0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
25 vistas3 páginas
Este documento describe el Sexto Paso del programa de 12 pasos, que implica estar dispuestos a dejar que Dios elimine los defectos de carácter. Explica que se requiere sincera buena voluntad para trabajar este paso y deshacerse de resentimientos, ira y miedo. También destaca la necesidad de abandonar defectos como el orgullo y la codicia para poder pensar con claridad y vivir una vida mejor libre de ataduras destructivas.
Este documento describe el Sexto Paso del programa de 12 pasos, que implica estar dispuestos a dejar que Dios elimine los defectos de carácter. Explica que se requiere sincera buena voluntad para trabajar este paso y deshacerse de resentimientos, ira y miedo. También destaca la necesidad de abandonar defectos como el orgullo y la codicia para poder pensar con claridad y vivir una vida mejor libre de ataduras destructivas.
Este documento describe el Sexto Paso del programa de 12 pasos, que implica estar dispuestos a dejar que Dios elimine los defectos de carácter. Explica que se requiere sincera buena voluntad para trabajar este paso y deshacerse de resentimientos, ira y miedo. También destaca la necesidad de abandonar defectos como el orgullo y la codicia para poder pensar con claridad y vivir una vida mejor libre de ataduras destructivas.
"Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios eliminase
todos estos defectos de carácter." ¿Para qué pedir algo sin estar preparados? Seria buscarnos complicaciones. Los adictos aspiramos muchas veces a la recompensa de un trabajo duro sin haberlo hecho. En el Sexto Paso procuramos buena voluntad. La sinceridad que aportemos al trabajar este paso será proporcional a nuestro deseo de cambiar. ¿Queremos de verdad deshacernos de nuestros resentimientos, de la ira y el miedo? Muchos nos aferramos a nuestros temores, dudas, aversión u odio hacia nosotros mismos porque hay cierta seguridad deformada en el dolor conocido. Parece más seguro apegarnos a lo conocido que soltarlo e ir en busca de lo desconocido. Debemos abandonar nuestros defectos de carácter de forma decidida. Sufrimos porque sus exigencias nos debilitan. Alii donde éramos orgullosos, ahora vemos que no podemos seguir siendo arrogantes. Si no somos humildes, nos humillan. Si somos codiciosos, nos damos cuenta de que nunca estamos satisfechos. Antes de hacer el Cuarto y el Quinto Paso podíamos abandonarnos al miedo, la ira, la deshonestidad y la autocompasión. Ahora, en cambio, la condescendencia con estos defectos de carácter cumbia nuestra capacidad para pensar de manera lógica. El egoísmo se convierte en una traba insoportable y destructiva que nos encadena a nuestros malos hábitos. Nuestros defectos consumen todo nuestro tiempo y energía. Examinamos el inventario del Cuarto Paso y vemos claramente lo que estos defectos le están haciendo a nuestra vida. Comenzamos a ansiar vernos libres de ellos. Rezamos o estamos dispuestos y preparados de otra manera para dejar que Dios elimine estas características destructivas. Necesitamos un cambio de personalidad para seguir limpios. Queremos cambiar. Tenemos que abordar estos viejos defectos con una mente abierta. Somos conscientes de ellos, sin embargo, seguimos cometiéndolos mismos errores, incapaces de romper los malos hábitos. Buscamos en la confraternidad el tipo de vida que queremos para nosotros. Preguntamos a nuestros amigos: "^Has conseguido desprenderte de ellos?" "Si, lo mejor que pude", suelen contestarnos casi sin excepción. Cuando vemos los defectos en nuestra vida y los aceptamos, podemos desprendernos de ellos y proseguir nuestra nueva vida. Cuando cometemos nuevos errores en lugar de repetir los viejos, sabemos que estamos madurando. Cuando trabajamos el Sexto Paso, es importante recordar que somos humanos y que no tenemos que ponernos objetivos inalcanzables. Este es un paso de buena voluntad. La buena voluntad es el principio espiritual del Sexto Paso que nos ayuda a tomar una dirección espiritual. Como somos seres humanos, es natural que a veces nos desviemos del camino. En esta etapa, la rebeldía es un defecto de carácter que nos echa a perder. Si nos rebelamos, no perdamos la fe. La indiferencia o la intolerancia que la rebeldía puede provocar, se superan con un esfuerzo continuado. Seguimos pidiendo buena voluntad. Puede que dudemos de que Dios quiera aliviarnos o pensemos que algo va a salir mal. Si le preguntamos a otro miembro de N.A., nos dirá: "Estas justamente donde tienes que estar." Renovamos nuestra disposición para vernos libres de nuestros defectos. Nos rendimos a las sugerencias sencillas que nos da este programa. Aunque no estemos completamente preparados, vamos por buen camino. La fe, la humildad y la aceptación reemplazan con el tiempo al orgullo y la rebeldía. Aprendemos a conocernos. Vemos que nos encaminamos hacia una madurez de conciencia. A medida que nuestra buena voluntad se transforma en esperanza, empezamos a sentirnos mejor. Entrevemos, quizás por primera vez, lo que puede ser nuestra nueva vida. Con esta perspectiva ponemos nuestra buena voluntad en actino y pasamos al Séptimo Paso.