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La ley 30230 (conocida en el Perú como el “paquetazo ambiental”) al buscar

“mejorar y generar la confianza de los inversionistas”, le quitó abiertamente


facultades al Ministerio del Ambiente, por ejemplo, en materia de creación de
áreas naturales protegidas, en el tema del ordenamiento territorial, zonas
ecológicamente económicas, límites máximos permisibles y estándares de
calidad ambiental, que desde ahora pasarán “a ser refrendados por el
Presidente del Consejo de Ministros y con el voto del Consejo de Ministros”. Se
plantea establecer que las opiniones vinculantes y no vinculantes que requiera
la entidad encargada de la aprobación del Estudio de Impacto Ambiental,
deberán emitirse en un plazo máximo de treinta (30) días hábiles; y si el
funcionario encargado no cumple, será considerada como falta grave “aplicable
al régimen laboral al que pertenece”.
Por otro lado, los escasos mecanismos de participación ciudadana y consulta
han sido también un tema de conflicto. Los mecanismos existentes, leyes y
reglamentos, siguen siendo sumamente restringidos y han terminado de
configurar una caricatura de participación ciudadana que presenta las
siguientes limitaciones:
1) no existen mecanismos de participación ciudadana y acceso a la información
en las fases de entrega de concesiones ni antes de iniciar la etapa de
exploración.
(2) las poblaciones sólo son convocadas a audiencias informativas cuando se
va a aprobar el Estudio de Impacto Ambiental, es decir, antes de entrar a la
fase de explotación y cuando casi todo ya está decidido.
(3) tampoco existe obligación alguna, por parte de la autoridad del Ministerio de
Energía y Minas, de considerar los aportes que puedan haberse formulado en
las audiencias públicas.
 Luego de un importante trabajo de concertación, que involucró a
organizaciones indígenas, diferentes redes sociales y al propio Congreso de la
República, se logró aprobar en el mes de agosto de 2011 la Ley de Consulta
Previa para los Pueblos Indígenas al inicio del gobierno del presidente Humala.
Sin embargo, el posterior reglamento de la ley fue cuestionado por las
principales organizaciones indígenas del país.
a campaña desatada por los gremios empresariales -sobre todo el minero-,
contra la ley de consulta y en general contra cualquier norma que implique
mayores regulaciones sociales y ambientales, ha sido permanente. Los
principales voceros de las empresas han buscado que el gobierno retroceda,
argumentando que este tipo de legislación “implica el riesgo de retrasar o
detener el desarrollo del país” Se ha buscado contraponer los derechos de los
pueblos indígenas con un supuesto interés nacional que en realidad es el
interés de los inversionistas
El gran problema es que en un país como el Perú no se cuenta con políticas
públicas que permitan presentar evidencias claras que tal o cual proyecto
responde al “interés de la Nación”. Precisamente, se debate sobre la necesidad
de dotarnos de esos instrumentos y uno de ellos es la consulta previa.
Otra observación del Ejecutivo y de las propias empresas, cuestiona que las
comunidades andinas sean pueblos indígenas. Además, el Estado peruano,
según esta observación pretende reservarse la identificación de quiénes son
los pueblos indígenas en contra de lo que señala expresamente el propio
Convenio 169 de la OIT. Este tipo de observaciones representan un peligroso
retroceso que afectan las relaciones entre el Estado peruano y los pueblos
indígenas. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú ha
señalado su rechazo a las observaciones presentadas y espera que se
implemente “una Ley de Consulta Previa que respete los derechos de los
pueblos indígenas, vigentes en la Constitución del Perú y en el Convenio 169
de la OIT

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