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P U B L I C A C I O N E S D E A C T U A L I D A D

REVISTA MENSUAL D EHACIENDA, BANCA, INDUSTRIA, COMERCIO Y SEGUROS

AÑO II, NÜM. 11. 1922

Problemas fundamentales
bancarios.
Negocios escandalosos.

SUMARIO

3 pesetas.
El problema fundamental bancario.
Investigaciones y procesos.
La Administración d e Tartufo.
Miscelánea financiera.
Los n u e v o s e s t a t u t o s d e l B a n c o .
Ordenación Bancaria.
*Santa„ unión para especular con la
producción plomífera e s p a ñ o l a .
A g e n t e s , Corredores y Surupetos.
>nckers y l o s s a l t o s d e l Duero. EDITORIAL " A R C O „

El porvenir del m a r c o . AUGUSTO FiaUEROA, 40


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MADRID
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-^^^a^SFJt?! A ^ ' ^ J í l ^ ° f p e s e t a s . A L I C A N T E , 3.250 í d e m ; 34 p e s e -


tas. A L M E R Í A , 1.664 ídem; 15 p e s e t a s . A V I L A , 918 ídem- 9 o e s e t a s B A -

C E L O N A , dos g r u e s o s volurnenes, 16.820 í d e m ; 140 p e s e t a s . B U R G O S , 1-620


í d e m ; 21 p e s e t a s C \ ( ^ R E S . 824 í d e m ; 13 p e s e t a s . C Á D I Z . 2.6S2 í d e m ; 33
pesetas. C A S T E L L Ó N , 2.153 í d e m ; 21 p e s e t a s . C I U D A D R E A L , '^923
ídem; 35 p e s e t a s C Ó R D O B A 3.004 í d e m ; 25 p e s e t a s C O R U N A , 1.738 í d e m ;
21 p e s e t a s . C U E N C A , 1.816 í d f m ; 24 p e s e t a s . G E R O N A , 2 770 ídem- 27 np
setL. G R A N A D A l . ^ I í d e m ; 24 p e s e t a s . G U I P U Z C O A ^ l . s r f d e m ' 18 p e -
setas. G U A D A L A J A R A , 2.438 í d e m ; 28 pesetas. H U E L V A 1 216 ídem- 17
p e s e t a s . J A É N , 2 . 4 1 4 ídem; 31 p e s e t a s . L É R I D A , 1 585 í d e m - 2 0 n e s e t a s
L U G O , 484 ídem; 8 p e s e t a s . M A D R I D , 5 821 ídem; 70 t^esetas M A L A G A "
62 peseta^. O R H N S E . 513 ídem; 11 p e s e t a s . S A L A M A N C A , 735 ídem- 12 o e -
s e t a s . S E G O V I A . 3 . 9 1 6 í d e m ; 3 4 p e s e t a s . S O R I A , 579 ídem; 11 p e s e t a s T A -
R R A G O N A , 3 . 9 8 5 í d e m ; 40 p e s e t a s . V A L E N C I A , 114 p p s e t a s . V A L L A -
D O L I D , 2.298 í d e m ; 28 p e s e t a s y V I Z C A Y A , 2.344 í d e m : 23 p e s e t a s .

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REVISTA M E N S U A L D E H A C I E N D A , BANCA, INDUSTRIA, C O M E R C I O Y S E G U R O S
AfÑIO I I . N Ú M . 11. 1 9 2 2

Problemas fundamentales
bancarios.
Negocios escandalosos.
Esta Rev sta no tiene otro objeto que realizar
una 1 b ,r de moralidaü imparcial y severa. Y
para nuestro mejor desenvolvimiento, dentro de Precio del ejemplar
esU norma que nos hemos trazado, no artmitite-
mos subvenciones ni anuncios de Casas de Banca,
ni de Sociedades de Seguros, ni de nintuna clase
3 pesetas.
de estahlecimirntos de crédito.
Atrasado: 4 pesetas.

SUSCRIPCIÓN
EXTRANJERO 4 0 p e s e t a s al afio.
ESPAÑA 3 6 p e s e t a s al a ñ o .

DIRECTOR

A . R. LÓPEZ DEL A r c o
E D I T O R I A L " A R C O „
AUGUSTO FIGUEROA, 4 0
MADRID
TskCrONO 24-T7 M . Apartado 2 1 *

ripresentacióim

Cuenta corriente con los Bancos Rambla de l a s F l o r e s , 20


de Es aña, Hispanr.-Americano, BARCELONA
R . 0 de la Plata y Castilla.
de los númsros de "Publicaciones de Actualidad,,
3 PESETAS CADA NÜUEBO

Húmero I: La situación bascula.


Políticos y financieros.—Banco de Tarrasa.—El Crédito y la fruerra.—El
prestigio y la política del Banco de Barcelona y acaparamiento.—La téc-
nica de la suspensión de pagos.—Consejeros, directores y empleados.—El
Banco Mercantil de Barcelona.
Mtiniero U: Como funcionan las oligarquías político-financieras.
La opinión pública y las cuestiones financieras.—Sobre la organización de
los Bancos y su funcionamiento.-El horror a la inspección fiscal de los
Bancos y Sociedades anónimas.—La «matanza» y el Mercado libre de Va-
lores.—Don Francisco Cambó al trabajo.—Sindicato de asociación de Ban-
queros de Barcelona.—La Catalana de Gas y Electricidad.
Número III: La crisis bancaria y los responsables de la situaeiún tinaneiora.
Sobre un documento importante.-Arqueos a la casualidad.—La compra de
duros sevillanos. - Los responsables de la situación del Banco de Barcelo-
na.—Los gestos del Sr. Cambó.—Más sobre el Banco de Barcelona.—Los
beneficios de los negocios españoles en 1920.
Número IV: Irregularidades de los Bancos j Sociedades anónimas.
El Sindicato de Banqueros y las influencias contratadas.—Necesidad de una
inspección del Estado en los Bancos y las Sociedades anónimas. - Deficien-
cia del Código de Comercio.—La actuac ón bancaria y el problema del
crédito.—h.i aiiorro y los negocios.—Los Bancos extranjeros en España.—
El Sindicato de Banqueros de Barcelona y sus emisiones.—Una mués ra
de los «afíaires» nacionalistas.—Empiezan los procesamientos.—Más cau-
tela, señor Cambó.—Los hulleros y las eléctricas.—Manejos reprochables.
Número V: El Banco de España trábala sin capital y fuera de & ley.
Número VI: Los escftndalos especulativos financeros.-Bancos que se derrumban.

i u »
j i L u i i c a u c i<» u j v . c 4 i . u n _ a . ^ i u u j u i j ; a i s e au resiaoiecimiento.—i^a «rsan-
ca Italiana di Sconto» quiere la dilación de los pagos. - Enseñanzas que se
desprenden de la crisis.—Bancos que se derrumban,—Los transportes ur-
baños
ha-nos y v la economía.
economía
Número VU: Los Altos Hornos contra el Interés general. - El rédmen de los Ban-
cos y las cuentas corrientes «in Interés.-De ¥iilaverde a Cambó.
Número VIII: Inc«pacidad intelectual de algunos directores de la Banca. - Causas
de los desastres pasado».-Más «cerca de loa responsables financieroi.
Número IX: La codicia de la Banca.—Los modernismos bancarios.
Número S:La dictsdurft económica y Uieipeculaclcnes escandalosas dalos ( r i n -
des ne&ociOB y la banca.
El problema fundamental bancario.

Los períodos de depresión económica, así como en general los de


trastornos de la economía de una nación, van inevitablemente enlaza-
dos con sucesos bancarios, en los que determinada institución de esta
especie suspende pagos, quiebra, o simplemente cesa en sus operacio-
nes o liquida.
El espectador de estos sucesos que desee conocer las causas de
los fenómenos económicos no podrá menos de preguntarse: ¿Por qué
son los Bancos en las economías nacionales, a la manera de la sensi-
tiva en el reino vegetal, dotados de una sensibilidad, más que exquisi-
ta patológica, puesto que no pueden seguir su vida normal tan pron-
to soplan vientos un poco fuertes en dichas economías?
¿No habría medio de evitar tales males, ya que precisamente en
los períodos de depresión económica es cuando más necesario es el
auxilio otorgado por los Bancos? He ahí las preguntas a las que tra-
taremos de dar contestación satisfactoria en el presente artículo.

Los Bancos son organismos comerciales, mediadores entre los que


poseen capitales y los que necesitan de los mismos para atender a
distintos fines de la vida.
El que desconozca la manera de funcionar los Bancos podría ser
- 4 -

sorprendido por el hecho de que, siendo la generalidad de éstos com-


pañías mercantiles con capitales efectivos o nominales, de importan-
cia, acuden siempre al público para obtener fondos, en vez de aumen-
tar su capital acciones, como ocurre con frecuencia en las sociedades
de otras especies; así como es un fenómeno extraño para los deseo,
nocedores de esta especie de la actividad económica, el ser regla ge-
neral la no emisión de obligaciones bancarias.
La razón de esta conducta, al parecer tan extraña, nos la da el in-
signe economista Carlos Gide, en sus Principes d'Economie politique
(París, 1901), en los siguientes términos: La primera ocupación del
banquero es procurarse capitales ajenos. Sin duda puede servirse del
propio, pero en tal caso sus beneficios serían escasos. La frase de
una comedia célebre: «Los negocios se hacen con el dinero ajeno» es,
en materia bancaria, la expresión de una pura verdad económica. Y
lo que pide el banquero al público no es capital destinado a inver-
siones definitivas, por el que tendría que pagar una elevada tasa de
interés, sino el capital circulante, flotante, que se encuentra en nues-
tros bolsillos o en nuestros cajones en dinero metálico. En todos los
países hay en esta forma un capital considerable que no se ha fijado
en ninguna parte, que no hace nada, que no produce nada y que es-
pera el momento de ser colocado.
De esta suerte se realiza un drenaje de la circulación monetaria y
los Bancos disponen de capitales a precios módicos.
Mas ese dinero, que sin los Bancos y banqueros sería, en efecto,
signo de energía no utilizada, factor de riqueza infecundo, tan pron-
to como llega a las arcas bancarias presta servicios útilísimos: difun-
de el ciedito, abarata el interés del dinero, y, a través de los canales
bancarios, llega al Comercio, a la Industria, a la Agricultura y hasta
al Tesoro público. ¿Cómo puede decirse de ese dinero que es infe-
cundo, que está parado, frase ectereotipada en las cuartillas de muchos
periodistas al referirse a las cifras que consignan las cuentas corrien-
tes de los Bancos?
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Más de una vez se ha dicho que había que castigar a ese (pinero
con impuestos; otras, que había que obligarle a salir de su escondite,
para que se dedique a empresas industriales. A sus tenedores se les
tacha de antipatriotas, de cobardes, o por lo menos, de pusilánimes y
de faltos del enérgico espíritu de empresa.
Pues bien: supongamos que esa cruzada persecutoria no es deteni-
da por el buen sentido econónico, ¿qué ocurrirá? Que los capitales se
esconderán en cajas de seguridad o volverán a ser enterrados en las
clásicas ollas, y entonces sí que se conseguirá que haya dinero v e r -
daderamente parado e infecundo.
Pero privados los banqueros y los Bancos de ese ensanche ilimi-
tado de sus capitales, que para ellos supone el ajeno atraído por la
cuenta corriente, la Agricultura y la Industria hallarán dificultades
para obtener préstamos bancarios (en las múltiples formas de cuenta-
corriente de crédito con garantía real o personal), para conseguir des-
cuentos de letras u otros instrumentos de giro, y hasta el Tesoro en
sus empréstitos y el rentista en los servicios bancarios de cobros y
pagos sufrirán por repercusión un estado de restricción monetaria
debido simplemente a un error económico, no desvanecido a tiempo.
Infiérese de lo expuesto que la aludida función bancaria colectora
del capital flotante e indeciso es sumamente útil y no debe ser im-
pedida.
Ahora bien; ¿por qué el tenedor de ese capital se ve inducido a
entregar sus fondos a un Banco?
El que guarda en su casa su dinero flotante se expone a ser roba-
do. El Banco promete su custodia gratuita; mediante una pequeña c o -
misión unas veces, sin ella en algunas, el instituto bancario presta al
tenedor de fondos en cuenta corriente los servicios de cajero (efectúa
cobros y pagos por cuenta de dicho tenedor, le evita las molestias del
cobro de cupones y amortizaciones), y en ocasiones entrega un inte-
rés pequeño por los fondos depositados. A pesar de todo esto el B a n -
co ofrece al cuentacorrentista a la vista la entrega en el acto de las
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cantidades que desee, en los límites de la suma total depositada. ¿Es
después de todo esto maravilla que el público, seducido por tantos
beneficios y comodidades, entregue su dinero satisfecho?
La conducta de los Bancos con respecto a sus clientes parece ser
opuesta a la que razonablemente deben observar estos institutos de
crédito.
Poseídos por compañías mercantiles, cuyo fin es el lucro, ofrecen
custodiar depósitos de numerario gratuitamente y aun abonar - loh,
irracional promesa!—el depositario, que presta el servicio gratuito, al
depositante cierta cantidad; es algo así como si se fundase una empre-
sa ferroviaria para efectuar transportes gratuitos de mercaderías y
personas, pagando además el porteador al cargador o al pasajero una
prima como adición al servicio gratuito,
¿Cómo explicar lo ineAplicable?
Los Bancos no dejan ni un momento de tener por norte el lucro;
no son ni pueden ser institutos benéficos. Los Bancos utilizan los
fondos depositados por sus clientes en sus operaciones bancarias,
conservando en numerario una cierta cantidad proporcional a los de-
pósitos, cantidad que es suficiente para atender las retiradas de fon-
dos en tiempo normal. De esta suerte, con capitales por los que no
pagan interés o uno muy bajo, obtienen grandes beneficios. Las de-
más compañías mercantiles tienen que abonar el interés normal del
dinero a sus obligacionistas; los Bancos, gracias a las palabras anfi-
bológicas «cuentas corrientes», sin declarar que toman a préstamo
cantidades disponen de ellas como si les fuesen prestadas. Tan boni-
to negocio tiene un riesgo: el Banco promete lo que no puede cum-
plir: entregar a la vista las cantidades que se le confiaron, siendo así
que las invirtió y no puede devolverlas; por eso, tan pronto se inicia
una depresión económica, se proyecta la más ligera sombra sobre el
crédito bancario, el edificio, que no tiene base sólida, se derrumba
con estrépito y queda a vista de todos que lo que parecía muro macizo
no era sino mi telón pintado, sostenido por débil armazón de madera.
- 7 -

Gráficamente representa S. Pratt en su obra The Work of V/áll


Street, el crédito bancario por una pirámide invertida, que se emplea
comúnmente como el símbolo de la inseguridad.
Llega así claramente a plantearse lo que nosotros denominamos el
proüema fundamental o básico bancario, que a primera vista parece
insoUble.
Es indudable que los Bancos son instrumento indispensable
para las economías nacionales; lo es asimismo que para su funciona-
miento adecuado requieren recoger e invertir el capital flotante o sin
inversión; es indiscutible que las promesas de devolución sin plazo
constituym un enorme riesgo para estos institutos bancarios, y que
mientras sabsista el riesgo los sucesos tan lamentables y lamentados
de suspensión de pagos ocurrirán inevitablemente tan pronto aparez-
ca en el horizonte el más ligero signo de tempestad económica.
¿Hcy medio de evitar que esto ocurra?
Si Sí encontrase ese medio, se habría resuelto satisfactoriamente
el probfema fundamental bancario.

***

Es ya un lugar común, cuando de Bancos se trata, proclamar como


panacea la inspección de los mismos por comisionados gubernativos.
Lejos de nosotros la idea de rechazar la severa fiscalización de estos
institutos, antes bien, sin ella afirmamos que el problema no puede re-
solverse; pero la fiscalización no basta, porque ella sola no aumenta-
rá el numerario disponible para pagar a los depositantes cuando, pre-
sos de pánico, acuden a retirar todos sus depósitos.
Si impedimos en absoluto que los Bancos inviertan los fondos que
se les entregan, mataremos estos establecimientos y condenaremos a
la infecundidad el dinero flotante de una nación; si permitimos la in-
versión, el mal que lamentamos continuará y el problema fundamen-
tal bancario no tendrá solución.
- 8 -
He ahí por qué hemos ideado una fórmula mixta jurídica: establéz-
canse, claramente definidas y separadas, dos formas de entrega di
fondos a los Bancos; el verdadero depósito, forzosamente letribuído
por el depositante al depositario, sin que quepa ni gratuidad en el
servicio ni inversión por el Banco de los fondos que reciba por fSte
conducto; y las imposiciones, con o sin interés a favor del imponente,
a la vista o a plazo. En estas imposiciones se fijará un tanto por cien­
to que deberán conservar los Bancos en numerario, pudiendo d resto
ser invertido en operaciones prudentes a corto plazo. Estos Bancos
estarán facultados, y así se hará constar en el acto de la entrega de
inversiones, para escalonar las devoluciones en plazos, que al efecto
se prefijaran, aunque se pacte la devolución a la vista, tan pronto, a
juicio del Consejo de Administración bancario, circunstancias genera­
les o particulares lo exijan, devolviendo en el acto la proporción que
corresponda de la imposición dada la relación entre el numerario que
ha de tener siempre disponible el Banco y la totalidad de las sumas
impuestas. Para las inversiones a largo plazo los Bancos emitirán
obligaciones.
Evítanse de esta suerte las desigualdades injustas entre el que ad­
vertido a tiempo retira todos sus fondos y el que no obtuvo la devo­
lución de ninguna parte de sus entregas. Fiscalizadas las operaciones
bancarias, los imponentes pueden confiar en que con el transcurso de
un plazo relativamente breve, podrán disponer de sus capitales. Se
evita la intervención judicial de las suspensiones de pagos o quiebras
y el descrédito anejo a estos procedimientos. Permite ese medio re­
ponerse al Banci>, transitoriamente en situación apurada, sin cesar un
solo día en sus operaciones. Conjura los grandes pánicos. Evita que
la cesación total de pagos de un establecimiento bancario cree una si­
tuación difícil en una región, y que, por los inevitables enlaces pro­
pios de las relaciones mercantiles, la suspensión de pagos o quiebra
de un establecimiento provoque la de otros. Por último, el que quiera
verse libre de toda contingencia entrega en depósito bancario sus
- 9 —

fondos y sabe que en todo momento puede disponer de ellos, cesando


el equívoco actual, tan perjudicial a los Bancos como al público en
general.
La medida que proponemos, desarrollada con acierto y apoyada
en una severa fiscalización, constituye una regla de higiene bancaria,
que habría de ser muy útil si se adoptase en nuestra patria.
EMILIO M I Ñ A N A .
Investigaciones y procesos.

£|emplo « legnlr.

Hemos recibido una carta de Nueva York, en la que un amable


comunicante nos da la noticia de haber sido procesados varios corre-
dores de Bolsa—equivalentes a nuestros agentes colegiados de Cam-
bio y Bolsa—, por consecuencia de la investigación del procurador
del distrito, con prácticas ilegales. Todos ellos de influencia notoria
y apellidos conocidos. Entre ellos James E. Cratf; Williams Hermán y
Henry Spitz, miembros de la firma Craft y C.*, fueron detenidos y
conducidos ante el juez Crain, por quien, después de oírles alegar su
inocencia de los cargos formulados, fueron puestos en libertad
bajo fianza de 7-500 pesos cada uno| Joseph D . Sugarman, de J. B. Su-
garman y C." se ha presentado voluntariamente ante el mismo juez, ale-
gando también ser inocente y siendo puesto en libertad bajo fianza de
pesos 10.000, y en igual caso se encuentra Luis Kory, de Kory y C.°,
cuya fianza se ha elevado a pesos 15.000. Anteriormente a éstos, fue-
ron detenidos o se presentaron otros seis corredores más. Y todavía
quedan en libertad treinta de los cuarenta y uno que fueron proce-
sados.
Estos casos son los dignos de imitarse; no hay que copiar leyes
porque sí, o, a todo conceder, por presunción de fácil cultura, que a
veces repugnan a nuestras necesidades y costumbres; pero sí hay
— 11 —

que inspirarse en estos casos concretos, que pregonan rectitud de


intenciones y prestigio en las autoridades.
Sería menester que en España tomasen buena nota de esto los
Gobiernos y los Banqueros, para evitar que puedan ser mal inter-
pretadas y viciosamente puestas en práctica por parte de algunos
Agentes de Cambio y Bolsa las atribuciones que les están conferi-
das, unas veces por desconocimiento, otras por ligereza, y algunas
por algo peor. T o d o esto trae malas consecuencias, pues la opinión
de un agente pesa tanto que se la sigue sin discutir, y asi se ha dado
el caso de que en Bilbao representen una cantidad Je muchos millo-
nes de pesetas, de miles de millones, las invertidas en divisas ex-
tranjeras por consejo de los agentes de Cambio y Bolsa.
No somos partidarios, nunca lo fuimos, de la Asociación de! Mer-
cado libre de Valores existente en Barcelona, pero debieran los agen-
tes de comercio de Bilbao estudiar esta asociación para implantarla en
aquella plaza.
Como un mal menor.
La Administración de Tartufo.

«.Aquí es mentira todo:lopeiueño y lo grande; lo trans-


cendental v lo insgniflcaate: des'e el presupuesto del
Estado hasta el Ba'a';ce de un Binco cualquiera, desde el
Códis'o hasta las ordenanzas municinales, desde el catas-
tro hus a el camino vecinal en el urdea de las compara-
riones mi.teriales; y e n e i de 'as de otro más elevado no
dig-amos; la politina es un disfraz de negociantes; la banca,
una reunión de tiburones; el derecho, favor o venganza;
la a ministración, venalidad o torpeza... Y de moral no
hablemos. >

La moral es, entre nosotros, tapadera de acciones más


indiifnas. No hay iuerés mezquino que no se acoja «1 pa-
l e l l ó n d e l a e q u i d d, de la candad o de l« justicii. Em-
presas que burlan a accionista en la cuenti de b-neflcios
y explotan inicuamente a sus element s de trabajo, desti-
nan hipócritament-' a sus obreros U ' a pequeña par e de
lo que en 'a soldada les r ban, bajo el B u g e s l i v o epígrafe
de participación de la mano ae ('ra; emi-^iooes referentes
a neg-ocios fantásticos se lanzan al mer ado por eatidades
de I uen nombre, pero mal llamadas de crédito, para si-
tuarlas totalmente, con un tan o por lítulo y a pretex o de
patriotismo, en lascuenta-" de los clientes incautos y fuera
de la propia cartera; bajo fórmulas de protección se admi-
ten nul.es de empleados mérito ios, renovados trimest al-
íñente en empresas bancarias para organizar, sin retribu-
ción, servicios • len cobrados en :ps que asi todo es ganan-
cia; no hay negociante de concesiones, de estos que bus-
can y consiguen enormes lucros cediendo por millones lo
queobtuvie • n gratis, que "O haga alarde de las solicita-
ción, B patrióticas del interés público como nuima única
de sus i'ombinaciones; no h^y t H h u r , ni farsante ni ex-
plotador del juego, n i ' utondad que tolere, con su cuen-
ta, esa lepra que no os huble coa énfasis seráfico de la Ca-
ridud.>
(De Banda Financiero, número 355. Madrid).

Hemos leído una crónica que su autor denomina «Incoherente»,


en la que se dicen muchas y buenas cosas. En ella, el cronista - /uan
del Camino—se nos presenta como el escritor conciso y enjundioso
que ya conocíamos, y directores de revistas hay, de aquellas que
recaudan sesenta mil duros y más de publicidad solamente, que se po-
- 13 -

dían dar muy satisfechos con firmar artículos semejantes. Pero no es


tan fácil esto como parece; unos no lo harán porque no acertarán a
hacerlo, otros porque no se verán asistidos por sus jefes para ello, y
algunos porque no les convenga expresarse en ciertos términos, en-
contrando más cómodo sumarse al corro de los fustigados que al de
los instigadores. No todos tienen la contextura moral para llamar a las
cosas por su nombre cuando se tiene el tejado de vidrio. Suponga-
mos que hubiera en este sector de la Prensa patria algún escritor an-
teriormente encartado en asuntos criminales; supongámosle corregido
y arrepentido en términos tales que merezca la protección de sus je-
fes, directores y superiores, aunque alguno de éstos tenga categoría
de ministro. Pero aun suponiendo todo esto, es mucho exigir iseñorl,
la pública penitencia, la confesión en voz alta, el auto cauterio. Fero,
vamos a lo que íbamos.
En esta crónica, «El dinero de Judas», se llama, se habla con tonos
elevados y de una justa indignación, del mal social del día, de la pla-
ga del día: del juego que se consiente y hasta se fomenta en nombre
de la caridad, de la equidad o de la justicia, hasta el extremo de que
se habla incluso de reglamentar tan funesto vicio en consideración a
los altos fines de humanidad que a su sombra se cumplen, principio
inadmisible, pues nunca el fin justificó los medios, y si ahora, de golpe
y porrazo, fuésemos a admitir teoría opuesta a este principio pudié-
ramos llegar a someter a disciplinas reglaméntales por fines de caridad
al hurto y al asesinato, y a concederle una gran cruz a Diego Corrien-
tes, el ladrón de Andalucía, el que a los ricos robaba y a los pobres
socorría. Pero Juan del Camino tiene «una fe absoluta en los destinos
de la raza»; no se indigna demasiado por esta farsa ni ante el uso fa-
risíaco que se hace de la caridad.
T o d o esto es verdad; pero aún hay algo más de lo que en esa <cró-
nica incoherente» se dice, y este algo más es que la caridad que se
practica al pairo de estas anormalidades ultramodernas del juego, el
jazz, el jimmy y el éter, es la caridad bien entendida la que empieza
- 14 -
por uno mismo. Otra caridad no la hay en España. Empecemos por-
que es casi de actualidad por ese retacito de caridad cristiana que
llamamos «Fiesta de la Flor». No vamos a decir que se administre
mal el dinero que de esta colecta se recauda ni que sean ciertos los
rumores epigramáticos que en los primeros años de esta institución
corrieron sobre el número crecido de retratos de señoritas con manti-
lla a la usanza española que se observó por aquellos tiempos; ni va-
mos a recordar, aunque esto es cierto y del dominio público, denun-
cias y quejas; como asimismo las cuentas presentadas por acaudala-
das damas protectoras de la obra que al rendir cuentas descontaban
unas míseras pesetas para pago de meriendas y refrescos, sin tener
en cuenta que el sacrificio de aquella cantidad risible al lado de la
que diariamente invertirá en superfluos la ilustre recaudadora, hubie-
ra mejorado la suerte de pobres enfermos que no meriendan ni refres-
can ni aun comen lo necesario, siendo esta la causa de su mal; ni he-
mos de hacer hincapié tampoco, porque eso no es de nuestra incum-
bencia, en la mescolanza hoy evitada, de los primeros puestos petito-
rios, donde al lado de la respetable señora duquesa y de la burguesi-
ta «bien», figuraban la Fulana y la Mengana, artistas de género ínfimo
ascendidas al tablado desde el fregadero, cuando no algo peor. Pero
sí hemos de decir que los Sanatorios para enfermos pobres siguen en
la mente da algunos altruistas utópicos, pues en los existentes no se
encuentra asistencia por menos de cincuenta pesetas diarias ni hay
pobres recogidos en ellos, pues los que como tales vemos en las foto-
grafías de los periódicos, en estudiadas poses formando un grupo
ante Sus Majestades o cualesquiera otros visitadores insignes con los
que conversan sonrientes, ni son enfermos ni ese es el camino feliz-
mente para ellos, y sí tan solo «comparsas de la beneficencia» paga-
dos a tanto unos con otros para el momento de la información, para
que hagan un brillante desfile ante las autoridades y reporteros des-
pués de haberlos tenido ensayando todo el tiempo necesario. Porque
en eita tierra que habitamos»,
- 15 -

que cantaban en la popular zarzuela, ha de ensayarse todo: desde


los desfiles benéfico - humanitarios hasta los desfiles bélicos ante
los monumentos inaugurados. Y cuando se trata de algo que no ad-
mite ensayos ni repasos, como la campaña de Marruecos, no vemos
claro.
Y si de esta manifestación privada y voluntaria del socorro pasa-
mos a funciones más amplias, más generales, más sociales, no mejora
en lo más minimo nuestro campo de observación. El Monte de Piedad,
a despecho de su nombre, del simpático y atrayente nombre que lleva,
es un negocio mal encubierto, un negocio de egoísmo que en lugar de
evitar la usura la fomenta; pues no siendo el que va a empeñar un
sujeto que haga un negocio de previsión ni que piense en el día de
mañana, sino que al acto de la pignoración preside un agobio del
momento, si por un objeto que vale dos mil pesetas, en el Monte le
dan setecientas y en un despacho de compraventa mercantil mil tres-
cientas, a éste acuden, aunque la operación sea a más corto plazo, los
intereses mayores y no den resguardo ni documento acreditativo de
la operación. Con lo cual hay más facilidades para perder la prenda
emprestada, en mejor servicio de la política codiciosa del Monte de
Piedad; pero se ha salido del caso apurado-
Vemos, pues, que en este concepto en que tenemos y aplicamos a
la caridad todo es ficticio, todo es falso, todo es convencional menos
una cosa: el juego, precisamente aquella de la que más generalmente
se maldice. El juego es lo único real que hay en España. Así, al m e -
nos, nos lo decía un amigo que practicaba esta diversión de los jue-
gos de azar, en la cual iba perdiendo toda su hacienda, cuando le re-
conveníamos por ello y le decíamos cariñosamente: Pero, hombre, ¿tú
por que juegas?> «Porque es la única verdad que he conocido.> Si y o
empleo mi dinero en comprar géneros ingleses bien puedo tener la
seguridad de que me los den catalanes; si le invierto en acciones de
una mina, bien seguro puedo estar de que tal mina se anega; si le de-
dico a papel del Estado, en vez del cuánto ofrecido me darán tanto me-
- 16 -
nos por los deccuentos e impuestos. Sólo en la ruleta me dicen que si
sale mi número me darán treinta y cinco veces lo que he puesto, y si sale
mi número me dan las treinta y cinco veces el tanto que yo expuse.»
Verdad. Pero esta certeza no amengua la repulsión con que vemos
mezclarse con aplicaciones de caridad el dinero del vicio y del cri­
men, llamado en «Mundo Financiero» por Juan del Camino «el dinero
de Judas», y administrado por Tartufo para mayor dolor y amargura
de los corazones sanos.
Notas de la Redacción

El exceso de original y el deseo de ir publicando, según los vamos


recibiendo, los artículos que nos remiten nuestros ilustres colabora-
dores, nos ha hecho retirar de varios números la sección bibliográfi-
ca, como igualmente nos obligó a interrumpir nuestros artículos sobre
la Papelera.
Unos y otros serán continuados en cuanto las circunstancias de
tiempo y espacio así nos lo permitan.

***

En nuestro número anterior quedó sin publicar una nota de la re-


dacción que decía:
«Con honda satisfacción, tanto por lo que representa de honor per-
sonal para nosotros como de acierto en el servicio de los gustos de
nuestro público, ponemos en conocimiento de éste que desde el pre-
sente número contamos con la colaboración del gran periodista A l -
berto Aguilera y Arjona.
Conocido de todo el público que se interesa por las cuestiones
económicas, sociales y políticas. Aguilera y Arjona, el batallador pe-
riodista, paladín esforzado de toda causa noble y corazón y cerebro
siempre despierto ante las demandas de la democracia y la verdad,
cuenta con un número grande y fiel de lectores y admiradores.
Su conducta como concejal del Ayuntamiento de Madrid refrendó
bastantemente su austeridad de publicista.»
Insertamos hoy esta nota como saludo al nuevo compañero, lamen-
tando no haberla publicado en su debida ocasión.
iiscelánea financiera.

Hechos edlfloantes.

«En la Banca todo son relumbrones. La gente no se detiene a me-


ditar en el mecanismo de las operaciones bancarias- De lo contrarío,
procedería con mayor cautela.»
Este juicio o lamentación, que atribuye un periodista a un ecuáni-
me comerciante gallego, parece referirse a esas entidades - numero-
sísimas, desgraciadamente-que olvidando determinados preceptos
del Código de Comercio rozan el Código Penal al dedicarse a cierta
clase de especulaciones con el dinero de sus clientes y eluden la pu-
blicidad de sus balances, y cuando los mandan a la Gaceta los pre-
sentan falseados; pero está formulado a la vista del lamentable espec-
táculo de ruina que ofrece en el mundo de los negocios la vieja Banca
de Galicia-
En los años de la guerra europea todo fué holgura y bienestar.
Los banqueros de las cuatro provincias del Noroeste, cansados de
sumar provechos y acumular beneficios, pretendieron invadir las más
vastas zonas de la industria nacional, no vacilando en comprometer
enormes créditos en arriesgados negocios de navegación y en audaces
intervenciones exportadoras; es decir, no se interesaron en operacio-
nes de modesto lucro y positivas garantías, sino en agios escan-
dalosos.
De un barco de cabotaje salió el membrete de un millonario; de
— 19 —

una Compañía de Seguros marítimos surgió el prestigio comercial


ficticio de los modernos Cresos, y , alguna que otra vez, los residuos
de una quiebra fraudulenta incubaron una deslumbradora fortuna.
Terminada la guerra, las mercancías almacenadas con vistas a
imperar en el mercado perdieron la mitad, lo menos, de su valor; los
fletes decrecieron rápidamente y los buques dejaron de ser máquinas
de acuñar moneda de oro. Y aconteció entonces que un buque que
costara más d e un millón de pesetas tuvo que ser vendido en 15 ó
20.000 duros.
En un corto plazo de tiempo han sucumbido la Casa Pérez y d e
Andrés, la de Hijos de Francisco Deza y la de Pedro Romero. A estas
situaciones de quiebras hay que añadir centenares de suspensiones de
pagos desde 1919 hasta la fecha.
Han fracasado con estrépito todas las ambiciones, y la impetuosa
ola arrastra a un sinnúmero de modestos capitalistas, c u y o s ahorros
fueron invertidos en negocios oscuros, dificiles e impropios d e la
Banca; y ante las quejas de los perjudicados, el Gobierno se muestra
indiferente y la justicia se inhibe, como si los encargados de aplicarla
y de exigir las debidas responsabilidades desconocieran el texto del
vigente Código Penal.

* *

Conocidas ya la mayoría de las Memorias de ias Empresas ferro-


viarias, puede afirmarse que los resultados del ejercicio de 1921 han
sido para las mismas bastante más satisfactorios de lo que ellas venían
anunciando con vistas al proyecto de Ordenación Bancaria.
Los ingresos por los diversos conceptos del tráfico han superado
a los obtenidos en 1920, resultando tanto más apreciables estos aumen-
tos cuanto se han producido sobre sumas importantísimas a que nunca
se había llegado.
Pero, ¿la partida de gastos?, preguntará el lector. A ello contesta-
- 20 -

remos que la generalidad de las Compañías procuran acentuar la nota


de crisis o agobios que han venido explotando desde 1914; es decir,
inflando aquéllos como si las circunstancias fueran las mismas ahora
que entonces para enternecer al Gobierno y conseguir la codiciada
autorización de aumento de tarifas.
Sabido es de todos que esas circunstancias han variado mucho;
que los precios del carbón y de los materiales han abaratado bastante;
que las Empresas no han realizado nuevas obras, ni adquirido nuevo
material a su costa (no hay que tomar en serio eso de los anticipos
reintegrables), y que la mejora de los sueldos del personal y aumento
de plazas para compensar los efectos de la reducción de la jornada de
trabajo, no alcanza las proporciones que se cacarean.
Si las Compañías insisten en aparecer como víctimas, como Em-
presas en crisis o al borde de la bancarrota, confirmarán el concepto
de pésimas administradoras, de ineptitud que de ellas y de sus res-
pectivos Consejos y Direcciones tiene el público y procede su inter-
vención, porque un servicio de tan decisiva influencia en el desarrollo
económico del país como el de ferrocarriles, no debe estar a merced
de unos cuantos plutócratas y especuladores.

*
* «

Los conceptos justísimos e imparciales que expusimos en nuestro


anterior número de PUBLICACIONES DE ACTUALIDAD acerca de la
actuación del Banco Hipotecario de España no han sido—¡natural-
mente!—del agrado del Consejo de Administración del mismo.
El hecho nada tiene de extraño y hasta es lógico, ya que aquí,
por virtud de no sabemos cuáles procedimientos o razones de indiscu-
tible peso, la censura a entidades de cierta naturaleza o a personas
de algún relieve social es un caso insólito, una cosa excepcional.
Cuando los legisladores de 1876 concedieron al Banco Hipotecario
de España, creado por noventa y nueve años en 1872, el privilegio de
- 21 —

emitir Cédulas, creyeron indudablemente que esta institución especial


habría de beneficiar a la economía general del país y, dentro de ella,
a una de sus ramas más importantes: la agraria.
Nosotros, que conservamos nuestra libertad de acción, que nos
movemos con entera independencia, opinamos de buena fe y a la vista
de datos precisos que el Banco Hipotecario, por equivocaciones—sea-
mos piadosos al c a l i f i c a r - d e su alta dirección y absorbente política
de sus administradores, ha degenerado, de una institución creada para
los altos fines de servir y fomentar el crédito, tan necesario a una de
las ramas más importantes, abandonadas y en perpetua crisis de la
economía nacional, en un centro de préstamos onerosos, tanto o más
que los que contrata cualquier usurero particular.
No hemos censurado, ni es cuerdo censurar, que el Banco, al con-
ceder tal o cual cantidad, exija determinadas formalidades, compruebe
y valore la garantía, aspire a cobrar los plazos estipulados, etc.,
etcétera
Contra lo que vamos e iremos es contra todo abuso, tanto obli-
gando a la aportación de documentos innecesarios, a trámites costo-
sos y dilatorios, a imposiciones de tal o cual entidad a los efectos del
seguro, cuando todas las que funcionan en España están dentro de
la ley y ofrecen las mismas garantías; pero, sobre todo, contra el alto
interés que cobra, la irrisoria cantidad que concede sobre el valor real
de la finca, el injustificado percibo de un 0,60 por 100 de comisión
constante sobre la de 1 por 100 que y a ingresó al formalizarse el con-
trato y, por úUimo, contra la desigualdad irritante de trato entre el
modesto prestatario que hipoteca para subsisfir, para hacer frente a
verdaderas necesidades, y el influyente o niño bien que realiza un
negocio o derrocha su patrimonio en el cabaret con las cocottes.
A las necesidades de crédito de la agricultura no ha llegado a des-
tinar el Banco ni la mitad de los capitales que ha invertido en présta-
mos sobre la propiedad urbana, sobre la que ejerce un verdadero
monopolio hipotecario.
- 22 - I
De 1916 a 1920 se ha acentuado esa preferencia, según prueban
los datos que siguen: ^

Préstamos sobre rdstlca. Préstamo» sobre urbana.

1916 6.861.600 pesetas. 1916 24.827.250 pesetas


1917 7.759.600 . 1957 28798.500 .
1918 5.863.200 . 1918 34.438.250 >
1919 5 623 000 » 1919 37.622.550 .
1920 8.294.500 . 1920 68.485.960 »

En 1920 el importe de las Cédulas en circulación e» representación


de los préstamos ascendía a 347 millones, y en el decurso de 1921 ha
emitido títulos 5 por 100 y 6 por 100 por valor de 108,5 millones,
cuya necesidad no está justificada más que por pingües operaciones
bursátiles y financieras.
Insistimos en que el Banco debe rectificar una política que en nada
le favorece y se aparta de su verdadero objeto; pero, sobre todo,
medir con el mismo rasero al ministro o ministrable que hipoteca, al
amigo del Gobernador (se han dado casos), que al modesto terrate-
niente o dueño de finca urbana cuando se atrasan en el pago de los
semestres.
Los nuevos Estatutos del Banco.

AoolonlBtaa y ConsoJeroa.

A los cinco meses de vigencia de la ley de Ordenación Bancaria,


que con una desconsideración sin precedentes impuso al Parlamento
el Sr. Cambó, realizando una de las finalidades que le impulsaron a
aceptar últimamente la cartera de Hacienda, ha dejado redactado la
comisión nombrada al efecto y previa declaración oficial de la sufi-
ciencia financiera de los veinte señores componentes de la misma, los
nuevos Estatutos que en lo sucesivo regularán el funcionamiento del
Banco de España.
Aunque con relación a esta entidad, a la que están sometidos todos
los poderes del Estado, no cabía esperar rectificación alguna en orden
a los errores, grandemente funestos para el pais, que han caracteri-
zado su política, no podíamos, sin embargo, sospechar que a esa
veintena de técnicos no se les ocurriera más, después de largas cavi-
laciones, que aumentar las dietas de los Consejeros y la gratificación!
ya espléndida, del Gobernador. A no otra cosa se reducen los flaman-
tes Estatutos, en los que el crítico más benévolo y mejor dispuesto no
encontrará un sólo precepto que pueda estimarse iniciador de un sin-
cero propósito de enmienda, de sana y acentuada orientación.
El hecho no tiene nada de extraño, porque aparte de las crisis de
la ética que uno y otro día nos hemos visto obligados a subrayar

V»,
" líJlBKítl
«.^
-TA —

en estas páginas de PUBLICACIONES D E ACTUALIDAD, sabemos por


amargas experiencias, como lo sabe la industria y el comercio, como
lo saben todos los españoles, que en las altas esferas de nuestra Banca
privada y oficial se ignora cuál es la verdadera y elevada misión de
un Banco y, sobre todo, de un Banco de emisión. De aquí que el
nuevo régimen represente una claudicación más de nuestros Gobier-
nos en cuanto a la política prometida e impuesta hace años por los
abusos del Banco privilegiado, ya que se ha acatado en aquél todo lo
que convenía a los intereses de éste, y que los novísimos Estatutos
consagren, consoliden y agí aven toda suerte de errores y ambiciones.
Estado y Banco estrechan su inteligencia, intensifican su colabora-
ción para impedir la expansión del crédito; con el disfraz de una par-
ticipación gradual del Tesoro en los beneficios, se garantiza el exce-
sivo interés que ya perciben las acciones; la forma en que se ha
aumentado el capital hasta la suma de 177 millones de pesetas, o sea,
canjeando cinco de los discutidos Bonos por tres de las 54.000 crea-
das, equivalen al acaparamiento de unos títulos que integran un capi-
tal a cuya constitución todos los españoles tienen derecho en suscrip-
ción libre y pública, y, por último, y esto es sensible en grado sumo,
Estado y Banco conspiran contra el valor de la moneda, perjudicando
enormemente a la economía nacional.
Aquél abandonando la política monetaria preconizada por los
mejores tratadistas ha inspirado a éste la absurda teoría de que desde
todos los puntos de vista está facultado para obtener utilidades cre-
cidas y, en su consecuencia, no ha vacilado para lograrlas, sin pre-
ocuparse de los resultados que de su conducta se derivarían para el
país.
Las de 1921 han excedido a las de 1920 en la nada despreciable
suma de 47,1 millones de pesetas, cifrándose en 119,8 millones, de los
que han percibido las acciones 66 millones y los Bonos 15 millones.
Dichos 66 millones representan un dividendo de 220 pesetas por
acción, remuneración superior a todas las conocidas y más del duplo
- 25 -

de la mayoría de las registradas en los diez años anteriores, según se


desprende de los datos que siguen:
1911, 95 pesetas; 1912, 95 id.; 1913, 95 id.; 1914, 100, id.; 1 9 1 5 ,
100 id.; 1916, 100 i d . ; i p i 7 , 100 id.; 1918, 105 id.; 1919, 125 ídem;
1920, 130 id.
Las mencionadas cantidades de pesetas equivalen a un 19 por 100
del valor nominal de la acción en los años de 1911 a 1913; de 20
por 100 en los cuatro siguientes, o sea, de 1914 a 1917; de 41 por 100,
en 1918; de 25 por 100, en 1919; de 36 por 100, en 1920, y de 44
por 100, en 1 9 2 1 .
Se ha dicho en algunas publicaciones que esos dividendos no lle-
gan a los que reparten otros Bancos de emisión de Europa, y esto es
inexacto. El Banco de España, volvemos a afirmar, está perfectamente
organizado tan sólo para obtener el mayor beneficio posible a costa
de las actividades del país, y en confirmación de lo expuesto veamos
l o q u e desde 1911 a 1920 han repartido a sus accionistas los más
caracterizados e importantes establecimientos similares europeos, a fin
de que el lector saque de la comparación de cifras las consecuencias
oportunas:
Inglaterra. Francia. Alemania. Bélgica. 't'"»-
9«,„ 14 \ 5.86 0,; 16,60 0,0 7,50 «i.
9» 16 . 6,95» 16,80» 7,66»
9 . 20 » 8,43 . 17 » 8 .
10» 19 » 10,24» 10,50. 8 .
10 » 20 » 8,97 . 4 . 8 .
^ ° 10 . 24 » 8,68 » 4 . 8 .
10 » 24 . 8,72 . 4 u 8 .
10 . 24 . 8,68 » (*) 60,50 . 8 »
10 » 24 . 8,79 » 17 » 9,16 .
'920..., 10 . 25.50 . 8,70 . 20 . ¡10 »
Volviendo sobre los nuevos Estatutos, hemos de insistir en que no
modifican en el sentido de mejora el actual régimen, y que la cacarea-
da intervención que se da en la alta administración del establecimien-
to a las representaciones de las Cámaras de Industria y Comercio y de

(*) Por aplicación de l9&.t|m§npnjtes^de^lgs años de guerra. ^ ..


- 26 -

las Corporaciones agrícolas oficiales no pasa de ser nominal. En lo


que atañe a la ordenación de la Banca privada, segunda parte de la
obra del Sr. Cambó, a la que se le ha concedido una importancia y
transcendencia que no tiene en realidad, desde cualquier punto de
vista que se la considere, cabe decir, lisa y llanamente, que se crea un
nuevo cacicato y un irritante monopolio del negocio en daño del inte-
rés general, bastando a justificar este asunto los nombres de los ele-
gidos para formar parte del Consejo Superior Bancario. Todos y cada
uno de los designados pertenecen a la oligarquía políticofinanciera
que en Cataluña, en el Norte y en Madrid ha dejado y viene dejando
amargos recuerdos de su actuación, y de cuya impunidad protesta
airadamente la opinión pública española.
En la elección de dicho Consejo Superior o Supremo no ha predo-
minado, como convenía, el criterio de la suficiencia, de la capacidad,
de la técnica que hemos preconizado en estas mismas columnas como
único medio de regenerar y reorganizar la Banca, sino la influencia,
el compadrazgo y la asociación de elementos vinculados a la política
activa a manera de garantía y marchamo para toda suerte de combi-
naciones y especulaciones.
Contra lo que cree la generalidad de las gentes, los Estatutos apro-
bados por la Junta de accionistas no lo fueron por unanimidad. Mu-
chos de éstos trataron de exponer su opinión contraria a ciertos extre-
mos consignados en aquéllos, pero fueron arrollados por los incondi-
cionales.
El caso no es nuevo y al hablar de él nos referimos a la casi tota-
lidad de las Sociedades.
Los Consejeros, con olvido manifiesto de sus deberes, descono-
ciendo o aparentando desconocer que el Consejo de toda entidad no
es ni puede ser otra cosa que la representación delegada de los accio-
nistas, el administrador de los intereses sociales, que tiene, no sólo la
obligación de rendir cuentas de su gestión a los administrados, sino
también formular con la anticipación y la claridad debidas las pro-
— 27 —

puestas que juzguen beneficiosas a la colectividad, a fin de que ésta


las avalore con sus indicaciones y las autorice con su voto, creen, por
el contrario, que los accionistas, al elevarlos a la dirección de la E m -
presa, hicieron formal renuncia de todos sus derechos, y voluntaria-
mente se adjudicaron el secundario papel de decir amén a todo cuanto
los Consejos de Administración, convertidos en amos y señores de la
Sociedad, estimen conveniente realizar.
Claro es que los primeros responsables de este mal, que con carác-
ter epidémico se va extendiendo a gran número de Sociedades, son
los accionistas que lo consienten y que desde el primer momento no
hacen respetar sus derechos, exigiendo a los elementos directivos el
exacto cumplimiento de sus deberes y obligaciones.
Pero unos por apatía y otros por inconsciencia, ello es que los
accionistas, en su mayoría, se reducen voluntariamente al papel de
comparsas, contribuyendo asi a fomentar el autoritarismo y la descon-
sideración con que son tratados y de que tanto se lamentan en el
terreno particular.
Hay, naturalmente, excepciones; pero de nada sirve que un accio-
nista proteste y recabe el reconocimiento de sus derechos, si los demás
no le secundan y con paciente sumisión acatan y fomentan las extra-
limitaciones que, por interés propio, debieran evitar.
ORDENACIÓN BANCARIA
(Continuación)

CAPÍTULO CUARTO
ORDENACIÓN B A N C A R I A . . . QUE NO ES ORDENACIÓN

El fraoaiado Banoo de Banooa.-Problemai


de olrouUoión.~i:.o qae no dloe el Código.

Cuando por virtud de la audacia del Sr. Cambó y de la indiferen-


cia de las Cortes quedó aprobado el proyecto de Ordenación Ban-
caria, vigente en la actualidad, opinamos acerca del primer articulo
del mismo que el Ministro de Hacienda, a fuerza de exagerar la im-
portancia de su obra, se había limitado a ampliar la circulación de
billetes sin cobertura en el preciso momento en que todas las naciones
procuran limitar la suya y a consolidar la depreciación de nuestra
moneda, por cuanto la nueva ley imposibilita la solución del problema
monetario mientras esté en vigor; y respscto al segundo artículo, esti-
mamos que, a pretexto de reglamentar la banca privada, la había
convertido de industria libre en industria democratizada, monopoli-
zada e intervenida por un organismo que no ofrece garantías de im-
parcialidad.
De estos juicios han participado y participan varios escritores
especializados de reconocida autoridad, y hasta en la Prensa extran-
jera los hemos visto glosados y rematados con la afirmación de que
el Sr. Cambó ha errado en aquello de hacer al Banco de España un
Banco de Bancos.
Según la base 8.' del artículo 1." de la ley, el Banco de España
concede una bonificación en el interés que tenga establecido para los
descuentos en cuanto estas operaciones las realice a través y por me-
— 29 —

dio del descuento de los Bancos, banqueros y Sociedades de crédito


adscritos al régimen que se establece en el art. 2.°. Dicha bonificación
es del 1 por 100 cuando el interés que aplique el Banco a las respec-
tivas operaciones sea el del 5 por 100 o tipo superior, y se reducirá,
en caso de ser inferior al 5 por 100, en la proporción necesaria para
que equivalga a una quinta parte del tipo de interés que aplique el
Banco para sus operaciones directas.
Aparte otras muchas consideraciones que sugiere el contenido
transcrito de la base 8." y de las cuotas que en la 9.* se atribuyen al
Tesoro con destino al reembolso de los pagarés de Ultramar y a la
constitución de un fondo de garantía, creemos oportuno consignar las
siguientes:
La Banca privada podrá tener interés en beneficiarse de las boni-
ficaciones, pero aquí se impone una distinción entre los grandes Ban-
cos de depósito de reconocido crédito y solidez y los Bancos locales
que atraviesan una situación difícil, y es de presumir que los prime-
ros sólo acudirán al redescuento del Banco en los momentos de crisis»
mientras que para los segundos el recurso del redescuento se conver-
tirá en una función normal, traduciéndose en un desarrollo conside-
rable de sus operaciones.
El Banco de España no será en lo sucesivo, como pretende el se-
fior Cambó, un Banco de Bancos, porque seguirá operando por cuenta
propia, y en cambio los Bancos cuyo crédito ha decaído en estos úl-
timos tiempos, se verán estimulados a aumentar sus operaciones
hasta límites incompatibles con la cuantía de su capital propio; y esto,
unido a la baja del interés, dará nueva vida a la especulación y podrá
provocar una crisis que eliminará a algunos Bancos, dejando sólo
subsistentes los grandes establecimientos de crédito, que seguirán
operando por su cuenta, y el Banco de España, que seguirá compi-
tiendo con ellos.
Y esto ocurrirá así, porque la finalidad del Sr. Cambó de que
exista en España una banca privada potente no se conseguirá articu-
- s o -
lándola con el Banco de emisión, sino reduciendo éste a su verdadero
papel, para lo cual sólo hay dos procedimientos eficaces: o el de la
ley federal de 1913 de los Estados Unidos, o el de la ley inglesa
de 1844. El primero consiste en limitar las operaciones que los Bancos
de Reserva Federal puedan hacer directamente con el público y obli-
garles a tratar todas las demás por medio de los demás Bancos (Ban-
cos privados con facultad de emisión, Bancos de Estado y Trust
Companies). El sistema inglés consiste en limitar la cifra de emisión
en descubierto del Banco, el cual no puede operar más que con esta
suma y con los fondos de sus depositantes. Acotado así el terreno,
queda amplio campo a la Banca local, y ésta, por el limitado número
de billetes que circulan, tiene que estimular las cuentas de cheques,
establecer Cámaras de compensación, crear Sucursales y tomar todas
las medidas necesarias para que la circulación se active. Cuando en
circunstancias extraordinarias los medios de pago no bastan, se acuña
moneda de oro y la situación se normaliza.
Tal es el proceso normal de la Banca en Inglaterra, pero es porque
allí se dan dos requisitos esenciales: el patrón oro con la libertad de
acuñación, en virtud del cual jamás puede encontrarse un deudor sin
medio legal de hacer un pago con moneda de pleno valor, siempre
que tenga activo suficiente para adquirir oro y convertirlo en moneda,
y la circulación fiduciaria al descubierto limitada a una cifra, que es
en el fondo la misma que se fijó en 1844.
Como en nuestro país no se acuña moneda de plata, porque ha per-
dido su valor intrínseco, y sólo el Estado puede acuñarla, aunque no
lo hace ni debe hacerlo para no determinar la baja en los cambios y
el alza en los precios, ni de oro porque tiene prima, no hay otro me-
dio legal de efectuar pagos que los billetes del Banco de España. Y ,
naturalmente, la circulación crece, y crece más de lo debido por ia
razón de que (en virtud del margen de emisión concedido por la nue-
va ley) hay unos cuantos centenares de millones que no vienen repre-
sentados por efectos mercantiles.
— M —

El auge, pues, de la Banca privada inglesa y el desarrollo del che-


que, ha sido una consecuencia del Acta de 1844, limitando la esfera
de actividad del Banco de emisión y dejando a aquella en plena liber-
tad de acción, sujeta, naturalmente, a las leyes-
Pero entre nosotros, la seguridad que tiene el Banco de España
de que sea cual fuere el volumen de billetes que dé a la circulación,
jamás tendrá que preocuparse de su convertibilidad, porque el billete
no es convertible en moneda internacional, le quita la sensación de
responsabilidad en sus operaciones, y por esta razón las alteraciones
del interés en el exterior no le afectan mientras tenga billetes para
poner en circulación o Gobiernos que permitan ampliarlos.
Por esto en España puede darse el caso de que en plena normali-
dad se agote el margen de billetes y se eleve el interés; y viceversa,
en épocas de crisis pueda rebajarlo por habérsele autorizado para
ampliar la circulación, como en el caso presente, razón por la cual la
regularización del precio del dinero es entre nosotros absolutamente
arbitraria y no responde a ninguna finalidad.
Con el régimen que establece la flamante ley de Ordenación Ban-
caria del S r . Cambó, los medios de pago éstaián exclusivamente en
manos del Banco de España y el precio del dinero lo fijará el Banco
de España también.
Pensar que en este ambiente pueda desarrollarse un sistema de
Banca privada fuerte y vigorosa, con la Cámara de compensación in-
clusive, es una gran equivocación. Declarar, como declaró el señor
Cambó en ocasión de los debates parlamentarios provocados por su
proyecto, que la industria bancaria no debe ser librejí es otra equivo-
cación.
Tal como se concibe la necesidad de un control para la Banca,
parece como si en España no hubiese leyes que rijan los actos mer-
cantiles y como si el Consejo Superior Bancario tuviese que impro-
visar una legislación nueva, cuando en nuestro Código de Comercio
hay unos artículos 177 y 178 que prescriben las operaciones que pue-
- 32 -

den hacer los Bancos de depósito, un artículo 180 que manda que
tengan en Caja en metálico la cuarta parte de sus depósitos y cuentas
corrientes, un artículo 182 sobre la contrapartida del pasivo y un ar-
tículo 183 mandando que los Bancos publiquen mensualmente sus
balances en la Gaceta.
Lo que no dice el Código, porque no puede decirlo, ya que no se
inspiró en principios intervencionistas, es que se prohiba, como podrá
hacerlo el Consejo Superior Bancario, el establecimiento de Bancos en
las plazas que no les acomode a los banqueros actuales, se limite el
capital con que puedan establecerse, se señale la relación entre este
capital y los depósitos y se fijen hasta los tipos de interés que deban
abonarse a estos últimos.
En todas estas medidas no vemos más que un proceso de buro-
cratización de la Banca. Sometida ésta a una tutela dictatorial, que
ejercerán sobre ella el Banco de España y los de Madrid, en unión
del Comisario Regio, se transferirá moralmente al Consejo Superior y
al primer fracaso que éste no pueda evitar, la confianza y el cré-
dito, que han de ser inseparables de estas instituciones, desaparece-
rán, en beneficio exclusivo del Banco de España y de la Banca e x -
tranjera, únicos que tendrán libertad de acción, pudiendo operar como
les plazca, establecer agencias donde les convenga y fijar los intereses
y comisiones que les cuadre, sin sujección a normas ni proporciona-
lidades.
El Sr. Cambó no ha acercado con el procedimiento de crear un
Banco de Bancos, ni ha conseguido constituir el organismo único
que se proponía, ni articular la Banca privada con el Banco de emisión.
Lo que ha hecho es iniciar el anquilosamiento y la decadencia de
la primera, como el tiempo se encargará de demostrar, salvo que la
organización burocrática de la Comisaría se venga abajo dentro de
pocos años, como pudiera muy bien suceder.
JUAN DE ROCA.
(Continuará).
" S a n t a , , unión para especuiar con la produc-
ción plomífera española.

Sabido es que con el fin de conjurar la crisis que sufre hace tiem-
po la minería del plomo, se creó una Comisión mixta de mineros y
fundidores encargada de fijar periódicamente los precios de los mine-
rales plomíferos y platíferos, teniendo en cuenta para determinarlos,
entre otros datos o factores, los gastos de fusión, el tipo de los fletes
y la cotización del mercado de metales de Londres.
Al contrario de lo que se esperaba—si no fué un pretexto ese or.
ganismo pasa favorecer ciertos intereses—, la crisis, lejos de conju-
rarse o aminorarse, se ha agravado por virtud de los manejos de la
Compañía de Peñarroya, de su administrador en España Conde de
Romanones, Orchardson y Enthoven y otros extranjeros, que han he-
cho de nuestro país campo de sus granjerias.
Los fundidores, entre los cuales se encuentran todos los grandes
negociantes citados, han venido elevando los gastos de fusión ale-
gando el precio de los carbones, y pareciendo a los mineros despro-
porcionado aquel aumento, pidieron en una de las reuniones de la
Comisión mixta que el representante de Peñarroya en la misma ma-
nifestase el precio a que vende esa Empresa los de Puertollano, con-
t estando que no estaba autorizado para facilitar esos datos.
- 34 -

El mismo sistema es el que emplean Peñarroya y Enthoven en


cuanto afecta a los fletes del plomo, cuya exportación vienen mono-
polizando estas dos aprovechadas firmas.
Ante tan censurable y nada correcto proceder, no sabemos que
haya tomado medida alguna el alto representante del Gobierno en la
mencionada Comisión mixta para garantir los justos precios que de-
ben tener en el mercado español la plata y el plomo metal. ¿Es que
teme contrariar a Peñarroya, a Romanones?...
Peñarroya, que posee minas en la sierra de Cartagena, Orchard-
son y Enthoven y la Metalurgia de Mazarrón, o sea Francia, Inglate-
rro y Alemania representadas en esos tres grupos, olvidando todo el
pasado en aras de la fraternidad comercial, se han fusionado para
especular en gran escala con la producción plomífera española, po-
niendo en actividad y plena marcha las fábricas de fundición que tie-
nen acaparadas; y contando con la ayuda de Romanones esperan tri-
plicar sus beneficios a costa de mineros y obreros.
Ante la Comisión mixta sigue planteada la cuestión a que nos
referimos, de suma transcendencia para los intereses generales del
Erario público y la industria minera, y de su resolución justa y equi-
tativa depende la vida económica de una de las fuentes principales
de la riqueza nacional.
El representante de los mineros de Cartagena, en las últimas
sesiones celebradas, con valentía y espíritu altamente patriótico, ex-
puso el problema en esta forma: Que cuando en los mercados espa-
ñoles se vende el plomo a 800 pesetas los 1.000 kilogramos, a los
mineros se les paga a razón de 554,45 pesetas, y además que no hay
razón alguna para en la fijación del precio base tomar sólo el tipo de
Londres, prescindiéndose de los del mercado español y de los de
Francia, Bélgica y otros países a los cuales se exporta.
Parecía lógico que acerca de esta cuestión existiese unanimidad
entre mineros y fundidores, puesto que a ambos beneficiaría que el
precio del plomo se fijase por el real y efectivo en que se vende en
- 35 -

España y en los demás mercados de Europa; pero con extrañeza v e -


mos las contestaciones del representante d . Peñarroya, de conformi-
dad con los demás fundidores, de que el precio de 800 pesetas los mil
kilogramos que se hace pagar al industrial español son precios del
comerciante al por menor, pero que ellos venden al curso de Londres,
que viene fijándose como precio base, y no se puede admit.r otro.
Ante negativa tan rotunda, a pesar de atinadas observaciones de
quien tiene autoridad para formularlas, de ser éste un problema muy
complejo por la dificultad de obtener datos fehacientes y auténticos
de los mercados sustitutos del de Londres y la dificultad no menor de
que todos estuvieran de acuerdo acerca de estos mismos datos y de
los resultados que de los mismos se derivasen, procede exammar
detenidamente esta grave y antigua cuestión, que afecta directamente
a los intereses del Erario público y es causa de la decadencia y ruma
de la industria minera española de minerales de plomo y plata.
En primer lugar, entendemos que si efectivamente se trata por
los tenedores y vendedores de plomo desplatado en España de no
seguir lesionando los intereses de la Hacienda pública española, con-
tribuyendo, por tanto, a dar la solución debida al problema mmero-
metalúrgico, es de necesidad que se concrete y se haga constar para
lo sucesivo, sin que esto suponga efectos retroactivos, s. el precio
base a fijar por el curso de Londres para deducir el valor de los mi-
nerales a entregar al fundidor en compra-venta, es el del plomo de
obra argentífero o del refinado y desolatado, puesto que sin la con-
f o m i d a d de este dato por ambas partes contratantes no hay posibili-
dad de resolver el pleito planteado-
Peñarroya desplata y refina la casi totalidad de plomos argentífe-
ros que se producen en España, y por tanto, de su decisión depende
la solución de tan grave problema; pero en este aspecto principalí-
simo de la cuestión planteada de si el precio base es del plomo argén-
tífero o del desplatado, la contestación dada a los mineros por su
representante es bastante ambigua; porque, por una parte, Peñarroya
- 36 -
vende los plomos en España al curso de Londres, por el que viene
fijándose en todas las sesiones que celebra la Comisión mixta, y ese
precio se refiere al lingote de plomo argentífero español nominalmente
cotizado en la Bolsa de Londres, y por otra parte, dicho represen-
tante dice que el precio de 800 pesetas los mil kilogramos son pre'
cios de comerciantes al por menor, pero que ellos venden al tipo de
Londres, con lo cual no cabe duda afirmar de manera categórica que
es el precio del lingote refinado y desplatado; y esta afirmación de
Peñarroya la corrobora el presidente de la Comisión mixta en suS
manifestaciones de no ver clara la diferencia de precios del plomo en
los distintos mercados, entendiendo que, dada la relación mercantil
que liga a todas las naciones, tienen que unificarse los precios de una
misma mercancía.
Teniendo en cuenta las afirmaciones del presidente de la Comí'
sión mixta y de la Sociedad francesa minera y metalúrgica de Peña-
rroya, de acuerdo con los demás fundidores, se ve claramente que
existe unanimidad en que el precio base para deducir el valor del mi-
neral lo sea el del plomo desplatado y refinado; y debido a esto, nada
más justo y equitativo, para no lesionar los sagrados intereses de la !
Hacienda pública y causar la total ruina de la industria minera, que
tener en cuenta y atender la petición formulada por algunos elemen -
tos, que no tiene nada de compleja, porque no se trata de sustituir
mercado por mercado, sino, sencillamente, buscar un precio base
para liquidar los minerales en razón directa con los precios en que el
plomo desplatado y refinado español se vende tanto en Espafia como
en Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Portugal y demás
naciones de Europa, a las cuales se exporta, cuyos precios son todos
iguales, sin más diferencia que los gastos del centro productor al
punto de desfino, a excepción del español, que sin tener gasto de
transporte, por razones de tarifas arancelarias (partida 472 del Aran-
cel de importación), queda a merced del que se quiera fijar por lo8
tenedores del plomo desplatado y refinado.
- 37 -

Determinado concretamente el dato del precio base si es con rela-


ai plomo de obra argentífero o al desplatado y refinado, el ásan-
os de una claridad meridiana y fácilmente se comprende que lo que
^•icede no es otra cosa sino que indebidamente, y con perjuicio mani-
esto de la Hacienda pública y la industria minera, se toma como pre-
^'0 base la cotización nominal en la Bolsa de Metales de Londres del
''"Sote de plomo argentífero, permitiendo nuestros gobernantes en
todo tiempo la obra explotadora de minerales de plomo y plata, sin
Pensar que es imposible en economía política que pueda depender la
actividad de esta industria española de los manejos especulativos de
^na Bolsa extranjera.
Peñarroya afirma que vende sus plomos en España al curso de
'-ondres y a este mercado regular entiende debemos atenernos por ser
e' mercado por excelencia; pero como el precio es el corriente al des-
P'atado y refinado, sienta como base el precio del plomo inglés en ta
^olsa de metal pesado de Londres, cuyas cotizaciones en todo mo-
^^nto alcanzan libra y media más que las del argentífero, y éste es el
primer factor a tener en cuenta para fijar el valor del plomo contenido
los minerales a entregar en compra-venta al fundidor.
Ahora bien: ¿el fijar mineros y fundidores el precio computando
: '^s cotizaciones de la Bolsa de metal pesado de Londres supone, con
perjuicio del Erario público y de la industria minera, la obligación de
Pagar indebidamente ésta los gastos llamados de mercado de Londres,
fletes a Inglaterra y los de transportes, que se elevan a unas cuarenta
Pesetas?
Este es un hecho clarísimo de perjuicios palpables para el Erario
y la industria y un error manifiesto, por cuanto el plomo exportado
a Inglaterra, Francia, Bélgica, Portugal y demás naciones europeas,
así como a Buenos Aires, es vendido por sus tenedores francobordo
Puerto español.
Resueltos en justicia y con equidad estos dos puntos esenciales,
: está solucionado todo el problema en conjunto, por cuanto con refe-
- 38 -

rencia a los gastos de fusión y desplatación, entendemos se cumplí


rán los acuerdos tomados.
Pero si contra toda razón no se acepta por los tenedores del pl"'
mo desplatado más fórmula de venta que la que se viene practicando)
obstinándose de que de otra manera o forma no adquieren los min^'
rales, entendemos que como la venta del plomo argentífero por 1*
metalurgia nacional se verifica en España, en donde se desplata, y de
esta manera se vende y exporta a diversas naciones consumidoras,
no pueden descontarse, por ser ficticias, y , por lo tanto, ilegal la^
cantidades que indebidamente se cobran al minero por el concepto de
gastos del mercado de Londres y los del transporte y flete a Inglatc'
rra; y, por otra parte, puesto que el precio base lo ha de ser afor
ciori por el de la Bolsa de metal pesado de Londres del plomo de
obra argentífero, deben los tenedores del desplatado cumplir las d e '
más condiciones generales de la venta en la precitada plaza y, en sU
consecuencia, los gastos de desplatación no deben pasar de seseuta
y ocho pesetas los mil kilogramos.
En cuanto al plomo comprado en Bolsa, el ensayo debe ser poí
escorificación, es decir, pagarse toda la plata contenida en el mineral
y los plomos pobres en plata, o sean los que no cubren con ella loS
gastos de desplate, si bien nada tendrían que cobrar tampoco paga'
rían la enorme diferencia entre el valor de la plata contenida y la
de 500 gramos, que son necesarios en la actualidad, para cubrir di'
chas sesenta y ocho pesetas por gastos de desplatar mil kilogramos
de plomo.
Pudiera alegarse por los tenedores del plomo desplatado y refi-
nado que en Inglaterra los gastos de desplate son excesivamente ele'
vados, tratando de hacerlos ascender a más de sesenta y ocho pese-
tas; y esto quizás pueda suceder a tenedores de plomo argentífero
que quisieran celebrar contratos a la base de recoger de la desplata-
ción el plomo refinado y la plata obtenida, pero vendido el plomo efl
Bolsa o para que el desplatador venda a su conveniencia los produc-
- 39 - '
tos obtenidos, el descuento es fijo, oficial e inalterable, porque de lo
contrario, si de antemano no se conociesen los gastos de desplate,
mal andaría la Bolsa de Londres, porque quedarían los vendedores
sometidos a la voluntad del comprador del plomo argentífero, y esto
puede suceder en España, en donde no hay nada que temer ni leyes
que cumplir, pero es imposible que se consienta en Inglaterra.

Nota de la Redacción

Por abrumador exceso de original, no podemos reproducir en este


número un artículo de nuestro Director Sr. López del Arco, publicado
en el importante diario de la Habana, «Mercurio».
Constituye un llamamiento al capital americano para que fraterni-
ce con los capitales españoles, contribuyendo así de común acuerdo a
crear una industria hispanoamericana poderosa. Y además, trata de
cuantos temas de interés para la industria y la banca—emisiones,
agentes de Cambio y Bolsa, créditos y sus instrumentos, etc.—se de-
baten actualmente en la Prensa profesional y en los centros banca-
rios.
Ofrecemos a nuestros lectores daries a conocer tan importante
trabajo.
gentes, Corredores y Surupetos.

Cada vez que asistimos a las sesiones de la Bolsa de Comercio de


Madrid y nos acercamos a los corros que cperan después de la hora
oficial, experimentamos invariablemente una desagradable impresión
observando cómo se ha prostituido el único y verdadero objeto y fin
de esos centros de contratación mercantil, y examinando los diversos
tipos de actuarios, agentes, corredores, surupetos, revendedores, etc.,
etcétera, que van y vienen por el amplio salón a la busca y captura
de unas pesetas.
Esa penosa sensación no es comparable, sin embargo, con la que
recibe el ánimo en las Bolsas de Barcelona y Bilbao, donde la especu-
lación y el agio se recrudece de tiempo en tiempo por manera alar-
mante .
Recordará el lector que había en la capital de Cataluña, antes de
la guerra, una libertad absoluta y peligrosa de contiatación, y a ella
fué debida la, célebre matanza registrada en Agosto de 1914, y cuya
reproducción se trató de evitar creando la Bolsa, por Real decreto
de 26 de Marzo de 1915; pero como esa disposición no fiene la vir-
tualidad de regenerar conciencias ni frenar ambiciones y se limita a
legalizar una función comercial, un régimen, las cosas en el fondo no
han variado, y hoy como ayer, el ahorro sigue a merced de unos
cuantos avisados titulares y grupos financieros, perfectamente organi-
zados para exagerar o deprimir a su antojo y conveniencia los valo-
res públicos y privados •
— 41 -

En aquella ocasión se decía, y no dejó de recogerlo la prensa, que


'a Banca, más atenta a sus intereses propios que al bien general y a
'a expansión comercial de la región, dedicaba con preferencia sus
energías y disponibilidades a las operaciones bursátiles de especula-
ción y dobles, dejando desatendidas necesidades de la industria cata-
lana, habría de resentirse por merma de los saneados beneficios que
tales manejos le producían, al tener que limitarse a sus fines natura-
les de receptora y encauzadora de las resultas de los negocios de la
industria y del comercio; pero la Bolsa oficial no ha remediado nada,
y entre ella y el mercado libre, al que no ha matado, digan lo que di-
gan; entre ella y la Asociación de banqueros, encarnación de la oli-
garquía político-financiera más funesta y detestable que pu.rde sufrir
i5n pueblo, siguen los capitales confiados a los establecimientos de
crédito, continúa el ahorro del payés, las economías del modesto em-
pleado y de la doméstica candida aplicadas a dobles, a divisas e x -
tranjeras, a toda la gama de combinaciones que las grandes capaci-
dades financieras puestas al frente de los Bancos catalanes estiman
convenientes y reproductivas para su clientela.-.
Se nos argüirá que, gracias a la especulación en valores ferrovia-
rios españoles de la Bolsa de París obtuvimos los millones necesarios
para construir nuestra red de caminos de hierro; que la especulación
es precisa para conversiones y consolidación de Deudas, para la in-
troducción de valores, para realizar empréstitos, etc;, etc.; pero a ello
contestaremos que participamos de esa opinión siempre y cuando al
iiablar de especulación o especulaciones se tenga una idea o concep-
ción exacta del vocablo, de la palabra.
Nosotros sólo vamos y combatimos contra la inversión al azar de
las disponibilidades confiadas a una administración austera y pru-
dente, pues no ignoramos que hay infinidad de valores en los cuales
puede emplearse el dinero, no tan sólo sin riesgos, sino, además, con
beneficio apreciable para el tenedor. En otros términos: de lo que re-
pugnamos y abominamos es de esas operaciones que a diario se ha-
- 42 -

cen en las Bolsas de Barcelona, especialmente, y Bilbao al albur, a lo


que salga.
Nosotros censuramos a los titulares poco escrupulosos que em-
barcan, como vulgarmente se dice, a un cliente, sin pararse en los
riesgos que ofrece la operación, cuyo fracaso, a la postre, no ha de
repercutir en sus bolsillos, sino en los del incauto, y de cuyo éxito
han de beneficiarse por mil medios que todos sabemos; nosotros arre-
metemos contra los que, no capacitados para ello, expiden pólizas de
compra y venta de valores y liquidaciones a plazo; contra el revende-
dor que adquiere un paquete de títulos para lucrarse; contra el que
compra y vende de boquilla para embolsarse las diferencias que pue-
dan resultar a la hora de la liquidación; contra esa legión, en fin, de
vividores que pululan por todas las Bolsas y en cuya anulación son
las primeras interesadas por el prestigio de la clase las Juntas Sindi-
cales.
No lo están menos aquellas Sociedades de sólido crédito y exce-
lente situación cuyos valores se ven inesperadamente depreciados o
exagerados e ilógicamente valorados, porque tan o cual grupo vende
o compra fuerte, o propala una noticia falsa, o simula tal o cual ten-
dencia; y por lo que respecta a los fondos del Estado, la especulación
de mala fe, esa que vive y media a la sombra del público inexperto y
bondadoso, del capitalista medroso, tiene su mejor asociado y cóm-
plice en los Gobiernos y ministros indiscretos y locuaces y en aquella
prensa cuyo ideal no es otro que la conquista del velloncillo de oro,
y que tanto contribuyó a improvisar las enormes fortunas y a provo-
car las lamentables y cuantiosas pérdidas que se han registrado en
España durante el período álgido de la gran guerra y después de
ésta.
Hemos aludido en las anteriores líneas a la existencia del Mer-
cado libre de Valores, e insistimos en ella siquiera sea para que el
lector se explique las causas de muchas de las especulaciones y com-
binaciones del mercado oficial- En el primero se proyectan, se aquí-
- 43 -

latan, se incuban los golpes que más tarde se dan en el segundo, se


garantizan los empréstitos de aquellas entidades afectas a la Asocia-
ción de Banqueros de Barcelona y se mixtifica el telegrama o la con-
ferencia telefónica de París, Madrid y Bilbao, relativa a los cambios
y tendencia de estas plazas.
La convivencia de las dos entidades, la una nacida al amparo de
la ley de Asociaciones de 1887 y la otra por e! decreto de 26 de Mar-
zo de 1915, resulta de una inmoralidad manifiesta, y tan sólo por este
concepto, aparte los perjuicios que irroga este extraño consorcio con
el orden mercantil, debe el ministro de Hacienda deshacerlo, velando
asi por los intereses del ahorro y del país.
VUELTA A LA BRECHA

YickBrs y los saltos del Duero.

Los representantes o agentes en España de la casa inglesa Vic-


k e r s - u n a docena de despreocupados españoles, desnacionalizados
por el oro extranjero-se disponen a quemar el último cartucho para
que se falle a favor de su mandatario el antiguo pleito de la explota-
ción de los célebres saltos del Duero.
El lamentable estado de amoralidad a que se ha llegado en determi-
nados sectores y el desprecio que se hace entre nosotros de las leyes,
del Derecho y de cuantos elementos de riqueza poseemos, parecen
facilitar el éxito de las pretensiones de la opulenta entidad británica
mencionada; pero a estas influencias debemos hacer frente con ener-
gía y tesón para evitar que la principal fuente de energía eléctrica de
España vaya, como otras muchas explotaciones básicas del progreso
industrial del país, a manos extrañas.
La actividad y maquiavelismo de ! O Í agentes de Vickers, los tra.
bajos que se vienen realizando, tanto aquí como en Portugal, están
justificados, pues se trata de un negocio calificado de «estupendo» por
los técnicos.
El Duero ofrece en ios confínes de los dos países unos notables
saltos, cuya potencia se estima de 355.000 a 400.000 caballos, es decir,
sólo unos 200 000 menos que los que reúnen o facilitan ia totalidad
- 45 -
de las instalaciones hidroeléctricas que p o s e e m o s en la actualidad en
España, y entre las cuales figuran como las mas importantes las Fuer-
zas y Riegos del Ebro, con 130.000 caballos; la Hidroeléctrica España,
con 6 4 . 0 0 0 ; la Eneigía Eléctrica de Cataluña, con 6 0 - 0 0 0 ; la Catalana
de G a s y Electricidad, con 4 1 . 0 0 0 ; la Sociedad Productora de Fuerzas
Motrices, con 20.000, y la Hidroeléctrica Ibérica, con 16.000 caballos.
La situación del Duero y la circunstancia de que las d o s o tres
presas que hay que construir en él caen en la frontera hispanoportu-
guesa, hacen precisa la autorización del Gobierno de Portugal, razón
por la cual, cada vez que se ha presentado una solicitud de aprove-
chamiento se han nombrado Comisiones de técnicos por ambos p a í s e s .
La última designada lleva a cabo s u s trabajos con una lentitud
desesperante, inquietante para los intereses españoles q u e aspiran a
la c o n c e s i ó n .
Mientras tanto, la casa Vickers, que anda detrás de este negocio
hace tiempo; que, contra ios preceptos de la ley, registró su concesión
en España; que tuvo a s u s ingenieros más de dos años en Portugal
gestionando el permiso del Gobierno portugués, obteiiiéndolo, para
luego ser revocado y vuelto otra vez a obtener, pone toda la ctrne en
el asador, como vulgarmente se dice, prometiéndoselas muy felices, ya
que nunca fracasó s u influencia ni los medios... que p u s o en prácfica.
Detrás del negocio a que nos referimos, conocidísimo por lo anfi-
g u o , pero no por la claridad con que en ningún momento se ha p l a n -
teado, están algunos elementos de Madrid, Bilbao y Barcelona; mas
no todos obran por sí y para sí, s i n o como testaferros de importantes
capitalistas extranjeros.
Ello hace sospechar que la concesión a favor de Vickers puede
disimularse haciéndola a nombre de tales elementos, y como lo que
interesa es nacionalizar las principales fuentes de riqueza del país y
procurar que en lo s u c e s i v o disponga libremente nuestra economía d e
cuantos medios hau de prestarla vigor y promover su progreso, pre-
cisa que la resolución del expediente de los célebres y d i s p u t a d o s
— 46 -

saltos se haga a la luz del día, no ocultando detalle alguno que pueda
contribuir a ilustrar al público.
Se trata de un aprovechamiento que interesa en grado sumo a la
nación, de un aprovechamiento de cuya concesión las leyes españolas
y los Tratados internacionales excluyen a Vickers; así es que, si éste
vence, nadie dudará de la clase de influencias que habrá ejercido en
aquellas esferas donde todo debe ser diáfano y conforme al supremo
interés nacional.
Y a es hora de que nos emancipemos de la mediatización industrial
y financiera extrajera a que estamos sometidos. Intervenidos antes de
la guerra por Inglaterra, por Francia y por Bélgica, en primer término,
y por otros países en menor proporción y-más discretamente, a partir
de 1919, y ante las inmejorables perspectivas que España ofrece a los
negocios, dicha intervención tiende a acentuarse y a extenderse, ob-
servándose propósito de competencia norteamericana respecto a sus
aliados-
Pero no es esto lo más grave, sino que, además de la explotación
de nuestra hulla negra y blanca, de nuestros minerales metalíferos,
de cuantos elementos nuestros, incluso el elemento hombre, son sus-
ceptibles de rendir alguna utilidad, va reforzando el extranjero su red
bancaria y promoviendo, mediante testaferros escogidos en el vivero
nacional de políticos convencionales y de ductilidad excepcional, toda
clase de organizaciones y de oscuras combinaciones para absorber la
mayor parte posible de las disponibilidades españolas.
El porvenir del marco
«La administración de un Banco debe ba­
sarse en el conocimiento detenido del efecto
económico de l o s acontecimientos interna­
cionales.»
(Harvey D . Gibson, presidente de Newyork
Trust Company.)

Exportación e Importaolón.

Alemania sigue gozando de la reputación que le dejó el Imperio,


y se acostumbra atribuirle la misma capacidad financiera y económica
que tenía el Reich antes de la guerra. Se olvida generalmente que el
Tratado de Versalles ha reducido el territorio de Alemania de 541.000
a 441.000 kilómetros cuadrados, que su población ha bajado de 68 a
60 millones de habitantes, que su producción de carbón mineral no
Se sino de 130 millones de toneladas, contra 191 millones en 1913,
que ha descendido considerablemente su producción de hierro y de
acero, y que tan sólo la de lignito ha subido a 130 millones de tone­
ladas, contra 87 millones antes de la guerra. Se olvida, además, que
desde el punto de vista psicológico y moral, la Alemania de 1922 no
es la misma que la de 1914, y que la guerra, las privaciones y la in­
moralidad de la postguerra, han disminuido considerablemente el ren­
dimiento individual del obrero alemán.
Aparte del carbón, Alemania apenas dispone de primeras mate-
— 48 —

rías, y su suelo ha sido siempre demasiado pobre para nutrir a su


densa población, y lo es mucho más ahora, después de la pérdida de
parte de sus provincias orientales agrícolas. El Canciller Wirth afirma
en su nota de 7 de Abril, en la cual contesta a la de la Comisión de
las Reparaciones, del 21 de Marzo, que los alemanes consumen un
60 por 100 menos de carne y un 24 por 100 menos de pan que
en 1913, lo que equivale a decir que resultaría difícil rebajar aún más
el consumo, y que Alemania no puede dejar de importar víveres por
2.500 marcos oro al año; la importación imprescindible de las prime-
ras materias representa la misma suma. Significa esto que Alemania
empieza el año con la seguridad de tener que pagar al Extranjero por
lo menos 5.000 millones de marcos oro, suma a la que hay que añadir
unos 750 millones de intereses anuales que emigran.
Para abonar las indemnizaciones sería necesario que Alemania
exportase por unos 3.000 millones de marcos oro más de lo que tiene
que importar; es decir, que sus exportaciones ascendieran por lo me-
nos a 8.500 millones de marcos oro. Desgraciadamente, las estadísti-
cas indican precisamente lo contrario. El comercio exterior de Alema-
nia ha sido siempre pasivo, hasta en los años que precedieron a la
guerra, en la época de mayor auge de la industria aleí rana. En 1913,
Alemania importó por valor de 10-770 millones de marcos oro, contra
su exportación de 10.097 millones; lo que equivale a un déficit de 673
millones de marcos oro.
Como aparte de víveres y de primeras materias Alemania importa
taml)ién otras mercancías, resulta que en 1920 sus importaciones as-
cendieron a 8.050 millones de marcos oro. Si las exportaciones alema-
nas hubiesen permanecido al nivel del año 1913, el comercio exterior
del país se hubiera saldado con un activo de 2.047 millones de marcos
oro; es decir, que Alemania tal vez habría podido satisfacer las e x i -
gencias de los aliados. Pero, como consecuencia de la desorganiza-
ción económica del mundo, de la pérdida del mercado ruso y de la
llamada «huelga de los consumidores», las exportaciones alemanas
- 49 —

han bajado a 4 . 0 0 0 millones de marcos oro según Rathenau, y a


5.750 millones según estadísticas menos pesimistas. Pero, aunque
aceptamos esta s e g u n d a cifra, resulta que el comercio exterior de
Alemania indica un déficit de 2.300 millones de marcos oro, es decir,
poco más o m e n o s la suma que el país tiene que abonar a los aliados
a título de reparaciones. Para que Alemania pudiera satisfacerlas, s e -
ría menester invertir las cifras de exportaciones e importaciones.
Alemania hace lo posible para restringir s u s importaciones, y las e s -
tadísticas del m e s de Marzo de este afio indican que, en efecto, las
importaciones de Alemania no llegan sino a la tercera parte de las
de 1913; pero, a pesar de esto, su comercio exterior marca en el citado
mes un déficit de 1.730 millones de marcos papel (22.919 millones de
importaciones, contra 2 1 . 5 2 6 millones de exportaciones) ( l ) - En
cuanto a s u capacidad de producción, Alemania, podría, de seguro,
aumentar considerablemente s u s exportaciones; pero a ello se o p o n e
la situación general de los mercados internacionales. D e s d e el verano
del año 1920 el c o n s u m o ha bajado rnucho en todos l o s países, y en
todas partes s e levantan altas barreras aduaneras en defensa de la in-
dustria nacional. En estas circunstancias no se puede esperar que las
exportaciones de Alemania sobrepujen a s u s importaciones, y, si lle-
gan a equilibrarse, será ya un resultado extraordinario.

El presupuesto y las reparaolones.

El presupuesto del Estado tiene un déficit muy crecido, aun sin


las indemnizaciones. En el año financiero del 1." de Abril de 1920 al
31 de Marzo de 1921, los ingresos eran de 4 1 . 4 0 0 millones de marcos
papel, contra 66.800 millones de g a s t o s : un déficit de 2 5 . 4 0 0 m i l l o -
nes. Para aumentar los ingresos, el Gobierno del Reich ha s u b i d o

(1) En Abril el déficit del comercio exterior subió a 5.266 millones de mar-
cos papel; 28.260 millones de importaciones, contra 22.994 millones de exporta-
ciones.
- 50 -
considerablemente los impuestos directos e indirectos, así como la
tasa de correos, telégrafos y ferrocarriles, y consiguió, en efecto, que
en el año financiero que terminó el 30 de Marzo de este año, los in-
gresos procedentes de impuestos y contribuciones ascendieran a
87.374 millones de marcos papel; pero los gastos, incluso las indem-
nizaciones, llegaron, por su parte, a 233.900 millones; así, que resultó
un déficit de 146.560 millones.
Para subvenir a estos gastos, el Gobierno de Berlín no tuvo otro
remedio que la emisión constante de nuevos billetes de B a n c o . W a l -
ter Rathenau dijo el último día de la conferencia de Cannes (12 de
Enero), que para cubrir el déficit existen tres medios: primero, la
venta de la riqueza nacional; segundo, empréstitos en el Extranjero,
y, tercero, la venta de la moneda nacional. La venta de fábricas, te-
rrenos, acciones, etc., se efectuó y a en gran escala; los financieros de
la City de Londres se han negado a prestar a Alemania una cantidad
crecida, porque opinan que las reparaciones impuestas a Alemania no
permitan al país rehacer su Hacienda; queda, pues, como único medio
la venta de los marcos, que provocó, naturalmente, la baja ruinosísi-
ma de la moneda alemana, baja que se repetirá cada vez que A l e m a -
nia se vea obligada a comprar divisas extranjeras para ejecutar las
reparaciones.
El Comité de los Banqueros, reunido en el Hotel Astoria, de París,
llegó al mismo resultado que los financieros de la City respecto a la
concesión de un empréstito a Alemania. Pierpont Morgan y sus com-
pañeros opinan que Alemania no presenta garantías suficientes mien-
tras pese sobre ella la obligación de pagar a los aliados 132.000 mi-
llones de marcos oro. Para poder conceder un vasto empréstito a A l e -
mania, los banqueros piden que las obligaciones del Reich sean redu-
cidas a un límite razonable. Desgraciadamente, a esta reducción se
opone la existencia de las deuda interaliadas; ni Inglaterra ni Fran-
cia están dispuestas a renunciar a sus créditos mientras los Estados
Unidos sigan exigiendo el pago de 11.000 millones de dólares. £1
- 51 -

Senado de Washington tiene en sus manos la pacificación y la recons-


titución de nuestro continente.

O empréstito o infiaoián.

Cuando escribimos estas líneas ignoramos aún si el empréstito se


••ealizará o - lo que es más probable—sufrirá un fracaso. En este
Segundo caso el valor del marco disminuirá aún más, ya que el G o -
bierno alemán tendrá que recurrir otra vez a la emisión de billetes de
Sanco. En la respuesta que el Canciller Wirth dio a los aliados (29 de
^ a y o ) anunció que, si no se concede a Alemania un empréstito exte-
••ior, el Gobierno se verá obligado a aumentar la circulación fiduciaria
para cubrir la parte de las indemnizaciones que no esté cubierta por
superávit del presupuesto. Se calcula que en este caso la emisión
de nuevo papel-moneda llegaría a cerca de 100.000 millones de mar-
cos, tan sólo durante el año 1922. Significa esto que el valor del marco
Papel bajaría dentro de pocos meses, aproximadamente, a 1,50 cénti-
'iios de peseta. Pero supongamos que el empréstito pueda realizarse,
^ste empréstito tendría que ser, forzosamente, de cierta importancia,
ya que un empréstito restringido sólo serviría para aumentar las car-
gas de Alemania, sin dejarle el plazo de respiro (Aíemspause) que
•necesita. Se acepta, generalmente, que el empréstito seria de 2.000
billones de dólares, o sea, de 8-000 millones de marcos oro. De esta
^wnia, Alemania podría entregar la mitad a los aliados y estar tran-
quila durante dos años. La otra mitad serviría para rescatar las pro-
Piedades alemanas requisadas en el extranjero, para renovar la ma-
quinaria de sus fábricas, para comprar primeras materias y para s a -
•^^ar su presupuesto. La consecuencia de esta operación sería, natu-
•"^Imente, una subida bastante importante del marco, pero, al mismo
*'^inpo, también una aguda crisis económica. N o olvidemos que el
'impinga consecuencia de la inflación monetaria, no puede prolon-
garse durante años y años, y que necesariamente llega el momento
- 52 -

en que los precios suben en la misma proporción en la cual baja


el valor de la moneda. En Alemania está llegando este momen
to; el precio de diversos artículos manufacturados ha alcanzado los
precios que rigen en el mercado internacional. Si el marco sube,
las exportaciones alemanas sufrirán fatalmente una disminución con-
siderable, como ocurre actualmente en Checoeslovaquia, cuya moneda
ha subido con bastante rapidez de seis a diez céntimos de franco suizo-
Si el marco dobla de valor, Alemania podrá equilibrar su presupuesto
de Estado, podrá adquirir primeras materias, hasta podrá importar
mercancía inglesa; pero habrá perdido su actual privilegio de expor-
tación. Por esta razón, Stinnes y otros grandes industriales se decla-
ran en contra del empréstito exterior.
En realidad, ¿quién tiene interés en que suba el marco? Ante todo-
Ios extranjeros que después del armisticio compraron miles de millo-
nes de marcos. (Los que adquirieron los marcos a más de diez cénti-
mos de peseta, ya pueden renunciar a su capital perdido-) En cuanto
a los mismos alemanes, la subida del marco sólo es deseada por los
rentistas y por los empleados a .sueldo fijo, pero no interesa a los
industriales, ni a los comerciantes, ni a los obreros, ni a los produc-
tores en general. La deuda de Alemanie anterior a la guerra era de
5-119 millones de marcos oro, y con la deuda de ferrocarriles, de
20.000 millones de marcos oro, o sea de 5.000 millones de dólares-
Hoy, la interior de Alemania asciende, en números redondos, a 400.000
millones de marcos; pero al cambio de 250 marcos por un dólar, esta
suma fantástica no representa sino unos 1-600 millones de dólares-
«A causa de la depreciación de la moneda—escribe en la revista ale-
mana La Reconstrucción el conocido economista Parvus—SQ ha pro-
ducido, pues, una sensible disminución en la deuda interior del Esta-
do alemán. La depreciación del marco ha dado por resultado la amor-
tización real, no solo de las deudas de la guerra y de la postguerra,
sino también de una buena parte de la deuda anterior a la guerra.»
«El Estado alemán no tiene interés alguno en que suba el marco, por-
— B a -
que esto significa para él el aumento de la deuda interior, calculada a
base de o r o . Si mañana el marco papel alcanzara el valor de 10 cén-
timos oro, el Estado alemán se encontraría ante una deuda interior de
8.000 millones de dólares, es decir, casi el doble de su deuda de an-
tes de la guerra.
Pero, si ni el Estado ni los productores desean la subida rápida y
excesiva del marco papel, casi todos—excepto los especuladores—de-
sean la estabilización del valor de la moneda alemana. Sin esta estabi-
lización no es posible construir un presupuesto real ni hacer comer-
cio sano con el extranjero. Por las razones indicadas más arriba,
nadie quiere fijar el valor del marco a un tipo demasiado alto; la ma-
yoría de los economistas y financieros preconizan el tipo de cinco cén-
timos oro (de seis a seis y medio céntimos de peseta), esto es, al v a -
lor de 100 marcos por un dólar. Si el marco se fija a este Upo, la deuda
interior de Alemania resultará de 4.000 millones de dólares, es decir,
algo menos de lo que era antes de la guerra, suma que una Alemania
feconstítuída podría soportar.
Besamen.
El Banco nacional tiene 1 5 4 . 9 1 4 millones de marcos en circula-
ción. La deuda flotante llega a 289.000 millones. El país no puede
disminuir sus importaciones ni aumentar considerablemente sus e x -
portaciones. Si el cambio del marco sube bruscamente, una grave cri-
sis económica amenaza al p a í s . Si se concede a Alemania un amplio
empréstito exterior, el valor del marco doblará o triplicará, y se fijará
al tipo de unos cinco céntimos oro. Si fracasa la labor del Comité de
Banqueros, el cambio del marco bajará aún más. Se hacen ilusiones
los que esperan que dentro de pocos "años el marco recobre la mitad,
la tercera o aun la cuarta parte de su valor nominal.
ANDRÉS RÉVÉSZ.

Posf-scriptum.—El Comité de los Banqueros ha aplazado indefinidamente s u s


sesiones, lo que equivale a decir que por ahora Alemania no obtendrá el gran
empréstito internacional. Seguirá, pues, la emisión de billetes de Banco y la baja
peí cambio del marco.
Balances modelos

Banco Penlnanlar Hipotecarlo,

Entre las Memorias de Sociedades anónimas, especialmente Ban-


eos, que estamos coleccionando a los efectos de un detenidísimo e x a -
men que nos permita ofrecer a ios lectores de esta Revista los más
varios y curiosos casos de desaprensión, procedimientos penables y
abusos de la confianza pública, destaca una, a cuyo inmediato análi-
sis no nos podemos sustraer.
Se trata de un Banco de carácter especial, nacido a la vida de los
«negocios» hace dos años con el sugestivo título de Banco Peninsu-
lar Hipotecario para facilitar créditos a la agricultura, al comercio y a
la industria, según rezan sus Estatutos, En realidad, en la práctica,
estos buenos propósitos se reducen al desacreditado sistema de un
pequeño préstamo a corto plazo con la expresa condición del que lo
recibe ha de suscribir un cierto número de acciones de la entidad, re-
sultando ésta beneficiada, ya que en efectivo no llega a entregar más
que una exigua parte de la suma concedida, quedando obligado el
titular al pago total de la misma y sus intereses, sin compensación en
la renta de las acciones, porque tras de redituar muy poco, semejan-
te papel carece de signiñcación, y, por lo tanto, de mercado, de fácil
salida-
Dirige el flamante Banco un titulado publicista, D . Gabriel Pi-
- 55 -

fiana, que en tiempo tuvo no recordamos qué calidad de disgustos y


quebrantos regenteando una agencia de anuncios (1) y de colocaciones;
agencia que no colocaba a nadie, pero que produjo bastante dinero
procedente de los bolsillos de inocentes menegildas y candidos a y u -
das de cámaras y mozos de comedor, aspirantes a colocarse en M a -
drid, y a los que se les hacían pagar unas pesetas en concepto de
gastos de gestión de un cargo o plaza que nunca llegaba. Cooperan a
la alta administración de la Sociedad con el Sr. Piñana, un senador
del Reino, un militar, un duque, un inevitable diputado a Cortes, un
ingeniero y dos o tres también imprescindibles abogados.
Pero así y todo, la marcha del Banco no es un modelo de buen
gobierno, de excelente situación, a juzgar por lo que se descubre bajo
la hojarasca que siempre precede a los números cuando se trata de
falsear la realidad.
Dice la Memoria, en primer término, una cosa que no es cierta: que
el capital social ha acrecido de 500.250 pesetas a 1.027.250; pero como
deben los accionistas 601.900, el desembolso no es más que de 426.350,
resultando que el capital v e r d a d e s inferior al de 1920 en 73.900.
La cartera de efectos aparece cifrada en 533.205 pesetas, y como
no se detalla la clase de valores que la integran, sospechamos que la
constituirán en gran parte o en su totalidad acciones de la misma S o -
ciedad, cuya pignoración está penada por el Código vigente. De modo
que entre dicha suma y las 601.900 pesetas que deben los accionistas
se tiene un total de 1 . 1 3 5 . 1 0 5 pesetas mayor que el capital nominal,
contando con que en un momento dado aquellos hiciesen efectiva la
parte que tienen suscrita y sin desembolsar.
Otra cuenta atrae nuestra atención: la de gastos de constitución y
mobiliario que aparece en el activo por 174.935 pesetas y equivale al
41,03 por 100 del capital con que opera el Banco. Esta partida es
sencillamente temeraria, de una frescura sin precedentes, y no la jus-
tifica ni aun el hecho de haberse trasladado el Peninsular Hipoteca-
(1) Trust Anunciador, de la calle del Pez.
- s e ­
rio de un cuarto realquilado, que fué donde comenzó a operar, a un
buen edificio de la calle Arenal; porque si bien las enfidades que vi­
ven del público deben estar instaladas con decoro, hay que sacrificar
en ciertos casos los cortinajes suntuosos, los despachos costosos y la
prosopopeya de la dirección a la realidad, al concepto de la gente, que
no opinará por cierto muy bien de quien gasta casi la mitad del capi­
tal en cosas superfluas y vanas-
Pero hay más.

La partida de «efectos condicionales» del pasivo parece expresar


que son al cobro y si asi fuese no debían figurar, como tampoco en el
caso de que estuviesen englobados en la cuenta de cartera de efectos
del acfivo; mas si esto último (que no puede decifrarse examinando
tan sólo el balance) ocurriese, es decir, que el englobe exisüera.. • no
queremos calificario porque somos piadosos y considerados- El lector
juzgará-
Por último, en la cuenta de pérdidas y ganancias hay tres parti-
ditas que a pesar de constituir el grueso de los beneficios sociales no
se sabe lo que son ni de donde salen- Titúlanse «diferencias», «prima
de suscripción» y «mitad derechos de ingreso», sumando 80-000,
13-000 y 8.000 pesetas, respectivamente, en números redondos- Esos
enunciados, al no enunciar ni decir nada, merecen ser acogidos con
toda clase de reservas mientras el Sr. Piflana, que pretende dominar
las ciencias económico-financieras, no siente cátedra y nos ilustre a
los ignorantes.
Del beneficio global bruto de 108.909 pesetas restan los gastos
72-875 pesetas nada menos, no estando incluida en esta suma ni una
sola peseta por amortizaciones de mobiliario y constitución, cosa que
sin duda eslima baladí el Consejo del Hipotecario Peninsular. En bue­
na práctica esa carga debiera ser una de las mayores preocupaciones
de la alta administración de la Sociedad, máxime cuando se ha llega­
do a una cifra exagerada en relación con el capital con que se opera.
La utilidad líquida queda reducida a poco más de 35.000 pesetas,
- 57 -

y de ellas absorben los dividendos de las acciones A y B 16.836 pe­


setas y 4.000 y pico el Consejo.
Como se vé el negocio no tiene nada de sugestivo, al menos para
cierto número de los interesados en el mismo, y en cuanto a la actua­
ción del Banco en orden a créditos a la agricultura, a la industria y al
comercio, principal fín social, no sabemos una palabra, pues en parte
alguna de la Memoria que comentamos encontramos nada que nos
ofrezca elementos de juicio.
Una vez más insistimos en la necesidad de sanear el ambiente y en
este caso no hay que recurrir para ello al Laboratorio Municipal, sino
al Gobierno exigiéndole la adopción de .leyes que hagan imposible
la existencia de cierta clase de Sociedades que, aunque por sus actos
y procedimientos no caiga dentro del Código penal, es cosa desconta­
da que viven y medran de la buena fe del público. Además, ocurre
con frecuencia que por complacencias, por vanidad, muchos hombres
honorables aceptan cargos de determinadas entidades sin medir
la transcendencia de su función ni las consecuencias de cualquier
acto social, y es lamentable que se vean envueltos en el equivoco.
Por estas y otras razones, además de creer que prestamos un buen
servicio al público y al ahorro, hacemos estos estudios basándonos en
los propios datos de las Sociedades que merecen censuras.

Baaeo Ae UaOriA,

El Banco de Madrid es una institución modesta y simpática. Y no


hablamos sólo por nosotros, sino que nuestra voz es la voz de la ge­
neralidad: vox pópulL Así se explica que las cuentas corrientes en
este Banco abiertas den una masa de diecisiete millones, verdadero
alarde de confianza dispensado a una entidad que desenvuelve sus
negocios con un capital inicial desembolsado de seis millones y medio
de pesetas,
. Tal muestra de fe no suele, por desdicha, ser frecuente en este mi-
- 58 -
croscosmo anual que constituye el ejercicio económico. Sin embargo,
en este caso lo ha sido y ha venido a darse el fenómeno precisamente
en favor de una casa humilde por sus inversiones y sus ganancias-
Porque ya hemos dicho el capital total desembolsado por este
Banco para el más perfecto desarrollo de su plan de negocios; pero si
tenemos en cuenta que el primer acto realizado por esta institución
consistió en gastarse cerca de un millón quinientas mil pesetas en
muebles y gastos de instalación y constitución, y que en los primeros
ejercicios figuraban en los Bancos partidas activas como las siguientes:
dos millones, valor de un inmueble, y cerca de otros dos en un débito
del Banco Hispano-Austro-Húngaro en liquidación, y añadimos que
en la cuenta de ganancias y pérdidas encontramos que los gastos ge-
nerales y sueldos ascienden a un millón, tendremos ya invertida una
suma en algo superior al capital desembolsado. O lo que es lo mismo:
que esta casa, antes de empezar a realizar sus operaciones corrientes
de Banca, descuento de letras, giros, préstamos, etc., carencia ya de
disponibilidades efectivas para ello- A no ser que consideremos como
tales los diecisiete millones de los cuentacorrentistas.
En cuanto a las ganancias obtenidas, no nos parecen excesivas,
ciertamente: una utilidad de seiscientas sesenta y seis mil pesetas nos
resultan, en. verdad, bien poca cosa para un Banco que de gastos g e -
nerales y sueldos ofrece un renglón de un millón y pico. Este Banco,
en el próximo pasado ejercicio de mil novecientos veintiuno ha repar
tido a sus accionistas un dividendo de seis por ciento, como asimismo
el año anterior, y el Consejo de Administración ha percibido ya una
retribución de cerca de cuarenta mil duros, hechos que revelan un lau-
dable esfuerzo por parte de los directores aunque tal vez hubiese sido
más prudente no haber repartido dividendo y dedicar la utilidad a una
mayor amortización de los gastos primarios, que ahora amortizan en
la insuficiente proporción del cinco por ciento, en beneficio del pasivo,
reduciendo la partida de gastos generales y sueldos, en una exagera-
da proporción, por exceso, con las ufilidades dichas, pues hay ban-
- 59 -
eos que con un capital dieciocho veces mayor gastan seis veces menos.
En conjunto, estos pequeños comentarios no pueden amenguar ni
empalidecer el buen concepto que de este Banco tenemos; sólo los
formulamos para encarecer a sus gestores las ventajas de una política
prudente y en manera alguna como cargos o reparos. Lo hemos dicho
al empezar a tratar de este Balance, y ahora, después de lamentarnos
de que sus ingresos no sean mayores, lo volvemos, como final, a repe-
tir: se trata de un Banco simpático y modesto, que merece la confianza
que en él tienen depositada los cuentacorrentistas, confortados con los
nombres ilustres señores de brillante historia y apellidos que forman el
«Estado Mayor» de su Consejo administrativo.

Banoo del Estado en Marrueoos.

Este Banco está establecido como consecuencia del acta de Alge-


Ciras, que nos obliga al mantenimiento de un Banco del Estado en
Marruecos para regularizar y fomentar la circulación fiduciaria en
nuestra zona de protectorado. La marcha de este Banco, y aun su
existencia, es desconocida para la inmensa mayoría de los españoles,
que creen que de la parte de África no tenemos que cuidar más que
del aparato bélico, de la tramoya de Marte, del estruendo marcial.
Así es que resulta facilísimo para los elementos directores del mencio-
nado Banco del Estado en Marruecos dejar incumplida la misión con-
signada en el acta de Algeciras respecto a la emisión fiduciaria, sin
que atentos únicamente al vibrar del clarín y al olor de la pólvora, nos
apercibamos de ello los bienaventurados que vivimos del Estrecho de
Gibraltar para arriba. Y en esta paradisíaca inocencia hubiéramos v i -
vido per in eternum, si no hubiese dado la voz de alarma el Banco mis-
mo referido en su «Memoria.»
En ella hay varios importantes extremos que recoger, como son el
referente al pacto de inteligencia con el Tesoro francés, mediante el
cual se ha sustituido la peseta por el franco, ocurriendo que si antes
- 60 -

145 francos valían cien pesetas, lioy están a la par, a pesar de lo cual
el Banco del Estado en Marruecos no tiene en circulación más que pa-
pel moneda; y el referente a la inversión dada, que se silencia, a las
cantidades que están en depósito con destino a obras públicas no «ea-
lizadas; y el referente a la orientación, que tal vez fuera un acierto y
en la «Memoria» se indica, de procurar nuestra libertad en lo que a la
ciaculaciónfiduciaria en Marruecos se refiere.
D e todo esto tiene conocimiento oficial el Gobierno, como no podía
menos de suceder, y el ministro de Estado; el por tantos conceptos
respetable y sabio D. Joaquín Fernández Prida, ha dicho terminante y
públicamente que el Banco del Estado en Marruecos, llamada su aten-
ción por algunos extremos de la Memoria, «ha ofrecido efectuar una
COMPLETA rectificación de conducta.»
Y yo, aceptando la jefatura del famoso pensador Pero Grullo, el
filósofo de las verdades, el que a la mano cerrada llamaba puño, me
digo que si el B a n c o del Estado en Marruecos ha ofrecido tan liberal-
mente una COMPLETA rectificación, es porque en su conciencia estaba
la exigencia moral de rectificar COMPLETAMENTE.

Banoo de los Oremloi.

En dos páginas de prosa ligera, llena de puntos y aparte, cumple


este Banco el precepto estatutario de publicar una Memoria y Balance
anual de operaciones. D o s páginas. Menos lectura que un artículo de
«fondo» periodístico. Y, sin embargo, {cuánta amargura en ellas!
Estas dos páginas constituyen un episodio doloroso que emociona
como un capítulo de novela: súplica de un nuevo dividendo pasivo
del 25 por 100; venta, con pérdida, del inmueble comprado en mo-
mentos en que la propiedad tenía un alto sobreprecio; tercera parte,
casi, del dividendo sin cobrar; entrega a la acción judicial de la liqui-
dación de los accionista morosos, con los consiguientes gastos y per-
juicios graves; graves divergencias intestinas; crisis en las operacjo-
^ B i -
nes; gastos generales que absorben en un todo el beneficio por n e g o '
ciación de fincas, resultando un beneficio que no llega a 300 pesetas;
y, sobre todo esto, el triste ambiente creado. Todo un poema trágico
de luchas y amarguras.
Nosotros quisiéramos que un Banco que lleva el nombre que éste
lleva obtuviera unos más brillantes resultados y todavía esperamos
que con un esfuerzo definitivo pueda alcanzar una vida satisfactoria
en el porvenir. Por eso nos limitamos a lo dicho, sin hacer fuerza so-
bre ello ni remarcar ningún concepto, y damos a continuación la cuen-
ta de pérdidas y ganancias.
D E B E PtitUi-

Saldo del ejercicio anterior ,^ 398,17


Gastos generales. Amortización saldo 58.762,57
Intereses pérdida en esta cuenta nnnnn
Mobiliario amortización ^ ono?
Beneficio liquido a cuenta nueva 239,81
"65:456,62
H A B E R
Comisiones beneficios en esta cuenta 1• ^^^'^1
Descuentos ••• ^30.08
Cuentas de valores
Beneficio por negociación de fincas 58.797,64
65.456,62

Ferrooarril Eléotrloo del Onadarram».

Forman el Consejo de Administración de esta Empresa:


El lltmo. Sr. D. Ramón de Aguinaga, Presidente.
Sefior D. Luis Sagrera y Ciudad, Vicepresidente.
Señor D . Juan Manuel Torroba, Secretario.
Señor D . Carlos González del Valle, Vocal.
Señor D . Luis de la Peña y Brafia, Vocal. :
Señor D. Pío García Escudero y Urrutia, Vocal. '
Sefior D . Ignacio de Aldama, Arquitecto.
Señor D . José de Aguinaga, Director.
T o d o s ellos personas de buena posición social y económica, cu-
~ 62 -

yos nombres tienen, además, la virtud de no estar contaminados con


el virus de la política militante, condición que nos hace esperar toda-
vía más en su gestión y en los frutos opimos que para la vida del ne-
gocio puedan brotar de sus temperamentos equilibrados y de su hon-
radez y estudio.
El fín que esta Empresa persigue es el de facilitar los medios de
comunicación entre Madrid y la Sierra, a cuyo fín se ha constituido
con un capital completamente suscripto de 1.500.000 pesetas, que ha
sido ampliado en otro millón en 4.000 títulos de 250 pesetas, paga-
deras en cinco plazos trimestrales de 50 pesetas cada uno, pagándose
el primer dividendo pasivo en el momento de la suscripción; conce-
sión con la que no estamos conformes, por restarse con ella elemen-
tos al capital activo. Pero aun siendo éste el fín principal a conse-
guir, queda anulado si se atiende a las iniciativas industriales que a
su amparo pueden florecer: se habla de minas existentes en terrenos
beneficiados por este transporte de motor eléctrico; se facilita el trá-
fico de terrenos y la construcción de grandes y pequeños hoteles y
fondas; y si el número de viajeros en invierno, salvo algún domingo
que otro, ha de ser insuficiente aun para mantener los gastos del fe-
rrocarril, en cambio con el embarque de maderas ha de lograr muy
pingties beneficios.
Que así sea, es lo que le deseamos a esta benemérita y bien pla-
neada obra, que viene a resolver una necesidad largamente sentida.
ULTIMA HORA
. El Sr. Vonronol&, director del
Banoo Central, sale del Banco.

A punto ya de dar por cerrada la edición de este número, llegó


hasta nosotros la noticia de haber salido del Banco Central el señor
Vourouclá, abandonando el alto cargo que en el mismo desempeñaba.
Como juzgamos esta noticia de interés, retiramos otro original de
estas páginas para dar cabida a la noticia presente, que consideramos
como un nuevo triunfo para nosotros. Siempre dijimos que el Sr. Vourou-
clá era incapaz para desempeñar la dirección del Banco Central; frecuen-
temente tuvimos reparos que oponer a su gestión; algunos malintencio-
nados o de caletre exiguo, achacaron nuestras opiniones a enemiga con-
tra los Sres. Marqués de Aidama y Conde de los Gaitanes- Y no es así.
Antes por el contrario, ambos señores nos merecen un firme aprecio.
Era el Sr. Vourouclá el que no podía permanecer ni un dia más
en el puesto que detentaba y al fin ha tenido que saltar de él, y a la fe-
cha en que escribimos estas lineas, 27 de junio, ya estará nombrado el
nuevo Director. Las causas poco nos importan, porque de no haber si-
do éstas hubiesen sido otras, pero el hecho tenía que producirse al fin
y al cabo. Así es que no hablaremos de ellas-
Sólo hemos de decir, eso sí, que tan poderosas han sido y tan
justificativas de la determinación adoptada por el Consejo de Admi-
nistración del Banco Central, que estando estipulado por contrato e s -
crilo que, en caso de salir de la casa el Sr. Vourouclá, recibiría éste
como indemnización 200.000 pesetas, no ha sido exigible el pago de
esta cantidad ni de otra alguna. Nosotros conocíamos el disgusto que
existía en ei Banco por ser muchos los Consejeros que no estaban
conformes con la gestión de este señor. Hasta se nos dijo que en v a -
rias ocasiones se le pusieron «chinitas» para hacerle saltar. Pero ha-
bía que salvar las 200-000 pesetas- Y se han salvado solas. Por más
que se nos dice que el Sr. Vourouclá va a entablar sus reclamaciones
judicialmente; y ya veremos qué pasa.
De todas maneras, por conducto del Sr. Silvela, uno de los más sim-
páticos y útiles elementos del Banco Central, hemos felicitado al C o n -
- 64 -

sejo de administracción de éste por su acuerdo y feliz resultado. Y rati-


ficamos la felicitación desde estas páginas por si acaso el Sr. Silvela
se olvidó de nosotros.
* *
También nos refieren en este momento un divertido episodio de la
pintoresca historia íntima de la Banca española, que vamos a contar
a ustedes, rogándoles antes encarecidamente, con mucha insistencia,
no le relacionen con ninguna otra noticia ni información nuestra ante-
rior ni posterior. Va en este sitio por exigencias de ajuste y apremios
de tiempo, nada más; por otra parte, se trata tan sólo, como ya he-
mos dicho, de un incidente divertido, de una historieta pintoresca, de
un brochazo sainetesco.
Poca cosa. En un Banco que dispone de un gran capital y que
tiene sus oficinas montadas en una de las calles más céntricas de la
Corte, se presenta una señora que, algo agitada, pregunta por un alto
empleado con tono apremiante. Los subalternos de servicio y turno
la conducen al despacho debido, del cual, al poco rato, salen voces que
no son más altas las unas que las otras por haber llegado todas al más
alto punto respirable sobre el nivel del mar. Y no mucho tiempo des-
pués, detrás de las voces salen los vociferadores: él, rojo y trémulo
ella, trémula y roja y con el sombrero en la mano, pues nada más en-
trar se le había quitado, sin duda para evitarle posibles desperfectos.
Las mujeres anteponen la conservación de sus adornos a la integridad
de sus facciones. O quizás el sombrero por el que tanto se procuraba,
estuviese confeccionado por las propias manos de la heroica señora.
Que las hay muy habilidosas y muy conformes con sus propias obras.
Total, que al funcionario en cuestión no se le ha vuelto a ver más
por la oficina. A ella, sí; no más lejos que al día siguiente de su bri-
llante acción, fué ella al Banco a retirar un depósito y hacer unas
operaciones, entre las que figuran ias relativas a una cuenta abierta a
nombre del empleado y al suyo propio, en la que afirma la dama no te-
ner parte ni derecho alguno el referido funcionario, siendo entusiasta-
mente recibida por el personal - del primero al último - , que la miraban
con ojos de agradecimiento por el peso que les ha quitado de encima.
Y dicen que ignorando quién sea ella, ni cuál fuese su nombre, la
llaman «La libertadora».
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•fimnro I: L» Bitnultii banearia.


Políticos y financieros.—Banco de Tarrasa.—El Crédito y la guerra.-El
prestigio y la política del Banco de Barcelona y acaparamiento.—La téc-
nica de la suspensión de pagos.- Consejeros, directores y empleados.—El
Banco Mercantil de Barcelona.
Húmero IX: Come fnneionan las oUgarqnlas polítieo-ílnanelerai.
La opinión pública y las cuestiones financieras.—Sobre la organización de
los Bancos y su funcionamiento.—El horror a la inspección fiscal de los
Bancos y Sociedades anónimas.—La «matanza» > el Mercado libre de Va-
lores.—Don Francisco Cambó al trabajo.—Sindicato de asociación de Ban-
queros de Barcelona.—La Catalana de Gas y Electricidad.
Iflinaro JSk l a eritls bascaría y los responsablss de la sitaael6n tlnandera.
Sobre un documento importante.—Arqueos a la casualidad.—La compra de
duros sevillanos.—Los responsables de la situación del Banco de Barcelo-
na.—Los gustos del Sr. Cambó.—Más sobre el Banco de Barcelona.—Los
beneficios de los negocios españoles en 1920.
Htimero IT: Irresniaridades de los Bancos y Sociedades anónimas.
Ei Sindicato de Banqueros y las influencias contratadas.—Necesidad de una
inspección del Estado en los Bancos y las Sociedades anónimas.—Deficien-
cia del Código de Comercio.—La actuación bancaria y el problema del
crédito.—El ahorro y los negocios.—Los Bancos extranjeros en España.—
El Sindicato de Banqueros de Barcelona y sus emisiones.—Una mués ra
de los «affaires» nacionalistas.—Empiezan los procesamientos.—Más cau-
tela, señor Cambó.—Los hulleros y las eléctricas.—Manejos reprochables.
Número T: El Banco de España trabaja sin capital y fuera de a ley.
Iflnero fl: Los escándalos especalativos finaneeros.- Bancos qne se derrumban.
La lepra de las oligarquías.—La ordenación bancaria.—Los escándalos de la
alta banca.—La colocación de acciones y la caza del payés.—El objeto y
los límites de la moratoria al promulgarse su restablecimiento.—La «Ban-
ca Italiana di Sconto» quiere la dilación de los pagos.— Enseñanzas que se
desprenden de la crisis.—Bancos que se derrumban,—Los transportes ur-
banos y la economía.
I t m e r o Tu: Los Altas Hornos contra el Interés general. — El récü&en de los Ban-
cos y las cuentas corrientes tln interés.—De fillaferde a Cambó.
Idmero Tin: Incapacidad intelectual de algunos directores de la Banca. Gansu
de los desastres pasados. - Hte dcerca de los responsables financieros.
Btmero IX: La codicia de la Bsnca.—Los modernismos bancarios.
Ittmero X:La dictadura económlea y lesespeenlaeiones estandalous deles gran-
des negocios y la banea.

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