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LAS DIMENSIONES DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA* 1

William Bright

El término “sociolingüística” es completamente nuevo 2. De la misma manera que sus


hermanos mayores: “etnolingüística”, “sicolingüística”, no es fácil definirlo con precisión;
ciertamente esos tres términos tienden a superponerse en cierta manera por los temas
principales que tratan y porque en cierta medida reflejan las diferencias de intereses y
enfoque de los investigadores más que las diferencias de material. Ciertamente es correcto
decir que los estudios de sociolingüística como los realizados bajo el nombre de “sociología
del lenguaje” tratan de la relación entre el idioma y la sociedad. Pero tal aseveración es
excesivamente vaga. Si intentamos ser más exactos podemos notar que la sociolingüística
difiere de algunas preocupaciones anteriores sobre relaciones socio-idiomáticas en que
siguiendo puntos de vista modernos de la lingüística propiamente dicha considera el
lenguaje y la sociedad como una estructura, más que como una mera colección de ejemplos.
Así pues, la tarea del sociolingüista es mostrar las variaciones sistemáticas correlacionadas
de la estructura lingüística y de la estructura social – y aun quizá mostrar una relación
causal en una dirección o en otra. Sin embargo, aunque los sociolingüistas derivan buena
parte de enfoque de la lingüística estructural, al mismo tiempo rompen abruptamente con
una de sus tendencias. Se trataban los idiomas como si fueran completamente uniformes,
homogéneos o monolíticos en su estructura. Con este punto de vista, que ahora se reconoce
como pernicioso, las diferencias en los hábitos de habla que se encontraban dentro de una
comunidad se hacían a un lado llamándolos “variación libre”. Una de las tareas principales
de la sociolingüística es mostrar que tal variación o diversidad no es en efecto libre sino que
está relacionada con diferencias sociales sistemáticas. La diversidad lingüística es
precisamente el asunto principal de la sociolingüística.
Ciertamente tal caracterización se queda corta y no sugiere la amplia gama de
estudios sociolingüísticos que son posibles y que se ejemplifican en este volumen 3. Quizás
nos acercáramos más a la descripción de esta gran variedad de estudios si tratamos de
identificar las dimensiones de la sociolingüística –los diferentes tópicos que de alguna
manera tocan este campo. Dondequiera que dos o más de estas dimensiones se interceptan

*Este texto es una transcripción exacta –incluidas las notas al pie– de: Bright, W., “Las dimensiones de
la Sociolingüística”, en Garvin, P. y Y. Lastra, Antología de estudios etnolingüísticos y sociolingüísticos,
UNAM, 1974, pp. 197-202.
1
Publicado originalmente con el título de “Introduction: The Dimensions of Sociolinguistics” en
Sociolinguistics, editado por William Bright. La Haya: Mouton and Co., 1966, p. 11-15. Traducción publicada
con permiso del autor y de la editorial.
2
Currie (1952) empleó el término. La tercera edición del New International Dictionary de Webster,
1961, no registra la palabra.
3
[Se refiere a Bright 1966].

1
podemos encontrar material para el estudio sociolingüístico4. En los párrafos siguientes se
hablará sobre siete de estas dimensiones. Considerando la diversidad como el concepto
clave del campo, es razonable relacionar un conjunto importante de dimensiones con los
factores que condicionan la diversidad lingüística.
Es decir, los distintos factores definidos socialmente con los cuales se encuentra
relacionada la diversidad lingüística. El número de tales factores difiere, según el caso, pero
tres de ellos parecen explicar la mayoría de los casos de diversidad sobre los que se tiene
informes: las dimensiones del emisor, del receptor y del ambiente. (Cf. Hymes 1962).

1. La identidad social del emisor o hablante se ejemplifica mejor con los casos de
“dialectos de clase” donde las diferencias de habla se relacionan con la estratificación
social – tales diferencias quizá alcanzan su forma extrema en los dialectos de casta de la
India. La misma dimensión es importante en casos de diferencias entre el habla
masculina y femenina (Furfey 1944).
2. La identidad social del receptor y oyente es pertinente siempre que se usen los
vocabularios especiales de respeto al dirigirse a los superiores, como a menudo se ha
informado de los pueblos orientañes y de Oceanía (Garvin y Rissenberg 1952).
Otro estilo especial de habla condicionado por este factor es el “habla aniñada” como la
que se usa en inglés y en muchas otras lenguas – esta expresion se refiere no a la manera
como hablan los nenes sino a como hablan los adultos al dirigirse a ellos (Ferguson
1964). Otros tipos más de estilos determinados por la identidad del receptor son los
usados en nootka cuando se dirigen a niños, enanos, jorobados, tuertos y hombres
incircuncisos (Sapir 1915). En muchos casos se usa un mismo estilo especial tanto al
hablar a una persona como al hablar de ella; pero es raro que la identidad de la persona
de quien se habla esté correlacionada, si alguna vez lo está, con una dimensión
independiente de la variación lingüística.
3. La tercera dimensión condicionada es la del medio ambiente que comprende todos los
elementos pertinentes posibles dentro del contexto de comunicación, a excepcion de las
identidades de los individuos involucrados.
Esto se ejemplifica con el uso lingüístico especial de los apaches cuando están en pie de
guerra (Opler y Hoijer 1940) o por las diferencias entre el estilo formal y no formal
determinadas por el ambiente social en la mayor parte de (quizá en todos) los idiomas.
Cuando existen profundas diferencias en forma y función entre el estilo formal y no
formal hablamos de diglosia; la hallamos en los países de habla árabe, en Grecia
moderna, Haití, en la Suiza de habla alemana y en la mayor parte del sur de la India
(Ferguson 1959).
Por supuesto que se debería entender que las tres dimensiones que hemos señalado no se
excluyen de ninguna manera sino que más bien se intersectan para condicionar un tipo

4
Este enfoque se asemeja al método de análisis componencial empleado actualmente en fonología y en
el análisis semántico en contextos sociolingüísticos específicos de Brown y Gillman (1960) y de Friederich
(1966). Cf. También Ervin-Tripp (1964).

2
particular de comportamiento sociolingüístico. Así, el llamado lenguaje masculino y
femenino del yana involucra consideraciones referentes tanto al emisor como al
receptor: el “habla masculina” se usaba siempre que un hombre fuera el emisor o el
receptor, mientras que el “habla femenina” se usaba solo entre mujeres (Sapir 1929).
La compleja etiqueta lingüística del javanés incluye los factores de emisor, receptor y
medio ambiente. Tambien debiera entender que cada una de estas dimensiones puede
fragmentarse en casos particulares. Por ejemplo, el uso determinado por la identidad del
emisor o el receptor puede incluir una compleja interaccion de factores talles como edad,
rango social y lazos de sangre, como se ve en el trabajo de Friedrich (1966).
4. Otras dimensiones de la sociolingüística están basadas no tanto en la diversidad real de
comportamiento lingüístico sino más bien en el enfoque objetivos del investigador. Así,
tal como ocurre en otros campos, la investigación sociolingüística puede ser sincrónica o
diacrónica.
En el terreno de los dialectos de casta de la India podemos señalar estudios de ambos
tipos: el de Gumperz (1958) enfoca en primer término las diferencias actuales y las
funciones del dialecto de casta de una población de habla indostaní. El de Bright y
Rmanujan (1964) trata de encontrar causas históricas para las diferencias entre los
dialectos de casta del sur de la India.
5. Una dimensión que se introdujo en las discusiones de la conferencia UCLA fue el
trabajo de Hoenigswald sobre la diferencia entre la manera de hablar de la gente y lo que
cree sobre su propio comportameinto lingüístico y el de los demás. Este último tópico
denominado “lingüística folk” frecuentamente atañe al sociolingüista. En muchas pares
del mundo, por ejemplo, el punto de vista nativo tiende a confundir el habla “alta” y
“baja” en el sentido de formal vs. no formal con “alto” y “bajo” refiriéndose al estrado
social del hablante. En tales casos el investigador no debe dejarse confundir aceptando el
punto de vista popular como la conducta lingüística real; al mismo tiempo debe darse
cuenta de que el punto de vista popular es en sí una parte de la situación sociolingüística
y por derecho digno de estudio.
6. Otra dimensión es la del grado de diversidad. Este término no debiera entenderse como
referencia a medidas puramente geográficas ni a simples medidas lingüísticas tales como
número de palabras compartidas. Más bien se refiere a la diferencia entre segmentos de
una sociedad o nación por oposición a la diveridad entre distintas sociedades o naciones
y la diferencia entre variedades de un solo idioma, en contraste con la diferencia entre
distintos idiomas. Parece ser útil hacer tres clasificaciones del grado de diversidad. Una,
que llamaremos multidialectal, que incluye los casos en que las variedades socialmente
condicionadas de un solo idioma se usan dentro de una sola sociedad o nación; como
ejemplo están los contrastes entre el habla universitaria y no universitaria en la Gran
Bretaña o entre el uso formal y no formal en las sociedades de habla tamil del sur de la
India. El tipo multilingüe incluye los casos en los que idiomas se usan dentro de una sola
sociedad o nación. Esta categoría se refiere en particular a los problemas de naciones
plurilingües como Bélgica, Ghana, India, Canadá y Paraguay, para dar ejemplos de
3
cinco continentes distintos. La tercera clasificación es la multisocial que incluye estudios
de idiomas distintos hablados por sociedades diferentes. El propósito es encontrar
correlaciones entre las diferencias de lenguaje y las diferencias de estructura social
según la hipótesis whorfiana que postula correlaciones entre estructuras lingüísticas y las
culturas asociadas. Así, Whorf pudo haber propuesto –aunque no lo hizo– correlaciones
entre la gramática hopi y la organización social hopi, en contraste con las correlaciones
entre el inglés o gramática SAE y la organización social SAE. Un estudio actual de esta
clase es el trabajo de Fischer en el cual contrastan los idiomas y sociedades Truk y
Ponapé.
7. Una última dimensión que se debe reconocer es la de aplicación de los resultados,
implícitos en las descripciones de la diversidad sociolingüística. Nuevamente podemos
reconocer tres categorás correspondientes a tres tipos de investigadores; la primera
aplicación, que refleja el interés del sociolingüista incluye el uso de datos
sociolingüísticos como índice diagnóstico de la estructura social en general o de
fenómenos sociales peculiares. Así, el reconocimiento de una triple división en los
dialectos de casta del sur de la India y de una doble distinción de lo formal puede
relacionarse con otra clase de datos que conducen a una descripcion de las diferencias
que hay entre las personas y entre los ambientes que son socialmente significativos para
los hindúes del sur. Más aún, una vez que se haya reconocido las clasificaciones
socialmente significativos para los hindúes del sur. Más aún, una vez que se hayan
reconocido las clasificaciones socialmente significativas de personas y situaciones, el
investigador puede usar criterios lingüísticos para clasificar situaciones e individuos
particulares: un hombre que habla de tal o cual manera manifiesta que es brahmín; una
ocasión en la que se usa tal o cual lenguaje se reconoce como ocasión formal.
El segundo tipo de aplicación refleja el interés del lingüista histórico. Las preguntas que
se hacen aquí son: ¿cambian los idiomas de diferentes maneras bajo circunstancias
sociales diferentes?, ¿cambian los distintos dialectos sociales del mismo idioma en
distintas proporciones o de diferentes maneras?, ¿cómo refleja la historia de un idioma la
interacción de los dialectos sociales? El estudio de esas cuestiones puede efectuarse ya
sea por el examen de los archivos históricos –cuando es posible– o aun mejor, mediante
el estudio de los procesos de cambio lingüístico que se están llevando a cabo, como lo ha
hecho Labov en Martha’s Vineyard y en Nueva York (1963, 1964).
El tercer tipo de aplicación es el hecho por el planificador idiomático –lingüista,
educador, legislador o administrador que ha de trabajar con políticas oficiales referentes
al uso del idoma. Así, dada una sociedad organizada en la que es corriente una
diversidad de dialectos, el planificador del lenguaje debe considerar aspectos tales como
¿qué variedades se deben reconocer como lenguas “oficiales” o “nacionales”?; ¿qué
variedades deben ser aprobadas para publicaciones oficiales u obras literarias
patrocinadas por el gobierno en instituciones educativas de varios niveles y en los
tribunales?; ¿cuál debe ser la actitud oficial hacia las variedades no aprobadas para
cualquiera de estas situaciones?; ¿en qué medida corresponden las subdivisiones
4
políticas de una nación con las subdivisiones lingüísticas?; ¿cómo podrían desarrollarse
o igualarse los sistemas de estructura?
Quizá los problemas más complejos de planificación idiomática son los encargados por
las naciones recién independizadas de Asia y Africa, y las diversas políticas que se
siguen en esas naciones proporcionan ejemplos actuales de la clase de dificultades que
se presentan5.

Traducción de José Joaquín Montes

5
[Hemos suprimido un párrafo del artículo original que se refiere principalmente a Sociolinguistics,
volumen editado por Bright y publicado en 1966. Este artículo apareció como introducción a dicha obra].

5
LA CONCEPCIÓN ESTRUCTURAL DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA 1*

José Pedro Rona

1. Objetivos de la sociolingüística

En ninguna ciencia es posible realizar trabajos de investigación adecuados si no se


delimita previamente el objeto, la teoría y la metodología de la ciencia misma. Hasta donde
sabemos, esto nunca fue hecho en el campo de la sociolingüística. En general, se ha
entendido genéricamente que la sociolingüística debería estudiar los aspectos llamados
“sociales” del lenguaje. Podemos dar por sentado que un estudio de este tipo caería dentro
de lo que Saussure denominaba linguistique externe, y podría enfocarse como 1) estudio de
los efectos de la sociedad sobre la lengua o 2) estudio de los efectos de la lengua sobre la
sociedad. De hecho, los trabajos de investigación sociolingüística se han estado llevando a
cabo sobre una base general de criterios “sociales”, o sea no-lingüísticos.
Hemos tenido algunas dudas acerca de si convendría hablar en esta conexión sobre
nuestros propios trabajos de investigación y sus resultados, o bien tratar de presentar una
discusión general de la sociolingüística. Finalmente, nos hemos decidido por la discusión
general del tema, puesto que tenemos la impresión de que no existe hasta ahora ninguna
teoría general y consistente de esta temática. Hemos estado explorando durante muchos
años las posibilidades teóricas y metodológicas de la sociolingüística, y creemos que
podemos contribuir con algunos enfoques que pudieran al menos merecer alguna reflexión.
Numerosos estudiosos de las escuelas estructuralistas europeas se han dado cuenta
desde el principio, de que el concepto saussureano de la langue es demasiado vago y
difuso. Nosotros consideramos que lo es a tal punto que se hace necesario discriminar
varios conceptos diferentes, que suelen llamarse lengua, y la confusión de los cuales suele
provocar grandes dificultades metodológicas. Así, si bien es cierto que existe un concepto
de lengua (L1) que se opone a habla (parole), no menos cierto es que cuando hablamos de
una lengua francesa en cuanto opuesta a los dialectos y patois franceses, esta lengua (L2)
incluye en sí el “habla francesa”, puesto que a esta L2 corresponde un habla y a cada
dialecto y patois un habla diferente. Aun podemos hablar de “lengua francesa” en cuanto
opuesta a la alemana, española, inglesa, etcétera, y esta lengua (L3) incluye aun los
dialectos y patois franceses (con las hablas que les corresponden). Esta diferencia entre L1,
L2 y L3 –mejor dicho, la falta de percepción de esta diferencia– ha sido siempre la principal
dificultad para la aplicación del método estructural a la dialectología. Mientras el método
estructural meramente descriptivo se refiere a L1, los dialectólogos tienen que vérselas con
L3 o, más bien, con la estratificación interna dentro de L3, que es, por supuesto, un
1
La versión original inglesa, entitulada “A Structural View of Sociolinguistics” se ha publicado en
Method and Theory in Linguistics, editado por Paul L. Garvin, Mouton y Cía., La Haya, Holanda, 1970, p.
199-207.
* El presente texto es una transcripción de Rona, J. P. “La concepción estructural de la
sociolingüística”, en Garvin, P y Y. Lastra, Antología de estudios etnolingüísticos y sociolingüísticos, UNAM,
1974, p. 203-216.

1
problema externo a L1. La “arquitectura (charpente) de la lengua” de Hjelmslev, el
concepto de “archisistema” de Coseriu, el “diasistema” de Weinreich, el “sistema de
sistemas” de que hablan los lingüistas checos, y aun nuestras propias observaciones de
1958 sobre la estratificación socio-cultural de la lengua, constituyen otras tantas tentativas
de resolver este problema y de poder aplicar métodos estructurales no solamente a L1, sino
también a L3. Esto significaría, por supuesto, que una dialectología estructural quedaría al
menos parcialmente comprendida en la linguistique interne, como lo señalara muy clara y
convincente Hutterer (1963).
Exactamente lo mismo puede decirse de la sociolingüística. Esta estará dentro de la
órbita de la lingüística externa solamente cuando se enfoca la mera descripción estructural
de L1. En cambio, pertenecerá al menos parcialmente a la lingüística interna si L3 es el
objetivo de nuestra descripción. Por consiguiente, podríamos y deberíamos distinguir entre
una sociolingüística “lingüística” y una sociolingüística “extralingüística”. La primera
estudiará la estratificación interna de L3, mientras que la segunda tendrá que enfrentarse
con las influencias de la sociedad sobre L3 y con las de L3 sobre la sociedad.

2. El diasistema

Aceptamos este término, acuñado por el lamentado Weinreich, como sinónimo de L3,
aun cuando Weinreich lo emplea solamente con referencia a la estratificación horizontal
(dialectal). Creemos que “metasistema” (en el sentido russelliano) sería el término obvio
para describir o denotar un sistema de sistemas; pero este término sería entonces
homonímico con el que designa el sistema del metalenguaje. Preferimos entonces hablar de
“diasistema”, que es al mismo tiempo un concepto obviamente similar al L-complex de
Hockett también. Nuestra representación de un diasistema ideal sería un cubo, dentro del
cual, al menos teóricamente, cada punto representa un idiolecto, o sea un L1. Los tres ejes
de este cubo pueden designarse, utilizando la terminología de Flydal (1951), como eje
diatópico, eje diastrático y eje diacrónico. Utilizamos esta terminología desde 1958.
Eje diastrático

Eje diatópico
2
Nos permitimos, en cambio, discrepar con la cuádruple organización que introduce
Coseriu al adoptar esta terminología en 1964, ya que la diafasia se refiere a relaciones entre
varios estilos de lengua dentro del mismo idiolecto (L1), mientras que la diatopía, diastratía
y diacronía son relaciones entre idiolectos distintos; se trata, pues, de relaciones de
diferente orden.
En la realidad, solo hay diferencias insignificantes entre dos idiolectos vecinos. No
podríamos hablar de un “inglés de la calle 42” como diferente del “inglés de la calle 43”;
tampoco de un “inglés del 30 de julio de 1966” como distintos del “inglés del 31 de julio de
1966”; ni, desde un punto de vista diastrático, de un “inglés de los conductores de autobús
de Los Ángeles” como diferenciado del “inglés de los inspectores de Los Ángeles”. En
cambio, ciertamente es lícito y necesario distinguir entre algo más extensas áreas
geográficas, períodos cronológicos y estratos socio-culturales. Se puede suponer que los
idiolectos son aproximadamente idénticos dentro de la misma área, el mismo período y el
mismo estrato. Por consiguiente, el conjunto de estos idiolectos puede ser también
considerado como L1 y como objeto de una descripción estructural, que será por lo tanto
sintópica, sincrónica y sinstrática (o sea, no meramente sincrónica como postulaba
Saussure). Todo tipo de estudio que vaya más allá de los límites de un grupo semejante de
idiolectos será un estudio externo a L1, pero interno a L3. Solo podremos considerar como
externo a L3 el estudio de hechos extradiasistemáticos.
Desde hace años han sido iniciados estudios estructurales de tipo comparativo a lo
largo de estos tres ejes del diasistema. En el eje diacrónico, se trata de la llamada fonología
diacrónica (escuelade Praga) y últimamente la morfología diacrónica. En el eje diatópico, la
dialectología estructural ha sido últimamente objeto de algunos trabajos de investigación
tanto teórica como descriptiva. Aquí discutiremos la investigación estructural en la
sociolingüística, que correspondería al eje diastrático.
El autor de estas líneas ha intentado mostrar en uno de sus artículos (1962) que los
fenómenos estructurales correspondientes al eje diastrático presentan una semejanza
sorprendente y evidente con los que ocurren en el eje diatópico. Esto se debe al hecho de
que la diferenciación diastrático es muy similar a la diatópica (dialectal). Por consiguiente,
su estudio puede ser estructural en tres sentidos, que son los mismos que han sido
explicitados para la diferenciación dialectal por Ivic (1962).

3. Los temas de la sociolingüística

Podemos dividir la temática propia a la sociolingüística, sobre la base de lo que acaba


de decirse y a los efectos de una más precisa delimitación, en las siguientes clases:
a) Estratificación interna del diasistema:

3
a.1. la descripción de todo grupo de idiolectos, si estos son suficientemente
uniformes, debe hacerse de un modo sintópico, sincrónico y sinstrático. Por lo tanto, una
descripción de esta clase será la descripción de cierto estrato socio-cultural, diferente de los
otros estratos existentes en la misma área y el mismo período.
a.2. La comparación de estratos diferentes existentes en la misma área suministrará
un conocimiento que puede ser comparado a la dialectología.
a.3. La influencia de un estrato sobre cualquier otro estrato existente en la misma
área, puede ser enfocada como análisis de sistemas de contacto o “contactología” y
estudiada con los mismos métodos que ha propuesto Weinreich (1953) para el bilingüismo.

b) Efectos de la sociedad sobre el diasistema


b.1. Puesto que el significado lingüístico es una asociación de un significante y de un
significado, resulta claro que los efectos de la sociedad sobre el signo lingüístico pueden
afectar, por un lado, el significante. Este es el caso de los muchos tipos de tabú y de
eufemismos.
b.2. También pueden afectar el significado. Tal es el caso de las muchas divergencias
semánticas debidas a la estructura de la sociedad. Sin ánimo de entrar en consideraciones
políticas en un trabajo lingüístico, deseamos señalar el ejemplo de las dos Alemanias, cada
una de las cuales se llama “democrática” a sí misma, y “no democrática” a la otra.
b.3. Los fenómenos hasta ahora mencionados se relacionan con el valor simbólico del
signo lingüístico. Sin embargo, el significado lingüístico tiene también otro valor, el valor
sintomático. Este factor sintomático se vuelve más evidente cuando es inesperado, pero en
realidad está presente siempre, en todo acto de hablar. Así, por ejemplo, si estamos
cruzando una selva y en un momento determinado oímos “hay una trampa doscientos metro
más adelante”, entonces estamos recibiendo dos informaciones diferentes: el contenido
simbólico de esta oración nos informa acerca de la existencia de una trampa; su contenido
sintomático suministra información sobre el hecho de que hay algo detrás de un arbusto.
Esta información sintomática es claramente percibida, puesto que habitualmente no
esperamos encontrar a nadie escondido detrás de un arbusto cuando estamos cruzando
selvas. Sin embargo, resulta evidente que el contenido sintomático existe, aunque
usualmente pase desapercibido, también cuando un profesor está hablando de lingüística a
sus alumnos o a sus colegas. El contenido sintomático nos dice no solamente el mero hecho
de que alguien está realmente hablando, sino también que el hablante es masculino o
femenino, joven o viejo, colombiano o uruguayo –de ahí su importancia para la
sociolingüística–; que pertenece a determinado estrato socio-cultural dentro del diasistema.
El estudio de este último tipo de información debe considerarse una parte primordial de la
sociolingüística, y sus unidades no serán signos lingüísticos, sino actitudes lingüísticas, que
pueden expresarse en términos del status socio-cultural de determinado signo dentro del
sistema, o determinado sistema dentro del diasistema, o a un status socio-cultural de un

4
diasistema entero (por ejemplo, el del guaraní y el del español en Paraguay) dentro de una
comunidad.
En un trabajo de Garvin y Mathiot, de 1956, encontramos una enumeración de las
funciones de una lengua normalizada (standard language). Estas funciones son:

- La función unificadora
- La función diferenciadora (separatist function)
- La función de prestigio, y
- La función de marco de referencia

Y bien, aunque aquí no nos sea posible entrar en una mayor y más detallada discusión
de estas funciones, creemos que resulta bastante evidente que todas estas funciones de la
lengua normalizada son funciones sintomáticas, en el sentido que acabamos de señalar.
El valor sintomático está también en la base de la norma, una noción lingüística que
fue bien definida por Coseriu en 1952. En la lengua, una norma es un aspecto que, sin ser
pertinente desde el punto de vista del sistema, es regularmente observado por la comunidad
lingüística. Como ejemplo, mencionaremos el hecho de que en el español del Uruguay
existe el fonema /ž/ que tiene dos alófonos, uno sonoro [ž] y otro sordo [š]. Teóricamente,
cualquiera de estos alófonos puede ser usado en cualquier contexto, puesto que no son
distintivos. Sin embargo, en la norma el alófono sordo ocurre solamente en nexos ante otra
consonante sorda, mientras que en cualquier otro contexto fónico se emplea solo el alófono
sonoro. La “estandarización” (o “normalización”) de la lengua se basa también en la norma,
o sea, en una selección entre posibilidades isofuncionales, y, después de ocurrida la
“estandarización”, las dos posibilidades isofuncionales, aunque sigan siendo idénticas
desde el punto de vista del sistema, tienen valores sintomáticos muy diferentes.
Ocurren también desplazamientos en la norma, y Coseriu muestra que los cambios
lingüísticos son justamente consecuencias de estos desplazamientos en la norma.
Lo mismo puede decirse de lo que Malkiel (1960) llamó la “historia externa” de una
lengua. La historia de una lengua no es más que una secuencia de desplazamientos en el
valor sintomático de la lengua como unidad, o de cualquiera de sus partes. Fue por esta vía
como las lenguas románicas o germánicas se han transformado en lenguas nacionales o
literarias o normalizadas (standard), y lo mismo está ocurriendo actualmente en muchos
países.

c) Efectos del diasistema sobre la sociedad


Este tema cabe solo indirectamente dentro del objeto de la lingüística o de la
sociolingüística, puesto que aquí se trataría de cambios que ocurren en la sociedad, no en la
lengua. Por consiguiente, estos cambios deberían ser estudiados por el sociólogo, no por el
lingüista. Sin embargo, es posible o importante en la sociolingüística examinar cuáles son
los aspectos de la lengua que producen cambios en la sociedad, y en qué forma los
producen. Tradicionalmente esto ocurre a través de la gramática preceptiva, la

5
alfabetización, etcétera, que tienden a provocar ciertos desplazamientos en el equilibrio
entre los diversos estratos de la sociedad. Debe notarse, sin embargo, que todos estos
procesos involucran solamente el valor sintomático de la lengua, puesto que, desde el punto
de vista lingüístico, una persona culta es simplemente una persona que utiliza solo aquellos
signos lingüísticos que son empleados por las personas cultas, y que no usa los signos
lingüísticos habitualmente empleados por la gente vulgar. No hay por lo tanto mayor
diferencia entre este tema y el mencionado en b.3. Sin embargo, desde un punto de vista
práctico, hay que tener siempre presente que una sociedad no es meramente una sociedad,
esto es, una entidad de orden superior, sino que es, al mismo tiempo, un conjunto de
personas, o sea la suma de entidades de orden inferior, cada una de las cuales es afectada
individualmente por las diferencias sintomáticas sobre el eje diastrático del diasistema. En
este sentido, el lingüista puede hacer valiosos aportes a la labor del sociólogo, del
trabajador social y del educador. Por consiguiente, si bien la investigación de los efectos de
las diferencias diastráticas sobre la sociedad e incluso sobre los individuos que componen
la sociedad, no suele ser una tarea muy atractiva para el lingüista; con todo no deja de ser
una tarea que debe ser cumplida, y en muchos casos debe ser cumplida urgentemente.
Tanto el autor de estas líneas, en una comunicación presentada en el I Simposio
Interamericano de Lingüística y Enseñanza de Idiomas realizado en Cartagena en 1963,
como Hymes, en una disertación leída en 1964 en el Congreso de Sociolingüística
organizado por la Universidad de California en Los Ángeles, hemos subrayado la
circunstancia de que los lingüistas, aun los sociolingüistas, suelen tener la tendencia de
pasar por alto el nivel concreto en que las diferencias de lenguaje sirven de ayuda o bien de
obstáculo al individuo en el desenvolvimiento de su vida cotidiana.

d) Podemos también sobrepasar los límites de una lengua, esto es, de un


diasistema determinado, ya sea en vista de una mera comparación, o bien para estudiar la
mutua interacción de dos o más lenguas. Este tema, sin embargo, constituiría un aspecto
interlingüístico (cross-linguistic) o intercultural (cross-cultural), y nosotros creemos, como
lo ha explicitado Hymes en 1964, que a pesar de las apariencias la relatividad lingüística es
de un aspecto predominantemente intracultural. La inclusión de la interacción intercultural
no es imposible, pero nos introduciría en una temática demasiado alejada de la nuestra.
El término de “sociolingüística” se aplica más bien a los estudios de la variación
lingüística dentro de una misma sociedad, y nosotros entendemos que debe continuar
aplicándose así. Las diferencias sociológicas entre dos o más lenguas cabrían más bien en
el tema denominado “lengua y cultura” (Fischer, 1964).

4. Los métodos de investigación

Es evidente que la precedente exposición acerca del objeto y la temática de la


sociolingüística, nuestra tentativa de hallar una división estructurada de los temas de esta

6
ciencia (3), tenían como finalidad poder mostrar los diversos métodos de investigación que
deberían ser utilizados en la sociolingüística. Tenemos la impresión de que la mayor parte
del trabajo realizado hasta ahora en este campo se vio afectada por la falta de una visión
adecuada de su teoría y de su metodología. Para comprender la influencia de esta carencia,
debemos decir algunas palabras acerca de la teoría y de la metodología.
Algunos autores han manifestado que la metodología debe siempre preceder a la
teoría, que, por consiguiente, debe ser una teoría orientada a la metodología. Otros han
sostenido que la teoría debe venir primero, el método y la aplicación después. Unos terceros
han señalado que entre la teoría y la metodología hay una relación bilateral, del tipo de
corrección mutua (feedback). Nosotros creemos que todos estos autores tienen
absolutamente razón.
Lo que nosotros postulamos es que siempre debe haber dos tipos completamente
diferentes de teoría: una teoría del objeto de estudio, y una teoría del método. La primera
sería un metalenguaje, puesto que nos estamos ocupando del lenguaje, estamos hablando
del lenguaje. La segunda teoría sería un metametalenguaje, puesto que ahora estamos
hablando de la lingüística, que es en sí un metalenguaje. Como lo señalara Russell, si no
tomamos en cuenta estas diferencias de jerarquía, lo más probable es que arribemos a meras
paradojas. Tenemos la impresión de que gran parte de lo dicho en la lingüística
estadounidense se basa en esta clase de paradojas, resultante de la no distinción entre teoría
del objeto y teoría del método.
Para resumir, diremos que una buena teoría es siempre una teoría orientada por el
método; pero creemos que debería siempre haber otra teoría más, que tendría que preceder
al método, ser una verdadera teoría del método. Esta teoría del método es diferente de la
teoría del objeto de la ciencia, que no puede alcanzarse sino después de haberse reunido los
datos pertinentes. Entendemos que la teoría del método es esencialmente lo mismo que un
modelo. Por consiguiente, lo que aquí postulamos no contradice el principio de la
anterioridad de la metodología con respecto a la teoría. Por supuesto, podríamos llevar esta
cadena más adelante, y habría también una metodología de la teoría de la metodología; pero
esta ya no formaría parte de la metodología en cuestión. Sería común a todas las ciencias, y
pertenecería por lo tanto a la epistemología.
Resulta claro que cada uno de los temas enumerados en el capítulo 3 requiere una
metodología de investigación propia. Nuestra representación del diasistema y de las
relaciones internas sobre su eje diastrático, tenía la finalidad de constituir un modelo, esto
es, un medio para llegar a métodos de investigación apropiados.
La descripción de un grupo suficientemente uniforme de idiolectos (a.1.) significa en
realidad la descripción de un sistema (L1). Puede lograrse mediante la utilización de los
métodos de investigación de la lingüística descriptiva común, y por lo tanto no es
propiamente un objeto de la sociolingüística, como no lo es de la dialectología ni tampoco
de la lingüística histórica. No concordamos con Hutterer sobre la posibilidad de este tipo de
dialectología. Un sistema lingüístico, o partes de un sistema lingüístico, representan
teóricamente solo un punto de un diasistema. Pueden ser descritos, estructuralmente o no,
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con la ayuda de cualquier modelo de procedimientos lingüísticos, pero no pueden ser
situados dentro del diasistema, o sea que su situación en el diasistema no puede ser
determinada sino por comparación con otros sistemas lingüísticos pertenecientes al mismo
diasistema. Por lo tanto, la comparación de diferentes estratos (a.2.) será la finalidad de la
lingüística diastrática, o sea de la sociolingüística, del mismo modo que la comparación de
lugares geográficos diferentes será la finalidad de la lingüística diatópica, o sea de la
dialectología. Esta comparación podrá ser meramente diastrática (a.2.) o bien diastrático-
diacrónica (a.3.), de la misma manera que la dialectología puede ser también meramente
diatópica o bien diatópico-diacrónica.
La falta de comprensión de estas circunstancias ha impedido hasta hace poco que la
sociolingüística y la dialectología se desarrollaran sobre una base estructural.
La gran diferencia metodológica entre la socioligüística y la dialectología así
concebidas, consiste en la circunstancia de que los hablantes de los varios sistemas
lingüísticos que constituyen los estratos, viven en la misma comunidad. La selección de
informantes, que ya era extremadamente difícil en la investigación dialectológica, hace que
muchos signos lingüísticos del estrato superior aparezcan entre las respuestas de los
informantes pertenecientes a un estrato inferior. Como resultado de todo esto pocas veces
es posible llevar a cabo un análisis comparativo adecuado de dos o más sistemas
lingüísticos pertenecientes a dos o más estratos del mismo lugar. A veces da el resultado
apetecido (por ejemplo, en algunas pequeñas ciudades del sur de México), pero en general
es imposible. Es mucho más común encontrar comunidades que muestran un
escalonamiento continuo de idiolectos desde el estrato más bajo hasta el más alto, y donde
la mayor parte de los signos lingüísticos tienen una distribución diastrática irregular, es
decir que ocurre al azar en idiolectos pertenecientes a distintos estratos, y las diferencias
sociolingüísticas son representadas por ciertos rasgos, palabras o estructuras de los que se
sabe que no se emplean en el “otro” extremo de la escala. Tal es el caso de las palabras
cortas y de las palabras largas en el inglés americano, el de los lunfardismos en el español
rioplatense, etcétera. En el Uruguay, dos personas pueden estar hablando por un período
prolongado y usar exactamente las mismas palabras, pero, si uno de ellos emplea aunque
sea una sola vez la forma haiga o estea, se le considerará inmediatamente como hablante
vulgar. Esto significa, por supuesto, que cualquiera de estas formas verbales está cargada
de un alto valor sintomático, algo así como “rotulada”.
En otras palabras, podemos decir que los modos lingüísticos pueden dividirse en tres
grupos: 1) aquellos que aparecen en todos los estratos; 2) los usados solamente en el estrato
más bajo; y 3) los empleados solamente en el estrato más alto. En la mayoría de las
comunidades, un porcentaje sumamente alto pertenece al grupo 1. En cambio, las palabras
y las expresiones de los grupos 2 y 3 son sintomáticos de los estratos respectivos.
Creemos que el terreno más fértil para la investigación sociolingüística se encuentra
justamente en estos modos lingüísticos “rotulados” o sintomáticos, o sea en la investigación
de las actitudes sociales hacia el lenguaje o hacia el signo lingüísticos, que podemos llamar
actitudes lingüísticas.
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Una actitud lingüística es una entidad más compleja que un signo lingüístico, pero
posee una estructura muy similar. Podría describirse como una asociación de un hecho de
lenguaje y una creencia acerca del lenguaje, o sea una asociación entre los valores
simbólico y sintomático de una lengua o de una parte del mismo tipo de asociación que
Saussure postulara entre el signifiant y el signifié para definir el signo lingüístico.
El autor de estas líneas ha lllevado a cabo, en los últimos años, algunos trabajos de
investigación referentes a las actitudes lingüísticas en el Uruguay, Paraguay y Argentina,
con resultados muy interesantes. Nuestro interés era metodológico, no terminológico. No
estábamos especialmente interesados en crear una nueva terminología para este tipo de
investigación, y por esta razón nos hemos conformado con denominar el valor sintomático
creencia. Una actitud puede entonces definirse como una asociación de una creencia con un
hecho. Naturalmente, una entidad de tal clase no se limita a hechos de lenguahe y a
creencias relativos a hechos de lenguaje, sino que puede aplicarse a cualquier otro tipo de
hechos y creencias. Es una entidad de validez general, aplicable también al lenguaje. En
cualquier terreno, hay una diferencia muy clara entre una creencia y una actitud. La primera
puede ser definida y delimitada en sí misma, mientras que la segunda solo tiene sentido si
contiene una asociación o comparación con hechos reales. Nuestra concepción de la actitud
es pues semejante a la concepción saussureana del signo lingüístico, como puede verse
aquí:

creencia significante
= actitud = signo
hecho significado

La misma creencia puede formar parte de más de una actitud, si se le asocia a hechos
diferentes, o no formar parte de ninguna actitud, si no se le asocia a ningún hecho. Si
alguien dice: “mi país es muy grande”, esto es meramente una creencia, toda vez que no
sepamos cuál es su país. Ahora bien, si un norteamericano y un uruguayo dicen: “Mi país es
muy grande”, esta afirmación revela dos actitudes muy diferentes, ya que, por supuesto,
Estados Unidos es un país muy grande, mientras que Uruguay no lo es. Podemos por lo
tanto deducir una actitud para el norteamericano y otra muy diferente en lo que respecta al
uruguayo. Es muy fácil notar el paralelismo de este caso con la secuencia [sal] que forma
parte de signos lingüísticos muy diferentes en español (“sal”), en francés (“sucio”) y en
húngaro (“tallo”), y que no forma parte de ningún signo lingüístico en absoluto para el
hablante inglés o italiano, en cuyas lenguas no se le asocia ningún significado.
De este modo, tendremos tres juegos de datos. Dos de ellos son primarios y por
consiguiente pueden obtenerse a través de la investigación directa, aun cuando debemos
señalar que debe emplearse una metodología de investigación diferente para cada uno. El
tercero, juego de “datos de actitudes”, no es primario, sino que debe ser deducido de los
primarios.
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El segundo juego de datos (los datos “factuales”) pueden corresponder a hechos
pertenecientes a cualquier campo de actividad humana o aun estar fuera de las actividades
humanas. Si, y solamente si, los “datos factuales” se refieren al lenguaje o al uso del
lenguaje, entonces los “datos de actitud” se referirán a actitudes lingüísticas y estarán
dentro del objetivo de la lingüística (o de la sociolingüística). En cambio, las “datos de
creencia” no podrían de ninguna manera enseñarnos nada acerca del lenguaje o con
respecto al uso del lenguaje.
Creemos que una de las fallas más importantes de las investigaciones
sociolingüísticas realizadas hasta ahora radica justamente en la circunstancia de no haberse
tomado debidamente en cuenta la estructura de las “actitudes lingüísticas”, o sea la
naturaleza esencialmente sintomática de los hechos sociolingüísticos. Muchos estudiosos
muy excelentes han sido sencillamente inducidos a error por sus informantes, por no darse
cuenta del hecho de que el llamado “hablante intuitivo”, que necesariamente posee un buen
conocimiento de la lengua en sí (al menos el tipo de conocimiento que Coseriu llama
“práctico” o “empírico”), en cambio no tiene necesariamente un buen conocimiento (ni
siquiera un conocimiento “práctico”) del factor sintomático. Esto quiere decir lisa y
llanamente que en sociolingüistica raras veces podemos creerles a nuestros informantes.
Como ejemplo, imaginemos que le preguntamos a nuestro informante: “¿Cómo dice usted
cuando el líquido es fácil de encender?” y (suponiendo que el informante es
norteamericano) recogemos la respuesta flammable. En este caso podemos creerle y
adquirir la seguridad de que, por lo menos en su idiolecto, esta es la palabra para tal
concepto. Esto es hacer lingüística. En cambio, si le preguntamos si la palabra flammable es
correcta, o ejemplar (standard), o elegante, o hermosa, o culta, o agradable, entonces no
podemos aceptar su respuesta con la misma facilidad, ni aun sobre una base estadística.
Aun si la mayoría afirma que flammable es standard English, ello no probará que lo sea.
Sin embargo, nos mostrará que la mayoría de esa comunidad no conoce bien el standard
English, y este es un “dato de actitud” y una conclusión sumamente valiosa en la
investigación sociolingüística. Esto, pues, es hacer sociolingüística.
Yendo un poco más lejos, nos atrevemos a afirmr que las actitudes lingüísticas
forman un sistema y una estructura (en el sentido saussureano), del mismo modo que la
forman los signos lingüísticos. Dentro de una comunidad dada, o dentro de una parte de una
comunidad, toda actitud hacia determinada parte o determinado aspecto de la lengua,
depende de las actitudes hacia todas las otras partes o todos los otros aspectos de la lengua.
Si se modifica, agrega o suprime una actitud, todas las demás actitudes sufrirán un cambio
de calor, por lo menos teóricamente. Esto resulta particularmente evidente en los casos que
hemos mencioado en b.1. y en b.2. en el capítulo 3. Creemos que debería intentarse la
descripción de la estructura de las actitudes lingüísticas en alguna comunidad, y hemso
commenzado a hacerlo con respecto al guaraní paraguayo.
De acuerdo con lo ya dicho, en este terreno hay dos métodos posibles de
investigación, equivalentes o casi equivaentes entre sí. Podemos hacerles a nuestros
informantes preguntas para las cuales ya conocemos la respuesta correcta de antemano y
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entonces confrontamos la respuesta recibida con la realidad que conocemos. Por otra parte,
podemos simplemente hacer preguntas, y tratar luego de confirmar la veracidad de las
respuestas mediante una comprobación independiente del informante. Los resultados
pueden ser sumamente sorprendentes. Así, por ejemplo, nuestros informantes paraguayos
nos han dicho casi sin excepcion, que el 100% de los paraguayos habla guaraní. Esta
afirmación es por supuesto falsa en cuanto hecho referente a la lengua, pero en cambio es
muy interesante como actitud referente a la lengua: se toma el saber guaraní como síntoma
del ser paraguayo. Estamos también aplicando el mismo método al dialecto “fronterizo” del
norte de Uruguay, que es un dialecto de base portuguesa con una fuerte influencia española.
Como ejemplo, mencionaremos el hecho de que cuatro de nuestros informantes han dicho,
en un fluido “fronterizo”, que ellos no sabían “fronterizo” sino solamente castellano. Esto
indica un importante desplazamiento en la actitud lingüística, y nos hace pensar que el
“fronterizo” está empezando ahora a evolucionar hacia el castellano.
No creemos posible enumerar aquí todas las posibilidades de una investigación
dirigida hacia la exploracion de los aspectos sintomáticos del lenguaje. Solo deseábamos
mostrar algunos ejemplos de estas posibilidades, y señalar la importancia de enfocar una
estructura sintomática, puesto que estamos convencidos de que esta línea de investigación
sería sumamente fértil en la sociolingüística.

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