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Partiendo del hecho de que, cuando recibimos una ofensa, en vez de culpar a la otra
persona por su conducta incorrecta, lo que tenemos que hacer es descubrir en nosotros la causa
de haber provocado esa situación, este ejercicio nos será muy útil para descubrir los motivos
que tuvo nuestra mente subconsciente para atraer esa situación desagradable, “obligando” a la
otra persona a desempeñar un papel que nosotros necesitábamos para aprender de esa
experiencia. Lo que la gente nos hace es, con frecuencia, expresión de lo que nosotros le hemos
pedido inconscientemente.
En primer lugar, perdónese a usted mismo por haber creado la situación de ofensa hacia
usted, y por censurar a la otra persona, que sólo cumplía con su trabajo. Recuerde que nadie
obra mal, sino que todo es un simple engranaje donde los esquemas inconscientes
interrelacionan entre sí, los del ofensor y los del ofendido.
Como las primeras personas a las que hemos de perdonar son nuestros padres, por no
haber respondido plenamente a todas nuestras expectativas y necesidades, esta “dieta” deberá
incluirlos:
Para finalizar, existe en lo más profundo de nosotros la creencia de que, de alguna forma,
Dios es el “culpable” de nuestras experiencias dolorosas, por haber permitido que sucedieran.
Así, para que la dieta sea completa, también deberemos “perdonarle”:
La venganza
Relájese. Piense en una persona a quien le cueste perdonar. ¿Qué le gustaría realmente
hacerle para que expiase su culpa? ¿Qué tendría que hacer ella para merecer su perdón?
Imagínese que eso sucede ahora, con todo detalle. ¿Durante cuánto tiempo quiere que sufra o
que haga penitencia?
Cuando sienta que todo haya acabado, dé todo por terminado para siempre.
El escenario
Esta técnica no es fácil de realizar, pero asegura un perdón definitivo hacia alguien por
quien sintamos profundos resentimientos, cuando otras prácticas no han conseguido
disolverlos.
Sintiendo compasión
Esta práctica sirve para perdonar a otros y a nosotros mismos, para liberarnos de rencores y
culpas. Se trata de considerar la vida de usted, o la de alguien contra la que guarda
resentimiento, como un todo. Pregúntese, por ejemplo, cómo llegó la otra persona a ser como
es o como era; piense en la familia que tuvo, en su infancia; véala como un ser humano
corriente, confuso, capaz de cometer errores, que lucha por la vida como lo hace usted;
considere los problemas que tenía o que tiene, sus conflictos, todo aquello que hizo que se
comportara como se comportó; tenga compasión por la incapacidad de la otra persona para
encontrar la alternativa de amor, piense que no supo encontrar ese camino, a pesar de sus
buenas intenciones; piense, en fin, que no hay personas malas, sino gente que se equivoca.
Por último, aprecie las cualidades positivas de esa persona y que a usted le agraden, y
escriba una declaración general de perdón, incluyendo todos los incidentes que perdona.