía Fernand Braudel-, sujetos a una multiplicidad de variables entre las que la acción
revolucionaria, la acción colectiva de las clases o de minorías conscientes, desempeña un
papel limitado a escenificar los desajustes ocasionados en el proceso de crecimiento, a po-
sibilitar la renovación de las élites gobernantes, a acelerar y orientar procesos que vienen
muy de atrás y llegan prácticamente a nuestros días.
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y el moderno. Para el primero la lenta transición evolutiva bajo la hegemonla de Ja "vieja
oligarquía", revitalizada con la aportación burguesa, tenía su origen en la ausend~ d: ~
revolución burguesa triunfante que hubiera transformado de raiz la sociedad tr.adicional,
implantando un capitalismo sin trabas que c.omportara una revolución industriall efectiva.
El cambio terminaria siendo gradual y con grandes insuficiencias porque fracas6 la revo-
lución que hablan conocido otros países europeos. Lo que significa que no dejaba cic con-
cederse trascendencia a la frustr.ada revolución. Por el contrario la revisión actual de la
cuestión adopta un punto de vista muy distinto: el cambio social, indistintamente que un
país experimente una revolución o deje de hacerlo, debe entenderse como un cambio evo-
lutivo del que viene a dar buena cuenta el proceso de "modernización" que caracterizó la
transición del Antiguo Régimen a la nueva sociedad (capitalista, urbana. progresivamente
industria.!, regida por el derecho y la igualdad jurídica, basada en el individuo frente a la
comunidad. etc.). De modo que la revolución fue un fenómeno de significación política
que apenas incidió en las relaciones sociales porque éstas eran ya en buena medida rela-
ciones capitalistas; la revolución sirvió para adecuar Ja superestructura jurídica y el Estado
a las lineas que dominaban la sociedad.
"Burguesia sin revolución" y "revolución sin burguesía" no agotan las alternativas
acerca del tema Frente a estas posiciones hallamos a quienes reclaman la centralidad de
la revolución burguesa en los procesos de cambio que presiden la transición del feudalis-
mo al capitalismo, el fenómeno his1órico que de forma más decisiva contribuyó a destruir
las relaciones feudales de producción y sentó las bases para el libre desarrollo del capita-
lismo. Dicho de otro modo, el proceso que desarticuló los fu.nQamentos jurídicos de la
clase señorial, de su reproducción económica y de sus privilegios sociales, que puso térmi-
no a la dominación feudal en España y abrió las puertas a Ja definitiva conformación de
nuevas clases sociales. Un cambio en las relaciones de poder, en las relaciones de propie-
dad, en la estructura de clases. Esta perspectiva analítica supuso una auténtica ruptura de
Ja interpretación tr.adicional de la historia española en el momento en que irrumpió hacia
1971-1975, de manera destacada con las investigaciones de Enrie Sebastiá 3 y Bartolome

> Enrie SEBASTIÁ DoMINGO, La 1ransición de la cuestión señorial a la cues1i611 wdal en ti País Yalertcia·
no, Tesis doctoral, Uni.,.ers1dad de Valencia. 1971, de la que 6nicameme se publicó un resumen de lcsis docto-
1
ral de 23 pp., lmpr. Bello, Valencia, 1973; y su oontribuc16o al VI Coloquio de Pau en 1975, "Crisis de los fae.
torcs mcdiati:zantc$ del tigimen feudal. Feudalismo y guem campesina en la Valencia de 1835", en J. L
GARciA OELOAOO ( ed.), La cuestión agraria tn la E.spañ.a contemporánea, Edicusa, Madrid, 1976, pp. 395-413. ~

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Clavero,• y de forma más equivoca con los estudios de Josep Fontana. j Durante algo más
de una década, hasta entrados los 80, dicha perspectiva polarizó la atención y los debates
de la historiografia española menos academicista.

2. REVOLUCIÓN BURGUESA Y TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO

La revolución extraviada y su rescate para el debate de la transición

El tema de la "revolución burguesa", en su controvertida interpretación, estuvo pre-


sente en la política radical-<lemócrata y socialista de los años veinte y treinta, y formó
parte de los estudios publicados en el exilio en 1952 y 1953 desde una orientación socia-
lista por Antonio Ramos Oliveira, o abiertamente marxista por F. G. Bruguera. 6 Mientras
el primero venía a ratificar el consenso de una historia fracasada que dejó un país semifeu-
dal y semicapitalista, el segundo inscribia la revolución dentro del juego de contradiccio-
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m;;:i :IU\;lllU;;:s i;:;u l;;l llllljJllU jJCllUUU l{UI;; UlllL:n.;wri;:; CIJU.I;; lOUO y 10 '"'· L.Cl;> UUUl:I 1,1¡; "-AlllU:I

Olíveira y de Bruguera - nunca publicadas en España- eran síntesis interpretativas sin


aportación empírica original pero ofreclan una visión de conjunto integrada, sugeridc~ de
futuros argumentos e hipótesis.
Mención aparte merece la obra del profesor Miguel Artola, quien desde postulados
funcional-webcrianos babia publicado en 1959 Los orígenes de la España contemporánea,
libro insólito en su tiempo que sin embargo no llegaría a ejercer influencia apreciable en ics
historiografia sobre la revolución hasta mucho tiempo después de ser editada; y ello pese a
la época que estudiaba, su perspectiva sociológica y los estimables análisis políticos que
aportaba. Artola concebía la revolución como " un fenómeno politico que encubre una ra-
dical reorganjzación de la sociedad partiendo de bases y concepciones totalmente distintas
de las hasta entonces existentes... 7 Ahora bien, la caracterización de las bases sometidas a
reorganización le alejaba radicalmente de la problemática de la transición, ya que en nin-
gún caso identificaba Antiguo Rég1men con feudalismo y reducía la "revolución libcral-
burguesa" al paso de una sociedad estamental a una sociedad clasista, tránsito originado
por la pérdida de funciones de la nobleza como consecuencia de la expansión del Estado
Moderno.
La historia del oscurecimiento de la cuestión de la "'revolución burguesa" y de los ini·
cios de un replanteamiento científico nos resulta conocida mediante un esclarecedor ar-
tículo publicado en 1980 por Juan Sisinio Pérez Garzón. 8 Después de ilustrar la conciencia

• Battolomé CLAVERO, Moyorazgo. Propitdadf~dlll e-n Costllla.. (1639-1836) , Siglo XXI, Madrid, 1974.
5 Joocp FONTANA, La quiebra de la monarquía absoluta, JBU-1820, Aricl, Barcelona, 1971; Hacienda y

EslfJJÍo en la crisis final del Antiguo Régimen español, 1813-1833, Instituto de Estudios Fiscalei>, Madrid, 1973.
En ellas el autor mantiene imporu.ntes reservas sobre el feD6mcno. su carácter y desenlace. La segunda edición,
en 1974, de La quiebra de la monarquía absoluta, inrroduci.a. algunos cambios concepruales que permitían
orient.ar el objetivo de la rcvoluci6n frente a la realidad feudal española.
' Antonio RAMos, HisU>ria ck España, Compañla Gama! de Ediciones, México, 1952; F. G. BRUCUERA.
Hiswire Ccntemporaillc d'Espagne (1789-1950), Ophris, Paris, 1953.
1 Miguel AATOLA, lAs origen.e-s de la España ccmtemporCÍllea, Instituto de Estudios Pollticos, Madrid,

1959, p. 9. El cambio estructural sin implicar un cambio en las relaciones de clase, aunque se modifique la
forma en que los grupos sociales se inserta.o en la sociedad (la clase por el estamento), asi como las causas del
cambio social desde UJ1a perspectiva funcionalisu., en Taloon PARSONS.. La sociedad. Perspect111a1 e110luriwis y
comparutillQS, Trillas, México, 1974. Véase una síntesis de estas cuestiones en A. S. CoHAN, lntroducdón a laJ
teorias tk la remlución, Espasa-Oilpe, Madrid, 1977, pp. 167 y ss.
• Juan Sisinio ~REZ GARZóN, "La revolución burguesa Cl1 España: los i.nicios de un debate cienúfico,
1966-1979", en M. T~ 06 LARA et al., Hi.sU>riografta t'spaíiola contemporánea. X Coloquio del Centro de In-
vestigaciones HispániJJos de la Universidad de P'1ll. Balance y re.tumen, Siglo XXI, Madrid, 1980, pp. 91-138.

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de los contemporáneos de haber experimentado una revolución similar a la que se había
producido en Francia y el resto de Europa, el tema se habla enmarañado a partir de dos
tipos de causas, historiográficas unas, históricas Las otras. De las primeras destacaba la ne-
gación de la existencia del feudalismo y la influencia del modelo de explicación de la re-
volución francesa, donde presuntamente habían convergido una revolución burguesa y una
-inexistente en España- revolución campesina. Las causas históricas habría que buscarlas
en la politica de reforma agraria sostenida en los años treinta, que al cuestionar los latifun-
dios heredados del Antiguo Régimen ponla en duda cualquier ruptura. y en la frustración
de las dos repúblicas españolas, de lo que se habla deducido el fracaso de La burguesia en
el intento de establecer su dominación de clase, previa identificación entre revolución bur-
guesa y democracia.
Pércz Garzón mostraba la transferencia de planteamientos entre política e historiogra-
fla en el seno de la izquierda española y su traducción en la estrategia antifranquista del
Partido Comunista. En Ja coyuntura intelecrual de 1968 el consenso del fracaso sería que-
brado por diferentes interpretaciones, unas de tipo ensayista ~ y otras debidas a investiga-
-·- - - - L ! _ l . _ '! _ _ _ ---- - 1-- ..J _ l°'-L- -......:.1.. r. __ .. _ __ -· ~· - ·-- A ...__ _ _.. _..¡ .,.. l .... .. d~ ... .... .. .... .:-.- - .... - - -

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c1ones ms10ncas. como 1as oc .::>eoast1a, romana y \...tavero. l\. ieaor uc ti:I:> wsi;us1011cs pru-
ducidas en otros países, hoy sería oportuno situar el análisis emprendido por Pérez Garzón
en una dimensión internacional, ya que el mi mo fenómeno del éxito o fracaso de la revo-
lución burguesa ha sido debatido -y cue tionado- por razones distintas a las aquí apunta-
das en Italia, Alemania, Inglaterra, Holanda o, en los últimos tiempos, en la misma Fran-
cia. con argumentos generales no demasiado alejados a los empleados en España; aquí el
peso de los condicionamientos pudiera haber sido mayor y más persistente.
En consonancia con la tendencias internacionales, en la segunda mitad de lo años
sesenta la problemática de la revolución pasó a inscribirse en la controversia sobre la tran-
sición del feudalismo al capitalismo que, refonnulada por Maurice Dobb, estaba dando
lugar desde 1950 al debate historiográfico quizá más relevante de la segunda mitad del
siglo xx. 'º A partir de 1967 comenzó a difundirse en español el debate Dobb-Swcczy y
pronto pudo percibirse su influencia en autores que desde tiempo atrás venlan estudiando
la formación de la sociedad contemporánea.
Desde ese momento el tr.ttamicnto de la cuestión se realizó en España desde perspec-
tivas coincidentes con las que dominaban el panorama intelectual internacional, dentro de
las variantes del marxismo que hacían del tema objeto preferente de la discusión teórica: el
marxismo de Marx repensado qui:cá como ninguno por Maurice Dobb, la respuesta circu-
lacionista argumentada por Paul Sweezy, la tradición histórica del socialismo francés re-
presentada por Albert Soboul, la recuperación del pensamiento gramsciano y también la
persistencia del marxismo más dogmático. Coincidió la ampliación del debate y su intro-
ducción en España con la difusión desde 1966 de una corriente que e presentaba como re-
novadorcl del macerialismo histórico, el estructuralísmo a/thusseriano.
El clima de creciente concordia de un ector de la historiografía española con las ten-
dencias generales pudo evidenciarse con motivo del XIlI Congreso Internacional de Cien-
cias Históricas, que tuvo lugar en Moscú en 1970. Dedicado a Enquére sur les mouvements

• Ignacio FEllNANuu. ot: CASTRO, en De las Corte_~ de Cádiz al Plan de Desarrollo. 1808-1966. Ensayo de
interpretación poHtica de la España contemporánea, Ruedo Ibérico, París. 1968, no tenia inconveniente en in·
corporar a su visión del siglo XIX el hecho revolucionario verificado entre 1808 y 1874. José Manuel Narcdo, en
una di$COlida obra sobre la agricultura en España, Lo evolución de la agricultura en &poña (Desarrollo copita·

L
lista y crisis de las formas de producción tradicionales), Estclla, Barcelona, 1971, iruaba la revolución en
1833-1876, aunque m3J11enla una opinión pcsimisla sobre sus resultados.
" Mawioe Doee, Estudios sobre el <ksarrollo del cap1talismo, Siglo XXL Madrid, 1976 (edición inglesa.,
1946; primera edición en cspai'iol, Duenos Aitt.s. 1971). Maurice Doae, Paul Swuzv et al., Lo tra11Sicf6n del
feudalismo al capitalismo, Ciencia 'ueva., Madrid, 1967 (edición inglesa, 1954).

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paysans dans le monde conremporain, una sección sobre movimientos antifeudales en los
siglos xvm y x1x estuvo presidida por Albert Soboul. El rapport español fue coordinado
por el entonces profesor de Historia Contemporánea de Ja Universidad de Valencia, Emili
Giralt. Al congreso se presentaron contribuciones de Gonzalo Anes, Antonio Miguel Ber-
na!, Manuel Ardit, Josep Fontana, Enrie Sebastiá, Josep Termes y Jaume Torras. 11 Junto aJ
profesor Anes, autor ese año de las crisis agrarias en la España moderna, 11 de resonan-
cias labroussianas, están algunos de los principales autores que muy pronto darán prueba
de su interés por Jos procesos de transformación social verificados en el siglo XIX y se
ocuparán también de sus consecuencias.
Las nuevas investigaciones históricas realizadas desde planteamientos marxistas ten-
dieron a insertar el proceso de cambio del Antiguo Régimen a la sociedad burguesa en la
problemática de la transición del feudalismo aJ capitalismo. Sin embargo iban a diferir en
la perspectiva adoptada, en el uso de categorias analíticas y esencialmente en las conclu-
siones alcanzadas, lo que ha dado lugar a diversas lineas interpretativas. Las diferencias de
enfoque, expresión en gran medida de la pluralidad del marxismo español frente a esta

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de relieve, han quedado englobadas por lo que de común tenían en su visión del pasado,
esto es, la identificación del hecho revoJucíonario frente a la historiograña que lo ~~ebe e
discutía. &a ausencia de delimitación de las tesis presentes en el panorama hiHtórico ha
dado lugar a una burda e inconsistente generaliz.ación. especialmente difundida por quie-
nes más tarde han emprendido la tarea de deconstruir la explicación de la revolu<:ión y por
quienes, fruto de su evolución o incómodos ante el cambio de orientación de la riiscipiina,
han decidido distanciarse de lo que para ellos fue una "adhesión" circunstancial a una ex-
plicación poco o maJ comprendida en su momento.
Un balance sobre el tema debe comenzar por situac los términos del problema según
los han considerado los autores más representativos, objeto de posible revisión. En las pre-
sentes páginas nos limitaremos a ofrecer una síntesis de sus planteamientos, situándolos en
una secuencia que procure dar cuenta de cierta reconstrucción historiográfica, antes de
pasar a la última tendencia. en la medida en que ésta no deja de ser una evolución o una
contestación a explicaciones anteriores.

La destrucción del Antiguo Régimen

Nos emplazamos ante una coyuntura especialmente brillante para la historiografía es-
pañola: 1971-1975.
En 1973 Artola publicaba La burguesía revolucionaria, un estudio de España entre
l808 y 1874 con características de síntesis universitaria. cuyo título replicaba la idea más
convencional extendida sobre la historia del siglo x1x: la existencia en España de una bur-

11 Xllle Congres lntcmational des Scicnccs Historiqucs, Enq11ite sur les mou~-ements paysans dan.r le

monde contemporain (de la fin du XVII/e siecle a11w jours). Rappon general. Naouka, Moscú, 1970.
1: Gonzalo ANES, l..m crisis agrarios en la fapaña moduna, Taurus, Madrid, 1970. Si bien en "La agri·
cultura española desde comienzos del siglo XJX hasta 1868: algunos problemas" en Ensayos sobre la economfa
espanola a mediados del siglo XIX, Banco de fapaña, Madrid, 1970, p. 238, anotaba que junto a la lucha por la
independencia desde 1808 se esiaba produciendo una revolución social, el profesor Anes adoptarla en sus traba·
jo~ una orientación di>tinta a la que oomemamos., aunque relacionada con éSUI no pueden dejar de citarse obras
en las que ruvo un desiacado papel como impulsor y recopilador: G. ANES et al.. La econnm(a agraria en la
Historia de España. Propiedad. explotación. comercialización. ~'l?llla.s, fundación J. March y Alfaguara, Ma-
drid, 1978; y G. ANE.S (dir.), La economía española al final del Antiguo Régimen. l. La agricultura, Alian7.3·
Banco de EspaJ\a, Madrid, 1982.

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guesía lo bastante ó lida como para protagonizar una transformación revolucionaria en el


Ochociento , capaz de modificar la sociedad. Artola reiteraba, como hiciera en l os oríge-
nes de la España co11temporánea. que Ja transformación operaba sobre el conjunto de la
estructura social; sin embargo optaba por si tuar la acción revolucionaria en la esfera de los
cambios políticos: entre 1808 y 1840 la historia española estuvo presidida por la lucha por
el poder entre absolutistas y liberales. quienes desde posiciones mutuamente excluyentes
sosten ían tipo distintos de sociedad. 11 Ahsolwistas y liberales son términos políticos que
para el autor resultaban representativos de proyectos de organización socio-políticos. La
mayor ambigüedad de su explicación residía en la escisión practicada entre esas categorías
políticas y la categorías sociale que en su propio modelo- supuestamente protagoniza-
ban los avances y las resistenc ias al cambio.
Joscp Fontana había abordado en dos libros las relaciones entre 1lacienda y Estado en
el marco de la transición. para establecer las condiciones que llevaron al colapso del Anti·

" Miguel ARTfll A. ú1 h11rgm•(i1J ren1l11cionarw 1IXO, . fX74J. Ahan7a. Madnd. t973. F.n la nueva ed1c1ón
de esta obra (1990). p. 75. añade dc1em11nac1ón en su concepción de la rc,olueión libcnal· burguesa como rcvo-
lución polil ica inseparable de cambios .octales: .. La conqu1s1a del poder es cond1c1ón necesaria para hacer la re·
1
volución y el poder sólo puede >er con;.idcrndo como re' olucionano cuando >é emplea para constnur una nueva
rcahd:id S()Cial. A la vez el cambio ~oci~I odquierc c;ir.ícter revoluc ionario cuando ~e ~u ~ti tuycn los principios
que organinn la i.oc1cdad... 101

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guo Régimen y a las transfonnaciones políticas e institucionales, esto es, a la imposibili-
dad de que las cosas siguieran como hasta entonces y al fracaso de las reformas con las
que se trató de impedir la quiebra del sistema representado en el Estado absoluto, aspectos
en los que sus aportaciones resultaron más sólidas. En una tercera obra se babia interesado
por las repercusiones de la desintegración del régimen señorial en el desarrollo de la agri-
cultura. 14
No obstante el transfondo fiscal señalado, el eje conductor de La quiebra de la mo-
narquía absoluta era el crecimiento económico y las dificultades del desarrollo capitalista
dentro de una sociedad feudal. Dos países habrían resucito el problema cuando en España
comienza a intentarse, y habrían definido dos modelos históricos: ''una via de transfonna-
ción evolutiva (modelo británico) y otra de transformación revolucionaria (el modelo fran-
cés)". Fontana seguía de cerca los planteamientos de Albert Soboul, precisamente a través
del texto presentado por éste en Moscú en 1970, y reservaba la consideración de "verdade-
ra revolución'' a aquella que, impulsada "desde abajo", comprendiera beneficios para los
explotados del régimen feudal en la nueva estructura de la propiedad de la tierra mediante
t . t• --º f - .J • • - - _ __ .._ f _ .. ~- - t C- - i'"- - - - - -----·.!-tt I< T - ..J ______ _....: ___ ! ! - L -L-'- _:..J_ ----

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1a reanzac1on ae una autenaca --rc1orma agraria . · ~ La aesamomzac1on naona s1ao una
desafortunada reforma agraria que no cumplió la función redistributiva del suelo que
podía esperarse de aquélla. "Esto es la Revolución francesa hecha al revés". Cvüdüyc.
"Aquí quienes han abolido el régimen señorial y han implantado el capitalismo en el
campo son los propios señores. Aunque, como es natural, en su provecho."
El derrumbe del Antiguo Régimen venia a producirse menos por la acción de la bur-
guesía, temerosa del campesinado y dispuesta a transacciones con la clase feudai, que por
el colapso fiscal del Estado absoluto y la incapacidad del sistema señorial de responder al
crecimiento económico. La pérdida del comercio colonial provocó la deserción de la bur-
guesía del Antiguo Régimen y le hizo tomar conciencia de la necesidad de un mercado na-
cional. Adviértase que en el análisis del autor la burguesía, avant la lettre, en modo alguno
es una relación histórica, sino una clase ya fonnada en el Setecientos, de rasgos definidos
y estables, asimilada al capital comercial y manufacturero que toma conciencia de sus
nuevos intereses cuando se produce una modificación externa de las condiciones que le
habían resultado favorables.
Mientras esta burguesía se mostró impotente contra el Antiguo Régimen e incompe-
tente en el impulso de la revolución, al retomar en 1823 los hombres de 1814 "entendieron
por fin que la única alternativa posible a una revolución social era un amplio programa de
reformas. Así comenzó a fraguarse la liquidación final del Antiguo Régimen y se inició
una cauta transición, una revolución burguesa que apenas fue revolución y cambió muy
pocas cosas: que pennitió salir del paso, pero no bastó para evitar un futuro de subdesarro-
llo económico y conflicto social". 16 De modo que si entre 1814 y 1820 se agota el Antiguo
Régimen, sería a partir de 1823 cuando el sistema emprendió su propia transformación.

1
I• Joscp f01'll'ANA, !,a quiebra dt la monarqufa absofura. 1814-1810, 1971 (1974, 2. cd. revisada); Ha-
cienda y Estado en fa crisis fina{ del Antiguo Régimen español, 1813-1833, 1973; Cambio económico y actitu-
des políticas en la España del :rigfo XIX, Ariel, Barcelona, l 97S (2.ª cd. revisada; l .ª edición en 1973).
1 ~ Para SOBOUL, la insurrecc:i6o "desde abajo" que acaba con el Antiguo Régimen y la revolución campesi-

na que converge con la acción de la burguesía pc:nnitían definir la "verdadera revolución", frente a las transfor-
maciones "desde arriba" fomc::ntadas por aristocracia y burguesía ante el empuje campesino, que darlao IUMar a
una vla refonnista. Cfr. Alben SoeouL, "Mouvemeni:s paysans contre la fcudahté (fin XVlllc·debut XIXc sic·
ele)", en Enquete .rur les mouvemencs paysans da11s le monde conremporain (de la fin du XVII/e slecle d nos
jours). pp. 4-22 (existe versión abrcviadu en español: A. SooouL, Problemas campesillOS de Ja revolución,
1789-1848, Siglo X.Xl , Madrid, 1980, pp. 19S-203]. La cita de Fontana, en l.a q11iebra de Ja monorqu.la abso/11-
ta, p. 23.
" Los textos citados, en J. FONTANA, Cambio económico y actitudes politicas, pp. 165-166, y la quiebra
de la nwnarqu(o absoluta, p. 387.

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A tenor de estas conclusiones, las obras de Fontana aparecidas hasta 1977 no resol-
vían el problema de la revolución burguesa, que una vez más se entendía frustrada por las
fuerzas que la impulsaban y por sus resultados. Ahora bien, para este autor el fracaso de la
revolución no impediría que el crecimiento capitalista Ucgara a producirse mediante una
transición liberal-reformista conforme a una de las opciones contenidas en el esquema te~
rico que babia hecho suyo, quizás demasiado literalmente, sin percibir que el propio So-
boul habla modificado en el curso de esos mismos años su rigidez inicial. 17 Las observa-
ciones críticas a estas primeras obras, a sus análisis y conclusiones, no deben ensombrecer
el aporte realizado al conocimiento del régimen de Fernando VII y el esfuerzo por pensar
los problemas históricos espaiioles desde ténninos teóricos. En suma, desde 1971 y con
más claridad en 1974-1975, Fontana venía planteando una interpretación de la desintegra-
ción del Antiguo Régimen que pugnaba por distanciarse de la tradicional explicación polí-
tica y trasladaba el énfasis a la modificación de las relaciones de producción. Sin embar-
go, estas relaciones sociales, lejos de ser investigadas, se convertían en una referencia ex-
terior para adoptarse La óptica de los cambios en el Estado y en las políticas económicas.
i:'n '""""' m;c:m"c: f,.,_..,,.., ,.1 nrnrl'<:n ,t,. tfl'<:intP.onariñn rt.. J,. c:nr.i..A,.,t ~P.ñnn,.I r.nm,..n7,..

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.L.d--6 "';;>U.;;> U..&--6f;>Ll_._u.;J &W'°'.IAM>O ""'-' J-'ª~"' .;iJ V ~ ..,...,.., ••• ._VtJ•-..,•-•• - - • ·- _ . _ . _ _ ..,_ • ..,...,.., • .- .• .., .............,. _ _

ba a ser estudiado en diferentes territorios peninsulares. Emiliano Femández de Pincdo


presentaba un análisis global sobre el País Vasco, mientras Pablo Femández Albadalejo
circunscribía su estudio de Guipúzcoa a la etapa f mal del Antiguo Régimen; 11 una y otra
incidían sobre una realidad vasca inseparable de la revuelta carlista. Antonio Miguel Ber-
na! ofreció una amplia visión de la propiedad de la tierra en Andalucía como so1>4>rte al es-
tudio de los conflictos sociales, lo que le aproximaba al debate de la revolució1~. Be!'!'J!!,
además, fue de los primeros autores españoles que sostuvo el carácter burgués de los pro-
pietarios agrarios del XlX, en una obra cuya versión definitiva fue algo más tardía. 19
En 1974 Bartolomé Clavero establecia en una sólida monografla el carácter feudal de
la sociedad castellana a partir del reconocimiento del mayorazgo como su manifestación
más significativa. La revolución aparecla como colofón de la historia de la institución jurí-
dica "que realizaba la propiedad territorial feudal", abolida por la desvinculación: ''la des-
vinculación significará el cumplimiento de la revolución burguesa en el ámbito del dere-
cho de propiedad. La vinculación de la propiedad había realizado... la reproducción de la
renta feudal". La revolución no era el objeto específico de la obra sino su conclusión lógi-
ca. La revolución queda circunscrita a la desarticulación del procedimiento jurfdico que
posibilitaba la detracción señorial en la medida en que otorgaba privilegios exclusivos y
decisivos a la clase feudal, y aseguraba la reproducción de este estamento social. "Tras el
doble ensayo de 1808 a 1814 y la realización abortada de 1820 a 1823, la abolición de las
relaciones económicas feudales - la revolución burguesa- va a consolidarse en España
desde 1834 a 1843 en un proceso asocndente que se desarrolla durante estos años", con-
cluía el autor. 20
El libro de Clavero mereció una cálida acogida entre los escasos medievalistas que se
hablan distanciado de la versión institucionista del feudalismo castellano y encontraban en
esta historia jurídica una sugestiva clarificación y un aparato conceptual marxista aplicado

11 Albert SOOOUL, "Sur le mouvement paysan dans la Révolution ~se", La Pe1Utt, 168 (abril 1973),
pp. 97-1 IS; también más wde en la introducción a Probfeme.f JXl>>sans de fiJ rivofutiDfl. 1789-1848, Librairie
Fran~is Maspero, Paris, 1976. Josep FONT/\NA incorpora este nuevo punto de vista en 1977 en La Revolución
liberal, pp. 260-261, y en La crisis de f A11tiguo rigime11, /808-18JJ, Critica, Barcelona, 1979, p. 9.
11 Emiliano fE.JtNÁNDEZ DE PINEOO, Crecimiento económico y transformaciones soc.lales del País Vasco,

I 100-1850, Siglo XXI, Madrid, 1974. Pablo FERNÁNDEZ ALBADALEIO, La criJis del Antiguo Rtgime11 e11 Gul-
púzcoa. I 76~1833. Cambio económico e historia, Alcal, Madrid, 1975.
1• Antonio Miguel BERNAL, La propiedad tk la tierra y las luchas agrarias arulaluzas, Ariel, Barcdona,
1974; La lucha por la defTa en la crlsls del Antiguo Régime.n, Tautll$. Madrid, 1979.
M Ba.rtolomé CLAVEltO, Mayoraz.go. Propled4dfeudal en CastilliJ. pp. 412 y 378, respectivamente.

_J

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al examen de las formas sociales. Del mismo modo llamó la atención de los contempora-
ncfstas interesados en la transición, Tampoco pasaron desapercibidas las páginas finales
dedicadas a la revolución. El profesor Tuñón de Lara dedicó un artículo a discutir la tesis
de la revolución burguesa en respuesta a la obra de Clavero; 21 lo biz.o precisamente cuando
el tema iba a presentársele de forma inesperada en el VI Coloquio de Historia Contempo-
fánea, organizado por él oomo en años anteriores en Pau, lugar de reunión de la más in-
quieta representación de la historia peninsular y del hispanismo francés.

La revolución burguesa antifeudal

El VI Coloquio de Pau, celebrado en marzo de 1975, señala un punto de inflexión en


los estudios sobre la revolución española. Dedicado a la sociedad rural desde la crisis del
Antiguo Régimen, varias ponencias trasladaron el interés al proceso de transformación
social que se compendia en la revolución burguesa, en el que la cuestión agraria debía
integrarse como expresión del proceso de modificación de las relaciones de propiedad y

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de producción. La contribución más directamente conectada con esta preocupación fue la
presentada por Enrie Sebastiá, "Crisis de Jos factores mediatízantes del régimen feudal.
Feudalismo y guerra campesina en la Valencia de 1835".
Básicamente Sebastiá desarrollaba un capítuJo de su tesis doctoral leída en la Univer-
sidad de Valencia en 1971, La transición de Ja cuestión señorial a Ja cuestión social en eJ
País Valenciano, de la que habia publicado un breve resumen en 1973. La ponenc1a supuso
un revulsivo radical tanto en el Coloquio como más tarde cuando se publicó. En su texto
establecia las siguientes consideraciones históricas:
1. Partiendo de la conceptualización del feudalismo realizada por Maurice Dobb y
H. T. Takahashi en el deba1e sobre La transición, destacaba La coerción exiraeconómica
como el factor determinante mediante el cual los señores, propietarios feudales, se apro-
piaban del plusproducto del campesi.no en forma de renta; la coerción podía revestir for-
mas diversas (la fuerza militar, la del derecho o las costumbres respaldadas por un prooe-
dimiento jurídico) pero la fundamental pasaba por la .. forma jurídica feudal de los dere-
chosjurisdiccíonal<!S', esto es, el conjunto de prerrogativas inherentes al dominio señorial.
El feudalismo habla estado tan presente en España como en cualquier otro pais europeo.
De modo que "la transformación del feudalismo en capitalismo -o revolución bwguesa-
estaba condfoionada a la previa transformación del ' rasgo más característico del feudalis-
mo', la jurisdicción". u
2. La desarticulación de las relaciones feudales dominantes pasaba por la disolución
de Jos señoríos, pero al decretarla en 1811 las Cortes de Cádiz procedieron a mixtificar el
problema cuando subrogaron los derechos jurisdiccionales en unos pretendidos "señoríos
jurisdiccionales" que no hacía sino ignorar conscientemente el carácter jurisdiccional de
todos los señoríos, pues sin derechos jurisdiccionales no había coacción ni reproducción
feudal; la distinción entre señoríos territoriales y jurisdiccionales creada por los diputados
no obedecía a la realidad social e histórica y pretendía convertir en propiedad privada
part.e de la antigua propiedad feudal. Desde entonces se habría generado un error en cade-
na, clarificado en 1932 por Rafael García Ormaechea al revisar los antecedentes del régi-
men d.e propiedad que la República se aprestaba a refonnar. 23

" Manuel T~ON DE LARA, "¿Qué historia? Algunas cuestiones de historiologla", Sistema, 9 (abril 1975),
pp. S-26.
22
Enrie S.EBASTIÁ, "Crisis de los factores mediatizantes del régimen feudal", p. 402.
u Por el contrario, Salvador de MoxO, en Lo disolución del régimen señorifll en E.fpaifa, CSIC, Madrid,
1965, elevaba la mixtificación a categorfa de pretensiones científicas, después de suscribir cada uno de los argu-
mcnt05 elaborados o difundidos por los moderados en la primera mitad del siglo xcx.

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3. El principal "factor mediatizante" del régimen feudal, la coerción implícita a la ju-
risdicción señorial, se convirtió, por lo tanto, en objetivo esencial de la revolución. Y fue
alcanzado "al quebrarse el sistema coercitivo durante una larga crisis, manifestada durante
el bienio 1834-35 y velozmente acelerada durante los primeros ocho meses de 1836". Para
el autor era la tercera y definitiva fase del proceso revolucionario bwgués, " la revolución
juridica, aspecto capital de Ja revolución burguesa".

Y ta revolución jurídica al transformar Ja relación consuetudinaria predominante en la relación con-


tractual ha disuelto además el aspecto socioeconómico, inherente al coercitivo, característico del
feudalismo: la vinculación del trabajador directo a la tierra que cultiva. Este trabajador adquiere la
Libenad, manifestada, a su vez, en dos aspectos: la libertad sobreestructural de las relaciones feuda-
les y la liberación de su vlnculo directo con Jos medios de producción. Esta liberación se manifiesta
como sinónimo del más agresivo ténnino expropiación. 24

De ahí que la revolución convierta en dominantes relaciones de producción propias del ca-
oitalisrno v oosibilite la formación de nuevas clases sociales. Con la seoaración de los me-

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r - -- - " •

dios de producción de los productores directos -proletarización- se inicia en España el de-


sarroUo del capitalismo en la agriculrura a través de Ja "vía prusiana", que para Sebastiá,
como antes para Lcnin, no es un modelo de revolución sino de crecimiento capi1:alista ba-
sado en la expropiación de los campesinos y en la ausencia de revolución democrático-
burguesa.
4. La revolución es el resultado de un movimiento recíproco, representadc ye:- "be
embates de la 'jacqucric' carlista y por los motines antifeudales de 1835-36". Porque para
Sebastiá el carlismo debe entenderse como una jacquerie, o guerra campesina, por las
fuerzas populares que lo nutren, no por sus dirigentes ni los fines politicos que le movili-
zan. El carlismo estaría formado por desamortizados o "desamortizables" que se resisten a
ser proletarizados. Su acción contribuyó a debj)jtar la capacidad del Estado y radicalizó la
respuesta revolucionaria en agosto de 1835.
5. La sublevación de la milicia nacional en diversas ciudades (Valencia, Zaragoza,
Barcelona) reclamando medidas contra los carlistas y sus simpatizantes, entre los que se
contaba el clero, conduce a la burguesla a apoderarse del poder político local y convertirlo
en Junta de Gobierno de los Reinos de Valencia y Murcia -en el caso que es objeto especí-
fico de su csrudio-, desde el que decreta la abolición de todas las prestaciones señoriales.
Es la revolución, concluye el autor.
En lugar de una concepción pendular de la historia española del siglo XIX, de una vi-
sión mecanicista de la revolución o de la traducción de modelos revolucionarios, Sebastiá
proponía una interpretación dialéctica de los cambios sociales que insertara los hechos en
un proceso más amplio de modificación de un modo de producción y permitiera explicar
la transición al capitali mo. Para empezar, la bu.rguesia que hace la revolución se entiende
como una burguesía que se hace con la revolución: "de la alteración cualitativa del régi-
men social salía beneficiada una capa sociaJ que se transformaba en clase social burguesa
y, por consiguiente, al proletarizar a importantes contingentes de campesinos elevaba asi a
otra clase social, antagónica, la de los campesinos desposeídos o en trance de desposcsión,
el incipiente proletariado...
Desde esta concepción de los cambios y los conflictos, su interpretación de 1837 se
aleja de la teoría del pacto cnttc clases. El sector progresista de la burguesía precisó para
consolidar la revolución atraerse a la Regente y neutralizar a la nobleza dividiéndola y des-
viándola de sus complicidades con los generales carlistas. Las disposiciones de 1837

1• E. SEllASllÁ, "Crisis de los factores mediatizantcS del tt¡imen íeudal", p. 403.

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(constitución y ley de señoríos) no deben entenderse como resultado de un acuerdo sino
como instrumentos de la revolución en favor de la burguesía pero también "indirectamente
de quienes trataron de frenarla". Los progresistas eligieron la via más segura para restar
adversarios y atraerlos en la medida que reforzaban la clase de propietarios, burguesa, in-
distintamente de su procedencia nobiliaria. La clase señorial nada tenía que acordar. Acep-
taba y salvaba la propiedad o se mantenía a la expectativa del desenlace de la guerra car-
lista, y en ese caso no podría evitar que los progresistas buscaran el apoyo de sectores po-
pulares para contener a los facciosos, aun a riesgo de aceptar sus demandas democráticas e
incluso que éstas les desbordaran. Ambos riesgos quedaban conjurados sirviéndose de los
resortes autocráticos que el Estado puso a su disposición con la constitución de 1837. 25
Ciertamente Sebastiá se refiere también a un "pacto": .. La burguesía devino moderada en
1843. Y pactó con la aristocracia'', afinna en su tesis; "el pacto con la nueva e/ase.funda-
mental -<:ondición que ha perdido para siempre- indefectiblemente consistirá tanto en la
empecinada transacción que le permita eludir la presentación de sus títulos de propiedad,
como el incremento de sus propiedades pero no ya como ' amortización' sino como acu-
mulación orimitiva de caoital". 26 Pero entiéndase. el oresunto oacto sería oara Sebastiá un

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consenso i>osrcvolucionario que tendría lugar un~ ve~ destruida Ja propiedad feudal y de-
rrotada la clase señorial. Las concesiones contribuyeron en 1843 a consolidar la transfor-
mación que se había realizado con la incorporación a la clase dominante de la aristocracia
aburguesada, no en tanto aristocracia sino precisamente en cuanto burguesía.
El interés suscitado por estas cuestiones, el innovador enfoque de Sebastii~ las res-
puestas de Tuñón y las nuevas obras aparecidas en España -<:orno la de Clavero o el
mismo Artola- llevó a convocar el VI1 Coloquio un año más tarde con el tema "El paso de
la sociedad señorial a la sociedad capitalista", que según una crónica del encuentro "se
anticipaba explosivo". n A él Sebastiá presentó otro trabajo, esta vez más general: "La re-
volución burguesa antifeudal española", mientras algunos de sus discipulos y otros investi-
gadores abordaban aspectos del fenómeno revolucionario, como la crisis de las relaciones
señoriales en tomo a los motines de 1766, la conflictiva abolición de los señoríos en el
Trienio Liberal, el sentido de la desamortización de Mendizábal o las conexiones entre
transformaciones educativas y revolución. 21 Entre otros participantes, Alberto Gil Novales
ahondaba en el ciclo revolucionario español comparándolo con el italiano y difundia las
tesis de la Escuela de leipzig, en particular los trabajos de Manfred Kossok. Coincidiendo
con las sesiones del coloquio se publicaba en la revista Sistema una severa crítica de Bar-
tolomé Clavero hacia el profesor Tuñón, en respuesta al artículo del año anterior. 29
En abril de 1976 Pau se llenó de argumentos en favor de una explicación de Ja transi-
ción española desde el feudalismo al cap italismo. En la ponencia del profesor Sebastiá se
intentaba una interpretación del proceso de cambio social del Ochocientos. Proponia inte-
grar en una relación recíproca la revolución anti feudal, las restauraciones absolutistas y las

2' E. SF.8..,STIA, La tr<Jnsición de /<J cuestión señori<JI a la cuestión :social en el P<Jís Valenciano, 1973,

pp. 18·-19. El tex.to sobre la formación de la burguesla en la revolución, en La p. 12.


zo E. SEBASTIÁ, la transición de la cuestión senorlal a la cuestión social en el País Valenciano, 1971,
p. 23.
27 Enrique GoMÁJllZ, "Revolución burguesa en España y caracterización del franquismo", Realidades, 8

(mayo 1976), pp. 27-29.


28
M~ B4t.r>O i..J.COM8..,, "Mcndizábal y la disolución del feudalismo", en M. ~N DE i..J.RA et al.,
OisJs del antiguo régimen e lndustrlallzación en la E.fpa;¡a del siglo XIX. Vfl Coloquio de Pau. De Ja crisis del
Antiguo Régimen al franquismo, Edicusa, Madrid, 19TI, pp. 93-114. J. L. PESET, S. GARMA y J. S. PtR.Ez
GAv-ON, Ciencicis y 1mseiilmza en la m.'Olución burguesa, Siglo XXI, Madrid, 1978. P. Rutz TOltRr:S. "Los mo-
tines de 1766 y los inicios de la crisis del Antiguo Régimen"; y F. H ERNÁNOEZ MONTALBÁN, "La cuestión de los
señoríos en el proceso revolucionario burgués: El trienio liberal". ambos en B. CLAVEJlO et al. Es111dios sobre
la revolución burguesa en Españ<J, Siglo XXl, Madrid, 1979, pp. 49-110 y pp. 113-158 respectivamente.
19 Bartolome Ct.A\'l:RO, "Para un concepto tle revolución burguesa", Sist~a. 13 (abril 1976), pp. 35-54.

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La revolución burguesa española. De la burguesía sin revolución a la rev... https://www.jstor.org/stable/40340439?read-now=1&seq=13#page_scan...

diferentes coyunturas revolucionarias del siglo XIX . La reflexión procedía una vez más de
su tesis de 1971 y fue difundida en una publicación posterior. en donde si tcmatizó su vi-
sión del proceso re1•0/11cio11ario burgués (IXOH-1874). subrayando la diferencia emrc éste
y la remlución hurgue.m a111ife11da/ de 1834-1843. y entre la revolución y las situaciones
rernlucionarias que e suceden a lo largo del proceso (situaciones antijeuda/es de 1808·
1814 y 1820-1823, y democrático-hurguesas de 1854- 1856 y 1868-1874) que tienden a
ser confundidas con la propia revolución y con otra tanta revol uciones (frustradas, políti-
ca , cte.).'º Ahora bien, las it11ado11es l'el'Olucio11arias descritas por Scbastiá, distinguien-
do entre éstas y la revolución. en modo alguno se concebían como etapas que era preciso
transitar para consumar la transformación de la sociedad, 11 sino como expresiones de co·

"' Enrie ~OA\TIA. "Es1ud10 preliminar" a José A. P1Q1 ~RA~. F.l toller y lo f'.<c·ru•lo "" lo f'oll!ndo del siglo
m. Ayun1amic:n10 de Valencia. Valencia. 1983. pp. 11-30 (existe una segunda edición en Siglo XXI. Madrid.
191111). Véase rambu:n la 1rom1dún tle /11 rne•11án <1•1/orwl. 1973. p .S
" La ntribución, en r. R llll T ORR( s. "H1slonngmlia". l'n E11<1d11pcYl1U " " lo limwmdad la lendllnll. Di-
fusora de Cultura. Valencia. 1991 , tomo 5. p. 177. donde aludiendo a la obra de cbasti:\ menciona el "n g1do
dctcnmmsmo del proceso h 1~torico d1vtdido en etapas. cuya succ~ión ordenada era necesaria para alcanzar el
lin c'tablccido de antemano por la teoria". La imputación. i nc~acra. no puede deberse a una incomprensión del
1c~10 o a un dcseonocinucnto de la autC1111ea op1món de cbasuá sobre el lema. En 1976 escribía P. RuiL que el
procc::.o e.le cambio de la relaciones sociales hallabir "b :.imciún dcfiniti'a mediante lo que E. Sebasua ha lla·
mado ·ta r~\oluc1ón j urídica ant ifeudal como cond1c1ún de la rc\oluc1ón burguesa .... en la que sobrcsalia fo rc-
lc\'ane1a del ario l K35. "c la\e para la rc, ol uc1ón burguesa anufcudal. dc:scubicno en toda'" imponancia poi la
tcsi~ doctoral de E. cba~tin". que ~in d11c~1 parecía cur1(>eCr C'fr. P. Ru/ ToRRI ~. "Nota~ para el estudio de la
propiedad de la uerra en el Pai~ Valenciano a pnnc1p1os del '1g lo ~I\·'. en Josc L. GA~{ I' Dnc.1100 (ed.I. '-"
1
uie.,1iti11 agrm·ia e11 la f ,pa1ia c·11111em¡H1rú11e11 f 'I C11lm¡1110 de Pm1. Edicu..a. Mndnd. 1976. pp. 415-429.
Quien se m~cr:iba can en1us1ao;ta entonce-. al lc\'antar un balance de la cucsción en "Alguno~ a~pccl~ de: fo rc-
\ Oluc1ón burguesa en España". p 13. decide l\.~scnbir el pa~ado y borra el nomhrc: del profc--;or Sebas11á de la 107

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yunturas revolucionarias que se diferencian de la revolución por el grado de éxito en la
pretensión transformadora y por la naturaleza de las relaciones de producción a transfor-
mar, y que adquieren uno u otro sentido por las fuerzas sociales que intervienen, las fuer-
zas que asumen la dirección del proceso y los objetivos que se proponen. De hecho, todas
las situaciones anlifeudales originadas hasta 1843 - incluida Ja misma revolución burgue-
sa- terminaron orientándose en un sentido democrático ante el que reaccionó la clase se-
ñorial y más tarde la burguesía moderada reforzada por la antigua nobleza.

3. LA REVOLUCIÓN ACEPTADA, ¿QUÉ REVOLUCIÓN?


la revolución transaccionada
Algo estaba cambiando en el panorama histórico español. Al publicarse en 1977 una
selección de las ponencias debatidas en Pau, el profesor Tuilón admitla - no sin importan-
tes matices- el fenómeno de la revolución española aunque no alteraba su visión de las

2 de 4
ICli:l~lUJ.JI:;~ UC l'\'UCl CU li:l l::.liJ!<l.l.lA \.>VllLCl.lJl'UI AU1;;<1, CI A:Ol""'LU Al \jUv 1114:0 A.lo;;U\.>IUU llAUIA

prestado en trabajos anteriores: la revolución se habría resuelto en favor de una alianza de


clases en la eual una nueva burguesía se incorporaba junto a Ja antigua aristocr~d.~ ~ 11n
bloque oligárquico-agrario destinado a gobernar una sociedad ..burguesa pre-industrial"
desde una "superestructura ideológica en gran parte de antiguo régimen", que iría perdien-
do representatividad basta llegar a la crisis orgánica de 1917. 32
En definitiva, por motivos diversos y convergentes, es a partir de 1975 y 1976 c;.:~-.<lc
se asiste a un vuelco en un amplio sector de la historiografía española que estudia la época
contemporánea. Los VI y VU Coloquios de Pau -afortunadamente controvertidos- sirvie-
ron de marco al debate y ampliaron su resonancia en la universidad española, en pleno
proceso de transición política desde la dictadura, con unas empresas editoriales favorece-
doras de una visión renovadora del pasado y con un público interesado por recuperar la
memoria histórica. AJ repasar las obras publicadas en aquellos años sorprende la rapidez
con la que se incorporó a la historia de España y de los países que la forman el hasta en-
tonces negado feudalismo y la que se había considerado frustrada revolución burguesa.
Numerosas publicaciones se ocuparon del tema, que pasó a integrarse en la explicación del
siglo XIX aunque también hubo obras que incorporaron al título -o a un capítulo- Ja expre-
sión "revolución burguesa" por más que se le reservara un Jugar secundario en el texto,
cuando no se negara por entero su significado a pesar del tltulo.
Las nuevas obras de síntesis sobre la historia de España 33 o alguna de sus nacionali-
dades; 3'I las nuevas investigaciones sobre Ja disolución del régimen señorial, 1' la forma-

escueta relación de autores que habrfan trazado "las grandes lineas de la fractura política que tnljo cons.igo la
llamada 'revolución liberal ' española".
l l M. TUOO DE LARA, "Sociedad señorial, revolución burguesa y sociedad capitalista'", en Crisis del anti·
guo régimen e industrialización en la E.vpoifa del siglo XIX, pp. 11 ·26.
» José M. IoVER (dir.), la era Isabelina y el sexenio democrático (1833-1874), España-Calpc:, Madrid.
1981 , obra por la que su director mereció el premio nacional de Historia. G. ToRTEU.A, C. MARTt, I . M. IovER.
J. L. GARCLA .DELOAOO y D. Rucz, Revolución burguesa. a//garql4ia y C011Stilllcionalismo (1834 -1923), vol. VIII
de la Historia de F-spaña dir. por M. Tudón de Lata, Labor, Barcelona, 1981. Julio Aróstcgui (coord.), Crisis
del Anliguo Régimen. De Carlos IV a Isabel 11, vol. 9 de Ja Hisroria tk España de Historia 16, Madrid, 1982.
1• Albert BALCELLS, Cataluña contemporánea. / (siglo XIX) , Siglo XXI. Madrid, 1977, capítulo 5, "El des-

pegue industrial, la revolución burguesa y la guem carlista {1833-184 3)", pp. 27-40.
JS Manuel ARDIT, Rtn'Olución liberal y re1111el1a campesina. Un e11Sayo sobre la desintegración tkl régi-
men feudo/ en 1!1 Pals Valenciano. 1793-1840, Ariel Barcelona, 1977. uno de los mejores trabajos para desen-
ITilñar las dos primeras décadas del siglo XIX, sin que las posteriores rcctlficacionc:s de su aut0r hayan consegui-
do, a mi juicio, ofrecer una visión alternativa mejor fundada. Ant0nio Miguel B E.RNAL, la luclw por lo tle"a en

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ción de la sociedad burguesa, 36 los primeros antagonismos en una sociedad capitalista, 31
la repercusión en el sistema administrativo 18 o las implicaciones jurldicas de los cambios 39
situaron la revolución en el eje vertebrador de la transición a la sociedad contemporánea.
A más de las investigaciones específicas sobre el proceso revolucionario 40 o alguno de sus
aspectos fundamentales, como la génesis, función y evolución de los instrumentos coerci-
tivos de la burguesía revolucionaria. 41 En esos años Carlos Marichal publicaba la que
sigue siendo una de las mejores historias pollticas de la revolución. 42 Se producla también
una adecuación de anteriores interpretaciones a la que parecía irresistible explicación de
los cambios, 43 y a la luz de la tesis acerca de la revolución se resituaban cuestiones que ve-
nían siendo objeto de prolifcra dedicación, como era el caso de las desamortizaciones. 44
La invest'igac1ón se conjugaba con la divulgación de amplia difusión. 4~
Esta actitud de aceptación era tanto más excepcional por cuanto apenas poco antes se
trataba de un tema rechazado. Sin embargo la mención no siempre incluia una explicación
del proceso ni se extraían las consecuencias más notables. Con razón Bartolomé Clavero
pudo detectar que se estaba pasando del rechazo a la "adhesión lo menos problemática po-
, ,.. ' ' _ _t • • _ ... __ .. _ . _ _ _ _ _ • ____ _ , , -- - --·- - - - - - _ __ _ _ _ _! _ _ _ -- -

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revolución, o se estaba ante una serie de interpretaciones que respondían a djferentes nive-
les de investigación y análisis, confundidas en la controversia ante la descalificación
común a todas elJas por parte de la historiografia tradicional?
La tesis de Ja revolución burguesa fue ganando reconocimiento en alguna de sus ver-
siones, aquella que dejaba a salvo la insuficiencia de la transformación que antes se nega-
ba. La revolución se habria cerrado con un pacto entre aristocracia y una débil burguesía
que respetó el poder de las clases tradicionales, hipotecó el desarrollo capitalista y frustró
la "reforma agraria" que hubiera beneficiado a los campesinos. A grandes rasgos responde
a la interpretación de Josep Fontana, en Ja que pese a las nuevas investigaciones - propias y
ajenas- seguia pesando una cierta herencia de la historiografla tradicional, lo que la hacía
aceptable para quienes habían rechazado con vehemencia la verificación de la revolución
-"(;orno Tuñóa de Lara- o encontraban decepcionantes sus resultados. A la postre, en esta
cuestión Tuñón había hecho suyos Jos planteamientos de Ramos Oliveira, mientras Fonta-
na seguía wia doble orientación: la más próxima de Soboul, con su estricta clasificación
de " verdadera revolución" desde abajo o "vía reformista" desde arriba, y la influencia de
_,;, ,. AA 1n,l,.. .,.~_,..,l a....,•.a. ,.¡"°' \ /;~_., , , ;, J6.l'I ,.., ....,,. .,;,..;A... n .a..... a.~I ,f.a.I ,.. ;,..l,,.~ VTV ~•~l..,. ,.li ..-+..,., "

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11~ \.:(114.UU l'I V\..t;U'l;ULC U C Y 1....,.;11~ V IV~ ,. '-'U,YCI Yl_,IUll QtillCICll U'CI "IJ$1V Al.A QL.a.UO. U..ll~"'l.G J
silenciadamente inspirada. .. en Ramos Oliveira. •7
La alia11za o el pacto entre clases propietarias agrarias - feudal y burguesa- e~!!!!!!. d
campesinado, aJ margen de minimizar la contradicción prevía encre clase señorial y bur-
guesía, permitía resolver muchos problemas, desde la preeminencia aristocrática a la ex-
plicación del latifundio y el lento crccimienlo industrial en el siglo x1x. 48 Lmplkaba tam-
bién restar voluntad transformadora a la burguesía, reducida a la condición de clase cxpio-
tadora e incapaz de involucrarse en un fenómeno revolucionario. La buena conciencia an-
ticapitaJista podía sentirse reconfortada al diseccionar una categoría social cuya aportación
histórica al progreso político y social no tenía más crédito en tiempos pasados que bajo la
dictadura de la que se estaba saliendo. Débil, pusilánime, timorata y traidora, nuestra bur-
guesía nunca se habría reconocido en las páginas de esos alemanes que a veces nos torna-
ron por turcos y que al escribir en 1847 sobre la burguesia afirmaban que no podía vivir
sin revolucionar permanentemente los medios de producción y glosaban el papel revolu-
cionario desempeñado por la antigua clase media feudal para implantar el capitalismo. Por
el contrario, la teoria del pacto -y la ontológica impotencia revolucionaria de sus protago-
nistas- venía a dar la razón a Nicos Poulantzas cuando señalaba " la falta de capacidad po-
lítica, por su constitución como clase, de Ja burguesía para llevar a cabo, en una acción
abierta, su propia revolución", de lo que había concluido que la burguesía nunca dirigía de
modo consecuente un proceso revolucionario. 49
Josep Fontana presentó una versión más matizada en La Revolución Liberal, libro
aparecido en 1977 con el que aportaba una historia política de la revolución española
como contexto de la evolución de la Hacienda, convertida esta vez en un pretexto. En él
considera que las traosfonnacioncs decisivas habrían tenido lugar entre 1833 y 1837, y


1
Enrie SUJASTIA, " Ramos Olivcira y la gencsis de la ambigüedad historiográfica sobre la revolución es-
pañola" ( l 971), inédito en vla.s de publicación.
0 Jordi NADAL. "Un siglo de industriali7.ación en España, 1833- 1930". en N. SANCIU:Z·Al.BORNOZ (comp.).

La modernización económica de España. 1830- 1930, Alianza, Madrid. 1985, pp. 89 y ss. Con anterioridad, en
E/fracaso de la revolución i"ndustrial en Espaila. 1814-1913, A.riel, Barcelona, 1975, pp. 81 y ss., siguiendo a
Joscp Fontana había considerado que en ausencia de una tranSición revolucionaria al capitalismo del estilo de la
francesa, la adopción de una reíonna agraria liberal liquidó la clase media campesina y amplió el número de
j ornaleros en condiciones ca.~i de subsistencia; el estancamiento consiguiente del mercado sancionó el retraSO
industrial de España.

110 1 •• Nicos POULANTZAS, en Poder poHtico y clases sociales en el estado capillllista, Siglo XXI, México,
1988 (24.• ed.; l.' en español, 1969), p. 232.

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más concretamente en 1836-1837, so mientras con anterioridad había rehusado que pudiera
situarse la revolución en esas fechas porque seria guiarse por la legislación y adoptar un
enfoque jurídico. La revolución pasaba a caracterizarse por la transformación de las rela-
ciones de propiedad - incluido el derecho de propiedad- y el predominio de la burguesía.
La obra es un recorrido por las principales cuestiones que inciden en la estructura social
basada en el estado de conocimientos del momento, sin renunciar a la idea del desmorona-
miento señorial, inspirada en Yicens $I y desarrollada en La quiebra ... : la transferencia de
las viejas a las nuevas formas de propiedad se efectuará mediante leyes liberales que cuen-
tan con el respaldo de una aristocracia condicionada por la experiencia previa, que la ha
vuelto conciliadora. A la vez, el autor acentúa las restantes insuficiencias contempladas en
su modelo explicativo a fin de razonar la debilidad del resultado. Entiende asl que el pro-
ceso espontáneo de transformación impulsado por los campesinos en 1820-1833, "en la
línea de lo que pudiéramos llamar una revolución agraria según el modelo francés", será
traicionado por la burguesía, del mismo modo que "los grandes propietarios entenderán
que la desintegración del viejo orden es inevitable -no la ha podido frenar el absolutismo
..n 1.. nÑ-<>nll ni' 1 R?1. " 1R11.- el' !IVP.nnrÁn "1 n~t"tn V P.nr,nntrndn nllP. l:i~ mP.rlirfa..: mu-, h:i

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promulgado la revolución liberal eran necesarias y saludables". 52


La visión del pacto parece condicionada por la experiencia histórica del siglo xx, en
Ja que partidos de clase o identificados con fracciones de clase, con una cierta organiza-
ción, han podido acordar alianzas políticas como el Frente Popular y formular propuestas
como la del Compromiso histórico itaUano o el Pacto por la libertad defendido par el PCE
para acabar con el fascismo. 5l

la formación de la burguesía, la aristocracia asimilada

En 1977 veía también la luz una interpretación del proceso revolucionario en la que
se adoptaban algunos puntos de vista distintos a los de la mayorla de los autores que se
ocupaban del tema. Nos referirnos a la obra de Jordi Maluquer, El socialismo en España,
1833-1868, y al amplio capitulo introductorio dedicado a la revolución burguesa.

st Josep FOOTANA, la Re..,olución L1heral (Política y ltacit!nda. 1833-45). lnsrituto de Estudios Fiscales.,
Madrid, 1977, pp. 7 y 262.
51 Jaume VICE..'IS Vives, Els caralans en el seg/e XIX, en J. VICFNS 1 VIVES, M. Ll..oRtNS, lndustrlals I poll-

n·cs (seg/e XIX), Editorial Viccns-Vives, Baroclona, 1980 (3.ª ed.; 1.• cd. en 1958), pp. 213-230, "L'e fondra-
ment de l'Antic Rcgim (1814-1833)".
11 Josep Fom-A."1A, La Revolución Liberal, pp. 314-31 S. Interpretación del pacto e incluso de la predisposi-

ción aristocrática que amplía y ratifica en su siguiente obra, Lo crisis del Antiguo régimen, 1808-11113, pp. 1 y
207-209.
n EstaS dos tUtimas iniciativas vinieron a coincidir eon la difusión en España de la ieoría de una revolu-
ción burguesa transaceionada. Quizi la situación política contribuyera a popularizar un.a inrerpretación detenni-
nada de la historia. Tiene menos fundamento la explicación inversa: que el presente inspirva la vi ión del pasa-
do, como ha sostenido, entre otros, Pierre Malcrbc:, en "1970-1979, los Coloquios de Pau. Diez años de historia
y de amistad. Y tambib1 diez años de España, nuestra vida". en M. ~N DE LAAA et al .. Hi:storiografla t!Spa·
iio/a contemporánea. X Coloquio del Centro dt lnwmlgaciones Hispánicas de la Universidad de Pau. Ba/une!I!
y resumen, Sig,lo XXI, Madrid, 1980, p. 10. Malcrbc: se ha referido a la "gran batalla teórica" librada en Europa
en los años setenta "respecto a las condiciones de la transición de: un tipo de organi:mción social n ouo y espe·
cialmente las condiciones cspccílicas de la Revolución Francesa", cuando se planteaba un ''programa común"
de la izquierda francesa y la posibilidad de un "compromiso histórico" dominaba los análisis en Italia, relacio-
nando estos hechos con la celebración del VII Coloquio dedicado en pane en 1976 a " la transición de la socie-
dad señorial a la sociedad capitalista". Como sabemos, el tema de la convocatoria vino motivado por una po-
nencia del año antenor que presentaba los n:sultadoll de una tesis defendida en 197 1. El debate Oobb-Sweczy se
babia traducido al español en 1967, aunque no se baria al francés hasta 1977, año en que con casi tres d6cadas
de retraso la Pensée se ocupa de la cuestión: fechas y escenarios más acordes a la hora de bl.ISCllr concordancias
presentistas.

_J

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El texto no respondía a una investigación específica ni constituía una descripción de


la etapa histórica. Sirviéndose de buena parte de Ja bibliografla disponible, el autor organi-
zaba inteligentemente una serie de problemas relacionados oon la transformación de la so-
ciedad española desde el feudalismo tardío al capitalismo, de la monarqufa absoluta al li-
beralismo, a fin de establecer el contexto capitalista en el que surgió el primer socialismo.
Importa menos en este texto la originalidad de Las ideas que su integración en una ex-
plicación coherente de los cambios y efectos que caracterizan la formación económico-so-
cial española del siglo XIX.
Para Maluquer ~mo antes para Scbastiá y poco después para Tomás y Valient~ la
revolución debe entenderse como un cambio político expresión de los intereses de las cla-
ses sociales, que en primer lugar modifica la relación de dominación de éstas; y siendo po-
lítico-jurídica, la revolución favorece con los cambios introducidos desde tales esferas el
crecimiento de Las relaciones capitalistas de producción en un todo social en el que sin em-
bargo pueden subsistir, secundariamente, supervivencias feudales. "'
El elemento esencial de la interpretación de Maluquer residía en su explicación sobre
las c:m~.c; ne la revolución v el suietn rle la misma. Silllliendn a Fontana. sostiene oue el

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- - - - - -- - - - - - - • - - - - - - -- J -- --.., 1 --- --- -- ----------- --e----- - - - --~ - - -- - - - ~ -.-- --


proceso vino determinado menos por el desarrollo de relaciones capitalistas al final del
Antiguo Régimen como por Hun conjunto de fenómenos sobrepuestos" que incrementó la
incidencia de los factores internos del sistema: invasión, sustitución del poder absoluto,
desmoronamiento del imperio y crisis fiscal consiguiente. A partir de esto extrae conclu-
siones propias: la crisis quebró La conciencia de clase de la nobleza y bloqueó el ámbito
económico de la burguesía mercantil que identificaba este "agrupamiento social"_ E! d~~­
garramiento de sus respectivas conciencias de clase precipitó la destrucción de la unidad
de cada clase y permitió la constitución de otra clase nueva de base "mercantil-terratenien-
te" que emprendió la revolución para sustituir el viejo orden feudal por un modelo asimis-
mo agrario y mercantil pero con características distintas que lo hicieran viable. H
Maluquer se servia del concepto de clase elaborado por E. P. Thompson y lo amplia-
ba a Ja formación de Ja burguesía en el contexto de la revolución. ' 6 Basándose en unas re-
flexiones anteriores de Jaume Torras, sostiene que en el primer tercio del siglo XIX gran
parte de la aristocracia española estaba "de hecho" integrada en la burguesia: ante la
..amenaza insalvable de extinción ( ...) se transforman y hacen suyos aquellos elementos
que les permitirán paliar su derrota en tanto que clase e incluso resarcirse con ganancias
compensatorias". Se ofrece de esta forma una explicación diferente de la integración de la
vieja nobleza en la nueva sociedad -que se habría iniciado antes de 1814 y en el Trienio-,
de las raíces del moderantismo y del propio carácter moderado de la revolución, ya que "el
protagonismo de la aristocracia terrateniente en el seno de la clase que dirigió la revolu-
ción" dio como resultado que las transfonnaciones "quedaron realizadas de la forma más
beneficiosa posible para sus intereses". 57

,. Jordi MALUQUER., El soclallsmo en EspaAa, 1833-1868, pp. 32-33: La revoluci6o designaría "el cambio
polhico por el que se realiza la liquidación del viejo tejido institucional feudal y la adecuación del aparato del
Estado a las nuevas exigencias. liste cambio político expresa y a la vez reafirma una brusca y definiri va altera-
ción en la correlación de fuerzas c:xistentes entre las clases dominantes del Antiguo ~gimen y la clase burgue-
sa ascendente". Comi= entonces ''una profunda oorrección en el equilibrio de los elementos que conforman
una dctenninada fonnación económico-social en el sentido de privilegiar a los que se hallan dotados de mayor
dinamieidad por su com:spondencia con los nuevos mecanismos juridicos-institucionaltS".
" Ibídem, pp. SO.S l.
,. En efecto, MaJuquer entiende por clase sociaJ ''una relación histórica entre individuos o grupos de indi-

,J
viduos que .cumulan ell.pcricncias coincidentes y advierten la identidad o pro¡¡imidad de M intereses, general-
mente en relación con el proceso de producción''. Esos intereses comunes y antagónicos de los demás g¡upos
promueven una acruación colectiva y homogénea.
n Jbidem, pp. 33-37. Jaime TORRAS, en Uberalismo y rtbeldla campesina. 182()./823, Ariel, Barcelona,
1976, pp. 27-29, se había hecho ceo de la conceptualización de Thompson, si bien desde: un rechazo de la idea

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Con esta interpretación, el autor puede prescindir de la tesis de la alianza de clases o


del pacto con la vieja clase señorial (Fontana., Tuñón, Bemal, entre otros), tan al uso, como
de aquella otra (Acosta, Clavero, Sebast1á y Tomás y Valiente) que subrayaba el aburgue-
samiento de la nobleza una vez es derrotada y se abolen señoríos y mayorazgos. Podría
también habernos explicado históricamente cómo se lransform6 la aristocracia en burgue-
sía mediante la identificación consciente con el agente histórico que basta 1814 y durante
el Trienio insistía en arrancarle sus privilegios con una ley de abolición de señorios como
la de 1811 , que si bien introducía un grave factor de confusión, obligaba a los señores a
probar ante los tribunales el carácter exclusivamente territorial de los señoríos, para lo cual
debían aportar unos títulos que se resistieron a presentar incluso mientras los pueblos cesa-
ban en el pago de rentas y derechos. Una cosa es que la aristocracia albergara la esperanza
de ver reconocidos sus señorios como territoriales, y pudiera convertirlos en propiedad
privada - aun al precio de perder los derechos señoriales, incluidos los exclusivos, privati-
vos y prohibitivos-, experiencia, ésta sí, que le hubiera incorporado a la burguesía, y otra
distinta es que colaborara a su an.iquilamiento desde dentro de .. la clase que dirigió la re-

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volución". ¿Podemos olvidar que esa nobleza promovió el restablecimiento del absolutis-
mo como instrumento para restablecer el régimen señorial, y no cesó entonces de reclamar
el restablecimiento de los derechos jurisdiccionales?"
La aceptación sin mayores exigencias documentales de la síntesis de Maluquer, basa-
da en una serie de conjeturas más o menos convincentes, es un buen ejemplo de La predis-
posición del momento a reconocer el tema de la revolución eludiendo grandes o pe(!ueñas
discusiones. Caso bien distinto seria el de la polémica generada por la crítica, o el de la
critica de objetivos polémicos, como veremos más adelante.

4. ÜBIETO Y SUJETO 06 LA REVOLUCIÓN BURGUESA

Revolución liberal, privilegios y desvinculación

En 1978 Miguel Artola retomaba antiguas preocupaciones y, tratando de ser con~


cuente con su concepto de revolución. trasladaba la atención de la política a la estructura
socio-económica. En Antiguo Régimen y revolución liberal nos recuerda que La conquista
del poder se presenta como condición previa y necesaria de una revolución que no adquie-
re tal calificativo si no lleva parejo los cambios de la organización social que den lugar a
un modelo de sociedad nuevo y contrapuesto al anterior. En España el proceso de conquis-
ta del poder se habría iniciado en 1808 para concluir en 1837. La transformación del mo-
delo económico de Antiguo Régimen en "un sistema de economia de mercado" obligó a
los revolucionarios a terminar con la propiedad vinculada de los privilegiados, pues las
otras dos características que A.rtola considera distintivas de la economía tradicional no en-
traban en contradicción con los intereses y objetivos de aquéllos: una, "la intervención(... )

de "revolución burguesa" y de "clase capitalista". Toms pr-c:fcrla hablar de "contenido de clase del liberalis-
mo", en función de la coincidencia de intereses y afinidad~ en las &UCeaivas coyunturas pollticas, lo que permi·
tia incluir en una "clase burguesa~ tanto a burgueses comprometidns con fonnas de produceióo capitalistas
como a la nobleu, que se involucra en la constitución de esta nueva clase.
"' Vtanse de F. HERNAt.'Dsz MOtrrALBAN, "La cuestión de lo señorios en el proceso revolucionario bur·
1
gués: El tricnjo liberal", y m!s reciente, M~calismo social y resistencia antiseñorial en 1813-1814", Hispa·
nia, 188 (1994), pp. 955-992. E. SEBASTIÁ y J. A. P!QuERAS, Pervil!CICias fewdaks y revol11ción d~mocrático,
Ed1cions Alfons el Magn!nim, Valencia, 1987. pp. 70-85. 11 3

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del Estado en el mercado de bienes y en el trabajo", había entrado en quiebra con el refor-
mismo ilustrado; mientras el otro parámetro económico del Antiguo Régimen consiste
para Artola en "la existencia de relaciones capitalistas de producción" desde siglos atrás. 59
He aquí el aspecto más controvertido del análisis: la caracterización de la sociedad que se
transforma.
El autor define el Antiguo Régimen como un modo de producción que combina "Ja
propiedad vinculada del único medio de producción -la tierra- con unas relaciones de pro-
ducción capitalistas" que se harían visibles en el arrendamiento temporal y la organización
del trabajo conforme a leyes del mercado libre desde al menos el siglo xm. Pero no signi-
fica que llegara a ser un sistema capitalista, dado que se basaba en una "agricultura primi-
tiva". De lo anterior deduce que el conflicto social de mayor entidad y duración en el siglo
xvm implicó a propietarios y labradores arrendatarios, esto es a rentistas y a capitalistas
que trataron de congelar los contratos en época de alza de precios para incrementar su ga-
nancia. 60
En suma, Artola rechaza la idea de una pluralidad de derechos sobre una misma tierra
...a:&:..-~:...a ... --- 1- - --·-·- ...1- 01 .....--.L ~-..._ - 1- ....:- ........ 1-....!A .... ,1 ...a-t '""-""- ..l.. ---:...,,,.a,...,a -""

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-UllWJWUil pul lil ~UCUl uc Dl~U- UCULC il lll lUH!!;WllllUllU UCI ucn;<L;UU UIC jJIUjJICUilU llil-

cido con la revolución liberal. Fiel a sus primeras formuJaciones de 1959, evita identificar
Antiguo Régimen y feudalismo, y excluye la historicidad de la propiedad rechaz.a.~dc que
pudiera estar sometida a lógicas distintas tanto en lo jurídico como en lo económico, pues
de su análisis no se concluye una diferenciación entre la renta feudal de la tierra y la renta
capitalista: ambas descansarlan sobre una relación contractual y representarían la corres-
pondiente cuota de ganancia. En respuesta a Artola, Francisco Tomás y Valiente ha discu-
tido esta apreciación sobre la ausencia de división de dominios como característica de la
propiedad señorial y ha advertido de los peligros de sobrevalorar la mentalidad capitalista
de los señores: "Una exageración a la hora de medir la importancia de estos cambios
podría conducimos a retrotraer la muerte del régimen señorial a fechas anteriores a su ver-
dadera extinción legal". 61 ¿Dónde queda, pues, la revolución? ¿Qué cambio social repre-
senta?
El esfuer7.0 por integrar categorías marxistas -en particular las referentes al cambio
social- en la interpretación funcional-weberiana de la sociedad se salda con la imposición
de un cuadro teórico sobre Ja realidad histórica. ''El problema, como siempre, -escribe el
profesor Artola- se produce de resultas de operar con categorías históricas y no teóri-
cas". 62 El problema, nos parece, consiste en contraponer historia y teoría, y hacer de ésta
Wla construcción heurística en lugar de una gula de conocimiento resultado de la abstrac-
ción de hechos verificados.

La revolución como discontinuidad entre sociedades yuxtapuestas

Bartolomé Clavero, antes de acometer el examen de condiciones específicas de la


realidad feudal - los censos, la función del derecho y del Estado, la diversidad jurisdiccio-
nal/foral- '3 se inclinó por incursiones conceptuales en las que adoptaba una actitud

" Miguel ARTO!.;., Antiguo RJgimt11 y revolución liberal, Arle~ Barcelona, 1978, p. 159 para el concepto
de revolución; los parimetros económicos del Antiguo Régimen, en p. 174.
'° Ibídem. La definición de Antiguo Régimen, en pp. 305-306; la conb'adieción social, en p. 115.
" Francisco TOMAs Y VAUE:Nrn, '"La obra legislativa y el desmantelamiento del Antiguo Régimen·-.
pp. 153-154 y 178.
62 Miguel ARTOLA, Antiguo Régimen y revolución liberal, p. 53.

... 1 u Bartolomé 0.AVERO, El clxiigo y e/fuero, Siglo XXI, Madrid, 1981 ; Usura. Del uso econf>mico de la
nligión en la historia., Tecnos, Madrid, 1984.

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tivo y ajeno a la determinación temporal, en el que las sociedades son identificadas con
modos de producción antagónicos que se yuxtaponen, rechazando la idea del crecimiento
de relaciones capitalistas en un régimen predominantemente feudal, lo que le hace desco-
nocer la noción marxista deformación económico-socia/ que paradójicamente habían revi-
talizado los althusscrianos. Clavero, además, se emplea en la determinación de una suerte
de jerarquía de contradicciones, esta vez si, muy propia del estructuraJismo. Para empezar,
establece la existencia de un "bloque feudal" en el que incluye a la burguesía como deriva-
ción de los privilegiados, contrapuesto a lo que con ligere7.a conceptual denomina "clase
trabajadora" para referirse a los productores directos, por lo común, campesinos; ahora
bien, se trata de una "contradicción que, por sí sola, no parece conducente a una revolu-
ción del sistema''. 69 A partir de ahí considern que "aun dentro de un mismo bloque feudal
dominante -<;Jase feudal estricta y burguesía- media una importante contradicción secun-
daria, respecto a Ja principal común frente a Ja clase trabajadora, o contradicción interna
del propio bloque. Que será históricamente bien decisiva". ¿En qué consiste la "contradic-
ción secundaria"? Según el autor, los feudales en sentido estricto - laicos y eclesiásticos-

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bu carán la reproducción de la desigualdad social mediante "la continuidad social de la
subordinación directa del trabajo", y los burgueses aspiran a "la ampliación del ámbito
mercantil mediante la extensión de las facultades de actuación personal y de disposición
patrimonial precisas para ello", lo cual puede llegar a ser promovido por la monarquía
aunque sin pretensión generalizadora sino en favor de sectorc corporativos.
El bloque feudal no siempre conseguirá coordinar sus intereses, lo que explica que
pueda encontrarse "en fases de antagonismo social, a burgueses en un frente 'antifeudal'".
Cuando la burguesía desarrolle una conciencia y una ciencia social que le permita un co-
nocimiento y un dominio virtual de la naturaleza y de la sociedad, estará en condiciones de
superar revolucionariamente el "sistema feudal", introduciendo "los presupuestos jurídicos
de la economía capitalista". La revolución "regida por la burguesía" y "posible por la cri-
sis del sistema feudal" introduce las instituciones (Estado y propiedad privada) precisas
para la implantación de la economía capitalista. En consecuencia, "puede realizarse sin
afectar sustancialmente a la conformación general de los bloques dominantes y dominado,
pese a cambiar su respectiva constitución de clase". 10 Se explicaría así, para este autor,
que en la revolución española la aristocracia conservara la tierra y pudiera mantenerse
entre la clase dominante. La revolución, en el plano sociológico quedaría reducida a una
recomposición del bloque privilegiado en el que la burguesía, antes subordinada, modifica
el cuadro de relaciones sociales y los instrumentos de poder político, y comparte la domi-
nación con la antigua aristocracia ahora aburguesada.

Revolución antife udal y proceso remlucionario burgués

Después de la frustrada y n tantos aspectos- hurtada controversia, Enrie Sebastiá


aplazó sine die la edición de su tesis doctoral por motivos tanto académicos como Clttra-
académicos. Conocida y parcialmente difundida por referencias de sus discípulos, ha ge-
nerado una tendencia historiográfica asociada al nexo temático del proceso revolucionario
español. De sus diferente coyunturas y de las cuestiones que caracterizan aquél ha dado
cuenta una ya larga serie de estudios que cronológicamente comienzan en el Bienio Pro-

., Banolomé CLAVtllO. "Polhica de un problema; la revolución burguesa", pp. 29-30. Las ciru que si-
guen. pp. 31·32.
11) lbidem, p. 41.

_J

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gresista (1854-56), 71 enlazan con la etapa unionista (1858-1863), 72 siguen con la crisis del
régimen isabelino y las causas de la Revolución de Septiembre ( 1863-1868), 73 y conclu-
yen en el Sexenio revolucionario (1868-1874). 14
Aspectos de la revolución o del proceso revolucionario han sido abordados en investi-
gaciones sobre la milicia nacional n y determinados levantamientos revolucionarios, 76
sobre la relación recíproca entre revolución española y cuestión nacional americana. 77
acerca de la educación en el cambio de sociedad, 78 la contribución de la J listoria a la cons-
trucción nacional, 79 la prensa y la formación de la opinión pública en una sociedad bur-
guesa, 80 Ja institucionalización del poder de la burguesía en la administración provincial, u
el origen y la significación del republicanismo y del federalismo, y la naturaleza de la pro-
testa urbana. 82

11 Joaquín AZAGRA Ros, El bienio progresista en Valencia. Análisis de una situación re\>olucionaria a me-

diados del siglo XlX (1854-1856). José Ramón URQtJlJO Y GomA, La revolución de 1854 en Madrid, CSIC, Ma-
drid, 1984; y ..La revolución de 1854 en España" en A G1L NOVAU:S, La N!\'Olución burguesa en España,
f lni"""";,¡,,11 í'nmnlut"n.•" M At1rit1 1Oll~ nn 1?7-1 ~O

2 de 4 19/06/2021 17:49
_........ ..,. __ _.,_,
..........,...-.....
~., ..... ...
.. , ..,... , ....., , .. ,, .... ,
,, francesc Andreu MARTtNE7. 0ALLF.GO, la politfca de la n?W>lucl6n industrial. El l'afs Valenciano du-
rante el gobierno de la Unión Liberal (1858- 1863), Universidad de Valencia, 1992, microficha. Véase también,
"Conflictividad social en el País Valenciano durante el quinquenio odonnellista, 1858-1863~. Estudis d 'Histo·
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social en vísperas de la Revolución Gloriosa, Edicions Alfons el Magn&nim-IVEI, Valencia, 1991 .
74
José A . PlQVEAA.S A RE AS, la m'Olución democrática (1868-1874). Cuestión social, colonialismo y
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"Ejército nacional y milicia nacional" en A . GIL NOVALES (ed.). La rei'Olución burguesa en España, pp. 179-
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16
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za en 1835, Institución Femando el Católico. Zaragou, 1981.
71 Manuel CHU~'T, La cuesrl6n americana en las Corte,t de CMiz (1808-1814), Universidad de Valencia,

1993, microfichas. Véanse también de este autor: ~La cuestión nacional americana en el doccañismo español'',
en MateriJl.les para el estudio de la Constirución de 18/ }, Tc:cnQS, Madrid. 1989, pp. 217-233; woe C$elavos,
encomenderos y mitayos. El an1icolonialismo en las Cortes de Cádiz", Mexican Studles/Estudlos Mexlca11os, 11
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mo valenciano. J1ué Peris y Va/ero (18} 1-1876), Atc:ncu de Pcriodistcs, Valencia, 1994. Son obra!! generalmen-
te no limitadas a la comunicación sino que integran ésta en los cambios sociales y las luchas pollticas del proce-
so revolucionario.

,J
., Manuel Cm.:sr (dir.), Historia de la Dipuración de Valencia. Diputación de Valencia, Valencia.. l 995.
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le. Juan Sisinio PéREZ GARZÓN y Femando del REv RE-Ot.:ILW. "Conflictos y protestas. De la ciudad liberal a la

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Se ha estudiado el proceso de desintegración del régimen señorial y sus efectos socia-
les, u la disgregación de la vida gremial y la implicación de la revolución en el proceso de
industrialización. 84 la acumulación de capital bajo el reinado de Carlos IV y la administra-
ción de b ienes eclesiásticos durante la ocupación francesa, 15 el proceso de abolición seño-
rial, 86 la afirmación coactiva del nuevo concepto de propiedad 87 y el sentido de la protesta
carlista. sR Algunas síntesis han dado cuenta del período. 19 La relación de temas, siendo
amplia, no pretende ser exhaustiva.
Sebastiá mantuvo un largo silencio, roto en 1987 y 1991 con dos libros en los que se
efectuaban nuevas aportaciones sobre el proceso revolucionario burgués. 90 En el contexto
de estudio de la crisis del régimen isabelino y en la pretensión de profundizar en las causas
de la Revolución de Septiembre, los autores exploraron en estas dos obras las característi-
cas de la revolución democrático-burguesa y la incidencia que en el conjunto de una for-
mación económico-social en la que predominan las relaciones capitalistas de producción
tienen las supervivencias del anterior modo de producción. De ahí que la primera obra,
Penlivencias feudales y revolución democrática, se articule en tomo a dos problemas: Ja
' ' .... _ .. . -- - - · - "" - - • • -- -- -- -- - _ _ _ _!__ -- - - - - _ _ .:_ , _ ... _ _ _ : t._ - • - - - - - _ ,L'!

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cuesnon ae1 nmmoruo KeaJ y 10s censos agranos -<:0n espccuu a1enc1on aJ censo en11-
téutico- presentados históricamente hasta alcanzar la coyuntura del último lustro isabelino
en el que la desamortización del Patrimonio y los censos de procedencia eclesiástica y co-
munal, más la pcrvivencia de la enfiteusis en los dominios ahora privados, eje~ una no-
table influencia en las actitudes sociales y políticas.
La segunda obra, Agiotistas, negreros y partisanos, analizaba diacrónicamente el pe-
ríodo l 863-1868 situando problemas y acontecimientos - incluida la dimensión metropoli-
tana de España- en un intento de explicar la dialéctica social que conduce a la "Gloriosa":
la unión de las estructuras, el movimiento coyuntural y los acontecimientos, evitando el
fácil coyunturalismo o, lo que es peor, la errónea atribución de actitudes como hasta en-
tonces se habla hecho sin respaldo documental cuando se quiso minimizar el 68 y la ac-
ción de sus protagonistas, entiéndase, capas medias y clases populares. Se trataba de ob-
servar las tensiones y los cambios que se producen una vez asentada la sociedad burguesa,

ciudad democrática, 1808-1979", en Francesc BoNAMUSA y Joan SeRllAt.LONOA (cds.), La sociedad urbana,
Asociación de Historia Contemporánea, Barcelona, 1994, pp. 259-321.
ll Viccnt SANZ ROZAJ..éN, La desintegración de las relaclont!:Sf eudalu en la bailía de More/Ja. Los orlge-
ries soda/u~/ carlismo valenciano, Universitat Jaumc 1, Castdlón, 1995, tesis doctoral.
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España contPrlporánea, Centro de Estudios Históricos-UGT, Madrid, 1993; y Daarrolw y crecimiento. La in-
d11.strializadQn va/endaha. /834-/9U , Consclleria d'lndústria, Com~ i íurisme, Valencia, 1995. Vicent
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El trienio liberal", B. CLAVERO et al., Estudios sobre la N!volución burguesa en Esp<rM; y "Radicalismo eoeial
y resistencia antiteñorial en 1813-1814", HLrponia, 188 (1994), pp. 955-992.
17 Vicent Mlll Mo.~AJ..T, Desposeer y CtlStodiar. Transfonnac/6n agrario y Guardería IWrol en la provfn·

cio de Valencia, 1844-1874), Universitat Jaume I, Castellón, 1995, tesis de licenciatura.


" José A. PIQUERAS, ''El carlismo latente. Dcsposesión agraria y protesta campesina en Castellón (1843·
1868)", Sallabl, XLIV (1994), pp. 154-172.

L.
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de España, 9. La transición del Antiguo al nuew Régimm (/789·1874), Planeta. Barcelona, 1989, pp. 179-305
y 306431.
~ E. St.BASTtA y J. A. P!QuE.us, Pervivencias /~dales y revoluci6n democrática; y J. A. PIQUERAS y
E. SEBASTIÁ. A.giotistas, negreros y portlsantu.

_J

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consecuencia de las contradicciones resultantes del triunfo de la fracción moderada y el
crecimiento capitalista a través de la agricultura a que dio lugar dicho triunfo.

La revolución de la "gentry "

El historiador que hizo suyos de forma más directa algunos de los planteamientos ca-
racterísticos de Clavero fue Pedro Ruiz Torres, quien en su tesis ofrecía una interpretación
de la transición a partir de un estudio sobre el señorío de Elche. 91 Ruiz comenzaba hacien-
do un despliegue de lecturas teóricas que debían situamos ante la comprensión del modelo
histórico de transición que las fuentes permitieran construir. La primera dificultad no apa-
recerá, sin embargo, en las lecturas escogidas ni en los documentos estudiados, sino en la
consideración de las categorías y nociones históricas que soportan el análisis concreto,
tales como señorio, derechos señoriales, nobleza y, sobre todo, propiedad. La ausencia de
distinción entre nociones históricas teóricamente informadas, lo que comúnmente llama-
- -· ......,. ____ __: .......... _ ___ ........__........: .... _ ...... .a ... ......__:_ ... . .............. ................. _ .... ...._ ......... ... ...l---!. - ..1 .... ... ..a .... --=-=---- ..

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mus c:aregorias, y curunn1ccmm::s aocuma1es, e:sm es, concepms uc:nv-auos ue upm1ouc;s y
reconsideraciones jurldicas que pertenecen más a la historia de las ideas y de Ja legislación
que a la realidad factual, puede estar en el origen del problema.
Ruiz acepta la separación entre señorío jurisdiccionaJ y señorío territoriaJ como base
de una de las contradicciones que preside la sociedad de Antiguo Régimen, e incluso esta-
blece una clasificación de las rentas que el sedor jurisdiccional percibe, distingufondo las
diversas procedencias aun cuando no se conoce casos de administraciones señoriales que
fueran capaces de hacer esta distinción. 91
La pequeña nobleza local, sin jurisdicción, vendría a contraponerse al duque de
Arcos, expresión en Elche de la aristocracia dueña de señorío jurisdiccional. Ahora bien,
se tratarla de una contradicción en segundo plano que la pequeña nobleza procura solucio-
nar de forma legaJ y reformista. La contradicción "en primer plano" (por principal) en la
sociedad señorial habría que buscarla en otra parte. No, como se había creído, entre seño-
res y campesinos, que sería una simplificación 93 o, en palabras de Clavero, una contradic-
ción por sí misma incapaz de revolucionar nada. Tampoco es de extrañar que para Ruiz el
presunto antagonismo entre campesinos y señores fuera sólo relativo, pues interpreta la
forma más extendida de tenencia de la tierra, la enfiteusis, como una ..propiedad comparti-
da". Pero, ¿qué es una "propiedad compartida'', sino la convergencia de dos derechos de
propiedad (el señorial y el campesino) sobre un bien aunque para fines distintos? Siendo

" Pedro Ruiz Tou..Es, Srion1s y propletan'o.f. Cambio .rodal en el .rur del Pals Valenciano (1650-1850).
92 fbilkm, p. 90. La distinción había sido practicada por Miguel MTOLA en el trabajo dirigido al Grupo 73,

la tconomla del Antiguo Rlgimen. El señorío de Buírrago, Universidad Autónoma de Madrid, Salamanca,
1973, pp. l 43 y ss., basándose c:n Salvador de Moxó, "El seiiorio", HispanJa, 94 ( 1964); vuelve a practicarse en
M. ARTOLA, Antiguo Régimen y revolución liberal, Ariel, Barcelona, 1978, pp. 80-85. Vtase cambitn la orienta-
ción en Salvador de Moxo, «Los señorios. Esrudio metodológico", en Actas de las I Jornada.' de Metodo/ogla
Aplicada de las Ciencias Histl>ricas. O. Hfstoria Medieval, Universidad de Santiago, Santiago de Compostela.
1975, pp. 163- 173.
9> En un texto posterior, P. Rl.llz TORRES, "La propiedad de la úerra en la 1ra.J1Sici6n al capitalismo", en
Román REYEs (cd.), Cien años después de Marx, Alcal, Madrid, 1986, p. 427, afinna que resulta una simplifica-
ción contraponCf' &eñorio y capitalismo: "El scñorlo es, en realidad, un marco institucional que combina dere-
chos de propiedad privada y poderes polltico-cstatales para apropiarse el plustrabajo. (...) Y la confusión se
acm:icnla cuando hablamos en abstracto de coerción extraeconómica en el régimen señorial, como si el Estado
liberal no la ejerciese tambitn a través de los impuestos. ..'', en lo que parece confundir Jos mecanismos de apro-
piación sobre los que descansa una clase histórica con la recaudación tributaria destinada a financiar el EstAdo
liberal y, en su caso, el Estado de bienestar, presentados en la comparación poco menos que como expropiado-
res de los ingresos personales.

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asl, señores y campesinos podían discrepar sobre el volumen de la renta - lo cual rara vez
sucedía porque la enfiteusis se caracteriza por la estabilidad del censo- pero compart!an
intereses comunes,~ tal vez tantos que las diferencias no merecen atención en la obra, e
incluso quedan relegadas a un lugar muy secundario en el motin de 1766.
No, a finales del siglo xvm la contradicción principal se establece entre propietarios
(un bloque que incluye pequeña nobleza y propietarios plebeyos) y un bloque antifeudal
formado por jornaleros y campesinos empobrecidos, 9S una contraposición similar a la des-
crita por Clavero. En cuanto al duque, precisaba del poder politice para obtener sus rentas
pero después de Jos motines de 1766 emprendió la conversión del señorío en propiedad
privada transformando los pechos en censos enfitéuticos, al tiempo que procuraba incre-
mentar las percepciones racionalizando su administración, lo que algunos interpretan como
''refeudalización" y Ruiz incluye en WUl "modemiz.ación" destinada a introducir rigor en el
cobro de los que en teoría le pertenecía. Pero, ¿en razón de qué le pertenecía? Y si tenia esa
capacidad para modificar las relaciones de propiedad, ¿por qué conformarse con un domi-
nio dividido, pudiendo aspirar a Ja propiedad plena?
• .., . LI . - ··-- 1,. __ t --- . 1 - • -- -- - • - .Ji _.!_!__ __ - - l .-""'-··- -------- -1 ... ! ___ __: _

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u pequena no01eza resultara ser e1 e1emento acc1s1vo en 1a eUtpa prerrcvo1uc1onana.
Gracias a la coyuntura económica y polltica, se "aburguesó" un sector de ella, implantando
relaciones contractuales en el campo y empleando jornaJeros, lo que la convertía en una
moderna gentry sin renunciar por ello a los privilegios que convenían a su estatus; la Igle-
sia babria seguido un itinerario similar pero no consta en la obra de Ruiz que el clero se
"aburguesara" por ello. Como capa social de transición, la gentry ilicitana, un universo de
ocho familias en un municipio de 20.000 habitantes, participaba de relaciones capitalistas
y contribuía a desintegrar el Antiguo Régimen. 96 Al acontecer movimientos populares, la
pequeña nobleza se reagrupaba en el bloque privilegiado, pero cuando se restablecía Ja
normalidad se deslizaba hacia el "bloque antifeudal" en contra de los privilegios ducales.
Antes de la guerra de Independencia aparece ya "organizada de cara a un doble frente: el
proletariado rural y el Duque. A la vez, el derrumbamiento del Antiguo Régimen les obli-
gaba a buscar alternativas moderadas y sin riesgos como los que la Revolución Francesa
había traído y amenazaba con extender". Todo apunta a una revolución burguesa de la pe-
queña nobleza "antiseñorial" (sic), aunque con su acción desencadenó un proceso que le
desbordaría. La revolución, de acuerdo con esta tesis, se produce en el interior del bloque
configurado por las clases propietarias, la capitalista, ya constituida antes de la revolución,
contra la feudal.
Cuando se produzca el "derrumbamiento del Antiguo Régimen", por (golpe de) efec-
to de una clase burguesa formada -oomo dice el autor- por gente nueva, esto es, los "pro-
pietarios plebeyos" ausentes en la investigación y que son invitados al último acto, la
pequeña nobleza propietaria (capitalista} se expresa políticamente a través del moderantis-
mo: favorece la supresión de la superestructura absolutista y de los señoríos jurisdicciona-
les, que no posee, y afirma la propiedad privada. Si las contradicciones sociales debían dar
cuenta de los cambios, la burguesla, bien enumerada en el texto, parece haber sido ajena a
las relaciones sociales o a la vida económica descrita en la obra y desde luego a conflictos

,. Nu obstante, en otro lugar del libro eslablec:c el carácteT coactivo de la relación enfittutica. Considera
además que por lo común S4l trata de "un pequeilo campesino empobrecido y deudor consia.nte del Duque"
(p. 207). En tnibajos posteriores reaccionará contra la fácil identificación que habría bc:cho la hl$torlografla va-
lenciana entre enfiteuta y campesino cultivador, una vez perciba la e.11istencia de enfiteutas acomodados que

L
subarriendan el cultivo. En Señores y propietarios, además de considerar la enfileusis una propiedad comparti-
da (p. 86) y una relación de base coactiva (pp. 206-207), ofrece una tercera versión contradictoria con las ante-
riores: seria "una relación contractual con separación de dominios privados sobre la tierra" (p. 280).
ti lbidem, pp. 337-339.
116 Ibídem, pp. 209-211 y 349.

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con la clase señorial. De otro lado, la "debilidad estructural del señorío valenciano" posi-
bilitó que el enfiteuta, "reconocido como verdadero propietario" gracias al carácter de
propiedad compartida de su tenencia, pudiera acceder a la propiedad plena mediante la re-
dención del censo. 97 Rufa obviará que la ley no contemplaba la posibilidad de redención
en el señorío solariego y que las concordias que facilitaron el acceso a la tierra fueron
acuerdos privados, resultado de décadas de lucha y resistencia púbHca. Puede que el de-
senlace fuera el mismo, pero el proceso hasta llegar a él sin duda fue distinto, en particular
para los individuos -esos sujetos sobre los que inquiere el historiador- que lo vivieron. La
propiedad de la t.ierra pudo acabar en el solariego en manos del enfiteuta como resultado
del conflicto, no de una previsión legislativa.
A partir de esta peculiar descripción de la lucha de clases y de la revolución en un se-
ñorío, se efectuaba una extrapolación al conjunto del Pals Valenciano para presentar un
modelo de transición de corte radical en contraste con el castellano. En contra de lo que
desde Cavanilles y Cádiz se venia creyendo, el señorío valenciano descansaba sobre una
débil base territorial y poseía un carácter eminentemente politico y fiscal, que sería barri-
...... - -- ... -----1..
.......!L- ... __ __ ....... - --:..-... .. .-.:.- - ........- : _ _ _ _. ___ :_--...:.J..---=- . . ,_ =--1--•-... ! J..-

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ao por La revuiuc;10n ae unos prop1elaJlos cuya 1mp0Jl(lflc;1¡i. c;r=1u pucJa 11 111 1mpumU1c1uu
de relaciones capitalistas eo la agricultura a lo largo del Setecientos. 91

5. TRA.'ISlCIÓN E HISTORIA AGRARlA YERSUS REVOLUCIÓN SOCIAL

Cambios estructurales y larga duración

Caminos distintos y distintos modelos interpretativos sobre la revolución burguesa


ocuparon la década de 1970 y los primeros años 80. La aceptación plena, impllcita o alusi-
va le dieron carta de naturaleza. sin que ~mo dijera Clavero- se aceptara al mismo nivel
su significado histórico y se extrajeran las consecuencias para la transformación de la so-
ciedad.
Las investigaciones relacionadas con la transición del feudalismo al capitalismo y la
revolución burguesa comenzaron a desplazarse al estudio de las postrimerías del régimen
señorial y a las peculiaridades que revestía en cada región. La tierra se convirtió en objeto
preferente de estudio, lo cual era lógico dado que en el feudalismo constituía el principal
medio de producción y con la destrucción de la propiedad agraria feudal vendrían a articu-
larse las nuevas relaciones sociales.
La línea de trabajo abierta por Femández de Pinedo acerca de los cambios estructurn-
les en procesos de larga duración tuvo continuidad en nuevas aportaciones sobre Castilla,
Galicia y Murcia. 99 En el País Valenciano este tipo de trabajo se realizaría sobre bases lo-

1
• La redención enfitéutica como vía de disolución del dominio dividido y origen de la estruCtUra minifun-
disia valenciana procede de AotOnio Gtt 01.Cl'NA, La propiedad señorial en tierras wilmcianas, Del Cenia al
Segura, Valencia, 1979. El papel de la redención de cet\SOs enfitéuticos varia en importancia de uno a otro texto
de Ruiz Torres, incluso en los aparecidos de manera simultánea. Si en Señon.s y propietarios, pp. 329-330. des-
taca su relevancia, en "Los señorios valencianos en la crisis del Antiguo Régimen: una revisión historiográfica'',
Estudi.t d "lfisturia ConJemp<>rtinia del Pals Valencia, S (1984), p. 76, considera que se ha exagerado su valor en
el proceso de disolución señorial sin mencionar su contribución personal a La difusión de esta tesis; c:n "El País
Valenciano en el siglo xvru: la transformación de una socledad agraria en la época del absolutismo", en Roberto
F ERNÁNDEZ (ed.), E.rpaiia en el siglo XVIII. Homenaje a Pierre Vitar, Critica, Barcelona, 1985. p. 239, afüma
que la redención no fue el camino. Ninguna de estas revisiones descansa en investigaciones pcrwnalct;.
" P. Ruiz T oRRF.S, "El Pais Valenciano en el siglo XVIII: la transformación de una sociedad agraria en la
época del absolutismo". pp. 2.38.-240.
'" Ángel GAJtCIA SA z. Desarrollo y crisis del Antiguo Régimen en Costilla la Vieja. Economia y Socie-
dad en tierras de SegQvi.a, 1500-1814, Akal. Madrid, 1977. Rartolomé YUN CASJ\IJLLA, Sobre la transición al

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cales y un acotamiento temporal circunscrito a la etapa final del Antiguo Régimen. 100 En
Cataluña se contaba con la valiosa obra de Pierre Vilar sobre la Cataluña moderna, pero
parece como si en lugar de estimular nuevos trabajos g1obali7.adorcs sobre Ja realidad so-
cial-agraria los hubiera frenado durante años; el grupo de Emili Giralt promovió investiga-
ciones específicas de las que ha ido dando cuenta Estudl~ d 'Historia Agraria. 101 Coetá-
neamente pasábamos a conocer mejor la repercusión de los condicionantes económicos
sobre la población en la etapa final del Antiguo Régimen y su efecto en las luchas antisc·
ñoriales. 102
Reconocida la revolución, sin profundizar en el conocimiento del fenómeno revolu-
cionario, la atención comenzaba a dirigirse al siglo xvm para establecer las características
de la sociedad y analizar los elementos que habrían generado o impulsado la tendencia al
cambio, esto es, las contradicciones que favorcccrian la transición con unas singulares ca·
racteristicas. De los años setenta a los ochenta la historiografla española desplazó el énfa-
sis de las condiciones y la caracterización de la revolución a las estructuras que serían mo-
dificadas. Pero, por decirlo en términos marxistas, el interés acabarla orientándose hacia
' ... -- _ __ .J _ ..._ !.._ _ _ _ • - ... :_...___: 1___ !t._ ..J _ • - _ _ _ _ _: _.,1_.,l , _ __ _ _ _.____ :.!_ • -- _: __.. ____ _ _ _ ! _ _

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1as merzas prooucnvas: 1a 01scnouc1on oe 1a prup1eoaa, 1a proaucc1on, 1os s1s1emas agnco-
las, los procesos de adquisición... , condiciones necesarias para comprender el cambio so-
cial, aunque por sí mismas, ¿serian capaces de explicarlo?
El "debate Brenner", 103 relativo a otra época, volvía a plantear, como sucediera en el
debate Dobb-Swcczy, la cuestión de la primacía del desarrollo de las fuerzas productivas o

capitalismo en Castilla. Economía y soc~ledad en Tierra de Campo..f {I 500-1830), Junta de Cascilla y León, Sa-
lamanca, 1987. Ramón V!LI.ARES, la prop1'edad de la tie"a en Galicia. 15()()./936, Siglo XXI. Madrid, 1982.
~iliria T. Páf:z P1CAZO y Guy LEMt.UNll:.K, El proceso de modernización de la región murciana, siglos XYT-XJX,
Editorial Regional. Murcia, 1984.
1~ Empar B tESA C\Jl'lAT, "El RCgim senyorial valenciA vespres de la seua dissoluci6", en Eltudls d "Histo-

ria Contempordnla del País Valenclá, 1 (1979), pp. 16>-198. José Luis HERNANDEZ MARCO y Juan Ro~IRO
Qo~7.ÁU:Z, Ftt11dalidad, burguesia y campesinado en la Huerta de Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 1980.
José Manuel IBORRA LERMA, Realengo y señorío en el Camp de Morvtdre, Caja de AhorTOS y Socorros de Sa-
gunto, Valencia, 1981 . Juan R OMERO GONZÁLEZ, Propiedad agraria y sociedad rural en la España mediterrá·
nea.. ú u casos w1Jenciano y castellano en los siglos XIX y XX, Servicio de Publicaciones Agrarias., Madrid, 1983.
Isabel MORANT DtUSA, El decih-e del señorío /,QS domfnios del ducad(1 ele Gand{a, 1705- 1837, Alfons el
Magoanim, Valencia, 1983. Jc:~ús Mn.J..ÁN Y GARCIA-VARELA, Rentistas y campesinos. Desarrollo agrario y
tradicionalismo P"litico en el sur del País Valenciana. 1680-18~0. Instituto Juan Gil-Albert, Alicante, 1984.
Cannen CJARCI." Mosauus, Rey y Señor. Esrudio de un realengo del Pals Valenciano (4J Albufera I 761-1836),
Ayuntamiento de Valencia, Valencia, 1985. c. GARClA MO'>F.RRIS y J>. Ruiz TORRES (coords.), "Crisis del Anti-
guo Régimen", en Estudis d'Historia Contemp<>ránta del Pafs Valencia, 5 ( 1984).
1o1 Pierre VII.AR, Catalunya dins /'Espanya moderna, Edicions 62, Barcelona, 1964-1968, 4 vols. Desta-
can Lloren~ FEJUlEJt 1 AL.O!>. Pagesos. rabassaires i industria/s a la Calalunya central (.~egles Xl'fll· XIX), Publica-
cions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 19117. Rosa CoNOOST, Els propletarls t e/s alrres. La regió de Giro-
"" J768- 1862, Eumo, Vic, 1990. Antoni SEGCRA, Burgesfa 1 propietat de la tura a Ca.talunya en el seg/e xrx.
Les comarques barcelonines, Curial, Barcelona, 1993. Entre los trabajos de conjunto, RAmOO GAllllAeou (ed.),
Terra. trebo// i propietaJ.. Classes agraries i regr'm senyorial als Pafsos Ca1ala11s, Critica. Barcelona, 1986;
Pcrc PASCUAL. Agric:ulrura / lndustrialittad6 a la Catalunya del seg/e XIX. Formació i desestrocturacÜJ d 'un
.t i.fliana ttonómic, Critica, Barcelona, 1990. Ofrecen intcrts los artículos de Enrie V1ci:oo 1 Rlus, "Propietat,
accés a la tcrra i distribució del~ ingrc. sos a la Lleida del segle xvm~, Recerques, 12 (1982), pp. 57-90; Monsc•
rrat OuRJ.N 1 PUJOL, "L'evolució de l'ingrés scnyorial a Ca1alunya (1500-1799)", Recerques, 17 (1985), pp. 7-
42. En el ámbito citado debe incluirse Isabel Mou. y Jaume SuAu, "Senyors i pagesos a Ma.llorca (1718-
1860/70), Esrudis d 'Historia Agraria, 2 ( 1979), pp. 95-170. Véase también Caries l\W ERA et al., "Mallorca en
el scgle de la revolució. Estudis sobre el s. xvui", monográfico de Randa, 26 (1990).
112 José Miguel PALOP, Hambre y lucha antifeudul. l.a.t crltls de suhslstencla en Va/encfa (siglo xrw),

Siglo XXI, Madrid. 1977. Poco antes Antonio DOMIJllGUEZ 01rnz, en Sociedad)' Estado en el siglo xYlll
español, Anel, Barcelona, 1976, babia resaltado el diferente grado de severidad señorial en España.
1
,.., Robert Btu.N~R. "Estructura agraria de daScs y d~!.arrollo económico en la Europa preindustnal", ~­
bats, S {1983), pp. 69-92 [original publicado en Post and Presenten 1976), comentarios, respuestas y réplica en
páginas siguienles. 123

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del conflicto en las relaciones de producción en la determinación de los procesos de cam-
bio socíal. Bajo la influencia de esta controversia, los modelos teóricos neomalthusianos
cobraron vigor en las explicaciones de la transición al capitalismo entre quienes todavía
no se habían desprendido de las adherencias circulacionistas actualizadas por lmmanuel
Wallerstein. cuyo libro de reciente traducción al español retrotraía la implantación del
capitalismo a siglos anteriores. 104 El resultado inmediato consistió en la disolución de Ja
revolución burguesa en la 1ransició11, la etapa de larga duración en la cual las relaciones
capitalistas se desarrollan en una formación económico-social, supeditadas a las relacio-
nes feudales pero progresivamente en contradicción con éstas.
La nueva orientación de Jos trabajos académicos comenzaba a dejar a un Lado si habla
fonnas diferentes de poseer y se despreocupaba de la mediatización jurisdiccional, coerci-
tiva, que hacía posible la detracción de la renta y estaba en la base de la explotación eco-
nómica del feudalismo. Quizá porque las formas feudales pertenecfan en el Setecientos a
un pasado en trance de superación, iba perdiéndose la preocupación por la raíz de las con-
tradicciones sociales y los motivos de conflicto en relación con la futura revolución. De
h.11 oro:i.r a.ok~ ,..._n.~,¡;r,..i- ... .a.a A.M .a..I -~-- ~.o. -.v<11t.Aur,..iA.-.. r.a.. .... ,. .. nhn " -,..-... ,....l'lA ..1""' A"" ln

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vu_3'.4l. ~;.31.Q.;) \AJUUGUJt,,\..IUll'll;;:) IJWll "-'1 JllVl,,.;'ll;;:)V UC iJIVUU\A.. IV11 1 :;)C V~O.U4 a. l't;ílt,,..VllU\,A;lJQ.~ Cll IG

esfera de la desigualdad jurídica y de la política, en patente aproximación al modelo expli-


citado por el profesor Artola.
La representación de la sociedad señorial objeto de la revolución ha experimentado
una revisión fruto de consideraciones metodológicas antes que de nuevas constataciones
empíricas, a menudo aludidas pero que se resisten a ser inequívocamente puestas de relie-
ve. Es posible que las evidencias existan, pero como tales comienzan a ser un misterio.
Porque con frecuencia, hasta ahora, han sido resultado de la evolución de ciertas premisas
aplicadas en el proceso de investigación:
l . Como consecuencia de la escisión doctrinal entre territorio y j urisdicción en el se-
ñorío, se ha reducido el marco feudal a una serie de privilegios perfectamente prescindi-
bles para la explicación de la reproducción económica en el Antiguo Régimen.
2. Se ha minimizado la diferencia entre propiedad absoluta y enfiteusis --singular re-
presentación del dominio feudal- basándose en los derechos adquiridos por el censatario. y
- rara demostración- por la ausencia de distinción que de uno y otros hacen las fuentes
fiscales (padrones de riqueza) desde comienzos del siglo XIX. De este modo se ha conside-
rado que la propiedad privada, ciudadana y campesina, estaba firmemente asentada al
menos en la segunda mitad del XVIU y era dominante en el realengo.
3. El arrendamiento ha sido interpretado como una generalización de las relaciones
contractuales bajo el Antiguo Régimen. aJ margen de que generara una renta feudal, esto
es, que estuviera determinada por la capacidad coercitiva de la clase señorial para extraer
uoa parte de plusproducto, frente a la renta capitalista de la tierra concebida como benefi-
cio sobre la propiedad arrendada. La constatación parte del estudio de la función económi-
ca de la tenencia de la tierra aislada del contexto señorial, que pasa a concebirse como una
superestructura polltico-j urfdica.
4. La identificación de relaciones capitalistas de producción en la agricultura en el
siglo xvm, de expresión de una tendencia reconocible pero fuertemente limitada por la
amortización y la vinculación de la tierra -que no cesaba de producirse respe<:Lo a la tierra
libre-, ios ha pasado a convertirse en exponente de una situación muy extendida, en parti-
cular en aquellos territorios en donde la agricultura comercial reemplazó a los cultivos de

,J 1°' lmmanuel WALLt:JlSTEN, El moderno sls1ema mundial. J. la agricultura caplrall.tta y /o.f orlgenes de

Ja et:onomía-mundo europ(!(J en el siglo XVI. Siglo XXI. Madrid, 1979.


1
~ Em11iano FER:\ANl>F.Z DF. PINF.OO, "Coyunl\lra y políticas económicas", en Centralismo, /lustración y
agonía del Antiguo Régimen (J 715-1833). Labor. Barcelona. 1981 (2.'), pp. 55-65 y 161.

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subsistencia. Entra aquí la vinculación entre ''producir para el mercado" y capitalismo,
prescindiendo de las relaciones con las que se produce y de los condicionantes de cual-
quier mercado histórico. Habría que delimitar el alcance de la penetración del capital en la
agricultura -con su lógica de beneficio- durante el siglo xvm, y establecer si llega a domi-
nar las relaciones de producción antes de dar por sentada esta situación.
5. Los estudios sobre la propiedad de la tierra han ido acompañados de un desarrolJo
paralelo de los estudios jurídicos sobre la propiedad. Estos últimos trabajos rara vez han
sido sometidos a discusión por los historiadores ante la superior erudición juridica de los
historiadores del derecho, excepto cuando formulaban modelos explícitos de interpreta-
ción histórica, como sucedía con Bartolomé Clavero y aún en este caso atrajo la controver-
sia sobre sí más por sus criticas a otros autores que por sus ideas sobre la propiedad te"i·
torial feudal o los censos. Sin embargo -con la excepción del propio Clavero y de Tomás y
Valiente- no hemos visto en este punto a la historia del derecho, que en buena medida ha
proporcionado conceptos y concepciones expurgadas de la literatura jurídica, someter sus
fuentes a análisis crítico y establecer los condicionamientos ideológicos de las mismas. De
<:11<'1"11' n11f' ,. rnPnrnin nnc hA ITAncf..nrtn rlirPor.tAmPntP. IAc tr.arlir.innP.<: l ihP.nilP.c r!P.I rlP.rPor.hn

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español: la doctrinaria de Joaquín Escriche o Martinez Alcubilla, la adoptada de Fustel de
Coulangcs sobre la importancia del alodio en tiempos medievales -que explica.ria la conti-
nuidad de la propiedad plena- o aquella que descansa en el krausismo jurídico desarrolla-
do por Hcinrich Ahrcns e introducido en fecha temprana por Sanz del Río para impregnar
el derecho español del Ochocientos. 106 En nuestra opinión, los derechos de propiedad
deben ser entendidos como la formalización normativa de las relaciones de propiedad, que
a su vez son la expresión jurídica de las relaciones sociales; y como tal formalización, ex-
presan la construcción jurídica de la realidad social desde opciones ideológicas y políticas
que el historiador debe saber deslindar de la propia realidad social.
La nueva interpretación sobre la estructura económica y el régimen de propiedad a
final del Antiguo Régimen destacaba la implantación de relaciones contractuales y capita-
listas en el campo, to7 y apuntaba la crisis de las explotaciones nobiliarias ante la dificultad
°'
de captar el excedente agrario por métodos tradicionales. 1 Todo ello auspició la recon-
ducción del tema de la revolución hacia los cambios jurídico-políticos.

°' 1 De: ebtOSaspectos nos ocupamos en E. St::BAsTIA y J. A. P1QU'EAAS, "El precio intelectual de la construc-
ción de una categoría histórica'', en Pervtvenciasfeudafes y rei.'O/ución democrática, pp. 224-236. Un ejemplo
de Ja traSlac1ón del kntusismo juridioo en Mariano PESF.T, Do.t ensayo.t sobre fa historia de fa propiedad de la
tierra, Editoriales de Derecho Reunidas., Madnd, 1982, en panicular en lo relativo a la noción de "enfiteusis", si
bien se trata de una obra sin aparato critico y un tono abiertamente especulativo. Véase t.ambibl la particular
respuesta de Pcset 11 E. SESASTIÁ y J. A . PlQUUAS a las criticas realizadas en este libro y, en general, a la segun-
da parte del mismo, " La cuestión censual'", pp. 151 -274, en su anículo "L'emfütusi al Regne de Valencia. Una
an.:ilis1 jurídica". Esrudis d'Historia Agraria, 7 (s.f.), pp. 99-126, en la que siguiendo una acrisolada práctica del
academicismo español, evita presentarla como réplica para restar beligerancia cient.ífica a quien ae toma por ad-
versario. incidentalmente citado para negarle precisame.nte dicha condición cientlfica.
m Con señalada conrundencia, P. RUIZ ToR:RBS. ''Desarrollo y crisis de la agricultura c:n el Pais Valencia-
no a finales del antiguo régimen", en Ángel 0ARCIA SAXZ y Ramón GARRABOU (eds.), Historia agraria de la
España conurmp<m'urea. 1. Cambio social y nuevas formas <k propiedad (1800-185 0). Critica, Barcelona, 1985,
p. 379, indica que la abolición de lu mitas señoriales favoreció el desarrollo capitilista en la agricultura según
el modelo del Setecientos. En "El Pais Valenciano en el siglo xv111: la transfonrutción de una sociedad agraria
en La tpoca del absolutismo", en Roberto FERNANDEZ (ed.), España en el sfglo XYlll. H<1menaje á Pittn Vi/ar,
pp. 187-203, la tierra seria propiedad de pequeña nobleza, burguesía plebeya y campesinos, mientras los cnfi·
tc:utaS se cons1tleraban a sf mismos sólo contribuyentes; la pequeña nobleza dueña de señorios no sería sino un
grupo privilegiado con una agricultura ''moderna" y comercial que, siguiendo a J. Mtu.AN en Rtntlstas y cam-
pesinos, estaría a C$ballo entre l osjun~ry lagentry (pp. 238 y 240).
1
1"' En opinión de Ricardo Roeu:oo HEJtNÁJllDeZ. "Revolución burguesa en España: la reconversión de los

privilegiados", Estudis d 'Historia Comemporimia del Palr Valenclá, 6 (s.a.), pp. 81-95: w•••el sistema del Anti-
guo Régimen había dejado de ser 50Stén de los pcivilegiados para converttrse en una losa que aplastaba el ruino· 125

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La revolución liberal estaría destinada a restablecer la correspondencia entre econo-
mía de un lado, y Estado y derecho de 01ro. La revolución se produciría, en consecuencia,
por la contradicción entre infraestructura capitalista y superestructura feudal-absolutista,
instancia relativamente autónoma que debía ser adaptada a las relaciones de producción
dominantes y contribuir con ello a la potenciación de las mismas. Lo cual no es mucho
más de lo planteado por la corriente altbusseriana, de la que tantos historiadores parecen
deudores aunque les incomode la filiación, sobre todo a raíz de la crítica que hiciera E. P.
Thompson a un método que no dudaba en calificar de teoricista, ahistórico y dogmáti-
co. 109 Por el contrario, Marx, en Ja Contribución a la crítica de la economía política, ex-
plicaba la revolución por una contradicción que comprendía la totalidad de la sociedad y
venía generada por el freno q ue las relaciones feudales de producción llegan a oponer al
crecimiento de las fuerzas productivas.

Revolución política versus revolución social

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Mientras en la historiografia vigente hasta los años 60 y parte de los 70 se considera-
ba que los cambios no habían sido lo bastante intensos para que pudierd hablarse de revo-
lución social, y se habtan limitado a reformas institucionales, jurídicas y agrarias, en la
última revisión se considera que los cambios estructurales, aquellos que se refieren a las
relaciones económicas y a las clases sociales, se explican en procesos graduales y prolon-
gados al margen de las revoluciones. De ahí que comience a cuestionarse Ja oportunidad
de servirse de la noción de revolución para representar tales transfonnaciones.
El segundo objeto del actual revisionismo se centra en el sujeto que adjetiva la revo-
lución, la burguesía, aun entendiendo por revolución los cambios poUticos que expresan la
lucha por el poder. Dejando a un lado el prejuicio hacia la idea de una clase que llegue a
gobernar, del que no nos ocuparemos por pertenecer a un debate exclusivamente teórico,
las objeciones se dirigen a cuestionar el protagonismo y la intencionaJidad de la burguesía
en el proceso revolucionario. Son las objeciones formuladas también en sectores de la his-
toriografía francesa y británica. 11 º Y suponen en muchos casos un verdadero reviva/ de las

so estado de aquellos viejos terratcnienteS". Para mejorar las cuentas nobiliarias la aristocracia se aproximó a la
burguesía, reconvirtió sus derechos medievales y abrazó la economía de mercado. mientras las compensaciones
económicas contribuyeron a que abandonan sus inclinaciones absolutistas. La t.eoria del pacto se enriquece as!
QOO d05 nuevos elementos: la nobleza bllbria hallado en la revolución burguesa la salvación de sus patnmonios
y el pac10 se babria sellado poniendo precio a su conciencia política.
'" Éticnne BALIBAR, uAccn:a de los conceptos ñmdamcntalcs del materialismo histórico", en Louis AL·
THUSSf.R y Étienne BALIBAA, Para leer El Capital, Siglo XXI, Mbico, 1988 (21." ed.), p. 333: "En el periodo
de transición, las formas del derecho, de la polll.ica, del Esiado, no estin adapcadas, como antes (articuladas en
los limites propios de la estructura de producción), sino desajustadas en relación a la cslnlctura económica".
Con más claridad Ruiz Torres, autor de aspiraciones modclizadoras a trav!s de ~u.<1 tesis-balance, parece seguir
a Mana l IAR.'<ECKER, LoJ conuptos elementales del materialismo histórico, Madrid, 1973 (22.ª cd.), p. 157, en
su cara.eterización de la transición: "una de la.s relaciones de producción basla entonces subordinada empicu a
adquinr un papel cada vez más impol1allce. ha.wi que llega a constituirse en la relación de producción dominan-
te a nivel de la estrucrura económica. Ahora bien, como la estrucrurajurldico-politica e ideológica de dicha for-
mación social no ha cambiado, tendiendo a favorecer las antiguas relaciones de producción dominantes, se hace
necesario que Ja clase que represenia las nuevas n:lacioncs de producción logre el aparato de Esiado para cam·
biar Ju condiciones ideológicas y juridico-pollticas que frenan el des.arrollo de las nuevas relaciones de produc-
ción". La critica de E. P. THOMPSOl'I, no exenta de ciertos excesos, en Miseria de la teoría, Critica, Barcelona,
1981.
110 J. A Gou>sTo e. "Rcinterpretaciooes de la Revolución Francesa", Zona A.bitna, 35-36 (198S),
pp. 129-178. Maria José VtLLAVERDE. "El debate sobre la Revolución francesa", Zona A.bluta, 43-44 (1987),
pp. 221-240; y M. J. VILLAVERDE (comp.), Alcance y ltgado dt la Rewluclón frana:s<l, Editorial Pablo IglC$ias,

_J

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tesis contrarias al concepto de revolución burguesa de las décadas anteriores, desde Alfred
Cobban y Richard Cobb a Fran~ois Furet y Denis Richet, quienes rechazaban que pudiera
hablarse de feudalismo en vísperas de la revolución francesa y la existencia de una burgue-
sía revolucionaria o burgueses al frente de la revolución, y excluían el conflicto social
como causa de la revolución política. 111
Pe.ro una cosa es comprender políticamente los cambios sociales y otra es pretender
explicarlos políticamente. Explicar políticamente supone hacerlo de forma separada de
las contradicciones sociales generadas en el proceso de producción, prescindiendo de las rela-
ciones que contraen los individuos en el proceso productivo. La transición queda reducida
entonces a la esfera de la superestructura: el Estado, el derecho, los derechos de los indivi-
duos, la vida politica y los cauces de representación de opiniones e intereses, aun advir-
tiendo - formalmente- que son inseparable e interdependientes de las relaciones económi-
cas.
De aceptarse ese enfoque, la revolución se produce cuando sectores politicos avanza-
dos pugnan por reemplazar un sistema político y jurldico que discrimina a la población en
_,.. ..J....... A-1 1! - - !- - - - -.h..... .... &..~--'- "' 1-- &... ....L..:1:.rl-...I.-- _ _ ._..,..-.... 1-.... .....- .......... -""~- ....!...l.-.. "" 1....,,. -""

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HILVU uc:a uJmJic;, pu1 uuu 11u1ic;nu 11 i= 1111uu1U11uic;:s pic;1su1J111ic;s i1 W J l{Uic; 1ic;suu1~1uu 11 tu:> 1:1v·
seedores de patrimonio; un sistema en donde el poder absoluto impide la vida política,
reducida a las intrigas de la Corte, por un sistema constitucional en el que el Estado garan-
tice la iguaJdad legal y la unidad administrativa y jurisdiccional, y en el que el parlamento
provea gobierno según la orientación del restringido cuerpo legal formado por el pais pro-
pietario, o cuando menos asuma la responsabilidad de discutir y aprobar las leyes de la na-
ción.
Esos hombres políticos, liberales exaltados o respetables, avanzados o moderados no
deben entenderse como ex.presión de una clase social, la burguesía, o de una de sus frac-
ciones, por más que del resultado de sus políticas puedan deducirse consecuencias favora-
bles para el desarrollo del capitalismo y de una sociedad que genéricamente - y más como
licencia cultural que con rigor social- podría denominarse "burguesa". Según estas tesis,
en ningún caso la actuación política debe confundirse con la expresión de clases sociales,
o al menos de la burguesia, porque seria tanto corno presuponer ésta sin conocer su forma-
ción en cuanto clase. El liberalismo burgués, de hecho, se limitaría a reprimir la revuelta
campesina y a moderar Ja revuelta radical popular urbana, a la que usurpa la victoria des-
pués de que ésta le hubiera obligado a entrar en la vía revolucionaria. 112
La política de la etapa de la revolución no estaría en manos de una clase social, de sus
representantes y portavoces, de su intelligenrsia, de sus intelectuales orgánicos. Estarla en-

Madrid, 1989. Michelle Vovr:LLE, wLa historiografía de la Revolución francesa en vtspcras del Bicentenario",
Trienio, 11 (1988). pp. 3-24. Geoff Et.ev y Willfam llwr (eds.), Revi~ing tire Engli.slr Revolution. Rejlecn·on.s
& Elaboration.s on tlte Work of ChrisUJpher Hill. Verso, Londres, 1988, en particular, Lawrcncc STONE, "The
Bowgeois Revolution of Seventecnth-Century England Revisitcd", pp. 279-288. E. J. Holl.~ BAWM , Los ecos de
la Marsellesa, Critica, Barcelona, 1992.
111
Alfred CoBBAN, la interpretación social de la re\IO/uciónfrancesa, Narcca, Madrid, 1971. Fram;ois
FuRET, Pensar la rew>luciónfrancesa, Petrel, Bar<lelona. 1980. Véase un balan« en Colin LocAs, "Els revisio-
nistes anglosaxons i la ltevoluc1ó francesa (1960-1980)", en J. B i:RTAUD et al., La Revoluclófrancesa: quarre
interpretocions blisiques, L'Avcn~. Banx:lona, 1990.
m Anna M. GAJtCIA Rov1RA, La revoluci6 liberal a Espufl)'O / le.~ classe$ pt>pular..· (1831-1835), Ewno,
Vic, 1989. La aulOnl, proclamandose innecesariamente marxista, excluye de modo deliberado el análisis en tér·
minos de clases argumentando la confusión c:;cistentc en la historiografia española respecto al problema de la
formación de clases. En I~ de categorlas tul problemáticas como "burguesla" y "prolewiado", opta por em·
picar en un e5tudio social categorías tan acreditadas como ~liberalismo" y "poble mcnut" (pp. 17-18). Lamenta·
blemenie detiene su trabajo en 18JS, apenas cuando acaba de comen.zar la revolución antifeudal que las clases
populares pretenden democrática, como bien estudia para Barcelona, esto es, una revolución radical que no de-
fine un marco social distinto del capitalista y que por ello. pese a no estar fomentada por la burguesía, cabe cali·
ficar de democrática-burguesa; o lo que viene a ser igual, el accc:so al capitalismo.

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carnada por una suerte de notables, in individuos de la más variada procedencia: propieta-
rios, magistrados, aristócratas de mayor o menor abolengo, jóvenes abogados, funciona-
rios, toda una élite de fortuna y una élite intelectual dispuesta sustituir en el ejercicio ex-
clusivo del poder a la élite anterior basada en el privilegio del honor y el setvicio. 114 En
palabras prestadas de la ciencia política, Ja revolución expresaría la pugna por el poder del
Estado entre autoridades establecidas y desafiadores excluidos hasta entonces en la toma
de decisiones que les afectan. m
Al tiempo, cobraban carta de naturaleza entre nuestros ávidos "traductores" de mode-
los las tesis de David Blackbourn y Geoffrey Eley sobre la revolución política, contingente
pero no imprescindible para Ja evolución del capitalismo, con la que pretendlan salir al
paso de cualquier determinismo, aun reconociendo que su existencia incidía en la futura
orientación de la economía. Estos autores, cuyo trabajo quedaba referido al caso alemán,
acentuaban también la separación entre transformación social y cambio político, y consi-
deraban que la visión de una burguesía insurgente que actuaba conforme a sus intereses
contra Ja aristocracia sólo ha respondido a un mito europeo. Consideraban también que
11 '-' .. t __ ! f .. L - - - - --- " - ' - - - - 1 ! - - - - - - - - _._ ,,__ __ r _ ___ ! ___ _ - - -...!-.1-- --- - __ ......: L ! I .!

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namar -l'evomcioo ourguesa at amp110 proceso ae mms1ormac1ones soc1wes que pos10rn-
taroo el capitalismo industrial no dejaba de ser la utilización de un término inapropiado. 116
Frente a La idea de transformación que queda representada por la categoría "revolu-
ción burguesa", otros autores se inclinan por teorías alternativas del cambio social, entre
las que se cuenta la teoría sociológica de la modernización.
En 1985 José Álvarez Junco publicó un texto impugnador del modelo teórico de la
revolución burguesa en general y del caso español en panicular. 111 Conviene precisar que
se trataba de una impugnación teórica del modelo teórico, no de su verificación histórica.
ya que el autor evitaba las cuestiones factuales. Refiriéndose a las pretendidas revolucio-
nes del siglo x1x, afirmaba: "lo meridiaruunente claro es que esa nueva sociedad no es bur-
guesa, sino oligárquica de base agraria", consideración que remitia a interpretaciones tra-
dicionales que se podían considerar superadas. Para Álvarez Junco el proceso "iniciado en
1808, no se puede considerar terminado hasta, prácticamente, ayer, con La industrialización
de los sesenta y la transición política de los últimos setenta". En este supuesto, concluye,
"aplicar la palabra •revolución' a un proceso que ha durado ciento setenta años es forzar
los hechos para acoplarlos a lo que no es sino una pésima herramienta histórica. Términos
como 'evolución' o 'tran ici6n' serian más exactos". 111

m Isabel BlJllDta.., La política di! los notables (1834-1836), Edicions Al(ons el Magninim-IVEI, Valen·
c1a, 1987.
11• P11111 Manuel P~ L F.DCSMA, en "Las Cones de Cádiz y la sociedad española", A)'f!r, 1 (1991),
pp. 167-206, la revolución social anricstamcntal no estarla protagonizada por la burguesla sino por una élite in-
telectual y profesional que se erige en representante del pueblo frente a los privilegiados para introducir el ídeal
"m.eritocrático". Prescindiendo de la te;,is de la n:volución, la reforma de las élites ha sido sostenida por Anto-
nio ~ORAW M OYA, Rejlexionl!S sobre el EsuuJq español del siglo XlX, Instituto Nacional de Administración
Pública, Madrid, 1987, para quien durante el iglo xvm se habría producido una sustitución de la "clase politi·
ca" cuando una "élite" de pequeños hidalgos reemplazó a la gran nobleza. La tesis de la revolución de las élites
fue fonnulada haoc; tiempo por Denis RlCtleT, "En tomo a los orígenes ideológicos remotos de la revolución
francr:sa: élite y despotismo" (A.nnalu ESC, 1969); y Guy OtAL"SStNANt>-NOOARU, "En los origcncs de la rtvo-
lución. Nobleza y burgucsla" (Annales ESC, 1975). Ambos en D. R1cHET et al.. Estudios sobre la Re-.'Olucfón
Francesa y el final del Antiguo Régimen, Akal, Madrid, 1980, pp. 9.34 y 35-68.
iu Rod AYA, "Rcconsideración de las tcorlas de la revolución", 7.ona A.hierra, 36-37 (1985), pp. 1-SO.
' '' David BLACKBOURN y OeotTrey El..EY, The Peculiarities of German II'istory. Bourgeols soclety and Po-
liric iJI Ninl!teenth-Century Germany, Oxford Univcrsity Pres , Oxford, 1984. Geoffuy ELl:lv, "Alla riccrca
della rivoluzione borghese: la panicolañta della toria tedesca", Passato e Presl!1ttl!, 16 (1 988). pp. SS.SO.
111 José ÁLvAREZJUNCO, "A vuelw con la Revolución Burguesa", 7.ona Abierta, 36-37 (198S), pp. 81-106.
"' Y añade: " quienes sigan buscando una Revolución Burguesa tcndrin que reducirla a las transfonnacio-
nes legislativas que liberaron las actividades económicas y los medios de producción vínculldos por el Antiguo

_J

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El proceso de transición que Álvarez Junco ofrece como alternativo debía entenderse
como un cambio social, económico y político que conduce al capitalismo y acaba por im-
plicar la implantación de la democracia. En tal caso, debemos interrogamos si la democra-
cia resulta un fenómeno ajeno a las demandas y luchas de los movimientos sociales de los
dos últimos siglos por introducir un sistema liberal y representativo, que para nosotros es
el resultado de la acción colectiva, de las luchas protagonizadas por grupos con intereses
compartidos y por clases sociales que aspiraron a ver reconocidos sus derechos políticos.
Algo después Ruiz Torres llegaba a planteamientos análogos haciéndose eco de las
tesis de Theda Skocpol, autora de un libro cuya publicación en español vino a coincidir
con nuevos planteamientos en ciencia política e historia. 119 Ruiz desdoblaba el significado
de la revolución y pasaba a distinguir una revolución liberal-jurídica -en Ja década de
1830- que tendría efectos sociales pero que no habría sido significativa para determinar
un cambio de sociedad Los cambios sociales -el paso del feudalismo al capitalismo- son
cambios largos, lentos y acumulativos; comenzaron en el siglo xvm y llegan a nuestros
dias. La tesis del alcance Umitado de la revolución burguesa (dos tiempos, dos objetivos)
hacia más llevadera la mutación -revolucionaria en sentido cooemicano- del autor. 120

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--- ------
Ruiz pasaba a diferenciar "revolución burguesa" de "revolución social". La revolu-
ción burguesa no seria propiamente una revolución social que -como diría Skocpol- se
produce pocas veces en la historia:

la revolución burguesa no puede pn:scntársenos como lo revolución social que tenninó con el modo
de producción feudal e impulsó el capitalismo en Espai\a. Esta revolución, si es que queremos se-
guir utilizando impropiamente un ténnino que no está pensado para dar cuenta de este tipo de cam-
bios, fue mucho más lenta y silenciosa Partió del siglo xvm y llegó hasta el siglo XX. Algo que. no
sin razón, ya hablan advertido los historiadores que se resistían a valorar en toda su intensidad los
cambios producidos por la revolución en España, porque consideraban que no habían sido lo sufi-
cientemente importantes como para promover en el siglo XIX la revolución industrial.

Salvando la similitud - literal en ocasiones-- con el artículo de Álvarez Junco publica-


do dos años antes, procuraba enlazar con los autores que con anterioridad cuestionaron la
explicación de la revolución por insuficiente, imprecisa o improcedente. Si para Furet la
"revolución burguesa" era una mala analogia, para Ruiz no dejaba de ser una metáfora ina-
decuada cuando queda referida a Jos fenómenos sociales. El proceso de cambio social
-nos decía- se habría extendido en España entre 1808 y 1936, con los años decisivos de
1834-1836 en los que la revolución jurídica y política le dio impulso además de comportar
wia "reforma agraria" (sic) mediante la cual se puso fin a las servidumbres señoriales, se
estableció un tipo nuevo de propiedad, se abolió la vinculación y se desamortizó, todo lo
cual produjo "una gran conmoción social" (sic). La revolución, aquí muy matizada, queda-
ba limitada al cambio polltico que ratificaba los cambios sociales y los reorientaba. 121

Rtgimen, y en ese caso p<>drtn en efccio situarla hacia los años de la desamol1ización de Mendizábal. Pero eso
es empcqueñeoer el cambio y dejar fuera los procesos económicos propiamente dichos, relacionados con el de-
sanollo técnico (y sólo ést~ pueden dar lu¡ar al surgimiento de una burguesla)" y los procesos poHticos que
conducen a un ~en representativo. ' Burguesía' y 'Revolución' serian ~nninos que se repelen. No hay una
burguesía ' revolucionaria' ni cabe afirmar que la burguesía hubiera protagonizado ninguna aoci6n de este tipo
(p. 105).
"' Tbeda SKOCPOL, l.J>s Estados y las "1>'()/udones sociales, FCE, M~x.ico, 1984 (edición original en
1979).
120 P. Ru12. TOAAES, "Prólogo" a Isabel BUROIEL, La politica de los notables (18J4-18J6), pp. 11-24 .

.J
121 También Furet babia reclamado siruar la revolución francesa en una historia ..infiniwnenre más am·
plia" que comenzaba en lo siglo xv y xv1 a la vez que reivindicaba para el acontecimiento revolucionario su
papel creador de la discontinuidad histórica. despues de rechazar que sus causas hubieran de buscarse en las
oontradícciones sociales. Véase Fran~is F UllET y Oenis R rO i ET, La rn'0/11d6nfroncesa., Rialp, Madrid, 1988,
p. 12.

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Con versiones como las anteriores, comenzaban a cobrar carta de naturaleza en Espa-
ña las propuestas acerca de la revolución transferidas desde la ciencia politica y la sociolo-
gía histórica, disciplinas desde las que se objetaba la rigidez de modelos en los que pre-
suntamente se asignaba funciones históricas a las clases y se establecia vinculos de dificil
comprobación entre relaciones económicas, intereses sociales y práctica política. Extraña
guía teórica la constituida por estas disciplinas para la inmersión empírica de historiadores
di puestos a descubrir el proceso de transfonnación en estudios cada vez más locales. 122
Habrá que preguntarse si el resultado de los nuevos estudios sobre la revolución, pro-
gresivamente limitados a lo político, no estaba implicito en el método escogido. Así, para
Sebastiá:

Resultaria un voluntarismo pretender comprender el fenómeno sin conocer el significado de una re-
volución y de su adjetivación social. En otro caso, solo queda la voluntad de entender empíricamen-
te la revolución: según el criterio personal, prescindiendo de las categorfas, de cada historiador, del
criterio selectivo de aspectos temáticos. Se trata del empirismo con el cual se pretende investigar la
dialéctica. Es sobre todo una contradicción de la ciencia académica. una "tendencia a escindir la

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realidad" en palabras de ViJar. 12.J

6. PARA CO 'CLUIR, PROVISIO ALMENTE

La complejidad de un tema como el de la revolución burguesa, que contiene todos los


problemas del origen de la contemporaneidad y toda la teoría del cambio histórico, nece-
sariamente ha de resultar controvertido.
Según resolvamos la comprensión de la transición del feudalismo al capitalismo, de
la sociedad del señorial a la sociedad burguesa. del absolutismo al liberalismo, estaremos
definiendo los fundamentos de la España contemporánea: la propiedad, las clases, el Esta·
do. Y un sinfin de cuestiones relevantes para la comprensión del Ochocientos español,
como la edificación del derecho, las características de las fuerzas armadas, la creación del
sistema educativo, la función asistencial de ciertas instituciones, la per'Cepción ideológica
de la realidad . ..
En los últimos veinticinco años ha avanzado la descripción y el análisis del proceso
revolucionario burgués. Objetarán algunos que no lo suficiente; pero parece que tampoco
han avanzado demasiado los argumentos que lo discuten, basados menos en evidencias
que en conceptos.
A propósito del tema de la revolución burguesa, en los últimos tiempos se ha practi-
cado una estrategia investigadora guiada menos por Ja voluntad de profundizar en el cono-
cimiento del fenómeno como por la oportunidad de abrazar unas u otras tesis en función
del clima general de aceptación que en cada momento se ha dispensado a Jas diversas in-
novaciones. O quizá fuera más preciso hablar de ''novedades" en el sentido con el que uti-
lizaban este vocablo las revistas decimonónicas dedicadas a importar noticias sobre avan-
ces del progreso junto a la última tendencia de la moda para señoras.
Porque en la mayoría de las recientes revisiones no estamos ante modelos o expli-
caciones deducidas del análisis histórico concreto, ante una tarea basada en el estudio
específico de variables y situaciones específicas desde Ja que pueda edificarse una inter-

122 Eduardo 0 Rn.GA OE LA TORRE, "La problemática de la revolución burguesa en el Pals Valenciano",
Saitabi, XLIX (1989), pp. 119- 132. en un balance de la "controversia valenciana" indicaba cómo en la década
1
de los 80 la prolif=ción de trabajos exclusivamente empíricos, localistas, carentes de reflexión y de abstrae·
ción teórica han contribuido a redefinir la noción de revolución burguesa, una opinión que compartimos.
l2l Enrie SEBAS"TIÁ, ''Cent cinquanta anys de ciutadania", Batlla, 8 ( 1987), pp. 7·8. 131

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pretación más o menos original. En buen número de las recientes revisiones elaboradas
por h.istoriadores españoles encontramos traduccíones de modelos interpretativos, consu-
midos vorazmente y sustituidos pronto por el último libro lanzado al mercado de la "pe-
queña teoría". Quizá se lea mucho - aunque no debiéramos exagerar sobre esto-, se asimi-
le menos y se olvide pronto. El consumo de artículos intelectuales parece regirse por las
mismas reglas estipuladas para los productos rápidamente perecederos: si tardas en apli-
carlos se corre el riesgo de hacerlo cuando hayan caducado.
Servirse de Las aportaciones realizadas en otras latitudes no es lo mismo que traducir
sus tesis y adoptar superficialmente las mismas perspectivas para aplicarlas a una realidad
cuyo estudio se antoja prejuzgado. En la reconstrucción de la realidad histórica -<¡ue ade-
más comprende ineludiblemente su interpretación- tan vano resulta proceder de este modo
como aferrarse a cualquier dogmatismo con el que sustituir la investigación concreta.
Francisco Tomás y Valiente, al hacerse eco de la discusión entre historiadores sobre si
hubo o no verdadera revolución burguesa en España. advertía: "lo que agrupa o separa a
los historiadores a propósito de este tema es el concepto mismo de revolución, expreso o
... - ., __ .. _.,.._ __....: ___ .. __ __:.. __,., t'•
· -· --~.._ ' ~ -L.!L-..1 ----
- - - - --- - ~---·
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La revolución burguesa española. De la burguesía sin revolución a la rev... https://www.jstor.org/stable/40340439?read-now=1&seq=38#page_scan...

1a«:me cu isus rcspccuvos ~cnms . · ~ i:.nucnaase: no isc craMi oc cucsuool::S ~rnu1og1~

sino conceptuales. Ya antes Alcalá Galiano se debatió sobre si merecia el nombre de revo-
lución "la acaecida en España" entre 1807 y 1814. "La resolución de semejante duda
pende enteramente del sentido en que se tome Ja palabra revolución, la cual, en nuestro
idioma, no solía aplicarse hasta tiempos novísimos a las alteraciones del estado, y aun en
lenguas extrañas no significa todo lo que ha venido a ser desde que lo ocurrido en Francia
entre los años 1789 y 1799 Je dio un valor muy subido..." 12s
En efecto, quizá no entendemos lo mismo por revolución, ni por clase social, ni por
lo tanto, por burguesía. Posiblemente la discrepancia se extienda a lo que entendemos por
feudalismo y por capitalismo; también por propiedad feudal. Dudo que compartamos una
idea común sobre el significado y las implicaciones de las relaciones sociales. Sospecho
que nuestra concepción de la historia, del método y de la ciencia histórica es t.ambién di-
vergente. Nos servimos del pasado pero le hacemos preguntas distintas en diferentes idio-
mas. El problema no es que recibamos respuestas distintas, sino que cada VC1: resulta
menor la voluntad de servirse de una lengua franca o, en su defecto, discutir el resultado
de nuestras investigaciones .

.J m F. TOMAs v VAUE."ll'E, Manual de historia del derecho español, p. 404.


m Antonio ALcALA GAUANO, Indo/e de la rei.'Olución en España en 1808, BAE, Obras Escogidas, 11,
Atlas, Madrid, 1955, p. 309.

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abiertamente polemista y un enfoque teórico que Je aproximaba a los planteamientos del
estructuraJismo althusseriano. Ahora bien, no resuJta justo comprender toda su obra ni sus
valoraciones en ese contexto epistemológico, como con frecuencia se viene haciendo por
quienes tomaron partido a raíz de las controversias que él mismo suscitó. Sus aceradas crí-
ticas a M. Tuñón de Lara, J. Fontana y M. Artola, 64 la respuesta de Fontana, la interven-
ción en la controversia de Carlos Martínez Shaw, y la réplica de Clavero a éste, 65 dieron
lugar a una polémica que en aquel momento apenas sirvió para avanzar en ninguna línea
de clarificación teórica e histórica. No obstante, la controversia -a la que debe añadirse un
texto de Femando Pérez Royo 66 contiene observaciones y precisiones de interés sobre la
transición al capitalismo y la revolución, que sin embargo quedaron oscurecidas por las
descalificaciones y la ausencia de interés de propios y terceros en centrar el debate en el
terreno de las ideas, los hechos y las argumentaciones.
Lo cierto es que después de aquellas criticas Josep Fontana aplazó la prometida sínte-
sis sobre la revolución burguesa española, en la que pensaba integrar los cambios hacen-
dísticos, estatales y políticos (objeto de sucesivos estudios), ccooomia y sociedad, aspectos
1 .. · -'"' - - • • - ··--- -- - -LI ! . ! --- _ _ ____ :_ ..J _ _ __..r ___ , _ -- L--

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CSlOS ummos aeuoeraaameme pospuestos; wnpoco puonco un anunc1aao amcu10 soore
sus planteamientos sobre la revolución. 67 Hoy parece haberse alejado del tema y de los
problemas conceptuales y teóricos que le on inherentes, distanciamiento efect"üiidü ~ü
favor de una determinación emplrica con la que hacer frente tanto al teoricismo que repro-
chaba a Clavero como a sus impugnadores positivistas que censuraban el mecanicismo
marxista del que le bacian participe.
Bartolomé Clavero también parece haber orientado su interés a otras cuestiones ai
tiempo que sus trabajos conceptuales sobre la revolución dejaban de interesar a los histo-
riadores en la medida que ganaban en abstracción y se alejaban de cualquier verificación
empírica. Sin embargo los textos elaborados para el debate, "Para un concepto de revolu-
ción burguesa" y " Política de un problema: la revolución burguesa" suponen sendas preci-
siones y la progresiva explicitación de su concepción de la revolución. En el primero se
refiere a la revolución como "la solución de continuidad entre dos géneros diversos de
constitución de la sociedad, entre dos modos distintos de determinación del conjunto de
las relaciones sociales", motivo por el cual entcndia que no podía condicionarse su verifi-
cación al estado de fuerzas productivas, al mayor o menor desarrollo económico e indus-
trial como venían haciendo los principales impugnadores del hecho revolucionario. 61
Pero es en "Política de un problema: la revolución burguesa" cuando comienza a ex·
plicitar un modelo teórico que, en mi opinión, supone una importante evolución respecto a
anteriores trabajos. Va imponiéndose un razonamiento más teoricista que histórico, dcduc-

.. Dartolomé CLWEJlO, "Para un cooccpto de n:voluci6n burguesa", pp. 35·54; y "Política de un pro-
blema. la revolución burguca", en B. CLAVERO et al., Estudios sobre la re\'Ofución burguesa err Elpaíia, pp. J.
48. El primer artículo eStaba motivado por la valoración critica que su libro Mayorazgo. Propltdad /~da/ en
Casdlla habla recibido de~ DE LAAA en "¿Qut hiStoria? Algunas cuestiones de historiología". y el cucs·
tionamiento que en su opinioo hacía Fontana de las conclus1ones a que babia Ue.gado sobre la tranJfonnación
efectiva. de las relaciones de producción, cuando iste toda.via dudaba del alcance real de la revolución española
y scguia creyb'ldolll fracasada .
.., Josep FONTANA, "Sobl'll revoluciones burguesas y auto.s de te", Mienrras tamo, 1 (1979), pp. 25-32. Car·
los MAkttNE.z Siv.w, "Sobre el feudalismo rardlo en España: a18unas acotaciones a B. Clavero", En Teorla, 4
(1980), pp. 163-186. Bartolomc CLAVERO, "Sobre la idea de revolución burguesa: algurul.'l punrualiDlcionc:s a
Manlne:z Shaw", Z.ollO Abierta, 26 (1980), pp. 123-134.
"' Fernando PtRu Rovo, "Hacienda Real y Monarqul1 absoluta. Nota critica sobre la obra de Joscp Fon·
tana", Cwítas. R.eiiista de Derecho Financiero, 5 (cnero-mAno 1975), pp. 202-240.
1
&1 Proyectos anunciados ca J05ep FONTANA, La Revolución Liberal, p. 7; y ''Sobre n:vol~ ion c s y autos de
fe.., p. 32.
" Banolome CLAVERO, "Para un cooccp10 de n:voluci6n burguesa", p. 42. 115

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