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Participación ciudadana
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Participación ciudadana
Si pensamos en el caso planteado, ¿cómo pudo suceder que la empresa desarrollista siguiera avanzando
con las obras sin tener las autorizaciones correspondientes? ¿Los vecinos conocían sobre lo que se estaba
llevando a cabo? ¿Conocían sobre el tema para poder involucrarse y participar?
Entonces, ¿el Estado puede hacer oídos sordos frente al reclamo de los ciudadanos? ¿Hay legislación que
ampare el acceso a la información y la participación de la comunidad en asuntos ambientales?
Veamos a continuación el marco normativo y pensemos en las distintas opciones que podían darse para
este caso.
Tomamos como punto de partida la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD)
de 1992, que en sus principios recoge correctamente la función del derecho a la información ambiental
encuadrándolo en el contexto de la participación. Destacamos el principio 10, que hace referencia a los
derechos de acceso: a la información, a la participación y a la justicia ambiental.
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Derecho a la información
El acceso a la información ambiental posee en sí misma una significativa importancia: no solo permite tomar
conocimiento sobre el estado del ambiente, sino que también posibilita y dinamiza la participación
ciudadana en materia ambiental (Roth, Strauss y Vera, 2018; Falbo, 2011). Al mismo tiempo, el acceso a la
información ambiental tiene una doble faz de derecho-deber. Ya que, por un lado, significa el derecho que
tienen los ciudadanos de acceder (solicitar y obtener en tiempo y forma adecuada) a la información pública
que es administrada por el Estado o por particulares sobre los que recae la obligación de informar. Por otro
lado, el derecho a la información supone el deber del Estado de producir, elaborar, organizar, sistematizar y
difundir la información (Foradori y Pérez Cubero, 2015; Valls, 2016).
En otras palabras, podemos decir que la información pública se convierte en una herramienta de contralor
del poder público, a la par que equilibra la asimetría de información que existe entre gobernantes y
gobernados, los cuales solo estando bien informados pueden tomar buenas decisiones y ejercer el derecho
a participar (Basterra, 2006). Por eso, el derecho de acceso a la información pública funciona como un
derecho (instrumento) necesario o condicionante para el ejercicio pleno de otros derechos, como ser el
derecho a la salud, a la educación, al ambiente sano, a la libertad de expresión, al debido proceso; y es una
precondición para el ejercicio de la participación de los derechos políticos y los derechos sociales (Basterra,
2006). En definitiva, la información es, para el derecho ambiental, un instrumento de gestión y una
prerrogativa esencial sin la cual el resto de los derechos se vuelven ilusorios (Díaz Araujo, 2011).
través del artículo 411, el cual dispone en su segundo párrafo: "Las autoridades proveerán a la protección de
este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y
cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales". También se reconoce en
instrumentos internacionales que poseen rango constitucional (tratados de derechos humanos según el
artículo 75 inc. 222 de la Constitución nacional) e importantes declaraciones que han influenciado el derecho
interno de nuestro país; las principales son la Declaración de Río, a través de su principio 10 (1992) y el
Programa 21. A esto se ha incorporado recientemente (marzo de 2018) el Acuerdo de Escazú, un acuerdo
regional específico en materia de acceso a la información, participación y acceso a la justicia ambiental
(Roth, Strauss y Vera, 2018).
En el plano legal, lo primero que debemos abordar son las leyes de presupuestos mínimos ambientales,
leyes especiales, que surgen de la delegación de competencia legislativa al Gobierno federal efectuada por
las provincias según el tercer párrafo del artículo 41 de nuestra ley suprema. Estas normas, según la
Constitución nacional y la Ley General del Ambiente N.º 256753, tienen una jerarquía vertical especial, no
pudiendo ser desconocidas por ninguna esfera provincial ni municipal, extendiendo también su
obligatoriedad de modo horizontal hacia el resto de las leyes, como así también al accionar de todas las
autoridades de cada nivel de gobierno (Esain, 2011; 2017).
A la fecha, Argentina ha sancionado once leyes de presupuestos mínimos, entre ellas la Ley General del
Ambiente N.º 25675, la más importante de todas, y particularmente la ley de presupuestos mínimos N.º
258314, específica en el tema que tratamos. La Ley General del Ambiente aborda el derecho de acceder a la
Por su parte, la ley de presupuestos mínimos que regula el régimen de libre acceso a la información pública
ambiental N.º 25831 fue sancionada en el año 2003 y amplía los artículos de la Ley N.º 25675. Define la
información pública ambiental en su segundo artículo como "toda aquella información, en cualquier forma
de expresión o soporte, relacionada con el ambiente, los recursos naturales o culturales y el desarrollo
sustentable […]"6. Con respecto a la legitimación para solicitar información, es amplia y gratuita, y establece
que los sujetos obligados son todas las autoridades públicas de cualquier esfera del Gobierno nacional,
provincial o municipal, así como privados prestatarios de servicios públicos7. A pesar de lo anterior, es
(Cafferatta, 2011). Sobre las condiciones de ese acceso a la información, el artículo 39 de la ley expresa que
será libre y gratuito, siendo exceptuados solamente los gastos vinculados con los recursos utilizados para la
entrega de la información solicitada, siempre y cuando estos no impliquen un menoscabo para el ejercicio
del derecho de acceder a la información. Además, no es necesario acreditar razones ni interés determinado,
solo se debe presentar la solicitud formal ante quien corresponda, donde conste la información requerida y
la identificación del solicitante.
Pasando el nivel constitucional y el de presupuestos mínimos, nos encontramos con la regulación propia de
cada esfera del Gobierno federal, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, municipal o comunal.
Al ser el acceso a la información una temática de predominante orden administrativo, cada ámbito legisla
sus propios mecanismos de acceso, siempre debiendo respetar el marco normativo comentado (Roth,
Strauss y Vera, 2018).
A nivel federal, nos encontramos con la Ley nacional N.º 2727510, sancionada en el año 2016. Su estructura
presenta, en primer lugar, un título preliminar, el cual expone los objetivos de la ley y sus principios. Continúa
luego con el título primero, dedicado al mecanismo de acceso a la información pública, el cual contiene
definiciones necesarias para la aplicación del régimen. Establece una legitimación activa amplia; gratuidad,
salvo gastos de reproducción; obligación de entregar la información en el estado en el que se encuentre y en
formatos digitales abiertos; sujetos obligados, incluyendo a todas las estructuras de los tres poderes del
Gobierno federal, sumando también concesionarios, institutos, cooperativas, fideicomisos y otros sujetos
privados vinculados al Estado, así como algunas personas públicas no estatales. El régimen continúa
detallando las excepciones para la entrega de información; la tramitación del pedido; los requisitos para la
denegatoria total o parcial, y las alternativas en caso de denegatoria injustificada o silencio, pudiendo acudir
a una vía judicial (amparo) o a un mecanismo de reclamo ante la Agencia de Acceso a la Información
Pública (Roth, Strauss y Vera, 2018). El título II está destinado a las medidas de transparencia activa,
detallando en un listado el conjunto de datos que cada repartición está obligada a hacer público y sus
excepciones. Finalmente, culmina con un título III, el cual posee disposiciones transitorias.
[1] Art. 41. Ley 24430. (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/2zuXduq
[2] Art. 75. Inc. 22. Ley 24430. (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación
[3] Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de
https://bit.ly/3byMptY
[4] Ley 25831. (2004). Régimen de Libre Acceso a Información Pública Ambiental. Honorable Congreso de la
[5] Arts. 16-18. Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/3byMptY
[6] Art. 2. Ley 25831. (2004). Régimen de Libre Acceso a Información Pública Ambiental. Honorable Congreso de
[8] Art. 7. Ley 25831. (2004). Régimen de Libre Acceso a Información Pública Ambiental. Honorable Congreso de
[9] Art. 3. Ley 25831. (2004). Régimen de Libre Acceso a Información Pública Ambiental. Honorable Congreso de
[10] Ley 27275. (2016). Derecho de Acceso a la Información Pública. Honorable Congreso de la Nación
Participación ciudadana
Cuando nos referimos a la gestión ambiental, generalmente la asociamos con lo que se hace desde las
instituciones del Gobierno en relación con los temas ambientales, sin pensar en lo que hacemos los
ciudadanos al respecto. En este sentido, en los últimos años se desarrollaron gran cantidad de encuentros y
convenciones internacionales y nacionales que llevaron a la sanción de leyes y la formulación de políticas
ambientales, pero se señala que no tuvieron el éxito esperado. La causa de este fracaso se encuentra en
que dichas políticas, al haberse construido en esas "esferas lejanas", no pueden implementarse de manera
sostenida en una sociedad que no participó en su construcción, en la que no se tuvo en cuenta las
características de los modos de vida de los pobladores locales, sus intereses, su cultura.
"fomentar la participación social en los procesos de toma de decisiones"11. Luego le dedica un título
denominado "Participación ciudadana" en el que especifica normas de presupuestos mínimos en tres
artículos. El primero de ellos declara que toda persona tiene derecho a opinar en procedimientos
administrativos que se relacionen con la preservación y protección del ambiente, ya sean de incidencia
general o particular.12
Además, y como contrapartida de este derecho, impone a las autoridades el deber de "institucionalizar
procedimientos de consultas o audiencias públicas como instancias obligatorias para la autorización de
aquellas actividades que puedan generar efectos negativos y significativos en el ambiente"13. Es muy
importante destacar los efectos de las opiniones u objeciones de los participantes, ya que no serán
vinculantes para las autoridades, "pero en caso de que estas presenten opinión contraria a los resultados
Por su parte, el artículo 21 especifica que "La participación ciudadana deberá asegurarse, principalmente, en
los procedimientos de evaluación de impacto ambiental y en los planes y programas de ordenamiento
Entonces, teniendo en cuenta el marco normativo, en el caso bajo análisis se tendría que haber asegurado la
participación de la comunidad en el procedimiento de evaluación de impacto ambiental (EIA). Como se trata
de un emprendimiento inmobiliario de gran envergadura que puede generar efectos negativos y significativos
sobre el ambiente, las autoridades debían institucionalizar ese procedimiento. ¿Qué hubiera pasado si la
comunidad se manifestaba en contra de dicho emprendimiento en la audiencia pública? A reflexionar con
base en el marco normativo.
Como surge de la normativa, entre los instrumentos más relevantes de participación pública, resaltan las
audiencias públicas, que al decir de Morales Lamberti (2005, p. 169) "constituyen mecanismos de encuentro
y debate entre ciudadanos (individuos, grupos, sectores representativos y organizaciones no
gubernamentales) y los representantes de organismos con responsabilidad de tomar decisiones
(nacionales, provinciales y municipales)".
[11] Art. 2. Inc. c. Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/3byMptY
[12] Art. 19. Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/3byMptY
[13] Art. 20. Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/3byMptY
[14] Art. 20. Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/3byMptY
[15] Art. 21. Ley 25675. (2002). Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Recuperado de https://bit.ly/3byMptY
Reflexiones finales
Coincidimos con Vera (2014) al considerar que acceder a la información y participar en los temas públicos
son las únicas maneras de vivir en una real democracia ambiental. En otras palabras, se constituyen en
elementos fundamentales tanto para la formulación de políticas (preventivas) como para la solución de
conflictos derivados de impactos negativos sobre el ambiente. Debemos constituirnos en parte activa de las
decisiones que afectan nuestro destino común.
No queremos dejar de aclarar que el derecho de acceso a la información en materia ambiental tiene una
naturaleza instrumental como también autónoma o sustancial. En este sentido, a lo largo del recorrido, se
afirmó que la información ambiental constituye un presupuesto de los mecanismos de participación; pero
también se lo interpreta como derecho subjetivo autónomo. Ya que se trata de un derecho oponible al
Estado, quien tiene la obligación de recolectar la información ambiental y procesarla para suministrarla y
difundirla públicamente (Díaz Araujo, 2011).
Según la Ley 25831 de presupuestos mínimos de libre acceso a la información
pública ambiental, nunca se puede denegar la información ambiental solicitada.
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C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 3
Referencias
Cafferatta, N. (2011). La nueva Ley 25831 de información ambiental. En Cafferatta, N. (dir.). Summa
ambiental. Tomo I (pp. 463-465). Buenos Aires: Abeledo Perrot.
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sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Río de Janeiro. Recuperado de
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Díaz Araujo, M. (2011). Los derechos de acceso a la información y a la educación ambiental. En Cafferatta,
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Esain, J. (2017). El principio de integración y regla de supletoriedad en derecho ambiental. Revista Jurídica
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Cafferatta, N. (dir.). Summa ambiental. Tomo I (pp. 503-520). Buenos Aires: Abeledo Perrot.
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153-174). Córdoba: Ed. Advocatus. Recuperado de https://derechoambientalunc.com.ar/la-investigacion-
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Roth, A., Strauss. F. y Vera A. (2018). Acceso a la información pública ambiental en Argentina: su regulación
e implementación institucional. En Juliá M. (dir.). La disputa por la construcción política ambiental en
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Vera, A. (2014). Nueve respuestas a diez preguntas sobre el acceso a la información pública ambiental. En
Juliá M. (dir.). La investigación jurídica en políticas públicas ambientales (pp. 51-70). Unquillo: Narvaja Editor.
Recuperado de https://seminarioderechoambiental.files.wordpress.com/2015/07/e-book-la-
investigacic3b3n-jurc3addica-en-polc3adticas-pc3bablicas-ambientales.pdf
C O NT I NU A R
LECCIÓN 3 de 3
Ambiente y derecho
–
No hay acuerdo en la doctrina sobre la definición del derecho ambiental. Entre las notas comunes de
dichas conceptualizaciones, encontramos que se trata de un conjunto de principios y normas destinados a
la protección, conservación y uso racional del medio ambiente (Cafferatta, 2004).
Derecho al ambiente
–
El derecho al ambiente está reconocido de manera expresa en el artículo 41 de nuestra Constitución
Nacional, y como derecho humano en diferentes documentos internacionales con jerarquía constitucional,
ya sea de manera explícita o implícita.
Participación ciudadana
–
La información y la educación ambiental constituyen los pilares fundamentales para la efectiva
participación ciudadana. Estos instrumentos de política ambiental se encuentran reconocidos en la Ley
General del Ambiente N°25.675, ley de presupuestos mínimos.