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incorporar a una visión coherente del uni-

1. La narrativa como verso. Sólo para quienes desconocen los


reconocimiento. grandes debates de la vida intelectual del xix
esto puede parecer novedad. Incluso puede
percibirse, en ellos, la persistencia de una
Desde que Luis Alberto Sánchez diera problemática que los neoclásicos del X V I ~ Ihi-
forma de tesis (enAmérica, novela sin novelis- cieron suya y que los románticos del XIX trans-
tas) a lo que tan frecuentemente se habían portaron a la concepción del "poeta civil",
preguntado los latinoamericanos, en particu- para que luego la recibieran los realistas y
lar aquéllos acuciados por los problemas de naturalistas finiseculares y levantara cabeza
sus sociedades, a saber, jpor qué esos fabulo- con nuevas vestiduras en el regionalismo del
sos personajes y esas increíbles situaciones xx y en la subsiguiente narrativa social.
que cotidianamente vivían los pueblos del Si se rastrean los orígenes del debate, se
continente no eran abordados por los narra- percibe que éste ha venido versando sobre un
dores, si no fuera posible en el nivel de la reducido número de tópicos, donde persisten
objetiva realidad, al menos procurando apre- viejas tesis decimonónicas que adquirieron su
sar los rasgos esenciales de las vivencias y forma teórica en el naturalismo; la panoplia
esforzándose por interpretar sus originales de las tesis tainianas y en general del cientifi-
condiciones? desde entonces podemos con- cismo del XIX; la lección del positivismo, que
siderar avivado un debate que es casi tan pro- a veces simplemente se enmascara de mar-
longado como los años de vida independiente xismo sin tener de éste más que una conven-
que lleva América Latina. Dicha discusión ha cional etiqueta. Esos tópicos hablan de "refle-
estado demasiado inficionada por las cartillas jar" el medio, de "retratar" la realidad am-
programáticas que con frecuencia se agitan biente; de "contribuir" al proceso de trans-
fente a los escritores, demandándoles que formación, sobre todo si se aspira a .la revolu-
ofrezcan a sus correspondientes comunidades ción o a la construcción de algún nuevo tipo
imágenes válidas de sus vicisitudes y, sobre de sociedad (sea burguesa o proletaria o cam-
todo, esquemas concretos y vívidos que les pesina). La buena intención de todos ellos,
pwmitierah comprender esos fenómenos que incluso la justeza de muchas de sus demandas
los ciudadanos cultos comunes no pueden a los escritores, naufragó frecuentemente: a
causa de sus planteas elementales, que se cir- contradictorio manejo de los modelos dio na-
cunscribían a fijar un catálogo de asuntos pre- cimiento a literaturas programáticas donde se
ferentemente sociales; a causa de su ajenidad presenció el espectáculo de una contradic-
respecto a los verdaderos procesos de la crea- ción entre soterradas perspectivas idealistas y
ción estética y del funcionamiento del imagi- los afanes realistas explícitamente pregona-
nario artístico, y sobre todo por responder a dos. Transportar la pugna al seno de la obra
las premuras políticas y sociales del respec- literaria resultaba la mejor forma de empo-
tivo momento que formulaban los conducto- brecer sus posibilidades creativas, de dismi-
res de movimientos, quienes, por no percibir nuir ese poderoso aliento de reinterpretación
la sutil composición del arte y su profundo y del universo que está en la base de las mayo-
rico funcionamiento social, fueron llevados res obras de arte.
muchas veces a rechazar las que eran mejores De los diversos tópicos de esta demanda
-por más nuevas, originales y perspicaces- ninguno más insistentemente reclamado que
contribuciones de los escritores a la vida so- el correspondiente a uno de los más singula-
cial, prefiriendo en cambio los productos ya res, si no el más singular, de los padecimien-
consolidados pero por lo mismo pasatistas, a tos latinoamericanos: las dictaduras, más o
los que se reclamaba simplemente un cambio menos paternalistas, de los hacendados ele-
de signo ideológico. vados a la primera magistratura y que durante
En verdad, lo que se ha demandado fre- decenios rigieron sus países como lo hacían
cuentemente es un nuevo Facundo, pero con con sus vastas haciendas, o de los militares
una tesis exactamente inversa a la propuesta que intentaban trasladar la conformación del
por Sarmiento; o un nuevo Los de abajo, pero cuartel a las formas de la convivencia social, o
con una ideología que se oponga a la desalen- incluso de aquellos raros profesionales inbui-
tada que allí manifiesta Mariano Azuela; o dos de mesiánica e ilustrada fe en que habían
una nueva Doña Bárbara, pero empleando sido ungidos como protectores, guías y únicos
una simbología que se adapte a los requeri- intérpretes de la voluntad popular. Todos ellos
mientos de nuevos sectores emergentes en el se mantuvieron en el poder contra las deduc-
horizonte social, en reemplazo de la pequeña ciones lógicas de los analistas intelectuales,
burguesía progresista cuya ideología instru- sus ajedrecísticas demostraciones de que tal
menta narrativamente Rómulo Gallegos. Tal situación era aberrante y no se compadecía
con los legítimos intereses de las sociedades comunes que tenía con países europeos.
americanas. Para estos analistas (y es entre E l giro que se produjo en la interpretación
ellos que se sitúan, por razones de oficio, los del fenómeno sobrevino a fines del xix y en
escritores), resultaba casi incomprensible el cierto modo respondió a la lucidez interpreta-
fenómeno: era un escándalo de la razón y de tiva de José Martí, aunque su solución equili-
la civilización. El hecho de que estos grupos brada e intermedia no fue la misma de la que
sociales obedecían a las líneas avanzadas de ofrecieron otros intelectuales dentro del clima
la modernidad universal, se habían educado instaurado por el positivismo en las últimas
en el comercio de los más recientes libros décadas del siglo pasado. En su ensayo Nues-
europeos y de sus formas de sociabilidad, las tra América, Martí reclamó una nueva pers-
cuales devenían el modelo ideal, eran ejerci- pectiva para comprender la realidad de las
tantes asiduos de las teorías del derecho y de sociedades latinoamericanas, para poder in-
los principios humanistas, permitió que avizo- terpretar con mayor fidelidad (y también hu-
raran lo anacrónico y retardatario de los sis- mildad) la verdadera situación de los pueblos
temas políticos de gobierno que pusieron en americanos, recomendando que se partiera de
práctica los dictadores, aunque al principio la vida convivida a la búsqueda de las inter-
no fueron capaces de establecer una vincula- pretaciones teóricas y de las soluciones prác-
ción entre esa estructura política y la social y ticas, obviando así el figurín importado, por
económica de sus respectivos países. Como bueno y codiciable que fuera. "Por esta con-
las dictaduras, contra toda crítica razonable, formidad con los elementos naturales desde-
persistían y aún persisten hoy (aunque dentro ñados, han subido los tiranos de América al
de otras perspectivas socio-económicas) los poder y han caído en cuanto les hicieron trai-
grupos intelectuales se transformaron en la ción. Las repúblicas han purgado en las tira-
punta de lanza de un empeñoso movimiento nías su incapacidad para conocer los elemen-
para trasladar de cualquier manera los mode- tos verdaderos del país, derivar de ellos la
los extranjeros a tierras americanas, lo que en forma de gobierno y gobernar con ellos."
algunos puntos del continente (Argentina) se Si para la ardiente fe en el hombre, de
consiguió con ingente esfuerzo y respondió Martí, este cambio en la perspectiva interpre-
en buena parte a la disciplinada tarea de sus tadora de las dictaduras permitía avizorar con
intelectuales, apoyándose en los intereses confianza el futuro, en la mayoría de los inte-
lectuales, exactamente al revés, provocó el examinaron con ojos nuevos el fenómeno del
mayor desaliento. Si el dictador no era una caudillismo y de la dictadura.
aberración sino el producto de una relación El grado en que estos comportamientos so-
profunda con la sociedad latinoamericana a la ciales aún siguen poniendo su marca sobre
que expresaba cabalmente, en especial res- América Latina puede rastrearse en algunos
pecto a las vastas masas incultas que consti- textos que, enmascarados por una terminolo-
tuían la inmensa mayoría, no había entonces gía moderna que otorga un airecillo universal
esperanzas de redención, vistas las caracterís- y persuasivo a sus argumentos, reitera concep-
ticas que esos intelectuales observaban en sus tos ya expresados y confirma estas formas de
pueblos. El "pueblo enfermo" fue la consigna conducción política que son tan antiguas
que en César Zumeta, en Alcides Arguedas, como toda nuestra historia independiente. La
en Octavio Bunge, obtuvo teorizaciones y sorpresa que en su momento produjo el fo-
llegó a determinar comportamientos persona- lleto de Régis Debray Revolución en la revo-
les, generando el pesimismo de los intelectua- lución?, consistía en el descubrimiento, ves-
les del periodo que designamos como "mo- tido con el léxico de un intelectual francés
dernista" o su secreto hermano gemelo, el moderno, de la vieja fórmula del caudillismo,
"utopismo", que puso en el futuro, donde se una cosa tan nuestra y tan dolorosamente en-
pudiera producir la palingenesia de ese pue- trañada en América Latina que parecía impo-
blo, la eventualidad de la sociedad democrá- sible que se nos la devolviera dentro de es-
tica. Ambas perspectivas, sin embargo, confi- tructuras intelectuales signadas por el mar-
rieron un nuevo sitial a la figura del dictador, xismo. La misma sorpresa (y aun el escándalo)
aunque sólo dentro del círculo bastante estre- que hubiera suscitado en sus fieles lectores,
cho de los intelectuales. Fue necesaria la que se aproximara esa tesis a la que formulara
incorporación de las fi losofías socialistas a Vallenilla Lanz en E l cesarismo democrático
América Latina desde la década del veinte, para justificar la concentración del poder en
pero sobre todo la intensa tarea de los histo- manos de Gómez. Al punto que la honrosa
riadores revisionistas que muchas veces pro- autocrítica que Debray hiciera posteriormente
vinieron de un reavivado concepto naciona- de su folleto no ha hecho sino corroborar su
lista escasamente fecundado por el marxismo, progresivo adentramiento en la realidad ame-
para que se ampliara el círculo de quienes ricana, aunque ya ella no era otra cosd que un
reconocimiento de esta América Latina, más cidad para desarrollar las riquezas propias, la
que una modificación -que se pretendió revo- constante venta del patrimonio al extranjero,
lucionaria- del pensamiento socialista. Por- el desprecio a la inteligencia o la subversión
que en ese texto no se hacía sino corroborar la de la razón, porque todas éstas también han
persistencia del fenómeno caudillista y pro- sido condiciones propias de múltiples dicta-
porcionarle, en una perspectiva ideológica- dores latinoamericdnos y a manos de sus
mente renovada, una justificación teórica, lo hampones murieron muchos intelectuales y
que desde luego podía presentarse como des- escritores. Se hizo necesario un nuevo
consolador para los intelectuales aferrados a tiempo, una nueva perspectiva, para que la
las tesis tradicionales del pensamiento socia- luminosa frase de Marti pudiera leerse com-
lista europeo. Se'volvía a corroborar que, aun prensivamente: "Con un decreto de Hamilton
en las sociedades del continente que se ofre- no se le para la pechada al potro del Ilanero.
cían como ideológicamente modernizadas, la Con una frase de Sieyes no se desestanca la
realidad viviente de los pueblos seguía siendo sangre cuajada de la raza india." Este nuevo
fiel, más que en sus aparatosas capitales en la tiempo implicaba una reinserción en las con-
intrasociedad que llenaba su vasta área rural, diciones propias del pueblo latinoamericano,
a las configuraciones personales donde todo reviviendo su original manejo del imaginario
el poder quedaba en manos de un hombre así como sus concretas demandas socio-
providencial. Y que de allí él extraía, como económicas; implicaba también un cierto
pensaba Marti, el apoyo necesario para man- grado de incredulidad respecto a las tan sacra-
tenerse en el poder, más que del terror, del lizadas estructuras jurídicas y legales; porque
ejército o la Iglesia. ellas escondían la ilegalidad y la injusticia y
Reconocer esto es muy duro, quizás impo- aun las instituían; por último, se nutría de las
sible, para los hombres cultos que han lu- nuevas circunstancias históricas que vivían el
chado férreamente contra la sanguinaria con- mundo y la comarca.
ducta de los dictadores, para quienes han pa-
decido el desorden, la ignorancia encara-
mada, la estulticia de los oficiantes del poder,
el desprecio de las vidas humanas, la incapa-
forma y expresión a través de precisas imáge-
2. Un arquetipo nes, como en la proposición junguiana sobre
latinoamericano. los arquetipos. En ese sentido, el dictador se le
presentaba, al futuro autor de El recurso del
método, como una figura que tanto decía
Todo eso contribuyó a que fuera posible sobre sí mismo como sobre la composición
una nueva mirada sobre las características de del imaginario de los hombres latinoamerica-
esos hombres que concentraron todo el poder nos.
en sus manos: los dictadores. En esta Iínea, Incluso el onirismo que impregna la novela,
como en tantas otras, hay que conceder la la manera indirecta de abordar el personaje,
primacía a Miguel Ángel Asturias. Por contro- el estilo encantatorio de su escritura, la re-
versial que sea ya, para nosotros, su percep- construcción de una ciudad fantasmagórica
ción del dictador centroamericano, es forzoso con sus mendigos, sus esbirros, sus añosas
reconocer que la publicación de El señor Pre- construcciones; la inconexión privativa de
sidente (1 946) es un punto de partida de obli- pesadilla de su articulación narrativa y aun los
gada mención, por lo que implica de intento ocasionales ejercicios de escritura automá-
de abordar la realidad latinoamericana pre- tica, se nos presentan hoy como las únicas
sente a través de una figura clave que podría soluciones viables para que, a esa altura de la
procurarnos la comprensión del conjunto so- conciencia histórica del escritor latinoameri-
cial. En una conversación con Elena Ponia- cano, fuera posible rodear la mítica figura del
towska (en Palabras cruzadas), Alejo Carpen- dictador.
tier subrayó que la razón que explicó en 'su Lo mismo puede decirse de otro texto de la
momento el éxito de la novela de Asturias fue misma Iínea, que es el primero que dentro de
que se había atrevido a presentar "un arque- Colombia procede a un similar abordaje: me
tipo latinoamericano". O sea que había ope- refiero a El gran Burundún-Burundá ha
rado una literatura de reconocimiento, pero muerto, de Jorge Zalamea, porque sus formas
no al nivel de las manifestaciones externas de rapsódicas, la construcción del relato como
la sociedad sino de sus formas modelantes, de un poema reiterativo hasta la obsesión, el ma-
las energías inconscientes que adquirían nejo de repeticiones que evocan la fórmula
retórica del pantum, resultan también proba- modo la innumerable acumulación de narra-
torios de este progresivo avance de los escrito- tiva antidictatorial largos catálogos de,
res para introducirse en la significación abav- crímenes-, no surte los efectos que las obras
cadora de una experiencia humana que no de Asturias o Zalamea si se trata de compren-
podía ya reducirse simplemente a la aventura der no s6lo lo que hicieron los dictadores sino
de un villano de western sino que debía inves- lo que ellos fueron y por qué lo fueron.
tigarse como la coyuntura de una sociedad, a La mera enumeración de sus errores y des-
veces hasta de una naturaleza tropical. manes se enriquece con el intento de com-
Cualquiera de estas creaciones resultaron prender al ser humano que de ellos fue res-
mucho más ricas, más comprensivas de la ponsable y, por otra parte, con el esfuerzo
realidad profunda, que los innumerables vo- para reinsertarlo dentro de su medio histórico
lúmenes de diatribas contra las dictaduras y social. Pues si se lo encara al nivel de arque-
bajo formas romanceadas o versificadas que tipo (y al margen del debate sobre este con-
han pululado en el continente. Estas obras son cepto puesto en circulación por Jung), no se
los primeros y tímidos intentos de no quedarse buscará crear una imagen individual, o sea
en la airada (y justificada) denuncia que llenó una biografía, sino que los elementos compo-
las páginas de la narrativa política y social nentes de ella deberán absorber otros planos
latinoamericana, algunos de cuyos parsimo- de significación, al menos dos: uno de ellos
niosos catálogos temáticos ha establecido será histórico, económico y social, para cum-
Luis Alberto Sánchez. Estas denuncias fueron plir con el carácter representativo de la totali-
obras de combate, justificadas en tal medida; dad humana que veía Martí en el tirano ("El
fueron panfletos historiando atrocidades y gobierno no es más que el equilibrio de los
quedaron marcadas por el perspectivismo mi- elementos naturales del país"); otro tendrá
litante que las generaba, por su estricta fun- una órbita más vasta porque traducirá las ten-
ción programática. Pero del mismo modo que dencias espirituales, las demandas psíquicas
si hoy alguien quiere tomar contacto con el de una determinada colectividad, y acaso lo
universo indígena andino, más que a Huasi- que no nos atreveríamos a llamar constantes
pungo, de JorgeIcaza, consultará Los ríos pro- sino formas específicas de un determinado es.
fundos, de José María Arguedas, del mismo tadio del desenvolvimiento de la cultura, uti-
lizando la palabra en su plena acepción an- tranjeros, en el nivel de desarroMo de sus eco-
tropológica. nomías y en la comtitución de la estructura
Con respecto al primero de esos planos, social que ello inspira.
puede evocarse el desconsuelo que a cual- Pero al mismo tiempo, todos esos factores
quier hombre algo documentado en filosofía no pueden considerarse en una simple expo-
marxista pudo provocar en su momento la sición estadística de tipo socio-económico,
inicial explicación oficial acerca de la con- porque esos basamentos reales engendran
ducta sanguinaria de Stalin.&i tal fenómeno formas culturales específicas dentro de las
podía explicarse simplemente por razones cuales se mueven los hombres. Tales formas
psicológicas -un mórbido libertinaje del po- mantienen vivas múltiples tradiciones, incluso
der- resultaban automáticamente inútiles las muy arcaicas como ha visto con frecuencia
tesis de Marx y de Engels así como la pacien- Carpentier; fijan comportamientos propios de
cia de sus exégetas, ya que se habría dese- cada región y, sobre todo, actúan sobre la
chado un intento de explicación científica, constitución de lo que podría llamarse el
social y económica, en aras de un retorno a "imaginario" de las sociedades latinoameri-
las tesis del romanticismo de comienzos del canas. Aun otorgando una génesis socio-
xix. La explicación de la aventura del poder económica a estos valores, no es posible igno-
concentrado en las manos de un hombre que, rar su capacidad para funcionar autónoma-
como dice la fórmula tradicional, "es dueño mente'y para motivar la conducta de los hom-
de vidas y haciendas", ya no parece posible bres. No es necesario recurrir a una explica-
mediante apasionantes biografías, sutiles aná- ción religiosa sobre constantes colectivas ac-
lisis de psicología profunda, como si esos tuando en el inconsciente humano para reco-
seres hubieran existido dentro de batiscafos nocer que el "imaginario" de los pueblos ma-
de cristal, separados de la comunidad que neja imágenes que están cargadas de signifi-
regían e indemnes a sus normas. Sólo puede cación, donde se superponen diversos senti-
intentarse recolocándolos en sus propias so- dos que responden a incitaciones personales
ciedades, vistas con lucidez y comprensión, o grupales o incluso colectivas de conformi-
en las coordenadas del poder verdadero que dad con el sistema de valores de una cultura.
establece la dependencia de los centros ex- En ese venero pueden rastrearse esos "arque-
tipos" entre los cuales está la imagen del
"Caudillo", del "Padre", del "Sabio", del 3. €1 art deco en América
"Señor Presidente", del "Primer Magistrado",
del "Supremo", del "Patriarca", del "Bienhe-
Latina.
chor", del "Generalísimo", del "Conductor",
del "Guía", del "Jefe", del "Protector", del Ni esto es fácil, porque las heridas no han
"Comandante", del "Déspota Ilustrado", serie cicatrizado y el perspectivismo de toda escri-
vastísima que se ordena sobre un eje paradig- tura literaria es muy determinado por este pa-
mático autorizando las incesantes variaciones decimiento, ni el fenómeno, por más cambios
de un modelo. que haya experimentado autorizando una dis-
Estos dos planos son los que se conjugan y tancia interpretativa más coherente, tampoco
se superponen sobre aquei individual en que se ha extinguido, ni la empresa de reconocer
se retraza la vida y el comportamiento de un en esta nueva forma a la figura del dictador
hombre concreto, el dictador, proporcionán- deja de tener sus peligros en el campo de la
dole amplitud (una verdadera caja de reso- militancia política y sociar La visión rica,
nancias de mayor o menor hondura) a cual. compleja y sobre todo objetiva de la realidad,
quiera de los actos o expresiones de esa vida parece más una ilusión metodológica que una
particular, y constituyéndole en una figura eventualidad del arte, puesto que éste siempre
magna que entonces sí puede alcanzar una responde a una concepción (una "cosmovi-
dimensjón hiperbólica. Más que un hombre sión", diría Goldmann) donde el emisor del
es entonces una sociedad entera la que en él mensaje está incluido, y con él su clase, su
funciona, o las demandas verdaderas aunque cultura, su tiempo y circunstancia. De tal
soterradas de una cultura. modo que si aspiramos a explicar las causas
de una sorprendente y rica floración de gran-
des retratos de dictadores, dentro de la cual
pueden ya incluirse tres libros capitales como
E l recurso del método, de Alejo Carpentier, Yo
el Supremo, de Augusto Roa Bastos y E l otoño
del patriarca, de Gabriel García 'Márquez,
pero también visiones colindantes que tienen
que ver con los efectos del poder personal rica" (muchas veces a contrapelo de las reales
(dentro de las cuales habría que poner la Con- demandas de los pueblos), del mismo modo
versación en la Catedral, de Mario Vargas no puede comprenderse cabalmente esta re-
Llosa, o los Hombres de a caballo de David novada mirada sobre los dictadores de ayer,
Viñas) tendremos que considerar forzosa- sin considerar una orientación muy decidida
mente el tiempo y la circunstancia en que del arte europeo y norteamericano actual que
estos escritores construyen sus obras, buscar ha sido bautizado con las palabras art deco y
explicaciones en las nuevas circunstancias que es parte de la nostalgia y la idealización
que vive este continente pero también este del pasado inmediato.
universo, pues esas son las dos coordenadas Dentro de esa onda, que s i bien adquirió
con que se tejen las obras. aspectos polémicos en los productos masivos
La interrelación característica del siglo XX, del cine, también ha venido constituyéndose
con su prodigiosa expansión e imposición de en la literatura como un modelo de recupera-
las concepciones propias de los grandes cen- ción y revisión, pueden situarse estas creacio-
tros del poder industrial (y sus pertinentes cul- nes que recuperan a los dictadores de las dé-
turas), expansión que es un elemento adqui- cadas pasadas. Cuando no es así y se vuelve a
rido por debajo de las particularidades socia- las figuras casi mitológicas del siglo pasado,
les o económicas de los respectivos centros, cpmo en el admirable libro de Roa Bastos, es
ha hecho más estrecha que antes la inserción su concepción de la escritura, marcada por las
de América Latina a las normas de evolución condiciones estructurales de la lingüística
intelectual que recibe del exterior, aun en el moderna, la que corrobora esa presenqia, que
momento en que también se ha hecho más en él se alía estrechamente a los productos de
visible y robustecido su afán de independen- una larga tarea intelectual de la región que
cia. Del mismo modo que el tan pregonado desde hace tres décadas despliegan los histo-
boom de la narrativa latinoamericana no riadores revisionistas del Plata para desmontar
puede explicarse coherentemente sin tener en la concepción oligárquica de la historia que
cuenta esta expansión de la "unidimensiona- impuso el mitrismo.
lidad" del mundo occidental presente y el Del mismo modo que el surrealismo euro-
más elevado grado de integración a sus leyes peo de los veinte fue una vía determinante
que viene imponiéndose a "Nuestra Amé- para que una generación de poetas (de Ne-
ruda a Paz, de Molina a Aimé Césaire) pudiera contradas proposiciones pues unifica líneas
redescubrir una entraña latinoamericana al casi opuestas, ha permitido volver la mirada
tiempo que coordinaba su escritura con una hacia un pasado reciente que sigue vivo, den-
teoría artística de voluntaria universalidad y tro del cual aún nos movemos, mucho más en
de democratización de la concepción del es- estas ciudades latinoamericanas que se cons-
critor, cosa que asimismo ocurriera con los truyeron en la vorágine urbana de la especu-
narradores (Miguel. Angel Asturias, Alejo Car- lación edilicia de los treinta y los cuarenta
pentier, Jorge Luis Borges, Oswald de An- hasta parecer todas ellas enormes dioramas
drade) que se formaron en el medio propicio deco donde cada cornisa, ventana o monu-
de la lost generation latinoamericana, del mento no parece haberse desprendido aún de
mismo modo los poetas y narradores maduros los hombres que allí vivieron, del dictador
de las generaciones posteriores procuraron que inauguró ese obelisco, esa estela, esa ca-
ahondar el camino de un adentramiento en rretera. Como siempre, América Latina ofrece,
las sociedades de "Nuestra América", mane- en estos casos, una imagen más acentuada
jando a la vez los recursos que las circunstan- que la extranjera: si los muy discutibles con-
cias forzadamente expansivas de los centros ceptos del "real maravilloso" de Carpentier o
mundiales les procuraron, en la medida en de la "escritura automática" de Asturias (hijos
que tales recursos implicaban operaciones es- directos del surrealismo francés), más que en
tructuralmente emparentables con las condi- los maniquíes o "cadáveres exquisitos" de
ciones específicas del continente, y por lo París, se recuperaban vivientes entre las
tanto aprovechables con utilidad. Si esa tarea creencias de los negros haitianos o en la alga-
mediadora admite muy diversos grados, que rabía de los mendigos guatemaltecos, el deco
van del inútil mimetismo a la mayor concen- no es entre nosotros nostalgia de juventudes
tración sobre la tradición regional, su punto pasadas que al llegar a la madurez y a la
óptimo se ha situado en el manejo de aquellas inminencia de la muerte se vuelven a atrapar
incitaciones teóricas externas que se han reve- en el consabido caleidoscopio, sino perma-
lado más productivas para la recuperación nencia de cosas que están viviendo. De ahí
renovada de las formas, situaciones, fenóme- que su condición ornamental, gozosa y libre,
nos idiosincrásicos de nuestras sociedades. no pueda desprenderse de la pasión con que
El art deco, que obedece a múltiples y en- se la padeció: hay en esos objetos mucha
sangre que no ha secado todavía, lo que ex-
plica que la polémica que cualquier recons- 4. La intimidad del
trucción de este tipo puede ocasionar será hombre-poder.
entre nosotros dotada de mayor beligerancia y
acidez.
No obstante, hay que hacer un sitio aparte, En los casos de novelas sobre dictadores,
dentro de esta tarea de reconstrucción, a los comprender es dar un salto en el vacío, sobre
narradores (y también a la crítica histórica y esa inmensa distancia entre el ejercitante del
sociológica que está revisando esos periodos poder y los hombres gobernados que lo han
pasados cerrados a candado por la "divisa" y contemplado desde fuera. Los ciudadanos su-
el "rencor") para distinguir su proyecto de la frieron prolongadas dictaduras que, por ser
demasiado fácil tendencia a la celebración tales, implicaron la concentración del poder
consagratoria del dictador que en las nuevas en un muy reducido grupo de personas, a
sociedades latinoamericanas se viene cum- veces en un solo hombre, tal como se ha
pliendo. Los narradores no buscan incorporar venido pensando con cierto simplismo res-
al panteón de las glorias nacionales a los dic- pecto a la estructura de dominación. A ese
tadores y a sus esbirros, sino que pretenden grupo o a esa persona no tuvieron acceso los
comprender un pasado reciente cuya sombra escritores, ni en general los intelectuales, ni la
se proyecta hasta hoy. Aunque tal empresa, inmensa mayoría de la población; de él sólo
como ya había sospechado Nietzsche, aca- conocieron los que para algunos fueron ne-
rrea imprevistas consecuencias: de compren- fandos crímenes y para otros una protección
der a perdonar, el camino se hace más corto. derramada desde lo alto, efectos dispares de
Pero a la vez, si no se comprende, mal se la acción de un hombre que por lo tanto llegó
puede avanzar en el adentramiento en nuestra a ser la suma de los enigmas. En los textos de
realidad, en sus auténticas condiciones y sin- Asturias y de Zalamea es visible esta lejanía
gularidades, lo que es indispensable para el que los obliga a contemplar desde afuera a
proyecto de su transformación. esas figuras enigmáticas, introduciéndose tí-
midamente en la intimidad del palacio presi-
dencial.
Los nuevos narradores, en cambio, dan el
salto en el vacío: no sólo entran a palacio, dente, cuando la totalidad de los resortes de
husmean sus rincones, revisan las variadas un estado podían ser aparentemente pulsados
guaridas del gobernante, sus residencias eu- por un solo hombre y por lo tanto podían ser
ropeas, sino que se instalan con soltura en la examinados a través del comportamiento de
conciencia misma del personaje y de ese este hombre.
modo ocupan el centro desde donde se ejerce El punto de mira es semejante al que
el poder y ven el universo circundante a través orientó la pesquisa de Kafka, salvo que éste
de sus operaciones concretas. Se trata de una vio el poder a través del desconcierto del
drástica inversión de la visión. Por eso, sean homo domesticus y ahora lo que nos pregund
cuales fueren los rasgos particulares que tamos es directamente cómo funciona, aun-
adoptan los diversos dictadores, la unidad de que todavía no podamos aspirar a revisar
los actuales textos narrativos sobre ellos ra- nuestro actual estado de poder, sino un homó-
dica en que interrogan directamente el poder logo más simple. Cuando Bertolt Brecht in-
omnímodo, ven su pleno funcionamiento, tenta acometer frontalmente el asunto, en su
descubren los motivos ignorados de sus ac- novela Los negocios delulio César, aunque de
ciones, las benéficas y las perversas, diseñan hecho está revisando el funcionamiento de la
los mecanismos de su terca y en apariencia City, apela asimismo a un ejemplo del pasado
ilógica continuidad histórica. que le permite una composición persuasiva
En esta búsqueda se trasunta la situación de pero más sencilla.
la cual parten, porque lo que les atrae es un En las novelas recientes sobre dictadores
rasgo que me parece más propio de nuestras latinoamericanos, percibimos el poder a tra-
acrecidas sociedades latinoamericanas (en vés de esa figura carismática que lo ejerce, la
demografía, en complejidad estructural, en cual dispone en apariencia de toda la potestad
robustecimiento del poder) que de las patriar- humana. Nuestra percepción del poder es la
cales comunidades que, como extensas ha- de la persona que lo ha conquistado y a él se
ciendas, rigieron los dictadores evocados. aferra hasta ser nada más que eso, poder. Otro
Rasgo que siendo difícil de abordar a nuestro nivel, probablemente más complejo y más
nivel actual, puede en cambio ser asumido abstracto, será necesario para que un escritor
por la nueva literatura en su versión prece- intente ofrecer a la mayoría de los ciudadanos
el panorama de las fuerzas que actúan y se nuevo lenguaje literario algunos de sus distin-
combinan para dominarlos, sin tener que per- tivos pasados, entre ellos la capacidad de
cibirlas reunidas y absorbidas por una con- construirse totalmente en torno a un personaje
ciencia humana solitaria. como en las brillantes épocas flaubertianas o
Pero además, en este modo de aprehensión stendhalianas. El personaje, como producto
del personaje parece registrarse la tardía res- de una sociedad que en él se recupera simbó-
puesta al reproche que formulaba Ciro Alegría licamente y cuyos debates dentro de él se
a la novelística latinoamericana, de no ser registran como en perfeccionado sismógrafo
capaz de crear ese elemento clave de la narra- de lo humano, ha sido la pieza constitutiva de
tiva europea deci monónica: el personaje. la gran narrativa del XIX europeo: con nuevo
Aunque el debate ha perdido interés y la gale- esplendor revive en estas creaciones nacidas
ría de figuras ofrecidas por la narrativa del en la periferia de la cultura europea, las cua-
continente en los últimos decenios compensa les, como casi todo el arte que ella ha propor-
de todas las posibles ausencias anteriores, sin cionado en el último siglo transcurrido, pue-
contar que el problema mismo ha tenido su- den definirse con la insignia de Rubén Darío:
peración con el planteo más reciente sobre la "muy antiguo y muy moderno".
novela sin personajes, es cierto que en' estas
creaciones se percibe esa pasión del perso-
naje que es otro más de los múltiples testimo-
nios del rico conservadurismo que es peculiar 5. La desilusión del
aun de la más renovada creación novelesca
en América Latina. Aunque esto no place a los
civilismo.
escritores, quienes siguen rotando sobre las
aporías de la vanguardia y por lo mismo am- En una reciente discusión sobre algunos
bicionan ser considerados como avanzadas filmes del art deco europeo (en los Cahiers du
en la conquista de nuevas tierras de la narra- Cinéma), Michel Foucault explicaba esta
tiva, la verdad es que lo peculiar de la'nueva orientacicón artística como un producto de la
novela latinoamericana ha sido su capacidad nueva sociedad tecnificada, burguesa, pac-
de revivir el género, restaurando dentro de un tista, como una derivación del horizonte con-
sewador que ella promovía, pretendiendo la persuadido a los ciudadanos si las nuevas so-
reconciliación del cuerpo social dentro de un ciedades, creadas a la caída de aquellos, hu-
estrecho economicismo. bieran cumplido con las promesas formula-
Los remedos de tal tipo de sociedad son tan das. En muchos casos lo que vino después no
débiles y superficiales en América Lafina (al- era mejor que lo que había antes y la distribu-
gunas capitales con desarrollados sectores ción del poder dictatorial omnímodo entre
terciarios subsidiados por los servicios estata- rapaces grupos económicos no podía resultar
les, superfetaciones que esconden mal la de- solución satisfactoria para las mayorías que,
bilidad de las estructuras industriales incipien- en muchas ocasiones, continuaron su tradi-
tes) que cuesta ver en ellos el origen del mo- cional viacrucis. Con la sola variante, en me-
vimiento similar que recorre el continente y nos, de un mayor desamparo, porque ni si-
tampoco es posible atribuirlo meramente a quiera se les ofreció la compensación ilusoria
una actitud imitativa si se considera la exce- de que había allá lejos un "padrecito" que
lencia artística de los productos ya obtenidos. quizás velaba por ellas.
Quizás haya que ver aquí esa maduración En la medida en que la sociedad continuá
interna a la que aludíamos, en el sentido de siendo, en líneas generales, la misma, no se
recuperar en toda su amplitud las enigmáticas produjo la mutación de su orden económico y
fuerzas que han movido la historia latinoame- social y por lo tanto no se le concedió a los
ricana, como en otro orden lo ha testimoniado vastos conglomerados mantenidos en la mar-
la poderosa corriente nacionalista del revisio- ginalidad y el infantilismo, la posibilidad de
nismo histórico que, aunque nacida en la Ar- ingresar a la participación y a la vida adulta, al
gentina, es ya propia de todos los países y ha simpre prometido y siempre postergado "or-
venido desmontando la concepción liberal de den democrático" que sólo puede ser afian-
nuestro pasado. Pero también una generali- zado por lo que en los textos de 1810 se
zada desconfianza acerca de las explicacio- llamaban "los derechos del hombre y del ciu-
nes que la burguesía liberal y civilista dio dadano", mal se podía entonces continuar
mecánicamente de las dictaduras (en especial con la diatriba mecánica sobre el poder per-
militares) que cubrieron el continente. Las dia- sonal. La gran sorpresa posterior a la caída de
triba~sobre los dictadores sólo podían haber algunos grandes dictadores (Perón, Vargas,
Rojas Pinilla, Pérez liménez, etc.) fue la nos- Diaz, Gómez, Machado?) sean revisados, no
talgia de ellos que llegb a provocar la agluti- son iguales entre sí estas figuras como no son
naci6n de enormes masas de desposeídos que iguales las áreas culturales en que surgieron y
reivindicaban su retorno al poder. a las que expresaron. América Latina es una y
A esto puede agregarse una también gene- múltiple, acechada por formas semejantes,
ralizada desconfianza por las tradicionales padeciendo sufrimientos similares, pero vi-
formas de la estructura jurídica del Estado, viéndolos dentro de culturas regionales espe-
particularmente en aquellos países donde los cíficas, claramente delimitadas. En ellas, hasta
políticos fueron arrastrados a los mismos inte- la denominación del tirano varía: tenemos
reses económicos de los grupos oligárquicos, dictadores, patriarcas, caudillos, conductores,
perdiendo así el aura moral que los circun- déspotas, generalísimos y hasta "Supremos".
dara en el xix y en buena parte del xx, cuando S i Alejo Carpentier opta, con justificadas ra-
todavía eran los austeros "doctores" que zones derivadas de su cultura y de su reite-
guiaban a los pueblos. S i todavía se recuerda rado proyecto de exploración de las relacio-
que el mismo ejército o el poder despótico nes Europa-Latinoamérica, por el arquetipo
asumieron rasgos populistas y que fuertes sec- del déspota ilustrado educado por el moder-
tores del pensamiento de izquierda, como el nismo y el positivismo epigonales, pero bra-
castrismo latinoamericano surgido del ímpetu gado como hombre de armas tomar, Roa Bas-
de la Revolución cubana, adoptaron un osten- tos lo hará por la mítica figura del hombre que
sible desdén por las instituciones y los códigos se constituye en la nacionalidad misma dentro
constitucionales, se podrá comprender algo del estilo neoclásico y a la vez alucinatorio de
de las ingentes modificaciones ideológicas los orígenes revolucionarios de la América
que respaldan esta investigación actual sobre independiente; y Gabriel García Márquez,
los antiguos dictadores y que ha dado estudios que ha sido el fiel historiador del Caribe con-
sociológicos, políticos, económicos, ha pro- cebido como una sola nación desparramada
porcionado una considerable masa de revi- sobre las islas y las costas del continente, por
sión de la historia y ahora ha venido a depa- el "patriarca" isleño que se pudre centenario
rarnos un ciclo de grandes novelas. aferrado al poder sobre el cual ha sido aban-
Si es común el impulso que recorre Amé- donado como un trasto inservible por los ma-
rica Latina, permitiendo que Cipriano Castro o rines norteamericanos. Si cada uno hace una
el Doctor Francia o Rosas o Perón o Vargas o opción diferente es porque reconocen las tra-
Estrada Cabrera o Trujillo (iy cuándo Porfirio diciones específicas de su respectivas áreas
culturales con las cuales nutren su obra y la
circunstancia histórica desde la cual formulan
su mensaje. Es allí donde se funda su autenti-
cidad artística.
1. Una construcción
totalizadora.
Un monumento narrativo. Una de esas in-
venciones fuera de la serie consabida de la
novela a que estamos habituados, suerte de
monstruo o animal mitológico de los que al-
gunas -pocas- veces irrumpen en la literatura
latinoamericana, la desbordan con su excep-
cionalidad algo aberrante y al tiempo dan la
medida de sus potencialidades. Una eventua-
lidad creativa que el siglo xix parecía haber
agotado con obras como Os Sertdes o el Fa-
cundo, y que el siglo xx, ya tan disciplinada-
mente profesional, no se había atrevido a en-
carar hasta la irrupción de la más reciente
narrativa, cuando ésta comenzó a hacer trizas
los modelos recibidos y decidió asumir viril-
mente la contradictoria totalidad cultural del
continente.
Tampoco hay antecedentes en la produc-
ción narrativa de Augusto Roa Bastos, y a
pesar de que esta obra se encadena con su
excelente novela anterior Hijo de hombre (a
la cual se refiere el Doctor Francia en una de
sus libres previsiones, casi censurándola bajo
el rótulo de literatura de los emigrados), con-
virtiendo retrospectivamente aquel libro de
1960 en un tímido abordaje del asunto magni-
ficente a que se consagra Yo el Supremo,
(Buenos Aires, Siglo XXI, 1974) la literatura
anterior del novelista paraguayo no permitía
inferir esta desmesurada invención, este incla-
sificable libro (historia, novela, ensayo socio-
lógico, filosofía moral, biografía novelada,
panfleto revolucionario, documento justifica-
tivo, poema en prosa, confesión autobiográ-
fica, debate sobre los límites de la literatura,
cuestionamiento del sistema verbal) que es en
los hechos una infatigable requisitoria nacida
de una conciencia en vilo, revuelta y convul-
sionada como su tiempo, a la que pone en
llaga viva haber asumido todos los conflictos
de un hombre latinoamericano. No bien pu-
blicado, se constituye en un obligado punto
de apoyo de la literatura latinoamericana, o,
más exactamente, en un testimonio clave
sobre la cultura original de "Nuestra Amé-

La obra anterior de Roa Bastos se ordena en


torno de este sol como un servicial sistema
planetario, para que podamos percibir de
dónde procedía la fragmentaria energía que,
por repentinos chispazos, animaba su escri-
tura; cuál era la fuente de su contenida y
opacada vitalidad que ahora se conquista
mediante un esfuerzo que podría adjetivarse
de sobrehumano porque se trata de asumir
en un personaje hist6ric0, en un escritor que satiempo menor para consumo de enajenadas
también pertenece a la historia, pero la de élites, no obstante la calidad artística de mu-
nuestro tiempo- el movimiento secular de una chos de sus productos, pareció subvertir el
cultura clara y concretamerite enraizada en poderoso aliento creativo que distingue las
un pueblo, en un medio físico, en sucesivas mejores tradiciones literarias del continente y,
circunstancias de su terca voluntad de pervi- sobre todo, contribuyó a una minuciosa frag-
wncia y de creatividad. Porque es forzoso mentación de la sociedad, destruyendo así los
reconocer que esta obra individual -hija del vínculos que a través de las creaciones litera-
talento de un hombre- es un país, un pueblo, rias buscaban religar la comunidad nacional e
la cultura que pacientemente elaboró a lo interpretar sus grandes cometidos históricos.
largo de muchos siglos, es el Paraguay entero, Una literatura de mandarines que habrían re-
esa madre de naciones como alguna vez se la nunciado a toda eventual conducción de sus
llamó, el soterrado corazón de la América sociedades, transformándose en convalidado-
meridional a la cual procreó y alimentó y res subrepticios de las peores formas del statu
donde, por primera vez en tierras sudameri- quo opresivo vigente, ha alcanzado predica-
canas, se constituyó un pueblo nuevo, hijo de mento suntuoso en Buenos Aires, Mkxico o
una fusión de las culturas tupí-guaraní y la del Sao Paulo, estableciendo una cesura inopor-
conquistador hispánico, ímprobo esfuerzo tuna con las tradiciones culturales regionales
para constituir una nacionalidad americana a las que pretendió opacar o simplemente
original. Tal proyecto fue sin cesar frustrado y negar, Lo que se pretendió negar, implícitas
comprimido por las potencias ribereñas del mente, fue la existencia de una totalidad de la
océano Atlántico (Brasil, aunque principal- cual es parte central el mismo pueblo lati-
mente Buenos Aires), dóciles trasmisores de noamericano en sus más variados estratos: la
los imperios extranjeros, que se aplicaron a visible falta de percepción de este pueblo que
destruir sus propios orígenes mestizos y a ani- anima muchos de esos productos.como una
quilar el testimonio vivo de lo que pudo ser forzada coartada para poder legitimarlos, el
una "otra América". También contribuyeron desdén o la ignorancia por el robusto pasado
a esa sujeción los muchos gobiernos ineptos latinoamericano (que incluso ha llegado a po-
que se abatieron sobre el país y que desde sesionarse de algunos grupos de la avanzada
1947 forzaron el exilio de muchos de sus revolucionaria), sobre todo el descreimiento
intelectuales, pero es comprensible que el en la capacidad creativa del hombre, en su
emigrado Roa Bastos no atienda en esta oca- papel protagónico dentro de las sociedades,
sióc a esa parte contemporánea y se diría que son algunos de los elementos de esta elisión
menuda de la historia política paraguaya, de la totalidad cultural.
cuando está revisando un panorama de qui- Retroceder ciento cincuenta años para re-
nientos años desde una perspectiva casi an- tornar a los orígenes revolucionarios de las
tropológica, lo que obliga a una drástica je- sociedades americanas, a ese momento del
rarquización en la importancia de los sucesos pueblo en armas que se reconoce a sí mismo
políticos y sociales. Sin contar que, puesto en como protagonista de la historia y funda la
tal perspectivismo secular, estos mismos he- primera independencia, postula un retorno a
chos contemporáneos comienzan a trasla- las fuentes vivas de esta totalidad humana y
darse, a alterar los signos valorativos con que por ende cultural, para recuperar un impulso
se los tenía$sujetos, pasan a ser debatidos que está muy lejos de haber muerto y que sólo
dentro del gran enjuiciamiento del pensa- ha sido preterido o escamoteado en esos nu-
miento liberal que desde hace dos décadas se merosos productos de la literatura alienada
registra en América Latina y se asumen como contemporánea (que no es lo mismo que la
una subrepticia autocrítica. literatura de la alienación); implica restable-
El afán de totalidad, en los más variados cer la comunicación con el conjunto de la
campos del pensamiento y el arte, rige la sociedad y sus más urgidas demandas y volver
composición de la obra, en lo cual se advierte por los fueros de las capitales funciones del
el indisimulado desdén del autor por tantos escritor, las que hacen de él un avezado intér-
productos menores, artificiosos y ahogantes prete de la singularidad cultural.
como vinieron cubriendo la literatura lati- El tono iracundo que anima todo el volu-
noamericana, especialmente en los mayores men no es sólo el del Doctor Francia enfren-
enclaves urbanos donde poderosos y aliena- tado a las dificultades del momento, a la pug-
dos sectores les han prestado un desmesurado nacidad de los enemigos, a los desfallecimien-
patrocinio. La literatura convertida en un pa- tos de sus propios acompañantes, sino tam-
bién el del autor cuyo combate no se esta- un fragmento histórico que tiene ya siglo y
blece con la sociedad sino con la literatura y medio de existencia y ha estado ocupado por
con el medio intelectual (Buenos Aires) en el la tarea de un pueblo, es la continuidad, per-
que ha vivido cerca de treinta años de exilio. manencia y creatividad de éste la que resulta
Dos grandes debates se superponen y se con- certificada por tal equivalencia. El aura revo-
funden en este libro: el del "Dictador Su- lucionaria que circunda esta construcción ar-
premo" que trata de salvaguardar una doc- tística en su intrínseca especificidad literaria,
trina trasmutándola en la vida de un pueblo, "dice" con precisión otra aura revolucionaria,
encarnándola en un proceso histórico que se la del pueblo, la de su cultura original, que la
expande hacia el futuro y defendiéndola de sola existencia de esta obra certifica cumpli-
enemigos embozados o confesos, y el de Au- damente.
gusto Roa Bastos, procurando llevar adelante
su convicción de una literatura viva, moderna
e inserta en la sociedad, defendiéndola de la
nube de confusiones y engaños en que vive 2. Revisión de la teoría de la
circundada la operación literaria actual, pro-
yectándola hacia un porvenir abierto y trans-
novela.
formado. Siendo combates muy distintos, hay
entre ellos un paralelismo que ha permitido a Para realizar su proyecto, Roa Bastos debió
Roa Bastos trasfundirse por un momento en su ante todo revisar la teoría vigente de la novela
personaje (para de inmediato distanciarse y en América Latina. Desde que ésta adquiere
verlo críticamente) y dotarlo de un erizado autonomía, en tanto género literario, cosa que
espíritu be1igerante que establece un impre- en nuestro continente sólo se alcanza en el
visto y original sistema de equivalencias entre filo del 900 por obra de los naturalistas (con-
el dirigente político y el escritor militante: temporáneos, al fin, de los "modernistas",
cada uno de ellos cumple su.propia lucha, en que establecen la autonomía de la literatura,
sus específicos campos, pero esas tareas son remitiéndola a una función "ideologizante"
estructuralmente afines y concurren a resulta- por encima de las restrictas divisiones partidis-
dos emparentados. tas políticas) y sobre todo de los regionalistas
La explicación de esta concurrencia de am- de las primeras décadas del xx, desde enton-
bos, se extrae de que tanto el dirigente polí- ces es el concepto de una ficción orgánica y
tico como el escritor (cuando éste visualiza coherente (por más representativa de las vici-
con tal amplitud su cometido creativo) son los situdes contemporáneas que se la proponga)
que tienen que verse con la totalidad social el que fija las condiciones del ejercicio narra-
desde un sitio realmente privilegiado, puesto tivo. Éste se desprende progresivamente de las
que ocupan el centro de su funcionamiento adherencias con otros géneros literarios, en
dinámico, registran su multiplicidad, su des- especial los correspondientes a la ensayística
bordante complejidad, detectan las leyes que política y social con los que estaba mixturado,
principalmente operan en el conjunto, se hasta crear un orbe específico.
aproximan a la perspectiva histórica y cum- Los intentos más recientes de construir for-
plen la acción más notoria en la aceleración mas literarias que se desentendían de las
del proceso. Tal equivalencia entre el diri- compartimentaciones de'géneros (las notas
gente político y el escritor está en la base de bibliográficas trasmutadas en cuentos por
los muchos conflictos que los han enfrentado Borges, los poemas en prosa que devienen
(y seguirán enfrentando) cuando se produce cuentos en el caso de Octavio Paz) no habían
una divergencia entre sus interpretaciones de dejado de prescindir voluntariamente de la
la totalidad. Cuando en cambio estas interpre- materia documental, de los análisis didascáli-
taciones son convergentes a partir de los sepa- cos o de las teorizaciones filosóficas, que pa-
rados y específicos campos de trabajo, pode- recían impertinentes a la literatura. En espe-
mos decir que estamos en presencia de una cial a la novela, a pesar de que ella, desde su
coherente, eficaz, productiva animación de la origen, ha estado empedrada de esas largas
totalidad social y cultural. Es ese el caso de Yo disertaciones que, de Richardson a Tolstoi,
el Supremo, donde el combate moderno del detienen la fluencia de la acción y acumulan
escritor dentro de la literatura es equivalente lo que Mary McCarthy definía como una "sa-
al combate antiguo del dirigente dentro de la brosa salsa". La narrativa presente procuró
sociedad. Como estamos en presencia del desprenderse de esos materiales y reducirse a
punto inicial y el por el momento último de una pura ficción que por sí sola resultara "di-
cente" de la estructura ideológica que se pro- pasado, ha restaurado concepciones literarias
ponía trasmitir, lo que sin embargo no dejaba del xix que parecían perdidas, ha revisado por
de comportar un progreso respecto a la teoría lo tanto la teoría imperante de la novela en
de la poesía descendida del romanticismo y el América Latina (la de la "nueva narrativa" o,
simbolismo, donde el "discurso de las ideas" en términos desdichados, del "boom narra-
resultaba excluido de antemano, lo que ya mo- tivo") pero desde una perspectiva rigurosa-
tivara el enjuiciamiento de Galvano della mente contemporánea. Aun cuando se refiere
Volpe en su Crítica del gusto (1960). a un personaje de la primera mitad del XIX,
Como ya parece privativo de los intentos de aun siendo estrictamente fiel a la veracidad
revisión de sistemas literarios vigentes, el ca- histórica, aun cuando se define a sí mismo
mino que en esos casosse recorre pasa por un como "compilador" para evitar el término
previo retorno a las fuentes lejanas, aquellas "novelista" que apunta a la idea de ficción,
en apariencia obsoletas. Si con algo puede estamos en presencia de una tarea que res-
emparentarse la novela Yo el Supremo, es con ponde tanto a la más reciente revaloración
los mixturados productos del siglo XIX cuya histórica como las experimentaciones narrati-
especificidad literaria ha sido. reiteradamente vas que debemos a la lingüística sistemática
cuestionada. El mismo debate que ha acom- de hoy.
pañado al Facundo (1845) y a Os Sertdes Es conveniente deslindar las conexiones de
(1902) puede rtponerse con respecto a la obra la obra con los géneros literarios reconocidos,
de Roa Bastos, aunque evidentemente en un aunque a veces parezca un debate vano. Al
nivel de más alta complejidad porque él, a que puede aproximarse es al de la "biografía
diferencia de sus antecesores decimonónicos, novelada" por cuanto estamos ante un perso-
es ya un narrador formado en las teorías con- naje histórico real, el doctor José Gaspar
temporáneas de la especificidad de la novela. Francia, ante una época cronológicamente
No pertenece a la época cultural latinoameri- determinada y reconstruida (los primeros cua-
cana en que las diversas funciones intelectua- renta años del siglo xix) y ante un país cuyos
les (que desde el 900 comenzaron a indepen- rasgos culturales están cuidadosamente aten-
dizarse, dándonos por separado el estudio so- didos (Paraguay). Pero nada aquí corresponde
ciológico, el planteo político, la ficción artís- a los difundidos modelos de la biografía ro-
tica, el periodismo de actualidad) aún se en- manceada, sino que el material histórico y
contraban reunidas en las pocas personalida- biográfico ha sido subsumido por una con-
des capaces de ejercerlas todas indistinta- cepción estrictamente novelesca, ha sido
mente y aun otras como la abogacía, la inge- puesto al servicio de sus exigencias y plas-
niería, la diputación y hasta la presidencia. mado libremente de acuerdo a las necesida-
Del mismo modo que ha podido decirse des internas de la construcción artística. De
que Gabriel García Márquez, para construir los dos términos (biografía-novela) que defi-
su original novela Cien años de soledad, ha nen el género, el de mayor envergadura es
debido retornar por los fueros del folletín por aquí el narrativo, lo que se delata en dos
entregas del XIX o los de la paraliteratura popu- operaciones capitales: primero, la decidida
lar, revisándolos desde un ángulo decidida- instalación del punto de vista narrativo en la
mente moderno (cosa que en cambio no con- conciencia parlante y sonante del personaje
sigue hacer plenamente Ariano Suassuna en histórico, acumulando un conjunto de datos
su Romance d'a Pedra do Reino (1971 ), puede que sólo por libre inferencia pueden extraerse
decirse de Augusto Roa Bastos que ha debido de los documentos históricos, o sea la central
pasar por esa nutrida literatura testimonial, construcción de un personaje como autóno-
política y sociológica del xix que muchas mamente sólo es capaz de efectuar la novela
veces los críticos deben rever cuidadosa- en tanto género; segundo, la ordenación
mente para poder incluirla en la ficción litera- literario-ideológica de los materiales históri-
ria tal como hoy día la concebimos, pero revi- cos, los cuales parten de un detalle minúsculo
sando ese nutrido y confuso material gracias a que sobreviene en las postrimerías del largo
una perspectiva moderna y aún más, actualí- gobierno del "Supremo" -la investigación de
sima, de la creación literaria. Esa insignia que un pasquín opositor aparecido en la ciudad de
marca a tantos de los narradores latinoameri- Asunción- para desencadenar una planificada
canos actuales a pesar de haber sido acuñada serie de sucesos anteriores donde confesada-
por Rubén Darío ("muy antiguo y muy mo- mente los diversos episodios reales han sido
derno"), también puede aplicarse a la tarea rearticulados libérrimamente entre sí (ejem-
cumplida por Roa Bastos. Ha retornado al plo, la doble visita de los porteños, Belgrano y
Echeverría, y de los brasileños, con Correia da Desde nuestra instalación en el arte de la
Camara) para responder a los propósitos de la segunda mitad del xx, esa preterición de lo
mostración ideológica, más que al suceder "mezquino y anecdótico de la narración bio-
cronológico de los hechos. Aunque también gráfica" puede fácilmente derivar al estereo-
la biografía puede manejar muy libres formas tipo biográfico-narrativo que ha sido fre-
de composición, en este caso ella responde de cuente en la exaltación de los héroes por parte
modo perentorio a las necesidades de una de los diversos grupos de admiradores, por-
estructuración narrativa, poniendo a su servi- que el concepto de "ejemplaridad" y el de
cio, en los momentos que estima oportunos, "representatividad" de los conflictos sociales
el material documental, y haciéndolo depen- concluyen combinándose perniciosamente
der de la explanación de una tesis político- para ofrecernos la galería de "modelos", más
social. propios del zócalo del monumento público
Es sabida la ojeriza con que Lukács vio este que de la verdad humana. Aun aceptando la
género nuevo que en la literatura sólo fue sensata observación de Engels acerca de que
posible bajo el impulso romántico, y su ma- es la época la que fomenta la aparición del
nera de oponerlo al que inicialmente presentó gran hombre y que si no hubiera habido un
la "novela histórica" de Walter Scott. Para corso llamado Napoleón Bonaparte hubiera
Lukács, padecía de una excesiva supeditación sido "otro" quien cumpliera su acción histó-
a lo particular e individual en desmedro de la rica, es obvio que ese "otro" tendría rasgos
capacidad de representar los conflictos socia- individuales que no podrían ser asimilados al
les que él parecía percibir mejor en la narra- que fuera cónsul y emperador de los france-
tiva del gentleman conservador inglés. En la ses. Cosa más flagrante cuando nos despla-
obra de Scott encontraba ya en pleno funcio- zamos de los esquemas universalistas y to-
namiento los "individuos históricos" que es- mamos en cuenta la perspectiva regionalista
timaba la clave de una plena representación en que se desarrolla una personalidad, de lo
de la totalidad social. S i hay una obra que que no siempre fueron conscientes los teori-
puede invalidar esas objeciones es Yo el Su- zadores eurocéntricos. S i algo prueba insisten-
premo, porque estando rígidamente concen- temente Yo el Supremo, es la singularidad del
trada sobre un individuo cuyos menores mo- Doctor Francia, sobre todo si se la vincula a
vimientos íntimos recorre y explora, con es- los dirigentes de la revolución en Buenos
pecial dedicación a su "tesoro personal", es Aires y a sus propios compatriotas de la pe-
decir, a lo que en él había de original y único, queña burguesía local. También prueba feha-
nunca deja de manejar la perspectiva histó- cientemente el libro la "representatividad" de
rica en que se mueve y que lo mueve, su que fue capaz con relación a su pueblo, pero
capacidad para estar en el centro de la con- las soluciones que a ella dio responden a ras-
flictualidad histórica e interpretarla cabal- gos privativos de su asombrosa personalidad.
mente. En este sentido es más un "individuo Sin contar que no estamos en presencia de
histórico", como prefería Lukács, que un "hé- una "hagiografía" sino de un montaje crítico,
roe individual" y se le puede aplicar la defini- donde ni todo es admitido ni los reconoci-
ción del crítico (en La novela histórica, Mé- mientos opacan las censuras.
xico, Era, 1966), aunque reconociendo que Todo ello fluye con naturalidad del manejo
Roa Bastos la ha hecho posible sin abandonar de plurales coordenadas: la histórico-social
la perspectiva estrictamente individualista: no opaca la biográfica y ambas no imposibili-
"La configuración de los 'individuos históri- tan la narrativa, ni tampoco esa otra subrepti-
cos' a través de sus victorias o de su fracaso en cia coordenada que es infaltable en la novela
el cumplimiento de su misión histórica, eli- histórica, como el propio Lukács subrayara, y
mina de los personajes todo lo mezquino y que está representada por .el perspectivismo
anecdótico de la narración biográfica, sin que que mueve al escritor a partir de las circuns-
por ello su destino tuviera que renunciar a su tancias históricas en que él vive y de su pecu-
emotividad humana. Pues se han convertido liar sistema imaginario. Pasado y presente
en 'individuos históricos' justamente porque, conviven estrechamente en la novela por mu-
según hemos visto, el más íntimo núcleo per- chas razones: el autor está dentro de ella, no
sonal de su naturaleza, sus más apasionados como personaje o escondido tras un alter ego,
afanes personales, se hallan vinculados estre- sino en tanto autor, haciendo un juego a la
chamente a la tarea histórica que debían vista que explícitamente quiere romper el ilu-
cumplir, porque sus pasiones más personales sionismo de la reconstrucción histórica; tam-
tendían justamente hacia esa meta". bién dentro de la novela están la forma y
circunstancias en que fue compuesta, los ma-
teriales acopiados, los legajos revisados, los
3. Tratado sociológico
documentos manejados, los cuales son reco- sobre la nacionalidad.
nocidos como textos escritos y utilizados en-
cuanto tales y no, como es habitual en la
biografía novelada, como parte de una cocina Pero tampoco la obra puede ser reducida a
que se escamotea cuando la mesa se sirve al una actualizada concepción de la biografía
invitado de honor, al lector; finalmente por- novelada, puesto que la amplia "representati-
que están en la novela la vida concreta de un vidad" que en ella se procura implica, como
emigrado paraguayo en tierras argentinas, los en los ejemplos literarios citados del siglo pa-
avatares de su desarrollo intelectual, las ense- sado, el tratado sociológico, capaz de inter-
ñanzas de la historia contemporánea, las con- pretar, en este caso, no un sector presunta-
tribuciones de una escuela moderna de inves- mente atrasado de la sociedad como los que
tigadores e historiadores. visualizaron Domingo Sarmiento o Euclides
Es decir: el punto de vista -personal, cultu- da Cunha, sino la totalidad de una nacionali-
ral, histórico, político; humano, en el plural dad. Si el personaje individual, el Doctor
sentido del término- es incorporado franca- Francia, no abandona el punto focal de la
mente a la novela, de tal modo que la artifi- creación y si no se desatiende su particulari-
ciosidad propia de la biografía novelada (que dad humana, desde su famosa hipocondría
comparte con el modelo narrativo del siglo xix (que ya en 1880 permitía que José Ramos
en que nació), según la cual el lector se asoma Mejía lo incluyera en su galería psicopatoló-
"directamente" a otro tiempo pasado y a la gica dedicada a Las neurosis de los hombres
intimidad de un hombre real, aquí es reem- célebres) hasta sus complejas y elusivas rela-
plazada por una artificiosidad más sutil y ciones amorosas y la serie de sus tesoneras
menos perceptible, porque el lector se asoma venganzas personales que tanto material pro-
tanto al pasado del personaje como al pre- porcionaron a los libelistas de su tiempo, esa
sente del autor mientras él está escribiendo un atención por lo particular del hombre va
texto que es reconocido, francamente, como acompañada de un examen constante del
una obra literaria. No puede sorprender que el marco social, de sus propósitos de conductor
Doctor Francia se refiera en ocasiones a he- político, de su proyecto sobre esa nacionali-
chos que estarían fuera del horizonte de su dad nueva y original como fue la paraguaya.
vida personal, más allá de esa fecha de 1840 Como en la utilización que hizo Sarmiento
en que muere, y que no son sólo datos políti- de Facundo para analizar la naturaleza de la
cos sino incluso alusiones literarias como la población rural argentina, también aquí esta-
que hace al tema de un cuento de J O ~ OGui- mos en presencia de la personalidad privile-
maraes Rosa (A terceira margem do rio), visto giada si se trata de considerar el problema de
que el autor a su vez se trasmuta en el "fiel de la nacionalidad a que se vieron enfrentados
'echos" y lo acompaña en su adusto gabinete los países creados a consecuencia de la frac-
de trabajo. La rotunda combinación, sin es- tura revolucionaria del antiguo imperio espa-
camoteos, del pasado y del presente, la con- ñol. El Doctor Francia se presentó a ojos de
junción de las acciones del Doctor Francia admiradores y enemigos como la encarnación
durante la revolución de Independencia y las de esa nacionalidad: ése fue su gran asunto
que cumplen hoy los conductores revolucio- histórico, del que tuvo la más alta y clara
narios de América Latina, componen un juego conciencia y al que aplicó sus energías. Su
a la vista que rompe el ilusionismo de la no- propósito central, a lo largo de los treinta años
vela, con la imprevista consecuencia de per- que dura su actividad al frente del gobierno
mitir que nos asomemos a la continuidad his- fue, aún más que preservar, "constituir la na-
tórica de un pueblo americano. cionalidad paraguaya".
Sobre el punto no hay discrepancias entre
los historiadores, sean nacionales o extranje-
ros. Si para Julio César Chaves esa nacionali-
dad ya existía en agraz antes de la obra de
Francia, no obstante a él se debe haberla do-
tado del marco independiente necesario a su
desarrollo: "no fue el fundador de la inde-
pendencia paraguaya pero sí fue su encarna-
ción en horas decisivas y su más constante y
enérgico defensor" (El Supremo Dictador, pólogo brasileño Darcy Ribeiro considera
Buenos Aires, 1958). Por su parte, George "una proto-etnia capaz de madurar como
Pendle encuentra allí la justificación del fa- etnia nacional", una verdadera matriz cultural
moso aislacionismo en que sumió al país du- donde los diversos procesos de transcultura-
rante tres décadas: "The Supremo's isolation- ción arrojaron un producto nuevo y original
ist policy ruined Paraguay's externa1trade; but que podía ser la base de una específica nacio-
i t compelled the Paraguayans to develop and nalidad americana: "La matriz asunceña de
diversify their international economy; it in- los 'pynanbís' y la jesuítica de los 'misione-
creased their national consciousness and self- ros', terminaron por fundirse dando naci-
reliance; and by preventing the influx of aliens miento al neoguaraní moderno, que presenta
i t preserved the homogeneity of the people" todas las características de un 'pueblo nuevo',
(Paraguay, a Riverside Nation, London, 1954). formado por la desculturación de las matrices
Rota la sujeción a España, el problema que originales y por la sujeción colectiva como
enfrentaron las antiguas colonias fue, aún más área de dominación mercantil europea" (Las
que la fijación de las nuevas fronteras que Américas y la civilización, Buenos Aires,
delimitaran sobre el borroso trazado de las 1972). Si esa proto-etnia se distribuye por toda
viejas divisiones administrativas a los países la región sur del continente, desde Porto Ale-
independientes, el ajuste de tales fronteras gre hasta Buenos Aires, sufriendo ingentes
con las incipientes nacionalidades que se ha- modificaciones gracias a ese impacto mercan-
bían ido forjando a lo largo de los siglos de til externo señalado, donde resulta en cambio
vida colonial, cosa harto difícil en las circuns- resguardada y potenciada por el dr.ástico ais-
tancias de una guerra revolucionaria, en La lacionismo que impuso el Doctor Francia y
subversión de la estructura social preexis- parcialmente sus sucesores, fue en el primige-
tente, en la desembozada intervención de los nio centro asunceño que regía la provincia del
imperios europeos rivales del español, en la Paraguay. Trasmutar esa sociedad original en
lucha personalista o de facciones que acom- un país independiente, confiriendo a una cul-
pañó todo el proceso. Por debajo de los en- tura específica el marco de una autonomía
contrados intereses de los patriciados regiona- política y económica para que, de conformi-
les, de los nuevos estratos sociales que encon- dad con las tendencias de la época, se consti-
traron en la milicia su eventualidad de as- tuyera en una nacionalidad, fue el principal
censo y de las élites intelectuales urbanas, cometido que se fijó el Doctor Francia y por el
comenzó a definirse un nuevo lazo de solida- cual batalló decenios oponiéndose a los inten-
ridad que la literatura militante de la época, tos anexionistas de Buenos Aires, ciudad en la
manejando los conceptos ideológicos de la que siempre (salvo el caso de Rosas) tuvo los
Europa nacionalista, llevó a los más desbor- mayores enemigos de su proyecto y también a
dados extremos de ideologización: era la pa- los intereses del Imperio del Brasil deseoso de
tria, que puntualmente se evoca en todos los extender su protectorado sobre esa región.
himnos, era el localismo constituido en semi- Lograr que el Paraguay fuera reconocido
lla de nacionalidad. La dificultad para fijar su como república independiente por parte de
radio, para proponerle una definición cohe- las demás naciones americanas y europeas,
rente y comprensible, y sobre todo para esta- sin desmedro de sus derechos como nación
tuirla realísticamente sobre un determinado soberana, constituyó su terca' empresa a la
territorio, lo que implicaba obtener la acepta- que al fin coronó el éxito pero que pagó con
ción consensual de una vasta y desligada po- el aislamiento y la militarización.
blación, dio lugar a las más variadas y a veces Es éste el asunto central de lo que, en Yo el
frustrantes soluciones, de las cuales hemos Supremo, hay de tratado histórico-
heredado esta caprichosa compartimentación sociológico. Puede anotarse ya cuánto este
continental. punto debe a las aportaciones nacionalistas
De las muchas soluciones, la paraguaya fue del revisionismo histórico que hace suyas Roa
de las más originales porque respondió a un Bastos. Pero si en esta concepción de la no-
proceso secular de mestización que había vela como tratado sociológico vuelven a estar
constituido, bajo la Colonia, lo que el antro- presentes los modelos literarios del xix, la so-

"La política aislacionista del Supremo arruinó el co- nal; intensificó su conciencia nacional y su confianza en
mercio exterior de Paraguay; pero obligó a los paragua- sí mismos; y preservó la homogeneidad del pueblo al
yos a desarrollar y diversificar su economía internacio- impedir la entrada de extranjeros."
lución que al tema confiere el autor dista y sus pasiones, sus menudas ocupaciones
mucho de las formas primarias que aquéllos administrativas. Lejos de estar escindido el
emplearon. El autor no intenta, como Do- ensayo intelectual respecto a la vida coti-
mingo Sarmiento o Euclides da Cunha, esta- diana, ambos se entremezclan, se apoyan mu-
blecer una tesis interpretativa que rodea, ex- tuamente, de tal modo que el pensamiento
plicita y da sentido a la peripecia narrativa queda fecundado tanto por la sociedad que
sino que, aplicando las posibilidades integra- trata de interpretar el Supremo como por su
cionistas de la novela moderna y las libertades propio temperamento particular. Es como si
conquistadas por los recursos literarios, remite Facundo o Antonio Conselheiro fueran capa-
todo el asunto al incesante discurso del Su- ces de proporcionarnos fundamentación inte-
premo, instala el problema en su conciencia, lectual de sus acciones, las pudieran concien-
donde es debatido, fundado, defendido ar- tizar y explicar racionalmente. Esa eventuali-
dientemente. Sólo se complementa este "mo- dad, difícil en los ejemplos citados, se trans-
nodiálogo" con una serie de documentos jus- forma en una posibilidad real en el caso del
tificativos cuya función es la de reforzar la Doctor Francia, aprovechada sagazmente por
verosimilitud del planteo y no permitir que el el novelista. Estamos en presencia de un le-
lector ignorante de la historia pueda creer que trado y no de un simple y rudo jefe de monto-
se trata de una ficción b una antojadiza con- neros, de modo que la verosimilitud biográ-
cepción del narrador. fica exige que se presente al Doctor Francia
El tratado sociológico deviene así la biogra- como el hombre culto que fue, capaz de desa-
fía intelectual del "individuo histórico" per- rrollar una teoría sobre el país y racionalizar
diendo toda eventual apariencia académica o los proyectos políticos aplicados. A la vez, esa
pedagógica, propias del manual ensayístico, veracidad en la creación del personaje auto-
para constituirse en la existencia viviente de riza el traslado del tratado sociológico a la
una conciencia intelectual. Dentro de ella se composición intima del personaje y por ende
funden los plurales rasgos de una problemá- d e la novela.
tica socio-política, mezclándose con los hu- El Doctor Francia es abordado por la novela
mores del hombre, sus caprichos, sus cóleras en su función de gobernante, cuando tiene
tras de sí la casi totalidad de su dictadura y la circunstancia concreta de la escritura de la
cuando el ser humano que es ha devenido novela, la cual implica el tiempo desde el cual
íntegramente el poder. La conocida austeri- se escribe, la situación del universo contem-
dad de su vida, la dedicación exclusiva a su poráneo. Hace tres décadas que los historia-
tarea, la falta de lazos amistosos o sentimenta- dores paraguayos vienen revisando la con-
les, la implacable soledad en que vivió hacia cepción histórica liberal (y además argentina)
el fin, disuelven otros aspectos de su existen- que había sido establecida ya en época tem-
cia -salvo, en el presente, el corporal y espiri- prana por Bartolomé Mitre cuando escribió su
tual trance de la enfermedad y la muerte; Historia de Belgrano (1858). Con orgullo, algo
salvo, en el pasado, bajo las formas de la olvidadizo de la aportación de sus predeceso-
evocación, el recuerdo de juventud y años res, Julio César Chaves prologa la tercera edi-
adultos- trasuntándolo en el ejercitante del ción de su libro E l Supremo Dictador, publi-
poder, en el celoso guardián de la nacionali- cada originariamente en 1942, diciendo que
dad y en el ansioso capitán de su desarrollo. El hasta esa fecha "el más importante y el más
tratado sociológico se transforma así en la original sin duda de los personajes de la histo-
contextura narrativa central de la obra, en su ria nacional, era conocido por sus compatrio-
íntima articulación, pero su explanación no tas a través de los escritos de dos ingleses y
obedece a su conocida y peculiar estructura dos suizos, y los comentarios de un tercer
expositiva e intelectual, sino al movimiento inglés". Esta alusión a los libros de los comer-
de la realidad en que se engendra: es una ciantes ingleses Robertson, de los cirujanos
teoría que vemos sin cesar naciendo de la' suizos Rengger y Longchamp y al opúsculo de
praxis, justificándose en los hechos históricds, Thomas Carlyle, sirve para medir la ímproba
reorganizándose de acuerdo a la lección viva tarea cumplida por él y también por Cecilio
de lo real. Báez, justo Pastor Benítez, Efraín Cardozo,
Tal tratado no es una mera reconstrucción entre otros, para restablecer una imagen del
del pasado. Responde también a un perspec- primer gobernante del país desde una pers-
tivismo del presente. No nace en el vacío ni es pectiva nacional. Estas contribuciones, que se
un absoluto ahistórico sino que corresponde a integran dentro de la gran onda del revisio-
nismo histórico que llevaron a cabo los argen- presionista (como ha probado Arnold Hauser),
tinos para desmontar la historia liberal oficial, del mismo modo los problemas y las solucio-
fueron base del libro de Roa Bastos. Aunque nes adelantadas por el Dictador Supremo en
él no trabaja exclusivamente sobre sus apor- la primera mitad del xix para un país remecido
taciones, sino que retorna a las fuentes docu- por la revolución, no adquirieron cabal di-
mentales y las complementa con investiga- mensión sino a la luz de las similares situa-
ciones propias, es posible pensar que sin esa ciones que se vivieron en Rusia, en'china, en
corriente historiográfica no habría sido posi- Cuba, al modificarse radicalmente la estruc-
ble su creación. Roa Bastos pertenece a la tura social.
misma generación en que está Julio César Esto vale, principalmente, para el gran tema
Chaves, la cual intentó dotar al país de una de la crítica liberal al Doctor Francia: su ejer-
historia y una literatura propias, originales, cicio del poder absoluto, su negativa a pro-
enraizadas en sus nativas condiciones. mover las formas parlamentarias, su reticencia
Pero esto no es suficiente para situar el para la estructuración jurídica de la nación, su
perspectivismo del libro, que también se be- desatención por la cultura superior. Ya en la
neficia de la remoción política y social de época, con esa desembarazada actitud ante la
nuestra época, de las enseñanzas derivadas de historia que lo caracterizó, Thomas Carlyle se
las revoluciones socialistas modernas, las que había desentendido del problema mediante
permitieron sorprender imprevistas analogías una romántica pasión por las grandes indivi-
con las revoluciones burguesas del siglo pa- dualidades encarnadoras de su tiempo e in-
sado, con los problemas concretos a que tu- térpretes más valederas que cualquier código,
vieron que hacer frente sus dirigentes, autori- de las demandas de la comunidad. Pero sobre
zando también a desembarazarse de un con- todo Carlyle percibió que las instituciones le-
junto de mitos, cuando no de fetiches, que en gales correspondían a estadios evolucionados
su período civilista construyeron las socieda- de las sociedades, a situaciones de seguridad
des posrevolucionarias. Del mismo modo que y estabilidad económicas, a su mayor comple-
el valor artístico del barroco no se hizo per- jidad y educación. En el opúsculo que consa-
ceptible a los ojos de la cultura europea sino gró al Doctor Francia (en sus Critica1and Misce-
cuando ésta hizo la experiencia del arte im- llanous Essays) enfrentó esa censura que se
había generalizado en Europa y que en Amé- país que acababa de emerger de la revolu-
rica difundían los prohombres del liberalismo, ción, que recién había roto el lazo con la
diciendo: "Precisamente cuando la libertad metrópoli, que echaba dificultosamente a
constitucional comenzaba a ser comprendida andar como república. Es probable que sin el
y nos lisonjeábamos de que, con las corres- Libro rojo del presidente Mao-tse Tung no se
pondientes urnas electorales y las correspon- hubiera podido medir nuevamente el Cate-
dientes comisiones de registro y los estallidos cismo patrio reformado que impuso el Doctor
de elocuencia parlamentaria, se formaría en Francia como cartilla de educación básica a
aquellos países algo así como un verdadero toda la población paraguaya, indios, mesti-
pariamento nacional, se levanta este bron- zos, blancos y extranjeros, obligando a que se
ceado, este descarnado, este inexorable Doc- le recitara en las escuelas del país sustitu-
tor Francia, traba embargo en todo aquello y yendo el tradicional Catecismo del padre As-
en la forma más despótica le dice a la libertad tete que sirvió a la orden jesuítica para esa
constitucional: ¡Hasta aquí!" (Thomas Car- misma educación básica. Es probable que sin
lyle, E l Doctor Francia, Buenos Aires, Anales la observación de los problemas concretos,
de la Facultad de Derecho y Ciencias, traduc- graves y arduos, que plantea una revolución
ción de Luis M. Drago). en un país sin recursos, sin tradiciones admi-
Es probable que sin la desatención por las nistrativas, sin equipos fieles, se pudiera medir
formas parlamentarias que ha caracterizado a cabalmente lo que significó construir en el
los estados socialistas del xx, sustituyéndolas Paraguay de entonces los cuadros administra-
con un reforzamiento del poder ejecutivo tivos, un ejército disciplinado (donde no se
apoyado por un partido único, sin la larga podía ascender más allá de capitán y donde
década sin instituciones de la Revolución cu- estaban abolidos los uniformes de aparato),
bana, sin el ejercicio de l o que se ha llamado un equipo educativo de maestros de primeras
dictadura del proletariado para unos y dicta- letras malpagados, lo que significó poner
dura del partido para otros (o de sus élites freno a las ambiciones de los propietarios
dirigentes), no se hubiera accedido a esta ricos y mantener una cierta igualdad nacional
nueva visión para considerar el problema de que protegiera a los más desamparados.
la ausencia de libertad constitucional en un El tratado sociológico que se reencuentra
en Yo el Supremo, responde en mucho a la la pluma) y de sus sostenedores. Esa figura se
experiencia moderna de las dictaduras revo- rehusó al encasillamiento simple, generando
lucionarias socialistas. Lo que por los años los mayores desconciertos. El pensamiento li-
veinte hicieron los indigenistas peruanos que beral que se encumbró en América Latina
acababan de aprender el marxismo, respecto hacia mediados del siglo pasado, rigiéndola
al antiguo incario, es parcialmente lo que ha durante cien años, no supo qué hacer con esa
hecho Roa Bastos con el gobierno del Doctor extraña personalidad. Al pedestre nivel de los
Francia. El aporte del pensamiento y la praxis gacetilleros se le podía asimilar al dictador
revolucionaria moderna han concurrido en el prototípico de tradición bárbara, pero al nivel
libro para desentrañar lo que ya Carlyle de- intelectual no era posible homologar tales
signaba como "una charada que todavía se simplezas: ya Sarmiento percibió que no
está por descifrar". podía incluirlo en su transitado esquema de
No significa esto que Roa Bastos esté con- "civilización o barbarie" y que incluso la sola
validando la eliminación de las formas demo- existencia del Doctor Francia cuestionaba esa
cráticas de gobierno, con lo cual estaría pres- interpretación de la historia americana: "No
tando argumentos a las demasiado numerosas es un bárbaro creado en las estancias, en los
dictaduras represivas que se reparten el mapa suburbios de la civilización como su imitador
latinoamericano, y tampoco ninguna filosofía Rosas: es un hombre educado, es un hombre
marxista puede apoyar la dictadura uniperso- de letras".
nal relegando al pueblo de sus derechos ina- Insólitamente, había de ser un hombre de
lienable~al ejercicio del poder. Del mismo letras que había estudiado teología y jurispru-
modo que esta filosofía ha justificado la dicta- dencia, leído con devoción a los enciclope-
dura como una instancia temporaria del pro- distas franceses, acopiado la mejor biblioteca
ceso revolucionario (y no vale la pena entrar del país, un hombre apasionado de las cien-
aquí a debatir los riesgos ya demostrados de cias naturales que había descubierto el xviii (el
una concentración del poder que lo reserva al globo celeste, el telescopio, el teodolito, y aun
partido, cuando no a las élites dirigentes, ese meteoro que hizo traer desde el fondo de
hasta el punto de pervertirse por la ausencia la selva para depositarlo en su gabinete de
de una participación popular real), en el libro trabajo), quien aboliría las formas de convi-
de Roa Bastos la dictadura, como veremos, vencia política dentro del país, suprimiría la
aparece íntimamente vinculada a la circuns- tarea de los intelectuales, impediría el desa-
tancia histórica porque atraviesa una nación rrollo de la educación superior y clausuraría
incipiente y es su expresión en el campo de la las fronteras patrias, constriñendo a sus habi-
organización del Estado. Más que poner el tantes de manera implacable a un servicio
acento en las estructuras impersonales del Es- social del trabajo. Es ésta la primera de una
tado, el tratado sociológico del libro atiende a larga serie de paradojas.
la filosofía política y social que pone en prác- Este hombre agnóstico, interesado en las
tica un hombre gobernante, mostrando cómo ciencias ocultas y lector del abate Raynal, será
nace de las circunstancias de la nación e in- quien instaure la libertad de cultos e imponga
terpreta sus demandas populares. Lo que no austeridad a la Iglesia católica del país, suje-
hace sino remitirnos, nuevamente, a la perso- tándola a sus dictados como si fuera su poiití-
nalidad del Doctor Francia, al "individuo his- fice. Este intelectual, que jamás participó de
tórico". una acción militar, habría de ser quien orga-
nizara un ejército que llegó a inspirar temor
en los países vecinos, pues suplía sus escasos
pertrechos bélicos con una destreza, lealtad y
4. La dictadura en la heroísmo que lo hacían invencible, pero ese
revolución. ejército no logró constituirse en un poder,
como en los restantes países suramericanos, y
fue constreñido a la vigilancia de las fronteras
iQuién fue en verdad José Gaspar de Fran- y a la instauración de un férreo orden interno.
cia, "Dictador Supremo" del Paraguay du- Este hombre, cuya honradez, laboriosidad y
rante veintiséis años? Esta pregunta viene for- austeridad personal nunca fueron cuestiona-
mulándose desde que era un joven estudiante das, consigue mediante una implacable cru-
en la Universidad de Córdoba, siempre con la zada contra la corrupción, el desorden y el
misma perplejidad de parte de enemigos (que bandidaje, lo que ninguna otra república ob-
siempre lo parecieron más porque manejaban tuvo: un clima de sosiego durante la primera
mitad del siglo xix. Ese mismo intelectual, sin más. Se trasmuta en el poder absoluto.
embargo, confina al sabio naturalista francés Pero si por los aspectos formales de este
Aimé Bompland en un pueblecito paraguayo poder, se le puede incluir dentro de la muy
durante casi diez años, hace caso omiso del larga lista de dictadores de América Latina,
clamor de los intelectuales y gobernantes eu- por el contenido se le debe conferir un sitial
ropeos que piden su libertad; ni siquiera da muy distinto. Ante todo considerando la
respuesta a las apremiantes cartas de Simón época en que lo ejerce, cuando la palabra
Bolívar pidiendo la entrega de su antiguo dictadura no tenía las actuales connotaciones
maestro y, sabedor de su proyecto de organi- y podía presentarse bajo las tradicionales y
zar una expedición punitiva para derrocarlo y disciplinadas concepciones del derecho ro-
rescatar a Bompland, se apresta tranquila- mano (las cuales fueron resucitadas por la
mente a la defensa del país. Este hombre, que Revolución francesa al vestirse culturalmente
es implacable con sus enemigos, a quienes a la romana) que la veían como un cargo
persigue y destruye sin importarle los años público para el que un hombre era designado
transcurridos desde los agravios que le infirie- por acuerdo de los demás en circunstancias
ran, a quienes tortura y ejecuta públicamente, difíciles para el estado. Esta entrega del poder
cuyos bienes confisca y a cuyos familiares a un hombre (o a varios hombres) estaba pre-
destierra, concluye sus casi tres décadas de vista en la legislación romana como un ácci-
gobierno sin que sus opositores puedan con- dente de la vida institucional: así llegó al
tabilizar la cifra de cien víctimas. Este hom- poder el Doctor Francia, designado para un
bre, que vivió amenazado por los caudillos re- período de tres años que correspondía a una
gionales del antiguo virreinato del Plata, en es- emergencia del país, pero mediado ese
pecial por Artigas que planeó invadir el Pa- tiempo transformó hábilmente su cargo en
raguay, cuándo éste fue derrotado por el ejér- permanente y vitalicio sin por eso abolir las
cito portugués y reclamó asilo desde la fron- formas republicanas. Esta nueva forma, que
tera, se lo otorgó, lo confinó en un pueblecito fue fundamentada en las necesidades del bien
y le confirió una pensión vitalicia. público amenazado y que no hizo sino acen-
Podrían agregarse más "charadas". Sus orí- drarse a lo largo de los años hasta aniquilar
genes fueron oscuros: el extraño personaje toda participación directa de la ciudadanía en
que fue su padre -2brasileño o francés?- a los órganos de decisión, si por una parte servi-
quien odió, con quien no quiso reconciliarse ría de modelo a una larga descendencia lati-
cuando entró en su larga agonía, es todavía noamericana de dictadores que llega a nues-
mejor conocido que su madre, sobre quien tros días, por la otra usaba a su vez como
nunca dijo palabra. Llega tarde a la vida polí- modelo el encumbramiento de Napoleón en
tica: en 1808, cuando tiene ya 42 años, es la Francia posrevolucionaria. Con la diferen-
elegido alcalde de primer voto del Cabildo de cia de que el Doctor Francia no consiguió
Asunción. Para ese entonces sabe de despre- igual pronto reconocimiento póstumo de sus
cios porque la pequeña aristocracia provin- conciudadanos, ni quiso nunca abandonar el
ciana es muy celosa de la limpieza de sangre principio republicano, rechazando las tenta-
que defiende sus prerrogativas. Abandona el ciones monárquicas que en un momento do-
poder cuando no consigue que se haga su minaron a los prohombres de la revolución
política, se retira a su hacienda, vive estu- americana, inquietos ante el desorden e inse-
diando; sólo sale de allí cuando es reclamado. guridad de sus países.
Comparte las tribulaciones de las primeras Su dictadura fue por lo tanto expresión de
juntas revolucionarias, estableciendo su rígida una muy precisa y circunscrita situación polí-
línea: independiencia absoluta, tanto de Es- tica, social y económica y no puede conside-
paña como del Brasil y del virreinato del rarse si no es en la perspectiva revolucionaria
Plata. Cuando consigue ser designado dicta- de una incipiente nacionalidad que conquista
dor para un periodo de tres años, ya no permi- la independencia. Esos tres elementos -inde-
tirá que le sea arrancado el poder que ejerce pendencia, revolución, dictadura- se presen-
como único, como "Supremo", para cumplir tan íntimame& enlazados y los tres desca-n-
la misión que se ha asignado: defensor de la san sobre un determinado período de la histo-
nacionalidad. Nada lo detiene en esta tarea. ria (primera mitad del xix) y sobre una deter-
~ a d alo distrae: no hay mujeres en su vida minada sociedad (la de los hombres que se
adulta, no hay vicios, no hay placeres, no hay sentían asociados por su participación en una
codicias, no hay afanes de figuración: él es el cultura paraguaya). Lo original de su obra ra-
"Dictador Supremo" del Paraguay y nada dica en la conjunción que establece entre
estas puntas de una estrella en cuyo centro ét dudoso honor" (Hispanoamérica d e s w s de
corporizó, íntegramente, el poder discrecio- la Independencia, Buenos Aires, Paidós,
nal. No es necesario subrayar cómo esa situa- 1972).
ción es pasible de vincularse con otras simila- Las "libertades constitucionales" de que
res producidas en las revoluciones del siglo hablaba Carlyle, en los puntos de América
xx, ya en su mayoría socialistas, ni en qué Latina donde se aplicaron (y son conocidas las
medida la lección de las revoluciones burgue- restricciones que a ellas estimaba indispensa-
sas fue en su momento aprovechada por Car- bles Simón Bolívar para desarrollar repúblicas
los Marx para las proposiciones teóricas sobre estables) no fueron más allá de "ficciones ju-
el ejercicio del poder que posteriormente ree- rídicas" que de ningún modo implicaron la
laboró Lenin en E l Estado y la revolución. real participación democrática del pueblo, ni,
Es el principio de "representatividad" de la por lo mismo, sirvieron para alcanzar las si-
colectividad lo que resultó objeto de nuevas tuaciones de sosiego que exigía perentoria-
teorizaciones y que comenzó con el derecho mente una América diezmada por la guerra y
que se arrogaron los estratos burgueses para el caos. No se trata de forzar retrospectiva-
considerarse legítima representación de la so- mente una interpretación de ese tiempo a par-
ciedad, para lo cual debieron cuestionar a tir de una doctrina socialista que fue formu-
través del pensamiento dieciochesco la "re- lada posteriormente y que por largo tiempo
presentatividad" de la monarquía de derecho resultó inaplicable a las circunstancias eco-
divino y al mismo tiempo declararse unilate- nómicas de los países latinoamericanos (y
ralmente portadores de la "representatividad" puede sospecharse que a veces Roa Bastos
de todo el pueblo en sus diversas clases, para cede inconscientemente a esa tentación,
así destruir el predominio de una minoría aris- sobre todo cuando no atiende a la defensa de
tocrática. A partir de esta nueva concepción, la propiedad que hizo el "Dictador Supremo"
se generarán las posteriores respecto a los de- dentro de la concepción burguesa de su
tentadores del poder, de las cuales la más tiempo) sino de percibir la inadaptación a la
exitosa sería la que estatuyera al "proleta- época de las ideas liberales. El esfuerzo para
riado" nacido de la revolución maquinista e mantenerlas sirviendo al proyecto económico
industrial como su legítimo depositario. procedente de los imperios europeos, creando
El Doctor Francia es un típico representante a la vez sistemas de gobierno que las negaban,
del pensamiento iluminista, como lo fueron pues se trataba de organizaciones oligárqui-
en diverso grado la mayoría de los jefes de la cas que daban el poder a un reducido grupo
revolución de Independencia, lectores de social, dio lugar a las contradicciones que
Rousseau y Montesquieu, l o que les permitió poblaron el siglo XIX, cuando el pueblo fue
afirmar, frente al destronamiento del monarca exceptuado en todas partes del ejercicio del
español, que el poder había revertido al pue- poder: "entró a padecer América y padece
blo, el cual a su vez quedó representado por -decía Martí a fines del siglo pasado- de la
las élites ilustradas de las ciudades y por la fatiga de acomodación entre los elementos
burguesía mercantil criolla que se habían de- discordantes y hostiles que heredó de un co-
sarrollado bajo el reformismo borbón. Las lonizador despótico y avieso, y las ideas y
constituciones nacidas de la estructuración ju- formas importadas que han venido retar-
rídica de los nuevos estados americanos no ha- dando, por su falta de realidad local, el go-
rían sino justificar mediante variados artilu- bierno lógico".
g i o ~(voto sólo para alfabetos, para propieta- Dentro de este panorama contradictorio, la
rios y profesionales, elecciones indirectas, dictadura del doctor José Gaspar Francia se
etc.) el mantenimiento del poder entre las nos presenta como un intento de coherencia,
manos de una minoría, con lo cual se echa- que se apoya en la naturaleza de los hombres
rían las bases de las repúblicas oligárquicas, americanos de entonces y en sus circunstan-
aunque, como ya observara Halperín Donghi, cias reales: adapta las formas de gobierno a la
"es la debilidad misma del sufragio como realidad socio-económica del país, sirviendo
fuente de poder la que hace irrelevantes sus al mismo tiempo, en la mejor forma posible,
modalidades; puesto que los ciudadanos elec- al ideario iluminista que alimentó la revolu-
tores son llamados sobre todo a legitimar una ción. Todo eso dentro de las restricciones que
situación preexistente, y han descubierto ya imponía un estado especialmente dificultoso,
qué razones de prudencia les aconsejan pres- un país paupérrimo, una situación confusa,
tarse a hacerlo, es en el fondo indiferente a cuya lista de prioridades era muy exigente y
qué parte de la población es conferido ese rígida, sin contar que no se disponía de los
equiplx indispensables para aplicarla. Quizás libro, suspendida en una inminencia de
sea éste el reproche mayor que pueda hacér- mayor realización que está por hacerse; él
sele al dictador, o al menos el que le formula abrió un camino para el cual es necesario,
Roa Bastos: haber asumido personalística- ciento cincuenta años después, de otro que
mente todos los problemas y no haber procu- sepa seguir transitándolo hacia delante "hasta
rado generar los hombres que los tomaran en sus últimas consecuencias". Sólo en esta
sus manos y democráticamente fueran resol- perspectiva es comprensible la dualidad
viéndolos. "YO-€1" a la que alude constantemente el
Son al menos esos reproches los que oye el "Supremo" y que hace de su tarea un mero
"Dictador Supremo" que se le formulan fragmento histórico de esa continuidad y
cuando ya ha entrado en agonía: "iY cuál es grandeza que pertenece a "Él" "Yo es El,
la cuenta de tu Debe y Haber, contraoidor de definitivamente. YO-Él-supremo. Inmemorial.
tu propio silencio? pregunta el que corrige a Imperecedero". Dentro del juego de espejos
mis espaldas estos apuntes; el que por mo- "escriturarios" que despliega la novela, su
mentos gobierna mi mano cuando mis fuerzas personaje central, como el forastero de "Las
flquean del Absoluto Poder a la Impotencia ruinas circulares", es "escrito" por ese otro
Absoluta". Este "contraoidor" que escribe a dentro del cual anida como dentro de un ár-
más de un siglo de la muerte del dictador, bol: "Quien pretende relatar su vida se pierde
repara en ese vértigo que lo dominó y que se en lo inmediato. Únicamente se puede hablar
llamó poder. "La pasión de lo Absoluto jah de otro. El Yo sólo se manifiesta a través del
mal jugador! te ha herrumbrado y carcomido Él. Yo no me hablo a mí. Me escucho a través
poco a poco, sin darte cuenta mientras vigila- de Él (p. 6 5 ) y aun antes: "Sólo Él permanece
bas tus cuentas al centavo. Te has conformado sin perder un ápice de su forma, de su dimen-
con poco". Y más adelante, dentro de esa sión; más vale creciendo-acreciéndose de sí
requisitoria contra el agonizante: "Dejaste de propio" (p. 52). Y después: "En este momento
creer en Dios pero tampoco creíste en el pue- que escribo puedo decir: Una infinita dura-
blo con la verdadera mística de la Revolu- ción ha precedido mi nacimiento. Yo siempre
ción; única que lleva a un verdadero conduc- he sido Yo; es decir, cuantos dijeron Yo du-
tor a indentificarse con su causa; no a usarla rante ese tiempo, no eran otros que YO-Él,
como escondrijo de su absoluta vertical per- juntos" (p. 297).
sona, en la que ahora pastan horizontalmente Esta doble naturaleza, que hace de cada
los gusanos". "Todo movimiento verdadera- "Yo" un fragmento de un " Él" continuo, que
mente revolucionario, en los actuales tiempos impide que cada "Yo" sea subsumido por sí
de nuestra República, única y manifiesta- mismo, que bloquea la posible disminución
mente comienza con la soberanía como un de la otredad, que instaura la continuidad y la
todo real en acto. Un siglo atrás, la Revolu- permanencia más allá de la corta vida de cada
ción Comunera se perdió cuando el poder del individuo, viene a proponer un nuevo abso-
pueblo fue traicionado por los patricios de la luto en sustitución de los religiosos que rigie-
capital. Quisiste evitar esto. Te quedaste a ron, durante milenios, un absoluto que se le-
mitad de camino y no formaste verdaderos vanta sobre las concepciones románticas del
dirigentes revolucionarios sino una plaga de pueblo y de la nacionalidad, y aún más, sobre
secuaces atraillados a tu sombra" (pp. 439 a las de la sociedad comunitaria, y aún más,
454). En este enjuiciamiento, donde se super- sobre las de la especie, y aún puede verse en
ponen los gobiernos populistas y verticales de el designio de los astros que se desentrañan en
hoy a la dictadura del Doctor Francia, no es la "almastronomia", en el movimiento ani-
por lo tanto la dictadura lo que está en cues- mado del universo, en la totalidad con la que
tión. Eso es, exactamente, lo de menos. Lo sin cesar se convive, fundado entonces con
central es la capacidad para llevar adelante el mayor rigor el principio de "representativi-
proceso de democratización que era el motor dad" que cualqier "yo" pueda aducir para
inspirador de la revolución. Con lo cual el poner en ejecución su tarea histórica.
Doctor Francia aparece como el gestor y de- El "YO-Él" del Doctor Francja es repetido, ar-
fensor de la nacionalidad ("Me arrojo al Etnia mónicamente, por el "Yo-El" del escritor
de mi Raza"), quien cumplió una parte, sólo Roa Bastos: es en esa operación donde se
una parte, de lo que ella reclamaba, a saber, identifican, donde también pueden fijar sus
llevar la revolución "hasta más allá de sus diferencias porque ellas son medidas por los
límites si es necesario". distintos ángulos que establecen respecto a
Con lo cual su figura queda, al finalizar el "Él", donde se reconocen como una conti-
nuidad que no es la de una orgullosa e indivi- tencia de hombres de carne y hueso que ha-
dualista afirmación de sí mismo, sino la com- bían ocupado una tierra y un tiempo de la
probación de la existencia a través del diálogo historia; pero además, las particularidades del
incesante que impone estq otredad, a través personaje que procuraba, un "letrado" como
de la permanencia de ese "El" que no cesa. La había dicho Sarmiento, lo ponían en presen-
operación es estrictamente equivalente a la cia de un gobernante muy especial que como
que conformó las sociedades re1igiosas trad i- principal instrumento de su acción ejerció la
cionales y en ellas instauró el principio del escritura y dirigió a un país casi analfabeto
servicio del hombre, no para sí sino para dictando infinitas circulares, órdenes, reco-
Dios; confirió dignidad superior a la calidad mendaciones, dictámenes, instrucciones, pa-
humana, la sacralizó sin pasar por la indivi- peles y más papeles con los cuales atendía los
duación egoísta y le dio una misión. Salvo que asuntos más nimios junto a los que vigilaban
ese Dios ahora es "Él", aunque pienso que la la historia de la nacionalidad o daban conse-
concepción de Roa Bastos no sería mal vista jos para enfrentar los enemigos. No fue afecto
por Teilhard de Chardin, quien sabría religarla a los discursos de la plaza pública sino a la
a los orígenes. empecinada y oscura tarea del gabinete
Desde este enfoque es visible que el pro- donde día a día dictaba a sus diversos "fieles
blema de la dictadura ha pasado a un segundo de fechos", el último de los cuales fue Poli-
plano. Lo que ocupa el centro de la escena es carpo Patiño. Por último debe considerarse la
el asunto de las relaciones del "Yo" y el "Él", singularidad misma del oficio de escritor que
la capacidad del primero para existir a través y redacta la novela, pues ésta, como alguna vez
por el segundo, para que puedan realizarse en observó Paul Vaiéry, ha seguido siendo dentro
una dialéctica de la que surge la historia hu- del universo moderno y técnico actual, el
mana. En ella el diálogo ha sido elevado a ejercicio de una tarea artesanal y aparente-
condición esencial, un diálogo que la novela mente arcaica: para el escritor su oficio sigue
dispersa en múltiples posibilidades: es el in- siendo el de un hombre que sobre un papel va
cesante diálogo con el "fiel de fechos" Poli- produciendo una escritura, la que se elabora a
carpo Patiño, es el tesonero diálogo con los partir de otras escrituras anteriores o simultá-
conciudadanos a través de las circulaciones neas, respecto a las cuales y contra las cuales
perpetuas, es el diálogo con el cometa-mujer, se sitúa. Esta construcción de un nuevo texto,
es el diálogo con los astros, es el diálogo con que el lector pudiera no percibir en una no-
los enemigos, es el diálogo con el novelista, vela cualquiera por sentirse atrapado en su
es, en fin, el siempre erizado diálogo con los ilusión de realidad, en Yo el Supremo ha sido
dobles ("Todos los seres tienen dobles"). Sólo destacada, mostrada en su íntima progresión,
ese diálogo, que es enfrentamiento, salva del elevada a asunto primordial de la obra. De ahí
anegamiento en el propio "Yo" y fija el vasto que el tema central de la novela sea, simultá-
radio de esa nueva pareja de dióscuros: "Yo- neamente con la vida del dictador, la produc-
Él',. ción de su texto narrativo.
Por lo tanto asistimos sobre tres niveles (que
dentro de la novela se superponen y confun-
5. Las palabras y las cosas. den) a la producción del texto: en el corres-
pondiente a la recopilación del material histó-
rico indispensable; en el de la actividad escri-
Es posible imaginar un momento de la pre- turaria del personaje central; en el de la escri-
paración de este libro en que el autor creyó tura de la novela por el autor, por cuanto ésta
que estaba a punto de convertirse en un fan- se define como la armazón (o la compilación)
tasma, desligado del tiempo y el espacio, en de un texto global a partir de una suma de
que creyó que se había convertido en una rata textos fragmentarios. En el primer nivel se nos
de biblioteca o en una polilla devoradora de proporciona un inmenso y heteróclito mate-
papeles, en que cdmenzó a no estar seguro de rial que recoge tanto los escritos de los Ro-
si él escribía o escribían otros por él. La acu- bertson, de los Rengger y Longchamp, de los
mulación del material histórico necesario a pasquineros de la época, de los primeros his-
los fines de su proyecto literario, significó por toriodores del Paraguay colonial (Lozano), de
una parte la aparentemente inagotable com- los historiadores posteriores (Mitre, llamado el
pulsa de libros, documentos, papeles, infinita "Tácito del Plata", Chaves, etc.) como los
sucesión de textos escritos que eran el único documentos diplomáticos, los tratados inter-
testimonio concreto y real de la eventual exis- nacionales, las cartas políticas, las memorias
de los testigos, los testimonios de supervivien- pris 2 d'autres textes, se croisent et se neutrali-
tes, conjunto éste que es trasfundido al texto sent" {Semeiotiqué. Recherches pour une
narrativo o remitido a las notas aclaratorias al sémanalyse. Paris, 1969). Esta operación de
pie; en el segundo nivel se recogen las presun- intertextualidad que efectúa el autor es, en el
tas circulares perpetuas del dictador, sus ano- pensamjento de Julia Kristeva, la que religa la
taciones en el llamado "cuaderno privado", obra con el conjunto social, por lo tanto aque-
las órdenes, resoluciones administrativas y lla en que se trasunta la actividad ideológica
más que nada un incesante monólogo que, que confiere "contextura" a la novela:
según indicación expresa, es dictado a su se- "L'idéologeme est cette fonction intertextuelle
cretario, luego releído, enmendado y corre- que I'on peut lire 'matérialisée' aux différents
gido por el "Supremo" ("Mientras yo dicto tú niveaux de la structure de chaque texte, et qui
escribes. Mientras yo leo lo que te dicto para s'étend tout au long de son trajet en lui don-
luego leer otra vez lo que escribes. Desapare- nant res coordonnées historiques et sociales".
cemos los dos finalmente en lo leídoles- Pero no se trata exclusivamente de la cons-
crito"); en el tercer nivel, aunque a veces trucción que cumple el autor, sino que éste
percibimos la directa intervención de un autor remite este mismo asunto a la novela bajo la
que fantasmagóricamente convive las peripe- forma de una articulación narrativa que sirve
cias narrativas, enfrentándose al dictador o para desencadenar la peripecia y para ligar las
siguiéndolo como un impertinente testigo, la diferentes instancias novelescas: efectiva-
acción escrituraria se trasfunde intersticial- mente, la obra se abre con el texto de un
mente dentro de la totalidad de los materiales pasquín que ha aparecido clavado en la
anteriores, resolviéndolos dentro de un sís- puerta de la Catedral de Asunción y en el
tema dinámico que no es otra cosa que la cual, imitando los edictos del "Supremo", se
producción manifiesta del texto literario den- anuncia lo que pasará con su cadáver y el
tro de una confesada intertextualidad que destino que aguarda a sus colaboradores ad-
maneja todas las disciplinas que utilizan la ministrativos. Este pasquín será el texto para-
palabra. digmático que sirva de motivo y de conjunta-
La definición que Julia Kristeva proporcio- ción a lo largo de la novela. Será sometido a
naba del "texto cerrado" parece aplicarse ri- un minucioso análisis, procurando desentra-
gurosamente a la obra, por su voluntaria insta- ñar la personalidad de su autor por los rasgos
lación intertextual y por su esfuerzo de re- de la escritura, por el estilo, por la sintaxis, por
construcción de una lengua manejando sus el papel utilizado, por las modalidades de su
eventualidades con una libertad propia de la aparición, por el objetivo que procura, etc. Se
tarea de escribir: "un appareil translinguisti- trata de una normal operación de "textología"
que qui redistribue I'ordre de la langue, en que se efectúa sobre un escrito suficiente-
mettant en relation une parole communicative mente enigmático como para que parezca
visant I'information directe, avec différents emanado directamente del "Supremo" a
types d'énoncés antérieurs ou synchroniques. pesar de que su significación le es radical-
Le texte est donc une 'productivité', ce qui mente opuesta. La ambigüedad.de la produc-
veut dire: 7, son rapport 2 la langue dans ción de la escritura se puede detectar en ese
laquelle il se situe est redistributif texto, el cual, por lo tanto, puede considerarse
(destructivo-constructif), par conséquent ilest representativo, ya que no simbólico, de la
abordable 3 travers des catégories logiques operación que rige a todo el texto literario
plutdt que purement linguistiques; 2, ilest une novelesco y a los plurales textos que dentro de
permutation de textes, une intertextualité: él se entrecruzan.
dans I'espace d'un texte plusieurs énoncés, Si el pasquín parece emanado de la pluma

"Un aparato translingüístico que redistribuye el orden textos, una intertextualidad: en el espacio de un texto
de la lengua, poniendo en relación una palabra comuni- muchos enunciados, tomados de otros textos, se cruzan
cativa dirigida hacia la información directa, con diferen- y se neutralizan."
tes tipos de enunciados anteriores o sincrónicos. El texto
es pues una productividad', lo que quiere decir que: 1, "El ideologerna es aquella función intertextual que se
su relación con la lengua en la que se sitúa es redistribu- puede leer 'materializada' en los diferentes niveles de la
tiva (destructivo-constructiva), por consiguiente es más estructura de cada texto, ,y ue se extiende a todo lo
abordable a través de categoría lógicas que de catego- 9
largo de su trayectoria, dándo e sus coordenadas históri-
rías puramente lingüísticas; 2, es una permutación de cas y sociales."
del "Supremo" o del "fiel de fechos", com- montaña de viejos papeles, la verdad sobre el
portando no obstante una significación que lo dictador, ésa es también la tarea que ejerce
contradice o que lo invalida, se puede inferir monomariíacamente el personaje de la obra,
que los textos acopiados y dispersados por la el Doctor Francia, en un típico acto de "le-
novela así como el de la misma novela, no trado jurista" que sabe que toda ley o todo
sólo deben referirse al proceso de elaboración código son pasibles de interpretación. Las
sino a otro paralelo: la hermenéutica. Se trata promesas de amistad de los vecinos, las exal-
de dos funciones concomitantes y convergen- taciones patrióticas, las adhesiones de los oli-
tes en la medida en que se refieren a un objeto garcas, son trampas verbales que ocultan
único. De hecho son los dos obligados extre- amenazas o peligros.
mos de la consideración de cualquier men- De las dos operaciones que rigen la novela
saje: el que corresponde al emisor del texto, -la producción y la exégesis- es la última la
donde hay un autor y un productor, y el que que ocupa mayor espacio y adopta las formas
corresponde al receptor del texto, donde hay de la acción narrativa, como si hubiéramos
un lector y un intérprete. Cada uno de esos recuperado la iniciación de la época moderna
extremos existe dentro del entrecruzamiento en el barroco posrenacentistaecuando entran
de una pluralidad de textos que aspiran a en conflicto las apariencias y las realidades en
alcanzar una información sobre la realidad, y el modelo cervantino. La hermenéutica que
al aplicarse de ambos lados al mensaje pro- aquí encontramos puede incorporarse cómo-
puesto, proceden a una construcción/destruc- damente a esa gran línea de los desmitificado-
ción que no se agota en sí misma, aunque si res del siglo xix para quienes la interpretación,
agota y disuelve el mensaje, sino que implica como piensa Paúl Ricoeur, fue un "ejercicio
sucesivas recomposiciones de los significados de la sospecha": Marx, Nietzsche, Freud. "La
y paralelas destrucciones de ellos. verdad como mentira, tal sería la fórmula ne-
No sólo la producción ha sido insertada gativa bajo la cual se podrían colocar esos tres
dentro de la novela como asunto narrativo ejercicios de la sospecha" (Paul Ricoeur: De
sino también la hermenéutica, que se consti- I'interprétation, Paris, 1965). Tal concepción
tuye en un tema capital de la periferia. El inplica el reconocimiento de la opacidad del
"Supremo" procede al análisis infatigable del texto, del equívoco que guardan las palabras y
pasquín, comunica a Patiño cuáles son los por lo mismo la existencia de una "falsa con-
métodos apropiados para la interpretación y ciencia" procreadora que al tiempo de gene-
pone a sus numerosos escribientes a la tarea: rar el texto engañador, provee sin embargo de
a$ queda fijado el hilo conductor del argu- las ocultas señales indispensables para "desci-
mento de la novela, el modelo al cual se frar" el mensaje, las cuales son corroboradas
ajustará, pues por debajo de él, imitándolo, se por el proceso de la intertextualidad que lo
superpone una pluralidad de ejercicios simila- sitúa en relación estrecha con otros textos ve-
res que llenan el ámbito de la obra con la cinos. Para una hermenéutica desmitifica-
hermenéutica de todos los textos referidos al dora, los textos no son meramente falsos, sino
gobierno, a la persona del dictador, a la vida engañadores, proveen de una apariencia que
política, social y económica del país. No sólo no corresponde a sus subterráneas intencio-
el autor efectúa la exégesis de los innumera- nes: como los sueños, como las ideologías,
bles textos (la mayoría diatribas) referidos al como las religiones, pueden ser forzados por
dictador, sino que éste asume personalmente una segunda lectura que sea capaz de arran-
esa tarea de exégesis hasta el punto de apli- carles el mensaje verdadero que transportan
carla a textos que se publicarán después de pero que enmascaran.
que él haya muerto. Todos los textos que se le La novela transita de la producción del
someten son vistos inicialmente por el dicta- texto a la hermenéutica del texto, de tal ma-
dor con desconfianza que implica increduli- nera que su proceso de construcción es para-
dad respecto a la información visible que pro- lelo al de destrucción. "Ninguna historia
porcionan y luego son objeto de interpreta- puede ser contada", dice el "Supremo", ante
ción que los corrige y enmienda. Los textos el espectáculo de este incesante tejer y deste-
carecen aquí de inocencia, la palabra misma jer de los significados. Pero si ellos se invali-
deja de ser inocente, pues bajo su piel enga- dan y. destruyen, el proceso que para tales
ñadora hay otra comunicación, otro orden de fines cumplen, es el que da nacimiento y con-
informaciones, otro sentido. Si ésa es posi- sigue desarrollar la constrcicción de un texto.
blemente la labor principal que ha debido La exégesis destruye los significados de un
llevar a cabo el autor para rescatar, bajo la mensaje para develar otros ocultos que son
estimados tos verdaderos, con lo cual nos cunscrita, una cualidad verosímil del perso-
provee de un nuevo texto interpretativo: naje, una actitud del autor que corresponde a
aporta un objeto textual que será pasible de la una problemática de su tiempo. El período de
acción devorante de los significados que aca- la cultura de Occidente dentro del cual se
rree una nueva interpretación, la cual también inscribe la gestación de las nuevas sociedades
nos entregará otro texto. Las olas sucesivas americanas bajo la Colonia, fue marcado por
que se encaraman unas sobre las otras, aniqui- el estilo barroco que, difundido desde la me-
lándose, son sin embargo las que construyen trópoli, hizo las delicias de las cortes virreina-
un inmenso mar. Sólo que no pueden, dada la les limeña y mexicana y propició el "juego
ley dinámica que las rige, fijarle límites. del vocablo". Los americanos disfrutaron con
Mucho más que voluntarios ejercicios de los acercamientos de parónimos y antónimos,
"obra abierta", la novela Yo el Supremo con las esquivas sinonimias, con los arabes-
queda planteada como una obra abierta por el cos de las aliteraciones, con las embozadas
principio de composición que la rige. La ago- etimologías que autorizaban segundas lectu-
nía y la muerte del personaje son ficciones de ras, sin contar los mundanos ejercicios de
un cierre puramente aparencial, pues su mate- acrósticos, anagramas, charadas, adivinanzas,
ria íntegra está abierta a esta intertextualidad y los más codiciados por más enrevesados,
que la proyecta al infinito y de la cual estas esos palindromas que, escuelas jesuíticas me-
páginas de comentario no son sino un frag- diante, han sido capaces de trasmitir hasta
mento, que se aprovecha de la coyuntura di- nuestros años que "dábale arroz a la zorra el
námica que la mueve y que serán devoradas abad" puede leerse igual del revés.
por otras exégesis que las destruirán y segui- El barroco, que signó a la cultura colonial
rán construyendo. El autor ha encontrado una americana con exponentes del virtuosismo de
mecánica que confunde a la'obra con la dia- Sor Juanaen México o el "Lunarejo" en Lima,
léctica. pareció contaminar a todo círculo intelectual
Pero además están las pafabras con que se con su pirotécnico manejo de la palabra que
compone un texto, las que surgen como aves venía autorizado por la metrópoli con la cor-
de rapiña de la realidad. Cuando el impulso tesana "agudeza de ingenios" que nos deparó
creativo lleva al autor a la búsqueda de las versos como los Villamediana: "Diamantes
grandes conmociones que alimentan a una que fueron antes 1 de amantes de su mujer".
comunidad de hombres, cuando procura de- Ni siquiera el austero siglo xviii pudo des-
sentrañar a la nacionalidad y al hombre que a prenderse del manierismo de la escritura y lo
ella se asocia como un doble, lo que encuen- reencontramos en los letrados neoclásicos y
tra son las "palabras, palabras, palabras" que en los burgueses patricios del xix: no fue
alucinaban al héroe shakesperiano. Ellas se ajeno a la prosa del Doctor Francia, quien
imbrican, se superponen, se desmienten, se cultivó el esmero de la escritura hasta el punto
copian, se rebaten, se parecen para negarse, de incluir entre sus múltiples funciones de
se insubordinan, de tal modo que parecen gobernante, el puesto de corrector de estilo de
radicalmente desprendidas de las cosas, cria- sus subordinados. En una comunicación al
turas enajenadas y furiosas, soliviantadas, in- delegado de Itapúa, el 1 de noviembre de
capaces de circundar y precisar las cosas pero 1834, lo amonesta: "El añadir sin necesidad
siempre empeñadas salvajemente en tal pro- continuamente 'al' y 'el' a los nombres de los
pósito. Componen un tejido de sonidos que se que citas, es una continuada impertinencia, y
emparentan, se desintegran gradualmente, se no te corresponde ni cae bien en vos usar en
entremezclan, desplazando las significacio- los partes al gobierno ese estilo desdeñoso de
nes, ocultándolas, para al fin revelarlas sólo apocamiento y desestimación".
mediante un retorcimiento y un erizamiento Por eso hay verdad histórica en la escritura
en que parecen haber sido acogotadas. ("Mi obsedida de palabras con que el novelista
inexpugnable eremitorio-eretorio", "hambre registra el dictado del dictador, haciéndole
de hombre", "paje a mano", "literatología de decir: "Deyanira me trae la túnica empapada
antífonas y contra-antífonas. Cópulas de metá- de sangre del río-centauro Neso. Neso: ana-
foras y metáforas", "Te enseñaré el difícil arte grama de seno. Criaturas anfibio-lógicas las
de la ciencia escriptural que no es, como mitológicas". Pero no es sólo por esa verdad
crees, el arte de la floración de los rasgos sino de la reconstrucción, sino por la perspectiva
de la desfloración de los signos".) de una escritura actual y contemporánea,
En este tema de las palabras, vuelven a donde la palabra ha sido objeto de reflexión
asociarse: una cultura históricamente cir- en la conciencia, que el novelista dota al per-
sonaje de una voracidad de las palabras, de mismo tiempo recusado, pretendiendo recu-
una incesante pugna entre sus significantes y perar la armonía de la palabra y la cosa, aun-
sus significados, contra la cual al mismo que ya no en su ingenua aceptación sino me-
tiempo insurge con ardorosas invectivas: "Tu diante el combate con las palabras.
estilo es además abominable. Laberíntico ca- La novela transita sobre una conflagración
llejón empedrado de aliteraciones, anagra- del lenguaje que es atizada por la continuada
mas, idiotismos, barbarismos, paronomasias reinterpretación de significados, cuestionán-
de la especie pároli/párulis; imbéciles anástro- dolos, disolviéndolos pero no para cancelar-
fes para deslumbrar a invertidos imbéciles que los sino para aspirar a la recuperación, tras
experimentan erecciones bajo el efecto de las esta incineración general, de la verdad nuda
violentas inversiones de la oración, por el es- de las cosas. ("Escribir es despegar la palabra
tilo de : Al suelo del árbol caigome; o ésta otra de uno mismo. Cargar esa palabra que se va
más violenta aún: Clavada la revolución en despegando de uno con todo lo de uno hasta
mi cabeza la pica guíñame su ojo cómplice ser lo de otro. Lo totalmente ajeno"). Si pare-
desde la plaza. Viejos trucos de la retórica que ciera que ella cumple el designio mallar-
ahora vuelven a usarse como. s i fueran nue- meano de constituirse en el ser bruto de la
vos". palabra, simultáneamente se rebela, iracunda,
Este "ahora" es ya el del novelista que es- contra el mismo proyecto que pone en fun-
cribe, cuando la reaparición de tales trucos en cionamiento. La novela se inscribe en esa
la escritiira culta hereda una lección reciente concepción de la literatura que es para Fou-
europea, la cual habría podido buscarse en la cault un producto del siglo xix ("La littérature,
poesía folklórica americana que sigue mane- c'est la contestation de la philologie -dont elle
jando charadas barrocas utilizando la inver- est pourtant la figure jumelle-: elle ramPne le
sión estrófica del XVII, la décima. Por lo cual langage de la grammaire au pouvoir dénudé
no se trata de una fiel reconstrucción histórica de parler, et la elle rencontre I'etre sauvage et
sino, otra vez, de descubrir en una caracterís- impérieux des mots", "elle n'a plus alors qu'a
tica de la época que se está revisando, una se recourber dans un perpétuel retour sur soi,
coyuntura para poner en funcionamiento una comme s i son discours ne pouvait avoir pour
problemática estrictamente contemporánea. contenu que de dire sa prope 'forme: elle
No se trata de reconstruir la versión ameri- s'adresse a soi come subjectivité écrivante, ou
cana de los conceptos lingüísticos propios de elle cherche a ressaisir, dans le mouvement
un período del pensamiento occidental (epis- qui la fait naitre, I'essence de toute littérature;
teme que Michel Foucault detecta en la apor- et ainsi tous ses fils convergent vers /a pointe
tación de Port Royal) sino de escribir desde la plus fine -singuliere, instantanée, et pour-
una perpectiva postsaussuriana. tl despren- tan t absolument universelle- vers le simple
dimiento del signo lingüístico respecto a las acte dlécrire".* Les mots et les choses, Paris,
cosas para trasmutarse efectivamente .en un 1966) pero propone explícitamente, bajo la
signo binario que representa y que por lo forma de apelaciones furiosas, la insubordi-
tanto autoriza la libre estructuración propia nación contra ese camino que encuentra tra-
del disccirso, el cuestionamiento de la signifi- zado ya por la época cultural a que pertenece
cación que desarrolló el siglo pasado, la -y que no deja de recorrer- pretendiendo vol-
pugna de formalización y exégesis que cubre ver a decir las cosas, la verdad propia de las
el tiempo actual, componen ese estrato del ciencias humanas, promoviendo por lo tanto
saber que no ha dejado de influir sobre las un combate contra el mismo sistema literario
experiencias de narradores latinoamericanos que pone en ejecución. Es la literatufa la que
actuales (Fuentes, Goytisolo) pero que no queda hurgada, revisada, incriminada, y fi-
había alcanzado la madurez que muestra en nalmente negada a través de esta construc-
una novela como Yo el Supremo, donde es al ción que es obligadamente literaria. "No te

"La literatura es el cuestionamiento de la filología -de forma: se dirige a sí misma como subjetividad escri-
la que es, sin embargo, la figura gemela-; lleva de vuelta biente, en la que trata de volver a captar, en el rnovi-
al lenguaje de la gramática al severo poder de hablar, y miento que le da origen, la esencia de toda literatura; y
allí se encuentra con el ser salvaje e imperioso de las así todos sus hilos convergen hacia la más fina punta
palabras", '*entonces no le queda si no replegarse en un -singular, instantánea, y sin embargo absolutamente
perpetuo retorno sobre s i misma, como si su discurso no universal-, hacia el simple acto de escribir."
pudiera tener más contenido que el decir su propia
estoy dictando un cuenticulario de nirnieda- rrecer esa trasrnutactón del ho&e en pala-
des. Historias de entretén-y-miento. No estoy bras, y de todos los hombres en un solo libro
dictándote uno de esos novelones en que el de lo diuino: "Miserable honor el de entregar
escritor presume el carácter sagrado de la lik- el ansia de inmortalidad a las palabras, qw
ratura. Falsos sacerdotes de la letra escrita son el símbolo mismo de lo perecedero",
hacen de sus obras ceremonias letradas. En sermonea el melancólico deán. Luego contra-
ellas. los personajes fantasean con la realidad sermonea: "Toda la humanidad pertenece a
o fantasean con el lenguaje. Aparentemente un solo autor. Es un solo volumen". Para el
celebran el oficio revestidos de suprema auto- rumiante dictador que está agonizando, para
ridad, mas turb6ndose ante las figuras salidas el escritor que lo está escribiendo, y a pesar de
de sus manos que creen crear. De donde el que ambos sólo existen por las palabras, "lo
oficio se torna vicio". Así vocea el dictador, único nuestro es lo que permanece indecible
negando la literatura, lu que a veces le lleva a detrás de las palabras", mensaje postrero que
añarar un lenguqie animal donde no haya nos traen, otra vez, siempre, las palabras.
engaño de las al abras v. m r último. a abo-
1. El tirano ilustrado. para responder a esas interrogantes bajo
forma narrativa quedó demostrada desde la
propia novela de Asturias. En ella "el señor
Si bien forman legión las noveias acerca de Presidente" se esfuma constantemente, se
las luchas de hombres y partidos democráti- pierde en las sombras, en los sueños, en las
cos de América Latina contra sus dictadores, palabras que dibujan un paisaje enmarañado
éstos en cambio han dispuesto de innumera- y neblinoso por donde pasa el escritor sin
bles panegiristas palaciegos y no menos in- llegar a la conciencia de su personaje.
numerables detractores libelistas, pero de es- Más que un personaje histórico, es un mito,
casos biógrafos críticos (un ejemplo de tal soñado y no pensado, odiado y no analizado,
excepcionalidad es el libro de Benjamín Ca- y "nada camina tanto en este continente
rrión sobre García Moreno) y de muy, pero como un mito", habrá de decir el Presidente de
muy pocos narradores. E l éxito de E l señor Carpentier. En esa concepción inicial pueden
Presidente en su momento (1946) no sólo filiarse las versiones que muchos escri-
pudo atribuirse a la renovación literaria que tores adocenados dieron del dictador, sin co-
aportaba sino a su intento de abordar lo que nocimiento ni intuición de su portentosa va-
Carpentier ya entonces definiera como un riedad intelectual y humana en estas diversifi-
"arquetipo" de la cultura latinoamericana; el cadas tierras americanas, transformándolo en
dictador obsesivo que no conforme con marti- un estereotipo que incluso perdió, en manos
rizar las vidas de sus súbditos puebla sus sue- de ellos, lo que tenía en Asturias: su miste-
ños de atroces pesadillas, como habría de riosa opulencia verbal.
contarse en una novela obligadamente oní- Alejo Carpentier ofrece en E l recurso del
rica. Mostrar los efectos de la dictadura re- método (México, Siglo xxt, 1974) la segunda
sultó más fácil para el autor que hacer del gran versión artística del personaje y no hay
dictador mismo un personaje de novela. A duda que es como si lo hubiéramos puesto a
pesar de la comprensible curiosidad de los foco: la elusión y la vaguedad con que se nos
escritores, encabezando la curiosidad de sus escapaba en las páginas de Asturias han de-
pueblos, acerca de quiénes eran, cómo ac- venido precisión y nitidez en las de Carpen-
tuaban, qué pensaban, cuál era la clave de las tier, empezando porque es él, el mismo señor
personalidades de sus dictadores, la.dificultad presidente (o el "Primer Magistrado", como
prefiere llamárlo Carpentier), quien nos de pedir, en un apuro, "una soga, una reata,
cuenta su propia vida de dictador, nos explica una cabuya, una correia". Con todo, la base
cómo derrota las incesantes revueltas de sus es otra vez proporcionada por Estrada Ca-
lugartenientes, cómo hace sus negocios, brera, ese increíble personaje que instituyó en
cómo enfrenta la oposición estudiantil, cómo Guatemala el culto a Minerva, aunque sobre
se hace reelegir en comicios "libres" y más tal cuño se depositan las informaciones pro-
que nada cuánto disfruta de sus viajes a París, cedentes de dos figuras cubanas simbiótica-
ciudad donde concluirá sus días de deste- mente unidas, Menocal y Gerardo Machado,
rrado, tal cual tantos otros dictadores cuyo y hasta hay datos que vienen de la Domini-
modelo fue Porfirio Díaz. cana de Trujillo o de la Venezuela de Juan
Claro está que este dictador no es igual al Vicente Gómez. Es normal que el narrador
de Asturias y puede provocar más de una cubano extraiga de su historia patria el grueso
sorpresa porque en él nada se encuentra de la de las peripecias narrativas, al punto que
"lodosa alpargata" que podría esperarse. Del cualquier divertido lector de la revista haba-
mismo modo que el guatemalteco prefirió no nera Social, que estuvo al servicio de la
darle nombre ni ubicación precisa a su es- high life de 1918 a 1936, habrá de vivir el
tado, sin por eso escamotear que estaba ha- permanente júbilo del re-conocimiento, con
blando de Estrada Cabrera que rigió los desti- episodios como el de la temporada de ópera
nos de Guatemala hasta 1920, también Car- de Caruso a lo largo de cuyas funciones explo-
pentier apela al sistema de las generalizacio- taron bombas en el teatro y se derrumbaron
nes, aprovechándose de esa tendencia sincré- los precios internacionales del azúcar, y en la
tica tan característica de la visión europea cual la ciudad entera deviene "Capital de la
sobre nuestra América, que tiende a homolo- Ficción" que impulsan las clases altas.
gar las más dispares formas culturales de nues- Aunque el procedimiento sincrético tenga
tras regiones en un solo y caótico producto. sus evidentes peligros no sólo en el plano
Así, en el nivel lingüístico, Carpentier acu- lingüístico sino en el narrativo y de hecho
mula términos de diversas áreas ("huipiles, depare una acumulación indiscriminada de
bohíos, y liquiliquis", "tamales, ajiacos y fe- datos, generando contradicciones dentro de la
joadas", "buitres, auras y zamuros"), y hasta lógica narrativa, también le sirve al autor para
sus personajes, desbordándose, son capaces ajustar su concepción privativa del personaje
por el régimen de seleccion y rechazo de la 'Primer Magistrado" etc.
montaña de informaciones a su disposición. Estos matariales pertenecen a la escritura de
Esa concepción es la originalidad de la no- toda la novela, no sólo a la composición del
vela, bien opuesta a la manejada hasta el personaje y son los recursos característicos
momento, aunque irregurlarmente expuesta y, del arte de Carpentier para la reconstrucción
por lo apuntado, contradictoria. Pero un de épocas pasadas. Han hecho de él, a me-
enorme progreso en el sentido de una elabo- diados del siglo XX, un maestro de la novela
ración más adulta y comprensiva de lo real. histórica, a quien debemos grandes frisos
El "Primer Magistrado" de Carpentier no es sobre la vida antillana de los siglos XVIII y XIX,
el bruto encumbrado en el poder sino que es pero también calas en tiempos remotos euro-
el tirano ilustrado que se engendró en la peos o americanos. Esos recursos implican el
época modernista y que fue deteriorándose manejo de datos poco conocidos, anecdóti-
en las primeras décadas del xx, cuando con- cos y pintorescos (el reino del fait drvers) para
quistó el poder. Dueño de una cultura pasa- dar ambientación y crear la atmósfera del
tista, que le abandonaron los poetas moder- tiempo perdido, construyendo un diorama
nistas que fueron sus iniciales servidores, vivaz sobre.el cual proyectar o con el cual a
amante de las artes académicas y sobre todo veces suplantar las acciones de las criaturas
de la ópera (el proyecto faraónico que Idígo- narrativas y en cualquiera de los casos cotmar
ras le legó a Guatemala como una ruina mo- con evidente agorafobia.
derna), protector de la literatura que en nada Con relación a los ejemplos anteriores, en
afectase su poder, devoto de la "Ciudad Luz" esta novela hallamos un crecimiento desme-
donde estaban las buenas comidas, los bellos surado de la importancia del diorama de
objetos, las fortunas personales y sobre todo época: es minuciosamente recubierto de in-
las francesas, pero al mismo tiempo hombre formaciones, datos y curiosidades, en una
bragado, general improvisado y brutal dés- suerte de filatelia cultural. A pesar de sus pin-
pota, negociador de la hacienda pública, ser- toiesquismos y del disfrute que sin duda pro-
vidor de los intereses imperiales aunque con porciona a los cultos y a los coleccionistas de
cautela y desconfianza, orador tremolante y rarezas, torna farragosa la lectura y, más que
padre de la patria, este singular personaje nada, es visiblemente desproporcionado con
tiene su apoteosis en la novela de Carpentier. el desarrollo del argumento, las coordenadas
de la acción y sus agentes, la elaboración de
los significados que procura en nivel superior
el discurso narrativo. Es probable que la des-
2. La reconstrucción proporción se deba a que Carpentier ha aban-
histórica. donado el pasado remoto para reconstruir uno
cercano: la novela transcurre en los años que
van, aproximadamente, de 1910 a 1925 o sea
Es evidente que el escritor rehúsa tesone- una época a la que se asomó siendo adoles-
ramente los esquematismos de la literatura cente, la que vio la prolongación indebida del
social en blanco y negro y que, construyendo novecentismo y que ha sido prácticamente
un personaje al que sin cesar enjuicia el pro- olvidada por las actuales generaciones
pio decurso narrativo, no deja de procurarle (pienso que ni los cubanos puedan evocar con
verdad, sabrosura íntima, gracia y toques cor- certeza las dos presidencias de Menocal du-
diales, en un sutil juego de modelado como rante la primera Guerra Mundial) pero que
cabe a un escritor veraz. Es evidente también Carpentier hace brotar del olvido con tal aco-
que no consigue objetivarlo por un pecado de pio de rutilantes luces, con tal gozo de la
exceso: abarrota a su personaje con demasia- sensibilidad recuperada, que es comprensible
das informaciones que son ajenas a su carác- que ceda a su sortilegio, que no sepa embridar
ter, con las lecturas del hombre altamente el irrefrenable flujo de "curiosidades" y pa-
cultivado que es el autor y con una superfeta- rezca olvidado de la novela, tejiendo el ca-
ción de "curiosidades" culturales de época: s i ñamazo de sus memorias. Algunas página
fue el padre de Léon-Paul Fargue quien hizo memorables, como una noche y un amanecer
los mosaicos de un vestíbulo de París, si la en La Habana antes de 1914, admiten el desa-
ópera de Reinaldo Hahn se basa en Loti, si es fío con las páginas equivalentes de Le monde
americanizada la versión de Peleas y Meli- des Guermantes.
sande que canta Mary Garden en el Metropo- Es un tiempo perdido a cuya búsqueda se
litan de New York para exasperación del echa el autor, pero es también la imantación
de los temas queridos-que se insertan como rapaces intereses yanquis. Pero del mismo
incrustaciones, caprichosa o débilmente mo- modo que bajo sus pies surge una incompren-
tivadas, dentro de la estructura general del si ble literatura de agitación política con títulos
libro, adquiriendo autonomía. Así, el capítulo tan enigmáticos como Crítica de los progra-
sexto se consagra casi íntegramente a un mas de Gotha y de Erfurt o Ludwig Feuerbach
agente consular norteamericano cuya función y el fin de la filosofía clásica dlemana, que lee
en la novela es poco clara y en todo caso y revisa sin comprender absolutamente nada a
menor: dice ser sobrino nieto de Gottschalk y pesar de su pregonada cultura, del mismo
el lector atento de Carpentier descubre que modo se abre la tierra para que surja un arte
está en presencia del propio Luis Moreau vanguardista que le es todo ajeno pero que
Gottschalk, redivivo en sus descendientes, ese provoca el desmoronamiento íntegro de su
músico del siglo XIX cuyo fascinante retrato ya parnaso (ópera italiana, libros de Bourget y
había hecho en La música en Cuba. Bajo tales Anatole France, estatuas monumentales de
personajes se esconde un arquetipo que ha Nardini). Carpentier es fiel, otra vez, a sus
seducido siempre a Carpentier y al cual toda- orígenes, que se sitúan justamente en esta
vía no le ha concedido el libro fabuloso que él época: la revolución social y el arte vanguar-
podría escribir: el aventurero americano, mo- dista son la misma cosa. Así pensaron los
viéndose en el vasto mundo. Su utilización, jóvenes de Amauta encabezados por Mariá-
parcial, en una novela consagrada a otro tegui, así los jóvenes renovadores de la cul-
asunto, desperdicia el material y perjudica la tura cubana que escribieron en la Revista de
novela. Avance.
No tenemos en América escritor más ave-
zado para hacer surgir el pasado apelando a
una comida típica, al refrán de una canción, a
un episodio escandaloso de la buena socie- 3. El método universal y sus
dad, a una rareza literaria, logrando que esos
materiales, que parecen provenir del bric-a-
recursos particulares.
brac vulgar del periodismo como en García
Márquez, se dignifiquen y sean buenos con- El "Primer Magistrado" oscila entre el
ductores de una electricidad sensible, epi- "allá" y el "aquí", París y la capital de su
dérmica, superficial y gozosa. Es un ejercicio pequeña república. A un lado lo convocan el
del talento tropical -vivacidad, breve gozo, hedonismo meteco, el placer cultural; al otro
novelería- cuya condena -el olvido- ha sido las revueltas de sus lugartenientes, las revolu-
redimida por la memoria universal de este ciones de los estudiantes pero también los
europeo de adopción que es Alejo Carpentier. sabores, las energías profundas de su am-
El recurso del método lleva esta sabiduría biente, "la pulsión visceral de un mundo en
literaria a su más extremada aplicación, pues gestación" que es el elemento que lo redime y
reconstruye paralelamente, bajo forma de diá- el que completa su imagen auténtica. En este
logo, la vida latinoamericana y la vida pari- deambular se nos dibuja una trama que ya
sina de la segunda y tercera décadas del siglo; ilustrara Carpentier en sus obras, porque el
es como si alternáramos la lectura de Social tema obsesivo que ha dado nacimiento a su
con las páginas de L'lllustration, puesto que narrativa es el diálogo Europa-América que se
son las culturas oficiales las que se nos mues- definió en E l reino de este mundo, recorrió
tran a un lado y otro del océano, ésas que las sus posteriores novelas y en ésta alcanza un
jóvenes generaciones desconocen porque nuevo y riesgoso nivel de su problemática.
descienden de la hetedoroxia vanguardista El título de la novela evoca el más famoso
que en la época se encubría bajo el moder- del Discurso de Descartes, pieza clave del
nismo epigonal americano, el d'annunzia- racionalismo moderno que, descubierto por
nismo y el barresismo europeos, el lujoso Europa en edad temprana, sirviera a su triunfo
pompier pictórico que está reapareciendo universal al constituirse en instrumento de
ahora bajo las invocaciones del arte "retro" dominación y también de humillación para
en curso, la popularización de la moda li- todas aquellas culturas marginales (incluida la
berty que desembocaría en la revolución mo- nuestra americana) dirigidas en diversos grado
derna de fines del veinte. Al oficialismo cultu- por un pensamiento mítico. Un académico
ral francés responde, en esta novela, el cultu- convencional con quien el "Primer Magis-
ralismo del tirano ilustrado, que es a un trado" dialoga en París y quien lo asesora a
tiempo servidor de los desechos galos y de los cambio de prestaciones económicas, vuelve a
recitar la cartilla del pensamiento racional, puesta bajo la advocación de la latinidad para
claro, prudente, equilibrado, de la Francia apoteosis del grotesco cultural. Puede tam-
"eterna" en oposición a la desmesura, la bar- bién realzar los quebrantos que el propio
barie, la crueldad, la incoherencia y el caos texto de Descartes, tan venerado, hace a la
de las sociedades latinoamericanas: "Y es lógica de una racionalidad mas pretendida
que, según él, por carecer de espíritu carte- que real, visto que tras ella se parapetó la
siano (es cierto: no crecen plantas carnívoras, dominación sobre ese inmenso resto irracio-
ni vuelan tucanes ni caben ciclones, en El dis- nal del planeta. Manejando con perversidad
curso del mgtodo. . .) somos harto aficionados el Discurso del método, Carpentier se com-
a la elocuencia desbordada, al pathos, la place en destacar discutibles aserciones, utili-
pompa tribunicia con resonancia de fanfarria zándolas como epígrafes de los capítulos de la
romántica. . ." A Carpentier le resultará fácil, novela: "Los soberanos tienen el derecho de
como buendescendiente de la revolución su- modificar en algo las costumbres"; "Todas las
rrealista que es, realzar la insuficiente aplica- verdades pueden ser percibidas claramente,
ción de ese concepto de racionalidad en la pero no por todos, a causa de los prejuicios;
propia cultura francesa. Le bastará con evocar "Mejor es modificar nuestros deseos que la
irónicamente la "logomaquia profesoral" de ordenación del mundo", etc.
Renan en su Plegaria del Acrópolis, que abas- Por este camino es posible subrayar la biva-
teció la oratoria de los presidentes cal igi nosos lencia de la enseñanza racionalista, que si
pero también el estilo pompier de Rodó; el bien ya ha pretextado el discurso negativo de
pensamiento de los nacionalistas y racistas los irracionalistas contemporáneos, puede
franceses, a la cabeza Gobineau, que hizo sorprender en Carpentier y exige aclaración.
suyo la oligarquía americana para justificar su El método racional no es sólo un discurso,
explotación de indios y de negros; la masacre sino asimismo un conjunto de "recursos" que
de los comuneros que dispusiera el muy eru- de él se derivan y se aplican en la realidad
dito historiador Thiers y que puntualmente inmediata, sirviendo para sostenerlo. De allí
imitaran respecto a sus obreros los gobiernos proceden numerosas enseñanzas que los eu-
americanos; el general desvarío que llevó a la ropeos racional istas impartieron al universo,
carnicería de la primera Guerra Mundial, entregándoles esos "recursos" de aplicación
práctica, más que las normas de su pensa- critores de tierras americanas, al punto que es
miento modernizado, aunque los tales recur- posible evocar, en este caco, a uno de sus más
sos fueran la sucia cocina donde se prepara- antiguos ejempos: el lnca Garcilaso de la
ban los manjares que se servían en el pulcro Vega que en el siglo xvii, penetrado ya de la
comedor e implicaran justamente la invalida- influencia petrarquista europea y del plato-
ción del método, como se ve en esta breví- nismo de León Hebreo, se pusiera a escribir
sima parábola: "Y habría que perseguir por los admirables Comentarios reales sobre sus
tales tierras al general Hoffman, cercarlo, si- antepasados los empetadores del incanato. E l
tiarlo, acorralarlo, y, al fin, ponerlo de espal- lnca Garcilaso no se oponía a la cultura y a la
das a una pared de convento, iglesia o cemen- religión europeas llegadas con la invasión es-
terio, y tronarlo: 'ifuego!' No había más re- pañola y, a pesar de sus acumulados errores
medio. Era la regla del juego. Recurso del estaba dispuesto a reconocer sus virtudes y,
método". Con lo cual quedaría probada la desde luego, su poder. Pero su situación de
secreta vinculación entre las crueldades e marginal, de dominado y despreciado, le
irracionalidades de la vida latinoamericana y permitía ver con una claridad no exenta de
el magisterio dominante de los europeos con desdén, la contradicción en que estaba si-
su educación en un método y en sus recursos tuado el pensamiento europeo, donde una
básicos, porque, citando otra vez a Descartes, teoría (religiosa, filosófica, etc.) se oponía a
"la enredadera no llega más arriba que los una práctica enteramente divorciada, que le
árboles que la sostienen". era contraria. La incoherencia del pensa-
La operación de Carpentier no es sin em- miento europeo es la misma que ahora evi-
bargo antirracionalista. Ni podría serlo en un dencia Carpentier en E l recurso del método,
escritor que, a pesar de sus invocaciones al pero no con el propósito de eludir o renunciar
"maravilloso" bretoniano, no ha dejado de a la proposición intelectual europea, sino con
moverse siempre dentro del rígido círculo el deseo de conferirle rigor y universalidad.
"mágico" del racionalismo, incluso con acep Carpentier no se opone al racionalismo que,
tación de su mecanicidad y de su logicidad. por lo demás, es el secreto sostén de su escri-
Carpentier reitera una operación que desde tura, como tampoco a su descendencia doc-
hace siglos viene haciendo una estirpe de es- trinal entre la que se encuentra la incorpora-
ción del marxismo a América Latina en los curso literario-narrativo que da base a la obra.
años veinte, sino que procura salvarlo de sus El arte de Carpentier parece emparentarse con
imperfecciones. Para eso debe ajustar una la literatura y pintura de los viajeros europeos
teoría a una praxis y ambas deben poder fun- que recorrieron América en la segunda mitad
cionar, como la petición de sus principios lo del XVIII, siendo los heraldos de la nueva cul-
reclamaba, para los hombres de cualquier tura burguesa en proceso de expansión: en sus
lugar del planeta, de cualquier situación, en obras se encuentra siempre la admiración, la
igualdad de condiciones. alegría y la codiciosa nostalgia que les infunde
Desde este ángulo es posible preguntarse el universo mítico con que toman contacto, la
entonces dónde se ubica ese "real maravi- sensación rousseauniana de sumergirse en la
lloso" que teorizara hace veinticinco años y al vida natural o primitiva con sus deslumbrantes
que consagrara sus diversas novelas; dónde se curiosidades, la expectativa de ignorados pla-
sitúa el pensamiento mágico de los pueblos ceres de los sentidos. Pero a l mismo tiempo, en
latinoamericanos con cuyos productos ha en- las estructuras lingüísticas o literarias de sus
riquecido sus novelas confiriéndoles esa li- escritos o en las formas y ordenaciones de sus
viana máscara sobrerreal y si es posible atri- dibujos, lo que encontramos es la sociedad
buirles alguna función diferente de la simple racionalizada a la que pertenecían; descubri-
ilustración pintoresquista de la vida de Amé- mos una óptica que es propia del dominador
rica Latina, tal como ocurría, en la vieja y extranjero y del hombre racional; incluso en su
denostada narrativa del regionalismo, con sus valoración de los presuntos paraísos perdidos
numerosos elementos folklóricos. con que puebla -inventivamente- las exóticas
Con lo cual se quiere decir que E l recurso tierras americanas, hallamos los sistemas de
del método reinstala, y de manera más categó- pensamiento que clasifican y ordenan de
rica, la contradicción que rige e! arte de Car- acuerdo a las pautas de una civilización que,
pentier: ahora la novela viene acompañada de definitivamente, ha renunciado al mito.
un discurso intelectual exptícito, más cohe- Una contradicción similar queda instaurada
rente que en los casos anteriores y que, por lo en la narrativa de Carpentier y no se la ha
mismo, torna inversamente incoherente el dis- visto resuelta con el pasar de los años. Pero si
intelectualmente es posición insostenible, en reconstruir la vida pasada sobre abundantes
cambio rinde beneficios en el campo de la documentos (es el caso de Lisandro Otero) y
creación artística: conjuga atracciones opues- hayan abandonado el "real maravilloso" a los
tas, extrae de ese combate acercamientos ví- verdaderos descendientes del surrealismo, tan
vidos a lugares prohibidos por la razón. Se fructífero en América Latina y que en la zona
trate de la licantropía de los negros haitianos o cubana prefieren llamarse lezamianos (es el
del delirante grotesco de los dictadores cultos caso de Reynaldo Arenas).
de América Latina, ráfagas del pensamiento
mítico vienen a ser capturadas por una menta-
lidad racionalista, por estructuras literarias de
un barroco burgués severamente disciplinado 4. Las vicisitudes de la
por la inteligencia, por una organización de
los órdenes narrativos que recuerda la con-
revolución.
cepción ciecimonónica y que se sitúa cerca de
lo que Lukács habría llamado el realismo crí- Desde esta perspectiva pueden adquirir
tico si el modelo manniano en que pensaba el significación algunas peculiares operaciones
crítico húngaro se hubiera revestido de las estructurales de la narrativa de Carpentier que
galas de la sensualidad. han pasado desapercibidas en su tesitura for-
Pero eso el "real maravilloso" de Carpen- mal, pero que en cambio han dado lugar a
tier está siempre en los argumentos, en los múltiples interrogaciones ("buena y mala in-
asuntos de las obras que escribe, pero resulta tención, entusiasmo sonoro y envidia subte-
desmentido por las estructuras artísticas, por rránea, todo bella cosecha") acerca de sus
la escritura que los manifiestan. La prolonga- concepciones del tema de la revolución, el
ción de ambas líneas muestra creciente diver- cual sería, sobre el plano argumenta1 de la
gencia; más aún, una cancelación mutua. De obra de arte, el equivalente de las conforma-
ahí que los descendientes de la narrativa de ciones estructurales.
Carpentier se hayan afiliado a sus estructuras La construcción de El recurso del método
artísticas. a su escritura, a su capacidad para se asemeja al primer modelo narrativo de
Carpentier, E l reino de este mundo, que a su es siempre visto como ser histórico y su modi-
vez se reencuentra en Los pasos perdidos, en ficación eventual sólo puede alcanzarse me-
tl siglo de las luces, así como en algunos diante una serie de secuencias donde es con-
cuentos ("Semejante a la noche","El camino dición sine qua non la repetición de un es-
de Santiago") de Guerra del tiempo. De todos quema básico para que pueda medirse a caba-
se podría decir que ilustran el principio de los lidad la diferencia que se registra respecto a
desplazamientos narrativos, de tal modo que las anteriores. (Las variantes sólo son percep-
la elaboración de la novela es la suma de una tibles respecto a las invariantes.) La proposi-
serie de segmentos de intensidad creciente ción de un conflicto implica que su desenlace
que, cuando llegan al remate, promueven el dependerá de la cualidad y tensión de los
desplazamiento hacia otros segmentos, que ingredientes que entran en el conflicto y que
son colaterales respecto a ellos y desentron- estará obligadamente a su nivel, más que al
cados respecto a sus materiales, donde vuelve ilusorio de las puras expectativas. Pero ese
a reconstruirse el proceso de intensificación desenlace servirá de trasvasador de la energía
que conduce a idénticos resultados. En cada a otro plano en que intentará alcanzar, por
uno de estos segmentos se nos cuenta una vías semejantes, más altos logros. La revolu-
historia semejante (para un análisis funcional ción se presenta entonces como lo que es, un
del tipo de los de Propp) según la cual un medio de aceleración histórica estrechamente
agente entra en conflicto con un medio al que ligado a sus elementos componentes, que ni
intenta modificar, plegándolo a su proyecto, puede entenderse candorosamente como la
violentamente, para acabar siendo derrotado. panacea universal, ni puede desprestigiarse
Este modelo se distingue del previsible del aduciendo que no soluciona de una vez todos
Sturm und Drang porque la derrota se com- los problemas humanos, cuyas virtudes radi-
pensa con un cambio de registro en el medio can, justamente, en la extensión en que se
afectado por la acción. proyectan sobre el período futuro.
La unidad narrativa en que se produce la La serie de revoluciones sucesivas y frustra-
conflagración a que tienden las intensifica- das de €1 reino de este mundo, vuelven a
ciones, corresponde por lo común, en Car- reaparecer en €1 recurso del método, hacién-
pentier, al tema de la revolución que viene dose más explícitas por contemporáneas, por-
reapareciendo en sus libros, de tal modo que que utilizan una gramática y un léxico conoci-
lejos de poder definirlos como "la historia de dos. Carpentier procede además a trazar las
una revolución fa1lida" deben definirse como etapas que atraviesan, aprovechándose de los
"la historia de varias y sucesivas revoluciones materiales de su propia experiencia personal
fallidas", sistema acumulativo que remite la pero sometiéndolos, como haría cualquierade
interpretación general de la obra no a los ele- los maestros decimonónicos de la tendencia
mentos repetitivos de la serie de segmentos historicista, al modelo de los estadios progresi-
narrativos, sino a la correlación que se trace vos dentro de la concepción del tiempo lineal.
entre todos ellos hasta descubrir sus diferen- La novela muestra cuatro procesos revolucio-
cias. Es a partir de ellas que se podrá valorar lo narios sucesivos. A algunos correspondería el
ycie obligadamente debe definirse como un nombre de revueltas, como la que encabeza el
proceso. general Galván y luego el general Hoffmann,
No debe olvidarse que la visión de Carpen- pero aun así no dejan de cumplir ostensible-
tier es, como cabe al más importante novelista mente una función de di namizadores históri-
histórico de nuestra época, historicista. Y ello cos. La tercera revolución, que es el centro del
en un grado como no se encontrará en ningún volumen, desembocará en la ascensión al
otro escritor americano (salvo algunos mo- poder del doctor Luis Leoncio, derrotando al
mentos del primer Carlos Fuentes), lo que im- "Primer Magistrado", en una sustitución apa-
plica que su esfuerzo cognoscitivo de lo real labrada por los representantes diplomáticos
descansa sobre la diacronía. En un nivel esti- norteamericanos que parece evocar la ascen-
lístico se torna muy evidente esta inclinación: sión al poder del gobierno moralizador de Za-
su poderosa capacidad descriptiva conquista yas, en Cuba, y los muchos ejemplosde sustitu-
sus mejores momentos cuando se ataca a una tos democráticos para dictadores desgastados.
génesis (así, en esta novela, la trasmutación de Simultáneamente queda trazada la vía corres-
la gran aldea en capital moderna, que se pondiente a una figura mítica nueva, "El Estu-
cuenta en el capítulo 4) y se complace en diante", a quien corresponderá el tramo poste-
mostrar de manera impecable una emergen- rior hacia una revolución que seefectuará en la
cia y su evolución progresiva. El ser humano realidad mera y ya no dentro de la narración,
segiin un conocido sistema elusivo y de sus- plista, Carpenticr procure resguardar el prin-
penso. cipio evolutivo que estima central de la hu-
El diálogo que Julio Antonio Mella man- manidad a traves de sus ciclos transformado-
tiene en Europa con "El Estudiante" sobre las res. En tal concepciOn vuelve a estar presente
situaciones políticas de sus respectivos paises, un racionalismo doctrinario que, a l o largo de
el cubano iniciando la lucha contra Machado doscientos años, no hace sino hihtanar su
que llevaría casi una década y el otro ¡ni- propia continuidad, tal como lo viera Delta
ciando la lucha contra el gobierno blandegue Volpe revisando el pensamiento de Juan Ja-
que sustituía al dictador pero convalidaba su cobo Rousseau. A dos siglos del maestro, es
sistema socio-econámico, ilustra la concep- un descendiente americano quien trata de rei-
ción del proceso: "Cae uno aquí, se levanta terar su mensaje, utilizando sus mismos bue-
otro allá", dijo "El Estudiante". "Y hace cien nos salvajes ornados de plumas, sus mismos
años que se repite el espectáculo". "Hasta civilizados perversos, apelando a su lucidez
que el público se canse de ver lo mismo". pero no a su confesionalismo. Pero es desde el
Presenciamos una interpretacion finalista otro lado del Atlántico que formula su dis-
de la historia, gobernada a su vez por un curso o, en el peor de los casos, navegando
proceso dialéctico. Al tiempo de buscar no indeciso y prudente por el océano de Lau-
quedarse encerrado en una mecanicidad sim- tréamont.
.
1 Conmiseración por la manencia en el poder absoluto era simultá-
neamente el proceso de la deshumanización.
bestia solitaria. El paradigma de este teorema fue estable-
cido por William Shakespeare en la madurez
de su carrera, cuando presenció, a lo largo de
E l misterio que plantea el ansia de poder la conspiración de Essex, la sangrienta disputa
absoluto que manifiesta un ser humano, esa por la corona a la cual consagró su obra más
pasión voraz y arrasadora que no deja sitio en austera: Macbeth. Allí vemos a un hombre
el alma para ninguna otra resecando la entera que va perdiendo todo -respeto amigos, mu-
vida espiritual y que se paga con una termi- jer, "la joya de la vida eterna", la humanidad
nante soledad, más aún, con el descaeci- misma- porque desde el principio clama que
miento del hombre en una categoría casi ani- "nada existe para mí sino lo que no existe
mal porque el delirante enclaustramiento que todavía", esa corona que cuando se ajuste
origina destruye todo posible valor, elimina sobre su cabeza certificará, como un círculo
todos los placeres de los-sentidos hasta que má~ico,la inhumanidad.
nada sobrevive a ese abrazo con un poder que Ese es el modelo literario, fuera de la lec-
concluye vacío de los atractivos que alguna ción viva de la historia latinoamericana, que
vez ofreciera, la historia de esa pasión aniqui- concurre a señalar el rumbo de la obra de
ladora ha sido contada más de una vez por la Gabriel García Márquez El otoño del pa-
literatura. Contada con asombro, con perple- triarca (Buenos Aires, Losada, 1975): y la
jidad, incluso con terror. El espectáculo del chispa motivadora que él ha confesado, el
hombre a quien ciega el poder para poder espectáculo del hombre que abandona el pa-
devorarlo mejor, sirvió a los escritores para lacio presidencial, allá en 1958 a la caída del
aproximarse a una medida justa de lo hu- dictador venezolano Pérez Jiménez, no hace
mano, pues pronto comprendieron que la en- sino situar, como en el caso del maestro isabe-
trega a esa pasión destruía progresivamente, lino, una creación artística; la historia de un
una a una, las fibras sensibles de quien, sin hombre como la historia del poder y de sus
embargo y como todo ser humano, había sido aniqu iladores efectos. Aunque, mientras en el
"amamantado con la leche de la ternura hu- pensamiento renacentista el orden humano
mana", de tal modo que el ascenso y la per- siempre vuelve a instaurarse, los engaños
concluyen y la verdad resplandece al fin des- principios del orden humano, el cual por lo
virtuando el falso pronóstico de inmortalidad tanto se disgrega. Mal pueden portar sus prin-
que Macbeth recibiera de las brujas (no en cipios los cazurros ministros o compadres del
balde una burguesía que comienza su carrera "patriarca" incapaces de dar un mínimo tes-
histórica mira al futuro con confianza y cree timonio válido sobre ese otro orden posible
en sus fuerzas) en el pensamiento de un lati- (como de una manera impertinente y didascá-
noamericano que ha venido presenciando lica lo hacía "El Estudiante", de la novela de
toda la vida la persistencia del hombre afe- Alejo Carpentier) ya que aparecen como
rrado al poder, ayer, hoy, al parecer siempre, meros reemplazantes de la misma pasión de-
no hay prácticamente orden humano a la vista voradora del poder en sus más inhumanos
que sea capaz de instaurar los valores perti- aspectos. Por lo tanto ese orden humano
nentes. Sólo queda sitio para la reposición de queda remitido a la conciencia del lector, a la
uno más oscuro, el único orden cierto que se cual se apela como en un subrepticio test
percibe, que es el biológico: éste dice que moral. Sólo desde ella se podrá medir la ig-
algún día, fatalmente, el hombre morirá, a los nominia o la perversión, lo que deberá servir
cien, a los doscientos años, porque lo propio para atemperar la serie de funambulescas in-
del ser vivo es tener un tiempo finito y morir. venciones narrativas poniendo un escudo pro-
Como recordaba Huxley en su sarcástica pa- tector a la fascinación que ejercen, a la diso-
rábola de Viejo muere el cisne: and Time lución de todo pronunciamiento moral en la
must be a Stop. pirotecnia del lirismo y del humorismo. Esta
Colocándose en el centro del poder, es de- doble polarización generará esa zigzagueante
cir, en la conciencia misma del personaje que intermediación entre la ira, la admiración, el
lo ejerce (no obstante los sucesivos narradores rencor, el vituperio, el agradecimiento, el feliz
colaterales que va empleando y que no son reconocimiento, que es la propuesta inspirada
sino servidores de la explanación y del deam- por la novela. Porque ella pone a prueba,
bular de esa conciencia actuante) la novela no como en el famoso ejemplo balzaciano del
deja sitio, ni presta atención a los eventuales mandarín y la campanilla, la conciencia
instauradores de los valores humanos: no hay moral del lector.
aquí un Malcolm o un Cara de Ángel que, Quien está presente y solo -asoladora-
triunfante uno y fracasado el otro, porten las mente solo- es el dictador. Colocado en el
centro de la arena de un vasto circo cuyas mecanismos narrativos que son puestos a su
gradas ocupan, como espectadores, los lecto- servicio. Sólo en la perspectiva que ofreciera
res del libro, nosotros, quienes por primera un tiempo abierto, progresivo, que se desple-
vez nos asomamos a su faena y a quienes se gara creativamente hacia el futuro, es posible
nos pide, más que cualquier sentimiento ex- situar la eventualidad de la reconstrucción del
tremo e irreflexivo, la com,prensión, tanto vale orden humano conculcado y es eso lo que ha
decir, la compasión. Aquel tenaz esfuerzo de venido preconizando cada vez con mayor in-
García Márquez, que en los días de la litera- sistencia el utopismo sobre el cual rota una
tura de la violencia colombiana surgida impe- parte considerable de la sociedad occidental.
tuosamente desde la paz de 1953, pedía que Ocurre sin embargo que en esta novela el
la narrativa que se le consagraba no se detu- tiempo ha sido subvertido. Presenciamos una
viera en el simple catálogo macabro de sus dictadura aparencialmente infinita, que se su-
crímenes sino que buscara sus raíces, y que en cede a sí misma mientras se sustituyen las
La mala hora las detectaba en cierta perver- diversas generaciones humanas, las cuales
sión o enfermedad de las almas que a su vez -para agravar más esta situación- carecen de
era el correlato de una injusta estructura de la memoria histórica como es tan típico de las
sociedad, aquí se concentra en el estudio de zonas subdesarrolladas de nuestra América
una pasión viciosa que llega a dominar una ("el subdesarrollo es la falta de memoria",
personalidad hasta devenir su único elemento decía Desnoes) y creen rotar siempre en torno
constituyente. De tal modo que parecemos de los mismos hechos, girar alrededor del
retornar a la teoría de los estigmas de la per- mismo personaje inmutable al cual parece
sonalidad o teoría de las pasiones que hizo prometida la inmortalidad. La novela lleva a
suya Balzac: la avaricia de Gobseck, el arri- su punto extremo un principio que había sido
bismo de Rastignac, la paternidad de Goriot, apuntado en los Cien años de soledad, aun-
el dominio económico de Birotteau. Dentro que en este caso respecto a una sola aventura
de esa misma línea, García Márquez designa que duraba puntualmente esos cien años: el
como una "andina" ansiedad del poder a esta de un tiempo cíclico que encadena un fin con
voluntad, aun refiriéndose a un dictador is- un comienzo anterior y que por lo tanto su-
leño del Caribe y no a la serie de dictadores giere la repetición de un homólogo invariante.
venezolanos surgidos de las montañas como El sistema narrativo de El otoño del pa-
Gómez. triarca cumple parsimoniosamente su función
La fijación del foco narrativo sobre los efec- de apoyo al principio del tiempo cíclico: el
tos que tiene sobre un ser humano tal estigma, primer capítulo, que vale como un módulo
nos conduce a la recuperación del espíritu para los restantes, parte de la muerte del pa-
que qnimara varios cuentos del período rea- triarca en el palacio semidestruido y devorado
lista del autor en los cuales se asistía a la por las vacas y los gallinazas, para proceder a
instauración subrepticia de una justicia inma- la reconstrucción de un ciclo ya transcurrido
nente. Gracias a ella se pagaba en vida, se de su existencia, el cual concluye en la mila-
apuraba la misma copa envenenada que pre- grosa supervivencia del dictador gracias al ar-
viamente se había ofrecido a los otros, tal tilugio de su doble, generando así el ciclo de
como hace siglos intuyera Macbeth. En El muerte, evocación y resurrección que es defi-
otoño del patriarca el déspota paga el desor- nitorio de la figura; el último capítulo se abre
den humano que él impone, mediante su pro- con el cadáver en la sala de honor del palacio
pio aniquilamiento espiritual. Éste es conno- y conjuntamente con la generalizada incredu-
tado por los innumerables rasgos que revelan lidad acerca de que haya llegado, efectiva-
su soledad, el desamparo afectivo en que mente, el fin definitivo, con lo cual el módulo
vive, su mezquino acomplamiento con las cíclico fijado inicialmente y trasladado a lo
mujeres, la búsqueda incesante de la madre, largo de la novela por su eje paradigmático
la incapacidad de la amistad, esa manera suya consigue sobrevivir a la misma muerte, esta
de entregarse desvalido al sueño como a la vez verdadera, del dictador.
muerte, tirado sobre el piso de losas con el A lo largo de los seis capítulos de la obra se
brazo cruzado bajo la cabeza. De ahí que el despliega, sin embargo, la historia lineal de
libro abra una puerta imprevisible a la conmi- una .vida que comporta por lo tanto sucesivos
seración. cambios, y que por lo mismo es regida por un
Pero tal condición deriva también del ma- tiempo progresivo y abierto. Pero tal historia y
nejo del tiempo que puede percibirse en la tal tiempo correlativo, quedan férreamente
historia contada por la novela así como en los incrustados dentro de un sistema repetitivo
que busca traducir la alucinación de eterni- movimientos dentro de series invariantes, el
dad del poder absoluto. El autor ha buscado régimen contrapuntístico que actúa dentro de
tensamente esta concepción cíclica y es posi- un sistema cerrado y le confiere una dinámica
ble que ello acarree en el lector la pérdida de mayor, el crecimiento que va cumpliéndose
la hilación cronológica de los sucesos, con lo mediante las abusivas formas repetitivas hasta
cual se cumpliría el propósito visible de la sobrecargarlas y concluirlas.
novela: conseguir que el lector deambule por A lo cual contribuye una pericia nueva de
el más dificultoso de los laberintos posibles, la escritura de García Márquez que hasta
que ya no será meramente explicado como es ahora parecía exclusividad de Cortázar: el
habitual en el arte intelectualizado de Borges, arte de la transición. Las cincuenta y tres pá-
sino vivido sensorialmente en la experiencia ginas del último capítulo desarrollan una
de la lectura. Un laberinto que se construye única oración donde tienen cabida decenas
mediante un tiempo que parece avanzar y aun de narradores que son incorporados veloz-
genera la ilusión de la peripecia sucesiva para mente, sin anuncio, y del mismo modo desa-
desembocar repentinamente en los mismos parecen, al servicio de decenas de situaciones
puntos de que partió. Sus vericuetos están distintas que deambulan por el tiempo, van y
fijados con precisión mediante el manej'o de vienen como en la maraña mental del pa-
múltiples indicios (la venta del mar) mucho triarca decrépito, transitan vertiginosamente
antes de que se produzcan los hechos; gracias de una a otra y concluyen tejiendo un dis-
a la superposición de una serie de decursos curso que sólo puede situarse fuera del
repetidos (las conspiraciones) que se van tiempo, en una ficticia eternidad, la del dis-
trasmutando en uno solo de incesante reitera- curso mismo cuya incoherenciaes su buscada
ción, fijo, invariante, donde los variables per- significación, cosa que ha sido posible por la
sonajes son subsumidos por el esquema de la sabiduría de la escritura que corre y corre,
acción; merced a la presentación de decora- entrevera las aguas, vuelve atrás, se empoza,
dos (el palacio con leprosos, mendigos, jaulas muda de rumbo, se precipita por fin cuando
de pájaros, vacas) que al igual de lo que ocu- se anuncia la irrupción de la muerte que trae
rría en los Cien años son destruidos y recons- las mismas verdades que en Cien años de
truidos idénticos a sí mismos; manejando por soledad: el poder es la soledad y la falta de
último una sabia reiteración de elementos na- amor, sólo se levanta sobre esas carencias,
rrativo~(esa clausura del palacio al caer la como concluyó percibiendo Aureliano Buen-
noche) que resultan abolidores del tiempo. día, y no permite vivir y gozar la vida, cosa
Es cierto que existen dos tiempos dispares que le está reservada al oscuro y renovable
en la novela y que tanto se expresan en la demos.
historia que se cuenta como en los recursos de Pero a esta altura de la mostración, esa
la narración, pero el que autoriza el avance soledad que otorga el poder ha sido equipa-
cronológico ha sido trabado por el otro de rada a la gloria, es el merecido castigo que
tipo cerrado y cíclico, destinado a figurar la para Pirandello se recibía Cuando se es al-
obra como una incesante repetición en que se guien, o que el propio García Márquez había
traduce la percepción ingenua y popular de la identificado en un cuento subrepticiamente
dictadura. El riesgo que ello implica ha sido biográfico, Blacamán el bueno vendedor de
aceptado de antemano por el autor: confusión milagros, como parte de la justicia inmanente
de líneas, tedio de la lectura, isotopías que para quien se exceptúa del común de la espe-
desdibujan los efectos narrativos, afloja- cie y adquiere una conciencia individual. La
miento de las expectativas, etc. El único modo conmiseración que rechaza pero que se le
eficaz de superar esos. ,riesgos que pueden otorga igualmente al anciano chapoteando en
comprobarse en el lector común, consiste en el pantano de su senilidad, es aquella de que
asumir una lectura que sea de la misma natu- es capaz la generosidad de la especie para
raleza que el texto, es decir, igualmente cí- con el hombre que ha desertado de ella pero
clica. Cuando se enlazan entre sí las lecturas sigue viviendo en la nostalgia permanente de
de la novela de modo que también el texto, y ese paraíso perdido cuya puerta jamás nunca
no sólo la historia que en él se cuenta, fun- podrá reencontrar. La huella de una self-pity
ciona cíclicamente, comienza a tornarse ampara este dilema que parece tan propio del
transparente la construcción de estos círculos imaginario de las comunidades tradicionales la-
infernales, superpuestos unos sobre otros. Se tinoamericanas y sitúa la cosmovisión de García
perciben entonces las calculadas regularida- Márquez dentro de sus coordenadas, en el cen-
des, las variantes que entran como repentinos tro de sus contradictorias proposiciones.
Márquez asumiendo en él modos extremados.
2. Las cuentas del collar Le fueron debidos a la fecundación que les
fabuloso. concedió la estética del ultraísmo y del surrea-
lismo, que volvieron a conferirle dignidad ar-
tística, como hicieron con la novela gótica o
la policial de Fantomas, con lo cual esas co-
rrientes demostraron que respondían a las
E l rasgo de la narrativa de García Márquez demandas de los grupos sociales emergentes
que mejor ilustra su reinmersión en las formas que se incorporaron a la sociedad civil del xx
del contar tradicional (las que groseramente y, por l o mismo, habrían de conquistar una
llamamos populares) ha sido la supervalora- frondosa descendencia dentro de las comuni-
ción de la peripecia con la cual, en los Cien dades latinoamericanas en que esos grupos
años de soledad, planteó un desafío a las Ií- eran más nutridos y ocupaban un ancho ám-
neas tendenciales de la novela moderna que bit0 de las culturas.
seguían los centros internacionales y se tras- La peripecia fue recuperada como un valor
fiindían a algunos núcleos urbanos latinoame- positivo. Pero al mismo tiempo, y bajo el ¡m-
ricanos. La renovada confianza en la sucesión pacto de las nuevas estéticas, fue disuelta en
de hechos anecdóticos, siempre novedosos y sus irreductibles átomos constitutivos, debili-
siempre por lo mismo variables, que ya había tándose la hilación tradicional que ya era ca-
hecho la fortuna de la comedia plautina, del prichosa y errátil, débilmente motivada. Así se
cuento milyunanochesco, pero también, visi- la presentó bajo la forma de golpes de efectos,
blemente, del folletín del xix y el xx, atrave- situaciones breves y autónomas, explosiones
sando así la historia entera de la cultura como lingüísticas, chistes bruscos, réplicas absur-
corriente subterránea donde se abastecía la das, pases limpios de prestidigitacion, separa-
mayoría de la sociedad humana, aun a pesar bles unos de otros, donde el que seguía su-
de que en un determinado momento perdió la plantaba al precedente, venciéndolo no por
sanción aprobatoria de los rectores culturales ser su consecuente sino por una más alta dosis
y sólo pudo continuarse en las manifestacio- de intensidad propia y generaba, no la conti-
nes espurias del narrar folletinesco o de la nuidad en otro, sino simplemente la expecta-
telenovela, esa confianza revivió en García tiva de otro pase más brillante. El que José
Bergamín había designado como laberinto de que se detiene en los particulares y pierde de
la novelería, fue recorrido por un tren fan- vista la organicidad general que en ella siem-
tasma, como en los espectáculos de feria, el pre busca descubrir un pensamiento articu-
cual tropezaba a cada recodo con un fogo- lado, daba pruebas de esa falta de memoria
nazo, sorpresivo, restallante, enceguecedor, que tanto en los Cien años como en E l otoño
encajado con mayor o menor fortuna dentro del patriarca son concepciones obsesiva-
del decurso general, pero siempre puntual- mente anotadas porque son previas y obliga-
mente deslumbrante. La sutil liviandad y la das al asombro que promueve la repentina
artificiosa ingenuidad con que los utilizó Gar- emergencia del fenómeno dentro de un hori-
cía Márquez permitieron que se incorporara zonte que siempre está vaciándose y recupe-
de pleno derecho a la novela urbana mo- rando su constitutiva inocencia. Estos modos
derna, más que lo que llamamos el "fantás- de percepción, cuya realidad en el seno de
tico" y que es inherente desde su versión América Latina (y en otros muchos sectores
poeiana a la narrativa contemporánea, eso del universo) ha quedado atestiguada por la
que preferimos seguir llamando "maravi- narrativa de García Márquez, son previos e
lloso", cuya tradición es secular y aun milena- históricamente anteriores a la visión que
ria y que André Breton junto a sus compañe- aportó la burguesía y nos proveyó del floreci-
ros surrealistas trataron de pesquisar como a miento de la novela decimonónica, tal como
un animal que sobrevivieraedentro de las ya podemos registrarlos siguiendo las historias
rígidas estructuras culturales de su país. europeas del arte. García Márquez volvió
No es necesario subrayar que ese recurso atrás y se situó adelante: esa fue su revolu-
renovado fue una de las claves del éxito que ción, que, como la de los astros, implica un
alcanzaron los Cien años de soledad entre los retroceso y un avance.
millones de lectores latinoamericanos, ni Esa jubi losa aceptación de los dones espec-
tampoco es necesario destacar que tal entu- taculares propios de los átomos de peripecia
siasta acogida por los dones "maravillosos" demostró su pervivencia, no sólo en las capas
de una peripecia débilmente encadenada, tes- populares y analfabetas, sino. también en un
timoniaba la permanencia entre ellos de una nivel medio de la educación social, por de-
concepción inestructurada del mundo, reve- bajo del barniz de la cultura burguesa que
laba una manera de asomarse a la realidad estaba lejos de haber sido definitivamente ad-
quirido; puso un corrosivo a la unidad y cohe- sus miles de hallazgos, la explosián de efectos
rencia del proyecto narrativo que había mon- dispersos, el caos multicolor de personajes y
t4do la burguesía y que se prolonga en sus de situaciones; gracias a ellos, la prodigiosa
múltiples hijos, incluyendo los rebeldes y pa- riqueza de ese material dispersivo, cálida-
rricidas; propuso un sutil pacto entre las fuen- mente elaborado en el venero del imaginario
tes siempre vivas del imaginario popular popular cuyo imperio testimonia, se estruc-
a-histórico y los órdenes estructurados rígi- tura en un proyecto coherente que responde
damente que tanto el pensamiento burgués al modelo racionalizado que ha traído el pen-
como su heredero, el proletario, han venido samiento burgués abriendo el camino a la
sosteniendo. Este pacto es tan decisivo, para modernidad. El pacto así establecido robus-
el éxito de los Cien años de soledad, como lo tece las ganancias que por sí solas hubieran
fue el redescubrimiento de una incesante pe- podido obtener cada una de las partes aisla-
ripecia. das.
Ello se obtuvo mediante dos poderosos ten- Enfrentado a El otoño del patriarca es visi-
sores que religaron la dispersa sucesión de ble que García Márquez se ha retraido ante
efectos, los causalizaron y les otorgaron moti- este chorro creativo de inagotable apariencia,
vación y significado, actuando por debajo de pero también es visible la seducción que sigue
su fluencia brillante y aparencialmente capri- ejerciendo sobre él: lo rehúsa y lo recibe,
chosa. Fueron: la ordenación histórica (decal- alternativamente. Las bisagras narrativas, las
cada sobre un siglo de vida colombiana o de articulaciones que sirven para proyectar hacia
cualquier otro país latinoamericano) con la adelante el relata, responden a ta puntual vi-
peculiar praxis de un procesamiento econó- sita de uno de estos hallazgos, cuya sabro-
mico y social que podía adaptarse flexible- sura no tiene por qué encarecerse, pero los
mente a una teoría moderna sobre el avance desarrollos evitan muchas veces la casi pro-
de la sociedad y la estructuración familiar con caz imantación de estos pases mágicos. Aun-
sus diversos juegos de potarización entre tipos que. no tengan siempre el mismo nivel de
alternos (los Ayreliano y los Arcadio, por eficacia; si hay algunos que responden a la
ejemplo, o las Ursula-Pilar Ternera en oposi- pura maravilla de una imaginación en libertad
ción a las adolescentes del amor) que presta- (la difusión de los bonetes rojos que marca la
ban igualmente una teoría organizativa del llegada de las tres carabelas del descubri-
suceder histórico componiendo bajo las in- miento, vistas ahora por el envés nativo) otras
ventivas creaciones una estructura regula- resultan más convencionales (el general Ro-
dora. Ambos descubrimientos ya los había drigo de Aguilar servido al horno, que parece
hecho la narrativa (y la sociedad) del siglo XIX, venir de la sirena del acuario de Nápoles ofre-
permitiéndoles tanto la elaboración de la saga cida por los norteamericanos en bandeja, tal
histórica (de Watter Scott en adelante) como como fue contado por Curzio Malaparte).
la saga familia (de Tolstoi en adelante), su- Pero el problema no radica en la mayor o
mándose al otro previo descubrimiento hijo menor felicidad de estos hallazgos, sino en su
del individualismo que aportaba la época: la correlación con los tensores que sostienen y
vida humana como estructura narrativa que dan forma al relato, ya que éstos resultan debi-
otorgaba coherencia y significado a los mate- litados por el sistema circular puesto en fun-
riales sueltos. Los dos primeros, que son de cionamiento que, si por una parte recupera la
naturaleza social y que ya apuntan a ese vieja proposición de la vida de un hombre
nuevo planteo donde el valor absoluto emer- como estructuración narrativa, disuelve sus
gente es la sociedad, son los utilizados por peculiares valores con su organización en su-
García Márquez como las vigas de acero ne- cesivos círculos superpuestos. En estas condi-
cesarias para modelar el vasto edificio de los ciones los átomos de peripecia tienden a in-
Cien años de soledad. S i n ellos, la novela dependizarse de su vinculación con los res-
hubiera sido la pirotecnia deslumbrante de tantes y a recobrar su plena autonomía. Es
como si se rompiera el hilo del collar: entre
las manos nos quedan perlas. Ni más ni me-
nos. Podrá decirse que estas perlas son, como
hubiera poetizado Jorge Guillén, "suficiente
maravilla" y sin duda hay buena cantidad de
ellas, pero ese irisamiento maravilloso se
conquista en desmedro de la continuidad na-
rrativa, la cual se debilita y empoza.
Del mismo modo que cada uno de los capí- de un lugar a otro de la obra porque disponen
tulos del libro, por su peculiar armazón, de una débil causación interna, la cual sobre
tiende a ser autosuficiente en un importante todo atiende a aquel esquema que ya maneja-
grado, del mismo modo se observa que los ron los antiguos sobre las etapas de la vida
particulares narrativos pueden ser trasladados humana. Aquel golpe mágico de las maripo-
sas amarillas que circundaban a Meme fun- lo tanto puede ser objeto de apropiación fran-
cionaba como una transposición simbólica camente subjetiva. El deslumbramiento ante
-de rara originalidad- de la historia de una las cuentas de colores de lo que nos habla es
pasión amorosa plena, o sea que allí se hacía de la imaginación popular, de su concepción
necesario y se fatalizaba en la narración. Mu- de los valores, de sus métodos de apropiación
chos de ellos vuelven a encontrarse en E l y debe reconocerse que sobre ese campo, tan
otoño del patriarca -los guantes de raso, por poco desbrozado por las literaturas cultas, es
ejemplo- pero hay ocasiones en que se incor- grande la sabiduría de García Márquez. El es
poran al relato como vivificadores más que también un "hacedor de milagros", un des-
como impostergable; necesidades de la na- cubridor de "cuentas" maravillosas bajo
rración. cuyos reflejos parece erizarse y levantar vuelo
Es probable que aquí pueda inferirse una la imaginación.
dificultad casi invencible a la que tuvo que
hacer frente el autor. Otra vez, ante esta no-
vela, pudo repetir que él no inventó nada, que 3. Poesía verbal y poesía de
fue la realidad la que le proporcionó la mate-
ria prima toda. Pero ésta era, en verdad, ina-
situaciones.
gotable y eso mide la desmesura del proyecto.
No habrá país de América Latina que no crea Desde La hojarasca, lo que tienta a García
que se está contando en el libro la historia de Márquez es la poesía. Es la nostalgia de todo
sus dictadores particulares, pues de Perón a narrador, si él acecha al mundo como a un
Trujillo, de Gómez a Estrada Cabrera, de Ma- misterio en la innlinencia de su oscura reve-
chado a Somoza, aquí hay referencias a todos, lación. Faulkner decía que escribía largas'no-
episodios en que cada uno queda retratado, velas sólo porque no era capaz de encontrar
comportamientos que cada pueblo conoció y las palabras justas que pudieran inscribirse en
padeció. Si bien parecen más numerosas las la cabeza de un alfiler. García Márquez, que
referencias a Juan Vicente Gómez y a Rafael pertenece a su estirpe, no ha hecho sino me-
Truji llo, otros muchos dictadores pueden ser rodear la poesía, creando sucedáneos, formas
convocados por estas páginas, incluyendo al- de reemplazo que mal escondían el subya-
gunos que están fuera del ámbito latinoameri- cente deseo de la justa palabra poética. Sobre
cano, como el generalísimo Francisco Franco. todo ha merodeado esa onda magnificente
Sin duda ha debido ser drástica la poda efec- que abrió el Pablo Neruda de Residencia en la
tuada dentro del material acopiado, pero asi- tierra y que se desbordó en la pléyade de
mismo la seducción de tantos hechos variados surrealistas latinoamericanos que no por ca-
y originales se intuye en su incorporación a sualidad recuperaron (como Enrique Molina,
alguna altura del relato por lo que tienen de como Aimé Césaire, como ÁIvaro Mutis) el
pintorescos y anecdóticos, mientras que aque- universo tropical, los puertos ardidos del Ca-
llos chispazos que a veces resultan los menos ribe, la naturaleza viviente y descompuesta,
históricos de todos los datos y por lo tanto los perfumada y concreta de las islas antillanas,
más propios del talento creativo del autor, que se les ofrecieron como las materias propi-
resultan los más necesarios a la organización cias que reclamaba su poética. Esa onda lírica
de la novela. es la que desarrollaron sus estrictos contem-
Entre el tiempo detenido por su condición poráneos, formando el paisaje, el clima, la
cíclica y esta libertad en que funcionan múlti- atmósfera donde se sitúa también su obra na-
ples invenciones de la peripecia, puede per- rrativa, embebiéndola con sus filtros y su ma-
cibirse una conexión: al paralizarse aquél y gia.
revertir sobre sí mismo, éstas pierden su posi- La historia de la obra narrativa de García
ción dentro de una escala de significaciones Márquez puede seguirse, prácticamente,
progresivas y causalizadas y por lo tanto re- como un movimiento isócrono respecto a esa
cuperan su pura condición gratuita, autónoma atracción mayor a la que se acercó inicial-
y feliz. Estas cuentas del collar evocan la mito- mente, de la que se alejó en su período rea-
logía de la Conquista; no sus hechos reales lista con la misma voluntad de asepsia que
sino el modo como fueron contados o imagi- hacía decir al último Lorca "Realidad, reali-
nados por las generaciones humanas, propor- dad, ni una gota de poesia", a la que retornó,
cionándonos esa verdad que no es la del pero ya ahora en una instancia superior que
acaecer histórico sino la de la vivencia siem- contabilizaba la antítesis de su período rea-
pre presentizada de lo que ya ha pasado y por lista, en sus grandes libros, Cien años de sole-
dad o La increíble y triste historia de la cán- sin cesar sobre sí misma y repite un mismo
dida Eréndira y de su abuela desalmada. Ahí procedimiento como si quisiera concentrar en
está presente la pulsión secreta de su arte y los catorce signos de un haiku la entera signi-
por ello es posible vincularlo a una familia de ficación. Es esa frustración que anotábamos,
narradores del área antillana fuertemente sig- la que explica la incesante acumulación que
nados por la impronta del surrealismo. Para va construyendo un eje paradigmático en que
todos la ambición más alta ha sido la de escri- todas se equivalen, pueden ser sustituidas
bir el poema que absorba la realidad íntegra, unas por otras, fuera de las imposiciones del
la mantenga viviente dentro de un texto su- orden cronológico o de la causación Iógico-
plantando el descaecimiento fatal que acecha narrativa, pues no son sino las infinitas posibi-
al mundo, y que ese milagro se cumpla nave- lidades de la equivalencia que la forzada hila-
gando siempre en el fluir de las palabras, en ción diacrónica obliga a poner una tras otra
su poder encantatorio y no sólo en su capaci- cuando en cambio deberían leerse unas sobre
dad para significar o para referirse a la reali- otras, como proposiciones eventualmente sus-
dad. Que se haga viviente en el murmullo titutivas.
envolvente, como de hojarasca o de viento o El procedimiento preferido es el que fue
de mar que hacen los sonidos y que parecen ilustrado por ese largo impulso reiterativo de
remitirnos a oscuros, profundos, indiscerni- la poesía de Neruda: es la concentración
bles sentidos otros. sobre un único punto focal que, por resistirse
E l otoño del patriarca cumple con esa larga a la plena penetración, por rehusarse al ago-
y postergada ambición y quiere ser -es- un tamiento por obra de la palabra exacta, mo-
poema, un largo poema cuya extensión no es tiva largas series de imágenes que irradian de
hija de la narratividad como era de uso entre él y lo trasmutan en una constelación -varia-
los poetas de gran aliento del XIX (Víctor ble y a la vez fija- en torno de un "sol negro"
Hugo) sino de la empecinada y siempre frus- del cual reciben la poderosa e invisible ener-
trada tentativa de decir una única y breve cosa gía y al cual circundan prestándole resplanda-
con las palabras justas, la que se rehúsa y se res visibles a través de los cuales redescubrirlo
escapa y exige nuevos abordajes. Si es un de manera indirecta. En la escritura de €1
largo poema por las condiciones antes apun- otoño del patriarca los hechos narrativos son
tadas relativas a su estructura y a la ordena- voluntariamente inmovil izados porque se les
ción de los materiales narrativos, lo es mucho percibe como "soles negros", esos agujeros
más por su escritura. En las antípodas de E l que irradian energía misteriosa, y entonces,
coronel no tiene quien le escriba y también de mediante la acumulación de sucesivas frases
los Cien años de soledad, aquí es la palabra, a dependientes, de series de imágenes alternas,
la cual la imagen pone en libertad, la que es de cadenas adjetivales, de sustituciones ad-
piedra constitutiva del vasto edificio. verbiales, de verbos superpuestos para ir des-
Si se desmontara pacientemente el texto se menuzando una sola acción, se los dota de
podría comprobar que descansa sobre un con- largas y ondulantes caudas resplandecientes,
junto voluntariamente restringido de recursos cuyo brillo multicolor es arrastrado por un
que, por momentos, se sitúan en las antípo- vacío. Por momentos la novela es un entre-
das de las que se han considerado por lo cruzado volar de quetzales de los cuales sólo
general condiciones propias del encadena- son perceptibles las colas desplegadas que se
miento narrativo, aunque tal precepto ya ha mezclan, se arraciman, se agitan en todas di-
sido cuestionado por el arte de Miguel Angel recciones y ocultan las cabezas y los cuerpos
Asturias. Con sagacidad apuntaba Roman Ja- a los cuales prolongan.
kobson que de un punto de vista lingüístico lo En algunos precedentes narrativos consa-
propio de la narrativa realista consistía en grados al arquetipo dictador (en Asturias, en
apoyarse en los sistemas combinatorios y en Zalamea) y en algunas novelas del neoba-
los deplazamientos de la significación que rroco antillano (Jacques Stéphen Alexis, José
son peculiares de esa figura retórica que se Lezama Lima, Luis Cardoza y Aragón) había-
designa como la metonimia, en tanto que la mos encontrado sistemas semejantes de escri-
poesía lírica apelaba a otra figura, a la reina tura. Pienso que aquí rozamos una sensibili-
de los tropos: la metáfora. Y bien: E l otoño del dad de la palabra que parece muy peculiar de
patriarca está construido como una incesante un área cultural originalísma de América La-
acumulación de metáforas y la obra entera tina: la caríbica o antillana. Pero no obstante,
quiere ser una metáfora que reúna y absorba a ese procedimiento no rinde en García Már-
todas ellas, de tal modo que la obra se vuelve quez lo que en otros de sus compatriotas cul-
turales, quizás por la posición dual que él triarca se encuentran muchas veces los vesti-
ocupa respecto a dos áreas culturales del con- gios de Neruda, las comparaciones que agotó
tinente. Ese procedimiento había sido ya en- el surrealismo latinoamericano y hasta formu-
sayado, con más frescura y menos sabiduría, laciones retóricas de escasa invención reno-
hace veinte años, en La hojarasca, pero luego vadora. La poesía verbal a que apela el autor
de la austera inmersión realista de los años es inferior a su poesía de situaciones y la
siguientes, había salido al escribir Cien años perjudica porque no le permite brillar con
de soledad a otra solución que se ofreció esplendor intacto al sumergirla en un pala-
como una síntesis eficaz de la antítesis de brero vuelo febril. Esta poesía verbal que
ambos períodos iniciales. Se trató de una so- construye comparaciones y metáforas sin ce-
lución más afín con sus peculiares virtudes sar, responde más a las orientaciones de la
creativas y que consistió en trasladar el estado poesía culta de la gran onda surrealista lati-
poético de las palabras a la situación narrativa noamericana, pero sin traspasarla, enrique-
misma, considerando que el hecho poético no ciéndola por momentos o descansando otras
debía reposar sobre la sugerencia multisémica veces en sus hallazgos, en tanto que las situa-
de las palabras, sino sobre los datos desequi- ciones, que muestran una capacidad de im-
librados que componían una situación narra- plantación más rigurosa, contienen un aliento
tiva y de los que se desprendería un poderoso poético más antiguo y más moderno porque
y enigmático impulso lírico. responden de una manera viviente a esas pe-
Si algo mide la distancia que va de la inicial culiaridades del "imaginario" latinoameri-
proposición de Asturias (en las Leyendas de cano que García Márquez ha sido de los pri-
Guatemala) a la obra de García Márquez en meros en aprovechar sabiamente.
los Cien años de soledad, es esa sustitución Es cierto que la síntesis que implicó Cien
mediante la cual el joven colombiano, mane- años de soledad, si consideramos que estamos
jando materiales comunes y hasta triviales, es ante un autor en constante proceso creativo ,
capaz de construir situaciones poéticas de debía transformarse en la tesis de un nuevo
fuerte impacto, reemplazando el sistema del planteo artístico, a la cual esta nueva obra da
maestro guatemalteco que se parecía mucho a una respuesta que necesariamente promueve
una hiedra adherida exteriormente al edificio una oposición. Pero esta situación dilemática
narrativo, pues lo envolvía ardientemente pero no queda resuelta, por lo mismo, e incluso
nunca llegaba a trasmutarlo en un hecho poé- puede adelantarse que la antítesis que se
tico. Algo parecido había andado Cortázar ofrece a los Cien años no alcanza a presen-
respecto a la escritura de Güiraldes en Don tarse como un cuestionamiento a fondo de los
Segundo Sombra, recogiendo la lección del principios artísticos que en aquella novela se
surrealismo acerca de un traslado de la poesía exponían. Convendría de todos modos aguar-
para que ella naciera del azar objetivo que la dar la nueva obra que permitiera situar con
descubría en las calles, "en sitio" y más aún, exactitud el nivel en que la oposición se sitúa
"en acto". Efectivamente, la estética surrea- por el momento y que no puede apreciarse
lista había hecho estallar la armónica cons- con entera latitud.
trucción de la poesía simbolista mediante una
radical alternación de los principios de la
creación artística: actos poéticos, no palabras
poéticas, fue lo preconizado, lo que permitía
4. "Triste de fiestas".
detectar la presencia poética en los rincones
insólitos, en los actos insanos, en las manifes- Nada sale de las manos de Gabriel García
taciones del subconsciente, etc. Márquez que no represente una contribución
En E l otoño del patriarca es muy fácil detec- de primer orden a la cultura del continente. Él
tar esta precisión creativa de la poesía de si- no es sólo de los grandes creadores de la hora
tuaciones: la vaca que se asoma al balcón actual, sino además de aquellos que acucio-
presidencial es un acto poético, como en los samente procuran el rescate de sus tradiciones
Cien años de soledad lo era la ascensión mi- propias, por humildes y soterradas que sean, a
lagrosa al cielo de Remedios la Bella. Pero del las cuales, como en la conocida divisa aca-
mismo modo que en este ejemplo, si se lo lee démica, pule, limpia y da esplendor. Cual-
con atención, se percibe en el contorno del quiera de sus obras no es simplemente una
acto una escritura poética adosada, conven- construcción artística válida sino un punto de
cional, rezago de la escritura poética de los referencia en el adentramiento en la identidad
treinta, del mismo modo en El otoño del pa- latinoamericana, en los laberintos de su ín-
tima constitución, por l o tanto en la forja de su peradas, que es el coro que conforma la espe
cultura tradicional al nivel de la modernidad cie por el solo heho de su terca continuidad
en que hoy puede operar. vital el que ha compuesto el paema de la
Y en esta obra, aún más que en los Cien bestia solitaria que se mueve en medio de la
años, se está sirviendo al conocimiento de esa arena del circo.
cultura dentro de los modos específicos del Tal figura es, entonces, más que el objeto
arte literario, porque se enfrenta un arquetipo de su análisis escrutador, el producto de su
que parecía agotado por el periodismo y la imaginación, el sueño que han soñado junta-
literatura militante ahora desde una perspec- mente todos los hombres por separado a lo
tiva audaz cuya clave se encuentra en el na- largo de un tiempo en apariencia infinito. La
rrador de la historia. Desde que la obra co- variedad y la incoherencia de las sucesivas
mienza y tropezamos en el segundo párrafo imágenes es la que corresponde al soñar de
con la mención "Sólo entonces nos atrevimos cada uno y de todos ellos. De tal modo que el
a entrar", el interrogante que se nos ofrece es personaje, como en el conocido cuentecillo,
el de saber quién está contando, pregunta a la hubiera podido repentinamente enfrentarlos
cual una sucesión que por momentos parece para decirles que no era él sino ellos los que
infinita de narradores diversos no hace sino debían resolver, porque eran ellos quienes es-
tornar más enigmática. Como de mano en taban soñándolo. Y el sueño de una comuni-
mano y construyendo una larguísima cadena, dad es la construcción de un "imaginario" en
vamos pasando de soldados a ministros, de que él considera que se encuentra, más ver-
madres a mujeres de la calle, de niñas a men- dadera y placenteramente, que en la imagen
digos, de tal modo que la sucesión de voces que le devuelve el espejo.
van componiendo otro personaje de la histo- La imagen de este azotado hombre solita-
ria, más oscuro y menos perceptible que el rio, implacable en la crueldad y desamparado
que ocupa la escena, el dictador, pero no por como un niño, junto a las mujeres que lo
eso menos existente. Un personaje que no circundan -madre y esposa, esposa y madre-,
puede ostentar, como el patriarca, una indivi- la imagen de esa isla iridiscente desde cuyo
dualidad única y cerrada, sino que se disuelve balcón se otea el Caribe todo, el esplendor del
en las voces que por breves momentos -a trópico que irrumpe y se corisume , la inmovi-
veces una sola frase- rozan los acontecimien- lidad del tiempo, la mirífica sucesión de pases
tos, los miran y tratan de desentrañarlos y los mágicos, todo eso es este narrador colectivo,
pierden, se pierden en otras voces que se sus- desmembrado, cuyas desperdigadas voces ha
tituyen sin aparente concierto. La continuidad tratado de escuchar el escritor.
que se opera entre ellas no es la de la memo- Todo eso es nuestra América vivida sustan-
ria, ni la del juicio moral, ni la de las doctrinas cialmente, dolida en su empinado disfrute
políticas, sino las de un modo de "decir" la sensorial, desperdigada como islas, anacró-
realidad en el instante presente en que surge y nica y urgida, tradicionalista con desespero de
se toma contacto fugaz con ella. Cuando el modernidad, desgarrada por alucinaciones
volumen concluye estas voces se amalgaman que figuran realidades, movida por impulsos
nuevamente en la primera persona del plural que sin cesar desatienden o cuestionan la rea-
y se atreven a afirmar "nosotros sabíamos lidad desaprensivamente, todo esto es la Am&
quiénes éramos mientras él se quedó sin sa- rica de la leyenda, de la invención fabulosa y
berlo para siempre" y percibimds entonces que del desamparo, porque de este libro se sale,
es el pueblo mismo, abigarrado, variable, con- como en el verso del poeta solitario Rubén
fuso, multitudinario, el que ha estado con- Darío, que por él deambula como un pordio-
tando la historia, al desgaire de sus infinitas sero desconocido, "triste de fiestas".
posibilidades de ser, siempre diversas e ines-
este libro se acabó de imprimir
el dia 15 de julio de 1976
en los talleres de litoarte, s. de r.l.,
ferrocarril de cuernavaca 683, méxico 17, d.f.
se tiraron 20,000 ejemplares
y en su composición se utilizaron tipos óptima 12113 puntos

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