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EL MIEDO UNA EMOCION IMPORTANTE EN NUESTRA VIDA

El miedo, la emoción que se convierte en un sentimiento

Los seres humanos se encuentran en la eterna búsqueda por entender cómo funciona la mente, queriendo
entender, además, el más grande misterio, las emociones. El término emoción se refiere a un movimiento o
impulso, “aquello que te mueve hacia”, es sentir la motivación de hacer algo, cambiar rutinas, empezar de
nuevo.

La fisiopatología del miedo, es la disciplina que estudia dicha emoción, no como un sistema de adaptación y
protección de nosotros mismos sino como una enfermedad que genera cambios negativos para nuestra salud
a largo, mediano y corto plazo; es entender cómo el miedo no sólo daña nuestra mente sino también nuestro
cuerpo.

“Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos
transmitidos por un objeto, personas, lugares, sucesos o recuerdos y cómo se relacionan estas con la realidad
o la imaginación; expresándose físicamente mediante alguna función fisiológica que incluye reacciones de
conducta”, afirma el Dr. Andrés Villarreal, especialista en neurocirugía del Centro Médico Imbanaco.

La neurociencia de las emociones, es un campo nuevo de la medicina que investiga científicamente las bases
neuronales de estas en nuestro cerebro, por medio de modelos neurobiológicos, psicológicos y socio-
culturales.

Al tener presente que las emociones tienen diferentes patrones, estos se encuentran en nuestro sistema
nervioso autónomo el cual conscientemente no se puede controlar. Se reconocen patrones para seis
emociones básicas, como lo son la sorpresa, el asco, la tristeza, la ira, el miedo y la alegría.

Para conocer el origen del miedo, y por qué se hace presente en nuestra vida, se debe tener claridad que el
miedo es una emoción la cual se ve transformada en el momento en el que racionalizamos, ahí se convierte en
un sentimiento.

Llamamos miedo a un sistema de alarma de nuestro cerebro que se activa cuando detecta una posible
amenaza real o supuesta, presente, futura o incluso del pasado. Se trata de una respuesta útil y adaptativa que
conlleva cambios en el funcionamiento de nuestros comportamientos, pensamientos y cuerpo.

El miedo es un esquema cerebral de adaptación al entorno y constituye un mecanismo de supervivencia y de


defensa, el cual le permite a la persona responder ante situaciones adversas con rapidez. En ese sentido, es
normal y beneficioso para todos los seres vivos tener miedo.

  

¿Porqué sentimos miedo?

El estudio de las bases neurobiológicas del miedo se ha centrado en una región concreta del cerebro llamada
la amígdala; la cual es una pequeña estructura alojada en el seno del sistema límbico, es decir, nuestro
cerebro emocional. Aclara el Dr. Andrés Villarreal, que esta área desempeña un papel clave en la búsqueda y
detección de señales de peligro. Se podría decir que trabaja de forma análoga a un detector de humo:
permanece inactiva hasta que el más mínimo estímulo amenazante la pone en marcha. Si no tuviéramos
amígdala, probablemente no sentiriamos miedo.

Este mecanismo que desata el miedo se encuentra, tanto en personas como en animales, concretamente en la
región más primitiva que se encarga de regular acciones esenciales para la supervivencia como comer y
respirar, a su vez, en el sistema límbico que es el encargado de regular las emociones, la lucha, la huida, la
evitación del dolor y en general todas las funciones que aseguren la conservación y seguridad del ser.

Este sistema revisa de manera constante, incluso durante el sueño toda la información que se recibe a través
de los sentidos, lo hace mediante la estructura llamada amígdala cerebral, que controla las emociones básicas,
como el miedo encargándose de localizar la fuente del peligro.

Afirma el especialista que cuando la amígdala se activa al detectar un posible peligro se desencadena la
sensación de miedo, y su respuesta puede ser la huida, el enfrentamiento o la paralización. El miedo produce
cambios inmediatos en nuestro cuerpo como por ejemplo: se incrementa el consumo de energía celular,
aumenta la presión arterial, los niveles de azúcar en la sangre y la actividad de alerta cerebral.

A su vez, se disminuyen o se detienen las funciones no esenciales, se incrementa la frecuencia cardiaca y la


sangre fluye a los músculos mayores especialmente a las extremidades inferiores en preparación para la
huida; se inicia una cascada hormonal desde el hipotálamo a la hipófisis y las glándulas suprarrenales,
incrementando los niveles de adrenalina y cortisol. Estos cambios en el organismo vienen acompañados de
modificaciones faciales como: apertura de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para
facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente, explica el especialista.

¿Los miedos son hereditarios?

Los miedos no se pueden heredar, todos nacemos con algo denominado “patrones fijos de acción” conocidos
como los circuitos neuronales para tener miedo ante alguna circunstancia que ponga en peligro nuestra vida.

Al padre presentar miedo a un objeto o circunstancia en particular, no será heredada a sus hijos; pero si al
nacer cualquier ser humano es expuesto de forma repetitiva y orientado por sus padres, su comunidad o su
cultura transmitiendo temor, esta persona aprenderá y adoptará ese mismo miedo. Por lo que afirma el Dr.
Andrés Villarreal, que los miedos no se pueden heredar pero sí se pueden enseñar.

Desde los primeros meses, los bebés tiene la capacidad de reconocer emociones positivas y negativas. Es
preciso considerar que la experimentación de las emociones es previa a la capacidad de expresarlas. Nuestro
cerebro nace con circuitos neuronales para algunas funciones ya destinadas, entre estas el reconocimiento
del peligro y por lo tanto, el circuito para tener y sentir el miedo.

Aproximadamente a los cuatro años de edad, los niños pueden reconocer las emociones básicas y las
entienden como sentimiento, reconociendo las respuestas que pueden generar en ellos mismos y en las
demás personas.

En la adolescencia se enfatiza la parte social en el reconocimiento de emociones, adicional a esto, en esta


etapa de la vida, se va desarrollando la autovaloración a partir de la interacción con los demás.
Adicionalmente, ya se considera que todas las emociones son aceptables; las diferentes respuestas o
reacciones que provocan las emociones pueden ser buenas o malas.

Es importante aclarar que en esta etapa, se reconocen las emociones propias y las de otras personas, así como
las reglas de expresión, sin embargo, se experimentan problemas en el manejo de las emociones. Este
problema está relacionado con los cambios hormonales y físicos donde los niños cambian a tener
características de hombre y mujer desarrollados semejantes a un adulto.

En la edad adulta, se espera que una persona tenga la capacidad de identificar y reconocer las emociones
propias, entre ellas el miedo, así como ejercer control sobre estas, desarrollando lo que se denomina la
inteligencia emocional.

Es importante entonces entender que al paso de la edad, se generan diversos cambios de las emociones, y
estos impactan sobre la concepción de sí mismo y el entorno. En ese sentido, durante el desarrollo emocional,
la cultura y la sociedad tienen gran influencia en las emociones, ya que regulan su expresión en especial las
emociones que generan miedo, afirma el especialista.

Cabe aclarar que existe la posibilidad de modificar y dar por terminado con los miedos que hemos ido
creando a lo largo de la vida; se ha demostrado que a través de la psicoterapia se puede promover la
comunicación de la amígdala cerebral y cíngulo anterior, por lo que las personas afectadas podrían aprender
a actuar con menos miedos y a tener mayor seguridad en sí mismas.

Finalmente, todos tenemos, tuvimos o tendremos miedo a algo; como mencionamos anteriormente, se
generan una serie de respuestas ante un estímulo de peligro el cual puede estar presente en el ahora o a
futuro; es algo natural y debemos reconocerlo como un sistema de protección. El problema es cuando se
genera miedo y su respuesta no es la adecuada o genera cambios conductuales y/o limita nuestras
actividades diarias, en este caso podríamos decir que no se está presentando un caso de protección sino una
evidente limitación ante algunos estímulos, y para estos episodios sí se debe tratar de controlar y reconocer
con ayuda de un profesional el por que de esta respuesta anormal, afirma el Dr. Andrés Villarreal, especialista
en neurocirugía 

¿QUÉ ES EL MIEDO?

La incertidumbre es el alimento del miedo. Para Albert Espinosa “el miedo es una duda no resuelta”. Igual que
tenemos un sistema digestivo o un sistema respiratorio, también tenemos un sistema emocional del cual
forma parte el miedo. Nuestras emociones están en el cerebro y son señales adaptativas que el cuerpo ha
creado para nuestra supervivencia. 

Son etiquetas a sensaciones físicas que están ahí para decirnos algo. Tenemos 6 emociones primarias:

 Alegría.

 Tristeza.

 Sorpresa.

 Miedo.

 Ira/Rabia.

 Asco.

Ya en la Antigüedad, los griegos hablaban del miedo. Para ellos, esta emoción nació de la infidelidad
mitológica, del Dios de la Guerra y la Diosa del Amor. Miedo y Amor siempre han estado muy relacionados.
Los griegos no tenían los avances que tenemos nosotros en neurociencia pero eran grandes observadores del
comportamiento humano, y ellos ya identificaron 3 formas en las que el miedo aparece en nuestro cuerpo:

 Parálisis.

 Huida.

 Lucha de negación. 

La magia del pasado es la ciencia del futuro. Hoy, la neurociencia nos dice que el miedo es una de las 6
emociones básicas del ser humano, una de las dos emociones instintivas, junto con la rabia (porque están
muy relacionadas con nuestros mecanismos de supervivencia), y una parte imprescindible de nuestro cuerpo
(todos, absolutamente todos, tenemos miedo). El miedo viene a avisarnos de algo y tenemos que escucharle.

¿PARA QUÉ SIRVE EL MIEDO?

Todas las emociones tienen una intención positiva y el miedo es la que asegura nuestra supervivencia y nos
avisa de un POSIBLE peligro. El miedo es nuestra alarma para hacernos parar y pensar, y el problema es que
gestionamos los miedos de hoy con los mecanismos de ayer, por eso tenemos que cambiar nuestra forma de
gestionar los miedos de hoy.

Podemos tener miedo, pero no debe condicionarnos


En sociedades occidentales como la nuestra, las necesidades básicas están cubiertas, (tenemos comida,
tenemos techo…) hemos ido evolucionando. Nuestras necesidades, a día de hoy, ya no son tan de
supervivencia, son más espirituales (queremos ser felices, queremos vivir con un propósito, queremos vivir
en plenitud, queremos sentirnos acompañados, etc). 

Por lo tanto, son otro tipo de necesidades que han generado otro tipo de miedos, como los psicológicos:
miedo a la soledad, al rechazo, al fracaso… miedos más relacionados con nuestra manera de sentir y con las
cosas que hacemos habitualmente.

EL MIEDO COMO COMPAÑERO DE VIDA

No debemos de ver al miedo como un enemigo, sino como un compañero de vida que sí nos deja avanzar, solo
que nos avisa de qué caminos son más útiles o no. 
Un enemigo:

 Busca perjudicar.

 No escucha, no hay diálogo.

 Solo decide él.

Un compañero:

 Busca el beneficio común.

 Colabora y comparte.

 Decide en función de las circunstancias.

¿Te has planteado alguna vez si a lo mejor el miedo no es el enemigo y en cambio, el enemigo somos nosotros
mismos? Cuando decimos, “yo no puedo, es que tengo miedo”, ¿a quién les estamos echando la culpa?
Tenemos que escuchar al miedo y tomar decisiones, pero no podemos permitir que el miedo decida por
nosotros. 

“Cuando quieres empezar a gestionar el miedo, tienes que entender que es un compañero de vida, porque va
a estar ahí siempre, porque te quiere proteger y algo que quiere protegerte no puede ser malo”, destaca Elena
García Donoso.

En este sentido, añade que “somos nosotros los que tenemos que actuar como buenos compañeros”. No
podemos llevar el miedo por delante, sino, será el propio miedo quien decida por nosotros y no seremos
libres. Si lo llevamos detrás, no va a llegar a avisarnos de que hay peligros, y entonces en vez de valientes
seremos temerarios y el mundo necesita más valientes y menos temerarios. Al miedo se le lleva al lado, de la
mano, como compañero, y cuando surgen esas alarmas en el cuerpo se le pregunta y se ve si tiene sentido o
no. Así que recuerda que:

EL MIEDO AVISA, PERO TÚ DECIDES


TIPOS DE MIEDO

Elena García Donoso destacó, en la ENyDOpenClass, dos tipos de miedos. Por una parte, el miedo real, y por la
otra, el miedo irreal o neurótico. Vamos a analizarlos.

El Miedo Real:

 Es fruto de un peligro sobre la integridad física.

 El tamaño de la amenaza es igual al tamaño de la respuesta.

 Sucede en el presente.

El Miedo Irreal o Neurótico:

 Es fruto de un pensamiento catastrofista o distorsionado.

 El tamaño de la amenaza es inferior al tamaño de la respuesta.

 Sucede en el futuro.

De hecho, ¿sabías que el 75% de los miedos y preocupaciones del día a día nunca llegan a suceder?

SI NOS DEJAMOS LLEVAR POR EL MIEDO VIVIREMOS EN NUESTRA MENTE Y NO EN NUESTRA VIDA
¿CÓMO SE PRODUCE EL MIEDO EN NUESTRO CEREBRO?

El cerebro es el motor de nuestros actos y tiene una única función: sobrevivir. Vivir es cosa nuestra. Él se
encarga de que respiremos, como lo hagas es cosa tuya. Y además funciona con señales físicas y químicas.
Concretamente, Elena García Donoso habló del cerebro triuno, una clasificación propuesta por Paul McLean
en la década de los 60. El cerebro triuno responde a una clasificación basada en la evolución del ser humano
como especie.

 La parte Neocórtex: Es la base del pensamiento humano, lo que nos diferencia del resto de los
animales. Es aquí donde tienen lugar las funciones cognitivas superiores como la racionalidad y el lenguaje.
Su desarrollo comienza desde que el bebé nace, pero las conexiones no están listas para funcionar,
aproximadamente, hasta los dos-tres años de edad. Entonces los/as niños/as comienzan a tomar decisiones, y
no llegan a entender porque las nuestras como adultos prevalecen a las suyas. Curiosamente, coincide con la
etapa de las rabietas. El neocórtex termina de madurar finalmente a la edad de 20 años aproximadamente.

 El cerebro emocional: También conocido como sistema límbico, está situado en la parte central del
cerebro y contiene el hipocampo, centrado en la memoria y en la orientación, y la amígdala, que es el centro
de control de las emociones y encargada de activar un gran número de patrones de actuación. Por ejemplo, si
una vez un perro nos intentó morder, esta parte del cerebro será la encargada de dirigir nuestras conductas
para evitar que esa situación del pasado se pueda repetir y hará que no queramos acercarnos a los perros.

 El cerebro reptiliano: se localiza en la parte inferior y trasera del cráneo. Sería la parte más antigua y
primitiva encargada de las funciones básicas y de supervivencia y de los instintos. No es capaz de aprender,
vive en el aquí y el ahora, es decir, es pura impulsividad. Es el encargado de las funciones de nuestra
supervivencia a nivel inconsciente, es decir, se encarga de que respiremos, de que durmamos, de que
hagamos la digestión…

Pero es importante destacar que la química también juega su papel. Los mensajeros químicos de nuestras
emociones son los neurotransmisores, sustancias químicas que pasan de unas neuronas a otras dando
mensajes en función de los que estamos sintiendo. 

Concretamente, los neurotransmisores del miedo son: 

 Cortisol.

 Norepinefrina.

 Citoquinas.

 Histamina.

Esto significa que no podemos impedir la aparición de las reacciones del miedo, pero sí podemos regularlas.

¿QUÉ OCURRE EN EL CEREBRO DURANTE EL PROCESO DEL MIEDO?

En el proceso del miedo hay tres grandes protagonistas: 

 La Amígdala (cerebro emocional).

 El Córtex prefrontal (la razón).

 El hipocampo (la biblioteca de nuestros recuerdos).

¿CÓMO EMPIEZA EL MIEDO?

Sucede un estímulo, puede ser externo, como por ejemplo un ruido, o puede ser interno (un pensamiento).
Ese estímulo llega a nuestro cerebro a través del tálamo (encargado de distribuir la información). Cuando hay
señales emocionales, el tálamo manda la información a la amígdala (emoción). La amígdala es la alarma del
cerebro. Si la alarma no percibe peligro, deja que el flujo continúe. Pero cuando la amígdala detecta que sí hay
algún tipo de peligro, bloquea las funciones del cuerpo para dar prioridad al mecanismo de supervivencia y se
produce un secuestro emocional. Es aquí cuando sentimos esas sensaciones de parálisis, de huida, de lucha…

Cuando esto sucede, por ejemplo, que nos hagan hablar en público y no seamos capaces, la amígdala impide
que la información llegue a nuestro córtex prefrontal (parte encargada de racionalizar) y no podemos decidir.
Por eso decimos que el miedo nos bloquea, porque sube la emoción y baja la inteligencia, y esto tenemos que
equilibrarlo, es decir, subir la inteligencia y equilibrar la emoción. 
Pero, ¿cómo empezamos a hacer esto? En el momento en que sentimos estas emociones, lo primero que hay
que hacer es dejar lo que estemos haciendo en ese momento y respirar despacio y profundo.  Tenemos que
hablar con nuestro cerebro y darle a entender que estamos bien, porque si esto no es así, y el córtex
prefrontal no se activa, no podemos razonar. Por eso no se puede construir nada desde el miedo. 

El miedo es una emoción instintiva, como la rabia, son las dos emociones que van directas a la amígdala y que
pueden ocasionar este proceso. En cambio, las emociones reactivas como son la alegría y la tristeza, sí
permiten que el flujo continúe, permitiendo que la amígdala y el córtex prefrontal estén más equilibrados.

EL SER HUMANO PRIMERO SIENTE Y LUEGO PIENSA


No podemos tener miedo al miedo. El miedo nos está avisando y a veces hay que hacerle caso . Algunos lo
llaman intuición, un proceso cognitivo que se salta las fases intermedias, pasando del punto de partida al
punto final. Esto puede ocurrir porque se han vivido situaciones parecidas. Por lo tanto, no hay que temer al
miedo, sino que hay que escucharlo y racionalizarlo.

¿CÓMO CONVERTIR EL MIEDO EN UN PLAN DE ACCIÓN?

Elena García Donoso ha sacado un Plan de 6 pasos: 

1. Reconocer y contextualizar. Perder miedo al miedo.

2. Identificar las señales del cuerpo. Pensamientos, conducta y cuerpo.

3. Encuentra tu «para qué». Tu motor, sólo el tuyo.

4. Entrevista a tu miedo. Racionaliza y acota.

5. Decide. Sí o no.

6. Actúa. Da ese paso adelante.

Vamos a desglosarlas un poco más.

Reconocer y contextualizar: Las grandes etiquetas a los problemas no se pueden gestionar.

 Las cosas hay que llamarlas por su nombre. Si tenemos miedo, tenemos miedo.

 Contextualizar y acotar. Este es un paso muy importante. Las grandes etiquetas son el punto de
partida, pero no el inicio del plan. Si tienes miedo al rechazo, por ejemplo, un truco que recomienda Elena
García Donoso es preguntarse 3 veces “¿Qué me da miedo de esa gran etiqueta, en este caso el rechazo? Un
ejemplo: “Me da miedo fracasar por no sacar mi proyecto adelante”. Una vez sabemos realmente por qué
tenemos miedo al fracaso, conseguiremos el objetivo de nuestro plan de acción.

Identificar las señales del cuerpo: El cuerpo a veces tiene la sabiduría que a nosotros nos falta. El miedo
genera cambios en nuestro cuerpo en tres  niveles: 

 Pensamientos (cambios neurológicos): El lenguaje crea realidades. ¿Cómo te hablas?, ¿qué te dices?
 Conducta (cambios mentales): Los cambios en la mente provocan cambios en las acciones.
¿Retrasamos decisiones?

 Reacciones (cambios fisiológicos): Toda emoción implica un cambio en nuestro estado fisiológico.
¿En qué parte de tu cuerpo sientes la emoción?

Encuentra tu para qué:

Soñar en grande para accionar en pequeño.

 Tiene que ser un «para qué» del ser, no del tener.

 Tiene que ser tuyo y tiene que estar muy relacionado con tus expectativas.

 Libera dopamina.

Entrevista a tu miedo:

Subamos la inteligencia para disminuir la emoción. El miedo sólo tiene una pregunta: ¿Y si…? Pero nosotros
tenemos muchas más para conocerlo, comprenderlo y decidir.

 ¿Qué me da miedo?

 ¿Para qué me está alertando?

 ¿Cuál es la intención positiva del mensaje?

 ¿Es un miedo real o irreal?

 ¿Cómo de probable es que pase?

 ¿Es presente o un futuro incierto?

 ¿Cuál es el mejor escenario?¿Y el peor?

 ¿Cuál va a ser tu plan B?

Una vez hemos dado respuesta a todas estas preguntas, nos daremos cuenta de que ya tenemos un plan y de
que a mayor racionalización, más se disminuye la intensidad del miedo.

Decide:

Solo se equivocan los que toman decisiones. Duele más la incertidumbre del miedo que tomar una decisión.

 Es una pregunta de SI o NO.

 Tan valiente se es para decir que SÍ como para decir que NO.

 Ante un «NO dudoso» ponte una fecha para revisar tu plan y mientras, para.
Actúa: 

Ningún miedo se supera solo pensando.

 No sabes de lo que eres capaz hasta que lo intentas.

 Dejar atrás la fase de «pensar» y comenzar la fase de «hacer» hace que sueños, metas y objetivos
salgan de la mente para crecer en la vida.

 Actuar de forma diferente crea nuevas conexiones neuronales en el cerebro y te abre nuevos
caminos.

Es una emoción que nos hace inmensamente libres si aprendemos a gestionarla.

¿PARA QUÉ SIRVE GESTIONAR EL MIEDO?

6 grandes miedos influyen en nuestro día a día. El fracaso, el rechazo, el éxito, la soledad, enamorarse y el
cambio.

En la vida profesional:

 Ayuda a sacar el máximo rendimiento de los líderes permitiendo la innovación.

 Fomenta un estilo de liderazgo entre la emoción y la razón.

 Incrementa el potencial de los equipos de alto rendimiento.

En la vida personal: 

 Nos hace libres de sentir, pensar y hacer.

 Abre un abanico de alternativas nuevas a antiguos temores.

 Da rienda suelta a tu autenticidad.

En definitiva, el miedo avisa, pero nosotros decidimos. Tenemos que trabajar para que nuestra determinación
sea más fuerte que nuestro miedo. El miedo nos llega a fortalecer porque nos hace más dueños de nuestros
actos, es decir, cuando somos capaces de sentir esa emoción, sentir qué está pasando, y aún así avanzar, nos
damos cuenta de que sí somos nosotros los que decidimos, y no nuestro miedo. 

Lo que pensamos tiene un efecto directo en cómo nos sentimos, por lo tanto, los pensamientos negativos hay
que dejarlos a un lado, para así, poder hablar con nuestro miedo de manera racional. Y no podemos olvidar
que las cosas más bonitas de la vida, están al otro lado del miedo.

¿Para qué sirve el miedo? Funciones y efectos

El miedo es caracterizado muchas veces como una emoción negativa, algo que hay que evitar y que está
vinculado con la infelicidad. Sin embargo, lo cierto es que, si el miedo es una emoción presente en
prácticamente todas las culturas que se han estudiado, cabe la posibilidad de inferir que está ahí por algo.
¿Acaso cumple alguna función relevante? ¿Para qué sirve el miedo?

Resumiendo mucho, el miedo sirve para sobrevivir, es un mecanismo adapativo a un entorno que, en
ocasiones, nos da motivos para temerlo. Aquello para lo cual sirve el miedo tiene que ver con nuestra
capacidad para reaccionar rápidamente ante situaciones peligrosas, ya que gracias a él nos retiramos cuando
existe una amenaza. Esta amenaza puede ser para nuestra vida, o para nuestra autoestima, nuestra seguridad
(según nuestras creencias sobre lo que es seguro o no), nuestro autoconcepto.

Así que el miedo solo es una emoción que reacciona en función de nuestros patrones mentales, de nuestras
creencias y pensamientos. El miedo en sí mismo es positivo, nos ayuda a alejarnos de un suceso para el cual
todavía no estamos preparados.

 Te puede interesar este post: "¿Por qué nos gustan las películas de terror?"

¿Cuándo el miedo es un problema?


El miedo es un problema cuando es disfuncional. Es importante aclarar que no existen emociones positivas o
negativas (esto se dice en manuales donde, lo que se pretende, es el diagnóstico psicológico y aún se usan
esos conceptos tan ortodoxos y equivocados). Sentir emociones es positivo, siempre es positivo sentir
cualquier emoción, ya que tienen algún tipo de utilidad y nosotros debemos sentir nuestras emociones con
libertad en lugar de reprimirlas o tratar de controlarlas.

El problema, con cualquier emoción, es cuando nuestras creencias e interpretaciones hacen que sintamos
miedo de forma disfuncional, es decir, lo que ocurre a consecuencia de sentir ese miedo es aún peor que lo
que ocurriría si no lo sintiéramos. Ejemplo: muchas veces no hacemos lo que deseamos y es realmente
importante en nuestra vida porque tenemos miedo de lo que puede ocurrir (viajar, ir a otro país a vivir,
iniciar un negocio propio, comenzar una relación sentimental, hacer algo nuevo por nuestros propios medios,
hablar en público, bailar frente a otras personas, etc.).

Si gestionamos de forma disfuncional nuestro miedo, nos frenará demasiado. Recuerda: el miedo no es un
problema, solo nos obedece... El problema es lo que hacemos con el miedo.

Cosas que nos provocan miedo (fobias)

Existen varios aspectos de la vida (situaciones, ideas, objetos...) que generan miedo a muchas personas. A
continuación tienes una lista con distintas fobias; pinchando en el título podrás acceder a un informe
detallado sobre cada una de ellas.

 Agorafobia (ansiedad anticipatoria)

 Amaxofobia (pánico a conducir automóviles)

 Anuptofobia (miedo a permanecer soltero)

 Coulrofobia (miedo a los payasos)

 Eritrofobia (pánico a ruborizarse)

 Filofobia (miedo a enamorarse)

 Gerascofobia (miedo a envejecer)

 Hematofobia (pánico a la sangre)

Y para una revisión más general sobre las distintas fobias que existen y sus características, puedes visitar este
artículo:

 Tipos de fobias: explorando los trastornos del miedo

¿Qué importancia tiene el miedo?

El miedo es una emoción tan importante, que no podríamos vivir sin ella. Nuestra felicidad y bienestar
depende de las decisiones que tomamos en nuestra vida y de cómo interpretamos lo que ocurre. Somos
nosotros los responsables de estar bien y hacer de nuestra vida una experiencia fascinante.

El miedo nos ayuda a regular cómo de grandes deben ser nuestros pasos en cada momento... como una
especie de madre prudente. Nuevamente, esto ocurre cuando gestionamos nuestro miedo de forma funcional,
es decir, tenemos algo de miedo hacia lo que realmente puede suponer un problema para nosotros ahora y
aún necesitamos un tiempo de entrenamiento o espera para poder afrontarlo.

¿Cómo debemos gestionarlo?

Pregúntate qué te gustaría hacer realmente y no haces. Qué te gustaría vivir y no vives. Cómo te gustaría que
fuera tu vida y no haces lo necesario para llegar a ello. Todos esos miedos: ¿en qué se basan? ¿En tus
creencias? ¿En un hecho del pasado? ¿Qué pudieras hacer tú para que ese hecho no te afectara nunca más?

Un proceso de gestión emocional, para aumentar tu nivel de inteligencia emocional (lo cual te ayudaría a
gestionar tu miedo de forma funcional y a entender el de los demás y ayudarles) es probablemente la mejor
forma de saltar al miedo disfuncional. Esta nota no terminará con un "no tengas miedo"... sino con un "vive a
lo grande a pesar de tus miedos".
LA FUNCIÓN DEL MIEDO

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El miedo es probablemente la emoción humana más popular en los últimos tiempos. Nos decimos
constantemente que no debemos tener miedo, apostamos por una vida sin miedo, porque le consideramos
nuestro peor enemigo. ¿Qué ocurriría si el ser humano nunca tuviera miedo? Solo existe una
respuesta: moriríamos.

El miedo es una emoción que cumple un papel fundamental: la supervivencia. Sin miedo, viviríamos de forma
tan temeraria que pondríamos en peligro nuestra vida y moriríamos a los pocos días de no tener miedo. Por
tanto, tiene una utilidad muy importante en nuestra vida. Nuestro gran problema con el miedo, es que
tenemos miedos disfuncionales.

Es una emoción que nos parece desagradable, ya que nos hace sentir mal (aunque no negativa, ya que sentir
emociones siempre es positivo, sea la emoción que sea). También es una emoción evasiva, ya que trata de
retirarnos de lo que ocurre. Cuando sentimos miedo, nos sentirnos también indefensos y esto nos lleva a
retiramos.

El miedo es un mecanismo adaptativo a un entorno que, en ocasiones, nos da motivos para temerlo.  Como
puede ser en esto momento la prohibición de libertad. Podemos vivir la amenaza sobre nuestra vida, si
enfermamos, sobre nuestra autoestima si no somos capaces de gestionar nuestros pensamientos y nuestras
emociones, sobre nuestra seguridad por no tener el control de lo que está pasando… No nos olvidemos que el
miedo en sí mismo es positivo, nos ayuda a alejarnos de un suceso para el cual todavía no estamos
preparados.

¿CUÁNDO EL MIEDO ES UN PROBLEMA?


El miedo no es un problema. El problema es lo que hacemos con el miedo.

¿CÓMO DEBEMOS GESTIONAR EL MIEDO?


Pregúntate que te gustaría hacer realmente y no haces. Qué te gustaría vivir y no vives. Cómo te gustaría
recordar esta situación y si estás haciendo lo necesario para llegar a ello.

“NO TENGAS MIEDO, VIVE A LO GRANDE A PESAR DE TUS MIEDOS”


El miedo nos invade en esta situación de confinamiento. Al cerebro lo podemos engañar, a nuestras
emociones no. Estamos oyendo sin parar estos días la necesidad de mantener ocupados, distraídos, de no
focalizarnos todo el tiempo en pensamientos negativos catastróficos, y es cierto que estas estrategias son
positivas y muy importantes para evitar obsesionarnos. Pero tampoco podemos olvidar que también es
importante permitirnos, en determinados momentos, experimentar las emociones que esta situación está
desencadenando. Bloquearlas, negarlas o tratar de huir todo el tiempo de ellas también es negativo. Así que
es importante dedicar un espacio de tiempo a permitirnos sentir la desazón, el miedo, la ansiedad o la
frustración que nos pueda estar produciendo el confinamiento. Durante ese espacio de tiempo, solo debes
respirar. Y permitirte experimentar las emociones libremente. Meditar puede ayudarte a ello.

Pero no podemos caer en este estado todo el tiempo. Por lo que es recomendable reservar un tiempo para
ello, y después volver a activarnos y continuar con la actividad.

A menudo evitamos entrar en contacto con las emociones que consideramos negativas, o que son
perturbadoras, porque tenemos la creencia de que, si nos permitimos experimentarlas, luego no podremos
salir de ese estado. Que nos deprimiremos, o nos arrastrará la preocupación, o nos quedaremos anclados en la
tristeza.

Pero no es así.

Estamos preocupados, y es normal, porque estamos viviendo una situación sin precedentes y no sabemos
bien ni cómo gestionarla ni cuáles serán las consecuencias que se deriven de la misma.

Así pues, si estamos en inmensos en el miedo mejor no tener en cuesta a nuestros pensamientos, no tomar
decisiones…lo mejor es esperar, hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que
será más sencillo poder valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales.

¿QUÉ CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS PUEDE TENER EN NOSOTROS Y NUESTROS HIJOS ESTE PERIODO DE
CONFINAMIENTO? 
Nos encontramos con una situación nueva, para la que aún no tenemos muchas respuestas. Existen algunos
estudios que han analizado las secuelas de aislamiento prolongados, por ejemplo, en niños hospitalizados,
pero las circunstancias son diferentes, el niño esta enfermo y no sano, y no está en su casa que es un entorno
seguro y con su familia, por lo que no se pueden extrapolar los resultados.

Los niños, y el ser humano en general, tiene una gran capacidad para adaptarse. Vamos a quedarnos con esto
por el momento.

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