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Ya que en las sociedades modernas las habilidades lingüísticas son altamente valoradas,

muchos lectores tendrán visiones definitivas acerca de la naturaleza del lenguaje y cómo éste
debe funcionar. Éste no es el estado usual de la mente de alguien que abre una enciclopedia
sobre, por ejemplo, astronomía, mitología romana o física. ¿Por qué?

Por tanto, tenemos que empezar observando las principales opiniones y las creencias de la
gente que ya tienen con respecto al lenguaje como el resultado de los procesos normales de la
educación y el desarrollo social, y sobre todo del uso que tienen del lenguaje. Estas perspectivas
proporcionarán un marco de referencia familiar a muchos lectores, y también actuarán como un
punto de partida para el estudio objetivo, sistemático y detallado del asunto.

Un asunto emocional

No es fácil ser sistemático y objetivo en el estudio del lenguaje. El debate lingüístico


popular se deteriora en insultos y polémicas. El lenguaje es usado por todos, por tanto, pertenece
a todos; así que la gente siente que tiene derecho a sostener una opinión acerca de él. Y cuando
las opiniones difieren, las emociones salen a escena. Los debates pueden incendiarse tan
fácilmente en base a pequeños puntos como las políticas públicas de la planeación y educación
lingüísticas. ¿Por qué?

Además, el lenguaje es un comportamiento tan público que es muy fácil que diferentes
usos del mismo sean notados y criticados. Ninguna parte de la sociedad o comportamiento social
está exenta: los factores lingüísticos influencian nuestros juicios sobre de la personalidad,
inteligencia, estatus social, estándares educativos, aptitud laboral, y muchas otras áreas de la
identidad y la supervivencia social. Como resultado, es fácil herir, o ser herido, cuando el uso del
lenguaje es insensiblemente atacado. Ejemplos

El lingüista americano, Leonard Bloomfield (1887-1949) discutió esta situación en términos


de tres niveles de respuesta que la gente tiene del lenguaje. “La primera respuesta” es el uso real.
“La segunda respuesta” son las visiones que tenemos acerca del lenguaje, frecuentemente
expresadas en alguna clase de terminología. “La tercera respuesta” son los sentimientos que
estallan cuando alguien osa cuestionar estas visiones. Bloomfield cuenta la historia de la visita a un
doctor que estaba bastante seguro en su visión de que la lengua amerindia Chippewa tenía sólo
unos cientos de palabras. Cuando Bloomfield intento discutir el punto, el doctor se dio la vuelta y
se resistió a escuchar. Respuestas irracionales de este tipo son muy comunes
desafortunadamente. No obstante, cualquiera es propenso a ellas- lingüísticas y no lingüísticas por
igual. ¿Qué defiende el doctor de la anécdota?

Prescriptivismo

En el sentido más general, el prescriptivismo es la visión de que una variedad de lenguaje


tiene un valor inherente más alto que los otros, y que éste debe ser impuesto en toda la
comunidad de habla. La visión es propuesta en relación a la gramática y el vocabulario, y
frecuentemente con referencia a la pronunciación ¿Tienen ejemplos?. La variedad que es
favorecida, en esta operación, usualmente es una versión del lenguaje escrito “estándar”,
especialmente como se le encuentra en la literatura o en el lenguaje hablado formal, que en gran
medida se parece o refleja el estilo del lenguaje escrito. Los más apegados a esta variedad se dice
que hablan o escriben “correctamente”; las desviaciones de esta variedad se dice que son
“incorrectas”. ¿Qué consideraciones hago para decir que alguien habla o escribe correcta o
incorrectamente?

Todos los principales lenguajes europeos han sido estudiados prescriptivamente,


especialmente en el siglo XVIII que se acercaron a la escritura de gramáticas y diccionarios. Los
objetivos de estos primeros gramáticos fueron de tres tipos: (a) querían codificar los principios de
sus lenguajes, para mostrar que había un sistema debajo del aparente caos del uso; (b) querían un
medio de tranquilizar las disputas acerca del uso; y (c) querían señalar lo que ellos sentían ser
errores comunes, para “mejorar” el lenguaje ¿Es criticable la intención?. La naturaleza autoritaria
de este acercamiento es bien caracterizada por su dependencia de las “reglas” gramaticales”.
Algunos usos son “prescritos” para ser aprendidos y seguidos exactamente; otros son “proscritos”,
para ser evitados. En este período inicial, no hay término medios; el uso estaba bien o estaba mal,
y no era tarea de la gramática nomás registrar las alternativas, sino pronunciar un juicio al
respecto.

Estas actitudes están todavía presentes y motivan una preocupación muy extendida de
que los estándares lingüísticos deben ser mantenidos. No obstante, hay un punto de vista
alternativo que se preocupa menos de los “estándares” que de los hechos del uso lingüístico. Este
acercamiento está sintetizado en la afirmación de que es tarea del gramático describir, no
prescribir- registrar los hechos de la diversidad lingüística y no intentar las tareas imposibles de
evaluar la variación del lenguaje o detener el cambio lingüístico. En la segunda mitad del siglo
XVIII, ya había quién abogara por este punto de vista, como Joseph Priestley, cuyos Rudimentos de
la gramática en inglés (1761) insiste en que “la costumbre de hablar es la única y original forma
estándar de cualquier lenguaje”. Los asuntos lingüísticos, se argumentaba, no pueden ser
resueltos por la lógica y la legislación. Y esta visión ha llegado a ser el principio del acercamiento
lingüístico moderno al análisis gramatical.

En nuestro propio tiempo, la oposición entre descriptivistas y prescriptivistas ha llegado al


extremo, cuando ambos lados hacen retratos irreales del otro. Las gramáticas descriptivas han
sido presentadas como las gentes que no se preocupan de los estándares, porque la forma en que
ellos ven todas las formas de uso son igualmente válidas. Las gramáticas prescriptivas han sido
presentadas como adhesiones ciegas a una tradición histórica. La oposición, incluso, ha sido
presentada en términos cuasi-políticos- de liberalismo radical versus conservadurismo elitista.

Si estos estereotipos son abandonados, podemos ver que ambos acercamientos son
importantes, y que tienen más en común de lo que frecuentemente se cree- involucrando un
interés mutuo en asuntos tales como la aceptabilidad, la ambigüedad, y la inteligibilidad. El
acercamiento descriptivo es esencial porque es la única forma en la que los competitivos reclamos
de diferentes estándares se pueden reconciliar: cuando conocemos los hechos del uso del
lenguaje, estamos en una mejor posición de evitar las idiosincrasias de opiniones privadas, y así
hacer recomendaciones más realistas de la enseñanza o estilo del lenguaje. El acercamiento
prescriptivo proporciona un foco para el sentido de los valores lingüísticos que cada uno posee, y
que en última instancia forma parte de nuestra visión de la estructura social, y de nuestro lugar
dentro de ella. Después de doscientos años de disputa, es tal vez optimista esperar que se realice
alguna inmediata interrelación entre ellas; sin embargo, hay algunos motivos de optimismo ahora
que los sociolingüistas están empezando a mirar más seriamente el prescriptivismo en el contexto
de explicar las actitudes, usos y creencias sobre el lenguaje. Tal vez sea pertinente pensar en
términos de prácticas sociales del lenguaje. ¿Qué diríamos en favor de cada una de las dos
posturas sobre el lenguaje?

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