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9.

Sociolingüística

ISBN: 84-96359-65-4

Maitena Etxebarria Arostegui


Universidad del País Vasco
maitenaetx@euskalnet.net

THESAURUS:
Sociolingüística, Sociología del Lenguaje, Modelo Variacionista, Etnografía de la
Comunicación, Bilingüismo y Diglosia, Variación Lingüística, Contacto de Lenguas, Pidgins y
Criollos, Planificación Lingüística, Muerte de las Lenguas.

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RESUMEN

La sociolingüística se ocupa del estudio de las lenguas en su contexto social. Desde


esta perspectiva, este artículo se inicia dando cuenta de los fundamentos y principios que
dieron lugar al nacimiento y desarrollo de los estudios sociolingüísticos, las nociones de
comunidad de habla y estratificación social de las lenguas y los principales modelos
sociolingüísticos, como son el modelo variacionista, la sociología del lenguaje y la etnografía
de la comunicación. Seguidamente se aborda el estudio del bilingüismo, individual y social,
la caracterización de las comunidades bilingües y la diglosia, como estratificación extrema
de las lenguas. Se da cuenta así mismo de la variación lingüística, las variables sociales, las
variables lingüísticas, y la tipología de la Variación. El estudio del multilingüismo y el
contacto de lenguas, junto con los resultados sociolingüísticos del contacto, así como la
alternancia de códigos y el nacimiento de variedades (pidgins) que dan lugar a nuevas
lenguas (criollos) se explicita en otro de los apartados. Finalmente el penúltimo apartado se
dedica a los procesos de planificación y política lingüística y el tratamiento de la muerte de
las lenguas ocupa el último lugar.

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9.1. La sociolingüística: ámbito de estudio

La Sociolingüística es una disciplina lingüística, nacida en la década de los sesenta,


cuyo objeto de análisis es el estudio del lenguaje en su contexto social, en el uso real, tal y
como se produce entre los hablantes de una comunidad. Estudia las lenguas, a través de la
variación de comportamientos lingüísticos producidos por los hablantes de una comunidad
lingüística dada, atendiendo a la identidad social de emisor y receptor y al contexto
comunicativo en el que se producen dichos actos de habla. Analiza, asimismo, la diversidad
lingüística en aquellas comunidades donde existe la presencia de más de una lengua, es
decir, el bilingüismo/multilingüismo y los resultados lingüísticos producto de las situaciones
de contacto de lenguas. Se ocupa del estudio de los factores y condiciones que producen el
nacimiento y muerte de las lenguas, a través del análisis de los pidgins y criollos y de los
procesos de planificación y política lingüística destinados a promover la recuperación de
lenguas en proceso de extinción. Por su carácter interdisciplinar, en cierta medida, y su
metodología, se trata de una disciplina asentada en investigaciones de carácter empírico
que permiten dar cuenta, evaluar y determinar los cambios lingüísticos que se producen en
las lenguas. Pretende, en suma, conocer las creencias y actitudes lingüísticas, o lo que es lo
mismo, la conciencia lingüística del grupo. Su fin último es caracterizar y especificar las
reglas que permitan dar cuenta de la competencia sociolingüística de la comunidad de habla
objeto de estudio.

9.1.1. La estratificación social de las lenguas

Dentro de cada comunidad la lengua es variable y se manifiesta y se expresa de un


modo también variable. La Sociolingüística parte de esta evidencia, es decir, de que las
comunidades son heterogéneas, puesto que hasta las que presentan una estructura
aparentemente simple, se encuentran siempre jerarquizadas en mayor o menor medida. En
cualquier comunidad, de cualquier sociedad (rural, urbana, etc.), es frecuente observar
diferencias en el habla de los distintos individuos que la componen que afectan a la
gramática y al léxico, según su adscripción -la de los hablantes- a un grupo social
determinado (clase, edad, sexo, etnia, grado de estudios, nivel socio-cultural, etc.) y,
paralelamente, diferencias también en el valor simbólico asignado a los usos de la lengua.
Estas diferencias lingüísticas intergrupales podrían llevarnos a la conclusión de que
podríamos hablar de la coexistencia de diferentes competencias lingüísticas en el seno de
una misma comunidad (Vid. Almeida, 2000:13-30). Esto es lo que los sociolingüistas
denominan variación lingüística. Pues bien, al elemento, rasgo o unidad lingüística que
puede manifestarse de modos diversos-es decir, de forma variable- se le da el nombre de

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variable lingüística. Así una variable lingüística es un conjunto de expresiones de un
mismo elemento y cada una de las manifestaciones o expresiones de una variable recibe el
nombre de variante lingüística. (Vid. Moreno Fernández, 1998:7-32). Se ha señalado
desde la Sociolingüística que los factores determinantes en la aparición de unas variantes
lingüísticas, en ciertas circunstancias, y de otras variantes en circunstancias diferentes,
dentro de una comunidad de habla, responden a estas cuatro posibilidades:
1- Que las variantes vengan determinadas exclusivamente por factores lingüísticos.
2- Que las variantes vengan determinadas exclusivamente por factores sociales.
3- Que las variantes vengan determinadas conjuntamente por factores lingüísticos y
sociales.
4- Que las variantes no vengan determinadas ni por factores lingüísticos ni por
factores sociales. (Vid. López Morales, 2004:180-185).
La Sociolingüística está especialmente interesada por 1 y 3, y, sobre todo en esta
última: cuando se comprueba que la variación lingüística está correlacionada con factores
de carácter social, hablamos de variación sociolingüística. En el caso de 2, su interés
aunque secundario en relación a 1 es también objeto de estudio de la disciplina y se refiere,
fundamentalmente a fenómenos relacionados con el contacto o la coexistencia de
variedades, o lenguas, en una misma comunidad.
Por último, hay que señalar e insistir en el hecho de que la variación, tal y como ha sido
descrita, puede encontrarse en todos los niveles lingüísticos, el fonético-fonológico, el
gramatical, el léxico, además del más amplio, el nivel del discurso.

9.1.2. Comunidad lingüística y Comunidad de habla

En el apartado anterior se ha hecho referencia a la noción de variación sociolingüística


producida en una comunidad de habla y es, precisamente, la definición de esta noción una
de las que mayor interés ha despertado en el seno de la Sociolingüística. Se hace necesario
pues, definirla y, al mismo tiempo, distinguirla de otra que le es muy cercana, la de
comunidad lingüística.
En este sentido, por comunidad lingüística debe entenderse aquella que posee una
lengua común, independientemente de que exista, o no, continuidad espacial entre los
hablantes que la componen. Así, por ejemplo, los hablantes de español distribuidos en
diversos estados, como España y Argentina, sin continuidad espacial, en este caso, forman
parte de una misma comunidad lingüística. En su interior, sin embargo, coexisten diversas
comunidades de habla caracterizadas por compartir, además de una lengua común, un
conjunto de reglas, normas y valores de naturaleza sociolingüística, comparten, así mismo
unas actitudes lingüísticas comunes, las mismas reglas de uso, unos mismos criterios a la

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hora de evaluar socialmente determinados comportamientos lingüísticos, en definitiva,
responden a los mismos patrones sociolingüísticos. (Vid. López Morales, 2004: 180-185).
La noción de comunidad de habla comporta, con todo, dos cuestiones que es
necesario indicar, por una parte, la de sus propios límites y, por otra, la de su
heterogeneidad. (Vid. Moreno Fernández, 1998: 19-20). Un análisis sociolingüístico preciso
de la comunidad dará cuenta de dónde dejan de tener valor determinadas reglas de uso,
actitudes sociolingüísticas y criterios comunes a la hora de evaluar socialmente
determinados comportamientos lingüísticos y cuando empiezan a utilizarse otras normas de
modo, etc., distintas a las primeras. Tal y como se utiliza en la Sociolingüística actual la
noción de comunidad de habla es, fundamentalmente, una comunidad de acuerdos, de
consenso en la que los hablantes comparten los mismos modelos sociolingüísticos.

9.2. Modelos sociolingüísticos

La Sociolingüística desde su nacimiento se ha ido desarrollando de un modo


plenamente científico integrando en su evolución diversos modelos y escuelas científicas,
que dan cuenta, en la actualidad, de una configuración disciplinar amplia, adquirida por la
Sociolingüística, como una de las ciencias del lenguaje más activas en el campo de la
investigación lingüística actual. En los siguientes apartados se tratará de dar cuenta de
estos diferentes modelos, como son el modelo variacionista, la sociología del lenguaje,
la etnografía de la comunicación como modelos sociolingüísticos más estructurados
epistemológicamente y de mayor vigencia en la actualidad.

9.2.1 El modelo variacionista

La llamada sociolingüística variacionista, denominada también variacionismo nace


en torno a la figura y la obra de William Labov (1972). Este modelo plantea entre sus
objetivos la necesidad de dar cuenta, o descubrir, el orden que puede haber en la variación
y en el cambio lingüístico. Para cumplir con estos objetivos, es necesario manejar
centenares de valores por lo que es necesario acudir a la utilización metodológica de la
cuantificación, para poder analizar y evaluar los datos que dan cuenta del comportamiento
lingüístico variable de una comunidad de habla. Efectivamente, el variacionismo ha tenido
desde sus inicios dos intereses fundamentales: el estudio de la lengua en su contexto social
y el cambio lingüístico. Para el desarrollo y cumplimiento del primero la sociolingüística
variacionista ha descrito con absoluto rigor cómo la variación obedece a determinados
patrones, en los que se conjugan condicionamientos exclusivamente lingüísticos con otros
de tipo social y contextual en una comunidad determinada; en cuanto al estudio del cambio,

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hay que destacar la atención prestada al terreno específico del cambio lingüístico en curso,
donde se ha conseguido un nivel descriptivo muy satisfactorio.
El análisis por excelencia del modelo sociolingüístico variacionista es sin duda, el que
se conoce con el nombre de análisis de regla variable, se trata de una prueba estadística
capaz de medir hasta qué punto una serie de factores lingüísticos (contextuales y
funcionales) y extralingüísticos (sociales y situacionales) determina la aparición de cada una
de las variantes de un fenómeno lingüístico variable. En definitiva la regla variable sería
capaz de explicar en que medida se cumple un fenómeno y en qué condiciones lingüísticas
y sociales (Vid. Labov, 1969: 715-762). Todas las variantes son realizaciones de superficie
de un mismo principio subyacente que es, la variable, y constituyen un conjunto de
equivalencia. Como ejemplo de ello, puede verse el referido por Etxebarria (2001: 199-231),
para el análisis del segmento fonológico -/d/- en el español hablado en Bilbao. La variable -
/d/- se realiza en superficie a través de cuatro variantes:
D1 – [ ] : (dental fricativa)
D2 – [ ] : (dental relajada
D3 – [ø] : (elisión)
D4 – [øw] : (elidida y con cierre vocálico de -o >-w

Pues bien, la regla de elisión de la dental relajada /


 /  se formularía del modo
siguiente:

+ vocal + vocal
[] → [ø ] s ____
+ coronal + abertura 2 + abertura 2
+ gramatical
+ continuo + post. + posterior
− gramatical
+ vocal + vocal
− distribuido + adjetivo
+ abertura3 + abertura 3
+ adverbio

Es importante subrayar su carácter probabilístico porque en ello reside la base nuclear


de los modelos estadísticos diseñados para el análisis de la variación sociolingüística.
La regla variable sería capaz de explicar en que medida se cumple un fenómeno y en
que condiciones lingüísticas y sociales se produce. Para Labov, pues, las reglas variables
son reglas de producción que en una gran mayoría pueden ser caracterizadas también
como reglas de actuación, de producción de comportamientos lingüísticos que constituyen,
claramente, un aspecto de la competencia lingüística de la comunidad de habla, objeto de
estudio.

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Por último, en relación a la cuantificación utilizada por el modelo variacionista, hay que
señalar que habitualmente se trabaja con dos tipos de instrumentos estadísticos: una
estadística descriptiva, de cuantificación y ordenamiento cuantitativo del conjunto de datos
(estadística y pruebas de frecuencia) y otra que puede llamarse estadística de inferencias,
o de probabilidad, que sirve tanto para indicar cuáles son las probabilidades más adecuadas
para la realización de las variantes de una variable, como para determinar cuál es la
combinación de variables que mejor se corresponde con los datos. (Vid. Moreno Fernández,
1990 y 1998, y López Morales, 2004: 32-34).

9.2.2. La sociología del lenguaje

La sociología del lenguaje ha sido construida epistemológicamente por Joshua


Fishman quien en 1972 fijó los objetivos básicos de este modelo señalando como central el
“estudio del comportamiento explícito hacia la lengua y hacia sus usuarios” (1972: 33). La
sociología del lenguaje se ha orientado en dos direcciones básicas, que el propio Fishman
(1972: 34-35) explicitaba así:
1- La sociología descriptiva de las lenguas que se ocuparía de las normas que
rigen el uso lingüístico y que, en líneas generales, intentaría responder a la
pregunta de ¿quién habla?, ¿qué lenguas? (o variedades lingüísticas) ¿a quién?,
¿cuándo? y con ¿qué fin?. Trata de describir, en definitiva, la estructura social de la
comunidad hacia la lengua y los comportamientos sociales que los hablantes de
una comunidad manifiestan hacia las lenguas y los usuarios de otras comunidades
sociales.
2- La sociología dinámica del lenguaje que se dedica, por su parte, a estudiar y
analizar las causas que diversifican la organización y el comportamiento sociales
ante la lengua. (Vid. García Marcos, 1999: 121-124).
El sociólogo del lenguaje trata de investigar y describir no sólo las normas que explican
la conducta lingüística y los patrones de evaluación de la realidad sociolingüística, sino los
valores simbólicos que los hechos lingüísticos adquieren dentro de las sociedades en las
que aparecen y se desarrollan.
Esta orientación permite ocuparse de temas tan variados, como el estudio de las
lenguas como símbolos de identidad nacional, el análisis de la conciencia y de las actitudes
lingüísticas, la recuperación lingüística de lenguas en proceso de extinción, la planificación
lingüística, los procesos de estandarización o normalización de lenguas, el multilingüismo y
multiculturalismo, los derechos lingüísticos de las lenguas minoritarias y/o minorizadas, las
situaciones de contacto de lenguas, el estudio de las situaciones de diglosia, etc. (Vid.
Cooper, 1996).

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Se trata de algún modo de un modelo que pone un especial énfasis en aspectos
lingüísticos de las comunidades, de fenómenos relacionados con las lenguas, a través del
estudio de las sociedades. En definitiva, responde a la descripción de un aspecto de la
comunidad de habla, objeto de estudio: el lingüístico. Para algunos autores como Hudson
(1981) la sociología del lenguaje se ocuparía del estudio de la sociedad en relación con la/-s
lengua/-s. En suma, la sociología del lenguaje centra su objetivo en el estudio de la
organización social del comportamiento lingüístico. (Vid. López Morales, 2004: 31-33).

9.2.3. La etnografía de la comunicación

La etnografía de la comunicación se centraría, más bien, en el estudio de los


aspectos culturales del lenguaje que condicionan las reglas de interacción social. Si se
necesitara precisar cuándo nace habría que tener en cuenta el momento en el que quedaron
asentados los fundamentos modernos de esta tendencia, para lo cual habría que revisar las
actas de las reuniones celebradas en 1962 y 1963, auspiciadas por la Kroeber
Anthropological Society y la American Anthropological Association y que fueron publicadas
en la revista American Anthropologist, órgano de difusión, asociado a esta disciplina. Los
representantes más señalados son Hymes (1964), John Gumperz (1971) y Saville-Troike
(1982).
La etnografía de la comunicación estudia las normas de la conducta comunicativa
propias de comunidades de habla específicas. Su objeto de estudio, es dar respuesta, con
carácter general, a ¿qué necesita saber un hablante para comunicarse adecuadamente en
una comunidad dada y cómo se adquieren esos saberes? Ese conocimiento adquirido, más
las destrezas que sean necesarias para actualizarlo, constituyen la llamada competencia
comunicativa (Vid. Saville-Troike, 1982: 3). Estos saberes adquiridos, no sólo incluyen
reglas de comunicación, tanto lingüísticas como sociales, sino también de interacción.
Además, se necesita manejar otras reglas de tipo cultural, que sirven de base tanto al
contexto como al contenido de los eventos comunicativos y de los procesos de interacción.
(Vid. López Morales, 2004: 31-33).
En definitiva, partiendo de estas bases, las características generales y metodológicas
de la etnografía de la comunicación, recogidas por Francisco Moreno Fernández (1998:
301-306, esp. 302) serían las siguientes:
1- “Concibe la lengua desde una perspectiva etnográfica, es decir, como un sistema
de comunicación social que sólo puede interpretarse dentro de un contexto
específico.
2- Trabaja principalmente con grupos sociales o con comunidades de pequeñas
dimensiones.

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3- Utiliza una metodología típicamente etnográfica (observación participativa,
observación y anotación de la realidad), frente a la metodología de corte más que
sociológico.
4- Utiliza técnicas cualitativas de análisis e interpretación y sólo de forma marginal
deja un lugar para los análisis cuantitativos detallados”.
Uno de los logros más notables de la etnografía de la comunicación es haber
introducido, mostrado y hecho explícitos una serie de nociones y conceptos como son los de
comunidad de habla y competencia comunicativa; entre sus unidades de análisis es
definitivo el conocimiento en la descripción lingüística de una comunidad, el manejo de la
situación comunicativa, repertorio comunicativo, acontecimiento del hablar (macro y
micro), rutinas y rituales lingüísticos, etc.

9.3. Bilingüismo y diglosia

El bilingüismo y su estudio ocupa un lugar destacado entre las investigaciones


sociolingüísticas, puesto que la mayor parte de las comunidades del mundo viven en una
situación en la que conviven varias lenguas. Por su gran complejidad, el fenómeno del
bilingüismo se manifiesta en las comunidades y en los individuos, como se verá en los
siguientes apartados, y, tal vez por ello, los problemas que se plantean en su estudio,
pueden ser abordados, también, desde otras disciplinas, además de la Sociolingüística,
tales como la Psicolingüistica, la Neurolingüística, la Enseñanza / Aprendizaje de las
lenguas, etc.

9.3.1. Bilingüismo individual

¿Qué es lo que permite calificar a un individuo como bilingüe?. ¿Cuáles son las
características de su comportamiento que autorizan a calificarlo como tal? Como es sabido,
se han propuesto definiciones muy diversas que van desde el pleno dominio de dos lenguas
(Bloomfield, 1933: 56), “la posesión de una competencia de hablante nativo en dos lenguas”
hasta el extremo opuesto que propone que “el individuo bilingüe es aquel que posee una
competencia mínima en, al menos, una de las cuatro habilidades lingüísticas, es decir,
comprender, hablar, leer y escribir, en una lengua distinta a su lengua materna”
(MacNamara, 1966: 58-77). Entre estos dos puntos de vista opuestos, puede encontrarse,
toda una gama intermedia de expertos para quienes el bilingüismo consiste en “la capacidad
de un individuo de expresarse en una segunda lengua, respetando los conceptos y las
estructuras propias de esa lengua, más que parafraseando su lengua materna” (Titone,
1972: 11). En este caso, se denominará bilingüe al individuo que, además de su propia
lengua, posee una competencia semejante en otra lengua y es capaz de usar una u otra en

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cualquier situación comunicativa y con una eficacia comunicativa idéntica. Aunque se trata
de una situación ideal ya que en la realidad los bilingües son individuos que se aproximan
más o menos a este ideal, la definición es útil porque sirve de punto de referencia respecto
al cual se valora el bilingüismo de un individuo concreto (Vid. Siguán y Mackey, 1989: 18 y
ss.).
Quizá la característica más importante del bilingüe es que no sólo posee dos códigos
independientes y alterna su uso en función del receptor y de la situación comunicativa, sino
que, además, es capaz de expresar los mismos contenidos significativos en los dos
sistemas lingüísticos, como lo demuestra el hecho de que sea capaz de expresar en B lo
que anteriormente ha expresado en A, y viceversa. (Vid. Etxebarria, 1995: 15-36).
Los diferentes tipos de bilingüismo individual están directamente relacionados con la
dimensión en la que se asientan: así, según la dimensión establecida en la relación lenguaje
y pensamiento, es decir, según su representación mental, puede hablarse de bilingüismo
coordinado, cuando el hablante opera como si se tratara de dos hablantes monolingües
yuxtapuestos; bilingüismo compuesto, cuando el hablante dispone de un código
predominante, de modo que cuando recibe un mensaje en la lengua B (segunda) lo traduce
previamente a la lengua A (primera) para entenderlo y producirlo en A (primera) y más tarde
traducirlo y emitirlo en B (segunda). Según la dimensión referida a la competencia
lingüística, se ha diferenciado entre bilingüismo equilibrado, que lo poseen aquellos
bilingües con una competencia idéntica en ambas lenguas y bilingüismo dominante, para
quienes la competencia en una de las dos lenguas, generalmente la materna o primera, es
superior a la que se posee en la otra lengua. La edad de adquisición es otra de las
dimensiones que caracterizan al Bilingüismo individual; según ésta, puede hablarse de
bilingüismo precoz -simultáneo o consecutivo- cuando se adquiere en la infancia,
bilingüismo de adolescencia y bilingüismo adulto. Otras dimensiones que permiten
clasificar al individuo bilingüe, distinguen, según el uso y las habilidades lingüísticas, el
bilingüismo activo del bilingüismo pasivo. (Vid. Etxebarria, 2002: 29-43). En síntesis:
Dimensiones del bilingüismo
a) representación mental:
— bilingüismo coordinado
— bilingüismo coordinado
b) competencia lingüística:
— bilingüismo equilibrado
— bilingüismo dominante
c) edad de adquisición:
— bilingüismo precoz

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— bilingüismo de adolescencia
— bilingüismo adulto
d) uso y habilidades lingüísticas:
— bilingüismo activo
— bilingüismo pasivo
Por último y como conclusión de lo expuesto hasta aquí, hay que señalar, que las
dimensiones, tipos y caracterización del bilingüismo individual objeto de este apartado,
permiten mostrar el carácter multidimensional del fenómeno como tal.

9.3.2. Bilingüismo social

En relación al bilingüismo, la perspectiva individual o la colectiva, es decir, la


psicolingüística o la sociolingüística se condicionan mutuamente, ya que no es posible
entender el comportamiento de un individuo bilingüe el margen de su contexto social, que
es, en definitiva, donde se produce ese comportamiento, y tampoco es posible dar cuenta de
los acontecimientos sociales olvidando que son el resultado de comportamientos lingüísticos
de individuos concretos. Bilingüismo individual y bilingüismo social son dos hechos
diferentes que pertenecen a órdenes de realidad diferente y que requieren definiciones
también distintas. Pero, al mismo tiempo, bilingüismo individual y bilingüismo social están
estrechamente relacionados y no es posible estudiar el uno sin tener en cuenta el otro.
Cualquier intento de hablar sobre la competencia, los usos lingüísticos, o la personalidad del
bilingüe, o de clasificar las modalidades del bilingüismo, o la manera de convertirse en
bilingüe conduce inevitablemente a referirse a la situación de las lenguas en la estructura
social (Vid. Siguán y Mackey, 1989: 38-40).
Se llama bilingüismo social o colectivo al hecho de que en una sociedad, o en un grupo
o institución social determinado, se utilicen dos lenguas como medio de comunicación. La
existencia de dos lenguas en un mismo contexto social implica que parte de los individuos
sean bilingües, aunque el bilingüismo social no depende ni del número de bilingües ni de la
intensidad del bilingüismo. El bilingüismo social es muy frecuente y extremadamente variado
en el mundo, tanto, que suele decirse que no hay dos situaciones bilingües iguales. En la
mayor parte de las situaciones bilingües existentes actualmente en el mundo se trata de
coexistencia, en una misma área geográfica, de personas que tienen, como primera lengua,
lenguas distintas. Al mismo tiempo, y como resultado del lugar que ocupa cada grupo
lingüístico en la estructura social, las lenguas de cada grupo tienen diferente estatus y, por
ello, cumplen funciones distintas en el conjunto de la sociedad. Así, la descripción de la
comunidad bilingüe debe incluir los dos ámbitos antes citados: número de hablantes de cada
lengua y/o de ambas, prestigio, estatus y funciones de estas. Antes de analizar las

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principales dimensiones y la tipología de las situaciones bilingües intentaremos mostrar las
razones históricas, o causas, de una situación bilingüe.
Las formas de bilingüismo social más ampliamente aceptadas son las expuestas por
Appel y Muysken (1986) y que se resumen en tres situaciones básicas: 1) Cada una de las
lenguas es hablada por un grupo diferente, se trata de grupos monolingües que, al
yuxtaponerse, constituyen una comunidad bilingüe y que requieren la intervención de
algunos individuos bilingües para comunicarse entre si. 2) En este segundo tipo, todos o
prácticamente todos los hablantes serían bilingües; estas comunidades pueden encontrarse,
por ejemplo en la India actual y en otros muchos lugares de África, etc. Finalmente en la
situación 3) se produce la coexistencia de un grupo monolingüe, por lo general, dominante
desde una perspectiva sociológica, y otro bilingüe, muy a menudo minoritario.
Por último, y en cuanto a las causas históricas que suelen provocar situaciones de
bilingüismo social cabe citar, la ocupación o colonización, el comercio, la superioridad
geográfica, el poder y prestigio, la expansión y ascendencia, la educación, la influencia
económica, la religión o los medios de comunicación. (Vid. Siguán y Mackey, 1986: cap.2).

9.3.3. Comunidades bilingües

En una comunidad bilingüe existen normas que regulan el uso de ambas lenguas. Para
que exista una comunidad bilingüe es necesario que haya, al menos, dos grupos que no
hablen la misma lengua y que un cierto número de miembros en cada uno de los grupos
sean bilingües (es decir, que hablen una lengua distinta a su lengua materna), ya sea
porque usen una lengua del ‘otro grupo’ de la comunidad, ya sea porque hablen una tercera
lengua utilizada como “lingua franca”; además, una o más de una de estas lenguas deben
ser lenguas oficiales de la comunidad.
Las relaciones lingüísticas entre los grupos de una comunidad bilingüe varían sobre un
continuum y, en realidad, toda comunidad bilingüe se sitúa en algún punto del continuum
entre estos dos extremos límite. Así, pueden distinguirse los tipos siguientes:
1- Los dos grupos están distribuidos territorialmente; la mayoría de un grupo se
asienta en una zona territorial y la mayoría del otro grupo se asienta, a su vez, en
otra zona del territorio; las dos poseen el mismo estatus de oficialidad idéntico, al
menos en cada uno de los territorios. Un caso muy conocido de este tipo es el de
Canadá, donde Québec es en su mayoría área francófona, el resto de las
provincias son mayoritariamente anglófonas, pero en cada una de las dos áreas del
país, un gran número de habitantes hablan las dos lenguas ‘aunque hay más
bilingües en Québec que en otras provincias’.

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2- Otro tipo de relaciones son las que existen en una comunidad multilingüe, como en
muchos países de África y Asia, donde, junto a las lenguas autóctonas propias de
los grupos étnicos o de los Estados, existe una, o dos, grandes lenguas de
comunidad habladas por un número variable de miembros de cada grupo: por
ejemplo, en África Oriental el swahili (suahelí) y/o el inglés son las lenguas que
cubren ese doble papel.
3- El tercer tipo de relaciones es el bilingüismo de carácter diglósico, donde las dos
lenguas son habladas por una parte variable del grupo, pero estas lenguas se
encuentran en una distribución complementaria en la comunidad; es decir, cada
lengua tiene reservados dominios, funciones y situaciones, y, además, una está,
generalmente considerada como poseedora de un estatus superior a la otra en la
comunidad; por ejemplo, las relaciones diglósicas entre el criollo haitiano y el
francés en Haití. (Vid. Etxebarria, 2002: 49-68).

9.3.4. Diglosia

Una sociedad en la que todos sus miembros fueran capaces de comprender, leer o
hablar las dos lenguas, utilizadas en esa sociedad, debería, sin duda abandonar una de
esas lenguas, ya que esa parecería redundante (Mackey, 1976). En otras palabras, para
que dos o más lenguas sobrevivan en una sociedad, es necesario que cubran funciones
complementarías ya sea porque sean utilizadas por todos los hablantes, para funciones y en
dominios de uso diferenciados, ya sea porque sean utilizadas por hablantes pertenecientes
a grupos etnolingüísticos diferentes, o bien, porque un grupo hable la lengua dominante, y el
otro, la lengua dominada, aún cuando existan individuos bilingües, en la comunidad, que
hablen una lengua y otra.
La diglosia es un concepto sociolingüístico desarrollado por C. A. Ferguson (1959: 325-
340) para describir toda situación en la que dos variedades de una misma lengua son
empleadas en dominios distintos y con funciones también distintas y complementarias;
además una de estas variedades posee un “status” socialmente superior a la otra. En un
sentido amplio, la diglosia existe en toda comunidad, en la medida en que el uso cotidiano
difiere sensiblemente de la norma oficial. Ahora bien, para que pueda aplicarse este término
a una comunidad lingüística, es necesario que cada variedad sea utilizada de manera
sistemática en dominios complementarios: por ejemplo, una variedad es empleada en los
dominios formales, como la administración, la religión, la poesía, etc., mientras que la otra
está reservada para la conversación coloquial para las discusiones informales, en la
correspondencia no oficial e íntima, etc. Ferguson (1959) califica la variedad formal de “Alta”
(A) y la informal de “Baja” (B). El término de diglosia ha sido empleado por J. Fishman

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(1967: 29-38) para describir el uso complementario e institucionalizado de dos lenguas
distintas en una comunidad determinada. Puede decirse que todas la situaciones de
bilingüismo regional en Francia son, en el límite, situaciones diglósicas, el francés en todos
los casos es A, ya sea en el área de lengua occitana, en el Rosellón (francés (A) / catalán
(B)), en Córcega (francés (A) / corso (B)), en Bretaña (francés (A) / bretón (B)), en Alsacia
(francés (A) / alsaciano(B)), o en Flandes (francés (A) / flamenco (B)). Pero debemos insistir
en el hecho de que, para que haya diglosia, en sentido estricto, es necesario que el reparto
de usos de A y B sea complementario e institucionalizado.
En efecto, la situación es mucho más compleja que una simple dicotomía entre una
lengua, o variedad, B(aja) y otra lengua o variedad A(lta). Por una parte A y B pueden
alternar en un mismo enunciado, como en el caso de las citas de los textos literarios (árabe
clásico, alto alemán, etc.) comentados en el dialecto (árabe dialectal, germano suizo, etc.)
Por otra parte, puede haber varias lenguas, o variedades, con función de A, como es el caso
de Filipinas, donde una lengua internacional, como el inglés y una lengua nacional como el
tagalo, son las dos lenguas oficiales, junto a una lengua B como el ilocano. Además B puede
conllevar distintas variedades socialmente jerarquizadas: en el caso del árabe egipcio actual
puede distinguirse sobre un “continuum” que va de A (árabe clásico) a B (árabe dialectal):
del árabe clásico utilizado en la literatura, la prensa, los manuales escolares, las obras
científicas, pasando por el habla de la población escolarizada hasta el habla de los
hablantes árabes sin instrucción. Por una parte, las relaciones entre A y B evolucionan bajo
la presión de los cambios sociales y las relaciones entre los grupos. En Grecia, el demótico
se convirtió en lengua oficial en 1976, aunque sería más justo hablar, actualmente, de
“griego moderno standard” que combina una estructura gramatical y un vocabulario
demóticos con, elementos prestados de katharevousa.
Parece que aquí hay cierto alejamiento de una situación absolutamente dicotómica para
ir hacía una lengua nacional con variedades adaptadas a diversos contextos: dialectos
regionales, registros sociales, etc.
Sobre el plano lingüístico las diferencias entre A y B, pueden ser consideradas en tres
niveles:
1- Vocabulario: existencia de “dobletes” entre A y B, por ejemplo, en griego ‘casa’ se
dice oikos en (A) y spiti en (B).
2- Morfología: el katharevousa tiene seis (u ocho, según ciertos autores) participios
declinables frente a un solo participio pasivo declinable y un gerundio indeclinable
en demótico.

12
3- Sintaxis: el katharevousa emplea, todavía, el dativo, desaparecido en demótico
(salvo en algunos “clichés”) y el acusativo, el genitivo y el dativo después de las
preposiciones, mientras, que, en demótico, estos están seguidos de acusativo.
Las dos fonologías pueden variar más o menos: en griego, las diferencias son mínimas;
en el alemán de Suiza son considerables, etc.
El “status” y el papel respectivo de ambos códigos, A y B, pueden variar de una
comunidad a otra, aún cuando sea el primero siempre más prestigioso que el segundo.
El concepto de diglosia fue ampliado por J. J. Gumperz (1971) y aplicado a las
comunidades multilingües en el sentido de que en éstas se pueden utilizar de forma
diferenciada varios códigos (lenguas o dialectos) en dominios de uso y con funciones
diferentes y complementarias. En el continente asiático, por ejemplo, en India y Pakistán,
pueden distinguirse diversos niveles diglósicos según los dominios (Khubchandani, 1984:
183-194)

9.4. La Variación en las lenguas

En los primeros apartados se ha expuesto que las variables extralingüísticas, sociales,


determinan la variación en el uso lingüístico y ha quedado señalado también cómo unas
variables lingüísticas, internas, pueden incidir en la aparición de tales o cuáles variantes
de una variable determinada. Es por tanto el momento, de centrarse en el estudio y
exposición de las variables lingüísticas y sociales que determinan la variación lingüística y
el modo en que dicha variables se combinan con las de carácter netamente sociolingüístico.
(Vid. López Morales, 2004:102-143 y 144-180, y Moreno Fernández, 1998: 20-83).

9.4.1. Variación lingüística: las variables sociales

Las investigaciones sociolingüísticas han permitido conocer que las variables sociales
se comportan de una manera específica en cada comunidad y con respecto a fenómenos
lingüísticos concretos y diversos en cada caso. Aunque ya se ha indicado que en todos los
niveles de la lengua cabe esperar, con mayor o menor probabilidad, la incidencia de factores
extralingüísticos (fonético-fonológicos, léxicos y gramaticales) y aunque también es
innegable que existen hechos lingüísticos y sociales, a veces, recurrentes, en realidad no es
posible conocer de antemano qué tipo de variables sociales van a actuar sobre unos
elementos lingüísticos en una comunidad dada. Por ello, las investigaciones
sociolingüísticas deben ir precedidas de un análisis sociológico de la comunidad y de
estudios exploratorios que permitan comprobar cuáles son las variables realmente
importantes en la estructura social y cuáles son las que previsiblemente pueden influir más o
menos en el uso social de la lengua. (Vid. Moreno Fernández, 1998:34). Entre las variables

13
sociales, imprescindibles y habituales en cualquier investigación sociolingüística, se
encuentran, las variables sociales, “edad”, “sexo”, “nivel sociocultural”, “etnia”,
“procedencia”, etc. (Vid. López Morales, 2004: 106-143).

9.4.1.1. La variable “edad”

Las diferencias entre los grupos de edad que configuran las distintas generaciones que
componen una comunidad de habla, así como su influencia sobre la variación lingüística han
hecho de la edad una variable constante en todo estudio de estratificación sociolingüística.
A través del análisis de los comportamientos lingüísticos de los distintos niveles
generacionales, se han puesto en evidencia los precedentes inmediatos de los cambios
lingüísticos en curso y ha sido factible avanzar hipótesis acerca de su posible evolución.
“Suele ser característico alejarse de la lengua estándar durante la adolescencia, para ir
progresivamente incorporándose a ella a medida que aumenta el horizonte sociolingüístico y
la esfera de relaciones sociales en la edad adulta” (Vid. Chambers y Trudgill, 1980: 90). En
general, suele proponerse que los jóvenes se caracterizan por ser más innovadores, en
contraste con un creciente apego al conservadurismo lingüístico a la par que se asciende en
la pirámide generacional (Vid. García Marcos, 1999: 186-190, y López Morales, 2004: 131-
134).

9.4.1.2. La variable “sexo”

La variación lingüística patrocinada por la variable sexo, ha llamado siempre la atención


de los investigadores. Las razones que configuran las diferencias entre el habla de los
hombres y las mujeres han sido explicadas en razón de la distribución social de ambos
sexos en la comunidad; en realidad, en ocasiones, las diferencias están determinadas por la
forma en la que la cultura entiende las relaciones sociales y familiares, lo que provoca la
aparición de fenómenos que responden al tabú que forma parte de las creencias y actitudes
de determinadas comunidades de habla. Algunas investigaciones sociolingüísticas han
calificado el habla de las mujeres como enfrentada a la de los hombres, y la han
caracterizado como conservadora, insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de ellos
como independiente, competitiva y jerárquica.
“Los estudios sociolingüísticos más recientes, referidos a centros urbanos han
descubierto y descrito una serie de hechos de singular relevancia relativos al sexo como
variable social. Sin lugar a dudas, el más importante de ellos es que la mujer, generalmente,
es más sensible a las normas prestigiosas que los hombres [..], ellos suelen, ceñir sus usos
a los llamados “vernáculos” y a las variedades locales con más intensidad que las mujeres”

14
(Moreno Fernández, 1998:37). Este hecho ha sido observado en un importante número de
estudios sociolingüísticos. (Vid. López Morales, 2004: 122-131).

9.4.1.3. La variable “nivel sociocultural”

Las variaciones lingüísticas patrocinadas por los factores generacionales y el sexo


aparecen de manera regular hasta en comunidades pequeñas, relativamente homogéneas.
A medida que estas se desarrollan técnicamente y que aumenta las especificaciones de
roles, las sociedades comienzan a estratificarse según criterios culturales y económicos; los
estratos o niveles socio-culturales presentes en todas las comunidades desarrolladas
industrialmente son el resultado de este proceso (Moreno Fernández, 1998: 45-50). Los
hablantes, por su educación, su profesión, sus ingresos, etc., pertenecen a un estrato dado,
estos pueden mantenerse dentro del grupo, interactuando sólo entre los miembros de su
grupo, pero en las comunidades de habla modernas, urbanas, los sujetos de estratos
socioculturales distintos suelen también interactuar, entre sí, a diario y con habitualidad, los
comportamientos lingüísticos de unos y otros responden a pautas lingüísticas diferenciadas
que producen variación sociolingüística en las comunidades de habla. Estos elementos
caracterizadores del habla de unos grupos frente a otros son denominados sociolectos. No
existen sociedades complejas en las que el factor sociocultural no incida, y, además,
fuertemente en numerosos casos de variación en todos los niveles de la lengua.

9.4.1.4. La variable “etnia”

En las comunidades actuales es frecuente que en su composición convivan grupos


étnicos diferenciados. Pues bien, este factor social puede dar origen, también, a la variación
lingüística. En realidad este tipo de variable funciona asociada a la estratificación social de la
comunidad, es decir, no hay nada, por supuesto, en el hecho de la pertenencia a una etnia u
otra que determine y favorezca un comportamiento lingüístico diferente a otro, sino que en
comunidades diversificadas socialmente, como es el caso de los Estados Unidos, por
ejemplo, la pertenencia a un grupo u otro, está asociada a diferencias de nivel sociocultural,
lo que produce diferencias lectales de una misma lengua, variables que constituyen, de
alguna forma, sociolectos; su mayor o menor distancia estará determinada, por la distancia o
las barreras sociales que existan entre los grupos. “En las sociedades occidentales, abiertas
y con mucha movilidad social, las diferencias suelen manifestarse a través de tendencias, no
por contrastes drásticos”. (Vid. Giles, 1979: 251-289, y Moreno Fernández, 1998: 64-67).

15
9.4.1.5. La variable “procedencia”

El estudio de la variable procedencia fue una propuesta llegada a cabo por Henrietta
Cedergren (1983), quien, en una investigación sobre la comunidad de habla de Panamá,
logró demostrar la pertinencia de esta variable en el estudio de la variación lingüística en
comunidades cuya composición demográfica cuenta con una parte importante de
inmigrantes rurales, llegados al núcleo urbano con muy diferente edad.
Este hecho ha venido conformándose en otras comunidades lingüísticas donde se
produce una composición demográfica compleja asociada a fenómenos de inmigración, etc.
(Vid. López Morales, 2004: 137-140, y Moreno Fernández, 1998: 62-64).

9.4.1.6. El mercado lingüístico

Como resultado de ciertas críticas que ha sufrido el resultado arrojado por las variables
sociales “tradicionales” en diversas investigaciones sociolingüísticas, Sankoff y Laberge
(1974) decidieron adaptar la noción de mercado lingüístico. La base sociológica sobre la
que se asienta este modelo es de naturaleza marxista, como lo demuestra su principio
fundamental: la conducta lingüística de los individuos está en relación directa con los medios
de producción, es decir, que depende de sus actividades socioeconómicas.
La idea se fundaba en la reiterada comprobación de que los hablantes que ejercitaban
ciertas profesiones maestros, actores, recepcionistas, etc., tendían a usar una variedad de
lengua más estándar que otros que, sin embargo, compartían con ellos las mismas
características sociales y económicas. Sin duda este hecho era debido a la necesidad
profesional de manejar un instrumento comunicativo de mayor prestigio.
Sankoff y Laberge han visto en el mercado lingüístico un medio más adecuado para
estudiar la variación lingüística. El procedimiento para el análisis sociolingüístico consiste
simplemente en poner en relación una variable lingüística con unos índices de integración
en el mercado lingüístico, que se consideran atributos de los hablantes. Para la integración
de tales índices se parte del juicio emitido por varias personas (jueces) sobre la historia de la
vida socioeconómica de cada hablante.
Aunque el interés de los estudios realizados a partir de este concepto, no se pone en
duda, la realidad es que esta alternativa presenta inconvenientes metodológicos graves que
no se superan claramente; por ello, es necesario manejar la noción de “mercado lingüístico”
con cierta cautela. (Vid. Moreno Fernández, 1998:50-51, y López Morales, 2004: 114-118).

9.4.1.7. Las redes sociales

La noción de red social, responde también, a un deseo de manejar entidades menos


abstractas que “nivel sociocultural” o “clase social”. Según L. Milroy (1980), responsable de

16
la difusión de dicha propuesta entre los sociolingüistas, una “red social” es un entramado de
relaciones directas entre individuos, que actúa como un mecanismo para intercambiar
bienes y servicios, para imponer obligaciones y para otorgar los derechos que corresponden
a sus miembros. Estas redes disfrutan de distintos grados de densidad y de multiplicidad
según la fuerza de los vínculos que relacionan a los individuos entre sí y el número de
individuos que las forman. En la investigación sociolingüística se pone en relación las
características de las redes (densidad, multiplicidad, fuerza) y de sus miembros con las
variables lingüísticas correspondientes. El acercamiento sociolingüístico a través de redes
sociales ofrece la indiscutible ventaja de ser un principio universal: existen en todas las
comunidades. No obstante, han sido señaladas dos objeciones de peso; por un lado, la poca
eficacia que ofrece esta metodología para el análisis de determinadas redes poco densas en
sus relaciones, y por otro, estas investigaciones no ofrecen una descripción total de una
comunidad, sino de algunos de sus grupos integrantes. (Vid. López Morales, 2004: 118-
121). Sobre la utilización de este metodología en España, debe consultarse la obra de J.
Villena Ponseda (1994).

9.4.1.8. Modo de vida

Siguiendo a F. Moreno Fernández el concepto “modo de vida”, muy reciente y poco


utilizado aún en sociolingüística, fue presentado por T. H jrup (1983) y desarrollado por J.
Milroy (1992), pone en relación redes sociales de pequeñas dimensiones con otras
estructuras o grupos sociales de mayor entidad. (Vid. Moreno Fernández, 1998: 53-54, y
López Morales, 2004:121-122).

9.4.2. La variación lingüística: las variables lingüísticas y su tipología

9.4.2.1.Variable y variante

La variación que se produce en todos los niveles de la lengua, como ya se ha indicado,


más arriba, es el eje que permite las manifestaciones lingüísticas de los parámetros de
estratificación social. La noción de variable lingüística “define un conjunto de equivalencias
de realizaciones o expresiones patentes de un mismo elemento o principio subyacente”
(Cedergren, 1983: 150) y la de variante, que constituye una de las nociones más
productivas de la lingüística contemporánea, representa la evidencia de que algunas
unidades lingüísticas pueden ser permutables entre sí, sin que ello afecte a la significación
del mensaje. Así las variantes situadas en el nivel del habla, constituyen el conjunto de
realizaciones de una variable. Dicho esto se procederá a analizar, cómo unas variables

17
lingüísticas y unas variables sociales, por un lado, o diversas variables sociales, por otro,
son capaces de determinar la variación lingüística, en los distintos niveles de la lengua.

9.4.2.2. Variación fonológica

La variación fonológica constituye en sociolingüística con mucho, la más estudiada y la


más temprana además; este hecho se explica que haya sido así porque los segmentos
subyacentes (las variables) y sus realizaciones de superficie (las variantes), carecen de
significado, de manera que no es necesario demostrar previamente que el intercambio de
esta última en los mismos contextos, no conlleva cambio semántico alguno, ni de ningún
otro tipo. Al margen de esta importante característica, las variantes fónicas tienen una gran
frecuencia en el discurso, lo que se traduce en la ventaja de usar muestras orales poco
extensas; son, además, elementos que pertenecen a un sistema cerrado, integrado por un
número reducido de unidades, con lo cual existe mayor contrastividad (López Morales, 2003:
57-63). Las variantes fónicas, desde el sistema lingüístico, están condicionadas, además de
por factores sociales, por factores distribucionales, contextuales y funcionales (Vid. López
Morales, 1983).
El estudio de variantes fónicas ha permitido obtener datos muy significativos sobre la
estratificación social de las lenguas en diversas comunidades. Este hecho junto con la
“tradición” que establecieran los primeros trabajos de Labov, sobre variación fonológica, han
hecho de estas variantes la base fundamental de los estudios de estratificación
sociolingüística (Vid. García Marcos, 1999: 210-211).

9.4.2.3. Variación sintáctica

La Variación sintáctica ha sido un tema discutido desde el momento mismo en que G.


Sankoof (1978) publicó un trabajo en el que trató de demostrar que la variación ocurría,
también en otros niveles de lengua, además del fonológico. Y, para ello presentó su análisis
de la posición de la marca verbal en told pisin, criollo neoguineano, y, de otros dos
fenómenos del francés de Montreal. De inmediato surgieron una serie de críticas, ya que las
variables gramaticales (sintácticas) pueden motivar diferencias de significado, lo que en la
práctica impediría establecer conjuntos de equivalencia para este último tipo de variables.
Con respecto a las objeciones presentadas al concepto de significado referencial y
pragmático, son controvertidos porque, a diferencia de los segmentos fonológicos y de
algunos morfemas, las estructuras sintácticas siempre tienen algunos usos o aparecen en
contextos en los que significan cosas diferentes o funcionan de diversa manera.
Según H. López Morales (2004) es indiscutible que cada una de las variantes
sintácticas puede ser aceptada en contextos bastante diferentes, pero no es razonable

18
esperar que esas diferencias sean pertinentes cada vez que el hablante use (o que el
oyente oiga) una variante determinada. Estos hechos han generado una discusión que ha
conllevado una gran producción bibliográfica, a favor o en contra, de la posibilidad real de
establecer conjuntos de equivalencias, totalmente intercambiables en función del contexto,
del hablante o del oyente, con las unidades del nivel sintáctico, de un modo idéntico a como
ocurre con las especificas del nivel fonológico de las lenguas. (Para una información
actualizada de la discusión teórica y metodológica sobre el tema debe consultarse López
Morales, 2004: 68-92).

9.4.2.4. Variación léxica

La variación léxica es la menos estudiada, hasta ahora, dentro de las investigaciones


sociolingüísticas, ya que la problemática referida a la variación sintáctica, la del significado y
su identidad semántica, le afecta también. Para G. Sankoff (1980: 33), quien con más sólidos
argumentos ha defendido la legitimidad del variacionismo léxico, no hay que ir demasiado
lejos en los problemas de selección e inserción léxicas para ver que cuestiones como la
sinonimia, los significados sobrepuestos, la concreción frente a la generalidad, o referentes
que son marginales o están en el límite entre dos dominios semánticos pueden todos
conducir a consideraciones probabilísticas del léxico correlacionado con las variables
sociales. Los trabajos de Klein (1977), López Morales (1979), Mateo (1996), Alba (1996),
muestran que el variacionismo léxico es posible y que en todos ellos, la correlación con las
variedades sociales, o lo que es lo mismo la estratificación sociolingüística en el léxico es
evidente, como lo ha demostrado también Escoriza (2003) recientemente. Además, el
modelo variacionista ha ofrecido también muy buen rendimiento en los estudios de
estratificación léxica realizados en comunidades bilingües (Etxebarria, 1985). (Vid. García
Marcos, 1999: 215-220, y Moreno Fernández, 1998: 79-83).

9.5. El contacto de lenguas

A pesar de que con frecuencia las situaciones de multilingüismo pueden quedar


encubiertas por razones sociopolíticas, ya que son muchos los estados que se declaran
oficialmente monolingües sin serlo, actualmente son mayoría en el mundo las comunidades
de habla en las que coexisten lenguas diversas, ocupando funciones sociales distintas.
Estas lenguas, siempre que sean habladas alternativamente por las mismas personas, se
dice, según Weinreich (1953), que están en contacto.
Lo más frecuente, en este tipo de situaciones es que se produzcan influencias múltiples
entre las lenguas en contacto y, en este sentido, los resultados son varios y de diverso tipo:
de una parte, están las transferencias entre lenguas, y de otra, la convergencia. En un

19
plano intermedio se colocan los fenómenos de alternancia de códigos y, por último, los
resultados más drásticos se producen cuando del propio contacto se producen nuevas
variedades de lenguas distintas (pidgins) que dan lugar a nuevas lenguas (criollos). (Vid.
López Morales, 2004: 217-219).

9.5.1. Resultados lingüísticos del contacto de lenguas: transferencias y convergencias


lingüísticas

U. Weinreich (1953) había definido, inicialmente, el concepto de interferencia como


“desviaciones de la norma de alguna de las lenguas que se producían en el habla de los
bilingües”; aunque hay algunos autores que siguen utilizando este término, otros muchos
han propuesto el de transferencia, con la finalidad de neutralizar la gran asociación a algo
necesariamente agramatical con el que se relacionaba el término interferencia (Clyne, 1975:
19). En definitiva, no son términos opuestos, puesto que aluden a la misma realidad, pero en
la realidad social de las lenguas, es mejor utilizar el segundo. Por transferencia, debe
entenderse la influencia de una lengua A sobre otra B, produciendo en esta última
estructuras agramaticales, que pueden afectar a cualquiera de los niveles lingüísticos, el
fonológico, el léxico o el morfosintáctico, si bien, es cierto que de un modo diferente en cada
caso.
La convergencia, también producto del influjo de una lengua (A) sobre otra (B), se
diferencia de la interferencia en que nunca produce este tipo de resultado; en realidad, la
lengua (B) se acerca a (A), quizás a costa de olvidar opciones lingüísticas o de modificar
sensiblemente los índices de frecuencia de algunos de sus fenómenos (Mougeon, Beniak y
Valois, 1985). En definitiva, es un proceso que conduce a la adquisición por parte de los
hablantes de una lengua, a través de estructuras, que resultan gramaticales en las dos
lenguas. (Vid. López Morales, 2004: 219-234; Almeida, 2000: 202-209; Moreno Fernández,
1998: 257-265).

9.5.2. Los préstamos léxicos

El préstamo léxico es uno de los aspectos más interesantes y mejor conocidos, de los
que tienen relación con la transferencia de elementos de una lengua a otra. ”La complejidad
en el estudio del préstamo, en principio, no es grande, cuando una palabra de una lengua A,
se incorpora, plenamente, con su forma y su significado, a una lengua B, sobre todo si
designa un objeto o una realidad nuevas (“importación”); responde al principio ”nueva cosa,
nuevo nombre”. No resulta tan fácil de describir, sin embargo, cuando no se toma prestado
el signo como tal, sino sólo una de sus partes (por ejemplo, el significado), cuando el
préstamo ha comenzado a integrarse en la lengua receptora, cuando viene a designar una

20
realidad que ya cuenta con un término que la denomine, o cuando se trata de un préstamo
que no es de uso común en toda la comunidad” (Moreno Fernández, 1998: 266). Se han
propuesto diversas tipologías para el estudio de las condiciones en que estos se producen,
la extensión de los mismos, etc. Se ha sugerido distinguir entre préstamos puros
(incorporación de un término de una lengua a otra), híbridos (además de incorporarse un
elemento léxico nuevo, se produce una sustitución morfémica parcial (Ej.: “patear” en
español de to pea”, en inglés) y calcos (que implican la incorporación desde la lengua A de
un significado que se asocia a una forma existente ya en B (Ej.: “asistente” (ayudante) de
assistant en inglés). Para una información detallada del problema pueden consultarse los
trabajos de Gómez Capuz (1998 y 2004).
Ahora bien, la interpretación teórica del préstamo está indisolublemente ligada al
fenómeno de alternancia de código, del que se da cuenta en el siguiente apartado.

9.5.3. Alternancia de códigos

Por alternancia (intercambio/cambio) de códigos se entiende la utilización alternada


de dos lenguas en un mismo discurso o en una misma conversación. Es un fenómeno muy
extendido y frecuente entre los hablantes en las comunidades bilingües. En definitiva, la
alternancia consiste en la unión de oraciones o fragmentos de oraciones de lenguas
diferentes en el discurso de un mismo hablante; en este fenómeno, cada oración está regida
por las reglas morfológicas y sintácticas de la lengua correspondiente. En el momento en el
que se produce un cambio de código se está ante un fenómeno condicionado por factores
funcionales y pragmáticos (situación comunicativa, entorno, participantes, tema de
conversación, etc.) y para que se produzca tienen que cumplirse dos condiciones básicas:
que no se alternen o cambien unidades dependientes (morfemas dependientes) y, en
segundo lugar, que se dé cierta situación de equivalencia, de tal forma que el orden de los
elementos que preceden y suceden al cambio ha de ser gramatical en ambas lenguas. Si no
se cumplieran estos requisitos, estamos, más bien, ante la mezcla de códigos (amalgama).
(Vid. Moreno Fernández, 1998: 268-270, García Marcos, 1999: 262-269, Almeida, 2000:
209-219, López Morales, 2004: 234-242, y Silva-Corvalán, 1989: 179-185).
Lejos de las creencias superficiales sobre el tema, que ven el fenómeno como una
manifestación de corrupción y deterioro lingüísticos, de conducta verbal indeterminada,
algunos de los cambios de código resultan gobernados por requisitos socioculturales,
funcionales, pragmáticos, de contexto y de tema tratado. (Vid. Poplack, 1983).

21
9.5.4 Pidginización y criollización

El caso colectivo más extremo del contacto de lenguas es el de pidginización y


criollización que dan como resultado la aparición de lenguas pidgins y criollas. “El pidgin
es, en esencia, una variedad lingüística creada a partir de dos o más lenguas existentes,
con el fin de satisfacer inminentes necesidades de comunicación entre individuos (y grupos
de individuos) que no poseen ninguna lengua en común”. (López Morales, 2004: 242-243).
Pues bien, cuando el pidgin crece y se desarrolla, se enriquece en su estructura y comienza
a hablarse como lengua materna de una comunidad, se criolliza, o, lo que es lo mismo, se
convierte en una lengua criolla.
El pidgin se caracteriza, o se identifica, por la presencia en su seno de varios rasgos
fundamentales:
1. Es lengua, con función suplementaria, para propósitos específicos de
comunicación (comercio, por ejemplo).
2. Presenta una estructura muy simplificada, desde de un punto de vista
lingüístico.
3. Tiene un carácter mixto, es decir, resultado de la mezcla de dos o más códigos
(lenguas).
4. Sus elementos léxicos (base léxica) proceden siempre de la lengua
perteneciente al grupo dominante, en el contacto. (Vid. Mühlhaüsler, 1986, para
el estudio de este tipo de realidad lingüística aplicado al tok pisin de Nueva
Guinea.
Las razones del nacimiento de los pidgins, según los estudios sociolingüísticos más
recientes, están directamente relacionadas con razones sociales, surgen de las “barreras”
existentes entre las variedades o las lenguas y del distanciamiento entre hablantes y
variedades.
Las definiciones referidas a la noción de lenguas criollas (Romaine, 1996, y Perl y
Schweler, eds., 1988) pueden reducirse, fundamentalmente, a tres grupos:
1) Lenguas mixtas, relacionadas con mezcla de culturas y de etnias.
2) Lenguas pidgins, es decir, segundas lenguas convertidas en lengua materna de un
grupo de hablantes.
3) Reflejos de un bioprograma natural en las lenguas humanas, activado en caso de
transmisión imperfecta de una lengua (Bickerton, 1981).
Para un tratamiento más detallado Almeida (2000: 219-233), García Marcos (1999: 251-
273), López Morales (2004:242-252), y Moreno Fernández (1998: 277-290).

22
9.6. La Planificación Lingüística

9.6.1. Definición y características

Aunque el estudio de la planificación lingüística ha interesado siempre a los sociólogos


del lenguaje, “quiere esto decir que, desde su nacimiento, como corriente de investigación,
se ha sumado al conjunto de disciplinas que conforman la Sociología del lenguaje” (Moreno
Fernández, 1998: 331), su estudio muestra bien a las claras el relevante, papel que se le ha
asignado desde la Sociolingüística. Ya J. Fishman no dudaba en considerarla como “el área
de la lingüística aplicada que más claramente ilustra la gran complejidad de los fenómenos
sociales cuya intelección hará posible la Sociología del Lenguaje” (Fishman, 1972: 209). No
obstante conviene, distinguir entre el estudio de la planificación y la planificación misma; si el
primero se ha desarrollado, a partir de los años sesenta (Haugen, 1959, Kloos, 1969,
Fishman, 1972, Cooper, 1997, y Calvet, 1987), sobre todo en sus aspectos técnicos, tal
como puede comprobarse en los estudios de los escritores citados, la segunda, ’la
planificación lingüística’, se ha practicado, de forma abierta a veces y disimulada otras, en
todos los países y en todas las épocas en que una persona, o mejor un grupo social
dominante ha tomado determinadas decisiones que han afectado a la lengua o a las lenguas
de una comunidad. Planificación es la preparación de un plan destinado a orientar o
determinar el uso de una o más de una lengua en la comunidad.

9.6.2. Política y planificación lingüísticas: tipología

En la abundante bibliografía dedicada al tema, junto a política lingüística se habla de


planificación lingüística. En muchos casos las dos expresiones se utilizan como sinónimos.
Baldauf y Kaplan (1997) autores de uno de los manuales más útiles y completos sobre el
tema proponen distinguirlas así: “la política lingüística está constituida por el conjunto de
ideas, leyes, regulaciones y prácticas que se dirigen a producir cambios en los
comportamientos lingüísticos de una sociedad o de un grupo social, mientras que la
planificación lingüística es el conjunto de decisiones adoptadas por una autoridad, en
principio, gubernamental, para conseguir estos mismos resultados” (Vid. Siguán, 2000: 272).
Podemos distinguir dos aspectos de la planificación lingüística: el interno y el externo.
1) La planificación interna afecta a las lenguas mismas y a los procesos dinámicos a los
que toda lengua está sujeta, para modificarlas, retardarlas o acelerarlas, imponiéndoles
una determinada dirección. Puede tratarse, por ejemplo, de poner por escrito una
lengua transmitida oralmente hasta ahora, fijar su alfabeto, su ortografía, revisar un
alfabeto inadecuado o alfabetos conflictivos, paliar las insuficiencias de vocabulario,
desarrollando terminologías científicas y técnicas etc. (Fishman, 1972) Este tipo de

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planificación se realiza, sobre todo, cuando es necesario convertir una o más lenguas
vernáculas en lenguas nacionales “standard” o incluso resucitar una lengua antigua
para convertirla en lengua oficial (el hebreo en Israel). Es lo que Kloss (1969),
denomina “la codificación lingüística”, (language corpus planning). Pero las razones de
esta codificación no son puramente internas a la lengua, como lo demuestra, por
ejemplo, la reforma lingüística en China, donde, ante los problemas planteados por los
numerosos dialectos del chino, el gobierno de la República Popular China procedió a la
uniformación de la lengua hablada putonghua o lengua común, incorporando la
fonología del dialecto de Pekín, la gramática del mandarín y el vocabulario de la
literatura popular; igualmente, ha simplificado los caracteres chinos, tratando de crear
un alfabeto nacional pinyin. Las razones señaladas para esta reforma son de tipo
demográfico (el 70% de los chinos hablan el dialecto del norte), geográfico (este
dialecto es hablado desde Manchuria a Yunan), lingüístico (los dialectos son
mutuamente inteligibles), político (la diversidad es un obstáculo para la unidad política y
el desarrollo económico), educativo (necesidad de alfabetizar a las masas campesinas)
e ideológico (posición del marxismo leninismo o el stalinismo sobre la lengua nacional).
Los dialectos continúan respondiendo a las necesidades locales y se advierte un
crecimiento del bilingüismo nacional.
2) La planificación externa tiene por finalidad modificar las relaciones entre las lenguas.
Kloss (1969) ha nombrado este tipo de “planificación de status de lenguas” (language
status planning). Se trata de determinar el número y la distribución de las lenguas entre
los individuos y los grupos, sobre la base de los censos y /o de las encuestas
lingüísticas, de las lenguas habladas y escritas (Cooper, 1997) y de fijar la utilización en
el seno de las instituciones, en los territorios y los dominios de actividad. Es,
evidentemente, en el caso de los estados multilingües donde los gobiernos están
obligados a planificar las lenguas, determinando el estatus respectivo. Ahora bien,
como ya se ha señalado, el estatus de las lenguas en el seno de una comunidad está
ligado al estatus económico social y demográfico, así como a las percepciones y a las
ideologías de los colectivos que las utilizan.
A continuación, se pasará a examinar algunas soluciones aportadas por la planificación
lingüística. Una solución adoptada es la solución federal o territorial. Se tomarán dos
ejemplos: Canadá y Bélgica.
En Canadá la ley sobre las lenguas oficiales estipula que el inglés y el francés son las
lenguas oficiales del país y que, por ello, ambas poseen un estatus y una serie de derechos
y privilegios idénticos, en cuanto a su empleo en todas las instituciones del Parlamento y del
Gobierno. Prevee que los distritos bilingües pueden adquirir tal carácter, allí donde la lengua

24
oficial minoritaria sea hablada, por al menos, un 10% de la población de una región. Hay que
hacer notar que el objetivo de la política federal sobre las lenguas oficiales, no es lograr que
todos los canadienses se conviertan en bilingües, sino que, más bien, se trata de conseguir
que en todo el territorio, donde el número de francófonos y anglófonos alcance una cifra
razonable, estos puedan utilizar su lengua propia en sus relaciones con las instituciones. A
nivel provincial, el nouveau brunswick y, después de 1983, manitoba son oficialmente
bilingües. Québec es oficialmente monolingüe, en francés, y las otras provincias son
monolingües anglófonas. Pero los problemas lingüísticos, aún no se han resuelto por
completo, sobre todo, por lo que se refiere a la enseñanza.
En el caso de Bélgica, donde desde hace largo tiempo existe una polarización de la
vida política sobre el problema de las lenguas, se ha realizado, la división en tres
comunidades culturales y cuatro regiones lingüísticas: neerlandesa al norte, francófona al
sur, germanófona-francófona en los cantones del Este, y Bruselas como territorio bilingüe,
franco-neerlandés. Después de la legislación lingüística de 1963, la lengua materna de un
ciudadano viene determinada por su lugar de residencia geográfico, independientemente de
la lengua hablada en la familia, o de su elección personal, en el caso de las regiones
monolingües (principio de territorialidad); en la región metropolitana y en los cantones de
Este, el individuo puede elegir su lengua de la administración y de la escuela. Un interesante
desarrollo ha supuesto la Convention sur L’Union de la langue neerlandaise, realizado entre
Bélgica y los Países Bajos y la Comunidad neerlandesa de Bélgica en el dominio de la
lengua y de las letras.
Para una visión de la política lingüística en el estado español puede consultarse
Etxebarria (1995 y 2002).

9.7. La Muerte de la Lenguas

Se denomina “mortalidad lingüística” a la desaparición o extinción de una lengua. Las


lenguas, o mejor, determinadas lenguas en contexto específicos, por ejemplo, en situación
de contacto, se extinguen; la decadencia y muerte lingüísticas se produce en este caso,
como un fenómeno extremo, una de las lenguas en presencia se debilita hasta desaparecer
y el contexto comunicativo bilingüe se vuelve monolingüe. En el mundo la muerte de las
lenguas es un fenómeno vigente y al parecer, creciente, por ello puede decirse que un buen
número de lenguas está en peligro. Si se piensa que actualmente existen entre 5.000 y
6.000 lenguas vivas, el proceso de pérdida es tal que en un periodo de 100 años, existirán
sólo la mitad de ellas, de 2.500 a 3.000, dado que la media aproximada de pérdida es de 25
lenguas al año (Hagège, 2002: 9-11). Son muchas las observaciones que pueden realizarse
a partir de este dato, pero es que las cifras resultan muy elocuentes si se observa que la

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mayor parte de la población mundial, más de 6.000 millones, se concentra en un número
muy reducido de lenguas. Sólo las 8 lenguas con más de cien millones de hablantes
(mandarín, español, inglés, bengalí, hindi, portugués, ruso, japonés) reúnen un total de
2.400 millones de hablantes; y si extendemos esta cifra hasta incluir las 20 lenguas más
habladas, obtendremos una suma de 3.200 millones, más de la mitad de la población
mundial. Si prosiguiéramos con este análisis acabaríamos comprobando que el 4% de las
lenguas del mundo son habladas por el 96% de la población mundial. La mayoría, más de
4.000, no llegan a tener mas de 100.000 hablantes. (Vid. Cristal, 2001: 26-29, y Siguán,
2000).

9.7.1. Rasgos lingüísticos caracterizadores de este proceso

Siguiendo el trabajo de Dressler (1988) y Schmidt (1985) y a falta de una teoría unitaria
de la decadencia y mortalidad lingüística, sí que pueden identificarse algunos fenómenos
indicativos desde el punto de vista lingüístico, del proceso de deterioro y pérdida de una
lengua:
1- Abundancia de préstamos procedentes de la lengua dominante que vienen a
sustituir unidades propias de la lengua receptora. Se usan, además, con poca o
ninguna adaptación fonológica o morfológica a la lengua receptora.
2- Préstamo y utilización de sufijos y sustitución de los autóctonos, hasta el punto de
que estos dejan de funcionar. Así, por ejemplo, el dyirbal, una lengua australiana
en proceso de extinción ha reemplazado ya sus construcciones ergativas por reglas
de ordenamiento de palabras propias del inglés (Schmidt, 1985).
3- Reglas de formación léxica (flexión, composición y derivación) que quedan
deterioradas o incluso dejan de funcionar y la lengua afectada no crea nuevas
palabras siguiendo sus patrones habituales, así amplias parcelas de su léxico
quedan seriamente afectadas.
4- Cese de funcionamiento de las reglas morfológicas.
5- Desde el punto de vista sintáctico, se produce una progresiva desaparición de las
subordinaciones, algunos tipos decrecen en frecuencia y otros desaparecen, son
totalmente eliminados.
6- Reemplazo de construcciones sintéticas por analíticas.
7- Desaparición de los antropónimos maternos, propios de la lengua.

9.7.2. Aspectos sociolingüísticos propios del proceso de la muerte de las lenguas

Aun cuando no puede decirse de manera taxativa que todo contacto de lenguas
conduzca inexorablemente a la decadencia y posterior sustitución de una de ellas, lo cierto

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es que las lenguas se extinguen, con frecuencia, bajo la presión de una o varias lenguas
dominantes. Las razones sociolingüísticas pueden agruparse en torno a tres o cuatro
grandes núcleos de neto carácter social :
1- El estatus
2- La demografía
3- El apoyo institucional
4- La (di)similitud cultural y lingüística
La carencia de prestigio social de una lengua, su baja demografía, y la falta de apoyo
institucional, a través de la ausencia de la enseñanza en la lengua minorizada, por ejemplo,
así como la gran distancia cultural y lingüística de la lengua minorizada frente a la
dominante, que posee estatus, es decir, reconocimiento como lengua oficial, es hablada por
un número mayor de personas, dispone de enseñanza y medios de comunicación, así como
también es utilizada por las instituciones políticas y se caracteriza por participar de unos
valores culturales distintos, conduce necesariamente a la pérdida y sustitución de la lengua
en situación de minorización. Se establecen patrones de aculturación y asimilación
lingüística en este tipo de sociedades, a veces resultado de procesos migratorios, que
conllevan al desarrollo de actitudes lingüísticas que conducen al abandono de la lengua
nativa por sus hablantes y la sustitución de esta por otra que consideran mejor, más
prestigiosa y con mayor futuro asociado, muchas veces, a la búsqueda de una mejora en su
calidad de vida (Vid. García Marcos, 1999: 269-273).

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