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Ética deriva del vocablo griego ethos: traducido significa costumbre; se podría

definir como el estudio de la conducta humana en relación al bien y al mal. Se la

considera una rama de filosofía práctica, destinada a orientar la conducta. Es una

ciencia relacionada con el deber ser, una disciplina normativa, cuya finalidad es dar

norma para el hacer, la acción en función de lo lo bueno y lo malo, un hacer centrado

en el bienestar del sujeto.

El hacer del psicólogo está regulado por leyes y normas, estableciendo que la

acción del profesional siga correctamente las mismas, en nuestra provincia se puede

citar, la Ley 5045 de Ejercicio de la profesión de la Psicología en la Provincia de

Mendoza, en segundo, El Código de Ética del colegio de psicólogos de Mendoza. Y

a nivel nacional el Código de Ética de la Fepra.

En lo referido a la ley provincial 5045, regula el uso del título, el ejercicio

profesional, las distintas áreas donde se puede desarrollar la ocupación y el campo

de aplicación; como también derechos y deberes del psicólogo.

El Código de Ética de la provincia establece que “...toda práctica psicológica

habrá de sustentarse en conocimientos justificados o validados científicamente

enmarcados según principios éticos fundamentales que resguardan derechos

inalienables. Adquiere carácter de orientación y regulación de las acciones

profesionales, siendo un dispositivo, revisable y actualizable conforme a la evolución

de la Psicología como disciplina científica de la conducta y los procesos mentales,

inserta en determinado sistema y dinámica sociocultural. El presente código se

estructura según cuatro principios éticos con sus respectivos valores y normas

asociados o derivados. “El Código de Ética del Colegio de Psicólogos de Mendoza

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hace suyos los Principios Universales para Psicólogos y Psicólogas, pactados en

Berlín (2008): a) Respeto por los derechos y la dignidad de las personas y de los

pueblos. b) Cuidado competente del bienestar de las personas y comunidades. c)

Integridad d) Responsabilidad profesional y científica con la sociedad.” (Código de

ética del colegio de psicólogos de Mendoza, 2013). El mismo, siguiendo estos

principios, invita a proteger y resguardar el bienestar de cualquier persona que

requiera los servicios del psicólogo, en cualquiera de los campos en los que se

desenvuelva el mismo.

No se puede dejar de tener en cuenta el Código de Ética del orientador que

marca la responsabilidad ética de la práctica del mismo, en tanto desarrollo y

creación de métodos e instrumentos que favorecen la orientación de las personas en

diferentes ámbitos y de distintas edades, como también la conducción y desarrollo

de investigaciones que enriquezcan la actividad. En sus normas éticas, establece

como obligación fundamental respetar la dignidad intrínseca de cada persona y su

desarrollo individual y autónomo. Esto incluye especialmente:

1. El derecho de las personas a que logren elecciones independientes y

puedan asumir la responsabilidad de sus decisiones. Es deseable que puedan auto

dirigirse hacia un desarrollo personal, particular, lo cual requiere además

confidencialidad. Esto incluye, fundamentalmente, la necesidad de conocer las leyes

y las reglamentaciones que tienen que ver con los derechos de los consultantes.

2. Brindar orientación con igualdad de oportunidades promoviendo la libertad

de acción de los consultantes, sin dirigir respecto a conductas a seguir y elegir en

estilos de vida, creencias, valores, etc..

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3. Los orientadores deben tener capacitación.

4. Deben informar sobre los objetivos, métodos, propósitos, contenidos y

resultados de los procesos en un lenguaje adecuado para su comprensión.

5. Deben presentar a los consultantes una amplia información de la oferta de

estudios (en todos sus niveles y modalidades) y de la realidad ocupacional (campos

profesionales-laborales), y hacerlo de manera clara y objetiva sin actitudes ni usos

tendenciosos de ningún tipo.

6. Deben evitar que existan conflictos entre los intereses de los consultantes y

los de las instituciones que solicitan su evaluación cuando representen a

instituciones de empleadores, de reclutamiento o sean intermediarios para

situaciones similares como por ejemplo en casos de capacitaciones específicas.

Cuando existan intereses en conflicto, se deberá informar acerca de ellos al

consultante.

En lo que respecta a la actitud hacia colegas o colaboradores este código

del orientador propone:

1. Deben contribuir al desarrollo y mantenimiento de las relaciones de

cooperación entre colegas y las instituciones que ofrecen orientación para brindar

una óptima orientación vocacional.

2. Son responsables de informar, a colegas, directores o responsables de las

instituciones, acerca de los diferentes aspectos que atañen a la confidencialidad y

privacidad de la orientación en general, y de la orientación vocacional en particular.

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3. En los casos en que existan conflictos entre las normas éticas de los

profesionales y las de los directivos de la institución a la pertenezca el orientador,

podrán intervenir para facilitar la solución de los conflictos.

Por último, el código del orientador mantiene dos puntos más, uno referido a

regular actitudes hacia las organizaciones gubernamentales y otras instituciones de

la comunidad y otro apartado referido a la responsabilidad hacia la investigación y

procesos a fines.

La ética profesional además de leyes y normas que regulan el hacer del

profesional, implica el respeto de los derechos de los consultantes. En 1981 en

Lisboa, se redacta la Declaración sobre los Derechos del Paciente que fue adoptada

por Asamblea Médica Mundial, Lisboa, Portugal, ella dice que:

a) El paciente tiene derecho a elegir su médico libremente.

b) El paciente tiene derecho a ser atendido por un médico que pueda emitir

libremente juicios clínicos y éticos sin interferencias externas.

c) El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar un tratamiento, después de

haber recibido la información correspondiente.

d) El paciente tiene derecho a esperar que su médico respete el carácter

confidencial de sus datos médicos y personales.

e) El paciente tiene derecho a morir con dignidad.

f) El paciente tiene derecho a recibir o rechazar el consuelo moral y espiritual

incluso la asistencia de un sacerdote de una religión determinada.

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La orientación vocacional desde un principio estuvo relacionada a un discurso

psicológico, el análisis psicológico podría plantearse como un hacer psicoprofiláxis

que, mediante recursos y técnicas psicológicas, tiende a promover el desarrollo de

posibilidades del ser humano, su madurez, felicidad, llegando a todas las situaciones

de la vida del sujeto en un momento dado.

El orientador se centra en la escucha del sujeto, de sus reflexiones también los

proyectos que el mismo tenga sobre su futuro, con la finalidad de que pueda el

orientado tomar conciencia de sus búsquedas y de los requerimientos de la sociedad

en la que vive, se pretende de este modo proveer ajuste personal y social.

La tarea de orientar es la proyección de modo preventivo y también asistencial

desde la salud, educación, desde lo clínico y psicosocial; se tiende a relacionar lo

individual, institucional, educativo, social, las necesidades personales de formación y

también necesidades políticas de oportunidades educativas.

Bohoslavsky afirma que el profesional debe mantener una actitud psicológica,

entendida como aquella que hay que mantener presente en el quehacer, ya que se

enfrenta a una situación humana específica, siempre con respeto hacia a la persona

quien será la que toma la decisión de modo autónomo, como ser humano capaz de

pensar, ver y actuar en una situación dada. Es importante reconocer los propios

límites personales, aceptando la necesidad de capacitación y revisión constante,

como también es fundamental mantener la capacidad de comprensión. Este autor

ha puesto en manifiesto un enfoque dentro de la Orientación vocacional que

denominó Modalidad Clínica, introduciendo un cambio de perspectiva que se

desplaza del objeto al sujeto, incorporando a una dimensión ética del accionar

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dentro de la orientación vocacional. Entonces, la ética aparece en esta modalidad al

considerar a la persona como sujeto de elecciones, ya que la elección de futuro le

pertenece y ningún profesional tiene derecho a desposeer de ello. Bohoslavsky

plantea un enfoque que posee implicaciones científicas, filosóficas y antropológicas

porque supone una concepción del hombre como pro-actor de su comportamiento

capaz de elegir y decidir.

De este rol activo, asumido por el consultante dentro de la Modalidad Clínica,

es posible definir el rol que tendrá el psicólogo, éste será una guía, un co-pensador

que irá discriminando, decodificando mensajes y expresiones mediante los cuales el

orientado va enriqueciendo sus propias potencialidades de comprender el campo de

elección, aprehender y reflexionar su elección, así la elección resultará totalmente

libre o con la mayor libertad posible. Es necesario tener presente que esa elección y

decisión son propias de quien se está orientando, como psicólogos hay que

otorgarle la participación y comprensión responsable de las mismas, es así que

quedan develados y organizados aquellos aspectos que no se habían revisado hasta

el momento y que intervenían distorsionando la percepción del hacer y de su querer

ser. Es aquí la importancia de ayudar a que el sujeto se pregunte ¿Cómo quiere ser?

Acercándose a su historia de cómo fue siendo y asistirlo en su deseo de integrar

estas perspectivas para que sea como quiere ser.

Como instrumento fundamental dentro del Método Clínico, se encuentra la

personalidad del Psicólogo, es de importancia en la comprensión del esquema

referencial y operativo con el cual se maneja el mismo, el cuál es concepción que

éste tiene del mundo ya sea implícita o explícitamente frente a fenómenos y también

cuál es su escala de valores que se refleja en su modo de operar la realidad.

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La elección que hace el adolescente, re-actualiza en el orientador sus propias

elecciones ocupacionales y sus duelos personales ligados a la misma. La modalidad

clínica es operativa si la identidad del psicólogo está establecida de modo maduro.

Un índice de madurez de esta identidad es la calidad de reparación que realiza en

su tarea, el mismo intentará reparar sus objetos dañados en la fantasía (carreras

abandonadas, por ejemplo) al ayudar a la persona a tomar una decisión, el

consultante es representante del objeto interno a reparar. El psicólogo realizará bien

su tarea si su reparación es auténtica y mal si se trata de seudoreparación (maníaca,

compulsiva o melancólica).

Un proceso ético implica, según Bohoslavsky, el desarrollo de una estrategia

clínica, la cual define como el conjunto de operaciones mediante las cuales el

psicólogo accede a la comprensión de la conducta de quien lo consulta y facilita a

éste el acceso a su propia comprensión. Estrategia en el sentido de acciones

planificadas o previstas que tienden a la acción o actuación sobre una situación con

el fin de modificarla teniendo en cuenta el propósito, tiene carácter intencional

conciente ya que antes de emplearla se sabe por qué y para qué emplearla. El

proceder ético, como orientador vocacional, implica además del respeto por el rol de

elector del consultante, ser concientes del por qué y para qué se instrumenta

determinada estrategia ( como entrevista, técnicas diagnósticas y terapéuticas, etc).

En el desarrollo de una estrategia se dan tres momentos que constituyen una

unidad: ver (implica el observar una conducta), pensar (supone la unión del marco

teórico con lo que se observó y poder lograr la comprensión del significado de la

conducta) y por último actuar ( involucra la implementación de recursos técnicos en

función de un objetivo. Estos momentos responden a criterios racionales que surgen

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del marco de referencia del usuario y está constituido sobre las bases teóricas y

sistemas con los que está de acuerdo el psicólogo, como también sobre sus

experiencias, sistema de valores, su ideología y estilo personal.

Como ya se ha mencionado el proceso de la orientación, se organiza alrededor

de una secuencia de encuentros-entrevistas donde el profesional utiliza como

principales herramientas la escucha, la espera, el jugar, indagar sobre su propia

implicación generando condiciones para la elaboración y la elección. A lo largo del

mismo, se emplean diferentes recursos que colaboran para que el sujeto consultante

se conecte con su problemática, pueda hablar y a partir de allí desplegar todo lo

necesario para construir una decisión como parte de un proyecto futuro. Rascovan

sostiene que en este proceso hay mucho por hacer, que no es estrictamente

orientar sino, sostener una pregunta social y construir a partir de ella una pregunta

singular, es decir, la que cada sujeto se hace en algún momento de la vida, como lo

es la finalización de los estudios secundarios.

Esto último conlleva a pensar a que el proceso de orientación vocacional será

una experiencia subjetivante, en la medida en que promueva subjetivación, es decir,

transformación de sí. Ésta no es es cualquier transformación, sino mas bien aquella

que deviene resultante del permiso que un sujeto se pueda otorgar para pensar,

para imaginar, para soñar más allá de los imperativos sociales, de los valores

dominantes. Implica un pasaje de ser objeto del deseo de Otro a constituirse en

sujeto deseante. Proceso que es siempre dinámico e inacabado. Se trata de

posiciones (sujeto-objeto) que se van asumiendo y no de esencias que se configuran

de una vez y para siempre de modo rígido. Atravesar esta experiencia, implica que

algo en ese sujeto cambió, que aquel que comienza un proceso de orientación no

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terminará igual, no solo por el resultado sino también por todo aquellos que vivió en

ese tiempo compartido con el profesional que orienta, ya que ha vivenciado desde

su propia subjetividad.

Al igual que el sujeto, la experiencia no es unidad idéntica sino que es

configuración de vivencias heterogéneas que articulan aspectos emocionales,

cognitivos, intersubjetivos, conscientes e inconscientes.

En la experiencia clínica de orientación vocacional, desde una perspectiva

crítica, solapa la subjetividad en sus tres registros: el singular de cada sujeto, el

universal propio del género humano y el particular asociado con cada momento

socio-histórico. Esta diferenciación es necesaria y es fundamental para impedir que

la clínica se base en solo uno de esos registros de la subjetividad. En los procesos

de orientación vocacional más que promover la construcción de una identidad

vocacional, es preciso dar lugar y producir espacios en los que los sujetos se

cuestione acerca de identificarse con un papel, con una función o una utilidad social.

Lo “no idéntico” pasaría a ser una dimensión de la experiencia individual opuesta a

la racionalidad instrumental. Es importante tener presentes aspectos sobresalientes

para construir una experiencia que proponga y sostenga una aventura, la de elegir

qué vida sueña y se proyecta cada uno vivir, sin perder de vista la escucha, espera,

elaboración y elección.

El proceso de orientación vocacional como una experiencia subjetivante, nos

señala una doble implicación entre subjetividad y experiencia. La experiencia se

construye en la trama de relaciones intersubjetivas que constituyen a los espacios

institucionales. Supone aquella transformación de sí, en el orden de la producción

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subjetiva y no de la objetalización. De modo que lo que define una experiencia tiene

que ver con el lugar en el que queda ubicado el sujeto como resultado de

determinado proceso de formación, de “orientación”, de vida en común…(Korinfeld,

2013).

El proceso de orientación vocacional será una experiencia subjetivante en la

medida que promueva subjetivación, es decir, transformación de sí. No cualquier

transformación, sino aquella que deviene resultante del permiso que un sujeto se

pueda otorgar para pensar, para imaginar, para soñar más allá de los imperativos

sociales, de los valores dominantes. Pasaje de ser objeto del deseo de Otro, a

constituirse en sujeto deseante.

Hay que pensar el abordaje de las problemáticas vocacionales desde un

paradigma crítico, complejo y transdisciplinario. Nos encontramos en la época que

viene a colocar el final de una forma de pensar determinista, lineal y homogénea.

Para instalar en su lugar un surgimiento de una conciencia de discontinuidad, de la

no linealidad y de la diversidad.

Elegir es un derecho de todos/as los estudiantes y no estudiantes también. La

Orientación Vocacional es ese espacio para pensar e intercambiar lo que les pasa a

la hora de terminar la escuela, de reconocerse como protagonistas de sus propias

vidas y también de darse un tiempo de permiso, de libertad, para repensarse

personal y colectivamente.

Para finalizar hay que destacar la relevancia del establecimiento del encuadre y

de la disociación instrumental para un proceder ético. El profesional debe tener en

cuenta que su rol de observador modifica, tan solo con su presencia, el campo de

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observación ya que es un observador participante. Bohoslavsky dice “...es objeto

que participa de la situación y por ende la condiciona y, al mismo tiempo, sujeto que

se auto-observa a fin de discriminar cómo y cuánto condiciona su presencia la

situación que estudia”.

Para operar de modo adecuado el psicólogo debe implementar la disociación

instrumental, es una disociación porosa, que le permite al orientador entrar en la

situación, salir, poder observar y dejar de observar, conectarse y desconectarse del

otro. Según Liberman la disociación es característica de un yo plástico, permitiendo

instrumentar una distancia útil para observar y comprender la problemática de quien

consulta evitando así implicarse y confundirse.

Para lograr el carácter instrumental de la disociación es necesario e

imprescindible el encuadre, entendiéndose éste como una estrategia táctica que

consiste en fijar ciertas constantes: modalidad y lugar de trabajo, horario, honorarios,

roles, etc.. Para Bleger el encuadre es definido como el conjunto de reglas del juego,

que es arbitrario, ficticio y artificial. Es una táctica, es el “arte de poner las cosas en

orden”. Mantener fijo el encuadre, es decir, las reglas del juego manifiestas, es de

gran importancia como requisito indispensable para poner en evidencia las reglas

del juego latentes del entrevistado: su estructura de personalidad. Esta compuesto

de reglas manifiestas y consensuadas entre entrevistado y entrevistador, facilitando

al profesional lograr una disociación instrumental permitiendo observar, pensar y

operar libremente haciendo efectiva la tarea del mismo, reduciendo la confusión o

identificación con la situación problema, la disociación instrumental evita obstáculos

en la percepción del problema

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Bibliografia

· Apora (1994). Código de ética. (1994). http://apora.org.ar/codigo-de-etica/

· Bohoslavsky, R. (1979). Orientación Vocacional. La estrategia clínica. Buenos


Aires. Nueva Visión.

· Colegio de Psicólogos de Mendoza (2013) Código de ética del colegio


profesional de psicólogos de Mendoza.

· Gelvan Veinsten, S. (1977). Orientación Vocacional-Ocupacional. Argentina:


Centro Editor Argentino.

· Ley 5045 (1985). Ejercicio profesional de la psicología

· Rascovan (2016) “La orientación vocacional como experiencia subjetivante”.


Cap.4. Buenos Aires. Paidós

· Peyrú, G y Brusca J. (1992) “Los derechos de los pacientes en psicoterapia”.


Revista Psicologías en Buenos Aires, Año 1 Nº4, marzo

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