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¿Qué es la salud mental de los niños?

Los trastornos mentales en los niños se describen como cambios serios en


su forma habitual de aprender, comportarse o manejar las emociones, lo
cual causa angustia y problemas en las actividades diarias.
Ocasionalmente, muchos niños presentan temores y preocupaciones o
muestran comportamientos disruptivos. Si los síntomas son serios y
persisten e interfieren con las actividades en la escuela, la casa y al jugar,
puede que al niño le diagnostiquen un trastorno mental.

Tener salud mental no es simplemente la ausencia de un trastorno mental.


Los niños que no tienen un trastorno mental podrían diferenciarse en cuán
bien se encuentran, y los niños con el mismo trastorno mental
diagnosticado podrían mostrar fortalezas y debilidades diferentes en la
forma en que se están desarrollando y sobrellevan las situaciones, y tener
una calidad de vida diferente. Considerar la salud mental como un proceso
continuo y la identificación de trastornos mentales específicos son maneras
de entender cuán bien se encuentran los niños.
¿Cuáles son los trastornos mentales comunes en la infancia?
Entre los trastornos mentales más comunes que se pueden diagnosticar en la infancia
se encuentran el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la ansiedad
(temores o preocupaciones) y los trastornos conductuales.

Otros trastornos y preocupaciones en los niños que afectan la forma en que aprenden,
se comportan o manejan las emociones pueden incluir las discapacidades del
aprendizaje y del desarrollo, el autismo, y factores de riesgo como el consumo de
sustancias intoxicantes y causarse autolesiones. Lea más acerca de estas afecciones
.
¿Cuáles son los síntomas de los trastornos mentales infantiles?
Los síntomas de los trastornos mentales cambian con el tiempo a medida que el niño
crece, y pueden incluir dificultades en la manera en que juega, aprende, habla y actúa, o
en cómo maneja sus emociones. Por lo general, los síntomas comienzan en los
primeros años de la infancia, aunque algunos de los trastornos pueden aparecer en la
adolescencia. El diagnóstico se hace a menudo durante los años escolares y a veces
antes. Sin embargo, es posible que a algunos niños no se les diagnostique o detecte el
trastorno mental que tienen.
¿Se pueden tratar los trastornos mentales infantiles?

Los trastornos mentales infantiles se pueden tratar y controlar. Existen


muchas opciones de tratamiento que se basan en la mejor y más
actualizada evidencia científica. Los padres y los médicos deben
trabajar en estrecha colaboración con todas las personas que
participen en el tratamiento del niño: maestros, entrenadores,
terapeutas y otros integrantes de la familia. Aprovechar todos los
recursos disponibles ayudará a los padres, profesionales de la salud y
educadores a guiar al niño hacia el éxito. El diagnóstico temprano y los
servicios adecuados para los niños y sus familias pueden lograr un
cambio en la vida de los menores con trastornos mentales.
¿Cuál es el impacto de los trastornos mentales en los niños?

La salud mental es importante para la salud en general. Los trastornos mentales


son afecciones crónicas —aquellas que duran mucho tiempo y que, a menudo,
nunca desaparecen por completo— que pueden continuar durante toda la vida.
Sin un diagnóstico temprano ni tratamiento, los niños con trastornos mentales
pueden tener problemas en el hogar, en la escuela y para hacerse amigos. Los
trastornos mentales también pueden interferir en su desarrollo saludable,
causando problemas que pueden continuar cuando sean adultos.
La salud pública incluye la salud mental

Con el fin de ayudar a los niños con afecciones mentales, los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC) trabajan con agencias asociadas para comprender mejor estos trastornos y el impacto
que tienen en los menores.

Lo que se puede hacer


Padres: Ustedes conocen a su hijo mejor que nadie. Hablen con el profesional de la salud que atiende al niño si
tienen inquietudes acerca de la forma en que su hijo se comporta en la casa, en la escuela o con sus amigos.

Jóvenes: Cuidar de la salud mental es tan importante como cuidar de la salud física. Si están enojados,
preocupados o tristes, no teman hablar acerca de sus sentimientos y acudan a un amigo o adulto de confianza.

Profesionales de la salud: Es muy importante tener un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado que se
base en directrices actualizadas. Hay recursos disponibles para ayudar a diagnosticar y tratar los trastornos
mentales de los niños.

Maestros o personal administrativo de la escuela: La identificación temprana del problema es importante para
que los niños puedan recibir la ayuda que necesiten. Trabajen con las familias y los profesionales de la salud si
tienen alguna preocupación sobre la salud mental de un niño en su escuela.
Tipos de afecciones

Los trastornos mentales en los niños se describen como cambios


serios en la forma habitual de aprender, comportarse o manejar
las emociones, lo cual causa angustia y problemas en las
actividades diarias.

Los profesionales de la salud utilizan las directrices de la quinta


edición del “Manual diagnóstico y estadístico” de la Asociación
Estadounidense de Siquiatría (DSM-5)1, para ayudar a
diagnosticar los trastornos de la salud mental en los niños.
Ansiedad
Depresión
Trastorno de oposición desafiante
Trastorno de la conducta
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
Síndrome de Gilles de la Tourette
Trastorno obsesivo-compulsivo
Trastorno por estrés postraumático
Otras afecciones y preocupaciones que afectan el aprendizaje, el comportamiento
y las emociones de los niños incluyen las discapacidades del aprendizaje y del
desarrollo, el autismo, y factores de riesgo como el consumo de sustancias
intoxicantes y causarse autolesiones.
Ansiedad y depresión
Adolescente que se inclina contra un árbol
Muchos niños tienen miedos y preocupaciones, y de vez en cuando se sentirán tristes y desesperanzados.
Surgirán miedos intensos en diferentes momentos del desarrollo.
Por ejemplo, los niños pequeños a menudo sienten mucha angustia al separarse de sus padres, aunque
estén seguros y al cuidado de otra persona. Cuando los sentimientos de miedo y tristeza son persistentes o
extremos podrían deberse a ansiedad o depresión. Debido a que los síntomas son principalmente
pensamientos y sentimientos, a veces se les llama trastornos de internalización.
Ansiedad
Cuando los niños no superan los miedos y las preocupaciones típicos de los niños pequeños, o cuando los
miedos y las preocupaciones son tantos que interfieren con las actividades escolares, en la casa o en el
juego, puede que se diagnostique un trastorno de ansiedad. Ejemplos de los distintos tipos de trastornos de
ansiedad incluyen los siguientes:

Sentir miedo al estar separado de los padres (ansiedad de separación).


Sentir un miedo extremo acerca de una situación o algo específico, como los perros, insectos o ir al doctor
(fobias).

Sentir mucho miedo de la escuela o de otros lugares donde haya personas (ansiedad social).

Estar muy preocupado por el futuro y acerca de que sucedan cosas malas (ansiedad general).
Presentar reiterados episodios de miedo intenso, repentino e inesperado, que se
producen con síntomas como palpitaciones del corazón o dificultad para respirar, o
sentirse mareado, tembloroso o sudoroso (trastorno de pánico).

La ansiedad puede presentarse en forma de miedo o preocupación, pero también puede


hacer que los niños estén irritables y enfadados. Los síntomas de la ansiedad también
pueden incluir problemas para dormir, además de síntomas físicos como fatiga, dolores
de cabeza o dolores de estómago.
Algunos niños ansiosos no comunican sus preocupaciones y, por lo tanto, los síntomas
pueden pasar desapercibidos.

Las afecciones relacionadas incluyen el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno por


estrés postraumático.
Depresión
Sentirse triste o desesperanzado en algunas ocasiones es parte de la vida de todos los niños. Sin embargo,
algunos niños se sienten tristes o sin interés en las cosas que antes solían disfrutar, o se sienten indefensos o
desesperanzados en situaciones en las que podrían hacer algo para cambiarlas. Cuando el niño siente tristeza
y desesperanza persistentes, puede que se diagnostique depresión.

Ejemplos de comportamientos que a menudo se observan en niños que están deprimidos incluyen los
siguientes:

Sentirse triste, desesperanzado o irritable la mayor parte del tiempo.


No querer hacer cosas divertidas ni disfrutarlas cuando se hacen.
Cambios en los patrones de alimentación: comer mucho más o mucho menos de lo habitual.
Cambios en los patrones del sueño: dormir mucho más o mucho menos de lo normal.
Cambios en el nivel de energía: sentirse cansado y sin fuerzas o tenso e inquieto la mayor parte del tiempo.
Tener dificultad para prestar atención.
Sentirse despreciable, inútil o culpable.
Comportamientos autodestructivos o querer autolesionarse.
La depresión extrema puede hacer que el niño piense en el suicidio o planee
suicidarse. En los jóvenes de 10 a 24 años, el suicidio es la principal causa de muerte.

Algunos niños quizás no hablen acerca de sus pensamientos de desesperanza e


indefensión, y es posible que no parezcan estar tristes. La depresión también podría
hacer que un niño cause problemas o actúe sin motivación, de manera que los demás
quizás no noten que está deprimido o lo cataloguen de manera incorrecta como
alborotador o perezoso.
Tratamiento para la ansiedad y la depresión

El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica para hacer una
evaluación. La Academia Estadounidense de Siquiatría Infantil y de Adolescentes (AACAP, por
sus siglas en inglés) recomienda que los proveedores de atención médica evalúen a los niños en
forma rutinaria para detectar problemas de salud mental y del comportamiento.
Algunos de los signos y síntomas de ansiedad o depresión son los mismos que en otras
afecciones, como en el trauma.
Hay síntomas específicos, como la dificultad para concentrarse, que pueden ser un signo del
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Es importante que se haga una evaluación meticulosa para obtener el mejor diagnóstico y
tratamiento. La consulta con un proveedor de atención médica puede ayudar a determinar si la
medicación debe ser parte del tratamiento. Los profesionales de la salud mental pueden planificar
una terapia que sea la mejor para el niño y su familia.
La terapia del comportamiento incluye la terapia infantil, la terapia familiar o una
combinación de ambas. La escuela también puede ser incluida en el plan de
tratamiento.
En el caso de los niños muy pequeños, la participación de los padres en el
tratamiento es clave. La terapia cognitivo-conductual es una forma de terapia que se
usa para tratar la ansiedad o la depresión, en particular en niños mayores. Ayuda a
que el niño cambie los pensamientos negativos en una forma de pensar más eficaz y
positiva, lo cual conduce a un comportamiento más eficaz.

La terapia del comportamiento para tratar la ansiedad puede incluir ayudar a los
niños a enfrentar y manejar los síntomas de ansiedad, mientras se los expone
gradualmente a sus propios miedos a fin de ayudarlos a aprender que no suceden
“cosas malas”.

Los tratamientos también pueden incluir varias maneras de ayudar al niño a sentirse
menos estresado y a estar más sano, como con alimentos nutritivos, actividad física,
suficientes horas de sueño, rutinas predecibles y apoyo social.
Problemas de comportamiento o conducta

A veces los niños discuten, son agresivos o actúan con enfado o en forma desafiante con los adultos. Es
posible que se diagnostique un trastorno del comportamiento o de la conducta cuando estos
comportamientos perturbadores no sean comunes para la edad del niño en ese momento, persistan a
través del tiempo o sean graves.
Debido a que los trastornos del comportamiento implican portarse mal y comportarse de manera no
deseada con las demás personas, a veces se los llama trastornos de externalización.

Trastorno de oposición desafiante


Ejemplos de trastorno de oposición desafiante incluyen los siguientes:
Estar enfadado o perder los estribos a menudo.

Discutir con adultos o negarse a cumplir sus reglas o pedidos a menudo.


Mostrarse resentido o rencoroso a menudo.

Molestar a otros en forma deliberada o molestarse con otras personas.

Culpar a la gente a menudo por los propios errores o mal comportamiento.


Trastorno de la conducta

El trastorno de la conducta (TC) se diagnostica cuando el niño muestra un patrón continuo de


agresión hacia otras personas, y graves violaciones de las reglas y normas sociales en la casa, la
escuela y con los compañeros.
Estas violaciones de las reglas pueden implicar quebrantar la ley y, como consecuencia, ser
arrestado. Los niños con trastorno de la conducta tienen más probabilidades de lesionarse y quizás
tengan dificultades para llevarse bien con los compañeros.

Ejemplos de comportamientos del trastorno de la conducta incluyen los siguientes:

Violar reglas importantes, como escaparse de la casa, quedarse fuera de la casa por la noche sin
permiso o faltar a la escuela.

Ser agresivo de tal manera que cause daño, como al acosar a otros niños o compañeros, al pelear
o ser cruel con los animales.

Mentir, robar o dañar las pertenencias de otras personas a propósito.


Tratamiento para los trastornos de comportamiento perturbador

Es importante iniciar el tratamiento en forma temprana. El tratamiento es más eficaz si se adapta


a las necesidades del niño y la familia en particular.
El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica. Puede que se
necesite una evaluación integral realizada por un profesional de la salud mental a fin de
determinar el diagnóstico correcto.

Algunos de los signos de problemas de conducta —como no seguir las reglas en la escuela—
pueden relacionarse con problemas de aprendizaje que quizás necesiten una intervención
adicional.

En el caso de los niños pequeños, el tratamiento con evidencia científica más sólida es la
capacitación de los padres en terapia del comportamiento o conductual.

En esta capacitación, el terapeuta ayuda a los padres a aprender formas eficaces de reaccionar
al comportamiento del niño y de fortalecer la relación padre-hijo.

En el caso de los niños en edad escolar y los adolescentes, un tratamiento eficaz que se usa a
menudo es una combinación de capacitación y terapia que incluye al niño, la familia y la escuela.
Trastorno obsesivo-compulsivo

Muchos niños, a veces, tienen pensamientos que les molestan, y puede que sientan
que tienen que hacer algo acerca de esos pensamientos, aunque sus acciones no
tengan sentido.
Por ejemplo, puede que les preocupe tener mala suerte si no se ponen su prenda de
vestir favorita.
En algunos niños, los pensamientos y ansias de hacer ciertas acciones persisten,
aunque traten de ignorarlos o hacerlos desaparecer. Puede que los niños tengan un
trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) cuando los pensamientos no deseados, y los
comportamientos que se sienten obligados a hacer debido a esos pensamientos,
suceden con frecuencia, ocupan mucho tiempo (más de una hora al día), interfieren
con sus actividades o los hacen sentirse muy mal.
A los pensamientos se les llama obsesiones. A los comportamientos se les llama
compulsiones.
Síntomas
Tener trastorno obsesivo-compulsivo significa tener obsesiones, compulsiones o ambas cosas.
Ejemplos de comportamientos obsesivos o compulsivos incluyen los siguientes:

•Tener pensamientos, impulsos o imágenes mentales no deseados que ocurren una y otra vez y
que causan ansiedad o angustia.

•Tener que pensar en algo o decir algo una y otra vez (por ejemplo, contar o repetir palabras una
y otra vez en silencio o en voz alta).

•Tener que hacer algo una y otra vez (por ejemplo, lavarse las manos, colocar cosas en un orden
específico o revisar las mismas cosas una y otra vez como, por ejemplo, ver si la puerta está
cerrada con llave).

•Tener que hacer algo una y otra vez de acuerdo con ciertas reglas que deben ser respetadas de
manera exacta para hacer que la obsesión desaparezca.
Los niños tienen estos comportamientos porque sienten que de esa manera prevendrán
acontecimientos malos o harán que se sientan mejor. Sin embargo, el comportamiento no está
conectado normalmente a un peligro real o a algo malo que esté sucediendo o, a su vez, el
comportamiento es extremo, como lavarse las manos varias veces en una hora.

Un mito común es que el trastorno obsesivo-compulsivo significa que la persona es sumamente


limpia y ordenada.

En ocasiones, los comportamientos obsesivos-compulsivos pueden estar relacionados con la


limpieza, pero muchas veces una persona con este trastorno está demasiado concentrada en
una cosa que debe hacerse una y otra vez, en vez de en ser organizada.

Las obsesiones y las compulsiones también pueden cambiar con el transcurso del tiempo.
Tratamiento para el trastorno obsesivo-compulsivo

El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica para hacer una evaluación. Una
evaluación integral realizada por un profesional de la salud mental determinará si la ansiedad o la angustia está
relacionada con recuerdos de un evento traumático que sucedió en la realidad, o si los miedos se basan en
otros pensamientos o creencias. El profesional de la salud mental también debe determinar si la persona con el
trastorno obsesivo-compulsivo tiene un trastorno de tic actual o pasado. En el trastorno obsesivo-compulsivo
también puede presentarse ansiedad o depresión, así como comportamientos perturbadores.

Los tratamientos pueden incluir terapia del comportamiento y medicamentos. La terapia del comportamiento, en
particular la terapia cognitivo-conductual, ayuda a que el niño cambie los pensamientos negativos en una forma
de pensar más eficaz y positiva, lo cual conduce a un comportamiento más eficaz.

En la terapia del comportamiento para el trastorno obsesivo-compulsivo puede usarse la técnica de exponer en
forma gradual a los niños a sus propios miedos en un ambiente seguro; esto ayuda a que aprendan que en
realidad no ocurren cosas malas si ellos no realizan el comportamiento. Esto, con el tiempo, disminuye la
ansiedad.

La terapia del comportamiento por sí sola puede ser eficaz, pero algunos niños reciben tratamiento con una
combinación de terapia del comportamiento y medicamentos.
Trastorno por estrés postraumático

Puede que todos los niños pasen por situaciones muy estresantes que afecten la
manera en que piensan y sienten. La mayoría de las veces, los niños se recuperan bien
y con rapidez. Sin embargo, a veces, los niños que pasan por una situación de estrés
intenso —como en casos de lesiones, muerte o posible muerte de un familiar o amigo
cercano, o violencia— se verán afectados a largo plazo.

El niño podría sufrir este trauma en forma directa o podría ser testigo de algo que le
suceda a otra persona. Cuando el niño presenta síntomas a largo plazo (que duran más
de un mes) a causa de ese estrés, que lo hacen sentirse mal o interfieren con sus
relaciones y actividades, puede que reciba el diagnóstico de trastorno por estrés
postraumático (TEPT).
Las familias y las escuelas pueden ayudar a los niños a controlar el estrés si forman parte de la
terapia y aprenden la manera de reaccionar en forma solidaria sin aumentar accidentalmente
las probabilidades de que las obsesiones o las compulsiones sucedan otra vez.

Ejemplos de síntomas de trastorno por estrés postraumático incluyen los siguientes:

•Revivir la situación una y otra vez con el pensamiento o en el juego.


•Tener pesadillas y problemas para dormir.
•Sentirse muy mal cuando algo recuerda la situación.
•Falta de emociones positivas.
•Sentir miedo o tristeza en forma continua y de manera intensa.
•Irritabilidad y ataques de rabia.
•Buscar en forma constante posibles amenazas; asustarse fácilmente.
•Mostrarse indefenso, con desesperanza o retraimiento.
•Negar que sucedió la situación o no mostrar sentimientos.
•Evitar lugares o personas asociados a la situación.
Ejemplos de situaciones que podrían causar trastorno por estrés postraumático incluyen
las siguientes:

•Maltrato físico, sexual o emocional.

•Ser víctima o testigo de violencia o de un delito.

•Enfermedad grave o muerte de un familiar o amigo cercano.

•Desastres naturales o provocados por los seres humanos.

•Accidentes automovilísticos graves.


Tratamiento para el trastorno por estrés postraumático

El primer paso del tratamiento es hablar con un proveedor de atención médica para hacer una
evaluación. Para que se haga el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático, un
acontecimiento específico debe haber desencadenado los síntomas.

Debido a que la situación fue angustiante, es posible que los niños no deseen hablar acerca del
acontecimiento, por lo que se podría necesitar a un proveedor de atención médica altamente
capacitado para hablar con los niños y sus familias. Una vez que se hace el diagnóstico, el primer
paso es hacer que el niño se sienta seguro mediante el apoyo de sus padres, amigos y la escuela
y, en la medida de lo posible, al disminuir la probabilidad de que ocurra otra situación traumática.

La sicoterapia —en la que el niño pueda hablar, dibujar, jugar o escribir acerca del acontecimiento
estresante— puede hacerse con el niño en forma individual, con la familia o en un grupo. La
terapia del comportamiento, en particular la terapia cognitivo-conductual, ayuda a los niños a
aprender a cambiar los pensamientos y los sentimientos por medio de un cambio del
comportamiento en primer lugar a fin de reducir el miedo o la preocupación. Puede que también
se usen medicamentos para disminuir los síntomas.
Afecciones y preocupaciones relacionadas

Los niños con trastornos mentales, emocionales y conductuales pueden tener otros
problemas de salud o del desarrollo a la vez.

A veces las dificultades que surgen de tener una afección crónica (una afección que
dura mucho tiempo y que no suele desaparecer por completo) o una discapacidad
aumentan el riesgo de presentar problemas de salud mental. A veces tener más de una
afección puede empeorar los síntomas de salud mental. El cuidadoso diagnóstico es
importante para guiar el tratamiento.

.
Otros trastornos y preocupaciones de la niñez que pueden presentarse junto a los
trastornos mentales, emocionales y conductuales son los siguientes:

Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

Las personas con el TDAH pueden tener problemas para prestar atención,
controlar conductas impulsivas (podrían actuar sin pensar en el resultado de sus
acciones) o pueden ser demasiado activos. Aunque el TDAH no tiene cura, se
puede controlar eficazmente y algunos síntomas pueden mejorar a medida que el
niño va creciendo.
Síntomas y Diagnóstico del TDAH

Decidir si un niño tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un


proceso de varios pasos. No hay un único examen para diagnosticar el TDAH y hay muchos
otros problemas, como la ansiedad, la depresión y ciertos tipos de trastornos del aprendizaje,
que pueden presentar síntomas similares. Esta página le proporciona una descripción
general de cómo se diagnostica el TDAH.

Si le preocupa que un niño pueda tener TDAH, el primer paso es hablar con un profesional
de atención médica para averiguar si los síntomas corresponden con el diagnóstico. El
diagnóstico puede ser hecho por un profesional de salud mental, como un sicólogo o un
siquiatra, o un proveedor de atención primaria, como un pediatra.
La Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP)
recomienda que los profesionales de atención médica les pregunten a los padres,
maestros y otros adultos que cuiden al niño sobre la conducta que este tiene en
diferentes contextos, como en el hogar, en la escuela o al interactuar con sus pares.

El profesional de atención médica también debe determinar si el niño tiene otra afección
que pueda explicar mejor los síntomas, o que se presente junto con el TDAH.
¿Cómo se diagnostica el TDAH?
Los profesionales de atención médica utilizan las pautas de la quinta edición del Manual
diagnóstico y estadístico (DSM-5), de la Asociación Estadounidense de Siquiatría (American
Psychiatric Association)1 para diagnosticar el TDAH.

Este estándar de diagnóstico ayuda a garantizar que el diagnóstico y tratamiento de las


personas con TDAH se realice de manera correcta. El uso del mismo estándar en todas las
comunidades también puede ayudar a determinar cuántos niños tienen TDAH y qué impacto
tiene esta afección en la salud pública.

Aquí están los criterios en forma resumida. Por favor tenga en cuenta que se presentan solo
para su información. Solo los proveedores de atención médica capacitados pueden
diagnosticar o tratar el TDAH.
Criterios del DSM-5 para el TDAH
Las personas con TDAH muestran un patrón persistente de falta de atención o
hiperactividad/impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo:

1.Falta de atención: Seis o más síntomas de falta de atención para niños de hasta 16 años de
edad, o cinco o más para adolescentes de 17 años de edad o más y adultos. Los síntomas de
falta de atención han estado presentes durante al menos 6 meses y son inapropiados para el
nivel de desarrollo de la persona:

• A menudo no logra prestar adecuada atención a los detalles o comete errores por descuido
en las actividades escolares, en el trabajo o en otras actividades.

• A menudo tiene problemas para mantener la atención en tareas o actividades recreativas.

• A menudo pareciera que no escucha cuando se le habla directamente.


• A menudo no cumple las instrucciones y no logra completar las actividades escolares, las tareas
del hogar o las responsabilidades del lugar de trabajo (p. ej., pierde la concentración, se
desvía).

• A menudo tiene problemas para organizar tareas y actividades.

• A menudo evita, le disgustan o se niega a hacer tareas que requieren realizar un esfuerzo
mental durante un periodo prolongado (como las actividades o las tareas escolares).
• A menudo pierde cosas necesarias para las tareas y actividades (p. ej.,
materiales escolares, lápices, libros, herramientas, billeteras, llaves, papeles,
anteojos, teléfonos celulares).

• A menudo se distrae con facilidad.

• A menudo se olvida de las cosas durante las actividades diarias.


2.Hiperactividad e impulsividad: Seis o más síntomas de hiperactividad/impulsividad para
niños de hasta 16 años de edad, o cinco o más para adolescentes de 17 años de edad o
más y adultos. Los síntomas de hiperactividad/impulsividad han estado presentes durante al
menos 6 meses al punto que son perjudiciales e inapropiados para el nivel de desarrollo de
la persona:

• A menudo se mueve nerviosamente o da golpecitos con las manos o los pies, o se


retuerce en el asiento.

• A menudo deja su asiento en situaciones en las que se espera que se quede sentado.
• A menudo corre o trepa en situaciones en las que no es adecuado (en adolescentes o
adultos puede limitarse a una sensación de inquietud).

• A menudo no puede jugar o participar en actividades recreativas de manera tranquila.

• A menudo se encuentra “en movimiento” y actúa como si “lo impulsara un motor”.

• A menudo habla de manera excesiva.


• A menudo suelta una respuesta antes de que se termine la pregunta.

• A menudo le cuesta esperar su turno.

• A menudo interrumpe a otros o se entromete (p. ej., se mete en conversaciones o


juegos).
Además, se deben cumplir las siguientes condiciones:

•Varios de los síntomas de falta de atención o hiperactividad/impulsividad


se presentaron antes de los 12 años de edad.

•Varios de los síntomas se presentan en dos o más contextos (como en


el hogar, la escuela o el trabajo; con amigos o familiares; en otras
actividades).
• Hay indicios claros de que los síntomas interfieren con el funcionamiento social, escolar y
laboral, o que reducen su calidad.

• Los síntomas no tienen una explicación mejor si se los asocia a otro trastorno mental (como
trastorno del humor, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o trastorno de la personalidad).
Los síntomas no ocurren solo durante el curso de episodios de esquizofrenia u otro trastorno
sicótico.
Según los tipos de síntomas, pueden verse tres tipos (presentaciones) de TDAH:

Presentación combinada: Si se presentaron suficientes síntomas de ambos criterios, los de falta de


atención y los de hiperactividad/impulsividad, durante los últimos 6 meses.

Presentación en la que predomina la falta de atención: Si se presentaron suficientes síntomas de


falta de atención, pero no de hiperactividad/impulsividad, durante los últimos seis meses.

Presentación en la que predomina la hiperactividad/impulsividad: Si se presentaron suficientes


síntomas de hiperactividad/impulsividad, pero no de falta de atención, durante los últimos seis
meses.
Dado que los síntomas pueden cambiar con el paso del tiempo, la presentación también
puede cambiar con el tiempo.

El TDAH en adultos
A menudo el TDAH dura hasta la adultez. Para obtener más información sobre el
diagnóstico y tratamiento a lo largo de la vida
TRASTORNOS DE ESPECTRO AUTISTA

Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de discapacidades del desarrollo
que pueden provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) están comprometidos a
seguir brindando datos esenciales sobre los TEA, buscar los factores que ponen a los
niños en riesgo de TEA y sus posibles causas, y desarrollar recursos que ayuden a
identificar a los niños con TEA lo antes posible.

Qué son los trastornos del espectro autista?

Los trastornos del espectro autista (TEA) son discapacidades del desarrollo causadas por
diferencias en el cerebro. Algunas personas con TEA tienen una diferencia conocida, como
una afección genética. Todavía no se conocen otras causas. Los científicos creen que los
TEA tienen múltiples causas que, al actuar juntas, cambian las maneras más comunes en
las que las personas se desarrollan. Todavía tenemos mucho que aprender sobre estas
causas y cómo estas afectan a las personas con TEA.
Puede que las personas con TEA se comporten, comuniquen, interactúen y aprendan de maneras que
son distintas a las de la mayoría de las personas. Muchas veces no hay nada en su apariencia que las
distinga de las demás. Las capacidades de las personas con TEA pueden variar de manera significativa.
Por ejemplo, algunas personas con TEA podrían tener destrezas de conversación avanzadas, mientras
que otras podrían no expresarse verbalmente. Algunas personas con TEA necesitan mucha ayuda en su
vida diaria; otras pueden trabajar y vivir con poca ayuda o nada de ayuda.

Los TEA aparecen antes de los tres años de edad y pueden durar toda la vida, aunque los síntomas
podrían mejorar con el tiempo. Algunos niños muestran síntomas de TEA en los primeros 12 meses de
vida. En otros, puede que los síntomas no aparezcan hasta los 24 meses o después. Algunos niños con
TEA adquieren nuevas destrezas y alcanzan indicadores del desarrollo hasta alrededor de los 18 a 24
meses de edad, y después dejan de adquirir nuevas destrezas o pierden las que ya tenían.

A medida que los niños con TEA se convierten en adolescentes y adultos jóvenes, podrían tener
dificultades para formar y mantener amistades, para comunicarse con personas de la misma edad y
adultos, o para entender qué conductas se esperan de ellos en la escuela o el trabajo. Puede que
lleguen a proveedores de atención médica porque también tienen afecciones, como ansiedad, depresión
o trastorno por déficit de atención e hiperactividad, que se presentan con más frecuencia en personas
con TEA que en personas sin TEA.
Las personas con TEA con frecuencia tienen problemas con la
comunicación y la interacción sociales, y conductas o intereses
restrictivos o repetitivos. Las personas con TEA también podrían tener
maneras distintas de aprender, moverse o prestar atención. Es
importante señalar que algunas personas sin TEA también podrían
presentar algunos de estos síntomas. Estas características pueden
dificultar mucho la vida de las personas con TEA.

Tratamiento
Los tratamientos actuales para los TEA buscan reducir los síntomas que
interfieren con el funcionamiento diario y la calidad de vida. Los TEA
afectan a cada persona de distinta manera y esto significa que las
personas con TEA tienen fortalezas y desafíos únicos, y distintas
necesidades de tratamiento.2 Por lo general, múltiples profesionales
participan en los planes de tratamiento y estos se adaptan a cada
persona.
Destrezas de comunicación e interacción sociales
Las destrezas de comunicación e interacción sociales pueden ser un desafío para las
personas con TEA.

Baby - Human Age, Waving - Gesture, Child, Happiness, Looking At Camera


Algunos ejemplos de características de la comunicación social y de la interacción social
relacionadas con los TEA son:

Evitar mirar a los ojos a otra persona o no mantener el contacto visual

No responder cuando lo llaman por su nombre, hacia los 9 meses de edad

No mostrar expresiones faciales como de felicidad, tristeza, enojo y sorpresa, hacia los 9
meses de edad

No participar en juegos interactivos simples como dar palmaditas con las manos (pat-a-cake),
hacia los 12 meses de edad
Usar pocos o ningún gesto, hacia los 12 meses de edad (por ejemplo, no decir adiós
con la mano)

No compartir intereses con otras personas, hacia los 15 meses de edad (por ejemplo,
no mostrar un objeto que le guste)

No apuntar a algo interesante para mostrarlo, hacia los 18 meses de edad

No notar cuando otras personas están lastimadas o molestas, hacia los 24 meses de
edad

No notar a otros niños ni jugar con ellos, hacia los 36 meses de edad

No jugar a ser otra cosa, como un maestro o superhéroe, hacia los 48 meses de edad

No cantar, bailar ni actuar para usted, hacia los 60 meses de edad


Conductas o intereses restrictivos o repetitivos
Las personas con TEA tienen conductas o intereses que pueden parecer inusuales.

Estas conductas o intereses distinguen a los TEA de las afecciones que solo se definen por
problemas con la comunicación y la interacción sociales.

Los ejemplos de conductas e intereses restrictivos o repetitivos relacionados con los TEA pueden
incluir:

Close-up of child playing with toy blocks on the carpet.

Poner juguetes u otros objetos en fila y molestarse cuando se cambia el orden

Repetir palabras o frases una y otra vez (esto se llama ecolalia)

Jugar con juguetes de la misma manera todo el tiempo

Enfocarse en partes de los objetos (por ejemplo, en las ruedas)


Irritarse con cambios mínimos

Tener intereses obsesivos

Tener que seguir ciertas rutinas

Aletear las manos, mecer el cuerpo o girar en círculos

Reaccionar de manera inusual a la forma en que las cosas


suenan, huelen, saben, se ven o se sienten
Otras características

La mayoría de las personas con TEA tienen otras características


relacionadas. Estas podrían incluir:

Retraso en las destrezas del lenguaje

Retraso en las destrezas de movimiento

Retraso en las destrezas cognitivas o de aprendizaje

Conducta hiperactiva, impulsiva o distraída

Epilepsia o trastornos convulsivos

Hábitos de alimentación y del sueño inusuales

Problemas gastrointestinales (por ejemplo, estreñimiento)


Estados de ánimo o reacciones emocionales inusuales

Ansiedad, estrés o preocupación excesiva

No tener miedo o temer más de lo normal

Es importante señalar que es posible que los niños con TEA no


tengan ninguna de las conductas mencionadas como ejemplos o que
tengan algunas.
Pruebas y diagnóstico de los trastornos del espectro autista
Diagnosticar los trastornos del espectro autista (TEA) puede ser difícil porque no existe una
prueba médica, como un análisis de sangre, para diagnosticarlos. Para dar un diagnóstico, los
médicos evalúan el desarrollo del niño y su conducta.

A veces, un TEA se puede detectar a los 18 meses de edad o antes. Hacia los 2 años, el
diagnóstico que haga un profesional con experiencia se puede considerar confiable[1]. Sin
embargo, muchos niños no reciben un diagnóstico definitivo hasta que tienen más edad.
Algunas personas no reciben un diagnóstico hasta que son adolescentes o adultas. Este retraso
significa que hay personas con TEA que podrían no recibir la ayuda temprana que necesitan.

Diagnosticar un TEA tan pronto como sea posible es importante para asegurarse de que los
niños reciban los servicios y el apoyo que necesitan para alcanzar su potencial máximo[2]. Hay
varios pasos en este proceso.

Monitoreo del desarrollo


Monitoreo del desarrollo

Los padres, abuelos, proveedores de educación en la primera infancia y otros cuidadores


pueden participar en el monitoreo del desarrollo. El programa de los CDC Aprenda los
signos.
Reaccione Pronto. ha elaborado materiales gratuitos, como la aplicación de los CDC
Sigamos el Desarrollo, para ayudar a los padres y proveedores a trabajar juntos en el
monitoreo del desarrollo del niño, y para que sepan cuándo podría haber una
preocupación y si es necesario hacer más pruebas.

Usted puede usar una breve lista de verificación de los indicadores del desarrollo para ver
cómo se está desarrollando su hijo. Si nota que su hijo no está alcanzando esos
indicadores, hable con su médico o con alguien del personal de enfermería acerca de sus
inquietudes y pida que le hagan pruebas del desarrollo. Obtenga más información sobre la
aplicación Sigamos el Desarrollo, las listas de verificación de los indicadores del desarrollo
y otros materiales de los CDC para los padres.
Cuando usted lleva a su hijo a una visita médica de rutina, el médico o el
enfermero también hacen un monitoreo del desarrollo. El médico o el
enfermero podrían hacerle preguntas acerca del desarrollo de su hijo, o
hablarán y jugarán con el niño para ver si se está desarrollando y alcanzando
los indicadores.

El médico o el enfermero también podrían preguntar por los antecedentes


familiares del niño. Asegúrese de decirle al médico o al enfermero todas las
afecciones que los miembros de la familia del niño tengan, incluso los TEA, los
trastornos del aprendizaje, los casos de discapacidad intelectual o de trastorno
por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Pruebas del desarrollo
Las pruebas del desarrollo observan más de cerca cómo se está desarrollando su hijo.

Las pruebas del desarrollo son más formales que el monitoreo del desarrollo. Son parte
habitual de algunas visitas médicas de rutina de los niños, incluso si no hay una preocupación
conocida.

La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) recomienda hacerles
pruebas del desarrollo y de conducta a todos los niños durante los chequeos médicos de rutina
a estas edades:

9 meses
18 meses
30 meses

Además, la AAP recomienda que a todos los niños se les hagan pruebas específicamente para
detectar TEA durante las visitas médicas de rutina a estas edades:

18 meses
24 meses
Diagnóstico relacionado con el desarrollo

Una prueba breve que utiliza una herramienta de detección no provee un diagnóstico,
pero puede indicar si el niño está bien encaminado en cuanto a su desarrollo o si un
especialista debería examinarlo más detenidamente. Si la herramienta de detección
identifica un área de preocupación, podría ser necesario hacer una evaluación del
desarrollo formal.

Esta evaluación formal es un análisis más profundo del desarrollo del niño y generalmente
la realiza un especialista capacitado, como un pediatra especializado en desarrollo, un
sicólogo infantil, un patólogo del habla y del lenguaje, un terapeuta ocupacional u otro
especialista.

Puede que el especialista observe al niño, le haga una prueba estructurada, les haga
preguntas a los padres o cuidadores, o les pida que llenen cuestionarios. Los resultados
de esta evaluación formal destacan las fortalezas del niño y los desafíos que enfrenta, y
pueden decir si el niño cumple con los criterios para un diagnóstico relacionado con el
desarrollo.
Los cuestionarios de las pruebas del desarrollo y las listas de verificación se
basan en investigaciones que comparan a su hijo con otros niños de la misma
edad. Las preguntas podrían ser acerca de las destrezas de lenguaje, de
movimiento y de pensamiento, así como de conductas y emociones.

Las pruebas del desarrollo pueden ser realizadas por un médico o un miembro
del personal de enfermería, o por otros profesionales en entornos comunitarios,
escolares o de atención médica.

El médico podría pedirle que complete un cuestionario como parte del proceso
de pruebas del desarrollo. Si usted o el médico tienen alguna preocupación,
también se deberían hacer pruebas del desarrollo a edades distintas a las
recomendadas.

También se deberían hacer pruebas adicionales si el niño tiene un riesgo alto de


TEA (p. ej., si una hermana, hermano u otro familiar tiene un TEA) o si presenta
conductas que a veces se asocian a los TEA. Si el proveedor de atención
médica de su hijo no le realiza periódicamente una prueba del desarrollo, usted
puede pedir que se la hagan.
En la actualidad, el diagnóstico de los TEA incluye varias afecciones que antes
solían diagnosticarse por separado: trastorno autístico, trastorno generalizado del
desarrollo no especificado de otra manera (PDD-NOS, por sus siglas en inglés) y
síndrome de Asperger. El médico u otro proveedor de atención médica puede
ayudarlo a entender y a enfrentar el proceso de diagnóstico.

Los resultados de una evaluación del desarrollo formal también pueden decir si el
niño necesita servicios de intervención temprana. En algunos casos, el
especialista podría recomendar consejería y pruebas genéticas para el niño.
Referencias
Lord C, Risi S, DiLavore PS, Shulman C, Thurm A, Pickles A. Autism from 2
to 9 years of age. Arch Gen Psychiatry. 2006 Jun;63(6):694-701.

Hyman SL, Levey SE, Myers SM, Council on Children with Disabilities,
Section on Developmental and Behavioral Pediatrics. Identification,
Evaluation, and Management of Children With Autism Spectrum
Disorder. 2020 Jan;145(1).

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