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Biblio Guendelman, Solari (2013) Mindfulness y Bien-Estar
Biblio Guendelman, Solari (2013) Mindfulness y Bien-Estar
El cultivo de mindfulness comparte lugar con otras enseñanzas y prácticas budistas, cuyo
objetivo es reconocer y desarrollar el potencial innato de felicidad, sabiduría y compasión
de todos los seres humanos. La visualización del aporte que estas disciplinas podrían hacer
a nuestra cultura, llevó a Francisco Varela a anunciar que la llegada del budismo a
Occidente supondría una revolución comparable con la invención de la imprenta1. En el
contexto de la psicología budista, mindfulness hace referencia a los términos sati y
sampajanna, ambos proveniente del pali, lengua en que están contenidas las primeras
enseñanzas de Buda2. Sati alude a la capacidad de prestar atención y focalizar la mente en
un objeto particular (por ejemplo, en la práctica se focaliza la atención en la respiración);
Sampajanna, alude a la capacidad de darse-cuenta o reconocer el estado de la mente en el
momento presente (en la práctica, es el darse-cuenta que ocurre cuándo la mente se ha ido
del momento presente)3. Sati es un concepto muy relevante dentro de la tradición budista ya
que está incluido en el llamado Noble Óctuple Sendero, en el cual el Buda enuncia el
cultivo del correcto estado de atención-darse-cuenta como un medio para el alivio del
sufrimiento.
El año 1979 Jon Kabat-Zinn diseñó un programa de tratamiento para pacientes con estrés y
dolor crónico basado en la práctica de mindfulness, Mindfulness-Based Stress Reduction
(MBSR). Y si bien se basó en prácticas de meditación budista, utilizó el nombre
mindfulness porque supuso que muchas personas se mostrarían reacias a incorporar
prácticas budistas a sus vidas, pese a los beneficios que éstas pudieran aportarles. Su
objetivo fue enseñar y transmitir estas prácticas independientemente de la religión y
tradiciones espirituales en que se originaron, para que muchas personas pudieran
beneficiarse6,7. Y logró su objetivo con creces: a partir de esa fecha las investigaciones y
modelos de tratamiento basados en mindfulness han aumentado en forma exponencial,
demostrando empíricamente su efectividad en diversos cuadros clínicos. Podríamos señalar
que, en un primer momento las investigaciones se enfocaron en demostrar la efectividad
1
empírica de mindfulness (principalmente en las décadas de los 80 y 90), y posteriormente
se ha intentado comprender el concepto en mayor profundidad, lo que ha significado
revisitar la tradición budista en la cual se origina8.
Un gran divulgador del pensamiento budista ha sido el Dalai Lama9, quien señala que
“cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad
para disfrutar de una vida feliz” (pg. 34) Reforzando ésto, el monje vietnamita Tich Nhat
Hanh10 señala que no tenemos que viajar lejos ni hacer costosos retiros, ya que la felicidad
y la paz están presentes en cada paso que damos, aquí y ahora. Estas dos referencias, a
pesar de su simpleza, aluden a dos ejes centrales del pensamiento budista en torno a la
felicidad: la felicidad depende de nuestro estado mental actual y es un inmanente, es decir,
ya está contenida como posibilidad en el momento presente.
La tradición budista establece una distintición entre experiencia placentera y felicidad. Tal
como lo confirman Ekman et al11, mientras el placer alude a una experiencia positiva
derivada de la estimulación sensorial, la felicidad hace mención a un estado de completo
florecimiento, realización y manifestación de las cualidades y potencialidades humanas más
preciadas. Este estado o capacidad innata, denomindado en la psicología budista sukha
(alegría o felicidad) puede cultivarse por medio del entrenamiento en la atención plena,
balance y regulación emocional y la comprensión correcta de la naturaleza de las cosas. Por
tanto, para el budismo es posible cultivar la felicidad mediante el entrenamiento de la
mente1, para lo cual se requiere sin duda una disciplina de práctica a partir de la cual
podemos experimentar una transformación de nuestra actitud, de toda nuestra perspectiva y
nuestro enfoque de la vida9.
Para el Dalai Lama9, este camino de transformación comienza por reconocer e identificar
los factores que conducen a la felicidad y los que conducen al sufrimiento. Esto implica una
suerte de investigación fenomenológica de nuestra vida cotidiana, ya que su intención es
reconocer el impacto que tienen nuestras distintas emociones y experiencias y su capacidad
de generar felicidad o sufrimiento. La práctica de mindfulness implica aprender a
relacionarse con la propia experiencia, sea cual sea nuestro estado mental. El primer paso
en este camino es aprender a reconocer nuestras experiencias, cultivando una mayor
atención y apertura hacia ellas, más allá del placer o el dolor que puedan generar. En este
sentido, mindfulness permite observar la propia experiencia con mayor precisión y
detención, a la vez que relacionarse con ésta desde una actitud de mayor gentileza y
aceptación. La práctica de mindfulness juega un papel relevante en el cultivo de la felicidad
o bienestar, ya que proporciona la base para desarrollar una atención estable, sin juicio y
benevolente hacia nosotros mismos. Según Kornfield12, “el verdadero fundamento del
bienestar es el entrenamiento sistemático de la atención plena” (p. 111)
Mindfulness entonces tiene que ver con la calidad de la conciencia y reflexividad con la
que vivimos nuestras vidas. Podemos, como señala Miró2 vivir con piloto automático o
vivir con atención plena. La diferencia está en la forma en la que estamos presentes en
nuestra experiencia y vida cotidiana. En el primer caso, si bien estamos físicamente
1
No entendiendo “mente” simplemente como una capacidad cognitiva o intelecto, sino más bien en el sentido
de la palabra tibetana Sem, que incluye intelecto y sentimiento, corazón y cerebro (Dalai Lama, 1999)
2
presentes, nuestra mente se encuentra divagando en cualquier cosa, presa de su
automatismo habitual, y por tanto, nuestra conducta suele ser automática y reactiva. En el
segundo caso, en cambio, estamos presentes en nuestra experiencia con todos nuestros
sentidos, la mente está en el presente y la conducta es reflexiva y balanceada. Estar
presente, en español, tiene la doble acepción de estar en el momento presente pero también,
estar con presencia. Ambas cualidades tienen que ver con la atención plena.
3
que podemos mantenernos y sostener nuestras experiencias, sean cuales sean éstas.
No es una confianza ciega. Siguiendo a Kabat-Zinn4, “es imposible convertirse en
otro. Nuestra única esperanza estriba en ser nosotros mismos con más plenitud” (p.
63)
5. No esforzarse: En rigor debiera llamarse el esfuerzo justo, ya que, si bien la práctica
de mindfulness requiere mucho trabajo y esfuerzo, fundamentalmente consiste en
no-hacer y aprender a permanecer con nuestra experiencia en cada momento.
6. Aceptación: Esta actitud suele ser confundida con la resignación, pero en este
contexto significa ver las cosas tal como son en el presente. No quiere decir que no
podamos cambiarlas o mejorarlas, sino que justo en este momento, las cosas son así
12
. Por lo anterior, permite responder en lugar de reaccionar.
7. Soltar: Es una forma de dejar que las cosas sean como son en cada momento y
aceptarlas así. Apunta a soltar la lucha de que las cosas sean de una forma, distinta
de la que realmente son.
Durante los últimos años ha habido un creciente interés sobre los efectos de la práctica de
mindfulness y las intervenciones-basadas en mindfulness en la salud mental y el bien-estar.
Esto ha llevado a que distintas universidades a lo largo de EEUU y Europa cuenten con
grupos de investigación avocados al estudio del impacto de esta práctica, tanto a un nivel
clínico como en un nivel neurobiológico.
Dentro del amplio contexto de las investigaciones sobre la práctica de mindfulness, cabe
destacar la gran variabilidad que existe tanto en los grupos estudiados (población sana,
monjes tibetanos o japoneses, estudios en poblaciones clínicas de distintos tipo); los
diseños metodológicos (tipo corte-transversal, estudios prospectivos sin grupo control, y
estudios randomizados controlados); y en las mediciones utilizadas (auto-reportes,
mediciones psicofisiológicas o distintas técnicas de neuroimagenología).
Los programas de IBM más conocidas son: Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR),
reducción de estrés basado en mindfulness, creado, como señaló, por Jon Kabat-Zinn. Fue
4
el programa pionero, a partir del cual se desarrollaron otros, como el Mindfulness-Based
Cognitive Therapy (MBCT), terapia cognitiva basada en mindfulness, diseñado para
prevenir recurrencias en trastornos depresivos recurrentes; el Mindfulness-Based Relapse
Prevention (MBRP), intervención basada en mindfulness para la prevención de recurrencias
en adicciones; la Dialectical Behavior Therapy (DBT), terapia conductual dialéctica,
enfocado en el trastorno de personalidad límite, para reducir conductas suicidas y para-
suicidas; la Acceptance and Commitment Therapy (ACT), terapia de aceptación y
compromiso, más bien es un enfoque de psicoterapia individual orientado por la
“perspectiva” mindfulness14.
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mental (estrés crónico, trastornos de ansiedad, depresión recurrente, trastornos de
personalidad, etc.) En términos generales, se reconoce que las IBM, como el MBSR,
pueden ser eficaces como tratamientos complementarios a trastornos médicos y
psiquiátricos, particularmente en el manejo de síntomas de estrés, ansiedad y síntomas
depresivos.
El MBSR está enfocado particularmente en el manejo del estrés y del dolor crónico, siendo
sin duda el programa de IBM más estudiado. De los estudios y revisiones publicadas, de
Vibe et al publicaron el 2012 la revisión meta-analítica más completa hasta la fecha,
involucrando un total de 31 estudios randomizados-controlados con MBSR, sumando un
total de 1942 participantes. Incluyendo poblaciones con patología de salud mental leve a
moderada y patología somática, encontraron un tamaño del efecto moderado (0,5-0,8
Hedges’ g-value) consistentemente para los indicadores de síntomas de estrés, ansiedad,
depresión, bien-estar, calidad de vida y escalas de mindfulness17. Implicando que la práctica
de mindfulness, impartida por el MBSR, es efectiva en el alivio sintomático y cultivo del
bien-estar en un amplia gama de dolencias médicas y psicológicas de moderada intensidad.
En cuanto a las evidencias en torno a las otras IBM, en síntesis, cabe destacar: su efecto en
reducción significativa de síntomas ansiosos, en poblaciones con trastornos de ansiedad, y
disminución de rumiación (ACT); la disminución en la prevalencia de recaída de episodios
depresivos, en pacientes con depresión recurrente (3º o 4ª episodio); disminución de
síntomas ansiosos en trastorno bipolar (MBCT); la reducción de conductas suicidas y para
suicidas, irritabilidad e impulsividad en pacientes con trastorno de personalidad límite
(DBT); y disminución significativa de síntomas de craving y recaída en pacientes con
adicciones (MBRP)14.
En concordancia con las funciones que desempeñan estas regiones, numerosos estudios en
meditantes expertos o bien meditantes novatos sujetos al programa MBSR, han encontrado
cambios particulares en el procesamiento neural de funciones atencionales, de regulación
afectiva y de regulación del self. En cuanto a las funciones atencionales, la evidencia indica
que la práctica de mindfulness (en un mediano y largo plazo) aumenta la eficacia de las
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funciones atencionales, tanto en el rendimiento de las pruebas, como en cambios en la
respuesta neural subyacente. Estos cambios son especialmente relevantes en atención
sostenida (sati) y en control atencional (sampajanna o monitoreo meta-cognitivo)19.
Respecto a la regulación del self, recientes estudios han demostrado que la práctica de
mindfulness produciría un cambio en el proceso auto-referencial, pasando de un
procesamiento de tipo narrativo, asociado a regiones como la corteza cingulada posterior y
la corteza prefrontal medial (self auto-biográfico, centrado en el pasado o fututo, analítico y
rumiativo), a un procesamiento experiencial del self, asociado a regiones como la ínsula
derecha, cortezas somato-sensoriales y lóbulo parietal derecho (self experiencial-
corporalizado, focalizado en el presente, procesamiento viscero-somático)20.
Conclusiones
Mindfulness y una nueva mirada a la salud mental: integrando evidencias clínicas y
neurobiológicas para conectar con el potencial innato de felicidad.
Para la tradición budista todas las personas tenemos a la base, por naturaleza, un potencial
innato de sabiduría, compasión y felicidad. La gran paradoja es que debemos involucrar
disciplina, esfuerzo, voluntad y compromiso para acceder él. Por eso, la psicología budista
está compuesta por muchas técnicas y ejercicios concretos (mindfulness, entre otros),
concebidos como herramientas para ayudar a recorrer el camino que conduce a actualizar
dicho potencial.
Ahora bien, cuando una persona se acerca por primera vez a una clase de meditación, pese
a la expectativa de encontrar calma y paz, los más probable es que se encuentre con una
gran sorpresa: descubre que su mente está todo el tiempo activa y dispersa, pensando en el
pasado, proyectando el futuro o enjuiciando lo que le ocurre actualmente12. El primer paso
consiste entonces, tal como hemos señalado, en tomar conciencia y reconocer nuestra
situación actual, cultivando una actitud benevolente y no enjuiciadora hacia ella.
En dicho sentido, la práctica de mindfulness puede ser concebida como una práctica
transformativa, que al ir desarrollándola va transformando, tanto la relación con nosotros
mismos, como con el mundo que nos rodea. Según el budismo, no existimos de manera
separada e independiente unos con otros, sino más bien “intersomos”, en donde todo se
interpenetra mutuamente, surgiendo y dejando de existir según causas y condiciones. Este
punto alude a la noción de interdependencia o interconexión, central en el budismo, y le
otorga la noción de comunidad a la práctica de mindfulness, ya que el desarrollo de mi
potencial de sabiduría, compasión y felicidad se manifiesta al conectar de forma más
completa, genuina y abierta con todos los demás8,10. En este sentido, la transformación,
7
paradójicamente consiste en expresar y encarnar este potencial que ya tenemos, por tanto
no es necesario convertirse en algo distinto de lo que uno es.
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La práctica de mindfulness no intenta manipular, suprimir o negar la realidad de la propia
experiencia o estado mental, sino todo lo contrario, busca incrementar la capacidad de
estar/permanecer con la propia experiencia, sea cual sea ésta. Esto permite familiarizarse e
intimar con nuestro mundo psicológico (nuestros pensamientos y emociones), por tanto
vamos pudiendo eventualmente soltar cierto sufrimiento innecesario. Desarrollar el bien-
estar humano, como potencial innato, no quiere decir que busquemos siempre estar bien (o
evitemos estar mal), si no que alude a que podamos desarrollar una confianza de que, sea
cual sea la experiencia, seremos capaces de permanecer con ella, con aceptación y
gentileza. El cultivo de esta confianza básica, nos permitirá darnos cuenta de que
efectivamente ya contamos con los recursos para ser felices (Porque en estricto rigor, ¡no
existe un futuro mejor que este momento!).
Referencias:
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