Está en la página 1de 68

PUBLICACIONES DE A C T U A L I D A D

REVISTA MENSUAL DE ilACIENDA, BANCA, INDUSTRIA, COMERCIO Y SEGUROS


AÑO II N Ú M . 14 1922

Los balances de los Bancos y


la seguridad del capital

La crisis de la Hacienda pública

SUMARIO

La ficción del balance bancario único.


La nueva emisión de obligaciones.
La moral
La crisis
del embuste.
de la Hacienda pública.
3 pesetas
Ordenación bancaria.
Carta abierta.
El Ministro del Trabajo protege a La
Equitativa.
Las deudas interaliadas.
Madrid y el fluido eléctrico.
Las Agencias de Informes.
El problema del papel (continuación).
EDITORIAL «ARCO»
AUGUSTO FIGUEROA, 40
MADRID
-ir Teléfono 24-77 M. Apartado 2 i 5
SUCURSAL:
RAMULA DE LAS FLORES, 28
BARCELONA
PUBLICACIONES DE ACTUALIDAD
•UMERO I
Una O l i g a r q u í a p o l í t i c o . f i n a n c i e p a . - S a S i t u a c i ó n B a n c a r i a .
Políticos y Financieros - U n a Ojeada Reprospect!vu.-El Banco de Tarrasa—

El balance del Banco de Barcelona.--Hl caso del Banco Italiano del UrüguaY._Cons.?iero3,
directores y empleados.—El Banco Mercantil de Barcelona.—¿Es esto una solución' —A ma-
nera de conclusión.

HUMERO 11
Cóiiio f u n c i o n a n l a s o l i g a r q u i a s p o l i l i c o - f i n a n e l e r a s

Má* datos de la situación económica financiera en Cataluña.—La opinión pública y las


cuestiones financieras.—Sobre la organización de los Bancos y su funcionamienlo.—Un ré-
gimen de lil)ertad desmentida.—El borror a la inspección fiscal de los Bancos y Sociedades
Anónimas.—Otros rasgos de ambiente.—La ((matanza» y el mercado libre de valores ^I^oiítica
y finanzas.—1). Francisco Cambó al trabajo.—Sindicato de la Asociación de Baníjueros de
Barcelona.—Un botón de muestra.—La Catalana de Gas y electricidad.—El caso del Ban-
co íq Barcelona.—El proyecto del Banco MercantO de Barcelona.—^Las posibilidades de so-
lución.— Una fórmula de la comisión de accionistas.—^Todo es la misma cosa.—Un para-
lelo.—El señor Lletget s e sometía a una triple prueba peri(;ial.—Nosotros aceptamos esta
propuesta.—Pero el señor Lletget no acepta !a nuestra.—Insistimos : ¿ Que hará el señor
Lletgeti'.—Banco (le Cataluña.

HUMERO III
La c r i s i s b a n c a r i a y l o s r e s p o n s a b l e s de la situación financiera

Palabras explicativas.—Sobre un documento importante.—Lo que somos y lo que repre-


sentamos.— Lo qae no sabían Rinconete y Cortadillo.—^Ariiueos a la casualidad.—Se dice...
—El milagro de la mullipliwición de los billetes de Banco.—La compra de duros Sevillanos.
—Los responsables de la situación del Banco de Barcelona.—Los gestos del .señor Cambó.—
El ministro, lo» tributos y el nnevo presnjmesto.—Entorno a los funcionarios de Hacienda.—
De Baní'o a Banco.—En el terreno de la «Interview».—Más sobre el Banco de Barcelona.—
La nueva geografía comercial.—Un español represent<itivo.—Banco de Cataluña.—Las be-
neficios de los negocios españoles en 1920,—La Ca^a Allende.—El Banco de Barcelona y el
Bancx) Italiano del Uruguay.

HUMERO IV
I r r e g u l a r i d a d e s de l o s B a n c o s y S o c i e d a d e s Anónimas

.Necesidad de una inspección diil Estiido en los Bancos y Sociedades anónimas.—Defi-


ciencia (ícl Código de Comercio en orden a la intervención oficial.—La actuación bancaria
y el problema del críídilo.—El aborro y los negocios.—Las Sociedades pseudoanóninias.—
Los Bancos extranjeros en España.—^El Sindicato de Banquero? de Barcelona y sus emisio-
nes —Lo~ regionalistas en el Poder y la crisis bancaria dc Cataluña.—Una muestra de los
((affaires» nacionalistas.—ínfinencias contratadas.—Una nota de la Asociación de Acreedores.
«Xodo jubilo es hoy».—^Lo que no tenía más remedio que suceder.—El balance del Ban-
co—Nueva fase del asunto del Banco de Barcelona.— Empiezan los procesaniienlos.-Un
aviso oportuno.-Los bulleros y las elóclricas.—Manejos reprobables.-Nacionalizticiones
ficticias.-Bl Banco Mercantil <lc Anu'riciH liquida Ja mayoría de sus sucursales en Eu-
ropa.
PUBLICACIONES DE A C T U A L I D A D
REVISTA MENSUAL DE HACIENDA, BANCA, INDUSTRIA, COMERCIO Y SEGUROS.
AÑO II NÚM. U 1922

Los balances de los Bancos y


la seguridaidel .capital

La crisis de la Hacienda pública


Esta Revista no tiene otro objeto que realizar
una labor de moralidad impa/cial y seveía Y
para nuestro mejor desenvolvimiento, dentro
de esta norma que nos hemos trazado n¿ ad- Precio del ejemplar
mitiremos subvenciones ni anuncios de Casas
de Banca, ni de Sociedades.de Sesuros ni de 3 pesetas
ninguna clase de establecimientos"de crédito
Atrasado: 4 pesetas

SUBSCRIPCIÓN ! Extranjero . 4 0 p é s e l a s al a ñ o
I España . . . 3 6 p e s e t a s al a ñ o

DIRECTOR

A. R. López del Arco

EDITORIAL «ARCO»
AUGUSTO FIGUEROA, 40
• • MADRID
Teléfono 24-77 M. Apartado 2 i 5
SUCURSAL: .
Cuenta corriente con los Ban- ^
RAMBLA DE LAS FLORES, "28 *
eos de España, Hispano-.Ameri-
cano. Rio de la Plata y Castilla. ' BARCELONA ' '
Con este número recibirán nuestros subscriptores
un artículo denominado

¿ S e derrumbará e! marco?
original dei colaborador de esta Revista, D. Andrés
Révész, y de nuestro director, Sr. López del Arco.

Este artículo es el mismo con que se inaugura la colabo-


ración semanal que la «Agencia Informativa Arco» ha conve-
nido con varios diarios y publicaciones de provincias y de
4 ^ América para remitir desde Madrid y con el carácter semanal
que queda indicado, una crónica, una información, una im-
presión, sobre la actualidad económico-financiera.
Con este nuevo servicio, ampliamos nuestro radio de ac-
ción y probamos la general autoridad de que gozan nuestros
escritos. Eos subscriptores de P U B L I C A C I O N E S D E A C T U A L I -
D-AD recibirán gratuitamente con cada número que les sea ser-
vido los cuatro trabajos mensuales enviados a la Prensa por la]
((Agencia Informativa Arco». '
Este primer artículo es una encuesta realizada sobre el
tema indicado con los principales directores de Banco y finan-
cieros españoles. i
La ficción del balance bancano único

Desde que nació a la vida nuestra Revista P U B L I C A C I O N E S


D E A C T U A L I D A D y siempre que en el decurso del año y medio

que ya cuenta de existencia tuvimos necesidad de comentar .


—no siempre favorablemente—la actuación de los grandes y
pequeños Bancos en relación con el interés público y con la
economía nacional, hemos abogado por la implantación de un
balance uniforme en cuyas partidas del activo y pasivo se
reflejase claramente la situación financiera de aquéllas.
Al sacar el señor Cambó del Parlamento su pintoresca ley
de Ordenación Bancaria, en cuj^a Sección segunda y artículo
sexto se faculta al Consejo Superior Bancario, creado por la
misma, para la adopción de un modelo de balance único, es-
perábamos con impaciencia el cumplimiento de tal precepto,
llegando a creer de buena fe que las despiertas mentalidades
de los señores que integran dicho alto organismo técnico sa-
brían modelar algo digno de aplauso y de gratitud, por cuanto
acabaría con muchos vicios y corruptelas de la contabilidad de
la inmensa mayoría de nuestros establecimientos de crédito y
Sociedades Anónimas.
i
Pero al encontrarnos frente al modelo formulado por el
flamante Consejo y aprobado por el flamenco Ministro de
Hacienda, nos sentimos defraudados e indignados, como el
resto de la opinión, porque la nueva forma, bajo la apariencia
de sinceridad y de excepcional técnica cine se impone a Bancos
y Sociedades en cuanto atañe a la presentación de sus cuentas i
y operaciones, no solamente consagra los vicios y corruptelas I
a que hemos aludido, sino que da ocasión o margen a cuan- i
tas entidades no les convenga exteriorizar su verdadera situa-
ción y clase de negocios a que empleen el dinero de sus clien-
tes en las mismas ocultaciones y martingalas que las que en la
actualidad vienen practicando.
Y como no ejercemos el derecho de crítica por sistema,
ni nos mueve parcialidad alguna, fundamentaremos nuestro
juicio previa la presentación del modelo que comentamos :

ACTIVO

I.—Caja y Bancos :
Caja y Banco de España.
Moneda y billetes extranjeros (valor efectivo).
Bancos y Banqueros.
II.—Cartera :
Efectos de comercio hasta 90 días.
id. id. id. mayor plazo.
Títulos : fondos públicos y otros valores.
111.—Créditos :
Deudores con garantía prendataria.
Deudores varios a la vista.
Deudores a plazo.
Deudores en monedas extranjeras (valor efectivo)
IV.—Inmuebles. . .
V.—Mobiliario e instalación.
VI.—Accionistas. - . ::l K-. T . - . J . I ; & ; I - I , 1
VII.—Acciones en cartera. ' riVvy.r-.iz rS

VIII.—(Cuantos epígrafes cada Banco o Banquero tenga por


conveniente añadir).' " - - - . • ''

PASIVO

I.—Capital.
II.—Fondo de reserva.
III.—Acreedores :
Acreedores a la vista. .
Acreedores hasta el plazo de un mes.
Acreedores a mayores plazos.
Acreedores en monedas extranjeras (valor efectivo).
IV.—Efectos y demás oUigaciorws-.a. pagar.
V.—Aceptaciones.
VI.—(Cuantos epígrafes cada Banco.o Banquero tenga por
conveniente añadir).

No es necesario ser ducho en la materia; basta una pe-


queña dosis de sentido común para apreciar que el anterior
modelo de balance, en cuya elaboración el sabio Consejo Su-
perior Bancario ha invertido nada.menos que ocho meses, es
una cosa absurda y deplorable y como tal no dice nada en
favor de la capacidad técnica que el hecho de haber sido nom-
brados por Real Decreto hacía suponer en los señores que
componen el mencionado conglomerado informativo y consul-
tivo. Otro Ministro que no fuera el. señor Bergamín hubiera
— 6 —

dimitido ya a todos y a cada uno de los Consejeros por inep-


tos o por demasiado vivos, porque a ellos afecta en muclio,
interesados en la alta Banca, eso de la forma de presentar a
la sanción del público su activo y su pasivo.
En primer lugar, no es tan baladí como ba creído sin
duda el Consejo el especificar si los fondos disponibles en
Bancos y Banqueros son nacionales o extranjeros, porque se-
gún sea su naturaleza será la significación de los mismos. E n
cuanto a la Cartera no se concibe que quienes tanto han te-
mido confundirse con aquellas entidades que en todo tiempo,
pero especialmente durante el largo período de la gran gue-
rra, han procurado velar sus balances, no impongan la publi-
cidad del detalle y limiten éste a la reparación de las letras o
efectos de comercio hasta 90 días y a mayor plazo y respec-
to a los títulos (fondos públicos y otros valores) pasan por
alto lo que ha sido, es y será el caballo de batalla : la valora-
ción de los mismos, ordenada, además, por el vigente Código.
Es decir, que lo más esencial para juzgar de la verdadera si-
tuación de un establecimiento seguirá substraído al conoci-
miento público, aparecerá como hasta aquí englobado capri-
chosa y burdamente a despecho de las campañas que se han
hecho contra nna clandestinidad que no puede inspirar con-
fianza a nadie.
Bajo una sola cifra ni pueden ni deben presentarse, pese
al Consejo Superior Bancario, los préstamos sobre valores
públicos, sobre valores privados y sobre mercancías. Hay qiie
hacer distinción entre unos y otros y, a mayor abundamiento,
especificar los que tienen como garantía warrants o certifi-
cados de depósito y los que se hayan concedido con otras ga-
rantías.
El concepto Otros valores es de una generalidad inadmisi-
ble ya que conviene distinguir, por drv'ersas razones de orden
material y moral, las acciones de Sociedades españolas de
las extranjeras, las obligaciones de aquéllas de las de éstas
a fin de apreciar la política de inversión de fondos que cada
Banco sigue en relación con la economía nacional.
Pero lo más peregrino del modelo de balance único es ia
libertad que se otorga a cada Banco o banquero para añadir
los epígrafes que le venga en ganas ; de suerte que, preten-
diéndose la uniformidad, persiguiéndose una estructura gene-
ral que ponga coto a clandestinidades y efectismos, se autoriza
todo lo contrario, al extremo de que la innovación resultará en
la práctica aun peor que el régimen actual de presentación de
cuentas.
Parécenos que el Consejo Superior Bancario se ha limitado
a cumplimentar lo dispuesto-en el artículo 6." de la ley de Or-
denación Bancaria en cuanto a la presentación de un modelo de
balance único ; pero ni ha estudiado los diversos factores que
ha debido considerar, ni se ha tomado la molestia de examinar
las modalidades de las principales naciones extranjeras, ni ha
querido (sospechamos las razones) hacer una cosa útil y prác-
tica, burlando los deseos y esperanzas de la opinión, ya que
ésta seguirá sin saber a qué atenerse respecto a la prudencia
y tino de los directores y a la responsabilidad de los estableci-
mientos de crédito.
JUAN D E ROCA. J
li

La nueva emisión de obligaciones

Podrán nuestros ministros de Hacienda pecar de incons-


cientes como políticos, desertando de un bando para pasarse
al de enfrente, si en ello vé su ambición más medios y facili-
dades de medro personal; pero no podemos negar que como
malos financieros, liberales y conservadores, blancos y ro-
jos, -sin excepción, son modelos de constancia en la práctica
de un procedimiento tan nocivo al crédito público y al inte-
rés general cual el de subvenir a las necesidades del Tesoro,
derivadas de las deficiencias de los presupuestos, con emisio-
nes de Deuda flotante, absorbiendo aquellas disposiciones que
siempre,-pe];:Q,,más que nunca en la actualidad, deben ser re-
servadas a la expansión de la industria y del comercio.
Ni una de las pocas razones que pueden inducir a un Go-
bierno a arbitrarse recursos emitiendo esta clase de Deuda,
cuya técnica y exclusiva función está sobradamente determi-
nada, concurre en el caso presente a justificar la operación de
500 millones que acaba de decretar el señor Bergamin. Este
dispone, conforme preceptúa la vigente ley de Ordenación
Bancaria, de un crédito de 350 millones, que no impone a l
Tesoi-o gravamen, alguno, pues mientras el saldo a favor del
Banco no exceda.de 200 millones.no devenga interés y sola-
mente el I por 100 si el exceso de dicha suma persiste sin in-
terrupción más de seis meses,, y .el 3 por; 100 si pasa de nueve
meses.
E s decir, que el ministi-o lia podido y debido hacer frente
al agobio utilizando el mencionado crédito, cuyo uso acabamos
de ver no puede hacerse en mejores condiciones ; pero ha pre-
ferido apelar al ahorro, acudir al mercado financiero, para que
banqueros y .especuladores se ganen una buena prima a costa
del bolsillo del contribuyente.
Además, la diferencia entre el tipo de interés de las nuevas
obligaciones, o sea, el 5 por 100 y el 4 y medio por, 100 que
rig.e.enJa actualidad en el Banco, ofrece un margen que no
dejará de aprovechar la esp.eculación y provocará una infla-
ción, contra la que tanto tronó en otros tiempos el señor Ber-
gamín ; y si observamos que ese margen existe también entre
los nuevos Tesoros y .la Deuda reguladora, que renta alrede-
dor de 4 y medio por .100, hay, que condenar aún más la ope-
ración, por cuanto perjudica a los intereses de la Hacienda.
E l titular de ésta no ha pensado, sin duda, que ha llegado
la hora..de una completa.y sincera rectificación de la política
hasta aquí seguida en orden a economía y finanzas, quizá por
ignorar que tenemos en. circulación Obligaciones cuyo ser-
vicio de intereses representan para el Tesoro una carga y
cuesta más de lo que el capital exige.
Al promediar el año en curso, o sea antes de las emisiones
decretadas para canjear los Tesoros, vencimientos i." de julio
y 4 de agosto, la Deuda flotante ascendía a 2 , 6 1 6 millones y
Se clasificaba en esta forma :
— IO —

Obligaciones i.° enero 1924 . 9 7 c 210,500


» 4 febrero 1924 767 719,500
» 4 mayo 1924 .. 1 7 2 358,500
» i.° julio 1922 . 334 879,500
» 4 agosto 1922 . 370 843,50o

2,616 011,500

Verificadas las operaciones de conversión y renovación de


los Tesoros, vencimientos i.° de julio y 4 de agosto, dicho
total se redujo ligeramente, pues sólo acudieron al reembolso
a metálico Obligaciones por valor de 32,500 pesetas, en la
primera, y por 6,000 pesetas, en la segunda, y, añadiendo a
él los 500.000,000 que acaban de emitir, resulta elevada ia
Deuda flotante a la respetable suma de 3 , 1 1 5 millones de pe-
setas, según el detalle que sigue :

Obligaciones i." enero 1 9 2 4 970.210,500


» 4 febrero 1 9 2 4 767.719,500
» 4 mayo 1 9 2 4 172.358,500
» 4 julio 1 9 2 4 146.564,500
» 4 agosto 1 9 2 4 155.000,000
» I." enero 1 9 2 3 188.279,500
» 1 5 octubre 1 9 2 3 500.000,000
» 4 noviembre 1 9 2 2 215.837,500

Si consideramos la total Deuda pública, o sea, la flotante o


del Tesoro y la del Estado, tendremos una cifra muy aproxi-
mada a 15,000 millones de pesetas, habiendo aumentado des-
de 1 9 1 0 en más de 5,000 millones. En fin de 1 9 2 1 la cantidad
de Deuda del Estado circulante era de 1 1 , 8 5 8 millones, repar-
tiéndose así :
II

4 por lOO Exterior 910.741,100


4 por 100 Interior 8,379.132,751
4 por 100 Amortizable 141.977,000
5 por 100 » (1917) 1,005.081,000
5 por 100 » (1918) •. 1,421.326,000

Total 11,858.257,851

Con relación al presupuesto del ejercicio económico de


1 9 2 1 - 9 2 2 los intereses y amortización de la Deuda del Estado
ascendían a 529 millones en números redondos, de ellos
3 6 . 4 4 3 , 7 6 0 pesetas por los de la estampillada y pendiente de
clasificación ; 3 3 5 . 4 9 1 , 1 2 2 pesetas, por los de la 4 por 100 In-
terior ; 9 4 . 1 3 1 , 1 2 5 pesetas, por los de la 5 por 100 Amortiza-
ble antigua; 5 6 . 1 2 1 , 7 1 8 pesetas, por los de la Amortizable
emitida en 1 9 1 7 y 7 . 4 1 1 , 6 2 5 pesetas, por la otra Amortizable.
Cómo vemos, la Deuda flotante representa la tercera par-
te casi de la Deuda del Estado, y por el sistema seguido de
acudir a ella para salvar situaciones difíciles de la Hacienda,
se llegará a una cifra cuantiosa, haciéndose al país la carga
más pesada y onerosa.
Hay que pensar seriamente en una consolidación verdad,
no a la manera de la realizada por el señor La Cierva, sino en
la forma que la experiencia de otros países aconseja y el cré-
dito de España en el exterior y la normalidad financiera na-
cional impone y reclama.
Ea situación presente es insostenible y hay que acudir a
remediarla con toda premura, dando de lado a la política de
conquista, organizando sobre bases equitativas el sistema fiscal
y liquidando los déficits, semilleros de toda clase de conmocio-
nes y perturbaciones de la vida pública. Mientras que así no
lo hagamos, nada se conseguirá, pues son tantas y tan consi-
12 —

derables las atenciones a .que liay qiie hacer frente, que la


cantidad que con esta nueva emisión de obligaciones pueda
recaudarse duraría, a todo tirar, hasta fin de año., Y luego,
todo volvería a estar, o igual.o peor, pues seguirían los gastos,
continuarían los dispendios suicidas de África, las imprevisio-
nes y las terribles ocultaciones de riqueza, ésta por cantidades
tales que si se llegase a una verdadera investigación de bienes
para una exacta aplicación del canon contributivo, sólo lo que
por tal concepto se recaudase bastaría para nivelar los presu-
puestos.
Y tales ocultaciones son sabidas y del dominio público. Ha-
ce algún tiempo y cún motivo de un viaje comercial informa-
tivo que hicimos a Castellón de la Plana, nos decía el Presi-
dente de la Cámara de Comercio de dicha Ciudad levantina
que nuestro propósito era punto menos que imposible de rea-
lizar a poco que fuese nuestra escrupulosidad porque tropeza-
ríamos con las famosas ocultaciones que dificultarían nuestra
tarea.
Y otro tanto se puede decir de las más importantes pro-
vincias españolas, entre ellas Coruña y Alicante.
Ya ven si, así expuesto y enfocado.el problema, la solu-
ción del mismo es sencilla.—Buena voluntad, investigación
de la riqueza hasta hacer confesar toda la oculta... y un re-
paso, de vez en cuando, a la Gaceta. ¿Que para qué? Para ver
cómo, por muy grandes y sinceras que hayan sido (o parecido
ser) nuestras protestas de arrepentimiento y nuestras adver-
tencias, no por eso h a dejado la Gaceta de enriquecer sus
columnas con nombres propios, prestigiosos muchas veces-,
de personalidades indicadas para desempeñar nuevos cargos
públicos. Todos los días se crean nuevos cargos públicos. Xa
Gaceta es una matrona de una fecundidad realmente porten-
tosa.
— 13

No es que vayamos nosotros a negar la necesidad que lia


traído la vida moderna de crear nuevos organismos que res-
pondan a las recientes modalidades de la humanidad.—Ni
somos retardatorios ni quietistas. Sólo hacemos constar que
en el caso de implantación de un nuevo cuerpo, reglamento o
instituto, unas veces es inútil el cargo creado, otra la per-
sona señalada para desempeñar el mismo, y no pocas se da el
caso de que sean inútiles la 'persona y el cargo a la vez. Ade-
más, que aun tratándose de personas cultas, de gran menta-
lidad y suficiente preparación técnica, no es raro que su la-
bor resulte nula o que se las vea cruzarse de brazos, porque
el acaparamiento de cargos realizado les impide atender a to-
dos debidamente. Como los comparsas en-los teatíos, que
entran por una puerta y salen por otra, así estos técnicos en-
cajonados en la Gaceta, entran y salen por todos los resqui-
cios de la administración burocrática, estando siempre en es-
cena. Pudiéramos decir también que la colección de la Gaceta
es como una continuación, como una nueva serie, mal escrita,
de los Episodios Nacionales que dejara truncados el glorioso
Galdós donde, a imitación de los del inolvidable patriarca, los
principales personajes y figurones pasan de un tomo a otro.
Y en este brillante desfile de especialistas, en el manteni-
miento de este coto cerrado, el dinero de la nación se escapa
como agua en cestillo.
La moral del embuste

Hemos estado en un Banco situado en lo más céntrico del


plano de. Madrid, a saludar al nuevo Director. Antes dirigió
este establecimiento un señor de infausta memoria, al que
frecuentemente tuvimos que combatir con denuedo basta que
al fin, dejó la dirección ; no decimos que fuese por nuestra
campaña exclusivamente, pero tal vez nuestros escritos influ-
yeran algo para esta determinación. Entonces, tomó el go-
bierno del Banco el señor que ahora lo dirige, y a quien nos-
otros íbamos a saludar. A saludar nada más, ¿eh? que cons-
te. Todo el mundo sabe que nosotros no hemos pedido nunca
nada, ni en este Banco ni en otro ; ni a este ni a otro director
cualquiera. Y de algunos de ellos no solamente no hemos pe-
dido nada, sino que hemos rechazado algo. Pero, de todas
maneras, no estaba de más el insistir en que si nosotros he-
mos ido al Banco dicho, ha sido únicamente para saludar al
responsable de los destinos de este Banco desde la prima-
vera pasada ; un director primaveral como las lilas del Retiro
y los milicianos nacionales.
Le hemos pasado nuesti'a tarjeta que se perdía,, medrosa,
en la bruñida superficie de una bandeja de plata, de la con-
sabida bandeja de plata que no puede faltar ni en la porte-
— 15 =

ría de los Bancos ni en el atrezo de las compañías de verso.


Esperamos. No nos sorprende nuestra espera ; i son tantas las
obligaciones de un Director 1 Seguimos esperando. Y, al cabo,
se abre una puerta, 3^ sale un señor apoderado del Banco, sim-
pático, laborioso y enterado de su oficio. Y nos dice :
—¿Preguntaba usted por mí, señor? Porque al Director
no es fácil hablarle ; si viera usted ; ¡ está tan ocupado !
Nos ha sorprendido esta negativa del señor Director, pues
aunque suponiendo que sus antecedentes sólo fuesen los de
un vulgar banquero pueblerino, carente de horizontes y ma-
tices, confiábamos en que él disfrute de una' senaduría y la
categoría del Banco en que presta sus servicios, habrían am-
pliado el radio de acción de sus facultades nada más que dis-
cretas, haciéndole ver que un director de un banco de Madrid
tiene algo más que hacer que combinar pequeños préstamos
como el de un Banco cualquiera de provincias, donde—y en
ello no hay desdoro para nadie—la masa de negocios y la
importancia de éstos son harto reducidas.
Uno de los componentes de este algo más que hacer que
diferencia al director de un Banco de Madrid del director de
la Sucursal de una ciudad de Castilla, por ejemplo, es, pre-
cisamente, la necesidad de recibir al público, máxime si el
público es alguien que, como nosotros, no vamos a pedir nada,
porque nunca lo hicimos pues, antes por el contrario, digá-
moslo una \'ez más, hemos rechazado ofertas y contratos for-
mulados por algún Banco. Y como, por otra parte, nada ha-
bíamos dicho aún de este señor, resulta que el no recibirnos
fué solamente una genialidad insípida dictada por no sabe-
mos qué vanos temores y que lamentamos porque con ella se
ha puesto en el trance de tener que faltar al octavo manda-
miento abiertamente y a sabiendas a un hombre equilibrado
y sometido que acaso esté incluso en el número de los ele-
= i6

gidos que han de resultar indemnes cuando sobrevenga la pu-


rificaddrá lluvia; de-fuego. '

: ' ") 2 0 í i ' i . 'lo : r < •^•} • - _ . ;

-'-'•^'Sin embargo, no se apure él señor apoderado por haber


infringido el'decálogo. Esto no tiene impOTtancia. Antes por
iS''contrario, la falsedad y la mentira tienen un gran valor
moral s i s e aplican bien.-En primer lugar, se ha extendido
tanto el mal, que ya todo el mundo finge y miente, con lo
cual las-personas cuidadosas de su espiritualidad, viendo ío
fácil que es y lo al alcance de todos que está decir una cosa por
otra, han tomado decididamente el camino de la verdad. Aparr
te, de que es mucho más fácil decir verdad que no decirla ;
porque para decir verdad, con el decirla basta ; y para no de-
cirla, hay que empezar por busca'r la especie mixtificadora,
decirla con ropajes de veracidad, y que el oyente se la crea.
Verdaderamente, mentir no- es negocio ; se gasta fósforo y
tiempo.
Siempre creímos que los moralistas de artículo de fondo
equivocan los términos para moralizar.—No debe decírsele a
las gentes : Fulano es un prevaricador y un hombre sin con-
ciencia y Mengano es un espejo de virtudes ; mientras vea-
mos que éste muere obscurecido y necesitado y que aquél vive
principescamente. Debemos decir : Zutano, que siempre vi-
vió a salto de mata y a espaldas del Código Penal, sufrió pri-
vaciones sin cuento y murió en la indigencia y el despi'esti-
gio, en tanto que Perengano, honrado a carta cabal, tuvo una
existencia brillante y, tras un fin dichoso, hoy se le admira
en sus obras.
Y''moralizando con lo inmoral de esta manera, no demos
demasiada importancia a las- negativas de los directores que
— 17 —

se niegan... ni a los directores mismos, y opongamos a este


caso el hecho de que sean recibidos por los respecti\'os direc-
tores cuantos llaman a las puertas de un Banco o de tantos
otros que tienen más historia, más simpatías, y, ¿por qué no
decirlo?, mayor solvencia, así como suena : mayor solvencia,,
que otros Bancos que presumen y se recatan.

III

Pero no por lo dicho dejemos de preocuparnos por comple-


to de estas faltas de sinceridad de los tales directores, pues
no es sólo en el reir y en el rascar donde todo es empezar. Tam-
bién en el fingir viene el contagio y se deja uno escurrir per-
la pendiente y se sume, sin notarlo, en el torbellino de la em-
bustería.
Hoy es el director de un Banco quien dice una cosa por-
otra ; mañana es el apoderado por orden de su director ; y-
luego serán los jefes, y los contables, y los escribientes, y
los meritorios, y los porteros ; y entre todos, se falsearán los.
recados, se alterarán los cálculos de intereses, y se harán je-
roglíficos con los balances. Y el mal, como un reguero de pól-
vora, correrá de Banco en Banco. Y si en este galimatías al-
gún empleado de algún establecimiento entroniza en su casa
la verdad, caerá sobre él la nialdición de los restantes como
introductor de viciosas prácticas bancarias, o, cuando menos,.
Como equivocado.
P/Ste último caso pudiera ser el del Banco Alemán Trans-

atlántico. Citamos su nombre porque vamos a relatar un he-


cho que se sale de lo normal. Un señor X, contrató una opera-
ción con el dicho Banco Alemán Transatlántico ; pequeña ; se
trataba sólo de retirar un depósito y unas 1,500 pesetas se
l cruzaban. Pero hubo que poner un telegrama y celebrar algu-
2
— i8 —

na consulta. Pues cuando el cliente fué a pagar la minuta de


gastos, se encontró con que la nota de éstos no llegaba a un
duro. Su asombro no tuvo límites.—Ustedes se ban equivo-
cado—dijo.—¿Por qué?—le preguntaron.—Porque he con-
certado una operación análoga con tal casa... ¡ y me han co-
brado cuarenta veces más !
Bien es verdad que el Banco Alemán Transatlántico no
tiene chimeneas monumentales ni lámparas suntuosas ni mue-
bles sorprendentes ; un gran plano antiguo de Toledo en el
antedespacho, con reproducciones de grabados de época, y en
el despacho copias del museo, unas láminas antiguas, y otras
minucias delicadas, bellas, líricas y sugeridoras. Y además,
su director es un entusiasta financiero. ((Yo no sé de política
—decía una vez—¡ yo sólo soy comerciante ! ; aun los comer-
ciantes entendemos poco de economía y finanzas. Pero los
banqueros políticos, prefieren la política y no entienden nada
de Bancos.»
IV
Como si lo viera, que este señor que se niega a recibirnos,
es político. A lo mejor es Senador del Reino. Y atmque claro
es que por el solo hecho de ser Senador no se es más que Se-
nador, cuando se vive de cara al éxito, la buena suerte sirve
para serlo todo.
Por buena suerte, puede sobrevenir la fusión de un Ban-
co con otro y por otro don de la fortuna, casualmente, cuando
el realmente indicado para el puesto de director por su admi-
rable gestión, sus dotes y conocimientos y hasta por el voto
del personal, se excusa por razones de salud, al no haber otro,
es nombrado el afortunado politicjuero.
Y el pobre iluso lo toma tan en serio, que llega a creerse
que aquello de Ve^ii, vidi, vid, se le ha ocurrido a él.
La crisis de la Hacienda pública

Déficit confesado : 1,101 millones de pesetas

Al examinar con el especial interés que mei-ece el asunto


la nota de la liquidación del ejercicio económico de 1 9 2 1 - 9 2 2 ,
dada a conocer por el ministro de Hacienda, señor Bergamín,
tenemos que protestar una vez más de la funesta administra-
ción de los fondos públicos que aquélla revela.
Nada menos que a 1,101 millones asciende el déficit regis-
trado por el presupuesto del mencionado año, según la pala-
bra oficial; pero, teniendo en cuenta los restos pendientes de
pago, la-falta de formalización de varias importantes partidas,
no resulta exagerado afirmar que dicha insuficiencia, que COUT
sagra todo un régimen de despilfarro, llegará a ser a la hora
de la liquidación definitiva, no inferior a 1,500 millones de
pesetas.
Aun aceptando como fiel expresión de la realidad la cifra
consignada en la nota del señor Bergamín, o sea la de i , i o i
millones, tendremos que es la mayor de todas las expresivas
de déficits desde que éstos se reprodujeron en 1909, con moti-
vo, como es sabido, de la campaña de Marruecos. En el decur-
so-de los últimos trece años el exceso de los gastos sobre los
— 20 —

ingresos se ha elevado a la abrumadora cantidad de 4 , 1 3 7 ffli"


llones de pesetas, conforme el detalle que sigue :

1909 35-23i>574
1910 2.060,230
1911 21.405,843
1912 71.488,795
1913 100.525,369
1914 164.483,912
1915 320.311,880
1916 324.571,279
1917 286.007,516
1918 416.862,188
1919 (primer trimestre) 177.388,326
1919-920 482.413,455
1920-921 633.568,319
1921-922 1,101.440,305

Total 4,137.758,991

Por anticipos a las Compañías ferroviarias figuran 1 7 1 mi-


llones de pesetas y por compra de substancias alimenticias,
en cuyas operaciones viene el Tesoro experimentando sensi-
bles pérdidas, 42*7 millones. Mientras la Hacienda ha facili-
tado 5,9 millones de pesetas a la Prensa diaria, ésta no ha
devuelto en todo el ejercicio más que 7 9 1 , 0 0 0 pesetas, en nú-
meros redondos.
Pero la partida más abrumadora sigue siendo la de los
gastos de Marruecos. Asciende a 5 1 9 . 6 8 1 , 8 3 9 pesetas, o sean,
3 7 7 . 8 8 9 , 0 4 7 pesetas más que en el ejercicio de 1 9 2 0 - 2 1 , ha-
biendo contribuido al mencionado aumento todos los Ministe-
31

rios que tienen actuación más o menos directa en el Protecto-


rado, exceptuando el de Estado.
He aquí, en millones de pesetas, las cantidades invertidas
en 1 9 2 0 - 2 1 y 1 9 2 1 - 2 2 por cada uno de los aludidos Departa-
mentos ministeriales :

Estado 9'5i 7*36


Guerra iTá'iQ 502'00
Marina 3*27 '^'66

Gobernación 2'34 2'63


Fomento 2*90 3'01

Dedúcese de las cifras precedentes que las atenciones del


Ministerio de la Guerra en África ban acrecido 329 millones
y las del de Marina i ' 3 9 millones, que, en junto, suman
330*39 millones de pesetas.
En el detalle de lo invertido figuran los Cuerpos armados
por 1 0 7 ' 4 0 millones ; el personal y material de la Adminis-
tración regional, por 2 2 ' 1 5 millones ; los servicios de artille-
ría e ingenieros, por 77 y 67 millones, respectivamente ; los
de transportes, por 53 ; los de aeronáutica, por i i ' 7 o ; los de
la cría caballar y remonta, por 3 4 * 5 1 , y un capítulo adicio-
nal (?) de 9*36 millones, que aparece por primera vez y cuya
inversión u objeto no está expresado.
Las importancia de las cifras que quedan consignadas
frente al poco fruto obtenido—seamos indulgentes—de la
campaña marroquí justifican la constante y viva protesta de la
opinión pública contra la misma.
Dicha campaña, repetimos, es la principal causa del défi-
cit ; pero no hay que olvidar que lo mantiene y acrecienta en
grado superlativo la ausencia de una política de austera admi-
uistración del Tesoro nacional.
— 22 —

Para que nuestros lectores tengan exacta idea de la liqui^


dación del ejercicio económico, expondremos a continuación
los datos básicos de la misma :

Ingresos líquidos 4>357'S7


Pagos ejecutados 3,63o'33

Superávit aparente 72 7*54


A deducir : ..
Importe de negociaciones de Deuda 2.026*04

Déficit 1,298*50
Reembolso de Obligaciones del Tesoro... i97'o6

Insuficiencia total 1,101 44

El promedio anual del déficit durante los años de 1909 a


1914 fué de 76*4 millones y durante los años 1917 a 1920-21,
contando como período económico el primer trimestre de 1919,
de 401*4 millones.
En concepto de la opinión, lo que precisa para acabar con
los déficits no es oponerse sistemáticamente y con el único
objeto de halagar a la galería al acrecentamiento de las cifras
a que se han llegado en la actualidad, sino hacer iina revisióji
detenida y sincera de la mayoría de las partidas que suponen
obligaciones innecesarias o de dudosa utilidad y reducirlas a
lo estrictamente indispensable, promoviendo así la debida pro-
porcionalidad entre los gastos y los ingresos.
Ordenación bancaria

CAPÍTULO VI

Tantas ¡das y venidas...


Decíamos ayer...

En nuestro número anterior y en esta misma sección alu-


díamos de un modo claro a la fatiga, al cansancio, que se ha
apoderado de los ánimos de aquellos que forman el Consejo
de la Ordenación Bancaria^ que les hace cumplir sus fines,
cuando los cumplen, dentro de la mayor desgana e indiferen-
cia, a/ordon.
No tenemos espacio para insistir con mayor extensión
sobre este aspecto del problema. Ni, por otra parte, creemos
que una cosa tan clara y manifiesta, requiera de nosotros gran-
des prodigios demostrativos. Pero sí hemos de presentar un
sintomático botón de muestra que, al propio tiempo, constituye
una noticia interesante.
El señor Bernis, sabio catedrático de Salamanca, una de
las más jóvenes glorias del profesorado español, deja, como
es sabido, su cátedra por la Secretaría del Consejo de la Orde-
— 24 —

nación Bancaria. Lindo trueque. Pero, ¡ ay !, que esta flaman-


te Secretaría tiene algún otro quehacer que cobrar el niornio
asignado en nómina, y entre estos otros quehaceres, figura til
de reunir el Consejo, cosa que no siempre logra el señor Ber-
nis, a pesar de sus trabajos y desvelos y de tantas idas y ve-
nidas, que, como las de la ardilla de la fábula, quisiera que
me dijeran si son de alguna utilidad. Que yo creo que no, y
las pruebas me remito. Últimamente tuvo que reunirles tT.^
San Sebastián y en estos momentos anda de Banco e n Banco
preguntando en tono amable y hasta en tono de súplica a unos
y a otros, cuándo llega el Director o la persona que representii
a la casa en la Ordenación Bancaria, para reunir número de
vocales bastante a celebrar consejo, pues ya es sabido que hay
muchos representantes domiciliados fuera de Madrid.

Sin embargo.»
Y sin embargo, aun hay quien no ha perdido la confianza. I
Lste hombre admirable y contumaz, es el señor Ocharán, di-
rector del Banco de Vizcaya, con quien he tenido una entre-
vista en un reciente viaje mío a Bilbao, de la cual he sacado
la evidencia de que el señor Ocharán espera aún el acierto en
las decisiones del Consejo de la Ordenación Bancaria. Y hay
que tener presente que el Banco de Vizcaya es uno de los más
adictos a Arnús-Gari y de los ligados por un afecto personal
hondo y sincero a los Garí, si bien ahora, como el Vizcaya ha
montado su sucursal en Barcelona, ocupando el local que ha
desalojado el London, los Garí, que son sobradamente ambi-
ciosos, cotizan hoy por bajo el papel de su amistad con Ocha-
rán.
Esta tibieza de relaciones, salvo el aspecto sentimental, no
debe preocupar ni mucho ni poco al señor Ocharán, uno de
— a s -
ios hombres mejor orientados para la práctica de operaciones
bancarias, hablando del cual, podemos recoger la opinión que
Whitaker expuso hablando de la Bolsa de Chile : ccEs un or-
ganismo eficaz que promueve automáticamente la emisión del
dinero cuando éste es necesario.»

Las males compañías


Efectivamente. El señor Ocharán es como un mágico or-
ganismo que produjese dmero, que ha movido mucho los nego-
cios del Banco de Vizcaya y con un éxito mayor, notoriamen-
te superior, a lo que podía esperarse del efectivo capital dis-
ponible. No harían tanto los señores Garí, ni los Arnús, ni sus
restantes amigos en entredicho, de los cuales es siempre de
temer tiendan sobre sus adláteres la sombra funesta del des-
acierto. El señor Cambó es clara muestra de ello. Más o menos
discutido, era, sin embargo, respetado. Pero no hace más que
montar en el auto con Arnús, y le sueltan una perdigonada,
en una región tranquila y apacible, en un pueblecillo costero,
con su mar azul, con su cielo azul, con sus barquitas de vela
que en el horizonte parecen gaviotas, con sus ingenuas vesti-
das de blanco, que, vistas desde alta mar, parecerán gaviotas
de la tierra. Esto es lo que dan de sí las malas compañías.
Por ello, nos llama tanto la atención que este organismo in-
falible de emitir dinero cuando éste es preciso, que es el señor
Ocharán, no se haya desencantado aún del Consejo, de los
consejeros ni de la Ordenación. No podemos seguirle en esto.
Antes por el contrario, nosotros siempre que hemos tenido que
hablar de esta institución, hemos patentizado nuestro criterio
de que la tal no tiene condiciones de vida, ni ofrece garantías
de eficacia, precisamente porque no puede dársenos la segun-
dad de que los Bancos puedan ejercer autoridad sobre sus si-
— 26 — i

milares, ni aun sobre ellos mismos, ni soñamos con que Banco ^


alguno de los que componen el Consejo se atreva a dar a cono-
cer cuál es realmente la valoración de su cartera. Detrás de
este Consejo no vemos más que a los Arnús-Gari 3' a otros
amigos de los Arnús-Gari con fuerza suficiente en el consor- ,
ció para conseguir que el público acuda confiado a las opera- j
ciones y emisiones que se les anuncia, deslumhrados por el
espejismo de una organización sendo oficial.

No llegamos a tanto
No queremos decir con esto, y entiéndasenos bien, que for-
zosamente tenga que ocurrir una catástrofe en los Bancos de
los señores que forman el Consejo. Nuestro alcance es tan sólo
urdir algunos comentarios acerca de lo peligroso c{ue es el que
se insista, a espaldas de todo derecho, en ciertas prácticas
perniciosas, sobre todo en la obscuridad e imprecisión con que
se redactan los balances, con perjuicio para los depositarios de
valores, que se quedan sin la debida acción para conocer la in-
versión dada a sus riquezas.
Para atajar estos males, se ha dictado, con fecha 21 del
próximo pasado mes de septiembre, un modelo, por Real or-
den, para presentación de balances trimestrales. Ya hemos ha-'
blado detalladamente sobre esta disposición.
En conjunto, es de una sorprendente puerilidad. Y comtf
justificación de nuestra posición frente a esta Real orden*
cuando ofrecemos el principio de que el dicho modelo de ba-
lance nos merece poca simpatía por impreciso, pues para esti-.
marle así, basta obser\'ar que ni en el concepto (¡Caja y Ban-í
co», ni en el concepto ((Cartera», se establece distinción al-
guna entre Bancos nacionales y extranjeros, banqueros na-
cionales y extranjeros, fondos públicos nacionales y fondos
— 27 —

públicos extranjeros ; sin que haya desaparecido de esta pauta


oficial el epígrafe sobradamente genérico de ¡(Otros valores», •
ni se diga nada sobre la valoración de los títulos y valores en
cartera ni sobre moneda extranjeros.
Tenemos, pues, que el flamante modelo que, autorizado por
la firma de don Francisco Bergamín, apareció en la Gaceta
del 23 de septiembre último, en el fondo, es tan sólo una con-
sagración oficial de las prácticas poco pertinentes que hemos
combatido ya tantas veces, que tener que repetirlo una vez
más nos da fatiga. Hemos dicho ya tantas veces lo que, a nues-
tro juicio, deben ser los balances de los Bancos y Sociedades
como lo que, según nuestro criterio, debe ser la Ordenación
Bancaria, que, desde el primer momento, creímos ineficaz.
Siempre dijimos que la Ordenación debía ser más bien que
norma voluntaria de potestativo acogimiento, un precepto obli-
gatorio y general, y que la primordial misión a cumplir por
este organismo era la de ejercer una inspección sobre las enti-
dades a ella sometidas. Pero una inspección verdad, una vigi-
lancia real, efectiva, y no como la inútil y formularia que se
ejerce por la Comisaría de Seguros sobre las Asociaciones de
este carácter y que, precisamente, por ser inútil y formularia,
ha podido consentir la cesión de una cartera de seguros por la
Compañía denominada la New York a la Fundación Rosillo, a
la sombra de una Real orden que pudiéramos llamar «apropó-
sito», como esas obritas teatrales de antaño destinadas a ser
estrenadas en noche de beneficio por estar expresamente es-
critas para la beneficiada, con la cual cesión de Cartera se ha
perjudicado grandemente a varios miles de asegurados espa-
ñoles que lo fueron a base de un reparto anual de beneficios
entre todos ellos, sin distinción de nacionalidades ni aprecio^
de lo producido en cada país. i
— 28 —

Y, conforme la Comisaría de Seguros no ha evitado este


daño, la Ordenación Bancaria no evitará tantos otros coino
pueden producirse.
Y así sucede.'

Pues así sucede que ya con Ordenación Bancaria y Conse'


jo de la Ordenación, la casa Montes Sierra, de Sevilla, ha^e
quiebra y su director desaparece tras el eterno femenino, de'
jando a sus espaldas un pasivo de 2.819,612 pesetas con i3
céntimos, figurando en este inventario casi todos los Bancos >'
banqueros de importancia, según datos del pasivo, que conseí-
vamos en nuestro poder.
Y los señores Pedro Romero y Hermanos, casa bancariíi
de Orense, con sucursales en Lugo y Ponferrada, suspenden
pagos.
Y los banqueros de Villagarcía don Valeriano y don Epi-
fanio Deza, emparentados con distinguidas familias gallegas
y de gran solvencia aparente, son acusados de quiebra fraudu-
lenta y algo aun peor.
Y, recientemente, también hace quiebra la casa de Zara-
goza Hijo de Félix Repolles, de la que, por cierto, gran núme-
ro de Bancos, algunos hasta de primera fila, ni sabían que
existiese, acreditando con esto su excelente servicio de infor-
mación.
En tanto que el Consejo de Ordenación Bancaria ni produ-
ce labor útil ni siquiera se reúne, elevando a sistema filosófico
la contestación del baturro que no se mareaba en alta mar pi-
cada :
—¿Yo, pa qué?
Carta abierta

Hemos recibido la siguiente carta, y damos gracias por ella


a nuestro desconocido comunicante :
«Señor h. del Arco.—Madrid.
»Muy señor mío_:
')Usted me perdonará le distraiga de sus atenciones y traba-
jos para remitirle los dos libritos adjuntos, cuya lectura le
recomiendo. Los dos demuestran una misma preocupación : la
del banquero y la casa de banca.
"Tanto el Director de Banco, mujeriego jugador y suicida
qtie nos presenta Cata en «El Gigante», como el señor Rapaz,
de la casa Rapaz y Compañía, de «Ganémoslo hoy...» de Ba-
rriobero, son tipos acabados de este ejemplar de la fauna mo-
derna, verdaderos sepulcros blanqueados.
"Pero con ser muy interesantes los dos tipos en sí y como
elementos componentes de un todo narrativo, el interés verdad
de estos figurones estriba en otro motivo : son interesante
reflejo literario de un estado de opinión que ha ido extendién-
dose y saltando de unas a otras manifestaciones de la activi-
dad nacional.
— 30 —

)>A usted, señor Director, se le debe el milagro. Cuando apa-


reció el primer número de PUBLICACIONES DE ACTUALIÜAP/
el banquero era un fetiche, un dios humano, verdaderamente
intangible que inspiraba respetos y superstición ; y la Casa cíe
Banca era su templo, su Sede, su Arca Sagrada. Pero apare'
ció su revista mensual, y cambiaron de aspecto las cosas. £ 1
banquero—vamos ; el banquero que lo merecía—fué perdieO'
do ese respeto borreguil y fuera de toda lógica que era su m^''
3'or delicia ; y las paredes de las casas de Banca y Bancos tor-
náronse de cristal. Con ello vino la difusión de los estudios
vulgarizadores de economía y ciencia financiera, el apasiona-
miento por estos temas y el planteamiento de una lucha qu^
a todos sorprendió por lo insólita y en la que, por lo que s¿
refiere a ustedes, no se' sabe qué admirar más : si el aciertO)
la nobleza o el tesón.
»En esta lucha, cada paso ha sido >ifl..é:5:jtQ,j)axa-PUBLICA-
CIONES DE ACTUALIDAD.. Pero el más definitivo y gallardo es-
paldarazo de su triunfo, se les han dado el director del Banco
donde se forjó el millón gigantesco, de Cata, y don Juan Ra-
paz de la Casa Rapaz y Compañía, pintado por Barriobei'O
con tal maestría, que, guiados por nuestra suspicacia de lec-
tores ansiosos de emociones, se nos antoja reproducción ar-
tística de algún rapaz de carne y hueso. Esto ya no es la in-
quietud de u;n figurón bancario ante el bravo ((yo aciTSO» de los
artículos de ustedes, ni los comentarios picantes y cortados del
bajo personal, ni las exposiciones razonadas elevadas a los
poderes públicos por los acreedores y accionistas del Banco de
Barcelona, (¿ han dado ustedes ya por definitivamente muerto
el asunto del Banco de Barcelona ?) ni los debates parlamen-
tarios. Esto no es la ((Alta Banca» escenificada por el glorioso
viejecito Quimera. Es más que todo eso. Es que las campañas
— 31 —

que ustedes iniciaron contra un enemigo de piedra han con-


seguido como tremendos barrenos, que el enemigo vaya des-
moronándose, y que los «partes oficiales» sean ya recogidos
por el espíritu de los maestros de la literatura contemporánea
en aquellas de sus obras que, precisamente por su precio y
dimensiones, parecen escritas más para el pueblo.
»Le repito mi enhorabuena, señor Director, y rogándole
me perdone por mi atrevimiento, me honro ofreciéndome suyo
afectísimo y seguro admirador
wq. e. s. m.
«RICARDO GÓMEZ CARRERO.»

Nuevamente manifestamos nuestra gratitud pOr sus aten-


tas y alentadoras frases al señor Carrero, a quien descono-
cemos personalmente, y no negamos lo que en su carta afirma ;
sería demasiada nuestra soberbia si creyésemos ser modestos
desautorizando las frases de cuantos nos han seguido y con-
fortado con su adhesión en una y otra forma.
Y no cerraremos esta breve postdata de emoción sm fe-
licitar a los señores Barriobero y Hernández Cata por sus
últimas producciones. Escribimos sus nombres sin adjetivar
porque ellos-están ya de vuelta de todos los adjetivos y, por
consecuencia, venirnos a estas alturas con ditirambos mani-
dos y lugares comunes sería algo desprovisto de todo sentido
práctico.
Una cosa así como echar agua a la mar, que decía nues-
tro padre don Quijote.
tj
1.1
hj

di
5^
El Ministro del Trabajo protege
a La Equitativa ru

b
En los círculos financieros ha producido gran revuelo 1^ s;
denuncia formulada en una sesión de las Cortes acerca de i^ 11
autorización concedida por el Ministro del Trabajo para i^ e;
cesión de la cartera de seguros de vida de la New-York Insü- ^
ranee Company a favor de La Equitativa (Fundación Rosillo)-
C]
La operación, concertada privadamente hace un año y aho"
ra hecha pública, no solamente perjudica los intereses de más
de 7,ooo abonados españoles, sino que vulnera disposiciones
del Código de Comercio y del Reglamento para la aplicaciófl ^.
de la ley de Seguros vigentes, sobre los que ha pasado el men-
clonado Ministro en beneficio de una Compañía aseguradora, ^

(i) Tuvimos que retirar este articulo de nuestro número ante- ^


rior. Y aunque ya casi perdidos los ecos del debate parla- ^
7nentario sobre este tema mantenido, insertamos a continua-
ción las presentes cuartillas por tratarse de un asunto que ^
por su importancia, por sti- trascendencia, ha de ser siempre
de sangrante actualidad en si y como síntoma. '
Nuestros lectores así lo apreciarán y leerán con g^lsto el pre-
senté trabajo. i
— 33 —

tan poco respetuosa también con el precepto escrito y obliga-


torio que hasta atropella y olvida sus propios Estatutos, en
los cuales hay consignado algo que le veda proceder como Io-
t a hecho.
Sin embargo, lo más grave del caso no es la falta de es-
crúpulos que se desprenden del mismo, sino la inconsciencia,
de la Comisaría de Seguros que ha dejado pasar tanto dislate:
y basta lo ha sancionado.
Ya teníamos olvidado, de puro sabido, que dicho organis-
mo, a pesar de su carácter técnico, de su misión consultiva y
protectora, no tenía nada de técnico ni se había distinguido
nunca en favorecer los intereses del asegurado español puesto
g ajo su amparo. Bajo la férula de un político más o menos avi-
9 (q^^c para eso se creó, es decir, para que hubiese un cargO'
a que obsequiar al amigo o al pariente) y de un pericial,
i' ^-^tianjero, la actuación de la Comisaría no puede ser más me-
). *^i*^cre e ineficaz, acreditándolo así infinitos casos, pero espe-
3- ^^^Imente el que comentamos.
Is Y ni este ni los restantes son muy de extrañar, pues sabido-
;5 d^ como en este organismo oficial se cuenta con un número-
•U §^rande de funcionarios que tienen al mismo tiempo otros des-
a- ^^^^^ en diversas dependencias del Estado, y claro está que,
a, ^°^o el que mucho abarca poco aprieta, no tiene otro remedio
_^ qrie dejarlos todos desatendidos ; como igualmente es sabido
s- las oficinas de que venimos hablando hay quienes van
B- ^^licitando honores de Sociedades y que se les declare socios
o- -^^norarios. Y como no tenemos por qué tapar a nadie, diremos
que uno de ellos es el ilustre periodista y hombre público don
-P'ernando Soldevila, autor de la acreditada obra El año poli-
'"^0, de la cual figuran varios ejemplares en las bibliotecas de
todos los Ministerios, Tribunales, Consejos, Direcciones ge-
"^rales. Comisarías, etc., etc.
3
— 34 —

De no haber tanta incuria y tanta indiferencia eu la Comi-


saría aludida, de haberse examinado con detenimiento los Ba-
lances de La Equitativa (Fundación Rosillo) se habría obser-
vado que ésta no puede ofrecer una garantía real a los asegu-
rados de la Compañía cedente y desde el punto, de vista de lo
preceptuado en el Código de Comercio, tampoco le es lícito
hacer la operación que ha concertado con la New-York Insu-
rance. A mayor abundamiento, el Reglamento que regula las
operaciones de seguros, y que está vigente, preceptúa que
las condiciones generales de las pólizas no podrán modificar-
se ; pero, no obstante, las mutuas, cuyos consejos estén expre-
samente autorizados para ello, podían suprimir, modificar
o añadir otras manuscritas, siempre que se haga por declara-
ción expresa y terminante de las dos partes contratantes y que
la modificación no implique convención prohibida por las le-
yes y que se haga a petición y. con beneficio del asegurado.
Que éste no resulta beneficiado es cosa fácil de demostrar
a la vista de las Memorias de la Fundación. Las primas recau-
dadas por la Compañía concesionaria más el rendimiento que
produzca el importe de las reservas entregadas para los ne-
gocios en Fspaña, no bastarán a cubrir todas las atenciones V
obligaciones que corresponden a la cartera, y además, para
devolver a los asegurados, rebajándoles de sus primas una
cantidad igual a la que percibirían de haber seguido siéndolas
de la New-York Insurance.
Desde que se constituyó la Fundación Rosillo hasta el úl-
timo año por nosotros conocido, ha recaudado primas por niáS
de 4 millones, ascendiendo a una cantidad análoga sus re-
servas.
— 35 —

^91? 229,737 156,199


'918 533,682 487,584
'919 1.317,401 1.336,694
^92o 2.144,842 2.657,710

Los asegurados españoles percibieron en 1920 por la suma


de 1 . 4 5 2 , 4 7 8 pesetas, equivalentes al 30 por 1 0 0 de las pri-
mas recaudadas en España en el mismo ejercicio. Es decir,
que no pudo ofrecer garantías una Sociedad que comenzó a
operar hace cinco años, de cumplir a los asegurados españoles,
poseedores de pólizas con dividendos anuales, los cuales cons-
tituyen la inmensa mayoría, el pago de dividendos iguales a
los que la New-York les hubiese satisfecho de no haber cedido
S u cartera.
Estas y otras circunstancias deben mover al ministro de
Trabajo, primero, a rectificar su decreto sancionando la cesión
de la cartera de la New-York Insurance, y segundo, a excit.ar
el celo de la Comisaría para que, tanto en el caso de Rosillo
eomo en las demás Empresas aseguradoras que operan en Es-
paña no se limite a autorizar la publicidad de sus anuncios.
Sino que estudie, examine, digiera y desmenuce sus respecti-
•^os balances, en los qiie encontrará seguramente motivos más
que bastantes para proceder contra ellas por incumplimiento
de las leyes especiales, de lo que preceptúa el Código respecto
a Sociedades anónimas de todo carácter y por no estar garan-
tidos suficientemente los intereses de los asegurados.
Las deudas interaliadas
( Continuación)

«Jamás borraremoi nuestros créditos de gucff*'


Cada naciín debe hacer frente a sus obligación'*
creadas por la guerra. La G.'-an Bretaña se halla
la obligación de reglar lo que nos debe, sin con"'
deración a lo que se le debe a ella. El arreglo de s"'
créditos es un asunto que sólo incumbe u ella, i^^'
no a nosotros.
MacCumber, presidente de la Comiiión fiDaO
ciera del Senado norteamericano.

n
Las deudas de los aliados a Inglaterra
A principos de junio de este año, el diputado liberal
Mr. Kenworthy preguntó a Mr. L,loyd George si Inglaterra
renunciaría a sus créditos sobre Alemania, y el jefe del Go'
bierno le contestó lo que sigue : <(Esta es una proposición iU'
aceptable. Si añadimos la parte de las reparaciones que Ale'
manía debe a Inglaterra al importe de los créditos sobre lo5
aliados, a los cuales renunciaría Inglaterra, encontramos l^l
suma de 3,000 millones de libras esterlinas. Inglaterra debC;
— 37 —

por su parte, poco más o menos, 1,000 millones de libras a


los Estados Unidos. ¿Se pretende, acaso, que la Gran Bre-
taña pague estos 1,000 millones y a la vez que renuncie a
los 3,000 millones que se le deben? Estamos dispuestos a dis-
cutir la anulación de las deudas, pero a condición de sacar de
ello una ventaja igual a la que concederíamos a los demás.»
Eas palabras de Lloyd George, que son las del buen sen-
tido práctico, fueron repetidas—en forma más diplomática—
en la Nota circular que Lord Balfour dirigió el día i . " de agos-
to a los representantes en Londres de los países deudores de
la Gran Bretaña, es decir, al de Francia (ésta debe 584 mi-
llones de libras), al de Italia (503 millones), al de Yugoesla-
"^'ia (25 millones), al de Checoeslovaquia (5 millones), al de
Rumania (22 millones), al de Portugal (19 millones) y al de
Grecia (15 millones). (Estas cifras no son absolutamente exac-
tas, puesto que se ignora la cantidad de los intereses acumu-
lados. Las deudas de guerra de Bélgica corren a cuenta de
Alemania.)
«Las deudas de guerra que se deben a la Gran Bretaña
—afirma la Nota de Balfour—ascienden, aproximadamente, a
3,400 millones de libras esterlinas. De esta suma Alemania
debe 1,450 millones de libras, Rusia 6 5 0 millones y los alia-
dos 1,300 millones. Por otra parte, la Gran Bretaña debe a los
Estados Unidos, aproximadamente, la cuarta parte de esta
suma, o sea 850 millones de libras esterlinas al cambio nor-
mal, más los intereses de esta suma desde 1 9 1 9 . » Inglaterra
estaría dispuesta a renunciar a la totalidad de sus créditos de
guerra, pero el Gobierno de los Estados Unidos la invitó a
efectuar el pago de los intereses de sus deudas, lo que signi«
fica para la Gran Bretaña un cargo anual de 5 0 millones de
libras. Pero—prosigue la Nota—((si nuestras obligaciones in-
discutibles de deudor deben ser ejecutadas, nuestros derechos
- 38 -

no menos indiscutibles de acreedor tampoco pueden olvidarse


enteramente... No sería justo que uno de los asociados de 1^
empresa común (es decir, de la guerra) recuperara todo lo qü^
había prestado, mientras que otro, no recobrando nada, fuese
invitado a reembolsar la totalidad de sus empréstitos».
pueblo inglés, que está soportando cargos financieros niuj
pesados, no estaría dispuesto a consentir en anular los crédi'
tos del Estado británico y pagar al mismo tiempo la sunja
entera que debe a los Estados Unidos. Sin embargo, la GraO
Bretaña no reclama la totalidad de sus créditos sobre los alia-
dos, sino que se contenta con parte de ellos, la que resulte
suficiente para satisfacer sus deudas hacia los Estados Unidos.
Reclamar menos significaría soportar todos los cargos finan-
cieros de la gran guerra, y, por consiguiente, el Gobierno
inglés se reserva el derecho de pedir, a partir de una fecha
determinada, el pago de los intereses de sus. créditos sobre los
aliados. Sin embargo, está dispuesto a renunciar a toda re-
clamación en el caso de que se llegue a un reglamento general
interaliado, ya que estima que este reglamento <(sería más be-
neficioso para la Humanidad que todas las ganancias que pu-
dieran resultar de la ejecución más estricta de las obligaciones
legales».

El p u n i ó de v i s t a francés

¿ Se puede exigir a Francia que se muestre más magnáni-


ma que la Gran Bretaña, es decir, que abone sus deudas siii
cobrar nada de sus créditos sobre Alemania ni sobre Rusia?
Un artículo del diario oficioso de Lloyd George, el Daü)'
Chronicle ( 1 7 . d e agosto), indica bastante claramente que In-
glaterra quiere servirse de sus créditos sobre Francia para con-
seguir fines..ppEticos y militares. ((Si Francia—escribe el dia'
— 39 —

rio londinense—abandonase su programa de submarinos, agre-


sivo y costoso, no sólo dispondría de mayores medios para
pagar sus deudas, sino que también nosotros tendríamos más
dinero para renunciar a nuestro crédito.» Y tres días más
tarde, el Daily Chronicle añadió : ((Si el deudor pide una re-
baja, debe ofrecer algo en cambio.» Antes de ceder a la re- /
Petida petición de Alemania, Francia se acordará, segura-
mente, del consejo involuntariodel diario inglés.
En el discurso que Poincaré pronunció en Bar-le-Duc (fi-
nes de agosto) se ocupó, entre otras cosas, de las deudas inter-
aliadas. También Francia—dijo, en resumen, el jefe del Go-
bierno francés— ha contribuido con su dinero (además de sus
^•350,000 muertos y sus ocho departamentos devastados) a la
victoria de los aliados ; Italia le debe 840 millones de marcos
oro; servia, 1,314 millones; Rumania, 878 millones; Gre-
cia, 4 1 7 millones ; diversos países, 1.309 millones, y Rusia
(además de las sumas prestadas anteriormente a la guerra),
5,643 millones. Aparte de Rusia, que no puede pagar, Francia
tiene, pues, sobre sus propios aliados un crédito de 4 , 7 5 8 mi-
llones de marcos oro, es decir, la quinta parte de sus deudas
de guerra. Sin embargo, Francia no exigirá el pago de sus
créditos de guerra. ((No pensamos en absoluto—afirma Poin-
caré—en este momento en hacer efectivo nuestro crédito so-
bre nuestros aliados ; antes queremos cobrar el crédito que
tenemos sobre Alemania. Mientras tanto, nos es moral y ma-
terialmente imposible abonar nuestra deuda a nuestros ami-
gos los ingleses.» Francia puede hacerlo tanto menos que
—según la expresión de Poincaré—((desde hace tres años, en
el tratado de paz así como en los convenios ulteriores, el
acuerdo entre los aliados se realizó siempre a costa de Fran-
cia» ; es decir, que Inglaterra no prestó a su aliada el apoyo
debido cuando ésta reclamó sus créditos sobre Alemania.
— 40 —

En su contestación a la Nota de Balfonr, Poincaré escriba


que es menester hacer diferencia entre las deudas interaliadas
y las reparaciones alemanas ; las primeras fueron contraídas
con un fin común (la victoria), mientras que las indemniza-
ciones son el mínimo que los vencedores puedan exigir d^
los vencidos. Desde el punto de vista moral, la anulación de
las deudas interaliadas estaría justificada. A causa del incum-
plimiento del Tratado de Versalles por parte de Alemania,
Francia se vio en la necesidad de proceder a la reconstitución^
de sus regiones devastadas, y por esta razón no puede pagar
sus deudas contraídas durante la guerra mientras Alemania
no haya cubierto, directa o indirectamente, las sumas que
Francia adelantó y adelantará en el porvenir para reconstitiiir
sus departamentos invadidos y devastados ; estas sumas as-
cenden por el momento a unos 90,000 millones de francos
papel.
Además, Poincaré hace diferencia entre las deudas de
Francia hacia los Estados Unidos y hacia la Gran Bretaña.
Los créditos dé los Estados Unidos sobre Francia son, en
parte, créditos comerciales y no"créditos de guerra, como lus
de Inglaterra. Respecto a las deudas de Francia hacia Ingla-
terra, Poincaré pide una revisión.
En el final de su contestación, el jefe del Gobierno francés
indica que Francia ((uo reclama el pago de las sumas que le
deben sus aliados», porque ((se hace cargo de que moral y ma-
terialmente, semejante reclamación sería actualmente inad-
misible» .
Con esto, Francia se pone a la cabeza de los «Estados pro-
letarios», deudores del mundo anglosajón. El día 1 1 de mar-
za Le Temps escribió en su artículo de fondo : ((Las naciones
del continente europeo deberían pensar un poco más en sus
intereses comunes y un poco menos en la asistencia que no
— 41

les llega del otro lado del Atlántico. Francia desempeñaría


gran papel si supiera enseñarles el camino.» Existen va-
rios indicios de que el Gobierno francés está tomando el ca-
lcino preconizado por su diario oficioso.
ANDRÉS RÉVÉSZ.

El B a n c o die B a r c e l o n a a n t e el
P a r l a m e n t o e s p a ñ o l

Se nos lia remitido u n folleto interesante y substancioso, firmado por D. Se-


bastián Nadal, Presidente de la Asociación Mutua de Acreedores y Accionistas
del Banoo de Barcelona; el señor Nadal titula su folleto como nosotros estas
líneas, y en él extracta los discursos pronunciados por diferentes señores Di-
putados en las varias sesiones de Cortes dedicadas al asunto del Banco de Bar-
celona, a los que pone u n breve comentario.
Nos lia parecido vernos aludidos en el comentario que se indica; aunque
así no fuera, quedaría suficientemente justificada nuestra suspicacia por l a
razón de que esos comentarios (y muchas veces aun las palabras con que esos
comentarios se cristalizan) nos son familiares. El firmante del folleto prometo
no desmayar en su busca de responsables y e n su deseo de hallar una viable
solución.
Realmente, no ofrece demasiado el señor Nadal; nosotros en su puesto, hu-
biésemos llegado a ofrecer no ya buscar la solución, sino la solución buscada.
Ei Banco de" Barcelona puede salir de esta situación y los medios para ello no
son oosa de embrujamiento ni de hacer fruncir el entrecejo del inquisidor Tor-
quemada, si resucitase. .Por una gran masa de opinión s o n todavía tenidos
estos problemas por cosa sobrenatural y para unos cuantos. Sin embargo, nos-
otros pasando por encima de las risas y de las caras de asombro de estos po-
bres de espíritu, insistimos en que lo del Banco de Barcelona no es u n problema
de hf-cbiceria y en que nosotros vemos la solución.
Ahora bien, que esta solución cada día que pasa se hace m á s difícil de apli-
car y resultaría menos beneficiosa para los interesados, porque el mal aumenta
y la situación del Banco de Barcelona se agrava; y siguiendo e.ste sistema que
hasta ahora se ha practicado de vanos respetos y pueriles temores, día llegará en
que entre unos y otros se haya conseguido que real y efectivamente la crisis
del Banco de Barcelona le conduzca a la muerte.
Y no será por culpa nuestra que tanto y tan claro hemos hablado sobre este
asunto.
Madrid y el fluido eléctrico

Un problema que es de energía ^


de fuerza, pero que no despierta
la fuerza ni la energía de la opinióf»

Una vez más las insoportables Compañías eléctricas ma-


drileñas han puesto sobre el tapete el irritante pleito de 1^
elevación de las tarifas de suministro de energía y fluido»
pleito cm'a reproducción da la medida de la osadía y desvef'
güenza de aquéllas y de la mansedumbre del público consu-
midor.
Para resolver el asunto se reunieron en el Ayuntamiento»
con los celosos representantes del pueblo madrileño, los de laS
Empresas interesadas, y si no estuviésemos acostumbrados ^
oir los mayores desatinos y desafueros, sería ocasión de asoiTi'
brarse de los absurdos que se han dicho en el curso de IflS
discusiones para justificar lo injustificable, o sea, que laS
Sociedades que tienen el compromiso de facilitar a Madrid lu'i'
y fuerza a los precios más ventajosos, no pueden hacerlo pof-
que resulta que la explotación es un negocio ruinoso.
Esta afirmación en boca de las Compañías—aunque no
puede prosperar leyendo sus Memorias anuales—cabe expli-
- i2 -

caria, ya que lian de desfigurar los hechos para llegar al lo-


Sro de sus deseos ; pero en boca de los concejales y, sobre
todo, de los que pertenecen a las izquierdas más avanzadas,
sólo se concibe pensando en la posibilidad de halagos y dádi-
vas de las Empresas interesadas en cantidad y calidad capaces
de dar al traste con la más rudimentaria ética.
Eos perjuicios que las Empresas eléctricas producen al
país son varios y todos de gran trascendencia para los intere-
ses económicos generales. Ofrecen vender una cosa (kilovatio
bora o kilovatio año) que no tienen, y, confiando en sii hon-
rada palabra, se firman contratos de compra y utilización de
energía eléctrica. A su vez sobre esos contratos se establecen
nuevas industrias ; se cambian los motores existentes ; se
desarrollan todos los diferentes órdenes de la vida industrial,
y, como consecuencia, pierden los modos de vivir multitud de
familias de obreros, substituidos por los nuevos derivados
de la utilización de dicha energía. Se provoca, pues, en la
niaj^oría de los casos un terrible absentismo que tiene en su
día una pavorosa realidad.
En tanto llega el cumplimiento total de los contratos todo
marcha, si no bien, regularmente ; pero cuando ha llegado el
instante de utilizar esa energía, como se ha ofrecido vender
una cosa que no se tiene, es evidente que no se puede sumi-
nistrar y no se suministra.y las fábricas se paran ; los que
tenían motores de vapor o de gas reniegan de la hora en que
los hábiles agentes, verdaderos cazadores de hombres-clientes,
les sugestionaron .para firmar esas ilegales pólizas o contratos,
causa,de.su desesperación y quizá de su ruina, y luego siguen
los eslabone.s, de esta cadena de inauditos- abusos y de perjui-
cios nacionales de modo fatal.
• : Todos los ini.nistros de todos los Gobiernos y de todos los
partidos escalaji,.el ¡Pg^derjCqn distintos fines, no todos confesa-
— 44 —

"bles, y el más general es el de crear nuevas plazas para colo-


car pingües a amigos, deudos 3' parientes. Como nosotros sen-
timos la misma debilidad, pensamos que si fuéramos alguu-''
vez ministros de Fomento o de Hacienda nos sería fácil colo-
car a la parentela y a nuestros incondicionales a expensas del
Erario de una manera bien sencilla.
Hasta ahora el personal encargado de la inspección de las
Empx-esas eléctricas investigan solamente la tributación por
producción, consumo y alquiler de contadores. La defrauda-
ción o las equivocaciones—pensando piadosamente—son de
tal naturaleza que varios inspectores perciben correctamente
en concepto de dietas, multas o lo que sea, 150,000 pesetas por
cada visita que giran y hay alguno que gira una visita anual.
¿ Cómo lo hacen ? Solamente con las Empresas relativamente
modestas, con las fabriquillas de mala muerte, con los hiiér-
fanos de influencia oficial. Las que pueden alquilar un caci-
que (ex ministro, ex subsecretario, diputado) y presentarle
públicamente como víctima o como verdugo en su Consejo de
Administración, resultan inmunes.
¡ Desdichado del infeliz inspector, desdichado del funcio-
nario público que se atreva a formarles expediente o simple-
mente a pedir una aclaración a las relaciones juradas que to-
das, en virtud del principio de la igualdad ante la ley, deben
presentar! Con la rapidez del ra3-o aquel inspector, tal fun-
cionario, con razón o sin ella, se encontrará destituido, some-
tido a expediente o trasladado.
Tal ocurre con las poderosas Empresas que explotan al
público de Madrid y sus valedores son los que ahora tratan por
todos los medios de lograr la autorización para elevar las tari-
fas, ya de suyo abusivas.
Nosotros aplicaríamos a todos la ley. Crearíamos un nue-
vo impuesto que pesaría sobre los que hubieran procedido con
— 45 —

incorrección o mala fe manifiesta. Este impuesto consistiría,


en obligar a pagar, bajo amenaza de incautación por el Estado„
a las Empresas productoras de energía eléctrica o re^'endedo-
ras de la misma, igual cantidad, ni más ni menos, que paga
el modesto taller de broncista, el modesto impresor, etc., por
la fuerza que declara necesaria para su industria.
Así no se daría el caso de que alguna Empresa constituida
para vender energía eléctrica producida por saltos de agua
diga que no puede cumplir sus contratos porque las huelgas
han motivado la suspensión absoluta del siiministro de carbón
cuando su misión no es producir a base de éste, sino tener s u s
instalaciones hidroeléctricas en condiciones de cubrir todas las
demandas del consumo a que se ha comprometido.
Pasando por alto otros abusos, no dejaremos de consignar
los que suponen la limitación de energía y la sistemática ne­
gativa de suministro y contadores, existiendo una disposición
en virtud de la cual ninguna E m p r e s a de producción de ener­
gía eléctrica que haya exigido concesión o autorización del
Estado, provincia o Municipio o que haga uso para el tendidO'
de sus líneas de redes de distribución de terrenos del dominio
público, no podrá negar el suministro de fluido a ningún par­
ticular o industrial que lo .solicite, ni suspenderlo a los abo­
nados que estén al corriente en el pago de sus cuotas, en tanto
tenga la Empresa medios técnicos para efectuar aquél. Estos
medios técnicos no deben de faltarles, porque al constituirse e x ­
puso sus proyectos, sus planos, sus recursos hidroeléctricos y,
al ser aprobados por los técnicos oficiales, excusado decir
que se les reconoció implícitamente que estaba en posesión de
los necesarios elementos para llevar a cabo sus compromisos.
E l pretexto del prolongado estiaje y de la carestía de car­
bón es falso y baladí. Primero, porque esas Empresas no se
han comprometido a producción térmica determinada para.
- 46 -

responder a las demandas del consumo, sino a satisfacer éste


a base de sus saltos de agua ; segundó; que para el caso
un prolongado estiaje, deben tener tomadas sus medidas y
poseer reservas de combustible a fin de garantir el alimento de
sus instalaciones y tercero, que no es cierto que el carbón siga
cotizando los altos precios del período de la guerra, sino que
vale la mitad más barato que entonces.
Una medida eficaz sería, sin duda alguna, el revisar laS
declaraciones de instalaciones o potencia de los saltos que cada
Compañía explota, obligándolas a introducir en ellos las me-
joras y ampliaciones que requiere el aumento progresivo del
consumo ; y otra de no menor virtualidad sería el prohibir la
salida o reventa fuera dé la energía producida para el consumó
madrileño y comprometida con el comercio y con la industria.
En cuanto a la elevación de las actuales tarifas, ahora
menos que nunca está justificada,' entre otras muchas razones
porque toda clase de materiales necesarios a las instalaciones
se ha abaratado y la tendencia deVmercado de los mismos es
cada vez más inclinada a mayor baja ; porque una buena par-
te de aquéllos se producen ya en España y no hay necesidad
de importarlos del extranjero, con evidente economía 3^ por-
que, en una palabra, el negocio viene rindiendo tanto o más
utilidad que en la mejor época del mismo.
Y para hacer esta afirmación nos atenemos a los datos ofi-
ciales de las propias Compañías.
Por ejemplo, la Unión Eléctrica Madrileña ha obtenido
en 1921 ün beneficio de más de millón y medio de pesetas y
distribuido un dividendo de 5 por 100 ; la Mengemor ha sal-
dado el mencionado año con una utilidad de más de un mi-
llón y ha repartido a sus accionistas un 8 por 100 ; la Hidro-
eléctrica Española ha logrado unas 800,000 pesetas, de las
•que aplica a remuneración del capital acciones nada menos
— 47 —

que 600,000 pesetas, y la Electra Madrid, esta Sociedad qué


al constituirse prometió al pueblo madrileño que daría gratis
o poco menos fuerza y luz y que es el alma de todo el movi-
miento en favor de la elevación de las tarifas, ba cerrado sus
balances con 2 millones de pesetas de utilidad, superior a to-
dos los que ba obtenido desde su fundación. Véase, si no el
siguiente detalle :

. • _ D I V I D E N D O S A . X A S AfiCIfilSES
Beneficios A Serie B Capital sobre el
ANOS - ^^'^'5 ^ ^ - C i ! _ _ - ^ que se ha efec-
Pesctas '' toado el reparto
Pesetas Por lOO Pesetas Por loo

1911 173,729)
3'45 1'72 3'45 12.000,000
1912 181,688 ( 1'^^
1913 558,187 .19'50 3'90 1'95 3'90
1914 1 283,278 20 4 2 4
1915 1.222,428 20 4 2 4
1916 1.312,105 20 4 2 4
1917 1 421,626 22'50 4'50 2'25 4'50 22.000,000
1918 1.450,678 22'50 4'50 2'25 4'50
1919 1.810,997 25 5 2'50 5
1920 1.934,833 25 5 2'50 5
1921 2.019,678 25 5 2'50 5

Nuestra labor no es ciertamente de destrucción o nega-


ción, sino de crítica imparcial positiva y creadora. Nuestra
modestia y sinceridad, que nunca se ha dejado sobornar'por
nadie, nos obliga a limitarnos al papel de veraces indicadores
de los hechos, puesta la vista en lo que más interesa a la eco-
nomía nacional.
Contra las maquinaciones de las Empresas, prevalidas de
que cuentan en su seno, desde el presidente del Senado hasta
el más insignificante diputado, cabe y debe acometerse una
campaña, una enérgica acción común para que no se lleve a
efecto el despojo que hoy pretenden, pues no hay razón técni-
ca ni financiera que abone en manera alguna el aumento de
48

las tarifas y mucho menos las cortapisas y abusos que se


cometen con los industriales y comerciantes, negándoles o
restringiéndoles fuerza y fluido que necesitan para desarrolla^
y mantener sus negocios, tan respetables como otro cual-

B a n c o de Tarrasa
Los acuerdos adoptados por la Junta general de accionistas del Banco d«
Tarrasa, celebrada la semana última, han correspondido a la expectación des-
pertada por la misma, no solamente en dicha plaza sino en la de Barcelona.
Como recordarán los lectores, cuando en. noviembre de 1919 se exteriorizó
la crítica situación por que atravesara la mencionada entidad de crédito a con-
secuencia de los arriesgados y malos negocios en que se interesó durante todo
el período de la gran guen-a, los Bancos y banqueros catalanes constituyeron
una sociedad anónima con capital de 25 millones de. pesetas para salvar a 'aqué-
lla del conflicto en que se encontraba; pero no solamente se evitó o aminoró
éste, sino que el nuevo organi.smo, denominado Crédito Bancario, ha resulta-
do un completo fracaso.
Después de dos años de apremios y dificultades y de haberse requerido los
buenos oficios de ami,!rables componedores, éstos han dictado un laudo de más
de 100 folios, en virtud del cual el Crédito Bancario se reintegrará de los Con-
sejeros del Banco de Tarrasa seis millones de pesetas de los nueve, aproximada-
mente, que en definitiva resultará acreedor después de la liquidación de las
antiguas cuentas, efectuándose el pago por medio de letras a noventa días y
obligatoriamente renovables.
He aquí las cantidades que con-esponde reembolsar a los citados señores
Consejeros:
Señor Salvans, 1.506,22.3 pesetas; señor Alegre, 1.129,748 pesetas; señor Soler,
j.129,745 pesetas; señor Barata, 753,166 pesetas; señor Mata, 451,900 pesetas;
señor Mauri, 376,583 pesetas; señores Valles y Pujáis, 301,266 pes3tas; señor
Pujáis, 301,266 pesetas; señor Escudé, 50,000 pesetas.
El laudo a que aludimos propone la reconstitución del Banco :.ntdiante la
emisión de un capital de 5.000,000 de pesetas eu Bonos preferentes al 6 por 100
de interés y separación de las operaciones anteriores y futuras, reduciéndose
las acciones viejas a una cviarta parte de su valor nominal.
Como verán nuestras lectores ha ocurrido todo cuanto liemos vastado anun-
ciando en PUBLICACIONES DE ACTUALIDAD.
Las Agencias de Informes
(Véase nuestro número anterior)

No son Bancos
Decíamos en nuestro número anterior que debieran los
Bancos prohibir que se usase el nombre dicho de ((Banco»
a las Agencias informativas, así como también a aquellas-
entidades que sin ser, en realidad, Bancos, se titulan de este
modo con uso y abuso de la denominación.
No es esto un atentado contra ninguna libertad, y sí tan
sólo una elemental medida de higiene comercial, que algunos;
países tan modernos y de amplias orientaciones como la Re-
pública de Cuba, ha acogido ya en su legislación, y ello nos
comprueba lo ya dicho por nosotros.
Efectivamente : en el proyecto de legislación Bancaria
que recientemente ha puesto el Gobierno de la Isla en manos
del presidente de la República, se dice':
((Artículo 1 1 4 . Ningún individuo, firma. Corporación,
Sociedad, Compañía o Asociación, se podrá dedicar al nego-
cio bancario, ni ostentar o usar ningún signo que contenga la
palabra BANCO, ni podrá usar dicho término en su nombre,
papel o anuncios, ni se anunciará como Banco si no está de-
4
— 50 —

bidamente autorizado para funcionar como Banco, ya que ^


uso de la palabra BANCO sólo podrá otorgarse a los Bancos y
•banqueros nacionales o extranjeros que se organicen conforiD^
a las disposiciones de esta Le3^ y estén debidamente autorizados
por la Comisión Nacional Bancaria.»
Con lo que viene a confirmai-se que en Cuba andan niáS
dispuestos que en España para corregir todo aquello que p^'
rezca irregular. Claro es que no hay que comparar aquell*^S
Bancos con los nuestros eij lo referente al estudio que se hac^
de la legislación bancaria.

Lo que hacen los Bancos extranjero^


Y no hablo de los Bancos extranjeros. Sonroja un poco : se
siente el bochorno de nuestra inferioridad, al oir decir a lo^
•empleados de los Bancos extranjeros cómo tienen ellos moO'
tado su sistema de información. Me decía uno de estos em-
pleados y de alta categoría, por cierto, que en algunos existe
una sección técnica informativa para el estudio de todo lo que
se dice en la Prensa relativo a situación financiera, negocios
etcétera, y otra para el examen de valores, mercancías expol
tadas e importadas, situación del país en sí y comparado co
los demás países, y todo aquello conducente a un mejor fin.
Y como si esto fuera poco, tienen todavía una tercera sec
ción destinada a recoger datos sobre la capacidad intelectual
moralidad y solvencia de los componentes del negocio estable
cido o que se piensa implantar.

Cómo se procede en Españ^^


Pero aquí el sistema de información se lleva con tales de-
ficiencias que se da el caso asombroso de que recientemente
— 51 —

anunciasen los periódicos- la quiebra de una casa de Banca


zaragozana, sin que en los Bancos se tuviera noticia déla casa,
de si les afectaba o no el suceso o era su corresponsal.
Aunque dicen que como muestra basta un botón, no puedo
substraerme a la tentación de exhibir otro de mayor cuantía,
que data de cuando la suspensión de pagos del Banco de Bar-
celona. A los seis o siete meses de esta suspensión, el Banco
pedía informes a distintas Agencias para conocer con exac-
titud la situación de los deudores y acreedores, pues los que
conservaba la entidad referida en suspensión de pagos, eran,
en su mayoría, contradictorios o antiguos. Y a muchos de los
interesados se les había concedido crédito sin más anteceden-
tes que datos de tres, cuatro y cinco años antes. Es más : yo
he presenciado cómo un informador encargado por este Banco
de la información, la copiaba del libro Amiario informativo
de la Banca, Industria y Comercio, publicado con año y me-
dio de anterioridad. Si el Banco lo duda, examine bien los da-
tos informativos que por determinados agentes se le facilita-
ron y cotéjalos con los del libro dicho. Con ello quedará con-
vencido de la veracidad de nuestro aserto.

Hablando con un jefe de


información de un Banco
Sobre estos extremos, llevo muchas conversaciones soste-
nidas con los jefes de información de los Bancos, y entre las
varias que pudiera citar, elegiré la que he mantenido con el
de un Banco hispanoamericano, cuya central radica en Ma-
drid.
El jefe de información a que me vengo refiriendo, y que
es hombre correctísimo, cariñoso, trabajador y simpático, me
recibió amablemente en su despacho, y cuando le manifesta-
— s e -
rnos que nuestro deseo era conocer todo lo referente a la or-
ganización del servicio de informes que tiene establecido
la entidad bancaria aludida, muy complaciente se muestra
dispuesto a facilitarme cuantos datos desee conocer. En v i s t 3
de esta amabilidad y de los ofrecimientos espontáneos que
había hecho anteriormente, yo esperaba de él que me enseña-
ría el archivo ; pero ahora, después de publicado el priineí
artículo de esta serie en PUBLICACIONES DE ACTUALIDAD, pa-
rece ser que no se ve en él aquella gentileza de un principio,
ni tampoco fué insistido para que cambiase de actitud, pueS
aunque él se crea lo contrario, conocemos como él mismo sü
archivo y los 15 ó i 6 empleados que lo integran. Por otra par-
te, en la Banca actual se hace secreto de todo, hasta de laS
inversiones del dinero se les guarda secreto a los dueños de
éste. ¿Qué puede, pues, sorprender estos otros misterios?
Así, que nos limitamos a preguntar sobre lo que habíanio!
supuesto que íbamos a ver, y la primera pregunta fué la si
guíente : Creo que tiene usted un buen archivo, ¿me podrí
decir el número de informes que lo componen ?
Yo conocía de antiguo el archivo de informes de la cas
Ungría, que, según tengo entendido, ya no trabaja ; lo p r
mero que se hacía en esta casa cuando se recibía la visita d
algún cliente, era preguntarle a uno de los empleados de 1
casa por el número de informes existente a la sazón en el ai
chivo, el cual contestaba que uno, dos, tres, cuatro o cinco
millones, según le pareciera. Pues, como nada nuevo ha}'
bajo el sol, a este Banco le pasa lo mismo ; tampoco el jefe de
información con quien hablo sabe el número de informes que
se custodian en su archivo ; pero llama al teléfono interior y
dice a una señorita que le ponga en comunicación con la
Sección de informes, y, después de esta diligencia previa, con-
testa en seguida la persona que está al frente de la vSección,
— 53 —

*Íiciendo que, aproximadamente, el ntimero de informes será


un millón.
Tomados estos datos, nos cuenta acto seguido nuestro in-
terlocutor que de los distintos carnets que tiene sólo liace uso
eomo datos, pero sin fiarlo todo de ellos, porque todos los in-
formes son directamente obra suya o, cuando menos, están
hechos bajo su dirección y constantemente rectificados. Como
nos consta la importancia que tiene la creación de un archivo,
doblemente cuando se trata de casa tan importante como este
Sanco en cuestión, estas manifestaciones resultan exageradas
y algo distantes de la verdad ; porque esta rectificación, aun-
que no fuese realizada más que trimestralmente, no puede ha-
cerse con el reducido número de 1 5 ó 1 6 empleados y porque,
aun sin pagar los informes, se necesitan muy cerca de 2 mi-
llones de pesetas anuales sólo para gastos de Correo, papel y
empleados. Queremos creer que los Bancos no escatiman gas-
tos en ningún caso, sobre todo si el empleado que lo dirige
merece su confianza y es de utilidad. Pero precisamente, el
Banco que nos ocupa, a pesar del negocio que hace, y por mu-
cho que nos duela confesarlo así por la simpatía que nos ins-
pira, escatima mucho en el Correo y en el personal y en otras
muchas cosas que no debiera, siendo un error creer que su
archivo es el mejor y que nadie puede contar con los elemen-
tos que él. Y lo prueban estas dos equivocaciones, estas dos
afirmaciones tan inverosímiles y tan fantásticas.
Ya las hemos refutado, y aun le diremos más : que sin
ver su archivo podemos asegurarle que no es un millón de in-
formes los que tiene, que lo deje en la mitad y estaremos con-
formes. No le extrañe esta afirmación nuestra, que no hemos
penetrado aún totalmente en los secretos de la Banca, como lo
demuestran nuestras PUBLICACIONES DE ACTUALIDAD y que
lo hacemos guiados por la admiración que sentimos hacia el


— 54 —

Director encumbrado en el puesto en que él lo está, debido,


no tanto a su reconocida buena suerte cuanto a sus condiciones
especialísimas de buen director, cuales son oir y callar, sobre
todo esta última habilidad, la de callar, la domina ; y es bue-
na cosa callar para no decir tonterías y no dejar traslucir cofl
palabras la falta de capacidad financiera. Bs muy triste, pero,
desgraciadamente, ocurre con algunos Bancos lo que con al-
gunos políticos, que gozan de gran renombre y que si se les
examina bien resulta que no tienen nada dentro ; son globos
que ha hecho elevarse el aire que les hincha, pero que. no son
más que eso : apariencia y aire ; aunque como están arriba,
todo el mundo los ve y sabe de ellos. Mas, volvamos a lo que
a nuestro propósito interesa.
El referido jefe de información dice que, aparte las Agen-
cias a las que está abonado, se vale para sus informes direC'
tamente de sus corresponsales provincianos. Otro error gran-
de, y es lástima que, despojándose de su investidura de Di-
rector de Sección de una entidad, no emprenda un viaje,
como simple particular, por los pueblos de España para apre-
ciar que los informes que peor se sirven son los de los mismos
corresponsales a los Bancos que representan ; cosa muy na-
tural, porque las agencias de información abonan una o dos
pesetas por informe, en tanto que los Bancos no satisfacen
nada por este servicio.

Los corresponsales

Se nos dirá que, aunque las Agencias paguen la informa-


ción mejor que los Bancos, éstos también dan negocio a los
corresponsales. Cierto, pero, aparte de que ya sabemos la can-
tidad que en los pueblos principalmente abonan estos Ban-
cos por el cobro de letras y demás operaciones, además piden
— 55 —

los informes de forma tal que, según muy bien me decía un co-
rresponsal en una plaza importante de un Banco hispanoame-
r i c a n o , parece que sea un mandato que obliga a una sumisión..
indiscutible, y hay que irles haciendo a otra idea, pues no era-
cosa de soportar este imperativo, después de que si fuesen a
servirse todos los informes que los Bancos solicitan sin re-
muneración necesitarían montar una oficina sólo para ello y
arruinarse viendo cómo a ellos se les escatimaba el pago de su.
trabajo, en tanto que los señores del Consejo de Administra-
ción se reparten unos grandes beneficios por no hacer nada.
Y esto nos explica, por falta de interés, lo que se extracta en
los informes que se sirven a los Bancos y que muchas veces
son pedidos precisamente para su comprobación, para ver
si, efectivamente, están pedidos por el corresponsal a quien se
le pidieron los datos y adquirir esta certeza, pues se dan ca-
sos, por ejemplo, en la sucursal de Sevilla, en que los corres-
ponsales que facilitan los informes a los Bancos de la pobla-
ción andaluza son los mismos qu^e los facilitan a las Agen-
cias establecidas.
No es este el camino para obtener una buena.información
y los primeros equivocados han sido los Bancos en la forma
de montar y practicar este servicio. Recientemente, en Bar-
celona, se reunían un día determinado de la semana con los
agentes y corresponsales informativos cada uno de los jefes
de información de los Bancos establecidos encargado de hacer
los informes de un gremio determinado. Al principio, todo
iba bien. Después empezó a correr el rumor de que había
quien, como vulgarmente se dice, aplicaba el ascua a su sar-
dina, trabajando en propio interés y tomando notas, para ha-
cer clientes, de aquellos interesados que tenían antecedentes
favorables. Esto ha enfriado las relaciones entre los jefes de
- 56 -

información y hoy esta organización privada ha desapare-


cido.
Creo que nada se ha perdido con esta desaparición, p u e S
los servicios de información deben estar establecidos en los
mismos Bancos y no en el café de Novedades. En los mismos
Bancos y con corresponsales distintos para cada gremio, y»
muy principalmente, con un director de altura que fuese de
provincia en provincia organizando el servicio sobre el terreno.
Si nos expresamos de esta forma, no es por desdeñar a na-
die y lamentaríamos que persona alguna determinada se sin-
tiese aludida. Habla en nosotros la voz de la experiencia.
Y se la debe oir.
L. DEL ARCO.

Los empleados de C a s a s de Banca


Los que sean nuestros lectores fieles y asiduos, habrán visto la atención que !
hemos dedicado a las pretensiones que acerca del régimen del trabajo en los
Bancos y Casas de Banca tienen los empleados de este ramo; y liabrán visto
que en uno de nuestros artículos llegábamos incluso a temer y a anunciar que
estallase una huelga de este sufrido y abnegado personal. No es que la fomen-
tásemos ni la justificásemos; más bien por el contrario, tratábamos de evitar-
la señalando sus muchos inconvenientes y ninguna ventaja y .calificándola
de arma de dos filos. Nos limitábamos, pues, a dar la voz de alarma ante un
peligro visto.
Pues bien; la huelga que nosotros presumíamos ha estado a punto de plan-
tearse en días recientes pero, por fortuna para todos y buen juicio de todos
también, ha quedado en suspenso en tanto que se ventilen ciertas pretensio-
nes y se limen ciertas asperezas nacidas de diferencia de criterio y de la lógi-
camente distinta posición que han de presentar en el tablero cada uno de los
peones que intervienen e n esta jomada.
Nuestro deseo es que esta tregua se convierta en una p a i definitiva.
L a s q u e j a s del p ú b l i c o

Siguen a la orden del día las quejas del público sobre las
deficiencias del servicio de Correos, tanto que el nuevo Di-
rector General de Comunicaciones ha acordado nombrar un
jefe de reclamaciones para que se haga eco de ellas. Algo es
algo y pidamos a los clementes cielos que el flamante jefe de
reclamaciones no se limite a asentarlas en un libraco con es-
píritu de coleccionista, como las niñas guardan cromos e imá-
genes de santos entre las hojas de sus libros de devociones,
y nada más.
El caso merece más atención, sobre todo por lo que al pe-
queño comercio se refiere ; es un problema de iirgente solución
la marcha normal de los servicios postales.
A este aspecto del conflicto de Correos se refiere el artícu-
lo que, a raíz de planteada la huelga, publicó nuestro director,
señor López del Arco, en L a Voz, nuestro querido colega noc-
turno, y al cual remitimos a los lectores de PUBLICACIONES
DE ACTUALIDAD.
Ei problema del papel^
(Continuación)

Principales sucedáneos españoles


que se han obtenido ^
Acaicid
La coi'teza de la falsa acacia es espesa. Una sabia abundan-
te y viscosa circula entre la albura y la libura. Esta última se
separa en todo tiempo bastante fácilmente de la albura, pero
principalmente en la época de la sabia. La libura se compone
de un gran número de hojitas superpuestas concéntricamente
las unas a las otras, y todas a la epidermis que las recubre y
que resulta más y más rugosa a medida que el árbol va enve-
jeciendo.
Esta corteza en su conjunto es tal que se presenta cuando
se la separa de la albura, sin diferir gran cosa de las de otros
árboles.
Bajo la influencia de una maceración conveniente la epi-
dermis se separa de la libura y las capas licuosas que consti-
— 59 —

^nyen esta última, se separan fácilmente unas de otras en otras


^^antas hojas muy finas y susceptibles de ser divididas en fila-
mentos más o menos tenues, pero bastante flexibles y resis-
tentes a la vez para producir una hilatura propia para ser tor-
cida y empleada bajo la forma de un hilo grueso.
Por lo que se ve, esta corteza puede formar una materia
excelente para la confección de una pasta para papel.

Aguias de abeto y de pino


Se puede obtener una buena pasta de papel tratando las
agujas de los pinos y de los abetos mediante bien fáciles y
sencillas operaciones.

Alfa
El alfa, designada con frecuencia con el nombre de espar-
to, es conocida en España con el de «Atocha», que se aplica
a la planta viviente, en tanto que las hojas, parte de la plan-
ta puesta en obra por la industria, se llama esparto.
Esta planta es de la familia de las gramíneas y puede al-
canzar una altura de un metro. Se presenta en mazorcas ca-
belludas soportadas por un tronco vivaz que rebasa apenas el
nivel del suelo. Los tallos son delgados y articulados separa-
damente sobre el tronco. Son planos largos y muy estrechos y
duros que hacia la época de la madurez, toman, la forma cilin-
drica del junco.
^ Uno de los principales puntos de producción es España.
Los terrenos silícicos ferruginosos, los menos propios para
los cultivos en general, le convienen'perfectamente. Un cui-
dado regular mejora las condiciones de calidad y cantidad dé
sus hojas ; pero aunque se le abandone la planta no muere,
ni el tronco vivaz sobre el que las hojas muertas permane-
— 6o —

cen no produce por eso menos nuevas hojas y no es raro


contrar sobre el mismo tronco hojas de tres años sucesivos-
Cultivada o no, esta planta, por su vigorosa constitución, de-
be calificarse entre las vegetales a las cuales la industria pue-
de demandar una materia primera de recolección segura.

Alga^
Con los vegetales marinos se puede obtener pasta de papel
que, combinada con otras, pueden dar papeles muy baratos que
rivalicen en tenacidad con los fabricados con trapos. ^

Aserrín
L,a utilización del aserrín de madera en la fabricación de'
la pasta del papel necesita algunas precauciones especiales
que consiste en introducir el aserrín para ser molido entre
unas muelas rayadas que marchan a una velocidad de ciento
cincuenta vueltas por minuto bajo una corriente de agua que
al salir de las muelas es vertida en toda la extensión de un
cilindro de tela metálica que marcha muy lentamente y per-
mite a la mayor parte de la pasta introducirse en el centro del
cilindro para venir a verterse por un orificio circular practi-
cado en el centro de uno de los extremos en un conducto des-
tinado a conducirla sobre dos cilindros, continuando la serie
de operaciones hasta dividir la pasta en tres grosores distintos.

Bagazo
El bagazo es el residuo llanoso del tratamiento de la caña
de azúcar.
Los bagazos son batidos por medio de un pilón en agua
sin cesar renovada hasta que esta agua quede desprovista de
todo gusto azucarado y completamente incolora ; la materia
— 6i —

así grandemente macerada se sumerge en una lejía sosa caús-


tica en frío y después de una hora se lleva la lejía a la ebulli­
ción durante otra hora teniendo cuidado de agregar agua h i r -
'^lendo de cuando en cuando para substituir al líquido evapora-
Luego de esta cocción la materia ya disgregada se lava en
agua abundante lo más perfectamente posible sobre un tamiz
fino, se somete al blanqueo 3^, finalmente, se lava la pasta por
dos veces más y se refina.

Cardo
E l cardo suministra una cantidad considerable de, largos
filamentos muy tenaces que, bien preparados, dan una pasta
propia para la fabricación de papeles m u y consistentes, lo
mismo la planta verde que la seca. E n el primer caso se le
somete a u n cardado como el del lino y a u n lavado con agua
pura o un ácido m u y diluido, por medio del cual se le extraen
las materias mucilaginosas. E l cardo se reduce a pasta por los
procedimientos ordinarios, y como sus fibras son m u y resis­
tentes y de buen color se unen m u y bien entre sí y apenas si
son arrastradas por el agua, dando un papel m u y tenaz que
no precisa el blanqueado.

Heno
E l heno, como casi todas las substancias análogas, se for­
ma por materias fibrosas reunidas entre sí por una materia
grasa y resinosa a la vez, que se opone a la disgregación, hace
bastante larga la colada y produce un desperdicio de algu­
na consideración remediable con el uso de las lejías acidas,
y no tiene una composición uniforme, pues es una reunión d e
plantas diversas, variable según las comarcas, la estación y la
naturaleza del suelo.
— 62 —

Las praderas húmedas y pantanosas dan un producto casi


sin valor, largo, exento de materias colorantes, rebelde a*
blanqueo y poco propio para el alimento de los animales, q^^
lo rechazan ; así, pues, no tiene apenas otro empleo que pa.ri
las cuadras ; y, sin embargo, este heno de inferior calidad e^
el más fácil de tratar y el que da la pasta más uniforme, m a S
pura y larga y la más favorable en todo para la fabricación del
papel.

Maf«

Se ha encontrado el modo de quitar de las hojas de esta


gramínea la sílice y las materias gomorresinosas que la incrus­
tan y, por consiguiente, hacerlas propias para la fabricación
del papel de todas clases superior, en cierto modo, a las obte­
nidas con los trapos solos. Como la hoja de maíz contiene ya
por naturaleza cola bastante (fácilmente eliminable si así se
desea) se necesita muy poca más para hacerle apto ; en cuanto
a su blanqueo, se puede hacer con mucha sencillez porque,
desde luego, está muy débilmente coloreado.
Es un papel más fuerte j tenaz que el ordinario y, pof
estar limpio de sílice, no tiene la fragilidad de los papeles de
paja común.

Morera

Descortezando las ramas de la morera a medida que se las


corta y sometiendo las cortezas brutas a un amasado especial,
se obtienen correchuelas verticales despajadas y de epidermis
obscura conteniendo de 50 a 60 por 100 de fibra pura.
La descortización de todas las ramas provenientes de la
corta de una hectárea de moreras puede producir un valor de
150 pesetas.
- 63

Similar del algodón por la dimensión y finura de sus ñ-


^ras, la hilaza de la morera es muy superior a la de aquél
por su tenacidad y brillo, siendo, además, un excelente suce-
dáneo del papel por el precio módico del costo y la facilidad
con que puede trabajarse.
P u l p a s

Ivas de las patatas y las remolachas que pueden trabajarse


juntas o separadamente, son las pulpas de más general em-
pleo como sucedáneas de los trapos, mezcladas con cierta can-
tidad de pasta de trapos comunes o papeles viejos.
Estas pulpas pueden usarse crudas o cocidas a voluntad,
según la clase del papel o cartón que se pretenda obtener ;
pero lo mejor para conseguir un grado de conveniente tena-
cidad en la pasta, es mezclar una parte cocida con otra cruda.

Trigo

Ea corteza de trigo se emplea con éxito en Italia desde


el siglo xviri; pero los procedimientos se habían perdido.
Hoy día se ha emprendido de nuevo esta fabricación a la
que atribuyen las ventajas siguientes :
Obtención de un papel superior en varios puntos con rela-
ción al de trapos. Empleo de muy pequeña cantidad de cola
para el encolado de papel de escribir. Procedimiento de blan-
queo simple y rápido, pudiendo prescindirse de esta opera-
ción cuando se trata de papel de embalaje, pues teniendo la
pasta naturalmente una ligera coloración resulta inútil el blan-
queo.
Además, este papel es más fuerte que el hecho a base de
trapo y no es quebradizo como el de paja ordinaria.
(Continuará)
I N D I C K
Páginas

L a ficción del balance bancario único 3


L a n u e v a e m i s i ó n de o b l i g a c i o n e s 8
L a moral del e m b u s t e .14
L a crisis de la H a c i e n d a pública 19
Ordenación bancaria 23
Carta abierta 29
E l Ministro del T r a b a j o protege a L a Equi­
tativa 32
L a s deudas interaliadas 36
Madrid y el fluido eléctrico 42
L a s A g e n c i a s de Informes 49
E l problema del papel (continuación) 58
HUMERO V
El B a n c o dm E s p a ñ a t r a b a j a s i n c a p i t a l y f u e r a d e l a l e y

^ Historial.—Los orígenes del IJanco de España.—Privilegio de Emisión.—Ley de 3 de


"layo de 1902.—Convenio de Tesorería.—Ley de 14 de Julio de 1891.—El Banco de España
rabaja fuera de la Ley.—^Abusos e ilegalidades de nuestro primer establecimiento de cré-
"i¡o.—Saiicioiíandü ilegalidades.-.No responde a sus funciones de Banco Nacional.—El
.'^c'niieii Je. los Bancos extranjeros en emisión.—La futura participación del Estado en
JOS beTielioios del Banco de España.—Los peligros del régimen de cambio y la produc-
^'on aurífera.—La difusión del crédito.—Ventajas del privilegio de emisión y sus di-
í?rencias con el negocio privado.—Necesidades de instituciones industriales y agrícolas.—
l'tro ejemplo de oligarqnía financiera.—Como realizan los Bancos extranjeros losfinesde
í^rotección agrícola.—Labor existente en España.—Lo que aún queda por h a c e r . - E l señor
"-•ambo y sus «uialabarismos)).—^Las nuevas obligaciones del Tesoro.—^El proyecto de orde-
nación bancaria.

NUMERO VI I
Loa e s c á n d a l o s e s p e c u l a t i v o s financieros.-Bancos que se derrumbaál

Dando las gracias.—La lepra de las oligarquías.—La ordenación bancaria.—^Los es-


cíndalos de la alta Banca.—La colocación de acciones y la caza del Palles.-El objeto y los
ifinitao i „ Tr.nr;ii(.vín íil m'omulfiMrse SU restablecimiento.—^La «Banca Italiana di Sconto»

SOLIRE LA VIDA SOCIAI UE j . u u i a . — . . ^ . . . . . . . . . . . . . .

nomía.—En el Parlamento y e n la Prensa.

NUMERO VII
L o s A l t o s H o r n o s c o n t r a el i n t e r é s g e n e r a l . — D e V i l l a v e r d e a C a m b ó -
Situación Financiera
Los «Altos Hornos de Vizcaya» contra el interés general (Fundación y aportaciones
verdaderas de esta sociedad.—^Lo que dicen sus memorias anuales.—^La codicia de sus con-
sejeros.—Abusos y protecciones arancelarias).—De Villaverde a Cambó.—(Historia"del Te
Eoro Esjiañol desde el año 1900 hasta iiTipatrna d.faia_Trf) iVioñár, íIp. inq m.Pí„n„m:tne
—^La acción de España e n Marruecos.—1
litar.—Nueva crisis de la ¡leseta.—Ganib
Cataluña.—El régimen de los Bancos y

NUMERO V i l l
i n c a p a c i d a d i n t e l e c t u a l d e a l g u n o s d i r e c t o r e s d e ia B a n c a . — C a u s a s
de l o s d e s a s t r e s pasados.—Más a c e r c a de ios r e s p o n s a b l e s finan-
cieros

Dos intervius interesantes,, con el director del Banco de Barcelona y con el director
del Banco de Tarrasa; Urquijo rechaza emisiones que l e propone la casa Arni'is-Garí;
huelga de Banqueros.—Sobre la Banca Italiana di Sconto y la situación financiera en ge-
neral de Italia.—Para el Banco di Roma.—^La protesta contra Beltrán y Musitu.—El Ban-
co de Barcelona y el contrato de cuenta corrientes sin interés: (Sentencia interesante).
—^El Consejo Superior Bancario.—Los Agentes de Cambio y Bolsa.

NUMERO IX
La eodioia de ia B a n c a . — L o s m o d e r n i s m o s Bancarios

Modernismo bancario.—Ordenación bancaria.—Las Sucursales del London County.—


ínnovacionas tributarias.—Un voto de confianza para la Unión Monárquica Nacional y los
Albistíis.—Piíra el.Director del üanco lIi=p<'i]io Americíino.—Los escánd;ilo# de la cita Rnn-
ca : Coiitiiiuaeióu (Lns pérdidas las emisiones y el Sindicato de BaiKiiieros).—Los em-
pleados de Banca y Bolsa.—Tiidiscrecio;ies mensuales: (La tiranía de Urgoiti; el lianco
de Barcelona y la reforma del Góciigo; las divisas extranjeras; el dinero caslellaao eu Ca-
taluña ; ia vuelta del ])alrón o r o ; sobre el Bonico de Cliiiei.—El ¡iroblema del j)apc!: íli'S-
toria de la Papelera Española; El caso Urgoiti; orígenes y factores de este problema; las
exportaciones y el precio del carbón como f tctovcs jiriücipales; (.'rgoili en el Ateneo).
Millonarios en la miseria.

NUMERO X
La dictadura económica y l a s especulaciones e s c a n d a l o s a s de los
g r a n d e s negocios y ia banca

Los escándalos de la alta Banca y los grandes negocios.—Las emisiones d<; valores
del primer trimestre de 1922.—(El Tesoro; Banco de Crédito Industrial; La usura del
Banco Hipotecario; El crédito d e las cooperaciones oficiales; Los ferrocarriles de! Norte,
el Metropolitano Alfonso XII, las sales potásicas y otros).—Nuestra Revista habla a la
opinión desde la tribuna del Ateneo.—Dictadura económica.—La ingratitud del Lon-
don County.—(El London defrauda al Estado Español y despide a sus empleados que
prestan servicio en África; La devolución de letras; Otras economías del London; El
Hispano Americano bloquea a un Banquerc en Mérida).—El estado financiero de la Rusia
sovética.—Ante el futuro presuimesto.—Una actualidad permanente.—Ordenación banca-
ria (Continuación).—Problemas monetarios de la post-guerra; el retorno del oro a la cir-
culación.

NUMERO XI
Problemas fundamentales bancarios.

El pi'oblema fundamental bancario.—Investigaciones y procesos.—La Administración


de Tartufo.—Miscelánea fhianciera.—Los nuevos estatutos "del Banco de España.—Ordena-
í'i.'m bancaria.—«Santa» unión para especul.ai' con la producción promiiíera esjjañola.
—Agentes, corredores y suruiielo?.—Vichers y los saltos del Duero.—El porvenir del
marco.—Balances modelos (Banco Peninsular ílipotecario ; Banco de Madrid ; Baneo del
Estado en Marruecos; Banco de los Gremios; Ferrocarril eléctrico del Guadarrama).—U1--
tini'i llora.

HUMERO XII
Finanzas y o c u l t a c i o n e s de la riqueza.—Intrigas d e bajo vuelo

La desordenación ferroviaria.—Banco de Tarrasa.—Historia de 750.000 pesetas del Lon-


don County.—üase-; de iin convenio de pago entre la Banca Italiana di Sconlo y sus acre-
edores.—De las ocultaciones y de la inspección de la riqueza.—Del mercado mundial.—
El arancel del hambre.—El corro internacional.—^El derrumbamiei\lo del marco.-^El pro-
blema del papel: (Continuación).—DaíOi sobre la fatiricación del papel; trajjos, sucedúnJos
y primeras materias.

HUMERO X l l l
Los empleados d e Banca y Bolsa. — Depreciación de l o s Valoresi
Fraudes y Estafas
Las deudas interaliadas ; Las deudas de Enroi)a hacia los Estados Unidos.—^La depre-
ciación en los valores.—^Las agencias de informes.—^fléginien de trabajo en oficinas de
Banca ; Convenio que se modificíi; El obrerismo de la pluma ; Una lint'ga original.—La
deriorJSenación ferroviaria.—Fraudes y estafas.—La situación carbonera; Las aves de
rajiiña liuUeras y el Estado; Los grandes beneficios.—flrdenación bancaria (Continn^ición).

Precio del ejemplar, 3 PESETAS


NÜSez y C a , S. EN C. - S. Ramúm, 6, BARíra.ONA

También podría gustarte