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INTRODUCCIÓN
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Profesor de piano en el Real Conservatorio Superior de Música “Victoria Eugenia” de Granada.
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De ahí el título de este artículo; comenzaré haciendo un repaso a modo de
introducción, sobre enlaces de acordes, inversiones, dominantes secundarias…lo que
constituirá la primera parte, para llegar al tema que da vida a estas páginas en una
segunda entrega. Cuando hablemos de sextas aumentadas se verán todos los tipos
existentes, así como algunos usos curiosos de las mismas y con la armonía cromática
desarrollaremos un sistema mediante el cual podremos saber cuándo dos acordes
forman un enlace cromático y cuando no.
1 ENLACES FUNCIONALES
Ej. 1:
La mayor parte de la música escrita entre comienzos del s. XVIII y finales del s.
XIX se suele definir como tonal. El término “ton” proviene del griego y significa
“sonido”. Pero podemos precisar un poco más diciendo que esos sonidos, que a partir
de ahora consideramos fundamentales y a los que se les añade un intervalo de tercera
y otro de quinta (puntualmente se pueden añadir más intervalos) adquieren una
función determinada dentro del sistema tonal. Así, en la tonalidad de Sol Mayor la
primera fundamental (o primer grado, I) es Sol; sobre este sonido se construye la
tríada, es decir, se superponen su tercera y su quinta (coincidiendo con los primeros
parciales de una serie armónica, según el principio físico-armónico). El resultado es
Sol-Si-Re, esta es la triada de Sol y en sol Mayor tiene el nombre de Tónica. Esa es su
función. El quinto grado de cada tonalidad se conoce cono Dominante, el cuarto como
Subdominante, el séptimo es la Sensible… Cada uno de estos siete grados tiene su
nombre, Supertónica el segundo, Mediante el tercero, Superdominante el sexto, es
decir, cada grado cumple una función. De ahí el término de “Armonía funcional” o
“enlaces funcionales”. Estos fueron los enlaces más utilizados por Bach, Haydn,
Mozart, Beethoven, Schubert…estos y algunos otros que también son funcionales
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como Dominantes secundarias, acordes tomados del homónimo menor, de la
subdominante menor y que implican alteraciones accidentales.
Así pues, podemos entender que la tríada Sol-Si-Re es Tónica de Sol Mayor,
pero es a su vez Dominante de Do Mayor o Subdominante de Re Mayor. La misma
triada puede tener diferentes funciones.
Vamos a recordar ahora cómo podemos enlazar diferentes tríadas. Más arriba se
dijo que estas estaban formadas por tres sonidos y que nuestros ejercicios estaban
pensados para el Coro a cuatro voces, de forma que la fundamental del acorde se
debe duplicar. En Sol mayor, la tonalidad del ejemplo, el IVº grado es la subdominante
y su triada es Do-Mi-Sol. La forma más correcta de enlazar el Iº grado y el IVº es la
siguiente:
Ej.2:
Cabe también la posibilidad de enlazar dos acordes entre los que no hay notas
comunes (esto ocurre siempre que se enlazan grados conjuntos, I-II, IV-III, V-VI…). En
este caso el bajo va hacia la fundamental a distancia de segunda y el resto de las
voces se mueven por movimiento contrario al bajo:
Ej. 3:
Acabamos de ver cómo podemos empezar a trabajar con acordes triadas. Pero
existe la posibilidad de que nuestros acordes estén formados por cuatro sonidos: son
los acordes con (o de) séptima. Desde cualquier fundamental superponemos
intervalos de tercera, quinta y ahora añadimos la séptima. Esta, junto a las cuartas, las
segundas y cualquier intervalo aumentado o disminuido, eran y son consideradas
según la vieja teoría apoyada a su vez en el contrapunto, “disonancias” y por lo tanto
requieren un tratamiento especial. En primer lugar, el intervalo de séptima debe ser
preparado (especialmente las séptimas mayores dada su aspereza) y para ello recurri-
mos una vez más a la tradición; el contrapunto severo preparaba las disonancias ha-
ciéndolas aparecer como consonancias justo antes de ser disonancia. En la armonía
se considera correcto que la séptima haya aparecido en el acorde anterior como
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consonancia y en la misma voz. En segundo lugar, la séptima debe “resolver”, y la
mejor manera de hacerlo es, descendiendo en el acorde siguiente, por grados conjun-
tos y siempre a una consonancia (formando una tercera respecto al bajo en su reso-
lución…) La exigencia de resolver una disonancia descendiendo, viene marcada por el
hecho de que la sonoridad de esta, crea una sensación de “aumento” de tensión o
intensidad y ese aumento debe ser respondido con una disminución o relajación de la
tensión, por lo que el hecho físico de bajar en el acorde siguiente contribuye en gran
medida a paliar ese “defecto”.
Hasta aquí hemos visto todos los grados excepto uno; nos falta el quinto, la
Dominante. Y ahora tenemos, fundamental, tercera mayor, quinta justa y séptima
menor…, esta es la clave, esto es lo que difiere a este acorde de los demás cuando
lleva séptima, es el único que lleva tercera mayor y séptima menor y la conjunción de
ambas hace de él un acorde especialmente atractivo y fascinante por el simple hecho
de no tener la sonoridad de la séptima mayor (sobre la que ya se ha hablado bastante)
y tener el sonido aterciopelado de la tercera mayor. Es la conocida “séptima de
dominante”. A continuación veremos cómo se usa este acorde y como se debe
resolver:
Ej. 4:
Esto está motivado por el movimiento natural de las voces, cualquier otra
resolución habría provocado sonoridades más extrañas o no deseadas (normalmente
conocidas como “faltas”) como podrían ser que la séptima resuelve subiendo, que el re
de la soprano (quinta) hubiera ido al sol en la tónica (quinta, formando quintas
paralelas o por movimiento contrario) o que el si, la tercera de la Dominante, no
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resuelve subiendo…no siempre es obligatorio que la Sensible resuelva en la Tónica,
pero si aconsejable, para evitar la conocida “quinta por movimiento directo”. Durante el
Barroco se usó con bastante frecuencia este enlace, que consistía en llevar la
Sensible a la quinta de la Tónica, pero con muchas exigencias, por ejemplo, que el
bajo ascendiera en lugar de descender, que nunca la sensible estuviera en la voz
superior…
Cada una de las de las diferentes inversiones tiene sus características propias.
Hablaremos en primer lugar de formas de indicarlo en el cifrado (acompañando a los
números romanos) y nos detendremos algo más sobre la segunda inversión, la famosa
“cuarta y sexta cadencial”.
Ej. 5:
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Lo más habitual y efectivo es duplicar la nota del bajo (la quinta) por ser la forma
más segura de realizar el enlace aunque como se ve en los siguientes ejemplos hay
más formas de usar y resolver estos acordes, duplicando sonidos diferentes,
resolviendo en dominantes con o sin séptima…
Ej. 6: a) b)
c) d)
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Los acordes entre paréntesis (…”del homónimo menor” y “Dominantes secunda-
rias”) serán estudiados más adelante.
2 ALTERACIONES ACCIDENTALES
El vocablo procedente del griego y que podríamos traducir como mismo nombre
explica claramente lo que va a significar en nuestra materia: Do Mayor y Do menor…
Ambos tienen el mismo nombre, pero cambian el modo. La dominante de ambos es la
misma (de ahí el concepto de conversión de dominante, la dominante convierte Do
mayor en menor…)
Pero el flujo de acordes va más allá del simple uso del quinto grado. Y podemos
precisar aún más, el flujo es más amplio desde el menor hacia el mayor; esto es, en
Do Mayor podemos usar acordes de Do menor, en Mi Mayor de Mi menor, en La
bemol Mayor de La bemol menor… El grado es el mismo, cambia su alteración…
Ej. 8: a) b)
No vamos a extendernos más en este punto, sólo aclarar que podemos usar
cualquiera de los acordes que pertenecen al homónimo menor, aunque bien es cierto
que los más demandados son el sexto y, sobre todo, el cuarto.
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2.2 Dominantes secundarias
Lo que vamos a hacer a continuación es, reproducir todo este proceso sobre
cualquier otro grado, diferente de la dominante; es decir darle a un grado que NO es la
dominante, esta función, para lo cual lo único que hay que hacer es buscar una
fundamental y reproducir todos los intervalos que hay en una dominante con séptima.
Ej. 9: a) b) c) d)
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reproducir la serie de intervalos propios de la dominante. En 9b, añadimos la tercera
Mayor, Do sostenido, que podrá ser considerada como sensible secundaria o artificial
y que deberá resolver ascendiendo en el acorde siguiente. La ponemos en la soprano
pues es la voz que menos movimiento debe realizar para alcanzar dicho sonido. En 9c
completamos el acorde siguiendo el consejo de mantener notas comunes; la quinta en
la contralto y la séptima en el tenor, que resolverá descendiendo en el acorde
siguiente.
Ej. 10: a) b)
c) d)
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como dominante secundaria es el segundo, pues sólo él puede ser dominante de la
dominante, de ahí lo de dominantes artificiales para el resto de grados. Fue este el
acorde que hizo posible la transición hacia el tema b en la dominante (forma sonata)
en muchas partituras de los grandes maestros del clasicismo y el romanticismo.
Ej. 11:
Ej. 12:
Unas líneas más arriba hemos hablado de los acordes tomados del homónimo
menor; siempre que hacemos esto estamos moviéndonos tres quintas dentro del
círculo2… En La Mayor (tres sostenidos) usamos acordes de La menor (cero altera-
ciones), en Si bemol Mayor (dos bemoles) acordes de Si bemol menor (cinco
bemoles), en Re Mayor, (dos sostenidos) acordes de Re menor (un bemol)…
Con la subdominante menor ocurre algo parecido, pero en lugar de tres quintas
nos movemos cuatro quintas dentro del círculo dando lugar a la incursión de una serie
de acordes que van a completar el abanico armónico y funcional antes de las sextas
aumentadas.
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Así pues, sabiendo de las alteraciones de Fa menor (cuatro bemoles) vamos a
usar aquellos grados que llevan implícito el cuarto bemol, Re. Y esos grados son: el
IIº, Sol, Si bemol, Re bemol, el IVº, Si bemol, Re bemol, Fa, y el VIº, Re bemol, Fa, y
La bemol.
Ej.13
Ej. 14:
Este acorde si requiere un tratamiento especial y por eso nos detendremos algo
más sobre él. Sigamos unos sencillos pasos.
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Ej. 15: a) b) c) d) e)
Ej. 16: a) b) c) d)
Los ejemplos anteriores muestran sólo las sextas napolitanas de las tonalidades
en cuestión, no se han tenido en cuenta (se hará más adelante) las características de
estos enlaces, sobre todo en lo relativo al movimiento de voces.
Ej. 17:
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Ej.18:
Ej. 19: a) b) c)
Ej. 20:
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