Por purgatorio se entiende un estado intermedio entre el
cielo y el infierno, en que sufren
las almas justas que murieron antes de haber satisfecho completamente sus pecados. Dos cosas nos enseña a creer la Iglesia Católica acerca del purgatorio: Primera, que el purgatorio existe, y segunda, que en el purgatorio las almas pueden ser aliviadas por los sufragios de los fieles, sobre todo por el santo Sacrificio de la Misa. Los enemigos del purgatorio fueron los protestantes, Lutero en sus tesis del año 1517 arremete contra las indulgencias, mas no ataca aún el purgatorio. En 1519 declara firmemente creer en los sufrimientos de las pobres almas; Por su parte, Lutero en la disputa de Lepizig con Juan Eck, obligado por éste a declarar si admitía aún el purgatorio, respondió que la Escritura no dice una palabra de él. Si se le opone el texto del 2º Libro de los Macabeos se contenta con rechazarlo, alegando que los dos libros de los Macabeos son contados por error en el canon de la Escritura, así mismo, en su “De abroganda missa” enseña que no se engaña negando el purgatorio. Para finalizar, en los artículos de Esmalcalda se establece definitivamente la doctrina negativa de Lutero; en adelante, Lutero no hablará del purgatorio sino para mofarse de él, se reirá del Papa, que a precio de plata vende las Misas, las indulgencias a favor de las almas del purgatorio que no conoce. Así mismo, Trento en la resolución doctrinal del sobre el lugar de purificación de 1563 dice: «Puesto que la Iglesia católica, ilustrada por el Espíritu santo, apoyada en las sagradas letras y en la antigua tradición de los Padres ha enseñado en los sagrados concilios y últimamente en este ecuménico concilio que existe el purgatorio y que las almas allí detenidas son ayudadas por los sufragios de los fieles y particularmente por el aceptable sacrificio del altar» (DS 1820/NR 907). A pesar de todo ello, los protestantes, después del Concilio de Trento, siguieron defendiendo la última sentencia de Lutero sobre el purgatorio.
Por purgatorio: estado intermedio entre el cielo y el infierno, en que sufren
las almas justas que murieron antes de haber satisfecho completamente sus pecados. Lutero en la disputa de Lepizig con Juan Eck, obligado por éste a declarar si admitía aún el purgatorio, respondió que la Escritura no dice una palabra de él. Los protestantes, después del Concilio de Trento, siguieron defendiendo la última sentencia de Lutero sobre el purgatorio Trento en la resolución doctrinal del sobre el lugar de purificación de 1563 dice: «Iglesia católica, ilustrada por el Espíritu santo, apoyada en las sagradas … ha enseñado en los sagrados concilios y últimamente en este ecuménico concilio que existe el purgatorio y que las almas allí detenidas son ayudadas por los sufragios de los fieles y particularmente por el aceptable sacrificio del altar». .