Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Revista Bíblica-Teológica Didaje, Vol. 2, N° 1 (2013) Daniel y Apocalipsis
Revista Bíblica-Teológica Didaje, Vol. 2, N° 1 (2013) Daniel y Apocalipsis
DANIEL
Y
APOCALIPSIS
MINISTERIO DE INVESTIGACIÓN
ADVENTISTA
COMITÉ EDITORIAL
DIDAJÉ es una revista bíblico-teológica de tirada se-
Director: Joel Iparraguirre Maguiña mestral publicada en formato PDF por el Ministerio
Editor: Oscar Mendoza Orbegoso de Investigación Adventista (MIADV). Cuenta con
Jefe de redacción: Johanns Curisinche Cánez referato anónimo internacional que provee un foro
Traductores: Joel Iparraguirre Maguiña académico, de acuerdo al contexto bíblico, promo-
Azenilto G. Brito viendo la publicación de investigaciones relaciona-
Consejo editorial: Merling Alomía Bartra dos con:
Raúl A. Quiroga
___________________________________ • Teología bíblica
• Teología histórica
COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL • Teología sistemática
• Estudios adventistas
Fernando L. Canale, Andrews University, EE. UU. Teófilo
Correa Calva, Universidad Advenista de Bolivia, Bolivia. DIDAJÉ está dirigida a teólogos, pastores, líderes
Efraín Velázquez, Seminario Teológico Interamericano, eclesíasticos y líderes de la iglesia.
Puerto Rico. Glúder Quispe Huanca, Universidad Perua-
na Unión, Perú. Marcos G. Blanco, Adventist Internatio- Los puntos expresados en cada uno de los artículos
nal Institute of Advanced Studies, Filipinas. Felipe Este- y recensiones, reflejan el pensamiento de sus res-
ban Silva, Universidad Peruana Unión, Perú. Cristhian pectivos autores y no necesariamente del comité
Álvarez Zaldúa, Instituto Tecnológico Superior Adventis- editorial de DIDAJÉ ni del MIADV.
ta del Ecuador, Ecuador. Héctor Urrutia Fernández, Uni-
versidad Adventista del Plata, Argentina. Para cualquier asunto relacionado con la revista
(suscripción o contribución), puede dirigirse a:
Copyright® 2012-2013
Ministerio de Investigación Adventista
“Y nosotros nos entregaremos
a la oración y al ministerio de la palabra”
(Hch 6:4)
Contenido
RECENSIONES.......................................................................... 91-94
RESUMEN
“La paternidad literaria del libro de Daniel: Breve análisis comparativo entre
los siglos II AC y VI AC – Parte I”— Este es el primer artículo de dos en el que el
autor discute sobre la paternidad literaria del libro de Daniel a través de un análi-
sis comparativo entre la crítica moderna (siglo II AC) y la tradición judeo-cristiana
(siglo VI AC). En este artículo, el autor se centra en tres puntos principales: (1) as-
pectos cronológicos e históricos; (2) aspectos lingüísticos; y (3) la angelología que,
a menudo, son citados por los críticos como “errores” para alegar que el libro de
Daniel es un mero panfleto apocalíptico sin valor alguno. El autor, desde la pers-
pectiva judeo-cristiana, busca demostrar si las evidencias que usan los críticos
son correctas, o si la tradición judeo-cristiana ha logrado responder sin vacilación
los argumentos en que los críticos se apoyan.
ABSTRACT
Introducción 5
E l libro de Daniel se destaca entre todos los libros del Antiguo Testamento1
por su (1) contenido histórico y eminentemente profético,2 (2) su relevancia
cristológico-mesiánica3 y (3) por su estrecha relación con el último libro de
la Biblia, el Apocalipsis;4 sin embargo, en lo que conscierne al contexto histórico,
1
En adelante AT. Para el Nuevo Testamento será NT. A no ser que se muestre lo contrario, todas las citas
bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera de 1960, versión revisada.
2
Para un comentario histórico, teológico y exegético a todo el libro de Daniel, puede verse Merling
Alomía, Daniel: El varón muy amado por Dios, vol. 1, 2da ed. (Lima: Universidad Peruana Unión – Ediciones
Theologika, 2010); ídem, Daniel: El profeta mesiánico, vol. 2, 3ra ed. (Lima: Universidad Peruana Unión – Ediciones
Theologika, 2010); Zdravko Stefanovic, Daniel, Widson to the Wise: Commentary on the Book of Daniel (Nampa, ID:
Pacific Press, 2007); William H. Shea, Daniel 1-7: Prophecy as History, en The Abundant Life Bible Amplifier (Nampa,
ID: Pacific Press, 1996); ídem, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, en The Abundant Life Bible Amplifier (Nampa,
ID: Pacific Press, 1996).
3
Alomía recalca siete puntos: (1) El Mesías libertador de la Babilonia mística; (2) el reino mesíanico de
Cristo; (3) El Mesías frente a Babilonia la usurpadora de la verdadera adoración; (4) el Mesías en el juicio de Dios; (5)
el Mesías en su Santuario; (6) el Mesías atacado por la “abominación desoladora”; y (7) el Mesías triunfante como
el Señor de la resurrección y la vida (“Realidades cristológicas en el libro de Daniel”, Theologika 23:1 [2008]: 2-29),
en adelante Theo; ídem, “El Cristo de Daniel”, en VII Simposio Bíblico Teológico Sudamericano “Cristología”, ed. Heber
Pinheiro ét al. (Cochabamba, Bolivia: Universidad Adventista de Bolivia, 2007), 3-18; Hans K. LaRondelle, “Christ or
Antichrist: The Mysterious Gap in Daniel 9”, Ministry 55:5 (1982): 14-17, en edalente Min; Elbio Pereyra, “Jesus: God’s
Supreme Revelation” Min 56:9 (1983): 18-19, 28.
4
Por ejemplo, “la adoración a la imagen de oro en Daniel 3 y la imagen de la bestia en Apocalipsis
13, la visión de Cristo en Daniel 10 y en Apocalipsis 1, la caída de Babilonia en Daniel 5 y en Apocalipsis 14, la
bestia de Daniel 7 y la bestia de Apocalipsis 13 y 17, los tiempos de Daniel 7 y Apocalipsis 11 y 12, etc” (Richard
Lehmann, “Relaciones entre Daniel y Apocalipsis”, en Simposio sobre Apocalipsis – I, ed. Frank B. Holbrook, trad.
Cantábriga, SC., 1ra ed. [Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2010], 6:157-172). Por otro lado, Smith
afirmó que “Los libros de Daniel y Apocalipsis son homólogos entre sí. Ellos, naturalmente, están de lado a lado
y deben estudiarse en conjunto”. Ver Urías Smith, Daniel and the Revelation: The Response of History to the Voice of
Prophecy A Verse by Verse Study of These Important Books of the Bible (Battle Creek, MI: Review and Herald, 1897),
3. También, puede consultarse, W. W. Prescott, “The Gospel Message in the Books of Daniel and the Revelation”,
Min 2:3 (1929): 15-20; ídem, “The Gospel Message in the Book of Daniel — No. 2”, Min 2:4 (1929): 15-19; ídem,
“The Gospel Message in the Book of Daniel — (Continued)”, Min 2:5 (1929): 15-20, 31; ídem, “The Gospel Message
in the Book of Revelation”, Min 2:6 (1929): 15-18 ; ídem, “The Gospel Message in the Book of Revelation”, Min 2:7
(1929): 15-19; ídem, “The Gospel Message in the Book of Revelation — No. 3”, Min 2:8 (1929): 15-19; ídem, “The
Gospel Message in the Book of Revelation — No. 4”, Min 2:9 (1929): 15-17; Robert F. Correia, “Panoramic Display
of Majors Beasts of Prophecy”, Min 17:11 (1944): 16-18, 30; ídem, “Prophetic Illustration (Concluded)”, Min 17:12
(1944): 8-9; Desmond Ford, “Unfolding the Mysteries of Daniel the Prophet”, Min 47:1 (1974): 8-11; ídem, “Tragedy
& Triumph”, Min 47:8 (1974): 19-21; Ministry’s Staff, “Applying the Apocalyptic”, Min 49:11 (1979): 3-10; John F.
Duge, “The judgment: An Adventist perspective”, Min 82:2 (2010): 23-26; Robert Surridge, “The Beast From the
Earth”, Min 64:6 (1991): 17-19; Hans K. LaRondelle, “The End-Time Message in Historical Perspective”, Min 69:12
(1996): 10-13; ídem, “Understanding the book of Revelation: Three Interpretative Keys (Part I)”, Min 75:1 (2003):
6 14-17; ídem, “The Apostolic Gospel: The Master Key to Revelation’s Code (Part II)”, Min 75:3 (2003): 21-23, 29;
ídem, “The Word of God and the Testimony of Jesus”, Min 75:5 (2003): 13-16; ídem, Las profecías del fin, trad.
David P. Gullón (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 65-496; Joel Iparraguirre Maguiña,
“La importancia de estudiar los libros de Daniel y Apocalipsis” (Monografía, Centro de Investigación White –
Perú, 2013); Norman Gulley, ¡Cristo viene! Un enfoque cristocéntrico de los eventos de los últimos días, trad. David P.
Gullón, 1ra ed. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 66-70.
5
Al método histórico-crítico también se le conoce como “alta crítica, crítica liberal, crítica moderna”
(Raoul Dederen, ed., Teología: Fundamentos bíblicos de nuestra fe, trads. Tulio N. Peverini y Miguel A. Valdivia
[Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2005], 1:27, 28). Para un análisis de las bases y postulados
del método histórico-crítico, véase Archie Nations, “Historical Criticism and the Current Methodological Crisis”,
Scottish Journal of Theology 36 (1983): 60; Gerhard F. Hasel, Understanding the Living Word of God (Mountain View,
CA: Pacific Press, 1980), 92-95, 146-178; ídem, Biblical Interpretation Today: An Analysis of Modern Methods of
Biblical Interpretation and Proposals for the Interpretation of the Bible as the Word of God (Lincoln, NB: College View
Printers/Biblical Research Institute, 1985); Ángel Manuel Rodríguez, “El uso de la versión modificada del método
histórico-crítico por parte de los eruditos adventistas”, en Entender las Sagradas Escrituras: El enfoque adventista,
trad. Cantábriga, SC., ed. George W. Reid, 1ra ed. (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2009), 4:415-
430; Richard M. Davidson, “Interpretación bíblica” en Tratado de Teología Adventista, trads. Tulio N. Peverini,
Miguel A. Valdivia, Silvia González y David P. Gullón (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana,
2009), 9:109-110; Raúl Kerbs, “El método histórico-crítico en teología: En busca de su estructura básica y de las
interpretaciones subyacentes – Parte I”, DavarLogos 1:2 (2002): 105-123; y la Parte II en DavarLogos 2:1 (2003):1-
27. Kerbs señala que “no existe el método histórico-crítico sino una pluralidad de métodos históricos (crítica
literaria o de las fuentes, crítica de las formas, de la tradición, de la redacción) y que en el concepto de ‘método
histórico-crítico’ se reúnen ciertos requisitos como el compromiso de investigar sin presuposiciones dogmáticas,
mantener un alto grado de objetividad, evitar controles eclesiásticos y aceptar las nociones históricas seculares
de homogeneidad histórica, causa y efecto y crítica de las fuentes” (Kerbs, “El método histórico-crítico en teología
– Parte I”, 105-106).
6
P. M. Casey, “Porphyry and the Origin of the Book of Daniel”, Journal of Theological Studies 27:1
(1976): 15-33; en adelante JTS. Además, este propugnó un marco macabeo para el libro de Daniel y elaboró
un cumplimiento de la mayor parte de sus profecías en la persona de Antíoco Epífanes. No solo afirmó que
Antíoco era el cuerno pequeño de Daniel 8, sino que fue el primero en expresar el punto de vista de que
Antíoco estaba representado también por el cuerno pequeño de Daniel 7. Asimismo, defendió que Antíoco
cumplía una parte de Daniel 11 mayor que la propuesta por Hipólito, y extendió la presencia de Antíoco hasta
el capítulo 12. Para ver una ampliación de la interpretación de Porfirio y de los primeros autores cristianos, véase
Arthur J. Ferch, “Porphyry, An Heir to Christian Exegesis?”, Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissenschaft 73
(1982): 141-147; Brian Croke, “Porphyry’s anti-Christian Chronology”, JTS 34:1 (1983): 168-185; George A. Barton,
“The Composition of the Book of Daniel”, Journal of Biblical Literature 17:1 (1898): 62-86; en adelante JBL. Mary
Reaburn, “St Jerome and Porphyry Interpret the Book of Daniel”, Australian Biblical Review 52 (2004): 1–18; Aryeh 7
Kofsky, Eusebius Caesarea Against Paganism (Danvers, MA: Brill Academic, 2002), 17-36, 71-73; R. J. Hoffmann, ed.,
Porphyry’s “Against the Christians”: The Literary Remains (Amherst, NY: Prometheus Books, 1994).
Helmer Ringgren, Israelite Religion, trad. David E. Green (Philadelphia, PA: Fortress Press, 1966), 333.
7
8
H. H. Rowley, “The Meaning of Daniel for Today”, Interpretation 15 (1961): 388. En adelante Int.
9
Martin Noth, The Laws of the Pentateuch and Other Studies (Philadelphia, PA: Fortress Press, 1967), 207-
213.
10
Emil Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús 175 a.C. – 135 d.C. (Madrid: Ediciones
Cristiandad, 1985), 2:643; W. Lee Humpreys, “A Life Style for Diaspora: A Studie of the Tales of Esther and Daniel”,
JBL 92 (1973): 218. En adelante solo será llamado “Antíoco Epífanes”.
11
André Lacocque, The Book of Daniel (Atlanta, GA: John Knox, 1976), 1-16; Alexander A. Di Lella,
Daniel: A Book for Troubling Times (Hyde Park, NH: New City, 1997); Paul L. Redditt, Daniel: New Century Bible
Commentary (Sheffield: Sheffield Academic, 1999); C. L. Seow, Daniel: Westminster Bible Corporation (Louisville,
KY: Westminster John Knox, 2003), 6, 12; John F. Walvoord, Roy B. Zuck, The Book of Daniel: A New Translation with
Notes and Commentary on Chapters 1-9. CD-ROM, Biblioteca Digital Libronix 3.0g (London: Yale University, 2008),
23:9-17; W. L. Humpreys, “A Life Style for Diaspora: A Study of the Tales of Esther and Daniel”, JBL 92 (1973): 218;
Jesús Asurmendi, “El libro de Daniel en la investigación reciente”, Estudios Bíblicos 55 (1997): 509-540.
12
Louis F. Hartman, “Daniel”, en Comentario bíblico San Jerónimo, trad. Alonso de la fuente Adanez
y Jesús Valiente Maya (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1971), 2:292; Bernhard W. Anderson, “Daniel”, en
Understanding the Old Testament, 4ta ed. (Englewood Cliffs, NJ: Prentice - Hall, 1986), 618; Samuel R. Driver, The
Book of Daniel (Cambrigde: Cambrigde University, 1900).
13
Siegfried J. Schwantes, “La fecha del libro de Daniel”, Theo 8:2 (1993): 90.
14
Charles F. Pfeiffer, “Daniel”, en El comentario bíblico Moody: Antiguo Testamento (El Paso, TX: Mundo
Hispano, 2004), 756; Paul N. Benware, “Daniel”, en Panorama del Antiguo Testamento, 5ta ed. (Grand Rapids, MI:
Portavoz, 1994), 226; Mario Riveros, “Relevancia histórica y vigencia del libro de Daniel”, en Profecías del libro de
Daniel, eds. Mario Riveros y Álvaro Rodríguez, 1ra ed. (Lima: Centro de Investigación White, 2011), 13.
15
Paul Z. Gregor, “Daniel´s Message to a Modern Man”, Journal of the Adventist Theological Society 21:1-
2 (2010): 99-113; en adelante JATS; Luis Santa Cruz, “El mensaje de las profecías de Daniel”, Theo 17:2 (2002):
210-222; Merling Alomía, “El mensaje de Daniel”, Didajé 1:2 (2013): 15-43; G. Arthur Keough, El mensaje de Daniel
(Buenos Aires: Asociación Casa Publicadora Interamericana, 1987); Joel N. Musvosvi, “God’s in control: Daniel’s
Message of Hope”, Min 78:2 (2006): 23-26.
16
B. K. Waltke, “The Date of the Book of Daniel”, Bibliotheca Sacra 133 (1976): 320. En adelante BSac.
17
Lacocque, The Book of Daniel, 24.
Véase Antolín Diestre Gil, El sentido de la historia y la palabra profética (Barcelona: Clie, 1995), 2:709-
18
713.
19
J. Dwight Pentecost, “Daniel”, en The Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures,
eds. John F. Walvoord y Roy B. Zuck (Wheaton, IL: Victor Books, 1985), 1:1328; Stefanovic, Daniel, 45-46.
20
William H. Shea, Daniel: Una guía para el estudioso, trad. Raúl Lozano Rivera (Buenos Aires: Asociación
Casa Editora Sudamericana, 2010), 23.
21
E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew King, ed. rev. (Grand Rapids, MI: Kregel Publications,
1994), 43-44; Stefanovic, Daniel, 46.
22
D. J. Wiseman, Chronicles of the Chaldaean King (626-556 B.C.) in the British Museum (London: British
Museum, 1956), 25, 46-47, 65-69.
23
Ibíd., “Some Historical Problems in the Book of Daniel”, en Notes on some Problems in the Book of
Daniel (London: Tyndale Press, 1965), 17.
24
Gleason L. Archer, Jr., “Daniel”, en The Expositor Bible Commentary: Daniel and the Minor Prophets, ed.
Frank E. Gaebelein (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1985), 7:13.
25
Para saber su vida y obra de este historiador griego, véase Heródoto, Historias: Libros I-IV, ed. Antonio
González Caballo (Fuenlabrada, Madrid: Ediciones Akal, 1994); Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke
y Felipe Soza, Comprender el pasado: Una historia de la escritura y el pensamiento histórico (Madird: Ediciones
Akal, 2013), 31. Por otro lado, Montero Fenollós menciona que Heródoto ”fue el primer historiador griego que
nos dejó un relato de interés sobre Babilonia, casi cien años después de ser tomada por el rey Ciro. . .” (Juan
Luis Montero Fenollós, Breve historia de Babilonia, [Madrid: Ediciones Nowtilus, 2012], 63-66). Véase también la obra
completa de John Burrow, Historia de las historias: De Heródoto al siglo XX (Barcelona, Crítica, S.L., 2009). Para una
descripción rápida, véase las páginas19-28.
Énfasis añadido.
26
27
En el cilindro de Grotefend, KB iii, 2, 39; se encontró la siguiente inscripción: “Entonces, yo
[Nabucodonosor] construí el palacio y sitio de mi realeza, vínculo de la raza humana, morada de alegría y
regocijo”. Citado en J. A. Montgomery, The Book of Daniel: The International Critical Commentary (Edinburg: T & T
Clark, 1927), 242.
28
En 1899, Roberto Koldewey inició las excavaciones arqueológicas en Babilonia encontrando desde
murallas de la ciudad, palacios, templos, hasta documentos cuneiformes que verifican que Nabucodonosor fue
constructor de Babilonia (Hasel,“El establecimiento”, 5:104). Para ver otros documentos, véase G. Rawlinson, The
Seven Great Monarchies of the Ancient Eastern World (New York: J. W. Lovell, 1875), 2:261, 607, n.110; W. H. Lane,
Babylon Problems (London: John Murray, 1923), 179.
29
R. H. Pfeiffer, Introduction to the Old Testament (New York: Harper and Brothers, 1948), 758-759.
30
Para ver un comentario más detallado sobre la vida e historia de este rey, véase D. J. Wiseman,
Nebuchadrezzar and Babylon (Oxford: Oxford University, 1985); J. Philip Hyatt, “New Light on Nebuchadrezzar
and Judean History”, JBL 75 (1956): 277-284; Gerhard F. Hasel, “The Book of Daniel: Evidences Relating to Persons
and Chronology”, Andrews University Seminary Studies 19 (1981): 37-42. En adelante AUSS. Alomía, Daniel: El varón
muy amado por Dios, 1:43-68.
31
Charles F. Pfeiffer, ed., “Babylon”, en The Biblical World: A Dictionary of Biblical Archaeology (Grand
Rapids, MI: Baker Books, 1966), 124-133; Siegfried J. Schwantes, “The Neo-Babylon Empire”, en A Short History
of the Ancient Near East (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1965), 134-139; J. Paul Tanner, “Ancient Babylon: From
Gradual Demise to Archaeological Rediscovery”, Near East Archaeological Society Bulletin 47 (2002): 11-20.
32
Georges Roux, “The Splendour of Babylon”, en Ancient Iraq (New York: World Publishing, 1964), 325-
338.
H. H. Rowley, “The Historicity of the Fifth Chapter of Daniel”, JTS 32 (1930): 32.
33
W. H. Talbot, “Translation of Some Assyrian Inscriptions”, Journal of the Royal Asiactic Society 18 (1861):
36
195.
Alomía, Daniel: El varón, 1:174.
37
38
Paul Alain Beaulieu, “Nabonidus’ Rebuilding of E-Lugal-galga-sisa, the Ziggurat of Ur”, en The Context
of Scripture, eds. William W. Hallo y R. Lawson (Leiden: E. J. Brill, 1992-2002), 2:123, 314.
Alomía, Daniel: El varón, 1:176.
39
Ibíd.
40
41
James B. Pritchard, ed., Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament (Pricenton: Pricenton
University Press, 1955), 313. En adelante ANET.
42
Shea, además, señala que el título de rey pudo ser aplicado en el texto de Daniel 5 como
consecuencia de la asunción al trono y al título de rey por Belsasar, cuando se enterara de la batalla librada en
Opis, con victoria de Ciro sobre Nabonido (William Shea, “Nabonidus, Belshazzar, and the Book of Daniel: An
Update”, AUSS 20:2 (1982): 133-149).
Diestre, El sentido de la historia, 2:723.
43
44
El registro veterotestamentario muestra que esta denominación era legímita y común en los días
de Daniel pues de manera repetida se llama a un rey importante padre de todos sus descendientes tal como
consigna el linaje de David. Así, David es llamado padre no solo de Salomón sino de Abia (1 R 15:3); de Josafat
(22:15), de Jotam (2 R 15:38), de Acaz (16:2), de Ezequías (18:3 y 20:5), y de Josías (22:3). Esta costumbre no es
exclusiva al linaje real sino también a la descendencia reconocida de un determinado linaje. Tal es el caso de
Jonadab con los recabitas a los cuales Jeremías los reconoce en sus días (Jer 35:6, 8, 10).
45
J. D. Wiseman, “Belshazzar”, en The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Biblie, ed. Merril C. Tenney
(Grand Rapids, MI: Zondervan, 1975), 1:151. Adicionalmente, Hasel señala que “la clave de la situación está en
que la palabra ‘padre’ en las lenguas semíticas puede significar también ‘abuelo’, o un antepasado físico más
remoto, o incluso un predecesor en el cargo. . . Nabucodonosor fue padre de Belsasar, y Belsasar fue hijo de
Nabucodonosor en su relación de abuelo y nieto” (Hasel, “El establecimiento”, 5:113).
Alomía, Daniel: El varón, 1:177.
46
En adelante ACO.
47
48
Por ejemplo, Tiglat-pileser I (1114-1074 AC) aduce en una tableta de fundación del templo de
Anu-Adad que es “hijo de Ashur-reshi, rey de Asiria, hijo de Mutakil-Nushur, también rey de Asiria” (A. Scharff
y A. Moortgat, Ägypten und Vorderasien im Alertum [1950], 152), y también Salmanasar III (859-824 AC) en la
denominada “inscripción del trono”, se autoproclama “hijo de Ashurbanipal, rey del mundo, rey de Asiria, hijo de
Tukulti-Ninurta I, igualmente rey del mundo, rey de Asiria (ANET, 275).
Diestre, 2:722.
49
A. R. Millard, “Daniel and Belshazzar in History”, Biblical Archaeology Review 11 (1985): 78.
50
2. Aspectos lingüísticos
El hebreo de Daniel
51
Lester L. Grabbe, “The Belshazzar of Daniel and the Belshazzar of History”, AUSS 26:1 (1988): 59-66; W.
W. Prescott, “The Historicity of Belshazzar”, Min 5:9 (1932): 15-18.
52
S. R. Driver, An Introduction to the Literature of the Old Testament (New York: Oxford University Press,
1965), 473, 476. Driver, además, señaló que “desde luego, el hebreo de Daniel no es el hebreo de un exiliado judío
del siglo VI AC” (Ibíd., 476).
53
J. A. Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Daniel, en International Critical
Commentary (Edinburgh: T.& T. Clark, 1927), 15.
P. R. Davies, Daniel (Sheffield: JSOT Press,1985), 38.
54
55
Ibíd., 38.
Véase los trabajos de O. Ploger, D. S. Russell, A. Lacocque, J. J. Collins y W. S. Towner citados en este
56
artículo.
El arameo de Daniel
57
Hasel, “El establecimiento”, 5:143.
Diestre, 2:744.
58
Ibíd. Véase, también, Erwin Jenkins, “The Authorship of Daniel” (Tesis doctoral, Talbot Theological
59
(332 AC). S. R. Driver, An Introduction, 502-504, 508. La cursiva es del original. Luego, fue Torrey quien dató el
arameo de Daniel entre los siglos III/II AC (C. C. Torrey, “Notes on the Aramaic Part of Daniel”, Transactions of the
Connecticut Academy of Arts and Sciences 15 [1909]: 239-282; ídem., “Stray Notes on the Aramaic of Daniel an
Ezra”, Journal of American Oriental Society 43 [1923]: 229-238) y finalmente en 1929, Rowley publicó un estudio
sobre el arameo bíblico en el cuál llegó a la conclusión de que el arameo de Daniel se “posicionaba en algún
punto entre el arameo de los papiros nabateanos y las inscripciones de Palmira, es decir, en el siglo II AC” (H. H.
Rowley, The Aramaic of the Old Testament [London: Oxford University, 1929]), 11).
65
Descubiertos en el Alto Egipto, escritos en arameo y aceptados como provenientes del siglo V
AC. Estos papiros coinciden con el arameo de Daniel. Ver P. W. Coxon, “The Syntax of the Aramaic of Daniel: A
Dialectical Study”, Hebrew Union College Anual 47 (1977): 107-122.
66
F. Rosenthal, Die Aramäistische Forschung (Leiden: E. J. Brill, 1964), 60-71; ídem, “Aramaic Studies
During the Past Thirty Years”, Journal of Near Eastern Studies 37 (1978): 81-91. Énfasis añadido.
67
K. A. Kitchen, “The Aramaic of Daniel”, en Notes on Some Problems in the Book of Daniel, ed. D. J.
Wiseman, ét al. (London: Tyndale Press, 1965), 31, 37, 75-79.
68
H. H. Rowley, “Review of D. J. Wiseman, ét al., Notes on Some Problems in the Book of Daniel”, Journal
of Semitic Studies 11 (1966): 112-116.
69
E. Y. Kutscher, “HaAmarait HaMiqrait-Amarit Mizrahit hi o Maoravit?”, First World Congress of Jewish
Studies 1 (1952): 123-127.
70
Javier Teixidor, “Contexto epígrafo y literario de Esdras y Daniel”, en Simposio Bíblico Español, eds. N.
Fernández Marcos, J. Trebolle Barrera y J. Fernández Vallina (Madrid: Universidad Complutense, 1984), 139.
71
P. W. Coxon, “A Philological Note on Daniel 5:3f”, Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft 89:2
(1977): 275.
72
Zdravko Stefanovic, The Aramaic of Daniel in the Light of Old Aramaic – JSOTS 192 (Sheffield: Sheffield
Academic Press, 1992). Véase, también, J. Linder, “Das Aramäische im Buche Daniel”, Zeitschrift für Katholische
Theologie 59 (1935): 503-545. Linder concluye que la fecha del siglo III al II AC para el libro de Daniel ya no puede
sostenerse. De esta forma, no habría fundamento lingüístico contra una fecha temprana para Daniel (Ibíd., 544-
545).
73
Hasel, “El establecimiento”, 5:126-127.
74
Evis. L. Carballosa, Daniel y el reino mesiánico, 3ra ed. rev. (Grand Rapids, MI: Portavoz, 1999), 21.
75
Ibíd.
76
Daniel 2:2, 4, 5, 10; 4:7; 5:7-11; fuera del significado étnico que tiene 1:4; 3:8; 9:1.
77
E. M. Yamauchi, “The Archaeology Background of Daniel”, Evangelical Quarterly 137 (1980): 5-6. En
adelante EvQ. A. R. Millard, “Daniel 1-6 and History”, EvQ 49 (1979): 69-71; J. G. Baldwin, “Some Literary Affinities
of the Book of Daniel”, Tyndale Bulletin 30 (1979): 29; J. McDowell, Daniel in the Critics’ Den. Historical Evidence for
the Authenticity of the Book of Daniel (San Bernardino, CA: Here’s Life Publishers, 1979), 55-59.
78
Alomía, Daniel: el varón, 1:187.
79
G. L. Archer, “Daniel”, en Encyclopedia of Bible Difficulties (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1982), 282-
293.
80
Ida Fröhlich, “Les enseignements des Veilleurs dans la tradition de Qumrân”, Revue de Qumran 49-52
(1988), 181-183.
81
Diestre, 2:721.
82
H. H. Rowley, The Aramaic of the Old Testament (London: Oxford University, 1929), 139.
83
Hasel, “El establecimiento”, 5:130.
84
Driver, An Introduction, 508.
85
Yamauchi, “Archaeological Background of Daniel”, 13.
86
P. W. Coxon, “Greek Loan-Words and Alleged Greek Loan Translations in the Book of Daniel”, Glasgow
University Oriental Society Transactions 25 (1976): 24.
87
A. Sendrey, Music in Ancient Israel (New York: Philosophical Library, 1969), 297.
88
Coxon, 32-36.
instrumento musical.89
Finalmente, con los trabajos que presentaron Montgomery,90 Albright91 y
Yamauchi,92 se demostró la debilidad de los argumento de Driver, señalando con
evidencia abrumadora la influencia de la cultura griega en el ACO, y sobretodo;
en Babilonia.
3. La angelología en Daniel
Una razón más que la crítica moderna presenta contra el libro de Daniel,
es la creencia de una angelología93 demasiada avanzada para su época.94 Si bien
es cierto que en el AT los ángeles actúan como portadores de mensajes,95 ya en la
parte del Pentateuco los ángeles (1) protegen al pueblo de Dios, (2) destruyen a
sus enemigos, y (3) revelan la voluntad de Dios.96
La evidencia textual presenta la existencia de profetas que pertenecen
“a la misma época, a saber el periodo del exilio”97 que hicieron uso del estilo
apocalíptico,98 aunque en distintas proporciones.
Por ejemplo, en el libro de Ezequiel hay “seres vivientes” (1:22, [heb. ־לַע
)]י ֵ ׁ֤שא ָרdotados de alas que sostienen el trono de Dios, identificados como los
“querubines”99 (10:20; 11-22-25, [heb. )]םי ִ֖בּורְכ. En el capítulo 9, el profeta hace
89
Ibíd. 19
90
Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Daniel, 22.
91
W. F. Albright, From the Stone Age to Christianity (Garden City, NY: Doubleday, 1957), 337.
92
E. M. Yamauchi, Greece and Babylon (Grand Rapids, MI: Baker, 1967), 94.
93
La angelología es la ciencia que estudia a los ángeles. En Teología, es la rama que intenta explicar el
origen y cualidades de los seres espirituales llamados ángeles.
94
F. Dexinger, Das Buch Daniel und seïne Probleme (Stuttgart, Katholischee Bibelwerk, 1969), 16; W.
Baugartnet, Das Buch Daniel (Giessen: Topelmann, 1926), 70, 136-137.
95
Un estudio detallado sobre el papel de los ángeles en el contexto bíblico veterotestamentario y
extrabíblico, lo hace Merling Alomía en su tesis doctoral publicado en español en siete partes por la revista
Theologika de la Facultad de Teología de la Universidad Peruana Unión. Véase Merling Alomía, “Los ángeles en
el contexto extrabíblico veterotestamentario: Un estudio exegético comparativo – Parte I”, Theo 3:2 (1988): 166-
183; ídem, “Parte II”, Theo 4:1 (1989): 44-99; ídem, “Parte III”, Theo 4:2 (1989): 118-205; ídem, “Parte IV”, Theo 5:1
(1990): 2-91; ídem, “Parte V”, Theo 5:2 (1990): 168-227; ídem, “Parte VI”, Theo 6:1 (1991): 2-75; ídem, “Parte VII”, Theo
6:2 (1991): 208-269.
96
Hasel, “El establecimiento”, 5:156.
97
Schwantes, “La fecha”, 98.
98
Véase Johnsson, “Apocalíptica bíblica”, en Tratado de Teología, 9:884-917.
99
La primera mención de los “querubines” está registrada en Génesis 3:24, donde se les encomendó
cuidar el árbol de la vida del huerto del Edén (J. D. Douglas, “Querubines”, en Nuevo diccionario bíblico Certeza,
1ra ed. CD-ROM, Biblioteca Digital Libronix 3.0g [s.l: Sociedades Bíblicas Unidas, 2000]). Los arqueólogos
han descubierto varios artefactos que pueden tener semejanza con los querubines, pues en el ACO, las
representaciones de seres alados eran comunes. Para más información, véase Merling Alomía “Lesser Gods of the
Ancient Near East and Some Comparisons with Heavenly Beings of the Old Testament (Tesis doctoral, Andrews
University, 1987).
referencia a un “varón vestido de lino”,100 junto a otros cinco más, quienes son
ejecutores de los juicios divinos.101 En la última visión de Ezequiel (40-48), se hace
referencia a un hombre de apariencia “como de bronce” (40:3), el cual actúa como
mediador entre la divinidad y el profeta.
Por otro lado, las visiones del libro de Zacarías se asemejan también a las
de Daniel. En ambos libros un ángel intérprete es quien desempeña un papel de
suma importancia. Este ángel mencionado en Daniel (caps. 7, 8, 9, 10-12) —al que
se le da el nombre de Gabriel en 8:16; 9:21—, “es cercano, si no idéntico al papel
interpretativo de los ángeles de Zacarías (1:9, 14, 19; 2:1-3; 4:4-6, 11-14; 5:5-11;
6:4-8)”.102
Es preciso admitir que, aún en el dominio de la angelología, el libro de
Daniel tiene más afinidad con los libros de Ezequiel y de Zacarías, que con los
libros apocalípticos que surgieron a partir del siglo II AC,103 siendo la diferencia
que en el libro de Daniel el ángel es identificado por su nombre.
Además, si uno hace una comparación con la evidencia arqueológica
hallada en Qumrán, en relación a los ángeles de Daniel y al siglo II AC, se dará
cuenta que hay indicadores de que Daniel es más antiguo que las “invocaciones” de
Qumrán,104 y es más significativo que los que “lo ligan con la literatura apocalíptica
que intentó imitarlo”.105
20
100
El hombre vestido de lino (vestido de los sacerdotes [cf. Éx 28:29-42] y de los ángeles [cf. Dn 10:5;
12:6-7]) mencionado aquí, es sin lugar a dudas el mismo ser que aparece en Daniel 10:5 y 12:6-7. Se dice que
este es un “increíble ser celestial” (cf. Ap 1:13-16; el mismo ser que se le apareció a Juan), que apareció en
“forma humana” y vino para auxiliar a Daniel, como también lo había hecho Gabriel anteriormente (Dn 9:20-27).
Véase “‘man clothed in linen’[Dn 10:5]”, en Andrews Study Bible, ed. Jon L. Dybdahl (Berrien Spring, MI: Andrews
University Press, 2010), 1131. Por su parte, Schawantes señala que “La semejanza con el ser celestial de Daniel
10:[5]6 es evidente. Es este ser celestial que le servirá de guía, que le mostrará el templo y la nueva Jerusalén,
que medirá lo que deberá ser y que anunciaría las leyes que deben regular el nuevo ritual en el servicio del
templo. El desempeña la función de ángel intérprete” (Schawantes, “La fecha”, 99). Véase, también, “Daniel 10:
Una interpretación teológica desde una perspectiva apocalíptica”, en este número. Para una identificación de
quién es este ser celestial, véase Gerhard Pfandl, “¿Quién es Miguel es Daniel 12:1?”, en Interpretación de las
Escrituras: Preguntas y respuestas bíblicas, ed. Gerhard Pfandl, trad. Aecio Cairus y Néstor Alberro, 1ra ed. (Buenos
Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2012), 250-254.
101
Para Eichrodt, estos son llamados como “ángeles de venganza” (W. Eichrodt, Der Prophet Ezechiel
[Gottingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1959], 1:382) mientras que Cooke los denomina “seres celestiales en forma
humana” (G. A. Cooke, Ezekiel, en International Critical Commentary [Edinburg: T. & T. Clark, 1936], 104).
102
Hasel, “El establecimiento”, 5:157.
103
Schwantes, “La fecha”, 101.
104
A. Mertens, Das Buch Daniel im Lichte der Texte vom Toten Meer (Stuttgart: Würzburg, 1971), 112-113.
105
Schwantes, “La fecha”, 101. Por otro lado, A. C. Welch afirma que “el libro de Daniel es mejor
comprendido desde el punto de vista de aquellos que le precedieron que de aquellos que lo siguieron, indicando
así que él tiene más afinidad con Ezequiel 38 y 39; Zacarías 1-8 e Isaías 24, que con Enoc, Oráculos Sibilinos, etc”
(Vision of the End: A Study in Daniel and Revelation [London: James Clarke, 1958], 129).
Conclusión
Palabras clave: Daniel 9:24, Setenta semanas, 2300 tardes-mañanas, Daniel 8:14,
457 AC.
ABSTRACT
“When did the seventy weeks of Daniel 9:24 begin?”— The prophecy of the
seventy weeks of Daniel 9:24-27 is part of the longest prophetic period recorded
Scripture. It is important inasmuch as it identifies the true Messiah. This identifi-
cation is connected to the specific time and period of his coming. Based on these
presuppositions it is crucial to determine correctly the initial point of the seventy
weeks as part of the larger period of the 2300 evenings and mornings announced
in the 8:14. The present article details accurately the beginning of the seventy
weeks, showing that are abundant historical and archaeological tests to determi-
ne be-yond all doubt the precise year of its beginning. At the same time it establi-
shes that the only one that can be indicated as true Messiah is Jesus Christ, since
the prophecy of the seventy weeks establishes the explicit mission announced in
the prophecy and fulfilled only by Him in His ministry.
Keywords: Daniel 9:24, Seventy weeks, 2300 evenings and mornings, Daniel 8:14,
457 BC.
Wililiam H. Shea
Biblical Research Institute
Silver Spring, Maryland, EE. UU.
Didajé 2:1 (2013): 22-40
_______________________________________________________
Introducción
cumpliera sus promesas hechas a los profetas de que Jerusalén y su templo serían
reedificados después de la destrucción sufrida.
Dios contestó la oración de Daniel. Se encargó de que Ciro devolviese
a su pueblo a su patria (Esd 1, 2), reconstruyese el templo (Esd 5, 6), y acabase
reconstruyendo la ciudad de Jerusalén (Neh 1-5, 6:15-16). Y Dios fue todavía
más allá de las súplicas de Daniel. Mediante la palabra profética transmitida por
Gabriel (Dn 9:21-23), Dios instruyó a Daniel acerca del Mesías que iba a venir a su
pueblo después que la ciudad y el templo fueran reconstruidos.
En esta profecía el Señor designó el tiempo cuando el Mesías vendría.
La profecía iba a estar marcada desde el tiempo del evento por el cual Daniel
había estado orando: la reconstrucción de Jerusalén. Gabriel le dijo a Daniel,
“Por lo tanto, sabe y entiende que, desde la salida de la palabra para restaurar y
edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe habrá siete semanas, y sesenta y dos
semanas: a calle se volverá a edificar, y el muro, incluso en tiempos turbulentos”
(9:25, traducción del autor).
Evidentemente, esta profecía extraordinaria es un gran hito profético. Ella
ofrece un criterio valioso mediante el cual el verdadero Mesías podría ser distinguido
de los falsos. Si una persona que alegaba ser el Mesías no llegaba en el tiempo
indicado, él no podía ser el verdadero Mesías. Debido a esta significancia mayor
de esta profecía, haremos bien en prestar una cuidadosa atención a sus detalles.
El foco menor de nuestro estudio en esta profecía abarcará la longitud de tiempo
involucrado; nuestra mayor concentración estará en su punto de inicio. Trataremos
primero brevemente con la longitud del tiempo.
El periodo de tiempo
1
L. Wood, Commentaty on Daniel (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1973), 247. Wood provee cuatro
razones principales por las que él sostiene que cada unidad de las “septenas” debería ser interpretada como un
año literal e histórico.
2
Para una discusión extensa del principio de día por año aplicado a las profecías de tiempo
apocalípticas, ver mi estudio en el capítulo tres de Selected Studies on Prophetic Interpretation, Daniel and
Revelation Commitee Series, Washington, DC: Biblical Research Institute, 1982), 1:56-58.
3
Ibíd., 74-77.
son mantenidas juntas, entonces tanto las siete semanas como las sesenta y dos
semanas deben cumplirse antes que el Príncipe haya venido.
La razón principal por la cual estas unidades de tiempo han sido
separadas en las traducciones, tales como la RSV inglesa o la NVI española,
implica la cantidad de tensión y peso puesta sobre el signo de puntuación,
‘athnah, del texto hebreo tal como lo escribieron los masoretas. Hay ciertos
problemas al tomarlo de esta manera. En primer lugar, un ‘athnah no es un soph
pasuq, exactamente como una coma no es un punto. Un soph pasuq indica la
conclusión de los versículos del texto hebreo tal como un punto finaliza una
oración en español, pero el ‘athnah es usado únicamente más o menos a la mitad
de la oración hebrea, contrastando con la coma, que divide las frases. Dividir
la oración hebrea en dos oraciones con un punto como un divisor en español
simplemente porque existe solamente un ‘athnah en medio de ella, va más allá
del significado del ‘athnah, tornándolo en un soph pasuq. Semejante proceder
no está garantizado por la acentuación hebrea y no es una buena traducción.
La naturaleza arbitraria de la puntuación asumida por la RSV aquí puede
ser sacada mediante una comparación con lo que ha sido hecho con el resto de
Daniel 9. Ningún otro ejemplo de semejante tratamiento ocurre en el texto de la
RSV de Daniel 9 en el cual un ‘athnah esté representado por un punto. Aún más,
hay cuatro casos en los cuales la RSV no representa incluso un soph pasuq con un
punto. En Daniel 9:1 se trata a un soph pasuq como si fuera un guión, el versículo 25
4 como una coma, y los versículos 5 y 20 como si fuera un punto y coma. Al ser
tratado el ‘athnah en Daniel 9:25 contra su propio uso, lo que ha hecho la RSV con
este versículo, no solamente es una traducción mala sino también es un caso de
especial alegato muy arbitrario. Incluso, la LXX sustenta la traducción pareada en
este caso.
El punto de inicio
Por tanto, nuestra conclusión hasta aquí es que las 7 y las 62 semanas
en Daniel 9:25 se pertenecen como un compuesto formando sesenta y nueve
semanas o 483 años históricos hasta la venida del Mesías. Si el punto inicial para
este periodo puede ser encontrado, entonces puede ser fijada la fecha para su
venida 483 años más tarde. De manera que lo siguiente es tratar el importante
punto de partida.
Daniel 9:25 afirma que el punto de partida había de ser la salida de
una “palabra” (heb. dabar) para restaurar Jerusalén. Antes de buscar decretos
específicos y la reconstrucción real, debiéramos de hacer algunas preguntas
acerca del término “palabra”.
“palabra” en Daniel 9:25 con la “palabra del Señor a Jeremías” a la cual Daniel se
refiere en el versículo 2 de este capítulo.4 Daniel estaba estudiando el rollo de
Jeremías acerca de la profecía de la desolación de Jerusalén por setenta años.
Jerusalén iba a ser restaurada al final de ese periodo. Debido a que el mensaje
que vino a Jeremías fue denominado como una “palabra” y el mismo término
hebreo fue usado en Daniel 9:25, deberían ser igualados? Haciéndolo así se
situaría el comienzo de las setenta semanas de Daniel hacia atrás en el tiempo
de Jeremías, alrededor del 593 AC. Este tipo de interpretación pasa por alto el
hecho de que el término “palabra” es usado de nuevo dos veces en Daniel 9:23. Si
uno busca las conexiones lingüísticas, aquí en el versículo 23 hay una mucho más
razonable para ser utilizada durante el tiempo de Jeremías que la referencia en el
versículo 2.
Pero incluso aquí hay una diferencia entre la “palabra” de la introducción
de Gabriel en la misma profecía. En la primera parte del versículo 23, Gabriel
dijo a Daniel que una palabra había salido (heb. yasa’) , obviamente de Dios,
quien envió el mensaje a Daniel. El hecho de que es usada la forma perfecta del
verbo indica que la palabra ya había salido, y habiendo salido había llegado a
Gabriel, quien iba a dársela ahora a Daniel. La referencia es una acción pasada o
comunicación que Daniel está ahora por entender.
Pero la palabra que Daniel está por entender no es el decreto para la
26 reedificación de Jerusalén. Es la profecía entera, la cual en su totalidad constituye
esta “palabra” en particular. De esta manera la “palabra” acerca de la reconstrucción
de Jerusalén estaba contenida en la palabra profética total o el mensaje que
Gabriel trajo a Daniel. Esa palabra era una descripción de eventos futuros. Y uno
de esos futuros eventos iba a ser la salida de la “palabra” o decreto para reconstruir
Jerusalén. Así, la “palabra” del versículo 25 no es la palabra del Señor a Jeremías
en el versículo 2 ni la palabra del Señor mediante Gabriel a Daniel en el versículo
23. Es algo a ser cumplido en el futuro. Para corroborar notamos que el término
para “salir” (heb. mosa’) que es usado en el versículo, no es el término que es usado
para “la palabra” en el versículo 2 (heb. hayan) ni es el verbo usado en el versículo
23 (heb. yasa’). Un contraste posterior entre el versículo 2 y el 25 es que el primero
es especialmente “la palabra del Señor”, en una cadena constructa con el nombre
de Dios en la relación genitiva, en tanto que en el versículo 25 es simplemente
“una palabra” sin ningún nombre divino ni ningún artículo definido usado con él.
B. El rey del decreto. El siguiente punto a ser tratado aquí es, qué es lo
que el profeta predijo que iba a ser reconstruido. El versículo en cuestión usa el
nombre específico de la ciudad, Jerusalén. No puede haber duda, por lo tanto,
de que nosotros debemos buscar las circunstancias bajo las cuales la ciudad
fue reconstruida. La mención específica del nombre “Jerusalén” ayuda a evitar
confusión con la reedificación del templo dentro de Jerusalén. Una ciudad no es
4
J. A. Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Daniel (Edinburgh: T. & T. Clark,
1927), 378.
los gobernadores en su informe. La única pregunta es, ¿qué grupo de judíos está
bajo discusión? El libro de Esdras provee la respuesta. Esdras trajo un grupo de
judíos de regreso a Babilonia con autorización de Artajerjes. Los gobernadores
informaron entonces al rey de que un grupo de judíos que retornaban habían
venido a ellos y se marcharon a Jerusalén. Debido a que no se conoce otro retorno
de los judíos oficialmente autorizado en el periodo persa desde los días de Ciro,
y ciertamente ningún otro es conocido que haya sucedido en el reinado de
Artajerjes, este grupo es incuestionablemente el de los judíos que retomaron
con Esdras. La única manera que uno puede evitar tal conclusión es colocar a
alguien justamente como Esdras haciendo la misma tarea que hizo Esdras.
Semejante conjetura es innecesaria.
La conclusión lógica de que Esdras y su grupo de exiliados en retorno
referido aquí ha sido sugerido por otros eruditos. Por ejemplo, L. B. Batten declara:
5
L. B. Batten, A Critical and Exegetical Commentary on the Books of Ezra and Nehemiah (Edinburgh: T. &.
T. Clark, 1913), 173.
F. C. Fensham, The Books of Ezra and Nehemiah (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1982), 73.
6
Ibíd., 6-9. La literatura sobre este asunto es extensa y no puede ser citada en detalle. Para un estudio
7
entre los muchos que sostienen el orden tradicional de Esdras-Nehemías, ver C. G. Tuland, “Ezra-Nehemiah or
Nehemiah-Ezra?”, Andrews University Seminary Studies 12 (1974): 47-62. En adelante AUSS.
RV95 y 9:6, LXX). Si uno invierte el orden de esos dos hombres, estas referencias
y esta narración necesitan ser enmendadas o cambiadas de alguna otra manera.
La interpretación lógica y directa de los datos es que Esdras retornó antes que
Nehemías lo hiciera y él estuvo presente para los eventos de Esdras 8 y 9. El libro
de Esdras relata cómo llegó él a estar con anticipación.
Con este orden aplicado a los eventos descritos en Esdras 4:12-23 (pero sin
incluir el v. 24), Esdras ahora se torna en la persona que condujo la reconstrucción
de la ciudad de Jerusalén con el retorno de los grupos de exiliados que vinieron
con él durante el reinado de Artajerjes I, antes del tiempo de Nehemías.
Reconstruyendo estos eventos de esta manera, sin embargo, crea una especie de
problema en el orden del texto. El regreso de los judíos bajo Esdras es descrito en
los capítulos 7 y 8 pero la reconstrucción que hicieron de la ciudad es descrita en
el capítulo 4. ¿Por qué aparecen las cosas desordenadas de esta manera?
Debe de señalarse que hay más de una manera de organizar un libro, sea
bíblico o de otra naturaleza, y un autor no siempre tiene que suscribirse al estricto
planteamiento cronológico. Él podría también haber seguido un planteamiento
temático. Y esto es lo que aquí ha ocurrido. Hay un paréntesis entre Esdras 4:5 y 4:24-
5:1. El paréntesis continúa su propio recital junto con líneas cronológicas, siendo el
tema o subtema la oposición a los judíos. Esta oposición es primero citada durante
el reinado de Ciro en Esdras 4:1-5, luego durante el reinado de Artajerjes en Esdras
30 4:7-23. Luego con Esdras 4:24 la narración retorna al tiempo de Darío —entre los
tiempos de Darío y Asuero.
El tema tratado en esta subsección (Esd 4) es la oposición a los judíos. La
oposición es en el primer caso a la reconstrucción del tiempo (tiempo de Ciro),
luego una oposición más general (tiempo de Jerjes), y finalmente una oposición
a la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén (tiempo de Artajerjes). Fensham ha
provisto una evaluación apropiada de este problema, al establecer que:
A. T. Olmstead, History of the Persian Empire (Chicago: University of Chicago Press, 1948), 308-312.
9
Cronología
sobreponen para indicar que Jerjes fue asesinado en algún momento durante la
primera mitad del año juliano 465 AC.11
2. Una fuente astronómica egipcia. Debido a que el calendario solar egipcio
era 1/4 de día más corto que el verdadero año solar avanzaba regularmente en
relación a los años julianos usados para calcular las fechas AC. Este rasgo ha sido
usado por los historiadores modernos al calcular las fechas egipcias antiguas
yendo en retroceso en el calendario egipcio. Fue usado también por el astrónomo
Ptolomeo en su Almagesto.12 Para el año en que murió Jerjes, 465 AC, el día de
año nuevo egipcio, el 1 de Thoth, coincidía con nuestro 17 de diciembre. Si
Jerjes murió antes del 17 de diciembre; entonces, el segundo año del reinado
de Artajerjes podría haber comenzado en ese día; sin embargo en vez de eso, el
primer año de Artajerjes comenzó el 17 de diciembre, y esto significa —según el
sistema egipcio— que Jerjes murió entre el 17 de diciembre y la primavera del
año nuevo pérsico, 1 de Nisanu, durante la primavera.
3. Una fuente astronómica babilónica. Los babilonios eran conscientes
de que los eclipses lunares y solares se repetían casi exactamente en ciclos de
dieciocho años. Los astrónomos antiguos le llamaron a esos periodos “ciclos
saros”. Existen tablillas cuneiformes que registraron los ciclos saros en términos
de los años de gobierno de los reyes las cuales se conocen desde el periodo
helenístico.13 Las tablas derivadas de esas tablillas cuentan esos ciclos desde el
noveno año de Jerjes, pasando por el sexto año de Artajerjes, hasta el vigésimo 33
año de Artajerjes. Aparte del hecho de que los astrónomos modernos pueden
determinar cuándo ocurrieron esos fenómenos astronómicos, ellos también
calculan para nosotros el número de años entre estas fechas de reinado. De esta
manera este ciclo data los 18 años entre el noveno año de Jerjes y el sexto año
de Artajerjes para el espacio entre el 477 AC y el 459 AC. Esto fija el año de la
muerte de Jerjes y la ascensión de Artajerjes en el 465 AC.
4. Fuentes históricas egipcio-judías. Papiros desde el siglo V AC escritos
en arameo por militares mercenarios judíos bajo contratos persas en la isla
de Elefantina, Egipto; nos proveen de valiosa información cronológica e
histórica. Estos documentos llevan fechas de ambas formas sobreponiendo
los calendarios egipcios y persa-babilónicos. Las uniones matemáticas en las
cuales estos dos calendarios se entrecruzan con fechas dobles ayudan a fijar
las fechas para los reinados de los reyes bajo quienes estos documentos fueron
escritos. Un caso de importancia especial aquí es el Papiro Cowley No. 6, que
fue datado para ambos el 21 (y último) año de Jerjes y para el año de ascensión
Para un tratamiento de Ptolomeo y otras obras en relación a este problema, ver J. Neuffer, “The
12
14
A. E. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century BC (Oxford: Oxford University, 1923).
Cuneiform Texis From the Babylonian Tablets in the British Museum, vols. 55, 56 y 57 (London: British
15
Museum, 1982). Estos tres volúmenes presentan una colección extensa de las tablillas neo-babilónicas no
publicadas con anterioridad.
16
La colección impresionante de tablillas neo-babilónicas de contrato han sido ahora catalogadas,
pero la mayoría de estas tablillas permanecen sin publicar. Para el catálogo ver E. Leitchy, Catalogue of the
Babylonian Tablets in the British Museum, vol. VI: Tablets from Sippar 1 (London: British Museum, 1986), y E. Leitchy
y A. K. Grayson, ibíd., vol. VIl: Tablets from Sippar 2 (London: British Museum, 1987).
17
A. J. Sachs y H. Hunger, Astronomical Diaries and Related Texts from Babilonia, vol. 1: Diaries from 652 to
262 BC (Vienna: Ósterreichische Aakdemie der Wissenschaften, 1988).
de que tenemos fijados con precisión los años del reinado de Artajerjes I.
Ciertamente, las fechas están tan bien establecidas en el cemento de esas fuentes
que es difícil imaginar cualquier clase de descubrimiento futuro que tuviera la
posibilidad de moverlas.
B. El calendario para el cálculo de los años de los reyes. Habiendo
establecido las fechas absolutas para el reinado de Artajerjes, venimos ahora
al punto de cómo los judíos del tiempo de Esdras usaron métodos de datación
contemporáneos. Esdras, viviendo bajo este mismo Artajerjes como un
ciudadano de Babilonia, sabía muy bien cuándo fue muerto Jerjes y cuándo
Artajerjes subió al trono. De esta manera, cuando él fechó su propio retorno
a Judea en el séptimo año de Artajerjes (Esd 7), estaba haciendo uso de esta
información cronológica viviente, activa y corriente. La única pregunta es si él
usó esa información, de acuerdo al sistema de datación persa y babilónico, o de
acuerdo a su propio calendario judío.
La diferencia puede ser ilustrada de manera muy sencilla. El año
calendario babilónico comenzaba con el mes de Nisanu (el Nisán judío) en
la primavera del año, marzo-abril en nuestro calendario. Si Esdras siguió el
sistema babilónico, que continuó siendo usado por los reyes persas, el fechó
los años de reinado de Artajerjes, incluyendo el séptimo año mencionado en
Esdras 7, como comenzando en la primavera. A manera de contraste, había el
calendario civil judío que comenzaba en el otoño con el 1 de Tishri (el Tashritu 35
de los babilonios). En el caso que estamos considerando, esto nos pone en una
diferencia de 6 meses.
Si Esdras comenzó los años de Artajerjes según el sistema persa-
babilónico; entonces, el primer año del reinado de Artajerjes comenzó en la
primavera del 464 AC. Pero, si Esdras comenzó el reinado de Artajerjes según
el año civil judío; entonces, su primer año comenzó en el otoño del 464 AC. En
ambos sistemas un primer año de reinado comenzaba en el sistema del día de
año nuevo. El periodo entre el momento cuando un rey moría un nuevo rey
llegaba oficialmente al trono en su primer día de año nuevo que era conocido
como un año ascensional. En Esdras y Nehemías estamos tratando únicamente
con años de reinado.
Estas consideraciones afectan de gran manera la fecha para el comienzo
de la profecía de las 70 semanas, porque hemos visto el decreto de Esdras 7
como representando la salida de la “palabra” en respuesta al que comenzara la
reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. Esdras dice que dejó Babilonia en 1/1/7
de Artajerjes y llegó a Jerusalén cuatro meses más tarde, en el 1/5/7 de Artajerjes
(ver Esd 7:7-9). Si él dio esas fechas según el calendario persa-babilónico de
primavera a primavera; entonces, ellos cayeron en la primavera y verano del año
458 AC. El decreto debería entonces de haber sido dado antes del primero de
Nisán del 458 AC, o en algún tiempo durante el sexto año de Artajerjes, 459-458
AC, entonces el decreto podría haber sido probablemente dado durante ese
invierno del 458-457 AC, y el viaje ocurrió durante la primavera y el verano el 457
AC (En el caso del año de otoño a otoño, los números del mes no cambian. Ellos
van VII, VIII, IX, X, XI, XII, I, II, III, IV, V, VI).
El asunto debe ser resuelto hasta el hecho de que, si Esdras estaba
usando el calendario persa-babilónico, el decreto y el retorno ocurrido en el 458
AC; en tanto, si el decreto y el retorno fueron fechados por Esdras de acuerdo
al año civil judío, ellos cayeron en el 457 AC. ¿Cuál de esas dos alternativas es
correcta y por qué? La evidencia abrumadora está en favor del uso de Esdras
del calendario judío, tal como los párrafos que siguen lo revelarán.
1. El calendario otoñal judío durante la monarquía unificada. En primer
lugar, debe notarse que existieron dos calendarios usados en el antiguo Israel,
el calendario religioso que comenzaba (al igual que el calendario babilónico) en
la primavera, y el calendario civil que se iniciaba en el otoño. El año nuevo judío
del Rosh Hashanah, que sobrevive en el calendario litúrgico de las sinagogas de
hoy, es un sobreviviente del calendario civil. El uso del calendario otoñal para los
propósitos civiles o políticos se remonta a los días de Salomón. Como E. R. Thiele
lo ha demostrado de manera tan efectiva, los años del reinado de Salomón han
sido consignados en el registro de la construcción de su palacio y el templo con
una datación mediante un calendario otoñal.18
2. El calendario otoñal judío durante la monarquía dividida. Cuando
36 comparamos juntos los varios sincronismos y los registros de los años de reinado
en 1-2 de Reyes, vemos que el uso del calendario otoñal predominó en el sur,
en el reino de Judá, en tanto que el calendario de primavera era usado más
comúnmente en el reino del norte de Israel.19
3. El calendario otoñal judío hacia fines de la monarquía dividida. El uso
del calendario otoñal en Judá puede ser aclarado con detalle especial hacia
fines del reino de Judá, durante los reinados de sus últimos reyes a medida que
ellos caminaban rumbo a la derrota en manos de Nabucodonosor y sus tropas
babilónicas. El uso de un calendario otoñal en estos registros de 2 de Reyes puede
ser demostrado especialmente, bien debido a que el texto bíblico no solamente
da los años de los reyes de Judá involucrados, sino también da algunas referencias
correspondientes a los años del rey Nabucodonosor. Con la publicación de las
crónicas reales del propio Nabucodonosor hasta el año 593 AC,20 las fechas en
la Biblia y en esas crónicas pueden ser comparadas. Cuando tal comparación
es hecha puede demostrarse que el escritor de 2 de Reyes estaba ciertamente
18
Los textos bíblicos implicados son 1 Reyes 6:1, 37-39; 7:1. Para una discusión detallada de las fechas
en esos pasajes y la manera en la cual ellos encajan en un calendario otoñal ver E. R. Thiele, The Mysterious
Numbers of the Hebrew Kings (Grand Rapids, MI: Eerdmans 1965), 28-30.
19
Ibíd., 18-20, 30.
D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldean Kings (626-556 B.C.) in the British Museum (London: British
20
Museum, 1961).
usando el calendario otoñal de los judíos para calcular esas fechas.21 Únicamente
de esa manera estas fechas bíblicas y extra bíblicas pueden estar armonizadas.
El uso del calendario otoñal para el año civil o los reinados de los reyes
que reinaron en Jerusalén puede ser demostrado al comienzo desde las fechas
bíblicas para Salomón. Su uso continuó a través de la monarquía dividida, tal
como está demostrado por los sincronismos en el registro bíblico, y ellos pueden
ser fácilmente evidenciados al ser examinados con una fuente extra bíblica, hacia
fines de la monarquía judía.
4. El calendario otoñal durante el exilio babilónico. El calendario de otoño
continuó usándose entre los judíos durante el exilio en Babilonia. Esto resulta
evidente del sistema de datación empleado en el libro de Ezequiel, el profeta que
escribió desde el exilio en Babilonia. El no pone fecha a sus visiones de acuerdo a
los años de reinado de los reyes babilónicos bajo los cuales él vivió, sino más bien
los fechó de acuerdo con los años de exilio de los judíos. Esto resulta aparente por
la fecha en el título del libro encontrado en Ezequiel 1:2; 8:1; 40:1.
5. El calendario otoñal judío después del exilio babilónico. Llegamos
ahora al mismo Esdras. ¿Existe alguna evidencia de su libro que él haya usado
un calendario de otoño? Desafortunadamente, no hay; sin embargo, tenemos
precisamente esa clase de información en Nehemías 1, 2. Debido a que Nehemías
fue un contemporáneo y compatriota de Esdras, el uso de un calendario de otoño
en el libro de Nehemías puede ser tomado como una evidencia fuerte de que 37
Esdras también lo usó. ¿Cuál es entonces la evidencia para el calendario de otoño
en Nehemías?
En el primer capítulo de Nehemías se nos presentan circunstancias en las
cuales Nehemías mismo se encuentra en la corte de Artajerjes. El había recibido
recientemente noticias de que Jerusalén había sido destruida e incendiada (ver
Neh 1:1-3). Deberíamos de enfatizar que estas noticias recientes con respecto a los
últimos eventos. Nehemías no estaba hablando acerca de lo que Nabucodonosor
hizo a la ciudad más de un siglo atrás.
Si nosotros entendemos que Esdras había ya conseguido la reconstrucción
de la ciudad en camino cuando él volvió (ver Esdras 4:12-26), entonces algún asalto
futuro a la ciudad podría ser la preocupación de Nehemías. Viendo el abatimiento
de Nehemías, el rey preguntó acerca del motivo. Cuando este se percató, el rey le
autorizó que fuera a Jerusalén a fin de que tomara los asuntos él mismo.
Resulta de interés cronológico en estos relatos la manera en la cual las
dos fechas involucradas son establecidas. Nehemías 1:1 fecha la recepción de
las noticias concernientes a Jerusalén en el noveno mes de vigésimo año del rey
Artajerjes. La autorización dada a Nehemías para tomar cuenta de esos asuntos
fue dada por supuesto posteriormente, sin embargo de acuerdo con Nehemías 2:1
21
S. H. Horn, “The Babilonian Chronicle and the Ancient Calendar of the Kingdom of Judah”, AUSS 5
(1967): 23; A. Malamat, “A New Reccord of Nebuchadnezzar’s Palestinian Campaigns”, Israelite Exploration Journal
6 (1956): 148.
fue dada en el mes del mismo vigésimo año de Artajerjes. Solo puede haber una
manera de explicar históricamente esas fechas tal como lo están; concretamente,
que fueron calculadas basándose en un año de otoño a otoño, que empezaba en
el séptimo mes —porque, como hemos notado unos pocos párrafos atrás, en un
año de otoño a otoño el número de los años va VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, I, II, III, IV, V.
De esta manera, en el año que va de otoño a otoño el primer mes venía seis meses
después del séptimo mes.
Como lo establece el texto, y esta es la base sobre la cual los eruditos
deberían sacar sus conclusiones, esas fechas en Nehemías 1, 2 presentan la
evidencia posible más fuerte de que Nehemías usó un calendario de otoño a
otoño, y, por lo tanto, es más razonable concluir que su colega contemporáneo
Esdras también lo hizo.
6. El calendario otoñal durante el exilio egipcio contemporáneo. Una línea
suplementaria final se encuentra en los papiros de Elefantina, de los cuales
se publicó una segunda tanda en 1953. Entre esos papiros hay uno que tiene
implicaciones directas para el tipo de reinado que fue empleado por los judíos
que sirvieron en Egipto. El papiro Kraeling No. 6 contiene fechas que lo localizan
en el mes de Tammuz, el cuarto de año judío (o julio) del año 420 AC. El papiro
Kraeling No. 7 es fechado en Tishri (u octubre) del mismo año, 420 AC. Pero el
número del año del reinado de Darío II, bajo quien estos textos fueron escritos,
38 cambia entre los textos del año tercero del papiro de julio, año cuatro del papiro
de octubre. Este cambio significa que el número de año del rey, de acuerdo al uso
de la gente que escribió esos papiros, cambió en el otoño del año nuevo del 1 de
Tishri en vez del 1 de Nisán del año nuevo de primavera.
Esto ha sido examinado y explicado en detalle por Siegfried Horn en su
estudio relacionado con estos textos.22 Por lo tanto, mientras Esdras y Nehemías
usaron el calendario judío otoñal en sus documentos, otros judíos exiliados en
Egipto estaban usándolo también un cuarto de siglo más tarde en su parte de la
diáspora.
7. Resumen del uso del calendario judío otoñal. Para resumir, debe notarse
que la monarquía hebrea comenzó usando el calendario de otoño para los años
de reinado de Salomón y continuó usándolo en el reino de Judá. Su uso está
demostrado específicamente mediante una comparación entre 2 de Reyes y
documentos extra-bíblicos a fines de la monarquía. Los judíos llevaron consigo
al exilio el calendario otoñal y continuaron usándolo allí, como lo evidencia las
fechas en Ezequiel. En el periodo posexílico Nehemías, un colega obrero de Esdras,
proporciona la evidencia textual directa del uso de esta clase de calendario. Otros
exiliados en todas partes también continuaron usando el mismo calendario de
otoño. De este modo, la conclusión de que Esdras usó un calendario de otoño
a otoño para las fechas de su libro descansa sobre una base muy sólida. Esto
significa que “el séptimo año de Artajerjes” en Esdras 7 es 457 AC en vez del 458
S. Horn y L. H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Washington, DC: Review and Herald, 1953).
22
23
Un repaso excelente de cómo los comentadores exegéticos han manejado estas fechas con una
crítica, se puede hallar en Gerhard F. Hasel, “Interpretations of the Chronology of the Seventy Weeks”, en 70 Weeks,
Leviticus, and the Nature of the Profecy, Daniel and Revelation Committee Series, ed. F. B. Holbrook (Washington,
DC: Biblical Research Institute, 1986), 3:3:64, ver de manera especial las páginas 14-21 para el tipo de cálculos
mencionados arriba.
Conclusión
24
Para las diferentes maneras en las cuales los años del reinado de Tiberio fueron calculados ver J.
Finegan, Handbook of Biblical Chronology (Princeton, NJ: Princeton University, 1964), 259-272. Note que al menos
cuatro o cinco de las soluciones discutidas concluyen al 27 DC como la fecha para el inicio del ministerio de Jesús.
ABSTRACT
Raúl Quiroga
Universidad Adventista de Bolivia
Cochabamba, Bolivia
Didajé 2:1 (2013): 41-54
_______________________________________________________
Introducción
42
D esde el punto de vista de la literatura apocalíptica, Daniel, como libro,
ha sido considerado tradicionalmente como uno de sus más destacados
exponentes.1 Pero ese enfoque ha modificado la consideración de
Daniel como el autor de su propio libro y la datación del mismo en el siglo VI
AC. En consecuencia, la interpretación y la significación teológica de su mensaje
profético han sido sensiblemente desviadas de su tradicional comprensión
profético-histórica.2 En su lugar, la consideración de asuntos literarios, políticos,
sociológicos, antropológicos y religiosos han orientado la agenda interpretativa
de Daniel.3 En este artículo presentaré una interpretación teológica de Daniel 10
sobre la base de un modelo profético-histórico del libro y breves consideraciones
acerca de la literatura apocalíptica.
1
Paul D. Hanson, “Apocalypses and Apocalypticism”, en Anchor Bible Dictionary, ed. David N. Freedman
(New York, NY: Doubleday, 1992), 1:280-282. En adelante ABD.
2
Edwin M. Yamauchi resume los principales argumentos de la posición historicista que considera a
Daniel como el autor del libro en el siglo VI AC y de las posiciones preterista y futurista que proponen el siglo
II AC como fecha de la redacción final del libro, sin que por ello acepten al profeta Daniel como autor del libro
que lleva su nombre [Edwin M. Yamauchi, “Hermeneutical Issues in the Book of Daniel”, Journal of the Evangelical
Theological Society 23:1 (1980): 13-21, en adelante JETS]. En propuestas como la de Thomas W. Overholt, se
concluye que las profecías como tal no superan la intención de haber sido compuestas como piezas literarias
propias de un determinado ambiente sociocultural [Thomas W. Overholt, “Prophecy in History: The Social Reality
of Intermediation”, Journal for the Study of the Old Testament 48 (1990): 3-29, en adelante JSOT].
3
Un ejemplo de un tratamiento desde la agenda política es el artículo de John Goldingay, “The Stories
in Daniel: A Narrative Politics”, JSOT 37 (1987): 99-116. Otro, desde la óptica antropológica, es el de Robert R.
Wilson, “From Prophecy to Apocalyptic: Shape of Israelite Religion”, Semeia 21 (1981): 79-95
4
Reimar Vetne, “A Definition and Short History of Historicism as a Method for Interpreting Daniel and
Revelation”, Journal of the Adventist Theological Society 14:2 (2003): 9-14.
5
Gleason L. Archer presenta una serie de argumentos lingüísticos, históricos y arqueológicos que
sustentan la posición profético-histórica y refutan la postura crítica [Gleason L. Archer, “Modern Rationalism and
the Book of Daniel”, Bibliotheca Sacra 136:542 (1979): 129-147], en adelante BSac. Véase también Arthur J. Ferch,
“The Book of Daniel and the Maccabean Thesis”, Andrews University Seminary Studies 21:2 (1983): 129-141. En
adelante AUSS.
6
James A. Sanders, “Canon. Hebrew Bible”, ABD, 1:840.
7
Philip R. Davies, “Eschatology in the Book of Daniel”, JSOT 17 (1980): 35.
John J. Collins, “Apocalyptic Genre and Mythic Allusions in Daniel”, JSOT 21 (1981): 87.
8
Arthur J. Ferch, “Authorship, Theology and Purpose of Daniel”, en Symposium on Daniel, ed. Frank B.
10
Holbrook (Washington, DC: Biblical Research Institute, 1986), 2:20 y Gerhard F. Hasel, “Establishing a Date for the
Book of Daniel”, en Symposium on Daniel, 2:84-144.
11
Edwin M. Yamauchi, “The Archaeological Background of Daniel: Archaeological Backgrounds of the
Exilic and Postexilic Era, Part 1”, BSac 137:535 (1980): 10.
12
Peter W. Couxon, “Syntax of the Aramaic of Daniel: A Dialectal Study”, Hebrew Union College Annual
48 (1977): 120-122 y Hasel, “Establishing a Date for the Book of Daniel”, 2:127-28.
13
Robert I. Vasholz, “Qumran and the Dating of Daniel”, JETS 21:4 (1978): 315, 316, 321.
14
Véanse unas cuantas descripciones de este género profético en Ricardo Pietrantonio, Cuadernos
de Teología 14:1 (1995): 47-63 y Richard D. Patterson, “Wonders in the Heavens and on the Earth: Apocalyptic
Imagery in the Old Testament”, JETS 43:3 (2000): 388-389.
Russell, The Method and the Message of Jewish Apocalyptic, 106, 122
15
Adela Yarbro Collins, “Apocalyptic Themes in Biblical Literature”, Interpretation 53:2 (1999): 117-118.
17
En adelante Int.
18
En adelante NT. Para el Antiguo Testamento será AT.
Ibíd., 120. J. Christiaan Beker, “The Challenge of Paul’s Apocalyptic Gospel for the Church Today”,
19
Journal of Religious Thought 40:1 (1983): 9-15. También hay estudios que detectan lenguaje apocalíptico en la
Mišnah, en la Tosefta y en los rollos de Qumrán: J. Anthony Saldarini, “The Uses of Apocalyptic in the Mishnah
and Tosepta”, Catholic Biblical Quarterly, 39:3 (1977): 396-409, en adelante CQB; Philip R. Davies, “Dualism and
Eschatology in the Qumran War Scroll”, Vetus Testamentum 28:1 (1978): 28-36 y Philip R. Davies, “Eschatology at
Qumran”, Journal of Biblical Literature 104:1 (1985): 39-55.
Walter Schmithals, The Apocalyptic Movement (New York: Abingdon, 1975), 29.
20
Collins, “Apocalyptic Genre and Mythic Allusions in Daniel”, 88; Stephen H. Travis, “The Value of
21
de Dios y de su pueblo sobre los poderes del mal. En definitiva, hay toda una
cosmovisión universal de la relación de Dios con su pueblo como guerrero y
redentor.22 Y todos estos fenómenos se dan con relación a la humanidad entera
y no solo con su pueblo. Además, en el capítulo 7, se presenta una semblanza
visible de Dios, un concilio o corte divina, el Hijo del Hombre, un juicio celestial,
el mar, la tierra y una persecución feroz contra el pueblo de Dios; en el capítulo
8, un diálogo entre seres celestiales, imágenes del santuario. En especial, en los
capítulos 2, 7, 8, 9, 11, se relaciona la profecía con acontecimientos históricos
de una manera única, no hecha anteriormente por ningún profeta. Ubica los
acontecimientos predichos en un orden cronológico prolongado en el tiempo,
sucesivos, consecutivos y que se hacen evidentes a medida que la historia se
desarrolla.23 En resumen, la profecía de Daniel es eminentemente apocalíptica
y, dada su antigüedad, pionera y única en su género profético-histórico.
Dentro del ámbito de la profecía apocalíptica hay, actualmente, en
los intérpretes una tendencia de hacer una distinción formal entre profecía y
literatura apocalíptica. Parece que esta diferencia proviene de un trasfondo
crítico-histórico. Se argumenta que la profecía está relacionada con el poderío
político pre-exílico de Israel, el poder de su monarquía y del clero, mientras que
la literatura apocalíptica nace como un nuevo movimiento en Israel después
del exilio en la que se percibe una visión pesimista del mundo y se vislumbra la
46 intervención divina sobre todos los que atentan contra Israel.24
Otros hacen una diferencia desde el punto de vista del canon. Los
profetas canónicos reciben auténticos mensajes de YHWH mientras que la
literatura judía apocalíptica apócrifa se la considera como una burda imitación
de los profetas canónicos.25 Un contraste más incluye un elemento de
condicionalidad en la profecía mientras que en la apocalíptica, como en el caso
de Daniel, el cumplimiento final del anuncio profético no depende únicamente
de la decisión del pueblo sino de Dios.26 En este caso, la autoridad divina es
suprema.27
También, aparte de la profecía canónica y de la literatura apocalíptica,
23
Jon Paulien enuemera las características de la profecía apocalíptica e incluye fracciones largas de
tiempo como una de sus características [Jon Paulien, “The End of Historicism? Reflections on the Adventist
Approach to Biblical Apocalyptic - Part One”, AUSS 14:2 (2003): 28]; Travis desanima a los que pretenden poner
fechas a los acontecimientos históricos basándose en el libro de Daniel (Travis, “The Value of Apocalyptic”, 74).
24
Paul D. Hanson, “Old Testament Apocalyptic Reexamined”, Int 25 (1971): 469 y D. S. Russell, The
Method and the Message of Jewish Apocalyptic (Westminster: Philadelphia, 1964), 77.
25
Vavter argumenta que la apocalíptica es la heredera de la profecía bíblica (Bruce Vavter, “Apocalyptic:
Its Relation to Prophecy”, CBQ 22:1 [1960]: 34, 44).
26
John P. Milton, Prophecy Interpreted (Minneapolis: Augsburgh Publishing House, 1960), 68. Véase,
también, William G. Johnsson, “Conditionality in Biblical Prophecy with Particular Reference to Apocaliptic”, en
The Seventy Weeks, Leviticus, and the Nature of Prophecy (Washington, DC: Biblical Research Institute, 1986), 3:286.
John J. Collins, “Apocalypses and Apocalypticism: Early Jewish Apocalypticism”, ABD, 1:283.
27
28
Esta distinción fue analizada, descrita y reseñada desde un punto de vista hermenéutico y teológico
por Leslie C. Allen, “Some Prophetic Antecedents of Apocalyptic Eschatology and their Hermeneutical Value”, Ex
Auditu 6 (1990): 15-28.
29
Término utilizado por primera vez por Philipp Henrich Friedlieb en su obra Dogmática para referirse
a las últimas cosas, muerte, juicio, fin del mundo, etc. Véase Steven Paulson, “The Place of Eschatology in Modern
Theology”, Lutheran Quarterly, 12:3 (1998) 327.
30
David L. Petersen, “Eschatology: Old Testament”, ABD, 2:579.
31
Collins, “Apocalyptic Themes in Biblical Literature”, 118, 119.
32
Davies, “Eschatology in the Book of Daniel”, 39.
libro sin los relatos de la corte de 1-6.33 Los capítulos 1-6 y las dos secciones se
mantienen indisolublemente unidos especialmente por la trama del capítulo
2. La escatología propia del libro termina siendo su motivación principal. El
mensaje apunta a dejar en claro que Dios dirigió a su pueblo en la antigüedad,
que lo dirige en ese tiempo en particular y que lo seguirá haciendo mientras
dure la historia. Todo en medio de circunstancias que atentan definidamente
contra la dirección divina. Es evidente que, a lo largo de los capítulos, se registran
la lucha, los conflictos y los acuerdos entre el Rey de los cielos y los reyes de la
tierra (Nabucodonosor, Belsasar, Darío, Ciro, Cambises y el rey de Grecia).
Se sostiene que la escatología de Daniel no es profética porque se piensa
que el libro fue redactado en la época helénica y, en consecuencia, no puede ser
más que una revisión de la historia ya transcurrida.34 Sin duda, esta aseveración
genera la fórmula vaticinia ex eventu y niega que dicha profecía pueda ser
escatológica que anticipa eventos y anuncia de antemano los acontecimientos
venideros. Se la clasifica, por tanto, como literatura apocalíptica del siglo II AC.35
Esta afirmación condiciona la interpretación de Daniel anulando su característica
profética vaticinia ante eventu.
En otro orden, todavía no se ha demostrado que Daniel haya tomado
prestado su contenido apocalíptico de la literatura ugarítica de su tiempo.36 Se
nota que los profetas apocalípticos como Zacarías y Joel han incluido imágenes
48 del Éxodo lo que no hace Daniel. Esta particularidad literaria, quizá, se deba
a la elección de un estilo determinado por causa del entorno no judío del
profeta. Es evidente, por la naturaleza de su profecía, que sus lectores no serían
exclusivamente judíos y prefirió utilizar una nomenclatura extra-bíblica más
acorde con su entorno cultural. La semejanza de estilo que se percibe con esa
literatura puede ser una evidencia adicional para datar a Daniel en el siglo VI AC.
En resumen, el libro de Daniel puede ser considerado como una profecía
por cuanto es revelación de YHWH, al igual que los mensajes de los profetas
clásicos: “pero hay un Dios en los cielos que revela los misterios” (Dn 2:28). Es
apocalíptico porque comparte cualidades relacionadas con asuntos locales.
Es escatológico porque su contenido trasciende su época y alcanza tiempos
futuros, muy distantes del momento histórico de Daniel (Dn 10:14). Pero, por ser
apocalíptico en su género, no es tardío en su composición. Por el contrario, Daniel
apunta a ser más bien el génesis de la literatura apocalíptica.
Ibíd., 42.
34
Ibíd., 39.
35
William H. Shea, “Wrestling with the Prince of Persia: A Study on Daniel 10”, AUSS 21:3 (1983):
38
225-232.
39
Leon Wood, A Commentary on Daniel (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1975), 28. Sobre Daniel
10:1 no hay necesidad de aclarar que está en armonía con 1:1. No quiere decir que el capítulo 1 expresa hasta
el año primero y el capítulo 10 hasta el año tercero. Daniel 1:1 aclara que su ministerio profético abarcó hasta la
caída de Babilonia y la llegada predicha de Medo- Persia en 2:37-39. Véase John F. Walvoord, Daniel: The Key to
Prophetic Revelation (Chicago, IL: Moody Press, 1973), 238.
aunque la angustia permanece por los que regresan del cautiverio. En primer
lugar, aparece “un varón vestido de lino” (10:5-9 [heb. )]איש־אחד לבוׁש בדים. Este es
un personaje lleno de características apocalípticas que transforma esta sección en
una perícopa de ese tipo.
Este varón vestido de lino puede ser una alusión a los sacerdotes del
santuario que ya comenzaban a ministrar en el altar restaurado.43 Quizá, este
personaje esté presentándose como el sumo sacerdote que continuará sus
acciones en la iglesia cristiana, de acuerdo a sus características similares de
Apocalipsis 1, una vez que se termine el tiempo de gracia para Israel, es decir,
las 70 semanas predichas en 9:24.44 También este varón vestido de lino tiene una
similitud en su vestimenta con el varón de Ezequiel 9 (vv. 2, 3, 11; 10:2, 6, 7). Pero,
la actividad de uno y otro es totalmente diferente. Mientras el varón de Daniel
es pacífico, el de Ezequiel provoca una destrucción o una obra de juicio. Tal vez
el contraste implica que las cualidades diferentes deben considerarse unidas en
el varón apocalíptico de Daniel 10. Hay paz para los que regresan a reedificar el
templo y juicio para los que se oponen. El sonido del habla de este varón suena
como trueno y sus palabras no son registradas (v. 9) al igual que el de Apocalipsis
(Ap 1:15).
Después, Daniel es animado y fortalecido por alguien que parece
ser el ángel que siempre lo acompaña en sus visiones (vv. 10-15). Ese mismo
mensajero celestial anónimo continúa el diálogo con el profeta hasta el final del 51
capítulo (vv. 19-21). Después se le aparece un personaje celestial (vv. 16-18) con
semejanza humana: “pero, he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre” (v.
16 [heb. )]והנה כדמות בני אדםque no dialoga con Gabriel y que solo se limita a
tocarlo dos veces (vv. 16-18) para fortalecerlo. La expresión que introduce esta
declaración “pero he aquí” [heb. ]והנה, implica que Daniel ve a alguien que no
había visto hasta ahora de esa manera, como “hijo de hombre”. Este capítulo
parece usar siempre והנהpara introducir a los nuevos personajes: al varón
vestido de lino (v. 5), a Miguel (v. 10), al príncipe de Grecia (v. 13) y ahora al que
tiene semejanza de hombre. Pero, el personaje celestial de 10:10-15; 19-21 no
puede ser otro sino Gabriel de acuerdo a 8:15-18; 9:21-23, textos en los que es
mencionado por nombre y se lo muestra haciendo exactamente todo lo mismo
que el personaje del capítulo 10: es enviado, le habla, explica la visión, asombra,
hace desfallecer, toca al profeta, utiliza la frase “muy amado” [heb. ]איש־חמדות, lo
consuela y lo fortalece. El otro personaje, por su parte, no dialoga con Daniel, no
se presenta por nombre y sus palabras son de tal carácter que hacen desfallecer
43
Marvin A. Sweeney supone un origen sacerdotal (fuente P) para el libro. Esta afirmación contradice
la autoría de Daniel; pero, sugiere un ambiente cultual con relación al santuario y al oficio sumo sacerdotal.
Véase Marvin A. Sweeney, “The End of Eschatology in Daniel? Theological and Socio-Political Ramifications of the
Changing Contexts of Interpretation”, Biblical Interpretation 9:2 (2001): 139.
44
De hecho, se ha advertido una influencia de esta visión de Daniel en textos como el de
Apocalipsis 1. Véase Christopher Rowland, “A Man Clothed in Linen: Daniel 10:6ff and Jewish Angelology”,
Journal for the Study of the New Testament 24 (1985): 99-110.
a Daniel.
El ser celestial diferente de Gabriel, que se menciona apareciendo a
Daniel con forma divina (vv. 5-9), después con forma humana (vv. 16-18), no es
otro sino Miguel (“quién es como Dios” o “igual a Dios”), es Dios mismo, actuando
a favor de Daniel y de su pueblo (10:13, 20, 21). Este ser divino-humano apoya
la tarea logística de Gabriel en el trono de Persia a favor de los que regresan del
cautiverio, la angustiosa preocupación de Daniel.
Este Miguel es mencionado como “y he aquí, Miguel, uno de los
principales príncipes” [heb. ]והנה מיכאל אחד השרים הראשנים. El término “príncipe”
[heb. ]שר, es el mismo usado en Josué 5:14,15 para referirse al “príncipe del
ejército de YHWH” [heb. ]שר־צבא־יהוה. Este Miguel de Daniel puede ser el
mismo ser divino que se le apareció a Josué antes de tomar posesión de la
tierra de Canaán. De la misma forma que en la conquista de Canaán, antes de
que los cautivos regresen a la tierra de Canaán, el príncipe del ejército de YHWH
interviene para ayudar a su pueblo.
En resumen, el varón vestido de lino, con evidentes características
celestiales pero también con semejanza humana, es Miguel. Los personajes que
dialogan son Daniel y Gabriel. Miguel es el que ayuda a Gabriel en el conflicto
de intereses que enfrenta en la corte del rey de Persia con relación al regreso
de los cautivos.
52 Se presenta en la Tabla 2 un esquema de la estructura de Daniel 10 en
base a la aparición de los dos seres celestiales mencionados en este capítulo.
Se intenta destacar que el uso de la expresión והנהmarca la aparición de los
personajes celestiales.
Heyssen Cordero
Asociación Peruana Central
Lima, Perú
Didajé 2:1 (2013): 55-60
_______________________________________________________
Introducción
1
James W. Bertley, La adoración agrada al Altísimo (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1999), 7.
Chris Jack, “Comprendiendo la adoración: Parte 1”, en Lo que todo adorador debe saber, ed. Matt
2
6
Jerome T. Walsh, “1 Kings”, en Berit Olam: Studies in Hebrew Narrative & Poetry, ed. David W. Cotter
(Collegeville, MI: The Liturgical Press, 1996), 224.
7
Elena de White, Profetas y reyes (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2005), 108.
8
Daniel Oscar Plenc, El culto que agrada a Dios (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana,
2007), 109.
9
La palabra en su idioma original describe más que un simple salto una danza dedicada a una
divinidad con el afán de aplacar la ira y adquirir su favor, véase Víctor Hamilton, “”חַסָּפ, en Diccionario Internacional
de teología del Antiguo Testamento, eds. R. Laird, Gleason Archer y Bruce K. Waltke (San Pablo: Vida Nova, 1998),
1224.
10
White, Profetas y reyes, 111.
11
D. A. Carson,“La iglesia emergente”, http://www.clir.net/pdf/boletin0901/0901dcarson_iglesiaemergente.
pdf (consultado: 15 de mayo, 2013).
12
Lee, 98.
13
Darlene Zschech, Extravagant Worship (Lake Mary, FL: Charisma House, 2004), 17.
14
“¿Qué es la iglesia emergente?”, http://www.miapic.com/qu%C3%A9-es-la-iglesia-emergente
(Consultado: 17 de mayo, 2013).
Lee, 97.
15
debemos adorarlo a Él y solo a Él. Elías adoraba a Dios de manera correcta porque
tenía una comunión cierta con Él.
En este contexto, Elías adoró a Dios de la forma correcta; teocéntrica (Mt
4:10), con inteligencia (Sal 47:7), y en espíritu y verdad (Jn 4:24). Nelson resume
diciendo que en la adoración en el monte Carmelo, mientras los preparativos de
Elías son metódicos y correctos, haciendo las cosas para Jehová; en cambio, los
preparativos de los profetas de Baal son dramáticos y extremistas.16 Según Elena
de White, “Elías rogó con sencillez y fervor a Dios que manifestase su superioridad
sobre Baal, a fin de que Israel fuese inducido a regresar hacia Él”.17 La adoración de
Elías era cuerda, coherente y metódica, sin griteríos y saltos y sin acciones lejos de
los principios bíblicos.
Dios prometió un Elías (Mal 4:5,6) que haría volver, como en antaño, al
pueblo de Dios a la verdadera adoración; y aunque Jesús afirmó que Juan el
Bautista era el Elías (Mt 11:14), la profecía de Malaquías es aplicable a la segunda
venida de Cristo. Dios tiene un Elías para esta época que adora a los “baales”; tiene
un pueblo con un mensaje profético “Temed a Dios y dadle gloria [. . .] y adorad a
quien hizo el cielo y la tierra” (Ap 14:7) antes de la segunda venida de Cristo. Somos
llamados a predicar un mensaje de adoración y somos el instrumento que Dios 59
ha escogido. Tenemos el privilegio de ser el “Elías del siglo XXI”. Probablemente
nuestro mensaje no será el agrado de la mayoría de “israelitas”, pero si está basado
en la Biblia, lo será para Dios, y en eso consiste la adoración verdadera, no a gustos
del hombre sino al agrado de Dios.
Conclusión
16
Richard Nelson, First and Second Kings en Interpretation, A Bible Commentary for Teaching
and Preaching, ed. James Luther Mays (Louisville, KN: John Knox Press, 1973), 117.
17
White, Profetas y reyes, 112.
60
Ángel M. Rodríguez
Biblical Research Institute
Silver Spring, Maryland, EE. UU.
Didajé 2:1 (2013): 61-68
_______________________________________________________
Introducción
Principios básicos
*Este artículo fue publicado previamente en inglés por la revista Ministry, enero del 2012; y publicado
en español por la revista Ministerio Adventista, mayo-junio del 2012. Agradecemos al cuerpo editorial de
Ministerio Adventista por brindarnos la traducción y también por el permiso de volver a publicar este artículo.
1
Por ejemplo, véase William Johnsson, “Biblical Apocalyptic”, en Handbook of Seventh-day Adventist
Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), 784-814.
2
Sobre el tema de la recapitulación y las trompetas, véase Ekkehardt Mueller, “Recapitulation in
Revelation 4-11”, Journal of Adventist Theological Society 9:1 (1998): 260-277.
3
Véase Jon Paulien, “Seals and Trumpets: Some Current Discussions”, en Symposium on Revelation–Book 1,
ed. Frank B. Holbrook (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), 183-198.
los pecadores impenitentes, sino juicios que suceden dentro del flujo de la
historia. Por lo tanto, deberíamos distinguir claramente entre el propósito de las
trompetas y el de las siete plagas (Ap 16). Las plagas ocurren en un momento
histórico específico que conducirá rápidamente a la parousía.
4. La mención de periodos de tiempo dentro de las trompetas debería
ser estudiada cuidadosamente para determinar si se trata de periodos de tiempo
profético o de alguna otra cosa. Si la referencia es a periodos de tiempo profético,
deberíamos tratar de encontrar el cumplimiento histórico aplicándoles el principio
de día por año.
5. Deberíamos estudiar cuidadosamente los antecedentes bíblicos del
lenguaje y las imágenes que se usan para describir cada trompeta antes de
tratar de identificar su cumplimiento histórico. Este elemento metodológico se
basa en el principio hermenéutico de que la Escritura se interpreta a sí misma. Su
aplicación excluye el uso de nuestra imaginación para determinar el significado e
identificar el cumplimiento.
Emplear estos principios no nos garantiza unanimidad de interpretación
pero establece algunos importantes parámetros para la interpretación de las
trompetas. Aunque las diferencias de opinión no pueden ser completamente
excluidas, como intérpretes adventistas deberíamos sostener los principios
expuestos más arriba. Por ejemplo, puede ser que diferentes intérpretes atribuyan
el lenguaje y las imágenes usados en la descripción de una particular trompeta 63
a diferentes acontecimientos históricos. Esto es tolerable en tanto se tenga en
vista un cumplimiento histórico particular y el texto bíblico haya sido analizado
cuidadosamente a fin de justificar esa posibilidad específica. Esto sugiere que,
con respecto a una completa y definitiva interpretación de las trompetas, nuestro
recorrido todavía no ha alcanzado su destino propuesto.
4
La información para este diagrama fue obtenida de las siguientes fuentes: Hans LaRondelle, How to
Understand the End-Time Prophecies of the Bible: The Biblical/Contextual Approach (Sarasota, FL: First Impressions,
1997); C. Mervyn Maxwell, God Cares, 2 vols. (Boise, ID: Pacific Press, 1985); Roy C. Naden, The Lamb Among the
Beasts (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1996); Jon Paulien, “Interpreting the Seven Trumpets”, monografía
inédita preparada para la Comisión sobre Daniel y Apocalipsis de la Asociación General, 1986; William Shea,
“Revelation’s Trumpets”, monografía inédita, 1998; Uriah Smith, The Prophecies of Daniel and Revelation (Nashville,
TN: Southern Publishing Association, 1944); Ranko Stefanovic, The Revelation of Jesus Christ: Commentary on
the Book of Revelation (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2002); Edwin R. Thiele, Outline Studies in
Revelation (Angwin, CA: Compendio de clase, Pacific Union College); Alberto Treiyer, The Seals and the Trumpets:
Biblical and Historical Studies (edición propia, 2005). Pido disculpas a los autores si, de manera involuntaria,
J. PAULIEN
H.
U. E. R. C. M. W.
L SMITH THIELE NADEN MAXWELL SHEA
LARONDELLE
R.
A. TREIYER
STEFANOVIC
Ataque de
Roma Ataque de
los visigodos Juicios de Juicios de
Juicios de Dios Juicios de Dios pagana los visigodos
1 contra Dios sobre
sobre Jerusalén sobre Jerusalén persigue a
Dios sobre
contra Roma
Roma bajo Jerusalén Jerusalén
los cristianos bajo Alarico
Alarico
Ataque de Juicios de
Juicios de Dios Juicios de Dios Caída Caída del Ataque de
los vándalos Dios sobre
2 contra Roma
sobre Roma sobre Roma de Roma Imperio los vándalos
pagana pagana pagana Romano contra Roma
Roma pagana
Juicios de
Ataque de Juicios de Juicios de
Dios contra Apostasía Apostasía Ataque de los
los hunos Dios contra la Dios contra la
3 contra
la profesa
profesa iglesia profesa iglesia
de la iglesia de la iglesia hunos contra
iglesia cristiana cristiana Roma
Roma cristiana cristiana
cristiana
Surgimiento Colapso de
Caída de Oscuridad Oscuridad del Roma de
Oscuridad de Oscuridad de
4 Roma de de la Edad
la Edad Media la Edad Media
de la Edad secularismo- Occidente y
Occidente Media Media ateismo (Ap de su sistema
11:7) de adoración
Cruzadas
Surgimiento
durante la Predominio
y progreso Surgimiento
Edad Media del
Ataque de del Islam (5 del Islam
Surgimiento (5 meses = secularismo-
Surgimiento Satanás a la meses =150 contra el
y progreso 150 años; ateismo (5
del Islam Reforma por años; desde el cristianismo
del Islam 1099-1249; meses =
(periodo medio de la primer ataque apóstata (5
5 de 5 meses;
(periodo
Contrarrrefoma musulman a
desde la juicios de
meses = 150
64 1299 + 150 =
1449)
de 5 meses;
1299 + 150
(5 meses = 150
años; 1535-
Constantinopla
en 674 hasta
toma de
Jerusalén
Dios son
exhaustivos
años; 632-782;
primera ola
= 1449) hasta el pero
1685) el último en de expansión
comienzo limitados; cf.
823 [sólo 149 islámica)
de la última Gn 7:24; 8:4)
años])
cruzada)
Surgimiento
de Babilonia
del tiempo
Imperio del fin. La Imperio
Imperio
Imperio Tiempo de Otomano crisis final Otomano
Otomano
Otomano (1 Imperio la crisis final; (391 años; descrita en (391 años;
(391 años;
día, 1 mes, Otomano desde el siglo 1453-1844, 7:1-3 y Ap 1453-1844,
6 1 año = 391 (391 años; XVIII hasta la
1453, caída
cuando se 13-16 (1 hora, cuando se
del Imperio
años; 1449- 1449-1840) terminación de promulgó el 1 día, 1 mes, promulgó el
Bizantino, hasta
1840) la prueba edicto de se refiere a edicto de
1844)
tolerancia) un momento tolerancia)
del tiempo
divinamente
señalado)
Pone en
marcha
Tiempo del
los eventos
Misterio Misterio Misterio fin cuando
Misterio de Dios finales.
7 de Dios de Dios Consumación
consumado
de Dios
(Resumen de
el misterio
consumado consumado consumado de Dios es
los eventos
consumado
descritos en
Ap 12-22)
Egipto la que con más osadía negó la existencia del Dios vivo y se opuso a sus mandamientos. Ningún monarca
resistió con tanto descaro la autoridad del Cielo como el rey de Egipto. Cuando se presentó Moisés ante él para
comunicarle el mensaje del Señor, el faraón contestó con arrogancia: ‘¿Quién es Jehová, para que yo oiga su
voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová ni tampoco dejaré ir a Israel’ (Éx 5:2). Esto es ateísmo; y la nación
representada por Egipto iba a oponerse de un modo parecido a la voluntad del Dios vivo, y a dar pruebas del
mismo espíritu de incredulidad y desconfianza. La ‘gran ciudad’ es también comparada ‘simbólicamente’ con
Sodoma. La corrupción de Sodoma al quebrantar la ley de Dios fue puesta de manifiesto especialmente en
la vida disoluta. Y este pecado iba a ser también rasgo característico de la nación que cumpliría lo que estaba
predicho en este pasaje” (El gran conflicto [Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1981], 312).
En otro lugar, después de describir la corrupción moral del mundo, ella pregunta: “¿Qué ha de impedir
que el mundo se convierta en una segunda Sodoma?” (La educación [Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1974], 224). Enseguida, agrega:
“Al mismo tiempo, la anarquía trata de hacer desaparecer toda ley, no solo divina sino también
humana. La centralización de la riqueza y el poder; las vastas combinaciones hechas para el enriquecimiento de
unos pocos a expensas de la mayoría; la unión de las clases más pobres para organizar la defensa de sus intereses
y derechos; el espíritu de inquietud, desorden y derramamiento de sangre; la propagación mundial de las mismas
enseñanzas que produjeron la Revolución Francesa, tienden a envolver al mundo entero en una lucha similar a la que
convulsionó a Francia” (Ibíd., énfasis añadido).
Ella parece considerar que tal mentalidad es la que predomina actualmente en todo el mundo: “El
ateísmo y el descreimiento prevalecen en todos los países. Los blasfemos descarados avanzan en la Tierra, la
habitación edificada por Dios mismo, y niegan la existencia del Creador, y desafían al Dios del cielo a que los
fulmine en el acto si su actitud es errónea. ¡Observad cómo se forman en todas partes sociedades de incrédulos
a fin de inventar medios para diseminar su diabólico veneno!” (Review and Herald, 4 de mayo de 1886).
Resulta claro que para Elena de White los nombres de las ciudades representan ahora movimientos
mundiales que se iniciaron en Francia durante la Revolución Francesa. Esta forma de considerar el cumplimiento
profético apocalíptico todavía encuadra dentro de lo que denominamos el método historicista de interpretación
profética.
Conclusión
7
Elena de White, El gran conflicto, 382, 383.
8
Véase Robert W. Olson, 101 Questions on the Sanctuary and Ellen G. White (Washington, DC: Ellen G.
White Estate, 1981), pregunta 52.
68
9
Esto es ilustrado por la forma en que el Comentario bíblico adventista del séptimo día aborda el tema
de las siete trompetas. En tanto confirma el punto de vista tradicional representado por Smith, admite otras
posibilidades y evita el dogmatismo. Véase F. D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día, trad.
Víctor Ampuero Matta (Boise, ID: Publicaciones Interamericanas, 1990), 7:803-811.
Palabras clave: Apocalipsis 13, Apocalipsis 17, Babilonia, 1260 años, remamente
de Dios
ABSTRACT
“The Great Whore Vision: The sentence against Babylon – Part I”— In light
of a brief comparison between Revelation 13 and 17, the author show us, in this
first part, that the beast described in these chapters are a clear representation of
Satan and the powers of this world. It further discusses the political-religious role
of “Babylon” and its intimate connection with te beast. In addition, it also notes
that the beast is one of the five kings of Revelation 17, and it was that which per-
secuted the Christian people during the 1260 year prophecy.
Keywords: Revelation 13, Revelation 17, Babylon, 1260 years, God’s remmant
Introducción
70
E n esta sección, “la gran ramera” es también “la gran ciudad que reina sobre
los reyes de la tierra” (vv. 1 y 18).1 La mujer está “sentada sobre una bestia
escarlata”; pero también “está sentada sobre muchas aguas” (vv. 1 y 3).
Ambos símbolos, el agua y la ciudad, son afectados precisamente por la sexta
y séptima plagas; la sexta afecta, “al gran río Éufrates”; y la séptima, afecta a “la
gran ciudad” (Ap 16: 12, 19). En Apocalipsis 17, un ángel intérprete revela a Juan
detalles adicionales de la condenación de la “gran ramera” o Babilonia —símbolo
apocalíptico de la apostasía político-religiosa de los últimos días. Se percibe que
Juan ha “entrelazado” o “entretejido” los capítulos 17-19 con las plagas finales
porque esta sección (caps. 17-19) constituye la interpretación angélica de la caída
definitiva de Babilonia.
Los capítulos 17-18 revelan las condiciones que existirán en el mundo
cuando los poderes políticos y religiosos, instigados por Satanás, operen
mancomunadamente para aniquilar al pueblo remanente de Dios. El mundo
entero estará contra ese pueblo.2 La interpretación del ángel revela la naturaleza
de esa gran apostasía final. El Comentario bíblico adventista señala que,
*Este artículo es una adaptación del capítulo 11 del libro: Héctor A. Delgado, Apocalipsis y sus
fascinantes profecías (Charleston, SC: CreateSpace, 2013), 2:261-278.
1
A no ser que se muestre lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-
Valera de 1960. Las cursivas han sido añadidas.
2
Carl Coffman, Triunfo presente, gloria futura - Lecciones de la Escuela Sabática 94, no. 377 (julio-
setiembre, 1989), 120.
Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo
diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está
sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los
moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación (17:1-3).
3
“‘La sentencia’ [Ap 17:1]”, Comentario bíblico adventista, ed. Francis D. Nichol, trad. Víctor Ampuero
Matta (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1996), 7:862. En adelante CBA. Las cursivas han sido
añadidas.
4
Siendo que Juan nos dice claramente que la bestia del capítulo 13 sube del mar, debe tener alguna
intención particular al decir en los capítulos 11 y 17 que sube del abismo (cf. Ap 11: 7). A manera de reflexión diría
que, el contexto demanda en ambas visiones el uso de la palabra abismo. En el primer pasaje, haría referencia al
reino del mal en su máxima expresión, y en el último, al reino de la muerte de donde resurge la bestia.
“La gran ramera, la que está sentada “Vi a una mujer sentada sobre una
sobre muchas aguas” (v. 1). bestia escarlata” (v. 3).
“La mujer estaba vestida de púrpura “La mujer que has visto es la gran
y escarlata, y adornada de oro, de ciudad que reina sobre los reyes de la
piedras preciosas y de perlas” (v. 4). tierra” (v. 18).
“Las siete cabezas son siete montes,
“Una bestia escarlata […], que tenía
sobre los cuales se sienta la mujer, y son
siete cabezas y diez cuernos” (v. 3).
siete reyes [. . .]” (vv. 9-10).
Tabla 1. La sentencia contra “Babilonia” en Apocalipsis 17
5
“Está sentada sobre muchas aguas”, CBA, 7:863.
6
Simón J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis (Grand Rapids, MI: Portavoz,
2004), 504. Robert H. Mounce sostiene que Apocalipsis 17 y 18 “desarrollan el mismo acontecimiento épico: el
derrocamiento de Roma como centro de poder e influencia que amenaza a la iglesia primitiva” (Comentario al
libro de Apocalipsis [Barcelona: Clie, 2007], 417).
Kistemaker, 504, 505.
7
8
Evis L. Carballosa, Apocalipsis: La consumación del plan eterno de Dios (Grand Rapids, MI: Portavoz,
1997), 329, 331. Samuel Pérez Millos, quien comparte la perspectiva de Carballosa en muchas de sus conclusiones
sobre el Apocalipsis, dice: “Los exégetas se enfrentan con la identificación de la ciudad llamada Babilonia. ¿Se
trata de un nombre simbólico para referirse al centro neurálgico del sistema religioso, político y comercial, del
Anticristo? ¿Debe ser tomado como algo literal, en el sentido de una ciudad real, la Babilonia reconstruida?
Sobre estos dos aspectos se ha escrito lo suficiente antes, por lo tanto, la posición en el presente comentario se
ha establecido, declinándose por entender a Babilonia como el centro de un sistema, religioso y comercial del
reino del Anticristo, según los argumentos presentados antes” (Comentario exegético al texto griego del Nuevo
mismo tema: ¡La apostasía del profeso pueblo de Dios! En la ramera apocalíptica
tenemos un símbolo sorprendente de la iglesia cristiana que se corrompió al
abandonar la verdad del evangelio, convirtiéndose en infiel y mundanal. Según
la profecía, en el tiempo del fin tendrá de nuevo el poder y la supremacía por
un breve tiempo sobre los poderes de la tierra. Esto es lo que está predicho
por la expresión: “La mujer estaba sentada sobre una bestia escarlata [. . .] que
tenía siete cabezas y diez cuernos [. . . y] reina sobre los reyes de la tierra” (Ap
17:3, 17). La idea de que este pasaje revela la apostasía del pueblo de Dios del
nuevo pacto, en la misma magnitud e intensidad que el antiguo pueblo de
Dios, “ha sido evitada sistemáticamente por la mayoría de los teólogos cristianos
y los eruditos en exégesis, así como por los eruditos rabinos que quedaron tan
escandalizados por el lenguaje severo de Ezequiel que prohibieron la lectura de
Ezequiel 16 en la sinagoga”.10
El apóstol Pablo advirtió claramente a la iglesia cristiana que se repetiría
la historia del pueblo hebreo (1 Co 10:6-7, 12; 2 Co 11:2-3; Hch 20:29-31; 2 Ts 2:3,
8). ¡El cumplimiento de estas predicciones es lo que el libro de Apocalipsis revela
dramáticamente! De manera especial, Juan “desarrolla el tema de la apostasía
sistemática” en los capítulos 12-17 en grandes pinceladas. Tan importante es el
tema, que ahora Dios envía un mensajero celestial para dar la explicación de este
gran “misterio” (Ap 17:5, 7).
76 El pasaje de la prostituta también nos recuerda la historia de Jezabel, la
reina malvada que corrompía a los reyes de Israel (1 R 16:31; 23: 25). En aquel
tiempo, el profeta Elías hizo frente a la apostasía nacional y mató a los profetas
de Baal (1 R 18). Ya en Apocalipsis 2:20 tenemos un indicio de las acciones
corruptas de la Jezabel antitípica. El destino final de la malvada Jezabel histórica
fue profetizada por Elías: “En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes
de Jezabel” (2 R 9:36, cf. 1 R 21:23). Este pasaje establece una relación verbal con
Apocalipsis 17:16: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la
ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes”. La desgracia final
de la antigua y la moderna Jezabel, es la misma. Aquí, estamos ante una verdad
sorprendente: “La iglesia de Cristo iba a permitir en su seno a una nueva Jezabel,
con sus exigencias falsas como profetiza de Dios y con su culto religioso falso
(Ap 2:20, 23). Los resultados amargos son los mismos en la antigua y en la nueva
Jezabel: el asesinato legalizado y político de los santos de Dios”.11
La profecía especifica que “la mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas”. Esta era la forma
en la que Jezabel se vestía para atraer y seducir a los reyes de Israel (2 R 9:30).
Pero, el modo de vestimenta de la ramera escatológica, más que identificarla
con la forma peculiar en que se vestían las prostitutas de la antigüedad,
LaRondelle, 412.
11
La bestia escarlata
77
Esta bestia ya es familiar para nosotros. La encontramos por primera vez
en Apocalipsis 11; luego, descrita detalladamente en los capítulos 12 y 13. En la
profecía bíblica, las bestias representan reinos y poderes seculares (cf. Dn 7:3-7,
17; 8:3, 5, 20-21). No solo las cabezas y los cuernos establecen la relación de esta
bestia con las demás, también el color de su cuerpo (Ap 17:4 = “bestia escarlata”;
Ap 12:3 = “dragón escarlata”). El color de esta bestia trae a nuestra mente el color
del segundo sello (Ap 6:4).
Otros detalles importantes que nos permiten conocer la identidad de
este poder, es que en Apocalipsis 11, 12 y 13, aparece la misma unidad de tiempo
en relación a la bestia: 42 meses o 1.260 días (11:2-3); 1.260 días o “tiempo,
tiempos y medio tiempo” (12:6, 14, cf. Dn 7:25; 12:7); y 42 meses (13:5). También
se puede observar que tanto en el capítulo 11 como en el 17, la bestia “sube del
abismo” (cf. 11:7; 17:8). Otra relación la encontramos al comparar Apocalipsis 13:
3 con el capítulo 17:8. En el primer pasaje se nos dice que la bestia multifacética,
después de reinar por 42 meses, recibe una herida “como de muerte”, pero que
sanaría causando la admiración de “los moradores de la tierra”. De igual manera,
en el segundo texto leemos que la bestia era, es decir, ejerció temporalmente
su poder, pero no es, porque perdió su dominio, pero será porque volverá
a recuperar toda su influencia. Su herida sanará. Este pasaje también hace
referencia al asombro de los habitantes de la tierra ante la reaparición de la
bestia. Por esta razón, los eruditos bíblicos concluyen que la bestia, puesto que
El asombro de Juan
Antolín Distre Gil, El sentido de la historia y la palabra profética (Barcelona: Clie, 1995), 2:455.
12
Veamos ahora los indicadores de tiempo que Juan nos presenta. “La
bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición, y
los moradores de la tierra [. . .], se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y 79
será”. Tres veces nos dice el ángel que la bestia era y no es, pero que resurgirá (vv.
8, 10, 11). Estas declaraciones establecen una relación explícita con el capítulo 13,
donde la bestia que surge del mar cumple con estas especificaciones temporales,
como lo revela el siguiente cuadro:
APOCALIPSIS 17 APOCALIPSIS 13
“Le fue dada autoridad de obrar
La bestia “era”.
durante 42 meses” (v. 5).
Una de sus cabezas parecía una herida
“Ya no es”.
de muerte [. . .] (v. 3a)
“Está por subir del abismo”, el reino de
“Su herida mortal fue sanada” (v. 3).
la muerte.
“Los habitantes de la tierra […], se
“Se maravilló toda la tierra en pos de la
asombrarán al ver a la bestia que era, y
bestia” (v. 3).
ya no es, aunque reaparecerá”.
Tabla 4. Similitudes entre la bestia de Apocalipsis 17 y 13
La bestia era, ejerció su poder durante 42 meses o 1260 días; no es, porque
13
Lo cierto es que la relación de la visión de Juan con la descripción de Ezequiel es sorprendente. “El
lenguaje figurado de la prostituta de Apocalipsis 17 tiene dependencia de Ezequiel 16, 20, 23” (LaRondelle, 408).
Por esto, esta profecía revela que “la ramera representa a la iglesia infiel que ha entrado en una relación ilícita con
los gobernantes políticos del mundo, ‘los reyes de la tierra’ (Ap 17:2)” (Ibíd., las cursivas están en el original).
ha recibido una “herida de muerte”; pero será, porque su herida sanará. El tiempo
en el cual la bestia no es, es el periodo en el que ha perdido el apoyo del poder
político. En este tiempo, y desde la Revolución Francesa, surgen las nuevas
políticas que favorecen la separación de la Iglesia y el Estado. Pero, en el tiempo
cuando la bestia reaparecerá, será la ocasión en que habrá logrado nuevamente
el apoyo de los reyes de la tierra, lo que le permitirá ejercer nuevamente su poder
perseguidor.14 Esto es lo que revelan los siguientes versículos: “Y los diez cuernos
que has visto son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora
recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo
propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia” (cf. Ap 13:14-17). El
poder religioso volverá a dominar el poder político.
Es bueno notar que mientras en Apocalipsis 13 la bestia recibe una herida
de muerte en una de sus cabezas, en Apocalipsis 17 el poder religioso no está
herido. Esto significa que el poder religioso queda vivo y no muere, es como “una
viuda” que no tiene a sus maridos (los reyes de la tierra) para ejecutar su agenda
política. La expresión no es significa que no puede ejercer su poder perseguidor.
Es la razón por la que antes de resurgir, ella está en “el abismo”. El término “abismo”
puede señalar la condición caótica de algo (Gn 1:2; Ap 20:3), como también al
reino de la muerte (Sal 71:20; Job 28:13, 14; Ro 10:7). Por consiguiente, el hecho
de que la bestia será (“subirá del abismo”), señala hacia la resurrección de su poder
80 para hacer cumplir legalmente sus mandatos.
Un rompecabezas
Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre
los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y
el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La
bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición
(vv. 9-11).
14
LaRondelle, 407, observa que “la iglesia medieval no ejecutó a ningún hereje, sino que entregó a los
condenados por la Inquisición de la iglesia, que habían sido torturados, a los gobernantes del mundo para que
ejecutaran las sentencias de muerte dada por la iglesia”.
de sus partes. En Apocalipsis 12, el dragón persigue a la mujer, pero lo hace por
medio de una de sus siete cabezas: “La serpiente arrojó de su boca tras la mujer
agua como un río [. . .]” (v. 15, cf. v. 16). La misma dinámica aparece en el capítulo
13: “La bestia que vi era semejante a un leopardo [. . .], y vi una de sus cabezas
como herida de muerte” (vv. 2 y 3). Pero, observemos que cuando sana la herida
de la cabeza, ¡se dice que la bestia completa ha sanado! Podemos concluir que
la bestia con sus siete cabezas siempre ha existido, pero no actúa por medio de
todas conjuntamente, sino por medio de una cabeza a la vez. Sin embargo, el
accionar de la cabeza es el accionar de la bestia, solo que la bestia, en sí misma,
es un símbolo mucho más abarcante que la misma cabeza. Esto explica el porqué
Juan relaciona los indicadores de tiempo tanto con la bestia escarlata como
con las cabezas conjuntamente. Los poderes terrenales solo disponen de cierto
tiempo para actuar en el escenario de la historia, pero la bestia, como poder
ideológico, abarca mucho más tiempo, desde el principio de la rebelión hasta su
completa erradicación. La siguiente comparación nos permitirá entender mejor.
Esta parte de la profecía (“la bestia era y no es, pero será”) constituye
una parodia de la muerte y resurrección de Cristo. De hecho, hay quienes han
resaltado este detalle en sus estudios sobre las profecías apocalípticas.15 En el
15
Un escritor que dedica especial atención a este punto es el erudito Norman Gulley, Cristo: Nuestro
refugio en los acontecimientos finales (Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1996), 72-75. Véase
también a Jon Paulien, El Armagedón está a las puertas (Madrid: Safeliz, 2009), 89-95; Craig L. Blomberg, Del
Pentecostés a Patmos (Miami, FL: Vida, 2011), 612-617.
Conclusión
ABSTRACT
Introducción
84
S egún Ángel M. Rodríguez, el principal desafío que tiene la Iglesia Adventista
del Séptimo Día, en la actualidad, es eclesiológico,1 en lo que respecta
a su identidad, misión y mensaje proféticos. El problema es que la visión
apocalíptica bíblica del adventismo,2 paulatinamente, se ha estado perdiendo u
objetando en muchas de nuestras iglesias3 e instituciones educativas (algunos,
hasta han llegado a sugerir su reinterpretación).4 Penosamente, esta situación ha
1
“The Lord is Wonderful: Looking around the Corner for Adventist Theology”, Adventist Word, http://
www.adventistworld.org/article/1149/resources/english/issue-2011-1012/the-lord-is-wonderful (consultado:
14 de junio, 2012).
2
En este artículo, se habla de Visión apocalíptica a la identidad, misión y mensaje proféticos del adven-
tismo, cuyo fundamento son las profecías reveladas en Daniel y Apocalipsis (el género literario de ambos libros
se lo conoce como Apocalíptica bíblica).
3
Para estudiar el fundamento bíblico de la visión apocalíptica bíblica del adventismo, véase los siete
volúmenes editados por Frank Holbrook, entre los años 1981-1992, y dirigido por el Biblical Research Institute (en
adelante BRI) de la Asociación General. En lista son: William Shea, Selected Studies of Prophetic Interpretation – vol.
1 (1981); Symposium on Daniel: Introductory and Exegetical Studies – vol. 2 (1986); 70 Weeks, Leviticus, Nature of
Prophecy – vol. 3 (1986); Issues in the Book of Hebrews – vol. 4 (1989); Doctrine of the Sanctuary: A Historical Survey
– vol. 5 (1989); Symposium on Revelation: Introductory and Exegetical Studies – vol. 6 (1992); Symposium on Revela-
tion: Introductory and Exegetical Studies – vol. 7 (1992).
4
Entre ellos, Jack Provonsha, A Remnant in Crisis (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1993); Charles
Scriven, “The Real Truth about the Remnant”, Spectrum 17: 1 (1986): 6-13. En adelante Sp. C. W. Teel Jr., “Growing
up with John’s Beasts: A Rite of Passage”, Sp 21:3 (1991): 25-34. Una evaluación y una respuesta bíblica- teológica
a los desafíos de la identidad del adventismo como Remanente, está en Carmelo L. Martínez, “El concepto del
remanente en la Iglesia Adventista del Séptimo Día: Razones subyacentes en el debate contemporáneo” (Tesis
doctoral, Universidad Adventista del Plata, 2002); Ángel Manuel Rodríguez, ed., en Toward a Theology of the Rem-
logía adventista. Estudios teológicos presentados durante el IV Simposio bíblico-teológico sudamericano en honor a
Roul Dederen, eds. Gerald Klingbeil, Martin G. Klingbeil y Miguel Ángel Núñez (Entre Ríos, Argentina: Universidad
Adventista del Plata, 2002), 168.
6
Sobre los Mensajes de los tres ángeles, véase Ángel Manuel Rodríguez, Future Glory. The 8 Greatest
End-Time Prophecies in the Bible (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2002), 125-136; John N. Andrews, The
Three Messages of Revelation XIV, 6-12, 5a ed. rev (Battke Creek, MI: Review and Herald, 1892); Hans K. LaRondelle,
“Remanente y mensajes de los tres ángeles”, en Tratado de teología adventista del séptimo día, ed. Raoul Dederen,
trad. Tulio N. Peverini, et al (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 964-1002; Oscar Men-
doza Orbegoso, “El mensaje del remanente en el tiempo del fin: el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis
14:6-12– Partes I y II”, Estrategias 6:2 (2009): 77-86 y Estrategias 7:1 (2010): 59-78. Para un estudio histórico en el
adventismo sobre los Mensajes de los tres ángeles, véase, Alberto Timm, “The Sanctuary and the Three Angels’
Messages, 1844-1863: Integrating Factors in the Development of Seventh-day Adventist Doctrines” (Tesis docto-
ral, Andrews University, 1995). En español, El santuario y el mensaje de los tres ángeles: Factores integradores en el
desarrollo de las doctrinas adventistas, trad. Joel Leiva (Lima: Editorial Imprenta Unión, 2004).
7
La misión del remanente, también, incluye: (1) guiar a Cristo a los moradores de la tierra, (2) ser una
luz en el cristianismo, (3) fomentar la verdadera adoración, (4) guiar a los seres humanos a la Biblia y (5) contra-
rrestar el engaño de Satanás y de sus representantes (las bestias de Ap 13).
8
Por ejemplo, desde sus inicios, entre los años 1844 y 1863, el adventismo tenía un sistema doctri-
nal básico. Según Timm, 339, “Ese sistema estaba integrado por el santuario mencionado en Daniel 8:14 y los
mensajes de los tres ángeles contenido en Apocalipsis 14:6-12”. Más adelante, él agrega, “El santuario y los tres
mensajes angélicos funcionaron como factores integradores, para importantes doctrinas adventistas sabatistas
como la perpetuidad de la ley de Dios y el sábado, el ministerio celestial de Cristo, la segunda venia de Cristo, y
la inmortalidad condicional del alma y el don de profecía” (Ibíd., 345).
9
Según Charles Sanderfur, “Somos un pueblo apocalíptico, creemos en el Apocalipsis, nuestra misión
está ligada al Apocalipsis, avanzamos en dirección al Apocalipsis” (“Un poco de la segunda venida”, Ministerio
adventista, enero-febrero [2010]: 24).
10
“Los adventistas y el método histórico-crítico”, en Entendiendo las sagradas Escrituras: Un enfoque
adventista, ed. George Reid (Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 427. En adelante ESE.
11
Sobre la esperanza en la Escatología bíblica, véase Ángel Manuel Rodríguez, “Escatologia bíblica:
Uma Teologia Adventista da Esperança”, en O Futuro: A visao adventista dos últimos acontecimentos, artigos teoló-
gicos apresentados no V Simposio Bíblico-Teológico Sul-Americano, ed. Alberto Timm, ét al (Sao Paulo: Casa Publi-
cadora Brasileira, 2004), 153-166.
12
“La educación adventista y la visión apocalíptica - Parte I”, Revista de Educación Adventista 27, 2008,
7. En adelante REA. La cursiva es para énfasis.
13
La visión apocalíptica y la castración del adventismo (Miami, FL: Asociación Publicadora Interameri-
cana, 2008), 62.
Timm, 5.
14
18
Es importante resaltar que “la educación adventista se estableció dentro de un contexto diferente
de las demás reformas educacionales” (Pedagogía adventista, 18).
LaRondelle, 986.
19
sus planes —tanto presentes como futuros— y la promesa de morar con él para
siempre. La apocalíptica bíblica revela a Cristo y sus obras en favor del alumno.
En segundo lugar, muchos estudiantes adventistas, por medio de este sis-
tema, trabajarían en conjunto con la iglesia en la proclamación de los mensajes
angélicos. En otras palabras, en nuestras instituciones no solo se formarían alum-
nos, sino también misioneros.
La dificultad, sin embargo, es que esta visión se está perdiendo aun en
nuestras instituciones educativas. Por ejemplo, hay instituciones que se centran
en la parte académica, dejando de lado la parte espiritual. Otras priorizan la parte
espiritual y no se pone mucho énfasis en la parte académica. Hay varios casos
que, si bien es cierto equilibran ambas partes, en lo que atañe a la consagración
del alumnado y de los docentes, algunas veces se presenta y vive un estilo de
vida cristiano subjetivo, distante de lo que registra la Palabra de Dios. Peor aún, y
probablemente es más notorio, algunos de nuestros alumnos y profesores están
viviendo como si Cristo viniera en “cien mil millones de años”. La expectativa y
preparación para la crisis final y para la segunda venida de Cristo, increíblemente,
no se está reflejando.
Un último problema, quizá es más notorio, es que varios de nuestros alum-
nos adventistas no están cumpliendo la misión profética; es más, posiblemente,
desconocen el papel del adventismo y de sus colegios en el tiempo del fin. Al
88 desconocer esta visión, no sorprende por qué muchas de nuestras instituciones
educativas, actualmente, están perdiendo su relevancia.
Estamos en una época cuando las profecías apocalípticas de la Biblia tie-
nen mayor importancia. El ecumenismo, los desastres naturales, la creciente in-
moralidad, el fortalecimiento del papado, etc. demuestran que las profecías se
están cumpliendo y que Cristo está más cerca de lo que pensamos. ¿No necesitan
nuestros alumnos conocer los mensajes de los tres ángeles (Ap 14:6-12) para pre-
pararse para la crisis final y para la segunda venida de Cristo? ¿No es importante
que ellos conozcan que Cristo está como sumo sacerdote (Heb 8:1-5; 9:12) en el
santuario celestial, un lugar real, intercediendo diariamente por cada uno de ellos
(1 Ti 2:5; 1 Jn 2:1; Heb 4:16)? ¿No es necesario que estos estudiantes sepan que
estamos, como hijos de Dios, participando de un juicio y que, en vez de provocar
temor, debe producir alegría porque es a favor nuestro (Dn 7:22; cf. 14:7)? Indis-
cutiblemente, nuestros estudiantes deben saber que Cristo los ama y quiere sal-
varlos del pecado, y no en el pecado. Esta salvación se reflejará a través del nuevo
estilo de vida, dependiendo totalmente de Cristo (Jn 15:4-5) y obedeciendo los
diez mandamientos (Jn 15:9-10).
¿Y los alumnos que no son adventistas? Es significativo que ellos reconoz-
can el terrible engaño que Satanás está dirigiendo en el mundo cristiano, cuyo
objetivo principal es dirigir a los seres humanos hacia una falsa adoración (Ap
13:12-16). Necesitan saber que muchos grupos religiosos y sistemas educativos
cristianos están enseñando doctrinas y estilos de vida no bíblicos, fundamen-
tados en la Filosofía griega clásica.20 Shane Anderson tiene razón cuando dice:
“Debiéramos proclamar fervientemente el mensaje de los tres ángeles, quitar las
capas de decepción de los ojos de la gente y al mismo tiempo hacer discípulos
para Cristo que sean genuinos y maduros”.21
En conclusión, la apocalíptica no solo es la razón de ser del adventismo,
también lo es de su sistema educativo. Knight declara: “La educación adventista
nació en la matriz de una visión apocalíptica, y cuando esa visión se pierde, tam-
bién se pierde la necesidad genuina de la educación adventista”.22 En otro artículo,
el mismo autor enfatizó: “Un ministerio educativo adventista que ha perdido su
influencia en la visión apocalíptica ha fallado, no solo parcialmente, sino total-
mente”.23
20
Para un mayor estudio, véase Fernando Canale, “Philosophical Foundations and the Biblical Sanc-
tuary”, Andrews University Seminaries Study 36:2 (1998): 183-206; Ibíd., “¿Por qué los adventistas están adoptando
los estilos de vida seculares?”, Theologika 26:1 (2011): 84-136.
21
How to Kill Adventist Education (and How to Give It a Fighting Chance!) (Hagerstown, MD: Review and
Herald, 2009), 51.
22
“La educación adventista y la visión apocalíptica- parte II”, REA 27 (2008): 7.
23
“Redemptive Education [Part III]: Implications of Philosophy for Adventist Education”, The Journal of
Adventist Education, octubre-noviembre (2010): 56. La cursiva es del autor.
24
“La hermenéutica de la apocalíptica bíblica”, ESE, 299.
25
Anderson, 22.
Conclusión
Dios invita a cada uno de nosotros a cumplir nuestra misión como siste-
ma educativo. No debemos desviarnos de la responsabilidad que tenemos como
remanente profético. En realidad, solo cuando cada institución viva conforme la
visión apocalíptica, la voluntad de Dios se habrá podido cumplir. Recuérdese que,
26
“Redemptive Education”, 54.
Anderson, 51.
27
Knight, “La educación adventista y la visión apocalíptica- Parte I”, 9. La cursiva es para énfasis. Las
28
1
La tradición judeo-cristiana creen que el libro de Daniel fue escrito por el mismo Daniel, quien fue
llevado cautivo a Babilonia en el siglo VI AC. Por otro lado, la crítica moderna, cree que el libro de Daniel fue
escrito en el siglo II AC (167-165 AC aprox.), ya sea por un autor anónimo, seudónimo o por varios autores lo cual
tomaría lugar durante la persecución religiosa desatada por Antíoco IV Epífanes. Para más información, véase
Joel Iparraguirre, “La paternidad literaria del libro de Daniel: Breve análisis comparativo entre los siglos II AC y VI
AC – Parte I”, en este número.
de que Daniel fuese llevado cautivo a Babilonia junto a sus amigos, ya existían
hebreos que anteriormente tuvieron contacto con Babilonia.
El capítulo tres, “La Babilonia donde Daniel vivió”, a través de una revi-
sión histórica de las fuentes bíblicas y comprobadas con las fuentes extrabíblicas,
muestra que la Babilonia donde Daniel vivió la mayor parte de su vida fue real,
algo que lamentablemente los críticos rechazan.
El capítulo cuatro, “La religión que Daniel conoció en Babilonia”, expone
detalladamente a un Daniel que no se contaminó y que “jamás practicó la religión
de Babilonia” (pág. 69), a pesar de que esta contaba con más de 2500 dioses y una
gran cantidad de demonios.
El capítulo cinco, “Nabucodonosor, destructor de Judá”, presenta cómo es
que Judá fue anexada al imperio babilónico, y también cómo es que Asiria fue
conquistada por la dinastía de Nabopolasar y su hijo, Nabucodonosor.
El capítulo seis, “El final de Babilonia y del cautiverio de Judá”, describe a
un imperio gigante y bien establecido, cayendo ante un imperio más pequeño,
Medo-Persia. Además, cabe resaltar que el autor también nos presenta la impor-
tancia que tuvo esta conquista para Daniel y Judá.
El capítulo siete, “La paternidad literaria de Daniel”, aborda de manera su-
cinta los “problemas” que la crítica moderna sigue utilizando para desacreditar
su paternidad literaria, historicidad, estilo lingüístico y sus profecías. Alomía nos
92 muestra que estos argumentos caen en picada y son insostenibles debido a la
existencia de nuevos descubrimientos arqueológicos.
El capítulo ocho, “Daniel y la arqueología”, teniendo como referencia al
capítulo anterior, muestra los descubrimientos actuales más importantes relacio-
nados a Daniel y a su época. Alomía señala que la arqueología ha contribuido de
manera extraordinaria para considerar una vez más que los argumentos que uti-
liza la crítica moderna para desacreditar al libro de Daniel, no son más que meras
fábulas paupérrimas, sin valor alguno.
El capítulo nueve, “Daniel y los descubrimientos de Qumrán”,2 provee evi-
dencia más que suficiente para dar por sentado que el libro de Daniel es fidedigno
a su mensaje y que este fue escrito en el siglo VI AC, debido a que la evidencia
encontrada en las cuevas de Qumrán lo señalan “como profeta [a Daniel] y su libro
era entre ellos autoritativo por ser considerado canónico” (pág. 204).
El capítulo 10, “El mensaje de Daniel”,3 es el último capítulo de esta fasci-
nante obra. Aquí, vemos con asombro “que este es presentado en series profé-
ticas que invariablemente se vinculan con los días finales de la historia humana
—nuestros días” (pág. 205). Finalmente, Daniel nos invita a todos “a formar parte
de las legiones de los santos del Altísimo” (pág. 234).
Esta obra cuenta, además, con dos apéndices gráficos; 42 ilustraciones
2
Ver también Merling Alomía, “Daniel y los descubrimientos de Qumrán”, Didajé 1:1 (2012): 13-26.
3
Ver también Merling Alomía, “El mensaje de Daniel”, Didajé 1:2 (2013): 15-44.
para que lector tenga una mejor comprensión de lo leído; una bibliografía selecta
actualizada; y, finalmente, un índice de referencias bíblicas, extrabíblicas, y de au-
tores judíos y grecolatinos.
En efecto, de manera personal, este es uno de los mejores libros dispo-
nibles en español. Es un libro erudito, pero escrito de forma sencilla y de lectura
fácil. Cualquiera que desee saber más sobre la vida y el trasfondo histórico de
Daniel, no puede dejar de lado esta fascinante obra que es recomendable e indis-
pensable para todo estudioso de las Escrituras.
Joel Iparraguirre
Centro de Investigación White - Perú
Universidad Peruana Unión
_______________________________________________________
ARTÍCULOS
a. Los artículos deberán ser presentados en hoja A4, con una marginación normal:
Superior e inferior a 2.5 cm, e izquierda y derecha a 3 cm.
b. La fuente deberá ser Times New Roman, tamaño 12, para todo el documento
incluyendo los pies de página.
c. El espaciado debe ser sencillo, incluyendo los pies de página.
d. Los libros serán citados en el pie de página considerando: nombre de autor o
editor, título en cursiva, lugar de publicación, editorial y año, como en el siguiente
modelo: (Inglés) Zdravko Stefanovic, Daniel: Wisdom to the Wise: Commentary
on the Book of Daniel (Nampa, ID: Pacific Press, 2007), 40. (Español) William H.
Shea, Daniel: Una guía para el estudioso, trad. Raúl Lozano Rivera (Buenos Aires:
Asociación Casa Editora Sudamericana, 2010), 23. Si la fuente citada fuese
un journal, se puede tomar como base el siguiente modelo: Fernando Canale,
“Ministerio y estilo de vida”, Theologika 27:1 (2012): 86-132.
e. Las citas textuales que sobrepasen las cuatro líneas, deberán colocarse en texto
bloque y sin comillas. Las citas que no sobrepasen las cuatro líneas, deberán
seguir el formato normal entre comillas.
f. Las referencias bíblicas que requieran ser abreviadas entre paréntesis, deberán
seguir el sistema de abreviatura de las Sociedades Bíblicas Unidas.
g. En caso de utilizarse términos en lenguas bíblicas como hebreo, arameo y griego, 97
se deberá proveer también la transliteración en alfabeto latino. Recomendamos
que las fuentes sean usadas de BibleWorks (http://bibleworks.com) o las fuentes
SBL (http://sbl-site.org/educational/biblicalfonts.aspx).
h. Si utilizara ilustraciones, estas deben ser una imagen de 300dpi en formato .TIFF,
.PSD o un dibujo de línea plana.
Las recensiones o críticas textuales* de libros que sean sometidos por la revista
DIDAJÉ, deberán tener en cuenta lo siguiente:
necesario realizar una biografía detallada, sino algo básico pero necesario. Como
por ejemplo: (1) Grado académico; (2) Especialidad; (3) lugar donde trabaja o
trabajó; y (4) la responsabilidad que ocupa actualmente.
c. Extensión. No mayor a 2000 palabras.
d. Importante. Al finalizar la recensión o crítica del libro y recomendar su lectura o
no, es necesario que el crítico ponga su nombre, apellidos, y la institución a la
que pertenece.
____________________________________________________________
Teología bíblica,
Teología sistemática,
Teología histórica, y
Estudios adventistas.