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El dolo
El dolo es también un facto perturbador inconsciente del proceso formativo de
la voluntad jurídica que afecta la función conocitiva del sujeto y, por tanto,
distorsiona su voluntad interna. Pero, a diferencia del error-vicio, que es
espontaneo, el dolo es una inducción al error, un engaño para provocar el error,
y por eso se caracteriza por la mala fe de una de las partes, que tiene el
designio de perjudicar a la otra.
50. Clasificación del dolo
La doctrina distingue varias clases de dolo, siendo la distinción más importante
la que lo clasifica en dolo determinante o causante y en dolo incidente o
incidental, que es la utilizada por nuestro código civil.
50.1. El dolo causante
El dolo causante es el engaño utilizado para la formación de la voluntad interna
de un sujeto, el cual, de no habérsele provocado el error, no hubiera celebrado
el acto jurídico. Es el factor determinante de la voluntad ajena. La doctrina lo
distingue como el nexo causal entre el engaño y la declaración de la víctima y,
por tanto, el que constituye en genuino vicio de la voluntad.
El dolo causante es el que conduce a la víctima a celebrar el acto jurídico y, por
ello, puede producir su anulación y la obligación de indemnizar los daños y
perjuicios.
50.2. El dolo incidente
El dolo incidente no es el engaño determinante de la voluntad y, por lo tanto, es
el que no se constituye como causa eficiente de la celebración del acto jurídico,
puesto que con o sin su mediación se hubiera de todas formas celebrado. Este
dolo es el que se utiliza para obtener indebidas ventajas y es por eso que es un
dolus incidens, pues el engaño no es determinante de la manifestación de
voluntad: el autor del engaño solo consigue condiciones que le favorecen al
lograr que la víctima del dolo celebre el acto en condiciones más gravosas para
ella.
La doctrina es unánime en señalas que el dolo incidente no constituye vicio de
la voluntad.
51. Modalidades del dolo
Estas modalidades suponen la utilización del dolo por vía de acción o por vía
de omisión, que sea utilizado por una de las partes, o por ambas, y cambien
que sea utilizado por un tercero.
51.1. El dolo por acción
El dolo por acción viene a ser un actuar que se trasunta en palabras o hecho,
en una conducta o en presentar circunstaciones falsas, o en suprimir o alterar
las verdades.
51.2. El dolo por omisión
El dolo por omisión viene a ser la reticencia de quien actuando de mala fe se
abstiene para inducir al sujeto a error, o no sacarlo del error si ya incurrió en él,
pues quien actúa con dolo no dice sino es parte lo que debe decir, o no se da a
entender con claridad, o con malicia oculta o calla algo.
51.3. El dolo directo
El dolo directo es el utilizado por uno de los celebrantes del acto jurídico, a los
que jurídicamente se les exige actuar de buena fe a fin de no quebrar el
principio romanista “a nadie debe resultar ventajoso su dolo”.
Indudablemente, que el dolo de la parte, que es el típico dolo directo, no
requiere ya ser considerado de manera especial. Por eso, vamos a detenernos
en las modalidades que, a su vez, de él se derivan, como son los casos del
dolo del representante y del dolo del incapaz.
51.3.1. El dolo del representante
El dolo del representante se configura cuando es utilizado por quien viene
ejerciendo la representación de una de las partes, caso del cual el código civil
no ha hecho previsión, sino solo cuando el representante es el sujeto pasivo
del dolo.
51.3.2. El dolo del incapaz
El incapaz, si bien es parte en los actos jurídicos, no puede celebrarlos por sí
mismo, salvo que se trate de actos cuya celebración le está permitida por la
ley.
La consecuencia que le sobreviene al incapaz por su mala fe o dolo es que ni
él, ni sus herederos o cesionarios, pueden alegar la nulidad del acto jurídico,
sancionándolo así el código civil, pues de no haber mediado su mala fe o dolo,
tendría expedida la acción de nulidad.
51.4. El dolo reciproco
La modalidad del dolo reciproco, se configura cuando las dos partes emplean el
dolo. Las partes que emplearon el dolo, la una con la otra y viceversa, no
podrán demandarse la anulación del acto ni compelerse la indemnización de
los daños y perjuicios.
51.5. El dolo indirecto
El dolo indirecto, por contraposición al dolo directo, es el que proviene de quien
no es parte, o sea, de un tercero, que lo emplea para obtener una ventaja
indebida.
La violencia física
La violencia consiste en una fuerza irresistible, incontenible, por la cual,
físicamente, se doblega al sujeto de manera tal, que, en realidad, se elimina su
voluntad
52. Modalidades de la violencia
El código civil considera dos modalidades de la violencia: la que es empleada
por una de las partes y la que es empleada por un tercero. Ambas son
causales de anulación del acto jurídico, pues la violencia es sancionada per se.
53. Efectos
Conforme al tratamiento que le dispensa al código civil, de la violencia se
deriva una acción anulatoria a la que puede acumularse una acción
indemnizatoria. Si la violencia fue empleada por un tercero en concilio con una
de las partes, la acción de nulidad y la indemnizatoria se dirigen contra el
tercero y la parte desleal. Si solo fue empleada por el tercero, contra este se
dirige la acción indemnizatoria y contra la parte la de anulación.
La intimidación
La intimidación consiste en infundir temor en un sujeto para obtener por ese
medio su manifestación de voluntad, forzada, en cuanto es consecuencia de
haber cedido ante la amenaza que le infunde el temor y, por eso, constituye un
genuino vicio de la voluntad.
54. La noción legal
La intimidación por ser un fenómeno subjetivo, que se produce al interior de
cada sujeto y frente al cual no todos pueden reaccionar de la misma manera,
ha determinado que la codificación civil haya adoptado una noción con
caracteres de definición, de la que no ha sido ajena nuestra codificación civil.
El vigente código, ha dado contenido a la siguiente noción en su art. 215: “Hay
intimidación cuando se inspira al agente el fundado temor de sufrir un mal
inminente y grave en su persona, en su cónyuge, o en sus parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad o en los bienes de unos
u otros. Tratándose de otras personas o bienes, corresponderá al juez decidir
sobre la anulación, según las circunstaciones”:
55. Elementos de la intimidación
De la noción contenida en el art. 215 se infiere que la intimidación para
configurarse requiere de los siguientes elementos: a) la amenaza, b) el mal y,
c) el temor.
55.1. La amenaza
La amenaza es el anuncio, aunque sea embozado, de un mal futuro cuya
realización se representa como dependiente del poder del que amenaza y que
la hace, la empieza o continúa, precisamente, con el fin de determinar la
manifestación de voluntad.
La doctrina exige de la amenaza dos requisitos: a) que sea grave y, b) que sea
injusta o ilegítima.
La representación
El acto jurídico puede ser celebrado por el propio sujeto interesado o por medio
de otro, danto lugar a la figura jurídica de la representación.
El código civil ha llevado el tratamiento legislativo de la representación al libro
II, que es el dedicado al acto jurídico.
62. El tratamiento de la representación en el código civil
Se debe diferenciar, en primer lugar, a la representación legal de la
representación voluntaria. La primera es la que emana de la ley y, la segunda,
la que se genera de un acto jurídico. El código civil ha plasmado esta primera
clasificación en el segundo párrafo del art. 145, cuando precisa que “La
facultad de representación la otorga el interesado o la confiere la ley”.
En segundo lugar, es necesario distinguir la representación voluntaria en
representación directa y en representación indirecta. Es directa, cuando el
representante actúa en nombre y en interés del representado y puede ser,
además, representación con poder y representación sin poder. Es indirecta,
cuando el representante actúa en nombre propio, pero en interés del
representado.
La representación legal
La representación legal surge de una situación jurídica prevista en la ley que,
en algunos casos, como en la patria potestad, la impone, y, en otros, resulta de
una declaración judicial, como en el caso de la desaparición de una persona.
De este modo, es la propia ley la que establece las modalidades de esta
representación según los supuestos previstos para cada situación de la que se
genere la necesidad de la cautela de los intereses de las personas inmersas en
esa situación y es, por eso también, que la misma ley precisa los poderes del
representante y sus limitaciones. De ahí, que el ejercicio de esta
representación sea obligatorio, precisamente, por estar la representación
basada en el imperativo de la ley.
63. La representación de los incapaces
La representación de los incapaces, sea por razón de la minoría de edad o por
causal que los priva de la capacidad de ejercicio, que es legal, tiene por
finalidad hacer posible su participación en la vida jurídica. Por ello, la
representación reposa en el derecho objetivo y está supeditada a la ley, la que
impone las facultades de las que puede hacer uso el representante, así como
sus obligaciones y responsabilidades. En todos los casos, la capacidad de
goce existe en la persona del incapaz, representado, pero este, por razón de su
incapacidad de ejercicio, no puede celebrar por sí el acto jurídico.
64. La representación de los desaparecidos y de los ausentes
La misma tuición del ordenamiento jurídico que sustenta la representación de
los menores e incapaces, sustenta también la representación de los
desaparecidos y de los ausentes, para quienes el código civil dispone que se
les debe proveer de curatela.
65. Actos jurídicos para los que el representante legal requiere de
autorización expresa
Como se puede apreciar en el art. 167, se trata de una cautela especial de los
bienes de la persona sometida a representación legal, pues la tuición está
referida a los bienes y a los actos patrimoniales que pueden de alguna manera
afectar sus derechos o causarle un deterioro patrimonial.
Vamos a ver los actos que según el acotado art. 167, requieren de autorización
expresa, la que debe ser otorgada por el órgano jurisdiccional.
65.1. Actos de disposición y gravamen
Tratándose de los menores sometidos a la patria potestad, los padres no
pueden enajenar ni gravar los bienes de sus hijos, ni contraer en nombre de
ellos obligaciones que excedan de los límites de la administración, salvo por
causas justificadas de necesidad o utilidad y previa autorización judicial.
65.2. Transacciones
La transacción puede implicar un acto de disposición o la abdicación de un
derecho, que es la razón por la que el inc. 2 del art. 167 exige la autorización
expresa para el representante legal.
65.3. Convenio arbitral
El inc. 3 del art. 167 exige autorización expresa al representante legal para la
celebración de un convenio arbitral, el cual implica un acto abdicativo al
derecho a la instancia jurisdiccional ordinaria.
La representación voluntaria
La representación voluntaria es la que dimana de un acto jurídico y a ella se
refiere el art. 145 del código civil cuando indica que “la facultad de
representación la otorga el interesado”.
66. Características
En primer lugar, la unilateralidad. La representación voluntaria se genera en un
acto jurídico unilateral y recepticio.
En segundo lugar, el acto de otorgamiento de la representación es de forma
voluntaria pues la ley le prescribe forma solo para casos específicos.
En tercer lugar, el acto de otorgamiento de la representación es gratuito, pero
nada obsta para que pueda celebrarse onerosamente o tornarse oneroso.