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Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala C

Transportes Perpen S.A. s/quiebra c. Ernesto Perpen y otros • 20/12/2006 

Publicado en:   La Ley Online


Cita online: AR/JUR/10868/2006
Voces

Hechos

La Cámara de Apelaciones revocó el fallo de primera instancia que había rechazado la acción de responsabilidad
interpuesta por el síndico de una sociedad fallida contra los administradores por los daños y perjuicios que su mal
desempeño causó a la sociedad y a sus acreedores, por el total del pasivo admitido en la quiebra.

Sumarios

1. 1 - Corresponde atribuir las responsabilidades previstas en los arts. 59 y 274 de la Ley de Sociedades Comerciales
(Adla, XLIV-B, 1319) a los directores de una sociedad fallida que abandonaron los negocios sociales, omitieron solicitar
el concurso preventivo en tiempo oportuno y no llevaron registros contables en forma correcta ya que sus acciones y
omisiones permitieron, prolongaron y facilitaron la insolvencia del ente.

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2. 2 - Es procedente la acción de responsabilidad incoada por síndico contra los directores de una sociedad fallecida, toda
vez que se acreditó la participación de aquellos directa o indirectamente en hechos o actos positivos violatorios de la ley
y los estatutos y la omisión de las diligencias exigidas por las circunstancias de tiempo, lugar y modo, para evitar o
subsanar incorrectos procederes que no podían desconocer de haber aplicado la debida atención y preocupación por
los asuntos sociales, en virtud de la aplicación de los arts. 59, 274 y cc. de la Ley de Sociedades (Adla, XLIV-B, 1319) y
arts. 502 y 902 del C.Civil.

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TEXTO COMPLETO: 

Dictamen de la Fiscal General de Cámara:

1. La jueza de primera instancia rechazó la acción de responsabilidad promovida por el síndico en los términos de los
arts. 166 y 168 de la ley 19.551 contra Ernesto H. Perpen, Ada Margarita Gemilli de Perpen, Ricardo Adolfo Rozzi,
Munditrans SA y María Jacqueline Perpen de Faijon (fs. 124/34).

El a quo consideró que la sindicatura no probó ni el dolo ni la culpa de dos demandados, que es un presupuesto para la
procedencia de la acción intentada. Agregó que los actos relatados en la demanda no son per se ilícitos y que el síndico
no demostró que ellos hayan guardado relación de causalidad con el estado de insolvencia.

2. Apeló el síndico. Expresó agravios a fs. 422/6.

Se agravió de que la jueza tuvo por probados los hechos relatados en la demanda, pero consideró que ello no era
suficiente para imputar las conductas a los demandados. Afirmó que esa conclusión es ilógica dado que dichos
elementos prueban el factor de atribución "pues ¿quién ejercía la dirección, representación, la administración el
mandato o fueren gestores de negocios de la sociedad fallida?"

Sostuvo que el factor de atribución surge de los hechos relatados en la demanda: el retraso en el pedido de la propia
quiebra, la liquidación extrajudicial del patrimonio, el incumplimiento de normas previsionales y sociales, las quitas
realizadas en el descuento de facturas, el incremento del endeudamiento, la venta de inmueble y el estado de los libros.
Se agravió de que la carga de la prueba haya sido impuesta sobre su parte.
3. La controversia del presente caso gira en torno a si es posible imputar a los demandados la producción o el
agravamiento del estado de cesación de pagos.

De los argumentos expuestos en el memorial surge que el síndico pretende imputar el estado de cesación de pagos a
los demandados por una suerte de responsabilidad objetiva. En efecto, la imputación de la cesación de pagos surge, en
la opinión del síndico, del cargo ocupado por los demandados.

Sin embargo, a los efectos de que proceda la acción concursal de responsabilidad, ya sea bajo la vigencia de la ley
19.551 o de la actual 24.522, el accionante tiene la carga de probar que las conductas ilícitas son imputables al
demandado a título de dolo o culpa grave (aunque la actual ley 24.522 requiere la prueba del dolo). En efecto, la ley no
atribuye responsabilidad a los administradores o representantes por el sólo hecho de ocupar determinado cargo en la
sociedad fallida.

Asimismo, cabe agregar que lo que se juzga es la actuación personal. La demanda ha sido promovida contra diversos
sujetos sin especificar qué conducta reprochable se le imputa a cada uno de ellos.

De los hechos señalados en la demanda no surge, con un grado de convicción suficiente, que los demandados hayan
actuado a título de dolo o culpa grave. En efecto, algunas de las conductas mencionadas; como el descuento de
facturas, pudieron haber sido realizadas con el propósito de evitar el estado de cesación de pagos de la fallida. Otras
conductas, como el incumplimiento de cargas previsionales o el estado de los libros, no tienen relación de causalidad
con el estado de insolvencia. Por último, de la sola venta de bienes de la fallida no surge acreditado el dolo o la culpa,
dado que el síndico no ha probado que esos bienes hayan sido vendidos a precio vil o que los fondos recibidos no
hayan ingresado a la fallida.

Los demandados han dado una explicación de las conductas cuestionadas que, ante la falta de prueba adicional,
impiden afirmar que han actuado en forma dolosa o culposa. En efecto, su conducta podría haber perseguido el
saneamiento de la empresa.

4. En consecuencia, opinó que V.E. debe hacer rechazar el recurso interpuesto y confirmar la decisión apelada. -
Febrero 15 de 2006. - Alejandra Gils Carbó.

2ª Instancia. — Buenos Aires, diciembre 20 de 2006.

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?

La doctora Piaggi dijo:

I. Antecedentes facticiales del proceso

1. El 9-12-93 (fs. 1/6) Daniel Rodríguez, síndico de "Transportes Perpen S.A. s/ quiebra", inició acción de
responsabilidad conforme lo dispuesto en la LCQ (arts. 166 y 168) y LSC (arts. 59 y 274) contra: a) Ernesto Héctor
Perpen; b) Ada Margarita Gianelli de Perpen; c) Ricardo Adolfo Rozzi; d) Lutecia E. Lesieux de Perpen (desistida a fs.
117); e) Munditrans S.A., y, f) María Jacqueline Perpen de Faijon; por $ 2.500.000 (pesos dos millones quinientos mil) o
lo que en más o menos resulte de la prueba a producirse. Sostiene que los demandados deben ser condenados a pagar
por los daños que su mal desempeño causó a la sociedad fallida y a sus acreedores, por el total del pasivo admitido en
la quiebra.

Señaló (fs. 1438 del proceso falencial) que los administradores sociales son responsables por: a) retrasar el pedido de
propia quiebra; b) liquidar extrajudicialmente la empresa quintuplicando el pasivo del ente; c) incumplir normas
previsionales y sociales; d) dejar impago alquileres de cierto depósito; e) contraer obligaciones con garantía hipotecaria;
f) descontar —antes del vencimiento y con importantes quitas— una importarle cantidad de facturas; g) pasar a retiro
una gran cantidad de rodados, lo que disminuyó el activo fijo; h) los libros de comercio estaban truncos y atrasados
incumpliéndose lo dispuesto por el art. 59 LSC; y, i) los socios son responsables de acuerdo a lo dispuesto en el art. 54,
LSC.

Manifestó que a fin de afrontar las hipotecas fueron vendidos los inmuebles sitos en Resistencia y Mendoza,
produciéndose de tal modo el ingreso de Munditrans S.A. como nuevo grupo inversor.

2. El 6-5-94 (fs. 20/22) Ernesto Héctor Perpen y Ada Margarita Gianelli contestan demanda solicitando su rechazo con
costas. Niegan los hechos y el derecho invocado.

Expresaron que: a) es indiferente el contenido del informe general en la medida en que no fueron parte a título personal;
b) al formular el pedido de quiebra ya habían fracasado innumerables alternativas para sanear la situación financiera de
la sociedad; c) el negocio de la fallida habría quedado fulminado en caso de requerirse su concursamiento, porque los
cargadores habrían dejado de prestar sus servicios y, cualquier propuesta concordataria resultaba inviable; y, d)
debieron recurrir al crédito mediante el descuento de facturas antes de su vencimiento, para hacer frente a obligaciones
imprescindibles para la continuidad de la empresa.

Afirmaron que en ninguno de estos actos existió dolo ni se afectaron los intereses de los acreedores.

Adujeron que: a) el incumplimiento de obligaciones previsionales constituye un medio común en la economía como
fuente indirecta de continuidad de la empresa y que el propio Estado así lo reconoce; b) la falta de pago de alquileres se
debió a la "absorción de pérdidas"; c) la venta de unidades rodantes fue de vehículos obsoletos y su producido ingreso
al giro de los negocios sociales; d) igual reflexión efectuaron respecto a la venta de los dos depósitos del interior.

3. El 6-5-94 (fs. 24) Ricardo Adolfo Rozzi adhiere a la contestación de demanda realizada por los codemandados a fs.
20/22.

4. El 22-8-96 (fs. 81/86) Munditrans S.A. contesta demanda y niega todos los hechos relatados por la sindicatura, en
especial, la ausencia de: a) imputaciones concretas y; b) relación de causalidad.

Alega que su parte firmó con los accionistas de la fallida un contrato de opción de compra del paquete accionario por el
plazo de seis meses, donde se estableció que, previo a decidir la compra efectiva del paquete accionario, Munditrans
debía tomar conocimiento sobre la verdadera situación de la sociedad.

Resaltó las deficiencias que detectó en la infraestructura del ente y las gestiones que realizó para superarlas; y,
manifestó que decidió no ejercitar la mencionada opción, por lo que su parte es completamente ajena a los cargos
formulados por la sindicatura en la demanda.

II. El decisorio recurrido

La sentencia de primera instancia, (fs. 389/398) —correctamente precedida de la certificación requerida por el art. 118
del Reglamento del Fuero— rechazó la demanda entablada por Transportes Perpen contra Ernesto Héctor Perpen, Ada
Margarita Gianelli de Perpen, Ricardo Adolfo Rozzi, Munditrans S.A. y María Jacqueline Perpen de Faijon, con costas
(art. 68).

Para así decidir el a quo meritó que no se encuentra controvertido: a) la efectiva comisión de los actos relatados por el
síndico accionante; y, b) que a la fecha de quiebra la sociedad se encontraba imposibilitada de continuar con su gestión.
Mas dichos extremos son insuficientes para justificar la procedencia de la acción, en tanto de los cuatro presupuestos
que señaló (acto ilícito; relación de causalidad; daño; e, imputabilidad), sólo se encontrarían acreditados los tres
primeros, no habiéndose probado "que la actuación generadora del daño sea imputable a los demandados a título de
dolo o culpa, con específica aplicación de los matices societarios (arts. 274 y 54)".

Contra el decisorio se alzó la actora el 4-8-05 (fs. 400), su recurso fue concedido libremente el 10-8-5 (fs. 405) y, las
quejas fueron presentadas el 23-11-05 (fs. 422/426).

El 21-12-05 (fs. 428) se corrió traslado a la Sra. Fiscal de Cámara quien efectuó su dictamen el 15-2-06 (fs. 429/430).

La presidencia de esta Sala llamó "autos para sentencia" el 27-2-06 (fs. 431). El sorteo de la causa se realizó el 16-3-06
(fs. 431 vta.) suspendiéndose el 17-4-06 (fs. 432); recibidos los expedientes requeridos, se reanudó el llamado el 20-7-
06 (fs. 440) y el Tribunal se encuentra habilitado para resolver.

III. Luego de analizar los antecedentes del caso, los diversos medios de prueba aportados al expediente de conformidad
con las reglas de la sana crítica (art. 386, Cód. Procesal) y la sentencia recurrida, anticipo que el pronunciamiento
apelado debe ser modificado.

IV. Contenido de la pretensión recursiva

La actora se queja porque el a quo desestimó la demanda con costas a la fallida, a pesar de tener por probado los
hechos denunciados y admitir el acto ilícito, aludiendo a que no se acreditó que el accionar generador de los daños
pueda ser imputado a los demandados, omitiendo considerar: a) el retardo en la presentación en concurso; b) la no
realización de aportes previsionales; c) la responsabilidad personal en que incurrieron los administradores; d) el mal
desempeño del cargo (art. 59 LSC); e) las cargas probatorias dinámicas; f) la venta de facturas y bienes sociales; g) las
costas que hace cargar a la fallida.

V. No atenderé todos los planteos recursivos de la recurrente sino aquellos que estime esenciales y decisivos para fallar
la causa (cnfr. CSJN, in re: "Altamirano, Ramón c. Comisión Nacional de Energía Atómica", del 13/11/1986; ídem in re:
"Soñes, Raúl c. Adm. Nacional de Aduanas", del 12/2/1987; bis ídem, in re: "Pons, María y otro" del 6-10-87; ter ídem, in
re: "Stancato, Caramelo", del 15-9-89; v. Fallos, 221:37; 222:474; 228:279; 233:47; 234:250; 243:563; 247:202;
310:1162; entre otros).
VI. Para determinar la procedencia de la acción de responsabilidad concursal corresponde analizarla a la luz de los
artículos 59 y 274 de la ley de sociedades comerciales, toda vez que existe una conexión lógica con las disposiciones
de la LCQ. Aquélla impone a los directores obrar con la lealtad y la diligencia de un buen hombre de negocios (art. 59
LSC); y éstos no sólo deben ceñirse a las imposiciones normativas sino que deben atender un determinado "deber de
conducta".

Si bien importa dirimirla forma en que los directores de la fallida demandados desempeñaron sus cargos (art. 274 LSC)
antes de la declaración de quiebra, también tendré en cuenta su conducta durante el proceso falencial y el presente (art.
163, inc. 3°, CPCC).

1. Es obvio que las operaciones comerciales realizadas por la ahora fallida debieron ser direccionadas a la satisfacción
del interés común de los acreedores; cabe analizar entonces cuál fue el destino y de qué forma los directores
desempeñaron sus obligaciones con respecto al mismo.

La relación de las desventuras experimentadas por Transportes Perpen (administrada sucesivamente por los
codemandados Ernesto Perpen, Ada Gianelli, Ricardo Rozzi y, Munditrans) bastaría para corroborar la responsabilidad
de los administradores, en razón de que la sucesión de irregularidades instrumentadas en la causa importa, en sí
misma, infracción de las reglas legales que imponen una prestación de diligencia al administrador social (art. 59, LSC y
cc.); y, la previsión de acontecimientos en el ámbito de la actividad que se trata, según la experiencia común (CNCom,
Sala D, noviembre 9-995, in re, "Estancias Procreo Vacunos S.A. c. Lenzi, Carlos y otros").

Debe recordarse que la responsabilidad del director finiquita cuando éste cesó efectivamente en sus funciones, ya sea
por renuncia, reemplazo o remoción, en tanto y en cuanto la responsabilidad legal es directa.

2. En el inobservado informe general (fs. 1438/1456) el síndico sostuvo que la "...contabilidad se encuentra atrasada...
los libros de comercio que son el alma del comerciante, no son llevados de acuerdo a las disposiciones del Código de
Comercio, de la Ley 19.550, y de acuerdo a los principios que rigen la actividad económica organizada, y los principios
técnicos en materia contable, que permiten el control de la actividad numérica... la reconstrucción de toda esta
información es actividad propia de la fallida y de sus responsables en la administración correcta de la misma ante los
problemas acuciantes que los mismos libros de actas van denotando en el transcurso del tiempo... el Sr. Perpen
descuidó este tema de gran importancia en la vida de la empresa... al suscripto le tocó encarar una empresa sin vida...
con un gran desorden, de lo cual son testigos, todos los que presenciaron los actos de apertura e inventario de los
bienes de la misma en la sede de San Andrés...".

"...El último balance que se encuentra pasado en libros de Inventario n° 3, cerrado al 30-9-89... no es concordante con
las actas de directorio, que señalan un grave problema de endeudamiento, y una posición de falta de correlación entre
los ingresos y los compromisos... llamativamente no están firmados por el Sr. Perpen, como Pte. de la firma, y sin
aclaración alguna de parte del nombrado, quien tampoco lo hizo tratar por asamblea... También es signo de un estado
económico deficitario, las tentativas de cambios en el directorio y/o conjunción de otros grupos para tratar de salvar una
situación y/o responsabilidad insoslayable, a través de distintas personas y distintos tiempos... ingresó la Sra. Diana
Custodio y otras personas, y después se intenta a través de una sociedad Munditrans S.A. que también intervino en la
administración por poco tiempo, y que no solucionó los problemas ab initio por los que atravesaba la fallida creada y
llevada por el Sr. Ernesto H. Perpen...".

Ahora bien, la mejor forma con la que contaban los directores para acreditar la existencia y destino de los fondos era a
través de la presentación de los libros contables de la sociedad. La obligación de llevar libros de contabilidad se justifica
por: a) el interés del comerciante para conocer su estado financiero y orientar correctamente su gestión, b) el interés de
quien contrata con él, y c) el Interés general del comercio. Siendo ésta una obligación de los comerciantes (arts. 43 y 44
Código de Comercio y art. 61 y ss. ley 19.550) la incorrecta presentación de los mismos por parte de los demandados
obra como grave presunción en su contra (arts. 56 y 63 Cód. Com.; cfr. CNCom. esta Sala, 24-9-1980, in re "Río Cuarto
SA c. Continental SA").

3. Otra apreciación a tener en cuenta (y que surge del informe aludido) es lo expuesto por el sindico accionante
respecto a que se dilató la presentación en concurso o quiebra de la empresa liquidándola "en el tiempo sin beneficio
alguno, endeudándola cada vez más y denotando a la presentación en propia quiebra (noviembre de 1991), la pérdida
de su capital y patrimonio neto en más de 5 veces..."; asimismo, que recibió "informes sobre sustracciones habidas en la
empresa durante el año 1991... y existe una denuncia penal ante la jurisdicción de San Martín, según informes que me
suministrara el Dr. Vispo quien representa a gran parte de los obreros...".

Lo anterior encuentra sustento en lo declarado por diversos testigos a lo largo de la causa, quienes explicaron cómo se
fue suscitando el vaciamiento de la sociedad con sus inevitables consecuencias, sin que los responsables de conducirla
hicieran algo para detener el final al que posteriormente llegaría.
a) A fs. 1560 declara el Sr. Rosendo Braciel (quien trabajó para la empresa fallida, por lo que resulta ser acreedor de la
misma) que: "previo al desalojo, empresas como... retiraron toda su mercadería... luego la planta fue tomada por los
obreros y gente del sindicato, vasta el desalojo, se llamó a una escribana para tomar inventario de todo lo que había en
la empresa y se fajaron las puertas... aparte de la inspectora de justicia estaba la gente de Hireland, con el Dr. Coppa,
que era su abogado, que fue el único que quedó en la planta... quedaron muebles, máquinas de escribir y útiles de
oficina, las que en la actualidad han desaparecido... desaparecieron cinco máquinas eléctricas... la mesa de la sala de
reuniones, el escritorio del Sr. Perpen, la lámpara de la oficina del testigo... mientras estaban los empleados
desalojados fuera de la planta, salieron camiones... cargados con... cartón... luego del desalojo, el único que pudo entrar
fue el Dr. Coppa... también había chapas de fibrocemento que desaparecieron... su oficina fue forzada... trataron de
forzar los armarios y los cajones de archivo, no lo consiguieron, pero sí el escritorio..." (el subrayado no es del original)

b) Por su parte Jorge Vispo (fs. 1561) manifiesta ser acreedor de la empresa y responde que "...según le informaron los
obreros de la fallida, los que solicitaron su asesoramiento laboral, los directivos dejaron de concurrir a dicho depósito, el
día 18 de noviembre de 1991... tenían conocimiento desde el día 11... que el... 22 de noviembre... se realizaría el
desalojo de la planta por la notificación que el oficial de justicia de San Martín, Sr. Pérez le hizo personalmente a la
contadora Laura Matozze todo lo cual consta en el respectivo mandamiento agregado en el exhorto 'Hireland c. Perpen'
tramitado por ante el Juzgado 12 en lo Civil y Comercial de San Martín, además... desde hacía alrededor de 3 meses
las empresas clientes de la fallida... algunas de ellas, comenzaron a retirar mercadería del depósito de San Andrés, al
margen de las entregas regulares, sin que se hiciera la reposición de stock... la mercadería retirada era propiedad de las
empresas clientes... esto indicaba que en breve, la fallida no podría seguir operando, situación denunciada por los
delegados por ante la Subsecretaría de Trabajo de la Pcia. de Bs. As..." (el subrayado no es del original),

c) Declara Graciela Angélica Saglimbeni (fs. 1879) que "...trabajó en la oficina de personal por una semana con
autorización del Dr. Coppa... tenía... dos máquinas de escribir eléctrica, una máquina cifra de calcular... fueron retiradas
en la segunda semana posterior al desalojo por el Sr. Coppa... Había muchas máquinas de escribir y calcular que no se
encontraron y fotocopiadora y una mesa de directorio grande, y teniendo conocimiento de la salida de camiones que
decían llevar cartones y documentación de años anteriores perteneciente a la empresa quebrada que estaban en un
sótano bajó llave y ahora esta completamente vacío y abierto..." (el subrayado no es del original).

4. Consta a fs. 671 del proceso falencial que la sindicatura fue al depósito sito en San Andrés y "...procede a abrir
oficina sector cómputos, en compañía de varias personas entre las que se encuentra el Sr. Héctor Aldo Busconi... quien
manifiesta a la sindicatura que en el lugar faltan todos los equipos de computación... lo sabe porque... preguntó a la
guardia quien le informó que fueron retiradas con una orden del Sr. Perpen por el Sr. Olmos Jorge... son... tres los
equipos de computación... uno era contratado... y los otros 2 propios de la fallida...".

También se entrevistó "...en el Sector Personal con... Graciela Angélica Saglimbeni... quien... informa que las
declaraciones juradas ante la Dirección Nacional de Recaudación Previsional se presentaron hasta el año 1989... no se
encuentran los comprobantes de ingreso de los aportes previsionales... la oficina de Jefe de facturación... fue violada
después que se precintara y ello es indicativo que puede existir faltantes de documentación en el interior...".

Por la reseña precedentemente expuesta, resulta criticable que ninguno de los codemandados haya hecho las
denuncias pertinentes frente al retiro de gran cantidad de bienes del interior del depósito de San Andrés.

5. También resulta inexplicable que el codemandado Perpen, quien requirió la quiebra de la sociedad, no haya arbitrado
las medidas conducentes, máxime teniendo en cuenta que era de prever la situación laboral de insatisfacción que podía
y se produjo a posteriori, con el desorden, el caos, y lo que ocurrió en definitiva con la desaparición de bienes del activo,
en perjuicio de la masa de acreedores, justificando su inacción en que "...los últimos días de la empresa... no actuó...
porque estuvo sometido a atención médica... no tiene idea de la ubicación actual de los bienes que se encontraban en
el depósito... cuando se enteró del decreto de quiebra no pudo tarar ninguna medida, atento a que se encontraba bajo
atención médica... era preferible que quedaran los bienes a tutela de las sucursales para evitar traslados, diferencias,
etc..." (fs. 1562 vta).

Todo ello denota una negligencia y una dejadez en los actos de vigilancia cuya responsabilidad es del directorio.
Pacífica jurisprudencia dispuso la responsabilidad de los directores en casos de abandono de sus funciones y
desaparición del activo de la sociedad o, cuando la fallida cesó en su actividad comercial y liquidó "de hecho" su activo y
pasivo (confr. CNCom., esta Sala, in re, "Paramio J. M. c. Paramio, P. y otro s/ sumario" del 5-11-93; ídem, Sala D, in re,
"Phonotone Co. s/ quiebra", del 25-2-93).

6. El mal desempeño de los directores no sólo consistió en participar directamente o indirectamente en hechos o actos
positivos violatorios de la ley y los estatutos, sino también por omisión de las diligencias exigidas por las circunstancias
de tiempo, lugar y modo, para evitar o subsanar incorrectos procederes que no podían desconocer de haber aplicado la
debida atención y preocupación por los asuntos sociales (arts. 59, 274 y cc. LSC; 502 y 902 CCiv.).
Es deber del administrador ser leal y diligente, en tanto actúa administrando un patrimonio e intereses ajenos; motivo
por el cual debe evidenciar una actitud de cooperación sobre la base de las expectativas que se tutelan en función del
objeto social. La responsabilidad del director de una sociedad anónima nace de la circunstancia de integrar el órgano de
administración; de manera tal, que su conducta debe meritarse en función de su actividad (u omisión) y aunque no
actúe directamente en hechos que originan responsabilidades, es función de cualquier integrante del órgano de
administración controlar la gestión empresaria (confr. CNCom., esta Sala, 26-3-91, in re, "Only Plastic S.A. s/ quiebra s/
inc. de calificación de conducta"; idem, 57-12-94, in re, "Eugenio Izak SA s/ quiebra s/ inc. de calificación de conducta").

La diligencia debida es un marco que fija un modelo o tipo de conducta; presupone un nivel de exigencia traducido en
concreta idoneidad, capacidad, conocimiento suficiente y eficiente de la actividad social.

7. En autos, los imputados abandonaron los negocios sociales, omitieron solicitar el concurso en tiempo oportuno luego
de la cesación de pagos, no llevaron registros contables en forma correcta entre otras de las tantas irregularidades que
se presentan a lo largo de la causa. Todo ello les hace merecedores de las responsabilidades previstas en los arts. 59 y
274 LSC.

El concepto de conducta (art. 59 LSC) comprende actitudes positivas y omisivas; la acción dañosa en el sub examine
consistió en procederes y omisiones que produjeron, facilitaron, permitieron, agravaron y prolongaron la insolvencia de
la sociedad. Los demandados son responsables en tanto sus conductas tuvieron efecto nefasto sobre la solvencia de la
fallida.

Se constata un incumplimiento negligente de obligaciones legales y estatutarias que operó directamente sobre la aptitud
patrimonial para responder del pasivo; la dilación en denunciar judicialmente la insolvencia de la empresa que ya
operaba con pérdida y la demora en hacer cesar su actividad incrementó el pasivo, generando perjuicio al patrimonio
social con conexión causal entre tal conducta y el daño causado a los acreedores de la fallida (confr. CNCom., Sala C,
22-5-87, in re, "Kuckiewicz, Irene c. Establecimiento Metalúrgico Cavanna S.A. s/ ord.").

8. Sentado lo anterior destaco que la promoción de la acción concursal no implica incoar acciones sociales si bien es
posible la deducción de ambas pretensiones, pues pueden originarse en los mismos hechos. Ambas acciones persiguen
un resarcimiento, pero la acción concursal tiende a reparar los daños derivados de una acción perjudicial que produjo la
quiebra en función de ciertas circunstancias, vgr. la disminución patrimonial o la insolvencia de la sociedad.

La acción societaria —por el contrario— tiende a la reparación de los daños e intereses causados a la sociedad, con
independencia de que resultaren o no causa eficiente del daño o hubieran contribuido a la cesación de pagos de la
sociedad, o a cualquier débito patrimonial sin causa justificada que la afecte.

En base a lo expuesto no es ocioso mencionar que la acción intentada importa la apropiación por el concurso de la
acción societaria de responsabilidad, que alcanza supuestos de dolo o culpa del socio o controlante, pero también el
mal desempeño del cargo de administrador. Lo anterior apunta a lo dispuesto por el art. 59 LSC, mediante infracciones
en las cuales el incumplimiento objetivo de la prestación contractual de lealtad y diligencia hace superfluo indagar sobre
la intencionalidad dolosa del deudor o sobre su incurrencia en omisión o negligencia.

Es por ello, que en opinión de esta ponente la pretensión merece ser acogida por la vía prevista en el art. 59 LSC, pues
no cabe duda alguna que el actuar de los representantes es cuanto menos culposo (art. 512 CCiv.), conforme surge de
las constancias de autos.

VII. Por lo expuesto propongo al Acuerdo revocar la decisión apelada haciendo lugar a los agravios planteados por el
síndico accionante, por estimar reunidos los requisitos exigidos por la LSC (arts. 59 y 274) para establecer la
responsabilidad de los administradores estatutarios y de hecho sindicados por el actor, a excepción de María Jacqueline
Perpen de Faijon quien no fue debidamente notificada en la presente causa. En mérito a ello, corresponde condenar a:
1) Ernesto Héctor Perpen; 2) Ada Margarita Gianelli de Perpen; 3) Ricardo Adolfo Rozzi; y, 4) Munditrans S.A., al pago
de la suma reclamada en autos con más sus acrecidos; con costas de ambas instancias a los demandados (art. 68,
CPr.). He concluido.

Por análogas razones la doctora Díaz Cordero adhirió al voto anterior.

Por los fundamentos del Acuerdo que precede se resuelve revocar la decisión apelada, condenando a: 1) Ernesto
Héctor Perpen; 2) Ada Margarita Gianelli de Perpen; 3) Ricardo Adolfo Rozzi; y, 4) Munditrans S.A., al pago de la suma
reclamada en autos con más sus acrecidos. Costas de ambas instancias a los demandados (art. 68, CPr.). El Dr. Miguel
F. Bargalló no interviene por hallarse en uso de licencia (art. 109, RJN). Es copia fiel del original que corre a fs. de los
autos de la materia. - María L. Gómez Alonso de Díaz Cordero. - Ana I. Piaggi.

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