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Otros trastornos y preocupaciones en los niños que afectan la forma en que aprenden,
se comportan o manejan las emociones pueden incluir las discapacidades del
aprendizaje y del desarrollo, el autismo, y factores de riesgo como el consumo de
sustancias intoxicantes y causarse autolesiones. Lea más acerca de estas afecciones
.
¿Cuáles son los síntomas de los trastornos mentales infantiles?
Los síntomas de los trastornos mentales cambian con el tiempo a medida que el niño
crece, y pueden incluir dificultades en la manera en que juega, aprende, habla y actúa, o
en cómo maneja sus emociones. Por lo general, los síntomas comienzan en los
primeros años de la infancia, aunque algunos de los trastornos pueden aparecer en la
adolescencia. El diagnóstico se hace a menudo durante los años escolares y a veces
antes. Sin embargo, es posible que a algunos niños no se les diagnostique o detecte el
trastorno mental que tienen.
¿Se pueden tratar los trastornos mentales infantiles?
Con el fin de ayudar a los niños con afecciones mentales, los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC) trabajan con agencias asociadas para comprender mejor estos trastornos y el impacto
que tienen en los menores.
Jóvenes: Cuidar de la salud mental es tan importante como cuidar de la salud física. Si están enojados,
preocupados o tristes, no teman hablar acerca de sus sentimientos y acudan a un amigo o adulto de confianza.
Profesionales de la salud: Es muy importante tener un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado que se
base en directrices actualizadas. Hay recursos disponibles para ayudar a diagnosticar y tratar los trastornos
mentales de los niños.
Maestros o personal administrativo de la escuela: La identificación temprana del problema es importante para
que los niños puedan recibir la ayuda que necesiten. Trabajen con las familias y los profesionales de la salud si
tienen alguna preocupación sobre la salud mental de un niño en su escuela.
Tipos de afecciones
Sentir mucho miedo de la escuela o de otros lugares donde haya personas (ansiedad social).
Estar muy preocupado por el futuro y acerca de que sucedan cosas malas (ansiedad general).
Presentar reiterados episodios de miedo intenso, repentino e inesperado, que se
producen con síntomas como palpitaciones del corazón o dificultad para respirar, o
sentirse mareado, tembloroso o sudoroso (trastorno de pánico).
Ejemplos de comportamientos que a menudo se observan en niños que están deprimidos incluyen los
siguientes:
El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica para hacer una
evaluación. La Academia Estadounidense de Siquiatría Infantil y de Adolescentes (AACAP, por
sus siglas en inglés) recomienda que los proveedores de atención médica evalúen a los niños en
forma rutinaria para detectar problemas de salud mental y del comportamiento.
Algunos de los signos y síntomas de ansiedad o depresión son los mismos que en otras
afecciones, como en el trauma.
Hay síntomas específicos, como la dificultad para concentrarse, que pueden ser un signo del
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Es importante que se haga una evaluación meticulosa para obtener el mejor diagnóstico y
tratamiento. La consulta con un proveedor de atención médica puede ayudar a determinar si la
medicación debe ser parte del tratamiento. Los profesionales de la salud mental pueden planificar
una terapia que sea la mejor para el niño y su familia.
La terapia del comportamiento incluye la terapia infantil, la terapia familiar o una
combinación de ambas. La escuela también puede ser incluida en el plan de
tratamiento.
En el caso de los niños muy pequeños, la participación de los padres en el
tratamiento es clave. La terapia cognitivo-conductual es una forma de terapia que se
usa para tratar la ansiedad o la depresión, en particular en niños mayores. Ayuda a
que el niño cambie los pensamientos negativos en una forma de pensar más eficaz y
positiva, lo cual conduce a un comportamiento más eficaz.
La terapia del comportamiento para tratar la ansiedad puede incluir ayudar a los
niños a enfrentar y manejar los síntomas de ansiedad, mientras se los expone
gradualmente a sus propios miedos a fin de ayudarlos a aprender que no suceden
“cosas malas”.
Los tratamientos también pueden incluir varias maneras de ayudar al niño a sentirse
menos estresado y a estar más sano, como con alimentos nutritivos, actividad física,
suficientes horas de sueño, rutinas predecibles y apoyo social.
Problemas de comportamiento o conducta
A veces los niños discuten, son agresivos o actúan con enfado o en forma desafiante con los adultos. Es
posible que se diagnostique un trastorno del comportamiento o de la conducta cuando estos
comportamientos perturbadores no sean comunes para la edad del niño en ese momento, persistan a
través del tiempo o sean graves.
Debido a que los trastornos del comportamiento implican portarse mal y comportarse de manera no
deseada con las demás personas, a veces se los llama trastornos de externalización.
Violar reglas importantes, como escaparse de la casa, quedarse fuera de la casa por la noche sin
permiso o faltar a la escuela.
Ser agresivo de tal manera que cause daño, como al acosar a otros niños o compañeros, al pelear
o ser cruel con los animales.
Algunos de los signos de problemas de conducta —como no seguir las reglas en la escuela—
pueden relacionarse con problemas de aprendizaje que quizás necesiten una intervención
adicional.
En el caso de los niños pequeños, el tratamiento con evidencia científica más sólida es la
capacitación de los padres en terapia del comportamiento o conductual.
En esta capacitación, el terapeuta ayuda a los padres a aprender formas eficaces de reaccionar
al comportamiento del niño y de fortalecer la relación padre-hijo.
En el caso de los niños en edad escolar y los adolescentes, un tratamiento eficaz que se usa a
menudo es una combinación de capacitación y terapia que incluye al niño, la familia y la escuela.
Trastorno obsesivo-compulsivo
Muchos niños, a veces, tienen pensamientos que les molestan, y puede que sientan
que tienen que hacer algo acerca de esos pensamientos, aunque sus acciones no
tengan sentido.
Por ejemplo, puede que les preocupe tener mala suerte si no se ponen su prenda de
vestir favorita.
En algunos niños, los pensamientos y ansias de hacer ciertas acciones persisten,
aunque traten de ignorarlos o hacerlos desaparecer. Puede que los niños tengan un
trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) cuando los pensamientos no deseados, y los
comportamientos que se sienten obligados a hacer debido a esos pensamientos,
suceden con frecuencia, ocupan mucho tiempo (más de una hora al día), interfieren
con sus actividades o los hacen sentirse muy mal.
A los pensamientos se les llama obsesiones. A los comportamientos se les llama
compulsiones.
Síntomas
Tener trastorno obsesivo-compulsivo significa tener obsesiones, compulsiones o ambas cosas.
Ejemplos de comportamientos obsesivos o compulsivos incluyen los siguientes:
•Tener pensamientos, impulsos o imágenes mentales no deseados que ocurren una y otra vez y
que causan ansiedad o angustia.
•Tener que pensar en algo o decir algo una y otra vez (por ejemplo, contar o repetir palabras una
y otra vez en silencio o en voz alta).
•Tener que hacer algo una y otra vez (por ejemplo, lavarse las manos, colocar cosas en un orden
específico o revisar las mismas cosas una y otra vez como, por ejemplo, ver si la puerta está
cerrada con llave).
•Tener que hacer algo una y otra vez de acuerdo con ciertas reglas que deben ser respetadas de
manera exacta para hacer que la obsesión desaparezca.
Los niños tienen estos comportamientos porque sienten que de esa manera prevendrán
acontecimientos malos o harán que se sientan mejor. Sin embargo, el comportamiento no está
conectado normalmente a un peligro real o a algo malo que esté sucediendo o, a su vez, el
comportamiento es extremo, como lavarse las manos varias veces en una hora.
Las obsesiones y las compulsiones también pueden cambiar con el transcurso del tiempo.
Tratamiento para el trastorno obsesivo-compulsivo
El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica para hacer una evaluación. Una
evaluación integral realizada por un profesional de la salud mental determinará si la ansiedad o la angustia está
relacionada con recuerdos de un evento traumático que sucedió en la realidad, o si los miedos se basan en
otros pensamientos o creencias. El profesional de la salud mental también debe determinar si la persona con el
trastorno obsesivo-compulsivo tiene un trastorno de tic actual o pasado. En el trastorno obsesivo-compulsivo
también puede presentarse ansiedad o depresión, así como comportamientos perturbadores.
Los tratamientos pueden incluir terapia del comportamiento y medicamentos. La terapia del comportamiento, en
particular la terapia cognitivo-conductual, ayuda a que el niño cambie los pensamientos negativos en una forma
de pensar más eficaz y positiva, lo cual conduce a un comportamiento más eficaz.
En la terapia del comportamiento para el trastorno obsesivo-compulsivo puede usarse la técnica de exponer en
forma gradual a los niños a sus propios miedos en un ambiente seguro; esto ayuda a que aprendan que en
realidad no ocurren cosas malas si ellos no realizan el comportamiento. Esto, con el tiempo, disminuye la
ansiedad.
La terapia del comportamiento por sí sola puede ser eficaz, pero algunos niños reciben tratamiento con una
combinación de terapia del comportamiento y medicamentos.
Trastorno por estrés postraumático
Puede que todos los niños pasen por situaciones muy estresantes que afecten la
manera en que piensan y sienten. La mayoría de las veces, los niños se recuperan bien
y con rapidez. Sin embargo, a veces, los niños que pasan por una situación de estrés
intenso —como en casos de lesiones, muerte o posible muerte de un familiar o amigo
cercano, o violencia— se verán afectados a largo plazo.
El niño podría sufrir este trauma en forma directa o podría ser testigo de algo que le
suceda a otra persona. Cuando el niño presenta síntomas a largo plazo (que duran más
de un mes) a causa de ese estrés, que lo hacen sentirse mal o interfieren con sus
relaciones y actividades, puede que reciba el diagnóstico de trastorno por estrés
postraumático (TEPT).
Las familias y las escuelas pueden ayudar a los niños a controlar el estrés si forman parte de la
terapia y aprenden la manera de reaccionar en forma solidaria sin aumentar accidentalmente
las probabilidades de que las obsesiones o las compulsiones sucedan otra vez.
El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica para hacer una
evaluación. Para que se haga el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático, un
acontecimiento específico debe haber desencadenado los síntomas.
Debido a que la situación fue angustiante, es posible que los niños no deseen hablar acerca del
acontecimiento, por lo que se podría necesitar a un proveedor de atención médica altamente
capacitado para hablar con los niños y sus familias. Una vez que se hace el diagnóstico, el primer
paso es hacer que el niño se sienta seguro mediante el apoyo de sus padres, amigos y la escuela
y, en la medida de lo posible, al disminuir la probabilidad de que ocurra otra situación traumática.
La sicoterapia —en la que el niño pueda hablar, dibujar, jugar o escribir acerca del acontecimiento
estresante— puede hacerse con el niño en forma individual, con la familia o en un grupo. La
terapia del comportamiento, en particular la terapia cognitivo-conductual, ayuda a los niños a
aprender a cambiar los pensamientos y los sentimientos por medio de un cambio del
comportamiento en primer lugar a fin de reducir el miedo o la preocupación. Puede que también
se usen medicamentos para disminuir los síntomas.
Afecciones y preocupaciones relacionadas
Los niños con trastornos mentales, emocionales y conductuales pueden tener otros
problemas de salud o del desarrollo a la vez.
A veces las dificultades que surgen de tener una afección crónica (una afección que
dura mucho tiempo y que no suele desaparecer por completo) o una discapacidad
aumentan el riesgo de presentar problemas de salud mental. A veces tener más de una
afección puede empeorar los síntomas de salud mental. El cuidadoso diagnóstico es
importante para guiar el tratamiento.
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Otros trastornos y preocupaciones de la niñez que pueden presentarse junto a los
trastornos mentales, emocionales y conductuales son los siguientes:
Las personas con el TDAH pueden tener problemas para prestar atención,
controlar conductas impulsivas (podrían actuar sin pensar en el resultado de sus
acciones) o pueden ser demasiado activos. Aunque el TDAH no tiene cura, se
puede controlar eficazmente y algunos síntomas pueden mejorar a medida que el
niño va creciendo.
Síntomas y Diagnóstico del TDAH
Si le preocupa que un niño pueda tener TDAH, el primer paso es hablar con un profesional
de atención médica para averiguar si los síntomas corresponden con el diagnóstico. El
diagnóstico puede ser hecho por un profesional de salud mental, como un sicólogo o un
siquiatra, o un proveedor de atención primaria, como un pediatra.
La Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP)
recomienda que los profesionales de atención médica les pregunten a los padres,
maestros y otros adultos que cuiden al niño sobre la conducta que este tiene en
diferentes contextos, como en el hogar, en la escuela o al interactuar con sus pares.
El profesional de atención médica también debe determinar si el niño tiene otra afección
que pueda explicar mejor los síntomas, o que se presente junto con el TDAH.
¿Cómo se diagnostica el TDAH?
Los profesionales de atención médica utilizan las pautas de la quinta edición del Manual
diagnóstico y estadístico (DSM-5), de la Asociación Estadounidense de Siquiatría (American
Psychiatric Association)1 para diagnosticar el TDAH.
Aquí están los criterios en forma resumida. Por favor tenga en cuenta que se presentan solo
para su información. Solo los proveedores de atención médica capacitados pueden
diagnosticar o tratar el TDAH.
Criterios del DSM-5 para el TDAH
Las personas con TDAH muestran un patrón persistente de falta de atención o
hiperactividad/impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo:
1.Falta de atención: Seis o más síntomas de falta de atención para niños de hasta 16 años de
edad, o cinco o más para adolescentes de 17 años de edad o más y adultos. Los síntomas de
falta de atención han estado presentes durante al menos 6 meses y son inapropiados para el
nivel de desarrollo de la persona:
• A menudo no logra prestar adecuada atención a los detalles o comete errores por descuido
en las actividades escolares, en el trabajo o en otras actividades.
• A menudo evita, le disgustan o se niega a hacer tareas que requieren realizar un esfuerzo
mental durante un periodo prolongado (como las actividades o las tareas escolares).
• A menudo pierde cosas necesarias para las tareas y actividades (p. ej.,
materiales escolares, lápices, libros, herramientas, billeteras, llaves, papeles,
anteojos, teléfonos celulares).
• A menudo deja su asiento en situaciones en las que se espera que se quede sentado.
• A menudo corre o trepa en situaciones en las que no es adecuado (en adolescentes o
adultos puede limitarse a una sensación de inquietud).
• Los síntomas no tienen una explicación mejor si se los asocia a otro trastorno mental (como
trastorno del humor, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o trastorno de la personalidad).
Los síntomas no ocurren solo durante el curso de episodios de esquizofrenia u otro trastorno
sicótico.
Según los tipos de síntomas, pueden verse tres tipos (presentaciones) de TDAH:
El TDAH en adultos
A menudo el TDAH dura hasta la adultez. Para obtener más información sobre el
diagnóstico y tratamiento a lo largo de la vida
TRASTORNOS DE ESPECTRO AUTISTA
Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de discapacidades del desarrollo
que pueden provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) están comprometidos a
seguir brindando datos esenciales sobre los TEA, buscar los factores que ponen a los
niños en riesgo de TEA y sus posibles causas, y desarrollar recursos que ayuden a
identificar a los niños con TEA lo antes posible.
Los trastornos del espectro autista (TEA) son discapacidades del desarrollo causadas por
diferencias en el cerebro. Algunas personas con TEA tienen una diferencia conocida, como
una afección genética. Todavía no se conocen otras causas. Los científicos creen que los
TEA tienen múltiples causas que, al actuar juntas, cambian las maneras más comunes en
las que las personas se desarrollan. Todavía tenemos mucho que aprender sobre estas
causas y cómo estas afectan a las personas con TEA.
Puede que las personas con TEA se comporten, comuniquen, interactúen y aprendan de maneras que
son distintas a las de la mayoría de las personas. Muchas veces no hay nada en su apariencia que las
distinga de las demás. Las capacidades de las personas con TEA pueden variar de manera significativa.
Por ejemplo, algunas personas con TEA podrían tener destrezas de conversación avanzadas, mientras
que otras podrían no expresarse verbalmente. Algunas personas con TEA necesitan mucha ayuda en su
vida diaria; otras pueden trabajar y vivir con poca ayuda o nada de ayuda.
Los TEA aparecen antes de los tres años de edad y pueden durar toda la vida, aunque los síntomas
podrían mejorar con el tiempo. Algunos niños muestran síntomas de TEA en los primeros 12 meses de
vida. En otros, puede que los síntomas no aparezcan hasta los 24 meses o después. Algunos niños con
TEA adquieren nuevas destrezas y alcanzan indicadores del desarrollo hasta alrededor de los 18 a 24
meses de edad, y después dejan de adquirir nuevas destrezas o pierden las que ya tenían.
A medida que los niños con TEA se convierten en adolescentes y adultos jóvenes, podrían tener
dificultades para formar y mantener amistades, para comunicarse con personas de la misma edad y
adultos, o para entender qué conductas se esperan de ellos en la escuela o el trabajo. Puede que
lleguen a proveedores de atención médica porque también tienen afecciones, como ansiedad, depresión
o trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que se presentan con más frecuencia en personas
con TEA que en personas sin TEA.
Las personas con TEA con frecuencia tienen problemas con la
comunicación y la interacción sociales, y conductas o intereses
restrictivos o repetitivos. Las personas con TEA también podrían tener
maneras distintas de aprender, moverse o prestar atención. Es
importante señalar que algunas personas sin TEA también podrían
presentar algunos de estos síntomas. Estas características pueden
dificultar mucho la vida de las personas con TEA.
Tratamiento
Los tratamientos actuales para los TEA buscan reducir los síntomas que
interfieren con el funcionamiento diario y la calidad de vida. Los TEA
afectan a cada persona de distinta manera y esto significa que las
personas con TEA tienen fortalezas y desafíos únicos, y distintas
necesidades de tratamiento.2 Por lo general, múltiples profesionales
participan en los planes de tratamiento y estos se adaptan a cada
persona.
Destrezas de comunicación e interacción sociales
Las destrezas de comunicación e interacción sociales pueden ser un desafío para las
personas con TEA.
No mostrar expresiones faciales como de felicidad, tristeza, enojo y sorpresa, hacia los 9
meses de edad
No participar en juegos interactivos simples como dar palmaditas con las manos (pat-a-cake),
hacia los 12 meses de edad
Usar pocos o ningún gesto, hacia los 12 meses de edad (por ejemplo, no decir adiós
con la mano)
No compartir intereses con otras personas, hacia los 15 meses de edad (por ejemplo,
no mostrar un objeto que le guste)
No notar cuando otras personas están lastimadas o molestas, hacia los 24 meses de
edad
No notar a otros niños ni jugar con ellos, hacia los 36 meses de edad
No jugar a ser otra cosa, como un maestro o superhéroe, hacia los 48 meses de edad
Estas conductas o intereses distinguen a los TEA de las afecciones que solo se definen por
problemas con la comunicación y la interacción sociales.
Los ejemplos de conductas e intereses restrictivos o repetitivos relacionados con los TEA pueden
incluir:
A veces, un TEA se puede detectar a los 18 meses de edad o antes. Hacia los 2 años, el
diagnóstico que haga un profesional con experiencia se puede considerar confiable[1]. Sin
embargo, muchos niños no reciben un diagnóstico definitivo hasta que tienen más edad.
Algunas personas no reciben un diagnóstico hasta que son adolescentes o adultas. Este retraso
significa que hay personas con TEA que podrían no recibir la ayuda temprana que necesitan.
Diagnosticar un TEA tan pronto como sea posible es importante para asegurarse de que los
niños reciban los servicios y el apoyo que necesitan para alcanzar su potencial máximo[2]. Hay
varios pasos en este proceso.
Usted puede usar una breve lista de verificación de los indicadores del desarrollo para ver
cómo se está desarrollando su hijo. Si nota que su hijo no está alcanzando esos
indicadores, hable con su médico o con alguien del personal de enfermería acerca de sus
inquietudes y pida que le hagan pruebas del desarrollo. Obtenga más información sobre la
aplicación Sigamos el Desarrollo, las listas de verificación de los indicadores del desarrollo
y otros materiales de los CDC para los padres.
Cuando usted lleva a su hijo a una visita médica de rutina, el médico o el
enfermero también hacen un monitoreo del desarrollo. El médico o el
enfermero podrían hacerle preguntas acerca del desarrollo de su hijo, o
hablarán y jugarán con el niño para ver si se está desarrollando y alcanzando
los indicadores.
Las pruebas del desarrollo son más formales que el monitoreo del desarrollo. Son parte
habitual de algunas visitas médicas de rutina de los niños, incluso si no hay una preocupación
conocida.
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) recomienda hacerles
pruebas del desarrollo y de conducta a todos los niños durante los chequeos médicos de rutina
a estas edades:
9 meses
18 meses
30 meses
Además, la AAP recomienda que a todos los niños se les hagan pruebas específicamente para
detectar TEA durante las visitas médicas de rutina a estas edades:
18 meses
24 meses
Diagnóstico relacionado con el desarrollo
Una prueba breve que utiliza una herramienta de detección no provee un diagnóstico,
pero puede indicar si el niño está bien encaminado en cuanto a su desarrollo o si un
especialista debería examinarlo más detenidamente. Si la herramienta de detección
identifica un área de preocupación, podría ser necesario hacer una evaluación del
desarrollo formal.
Esta evaluación formal es un análisis más profundo del desarrollo del niño y generalmente
la realiza un especialista capacitado, como un pediatra especializado en desarrollo, un
sicólogo infantil, un patólogo del habla y del lenguaje, un terapeuta ocupacional u otro
especialista.
Puede que el especialista observe al niño, le haga una prueba estructurada, les haga
preguntas a los padres o cuidadores, o les pida que llenen cuestionarios. Los resultados
de esta evaluación formal destacan las fortalezas del niño y los desafíos que enfrenta, y
pueden decir si el niño cumple con los criterios para un diagnóstico relacionado con el
desarrollo.
Los cuestionarios de las pruebas del desarrollo y las listas de verificación se
basan en investigaciones que comparan a su hijo con otros niños de la misma
edad. Las preguntas podrían ser acerca de las destrezas de lenguaje, de
movimiento y de pensamiento, así como de conductas y emociones.
Las pruebas del desarrollo pueden ser realizadas por un médico o un miembro
del personal de enfermería, o por otros profesionales en entornos comunitarios,
escolares o de atención médica.
El médico podría pedirle que complete un cuestionario como parte del proceso
de pruebas del desarrollo. Si usted o el médico tienen alguna preocupación,
también se deberían hacer pruebas del desarrollo a edades distintas a las
recomendadas.
Los resultados de una evaluación del desarrollo formal también pueden decir si el
niño necesita servicios de intervención temprana. En algunos casos, el
especialista podría recomendar consejería y pruebas genéticas para el niño.
Referencias
Lord C, Risi S, DiLavore PS, Shulman C, Thurm A, Pickles A. Autism from 2
to 9 years of age. Arch Gen Psychiatry. 2006 Jun;63(6):694-701.
Hyman SL, Levey SE, Myers SM, Council on Children with Disabilities,
Section on Developmental and Behavioral Pediatrics. Identification,
Evaluation, and Management of Children With Autism Spectrum
Disorder. 2020 Jan;145(1).