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E JE RCI CIO D E AU TOCO RRE CCIÓN (U D2) :

CO MENTARIO D E UN TEX TO D E

BEN EDE TTO MA RCE LL O

INTRODUCCIÓN A LA MUSICOLOGÍA
COMENTARIO DE UN TEXTO DE BENEDETTO MARCELLO

ENUNCIADO

Realiza el comentario del siguiente texto, atendiendo a las tres partes que
te hemos indicado en la unidad didáctica: introducción, desarrollo y
conclusiones.

“A los Compositores de Música.

No deberá el moderno Compositor de Música poseer conocimiento alguno de las


Reglas de la buena composición, excepto algún principio de práctica universal.

No entenderá las Proporciones Musicales numéricas ni el óptimo efecto de los


Movimientos contrarios ni la mala Relación de los Tritonos y los Intervalos
aumentados. No sabrá cuáles y cuántos son los Modos o Tonos, ni cómo se dividen,
ni las propiedades de los mismos. Al contrario, dirá que sólo existen dos Tonos: Mayor
y Menor; esto es, Mayor el que tiene la tercera mayor y Menor el que la tiene menor;
no importándole lo que los Antiguos entendían propiamente por Tono mayor y menor.

No distinguirá en absoluto los tres géneros Diatónico, Cromático y Enarmónico sino


que mezclará a capricho todas sus Notas en la misma Canzonetta para apartarse de
los Autores antiguos por semejante confusión moderna.

Utilizará los Accidentales mayores y menores según le plazca, confundiendo


irregularmente sus Signos. Se valdrá también del Signo Enarmónico en lugar del
Cromático, diciendo que son lo mismo, ya que uno y otro aumentan un Semitono
menor, y se mostrará igualmente ignorante de que el Cromático siempre deberá
encontrarse entre Tonos para dividirlos, y el Enarmónico solamente entre Semitonos,
siendo especial propiedad del Enarmónico el dividir los Semitonos mayores y no otros.
Por eso el Maestro de Capilla moderno (como se ha dicho arriba) debe estar
enteramente al margen de estas y otras cuestiones similares.

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A tal efecto, por tanto sabrá leer poco, aún menos escribir, y, en consecuencia, no
entenderá la lengua latina por más que deba componer para la Iglesia, donde podrá
introducir Zarabandas, Gigas, Correntes, etc. a las que llamará luego Fugas, Cánones,
Contrapuntos dobles, etc.

Por lo que respecta al Teatro, no entenderá el moderno Maestro de Música nada de


Poesía. No distinguirá el sentido de la Oración: ni las Sílabas largas o breves, ni el
Carácter de la escena, etc. Si él mismo fuera Instrumentista de Clave, tampoco
advertirá las propiedades de los instrumentos de Cuerda o de Viento; y si el
Compositor tocara Instrumentos de Cuerda procurará no entender de Clave,
convenciéndose de poder componer bien según el uso moderno sin ninguna práctica
del mismo.

No será mala cosa, por tanto, que el Maestro moderno haya sido durante muchos
años Instrumentista de Violín o Viola, y también Copista de algún célebre Compositor
del que conserve Originales de Óperas, de Serenatas, etc., robando de aquél y de
otros ideas de Ritornelli, Sinfonías, Arias, Recitativos, Folías, Coros, etc.

Antes de recibir la Ópera del Poeta, impondrá al mismo la métrica y la cantidad de


versos de las Arias, rogándole asimismo que le entregue una copia inteligible en la que
no falten Puntos, ni Interrogaciones, ni Comas.

Antes de empezar la ópera visitará a todas las Virtuosas, a las que presentará pruebas
de servirá su gusto, esto es, con Arias sin Bajos, con Furlanas, con Rigodones, etc.,
todo ello con Violines, Oso y Comparsas al unísono.

Evitará después leer la Ópera entera para no confundirse, sino que la compondrá
Verso por Verso procurando también cambiar de inmediato todas las Arias,
sirviéndose en las mismas de motivos ya preparados durante el año, y si las Palabras
nuevas de dichas Arias no casaran felizmente con las Notas (lo cual en general suele
ocurrir) atormentará de nuevo al Poeta hasta quedar completamente satisfecho.

Compondrá todas las Arias con Instrumentos, procurando que cada Parte proceda con
Notas o Figuras del mismo valor, sean Corcheas, Semicorcheas o Fusas; antes habrá
de buscar (para componer bien según el uso moderno) el Estrépito más que la
Armonía, la cual consiste principalmente en el diverso valor de las Figuras, parte

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ligadas, parte separadas, etc.; antes bien, para evitar semejante Armonía, no deberá el
Compositor moderno servirse de otra ligadura que (en la Cadencia) la acostumbrada
Cuarta y Tercera, y si todavía le pareciese que ello resulta en exceso antiguo,
concluirá las Arias con todos los Instrumentos al unísono”.

MARCELLO, B. (RUSSOMANNO, S., ed.) (2002): El teatro a la moda. Madrid, Alianza


(primera ed.: 1720), pp. 97-99.

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