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La ley 30230 redujo las facultades del Ministerio del Ambiente peruano en temas como la creación de áreas protegidas y los límites ambientales, con el objetivo de mejorar la confianza de los inversionistas. Los mecanismos de participación ciudadana en proyectos extractivos son muy limitados. Aunque se aprobó una ley de consulta previa para pueblos indígenas en 2011, el reglamento fue criticado y los gremios empresariales se oponen a mayores regulaciones ambientales y sociales, argumentando que esto retrasaría el desarrollo
La ley 30230 redujo las facultades del Ministerio del Ambiente peruano en temas como la creación de áreas protegidas y los límites ambientales, con el objetivo de mejorar la confianza de los inversionistas. Los mecanismos de participación ciudadana en proyectos extractivos son muy limitados. Aunque se aprobó una ley de consulta previa para pueblos indígenas en 2011, el reglamento fue criticado y los gremios empresariales se oponen a mayores regulaciones ambientales y sociales, argumentando que esto retrasaría el desarrollo
La ley 30230 redujo las facultades del Ministerio del Ambiente peruano en temas como la creación de áreas protegidas y los límites ambientales, con el objetivo de mejorar la confianza de los inversionistas. Los mecanismos de participación ciudadana en proyectos extractivos son muy limitados. Aunque se aprobó una ley de consulta previa para pueblos indígenas en 2011, el reglamento fue criticado y los gremios empresariales se oponen a mayores regulaciones ambientales y sociales, argumentando que esto retrasaría el desarrollo
La ley 30230 (conocida en el Perú como el “paquetazo ambiental”) al buscar
“mejorar y generar la confianza de los inversionistas”, le quitó abiertamente
facultades al Ministerio del Ambiente, por ejemplo, en materia de creación de áreas naturales protegidas, en el tema del ordenamiento territorial, zonas ecológicamente económicas, límites máximos permisibles y estándares de calidad ambiental, que desde ahora pasarán “a ser refrendados por el Presidente del Consejo de Ministros y con el voto del Consejo de Ministros”. Se plantea establecer que las opiniones vinculantes y no vinculantes que requiera la entidad encargada de la aprobación del Estudio de Impacto Ambiental, deberán emitirse en un plazo máximo de treinta (30) días hábiles; y si el funcionario encargado no cumple, será considerada como falta grave “aplicable al régimen laboral al que pertenece”. Por otro lado, los escasos mecanismos de participación ciudadana y consulta han sido también un tema de conflicto. Los mecanismos existentes, leyes y reglamentos, siguen siendo sumamente restringidos y han terminado de configurar una caricatura de participación ciudadana que presenta las siguientes limitaciones: 1) no existen mecanismos de participación ciudadana y acceso a la información en las fases de entrega de concesiones ni antes de iniciar la etapa de exploración. (2) las poblaciones sólo son convocadas a audiencias informativas cuando se va a aprobar el Estudio de Impacto Ambiental, es decir, antes de entrar a la fase de explotación y cuando casi todo ya está decidido. (3) tampoco existe obligación alguna, por parte de la autoridad del Ministerio de Energía y Minas, de considerar los aportes que puedan haberse formulado en las audiencias públicas. Luego de un importante trabajo de concertación, que involucró a organizaciones indígenas, diferentes redes sociales y al propio Congreso de la República, se logró aprobar en el mes de agosto de 2011 la Ley de Consulta Previa para los Pueblos Indígenas al inicio del gobierno del presidente Humala. Sin embargo, el posterior reglamento de la ley fue cuestionado por las principales organizaciones indígenas del país. a campaña desatada por los gremios empresariales -sobre todo el minero-, contra la ley de consulta y en general contra cualquier norma que implique mayores regulaciones sociales y ambientales, ha sido permanente. Los principales voceros de las empresas han buscado que el gobierno retroceda, argumentando que este tipo de legislación “implica el riesgo de retrasar o detener el desarrollo del país” Se ha buscado contraponer los derechos de los pueblos indígenas con un supuesto interés nacional que en realidad es el interés de los inversionistas El gran problema es que en un país como el Perú no se cuenta con políticas públicas que permitan presentar evidencias claras que tal o cual proyecto responde al “interés de la Nación”. Precisamente, se debate sobre la necesidad de dotarnos de esos instrumentos y uno de ellos es la consulta previa. Otra observación del Ejecutivo y de las propias empresas, cuestiona que las comunidades andinas sean pueblos indígenas. Además, el Estado peruano, según esta observación pretende reservarse la identificación de quiénes son los pueblos indígenas en contra de lo que señala expresamente el propio Convenio 169 de la OIT. Este tipo de observaciones representan un peligroso retroceso que afectan las relaciones entre el Estado peruano y los pueblos indígenas. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú ha señalado su rechazo a las observaciones presentadas y espera que se implemente “una Ley de Consulta Previa que respete los derechos de los pueblos indígenas, vigentes en la Constitución del Perú y en el Convenio 169 de la OIT