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En los derechos reales de garantía, el derecho real sobre cosa ajena no tiene una
finalidad de goce (como ocurría con los anteriores), sino sólo de garantía para el
acreedor de cobro de lo que el deudor le debe.
Son derechos en potencia, en el sentido de que su titular no podrá ejercitarlo sino
en el caso de que el deudor incumpla con su obligación.
No son derechos reales independientes, sino que requieren de la existencia de
una relación previa entre un deudor y un acreedor, a la que se encuentran
subordinados. Sólo en la hipótesis de que el deudor incumpla con su obligación,
el acreedor podrá proceder a ejecutar la garantía, a fin de satisfacer el
cumplimiento de la obligación.
Las principales manifestaciones de garantía real son, por orden de antigüedad histórica:
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TEMA 8: LOS DERECHOS REALES SOBRE COSA AJENA (CONTINUACIÓ N)
FIDUCIA
Consiste en la entrega, por parte del deudor fiduciante, de la propiedad de una cosa al
acreedor fiduciario, mediante mancipatio o in iure cessio, con el compromiso,
pactum fiduciae, por parte de éste de la restitución de la cosa mediante una
nueva mancipatio (de ahí que se hablase de remancipatio al deudor fiduciante,
una vez que se produjese la satisfacción de la obligación). Cumplida la
obligación, el acreedor debía transferir la propiedad de la cosa al deudor, y si no
lo hacía, éste podía dirigirse contra él mediante el ejercicio de la actio fiduciae,
derivada del pacto de la fiducia (no era una acción real, sino personal, dirigida
solamente frente a esa persona, no erga omnes)
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PRENDA
Podían ser objeto tanto de prenda como de hipoteca todas las cosas que estuviesen en
comercio, corporales o incorporales, muebles o inmuebles, presentes o futuras, si bien
de forma paulatina se hizo cada vez más frecuente que la prenda recayese sobre bienes
muebles y la hipoteca sobre bienes inmuebles
El acreedor pignoraticio es poseedor de la cosa que recibe en garantía, por lo que tiene
derecho a su protección interdictal, más concretamente uti possidetis, trubi y unde vi. En
época justinianea se le reconoce la legitimación para ejercer la acción pignoraticia o
serviana, con eficacia erga omnes, y se produce una extensión de la originaria
legitimación del acreedor hipotecario al acreedor pignoraticio. En el supuesto de
incumplimiento de la obligación garantizada por el deudor, el acreedor pignoraticio
estaba facultado, en atención a lo acordado entre deudor y acreedor:
En la época de los Severos, finales del siglo II y principios del III, se admitió que el
pactum distrahendo se entendía tácitamente pactado, salvo disposición expresa de
las partes en sentido contrario.
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El acreedor pignoraticio no podía adquirir sin consentimiento del deudor, los frutos que
la cosa recibida en garantía produjese, ni podrá usar la cosa, pudiendo ser acusado de
furtum usus. Cabe la posibilidad de un pacto entre las partes, mediante el cual los frutos
producidos por la cosa fructífera entregada en prenda se perciban por el acreedor en
lugar del pago de los intereses que produzca el préstamo. Esto se denomina pacto de
anticresis y era de origen griego.
El deudor sólo podrá pedir la restitución de la prenda cuando haya satisfecho de forma
plena su obligación con el acreedor.
Solo se puede dejar en prenda cosas específicas, tanto muebles como inmuebles
HIPOTECA
CONSTITUCIÓN DE LA HIPOTECA
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La constitución tácita de hipoteca es la que tiene lugar en aquellos casos en los que la
hipoteca deriva de un comportamiento o actitud inequívoca del constituyente, así en los
arrendamientos urbanos sobre los muebles introducidos en la vivienda por el
arrendatario o inquilino o en los arrendamientos rústicos sobre los frutos obtenidos por
el arrendatario.
La hipoteca sobre los bienes del tutor o curador, a favor del menor, de la persona
con trastorno mental, o del pródigo, en garantía de la administración de su
patrimonio.
La hipoteca sobre la herencia, a favor del legatario o fideicomisario, para
garantizar el cumplimiento de los legados y fideicomisos.
La hipoteca sobre los bienes del padre o de la madre casados en segundas
nupcias, a favor de los hijos del primer matrimonio, en garantía de los derechos
hereditarios.
La hipoteca a favor de la mujer sobre el patrimonio del marido, para garantizar
la devolución de la dote, de los bienes parafernales administrados, en su caso,
por el marido, y de las donaciones nupciales.
OBJETO DE LA HIPOTECA
La cosa objeto de la hipoteca debe estar dentro del comercio. En Derecho clásico, sólo
son objeto de hipoteca las cosas corporales, a las que se añaden las cosas incorporales,
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en la etapa justinianea. Subrayan las fuentes que cabe la hipoteca sobre las cosas
futuras, un conjunto de cosas, un establecimiento comercial de todo el patrimonio del
deudor presente y futuro, e incluso sobre derechos reales.
El deudor que hipoteca una cosa en garantía de su obligación, dispone a su vez de una
serie de facultades en relación con la cosa hipotecada.
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El hecho de que la constitución de una hipoteca sobre una cosa no implique la entrega
de la posesión al acreedor, hace posible la constitución de dos o más hipotecas sobre la
misma cosa, lo que constituye una ventaja para el deudor y, al mismo tiempo, una
disminución de las expectativas de los sucesivos acreedores hipotecarios para lograr la
satisfacción de su crédito.
Constituidas varias hipotecas sobre la misma cosa, el orden de prelación entre los
acreedores hipotecarios, es decir, el rango hipotecario, viene determinado por el criterio
de antigüedad de las respectivas hipotecas, conforme al principio, contenido en una
constitución del siglo III recogida en el Código de Justiniano, de que el primero en el
tiempo es el primero en derecho, prior in tempore potior in iure, que adquirió la
consideración de máxima clásica. Ejecutado el derecho de venta, ius vendendi, por el
primer acreedor hipotecario si resultase impagado en su crédito, los restantes acreedores
hipotecarios sólo podrían ejercitar su derecho sobre la cantidad, en su caso, sobrante,
según el orden de antigüedad de sus hipotecas.
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TEMA 8: LOS DERECHOS REALES SOBRE COSA AJENA (CONTINUACIÓ N)
PUBLICIDAD E HIPOTECA
Causas principales:
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El poseedor de buena fe, pero sin justo título, podía adquirir la propiedad de la cosa,
mediante la denominada praescriptio longissimi temporis, por la posesión continuada de
la cosa durante treinta o cuarenta años, según los casos ya explicados.