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Introducción
Las técnicas cognitivas son base en dentro de las terapias cognitivas conductuales,
pues propician los cambios en los pensamientos de los pacientes, específicamente en
los pacientes deprimidos, son las encargadas de modificar las percepciones negativas
que los pacientes tienen ante la vida y las ponen en cuestionamiento para que están
sean validadas.
El tener claro lo anterior, facilita que el terapeuta entre en el mundo del paciente y
encuentre aquellos patrones de pensamiento que generan o mantienen la depresión.
En cierto modo, adentrarse en la vida interna del paciente desata un espíritu de
aventura en el paciente (y el terapeuta), pues al ir develando su manera de ver la
realidad, el paciente se siente motivado centrándose en los acontecimientos y
atribuyéndoles un significado más apegado a la realidad.
Uno de los postulados de la terapia cognitiva conductual es el hecho de tratar los casos
de los pacientes de manera científica, a través de la validación de los pensamientos de
los sujetos y de sus consecuentes conductas y emociones; esto se hace a través de
experimentos conductuales, comprobación de hipótesis y también el encuadre teórico
de cada técnica utilizada dentro de los tratamientos.
Debe ser consciente el terapeuta que los pacientes deprimidos piensan bajo dos
premisas, primero, tienen un pensamiento idiosincrático, es decir, que tienen un sesgo
en la triada cognitiva; y segundo, su percepción de las cosas contribuye a la depresión.
La tarea del terapeuta cognitivo conductual difiere de otros enfoques pues este no
desprecia los pensamientos negativos de los pacientes, por el contrario, son la materia
prima con la que trabaja. En el caso de la depresión, el terapeuta muestra al paciente
que cuando existe un evento o situación esta es interpretada siempre de manera
errónea y negativa, y aun cuando dicho evento tenga varias formas de ver, el paciente
siempre elegirá aquella que sea más negativa; es labor del terapeuta formar junto con
el paciente un equipo colaborador y científico para investigar los pensamientos del
paciente y las connotaciones que este da. Así, en colaboración el terapeuta podrá guiar
las ideas del paciente sobre el origen de sus problemas, y no ofrecerle explicaciones
desde su propia perspectiva.
Demostrar a los pacientes como los pensamientos afectan las emociones y la conducta,
puede resultar una tarea difícil si no se conocen las técnicas adecuadas, una de ellas
es la técnica de imágenes inducidas, consiste en que el paciente imagine una imagen
desagradable y si se manifiesta una emoción negativa el terapeuta comienza a indagar
en el contenido de ese pensamiento; posteriormente se pide imagine una escena
agradable y que describa sus sentimientos; así se espera que el paciente reconozca
que al cambiar los pensamientos puede modificar sus sentimientos. Usualmente se
utiliza esta técnica en pacientes con depresión moderada.
A pesar de que la depresión es uno de los trastornos más recurrentes, cada paciente
deprimido es distinto; algunos pacientes tendrán dificultad para distinguir entre
pensamientos y emociones, mientras otros no puedan identificar los pensamientos
inadecuados. El terapeuta se puede apoyar en diversas técnicas para asegurarse que
el paciente ha comprendido y/o va avanzando; por el ejemplo, el hecho de que el
paciente se muestre siempre conforme con lo que dice el paciente, es indicio de que
algo no va bien, probablemente el paciente busque el agrado del terapeuta, lo que no
beneficia su tratamiento. Aquí el terapeuta puede hacer eco de los pensamientos que
tuvo el paciente previo a la primera cita, como será la terapia, el psicólogo (a), etc; y
contrarrestarlo con la situación actual.
Técnicas de retribución
La ventaja de esta técnica es que puede ser tan flexible como el paciente requiera,
pues se pueden agregar columnas acordes a lo que el terapeuta quiere trabajar.
Conclusiones
Las técnicas cognitivas aportan la base de la terapia cognitiva para la depresión, pues
promueven el análisis científico de los pensamientos para someterlos a comprobación
por parte de los pacientes y terapeutas. Es importante, se apliquen cuando el paciente
haya sido capaz de comprender como los pensamientos influyen en las emociones y las
conductas, de lo contrario, el paciente asumirá de forma superficial la información sin
comprender la relevancia de sus pensamientos.
Bibliografía
Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (2010). Terapia Cognitiva de la
depresión. (D. de Brower, Ed.) (19a ed.). New York: The Guilford Press.