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Universidad Técnica de Manabí.

Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas.


Escuela de Psicología.
Marco Adolfo Navarrete Fernández.
Orientación Educativa, Vocacional y Profesional.
03/07/2021.
Realizar un ensayo con la temática: "Principios de la orientación educativa y su
relación con los derechos."
Aunque la psicología y los derechos humanos suelen discutirse como campos
separados, sostenemos que los derechos humanos están en el centro de la profesión de la
psicología. Al revisar lo que se puede considerar como algunas de las ambiciones básicas,
desarrollos y áreas de enfoque en la psicología, incluyendo las plataformas éticas para los
psicólogos, vemos que las obligaciones que conllevan las convenciones y declaraciones
internacionales de derechos humanos no sólo convergen con lo que los psicólogos hacen
y se comprometen, sino que también ofrecen una orientación ética significativa para
nuestra profesión (Kinderman, 2007).

Además, por supuesto, las obligaciones en materia de derechos humanos


especificadas en las convenciones de las que son partes los estados implican que éstas se
reflejan en la legislación nacional y, como tales, son legalmente vinculantes para nosotros
como profesión. Se puede sostener que la práctica psicológica debe estar informada no
sólo por nuestros conocimientos teóricos y prácticos, antecedentes y ética profesional,
sino también por los principios de los derechos humanos, tal como se establece en
instrumentos fundamentales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(DUDH). Argumentaremos esto, a pesar de que la ciencia de la psicología y las
profesiones de la psicología cubren una amplia gama, y que la relevancia directa para los
derechos humanos puede variar (WHO, 2011).

Loa principios de derechos humanos establecidos en convenciones, pactos y


protocolos, a menudo denominados instrumentos de derechos humanos, son instrumentos
jurídicamente vinculantes una vez que los Estados los han ratificado, ya sea como
integrados o domesticados en la legislación nacional, o como principios a los que se han
comprometido las autoridades nacionales. La ratificación implica, además, que los
Estados se abren a la supervisión y evaluación internacional de su cumplimiento de las
convenciones por parte de organismos o comités internacionales creados específicamente
para supervisar cómo los Estados aplican y respetan de hecho sus obligaciones en materia
de derechos humanos en su país.

Varios principios fundacionales son las bases de la mejor práctica ética y se


consideran fundamentales para el proceso de toma de decisiones éticas dentro de las
profesiones de ayuda (Davis & Forester-Miller, 2011).
Se pueden identificar cuatro principios que están en el centro del razonamiento
ético en la atención sanitaria: autonomía, justicia, beneficencia y no maleficencia.
Kitchener (1984) añadió un quinto principio: la fidelidad. Consideró estos cinco
principios como la piedra angular de las directrices éticas para los asesores. Las pautas
éticas no pueden abordar todas las situaciones que un consejero se ve obligado a enfrentar.
La revisión de estos principios éticos, que sirven como fundamento de las directrices, a
menudo ayuda a aclarar las cuestiones implicadas en una situación determinada. Los
cinco principios fundamentales de autonomía, justicia, beneficencia, no maleficencia y
fidelidad son vitales en sí mismos para una relación de asesoramiento saludable. Al
explorar un dilema ético con respecto a estos principios, un orientador puede llegar a una
mejor comprensión de las cuestiones conflictivas

¿Cómo se desarrollan estos principios con los derechos humanos? Como


consejeros, tenemos la responsabilidad de tratar a nuestros clientes con justicia, equidad
e imparcialidad. Esta responsabilidad incorpora también cuestiones de derechos
humanos, ya que todo ser humano tiene derecho a las libertades básicas, a la decencia
humana y al respeto. La justicia incluye la defensa de las poblaciones marginadas y el
trato justo a los clientes y estudiantes. Honrar a los demás y mantener compromisos con
aquellos a los que servimos y con la comunidad social en general encarna el principio de
fidelidad y está en consonancia con los principios de los derechos humanos. Al hacerlo,
establecemos relaciones de confianza con quienes nos rodean, lo que permite
interacciones positivas y un mayor bienestar, construyendo comunidades más sanas. La
veracidad, el último principio ético enumerado en el preámbulo, obliga a los consejeros
a tratar con veracidad a quienes se encuentran profesionalmente (Barbuto et al, 2011).

Decir la verdad identificando y exponiendo las violaciones de los derechos


humanos crea una conciencia que puede conducir al cambio. Tomados en su conjunto,
estos principios forman una hoja de ruta no sólo para la relación consejero-cliente, sino
también para respetar los derechos humanos de las personas no sólo en nuestras
comunidades sino en la sociedad en su conjunto, lo que puede ayudar a fomentar un
mundo más sano (Bethoux, 2011).

Al inicio del trabajo clínico con clientes que han experimentado traumas asociados
a violaciones de los derechos humanos, recomendamos cuatro principios rectores con los
que enmarcar la relación terapéutica. En primer lugar, crear un entorno seguro en el que
se puedan estabilizar y explorar los síntomas del trauma. Segundo, los orientadores
servirían bien a sus clientes si hicieran preguntas directas y abiertas sobre posibles
violaciones de los derechos humanos y exploraran cuestiones que ayuden a descubrir el
trauma relacionado. En tercer lugar, no discriminar, no juzgar y evitar culpar a las
víctimas cuando los clientes compartan sus experiencias de violación. En cuarto y último
lugar, ayudar a los clientes a empoderarse. Una vez establecidos estos principios
fundamentales, las siguientes estrategias de consejería pueden ser eficaces para tratar los
síntomas de trauma asociados a las violaciones de los derechos humanos.

Como consejeros, tenemos la responsabilidad de tratar a nuestros clientes con


justicia, equidad e imparcialidad. Esta responsabilidad incorpora también cuestiones de
derechos humanos, ya que todo ser humano tiene derecho a las libertades básicas, a la
decencia humana y al respeto. La justicia incluye la defensa de las poblaciones
marginadas y el trato justo a los clientes y estudiantes (Keter, 2002).

Honrar a los demás y mantener nuestros compromisos con aquellos a los que
servimos y con la comunidad social en general encarna el principio de fidelidad y está en
consonancia con los principios de los derechos humanos. Al hacerlo, establecemos
relaciones de confianza con quienes nos rodean, lo que permite interacciones positivas y
un mayor bienestar, construyendo comunidades más sanas. La veracidad, el último
principio ético enumerado en el preámbulo, obliga a los consejeros a tratar con veracidad
a quienes se encuentran profesionalmente. Decir la verdad identificando y exponiendo las
violaciones de los derechos humanos crea una conciencia que puede conducir al cambio.
Tomados en su conjunto, estos principios forman una hoja de ruta no sólo para la relación
consejero-cliente, sino también para respetar los derechos humanos de las personas no
sólo en nuestras comunidades sino en la sociedad en su conjunto, lo que puede ayudar a
fomentar un mundo más sano (Baehr, 2011).

Para acercarnos a la conclusión, la relación entre los derechos humanos y la ética


del orientador es estrecha y ambos conjuntos de principios proporcionan importantes
directrices para una buena práctica psicológica. Los desafíos a los que los psicólogos
pueden enfrentarse en diversas situaciones profesionales dentro de la orientación crean la
necesidad de un debate permanente entre nosotros con respecto a las formas de abordar
los dilemas, los derechos conflictivos, las situaciones relacionadas con la falta de
independencia en nuestras funciones profesionales y las expectativas que pueden crear
graves cargas y dificultades con respecto a la acción y la reacción. No obstante, es
necesario desarrollar estrategias, modelos y una buena reflexión en relación con el papel
de los psicólogos en la defensa de los defensores de los derechos humanos, sobre cómo
podemos participar de la mejor manera en el proceso de asegurar que los derechos sean
efectivamente disfrutados, y que los abusos, la injusticia y otras formas de daño sean
tratados.

Bibliografía

Baehr, P. R. (2011). Der niederländische Ausschuss für Menschenrechte. zeitschrift für


menschenrechte journal for human rights, 134.

Barbuto, R., Biggeri, M., & Griffo, G. (2011). Life project, peer counselling and self-help
groups as tools to expand capabilities, agency and human rights. Alter, 5(3), 192-205.

Bethoux, C. (2011). La promotion des normes internationales des droits humains: le rôle
de la Fédération Internationale des Droits de l'Homme (FIDH). Archives
contemporaines.

Davis, T., & Forester-Miller, H. (2011). A Practitioner’s guide to ethical decision


making. Dictionary. com.(nd). Retrieved, 12.

Keter, V. (2002). The implications of the human rights act 1998 for counsellors and
psychotherapists. In P. Jenkins (Ed.), Legal issues in counselling & psychotherapy (pp.
165-172). SAGE Publications Ltd, https://www.doi.org/10.4135/9781446217542.n13

Kinderman, P. (2007). Human rights and applied psychology. Journal of Community &
Applied Social Psychology, 17(3), 218–228. doi:10.1002/casp.917

Kitchener, K. S. (1984). Intuition, critical evaluation and ethical principles: The


foundation for ethical decisions in counseling psychology. Counseling Psychologist, 12,
43–55.

World Health Organization. (2011). Sexual and reproductive health core competencies
in primary care: attitudes, knowledge, ethics, human rights, leadership, management,
teamwork, community work, education, counselling, clinical settings, service, provision.
World Health Organization.

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