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HIPOTECA
Según el artículo 3108 CC: “La hipoteca es el derecho real constituido en seguridad de un
crédito en dinero, sobre los bienes inmuebles, que continúan en poder del deudor”. Desde el
punto de vista de Acosta es siempre civil, aunque puede en ocasiones haber concurrencia de sus
disposiciones básicas con disposiciones mercantiles. Por tanto, la hipoteca operación civil, si la
garantía hipotecaria se ha constituido para realizar un negocio de esa naturaleza y no una
transacción mercantil, pues el dinero que se ha tomado en préstamo no ha sido para su aplicación
en uso comercial. La naturaleza civil o comercial del contrato al cual accede la hipoteca, debe
surgir de las propias constancias del título.
PRENDA
Prenda comercial. Es un contrato accesorio que sirve para garantizar obligaciones mercantiles.
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Bajo estos antecedentes aparece en nuestro C. Co. la figura de la prenda madre o prenda con
desplazamiento. Es un contrato que nos permite entregar al acreedor un determinado bien
mueble, a los fines de garantizar el cumplimiento de la obligación.
El Art. 580 C. Co. nos da el concepto del contrato de prenda con desplazamiento: “El
contrato de prenda comercial es aquel por el cual el deudor o un tercero a su nombre, entrega
al acreedor una cosa mueble, en seguridad y garantía de una operación comercial”. De este
concepto nosotros podemos desmembrar quienes son las partes del contrato, cuales son las
obligaciones que éstas asumen y que tipo de bienes son los que la ley permite que se puedan
prendar.
Caracteres:
Es un contrato real: Porque se perfecciona con la entrega de la cosa. En tanto y en
cuanto el constituyente no le entregue al acreedor la cosa o el bien dado en prenda, el
contrato no va a perfeccionarse. Es decir, se exige la traditio. La entrega puede ser real
o simbólica, pero debe haber una entrega. Art. 584 C. Co.: “La entrega puede ser real
o simbólica, en la forma prescripta para la tradición de la cosa vendida. En caso en
que la prenda consista en títulos de deuda, acciones de compañías o papeles de
crédito, se verifica la tradición por la simple entrega del título, sin necesidad de
notificar al deudor”.
Es un contrato accesorio: La accesoriedad surge en tanto y en cuanto depende de la
existencia de una obligación principal a la cual garantiza, y va a seguir la suerte del
contrato al cual accede.
Es un contrato no formal: La ley no se impone ninguna formalidad específica para su
validez. El contrato es perfectamente válido entre las partes con la simple tradición o
entrega de la cosa. Para que sea oponible a terceros la ley dice que mínimamente
vamos a necesitar un documento escrito. Art. 581 C. Co.: “La falta de documento
escrito en la constitución de la prenda, no puede oponerse por el deudor, cuando ha
mediado entrega de la cosa, pero sí por sus acreedores”. La formalidad del
instrumento escrito es sólo necesaria al efecto de hacerlo oponible a terceros.
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Es un contrato indivisible: Cada parte del bien dado en prenda, si tuviera partes,
responde por la totalidad. El bien dado en prenda responde por la totalidad, con lo cual
el acreedor no está obligado a restituir, ni siquiera una parte del bien, hasta que se
cumpla con la totalidad de la obligación que la prenda garantiza.
Es un contrato mobiliario: Porque recae sobre bienes muebles.
Es un contrato bilateral: Genera derechos y obligaciones recíprocas para las partes.
Es un contrato especial (especialidad): Tanto el bien afectado a la garantía como la
obligación principal que se esta garantizando, deben estar determinados con precisión
al momento de la celebración del contrato.
¿Qué es lo que puede ser objeto del contrato de prenda con registro?: La ley establece
una enumeración no taxativa en cuanto a lo que puede ser objeto del contrato. El Art. 583 C. Co.
dice: “Puede darse en prenda muebles, mercaderías u otros efectos, títulos de la deuda pública,
acciones de compañías o empresas, y en general cualquier papel de crédito negociables en el
comercio”.
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Extinción del contrato de prenda con desplazamiento: Se produce:
Por el cumplimiento de la obligación principal;
Por venta forzosa (subasta judicial o extrajudicial);
Por pérdida total de la cosa;
Por acuerdo de partes en extinguir la obligación principal;
Por renuncia del acreedor, expresa o tácita;
Por confusión entre la persona del acreedor y deudor.
Prenda común o con desplazamiento: Art. 580 C. Co.: “El contrato de prenda comercial es
aquel por el cual el deudor o un tercero a su nombre, entrega al acreedor una cosa mueble, en
seguridad y garantía de una operación comercial”. Tiene la particularidad que hay una
desposesión, tradición o entrega del bien mueble dado en prenda. El deudor, pagada su
obligación, tiene el derecho a que se le restituya el bien en el mismo estado en el que lo entregó.
Prenda agraria: Esta figura no era práctica al tráfico mercantil, porque muchas veces, la cosa
dada en prenda era necesaria para que el comerciante siga produciendo. Entonces aparece una
figura que, en nuestro derecho, se conoce como antecedente de la prenda con registro: Ley 9.644
de Prenda Agraria. El objetivo de esta ley era permitir al campesino/chacarero que sacaba un
crédito no se vea en la necesidad de verse desposeído de sus máquinas industriales, las cuales
necesitaba para seguir produciendo y generando ingresos para luego pagar el crédito. Mediante
esta figura se puede tomar el crédito sin necesidad de desposesión del bien prendado, supliendo
la tradición del bien por una inscripción registral, que se hace en el Registro de Créditos
Prendarios, que es anterior al que hoy se conoce como Registro de la Propiedad Automotor, y
que hoy funcionan de manera conjunta.
Prenda con registro: Esta figura de la prenda agraria sirvió como antecedente para el
funcionamiento del Decreto Ley 15.348/46, convalidado posteriormente por la Ley 12.962, que
regula el funcionamiento del contrato de prenda con registro dentro del derecho argentino.
Esta ley tiene un conjunto de normas de dos naturalezas distintas: hay normas de fondo y de
forma. Aunque las normas procedimentales deberían estar en el CPC, éste sólo regula el juicio
ejecutivo común, y no el de prenda con registro, que es más específico y difiere en algunas cosas.
No hay, en la ley, un concepto específico de este contrato, por lo cual debemos recurrir a la
doctrina. Según Etcheverry: “La prenda con registro es el contrato constituido por el deudor o un
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tercero a su nombre, a favor de un acreedor, para garantizar cualquier clase de obligación, que se
perfecciona con la inscripción registral, sin desposesión del bien prendado”.
La diferencia entre la prenda común y la prenda con registro se da en el perfeccionamiento del
contrato, para el primero se requiere la tradición del bien, el último se perfecciona con la
inscripción registral. Sin embargo, el contrato de Prenda con Registro es válido entre las partes
desde el mismo momento en que se presta el consentimiento, la registración será necesaria para
la oponibilidad a terceros.
El deudor, o el tercero que de un bien en prenda a nombre del deudor, nunca va a dejar de
poseer el bien o la cosa dada en prenda, salvo circunstancias particulares, por ejemplo, en caso
que no vele por la conservación de la cosa y que el acreedor pueda determinar que su garantía se
está deteriorando, o que tiene la posibilidad de que esa garantía desaparezca y no sea suficiente
para garantizar su crédito, existe una acción para que el acreedor le reclame al deudor una
medida cautelar que consiste en el secuestro del bien a los fines de su conservación; pero la
esencia de la figura hace que no exista, en principio, desposesión de la cosa o el bien dado en
prenda.
Partes: Las partes son las mismas que en el contrato de prenda común:
Constituyente: Puede ser el deudor o un tercero a nombre de este. Deben tener capacidad
para enajenar.
Acreedor: Debe tener capacidad para contratar.
Efectos del contrato de prenda con registro: Art. 4: “El contrato produce efectos entre las
partes desde su celebración y con respecto a terceros, desde su inscripción en la forma
establecida en este Decreto-Ley”.
Formalidad: Surge de la conjunción del Art. 6 que dice: “Los contratos de prenda que
establece el presente Decreto-Ley se formalizarán en documento privado, extendiéndose en los
formularios respectivos que gratuitamente facilitarán las Oficinas del Registro de Prenda, cuyo
texto será fijado en la reglamentación que dicte el Poder Ejecutivo”, con el Art. 4 que es el
mencionado anteriormente. Es decir, debe hacerse por escrito, en los formularios que extiende el
registro pre-impresos y que se realizan por triplicado (uno de los formularios queda en manos del
acreedor, otro en manos del deudor y el último queda en el registro).
Características:
Recae sobre bienes muebles o semovientes
Consensua
Formal
Accesorio de una obligación principal
Convencional (surge del Art. 6)
Especial (surge de los Arts. 11 y 15)
Indivisible.
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Público: Es un carácter que agrega Etcheverry, apuntando a la publicidad, a que es un
contrato que si o si requiere inscripción registral.
¿Quiénes pueden ser acreedores prendarios?: El Art. 5 en su redacción originaria, antes de
la modificación de la Ley 21.412, enumeraba taxativamente quienes podían ser acreedores
prendarios, entre los cuales se encontraban el Estado, los bancos, las entidades financieras, etc.
Hoy esto se ha simplificado y el Art. 5 dice: “La prenda con registro podrá constituirse a favor
de cualquier persona física o jurídica, tenga o no domicilio en el país”.
¿Cuáles son las funciones que tiene el registro de créditos prendarios?: En principio
vamos a decir que son oficinas provinciales, nacionales o municipales, que dependen en cuanto a
su funcionamiento del poder ejecutivo. Sus funciones están especificadas en el Art. 18: “El
Registro de Prenda expedirá certificados y proporcionará informaciones a requerimiento
judicial, de establecimientos bancarios, de escribanos públicos con registro y de quien
compruebe un interés ante el encargado del mismo”. Este artículo se complementa con el Art.
19 que determina cual es el plazo de inscripción y los efectos del mismo: “Para que produzca
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efecto contra terceros desde el momento de celebrarse el contrato, la inscripción debe
solicitarse dentro de las 24 horas. Pasado ese término producirá ese efecto desde que el
contrato se presente al registro”. El plazo es importante porque hay una preferencia que debe
estar inscripta para que el acreedor prendario pueda hacer valer su privilegio.
¿Cuál es el plazo de duración del privilegio del acreedor prendario?: Tendrá un plazo de
duración de 5 años, contados desde la inscripción. Pasados esos 5 años sin que se solicite la
reinscripción, el privilegio caduca de pleno derecho. El Art. 23 lo establece diciendo: “El
privilegio del acreedor prendario se conserva hasta la extinción de la obligación principal, pero
no más allá de cinco años, contados desde que la prenda se ha inscripto, al final de cuyo plazo
máximo la prenda caduca. Podrá, sin embargo, reinscribirse por igual término el contrato no
cancelado, a solicitud de su legítimo tenedor, dirigida al encargado del registro antes de
caducar la inscripción. Si durante la vigencia de ésta se promoviera ejecución judicial, el actor
tiene derecho a que el juez ordene la reinscripción por el indicado término, todas las veces que
fuera necesario”.
El plazo de duración de la inscripción es de 5 años, pasados los cuales la inscripción caduca
de pleno derecho. Antes del vencimiento de los 5 años, podrá solicitarse la reinscripción. La
prenda puede reinscribirse cuantas veces sea necesario mientras que la obligación principal no se
haya extinguido. Esta reinscripción puede darse de dos modos:
1. Que lo solicite el acreedor
2. Si hay una ejecución iniciada, el acreedor deberá solicitarlo al juez, quien librará un
oficio para que vaya al registro y éste reinscribe.
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b) Por mutuo acuerdo de las partes.
¿Quiénes son los obligados solidarios respecto del pago de esta obligación?: El deudor de
la obligación principal y los endosantes.
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Competencia a los fines del inicio de este proceso especial prendario: El Art. 28 da 3
opciones en cuanto a los supuestos de competencia a elección del accionante:
1. El juez del lugar de cumplimiento de la obligación;
2. El juez del lugar en el cual, según el contrato, se encontraban o encuentran situados los
bienes;
3. El del domicilio del deudor.
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Las excepciones de incompetencia, caducidad y nulidad deberán resultar del contrato mismo, no
pudiendo resultar de otro lado. La falta de personería deberá surgir de las constancias de autos. Y
las excepciones de renuncia y pago deberán resultar de documentos emanados del acreedor y
también deberán ser presentadas con el escrito en el que se oponen las excepciones.
El Art. 30 continúa diciendo: “Las excepciones que no se funden en las causas indicadas,
serán desestimadas de inmediato”, es decir, no hay posibilidad de que el juez analice otras
excepciones más que las contempladas. “(…) sin perjuicio de la acción ordinaria que puede
ejercer el demandado”. Este tipo de procesos, al igual que el ejecutivo, van a seguir adelante,
llegan a la subasta, se liquida el bien y se paga el crédito; y en ambos casos va a existir la
posibilidad para el deudor de discutir si es legítimo el proceso, si hay causa o no, etc., en un
proceso ordinario posterior. “El juez resolverá sobre las excepciones dentro del término de 3
días”; esto en la práctica no se da, los plazos perentorios son para las partes, pero no para el juez.
“(…) haciendo lugar a ellas y rechazando la ejecución –si la excepción es procedente- o
desestimándolas y mandando llevar adelante la ejecución, ordenando la venta de los bienes en
la forma establecida en el Art. 29. Esta resolución será apelable dentro del término de dos días
en relación y al solo efecto devolutivo”.
En el caso que el juez no haya hecho lugar a las excepciones, manda a llevar adelante la
ejecución, mediante una resolución judicial en la cual se ordena la subasta del bien prendado, o
de los bienes prendados.
Para que se proceda a la subasta deberán cumplirse unos pasos previos:
Sorteo del martillero;
Poner en posesión al martillero del bien o los bienes prendados que se van a subastar.
Esto se debe a que no hay desposesión de los bienes al realizarse el contrato de prenda,
entonces, para que el martillero pueda proceder a la venta debe tener la posesión de esos
bienes para anunciar la venta y luego realizarla. Este proceso se realiza con una diligencia
judicial que es el mandamiento de secuestro.
El Art. 31 establece: “La venta de los bienes se anunciará con diez días de anticipación
mediante edicto que se publicará por tres veces –el edicto lo publica el martillero-. Cuando en el
contrato no se haya convenido que el acreedor tiene la facultad de proponer a la persona que
realizará la subasta –en algunos contratos prendarios se establece la posibilidad de que el
acreedor de antemano designe un martillero interviniente, pero puede que el juez no haga lugar a
la designación previa del martillero-, el Juez designará para esto a un rematador. Para la
designación se preferirá a los que estén domiciliados en el lugar donde se realizará la subasta o
en las cercanías. La base de la venta será el importe del crédito garantizado con la prenda –esto
es algo elemental que debe figurar en el decreto de venta-”.
Siempre que la subasta sea judicial (porque hay un supuesto de subasta extrajudicial), el
martillero está obligado a rendir cuentas que se presenta en el expediente. Con el producido de la
venta se ordenará la cancelación del crédito. El Art. 43 establece una especie de orden de
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preferencia en cuanto a cual es el orden en que se utilizará/imputará el producido de la venta
cuando dice: “En el caso de venta de los bienes afectados, sea por mutuo convenio o ejecución
judicial, su producto será liquidado en el orden y con las preferencias siguientes:
1. Pago de los gastos de justicia y conservación de los bienes prendados, incluso sueldos
y salarios de acuerdo con el Código Civil. Incluyese en los gastos de conservación el
precio de locación necesario para la producción y mantenimiento del objeto prendado
durante la vigencia de la prenda;
2. Pago de los impuestos fiscales que gravan los bienes dados en prenda;
3. Pago del capital e intereses adeudados del préstamos garantizado”;
4. Créditos de otros acreedores que no tuvieran este privilegio.
Es decir, el orden sería: 1) Gastos de Justicia; 2) Impuestos; 3) Capital e intereses generados por
la deuda; y 4) Otros créditos. Liquidado todo esto se cancela todo y termina el proceso. El
deudor tendrá la posibilidad de recurrir a la vía ordinaria si considera que hay algo más por
discutir, pero el proceso judicial especial de ejecución prendaria finaliza acá.
Subasta extrajudicial de los bienes dados en prenda: Al igual que el Art. 585 del C. Co., el
Decreto-Ley permite la subasta extrajudicial. Esta subasta extrajudicial es bastante discutida en
la doctrina. Algunos autores hablan que estaríamos ante un supuesto abusivo, violando la
garantía de defensa en juicio, etc. Pero lo cierto es que la ley lo permite, lo permitió en el Código
de Acevedo, en la Ley de Prenda Agraria y en el Decreto-Ley que analizamos ahora. Es una
posibilidad que se le otorga a determinados acreedores que pretende que el proceso sea más ágil
todavía. Sin embargo no es tan extrajudicial, puesto que tiene dos garantías, una de publicidad y
otra que es una intervención judicial. La publicidad consiste en anunciar la subasta con un medio
fehaciente que va a ser una publicación edictal. La segunda garantía es recurrir a la intervención
judicial para que el juez, a través de un mandamiento de secuestro, me ponga en posesión de los
bienes prendados.
Está regulada en el Art. 39: “Cuando el acreedor sea el Estado, sus reparticiones
autárquicas, un banco, una entidad financiera autorizada por el BCRA o una institución
bancaria o financiera de carácter internacional, sin que tales instituciones deban obtener
autorización previa alguna ni establecer domicilio en el país, ante la presentación del
certificado prendario, el juez ordenará el secuestro de los bienes y su entrega al acreedor, sin
que el deudor pueda promover recurso alguno”. En estos supuestos, para estos acreedores, el
juez puede ordenar el mandamiento de secuestro. “El acreedor procederá a la venta de los
objetos prendados, en la forma prevista por el artículo 585 del C. Co. –es el artículo que regula
la ejecución extrajudicial para la prenda común. El acreedor pedirá el mandamiento de secuestro
al juez, y luego debe proceder al anuncio, que es la publicación de un edicto, con 10 días de
anticipación–, sin perjuicio de que el deudor pueda ejercitar, en juicio ordinario, los derechos
que tenga que reclamar al acreedor. El trámite de la venta extrajudicial preceptuado en este
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artículo no se suspenderá por embargo de bienes ni por concurso, incapacidad o muerte del
deudor”.
Realizada la subasta, por más privada que sea, el orden de preferencia de imputación del
producido será el mismo que el establecido para la subasta judicial en el Art. 43. Si sobra plata,
se le consigna judicialmente el excedente, con la rendición de cuentas correspondiente, dentro
del banco del proceso en el que se hizo el secuestro del bien. El orden de preferencia establecido
en el Art. 43 es importante en caso de que falte dinero, si el producido de la subasta no alcanza,
deberán recurrirse a otros bienes/medios, pero se cobra hasta donde hay, porque el que compra
adquiere el bien libre de gastos y deudas.
WARRANTS
Se encuentra regulado por dos leyes 928/78 y 9643/14. La 928 solo confería a las aduanas y
sociedades la facultad de emitir certificados de depósitos y warrants, que debían funcionar en los
lugares donde hubiera aduana. La ley fracasa principalmente por limitarse a determinados
productos en es espacial importados, por la complicación de los procedimientos establecidos y
por el elevado monto de los derechos fiscales. La ley 9643 amplia la anterior creando los
warrants sobre frutos o productos agrícolas, ganaderos, forestales, mineros o de manufacturación
nacional, depositados en almacenes generales, del fisco o particulares. En síntesis, la 928
permitía que esos documentos fueran emitidos únicamente para mercaderías que estaban en la
aduana. La 9643 lo amplio, ya que no se limita a los depósitos aduaneros sino que permite que
depósitos particulares emitan estos dos títulos. Ya no son mercaderías importadas sino también
nacionales.
Los bienes se depositan en almacenes generales, cuya administración libra y entrega al
depositante dos documentos, con textos similares, cada uno de ellos va a llevar en su
encabezamiento su denominación “certificado de depósito” y “Warrant”. Los requisitos formales
que ambos deben contener son: fecha de expedición, nombre y domicilio del depositante,
designación del almacén o depósito y firma de la administración; identificación precisa de los
efectos, su valor aproximado y toda otra información que sirva para identificarlos; termino por el
cual se efectúa el depósito y monto del almacenaje. El certificado de depósito es un titulo de
crédito representativo de mercaderías que otorga a su portador legítimo la propiedad de estas, sin
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perjuicio de los derechos prendarios del tenedor del warrants, su endoso transmite la propiedad
de las cosas a que se refiere con los gravámenes que tuvieran en caso de haberse negociado el
warrant. El warrants es un titulo de crédito cambiario, que otorga a su portador legitimado un
derecho de prenda sobre los efectos depositados e individualizados en su texto esencial, es
transmisible mediante endoso, obligándose a registrar solo el primero de ellos dentro del plazo
de 6 días en los registros de la empresa emisora; no siendo necesario hacerlo con los sucesivos.
Estos documentos permiten a los comerciantes e industriales la obtención de créditos sobre
los frutos o productos de su explotación o negocio en forma rápida y eficaz, muñéndose de un
documento de circulación y efectos cambiarios. El dueño de los bienes puede constituir prenda
(de grado inferior a la que le otorga la tenencia del warrants), mediante transferencia a titulo de
garantía del certificado de depósito, pero el derecho de este acreedor en nada puede afectar al
tenedor del warrant, pues cobra sobre el producto de la venta de los bienes depositados con
preferencia a los otros acreedores. Mientras el certificado de depósito y el warrant estén unidos,
o sea en manos del depositante de los efectos, el depositante puede retirarlos en cualquier
momento o puede enajenarlos, transmitiendo ambos documentos para que el nuevo tenedor los
retire.
Ambos documentos son emitidos por establecimientos autorizados, en su condición de
depositarios y entregados a sus depositantes o al titular, si es persona distinta. Estos títulos de
crédito tienen naturaleza de cosa mueble. A partir de su emisión y entrega pueden ser objeto de
diversas negociaciones. Para la transmisión del warrant se requiere el endoso del beneficiario, el
cual debe contener los requisitos formales del art. 6 y se debe inscribir en el registro de la entidad
emisora del título. Si con posterioridad se negocia el certificado de depósito, el adquiriente puede
conocer con exactitud los derecho que gravitan sobre los efectos depositados. Los ulteriores
endosos pueden ser en blanco, en tal caso la transmisión se concreta mediante la simple tradición
del warrant. Tanto el primer endosante como los posteriores quedan constituidos como garantes
solidarios del importe del préstamo. Por esto, en caso de que vendidas las mercaderías prendadas
resultare saldo deudor, el portador del warrant podrá reclamar a los endosantes en su condición
de obligados solidarios.
Por otro lado, la transmisión del certificado de depósito, también es transmisible vía endoso, y
otorga a su nuevo portador legitimado la propiedad de las cosas a las que se refiere. El titular del
certificado puede pedir antes de negociar el warrant que se fraccionen ambos títulos en varias
partidas, por bultos o lotes separados, otorgándose nuevos certificados, con sus respectivos
warrants, en sustitución de los anteriores que quedan anulados.
Cabe aclarar que existe independencia entre transmisión y presentación del certificado de
depósito y el warrant. En el caso de que el mismo sujeto resulte portador de ambos documentos
tendrá derecho a disponer de las mercaderías depositadas para retirarla, venderlas, o darles el
destino que quiera. Hay que tener presente que la naturaleza del título de crédito de ambos
documentos, importa el efecto, de que la entrega de las mercaderías no se haría con eficacia
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liberatoria para la empresa depositaria, a quien no fuera poseedor y presentante de ambos
documentos. En el caso de negociación del warrants la ley determina la publicidad de tal
operación exigiendo la inscripción en los registros de la entidad emisora (art. 13 L 9643). El art.
23 de la L 928 prevé el supuesto de que el depositante negocie conjunta o separadamente el
certificado de depósito y el warrants. En el caso de que este último, a su vencimiento, estuviera
nuevamente en su poder, podrá solicitar la venta de la mercadería o efectos depositados. El
portador legitimado del certificado de depósito en el caso de que antes del vencimiento del
préstamo contraído al negociar el warrants quiera pagar su importe y no pueda ubicar al tenedor
de este, puede consignar judicialmente, para desinteresarlo. Para esto, deberá depositar la
totalidad del capital más los intereses pactados. El acreedor tendrá derecho a exigir al
vencimiento del plazo la entrega del valor consignado, y, lógicamente, si tal entrega se efectúa al
vencer la obligación deberá comprender los intereses hasta esa fecha.
El acreedor tendrá:
Derecho de retención: lo tiene el portador del warrants como cualquier otro acreedor
pignoraticio, lo ejerce por medio de la empresa emisora, la cual no puede entregar los
efectos, sin que se le presente el certificado de depósito y el warrants conjuntamente, o en
su defecto la orden judicial.
Examen de los efectos: tiene el derecho de examinar los efectos depositados y detallados
en dichos documentos.
Realización de los bienes: al vencimiento de la obligación documentada en el warrants, si
ella no es atendida por los sujetos obligados al pago se debe levantar protesto al igual que
en las letras de cambio.
Remate: de persistir la insatisfacción del crédito, el poseedor del warrants puede solicitar
el remate de los bienes prendados al administrador del depósito donde se hallen.
Distribución del producido: realizada la subasta se observara el siguiente orden en la
distribución de los fondos obtenidos:
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El derecho preferente de sus portadores se extiende al importe del seguro de los bienes
afectados, seguro que es obligatorio para que se pueda expedir los certificados de depósito y
los warrants.
En el caso de que resultare saldo deudor del crédito privilegiado que otorga el warrants en
sus dos clases, tal crédito pasa a la categoría del quirografario o común, y puede ser
reclamado vía ejecutiva contra cada uno de los endosantes del warrants, quienes responden
solidariamente.
Para la procedencia de esta acción, el portador del warrants deberá levantar protesto por
falta de pago, en tiempo y forma útil y haber solicitado dentro de los 15 días posteriores al
protesto, la venta de las mercaderías prendadas.
En los casos de los warrants de productos de la industria vitivinícola, la garantía pignoraticia
que acompaña al warrants tiene carácter de prenda mobiliaria o sin desplazamiento. Los
certificados y warrants los expide el mismo deudor, pero para ser negociables deben ser
autorizados por la dirección de impuestos de la Nación, del distrito que corresponda.
Verificándose la mercantilidad de la warrantera por vía de los art. 1, 6, 8 y 572 Cco e
implicando además que ya no será necesaria la doble presencia mercantil de los sujetos
intervinientes, pues la vis atractiva que ejerce el art. 7 arrastra a su fuero a quien no reviste tal
carácter. El art. 31 de la ley 9643 sostiene, que las personas o sociedades autorizadas para
establecer almacenes que emitan certificados de depósitos y warrants, se consideran
comerciantes y están obligados a llevar libros exigidos por la ley. Dada la naturaleza de su
actividad, los libros de la warrantera deben necesariamente existir y ser llevados en legal
forma. De lo contrario no podría ésta válidamente expedir certificados y warrants sobre
mercaderías cuya existencia no conste registrada. En primer lugar le es exigido llevar un
libro de registro de entrada y salida de efectos, además de un libro diario. Un registro de
expedición de certificados de depósito y warrants. Además, según la complejidad,
corresponderá llevar libros auxiliares. Este elenco de libros, registros y estados contables
están destinados a brindar un cuadro verídico de los negocios del comerciante. El
incumplimiento de esta obligación pueden acarrear sanciones como la revocación de la
autorización para funcionar y la eventual imputación de ilícitos penales.
El determinar si estos documentos son instrumentos públicos o privados, va a depender si
provienen de warranteras oficiales o particulares. El carácter de instrumento público de los
registros está expresamente contemplado en el art. 60 del DEC 6698/63, respecto de los
warrants granarios, que tienen efecto contra terceros desde la fecha de su inscripción. La
warrantera actuando únicamente como depositaria es considerada como un comerciante
imparcial. Cabe asimilarlo a un tercero imparcial, aproximándolo al efecto atribuido a los
asientos del corredor. Recurriendo a dicha similitud corresponderá conferirle valor de
instrumento público a sus asientos. Otro aspecto que debe ponderarse es la fecha cierta en los
documentos comerciales.
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FIANZA
Se distinguen las garantías reales de las personales. Las primeras se refieren a un bien
determinado que, sea mueble o inmueble, queda específicamente afectado al cumplimiento
de la obligación que se garantiza, gozando el acreedor de los derechos de persecución y de
preferencia que le posibilitan hacer vender la cosa y percibir su acreencia. Las garantías
personales suponen la asunción del compromiso personal de responder económicamente por
otro, con el respaldo de su patrimonio. La fianza es una garantía personal por excelencia.
Según el 1986 Cc: habrá fianza cuando una de las partes se hubiere obligado accesoriamente
por un tercero y el acreedor de ese tercero aceptase su obligación accesoria. Por lo tanto este
contrato queda configurado entre el fiador y el acreedor. Existen dos tipos de fianzas: civil y
comercial. El carácter mercantil del contrato de fianza se establece pura y exclusivamente por
la calidad del acto u obligación principal (478 Cco). En la fianza comercial, el fiador
responde siempre solidariamente como el deudor principal, sin poder invocar aquellos
beneficios, con más la facultad de exigir que el acreedor justifique que ha interpelado
judicialmente al deudor (480 Cco). El art. 481 Cco otorga al fiador en caso de que sea
ejecutado con preferencia al deudor principal, el derecho a ofrecer el embargo de los bienes
de este, si estuviese libres.
AVAL
Constituye una garantía específica del derecho cambiario, orientada a una operación
determinada, que se puede exigir por vía ejecutiva al quedar sometida al rigor cambiario. Es
formal, pues debe ajustarse a las prescripciones de la ley; abstracta, porque no garantiza el
avalado sino el pago de la cambial a su portador legitimo; autónoma, subsiste
independientemente de la obligación cambiaria, salvo que ésta este viciada formalmente. El
aval como quedo dicho, tiene naturaleza cambiaria y es siempre comercial, mientras que la
fianza puede ser civil o comercial. Como acto cambiario el aval es siempre unilateral,
mientras la fianza como contrato, es un acto jurídico bilateral. El aval a diferencia de la
fianza resulta independiente de la validez de la garantía principal, mientras para la validez de
la fianza es menester la vigencia de la obligación principal. La obligación asumida por el
avalista puede ejecutarse sin previa excusión o interpelación del deudor. Respecto de las
obligaciones asumidas por el avalista, rigen los principios propios de las garantías
cambiarias: literalidad, autonomía y abstracción.
SEGURO DE CAUCION
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El llamado seguro de caución es fundamentalmente institución de variante del contrato de
seguro, en donde esta ínsita su función indemnizatoria. No se encuentra disciplinado por la
ley 17418, sino que encontró su cauce legal normativo en el art. 1 del DEC. 7607\61. El
seguro de caución se caracteriza por la intervención de tres sujetos y la necesaria conexión
entre dos contratos. Estos sujetos son: el tomador o proponente, e asegurado y el asegurador.
El primero y el segundo se encuentran vinculados por un contrato del que resulta la
obligación del tomador y la calidad de acreedor del asegurado respecto de la obra, suministro
o servicio. Este contrato es presupuesto necesario del contrato de caución, ya que origina el
riesgo sobre el que recae el interés asegurable y que consiste en el cumplimiento por parte del
empresario de una prestación económica no dineraria que debe ejecutar en el futuro. En
garantía de esta deuda aun no exigible, el empresario actuando como tomador asegura al
acreedor para que en caso de no realizar la obra o cumplir con el suministro o servicio, reciba
una indemnización del asegurador. La controvertida naturaleza del llamado seguro de
caución, no fue óbice para que nuestro derecho positivo lo admitiese como un verdadero
contrato de seguro.
Las obligaciones y cargas de este contrato recaen sobre el tenedor o proponente y no sobre
el asegurado. De ahí ni la reticencia ni la falta de pago de la prima inciden sobre la cobertura.
El seguro se mantiene vigente hasta tanto el deudor haya sido liberado de su responsabilidad.
Hay tres especies de seguro de caución:
El seguro concertado con el objeto de garantizar al asegurado hasta la suma máxima
estipulada, el pago en efectivo que debe percibir del proponente con quien contrata
teniendo por finalidad el pago inmediato por parte de la aseguradora, ante el mero
incumplimiento del deudor.
Aquellos que tienen por finalidad garantizar el pago en efectivo de las sumas a que se
resultare obligado el tomador, por aplicación de la clausula penal contenida en los
respectivos contratos, emanadas de los contratos de obras publicas suscriptos con los
asegurados.
La garantía de anticipo es una de las especies de las coberturas propias del seguro de
caución.
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El art. 58 de la ley 17418 va a regir en materia de prescripción: “Las acciones fundadas en el
contrato de seguro prescriben en el plazo de un año, computado desde que la correspondiente
obligación exigible”.
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