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Las horas

Escena de la estación

Leonard llega corriendo al andén. Virginia está sentada en un banco, esperando


al tren.

VIRGINIA.- Sr. Woolf, qué agradable sorpresa

LEONARD.- ¿Podrías explicarme qué crees que estás haciendo?

VIRGINIA.- ¿Qué qué creo que estoy haciendo…?

LEONARD.- He ido a buscarte y no estabas

VIRGINIA.- Estabas en el jardín, no quería molestarte

LEONARD.- Me molestas cuando desapareces

VIRGINIA.- ¡No he desaparecido! He ido a pasear

LEONARD.- ¿A pasear? ¿Eso es todo? ¿Un paseo? Virginia, tenemos que ir a


casa, Nelly está preparando la cena y ha tenido un día muy difícil, es nuestra
obligación comer lo que prepare

VIRGINIA.- No existe tal obligación, semejante obligación no existe…

LEONARD.- Tú tienes una obligación con tu cordura

VIRGINIA.- ¡He soportado esta custodia, este horrible encarcelamiento!

LEONARD.- Oh, Virginia…

VIRGINIA.- ¡Soy atendida por médicos a todas horas, soy atendida por médicos
que me informan de mis propios intereses!

LEONARD.- Porque ellos los conocen…

VIRGINIA.- ¡Eso no es cierto, no conocen ni un ápice de lo que me interesa!

LEONARD.- Virginia, puedo entender que es difícil para una mujer de tu…

VIRGINIA.- ¿De mi qué?

LEONARD.- … de tu talento aceptar que no es la más adecuada para juzgar su


propio estado

V.-¿Entonces quién debe juzgarlo?

LEONARD.- ¡Tienes un historial! Un historial de confinamiento, te trajimos a


Richmond por tus continuos ataques, desmayos, depresiones, las voces que
oyes… Te trajimos aquí para salvarte del irrevocable daño que pretendías
hacerte… ¡Has intentados suicidarte dos veces! Vivo a diario con esa amenaza,
monté… montamos la imprenta no solo por el hecho en sí, no solo
estrictamente por eso sino para que tuvieras a mano una fuente de ocupación,
de rehabilitación…

VIRGINIA.- ¿Cómo el punto de cruz?

LEONARD.- ¡Todo se hizo por ti!¡Se hizo para que mejoraras! ¡Se hizo por
amor! ¡Si no te conociera diría que esto es ingratitud!

VIRGINIA.- ¿Soy una ingrata? ¿Me estás llamando ingrata? A mí me han


robado mi vida. Vivo en un pueblo en el que no deseo vivir, llevo una vida que
no deseo llevar. Dime por qué… Creo que es hora de que volvamos a Londres.
La echo de menos, echo de menos la vida allí.

LEONARD.- No eres tú la que habla, es un espectro de tu enfermedad…

VIRGINIA.- Soy yo, soy yo… Es mi voz

LEONARD.- No, no lo es, es esa voz que oyes…

VIRGINIA.- ¡No lo es, es la mía! ¡Este pueblo me está asfixiando!

LEONARD.- Si pensaras con claridad recordarías que fue Londres lo que te


deprimió…

VIRGINIA.- Si pensara con claridad… Si pensara con claridad…

LEONARD.- Te trajimos a Richmond para que tuvieras paz

VIRGINIA.- Si pensara con claridad, Leonard, podría decirte que estoy


luchando sola y envuelta en la oscuridad y que sólo yo conozco, sólo yo
comprendo mi propio estado. Y tú dices que vives con la amenaza de mi
extinción. Leonard, yo también vivo con ella. Ejerzo mi derecho, el derecho de
todo ser humano, elijo no el asfixiante anestésico de los suburbios sino la
violenta sacudida de la capital, esa es mi elección. A la paciente más humilde, a
la más modesta le permiten dar su opinión en el modo de seguir su tratamiento.
Así define su humanidad. Desearía por ti, Leonard, ser feliz en esta tranquilidad,
pero si he de elegir entre Richmond y la muerte… elijo la muerte.

LEONARD.- Muy bien, pues Londres. Volveremos a Londres… ¿Tienes


hambre? La verdad es que yo sí.

VIRGINIA.- Vámonos… No se puede encontrar la paz evitando la vida, Leonard.

Se levantan y se alejan por el andén cogidos del brazo

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