Máster Krysia Solís Morera
Docente de Educación Especial
Barrera para el
aprendizaje y la
participación
El concepto de barreras para el
aprendizaje y la participación hace
referencia a las dificultades que
experimenta cualquier estudiante en su
proceso de aprendizaje y en su
integración y participación en la vida
escolar, donde pueda desenvolverse
de forma independiente en su
comunidad, centro educativo y hogar.
Las barreras para el aprendizaje son
obstáculos que se imponen a los
estudiantes, creándoles dificultades
para aprender y desenvolverse de
manera independiente, son numerosos
los factores que generan tales
dificultades algunos son intrínsecos a los
estudiantes pero en su mayoría son
externos a ellos.
Estas barreras tienen que ver con la
manera como se da la interacción entre
el estudiante y su contexto limitando el
que pueda participar en las distintas
actividades y se logren los aprendizajes
propuestos.
Algunas de estas barreras pueden
ocurrir en la interacción con algún
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aspecto del centro escolar: su estructura
e instalaciones físicas, la organización
escolar, las culturas y las políticas, la
relación entre los estudiantes y los
adultos o en relación con los distintos
enfoques sobre la enseñanza y el
aprendizaje que mantiene el cuerpo
docente.
Las barreras también se pueden
encontrar fuera de los límites del centro
escolar, en las familias o en las
comunidades y, por supuesto, en las
políticas y circunstancias nacionales e
internacionales. El ambiente físico, la
falta de tecnología asistencial
adecuada, actitudes negativas de la
población, sistemas y políticas, entre
otros dificultan la participación de las
personas.
Cuando se presentan estas barreras
pueden generar discapacidad en los
estudiantes.
Si un estudiante interactúa en un
contexto social positivo en un centro
escolar bien estructurado, con una
cultura de atención a la diversidad, con
prácticas que promuevan el
aprendizaje y participación de todos y
con los apoyos necesarios para aquellos
que lo requieran, las dificultades para
aprender se minimizan y se visualiza
solamente a estudiantes diversos.
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Dentro de los contextos en los cuales se
pueden presentar las barreras se
encuentran los siguientes:
El aula: al considerar al estudiante
como el centro de hecho educativo, la
organización de los contextos que se
proponen parte del aula, ya que se
considera que es ahí el primer espacio
en donde la escuela inclusiva pone
énfasis en la detección de las barreras
para el aprendizaje y la participación.
Dentro de la escuela inclusiva se prioriza
la atención a la diversidad en el aula,
que es el espacio en donde se
conjuntan procesos de enseñanza, de
aprendizaje, evaluación, interacciones,
agrupaciones, colaboración, redes,
entre otros.
La escuela: posteriormente se propone
la escuela y su organización, ya que el
centro escolar es donde se gestionan
procesos de colaboración y se requieren procesos de gestión y
organización a favor del aprendizaje, ya
que la injerencia que puedan tener los
docentes, otros profesionales,
compañeros de grupo o personal
administrativo de la institución no
siempre es de manera directa, ya que
existen múltiples factores que pueden
determinar con éxito la participación
activa de los miembros de este
contexto. la transformación de las
escuelas en centros inclusivos requiere
de un contexto en el que todos los
miembros participen y colaboren desde
la organización hasta los mecanismos
de trabajo colaborativo. El tipo de
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escuela que se tenga y la dinámica que
se establezca entre autoridades,
personal docente, administrativo y de
apoyo, padres y madres de familia
determinará en gran medida los
procesos de aprendizaje de todo el
estudiantado.
La familia: la participación activa,
informada y coordinada con la familia
es fundamental para el logro de la
inclusión educativa, ya que este
contexto en el que se desenvuelve el
estudiante puede estar generando
barreras para el aprendizaje y la
participación. El núcleo familiar es un
ámbito en el cual se puede intervenir
con acciones que emanen desde la
escuela misma.
La comunidad: uno de los contextos que
pueden estar fuera del alcance de los
docentes es la comunidad; no obstante,
vinculación para detectar y eliminar las
barreras que puedan generarse en este
ámbito. El entorno social, económico y
cultural que rodea el centro escolar, y
por ende a la población estudiantil,
puede determinar las posibilidades de
desarrollo de los mismos.
Las barreras pueden presentarse en
diferentes contextos o bien ser
generadas por los diferentes actores
que rodean al alumnado.
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Estos son algunos de las barreras:
Barreras culturales: estas barreras se
basan principalmente cuando se tiene
la actitud de clasificar y establecer
normas discriminatorias entre el
estudiantado, ósea cuando se tiende a
poner etiquetas, dividiendo a las
personas en “normal” y “especial”, con
esto se refuerza la exclusión,
segregación o integración.
El concepto de estudiante con
necesidades educativas especiales ha
generado un estigma, más que ayudar.
La inteligencia, como la deficiencia, se
construye gracias a la cultura, o a la
ausencia de la misma, y a la educación;
por tanto, se requieren romper los
paradigmas que conllevan a la
etiqueta.
Dentro de las barreras culturales se
pueden identificar aquellas que
guardan relación con las ideas,
creencias, comportamientos,
interacciones, paradigmas, entre otras.
Estas barreras determinan la forma de
actuar de todas las personas que
rodean a la persona que presenta una
condición determinada y lo ubica en un
grupo vulnerable.
Puede considerarse que son barreras
difíciles de eliminar o cambiar, ya que
dependen de manera directa de las
personas y su comportamiento, además
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parten de premisas arraigadas en el
ideario de los individuos que pueden
generar ciertas actitudes de
segregación, discriminación o exclusión.
Se pueden considerar de manera
transversal cuando están presentes en
todos los actores o específica cuando
sean determinadas personas quienes las
generen. Estas barreras se pueden
presentar en todos los contextos en los
que interactúa el estudiante; por tanto,
serían barreras transversales, ya que se
identifican en el aula, la escuela, la
familia o la comunidad. En caso de que
sea un determinado contexto, entonces
se podrán identificar como específicas.
Barreras políticas: se hace referencia a
las leyes y normas contradictorias que
existen al respecto en el sistema
educativo y culturas diferentes, ya que
por un lado se habla de una educación
para todos y por el otro se permiten los
centros educativos la existencia de
servicios de atención directa de
educación especial.
La administración educativa debe ser
coherente entre los enunciados de las
leyes internacionales, nacionales y la
puesta en práctica de las mismas para
lograr prácticas inclusivas.
Se abarca no solo la organización del
centro escolar, sino también aspectos
de orden superior, como las autoridades
administrativas, los procesos de gestión
y la organización del sistema educativo.
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Barreras actitudinales: se refiere a
actitudes de rechazo, segregación,
prejuicios, ignorancia, menosprecio,
exclusión, discriminación o apoyo de unos a otros, donde las
sobreprotección por parte de docentes,
personal administrativo, padres y
madres de familia, compañeros del
estudiante con discapacidad, u otros
miembros de la comunidad.
Estas barreras comprenden acciones
como la negación de matrícula o la
falta de inclusión en las actividades
debido a que no se planean teniendo
en cuenta las características y
necesidades del estudiante.
Destacan la tendencia a suponer que el
estudiante con discapacidad requiere
la atención de un especialista y en este
caso sería el docente de educación
especial quien lo debe atender. Esta
suposición se basa en que un maestro
no tiene los conocimientos suficientes
como para afrontar la educación de un
estudiante con discapacidad.
Barreras curriculares (metodológicas y
pedagógicas): son aquellas que
guardan estrecha relación con los
procesos de enseñanza y de
aprendizaje; estas barreras se presentan
principalmente dentro del aula y el
trabajo docente, ya que guardan
relación con los aspectos de
metodología, evaluación, currículo,
actividades y organización del grupo,
trabajo colaborativo, trabajo con las
familias, entre otras.
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Cuando dentro del aula no se considera
como una comunidad de convivencia y
de aprendizaje, donde no se da el
actividades no se organizan de manera
cooperativa.
El currículo muy estructurado y donde
solo se implementa el uso del libro de
texto, no tomando en cuenta los
aprendizajes previos de los estudiantes,
ni los estilos ni ritmos de aprendizaje.
Además no se brindan apoyos
curriculares.
Además al organizar el trabajo dentro
del aula no se toma en cuenta el
espacio para realizar la tarea ni el
tiempo que se requiere para finalizar la
misma.
La clave en estos procesos es el
docente, ya que sus creencias,
actitudes y acciones pueden generar
un contexto favorable o no hacia la
inclusión. El docente deja de ser un
transmisor de conocimiento para poder
ser un agente comprometido con el
cambio y la transformación.
Por otra parte se tiene la creencia de
que se debe clasificar a los estudiantes
tomando en cuenta su nivel de
aprendizaje, agrupando los que son
semejantes, fortaleciendo así el trabajo
individualizado.
Esta forma de pensamiento dificulta la
atención del estudiantado en condición
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de discapacidad, pero al mismo tiempo
está muy alejada de la realidad de la
escuela inclusiva.
El docente se centra en una única
forma de enseñanza, sin apoyos y
donde se excluye a los estudiantes de
las actividades del grupo o se le pide
que realice actividades
correspondientes a grados inferiores,
pues se considera que el resto del grupo
se retrasará y no se podrá cumplir con el
programa de estudio respectivo.
Barreras organizativas: las barreras de
este tipo hacen referencia al orden y
estabilidad en las rutinas de trabajo, la
aplicación de las normas y la
distribución del espacio y mobiliario sin
previa planeación; cuando los
materiales no son accesibles al
estudiantado, así como ambientes de
desorden dentro del aula son factores
que afectan negativamente el
aprendizaje de cualquier estudiante.
Para el caso de estudiantes en
condición de discapacidad se vuelven
más graves debido a que muchos de
ellos necesitan estructura, estabilidad,
organización del material didáctico y
rutinas para alcanzar el aprendizaje.
Barreras sociales: se pone un especial
énfasis en el papel de las familias, pues
en algunos casos de presentan
actitudes de rechazo, prejuicios,
ignorancia, menosprecio,
discriminación o sobreprotección, estos
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prejuicios afectan de manera
significativa el aprendizaje y los
procesos de socialización de esta
población.
Barreras ideológicas: prevalece la idea
de que esta población con
discapacidad intelectual no es capaz
de aprender o no tiene sentido que lo
consiga.
Barreras físicas y arquitectónicas. Hacen
referencia a aquellos aspectos de la
infraestructura que pueden generar
barreras de participación del
estudiantado, como puede ser la
carencia de accesibilidad a la
información y en las instalaciones de la
escuela: entrada, salones, baños,
laboratorios, áreas comunes, entre
otras, se pueden identificar desde el
entorno social o comunitario como
dentro de la misma escuela o el aula.
Las barreras más comunes a las que se
enfrentan los estudiantes son aquellas
que implican directamente al docente
frente a su grupo de estudiantes, es
necesario que se reconozcan desde un
inicio para poder eliminarlas y que el
estudiante no se vea afectado en su
proceso de aprendizaje.
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A continuación se mencionan algunas
de ellas:
 Poca o ninguna utilización de
apoyos para el aprendizaje.
 Falta de recursos que faciliten el
acceso al currículo.
 No hay motivación y estímulo
para el estudiante.
 Los materiales de apoyo son poco
comprensibles.
 No existe el trabajo colaborativo
entre los docentes, con relación a
la coordinación metodológica.
 Falta de apoyo efectivo y
afectivo del docente hacia el
estudiante.
 Poca o ninguna correlación de
contenidos.
 Contenido curricular poco
relacionado con las experiencias
previas y la vida diaria de los
estudiantes.
 No se toma en cuenta las
características de estudiante
(ritmo y estilo de aprendizaje).
Remover barreras en el aprendizaje
Para esto se requiere pensar en todos
los estudiantes como personas en
proceso de crecimiento y desarrollo,
que vivencian el proceso de
enseñanza-aprendizaje de manera
diversa, sea tomando en cuenta sus
diferencias, intereses, necesidades y
motivaciones.
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Cualquier estudiante experimentará la
experiencia de aprendizaje escolar
como desagradable, como una
verdadera barrera, si está desmotivado,
si no encuentra sentido y significado a lo
que le enseñan en la escuela.
Volver el aprendizaje interesante y útil es
una de las formas de remover
obstáculos, para ello el docente
necesita conocer los intereses de su
grupo de estudiantes, fortaleciendo su
capacidad de escuchar y crear.
La creatividad del docente sumada a su
convicción de que el aprendizaje es
posible para todos y de que nadie
puede limitar al otro, ciertamente
contribuirá para remover los obstáculos
que tantos estudiantes vienen
enfrentado en su proceso de
aprendizaje.
A continuación se propone dos
dimensiones donde se pueden ubicar
estas barreras:
Barreras transversales: son aquellas que
pueden presentarse en todos los
contextos en los cuales interactúa el
estudiante; o bien, en los diferentes
actores con quienes interactúan las
personas. Estas barreras se identifican
con la finalidad de determinar a quién y
cómo corresponde ejercer acciones
para su eliminación, o en su defecto
minimizarlas.
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Barreras específicas: son aquellas que
se presentan en algún contexto en
particular y dependen de determinados
actores. Su identificación es más
concreta y, por tanto, el plan de acción
está más focalizado.
Determinar si las barreras son
transversales o específicas permitirá la
planeación de estrategias para
eliminarlas o minimizarlas, ya que no es
lo mismo trabajar solo en un contexto o
con una persona que trabajar en
diferentes niveles o con varios actores.
La identificación de las barreras para el
aprendizaje y la participación requieren
de un trabajo conjunto y colaborativo
entre los diferentes actores, en donde se
puedan clarificar qué tipo de barrera es
(cultural, política o práctica), en qué
contextos se están presentando (aula,
escuela, familia, comunidad), qué
actores las están generando y si son de
carácter transversal o específica.
Para identificar las barreras se requieren
de algunos instrumentos diseñados y
seleccionados como: procesos de
observación en los diferentes contextos,
entrevistas con los actores, uso de listas
de cotejo, datos del diagnóstico o
evaluación que se tenga, registros
anecdóticos, análisis de las
producciones del alumnado, entre
otros.
La clasificación de las barreras para el
aprendizaje y la participación son el
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punto de partida de una adecuada
intervención basada en el respeto a la
diversidad con enfoque inclusivo. Estas
barreras no riñen con el concepto o la
práctica de realizar procesos de
valoración individual donde se
determinen las necesidades específicas
del estudiantado y la promoción de
apoyos específicos.
En este sentido, el trabajo de la escuela
inclusiva se deriva en dos líneas:
Por una parte, se debe detectar para
eliminar o minimizar las barreras; y por
otro lado, identificar aquellos ajustes,
recursos, apoyos, estrategias o
materiales que se requieran para el
desarrollo del potencial del
estudiantado como producto de una
evaluación contextualizada.
El reto que enfrenta tanto la educación
regular como los servicios de apoyo
ante una visión inclusiva de la escuela
radica en la reconceptualización de
ambos y el papel que los diferentes
actores deben asumir para la
identificación, eliminación o
minimización de las barreras.
Los grupos de trabajo, deben tomar en
cuenta la siguiente información:
• Cambiar su percepción sobre los
estudiantes que atención.
• Identifiquen, redefinan su trabajo,
sus procesos y acciones.
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• Precisen la forma de
colaboración con la escuela en
su camino hacia la inclusión.

• Prioricen la asesoría y
acompañamiento al maestro de
grupo sin eliminar los programas
específicos para alumnos en
condición de discapacidad u
otras que lo ameriten.

• Evalúen al estudiante en su
interacción con los contextos
áulico, escolar y socio-familiar,
ponderando la identificación y
eliminación de las barreras para el
aprendizaje y la participación.