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Escena de Las Horas
Escena de Las Horas
Lucía – Tal vez puedas decirme que crees que estás haciendo.
Lucía – ¿En serio? ¿Solo saliste a caminar?... Virginia, tenemos que ir a casa, Nelly está haciendo la
cena, ya tuvo un día bastante difícil, es nuestra obligación cenar.
Lucía – ¡Virginia!
Lucía – Virginia, entiendo que debe ser difícil para una mujer de…
Lucía – De tu…
Lucía – De tu talento, darse cuenta de que no puede ser la mejor jueza de su condición
Lucía – ¡Tenés un historial! ¡Tenés una historia de confinamiento! Te trajimos acá porque tenés una
historia de ataques, vértigo, desmayos, escuchas voces. Te trajimos acá para salvarte del irrevocable
daño que intentaste provocarte… ¡Dos veces intentaste matarte!... Vivo a diario con toda esa
angustia y por eso trajimos la imprenta y toda la maquinaria, no solamente para seguir evitando…
para trabajar, sino para que tuvieras una distracción.
Lucía – ¡Se hizo por vos! ¡Se hizo para que mejoraras! ¡Fue un acto de amor! Si no te conociera mejor
diría que sos una desagradecida
Virginia – ¿Yo, desagradecida? Vos me decís desagradecida. Me robaron mi vida. Vivo en un lugar
donde no tengo el menor deseo de vivir. Vivo una vida que no quiero vivir… ¿Cómo paso esto?... Ya
es hora de que nos mudemos nuevamente, extraño la vida de Montevideo.
Virginia – Es mi voz, es mía y solo mía Lucía. Estoy muriendo en este lugar
Lucía – Si pensaras con claridad comprenderías que fue Montevideo lo que te deprimió
Virginia – Si pensara con claridad, Lucía, yo te diría que lucho sola en la oscuridad, en la profunda
oscuridad que solo yo puedo entender, solo yo puedo entender mi condición. Vos vivís con la
inquietud, eso me decís, vivís con la angustia de mi extinción. Lucía, yo también siento esa angustia.
Este es mi derecho, es el derecho de todo ser humano. No elijo la sofocante anestesia de los
suburbios sino la violenta sacudida de la capital, esa es mi elección. Incluso al paciente más
miserable se le permite opinar con respecto a su propia prescripción, así es como define su
humanidad. Quisiera por tu salud, Lucía poder ser feliz en esta quietud, pero si tengo que elegir
entre Florida y la muerte, dijo lo segundo.