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Santiago, veintisiete de agosto de dos mil diecinueve.

VISTO:
En este procedimiento ordinario caratulado “Castillo Alarc ón Alexis
con Zapata Pacheco Gabriel”, tramitado ante el Juzgado de Letras de
Molina bajo el Rol N° 722-2015, por sentencia de 13 de junio de 2017,
dicho tribunal, acogió en todas sus partes la demanda deducida en lo
principal de fojas 8 y declaró que Alexis Castillo Alarc ón es único y
exclusivo dueño del inmueble ubicado en calle Quechereguas N ° 2556
por haberlo adquirido por prescripción adquisitiva extraordinaria .
El fallo fue apelado por el demandado y una sala de la Corte de
Apelaciones de Talca, mediante sentencia de 23 de enero de 2018, lo
confirmó.
En contra de esta última decisión, dicha parte dedujo recurso de
casación en el fondo.
Se trajeron los autos en relación.
Y TENIE ND O EN CONSIDERACI ÓN :
PRIME RO: Que la nulidad sustancial que se postula por el
recurrente se fundamenta, en un primer capítulo, en una errada
aplicación de los artículos 384 N°2 del Código de Procedimiento Civil,
1713 y 1700 del Código Civil, en relación con el artículo 1698 del mismo
cuerpo legal. Expone que probó con las declaraciones de testigos, Blanca
Oriana Vergara Baeza, Carlos David Arriagada Bustamante, Enzo Ra úl
Antonio González Bravo y Luis Manuel Urzúa Salinas, cuatro personas
contestes en los hechos y sus circunstancias esenciales, debidamente
interrogados de contrario, que la posesión material del inmueble siempre
la tuvo su parte -desde el 22 de mayo del año 1973-, fecha en que invoca
como título de dominio una escritura pública de cesión de derechos reales
de herencia.
Por otra parte, refiere que el demandante reconoci ó en la
absolución de posiciones no haber tenido nunca, ni él ni sus antecesores,
la posesión material del inmueble por lo que estima que el fallo recurrido

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ha vulnerado el artículo 1713 del Código Civil, al no aplicar dicha
confesión en contra del actor.
Finalmente, en lo que a este grupo de infracciones se refiere, alega
que en cuanto a la prueba documental constituida por todas las escrituras
públicas de cesión de derechos hereditarios y de sus respectivas
inscripciones conservatorias, se vulnera el artículo 1700 del C ódigo Civil,
porque se les atribuye mérito probatorio suficiente para tener por
acreditada la concurrencia del requisito de la posesi ón, en circunstancias
que ninguno de dichos documentos permite probar aquello.
Agrega al respecto que los instrumentos públicos referidos
constituyen, erróneamente en derecho “títulos” necesarios para adquirir
por prescripción adquisitiva extraordinaria, sin embargo ellos est án
expresamente excluidos conforme lo dispone el artículo 2510 del C ódigo
Civil; en segundo lugar, independientemente de que fuere necesario o no,
el contenido literal de dichos títulos en cuanto todos ellos aluden a la
entrega material del inmueble, no corresponde a la realidad porque
ninguno de los cedentes-vendedores, le hizo jamás entrega material de
derechos o del inmueble al demandante porque todos ellos, sin excepci ón,
no tuvieron la posesión material de aquel bien raíz.
Como segundo grupo de infracciones sostiene que la sentencia
recurrida ha vulnerado también los artículos 588, 700, 718, 724, 924,
2492, 2498, 2505 y 2510, todos del Código Civil, por cuanto el único
dueño absoluto y exclusivo de la propiedad de calle Quechereguas N °
2556, comuna de Molina, por más de 40 años, ha sido su parte, y as í lo
acreditó y probó.
Por otra parte, refiere que la acción de prescripci ón adquisitiva
extraordinaria del derecho de dominio procede contra derecho ajeno, no
respecto de bienes de dominio supuestamente propios, en este caso del
prescribiente, conforme lo dispone el artículo 2492 del Código Civil, sin
embargo, el actor fundó su acción precisamente en su calidad de due ño
inscrito del inmueble.

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En este sentido expone que la sentencia recurrida es contraria a
derecho, primero, porque la prescripción adquisitiva extraordinaria tiene
la cualidad de otorgar certidumbre y seguridad, prop ósitos por lo dem ás
declarados por el actor quien dice haber visto su dominio cuestionado por
su parte, aspirando en consecuencia a su reconocimiento como poseedor,
posesión que tampoco ha detentado, la que, de ser efectiva, no lo autoriza
a proceder de modo contrario a derecho.
En el mismo orden de cosas aduce que no proced ía la prescripci ón
contra título inscrito, conforme al artículo 2505 del Código Civil, ello
independientemente de que la inscripción de que se trata sea la del
mismo actor, porque la ley no distingue acerca de la identidad del titular
de la inscripción ni de su naturaleza y antecedentes, basta el hecho de la
inscripción, lo que en la especie concurre.
Alega por otra parte que la posesión del actor qued ó trunca cuando
la Corte Suprema, conociendo del recurso de casación en el fondo,
Ingreso N° 21584-2014, entre las mismas partes, acogió las alegaciones y
argumentaciones efectuadas por su parte con motivo de un juicio de
precario intentado por el mismo demandante, y en donde, tanto el
Juzgado de Letras en lo Civil de Molina y la Corte de Apelaciones de
Talca, habían dado lugar a la demanda, sin embargo la Corte Suprema
anuló dichos fallos y dictó el de remplazo, a trav és del cual rechaz ó la
demanda señalando al respecto que “En nada altera dicha circunstancia
que las cesiones no hayan sido inscritas, pues cabe diferenciar el título del
modo. En autos quedó acreditado que el demandado tiene un t ítulo,
aunque el mismo no haya sido inscrito”.
En virtud de lo anterior concluye que el actor jam ás estuvo en
situación de adquirir por prescripción la propiedad de calle Quechereguas
N° 2556, puesto que las inscripciones en el Registro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces de Molina, invocadas por éste, en caso
alguno pueden haberle otorgado la posesión del bien ra íz en los t érminos
que establecen los artículos 700, 724 y 924 del C ódigo de Bello, toda vez
que no resulta factible la posesión de algo que no existe, pues los

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causantes se desprendieron en vida de la aludida propiedad en favor de
su parte.
SEGUNDO : Que, a fin de precisar la manera en que las partes
han expuesto la controversia jurídica que los recurrentes ponen en
conocimiento de este tribunal de casación, resulta pertinente considerar
las siguientes circunstancias y actuaciones verificadas en el proceso:
1.- Con fecha 18 de agosto de 2015 comparecen los abogados
Ruperto Pinochet Olave y Francisca Concha Le-Beuffe, en representaci ón
de Alexis Castillo Alarcón y deducen demanda de prescripci ón adquisitiva
extraordinaria en contra de Gabriel Esteban Zapata Pacheco.
Fundan su demanda en que el actor adquiri ó el total de las
acciones y derechos de diversos comuneros sobre el inmueble de calle
Quechereguas N° 2556, ubicado en la ciudad de Molina, siendo el due ño
del mismo al estar inscrito a su nombre, cesiones que invocan como justo
título para inscribir y regularizar la situación del predio.
Refieren que a partir del año 2012, agregando posesi ón anterior,
más la propia, el actor ha tenido por más de setenta y siete a ños la
posesión regular del inmueble.
Exponen que el demandado ha iniciado acciones legales en contra
del demandante poniendo en duda su calidad de due ño leg ítimo de la
propiedad, razón por la que recurren a esta acción, para determinar la
adquisición por prescripción, en base a los mejores t ítulos y posesi ón
material e inscrita.
En subsidio dedujeron acción de prescripción ordinaria y en
subsidio, demanda declarativa a fin que se declare que tiene el derecho
de dominio por usucapión ordinaria del inmueble en cuestión.
2.- Contestando el demandado solicita el rechazo de la demanda,
sosteniendo al efecto que por escritura pública de 22 de mayo del a ño
1973, su parte compró en comunidad con su hermano, Manuel Segundo
Zapata Pacheco, a Manuel Osvaldo Vald és Quezada, a Clementina
Donatila Valdés Quezada y a Emelina del Carmen Vald és Quezada, las
cuotas hereditarias que les correspondían en la herencia intestada

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quedada al fallecimiento de su madre, Domitila del Carmen Quezada
Oyarce, estableciéndose en la escritura que los compradores quedaban
autorizados para solicitar la respectiva posesión efectiva de los bienes la
madre de los cedentes.
Añadió que por escritura pública de 13 de julio del a ño 1988
compró a su hermano los derechos que a aquel le correspond ían en las
cuotas hereditarias adquiridas en conjunto, pasando a quedar, de este
modo, como único y exclusivo dueño de las cuotas hereditarias y del
inmueble comprendido en la herencia.
Hace presente que simultáneamente con la celebraci ón del primer
contrato de cesión de derechos de 22 de mayo del a ño 1973, tom ó
posesión material del inmueble antes referido, con ánimo de se ñor y
dueño, la que ha ejercido hasta el día de hoy de manera p ública y
notoria.
Cuenta que luego de fallecidos los cedentes, Manuel Osvaldo
Valdés Quezada, María Donatila Valdés Quezada y Emelina del Carmen
Valdés Quezada, sus herederos tramitaron y obtuvieron sus posesiones
efectivas a contar del año 2012, en las cuales se incorporó en las herencias
de María Donatila Valdés Quezada, de Emelina del Carmen Vald és
Quezada y de Manuel Osvaldo Vald és Quezada, de manera equivocada,
el derecho de dominio del inmueble de calle Santa Elvira N °1.542, hoy
calle Quechereguas N°2.556.
Explica que estando comprendido dicho bien ra íz en la herencia de
Domitila del Carmen Quezada Oyarce, cuyo derecho real de herencia
habían cedido, vendido y transferido sus herederos a su parte el a ño
1973, esto es, antes de sus fallecimientos, no lo ten ían en su patrimonio al
momento de fallecer y, por ende, no pudieron transmitirlo a sus
herederos y éstos, a su vez, no pudieron adquirirlo por sucesi ón por causa
de muerte y, por último, no pudieron venderlo, cederlo o transferirlo a un
tercero, en la especie al actor.
Concluye que la colocación del inmueble en los inventarios de las
dichas posesiones efectivas como de dominio de los causantes y la

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pretensión de los herederos de haberlo adquirido por sucesi ón por causa
de muerte simplemente no empecen a su parte.
Por otra parte alega ser improcedente la presente acción por cuanto
se pretende adquirir por prescripción el dominio de un inmueble propio,
ya que aduce el demandante, en su versión de los hechos, ser due ño del
inmueble materia de autos, no procediendo impetrar una acci ón
declarativa de adquisición del dominio del mismo inmueble por
prescripción adquisitiva extraordinaria contra s í mismo, respecto de un
bien propio, porque la prescripción es un modo adquirir las cosas ajenas
y no las cosas propias conforme lo establece el art ículo 2492 del C ódigo
Civil.
Alega por último que el actor jamás ha tenido la posesi ón material
del inmueble, pues ésta siempre ha radicado en su parte.
3.- Por sentencia de 13 de junio de 2017 se acogió la demanda
principal y se declara que Alexis Castillo Alarcón es único y exclusivo
dueño del inmueble ubicado en calle Quechereguas N° 2556 por haberlo
adquirido por prescripción adquisitiva extraordinaria .
4.- El fallo fue apelado por el demandado y una sala de la Corte de
Apelaciones de Talca, mediante sentencia de 23 de enero de 2018, lo
confirmó en base a sus propios fundamentos.
TERCERO : Que la sentencia recurrida establece como hecho
pacífico, que el origen de la posesión que ambas partes reclaman sobre el
bien objeto de autos, proviene de la sucesión intestada quedada al
fallecimiento de Eloísa del Carmen, María Elisa y Mar ía Celinda, todas
de apellidos Quezada Oyarce, quienes habían adquirido el inmueble por
tradición, sirviendo de título para ello una escritura celebrada con Juan
Bautista Rojas en el año 1938.
Indica que es un hecho reconocido que al haber fallecido las
citadas comuneras se transmitieron los derechos a los hijos de una
hermana de ellas, Domitila Quezada Oyarce.
Hace presente que la Corte Suprema conociendo de un recurso de
casación, en los autos de primera instancia Rol N° 651-2012 iniciados por

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demanda de precario que dedujo el actor en el año 2012 en contra del
demandado, sostuvo que si bien este último tiene un t ítulo que justifica la
tenencia del bien raíz, como tal tiene aptitud para oponerse a la acci ón
de precario deducida en su contra, aunque no practic ó la inscripci ón a su
favor respecto de las cesiones de derechos invocadas por él como base de
su oposición. De ello desprende que el demandado se reconoce a s í
mismo como ocupante del inmueble, léase mero tenedor, atributo que
necesariamente excluye la posesión e impediría la declaraci ón de
prescripción adquisitiva en su favor.
Expone que además en dicho litigio se estableció, de una manera
que resulta inamovible, que el actor tiene inscripci ón a su nombre
respecto del citado bien raíz, lo que permite desestimar la versi ón del
demandado en tanto sostuvo en este proceso la existencia de una posesi ón
inscrita del bien raíz, que al menos en la citada causa rol 651-2012
consta que no tenía.
Agrega que el demandado no logró demostrar la posesi ón material
sobre el inmueble sub lite que tuviera aptitud para enervar la posesi ón
inscrita que el actor reclama tener. Ello por cuanto si bien es efectivo que
rindió pruebas en orden a justificar una presunta posesi ón material y
física sobre el inmueble de autos, considerando al efecto la declaraci ón de
los testigos Blanca Oriana Vergara Baeza, Carlos David Arriagada
Bustamante, Enzo Raúl Antonio González Bravo y Luis Manuel Urz úa
Salinas, quienes al ser interrogados sobre el punto s éptimo de la
interlocutoria de prueba referido a si el demandado se encuentra en
posesión del inmueble desde el año 1973, manifestaron en general
constarles de manera directa y personal dicha circunstancia, considera
que se trata de una probanza a la que no es posible otorgarle pleno valor
probatorio conforme lo ordena el numeral segundo del art ículo 384 del
Código de Procedimiento Civil, debido a que su m érito se ve desvirtuado
con prueba contraria, en concreto la instrumental de la parte
demandante, y especialmente en razón de lo que consta en el
mencionado proceso Rol N°651-2012.

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Concluye el fallo recurrido que el demandante logr ó probar que se
encuentra en posesión del citado bien raíz, al disponer en su favor de
inscripciones que dan cuenta de tal circunstancia en conformidad a lo
que dispone el artículo 724 del citado cuerpo de normas.
Por otra parte, indica que nada obsta a que el actor funde su
demanda en su propia posesión y añada la de sus antecesores en
conformidad a lo que dispone el artículo 718 del Código Civil, teniendo a
la fecha de la demanda, al menos cuarenta y dos a ños de posesi ón, si se
considera sólo la inscripción de dominio del año 1973.
Por último, manifiesta que el reconocimiento de la calidad de
dueño que hace el demandante en su demanda no impide que se pueda
acoger la acción, aun cuando la prescripción adquisitiva contenga un
elemento de ajenidad respecto a la posesión del bien, por cuanto s ólo los
bienes ajenos pueden poseerse y por ende ser adquiridos por prescripci ón
adquisitiva. Lo anterior, toda vez que en dicho razonamiento debe
tenerse en consideración que la doctrina atribuye de manera especial a
este modo de adquirir el dominio la cualidad de otorgar certidumbre y
seguridad, propósito al cual precisamente aspira el demandante con el
reconocimiento de su calidad de poseedor del bien raíz, que aparece
cuestionado por el demandado, ocupante del mismo bien a la época de
trabarse la litis.
CUARTO: Que, en relación al primer grupo de normas
denunciadas como infringidas, cuáles son los art ículos 384 N °2 del
Código de Procedimiento Civil y asimismo los artículos 1698, 1700 y
1713 del Código Civil, que se habrían conculcado por un lado, en el
análisis efectuado por el tribunal respecto de el valor otorgado a la
inscripción de dominio a nombre del actor y, por otro, en la falta de
examen de las probanzas rendidas por el demandado que a su juicio
permitían acreditar que su parte siempre ha tenido la posesi ón material
del inmueble y no así el demandante, se hace necesario recordar que, en
general, la doctrina y la jurisprudencia advierten que el recurso de
casación en el fondo es de carácter extraordinario y no constituye una

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instancia judicial que permita la revisión de las cuestiones de hecho,
sosteniendo que por su carácter de derecho estricto, su resoluci ón debe
ceñirse, exclusivamente, a confrontar si en la sentencia que se trata de
invalidar se ha aplicado correctamente la ley, respetando en toda su
extensión los hechos, tal como éstos se han dado por establecidos
soberanamente por los jueces sentenciadores, de manera que el examen y
consideración de tales hechos y de todos los presupuestos f ácticos previos
en que se sustenta la decisión que se revisa, por disposici ón de la ley,
escapan del conocimiento del tribunal de casación.
Tal restricción a la actividad jurisdiccional de este tribunal, se
contempla en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, en
cuanto dispone que esta Corte, al invalidar una sentencia por casaci ón en
el fondo, dictará acto continuo y sin nueva vista, pero separadamente,
sobre la cuestión que haya sido objeto del recurso, la sentencia que crea
conforme a la ley y al mérito de los hechos tal como se han dado por
establecidos en el fallo recurrido.
Sin embargo, excepcionalmente, es posible conseguir la alteraci ón
de los hechos estatuidos por los jueces de instancia, en caso que la
infracción de ley que se denuncia en el recurso corresponda a la
trasgresión de una o más normas reguladoras de la prueba, mas no
respecto de alguna de aquellas que reglan la apreciaci ón de las probanzas
que se hubieren rendido, cuya aplicación es privativa del juzgador.
QUINTO: Que, complementando lo expresado precedentemente
y tal como sostenidamente ha señalado esta Corte, las leyes reguladoras
de la prueba se entienden vulneradas fundamentalmente, cuando los
sentenciadores invierten el onus probandi, rechazan las pruebas que la ley
admite, aceptan las que ley rechaza, desconocen el valor probatorio de las
que se produjeron en el proceso cuando la ley le asigna uno determinado
de carácter obligatorio o alteran el orden de precedencia que la ley le
diere.
En el mismo orden de ideas, se ha repetido que ellas constituyen
normas básicas de juzgamiento, que contienen deberes, limitaciones o

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prohibiciones a que deben sujetarse los sentenciadores. Luego, como se
dijo, los jueces del fondo son soberanos para apreciar las pruebas, dentro
del marco establecido por las normas pertinentes, por lo que no son
susceptibles de ser revisadas por la vía de la casaci ón las decisiones de los
sentenciadores basadas en disposiciones que entregan libremente la
justipreciación de los diversos elementos probatorios.
SEXTO: Que de las normas que el recurrente cita como
infringidas, pertenece a la categoría de reguladoras de prueba el art ículo
1698 del Código Civil, en cuanto, en su primer inciso, regula la
distribución de la carga probatoria, haciéndola gravitar sobre quien alega
la existencia de la obligación o la extinción de ésta y, en el inciso
segundo, enumera los distintos medios de prueba que pueden hacerse
valer en juicio.
En la impugnación de que se trata, si bien el demandado denuncia
el quebrantamiento del artículo 1698 citado, sin embargo no precisa a
cuál de las normas que éste comprende dirige su censura. Empero,
examinado el libelo se advierte que lo que se cuestiona dice relaci ón con
la determinación que se efectuó en el fallo sobre la calidad de poseedor
inscrito del actor pese a que, según sostiene, éste no acredit ó dicha
calidad, pues fue su parte con la prueba testimonial y confesional qui én
logró probar siempre haber tenido la posesión material del inmueble y no
así el actor.
Al respecto, cabe señalar que en su escrito de contestaci ón de la
demanda el demandado no cuestiona la existencia de una inscripci ón de
dominio a nombre del actor respecto del predio sublite, sino que lo que
reclama es que éste nunca ha tenido la posesión material del inmueble
por lo que no podría adquirirlo prescripción y, por otro lado, que su
parte tiene un título para poseer y es quién siempre ha tenido la posesi ón
del inmueble. De lo relacionado, no se observa la alteraci ón en la carga
probatoria, pues lo que hizo el tribunal fue dar por acreditado que el
actor tenía inscripción a su nombre respecto del predio en cuesti ón,
hecho que consta en el proceso al haberse acompañado el documento que

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exige la ley para ello. Esto último también permite descartar la supuesta
infracción al artículo 1700 del Código Civil.
S ÉPTIMO: Que, en relación a la conculcación del numeral 2 del
artículo 382 del Código de Procedimiento Civil basta se ñalar que no
reviste la calidad de norma reguladora de la prueba, por ser un regla que
no impone forzosamente una valoración probatoria, siendo una facultad
su apreciación por los jueces del fondo, afirmaci ón que deriva de una
interpretación que emana de la historia fidedigna del establecimiento del
precepto, conforme lo consignado en la segunda parte del art ículo 19 del
Código Civil. Tampoco se observa una infracci ón al art ículo 1713 del
referido cuerpo legal, ya que, según es dable advertir del arbitrio, la
vulneración a dicho precepto se basaría en no haberse considerado el
reconocimiento efectuado por el actor respecto a que la posesi ón del
inmueble siempre la habría detentado el demandado, por cuanto cabe
precisar que aquello no es efectivo pues de la absoluci ón de posiciones
realizada por el actor solo es posible advertir que éste reconoce que el
demandado tiene un título que lo habilita para ocupar la propiedad en
cuestión, insistiendo - por el contrario- en que es su parte, como poseedor
inscrito, quién, junto con sus antecesores en el dominio, ha detentado la
posesión legal del bien inmueble.
En definitiva, resulta evidente de la lectura del recurso que lo que
se ataca por la vía en examen no corresponde propiamente a la
infracción de una ley sustantiva, sino que a la ponderaci ón judicial de la
prueba rendida por las partes, desde que se reprocha que los
sentenciadores no cumplieron su labor de determinar que no concurr ían
todos los presupuestos para declarar que hab ía operado la prescripci ón
adquisitiva en favor del actor, en particular la posesi ón material del bien
raíz que pretende prescribir. Sin embargo, como ya se expres ó, tal labor
se agotó en la valoración que efectuaron los jueces de la instancia, no
siendo susceptible de revisión por esta Corte.
OCTAVO: Que establecida la inexistencia de una infracción a las
normas reguladoras de la prueba, cabe concluir que han quedado

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asentados como hechos relevantes para la resolución de la causa los
siguientes: A) que el origen de la posesión que ambas partes reclaman
sobre el bien objeto de autos, proviene de la sucesi ón intestada quedada
al fallecimiento de Eloísa del Carmen, María Elisa y Mar ía Celinda,
todas de apellido Quezada Oyarce, quienes habían adquirido el inmueble
por tradición, sirviendo de título para ello una escritura celebrada con
Juan Bautista Rojas en el año 1938; B) que al haber fallecido las citadas
comuneras, sus derechos se transmitieron a los hijos de Domitila Quezada
Oyarce, una hermana de ellas; es decir, a Manuel Osvaldo, Mar ía
Donatila y Emelinda, todos de apellido Valdés Quezada; C) que los
herederos de estos últimos cedieron sus derechos al demandante Alexis
Fabián Castillo Alarcón, practicándose las inscripciones consecuentes y,
por ende, el actor tiene inscripción a su nombre sobre el bien ra íz sub
lite; D) que el demandado no comprobó haber inscrito los derechos que
alegó haber adquirido con anterioridad, de parte de Manuel Osvaldo,
María Donatila y Emelinda, todos de apellido Vald és Quezada; y E) que
el actor se encuentra en posesión del bien raíz en cuesti ón desde hace al
menos 42 años, sumando la de sus antecesores en el dominio.
NOVE NO : Que una vez precisados los presupuestos f ácticos que
han quedado inamovibles en el juicio, es necesario destacar que las
argumentaciones del recurrente dirigidas a impugnar la validez de la
inscripción de dominio que obra a nombre del actor, que califica de
inexistente señalando al efecto que no puede haber obtenido m ás
derechos de los quue tenían sus antecesores, as í como tambi én la
declaración de haber sido su parte quién desde el a ño 1973 ha ostentado
la posesión del bien raíz, descansan en supuestos no demostrados en el
proceso y, en última instancia, tienden a promover que se lleve a cabo
una nueva valoración de la prueba para establecer su efectividad. A este
respecto, solo cabe señalar que dicha tarea resulta extra ña a los fines del
recurso de casación en el fondo, pues no es posible en esta sede variar los
hechos que vienen determinados en el fallo que se refuta si, como sucede
en este caso, las objeciones contenidas en el alegato de casación no han

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dejado en evidencia un quebrantamiento a las normas que rigen la
prueba, omisión que en la especie condiciona determinante el éxito del
recurso, pues el debate fue resuelto sobre la base del hecho asentado de
que es el demandante y no el demandado quien cuenta con posesi ón
inscrita, siendo ese antecedente el que ha permitido definir que
transcurrió el término necesario para declarar la prescripción adquisitiva
reclamada en autos.
D ÉCIMO : Que corresponde abordar el análisis de las
transgresiones a las normas sustantivas denunciadas, que se relacionan
con la posibilidad, por una parte, de adquirir por prescripci ón, sea
ordinaria o extraordinaria, un inmueble cuya posesión material ni el actor
ni sus antecesores en el dominio - supuestamente- han detentado, y, por
otra, respecto a la posibilidad de que un poseedor inscrito pueda solicitar
la prescripción adquisitiva extraordinaria basado en su mismo t ítulo.
UND ÉC IMO : Que de acuerdo a la doctrina mayoritaria de los
autores y a la cual ha adherido esta Corte en anteriores
pronunciamientos, contra título inscrito no es procedente la prescripci ón
adquisitiva ordinaria ni extraordinaria de los bienes ra íces, sino en virtud
de otro título inscrito.
En este sentido, si bien el artículo 2510 del Código Civil dispone
que para ganar por prescripción extraordinaria no es necesario t ítulo
alguno, dicho precepto constituye una norma de car ácter general
aplicable a la adquisición extraordinaria de bienes muebles o de aquellos
inmuebles no inscritos, pero no tiene aplicación cuando se trata de
adquirir por prescripción un bien raíz inscrito, como ocurre en el caso de
autos.
Tratándose de bienes inmuebles inscritos, el artículo 2505 del
Código citado es absoluto y prevalece sobre el art ículo 2510 por el
principio de especialidad consagrado en el art ículo 13 del mismo cuerpo
normativo, pues el artículo 2505 es doblemente excepcional, porque se
aplica exclusivamente a los inmuebles y porque rige s ólo respecto de los
inmuebles inscritos.

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DUOD ÉCIMO: Que, de acuerdo a lo antes razonado, la
prescripción adquisitiva extraordinaria fundada en la posesi ón material de
un bien raíz no cabe contra título inscrito con anterioridad, el que s ólo
pierde su vigencia con la inscripción de un nuevo t ítulo, t ítulo que nunca
ha detentado el demandado, y que, sí tiene el actor, as í como tambi én
sus antecesores en el dominio.
La primacía de la inscripción por sobre la posesión material en la
trasferencia de los bienes raíces fluye de diversos preceptos del C ódigo
Civil, como son los artículos 724, 728 y 730, y tambi én est á presente en
el artículo 2505, que dispone perentoriamente: “Contra t ítulo inscrito no
tendrá lugar la prescripción adquisitiva de bienes ra íces o de derechos
reales constituidos en éstos, sino en virtud de otro t ítulo inscrito, ni
empezará a correr sino de la inscripción del segundo”.
Por lo demás, como se estableció en el considerando octavo, fue un
hecho establecido que el demandado nunca ha detentado la posesi ón del
inmueble, sino que solo su mera tenencia.
D ÉCIMO TE RCE RO : Que, por las razones consignadas en las
motivaciones precedentes, no se aprecia la vulneraci ón reclamada
respecto de los artículos 2505, 2510, 718, 724 y 924 del Código Civil.
En consecuencia, habiéndose verificado los supuestos para la
procedencia de la acción intentada al asentarse que el demandante es
poseedor inscrito del predio cuya adquisición por prescripci ón pretende
pues, sumada a la de sus antecesores, ha tenido posesi ón por m ás de 42
años y constando además que el demandado solo cuenta con t ítulo que lo
habilita para ocupar el inmueble en cuestión pero no con inscripci ón de
dominio a su nombre, no se advierte en la decisión de los jueces el error
de derecho que justifique la invalidación que se pretende.
D ÉCIMO CUA RTO : Que no obsta a la conclusión anterior lo
alegado por el demandado en el sentido que la acci ón no pudo ser
acogida pues el actor la ha basado en su calidad de poseedor inscrito de
la propiedad sub lite, cuestión que no le permitir ía adquirir por
prescripción pues ésta exige carecer de título. Lo anterior, toda vez que

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tal como lo señala la sentencia recurrida debe tenerse en consideraci ón
que este modo de adquirir el dominio tiene la cualidad de otorgar
certidumbre y seguridad, propósito al cual precisamente aspira el
demandante con el reconocimiento de su calidad de poseedor del bien
raíz, que aparece cuestionada por el demandado.
D ÉCIMO QUINTO : Que por último tampoco se vislumbra por
esta Corte que los jueces del fondo hayan infringido los art ículos 588,
700, 2492 y 2498 del Código de Bello, pues el primero se limita a
enumerar los modos de adquirir el dominio, el segundo de los art ículos
define lo que es la posesión, la tercera disposición solo precisa lo que
debe entenderse por prescripción y la última norma hace menci ón a
cuales son los bienes cuyo dominio es susceptible de adquirirse por
prescripción.
D ÉCIMO SEXTO : Que, como se desprende de todo lo
analizado, la sentencia objetada no ha incurrido en los yerros que se le
atribuye y, por el contrario, ha dado correcta aplicación a las leyes que se
pretende infringidas, razón por la que el recurso deducido debe ser
desestimado.
Y visto además lo dispuesto en los artículos 764, 765, 767 y 768 del
Código de Procedimiento Civil, se rec haza el recurso de casación en el
fondo deducido en lo principal de fojas 556 por el abogado Sergio
Vergaray Cid, en representación del demandado Gabriel Esteban Zapata
Pacheco, en contra de la sentencia de veintitrés de enero de dos mil
dieciocho, escrita a fojas 555.
Redacción a cargo del ministro señor Juan Eduardo Fuentes.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
N° 5141-2018.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros
Sr. Guillermo Silva G., Sra. Rosa María Maggi D., Sr. Juan Eduardo
Fuentes B., Sr. Juan Manuel Muñoz P. y Abogado Integrante Sr. Iñigo
De la Maza G.

PXGXMGQLKG
No firma el Abogado Integrante Sr. De la Maza, no obstante haber
concurrido a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por ausencia.

GUILLERMO ENRIQUE SILVA ROSA MARIA MAGGI DUCOMMUN


GUNDELACH MINISTRA
MINISTRO Fecha: 27/08/2019 12:17:04
Fecha: 27/08/2019 12:17:04

JUAN EDUARDO FUENTES BELMAR JUAN MANUEL MUÑOZ PARDO


MINISTRO MINISTRO(S)
Fecha: 27/08/2019 12:17:04 Fecha: 27/08/2019 13:24:04

PXGXMGQLKG
Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 27/08/2019 13:26:54

En Santiago, a veintisiete de agosto de dos mil diecinueve, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 27/08/2019 13:26:55

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. PXGXMGQLKG

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