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Análisis a Sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo.

EDGAR LÓPEZ TABARES

CC. 79.447.738

UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI

FACULTAD DE DERECHO

PROGRAMA DE DERECHO

CALI

2020
Introducción
La normatividad legal vigente dispone que ninguna persona puede enriquecerse sin justa causa, y
para que este hecho fuera demostrado era necesario que el demandante demostrara el
enriquecimiento de la administración y el empobrecimiento propio, así como la ausencia de
causa. Y es por ello que la sentencia que se abordará a continuación es de suma importancia,
pues en ella se debate si la administración puede estar inmersa en un enriquecimiento sin justa
causa y adicionalmente si su proceder configura o no un perjuicio al demandante.
Análisis a Sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo.
Se hace preciso señalar e identificar la sentencia que se va a abordar en el presente escrito, para
ello se toma como referencia la misma y se sustraen los siguientes puntos:
 Radicación número: 52001-23-31-000-1995-07018-01(14669).
 Actor: Jaime Arturo Dorado Moreano.
 Demandado: Municipio de Samaniego- Nariño.
 Consejero Ponente: Ramiro Saavedra Becerra.
 Fecha: 7 de junio de 2007.
La Sala procedió a resolver el recurso de apelación del demandante contra la sentencia dictada
por el Tribunal Administrativo de Nariño el 10 de diciembre de 1997, por que fueron
desestimadas las peticiones de la demanda.
Como antecedentes se encuentran que las actuaciones fueron mediante apoderado en la
presentaron demanda con la finalidad de que se declara en primer medida la existencia del
contrato entre el señor Jaime Arturo Dorado Moreano, y el Municipio de Samaniego, en segunda
medida, se solicitó la declaratoria de incumplimiento del contrato por parte del Municipio de
Samaniego, y como consecuencia de ello que se condenara a este último a realizar el pago al
demandante por la suma de DIECISEIS MILLONES TRESCIENTOS MIL PESOS M/CTE
($16’300.000).
Posteriormente se encuentran los hechos que son objeto de la presente sentencia, de estos se
resaltan que el 10 de junio de 1994, se produjo contrato entre las partes mencionadas el cual tenia
como objeto el ejercer consultoría en el diseño estructural arquitectónico del Coliseo de la
Ciudad de Samaniego ubicado en la zona deportiva de Samaniego. El proyecto fue entregado de
forma oportuna por parte del demandante y por ello fue remitida su inscripción y revisión al
Banco de Proyectos de la Inversión Nacional y Planeación Nacional, igualmente se dejó
constancia por parte del Jefe de la División de Operación y Sistemas del Departamento Nacional
de Planeación que a su vez fue enviado al Fondo de Cofinanciación para la infraestructura
Urbana, ya que esta es la encargada de revisar la viabilidad de estos proyectos, por último se
señala que el proyecto fue utilizado por la entidad estatal es decir por el Municipio de
Samaniego, pero este incumplió sin razones lo pactado en el contrato.
Las razones que fueron expuestas por el actor que el contrato era perfecto porque las partes
llegaron a un acuerdo por escrito sobre el propósito y la consideración del contrato. Explicó que
esto está en línea con los requisitos legales, porque no ha sido procesado por nulidad, y no hay
motivo de nulidad en la ley; el contrato se ha ejecutado cuando el contratista es responsable de la
entrega del objeto del proyecto especificado; solo cuando el contrato es por sustancias ilícitas. O
el contratista tiene derecho a perder el derecho a pagar por los servicios prestados si se suprime
el motivo. “Pero aun así, si se comprueba que la entidad estatal se ha beneficiado de ello,
entonces hay margen para el reconocimiento y pago del beneficio declarado, de lo contrario, la
asignación de activos se realizará sin motivo. Pidió la aplicación del principio de prevenir el
enriquecimiento sin justificación. En tal sentido, explicó que el municipio no aceptó
satisfactoriamente el proyecto sin pagar las cuotas, generando riqueza sin motivo, porque el
contratante se benefició gratuitamente, causando un daño evidente a los actores. Citó lo
dispuesto en el artículo 8 de la Ley No. 153 de 1991, que establece que la doctrina constitucional
y las normas legales generales se aplican a los casos que no se rigen por la ley exacta aplicable,
señaló que se puede cumplir con los requisitos de la jurisprudencia nacional para la aplicación de
los principios anteriores.
En Sentencia emitida el 16 de abril de 1993, la Sala advirtió la fuente de la supuesta obligación
es enriquecerse sin razón, porque su origen no tiene voluntad, por tanto, en lo que a la deducción
se refiere, no es necesario preguntarse si hay injusticia, error o ilegalidad, basta con fenómenos
objetivos claramente enunciados. Agregó que en determinadas circunstancias, lo realmente
importante es considerar si el contratista ha cumplido con el acuerdo y el municipio se ha negado
a pagar la contraprestación a pesar de haber recibido una respuesta satisfactoria.
Finalmente, argumentó que la entidad pública tiene la responsabilidad de mantener dentro de su
presupuesto los fondos necesarios para ejecutar el contrato propuesto, omisión que atenta contra
la responsabilidad del Estado en las condiciones establecidas en el artículo 90 de la Constitución,
porque el contratista está de acuerdo con el Código Civil. Según el artículo 1603, el contrato se
ejecutó de buena fe.
De estos sucesos, le correspondió al Consejo de Estado revisar recurso de apelación interpuesto
por la parte demandante, teniendo como finalidad la revocación de la sentencia de primera
instancia.
A tal efecto, señaló que si bien invocó la procedencia del principio del no enriquecimiento sin
justa causa y de estar probados sus elementos, el Tribunal se abstuvo de pronunciarse sobre su
aplicación al caso concreto. Explicó que el municipio incumplió al momento de realizar el
proyecto sin pagarlo, los cual ha generado riqueza sin fundamento, porque el contratante se
beneficia de forma gratuita, causando perjuicios a los actores, lo anterior contemplado en el
artículo 8 de la Ley No. 153 de 1887, que establece que la doctrina constitucional y las normas
legales generales se aplicarán a los casos que no estén sujetos a la estricta aplicación de la ley.
La conducta en disputa es de carácter contractual la cual se considera como apropiada y por ello
requiere que el estado sea responsable si el daño es causado bajo las condiciones del contrato
realizado con una entidad del Estado. Se trata de una variedad de reclamaciones, algunas de las
cuales no implican las condiciones de las partes del contrato, tales como la finalidad de invalidar
las acciones anunciadas en la etapa precontractual, la declaración de la existencia del contrato y
la invalidación de los derechos para el ejercicio de estos derechos.
La demanda se dirigió contra una disputa contractual, pues el demandante expresó claramente
que el contrato fue invocado y sustentado en sus pretensiones para declarar la existencia del
contrato y la violación por parte de la entidad pública. Y aunque en la parte de la violación, el
demandante invocó la aplicación del principio de no enriquecimiento con el argumento de que la
entidad se benefició libremente y causó un daño evidente al actor, consideró la Sala que esto no
hace que las personas entiendan que la acción tomada es al revés, ya que por tratarse de una
operación auxiliar aplicada a estos eventos, a diferencia de lo que ocurre en este caso, otras
operaciones no son las adecuadas.
Se encuentra demostrado la existencia del contrato de consultoría entre el demandante y el
demandado, por ello la Ley 80 de 1993 indica que para el perfeccionamiento de este tipo de
contratos solo se requiere el perfeccionamiento del acuerdo escrito del objeto y prestaciones
correspondientes pactadas por las partes, el contratista entregó la obra objeto del contrato de
consultoría a la entidad, ésta recibió el contrato y se negó a pagar su valor por no tener registro
presupuestario del contrato. En ocasiones se considera que es razonable aplicar el principio de
enriquecimiento sin motivo, mientras que en otros casos considera que por falta de consenso no
se aplican todos los requisitos del decreto. La aplicación de este principio es considerado como
un acto de mala fe ya que el Estado no puede utilizar los bienes, proyectos o servicios que
brindan los individuos para enriquecerse, y por lo tanto, debe recibir pagos que correspondan a
los servicios prestados fuera de tiempo.
El enriquecimiento sin motivo como título de acreditación del daño para explicar la
responsabilidad del Estado sin tener en cuenta que es una fuente autónoma de obligaciones, en
otras ocasiones ha invocado la aplicación de la teoría de enriquecimiento como fuente de la
obligación de reparar por infracción el principio de confianza legítima sin comprobar el acuerdo
de todos elementos que lo determinan y lo tienen en más de unas pocas medidas indemnización
total por los daños resultantes de la aplicación del enriquecimiento sin motivo alguno.
La Sala ha encontrado situaciones en las que se ha declarado improcedente la teoría del
enriquecimiento sin causa, en donde no puede ser referenciada como fuente de las obligaciones,
es por ello que la administración y los particulares no siempre se puede argumentar la aplicación
de este principio para eludir lo dispuesto en el contrato administrativo, con el fin de llevar
posteriormente ante la justicia el correspondiente reconocimiento económico.
Considerando que la solemnidad requerida para la existencia de un contrato administrativo es
una garantía que cubre los intereses e intereses públicos, la transparencia de la gestión de los
recursos públicos, definen claramente las necesidades públicas a atender y, entre otras cosas,
otorgan obligaciones y derechos de garantía a los proveedores de bienes y servicios del
departamento administrativo, frente a hechos derivados del incumplimiento de las obligaciones
legales que tiene el Estado durante la fase de formación del contrato estatal, caso en el cual se
debe acudir a las figuras propias de la responsabilidad precontractual. Contra hechos resultantes
de la violación de las obligaciones legales que incumben al Estado en la fase de celebración del
tratado internacional, es necesario recurrir a las figuras de la responsabilidad precontractual, de
manera que ante la prueba del perjuicio alegado y su imputación al Estado por infringir las
disposiciones del derecho contractual y las reglas del principio de buena fe que rigen estas
relaciones, ordena, se declara esta responsabilidad y el castigo resultante es la indemnización
íntegra de todos los daños condenados.
Cuando la persona realiza servicios sin contrato, actúa por tu cuenta, sabiendo que ni siquiera
hay uno relación precontractual, ya que en este caso la aplicación de las reglas para la formación,
existencia e implementación de Tratados estatales. Cabe señalar que la persona incurrida en esta
situación debe asumir los efectos de su negligencia ya que el daño es completamente de ellos
propia actuación. Circunstancia que se considera no pasó en los hechos de la presente sentencia,
por el contrario se considera que hubo un actuar incorrecto por parte de la administración
municipal al no realizar el pago de lo acordado en el contrato suscrito entre las partes, así que no
cabe duda de que, a pesar de que el contratista ha facilitado el objeto del contrato que es objeto
del contrato y que el municipio, conociendo las mismas circunstancias, los recibió y tramitó ante
las autoridades competentes. También se ha comprobado que en dicha entidad no pagó el valor
pactado en el contrato de consulta. A tal efecto, alegó que no había encontrado en su expediente
el mencionado contrato y que carecía de pruebas presupuestarias, en cuyo caso hay que ir a los
números de responsabilidad precontractual, por tanto, a la vista de la prueba del daño alegado y
acreditar lo mismo al estado por violar las disposiciones legales del contrato y las reglas del
principio de buena fe que rigen dichas relaciones, dicha responsabilidad y la penalización
resultante para la compensación total por todos los daños.
Respecto a ello, se encuentra la sentencia del mismo Consejo de Estado se la Sección Tercera,
expediente 33924, el cual dice que el enriquecimiento sin justa causa fue adjudicado a un
particular que había prestado sus servicios a una entidad pública, en donde se protegió la buena
fe del colaborador en donde se acepta el enriquecimiento sin causa, la cual no es aceptada en
primer medida pero sostiene que se admite de forma excepcional en tres casos, cuando se esté
bajo constreñimiento del particular, cuando el objeto del contrato sea urgente y cuando amenace
derechos fundamentales por lo que sea de extrema urgencia.
Respecto a las consideraciones de la Sala indican que el hecho que la administración hubiesen
recibido y aprovechado del trabajo entregado por el contratista a pesar de considerar que no se
cumplen los requisitos establecidos en la norma, su comportamiento es traducido en un
verdadero incumplimiento contractual ya que a pesar de omitirse con algunos deberes legales por
parte del demandante, el realizó el objeto del contrato, por lo que este se hizo ejecutable. La
situación analizada es parte de un evento típico de responsabilidad contractual por la violación de
la entidad y del contratista, respecto a la obligación legal de no cumplir con ninguna obligación
sin todos los requisitos pertinentes. También cabe señalar que la actitud del contratista hacia la
sumisión del daño, motivo de la indemnización del daño por el cual se ha exigido reparación,
debe reducirse teniendo en cuenta el nivel de participación, el no pago de las prestaciones
realizadas se debe a las acciones y omisiones de los dos objetos contractuales, el contratista y el
municipio de Samaniego, razón por la que no es apropiado estar de acuerdo con el reclamo
pretendido y es por ello que se debe de hacer alusión de una indemnización por todos los
perjuicios materiales.
De todo lo anterior, el Consejo de Estado decide revocar la sentencia del tribunal Administrativo
y se declaró la responsabilidad patrimonial del Municipio de Samaniego por el incumplimiento
presentado en donde se declara como demostrado el daño ocasionado al accionante. Dentro de la
sentencia, se presenta la Aclaración de Voto del Doctor Enrique Gil Botero en donde expone que
se aparta de la decisión de la mayoría conforme al tratamiento jurídico que se le dio al
enriquecimiento sin causa la cual considera el magistrado fue claro con la presentación de la
demanda, ya que considera que el enriquecimiento sin justa causa es una acción que puede ser
reclamada de forma judicial puesto que considera que no ostenta el carácter de subsidiaria, por el
contrario con ella se garantiza el acceso a la administración de justicia por el incremento
patrimonial injustificado del estado.
Considera el magistrado que no es lo mismo solicitar el cumplimiento e indemnización de un
contrato con la administración que buscar la indemnización por los daños resultantes de la
actividad extracontractual de la administración pública, pues si bien ambos hechos jurídicos
tienen su razón de ser en la cláusula de responsabilidad general del artículo 90 la Constitución
Política contiene la verdad que en el caso de jurisdicción administrativa el origen o la base de la
obligación, cuyo cumplimiento debe ser alcanzado por los tribunales, determina la medida a
tomar para obtener la correspondiente declaración. El enriquecimiento puede provenir de un acto
lícito sin razón para entender que ese carácter o situación es diferente a las que provienen de
algún acto delictivo o culposo que cause daño a otra persona. Por ejemplo, cuando una cosa
mueble se une a otra por embargo o fusión, el dueño del objeto principal se convierte en dueño
del accesorio con la obligación de pagar el valor de ese objeto a su dueño anterior y es posible
que la adhesión se haya realizado como el resultado de un acto físico o voluntario realizado sin
culpa ni fraude. Tampoco existe un acto ilegal en la agencia no oficial, ni por parte del gerente ni
por parte del empresario, y sin embargo este último puede verse obligado a compensar al primero
por ello, la aplicación del principio de enriquecimiento sin una buena razón.
Podría incluso pensarse que no hay una línea jurisprudencial uniforme respecto al tema ya que el
enriquecimiento puede ser entendido como un hecho principal, o como un medio que debe de
agotarse a través de la reparación directa como medio de control donde se considera se causó un
daño o si este es un proceso en el que solo se pide su reconocimiento e indemnización.
Referencias.

Sentencia radicado 52001-23-31-000-1995-07018-01(14669). (2007, 7 de junio). Consejo de


Estado. (Ramiro Saavedra Becerra, M.C).

Sentencia número 33924. (2008,3 de septiembre). Consejo de Estado. (Ramiro Saavedra Becerra,
M.C).

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