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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

ESCUELA DE INGENIERÍA MECÁNICA

ÉTICA APLICADA Y DDs HHs, DD.HH. DIGINIDAD DE LA


PERSONA

Alumno: Collantes Ruiz David Fernando

Curso: Ética, convivencia humana y ciudadanía

Docente: Pastor Gálvez Raul Mariano

Ciclo: II Sección: A

Trujillo – Perú
2021
Hans Jonas

Hans Jonas nació en 1903 en Mönchenglandback, Alemania. De origen judío, recibió una
formación humanística a través de la atenta lectura de los profetas hebreos. Hans señala tres
momentos que marcaron su formación filosófica:

• El primero comenzó en 1921 cuando, recién graduado, asiste a las clases de un maestro hasta
entonces poco conocido, Martin Heidegger, en la Universidad de Freiburg. Según Jonas, él fue
durante mucho tiempo su mentor intelectual. Cuando Heidegger se traslada a la Universidad de
Marburg, Jonas lo acompaña. Allí conoce a Rudolf Bultmann, bajo cuya orientación elabora una
tesis sobre la gnosis en el cristianismo primitivo, presentada en 1931. Como resultado de ese
trabajo inicial, en 1934, publica el célebre Gnosis und spätantiker Geist, considerado por él
mismo como el primer gran momento de su trayectoria como filósofo. Ese mismo año Jonas se
ve obligado a abandonar Alemania, debido a la ascensión del nazismo al poder.
• El segundo gran momento en la vida intelectual de Jonas ocurre en 1966, con la publicación
de Phenomenon of Life, Toward a Philosophical Biology, obra en la que establece los
parámetros para una filosofía de la biología. Abre un nuevo camino de reflexión sobre la
precariedad de la vida y muestra el gran alcance filosófico de ese abordaje de la biología, pues
vuelve a colocar la vida en una posición privilegiada y lejos de los extremos del idealismo irreal
y del limitado materialismo. Presenta el equívoco de aislar al hombre de la naturaleza,
imaginándolo desvinculado de las otras formas de vida. En el epílogo de la obra plantea una
idea general de su proyecto, cuando escribe que "con la continuidad de la mente con el
organismo, del organismo con la naturaleza, la ética se vuelve parte de la filosofía de la
naturaleza (...) Solamente una ética fundada en la amplitud del ser puede tener significado“
• El tercer y último momento de su vida intelectual. La búsqueda de una nueva
ética desde las bases. Una ética de la responsabilidad, se vuelve la meta de
Jonas. En 1979 publica Das Prinzip Verantwortung- Versuchi einer Ethic für
die Tecnologische Zivilisation.
En la Segunda Guerra Mundial se alista en el ejército británico que lucha contra
el nazismo. De esa época es la siguiente declaración: "Cinco años como
soldado del ejército británico en la guerra contra Hitler (...) Alejado de los
libros y de todo lo que hace parte de la investigación (...) Es que estaba
comprometido algo más esencial. El estado apocalíptico de las cosas, la caída
amenazadora del mundo (...) la proximidad de la muerte (...) todo eso fue
terreno suficiente para propiciar una nueva reflexión sobre los fundamentos de
nuestro ser y para volver a ver los principios por los cuales se guían nuestros
pensamientos sobre aquéllos. Así volviendo a mis orígenes, fui lanzado de
nuevo a la misión básica del filósofo y de su acción nata, que es pensa.
Fue entonces la proximidad con la realidad de la muerte la que le hizo crecer la
preocupación por la vida y ésa fue la meta que persiguió con gran
determinación. Con ello llegó a desafiar la línea dominante, la filosofía del
idealismo de la conciencia en la cual se había formado, al constatar que era la
herencia del dualismo cartesiano y que mucho de la filosofía moderna se había
estancado en la dicotomía mente-cuerpo. Era necesario volver a pensar la ética.
Ética de Hans Jonas:

La ética de Jonas arranca de un hecho: el hombre es el único ser conocido que tiene
responsabilidad. Sólo los humanos pueden escoger consciente y deliberadamente entre
alternativas de acción y esa elección tiene consecuencias. La responsabilidad emana de la
libertad. O, en sus propias palabras: la responsabilidad es la carga de la libertad. La
responsabilidad es un deber, una exigencia moral que recorre todo el pensamiento
occidental, pero que hoy se ha vuelto más acuciante todavía, porque en las condiciones de
la sociedad tecnológica ha de estar a la altura del poder que tiene el hombre.
Para Jonas, la responsabilidad moral arranca de una constatación fáctica (la vulnerabilidad
de la naturaleza en la era de la técnica) cuanto de un a priori kantiano de respeto a (todas
las formas de) la vida. Jonas propone el ejemplo de la ciudad griega, que era un enclave
civilizado rodeada un entorno amenazador, de bosques y selvas. Pero hoy la situación se ha
invertido y la naturaleza se conserva en parques naturales, rodeados de civilización y
tecnología.
Hoy la naturaleza es débil y está amenazada. El hombre tiene, pues, el deber moral de
protegerla y ese deber aumenta en la medida que sabemos lo fácil que es destruir la
vida. La ética hoy debe tener en cuenta las condiciones globales de la vida humana y de la
misma supervivencia de la especie.
La idea fundamental sobre la que se sustenta la ética jonasiana es la experiencia de la
vulnerabilidad. Las generaciones actuales tienen la obligación moral de hacer posible la
continuidad de la vida y la supervivencia de las generaciones futuras. Ese deber es
explicitado como imperativo categórico.
EL ABORTO:

Jonas afirma que las generaciones actuales tienen la responsabilidad de preservar


las condiciones óptimas para la vida y desarrollo de las generaciones futuras. Uno
de cada 5 bebés es abortado, 47 000 madres al año mueren por causa del aborto.
Böhler, siguiendo a Jonas, remite a un principio de precaución y afirma: “Ante la
duda, a favor de la vida y de la dignidad humana, lo que significa, a favor de la no-
disponibilidad de embriones, es decir a favor de la protección de su dignidad
humana” (Böhler, 2013: 537). Sin embargo, la ignorancia y la incertidumbre sólo
puedan generarse en situaciones concretas de aplicación del principio moral, pero
no en la cuestión relativa al inicio de la vida humana.
Desde el punto de vista empírico somos incapaces de expresar pretensiones, incluso
en la etapa de mayor madurez, por ejemplo durante el sueño, en una enfermedad
grave o bajo los efectos de la anestesia. La incapacidad de discurso está latente
durante toda nuestra vida. Ella es el otro lado de la potencial capacidad de razón o
discurso de la vida humana: dado que los seres humanos existen única y
exclusivamente como seres corpóreos, como un gran organismo finito y necesitado,
pueden existir solo en una “necesitada libertad” (Jonas)
El aborto es -en principio, y desde un punto de vista moral formal- una práctica
arbitraria e injusta, porque excluye no sólo intereses, sino también a miembros
virtuales de la comunidad de comunicación. Ahora bien, la Ética del discurso -en
tanto que ética de la corresponsabilidad solidaria no rigorista- se ocupa no sólo de
la fundamentación abstracta y formal de la moral, sino también de la
fundamentación de la aplicación referida a la historia del principio moral.
LA EUTANASIA:

En la cuestión de la eutanasia, el deber de la responsabilidad es anterior al derecho a la


libertad. La responsabilidad no pone fines, sino que es la mera carga formal que pesa sobre
toda acción causal y que dice que pueden pedirse cuentas de ella. Jonas (1995, p. 173) define
la responsabilidad en estos términos: Responsabilidad es el cuidado, reconocido como deber,
por otro ser, cuidado que la responsabilidad ética comprendida desde esta perspectiva no
debe identificarse con el sentimiento de paternalista, puesto que se trata de un deber racional
para con otro fruto de su extrema vulnerabilidad.
La pérdida de sentido, el miedo a sufrir inútilmente, el sentimiento de ser un estorbo, la
autopercepción negativa de uno mismo son factores clave en la decisión de morir. Pero la
persona enferma es un sujeto vulnerable y en cuanto tal no puede serme indiferente, sino que
debe ser contemplado responsablemente.
Debo cuidarle y este cuidado se trata de un deber moral, social y profesional. Abandonarlo a
su muerte, dejarle solo, es una grave irresponsabilidad. Cuidarle significa estar con él, vivir
con él la proximidad de la muerte, mitigar su dolor somático y ayudarle a superar el
sufrimiento social, moral y espiritual, en definitiva, responsabilizarse de la persona enferma.
Defender la muerte digna del otro es responsable y obliga éticamente a todos los agentes
sociales. Ello significa que es preciso corresponsabilizarse, tratar de aportar todos los medios
y recursos para que la persona enferma tenga una calidad de vida hasta al final de sus días, es
necesario acompañarle adecuadamente
Velar por el no significa secuestrar su autonomía, sino ayudarle a crecer en madurez y en
autonomía, ayudarle a descubrir el sentido que puede tener su vida, darle instrumentos de
reflexión para que viva su propia muerte desde la responsabilidad.
LA EUGENESIA:

El control biológico del ser humano, especialmente el genético, plantea cuestiones


éticas enteramente nuevas, para las cuales no nos ha preparado ni la práctica
anterior ni el pensamiento anterior”. Ahora la naturaleza humana es la que entra
bajo el poder de la intervención humana. Es necesario pensar las consecuencias
antes de actuar.
La eugenesia es igual a la PRUEBA Y ERROR, a partir de manipulaciones
erróneas y sus enseñanzas podremos encaminarnos a manipulaciones biológicas
“ libres de errores.
La idea de “eugenesia” que predomina en este periodo es la denominada totalitaria;
esto es, realizada por Estados con gobiernos que ejercieron un poder centralizado y
autoritario. El movimiento eugenésico de la Alemania nazi fue el más poderoso y
cruel de todos. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se dio a conocer el alcance
que tuvo la eugenesia en la Alemania nazi, dejando al mundo perplejo e indignado
frente a los atropellos cometidos contra miles de personas en pos del
perfeccionamiento humano, y fue en este punto de la historia donde se pensó que la
eugenesia pasaría como uno de los capítulos más tristes, violentos y
deshumanizantes, convirtiéndose en tabú. Pocos años después, la eugenesia parecía
haber quedado únicamente en los libros de historia, debido a la asociación
generalizada con el Tercer Reich.
Jonas dice que el consejero matrimonial de la eugenesia positiva sustituirá los
encuentros casuales y los lazos afectivos descubiertos por las parejas, vencería la
compatibilización obtenida en programas computacionales de genotipos.
Así se expresa Jonas: “Una herencia degradada, degradará también a los
herederos (...) Y tal integridad no es otra cosa que la apertura a la
exigencia siempre grandiosa, y que incita a la humanidad, planteada a
su siempre deficiente portador. Mantenerla incólume a través de los
peligros de los tiempos, más aún, frente al propio obrar del hombre, no
es una meta utópica, pero tampoco es en absoluto una meta modesta de
la responsabilidad por el futuro delos hombres.”

Reiss y Straughan: “Saber que, no es lo mismo que saber qué hacer!


Estamos sólo empezando a conocer cómo el cuerpo y la mente de los
humanos consiguen dominar los “handicapes” genéticos. En particular,
unas mutaciones genéticas con seguridad aumentan el riesgo de que un
individuo desarrolle determinadas formas de cáncer o enfermedades del
corazón, y otras, probablemente aumentan el riesgo de esquizofrenia o
depresión. Pese a todo, está muy lejos de poderse afirmar que exista un
gen del cáncer o uno de la esquizofrenia ”
DD.HH. DIGNIDAD DE LA PERSONA

La palabra dignidad es polisémica y, a lo largo de la tradición filosófica y teológica


occidental, ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Desde sus orígenes griegos
hasta la filosofía contemporánea, revela el carácter plural que adquiere la expresión
dignidad humana.
El prólogo a la declaración de los derechos humanos está escrito desde la
experiencia inmediata de un pasado atroz y humillante para el ser humano. En el
segundo considerado se afirma que la subestimación y el menosprecio de los
derechos humanos han originado actos de barbarie que ultrajan la conciencia de la
humanidad, y que se ha proclamado la aspiración más elevada del hombre en la
construcción de un mundo en el que todos los hombres gocen de la libertad de
palabra y de creencias y sean libres de miedo y de miseria.
La dignidad en la Antigüedad

En una primera etapa, en la Antigüedad griega y posteriormente en


Roma, la concepción de la dignidad se basó originariamente en el
aprecio y el reconocimiento social hacia el individuo, en la posición
social que se ocupaba, como señala Antonio Pelé:
En efecto, tanto en la Antigüedad, la Edad-Media, el Renacimiento,
etcétera el valor del individuo derivaba de su filiación, origen, posición
social, u otros cargos políticos. En resumen, los individuos nacían con
dignidades distintas y desiguales. El individuo podía sentir e identificar
su valor y excelencia por la pertenencia a una élite con la cual
compartía los rasgos sociales, políticos y económicos.
En la tradición filosófica estoica de Cicerón, se califica con la dignidad
la posición que en público se atribuye a una persona honesta que se
preocupa por su propia cultura.
Dignidad con fundamento religioso:

La dignidad para el cristiano se fundamenta en que es creado por Dios: "Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó".
Para los cristianos, la dignidad tiene su fundamento en su filiación divina, a la que se suma la
redención de todo el género humano por Cristo, el mismo Dios hecho hombre, y con esto la dignidad
se une con el principio de igualdad, pues la creación y la redención alcanzan a todos. Pero de nuevo
se trata de una dignidad que le viene al hombre de fuera, que no tiene su fundamento en la propia
condición humana.
También se consolida en esta etapa la idea del ser humano como el ser más digno y excelso de todos
los existentes. Sólo a los seres humanos creó Dios a su imagen y semejanza, sólo a los seres humanos
Dios redimió y sólo con ellos tiene una relación paterno filial, y el resto de los seres creados lo fueron
precisamente para el beneficio del hombre, que es en este sentido el rey de la creación. Pero aún
desde la perspectiva religiosa, el libre albedrío, la libertad y la autonomía son un presupuesto
antropológico de la dignidad, pues es con sus decisiones y elecciones en ejercicio de su libertad que
el ser humano puede alcanzar el bien, acercarse a Dios y cumplir con el plan previsto para cada uno,
con su fin divino alcanzando la perfección.

Algo similar ocurre en todas las religiones, incluso en las orientales, como nos señala Masiá:
El fundamento de la dignidad en el budismo Mahayana es la presencia por igual en todas las personas
de lo que se llama en sánscrito buddhagostra y en japonés bushô: la naturaleza búdica en el interior
de cada persona; lo mejor de nosotros en nuestro interior, que coincide con lo divino en cada persona,
cuyo desarrollo no es la negación del yo, sino su expansión; lo que decía el poeta griego Píndaro:
"hazte el que eres"; lo que dicen los budistas japoneses de la escuela de Shingon: "Hacerse buda o
iluminado ya en este mundo y en este cuerpo es percatarse de que ya lo somos"
Dignidad y derechos humanos

La dignidad humana ha estado permanentemente presente en las normas jurídicas


en cada momento del desarrollo de la humanidad. Desde la dignidad concebida
como estatus social, ésta se reflejaba en normas sociales que terminaron dando
contenido a normas jurídicas; sin embargo, el tema de la dignidad humana cobró
una mayor importancia para el Derecho a partir del desarrollo de la dignidad de la
persona como un valor intrínseco de los individuos, y por tanto su respeto y tutela
en las relaciones sociales tomó una especial dimensión al considerarse primero
como un deber moral y posteriormente como un deber jurídico.
La incorporación de manera plena de la dignidad humana al mundo del Derecho se
da partir del desarrollo de la Modernidad y las doctrinas liberales e individualistas,
incorporándose incluso como contenido de los textos constitucionales de forma
globalizada, lo que se dio conjuntamente con el inicio del proceso de
internacionalización de los derechos humanos, que hasta ese momento se habían
venido entendiendo como un tema interno de los estados, en gran medida centrados
en la relación de la autoridad con los gobernados; pero que, a raíz del fin de la
Segunda Guerra Mundial y de las aberraciones que se cometieron en los campos de
batalla tanto en la primera como en la segunda guerras, muy especialmente el
desarrollo de los campos de concentración y exterminio, el genocidio judío, los
experimentos con seres humanos y las prácticas eugenésicas y eutanásicas,
provocaron que los derechos humanos pasaran a convertirse en tema central de las
preocupaciones internacionales, como un elemento fundamental para la existencia
misma de la comunidad internacional y de la construcción de las relaciones entre
los países.
A partir de entonces los derechos humanos pasaron a convertirse en
paradigma ético de las sociedades contemporáneas y en criterio de
valoración del desarrollo moral de los estados. Desde la constitución de
la Organización de las Naciones Unidas quedó expresamente
establecido que sus propósitos fundamentales son el mantenimiento de
la paz y la promoción del respeto y protección de los derechos humanos
y de la dignidad y valor de la persona humana, como lo señalan el
preámbulo y el artículo primero de la Carta de San Francisco.

Hoy entendemos a los derechos humanos no sólo como la expresión


ética más acabada del derecho, sino como la expresión jurídica de la
dignidad humana. Esto es, los derechos humanos, originalmente
concebidos como instrumento para defender al individuo de las
acciones de la autoridad que pudieran afectar o agredir a su dignidad,
hoy día en las sociedades contemporáneas tienen el carácter de
paradigma ético y regla moral. Así, de manera pragmática hoy se
considera que las normas jurídicas son justas cuando respetan, protegen
y promueven los derechos humanos; y las acciones de la autoridad son
legítimas cuando son respetuosas y promotoras de los derechos
humanos
FEMINICIDIO:

El feminicidio palabra utilizada por primera vez por Diana Russel y Jill
Radford en 1992, es el equivalente a homicidio de mujeres, es un delito
que abarca todo tipo de crimen cometido contra las mujeres por su
condición de mujer, es un problema multidimensional que visualiza una
situación de violencia sistemática y silenciada durante muchos siglos por la
indiferencia y tolerancia social.
La violencia contra las mujeres no solo constituye una violación de los
derechos humanos, sino que es una ofensa a la dignidad humana y una
manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre
mujeres y hombres, que trasciende todos los sectores de la sociedad
independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos,
cultura, nivel educacional, edad o religión y afecta negativamente sus
propias bases.
PENA DE MUERTE

Los derechos humanos y la dignidad humana son los sustentos para el


rechazo a toda violencia como vía para restablecer la paz jurídica y
aprecia que la violencia estatal no debe ser legitimada por el hecho de
invocar el imperio de la ley, que la única explicación posible de la
violencia extrema es la incapacidad extrema de crear una ley que no
necesite matar para construir el sustento viable de la construcción de
ética de la persona. Además la pena de muerte atenta contra la dignidad
humana.
Durante mucho tiempo la pena de muerte se admitió sobre la base de la
tutela o de la legítima defensa de la sociedad. El Catecismo de la Iglesia
Católica en el n.o 2267, en su edición de 1992, contemplaba que la pena
de muerte se podía enmarcar dentro de las “penas proporcionadas” a la
extrema gravedad de ciertos delitos. A la vez, limitaba el recurso de la
pena capital a los casos en que no bastaban los medios incruentos para
defender las vidas humanas contra el agresor, “porque ellos
corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son
más conformes con la dignidad de la persona humana”.
Juan Pablo II sostuvo en 1999: “La pena de muerte equivale a negar la
dignidad humana y además priva de la posibilidad de redención o
enmienda; por eso es una pena cruel e innecesaria.”

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