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Tema 2

Ética y deontología profesional en la


intervención sociosanitaria

Formación disciplinar en intervención sociosanitaria

Mª del Carmen Agüera Bolea

Máster Universitario en Formación del Profesorado


Índice de contenidos

1. Ética y deontología sociosanitaria ....................................................................... 1


2. Referencias bibliográficas..................................................................................... 8
Formación disciplinar en Intervención sociosanitaria

1. Ética y deontología sociosanitaria

Los profesionales dedicados al ámbito de la intervención socio sanitaria, realizan cada día
en su trabajo acciones y toman decisiones que repercuten directamente a las personas
que estén a su cargo siendo, por ello, necesario actuar en base a una ética y deontología
profesional existente que viene dada por principios y normas éticas.

Esta ética profesional de la que hablamos abarca el conjunto de normas y valores que
sustentan el desarrollo de las actividades de los profesionales y guiada por valores
fundamentales de las personas. Resulta fundamental la ética, para todos aquellos
profesionales del área socio sanitario, porque implican la puesta en práctica de valores
como responsabilidad, estudio, constancia, carácter, concentración, formación.

Una vez establecido el concepto de ética, cabe hablar de los principios de la misma, que
se comienzan a escuchar con antelación al conocido Informe Belmont en 1978. En 1974
se crea en EE. UU. la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de la
Investigación Biomédica y Conductista con los objetivos de identificar cuáles serían los
principios éticos básicos que debían estar presente en cualquier investigación que se
llevara a cabo en las ciencias del comportamiento y la biomedicina. Cuatro años después,
los resultados de este trabajo se publican en el Informe Belmont, clasificado en tres partes
donde se expone, los límites entre practicas e investigación, principios éticos y
aplicaciones.

Seguidamente, se explican los aspectos fundamentales de la deontología profesional en el


campo socio sanitario y su delimitación profesional.

Para empezar, definiremos la deontología profesional, como aquella que hace referencia
al conjunto de principios y reglas que regulan una actividad profesional. Estas normas
vienen determinadas por los deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el
desempeño de su actividad, es el tratado moral de los deberes de una profesión. La
deontología profesional está orientada al cumplimiento del deber y queda recogida en
normas (jurídicas o leyes; institucionales y morales) y códigos deontológicos, que son
una serie de reglamentos mínimos de actuación que estipula un determinado colectivo
profesional. La principal función es la de ser un modelo de actuación en el ámbito y ejercicio
de un puesto laboral determinado. El código deontológico representa los principios y
normas éticas comunes que orientan la práctica profesional, por un lado, describe la
asunción de la responsabilidad profesional de las acciones a desempeñar; y por otro, la
autonomía que como de una determinada disciplina pueden desarrollar.

Los principios éticos radican en cuatro principios, todo ellos igual de importantes, como son
la dignidad, la no maleficencia, la beneficencia y la justicia.

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Cuando hablamos de dignidad, hablamos de las obligaciones que tienen los profesionales
con las personas.

En el informe Belmont, del 1978, fue la primera vez donde se formuló la necesidad de
respetar los principios de beneficencia, justicia y autonomía en las investigaciones con
humanos. Pero, sin embargo, hasta 1979, la teoría de los cuatro principios no existía como
tal, hasta que apareció en el libro de principios de la ética biomédica de Bauchamp y
Childress y a raíz de ello, utilizados hasta el día de hoy en la asistencia sanitaria.

Estos principios, tienen ampliamente consensuada su validez y resultan, por tanto, la mejor
manera de cumplir con ellos en el ámbito socio sanitario, reflejándose en el respeto y la
consideración a las personas.

Esta dignidad otorgada a la persona lleva por tanto a velar por su protección por los
diferentes ámbitos, tanto asistencial como social, facilitando la atención de sus
necesidades y ofreciendo los recursos que sean necesarios para su promoción. Es, por
tanto, que esta dignidad, nos lleva al principio de no maleficencia, el cual se presenta
como la obligación de no lesionar la integridad de un ser humano, conocido como el
principio moral de la medicina como el Primun non nocere. Obliga a todos los profesionales
sociosanitarios a no hacer daño, incluido daño físico, psicológico o social a la persona
mayor, así como a sus familiares, y realizar unas buenas prácticas en sus intervenciones.
En la práctica profesional diaria esto queda manifestado por la obligación de desempeñar
aquellas intervenciones que estén indicadas, por suponer beneficios para las personas, y
evitar siempre las que estén contraindicadas por generar un daño o riesgos de lesión para
éstas.

Con este principio, estamos obligados los profesionales a tener como objetivo la autonomía
y proteger a las personas que se encuentren en una situación de dependencia. También
queda englobado, la obligación de los profesionales y de cuidadores de los conocimientos
y destrezas necesarias para no dañar o lesionar su integridad y dignidad. De este principio,
se desprende la justicia, en la cual, todas las personas, independientemente, de su sexo,
edad, raza, enfermedad…no se vean discriminadas para acceder a la asistencia
sociosanitaria. Este principio obliga moralmente a los profesionales sociosanitarios a la no
discriminación a ninguna persona por razones sociales y a distribuir los recursos de manera
equitativa entre las personas con necesidades similares.

La forma de conseguir que las personas sean autónomas y responsables de sus decisiones
y conductas les lleva a ser protagonistas de su propio estado, consiguiendo que puedan
alcanzar sus objetivos mediante el uso de los recursos necesarios para tal fin. Siguiendo
los dos principios anteriores, y yendo en la línea de que los profesionales debemos tratar
bien a las personas para que sean capaces de gestionar su vida en situaciones de
vulnerabilidad o de dependencia, surge el principio de autonomía y beneficencia.

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El principio de autonomía lleva a cada persona a respetar sus principios y valores


haciéndonos responsables de nuestros actos. Con este principio se dicta a los
profesionales sociosanitarios a promover y respetar las decisiones de las personas. Esto
implica reconocer el derecho de las personas mayores a tener y expresar sus propias
opiniones, así como a identificar y llevar a cabo intervenciones basadas en sus valores,
creencias y proyectos de vida.

El principio de beneficencia que nos obliga a conseguir el mayor beneficio y bienestar


posible. Lleva, por tanto, a los profesionales sociosanitarios a hacer el bien, sobre todo,
procurando el mayor beneficio para la persona y procurando de la mayor calidad de vida
objetiva esperable.

Tabla 1
Diferencias entre Ética y Deontología.

ÉTICA PROFESIONAL DEONTOLOGÍA PROFESIONAL


Orientada al bien Orientada al deber
No normativa Normas y códigos
No exigible Exigible a los profesionales
Propone motivaciones Exige actuaciones
Conciencia individual predominantemente Aprobada por un colectivo de profesionales
Amplitud: se preocupa por los máximos Mínimos obligatorios establecidos
Parte de la ética aplicada Se ubica entre la moral y el Derecho.

Nota. La tabla anterior muestra las diferencias entre Ética y deontología.


Fuente: Goikoetxea (2008).

Al incorporar la ética en el ámbito asistencial a nivel social y sanitario entran en juego


cinco sujetos que participan tanto en las decisiones como en la cuidados y atención
del paciente:

 El primero es el paciente, el cual determina según sus valores cuales van a ser las
necesidades que necesita cubrir y como.

 En segundo lugar, se encuentra la familia, que, según el grado de afinidad y


cercanía con el paciente, quiere su bienestar y realiza actividades para conseguir
tal fin.

 Los profesionales, en tercer lugar, desarrollando intervenciones con el paciente


para mejorar su calidad de vida, acudiendo a aquellos servicios con los
profesionales oportunos para conseguir dicho fin.

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 La organización social, que presenta los medios y recursos para cubrir necesidades
y la cual puede prestar las ayudas necesarias.

 Por último, la sociedad, entrando aquí en juego los políticos y administración pública
del estado, determinando prestaciones y derechos de cada persona.

Determinadas actividades en la práctica sociosanitaria llevan implícitas alguna de las


siguientes conductas derivadas de las obligaciones de los principios éticos:

Tabla 2
Principios éticos y conductas implícitas.

PRINCIPIOS
CONDUCTAS IMPLÍCITAS
ÉTICOS
 Determinación objetiva y equitativa de criterios de
inclusión/exclusión de prestaciones/programas sociales y
sanitarios.
PRINCIPIO DE  Eliminación de condiciones que supongan exclusión, marginación,
JUSTICIA aislamiento, confinamiento o cualquier tipo de discriminación.
 Puesta en marcha de programas comunitarios .
 Investigación y validación de intervenciones profesionales e
PRINCIPIO DE institucionales.
NO  Inspección y control de los cuidados a pacientes incapaces o muy
MALEFICIENCIA dependientes.
 Valoración adecuada y precoz de las necesidades de las personas.
 Valoración de la capacidad de gestión de la propia vida de las
personas mayores dependientes.
 Información y consentimiento de las intervenciones que se
proponen realizar en la vida privada de la persona mayor.
PRINCIPIO DE  Respeto a la privacidad y confidencialidad en las instituciones
AUTONOMÍA sociales.
 Respeto a los modos de ser propios de las personas mayores.
 Fomento de las instrucciones previas en las personas que sufren
enfermedades incapacitantes progresivas
 Reforzar positivamente las actuaciones de cuidado no
profesionalizadas que permitan a las personas mayores ser
atendidas en su propio medio y personas de confianza.
 Impulsar la ética de la responsabilidad de los cuidadores y
PRINCIPIO DE cuidadoras.
BENEFICIENCIA  Potenciar criterios objetivos de beneficio con las personas
incapaces.
 Impulsar los valores cívicos de la solidaridad y responsabilidad con
las personas mayores.

Nota. La tabla anterior muestra los principios éticos y conductas implícitas.


Fuente: Goikoetxea (2008).

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¿A quién afecta el cumplimiento de la ética y derechos? Sabemos que es responsabilidad


del personal y de los profesionales que atienden directamente al usuario/paciente donde
se lleva a cabo la actividad asistencial o centro donde se atiende al usuario. A aquellos que
realizan actividades de coordinación, liderazgo o gestión entre los servicios sociales-
sanitarios. También, quedan incluidos, a aquellos que tienen la capacidad de autoridad en
la responsabilidad de legislar. (Para mayor profundidad en el tema, se recomienda la
lectura del siguiente artículo: Código ético para la atención sociosanitaria a las personas
mayores).

En relación a las actitudes y valores del profesional de atención a personas dependientes


debemos apostar por la Atención Centrada en la Persona (ACP) asumiendo una serie de
principios, actitudes y valores. Existen variedad de definiciones sobre la ACP, aunque
todas ellas presentan unos puntos en común como: mantener el respeto a la persona en
cuanto a sus valores, tener presente siempre sus preferencias y actuar en base a las
necesidades expresadas. A su vez, presenta una dimensión centrada en la atención a la
persona y otra relacionada con el entorno positivo.

Lectura recomendada: Modelo de atención centrada en la persona:

Imagen 1
Modelo de atención centrada en la persona

Nota. Adaptado de Modelo de atención centrada en la persona, por CSIC, 2015, MATIA
(http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-modeloatencioncuadernosmatia.pdf).

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Tabla 3
Dimensiones y componentes de la ACP.

DIMENSIONES COMPONENTES

Conocimiento de la persona

Reconocimiento y respeto

Promoción de la autonomía

ATENCIÓN A LAS PERSONAS Trato personalizado

Protección del bienestar físico

Promoción de la independencia

Protección de la intimidad

Espacio físico y ambiente significativo

Relaciones sociales
ENTORNO POSITIVO

Organización amiga

Nota. Esta tabla muestra las dimensiones (atención a personas y entorno positivo) y componentes de la ACP
(conocimiento de la persona, reconocimiento y respeto, espacio físico y ambiente significativo, etc.).
Fuente: Adaptado de Martínez (2013).

En nuestro día a día, deberemos tenerlos en cuenta para poder llevarlos a cabo:

1. Todas las personas tenemos dignidad: toda persona tiene dignidad,


independientemente de la edad, sexo, dependencia, discapacidad o cualquier otro
tipo de enfermedad, debiendo ser tratadas igual entre ellas y con respeto.

2. Toda persona es única: todos somos diferentes, no hay una persona igual a otra,
siendo por ello necesaria la atención individualizada en cada uno de nuestros
pacientes.

3. Cada persona tiene una historia de vida: esta historia de vida la convierte en
única, atendiendo a la persona en base a su historia, valores y creencias.

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4. La persona tiene derecho a tener conocimiento de su estado de salud: la


persona dependiente debe conseguir el máximo grado de independencia y
convertirse en protagonista de su proceso de salud-enfermedad.

5. Las personas tienen derecho a ser autónomas: en personas con graves


afectaciones no se debe renunciar a conseguir esta autonomía, mediante apoyos y
fijando según qué necesidades debemos prestar, siendo este también un derecho,
para que la persona debe tomar decisiones en cuanto a su estado de salud se
refiere.

6. Todos tenemos fortalezas y capacidades: las personas dependientes también


presentan fortalezas y capacidades. Por tanto, no debemos centrar nuestra
atención en las posibles limitaciones de la persona, si no mirar mucho más lejos, y
centrarnos de esta manera tanto en las fortalezas y capacidades que presenta
nuestro paciente.

7. El comportamiento y bienestar depende de un buen ambiente: las personas


con deterioro cognitivo o dependientes, precisan de un ambiente físico estable
relacionado con un bienestar subjetivo. Es necesario por ello establecer entornos
familiares, confortables, significativos, accesibles, predecibles y seguros.

8. La actividad cotidiana tiene una gran importancia en el bienestar personal: lo


que ocurre en el día a día, las actividades que realizan las personas usuarias o
residentes, influye de forma determinante en su bienestar físico y subjetivo. Por
tanto, se han de procuran actividades plenas de sentido que refuercen la identidad
de las personas, respetando su edad adulta y acordes a sus intereses. Dichas
actividades deben servir de estímulo y terapia, evitando el aislamiento social y
deben resultar agradables y motivadoras para cada persona.

9. El ser humano es un ser social: para realizarnos plenamente, necesitamos


relacionarnos con otras personas y establecer relaciones personales de calidad con
ellas. Esto provoca efectos positivos en la salud de las personas y es algo que
sucede a lo largo de toda nuestra vida, incluida en las situaciones de dependencia.
Nosotros, los profesionales, incluidos los familiares, amigos, conocidos…deben
mantener estas relaciones, y ver en el otro, como alguien que aporta, contribuye, y
tener en cuenta, sus opiniones y deseos. Trabajando en esta línea, se conseguirá
un bienestar físico y subjetivo.

10. Las personas están sujetas a cambios: en las personas dependientes o con
discapacidad fluctúan aspectos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales,
precisando apoyos ajustados a las diferentes situaciones que se presenten.

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2. Referencias bibliográficas

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