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Identificando y trabajando con el Defecto de la que se

detona en mi situación del DIA A DIA y su relación con


otros Defectos de Carácter, en especial, la Ira

Sigue la contribución de Daniel G. de “Jóvenes Protasio”.


Ahora con la relación de la “Envidia con la Ira”: (les
aconsejo leerla completa)

=> Para poder recibir algo, también hay que dar siempre
algo a cambio (Intercambio Equivalente). Normalmente el
pago se hace por adelantado. Eso significa que si en
algún momento de la vida que no se espera nos ocurre
algo bueno, bien seguro que lo merecemos porque algo
habremos hecho antes para que nos lo den. Por otro lado
también significa que si en una situación concreta no
ponemos todo de nuestra parte, será mejor que no
esperemos grandes ganancias a cambio (y no se trata
sólo del dinero, porque bajo este mandato entra todo lo
que existe en el Universo). Y seamos realistas: en el día
a día la gran mayoría de las veces no ponemos nuestra
energía al 100%. Podremos alegar que es muy cansado
(¿Pereza?), que la energía se agota si la das. Seamos
conscientes de que todo es un vasto sistema de energía
que está interconectado (todo afecta a todo), de modo
que si empujamos algo en un lugar, bien seguro que
habremos provocado que algo se mueva en otra parte.
No hay que dar sin permitirnos recibir, y no hay que
recibir sin molestarnos a dar. La sensación de pérdida es
una ilusión, si algo se ha dado, más tarde o más
temprano llegará algo que llenará ese hueco que ha
quedado.
La Envidia es la tensión negativa que trabaja este
proceso a nivel del Amor, es decir, que nos alerta de que
no damos lo mejor de nosotros mismos o no nos
permitimos recibir lo mejor que nos pueden dar. La
Envidia se despierta cuando buscamos algo y vemos que
otro lo tiene, o cuando vemos que otros sí tienen esa
complicidad especial con el Universo de permitirse
recibir la Abundancia y parece que todo les es dado con
facilidad. La Envidia no es razonable, es decir, lo que se
codicia no siempre es algo que necesitamos de verdad,
pero la Envidia nos hace creer que no es justo que otros
tengan lo que nosotros no podemos. Se convierte en un
riesgo, cuando obramos como consecuencia de la
envidia que sentimos, dirigiendo negatividad hacia la
persona envidiada.

La Envidia actúa de forma muy sutil, es tremendamente


corrosiva. Suele generar como consecuencia los
siguientes hermanos-primos suyos: la Tristeza, la Ira (le
enfurece la misma Tristeza), los Celos, la Calumnia
(injuria), la Avaricia, el Rencor, el Odio, la Intriga, la
Traición, el Oportunismo, la Frustración y la autolástima.

Nuestra posición de víctima hace que nosotros situemos


a la persona envidiada sobre un pedestal, creyendo
erróneamente que esa persona es mucho mejor que
nosotros. Esto prueba la falta de Amor que nos tenemos.
Por otro lado, como nos vemos incapaces de movernos
para conseguir aquello que creemos que nos
merecemos, movemos energía negativamente intentando
quitarle a la persona envidiada lo que tiene. Si no lo
conseguimos, entonces iremos tras otra cosa: el honor
de la persona envidiada; en ese momento es cuando
comenzamos a juzgar al otro para descalificarlo. Tanto el
arrebatarle lo que tiene como el descalificarle es para el
envidioso un ajusticiamiento para tratar de recuperar la
condición de igualdad entre el envidioso y el envidiado.
La baja autoestima del envidioso sirve también para
enmascarar una falta de voluntad, así que si primero se
cree que no puede lograr algo entonces ya no necesita
aplicar un esfuerzo para conseguirlo.

Cada vez que se ve por ahí el objeto codiciado se


despierta por inercia la Envidia o la Ira. La Envidia
genera Soledad. De hecho, la Envidia es un pecado
profundamente insolidario que tortura y maltrata hasta la
saciedad al propio envidioso, por lo que éste es más
desdichado que malo. El bien codiciado siempre se
percibe inalcanzable, y es más valioso en las manos del
otro. ¿Te imaginas la Envidia de tipo Espiritual por ver a
otro que está más “evolucionado”? Es lógico que luego
uno se sienta solo y desamparado, como si el Universo
se hubiera olvidado de nosotros y luego no solo nos
resentimos con el envidiado sino consigo mismo.
Además, la Envidia nos conduce a la Depresión por el
querer y no poder. Y desean cosas sin ser un anhelo
profundo del corazón.
La Envidia causa enfermedades de tipo cardiovascular
(debido a la descompensación en el Amor que maneja el
envidioso), de tipo hepático o renal (ambos debido a la
cantidad de negatividad que su cuerpo se ve obligado a
depurar).

La Virtud que trabaja la tensión positiva y regula la


Envidia, es la Caridad.

Consiste en entregarnos por completo para Dar lo mejor


y más puro que hay en nosotros.

Con ella viene acompañada la Honestidad, la Gratitud, la


Compasión, la Amabilidad y la capacidad. La Caridad nos
obliga a sincerarnos con nosotros mismos y ver que sí
podemos conseguir lo que queremos (o que en el fondo
tal vez no lo necesitamos).

Ser caritativos nos vuelve agradecidos con lo que


recibimos y nos hace aprender a respetar y valorar lo que
ya tenemos por encima de lo que carecemos.

La compasión nace de la fusión del Amor con todas las


emociones caóticas, que se vuelven un solo sentimiento
armónico intenso y que nos empuja a Dar.

Para trabajar con la Caridad tenemos que preguntarnos


si lo que codiciamos de verdad lo necesitamos para ser
feliz. En caso negativo desaparece la Envidia, a menos
que sigamos sintiendo que algo anda mal y lo más
probable es que tenga que ver con el Defecto de la Ira.
Por lo general, esta observación lleva a descubrir qué
complejo o qué carencia espiritual provocó la Envidia. Si
de verdad necesitamos lo que codiciamos, entonces
debemos elogiar la energía que usamos para envidiar y
negativizar hacia el camino del esfuerzo y la entrega al
100% por lograrlo. Suele surgir de forma natural una vez
nos hayamos sincerado, pues nos habremos puesto en el
lugar adecuado: que sí podemos obtener lo que nos
proponemos. Con ello, habremos devuelto al lugar que le
corresponde a la persona envidiada, a la que le daremos
lo mejor de nosotros mismos, y nos habremos abierto la
puerta al Amor y a la Abundancia.

Si constantemente, aunque no tengamos Envidia, nos


entregamos por completo nos aseguramos que la Envidia
nunca asome la cabeza.
Si no lo conseguimos, entonces iremos tras otra cosa: el
honor de la persona envidiada; en ese momento es
cuando comenzamos a juzgar al otro para descalificarlo.
Tanto el arrebatarle lo que tiene como el descalificarle
es para el envidioso un ajusticiamiento para tratar de
recuperar la condición de igualdad entre el envidioso y el
envidiado. La baja autoestima del envidioso sirve
también para enmascarar una falta de voluntad, así que
si primero se cree que no puede lograr algo entonces ya
no necesita aplicar un esfuerzo para conseguirlo.

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