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Problemas fundamentales
bancarios.
Negocios escandalosos.
SUMARIO
3 pesetas.
El problema fundamental bancario.
Investigaciones y procesos.
La Administración d e Tartufo.
Miscelánea financiera.
Los n u e v o s e s t a t u t o s d e l B a n c o .
Ordenación Bancaria.
*Santa„ unión para especular con la
producción plomífera e s p a ñ o l a .
A g e n t e s , Corredores y Surupetos.
>nckers y l o s s a l t o s d e l Duero. EDITORIAL " A R C O „
K^i>i^jroj«iAi:^ "ARCO
P U B L I C A C I O N E S D E A C T U A L I D A D
REVISTA M E N S U A L D E H A C I E N D A , BANCA, INDUSTRIA, C O M E R C I O Y S E G U R O S
AfÑIO I I . N Ú M . 11. 1 9 2 2
Problemas fundamentales
bancarios.
Negocios escandalosos.
Esta Rev sta no tiene otro objeto que realizar
una 1 b ,r de moralidaü imparcial y severa. Y
para nuestro mejor desenvolvimiento, dentro de Precio del ejemplar
esU norma que nos hemos trazado, no artmitite-
mos subvenciones ni anuncios de Casas de Banca,
ni de Sociedades de Seguros, ni de nintuna clase
3 pesetas.
de estahlecimirntos de crédito.
Atrasado: 4 pesetas.
SUSCRIPCIÓN
EXTRANJERO 4 0 p e s e t a s al afio.
ESPAÑA 3 6 p e s e t a s al a ñ o .
DIRECTOR
A . R. LÓPEZ DEL A r c o
E D I T O R I A L " A R C O „
AUGUSTO FIGUEROA, 4 0
MADRID
TskCrONO 24-T7 M . Apartado 2 1 *
ripresentacióim
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j i L u i i c a u c i<» u j v . c 4 i . u n _ a . ^ i u u j u i j ; a i s e au resiaoiecimiento.—i^a «rsan-
ca Italiana di Sconto» quiere la dilación de los pagos. - Enseñanzas que se
desprenden de la crisis.—Bancos que se derrumban,—Los transportes ur-
baños
ha-nos y v la economía.
economía
Número VU: Los Altos Hornos contra el Interés general. - El rédmen de los Ban-
cos y las cuentas corrientes «in Interés.-De ¥iilaverde a Cambó.
Número VIII: Inc«pacidad intelectual de algunos directores de la Banca. - Causas
de los desastres pasado».-Más «cerca de loa responsables financieroi.
Número IX: La codicia de la Banca.—Los modernismos bancarios.
Número S:La dictsdurft económica y Uieipeculaclcnes escandalosas dalos ( r i n -
des ne&ociOB y la banca.
El problema fundamental bancario.
Más de una vez se ha dicho que había que castigar a ese (pinero
con impuestos; otras, que había que obligarle a salir de su escondite,
para que se dedique a empresas industriales. A sus tenedores se les
tacha de antipatriotas, de cobardes, o por lo menos, de pusilánimes y
de faltos del enérgico espíritu de empresa.
Pues bien: supongamos que esa cruzada persecutoria no es deteni-
da por el buen sentido econónico, ¿qué ocurrirá? Que los capitales se
esconderán en cajas de seguridad o volverán a ser enterrados en las
clásicas ollas, y entonces sí que se conseguirá que haya dinero v e r -
daderamente parado e infecundo.
Pero privados los banqueros y los Bancos de ese ensanche ilimi-
tado de sus capitales, que para ellos supone el ajeno atraído por la
cuenta corriente, la Agricultura y la Industria hallarán dificultades
para obtener préstamos bancarios (en las múltiples formas de cuenta-
corriente de crédito con garantía real o personal), para conseguir des-
cuentos de letras u otros instrumentos de giro, y hasta el Tesoro en
sus empréstitos y el rentista en los servicios bancarios de cobros y
pagos sufrirán por repercusión un estado de restricción monetaria
debido simplemente a un error económico, no desvanecido a tiempo.
Infiérese de lo expuesto que la aludida función bancaria colectora
del capital flotante e indeciso es sumamente útil y no debe ser im-
pedida.
Ahora bien; ¿por qué el tenedor de ese capital se ve inducido a
entregar sus fondos a un Banco?
El que guarda en su casa su dinero flotante se expone a ser roba-
do. El Banco promete su custodia gratuita; mediante una pequeña c o -
misión unas veces, sin ella en algunas, el instituto bancario presta al
tenedor de fondos en cuenta corriente los servicios de cajero (efectúa
cobros y pagos por cuenta de dicho tenedor, le evita las molestias del
cobro de cupones y amortizaciones), y en ocasiones entrega un inte-
rés pequeño por los fondos depositados. A pesar de todo esto el B a n -
co ofrece al cuentacorrentista a la vista la entrega en el acto de las
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cantidades que desee, en los límites de la suma total depositada. ¿Es
después de todo esto maravilla que el público, seducido por tantos
beneficios y comodidades, entregue su dinero satisfecho?
La conducta de los Bancos con respecto a sus clientes parece ser
opuesta a la que razonablemente deben observar estos institutos de
crédito.
Poseídos por compañías mercantiles, cuyo fin es el lucro, ofrecen
custodiar depósitos de numerario gratuitamente y aun abonar - loh,
irracional promesa!—el depositario, que presta el servicio gratuito, al
depositante cierta cantidad; es algo así como si se fundase una empre-
sa ferroviaria para efectuar transportes gratuitos de mercaderías y
personas, pagando además el porteador al cargador o al pasajero una
prima como adición al servicio gratuito,
¿Cómo explicar lo ineAplicable?
Los Bancos no dejan ni un momento de tener por norte el lucro;
no son ni pueden ser institutos benéficos. Los Bancos utilizan los
fondos depositados por sus clientes en sus operaciones bancarias,
conservando en numerario una cierta cantidad proporcional a los de-
pósitos, cantidad que es suficiente para atender las retiradas de fon-
dos en tiempo normal. De esta suerte, con capitales por los que no
pagan interés o uno muy bajo, obtienen grandes beneficios. Las de-
más compañías mercantiles tienen que abonar el interés normal del
dinero a sus obligacionistas; los Bancos, gracias a las palabras anfi-
bológicas «cuentas corrientes», sin declarar que toman a préstamo
cantidades disponen de ellas como si les fuesen prestadas. Tan boni-
to negocio tiene un riesgo: el Banco promete lo que no puede cum-
plir: entregar a la vista las cantidades que se le confiaron, siendo así
que las invirtió y no puede devolverlas; por eso, tan pronto se inicia
una depresión económica, se proyecta la más ligera sombra sobre el
crédito bancario, el edificio, que no tiene base sólida, se derrumba
con estrépito y queda a vista de todos que lo que parecía muro macizo
no era sino mi telón pintado, sostenido por débil armazón de madera.
- 7 -
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£|emplo « legnlr.
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Hechos edlfloantes.
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AoolonlBtaa y ConsoJeroa.
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CAPÍTULO CUARTO
ORDENACIÓN B A N C A R I A . . . QUE NO ES ORDENACIÓN
den hacer los Bancos de depósito, un artículo 180 que manda que
tengan en Caja en metálico la cuarta parte de sus depósitos y cuentas
corrientes, un artículo 182 sobre la contrapartida del pasivo y un ar-
tículo 183 mandando que los Bancos publiquen mensualmente sus
balances en la Gaceta.
Lo que no dice el Código, porque no puede decirlo, ya que no se
inspiró en principios intervencionistas, es que se prohiba, como podrá
hacerlo el Consejo Superior Bancario, el establecimiento de Bancos en
las plazas que no les acomode a los banqueros actuales, se limite el
capital con que puedan establecerse, se señale la relación entre este
capital y los depósitos y se fijen hasta los tipos de interés que deban
abonarse a estos últimos.
En todas estas medidas no vemos más que un proceso de buro-
cratización de la Banca. Sometida ésta a una tutela dictatorial, que
ejercerán sobre ella el Banco de España y los de Madrid, en unión
del Comisario Regio, se transferirá moralmente al Consejo Superior y
al primer fracaso que éste no pueda evitar, la confianza y el cré-
dito, que han de ser inseparables de estas instituciones, desaparece-
rán, en beneficio exclusivo del Banco de España y de la Banca e x -
tranjera, únicos que tendrán libertad de acción, pudiendo operar como
les plazca, establecer agencias donde les convenga y fijar los intereses
y comisiones que les cuadre, sin sujección a normas ni proporciona-
lidades.
El Sr. Cambó no ha acercado con el procedimiento de crear un
Banco de Bancos, ni ha conseguido constituir el organismo único
que se proponía, ni articular la Banca privada con el Banco de emisión.
Lo que ha hecho es iniciar el anquilosamiento y la decadencia de
la primera, como el tiempo se encargará de demostrar, salvo que la
organización burocrática de la Comisaría se venga abajo dentro de
pocos años, como pudiera muy bien suceder.
JUAN DE ROCA.
(Continuará).
" S a n t a , , unión para especuiar con la produc-
ción plomífera española.
Sabido es que con el fin de conjurar la crisis que sufre hace tiem-
po la minería del plomo, se creó una Comisión mixta de mineros y
fundidores encargada de fijar periódicamente los precios de los mine-
rales plomíferos y platíferos, teniendo en cuenta para determinarlos,
entre otros datos o factores, los gastos de fusión, el tipo de los fletes
y la cotización del mercado de metales de Londres.
Al contrario de lo que se esperaba—si no fué un pretexto ese or.
ganismo pasa favorecer ciertos intereses—, la crisis, lejos de conju-
rarse o aminorarse, se ha agravado por virtud de los manejos de la
Compañía de Peñarroya, de su administrador en España Conde de
Romanones, Orchardson y Enthoven y otros extranjeros, que han he-
cho de nuestro país campo de sus granjerias.
Los fundidores, entre los cuales se encuentran todos los grandes
negociantes citados, han venido elevando los gastos de fusión ale-
gando el precio de los carbones, y pareciendo a los mineros despro-
porcionado aquel aumento, pidieron en una de las reuniones de la
Comisión mixta que el representante de Peñarroya en la misma ma-
nifestase el precio a que vende esa Empresa los de Puertollano, con-
t estando que no estaba autorizado para facilitar esos datos.
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Nota de la Redacción
saltos se haga a la luz del día, no ocultando detalle alguno que pueda
contribuir a ilustrar al público.
Se trata de un aprovechamiento que interesa en grado sumo a la
nación, de un aprovechamiento de cuya concesión las leyes españolas
y los Tratados internacionales excluyen a Vickers; así es que, si éste
vence, nadie dudará de la clase de influencias que habrá ejercido en
aquellas esferas donde todo debe ser diáfano y conforme al supremo
interés nacional.
Y a es hora de que nos emancipemos de la mediatización industrial
y financiera extrajera a que estamos sometidos. Intervenidos antes de
la guerra por Inglaterra, por Francia y por Bélgica, en primer término,
y por otros países en menor proporción y-más discretamente, a partir
de 1919, y ante las inmejorables perspectivas que España ofrece a los
negocios, dicha intervención tiende a acentuarse y a extenderse, ob-
servándose propósito de competencia norteamericana respecto a sus
aliados-
Pero no es esto lo más grave, sino que, además de la explotación
de nuestra hulla negra y blanca, de nuestros minerales metalíferos,
de cuantos elementos nuestros, incluso el elemento hombre, son sus-
ceptibles de rendir alguna utilidad, va reforzando el extranjero su red
bancaria y promoviendo, mediante testaferros escogidos en el vivero
nacional de políticos convencionales y de ductilidad excepcional, toda
clase de organizaciones y de oscuras combinaciones para absorber la
mayor parte posible de las disponibilidades españolas.
El porvenir del marco
«La administración de un Banco debe ba
sarse en el conocimiento detenido del efecto
económico de l o s acontecimientos interna
cionales.»
(Harvey D . Gibson, presidente de Newyork
Trust Company.)
Exportación e Importaolón.
(1) En Abril el déficit del comercio exterior subió a 5.266 millones de mar-
cos papel; 28.260 millones de importaciones, contra 22.994 millones de exporta-
ciones.
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considerablemente los impuestos directos e indirectos, así como la
tasa de correos, telégrafos y ferrocarriles, y consiguió, en efecto, que
en el año financiero que terminó el 30 de Marzo de este año, los in-
gresos procedentes de impuestos y contribuciones ascendieran a
87.374 millones de marcos papel; pero los gastos, incluso las indem-
nizaciones, llegaron, por su parte, a 233.900 millones; así, que resultó
un déficit de 146.560 millones.
Para subvenir a estos gastos, el Gobierno de Berlín no tuvo otro
remedio que la emisión constante de nuevos billetes de B a n c o . W a l -
ter Rathenau dijo el último día de la conferencia de Cannes (12 de
Enero), que para cubrir el déficit existen tres medios: primero, la
venta de la riqueza nacional; segundo, empréstitos en el Extranjero,
y, tercero, la venta de la moneda nacional. La venta de fábricas, te-
rrenos, acciones, etc., se efectuó y a en gran escala; los financieros de
la City de Londres se han negado a prestar a Alemania una cantidad
crecida, porque opinan que las reparaciones impuestas a Alemania no
permitan al país rehacer su Hacienda; queda, pues, como único medio
la venta de los marcos, que provocó, naturalmente, la baja ruinosísi-
ma de la moneda alemana, baja que se repetirá cada vez que A l e m a -
nia se vea obligada a comprar divisas extranjeras para ejecutar las
reparaciones.
El Comité de los Banqueros, reunido en el Hotel Astoria, de París,
llegó al mismo resultado que los financieros de la City respecto a la
concesión de un empréstito a Alemania. Pierpont Morgan y sus com-
pañeros opinan que Alemania no presenta garantías suficientes mien-
tras pese sobre ella la obligación de pagar a los aliados 132.000 mi-
llones de marcos oro. Para poder conceder un vasto empréstito a A l e -
mania, los banqueros piden que las obligaciones del Reich sean redu-
cidas a un límite razonable. Desgraciadamente, a esta reducción se
opone la existencia de las deuda interaliadas; ni Inglaterra ni Fran-
cia están dispuestas a renunciar a sus créditos mientras los Estados
Unidos sigan exigiendo el pago de 11.000 millones de dólares. £1
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O empréstito o infiaoián.
Baaeo Ae UaOriA,
145 francos valían cien pesetas, lioy están a la par, a pesar de lo cual
el Banco del Estado en Marruecos no tiene en circulación más que pa-
pel moneda; y el referente a la inversión dada, que se silencia, a las
cantidades que están en depósito con destino a obras públicas no «ea-
lizadas; y el referente a la orientación, que tal vez fuera un acierto y
en la «Memoria» se indica, de procurar nuestra libertad en lo que a la
ciaculaciónfiduciaria en Marruecos se refiere.
D e todo esto tiene conocimiento oficial el Gobierno, como no podía
menos de suceder, y el ministro de Estado; el por tantos conceptos
respetable y sabio D. Joaquín Fernández Prida, ha dicho terminante y
públicamente que el Banco del Estado en Marruecos, llamada su aten-
ción por algunos extremos de la Memoria, «ha ofrecido efectuar una
COMPLETA rectificación de conducta.»
Y yo, aceptando la jefatura del famoso pensador Pero Grullo, el
filósofo de las verdades, el que a la mano cerrada llamaba puño, me
digo que si el B a n c o del Estado en Marruecos ha ofrecido tan liberal-
mente una COMPLETA rectificación, es porque en su conciencia estaba
la exigencia moral de rectificar COMPLETAMENTE.
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